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EL TRABAJO El trabajo

Ejercer la Abogacia es un trabajo que necesita de mucha dedicación y esfuerzo, pero más que todo
necesita ser amado. Involucra muchos sacrificios, como el dedicarle muchísimas de nuestras horas de
sueño, aunque el autor nos dice que es preferible que le dediquemos las primeras horas de la mañana
porque así el entregamos nuestros primeros esfuerzos y no las de la noche en la que simplemente le
entregamos los residuos.

Y repetimos que esta profesión o se ejerce apasionadamente o no se ejerce, añadiendo que dichosos
son los que tienen la posibilidad de ejercerla, porque no son muchas las profesiones que nos retan tanto
como esta, que siempre nos piden más y nos hacen crecer muchísimo como individuos de una sociedad.

En cuanto a la manera de trabajar sería atrevido querer dar consejos, pues sobre tal materia es tan
aventurado escribir como sobre los gustos.

Parece lógico que antes de coger la pluma se haya agotado el estudio en los papeles y en los libros.
Seriamente, así debe hacerse y no es recomendable ningún otro sistema.

A mi entender, todas las horas son buenas para trabajar pero más especialmente las primeras de la
mañana. Desde las 6 hasta las 10 y ahí va la razón. A partir de las 10 de la mañana nadie dispone de sí
mismo. La consulta, las conferencias con otros colegas, las diligencias y vistas, las atenciones familiares
la vida de relación y las necesarias expansiones del espíritu consumen todo nuestro tiempo.

Muchos advierten que da lo mismo trasnochar, recabando el tiempo cuando los demás se acuestan. No
lo estimo así, porque antes de las 10 de la mañana podemos dar al trabajo nuestras primicias y después
de las 10 a.m. no les concedemos sino nuestros residuos. Con la cabeza despejada ordenan las ideas, se
distribuyen las atenciones, se aprovecha el estudio.

En fin, todas las reglas del trabajo pueden reducirse a ésta: hay que trabajar con gusto. Logrando acertar
con la vocación y viendo en el trabajo no sólo un modo de ganarse la vida, sino la válvula para la
expansión de los anhelos espirituales, el trabajo es liberación, exaltación, engrandecimiento. De otro
modo es insoportable esclavitud.

LA PALABRA

La palabra es un don, que muchos aun no hemos aprendido a utilizar; al mismo tiempo puede ser un
arma, ya que si no la utilizamos correctamente tanto otras personas como nosotros podemos salir
heridos. Es cuestión de darle el uso correcto y también del mérito respectivo, pues de no ser por ella
muchos de nosotros seriamos salvajes, ateos sin motivo de existencia alguna, ya que gracias a la palabra
es que al pasar de los años se fueron difundiendo todas nuestras creencias, explicaciones de existencia,
se concretan negociaciones, etc.
Por la palabra se enardecen o calman ejércitos y turbas; por la palabra se difunden las religiones, se
propagan teorías y negocios, se alienta al abatido, se doma y avergüenza al soberbio, se tonifica al
vacilante, se viriliza al desmedrado. Unas palabras, las de Cristo, bastaron para derrumbar una
civilización y crear un mundo nuevo. Los hechos tienen, sí, más fuerza que las palabras; pero sin las
palabras previas los hechos no se producirían.

La forma en que el autor se expresa sobre el uso de la palabra en la abogacía, da a entender, por muy
tosco que suene, que sobre todo debemos utilizarla correctamente para la comodidad del juez.

Puesto que dice que debemos ser breves, para que no se aburra porque ya ha escuchado tantos
argumentos a lo largo de su vida que si es corto hay más posibilidades que falle a favor; que hay que ser
claros para que hasta el portero nos entienda, además de que el juez esta fatigado y no quiere oír tantos
adornos en las historias; y así pues, no es que no esté de acuerdo con esto que acabo de mencionar,
solo que me parece que no era necesario decir que es para facilitarle la vida al juez, aunque así sea.

Y de igual forma me parece que Ángel Osorio acierta mucho a la hora de explicarnos por decirlo de algún
modo la clave para el buen uso de la palabra. Porque si bien es cierto que tanto la cordialidad hacia las
otras personas, ya sea el otro abogado, o el juez; el uso correcto del léxico, mas no tan rebuscado pues
lo que se intenta es que se entienda lo que queremos transmitir; y la amenidad, pues es muchísimo más
agradable escuchar a es apersona que nos habla con calidez y sencillez a la que nos habla de manera
tosca.

Los Abogados deben aprender a manejar la oratoria para captar la atención de los jueces, quienes
como el resto de los trabajadores, acumulan cansancio durante el día y a lo largo de la semana, por lo
que la capacidad oratoria de los letrados es fundamental para captar su atención, algo en lo que se
deben estar formando los estudiantes de Derecho.

Los futuros abogados aprenden técnicas para enfatizar sus voces y darles la entonación adecuada, para
ser convincentes con la comunicación no verbal y para aprovechar todos los beneficios de una buena
oratoria, el buen abogado debe saber entender, para lograr una comunicación eficaz "el estado de
ánimo del cliente y de su interlocutor", por lo que debe tener en cuenta "el día y la hora del juicio,
porque la actitud de un juez sufre el cansancio igual que la de los demás". "Es cierto que los lunes
estamos distraídos, los martes más activos y los viernes cansados, y que sobre mediodía sufrimos una
bajada de azúcar que afecta a nuestra atención y nervios"

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