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habla
Distintas dolencias son el resultado de cómo nuestro
cuerpo reacciona al malestar cotidiano
Siempre he tenido una gran facilidad para sentir en el cuerpo aquello que me sucede, tanto
lo bueno, como lo malo o estresante, de somatizar los eventos que me acontecen. Lo malo
en forma de contracturas, dolores de cabeza, lumbalgias, problemas digestivos…; y lo
bueno en una mayor capacidad respiratoria, expansión, relax, y bienestar... (D. Saphiro
2002).
Todas ellas lesiones que deben ser debidamente atendidas y tratadas, pero además se
vuelve necesario intervenir psicológicamente, para que esa tensión, ese estrés no siga
afectando o dañando al cuerpo, ni desencadene una enfermedad.
¿Cómo sucede esto? ¿Por qué la tensión se va al cuerpo?
De bebés, antes de ser capaces de verbalizar lo que nos sucede, antes de ser capaces
de dominar el lenguaje, utilizamos todo el cuerpo para expresar el dolor, la rabia, la angustia
y también la alegría, la sorpresa, el miedo.... Las madres (y padres) hacen una lectura de
esas emociones y enmarcan con palabras lo que le ocurre a su bebé. La somatización es
la primera forma de comunicación que aparece en el principio de nuestras vidas.
Como las emociones todavía no pueden ser elaboradas psíquicamente, son trasladadas al
cuerpo en forma de llanto, alteraciones en la respiración y en el ritmo cardíaco,
convulsiones, inquietud...; El lenguaje irá poniendo límites a esa angustia y construirá
nuestro psiquismo, enriqueciendo nuestro repertorio emocional básico.
Escuchar a nuestro cuerpo es fundamental para comprender cómo nos afectan las
situaciones que vivimos, lo que sentimos y cómo recolocarnos frente a ellas.
“El cambio ocurre cuando podemos sentir más en nuestros cuerpos de lo que
podemos solamente entender por medio del conocimiento racional.”
(E.Gendling)