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Puente (1991, p.17) argumenta que: El niño sabrá leer cuando entienda el
conjunto de signos de una palabra, cuando conozca su significado. No debe
confundirse el proceso de formar palabras con el proceso de comprender el
significado. (...) Comprender la lectura implica extraer de un texto escrito
el significado tanto de las palabras como de las relaciones entre palabras.
El significado puede ser extraído de textos explícitos, relaciones implícitas,
del conocimiento de base que tiene el lector y de sus experiencias acerca
del mundo. Sainz (1991, p.641) dice que «la lectura supone el procesamiento
de información de una clase de símbolos que constituyen expresiones en el
intercambio comunicativo que tiene lugar a través del lenguaje».
Condemarín, Galdames y Medina (1996, pp. 52-53) dicen que «leer no sólo
significa la decodificación de un texto, sino que implica para el niño una
activa búsqueda de significado, confirmando o rechazando sus hipótesis a
partir de sus primeras aproximaciones a los textos escritos». Para que tenga
lugar el acto de leer es imprescindible que cada lector comparta el sistema
de señales y símbolos abstractos que forman el texto. Si no es así, no habrá
lectura, sólo se habrá pasado la vista por el escrito. Comprender un texto
no es una actividad mecánica ni pasiva aunque algunos procesos se
automatizan rápidamente ya que el lector lee con cierta frecuencia una vez
que ha aprendido a decodificar.
Para comprender, el lector debe relacionar el contenido del texto con sus
conocimientos previos (se dará un aprendizaje significativo), deberá hacer
inferencias basándose en el contexto y reconstruir desde un punto de vista
cognitivo, el significado de lo leído. Así se puede decir que ha tenido lugar
el acto de leer (previa decodificación aplicando RCGF). En la comprensión
lectora interactúan procesos cognitivos, perceptivos y lingüísticos.