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@ COLEGIO DE BACHILLERES MATERIAL DE LECTURA PROGRAMA DE ASIGNATURA FILOSOFIA IIL ARGUMENTACION FILOSOFICA SCHOPENHAUER, A., El arte de fener siempre fa razén y otros ensayos, México, Santillana Ediciones Generales, 2009, bp. 145-183. el autor sostiene que la dialéctica eristica es el arte argumentativo para vencer de manera licita o iicita a un oponente; para tal efecto nos presenta treinta y ocho estratagemas eristicas para asegurar la victoria sobre un cconttincante. Es preciso aclarar que Schopenhauer no es un escéptico de la verdad, sino que reinterpretando la légica, la ret6rica y la dialéctica de Aristételes, sostiene que la primera tiene por objeto la demostracién de la verdad, mientras que las dos tiltimas buscan s6lo el aplauso, la persuasién, la credibilidad y la adhesién de los otros. Arthur Schopenhauer LE eTpen Ce [Miwel ail siempre la razon pAceleKeNe aes fevieaecarrec Die eee got astern ca ey FBS. punto de lectura Rooviee oe ko cristiano y la de un santo indosténico, A través de la variedad, de la oposicién absoluta de dogmas, costumbres y medios, son idénticos el esfuerzo, la vida interior de uno y otro. Los misticos cristianos y los maestros de la filosofia vedanta también estin conformes en considerar como superfluas las obras exteriores y los ejercicios religiosos para aquel que alcanza la perfeceién, Tanta concordancia entre pueblos tan diferen- tesy en una época tan remota és una prueba de que no se trata de una aberracién 0 de un extravio del espirita y Los sentidos; al contrario, es un aspecto esencial de la naturaleza humana, un admirable aspecto que rara vez se manifesta y que se expresa en ese ascetismo, EL ARTE DE TENER SIEMPRE LA RAZON* La dialéctica erfstica es el arte de disputar de modo gue uno siempre tenga razén por medios licitos ilicitos. Se puede tener la razén, pero no tenerla ance los ojos de los presentes ni ante los propios. Asi pruebas y eso se toma como la refutacién de mi tesis total, en apoyo de la cual se pueden presentar otras pruebas. En este caso, la situacién del adversario es inversa: aparece como poseeior de la razén aun que no la tenga. En consecuencia, la verdad objetiva devuna proposicién y su aprobacién por parte de los contendientes y oyentes son dos cosas discincas. , yun adversario «beateria», «mojigateriam. En el fondo se trata de tuna sutil petit principi lo que se quiere probar se introduce en la palabra, en la denominacién. Lo que uno llama «tener en seguridad a una petso- na», «ponerla en custodiar, su adversario lo llama «encarcelarla», Un orador con frecuencia delata su intencién en los nombres que da a las cosas. Uno dice: «el clerom, el otro: «los curas». De todas las estratagemas, ésta es la que més frecuentemente se usa de manera instintiva Estratagema 13, Para que el adversario acepte una tess, tamebién debemsos presentarle a contrariay dejarle que ella, resaltanad esta opasicin com eseridencia, de modo que sino quiere ser contradictoria, rendre que decdirse por nuestra tess que resislta mucho mds probable, Por ejemplo: deseamos que admita que uno tiene que hacer todo lo que su padre dice. Para ello, le preguntamos: «;Se debe 165 an ‘obedecer o clesobedecer a los padres en todas las co- sas?>, O side algo se dice «frecuente», preguntamos que sipor frecuente entiende muchos 0 pocos casos. El adversario dirs «muchos». Es como cuando el gris se coloca junto alo negro y parece blanco; y si se coloca junto a lo blanco, parece negro. » Exeratagema 14 Un golpe descarado es cuando, despues que el adversario respondié muchas preguntas sin favorecer la conclusin que teniamos en mente, se proclama triumfador como demostrada la conclusiin que se pretendia, aunque de echo no se deriva de sus respuestas. Si el adversario es timido 0 de pocas luces, y uno tiene una gran dasis de frescura'y buena voz, este golpe puede resultar bien. Esta ‘estratagema corresponde a la falacia de tratar como prueba fo que no es una prueba. » Extratagema 15 ‘Si presentanos una tesis paradéjica y nos encontramas ‘en apuros al probarla, propondremas al adversario, ‘para que la acepte 0 rechace, una tesis correcta pero anya exacttud no es del todo evidente, coma si de ella (guisiéramos dedtucir la demostracién. Si él la vechaza, Jo reduciremos ad absurdunn y triunfamos; pero, sila acepta, ya hemos dicho algo razonable y después se 165 veri. O bien aplicamos la estratagema precedente y declaramos que nuestra paradoja esté demostrada Para esto se requiere un gran descaro, pero en la experiencia humana hay quienes lo practican de modo instintivo. = Estratagema 16 Argumento ad bominem. Si el adversario hace una afirmacién, es necesario preguntarse si esto no esta, aungue sélo sea en apariencia, en contradiccién eon algo que anteriormente dijo o aceptd, con los prin Cipios de una escuela que ha elogiado, o con el com- portamento de los miembros de esa escuela, aunque s6lo sea de los miembros no auténticos o aparentes, 0 con a misma conducta del adversatio. Si, por ejemplo, defiende el suicidio, de pronto se le grita: «Por qué no te cuelgas?». O si afirma que Berlin es una ciudad inc6moda, se le grite de pronto: «;Por qué no te vas inmediatamente con la primera diligencia?». Siempre seré posible hallar alguna forma de vejacién, = Estratagema 17 Cuando el adversario nos acosa con una contra- prueba, podemos salvar la situacion mediante una distincidn suril, en la que no habjamos pensado. 67 = Estratagema 18 Si descubrimos que el adversario emplea una ar- gumentacién con la cual nos abatiré, no hay que admitir que el debate tome este giro y Hegue hasta el final; debemos interrumpir la disput, salir de ella y desviarla hacia otra cuesti6n. = Estratagema 19 Si el adversario exige que presentemos alguna objecién contra un punto conoreto desu tess, pero no encontrames nada apropiado, es necesario enfocar el aspecto general del tema y atacarlo, Por ejemplo, si hay que decir por ‘qué una hipétesis fisica no es crefble, hablaremos de la incertidumbre del saber humano ilustrandolo con gran cantidad de ejemplos. » Estratagema 20 Si eladversario acepes la valides de nuestras premisas, 0 hay que pedirte que sague la zonclusién que de esas pre~ ‘mises se deduce, sino gue nosotros deberias deducirla. Asi, sunque falte todavia una de las premisas, la asumimos como aceptada y obtenemos la conclusién. 168 » Estratagema 21 Si advertimas que el adversario emplea ten argumento aparente o sofistico, podemos anularlo al evidenciar si cardcter ilusorio, Pero es mejor abatirlo con otro argumento sofistico y aparente: no se trata de la verdad, sino de la victoria. Si, por ejemplo, presenta tun argumento ad hortinem, es suficiente quitarle su fuerza con un contraargumento ad hominem. En general, se abreviard el debate si, en lugar de una larga discusin sobre la verdadera naturaleza de las cosas, se replica con un argumento ad bomtinem. » Extratagema 22 Si el adversario nos pide admeitir algo que se deriva del problema que se debate, rechazarernas su peticién consi- dderdndola una petitio principii. No sera dificil que Al considere idéntica al problema una tesis afin. De este modo le quitamos su mejor argumento. Entratagema 23 Lar contradiccisn y el enfrentamiento ovillan a exage- rar la afirmacisn, Por ello, podemos provocar al adversario contradiciéndolo a fin de inducirlo a 169 exagerar una afiemacién, y una vez refutada la exa- geracién, es como si refutéramos su tesis primitiva En cambio, cuando el adversario nos contradice, es, necesatio prestar atencién a no exagerar o extender nuestra tesis. Con frecuencia el adversario también buscar extender nuestra afirmacion més allé de los términos que habiamos fijado. En tal caso hay que atzjarlo y conducirlo a los limites de nuestra afirmacién con una precisién: «Yo s6lo he dicho esto y nada més». = Extratagema 24 El arte de dedueir consecuengias. De la tesis del ad~ versario se obtienen, mediante falsas deducciones y deformando los conceptos, otras tesis que allf no estén contenidas y que no corresponden con la opini6n del adversario y que son absurds 0 peligro- sas, Como parece que de su tesis se deducen estas proposiciones, que estén en contradiccién entre sio con verdades generalmente admitidas, esto equivale una refutacién indirecta. » Broratagema 25 La induecién requiere un gran mimero de casos para asentar el principio general: la deducid, en cantio, élo requiere de un caso, por el cual el principio no es wilido, 170 para que éste sea demolido. Por ejemplo, la propo- sici6n «todos los rumiantes tienen cuernos» queda demolida mediante el inico ejemplo del camel. Estratagema 26 Dar wn golpe brillante cuando ef argumnento, que el adversaria quiere utilizar, puede ser utilizado en st contra. Por ejemplo, dice: «Es un nifio, hay que de~ jarle hacer lo que quiera». Retorsio: «Precisamente porque es un nifio, hay que corregirlo a fin de que no conserve sus malos habitos. Estratagema 27 Siel adversario se enfurece ante um argumento, se debe insstr em este mismo argumento; no s6lo porque es vventajaso lograr que sea presa de la edlera, sino tam- bign porque se puede suponer que hemos tocado el flanco débil de su razonamiento y se le puede acosar en este punto mis de la que suponfamos. Eseratagema 28 sta estratagema se puede emplear sobre todo cuando ‘una persona culta disputa ante un auditorio inculto. 171 ay Sino 'se cuenta con ninggin arguonentum ad rem 0 ad bominem, se formula uno ad auditores, es decir, se avan- za una objecién ro vélida, pero cuya inconsistencia, s6lo puede capta un expeyto. Si bien el adversario es un experta, no lo son los oyentes. A los ojos de é&t0s quedara derrotado, si nuestra objecién logra que su afirmacién aparezca bajo una luz ridfeula La gente llega fécilmente ala risa pronta, y los que rien generalmente estin de parte de quien habla Para demostrar que la objecién es nula, el adversario deberd entrar en una larga discusién y remontarse a los principios de la ciencia o a cualquier otro recurso. Pero no es ficil encontrar un auditorio interesado en esto. Ejemplo: el adversario dice: «En la formulacién de la corteza rocosa primaria, la masa que mis tarde cristalizé para formar el granito y otro tipo de rocas, cra liquida por el calor y, por tanto, estaba fundida {La temperatura tenia que ser de unos 250° c. La masa cristalizé bajo lasuperficie maritima que la cubria». Nosotros replicamos con el argummentue ad audito~ res, sefialando que, atal temperatura, ¢ incluso a los, 100°, el mar estaria hirviendo y se habria evapo- rado. Los oyentes rien. Para batirnos, el adversario tendra que demostrar que el punto de ebullicién no sélo depende del grado de calor, sino también de la presion atmosférica. Pero él no logra demostrarlo porque, para oyentes sin conocimientos de fisica, serfa preciso exponer un tratado. » Estratagema 29 Si se advierte que uno sera derrotado, se recurce a una diversidn: se comienza con algo totalmente distinto como si fuera pertinente a Ie cuestion y constiruyera un argumento contra el adversario. Esto resulta comedido, si la diversidn se mantiene dentro del thema quaestioni; es insolente cuando sélo va contra el adversario y no aborda ef tema Ejemplo: En cierta ocasi6n alabé que en China no exista nobleza hereditaria y que los cargos sean asignados sobre la base de exsmenes. Mi adversario afirmé que el conocimiento no prepara mas para ejercer un cargo que los privilegios de nacimiento. Pero aqui se torcis: adopt6 una diversisn diciendo que en China todos los ciudadanos estin sujetos a castigos corporales, y asocid esto con la extendida costumbre de beher té, reprochando ambas cosas, a los chinos. Quien desea responder 2 todas las objeciones terminard extraviéndose y perder una victoria Sin embargo, la diversién results descarada cuando abandona el objeto de la discusién y co ‘mienza, por ejemplo, asi: «Sf, pues bien, como usted decfa hace poco, eteétera...», Esto esunataque ala personas, que se tratard en la iltima estratagema “Hasta qué grado esta estratagema es instintiva, lo muestra cualquier pelea. Si uno lanza reproches personales a un individuo, éste responde, no con tuna refuracién de los mismnos, sino coa reproches personales al primero, permitiendo que subsistan los lanzados contra él y, por tanto, casi admitiéndolos. 13 220 En una discusién esto no es conveniente, pues no resulta stil para rechazar los improperios recibidos, y el oyente sélo escucha las peores cosas de una y otra parte. » Estratagenta 30 El que apela al sentido del bonor. En lugar de razones, se utilizarén autoridades, de acuerdo con los cono- cimientos del adversario. Dice Séneca: «Cualquiera quiere mejor creer que juzgar>. Por eso uno tiene el juego més fécil cuando se cuenta con una autoridad respetada por el adversario, pues para él habra mis autoridades vilidas cuanto sus conocimientos y ca- pacidades sean més limitados. Si estas capacidades son de primer orden, habrs para él muy pocas 0 casi ninguna autoridad. A lo més, respetard Ia autoridad de personas competentes que para él son poco co- nocidas 0 ignoradas; y aun asi con desconfianza, En cambio, la gente comin tiene un profundo respeto ante los expertos de cualquier género. Ig- noran que, quien de algo hace profesién, no ama la cosa misma, sino lo que ésta le reporta Ast pues, si no se puede alegar autoridad ade- cuada, se alega una aparentemente adecuada o se cita lo que alguien ha dicho en otro sentido o en un ccontexto diferente. Las autoridades que el adversa- rio no entiende son las que més efecto tienen. Los ignorantes tienen un gran respeto por los floreos ret6ricos griegos y latinos. Se puede tam- 174 ign, en caso necesario, no sélo deformar el sentido de estas autoridades sino falsificarlas y citar algunas que son pura invencidn: el adversario no tiene el libro a mano y tampoco sabe consultarlo. El mas bello ejemplo de esto nos lo da el cura francés que, para no pavimentar la calle delante de su casa, como tenfan que hacer los demas ciudadanos, cité una frasc dela Biblia; pavewne ili, ego nom pavebo (sientan pavor ellos, yo no sentiré pavor). Esto convencié al Concejo de la comunidad. Los prejuicios generales también pueden usarse como autoridad. No existe ninguna opinién, por absurda que sea, que los hombres no hagan propia apenas se ha legado a convencerles que tal opinién es universal- mente aceptada. El ejemplo vale para sus opiniones y su conducta: son ovejas que van detras del carnero guia adonde las Hleve. Les resulta més fiicil morir que pensar Es extraiio que la universalidad de una opinién tenga tanto peso para ellos: les basta con observarse para constatar cémo aceptan opiniones sin juicio y s6lo én virtud del ejemplo. Pero, en realidad, no lo ven porque estin desprovistos de toda reflexion. Sélo los mejores dicen con Platén: los muchos tienen muchas opiniones, es decir, el vufgur tiene muchas patranas en la cabeza, y quien quiera tener- las en cuenta hallard una gran tarea. La universalidad de una opinién no es una prueba ni un indice de su veracidad. Los que eso afirman deben admitir: [1] que el tiempo priva a aquella universalidad de su fuerza probatoria; de Jo contrario, deberian estar en vigor todos los anti- a eee .guos errores que universalmente eran considerados como verdad. Por ejemplo, habria que aceptar de nuevo el sistema tolemaico o, en todos los paises protestantes, el catolicismo; (2] que la distancia en elespacio produce el mismo efecto; de lo contrario, la diversidad de opinién entre los que profesan el bbudismo, el cristianismo y el islamismo los pondria Ee guess llama opin pencil se rellicara 12 opinién de dos o tres personas, y nos convence- rfamos de ello si pudiéramos ver la manera como nacen las opiniones universalmente vilidas. Descu- brirfamos que, en un primer momento, fueron dos 0 tres personas quienes las asumieron y presentaron, y que se fue tan benévolo con ellos que se asumi6 que las habfan examinado a fondo; otros aceptaron esta opinién y a éstos creyeron muchos a quienes la peteza mental los empujaba a creer de golpe antes que tomarse la molestia de examinar las cosas con rigor. De esta manera erecié el nimero de segui- dores perezosos y crédulos. Incluso una vez que la opinién tenfa un buen nximero de adeptos, los que vinieron después supu- sieron que sélo podia tener tantos seguidores por el peso de sus argumentos. Los dems, para no pasar por espiritus inquietas que se rebelan contra opinio- nes universalmente aceptadas, fueron obligados a adimitic lo que todo el mundo aceptaba: a aprobacién esundeber. En adelante, los pocos que son capaces de mantener tn sentido eritico estarsn obligados a callar, sélo pueden hablar’quienes —incapaces de tener una opinidn y juicio propios—no son més que 176 el eco de las opiniones ajenas, o son los defensores ims apasionados de dichas opiniones, En aquel que piensa de modo diferente, ellos no odian tanto la opinién diversa sino la audacia de juzgar por si mismos, cosa que ellos no pueden hacer y que en su interior lo saben pero no lo confiesan, Son pocos los que piensan, pero todos quieren tener opiniones. gY qué les queda mais que tomar- las de otros en lugar de formérselas por su propia cuenta? Dado que esto es lo que sucede, squé puede valer la vor de cientos de millones de personas? Sin embargo, cuando se discute con gente co- iin se puede hacer uso de la opinién general como sutoridad. En términos generales, encontraremos que, cuando dos cabezas ordinarias disputan entre si, lo que en comiin han elegido es la autoridad. Si una cabeza més refinada tiene que enfrentarse con alguien de este tipo, lo mejor seré aconsejarle que también se resigne a utilizarla, escogiéndola segin los flancos débiles de su adversario. » Batratagema 31 Cuando nose sabe oponer ningiin argumento frente al del adversario, se puede declarar con fina ironia incompetente: «Lo que usted dice supera mi débil capacidad de comprensidn; desde luego seré cierto, pero no lo puedo entender y renuncio a cualquier juicio». Con esto se insinda que se trata de algo 7 insensato, Muchos profesores le la vieja escuela ecléctica, al aparecer la Critica de la razin pura afirmaram «No entenvdemos nada de esto», y con ello pensaron que la habfan demolido. Pero cuando algunos profesores de la nueva escuela es mostraron que tenjan razén y que no la habfan comprendido, cambiaron de humor. Esta estratagema se puede tan sélo utilizar cuando se est seguro de que, ante los oyentes, se goza de una estimaci6n superior ala del adversario. Por ejemplo: un profesor frente a un estudiante. El contraataque es: «Permiftame, con su gran pene- tmacién no tendria usted el menor problema para comprenderlo y s6lo puede ser culpa de mi exposi- cién deficiente> y desmenuzarle el asunto de forma aque tiene que entenderlo y quedard claro que él, al principio, en realidad no to habia entendido. » Estratagema 32 “Un mode de eliminar o hacer sospechosa una afirma~ cién del adversario es reducitla ana categoria gene~ ralmente detestada, aunque la refacién tan sdlo sea de vaga semejanza y poco rigurose. Por ejemplo: esto 5 maniquefsmo, arrianismo, pelagianismo, idea~ lismo, espinosismo, panteismo, brownianismo, natutalismo, atefsmo, racionalismo, espiritualismo, misticismo, etcétera. Con esto damos por supuesto dos cosas: [I] que aquella afirmacién es idéntica a esa categoria o que esté comprendida en ella y es- 178 tamos diciendo: «Esto no es nada nuevo»; (2) que esta categoria ya esta refutada del todo y no puede contener ningnna verdad Bsratagera 33 «Esto puede ser verdad en teorfa; pero en la prictica «8 falso.» Con este sofisma se aceptan las razones pero se niegan las consecuencias; en contradiccién con la regla: si una razén es justa, la consecuencia que de ella se deriva es vélida, Esa afirmaci6n expre~ sa algo que ¢s imposible: lo que es cierto en teoria también tiene que serlo en la prictica Estratagema 34 Si el adversario no ofrece una respuesta directa a un argumento, ono toma una posicién, sino que la evade con una contrapregunta o refugiindose en una proposicién que nada tiene que ver con el tema, quiere esquivar el ataque, lo cual es un signo indudable de que hemos puesto el dedo en un punto débil. En este caso es necesario persistir sobre el tema que hemos planteado, aun cuando no veamos en qué consiste la debilidad que se nos revela, Extratagema 35 Esta estratagema, si puede utilizarse, hace superffuas alas demés: en lugar de influir con razones en el entendimienta se infinye on motivaciones en la voluntad, y el adversario es sibitamente ganado para nuestra opinién aunque ésta se hubiera tomado de tun manicomio. Para la mayoria pesan més unas migas de voluntad que un quintal de razones y con- vencimientos. Naturalmente sélo funciona en cir- cunstancias muy particulares. Se hace comprender aladversario que su opinién, en el momento en que sea aceptada, haria un dafio notable a sus propios intereses, y la dejarg caer con la misma rapidez con que solearfa un hierro candente. Por ejemplo: si un eclesidstico defiende un dogma religioso, le hacemos observar que esté en contradiccidn con un dogma fundamental de su Iglesia Asi sucede cuando los oyentes, pero no el adver- sario, pertenecen a una secta, corporacién, sindicato, ercétera, La tesis que sustenta puede ser justa, pero essuficiente aludir que va contra los intereses comu- nesy todos los oyentes encontrarén los argumentos del adversario flojos y mezquinos, aunque sean ex- celentes, y los nuestros justos y acertados, aunque estén fabricados de aire. El coro se proclamaré a nuestro favor, y el adversario tendré que abandonar el campo, En realidad, lo que nos desfaworece parece absurdo al entendimiento: «El entendimiento no es una luz que arde sin aceite, sino que es alimentado por la voluntad y las pasiones» 180 2 Estratagema 36 Desconcertar al adversario con palabras sin sentido. Esto se basa en que: »Con frecuencia creen los hom bres, cuando s6lo escuchan varias palabras, que s¢ trata de hondos pensamientos» (Goethe, Fansta) Sieladversario esté convencido de su debilidad, sieestd hahituado a escuchar cosas que no comprende y hace como si las entendiera, se le puede impre- sionar ofreciéndole, con aire grave, un desatino que suene como algo docto y profundo, frente al cual carece de pensamiento, y por ello es posible presentarlo como una prueba incontestable de la propia tesis, Extratagema 37 Si el adversario tiene razén y ha elegido para defen- derse—afortunadamente para nosotros— una prueba inadecuada, nos resulara ficil refirar esa prueba y daremos esto como una refutaci6n de la misma tesis. En el fondo, estamos presentando un arjgumentum ‘ad bominem por uno ad rent. Sial adversario o a los asistentes no les viene a la mente una prueba mejor, hemos tiunfado. Esta es la forma en que los malos abogados pierden un buen juicio. Quieren defenderto con una ley que no es aplicable y la que si es aplicable no les viene a la mente. Ist aay © Ultima estratagema Cuando se descubre que el adversario es superior y que no nos dard la raz6n, se adoptaré un tono ofensi- vo, insultante, éspero. E] asunto se personaliza, pues del objeto de la contienda se pasa al contendiente y se ataca ala persona. Pudiera llamarse argumentun ad personam, para distinguitlo del argumentum ad ‘ominem. Esta regla es muy popular yse emplea con frecuencia. Pero es necesario pregumtarse qué con- trarcegla puede emplear la parte contraria, pues, si ‘quiere pagar con la misma moneda, se legaré a una rifia, un duelo o-un proceso por injurias Nada supera para el hombre la satisfaccién de su vanidad y ninguna herida duele més que las que se infligen a ésta, Esta delectacién de la vanidad proviene de la comparacién con los dems en todos los aspectos, pero especialmente en los referentes, a la capacidad intelectual. Esta comparaci6n tiene lugar de manera efectiva y violenta en las controver- siss, De aqué el furor del derrotado, y de aqui que se acoja a esta tiltima estratagema, sin que se pueda evitar con simple gentileza por nuestra parte. Tener sangre fria puede ser de enorme utilidad en estas ocasiones si, cuando el adversario pasa alos ataques personales, uno responde con calma que eso no tiene nnada que ver con el tema discutido y retorna a éste y contimia demostrandole que no tiene raz6n, sitt prestar atencién a sus ofensas. 182 La Ginica contrarregla segura es no ent aguelles que se conoceny deter see ee a tienen la inteligencia suficience pata no cosas absurdas que lleven al ridiculo, y 4 fem talento par discutira base de razones y con balndronadis, para escuchar yadmitir rszonee ueaprecen la verdad aunque ent de noes pane Deesto se sigue que, entre cien personas, apens he tuna con la que valga la pena disputar. A los demiy hay que dejarlos que digan lo que quieran porque el ser idiota es uno de los derechos del hombre, __ Entodo.caso, la controversia es, con frecuencia ‘iti para las dos partes, como una colisin de cabezay ‘que sive para rectficar los pensamientory tambien Jograt nuevos puntos de vista, Pero ls dos conten. lentes deen ser similares en cultura ineligencia i uno carece de la primera, no pacta todo; sicarece dela segunda, el rencor que ello produce lo instigard alle deslealtad, a I astucia, ala villani . sabe que proponer fenen su- 185 ae

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