renunciar como consecuencia de un movimiento social
llamado “Cordobazo”. Desde entonces, la violencia
política comenzó a ser constante en la argentina. El último golpe de Estado (1976) se caracterizó por haber sido el más sangriento de la historia de la Argentina. Se impuso el terrorismo de Estado y se violaron los derechos humanos, decenas de miles de desaparecidos, muertos, secuestros y exilios. La derrota en la guerra de Malvinas (1982) y la quiebra económica del país, ocasionaron un desastre de tal magnitud que hasta el día de hoy no se ha registrado ningún otro gobierno militar. Tampoco los militares han vuelto a aparecer ante la opinión pública como posibles líderes para solucionar situaciones de crisis, habitual en los años anteriores. La interrupción del régimen democrático por la fuerza es el síntoma y la muestra de profundos desacuerdos y de la imposibilidad una sociedad de llegar a acuerdos y a una estabilidad del régimen, aún con sus diferencias. EL TERRORISMO DE ESTADO - Por Graciela Etchevest* INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE TERRORISMO Terrorismo: uso de la violencia para obligar a un gobierno o a instituciones de la sociedad, a tomar determinadas decisiones en favor de quien efectúa la acción terrorista. Este concepto tiene fuertes implicancias, relaciones políticas y un alto contenido emocional entre la población. Cuando se usa el terrorismo como herramienta de acción política, no importan los costos, no se tienen en cuenta las leyes ni los derechos humanos. El grupo que utiliza métodos terroristas considera que su causa justifica toda acción por más cruel y sanguinaria que sea. El terrorismo busca a través de la utilización del terror conseguir objetivos que una persona o grupo consideran que por otra vía no serán posibles de alcanzar. EL TERRORISMO DE ESTADO Actos violentos e ilícitos cuya responsabilidad es asignable a las instituciones del Estado. Es un tipo especial de terrorismo. Su protagonista – el que ejerce el terror- no es un grupo extremista ni personas que buscan imponer una religión o idea por la fuerza. El terrorista es el Estado. Estas acciones son producto de un plan sistemático y planificado para lograr objetivos vinculados con el poder. El Estado al violar las leyes contradice su propia existencia, porque uno de los objetivos del Estado es proteger y cuidar la seguridad de la sociedad. Por esto, la sociedad delega en el Estado poderes especiales para usar en función defensiva o para garantizar el cumplimiento de la ley, le reconoce al Estado el uso monopólico de la violencia legítima como un instrumento y atributo propio de su condición estatal .Los cuerpos de seguridad pueden matar, allanar propiedades privadas y detener personas; los ciudadanos pueden hacerlo excepto en situaciones muy particulares y límites. El ejercicio abusivo del poder puede llevar a que desde el Estado se utilicen acciones violentas y represivas al margen de lo que establecen las leyes. En muchos casos, el terrorismo de Estado obstaculiza la actividad judicial para lograr no recibir castigo alguno ante posibles acciones ilegales. Paradójicamente, la dictadura iniciada en 1976 se convirtió en un peligro para la población civil, más grave que aquel que se pretendía eliminar. Quienes utilizan la violencia ilegal argumentan que no se trata de una guerra “convencional”, y por eso las formas usuales de la guerra tampoco son utilizadas; la acción estatal no estaría sujeta a normas que marcan los tratados internacionales en la materia. El Estado al realizar acciones que violan la ley, utiliza los procedimientos y estrategias de los grupos que combate. Las actividades de inteligencia, obtener información de un único modo: la tortura y la fuerza, métodos aberrantes. El uso de la crueldad y de la violencia desmedida es justificado por el Estado terrorista porque permitiría anticipar acciones terroristas y lograr así salvar vidas de “posibles víctimas civiles”. De allí que desde el Estado se impone a la sociedad la aceptación de métodos ilegales para conseguir información. Oponerse al Estado en este tema equivaldría a la aceptación del terrorista. El terrorismo de Estado es la peor forma de violencia política porque se ejerce sobre personas que no pueden defenderse, porque viola ese “contrato” entre una sociedad y el Estado. El Estado no puede violar la ley y usar la fuerza que la sociedad le concede contra ella misma. EL TERRORISMO DE ESTADO EN LA ARGENTINA A partir de la aplicación de la Doctrina de la Seguridad Nacional que se transmitía en la escuela del Ejército de los EE.UU. En ella participaron y se entrenaron militares latinoamericanos. La excusa para la violencia ilegal era eliminar la amenaza comunista.. En Argentina, la violencia se había instalado en los años ´70 con el surgimiento de proyectos revolucionarios que empleaban la lucha armada como estrategia política; los Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). A su vez, desde el Estado (bajo el tercer gobierno de Perón) se organizó una fuerza paramilitar (asociación que copia la organización y distintivos de cuerpos militares y es de ideología reaccionaria) de derecha llamada Alianza Anticomunista Argentina (la Triple A) para enfrentar a las guerrillas de izquierda. La idea predominante en los años ´70: una violencia podía terminar con otra violencia. Se combina la acción estatal con la de los grupos paramilitares de la Triple A. El golpe halló justificación pública en el clima de guerra civil que organizaciones guerrilleras, bandas paramilitares y las propias Fuerzas Armadas y de seguridad ayudaron a instalar en el país desde principios de 1975. Desde el Estado y antes del golpe de 1976 se sancionaron medidas legislativas represivas como el Estado de Sitio. El gobierno de Isabel Perón pidió a las FF.AA. “aniquilar” a la guerrilla a principios de 1975. La práctica represiva del Estado se iniciaba con el secuestro de personas, luego se las transladaba a centros clandestinos de detención en los que se los interrogaba bajo tortura. La gran mayoría, “los desaparecidos”, fue asesinada de distinta manera. Una minoría fue transferida a centros de detención legal, y un pequeño grupo fue liberado. Se impusieron otras formas represivas como la suspensión de toda actividad política y sindical, limitaciones a las libertades públicas, persecuciones y restricciones en el campo cultural. Grado de violencia ilegal a partir de 1976 nunca visto en la historia del país. La desaparición forzada de personas y la apropiación y cambio de identidad de niños secuestrados o nacidos en cautiverio, formaron parte de un plan sistemático para acabar con personas que se oponían a la dictadura. En 1985 se realizó el Juicio a las Juntas militares, condena de los responsables máximos de aquellas acciones. También hubo participación de sectores civiles en procesos de este tipo; grupos minoritarios que fueron directamente beneficiados con la imposición a la sociedad de determinado modelo político y económico. Por ello, los militares contaban con un amplio respaldo de sectores importantes del empresariado, de gran parte de la cúpula eclesiástica y de un sector de la política. Gran parte de la sociedad toleró estos hechos injustos realizados por los gobernantes. Ese acuerdo era condición indispensable para conformar un gobierno que pudiera concretar el objetico de cambiar para siempre a la sociedad argentina. El apoyo a la dictadura no fue de toda la población. Las consecuencias del terrorismo de Estado generaron una fuerte corriente opositora, no solo en los círculos cercanos a las víctimas, sino también en una parte de la opinión pública. Para esto, colaboraron organizaciones como Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, los Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, fundamentalmente en la lucha por la verdad y por la justicia cuando se inició el proceso de transición a la democracia en 1983. LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA –Por Nicolás Simone DEFINICIONES Transición: intervalo que se extiende entre un régimen político y otro. Las transiciones están demarcadas por la disolución de un régimen autoritario y por el establecimiento de alguna forma de democracia. En la Argentina- con la última dictadura, la derrota en la guerra de Malvinas (1982) deja al gobierno militar sin ningún apoyo y con el rechazo total de los ciudadanos. En ese contexto los militares deben convocar a elecciones para volver a un régimen democrático. El fin de la guerra es el momento de inicio de la transición entre ambos regímenes. Ese período de transición finalizó cuando el gobierno de Menen derrotó a los militares “carapintadas”. Esa victoria, obtenida por la fuerza, dio a la democracia un empuje definitivo y ya no hubo peligros de retroceso. Los períodos de transición constituyen momentos de muchos conflictos. Un cambio de régimen político implica el cambio de reglas que regulan el acceso al poder y un cambio en el grupo que tomará el control del Estado. Los estudios e investigaciones sobre las transiciones a la democracia comenzaron en la década de 1980; fueron iniciados por expertos en el tema, comprometidos con la democracia. Tenían la idea de que la élite política podía construir un orden nuevo capaz de encaminar de manera armónica los conflictos políticos, económicos y sociales de cada sociedad dejando de lado la forma violenta y dictatorial. La democracia, poliarquía que no incluye todo lo que una democracia sustantiva podría ser, sino que se limita a todo aquello que no puede dejar de tener. Una versión mínima pero que puede lograr consenso. LOS ACTORES POLÍTICOS EN LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA La transición- en ese lapso se tiempo, los actores políticos conviven y compiten a la vez. Uno de esos actores es la élite política de cada país, conformada por dirigentes políticos expulsados del poder por los militares y sus aliados en los golpes de Estado. En el primer momento de la transición esa élite política “conspira” contra el régimen autoritario, cuando las dictaduras van perdiendo legitimidad por una crisis económica o por la represión ejercida en el gobierno y que genera descontento en la población. La transición a un gobierno democrático necesita que el gobierno autoritario esté debilitado. Los integrantes de la élite empiezan a reunirse y, con sus diferencias, llegan a acuerdos. Estos son muy generales, tienen que ver con la intención de expulsar cuanto antes al gobierno no democrático. Los pactos apuntan a lograr un llamado a elecciones en las que los políticos se puedan presentar libremente. La sociedad civil, otro actor clave. “La gente” y sus organizaciones mediante sus actos suele presionar a favor de la democracia (los sindicatos, las organizaciones de derechos humanos, los estudiantes universitarios). La participación activa de la sociedad civil comienza cuando la dictadura está débil y su final se percibe cercano y la represión es cada vez menor, lo que estimula el crecimiento de esa participación. La participación social y la movilización callejera tiene dos funciones. La primera es apoyar a la élite política para que logre la vuelta a un sistema democrático y, empujar fuera del sistema a los sectores que quieren volver al régimen autoritario, dejarlos aislados y sin apoyo. La segunda función es ampliar la agenda pública de temas que luego los partidos deben encaminar, es decir, influir en los temas que se discuten en una sociedad. Si los partidos no quisieran incluirlos, los obliga a tomar posiciones arriesgadas electoralmente. Otros actores son los sectores “blandos” del régimen autoritario, dirigentes que apoyaron inicialmente la dictadura y que, como se está terminando, se inclinan por una salida democrática. Estos en forma clandestina, participan de esa conspiración a favor del llamado a elecciones y comienzan a actuar en forma conjunta con sectores de la élite política. Buscan mantener su influencia, aunque cambie el régimen político o negociar para evitar futuras investigaciones judiciales o porque creen que es lo correcto. En la transición argentina- el pacto militar-sindical. Los nostálgicos del régimen autoritario- grupos que durante la transición hasta las elecciones, y también luego de asumido el gobierno democrático, pueden conspirara contra la consolidación del mismo. Buscan volver al régimen autoritario donde tenían poder e influencia, y coincidían ideológicamente. En la Argentina, los militares Aldo Rico y Mohamed Alí Seineldin durante la transición iniciada en 1983. Para evitar regresiones autoritarias, la élite que busca la democracia debe alinearse aunque pertenezca a partidos diferentes. Los sectores democráticos no deben competir entre ellos crudamente. La manera en que los políticos pueden bloquear intentos de retroceder a una dictadura, es por medio de pactos y acuerdos de gobernabilidad. Los actores internacionales, organismos que presionan desde afuera de las fronteras del país con el objetivo de lograr la efectiva instalación de la democracia. Apoyan a los políticos locales afines a sus ideas con dinero o logística para las elecciones. Componen este grupo los organismos supranacionales (están “por encima” de las naciones), la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o la Organización de los Estados Americanos (OEA). PACTOS E INCERTIDUMBRE La élite política, la encargada de conducir el proceso de instalación de la democracia y muchas veces recurre a pactos. Las élites toman decisiones, algunas pensando en el bien común y otras tratando de sacar el máximo beneficio personal o grupal. La activación de los nostálgicos del régimen autoritario anterior obliga a que los políticos de diversos partidos tengan que acordar reglas entre sí para controlar la lucha por el poder. Para acordar estas reglas, los miembros de una élite deben alcanzar pactos que den formas institucionales a los acuerdos. Estos pueden ser secretos o públicos y tienen como fin generar seguridad mutua para competir en igualdad de condiciones por el poder. Por ej. acordar que no habrá proscripciones, qué día serán las elecciones ,etc. Quienes definen esas reglas son los miembros de la élite política de distintos partidos con el objetivo de que los partidos que gobiernan vayan cambiando y que ninguno se quede para siempre en el poder o fuera de él. Los pactos son importantes por dos motivos. El primero, porque se constituyen en la garantía de que los sectores nostálgicos del régimen autoritario no tendrán margen de maniobra para intentar otro golpe de Estado. El segundo, porque la alianza de la élite forma una red de contención de los reclamos de una sociedad después de años de represión. Los pactos y la necesidad de controlar las demandas y expectativas de la sociedad, y a la vez contener posibles golpes de Estado, son las claves para que una transición sea exitosa y ordenada. DISTINTOS EJEMPLOS DE TRANSICIÓN : ESPAÑA Y ARGENTINA ESPAÑA La transición española comenzó con la muerte de su dictador, el Gral. Francisco Franco, en 1975. Dos años antes, la posibilidad de reemplazo del dictador se había llenado de dudas con el asesinato del sucesor designado por Franco, el Almirante Luis Carrero Blanco, asesinado por la organización terrorista nacionalista ETA: grupo que exige por la vía armada la independencia del País Vasco. El dictador Franco designó como rey y nuevo sucesor a Juan Carlos I. El Gral. Franco murió y dos días después de muerto se inicia la transición a la democracia con el nombramiento del rey Juan Carlos I. Esta transición ocurrió de manera gradual y consensuada entre 1975 y 1982. Muchos dirigentes tomaron opciones arriesgadas, incluso para sus propios intereses. El rey Juan Carlos I optó por abrir paso al régimen democrático. En 1981 un grupo de militares irrumpió a los tiros en el parlamento español intentando derribar al gobierno. Estos golpistas argumentaban tener el apoyo del rey y tomaron de rehenes a todos los parlamentarios presentes. Juan Carlos I habló por televisión, condenó el golpe y este fracasó. En 1982 la Argentina perdió la guerra de Malvinas. Por ese hecho el gobierno militar, gobernado por el Gral. Leopoldo F. Galtieri perdió toda legitimidad ante la sociedad. La sociedad y la élite política le exigían su renuncia y que se convocara a elecciones. Galtieri debió renunciar y lo reemplazó provisoriamente otro militar, Reynaldo Bignone, quien convocó inmediatamente a elecciones. El declive del gobierno militar había comenzado en 1979 cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA visitó el país y denunció las violaciones a los derechos humanos. Además, la situación económica argentina era cada vez peor, desgastaron rápido al régimen militar. El intento por recuperar Malvinas- los jefes militares buscaron recuperar la unidad y el apoyo perdió. Pero su efecto fue el contrario y la derrota dejó expuesta sus debilidades y errores. El fracaso del gobierno militar era definitivo y, por eso, el régimen militar se cayó. La Argentina tuvo, de ese modo, una transición en 1982. Esta tuvo características propias y distintas a la transición española. La dictadura argentina se derrumbó sin plan alternativo más que irse rápidamente y dejar el problema a los civiles. Los políticos argentinos a diferencia de sus pares españoles, no buscaron una salida pactada. Solo acordaron presionar por elecciones inmediatamente en las que compitieron crudamente sin acuerdos mínimos para esa lucha por la presidencia. Algunos de ellos buscaron apoyarse en lo que quedaba del poder militar para que los ayudara en la lucha contra sus adversarios de la élite política. A pesar de la crítica situación que vivía el país, los partidos no entablaron diálogos entre sí para enfrentar conjuntamente problemas que enfrentarían siendo gobierno. La inconciencia y la falta de lealtad entre los partidos y dirigentes políticos argentinos fue una marca que quedó en el sistema político del país hasta nuestros días. 1983- primeras elecciones, ganó el radical Raúl Alfonsín, candidato que más criticaba al régimen saliente; no había apoyado la guerra de Malvinas y prometía juzgar a los militares culpables de violar los derechos humanos. Los peligros de una nuevo golpe fueron visibles todo el mandato del dirigente radical. La ausencia de pactos entre la élite política, hizo que no hubiera acuerdos sobre un modelo económico a seguir. Tampoco hubo acuerdo sobre qué hacer con los militares. El gobierno radical, en soledad y en cumplimiento de lo que había prometido en su campaña. Esto hizo que los sectores nostálgicos del régimen militar se mantuvieran en alerta y mostraran constantemente su capacidad de daño. Se produjeron así tres revelaciones militares durante los años de Alfonsín, y un cuarto en el mandato del peronista Carlos Menem; este resolvió el asunto de raíz, reprimiendo a los militares rebeldes y concediendo indultos que dejaron a los militares juzgados en libertad. Desde entonces, se consolidó la democracia política y finalizó la transición ya que los militares nunca volvieron a ser una amenaza. “LOS NUEVOS LIDERAZGOS POPULISTAS Y LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA” -Por Flavia Freidenberg LOS LÍDERES QUE REEMPLAZARON A lOS POLÍTICOS TRADICIONALES Dos últimas décadas - nuevos líderes de discurso radical han ganado democráticamente las elecciones en América Latina. Estos presentan características en su manera de hacer política que los diferencia de los políticos que habían ganado hasta ese momento: el modo en que se constituyen como alternativa frente a los actores tradicionales, con una clara intención de cambiar el sistema político y, conseguir articular una alianza plural de sectores sociales que les otorga legitimidad y abre la posibilidad de poner en marcha proyectos de cambio, sobre la base de una democracia de mayorías. En Venezuela, Bolivia Y Ecuador los votantes eligieron candidatos diferentes, al margen de la política de siempre. Características de estos liderazgos: Pretensiones de inclusión identitaria de grupos sociales que se sentían excluidos del sistema o que simplemente creyeron en la capacidad de este nuevo líder de poder cambiar a situación vigente. Su discurso está radical y polarizador, excluyente de la oposición partidista, de algunos medios de comunicación de masas y de aquellos sectores de la ciudadanía que critican su proyecto político. Tres líderes: Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. Chávez ganó las elecciones presidenciales en contra de los políticos que habían dominado por muchas décadas instituciones, apelando a ciudadanos desencantados con las reformas económicas neoliberales y proclamando un intento de refundar la República. Su ausencia de militancia partidista, su condición de militar de izquierdas y su participación previa en un fallido golpe militar le colocó un vanguardista al sistema político. Evo Morales ganó las elecciones presidenciales en un intenso clima de conflictividad social, y luego de haber liderado la movilización por la recuperación del control estatal del gas y otros hidrocarburos privatizados durante el gobierno de Sánchez de Lozada. Rafael Correa- su interpretación del cansancio de los ciudadanos respecto al modo en que los partidos habían hecho política hasta ese momento fue exitosa. Su propuesta incluyó la Revolución Ciudadana, una Asamblea Constituyente y un profundo cambio institucional. Su estrategia de no presentar candidatos a diputados le colocó al margen de los “políticos de siempre”. LA TENSIÓN ENTRE LA INCLUSIÓN POLÍTICA Y EL ATAQUE A LAS INSTITUCIONES DEMOCRÁTICAS Los líderes populistas incluyen con su discurso a los ciudadanos que no se sentían representados y/o que estaban decepcionados con el sistema político. Elegidos para cambiar el statu quo, mejorar la calidad de la representación y la equidad social. “Estilo de liderazgo populista” caracterizado por la relación directa y paternalista entre líder- seguidor, sin mediaciones organizativas o institucionales, que habla en nombre del pueblo y potencia su oposición a “los otros”, donde los seguidores están convencidos de las cualidades especiales del líder y creen que gracias a ellas, a los métodos redistributivos conseguirán mejorar su situación personal o la de su entorno. Sacan a la gente a la calle, lo hacen como hechos que “democratizan” la democracia y crean expectativas respecto a que esos actos recuperan sus derechos. Dirigen la palabra ,pidiendo apoyo, con una lógica discursiva de dicotomización: el pueblo y los “otros”, haciendo este elemento el eje central de la movilización. Recurren al pueblo a partir de lo que les diferencia de los otros, en función de las contradicciones existentes entre ambos como un instrumento para reforzar la identidad de su grupo. Su figura simboliza la posibilidad de hacer cumplir los deseos populares o un “antidepresivo” social. Morales presenta diferencias respecto de los otros líderes. El vínculo líder-bases se sostiene en la negociación constante y en la exigencia de rendición de cuentas. LOS LIDERAZGOS POPULISTAS SE ENFRENTAN A LAS INSTITUCIONES DE LA DEMOCRACIA Estos líderes se han relacionado de manera contraria con la democracia, han empleado las elecciones como un instrumento plebiscitario (resolución tomada mediante una consulta popular), han legitimado sus proyectos en las urnas. Pero han sido responsables de múltiples ataques a las instituciones de la democracia, el ejercicio arbitrario del pode, la personalización de la política y de buscar cambiar las reglas de juego. El contenido autoritario de su discurso es contrario al pluralismo. El líder está por encima de las reglas, por lo que no necesita preocuparse por el Estado de Derecho ni por los instituciones. Se ampara en los resultados de unas elecciones que le otorgan legitimidad para hacer cambios, incluso alterar la legalidad vigente. Las instituciones son utilizadas y luego despreciadas. En el marco de un régimen político, la manera de hacer política de los líderes tensiona su funcionamiento pluralista. Estas prácticas recuerdan a la “democracia delegativa2. Han mostrado cómo ha (mal) interpretado la legalidad. La política supone la integración identitaria y los líderes populistas suelen tener dificultad para integrar a quiénes no están de acuerdo con su proyecto político. Los líderes polarizan a partir de la exclusión discursiva de quienes no opinan como ellos, rechazando el pluralismo y agotando la capacidad de control de unas instituciones sobre otras, poniendo en tensión la vigencia del Estado de Derecho. POPULISMO, CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA Sectores populares, intelectuales y nuevas élites perciben que esta manera de hacer política permite la incorporación de la gente común a las instituciones y lo consideran como parte constitutiva de la democracia. Liderazgo que defiende una concepción de democracia mucho más amplia que la liberal. En ese sentido, profundizan la democracia. Otros sostienen que el populismo afecta la institucionalidad y la convivencia democrática, subordinando las instituciones a las decisiones de un líder y enfrentando a los órganos del Estado entre sí; polarizando el discurso contra los que opinan diferente o critican al proyecto, y generando inclusión a través de prácticas de subordinación más que de empoderamientos de los ciudadanos. Se está totalmente a favor o totalmente en contra. No hay términos medios. Estos líderes no están solos, hay ciudadanos populistas. Los votantes eligen tener un vínculo directo y emocional con el líder, al mismo tiempo que desconfían de los partidos tradicionales y de las instituciones para resolver sus problemas cotidianos. Prefieren la representación delegativa antes que la democracia pluralista. La manera en que se ejerce ese liderazgo dificulta la convivencia y la autonomía de las instituciones democráticas.