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Moda

La moda femenina adquirió un nivel de fealdad jamás alcanzado por década


alguna. Se hizo marimacha, abrupta: blusas y trajes-sastre con esquinadas
hombreras, altos zapatones con suela de corcho (los “topolino”), turbantes,
peinados pulidos y altos. Así pues una nueva especie femenina surgió de entre las
ruinas y las colas de Abastos, un tipo de muchacha desenvuelta, ondulante y
pizpireta: la Chica Topolino.

Asimismo, hacia la segunda mitad de la década de los años cuarenta, la


falda larga se impuso de manera fulminante, al principio se llevaba corta y
después se alargó increíblemente, repitiéndose una vez más esa fluctuación
eterna y femenina de un extremo a otro.

En esta década a partir del año de 1946, el traje de baño de dos piezas
será llamado “bikini”; además también usaban variedades inagotables de
sombreros y seguían las modas de los vestidos largos, con mucha tela, debajo de
la rodilla, medias con su debida raya en la parte trasera, blusas abotonadas hasta
el cuello, pues la moralidad imperante era estricta.

Ahora bien, los hombres de las ciudades usaban sacos anchos, cruzados,
con grandes hombreras y solapas, y pantalones igualmente anchos, con pliegos
numerosos, pero sin llegar a los extremos de los famosos tarzanes. Asimismo,
todos los hombres usaban sombreros, ya fueran de palma, surianos, tejanos o de
fieltro para los citadinos, “de Sonora a Yucatán se usan sombreros de Tardan”,
decía el eslogan.

Tal como Diego Rivera y Siqueiros, la gran mayoría portaba distintos


modelos de revólveres o escuadras, pero andaban empistolados y solían usar
armas. Era un reflejo instantáneo del “México bronco” que aun pululaba y que
seguía siendo dispensador de machismo.
Revistas, Periódicos…

En estos años los niños y jóvenes ya leían “monitos” o “cuentos” traducidos del
inglés; ya circulaba La pequeña Lulú, Periquita y Lorenzo y Pepita, pero en
realidad hasta los años cincuenta las historietas estadounidenses infestarían los
puestos de periódicos. La historieta mexicana fuerte se daba en Pepín y
Chamaco. En el primero aparecía La Sagrada Familia Burron, de Gabriel Vargas,
en esa época más caustica y anarquista, porque la familia Burron (doña Borola y
don Regino y sus bodoques) eran sumamente pobres, vivían en una vecindad
miserable del centro de la ciudad.

Esta historia presentaba dibujos excelentes, con encuadres inspirados; y


los textos abundaban en críticas a las autoridades. Con el tiempo La Sagrada
Familia Burron fue desplazándose hacia la clase media, pero jamás dio el
cantinflazo y nunca perdió ingenio o virulencia. Mientras que en el Chamaco se
leían también los terribles dramones de Yolanda Vargas Dulche, y Los
Supersabios, de German Butze.

No obstante, en los cincuentas apareció Ronaldo el Rabioso. Los


principales periódicos de entonces eran El Universal, Excélsior, El Nacional,
Romance (tabloide literario), Novedades, El Popular, y La Prensa. Asimismo las
revistas de mayor circulación eran: Hoy, Mañana, Jueves, Voz y Revista de
Revistas.

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