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TEORÍA TRADICIONAL – según ella, el contrato se integra con los siguientes elementos o cláusulas.
✓Elementos esenciales, son aquellos indispensables para que se configure un acto de naturaleza contractual, ya que si
alguno de ellos falta, el contrato no constituirá un acto jurídico válido (esenciales generales) o no quedará concluido como
el tipo de contrato querido por los contratantes (esenciales particulares)
- Elementos esenciales generales (essentialia communia) son los que deben estar presentes en toda especie de actos
jurídicos y no sólo en los contratos, como la capacidad, el consentimiento, el objeto lícito, la forma cuando la
exige la ley y la causa lícita. Si alguno de ellos falta, no hay acto o contrato válido. Regidos por normas
imperativas de orden público, indisponibles por las partes. Su ausencia afecta la validez del contrato.
- Elementos esenciales particulares (essentialia propia) son los que deben concurrir para que exista un contrato de
tipo determinado, por ejemplo, el precio y la cosa en la compraventa. Pero en el nuevo código, al mencionarlos,
no los vincula exclusivamente a los contratos típicos, sino que incluye a los atípicos. Por eso debe entenderse que
estos elementos inciden tanto en las cláusulas de un contrato de tipo legal determinado como en las que fueron
queridas por las partes como propias del contrato especialmente para satisfacer sus necesidades. Su ausencia
provocaría que se celebre un contrato no querido por las partes.
✓Elementos naturales (naturalia communia), están implícitos en el contrato, incorporados por la ley supletoria, aunque
las partes no los hubiesen previsto expresamente. Pueden ser suprimidas y modificadas por las partes sin que ello afecte la
validez del contrato. Por ejemplo, la garantía de evicción, el pacto comisorio tácito, etc., que pueden ser excluidos por
voluntad de las partes pero si guardan silencio, rigen los derechos de los contratantes por disposición de la ley supletoria.
✓Elementos accidentales (accidentalia communia), los contratantes pueden incorporar expresamente al contrato con un
propósito determinado que no esté entre sus efectos normales. Son producto exclusivo de la autonomía de la voluntad para
satisfacer algún interés particular. Por ejemplo el plazo, la condición, el cargo, la cláusula penal, cláusula accesoria, etc.
TEORÍA MODERNA – sostenida particularmente por López de Zavalía, abandona la anterior por motivos conceptuales y
propone los siguientes elementos:
✓Presupuestos, son los requisitos o cualidades que deben existir respecto de los sujetos o del objeto con anterioridad a la
celebración de un acto o contrato, son extrínsecos. Serían entonces la capacidad y la legitimación de los sujetos
celebrantes, el consentimiento (expresado, sin vicios o defectos), la idoneidad del objeto (lícito, posible, etc.) Deben
preexistir al contrato o acto; con independencia de él, por ello se dice que los presupuestos existen aunque ningún acto o
contrato se celebre, pero si se celebran no pueden faltan y subsisten luego de la celebración. Equivalen a los elementos
esenciales generales de la teoría clásica.
✓Elementos, es lo constitutivo o intrínseco al contrato. Para L. de Zavalía, si se examina al contrato como ley individual,
producto de la actividad de las partes, los elementos se reducen a dos:
- La forma, que es cómo se expresa la voluntad
- El contenido, es el qué se expresa, y está constituido por cláusulas. Las cláusulas son a su vez:
▪ Esenciales, sin las cuales no hay contrato válido o determinado tipo de contrato
▪ Naturales, las agrega la ley supletoria
▪ Accidentales, las incorporadas por las partes expresamente
✓Circunstancias, son extrínsecas al contrato pero inciden en él, desde su perfeccionamiento, durante su ejecución y hasta
su extinción como la fecha y el lugar, que inciden en la individualización de la ley aplicable y juez competente por
ejemplo. La suerte del contrato puede variar según como se manifiesten determinadas circunstancias que influyen en su
vigencia y eficacia. Se valoran a partir de la celebración del contrato y se tienen en cuenta hasta su extinción.
2. SUJETOS
PERSONAS JURÍDICAS, se debe tener presente que se las ha definido como todos los entes a los que el ordenamiento
jurídico les confiere aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto. Su
existencia comienza desde su constitución, en principio sin requerir autorización para funcionar y tienen responsabilidad
distinta a la de sus miembros. Pueden ser públicas o privadas.
Entre las privadas se destaca la inclusión de las comunidades indígenas, como hito importante en la constitucionalización
del derecho civil, y que tienen derecho a contratar.
PERSONA HUMANA, como se sabe, sólo pueden contratar las personas capaces, pero se deben precisar ciertos aspectos
previstos en materia de capacidad en los arts. 22 y ss. del CCyC.
- Toda persona humana goza de la aptitud de ser titular de derechos y deberes jurídicos (capacidad de derecho) con
las limitaciones que imponga la ley.
- Toda persona humana puede ejercer por sí mismas sus derechos (capacidad de ejercicio) con las limitaciones
impuestas por ley o sentencia.
- La capacidad de ejercicio se presume
ART. 1001. Inhabilidades para contratar. No pueden contratar, en interés propio o ajeno, según sea el caso, los que
están impedidos para hacerlo conforme a disposiciones especiales. Los contratos cuya celebración está prohibida a
determinados sujetos tampoco pueden ser otorgados por interpósita persona.
Debe interpretarse que en su primera parte comprende tanto a los incapaces de derecho como a los incapaces de ejercicio
o que tienen capacidad de ejercicio restringida, “los que están impedidos para contratar”. Los incapaces de ejercicio
pueden suplir su incapacidad por medio de sus representantes, porque lo que se busca es proteger al propio incapaz
impidiendo que pueda contratar por sí mismo. La regla es la capacidad, tanto de derecho como de ejercicio, por lo tanto se
debe verificar en qué casos un sujeto no puede contratar por sí ni por otro, analizando primero a los incapaces de derecho.
b. Jueces, funcionarios, árbitros, mediadores y auxiliares, también se les prohíbe contratar respecto de los bienes que
están en proceso en los que intervienen o han intervenido.
ALCANCES DE LA PROHIBICIÓN
▪ Juez o tribunal interviniente. Se discutía cuándo funcionaba la prohibición: para una opinión, los jueces están impedidos
de contratar sobre bienes objeto de un proceso, cualquiera sea el tribunal o juzgado que se encontrara el expediente, así
por ejemplo, un juez civil no podría comprar un bien cuya venta hubiese sido dispuesta por un juez del trabajo. Para otra
opinión, la primera era tan amplia que se volvía excesivamente rigurosa e injustificada, por eso proponía que la
prohibición debía limitarse a los bienes que estaban en juicio antes los jueces o tribunales de la misma competencia del
que pretendía adquirirlos, por ej. un juez civil no podía comprar un bien cuya venta hubiese ordenado otro juez civil.
Finalmente el art. 1002 expresa una solución aún más restringida: los jueces no pueden celebrar contratos únicamente
respecto de los bienes relacionados con los procesos en los que intervienen o han intervenido.
▪ ¿Debe tratarse de procesos contenciosos? El CC se refería a “bienes que estuviesen en litigio”, de ahí la pregunta. Una
opinión interpretaba literalmente la prohibición, sólo considerando bienes en juicios contenciosos, por lo que no había
impedimento sobre bienes de procesos voluntarios o sin litigio (una sucesión, o partición de condominio sin controversia)
Otra interpretación sostenía que no podían excluirse a los bienes de procesos voluntarios; se entendía que “bienes
litigiosos” se refería a bienes “en juicio” fuera contencioso o voluntario. Wayar interpreta que el art. 1002 inc. b del CCyC
adoptó la segunda postura. El peligro de que un funcionario pueda aprovecharse de su intervención en juicios para obtener
ventajas patrimoniales indebidas, en perjuicio de los justiciables, es razón suficiente para extender la prohibición a toda
clase de procesos.
c. Abogados y procuradores, no pueden celebrar contratos respecto de los bienes litigiosos en procesos en los que
intervienen o han intervenido, ya lo hagan como apoderados o como patrocinantes. Como en el caso de los jueces el
elemento tipificante de la prohibición es la intervención en el proceso. Para Wayar, la mención a bienes litigiosos hace
diferencia porque restringe la prohibición a juicios contenciosos; mientras que en procesos voluntarios, los abogados y
procuradores no están comprendidos en la intervención.
PROHIBICIONES PARTICULARES – Además de las referidas en los arts. 1001 y 1002, el CCyC tiene otras
disposiciones en particular, por ejemplo las siguientes
a. Progenitores - ART. 689 Los progenitores no pueden hacer contrato alguno con el hijo que está bajo su
responsabilidad, excepto lo dispuesto para las donaciones sin cargo previstas en el artículo 1549.
No pueden, ni aun con autorización judicial, comprar por sí ni por persona interpuesta, bienes de su hijo ni constituirse
en cesionarios de créditos, derechos o acciones contra su hijo; ni hacer partición privada con su hijo de la herencia del
progenitor prefallecido, ni de la herencia en que sean con él coherederos o colegatarios; ni obligar a su hijo como
fiadores de ellos o de terceros.
b. Tutores y curadores – ART. 120 Quien ejerce la tutela no puede, ni con autorización judicial “celebrar con su tutelado
los actos prohibidos para los padres respecto de sus hijos menores de edad” Igual prohibición rige para los curadores
respecto de sus incapaces sujetos a curatela (ART. 138)
c. Contrato de comodato – ART. 1535 No pueden celebrar contrato de comodato:
a) los tutores, curadores y apoyos, respecto de los bienes de las personas incapaces o con capacidad restringida, bajo su
representación;
b) los administradores de bienes ajenos, públicos o privados, respecto de los confiados a su gestión, excepto que tengan
facultades expresas para ello. Se desarrolla al tratar el contrato de comodato.
3. INCAPACIDAD DE EJERCICIO
PRINCIPIO Y EXCEPCIONES – Como quedó expuesto el principio es el de que toda persona humana puede ejercer por
sí misma sus derechos, pero la ley establece algunas excepciones al principio.
ART. 23. Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos, excepto las
limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial.
ART. 24.-Personas incapaces de ejercicio. Son incapaces de ejercicio:
a) la persona por nacer;
b) la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente, con el alcance dispuesto en la Sección 2ª de este
Capítulo;
c) la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión dispuesta en esa decisión.
Respecto de las personas por nacer, puede adquirir derechos y contraer obligaciones por medio de sus representantes, tales
derechos quedan irrevocablemente adquiridos si nace con vida. El nacimiento con vida se presume, de manera que se debe
probar que no ha nacido con vida para considerar que la “persona nunca existió” (ART. 21)
▪ Capacidad de ejercicio de los menores de edad y de los adolescentes – Según el CCyC, menor de edad es la persona
“que no ha cumplido los 18 años” y adolescente es el menor de edad que “cumplió los 13 años” (ART. 25) Para contratar
por sí mismo es necesario gozar de capacidad de ejercicio. Los menores de edad no pueden, en principio, hacerlo por sí
mismos, ya que carecen de esa capacidad según el art. 24. Pero sí pueden hacerlo a través de sus representantes legales
(ART. 26)
Es más, no sólo pueden hacerlo a través de representantes, sino que con el nuevo paradigma de ampliar la capacidad de
los menores, se los autoriza a obrar por sí mismos donde se incluye la autorización para contratar. Veamos:
▪ Menor con edad y grado de madurez suficiente – El artículo 25 agrega que si el menor “cuenta con edad y grado de
madurez suficiente puede ejercer por sí los actos que le son permitidos por el ordenamiento. En situaciones de conflicto
de intereses con sus representantes legales puede intervenir con asistencia letrada" y añade que el menor tiene derecho a
“ser oído en todo proceso judicial que le concierne así como a participar en las decisiones sobre su persona” ART 25,
segundo y tercer párrafo.
▪ Título habilitante – Si la persona menor de edad ha obtenido título habilitante para el ejercicio de su profesión puede
ejercerla por cuenta propia sin necesidad de previa autorización. Tiene la administración y disposición de los bienes que
adquiere con el producto de su profesión y puede estar en juicio civil o penal por cuestiones vinculadas a ella. ART 30
▪ Presunción a favor de los adolescentes – La ley presume que aquellos mayores de 13 pero menores de 16, tienen aptitud
para decidir por sí respecto de aquellos tratamientos que no resultan invasivos, ni comprometen su estado de salud o
provocan un riesgo grave en su vida o integridad física. Para el caso de tratamientos de esta gravedad el adolescente debe
prestar su consentimiento con la asistencia de sus progenitores, el conflicto entre ambos se resuelve teniendo en cuenta el
interés superior, sobre la base de la opinión médica respecto de las consecuencias de la realización o no del acto ART.
25 cuarto y quinto párrafos.
El ART. 25 dispone también que a partir de los 16 años, el adolescente es considerado como un adulto para las decisiones
atinentes al cuidado de su propio cuerpo. Para protegerlos existe un régimen tutelar:
♥ Restricción a la capacidad de los adolescentes – El juez puede restringir la capacidad de los adolescentes, en el caso que
padezcan una adicción o alteración mental grave, permanente o prolongada, si el ejercicio de su plena capacidad puede
provocar un daño a su persona o a sus bienes ART 32 primer párrafo. En la sentencia el juez debe declarar los límites y
restricciones de la capacidad y señalar lo actos y funciones que no puede realizar por sí mismo ART 38.
♥ Declaración de incapacidad – Si el adolescente se encuentra en una situación de falta absoluta de aptitud para dirigir u
persona o administrar sus bienes, el juez puede declarar su incapacidad ART 32 segundo párrafo. Tanto si se restringe la
capacidad o se declare la incapacidad, el juez debe designar un curador y lo apoyos necesarios. La sentencia debe ser
registrada ART. 39
♥ Los emancipados por matrimonio – Los menores de 18, con autorización judicial, pueden contraer matrimonio y con él,
se emancipan adquiriendo plena capacidad. ART 27
Pero, el mancipado no puede, ni con autorización judicial:
- Aprobar cuentas de sus tutores y darles finiquito
- Hacer donación de bienes que hubiese recibido a título gratuito, afianzar obligaciones
Para poder disponer de bienes recibidos a título gratuito el emancipado requiere de autorización judicial, que se le
otorgará siempre que el acto sea conveniente o necesario para el emancipado. ART. 29
CUESTIONES GENERALES
El contrato como paritario es una especie de acto jurídico, por ende su objeto debe regirse por las reglas generales sobre el
objeto de los actos jurídicos, e incorporar alguna regla particular propia de los contratos. Pero el CCyC no siguió el
método legislativo correcto, según Wayar, porque para los actos jurídicos solo destinó los artículos 279 y 280, mientras
que para el objeto de los contratos invirtió nueve artículos (1003 al 1011)
a. Objeto del contrato – El CCyC dejo para la doctrina explicitar el qué o cuál es el objeto del contrato, pero tiene normas
necesarias de consideración al respecto: arts. 15, 16 y 17 y concordantes – arts. 279 y 280 – arts. 1003 al 1011.
▪ Tesis del objeto inmediato y del objeto mediato – Para la doctrina clásica, el objeto del contrato está constituido por un
objeto inmediato y otro mediato.
▪ El inmediato está dado por la relación jurídica, los derechos y obligaciones que crea, modifica, transfiere o extingue.
▪ El mediato sería el objeto de tales derechos y obligaciones.
Con el ejemplo de contrato de compraventa, el inmediato son las obligaciones de dar la cosa y pagar el precio; y el
mediato la cosa en sí misma y el dinero que constituye el precio.
En el contrato que tiene por objeto inmediato, derechos creditorios, su objeto mediato es al mismo tiempo objeto de los
derechos y obligaciones creadas. Para definirlo se debe tener en cuenta el objeto de obligaciones, según la tesis que
adhieren, el objeto consiste en el bien debido “toda entidad material o inmaterial que tiene valor económico para el deudor
y es apta para satisfacer el interés del acreedor” Quedando incluido tanto las cosas materiales (ob. de dar) como la utilidad
de la prestación del deudor para el acreedor (ob. de hacer y de no hacer)
Los arts. 724 y 725 afirman que el objeto de las obligaciones es la prestación, que debe ser lícita, posible, determinable,
con valor económico y corresponder a un interés del acreedor, sea patrimonial o extrapatrimonial.
▪ La cuestión en el Código civil y comercial – En ciertos casos alude al objeto inmediato (art. 1010, 1004 in fine); en otros
al mediato (cuando regula contratos en particular arts. 1129, 1130, 1131, 1132) pero la mayoría de las veces se refiere a
ambos, cuando utiliza la palabra “bienes” asumiendo que tienen un valor económico, comprendiendo con ella los hechos,
las cosas materiales y los derechos (arts. 1005, 1007, 1008, 1009)
b. Los bienes como objeto del contrato – Ya no es relevante distinguir entre objeto mediato e inmediato, basta decir que
objeto son los bienes con valoración económica, simplificando el asunto y dejando comprendidos tanto los derechos como
las cosas o hechos sobre los que aquellos se ejercen. Se requieren ciertas precisiones al respecto:
- El art. 15 dispone que las personas son titulares de los derechos individuales sobre los bienes que integran su
patrimonio conforme con lo que se establece en este Código. Se entendería que se reconocen “derechos individuales sobre
derechos” porque bienes incluye tanto derechos como cosas o hechos sobre los que se ejercen, pero, debe interpretarse
que las personas son titulares del derecho a contratar con el objeto de crear, regular, modificar, etc. derechos sobre las
cosas que integran su patrimonio. Por ej. en la compraventa el vendedor se obliga a trasferir el derecho de propiedad de
una cosa, no la cosa en sí; en la cesión, el cedente también transmite al cesionario un derecho.
- La ley también reconoce derechos individuales y derechos colectivos. Ambos se ejercen sobre bienes, pero los primeros
tienen por objeto bienes con valor económico, disponibles para su titular porque integran su patrimonio; los segundos
tienen por objeto bienes indivisibles y de uso común sobre los cuales no hay derechos subjetivos en sentido estricto y no
perteneces a la esfera individual sino social.
- También hay otro tipos de bienes reconocidos en la nueva legislación, que no tienen valor económico, como el cuerpo
humano, cuyo valor es “sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social y sólo pueden ser disponibles por su
titular siempre que se respete alguno de esos valores” ART. 17
Se concluye entonces que pueden ser objeto de contratos, los bienes susceptibles de valor económico, derechos
patrimoniales personales o reales, disponibles para la persona que sea titular del patrimonio y del derecho subjetivo a
contratar.
c. Los derechos sobre el cuerpo humano como objeto – Se debe tratar según los arts. 1004 y 17.
ART. 1004: Objetos prohibidos. No pueden ser objeto de los contratos los hechos que son imposibles o están prohibidos
por las leyes, son contrarios a la moral, al orden público, a la dignidad de la persona humana, o lesivos de los derechos
ajenos; ni los bienes que por un motivo especial se prohíbe que lo sean. Cuando tengan por objeto derechos sobre el
cuerpo humano se aplican los artículos 17 y 56.
ART. 17: Derechos sobre el cuerpo humano. Los derechos sobre el cuerpo humano o sus partes no tienen un valor
comercial, sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social y sólo pueden ser disponibles por su titular siempre
que se respete alguno de esos valores y según lo dispongan las leyes especiales. De este art. cabe mencionar:
1. Los derechos sobre el cuerpo humano no tienen valor económico
2. Por excepción pueden ser disponibles por su titular
▪ Bienes no susceptibles de valoración económica – El cuerpo humano o una parte de él, no puede constituir un objeto
contractual precisamente por carecer de valor económico. Considerarlo un bien valioso pero no económico es irrebatible,
el ordenamiento le brinda protección al constituir aquello que sirve a la persona para existir, para ser ella misma,
representar su cuerpo, pasado y futuro, y por ello, siendo tan esencial, no tiene precio.
▪ Actos de disposición, prohibición y excepciones – También se prohibió los actos de disposición del propio cuerpo “que
ocasionen una disminución permanente de su integridad o resulten contrarios a la ley, la moral o la buenas costumbres”
ART 56. Se debe entender que entre actos de disposición y contratos existe una relación de género a especie: los actos de
disposición pueden ser inter vivos o mortis causa, los contratos son inter vivos.
El principio es que los derechos sobre el cuerpo no pueden ser objeto de un contrato ni de un acto de disposición, pero
esto no es absoluto ART. 57 “excepto que sean requeridos para el mejoramiento de la salud de la persona, y
excepcionalmente de otra persona, de conformidad a lo dispuesto en el ordenamiento jurídico.
La ablación de órganos para ser implantados en otras personas se rige por la legislación especial.” En relación a la
ablación de órganos se aplica la ley 24.293 con las reformas de la 26.066.
Los actos de disposición sobre el propio cuerpo son no contractuales. Si bien se requiere el consentimiento del otorgante,
su voluntad no puede ser suplida y es de interpretación restrictiva y libremente revocable; la revocación del
consentimiento puede tener lugar en cualquier momento anterior a la consumación del acto.
ART. 56 in fine: El consentimiento para los actos no comprendidos en la prohibición establecida en el primer párrafo no
puede ser suplido, y es libremente revocable.
ART. 55: El consentimiento para la disposición de los derechos personalísimos es admitido si no es contrario a la ley, la
moral o las buenas costumbres. Este consentimiento no se presume, es de interpretación restrictiva, y libremente
revocable.
Otra cuestión es la inexigibilidad de los contratos que tienen por objeto la realización de actos o actividades peligrosas
“para la ida o integridad de una persona” ART. 54. También como fundamento la necesidad de proteger al cuerpo humano
y la integridad psicofísica de la persona, pero, por excepción, cuando los actos peligrosos “correspondan a su actividad
habitual y se adopten las medidas de prevención y seguridad adecuadas a las circunstancias” (ART 54 2da parte) los
contratos serán exigibles, por ej. los pilotos de carreras, los que se dedican al boxeo o a pruebas circenses.
a. Posibilidad
En primer lugar debe ser materialmente posible, por regla, no pueden ser objeto de contratos los derechos prohibidos,
tampoco los hechos de imposible realización, ni las cosas cuya existencia física no es posible. Pero también hablamos de
una posibilidad jurídica, que se vincula con la exigencia de la licitud.
Al referirnos a lo materialmente posible significa que debe existir o ser de existencia posible, circunstancias que deben
verificarse al momento de celebración del contrato. Haremos ciertas precisiones:
I. Si al momento de celebración del contrato no es posible la existencia material del objeto (imposibilidad originaria)
la consecuencia es la nulidad. Sin perjuicio de una eventual responsabilidad precontractual si dicha inexistencia se
debe al obrar de mala fe de alguno de las frustradas partes. No será nulo si se contrató sobre cosas de existencia
futura (sea condicional o aleatorio)
II. Si está sujeto a plazo o condición suspensiva y la imposibilidad originaria desaparece después de la celebración,
tornándose posible antes del vencimiento del plazo o del cumplimiento de la condición, es válido (art. 280)
III. Si al tiempo de la celebración el objeto es posible pero deviene en imposible, el contrato nació válido pero la
imposibilidad posterior determina alguna situación extintiva total o parcial (resolución, imposibilidad de pago, etc.)
y si esta imposibilidad es imputable a una de las partes, la otra puede exigir indemnización en razón de su
incumplimiento.
La imposibilidad debe ser objetiva y absoluta, para todo hombre; si fuese relativa, es decir, imposible para sólo una de las
partes, el contrato es válido porque se podría cumplir por ejemplo por un tercero que pueda salvar la imposibilidad.
b. Licitud
El objeto dijimos, debe ser jurídicamente posible, es decir, lícito. El art. 1004 dice que no pueden ser objeto de los
contratos, los derechos, las cosas o los hechos que están “prohibidos por las leyes, son contrarios a la moral, al orden
público, a la dignidad de la persona humana, o lesivos de los derechos ajenos; ni los bienes que por un motivo especial se
prohíbe que lo sean…”
La invalidez del contrato puede resultar directamente de la ilicitud de la cosa que se pretenda por objeto, por ejemplo si se
conviene el transporte de drogas prohibidas. O puede surgir del resultado que se pretenda alcanzar, por ejemplo si a través
de una campaña publicitaria se desprestigia a una determinada persona (“a la dignidad de la persona humana”) Tampoco
pueden serlo los que lesionen derechos ajenos ni los bienes prohibidos por una razón especial, como el cuerpo humano.
c. Determinación
El objeto debe estar determinado al tiempo de su celebración o debe ser pasible de determinación posterior.
ART. 1005 - Determinación. Cuando el objeto se refiere a bienes, éstos deben estar determinados en su especie o género
según sea el caso, aunque no lo estén en su cantidad, si ésta puede ser determinada. Es determinable cuando se
establecen los criterios suficientes para su individualización.
Se emplea “bienes” para referirse a las cosas materiales, que son especialmente susceptibles de determinación.
I. Objeto determinado – Puesto que es obvio que cuando se contrata sobre una cosa cierta hay un objeto determinado,
este art. se refiere a las cosas fungibles del art. 232 “Son cosas fungibles aquellas en que todo individuo de la especie
equivale a otro individuo de la misma especie, y pueden sustituirse por otras de la misma calidad y en igual cantidad.”
Entonces, cuando están indicadas en su especie o género, están determinadas aunque no se haya señalado calidad o
cantidad, siempre que esté previsto el modo para determinarlas.
▪ Si las cosas fungibles están individualizadas en su especie o genero, calidad y cantidad, es indudable que se esta ante
un objeto determinado.
▪ Si no se ha indicado calidad o cantidad, es igualmente valido si la indeterminación es relativa y así estamos frente a un
objeto determinable “es determinable cuando se establecen los criterios suficientes para su individualización” Si en
cambio, la indeterminación es absoluta, el contrato carecerá de efectos por falta de objeto.
II. Objeto determinable – Cuando las partes prevén al tiempo de contratar los medios para la determinación de lo que
no está individualizado (sea en cantidad, calidad, peso o medida) el contrato será válido pues se evita la celebración de
un nuevo acuerdo.
III. Determinación por un tercero – Las partes pueden pactar que la determinación sea efectuada por un tercero.
ART. 1006 - Las partes pueden pactar que la determinación del objeto sea efectuada por un tercero. En caso de que el
tercero no realice la elección, sea imposible o no haya observado los criterios expresamente establecidos por las partes
o por los usos y costumbres, puede recurrirse a la determinación judicial, petición que debe tramitar por
el procedimiento más breve que prevea la legislación procesal.
No signifique quela eficacia sea dejado al arbitrio o capricho del tercero, éste debe limitarse a la individualización del
objeto, cumpliendo con equidad y prudencia y respetando los criterios de las partes o de los que resulten de usos y
costumbres.
Si el tercero no quisiera o no se pudiera efectuar la determinación o no haya seguido los criterios mencionados, puede
recurrirse a determinación judicial. En caso que el tercero haya individualizado de manera notoriamente
desproporcionada, su actuación es nula y el propio juez la determina, siguiendo a peritos o expertos.
d. Valor patrimonial
El art. 1003 en su párrafo final “susceptible de valoración económica y corresponder a un interés de las partes, aun
cuando éste no sea patrimonial” Se debe diferenciar la valoración económica del objeto, que es indispensable; al interés,
que puede ser puramente afectivo. Así, un bastón o sombrero que pertenecieron a un antepasado, tienen valor económico
porque la persona está dispuesta a pagar un precio para obtenerlas, pero el interés de quien la paga es afectivo.
Esto se vincula estrechamente con el objeto de los contratos creditorios “el objeto debe ser… susceptible de valoración
económica y debe corresponder a un interés patrimonial o extrapatrimonial del acreedor”
REGLAS PARTICULARES
b. Cosas ajenas
Cuando una persona se obliga, por contrato, a entregar una cosa ajena. Para que pueda ser ajena, debe tratarse de un
cuerpo cierto, ya que las cosas de genero o cantidad ilimitado, no tienen dueño.
ART. 1008 - Los bienes ajenos pueden ser objeto de los contratos. Si el que promete transmitirlos no ha garantizado el
éxito de la promesa, sólo está obligado a emplear los medios necesarios para que la prestación se realice y, si por su
culpa, el bien no se transmite, debe reparar los daños causados. Debe también indemnizarlos cuando ha garantizado la
promesa y ésta no se cumple
El que ha contratado sobre bienes ajenos como propios es responsable de los daños si no hace entrega de ellos”
▪ Cosa ajena “como ajena” – Conociendo ambas partes que la cosa era ajena, el contrato es válido y produce los efectos
que dispone el art. 1008. Se diferencia en el art. la obligación de medio y la obligación de resultado.
Como sabemos, si es de medios y el obligado incumple, será responsable si obró con culpa, siendo el factor de
atribución, subjetivo.
Si es de resultado, porque garantizó la entrega de la cosa, y no cumple lo prometido, el factor de atribución es objetivo.
▪ Cosa ajena “como propia” – Cuando la parte que se obligó a entregarla, lo hubiese hecho declarando que es propia.
Como el art. 1008 in fine dispone “El que ha contratado sobre bienes ajenos como propios es responsable de los daños si
no hace entrega de ellos”
Para decidir si es nulo o válido, es necesario distinguir si las partes obraron de buena o mala fe.
Ambas partes obran de buena fe: El promitente actúa de mala fe: declara la Ambas partes obran de mala
OBRAR DE LAS
PARTES ignoran que la cosa es ajena. cosa como propia sabiendo que es ajena. fe.
El otro contratante es de buena fe.
Contrato válido según el art. 1008, El promitente es objetivamente responsable, Contrato nulo, sin perjuicio
CONSECUENCIAS
como ob. de resultado (se entiende asume también como ob. de resultado de responsabilidad por
que garantiza el resultado) agravada por mala fe. daños a terceros
Para que sea válido es necesario que quien se obligó a entregar esas cosas, haya obrado de buena fe: haciendo conocer a la
otra parte el status jurídico de la cosa. (litigiosa, gravada, etc.)
El derecho de los terceros (por ej. aquel a cuyo favor estuviese establecida la hipoteca) debe ser respetado, sino, tienen
derecho a ser indemnizados de los perjuicios que sufrieren.
Si el que promete entregar esta clase de cosas obrando de mala fe (ocultando esa información a quien lo aceptó) debe
reparar los daños a la otra parte.
d. Herencias futuras
ART. 1010 - La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden serlo los derechos hereditarios
eventuales sobre objetos particulares, excepto lo dispuesto en el párrafo siguiente u otra disposición legal expresa.
Los pactos relativos a una explotación productiva o a participaciones societarias de cualquier tipo, con miras a la
conservación de la unidad de la gestión empresaria o a la prevención o solución de conflictos, pueden incluir
disposiciones referidas a futuros derechos hereditarios y establecer compensaciones en favor de otros legitimarios. Estos
pactos son válidos, sean o no parte el futuro causante y su cónyuge, si no afectan la legítima hereditaria, los derechos del
cónyuge, ni los derechos de terceros.
Es necesario distinguir:
1. Sucesión abierta al tiempo de celebrarse el contrato el contrato está permitido
2. Herencia futura el contrato no está permitido
En el primer caso, acaecida la muerte de una persona, su patrimonio se transmite a sus herederos: hasta el momento de la
partición éstos pueden disponer de sus derechos sucesorios mediante el contrato de cesión; verificada la partición, cada
uno se adjudica la porción de bienes que le corresponde y puede disponer de ellos por derecho propio.
Los derechos sobre una herencia futura, o sea, los derechos que se tienen sobre el patrimonio de la persona de quien se
espera heredar que aún esté con vida, no pueden ser objeto de contratación; aún cuando la persona haya prestado su
consentimiento.
▪ Fundamento ético – Porque serían contratos inmorales, peligrosos y que atentan contra la honestidad pública, pues
pueden inducir o tentar, a quienes se sientan beneficiarios, a provocar la muerte de cuyo patrimonio esperan obtener
ventajas. Ha sido refutado porque existen otros contratos como la renta vitalicia, el seguro de vida, etc., en los que se
“correría el mismo peligro” y no fueron prohibidos.
▪ Fundamento jurídico – Porque podrían servir como instrumentos para violar la igualdad de los herederos y por esta vía
burlar los preceptos que ordenan respetar esa igualdad. Se pretende preservar la igualdad entre los herederos impidiendo
que uno de ellos, por medio de un contrato, obtenga ventajas patrimoniales sobre los otros.
Tres clases de contratos son los prohibidos por referirse a herencias futuras: el de institución, el de renuncia y el de
disposición. Este último es el que interesa a la materia: el de disposición es aquel en virtud del cual una o ambas partes
enajenan los derechos que pueden corresponderles sobre una sucesión aún no abierta.
▪ Excepciones – Previsto en el segundo párrafo del art. 1010. Fueron establecidas para favorecer explotaciones
productivas o participaciones societarias de cualquier tipo, para conservar la gestión empresarial o prevención y
solución de conflictos. Así se autorizan los pactos entre los futuros eventuales herederos que incluyan disposiciones
referidas a derechos hereditarios y establecer compensaciones en favor de otros legitimarios. Se prescindió del
consentimiento del futuro causante como requisito al disponer que son válidos, sean o no parte el futuro causante y su
cónyuge, si no afectan a la legítima hereditaria, derechos del cónyuge y de terceros.
CAUSA FUENTE – Se usa la palabra causa para designar la “fuente” de un fenómeno jurídico, particularmente en
materia de derechos personales: Así se individualiza el hecho o acto que conforme a derecho es apto para generar
obligación. También del contrato se puede decir que tiene una causa fuente, pero esta tarea corresponde a la teoría general
de los actos, pero cabe destacar que el contrato en sí mismo es una fuente de obligaciones, cuando incide en el campo de
los derechos de crédito y tiene finalidad de crearlos.
CAUSA FIN – Se usa para referirse al “fin” o mejor dicho, a la finalidad del acto celebrado, la que se persigue cuando se
celebra un contrato. Esa finalidad puede ser apreciada desde un punto de vista objetivo y otro subjetivo.
Objetivamente es el fin inmediato, abstracto y rigurosamente idéntico para todos los actos jurídicos de la misma categoría,
por ejemplo en la compraventa la causa fin objetiva de la ob. del comprador de pagar el precio consiste en que se le
entregue la cosa, y la del vendedor de entregarla, en recibir el precio.
Subjetivamente el fin se confunde con lo móviles o motivos que impulsaron al agente a celebrar el acto y por tanto, es
variable según cada persona, por ejemplo en la compraventa, la causa fin subjetiva que impulsaron a las partes a obtener
la cosa y recibir el precio podría ser darle un determinado uso, efectuar una donación, etc.
Importancia – Si la causa fin es un elemento esencial, su frustración – ya sea objetiva o subjetiva- traerá la ineficacia o
invalidez del negocio. Si se la considera irrelevante, su frustración no perjudicará al negocio o en caso de ilicitud, la
nulidad se decretará según las reglas del consentimiento o del objeto, y no por aplicación de la teoría finalista.
i. Causalismo clásico – Teoría tradicional (Pothier, Domat, Demolombe, Aubry y Rau) que afirma que es la
finalidad inmediata, objetiva, abstracta, presumida por la ley, que las partes persiguen al celebrar un contrato, la
que es un elemento específico e idéntico para todos los contratos de una misma categoría. Así la adquisición de la
propiedad de la cosa o del precio, es la finalidad inmediata y objetiva, idéntica en todos los contratos de
compraventa.
No considera las otras dos causas (causa fuente/eficiente ni a la causa fin subjetiva/ocasional) Principalmente de
la causa fin subjetiva dice que tales móviles son de índole personal y variables e irrelevantes para el derecho.
ii. Anticausalismo – Opuesta a la tradicional (Ernst, Laurent, Dabin, Huc, Planiol) negándole utilidad práctica a lo de
elevar la causa fin objetiva a la categoría de elemento esencial del contrato. Dice que el concepto de causa fin es
falso e inútil, puesto que las soluciones que pretende alcanzar pueden ser logradas mediante la aplicación de
normas sobre la capacidad, el consentimiento o el objeto.
Si la causa fin de la obligación de una parte es la obligación de la otra y ambas obligaciones consisten en dar
(pago del precio-entrega de la cosa) la causa fin se confunde con el objeto de las respectiva obligaciones. (se
denominaría causa fin a la cosa y al precio, que son el objeto de las obligaciones recíprocas)
Si bien critica a la causa fin objetiva, también puede aplicarse a la subjetiva: por ej. se presenta una demanda de
nulidad de la compra de un inmueble porque se adquirió para fines ilícitos de juegos clandestinos. el
anticausalismo prescindirá de la de la causa fin y se apoyaría en las normas que prohíben celebrar contratos con
objeto ilícito: no es que el objeto sea lícito y la causa fin subjetiva ilícita, sino que el fin ilícito querido por las
partes, torna ilícito su objeto.
iii. Neocausalismo – (Capitant, Ribert, Bonnecase, Demogue, Josserand) Afirma que la causa fin no se integra
solamente con la finalidad objetiva y abstracta sino también con los móviles y fines concretos e individuales
buscados por las partes. Sostiene que la finalidad -objetiva y subjetiva- es uno de los requisitos esenciales de todo
acto jurídico, requisito distinto e independiente de los demás.
Los fines o motivos psicológicos, formaran parte de la causa y estarán bajo el control judicial cuando sean
causalizados: cuando han sido o debido ser conocidos y tenidos en cuenta por los autores del acto.
b. Causalismo objetivo – Referido en el primer párrafo del art. 281. Se refiere a la causa fin de las obligaciones nacidas
del contrato creditorio. Entendido así, tiene escasa o ninguna utilidad práctica:
▪ Contratos bilaterales – Aún admitiendo ese correlato de finalidades objetivas (la ob. de una de las partes tiene su causa
fin en la ob. de la otra: la ob. de pagar el precio tiene su fin en la ob. del otro en entregar la cosa) en caso de frustración de
una de ellas, este finalismo nada aporta para resolver el problema: las consecuencias derivan del incumplimiento que es un
hecho ilícito que actualiza los poderes de agresión patrimonial del acreedor insatisfecho. En cuanto a la inmoralidad o
ilicitud, no se le predica a la finalidad objetiva, sino al objeto.
▪ Contratos gratuitos – ¿Cuál sería la causa fin de la obligación del donante de entregar la cosa donada? Según el
causalismo clásico sería la intención de hacer una liberalidad, pero esta finalidad se confunde con los motivos
personales; si se pretende que esa intención sea una finalidad objetiva ¿Qué ocurriría cuando la intención de donar
responda a fines inmorales o ilícitos? No se dudaría que la nulidad sería por los fines personales.
▪ Contratos reales – Por ej. el depósito de dinero en bancos, como contrato real y creditoriamente unilateral; en efecto es
real porque el depositante transfiere la propiedad (del dinero) al banco depositario, y es creditoriamente unilateral
porque el banco tiene la obligación de restituirlo en la moneda de la misma especie. Aquí no hay obligaciones reciprocas,
por lo que el causalismo dijo que la causa de la ob. de una de las partes es la promesa o hecho* de la otra (no la
obligación) Pero:
♥ Si se dice que la causa fin de la ob. de restituir, es justamente el dinero transferido en propiedad del banco (hecho*),
la causa fin se confunde con el objeto.
♥ O ese hecho (transferencia de dinero) más que como causa fin se presenta como causa fuente.
♥ Sería ignorar la realidad desconocer que la verdadera finalidad de la actividad bancaria es la obtención de lucro.
c. Causalismo subjetivo – Referido también en el art. 281 “también integran la causa los motivos exteriorizados cuando
sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes”
Se considera al verdadero fin buscado por las partes, relevante para el derecho, que se confunde con los móviles o motivos
personales, y variables según los contratantes.
i. La negación de la causa fin motivo – Hay razones para negar que tales motivos tengan carácter esencial:
ͦ La satisfacción de los motivos de las partes es azaroso, incierto, depende de factores externos al contrato.
ͦ Es injusto hacer recaer sobre la parte que desconocía los motivos de la otra parte para contratar, los efectos de ineficacia
del contrato si esos motivos se frustran.
ͦ Se resiente la seguridad jurídica puesto que si una de las partes alega frustración de su finalidad, demanda su disolución,
los derechos de la otra parte dependerían de la satisfacción –o no- ajena, sin razón justificadora.
ii. Su admisión. Requisitos – Sin desconocer los argumentos expuestos, se considera que el finalismo subjetivo es
relevante para la teoría contractual y será considerado requisitos esencial siempre que:
ͦ Que tal fin haya sido conocido o conocible por ambas partes
ͦ Que la frustración provenga de una causa ajena a quien la invoca
ͦ Que no derive de un riesgo que razonablemente tomó éste a su cargo
iii. Importancia – Si la finalidad subjetiva es esencial para el negocio jurídico, los jueces podrán controlar con rigor
la licitud o moralidad de los fines perseguidos, es decir, los motivos psicológicos podrán ser examinados por el juez. Así
no se despreciará el sentido social de los actos jurídicos.
NECESIDAD DE CAUSA – ART. 1013 “Necesidad. La causa debe existir en la formación del contrato y durante su
celebración y subsistir durante su ejecución. La falta de causa da lugar, según los casos, a la nulidad, adecuación o
extinción del contrato.”
Respecto de la causa fuente impera el principio de necesidad de causa (art. 726 en tanto nadie puede constituirse deudor o
acreedor sin un hecho que opere como causa eficiente de un vinculo jurídico obligatorio ) Pero respecto del art. 1013, se refiere a
la causa fin y aparecería superflua ya que como se dijo, al finalidad esta en la naturaleza del acto (objetiva) o en el
propósito de las partes (subjetiva) ya que ningún acto voluntario se celebra sin una motivación personal.
Así, como el acto no puede carecer de objeto, tampoco de fin: el hombre no obra por obrar, salvo que no tenga
voluntad; siempre tiende a un fin.
Para interpretar la última parte del art. decimos que “formación” alude a la etapa pre-contractual y “celebración” alude al
perfeccionamiento.
FALTA DE CAUSA – En relación a la causa fuente “no hay obligación sin causa”; pero en relación a la causa fin no
puede hablarse de falta de causa puesto que significaría afirmar que existen actos jurídicos sin sentido, sin una finalidad
determinada. La “falta de causa” dará lugar a la nulidad, adecuación o extinción del contrato, esta falta de causa supone la
existencia de causa fin: si es inmortal o ilícita produce la nulidad; si se frustra la finalidad después de celebrado el contrato
podrá ser convertido o rescindido. En el caso de que se cambien los motivos por las que contratan las partes, el contrato
podrá adecuarse a la situación. En los contratos negociados se puede interpretar como un nuevo contrato.
CAUSA ILÍCITA – ART. 1014 “Causa ilícita. El contrato es nulo cuando:
a) su causa es contraria a la moral, al orden público o a las buenas costumbres;
b) ambas partes lo han concluido por un motivo ilícito o inmoral común. Si sólo una de ellas ha obrado por un motivo
ilícito o inmoral, no tiene derecho a invocar el contrato frente a la otra, pero ésta puede reclamar lo que ha dado, sin
obligación de cumplir lo que ha ofrecido”
Una causa fin es ilícita cuando una o ambas partes persiguen una finalidad contraria a la ley. Si es común, el contrato es
nulo. Si es ilícito de sólo de una de las partes –ilicitud unilateral- es de nulidad parcial porque el que persiguió el fin
ilícito no puede hacer valer el contrato frente al otro, pero éste, está autorizado a reclamar la restitución de lo que hubiese
dado sin estar obligado a cumplir lo que ofreció.