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1) INTRODUCCIÓN.
La definición legal de obligación.
Art. 724: “Definición. La obligación es una relación jurídica en virtud de la cual el acreedor tiene derecho a exigir
del deudor una prestación destinada a satisfacer un interés lícito y, ante el incumplimiento, a obtener forzadamente
la satisfacción de dicho interés.”
El código define la obligación como aquella relación jurídica que otorga derecho al acreedor de exigir una
prestación con el fin de satisfacer un interés lícito y, ante su incumplimiento, a recurrir a los medios legales para
obtener dicho fin.
2) El concepto de obligación.
La obligación es aquella relación jurídica que genera el derecho de una persona, acreedor, a exigir de otra, deudor,
una conducta llamada prestación, a través de la cual persigue satisfacer un interés legítimo.
Si el deudor no cumple con la prestación, el acreedor puede recurrir a los medios que el derecho les concede para
obtener la satisfacción de dicho interés.
Se destacan los elementos que estructuran el derecho personal u obligación:
La relación entre dos personas que el derecho permite y regula;
La existencia de un derecho de una de las parte, llamado acreedor, de exigir a la otra parte, llamado deudor, el
cumplimiento de una prestación;
El fin satisfactorio de un interés legítimo;
La posibilidad del cumplimiento forzado de las prestaciones.
La palabra relación, en su sentido más amplio, designa toda conexión, correspondencia o comunicación entre los
seres vivientes. Cuando los hombres se relacionan entre sí, se constituye una relación social.
Toda relación social captada por el derecho objetivo es llamada relación jurídica. Esta relación queda configurada
cuando el derecho objetivo capta una relación entre personas, establecida para consecución de fines considerados
dignos de tutela, y le atribuye a una (o varias) de esas personas un poder y le impone a otra (u otras) el deber
correlativo. Poder y deber son emanaciones del orden jurídico.
La obligación es una relación jurídica en virtud de la cual una persona (deudor) tiene el deber de cumplir una
prestación con valor patrimonial en favor de otra (acreedor), que tiene un interés tutelable (puede o no ser patrimonial)
en obtener aquella prestación. La obligación es una relación jurídica porque para que ella exista es necesario que una
persona haya entrado en contacto con otra, ya por actos lícitos, ya por actos ilícitos, ya por simples hechos; ese
contacto constituye una relación social, que al ser reconocida y regulada por el derecho se transforma en una típica
relación jurídica. Una relación jurídica es “de obligación” cuando las normas le imponen a una de esas personas el
deber de cumplir (deudor), y le atribuyen a la otra el poder para exigir el cumplimiento (acreedor).
Toda relación jurídica contiene el binomio poder- deber, pero éstos varían según las necesidades y los
requerimientos humanos.
El titular del derecho subjetivo derivado de la obligación se llama acreedor, y la especie de derecho que tiene se
denomina crédito.
El sujeto obligado a cumplir se llama deudor, y el específico deber que le incumbe, deuda. La actividad o el
comportamiento que debe observar el deudor para satisfacer al acreedor se llama prestación.
El objeto del derecho de crédito se denomina bien debido.
3) La prestación debida.
La prestación es una conducta debida por el deudor, que puede consistir en:
Entregar una cosa o trasmitir o poner a disposición bienes que no son cosas (obligación de dar);
La prestación de un servicio, o la realización de un hecho (obligación de hacer);
Y la abstención del deudor de una conducta permitida o tolerar una actividad ajena (obligación de no hacer).
Teoría que niega la obligación natural: La denominada obligación natural no constituye una verdadera
relación jurídica, ya que el acreedor está privado de acción, por lo cual, se estaría ante una obligación que
carece de coerción, es decir, una obligación no obligatoria. Por otro lado, el deudor no está obligado a pagar,
por lo cual no puede decirse que exista una deuda, ya que no hay causa.
Teoría que asimila la obligación natural con los deberes morales: Sostiene que todas las hipótesis que se
presentan como de obligaciones naturales son simples deberes morales, a los cuales la ley toma en
consideración para imputarles limitados efectos jurídicos. Por ello, el pago que se hace en virtud de una
obligación natural, no es tal, sino una liberalidad o donación. Para rebatir a esa postura, sería suficiente
demostrar que hay casos de obligaciones naturales que se cumplen a través de un acto a título gratuito, pues así
quedaría demostrado que no siempre que se ejecuta un acto a título gratuito no hay pago de una obligación
preexistente, sino cumplimiento de un deber moral. Y tal caso es, por ejemplo el de donatario, que pretende
formalizar la donación de un inmueble en instrumento privado, lo que estaría viciado de nulidad por carecer de
forma solemne (instrumento público). Sin embargo, entre el donante y el donatario queda establecida una
obligación natural, y si el donante decide luego cumplir con una obligación y dona el inmueble, nadie podrá
negar que haya cumplido una obligación natural preexistente.
Teoría de la obligación natural como puro débito: Las obligaciones naturales muestran a una persona
vinculada por un débito, pero que no puede ser constreñida al cumplimiento. En la obligación natural hay
deuda, pero no responsabilidad.
Teoría de la obligación natural como expresión del derecho natural: Las obligaciones naturales son
verdaderas obligaciones jurídicas, en razón de estar fundadas en el derecho natural y equidad.
El art. 728 del Código Civil y Comercial. Diferencias entre obligación natural y deber moral.
Art. 728: “Deber moral. Lo entregado en cumplimiento de deberes morales o de conciencia es irrepetible.”
“Deber moral” es el género y “obligaciones naturales” la especie. Ambos términos, además, se diferencian en lo
siguiente:
En las obligaciones naturales existe un vínculo jurídico; el deber moral carece de los elementos propios de
una obligación;
El cumplimiento de una obligación natural es siempre el pago; el cumplimiento de un deber moral es
siempre un acto de liberalidad;
La obligación natural puede extinguirse por cualquiera de los medios extintivos de las obligaciones;
mientras que el deber moral no puede extinguirse por esas vías;
La obligación natural puede transformarse en civil por efecto de la novación; mientras que eso no puede
suceder con el deber moral;
Los deberes morales son intrasmisibles; mientras que las obligaciones naturales se trasmiten por actos
entre vivos o por causa de muerte;
La obligación natural puede asegurarse con fianza, prenda o hipoteca; no así el deber moral.
Sin embargo el Código Civil y Comercial tiende a la equiparación de los conceptos de deber moral y de
obligación natural.
Como se dijo anteriormente, el Código determina la regla general de que toda atribución patrimonial realizada
en cumplimiento de deberes morales o de conciencia es irrepetible, adoptando así una formula amplia en la cual
podrán caber diversas situaciones, en la que se encuentren razones suficientes para decretar la irrepetibilidad de la
atribución. El principio de irrepetibilidad de las atribuciones patrimoniales realizadas en virtud de deberes morales o de
conciencia, formula amplia capaz de captar supuestos en que se estime razonable justificar la retención de lo recibido.
3) LA NATURALEZA DE LA OBLIGACIÓN.
Cuando se indaga acerca de la “naturaleza” de la obligación”, se busca resolver ciertas incógnitas que envuelven
tanto al derecho de crédito como al deber de prestación. Existen así diferentes posiciones que han debatido a lo largo
del tiempo con respecto a la naturaleza de la obligación.
La teoría clásica cedió su lugar a las teorías patrimonialistas primero, y luego a la concepción germana del débito y
la responsabilidad.
Todas estas doctrinas muestran una relación de obligación puramente objetiva, al prescindir casi por completo del
elemento personal. Por eso se ha dicho que son inconvincentes, pues la conducta del deudor podrá ser incoercible,
pero es insustituible, la “persona” del deudor continúa siendo esencial; él fue y seguirá siendo el protagonista principal
del derecho de obligaciones. En materia de responsabilidad civil es su patrimonio el que pasa a ocupar el centro del
escenario jurídico, pero esto es una consecuencia mediata de la obligación, no la obligación misma, entendida como
auténtico deber de prestación.
El derecho del acreedor se dirige a la prestación del deudor, y ésta consiste en el deber de tolerar que el acreedor
satisfaga su interés. Esa “conducta” del obligado constituye el contenido de la obligación. El objeto, en cambio, es
la cosa o la energía humana, aquello que el acreedor obtiene en virtud del cumplimiento de la prestación, a lo que
Carnelutti denominó “bien debido”.
Si el deudor incumple la prestación, el derecho del acreedor se convierte en pretensión procesal o acción, cuyo
ejercicio le permite poner en movimiento los órganos jurisdiccionales del Estado para obtener una ejecución forzada de
la prestación o, en su defecto, la sanción pecuniaria pertinente.
La teoría expuesta por Carneluttii contribuyó a esclarecer la diferencia conceptual entre “contenido” y “objeto” de
la relación obligatoria.
La obligación como puro débito. (Explicado en el punto anterior: la obligación como deber).
Incumplimiento.
El cumplimiento, ya sea voluntario o forzado, provoca la extinción del vínculo y la liberación del deudor ya que el
acreedor ha sido satisfecho.
Pero cuando el deudor no presta la cooperación debida, con ello desaparece toda posibilidad de cumplimiento, al
cual no puede obtenérselo ni siquiera por ejecución forzada. En tal caso, se está ante una situación de incumplimiento
que se caracteriza por el hecho de que el acreedor deberá resignarse a recibir una indemnización pecuniaria en
sustitución del objeto que se le debía.
Aquí se extingue el deber de prestación y nace el deber de reparar, que no se origina por la obligación, sino en
el hecho ilícito del incumplimiento. La obligación se extingue, pero el deudor no queda liberado ya que pesa sobre él el
deber de reparar el daño causado.
Pero también puede ocurrir que el incumplimiento libere al deudor. Esto sucede cuando el incumplimiento no es
imputable al deudor, presentándose así como una forma de “imposibilidad de pago” que extingue el vínculo sin
responsabilidad para el deudor.
Entonces, el incumplimiento puede o no generar responsabilidad, según sea imputable o inimputable al deudor.
Por tal motivo, no debe considerarse un aspecto secundario de la relación de obligación.
Ha sido la doctrina del debido y la responsabilidad la que ha permitido alumbrar la teoría del incumplimiento
obligacional, a partir de la cual se puede concluir que la obligación comprende el cumplimiento voluntario y la
ejecución forzada, para dejar luego su lugar a la responsabilidad civil por incumplimiento.
El incumplimiento constituye un acto ilícito generador de responsabilidad.
Responsabilidad.
El incumplimiento marca el momento de transición entre “la obligación” y “la responsabilidad” del deudor.
Los partidarios de la teoría integradora sostienen, al contrario, que la responsabilidad no es una fase de la obligación
en la cual se penetra solo mediante el incumplimiento, sino que el fenómeno es inverso: el deudor responde del
cumplimiento, es decir, la responsabilidad la contrae, no porque se ha incumplido, sino porque se ha asumido el deber
de cumplir.
Esta afirmación no es verdad: no se responde por sola y única razón de haber asumido un deber, sino porque se ha
incumplido ese deber. Además, el deber puede ser violado y, sin embargo, no haber responsabilidad para el deudor
(cuando el incumplimiento no le es imputable).
Toda responsabilidad tiene su génesis en la violación de un deber jurídico. La infracción (hecho ilícito) genera una
obligación nueva.
4) CONTENIDO DE LA OBLIGACIÓN.
El crédito y la deuda.
La relación de obligación es una relación bipolar, pues vincula a un acreedor con un deudor. El acreedor es el
titular de un derecho subjetivo (de crédito) que lo dota de poder para exigir el bien que le es debido. Sobre el deudor
pesa el deber jurídico de satisfacer ese interés.
Derecho subjetivo y deber jurídico (crédito y deuda) constituyen el núcleo fundamental de la obligación.
Sin embargo, esto es solo un simple análisis de la relación de obligación, puesto que no se agota con el deber de uno
y el poder de otro; un examen más detenido la muestra como una relación jurídica compleja, integrada por una
verdadera trata de deberes y derechos recíprocos.
Se destacan principalmente el crédito y la deuda, pero los restantes deberes y facultades (accesorios a estos) tienen
que ser necesariamente considerados, pues de lo contrario, se obtiene una visión parcial de la obligación.
El derecho de crédito.
El derecho de crédito, en sentido estricto, es el que ostenta el acreedor con poder o facultad para exigir del
deudor el bien que le es debido.
Es un verdadero derecho subjetivo, en virtud del cual el acreedor está en condiciones de obtener la satisfacción de
su propio interés mediante la actuación del deudor (prestación) o mediante la ejecución forzada. El derecho de crédito
se dirige a la obtención del objeto específicamente debido.
En caso de incumplimiento absoluto nace una nueva obligación, en virtud de la cual el acreedor puede dirigirse al
patrimonio del deudor para tomar de él la indemnización pertinente. Lo que decide si el derecho del acreedor se ha de
dirigir al bien debido o si se ha de orientar al patrimonio del deudor es el hecho del incumplimiento imputable.
Desde el punto de vista de la sociología del derecho, se piensa que el acreedor se halla en una situación de poder
que va mucho más allá del simple derecho subjetivo de exigir el bien debido.
Desde la perspectiva sociológica, el derecho de crédito refleja toda la situación de poder (jurídico, económico y
social) que el acreedor puede hacer valer contra el deudor. La situación acreedora se presenta como un centro de
imputación y unificación de facultades y prerrogativas, especialmente jurídicas, cuyo beneficiario es el acreedor.