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Cine y fotografía.
La poética del Javier Marzal Felici
punctum en El
muelle de Chris
Marker (La jetée,
1962)* La fotografía en el cine
A poco que exploremos en nuestra me-
moria cinematográfica, no resulta de-
que la imaginería del flashback forma
parte de un sistema expresivo que
busca una respuesta emotiva del espec-
masiado difícil recordar numerosas pe- tador: este procedimiento de alteración
lículas en las que la imagen fotográfica temporal está, en efecto, íntimamente
aparece como un elemento esencial de ligado al primer plano del personaje o
la trama narrativa, generalmente como a la fotografía como objeto, imágenes
un objeto —una fotografía— que sirve que sirven de punto de arranque de
al personaje para evocar un tiempo pa- numerosos flashbacks (TURIM, 1989;
sado, feliz o infeliz. En el melodrama MARZAL, 1998).
fílmico, por ejemplo, la casi totalidad Es una fotografía encontrada en una
de los flashbacks utilizados correspon- maleta por la nieta de un miliciano, la
den a breves y fugaces recuerdos de que desata el arranque de la historia
los protagonistas, muchas veces moti- central del filme Tierra y libertad (Land
vados por la visión de una fotografía and Freedom, Ken Loach, 1994). En De-
o de un objeto perteneciente al perso- seo de una mañana de verano (Blow-Up,
naje que se echa en falta. David Wark Michelangelo Antonioni, 1966), el pro-
Griffith era consciente de que la téc- tagonista del filme, basado en el relato
nica del flashback la había tomado de Las babas del diablo de Julio Cortázar,
la literatura naturalista y de su utilidad se obsesiona con una fotografía tomada
para crear suspense al suponer, en la en un parque público de Londres, que
práctica, una detención momentánea parece haber captado el asesinato de
del fluir narrativo. Se puede afirmar un hombre. En La ventana indiscreta
(Le fond de l’air est rouge, 1977), filme ráneo. Finalmente, Immemory (1997)
documental que ofrece una reflexión presenta una instalación multimedia
sobre distintos conflictos como Viet- interactiva, expuesta originalmente en
nam, Mayo del 68, Praga, Chile, etc., que el Centro Georges Pompidou de París,
son puestos en relación dialéctica; etc. compuesta de fotografías, secuencias
Resulta imposible sintetizar la extensa de películas del propio realizador, des-
obra documental (docuficcional) de cartes de películas, vídeos, etc., en CD-
Marker, pero esta rápida enumeración ROM, como fragmentos de una memo-
de filmes y argumentos nos puede dar ria heterogénea que cada espectador
una idea general de la riqueza y varie- tiene la posibilidad de construir, a su
dad de sus trabajos. propia medida. 06
A partir de los años ochenta, Chris Como nos recuerda Santos Zunzu-
Marker empieza a utilizar también el negui (ORTEGA Y WEINRICHTER,
vídeo como soporte de trabajo, produ- 2005: 165-166), André Bazin señalaba,
ciendo obras que se pueden enmarcar en 1958, que «Chris Marker aporta en
en el campo del videoarte, las videoins- sus filmes una noción absolutamente
talaciones y el CD-ROM. Entre los prin- nueva del montaje que denominaré ho-
cipales trabajos que dirige, destaca Sin rizontal, por oposición al montaje tradi-
sol (Sans soleil, 1982), en la que una cional que se manifiesta a lo largo de la
mujer lee unas cartas de un amigo película en la relación de plano a plano.
operador de cámara de cine que viaja Aquí, la imagen no remite a lo que la
por todo el mundo, confrontando imá- precede o sigue, sino lateralmente en
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genes de Japón y de África, de países cierto sentido a lo que se dice». De este
tan pobres como Guinea Bissau y Cabo modo, la escritura audiovisual de Mar-
Verde. A modo de collage audiovisual, ker, ya desde sus primeros filmes docu-
la voz en off de la mujer compone un mentales (pertenecientes al paradigma
relato a partir de los recuerdos del del discurso lineal, frente a la hipertex-
amigo cineasta con lo que se construye tualidad de sus trabajos videográficos e
una suerte de memoria ficticia. En Ni- hipermedia) se puede rastrear una vo-
vel 5 (Level 5, 1996), Marker cuenta luntad por construir un pensamiento
la historia de Laura, una mujer que basado en la laterialidad, que busca
desea seguir la tarea de terminar un continuamente, en el choque dialéctico
videojuego inacabado por su amante entre la palabra y la imagen, golpear la
fallecido sobre la batalla de Okinawa, inteligencia del espectador y despertar 08
terrible episodio de la Segunda Guerra sus emociones, en definitiva, provocar
Mundial que ha sido olvidado por la una reflexión, antes que nada, sobre
memoria colectiva. El recuerdo de un la propia naturaleza de la escritura
porvenir es la tercera película de Chris cinematográfica. Por ello, nos parece
Marker rodada íntegramente con fo- muy pertinente la relación que Santos
tografías de Denise Bellon, a través de Zunzunegui dibuja entre la obra de
las cuales Marker rastrea el futuro que Marker y la de dos grandes cineastas
vendrá, la Segunda Guerra Mundial y de la melancolía como Orson Welles y
los conflictos coloniales de la posgue- Jean-Luc Godard. En efecto, como su-
rra. Por otra parte, destaca su produc- cede con Chris Marker, también la fil-
ción de obras multimedia, como Zap- mografía de Welles puede concebirse
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ping Zone: Proposals For An Imaginery como una combinación y síntesis del
Television (1990-97), una videoinsta- cine con otras artes como el teatro, la
lación en la que combina fotografías, radio o la música. Y como ocurre con
fragmentos de sus filmes, imágenes Godard, Marker no parece «dispuesto a
de algunos de sus trabajos para tele- contemplar la irrupción de las nuevas
visión, programas informáticos, etc., tecnologías en el campo cinematográ-
como una suerte de metáfora sobre el
zapping como forma de consumo de Fotogramas 06-10. El estallido de la Tercera Guerra
imágenes del espectador contempo- Mundial provoca la destrucción de París
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tiempo, haciendo posible que él mismo, Tercera Guerra Mundial». A ello le si- serie de peripecias que articulan una
de niño, pudiera presenciar su propia guen la imagen de un campanario y del historia laberíntica [Fotogramas 11-15],
muerte. muelle, y el sonido de la megafonía del el narrador nos conduce al desenlace de
Estamos ante un relato de claras re- aeropuerto de Orly, adonde los padres la historia, trazando un círculo que nos
miniscencias borgianas, donde destaca habían llevado al protagonista, de niño, devuelve al principio del filme: «Una
la utilización de una escritura sencilla, como era costumbre hacer los domin- vez en el muelle de Orly…, en ese calu-
menuda, en la que parece dominar el gos en aquellos años. Queda grabada roso domingo de preguerra…, en el que
principio de economía, lo estrictamente en su memoria la imagen del rostro ahora podía permanecer, pensó con un
esencial. La poderosa voz en off, que de una mujer, perturbada por el asesi- poco de vértigo que el niño que había
casi resulta hipnótica, carece de todo nato de un hombre, cuya muerte crea sido…, también debía estar allí, mirando
aquello que pudiera ser adorno o afec- un momento de confusión en el mue- los aviones. Pero primero buscó el rostro
tación. Como ocurre con la escritura de lle [fotogramas 02-05]. «Nada distingue de una mujer…, en el fondo del muelle.
Borges, en El muelle el relato del narra- los recuerdos de los momentos corrien- Corrió hacia ella. Y cuando reconoció
dor prescinde de cualquier información tes, no se descubren hasta más tarde, al hombre que le había seguido desde
ajena a lo fundamental: se podría afir- por sus cicatrices. Sobre ese rostro que las galerías…, entendió que no se podía
mar que lo esencial se ilumina al no es- tenía que ser la única imagen de paz huir del Tiempo…, y que ese instante que
tar enturbiado por ninguna otra cosa. para atravesar tiempos de guerra…, se le habían concedido de niño…, y que
Escuchamos el sonido de los motores preguntaba si lo había visto realmente o tanto le había obsesionado…, era el de
de los aviones mientras vemos la ima- si había creado un momento de ternura su propia muerte». La voz del narrador
gen del muelle de Orly, y comienza la para sobrellevar el momento de locura es acompañada por una serie de foto-
música de Trevor Duncan, basada en que vendría después…, el súbito ruido, grafías fijas que acentúan el suspense,
unos cantos litúrgicos rusos del sábado el gesto de la mujer…, la caída de un entre las que destaca la poderosa ima-
santo, solemne y misteriosa. La voz en cuerpo…, y el griterío de la gente en el gen de la mujer mientras contempla la
off comienza el hipnótico relato: «Esta muelle, turbada por el miedo». En ape- muerte del protagonista [Fotogramas
es la historia de un hombre marcado nas tres minutos, el narrador ha sido 36-41].
por una imagen de la infancia. La es- capaz de exponer el nudo principal del Otro rasgo característico de la escri-
cena que le perturbó por su violencia, relato, y de despertar en el espectador tura de Borges es perfectamente reco-
y cuyo significado comprendería años entre curiosidad y fascinación por la nocible en El muelle: la naturaleza in-
más tarde, ocurrió en el muelle de Orly historia contada. [Fotogramas 06-10] tertextual de todo texto artístico, cómo
algunos años antes del comienzo de la Como buen relato borgiano, tras una toda obra es siempre resultado de una
Fotogramas 36-41. El protagonista regresa al muelle (La jetée) de Orly
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reescritura que entronca con una tra- Vértigo, está presente en El muelle: en Fotograma 16. El peinado de la mujer recuerda el de
Madeleine en Vértigo
dición de textos preexistentes, con los uno de sus primeros encuentros en el
Fotograma 21. Se detienen delante de un tronco de
que dialoga. De este modo, en El muelle viaje en el tiempo, el protagonista pasea secuoya, donde señala que viene del futuro
no es difícil escuchar los ecos de la voz con la mujer en el parque, y la sección Fotograma 22. Imagen del único plano con movi-
miento de la mujer mirando directamente a cámara
hipnótica del narrador de El año pa- de un tronco de secuoya le sirve para
Fotogramas 31-35. El protagonista consigue viajar
sado en Marienbad (L’année dernière à señalarle que procede del futuro [foto- al futuro
Marienbad, Alain Resnais, 1961), de las grama 21]. Asimismo, el protagonista
poéticas imágenes de los cuerpos des- de El muelle, como Scottie, está obse-
nudos, bañados por la lluvia radioac- sionado con la imagen de una mujer.
tiva, de los protagonistas de Hiroshima, Precisamente, el rostro de la mujer, ob-
mon amour (Alain Resnais, 1959), pero, sesión fetichista del protagonista (como
sobre todo, de Vértigo (De entre los Madeleine para Scottie), da lugar al
muertos) (Vertigo, Alfred Hitchcock, único plano con movimiento en la pelí-
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1958), cuyas referencias son claramente cula —un plano de siete segundos, ubi-
explícitas. En efecto, Marker siempre cado en el minuto 18:46—, en el que la
ha confesado su fascinación por el mujer permanece acostada en la cama,
filme de Hitchcock, y por ello, resulta abre los ojos y mira directamente al
casi inevitable establecer una relación protagonista (a la cámara, es decir, tam-
entre la mujer amada/amante del pro- bién a nosotros) [fotograma 22]. Cabe
tagonista de El muelle y Madeleine, la recordar que en la trama de Marker, los
protagonista de Vértigo, objeto de deseo científicos descubren que los viajes en 32
que provoca la fascinación de Scottie. el tiempo solo funcionan con personas
que tienen capacidad para rememorar
Fotografía y poeticidad en El muelle fuertes imágenes, de ahí la trascenden-
de Chris Marker cia de la memoria como uno de los mo-
Las referencias a Vértigo son bastante tivos principales de la película.
evidentes en El muelle en muchos más Precisamente, éste es uno de los as-
sentidos. Ambos filmes son una me- pectos centrales que conectan El muelle
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ditación sobre el tiempo, el amor y la con nuestra reflexión sobre la fotogra-
memoria, ingredientes esenciales de la fía como forma de expresión. Decíamos
melancolía. El muelle (el muelle, lugar que el filme es también, o sobre todo,
que marca el punto de partida y de lle- una reflexión sobre la naturaleza de
gada del viaje del protagonista), sigue, la imagen fotográfica. A propósito de
desde un punto de vista narrativo, una la fotografía, Roland Barthes señalaba
estructura circular (incluso el cabello que «lo que la Fotografía reproduce al
ondulado de la mujer nos recuerda el infinito únicamente ha tenido lugar 34
de Madeleine, nombre de reminiscen- una sola vez: la Fotografía repite me-
cias proustianas, y que cabe relacionar cánicamente lo que nunca más podrá
con la cinta de Moebius de los créditos repetirse existencialmente. En ella el
de Saul Bass en el filme de Hitchcock), acontecimiento no se sobrepasa jamás
conectando el pasado y el futuro (el pre- para acceder a otra cosa: la Fotografía
sente para el protagonista) [fotograma remite siempre el corpus que necesito
16]. También la referencia al bosque de al cuerpo que veo, es el Particular ab-
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secuoyas, de la conocida secuencia de soluto, la Contigencia soberana, mate y
elemental, el Tal (tal foto, y no la Foto), puede explicarse con palabras: se trata perversa entre dos conceptos: lo Real
en resumidas cuentas, la Tuché, la Oca- de una suerte de arrebato (como el que y lo Viviente: atestiguando que el ob-
sión, el Encuentro, lo Real en su expre- sufre el protagonista del filme de Iván jeto ha sido real, la foto induce subrep-
sión infatigable» (BARTHES, 1980: 31). Zulueta, Arrebato, 1980) que solo puede ticiamente a creer que es viviente...»
Así pues, para Barthes, la fotografía ser experimentado. No en vano se (BARTHES, 1980: 139). De este modo,
produce una experiencia de desorden, puede afirmar que El muelle, en tanto la fotografía afirma la conclusión de
de incomodidad, que provoca en quien que álbum de fotografías de una histo- un tiempo ya pasado, la imposibilidad
la contempla una fuerte contradicción ria fascinante, permite comprender el de volver atrás, de poder recuperar el
entre nuestra propia subjetividad y lo acto de ver fotografías, como una expe- referente perdido. Es en ese desgarro
que parece referir mecánicamente (el riencia muy cercana a la muerte: «En vital donde cabe inscribir el punctum
referente real). En el relato de El muelle la Fotografía la presencia de la cosa (en barthesiano, pero también la propuesta
nos hallamos ante una continuidad de cierto momento del pasado) nunca es estética de El muelle de Chris Marker.
fotos fijas, suturadas por la pregnante metafórica; y por lo que respecta a los Vemos, pues, que la ambigüedad on-
voz del narrador, que resultan absolu- seres animados, su vida tampoco lo es, tológica de la imagen fotográfica es una
tamente perturbadoras, punzantes y salvo cuando se fotografían cadáveres; clave fundamental para comprender la
cautivadoras. Nos hallamos, pues, ante y aún así: si la fotografía se convierte extraordinaria potencia metafórica y
una colección de imágenes que cabría entonces en algo horrible es porque poética de El muelle. En efecto, la inde-
situar en el territorio del punctum bar- certifica, por decirlo así, que el cadá- terminación o entropía de significacio-
thesiano. Frente al studium, el punctum ver es algo viviente, en tanto que cadá- nes se muestra en el filme de múltiples
ha de relacionarse con la experiencia ver: es la imagen viviente de una cosa modos: se omiten los nombres de los
que supone contemplar fotografías ínti- muerta. Pues la inmovilidad de la foto personajes protagonistas (la ausencia
mas, una fascinación que a menudo no es como el resultado de una confusión de nombres todavía facilita más la pro-
yección del espectador con la historia),
Fotogramas 23-30. La pareja visita un museo de animales eternos
no se ofrece ningún tipo de explicación
mínimamente razonada sobre cómo se
realizan los viajes en el tiempo o infor-
mación alguna sobre la tecnología que
los hace posibles [Fotogramas 31-35], y
los viajes del protagonista al pasado y
sus apariciones no parecen provocar ni
23 24 una sombra de extrañeza, temor o so-
bresalto en la mujer.
Pero lo que resulta asimismo muy
llamativo es que numerosas imágenes
—fotogramas o fotografías— son pla-
nos cortos de personas (las piernas del
niño sobre la barandilla del muelle de
Orly [Fotograma 3], la mujer en primer
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plano, plano medio o plano americano;
la niña situada en primer término
cuando el protagonista regresa, adulto,
al muelle de Orly [Fotograma 36]; etc.),
detalles de objetos (esculturas inertes,
la barca en el lago, el gato que mira a la
cámara —un animal por el que Marker
27 28 siente debilidad—, los animales diseca-
dos («eternos») del museo de historia
natural que visita la pareja, metáfora
de la muerte) [Fotogramas 23-30] o
planos generales de espacios y lugares
(las imágenes de París en ruinas, tras la
devastadora guerra, el cementerio, una
habitación en la que se encuentran los
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amantes, las imágenes de la red de gale-
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