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Historia y nacionalidad en Guatemala y México a 2] EL COLEGIO DE ALISC Asociados Numerarios de El Colegio de Jalisco Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologia Gobierno del Estado de Jalisco heed Universidad de Guadalajara ‘ Instituto Nacional de Antropologfa e Historia El Colegio de México, A.C. Ayuntamiento de Guadalajara ‘Ayuntamiento de Zapopan El Colegio de Michoacdn, A.C. © DR. E1Colegio de Jalisco 5 de Mayo 321 W925 45100 Zapopan, Jalisco Primera edicién, 2001 Cuidado de la edici6n: Alfonso Toral y Angélica Maciel Iustracién de cubierta: Gabriel Tatton. The New World ‘Mapoteca Orozco y Berra. México. ISBN 968-6255-49-4 Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico BIBLIOTECA CENTRAL UNAM | indice 525563 Palabras iniciales Miguel Alberto Paredes Vides. México y Guatemala un pasado comin yun futuro compartido Gral. Clever Alfonso Chavez Marin . Repensando el concepto de Mesoamérica Andrés Fabregas Puig Historia y nacién Jaime Olveda Historia y nacionalidad José Marfa Murié Globalizacién e identidades nacionales Rubén E. Néjera La ensefianza de la historia nacional en el sistema educativo guatemaiteco Gustavo Palma Murga. La dicotomia indio-ladino y el racismo como mentalidad hegeménica en Guatemala * dorge Ramén Gonzélez Ponciano . . Identidad nacional: mito, historia y lenguaje Agustin Vaca Selle 27 39 55 . 67 81 9 109 | PALABRAS INICIALES Encuentro académico Guatemala-México “El conocimiento de la historia como forjador de nacionalidad” La globalizacién es un proceso de alcance mundial que plantea una serie de cuestionamientos a los estados y so- ciedades en este fin de milenio, sobre todo en términos de la construccién y reproduccién de referentes de identidad nacional. Los términos de referencia que se desprenden de este nuevo orden implican, entre otras cosas, replan- tear las formas de vinculacién de los ciudadanos con su territorio, su patria, su pais y su estado. EI Estado ha sido tradicionalmente el proveedor por excelencia de una visién especifica, a partir de la cual los ciudadanos se deberian sentir vinculados a él y asumirse como actores y constructores, no sélo de sus aspectos ma- teriales, sino también de los relacionados con su imaginario social amplio y nacional. Como sociedades enfrentamos un reto bastante im- portante, sobre todo el de plantearnos la posibilidad de cuestionar los que hasta ahora han sido nuestros referen- tes y vinculos afectivos y simbélicos para con la nacién e, igualmente, de asumir la tarea de reelaborarlos para que puedan reflejar las nuevas dinamicas sociales. Y este es el objetivo de nuestro encuentro y el principio de reflexién por la temtica que se va a desarrollar, y algo muy importante: a la historia no debemos de entenderla como un simple recuerdo de acontecimientos, la historia la hacemos hoy. Deseo patentizar nuestro agradecimiento por él logro de este evento, primeramente al Sr. embajador de Méxi- co y al personal de esa entidad que hizo posible el mis- mo; a la Asociacién para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO), al Centro de Investi- gaciones Regionales de Mesoamérica (CIRMA), a la Es- cuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala y a la Alianza Francesa de Antigua. Miguel Alberto Paredes Vides 10 MEXICO Y GUATEMALA UN PASADO COMUN Y UN FUTURO COMPARTIDO Gral. Clever Alfonso Chavez Marin ‘México y Guatemala son dos pueblos més que hermanos, somos gemelos entre los que existen més elementos de unién que de separacién Historia Desde que esta zona del continente emergié, y con la aparicién de la vida vegetal y humana, inicié la comu- nién de estas dos tierras, que han permanecido juntas y lo seguirén por los siglos de los siglos. Durante tanto tiempo la hemos compartido que de- bemos darnos cuenta por qué somos més que hermanos. Las caracteristicas que nos han dado una fisonomia propia dentro del continente americano y en el mundo incluyen la formacién racial de nuestros pueblos. Ahora, en el curso de los siglos y en virtud de su actividad sobre el medio en que vivieron, todos los han ido diferencian- do paulatinamente. Ambas tierras de volcanes, habitadas por hombres hechos de maiz que creen y crean, que si bien a princi- pios del siglo XVI atin no conocfan el hierro y la rueda y carecian de bestias de traccién, por lo que algunos pien- san que atin estaban en la barbarie, habian llegado a un alto nivel de las superestructuras sociales. La estructura de la mayoria de nuestros pueblos estaba basada en las relaciones del parentesco sanguineo; su forma més i avanzada era la de confederacién de tribus. Su astrono- fa y su cronologia eran perfectas para la época y su ca- Iendario, formado siglos antes de nuestra era, tenfa un valor superior alos calendarios Juliano y Gregoriano. Su conocimiento de la flora y fauna era profundo. [La agricultura crecia por el trabajo intensivo y gracias a sus ingeniosos sistemas de inigacién; sus industrias,limita- Gas a los tiles de producci6n que posefan eran de gran ri- cqueza: cerdmica, textiles, orfebreria, pulimento de piedras preciosas, etcétera. La arquitectura habfa alcanzado ya las dimensiones de ‘obras monumentales en el arte mayor. Las leyes o normas {que regian la sociedad obedecian a un concepto de codii cacion légica. En esa época, especificamente de los ol mecas y mayas, se desarrollé una cultura que hoy, y cada dia que pasa, Seombra al mundo por el nivel de desarrollo que logr6, pro- ducto precisamente de las tierras que hoy compartimos. En el postelasico, con la llegada de los mexicas a este rumbo, se le legaron a cambiar a la lengua nahuail los anti- uos topdnimos, pero quardando el mismo significado que hha permanecido hasta la actualidad. Ahi estan las palabras, expresadas cotidianamente sin ponerse a pensar cual es su origen; por ejemplo, el nombre de la misma Guatemala cuyo significado ustedes conocen mejor que nadie, En el Popol Vuh se encuentra entre los progenitores Gucumatz, el Quetzalcéatl maya, Kukulcan, Fara otros. También se encuentra Tulén cuando llegaron varias tribus como la yanqui; al no poder entenderse por la variedad de lenguas,al llegar ah, se separaron las unas de las otras; hubo algunas que se fueron para el oriente y otras se vinieron qu‘: Tulén, nticleo de las razas de México y Guatemala. 12 ‘También en Anales de los Cakchikeles y en los libros del Chilam Balam, se considera a la legendatia Tula como el centro de difusién de las razas que poblaron tan- . 0 la peninsula de Yucatén como el interior de la ahora Repiblica de Guatemala. Instrumento musical: la marimba La marimba es el instrumento prehispénico cuya diversi dad en modelos no differen de la misma base en su con- cepcién. El aprovechamiento del sonido musical que se obtiene de la percusién de tablas de distintas maderas, hizo que se conociera en México y en Guatemala. En Mé. xico, segiin un documento escrito por Pedro Gentil de Bustamante en 1545, era conocida con el nombre de yo- lotli, que en lengua espariola significa “coraz6n del cielo”: Dicho instrumento est compuesto de 8 tablillas de made- ra roja, desiguales de tamatio, que estén (sic] agujeradas y unidas con cordén y producen eco alegre con tablas de palo de macaguil... las hileras de tablas amarradas a orque- tas cortas sembradas y estiradas, bajo dicho instrumento un hoyo, y pegadas con resina en las tablas cascabeles de ser- pientes que hacen vibrar las notas musicales con golpes de 2 ‘pequefios falillos con cabeza de cera negra, uno por cada mano ... _Este documento se encuentra en la Presidencia Mu- nicipal de Jiquipilas, Chiapas, segtin el libro Evoluctén de la Marimba en Chiapas, de César Pineda del Valle. En un libro llamado Horizonte de la mtisica precorte- siana, de Patio Castellanos, se ve en la reproduccién de imagen “de un cédice quatemalteco” a un quiché seden- te, con tocado y faldilla suntuosamente decorada, el bra- 20 izquierdo extendido, apoyando su mano sobre un 13 baculo también adornado. De ese brazo extendido pen- den diez tablillas de diferentes longitudes y anchuras, atadas ala extremidad superior por cinco cordones; en la mano derecha un palillo con adornos que parecen ser volutas, y que yo interpreto como correspondientes al so- nido musical. En el Museo de Antropologia de Tuxtla Gutiérrez, en alguna ocasién lef la informacién de que en un vaso maya, al parecer del Horizonte Clésico, que se halla actualmente en el museo dela Universidad de Pensilvannia, aparece un instrumento antecesor de la marimba, sin mayores datos. Segiin el Diccionario de Mtisica en México, de Gabriel Pareyén, ya existian instrumentos de este tipo en Mesoa- mérica, como el tecompiloa, una variante del teponaxtli. Al ser introducido el balafén a América por los esclavos negros de Centroamérica a principios del siglo XVI, se di- fundié con rapidez y evolucioné hasta llegar a convertirse en las marimbas actuales, En la obra de fray Antonio de Remesal, llamado el Pri- mer Cronista de Guatemala, en el libro 11, Capitulo XXII, habla de fray Juan Cabezas, quien fue nombrado obispo de Guatemala “y entré en este obispado afio de 1612, ... tenia musica de negros que trajo de La Habana...” EI autor del estudio preliminar, Carmelo Séenz de Santa Maria, anota: eTraerian ésios a Guatemala la primera marimba que ha- bria de triunfar en toda la linea sobre el primitivo tambor de madera? No existe ninguna descripci6n de los instru- ‘mentos con que contaba este conjunto. Tanto mexicanos como guatemaltecos han aportado ‘nnovaciones para alcanzar lo que ahora es la marimba, 4 que viene siendo el instrumento musical nacional en este pafs y representativo del sur de México. Festivales nacionales y ahora internacionales se han organizado en Chiapas, donde se han reunido marimbas de diversos pafses del mundo, sin faltar Guatemala con su marimba de Bellas Artes, la de concierto de la Presidencia de esta Repiblica. Héroes indigenas y conquistadores Durante la conquista espafiola compartimos también la valentfa, el arrojo por la vehemente defensa de nuestra raza; personajes como Tectin Uman, Cuauhtémoc y Te- namaztle, se hermanaron en sus luchas para mantener la integridad de sus pueblos. Con el inicio del periodo colonial hay mucho mids en comiin, con la llegada de los conquistadores Diego de Ma- zariegos, Pedro de Alvarado, Bernal Dfaz del Castillo, etc. Este tiltimo con la escritura del libro La Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva Espara, obra sin igual que nos ha brindado tanta informacién para conocer la teali- dad de los hechos sucedidos durante ese episodio de nuestra historia, de lo que ahora son México y Guatemala; esté celosamente guardada en la Biblioteca Nacional de la capital de este hermoso pafs de Guatemala. En una de mis primeras visitas a la ciudad de Guate- mala, hace més de 30 afios, mi motivo en esencia fue co- nocer aquel libro. Acudi a la mencionada biblioteca; fui gentilmente atendido por el director de la misma, de quien lamento no recordar su nombre; habfa estudiado su postgrado en México, Pensaba que urios 30 minutos serfan suficientes para cumplir esta inquietud, pero resul- £6 que habiendo llegado como alas 10:00 de la mafiana, sali cinco horas después, sin darme cuenta del paso del 15 tiempo, comentando los capftulos de este manuscrito-y, sobre todo, disfrutando sus detalles, especificamente del correspondiente a la Noche Triste. Se lamentaba,’en aquel entonces, que tan pocos mexicanos acudiésemos a cono- cer este invaluable documento, que hacia poco habja re- gresado de los Estados Unidos, en donde le dieron un tratamiento para su adecuada conservacion. Muchas gra- cias Bemal, muchas gracias Guatemala. Dela obra que hablamos, en el Capt Cx, cuyot- tulo es “Como acordamos de nos ir huyendo de México, ylo que de ello se hizo”, Bemal relata: “ Olvidado me he de escribir el contento que recibimos de ver viva a nuestra Dofia Marina y a Dofia L.uisa, hija de Xi- cotenga, que las escaparon en las puentes unos tlascalte- «as... fueron unos hijos de Xicotenga, hermanos de Dofia, Luisa, y quedaron muertas todas las més naborfas que nos habian dado en Tlascala y en México. En otro inciso del mismo capitulo escribe: Pues qué fiesta y alegria mostraron con Dofia Luisa y Dofia Marina cuando las vieron en salvamento, y qué llo- rar, y qué tristeza tenian por los demés indios que no ve- nian, que se quedaron muertos, en especial el Mace-Escasi por su hija Dofa Elvira, y lloraba la muerte de Juan Ve- ézquez de Léon a quien la dio. En la Historia de Tlaxcala, de Diego Mufioz Camar- go, se relata: “Y ansf fue que el buen Xicoténcatl dio una hija suya, hermosa y de un buen parecer, a Don Pe- dro de Alvarado por mujer, que se llamé Dofa Luisa Techquilhudtzin”. Doria Luisa, la sefiora tlaxcalteca, lo acompaiié fiel- mente al resto de la campafia en México, Guatemala y 16 Peri, y de ella hubo un hijo, que se dijo don Pedro, na- cido en México, y una hija que se dice dofia Leonor, naci daen Guatemala. Después de la muerte de Alvarado residié en la Cuarta calle Oriente, donde murio; fue inhumada enla catedral de la entonces Santiago de Guatemala, hoy Antigua. Doria Leonor, entonces, tiene un lugar en la his~ toria de este pais. Hablando un poco de Pedro de Alvarado, sangui- nario pero valiente personaje, encontramos su presen- cia en la conquista'de México y Coatemallan, ademas desu muerte acaecida en las tierras de la Nueva Galicia, durante la rebelién de los caxcanes, Cuentan que corria el afio de 1540 cuando se escucha- ba el gtito de guerra de los caxcanes: iAscanquema tehual nehual! (ihasta tu muerte o la mfa!). El grito lo dice todo, la decisién de luchar hasta alcanzar la victoria o la muerte, Cuando se hallaba casualmente Alvarado en el pue- blo de La Navidad, y el virrey Antonio de Mendoza no podia controlar las rebelién encabezada por Coaxicar, segiin Pérez Verdia; Petacatl, segin don Antonio de Men- doza y Tenamaxtle, quien se rebelé siendo alguacil de su majestad, se le solicit6 su ayuda y se trasladé a la zona del conflicto. Se efectué una junta guerrera en la que el gobernador opinaba que debian esperar los refuerzos prometidos por don Antonio de Mendoza, ya que los in- dios eran muy aguerridos y valerosos, lo que hizo que All- varado repondiera: Vergiienza es que cuatro gatitos encaramados en los riscos de los montes hayan hecho tanto ruido, que estén alboro- tando a dos reinos. Con menos gente que la que traigo basta y sobra para sujetarlos, no hay que esperar més. Ww Marché, pues, Alvarado, con cien soldados espa- oles y cinco mil auxiliares de Michoacén, Tonalé y Tla- jomulco, hacia el Toc 0 Pefién de Nochistlan, donde se hallaban mas de quince mil indios, detrés de siete cercas. Era el 24 de junio, dfa de San Juan, de 1541 cuan- do artibé a ese sitio y, bajéndose del caballo, “Esto ha de ser asi”, y empez6 a quitar piedras de la primera cerca para hacer un portillo y poder pasar a pelear en el cerro; fueron recibidos con piedras y flechas, lo que obligé a que se retiraran. Uno de los acompafiantes, un soldado llamado Baltasar de Mon- toya, escribano del ejército de Alvarado, ya que hubo disminuido la intensidad del ataque de los rebeldes, iba de fuga en un caballo cansado, y subiendo una cuesta espoleaba por adelantarse, temiendo peligrar si les daban alcance. El adelantado iba a pie y viéndolo ijo: “Sosegaos Montoya, que parece que los indios nos han dejado”. Aquel espoleaba mas y en el terreno fangoso y resbaladizo, por ser temporada de lluvias, el caballo cay6 por la cuesta; antecogié a Alvarado al fondo de la barranca dejandolo malherido. Fue reco do y llevado a Atenguillo en donde le expres6 a Ofiate: “Ya esta hecho, équé remedio amigo? Curar el alma. iDios sea loado! Me siento de muerte, que me lleven pronto a la ciudada arregiar el alma!” Murié en Guada- lajara el 4dejuliode 1521. , i Volviendo a Tenamaztle, coh sus caxcanes obtuvie- ron una victoria, lo que obligé a que la Guadalajara actual se fundara en el Valle de Atemajac en 1542. En la conti: nuacién de la rebelién los espafioles triunfaron; fray Anto- nio Tello escribié: “Y viviendo los enemigos su dafio, por no darse a prisién, se despefiaban por la parte do el virrey Mi i: be a i 18 estaba, que daba ldstima verlos, porque de esa suerte murieron més de dos mil”. Acé se repite la accién que se vivi6 en El Sumidero, con el sactificio de los chiapa afios antes, cuando les tocé ser conquistados. Tenamaztle cay6 prisionero y fue remitido a Espafia Segiin el Archivo de Indias escribié una Relacién de sus Agravios, documento fechado el 1 de julio de 1555 y pre- sentado con gran valentia al rey y ante el Real Consejo de Indias, No sdlo solicité mercedes para él, sino justicia y li- bertad para su fustigado pueblo. Pero lo més importante es que Tenameztle conocié al padre de Las Casas en Va- lladolid, siendo él quien lo asesoré en la redaccién y pre- sentacién de sus reclamos. Desde luego que fray Bartolomé de Las Casas es muy importante en la historia de ambos pafses; nombra- do procurador universal'y protector de las Indias, cuya trayectoria esté ampliamente,difundida y conocida, nece- sitarfamos de muchas horas para hablar de él. Esta tierra del quetzal, que por cierto el nombre es. néhuatl y quiere decir hermoso, ha sido cuna de tantos poetas que los ha compartido con México, entre los que se encuentra el gran Rafael de Landtvar, quien en su Rustic tio Mexicana canta al campo mexicano as{ como a la ini- gualable hermosura de la naturaleza de la Guatemala de su época, En el Libro xil, Las Fuentes, habla del “caserfo de humilde aldea llamada Zapopan ... un inmenso campo se difunde por la rida extensién ... no bastaria el Danubio para refrescarias”, habla de una boca que destila lluvia co- piosamente; estaba a un lado en que se levantan las chozas del pequefio poblado de Zapopan; actualmente todavia existe, se encuentra en una propiedad particular. La ciudad esta integrada a ia zona conurbada de Guadalajara. En Zapopan se encuentra la sede de El 19 Colegio de Jalisco y hoy es ciudad hermana de Antigua; esa Antigua que resurgié como el Ave Fénix, de los es- combros producidos por los terremotos de 1773. Los Bethlemitas ‘Algo més que une en la historia a nuestros dos pueblos es lo referente a la orden de los Betlehemitas. En Espatia, desde el siglo XV, una orden habfa estado al cuidado de los enfer- mos, La orden, fundada en Granada San Juan de Dios, se propag6 ampliamente hacia las Américas, en especial por - México, donde tuvo no menos de 50 a 60 casas dedicadas a cuidar enfermos, Antes de que llegaran los juaninos a México, ya existia un hospital en la Nueva Espafia, el se- undo fundado en este nuevo continente debido a la man- da testamentaria de Hemén Cortés, el Hospital de Jestis, cuyo levantamiento puede fijarse hacia 1535 a 1545. En nuestra ciudad de Guadalajara, cuya cuarta fun- dacién fue definitiva y se realiz6 el 14 de febrero de 1542, se establece en 1545 un hospital en el centro de la ciudad, y se le llama Hospital Real de San Miguel, invo- cando como su protector a San Miguel Arcdngel. Todos ustedes saben la historia del hermano Pedro, fray Pedro de San José de Betancourt, quien vivid en la ciudad de Antigua Guatemala en extrema pobreza y que por llamamiento divino empez6 a cuidar enfermos; con- siguid que otras personas se agruparan a su alrededor y as{ surgié la congregacién de Nuestra Sefiora de Belén. ‘Su comunidad fue creciendo y pas6 a México en 1683, el arzobispo de este pais les dio una casa que estaba a me- dio construir y ahi establecieron un magnifico hospital, que ademés ensefiaria las primeras letras a los nifios pobres. ‘Al morir el hermano Pedro quedé fray Rodrigo de la Cruz al frente del convento de Belén, quien fue nombrado 20 por,el sumo pontifice prefecto general de la orden Bethlemita en cardcter vitalicio; falleci6 en México y nuestras tierras cobijan amorosamente sus restos. En 1704, en Guadalajara, el Ayuntamiento solicita al rey Felipe V que el hospital de San Miguel quede en poder de los Bethlemitas, en reconocimiento de su loable labor a "favor de aliviar el dolor humano. Llega a nuestra ciudad el obispo fray Antonio Alcalde, quien se interesa sobremanera en el proyecto de construir tun nuevo local para este nosocomio y se consigue un dise- fio muy interesante, ya que cambia el concepto de los edifi- cios que venfan desde el Renacimiento. Por diferentes motivos no se pudo construir el nuevo hospital; en 1787 su- cede una terrible epidemia que hace insuficiente el nimero de camas disponibles, porlo que el obispo solicita al rey, ha- ciéndole saber la situacién y que con recursos del obispado ¥ los propios podia iniciarse la construcci6n del mismo, la (que se inicié a fines de 1787 terminandose en 1793, pero el afio anterior ya habia fallecido el obispo Alcalde. Era un hospital con capacidad para mil camas, imagi- némonos lo que significaba para la época. En la actualidad sigue funcionando, con las modifi- caciones que la medicina modema exige, siendo tam- bién hospital escuela en donde se forjan los médicos egresados de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara, y sigue siendo conocido como el hospi- tal de Belén o también como el Hospital Civil viejo. Artistas Es muy satisfactorio visitar en la Antigua Guatemala el Mu- seo de San Carlos, donde se encuentran algunas de las obras de nuestros grandes aristas, los pintores Villalpando, Juan Comrea y Miguel Cabrera. 21 A fines del siglo XVI llega a Guatemala Quitio Cata‘io; se casa con una descendiente del conquistador de Chia- pas, Diego de Mazariegos. Quirio, un escultor quien junto con Alonso de la Paz y Pedro de Mendoza integré la plé- vyade de escultores cristeros, que iniciarfan el gran presti- gio de la escultura quatemalteca. Desgraciadamente, ignoro cuéntas y cudles tallas de estos artistas se encuentran en México. En los siglos que duré la Colonia, Lima, Guatemala y la Nueva Espafia formaron el triéngulo de la civilizacién americana, segtin asegura Valentin Abascal. De la época colonial es aquel fray Antonio Margil de destis, quien durante los 43 afios que estuvo en este conti- nente emprendié largas caminatas para recorrer los ca~ minos del sur y del norte de la Nueva Espafia. En sus re corridos surefios lleg6 hasta Costa Rica, pasando por Guatemala; le deben haber llenado el cotazén estas tierras porque afios después volvié y fund6 el convento de Cristo Crucificado, a inicios del siglo XVI. Todavia en el siglo XIX muchos chiapanecos venian a estudiar sus licenciaturas en diferentes carreras a este pais, dentro de los cuales recuerdo al Dr. Rodulfo Figueroa, in- signe poeta y médico a quien se le homenaje6 en 1999, en el centenario de su muerte. México ha recibido también a destacados guatemaltecos que con su trabajo e inspiracién nos han enriquecido; recor- demos a Carlos y Ana Mérida. Carlos se integré al movi- miento muralista mexicano con el grupo Renacimiento Mexicano, ya que vivia en México desde 1919. ‘Ana naci6 en México en 1924, hered6 la vena artistica del padre y pertenecié al primer grupo de danza moderna que se fund6 en 1939 por Ana Sokolow; llegé a ser directo- ra del Departamento de Danza del INBA. 22. Entre los escritores y poetas se encuentra nada menos que el Premio Nobel de literatura Miguel Angel Asturias, orgullo de las letras latinoamericanas, quien durante su permanencia en nuestro pafs también abrev6 el senti- miento de la historia nahuatl. Si las obras artisticas tras- cienden la vida humana, él, atin después de muero, sigue difundiendo la cultura de nuestra regién, al tener como mo- numento funerario una réplica de una estela maya en el cé- menterio en donde descansa su cuerpo en Paris. De Luis Cardoza y Aragén, otro literato a quien tene- mos ambos en vida y obra, compartimos sus cenizas mor- tales, va que una parte se esparcié en el cerro del Ajusco y otra parte en su natal Antigua. Le gustaba gritar a voz en cuello un verso'de Netzahualoéyot!: iSdlo venimas a soriar! Otto Ratil Gonzélez, quien en algiin tiempo fuera agregado cultural en la embajada de Guatemala en Méxi- co, se qued6 a residir entre nosotros; también sigue activo con su produccién poética, afiadiéndose que es el primer palindromista de habla castellana. En la actualidad reside en la ciudad de México un ar- quedlogo que ha trabajado més de treinta afios en la inveti- gacién de las culturas indigenas de nuestros pueblos: Carlos Navarrete, Premio Chiapas 1984 en la rama de ciencias por su obra antropolégica en conjunto. Por otra parte, en el Ambito religioso, ambos pueblos compartimos, desde el inicio del virreinato, el culto a la Virgen de Guadalupe y al Cristo Negro de Esquipulas. Relaciones diplomdticas Entre los embajadores que han representado a México en Guatemala, estuvo a principios del siglo Xx, don Victoria- no Salado Alvarez, asf como don Luis Pérez Verda, ilus- tres jaliscienses. Recientemente estuvo otro jalisciense, el sefior Lic. Don Guillermo Cosfo Vidaurri. los que no he mencionado, que me disculpen; sé que son muy numerosos, sin dejar de reconocer que esta platica no ha sido una relacién exhaustiva ni completa de los perso-! niajes de uno y otro pais que han contribuido a que tenga- ‘mos una relacién de mas que amistad. A través de la historia, en las situaciones conflictivas que han existido en nuestros paises, el asilo ha sido encon- trado en cada uno de nosotros; lo que ha contribuido a que exista el reconocimiento particular de cada uno de los afec- tados, no solamente el oficial. Como es natural entre hermanos, también se han en- frentado conflictos, los cuales han sido satisfactoriamente resueltos, como significado de que nuestras relaciones son perfectibles. En fin, son tantos y tantos los lazos que nos unen, porque hemos venido caminando del brazo por los cami- nos del tiempo, que ahora nuestro futuro forzosamente tiene que ser compartido en todos los aspectos que se puedan considerar. Yano digamos ahora con la globaliza- cién que amenaza todas las identidades; el hombre mo- demo tiene necesidad de sofiar y de sentirse él mismo. Esos vendavales pretenden dejar sin rostro a las diferen- tes naciones; pero con el conocimiento de nuestra histo- ria se haré que nuestros rasgos faciales sean més dificiles de perder. Las inquietudes que hay en varios paises por el mejo- ramiento de la educacién, ha hecho que se realicen inter- cambios de experiencias sobre este tema a fin de hacerla més eficiente, especialmente entre los nuestros. Se ha considerado al fortalecimiento de ésta —o sea la transmisién constante de conocimientos y valores de un 24 pueblo— que se haga llegar a todos los niveles de la so- ciedad, para tratar de evitar que nos encontremos con un destino tragico en el que perdamos nuestra identidad y autoestima. Es mds, los encuentros donde vivimos el intercambio de experiencias,“es una accién de renovados esfuerzos por compartir el porvenir y salir fortalecidos y, asi, seguir adelan- te con una mejor esperanza para nuestros dos pueblos. Sigamos, pues, en el camino tomados del brazo, con fe y decision, afrontando dignamente el reto de un mejor futuro, 25 wv REPENSANDO EL CONCEPTO DE MESOAMERICA Andrés Fabregas Puig EI Colegio de Jalisco Eltérmino se ha difundido notablemente en el vocabula- rio cotidiano de los pafses centroamericanos y en el de México. Es usado por todos con una infinidad de signi cados. Se oye hablar de Mesoamérica a los politicos y a los intelectuales; a los encumbrados y a los pobres; a los lideres religiosos y a los dirigentes sindicales. Este uso ge- neralizado del vocablo exige una exploracién de sus ori- genes, si hemos de reinstalarlo con un contenido concreto para nuestra actualidad. En 1943, en el primer niimero de la revista Acta Ame- ricana, el etnélogo aleman radicado en México, Paul Kir- chhoff, publicé un ensayo titulado: “Mesoamérica: sus limites geogrdficos, composicién étnica y caracteristicas culturales”,} que dio nacimiento al planteamiento de una macroérea cultural. En su ensayo, Kirchhoff argument6 que en las clasificaciones geogréficas de las éreas cultura- les del Continente Americano prevalecfan, en aquel mo- ‘mento, los criterios de geogratia politica o los biogrétficos. Incluso, escribe Kirchhoff, varios son los americanistas que sin més dividen el Continente en norte y sur, interponien- do a México y Centroamérica. Cuando estas divisiones 1, Acta Americana. Vol. 1, nim. 1, 1993. “27 tan amplias se utilizaban para distinguir algo més all de. las divisiones geograficas, mostraban su precariedad. Es- pecificamente, cuando se trataba de distinguir 4réas cultu- rales, las clasificaciones mencionadas resultaban inttiles, es decir que para los propésitos de un etndlogo que perse- guia establecer las éreas culturales del Continente Ameri-, cano, le era preciso inventar un instrumento apropiado para ello. El concepto de regién resultaba ser el instrumen- to para ser el recipiente de una unidad cultural claramente rteconocible por sus rasgos compartidos. En la época en que Kirchhoff escribfa, los antropélo- 905 usaban criterios diferentes a los geogréficos. De esta manera, el Continente Americano era clasificado en cin- co grandes areas, a saber: 1. Los recolectores, cazadores y pescadores de Norteamérica. 2. Los cultivadores interiores de Norteamérica. 3. Los cultivadores superiores (“Las Altas Culturas”). 4. Los cultivadores inferiores de Sudamérica. 5. Los recolectores y cazadores cle Sudamérica. Los antropélogos de la época trabajaban con estas reas en un momento en que la visién que podemos llamar “culturalista” prevalecia. Para Kirchhoff, tal criterio es vali do. Lo que impugnaba era la falta de cuidado en el detalle; la flexibilidad de criterio con que las dichas areas habian sido construidas. De esta manera, Kirchhoff apunté que dentro del area de lus cultivadores superiores, uno podia distinguir una macroarea, que él llamé Mesoamérica, la distincién de cuyos limites y caracteristicas culturales, pre- vios al establecimiento del régimen colonial, fueron el obje- to de su ensayo. Me parece pertinente recordar cudles son las conclusiones de Paul Kirchhoff, porque de ahi derivare- ‘mos teflexiones para los propésitos de retomar el concepto. 28 £” Kirchhoff se basé en una serie de estudios iniciados por el extinto Comité Intemacional para el Estudio de la + Distribucién Cultural de América establecido por el XXVII Congreso Internacional de Americanistas. Eran tiempos en que las escuelas antropoldgicas difusionistas y evolu- ionistas tenfan preeminencia. En ese contexto, Kirchhoff trabaja, primero, la composicién étnica de Mesoamérica en el siglo XVI, tal como la encontraron los europeos. Ast, clasifica a los grupos humanos de Mesoamérica (“una serie de tribus”, dice Kirchhoff) en: 1, Tribus que hablan lenguas atin no clasificadas: ta- rascos, cuitlatecos, lencas, y agrega un etcétera. 2. Todas las tribus de las familias linglifsticas maya, zoque y totonaca. Se le podria agregar el huave, dice Kir- chhoff, y hablar de un gran grupo lingistico zoque-maya © macro-maya. 3. Todas las tribus, con excepcién de dos, de las fa- lias lingifsticas otomt, chocho-popoloca y mixe, que forman junto con la familia chorotega-mangue un grupo llamado otomangue, y todas las tribus de las familias lin- gliisticas trique, zapoteca y chinanteca, que algunos in- vestigadores consideran relacionadas al grupo anterior, formando un gran grupo llamado macro-otomangue. 4. Todas las tribus de la familia lingiifstica nahua y una serie de otras tribus de afiliacién uto-azteca, entre ellas, los coras y los huicholes. 5. Todas las tribus de las familias lingifsticas tlapa- neca-subtiaba y la tequistlateca que pertenecen a lo que Edward Sapir clasificé como grupo Hokan. A esta clasificacién linglifstica agregaba Kirchhoff el comentario de que un anélisis de la composici6n étnica de Mesoamérica arrojaba los siguientes resultados: 29 eae a) De las familias linguisticas que forman parte. de Mesoamérica, sélo una, la ofomi, tiene algunos miembros (los pame y los jonaz) que no pertenecen a la unidad cul- tural Mesoamerican. b) Dos grupos lingtifsticos, los zoque-maya y los ma- cro-otomangue, estan totalmente dentro de Mesoamética. ¢) Tribus de estos dos grupos y de los nahuas tam- bién alcanzan, debido probablemente a migraciones, los limites extremos de Mesoamérica, tanto hacia el norte como hacia el sur. Todo esto, concluia Kirchhoff, muestra la realidad de una regi6n cuyos habitantes fueron unidos por una historia comtin. Pero no termina aqui el trabajo de Kirchhoff. A la clasificaci6n lingtifstica le sobrepuso la distribucién de ras- 08 culturales para obtener lo “mesoamericano”. De esta forma, Kirchhoff propuso tres ctiterios: 1. Rasgos culturales exclusives de Mesoamérica. 2, Rasgos culturales comunes de Mesoamérica y a otras macrodreas culturales de América. 3. Rasgos culturales significativos por estar ausentes de Mesoamérica. Entre los rasgos que Kirchhoff consideré exclusivos de Mesoamérica estan los siguientes: la coa o basin plantador; las chinampas; el cultivo de la chia y su uso como bebida y como aceite para dar lustre a las pinturas; el cultivo del maguey para usar el aguamiel, el pulque yl fibra para ropa y papel; el cultivo del cacao; el moli- do del mafz ablandado con cenizas (nixtamal); el uso de la calendarizacién, la escritura jeroglifica; las pirémides; los juegos de pelota, ciertas formas de sacrificio huma- no; el juego del volador; e! 13 como ntimero ritual; mer- cados especializados. Kirchhoff elaboré cuadros comparativos para mostrar los rasgos que Mesoamérica 30 compartia con otras areas, asi como los que estaban au- sentes. Concluyé que Mesoamérica era una macroarea cultural de cultivadores superiores, cuyos limites geogré ficos van, desde el norte, a partir del actual estado mexi- cano de Sinaloa, pasan por la Quemada en Zacatecas y, hacia el sur, sus extremos estén marcados por el rio Mo- tagua hasta el Golfo de Nicoya, pasando por el lago de Nicaragua. De estas fronteras, dice Kirchhoff, la mas elastica fue la del norte. Como es facil notar, el einélogo alemén, padre del concepto Mesoamérica como macroa- rea cultural, combiné los criterios linguisticos, geograficos y etnicos, con la distribucién de rasgos culturales, para construir su proyecto. A ello agregé otra importante di- mensi6n: la historia compartida. La fortaleza y la debilidad de las culturas mesoame- ricanas de las que hablé Paul Kirchhoff, se advierten en la variedad de los sistemas agricolas que se basan en el cultivo del maf, el chile y la calabaza, complementado con las artesanias. Notable es la adaptacién técnica de los cultivos a las exigencias de medios ambientes varia- dos, La roza es general a todo el territorio mesoamerica- no, pero existe el riego que alcanz6 niveles complejos como lo testimonian las chinampas, método de cultivo intensivo de hortalizas. Las terrazas caracterizaron la tecnologia de la agricultura de humedad mientras la caza, la pesca y la recoleccién complementaron las acti- vidades productivas En el contexto del pasado anterior al establecimiento del régimen colonial fue notable el contraste entre los culti- vadores complejos de Mesoamérica y los pueblos cami- nantes de Aridoamérica situados hacia el norte de la frontera mesoamericana. Son estos pueblos que los mexicas llamaban despectivamente “chichimecas”, quienes mayo- 31 res dolores de cabeza darian a los soldados de Espatia. De entre estos pueblos surgié Tenamaztle, lider politico, arquitecto de la resistencia nomada que murié prisionero en Valladolid, no sin antes conversar largo con fray Bartolo- mé de Las Casas. " En medio de una notable diversidad de formas de organizacién social y politica, en general encontramos en Mesoamética la presencia universal de la vinculacién en- tre residencia y parentesco. En los valles del centro de México esta vinculacién recibi6 el nombre de calpulli, de cuyas alianzas resultaron las unidades étnicas amplias que conformaron los pueblos nahuas. La estratificacién social se manifesté en mayas y en nahuas, y en otros pueblos mesoamericanos como los mixteco-zapotecos 0 los totonacas. Cuando un niicleo de parientes incremei taba su poder y prestigio, consolidaba la estratificacién social por la via de las alianzas matrimoniales que lo mai tenfan en la ctispide del poder. Una estructura asi es fui da pero fragil, en la medida en que el grupo de parientes dominante desborda la escala de la comunidad. Las re- des politicas y sus pueblos sujetos rompian a menudo sus arreglos para conformar nuevas alianzas.2 Mesoamérica es una amplia regién de regiones carac- terizada por pueblos de diversidad linguistica y una elabo- rada agricultura. Son culturas que observaron el cielo y de ahf obtuvieron el conocimiento que aplicaron en la técnica 2. Justo estas caracteristicas de la organizacién social observadas por Kirchhoff en pueblos diferentes a los mesoamericanos, lo llevé a proponer la existencia del “clan cénico” en contraste con el “clan igualitario”. Esta propuesta de Kirchhoff fue tomada como hipétesis por Arturo Mazén Estrada, quien la aplicé al mundo azteca, esctibiendo El calpulli en ja organizacién social de los Tenochca, trabajo con el que se gradus de etndlogo en la ENAH, en México, DF, en el afio de 1947, 32 agricola. Agricultores complejos, como lo fueron la lluvia yel agua en general, significaban las primeras preocupa- ciones. Por ello sus reflexiones, testimoniadas en los nombres de los dioses y en la literatura, se refieren al equilibrio entre naturaleza y cultura, a la armonia entre el mundo natural y el mundo humano. Por eso los mayas conservan a la ceiba como el arbol sagrado. Por lo mismo, Tlaloc, el dios de la lluvia para los nahuas, es uno de los personajes sobrenaturales més importantes. Como macroregi6n cultural, a Mesoamérica debe en- tendérsele desde las historias que compartieron pueblos y culturas caracterizados por la diversidad. En el caso meso- americano es posible hablar de una amplia red de interrela- ciones que hizo destacar el intercambio. Por ejemplo, el hallazgo de conchas de color rojo en Yucatén y el segui- miento de su lugar de origen, nos llevan hasta Nicaragua, mientras que el centro de México se surtia de este mismo tipo de conchas desde Colima en el Pacifico sur. En Yuca- tan, la sal y el pescado se transportaban desde la costa ha- cia el interior, surtiéndose a las ciudades y sus contornos campesinos. El copal, resina aromatica, era enviado tie- a adentro desde Sinsimato y el cacao desde Chenmal, la {inica parte de la peninsula en donde se cultivé. Tanto en Yucatén como en Tabasco, Campeche y Quintana Roo, existié un intenso intercambio entre la costa y la tierra aden- tro y lo mismo sucedié entre el actual estado de Chiapas con Guatemala y el resto de Centroamérica. Se puede genera- lizar y afirmar que en Mesoamética los tertitorios intemos provefan a las costas de maiz, fruta y came proveniente de lacaceria. Ademés, en varios puntos costeros se recibian pe- dermal, ropa y una misceldnea de manufacturas que venian de las tierras altas del México central. Este intenso intercam- bio se extendia por el Golfo de México, la costa del Caribe y 33 las del Océano Pacifico. Lo importante de la existencia de estas redes es que significaban un permanente contac- to de ideas, concepciones, estilos, modos de actuar y re- flexiones entre los pueblos mesoamericanos. A partir de la propuesta de Paul Kirchhoff han sido la arqueologfa, la lingiistica y la etnohistoria las disciplinas an- tropolégicas que contintian trabajando con el concepto, Laantropologia social lo hace en menor medida y cuando ello ocurre, el concepto de Mesoamérica es aplicado ex- clusivamente a los pueblos indios. Este es el sentido que le dio Guillermo Bonfil Batalla en su México Profundo. Una civilizacién negada,? al plantear el regreso de la civiliza- cién mesoamericana. Esta claro que de 1943 a la fecha, tanto la lingifstica como la arqueologia y la etnohistoria, han transformado, modificado y afinado el conocimiento acerca de Mesoamérica, a la que continéan planteando como una macroérea cultural existente antes del estableci- miento de los regimenes coloniales y dentro de los mismos limites geogréficos que planteara Kirchhoff, con algunas modificaciones. El seguir la discusién que arquedlogos, linguistas y etnohistoriadores mantienen en relacién a Me- soamérica es un camino que se desvia de la ruta que nos hemos trazado para esta ocasi6n.* Sélo advierto que para a antropologia social, esta macroérea cultural remite a los 3. Guillermo Bonfil Batalla. México Profundo. Una civilizacién ne- gada. México: SEP-CIESAS, 1987, 4. Para quien se interese en seguir esta discusi6n, of. La validez ted- ica del concepto Mesoamérica, volumen que recupera las discu- siones habidas en a xix Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropologia. México:NAH/Sociedad Mexicana de Antropo- logia, 1990. Sonia Lombardo y Enrique Nalda (coords.) Temas ‘Mesoamericanos, México: INAHICEMCA, 1996. En ambas publi- caciones el lector tiene a su disposicién una amplia bibliografia En 1996 se publicé en castellano el libro de Eric R. Wolf con el pueblos indios. La Mesoamérica de Kirchhoff quedé cer- cenada con el colonialism. Si tenemos en cuenta el contexto en el que Kirchhoff planteé a Mesoamérica como una macrodrea cultural de cultivadores superiores para explicar la situaci6n del territo- rio respectivo antes de la inupcién castellana, se concluye que ese noes el sentido actual que en Ambitos amplios sue- le darsele al concepto. Por lo consiguiente, para retomarlo y aplicarlo a nuestra realidad contempordnea, planteo que debemos trazar una primera distinci6n entre la Mesoameérica historia de Paul Kirchhoff y la Mesoamérica contempo- rénea que deseamos reconstruir. Es decir, Mesoamérica fue alterada sustancialmente por el colonialismo desde el si- glo XVI. Los pueblos y culturas que la conformaban fueron agredidos profundamente, primero por medios militares y después por la coaccién cultural. El colonizador fue tam- bién modificado culturalmente por el proceso, es decir, por Ja transculturacién de dimensiones mas amplias que hasta hoy conocemos en la historia humana. Los cambios en tulo Pueblos y Culturas de Mesoamérica. México: ERA. Sin em- bargo, no se trata de una revision del planteamiento de Kirchhoff, sino de una historia precolonial de los pueblos ce Mé- xxico y Guatemala, El titulo en castellano desconcierta al lector. En inglés, el bro leva un nombre muy distinto: Sons of the Sha- king Earth, The People of Mexico and Guatemala, their Land, History and Culture, Chicago: The University of Chicago Press, 1964, Ademés, existe una importante publicacién periddica lla mada Mesoamérica, editada por Plumsock Mesoamerican Stu- dies (Vermont) y CIRMA (La Antigua, Guatemala). 5. Al respecto, es muy conocido el planteamiento de Gonzalo ‘Aguirre Beltrén en El Proceso de Aculturacién. México: UNAM, 1957. La critica a estos planteamientos puede verse, entre otras, en Miguel A. Bartolomé, Gente de costumbre, gente de rrazén, México: Siglo XXvINI, 1999, 35 Ja cultura mesoamericana fueron drasticos iniciéndose por la demograffa; la transformacién religiosa alteré la cos- movisi6n de las culturas de Mesoamérica y estuvo ala par 5 de Jas transformaciones en la organizacién social y las len- guas. En una palabra, los 300 afios de colonialismo forjaron sociedades diferentes a las originales. Son mesoamerica- nas, cultural y socialmente hablando, estas sociedades? éP- ‘odemos hablar de Mesoamérica refiriéndonos a nuestra actual realidad? Si, pero a partir de la reconstruecién del concepto basado en nuestro presente. Y ello es factible a través de los criterios que propusiera el propio Kirchhoff, es decir, una historia compartida, rasgos comunes en medio de la diversidad y una vecindad territorial. Si somos capa- ces de llevar a cabo un ejercicio de esta naturaleza, estamos ante la posibilidad de construir un camino que nos lleve a la convergencia y el establecimiento de una macrodrea cultu- ral: Mesoamérica contemporénea, En esta dimensi6n contemporanea de Mesoamérica, lo primero que se modifica con respecto a la propuesta de Kir- chhoff, son las fronteras. En principio, la Mesoamerica con- temporénea incluiria al actual tertitorio mexicano en su totalidad, a todos los paises del Istmo centroamericano y también a los caribefios. Tomada en su conjunto, es ésta una macroarea cultural caracterizada por la variacién y también la comunién de rasgos vitales, como el idioma: el castellano y el inglés. La historia compartida es un sustrato que otorga un amplio marco comiin a la Mesoamérica con- temporénea, Dentro de estos tres ejes, es decir, las nuevas fronteras, una comunidad cultural diversa intemamente y una historia compartida, se desarollaria el andlisis para conformar a la Mesoamérica contempordnea, 6. neste sentido, seria de examinarse la posibilidad de incluir a partes del suroeste norteamericano. 36 En términos de las fronteras de la Mesoamérica con- * ‘tempordnea, estarfamos hablando de la inclusin de una gran parte de lo que los arquedlogos y etnohistoriadores llaman Aridoamérica, antafio el tertitorio de la gente n6- mada y que incluye todo el norte de México. Hacia el sur, la linea se prolongarfa bastante més alla del Golfo de Ni- coya para llegar hasta la frontera de Panama con Colom- bia y, por supuesto, los paises del Caribe tendrfan que estar presentes. Si hemos de aceptar que existe una Meso- américa contemporénea en términos de una macroarea cultural, no podemos ignorar la variabilidad interna que la caracteriza. Por lo tanto, tenemos ante nosotros la tarea de definir con exactitud cudles son esos rasgos que nos per- miten hablar de una macroérea cultural sin que las cultu- ras particulares que se contienen en ella, pierdan sus caracteristicas. Y, finalmente, es una tarea imprescindible la reconstrucci6n histérica de la Mesoamérica contempo- nea, teniendo como punto de partida el establecimiento de los regimenes coloniales. Con todo lo anterior he querido decir que se abre el ho- rizonte de una tarea amplia, que requiere un ejercicio co- min, interdisciplinario, internacional y sostenido. Pensar en una Mesoamérica contemporénea requiere de una re- flexién acerca del patrimonio cultural de la misma, de su variacién étnica, de su conformacién social; en una pala- bra, pensar la cultura en su més profunda acepcién. En consecuencia, externo la propuesta siguiente: 1. Constituir una comisién para el estudio de la Meso- américa contemporénea que tenga como primera tarea la de presentar un proyecto viable de investi- gacién interdisciplinaria, que pudiese ser respalda- do por los gobiernos de México y Centroamérica. 37 2, Retomar los encuentros de intelectuales entre Mé- xico y Centroamérica, ahora con un nuevo marco: el Foro Cultural Mesoaméricano. Este déberia rotar cada dos afios sus reuniones en sedes distintas y explorando tematicas concretas. Las condiciones del mundo actual son propicias para afianzar un camino como el que marca la emergencia de una Mesoamérica contempordnea. Se trata de propiciar la identificacién cultural sin la pérdida de las particularidades que caracterizan a los pueblos y sociedades concretas de México y Centroamérica. Si se prefiere, es la induccién de una globalizacién cultural latinoamericana lo que esta- mos buscando, en donde se aleance la convergencia de identidades. No se trata de un camino hacia la uniformi- dad, tarea no s6lo reprobable sino imposible. Hay que dejar bien establecido que el planteamiento de la Mesoamérica contemporanea apunta hacia la convergencia apoyada, precisamente, en la diversidad de la cultura. No esta por demas insistir en la caracteristica muy preliminar de esta propuesta. Un nuevo concepto de Mesoamérica s6lo es po- sible si es voluntad de todos y si todos estamos dispuestos a emprender el largo y dificil, pero fascinante, camino que implica, ; 38° igs | HISTORIA Y NACION Jaime Olveda El Colegio de Jalisco El problema fundamental de América Latina en el siglo XIX fue crear el Estado-naci6n. A partir de la fecha en que cada uno de los reinos americanos se fue independizando de la metrOpoli espajiola, los nuevos grupos dirigentes, in- tegrados por una parte de las élites coloniales y por miem- bros de la clase emergente, emprendieron la compleja farea de fundar la nacién, Esta empresa implicé dar solu- cién a un conjunto de problemas relacionados con los ajustes que se tuvieron que dar entre el poder central y las regiones, los cuales no pudieron resolverse en el transcur- so de una generacién. Las sociedades latinoamericanas tuvieron que transitar alo largo de esta centuria de un mun- do tradicional, comporativo y estamental a uno modemo, constituido por individuos libremente asociados, con identi- dad, con valores y costumbres semejantes. El hecho de que al consumarse las independencias. en América Latina existiera como protagonista una so- ciedad formada por corporaciones tradicionales y hete- rogéneas, las cuales soportaban sobre sus espaldas el peso de una herencia colonial, retard6 por mucho tiem- po el proceso de consolidacién del Estado nacional. Este egado influy6 poderosamente para que en medio de los esfuerzos que emprendieron los grupos emergentes para 39 dar nacimiento al Estado moderno, hubiera otros orien- tados a restaurar el viejo orden. Con la independencia hubo una fragmentacién territorial, pero al mismo tiem- po surgié la voluntad de crear una nueva unidad, nuevos vineulos y nuevas solidaridades. El Estado es, ante todo, unidad; para construitlo es ne- cesario agrupar las partes constitutivas mediante un pacto, un arteglo o un contrato, si se quiere usar el concepto ru- soniano. Los procesos de territorialidad que tuvieron lugar ena época colonial, con la consiguiente fragmentacién del poder y el desarrollo de miiltiples identidades, afloraron cuando se invocé a la unidad que se requeria para formar lanacién. Es un hecho incuestionable que en el momento en que empez6 a discutirse el acto fundacional, las provincias que formaban parte de los virreinatos habian alcanzado distintos niveles de articulacién espacial y de estructuracién de poder, lo que qued6 reflejado en las visi- bles diferencias que habia entre ellas y en las posturas asu- midas por cada una de las élites. demas, las oligarquias tegionales habian hecho coincidir sus intereses con las de sus respectivos territories; conscientes de su fuerza, asu- mieron el papel de representantes de sus respectivas pro- vincias, ya para entonces bien delimitadas, las controlaron e impidieron que otros intereses tuvieran injerencia. Parte del problema y de la confusién consistié en que después de la independencia, no habia quedado claro cudl era la condicién juridico-politica de las provincias,

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