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Como vemos, la accién politica de los hombres de Estado se convierte para Maquiavelo, no slo en una necesidad prieti que exige soluciones técnicas, sino que representa una compleja y profuunda antropologia que Maquiavelo establece como invariable premisa de su sabiduria politica. 8 CAPITULO IV, LOS PRINCIPIOS DE LA POLITICA Y DEL GOBIERNO. En el capitulo primero vimos la significacién histérica del Renacimiento italiano y destacamos la importancia del Humanis- mo, asi como su rasgo caracteristico: concentraciGn en el hombre, quien renacfa del largo olvido a que habia estado relegado. No sin razén se ha aplicado la etiqueta de naturalismo a ese género de producciones artisticas que se presenté como reaceién a cualquier fundamentacién de la verdadera esencia de la humanidad y det hombre, Este marcado viraje condueia a la observacién, al expe- rimento, al examen de las cosas que constituian el mundo natural; se 8 testigo de un desarrollo idéntico en todas las ramas de la actividad humana intelectual y creadora En el ambito de los principios gubernamentales, como nos indica Walter Ullman, lo primero que se refleja es la concepcién descendente del gobierno y del derecho; lo segundo, su contrapar- lida ascendente. Una posicién parte de un conjunto dado de prin- cipios generales y deduce de ellos las ramificaciones, aplicaciones y elementos estructurales particulares; Ia otra, parte del individuo 99 que trata de encontrar los principios generales que sustentan las ‘manifestaciones individuales (Ullman, 1971: 233). Para Giovanni Reale y Dario Antiseri en su libro Historia del pensamiento filosofico y cientifico, con Niccolo Machiavelli se inicia una nueva época del pensamiento politico, asumiendo como canon metodoligico el principio de la especifidad de su objeto propio, que hay que estudiar autématicamente: insta propia Principia (utilizando una expresion de Telesio), sin verse condi- cionado por los principios aplicables a otros ambitos (Reale y Antiseri, 1988: 882). Son varios los estudiosos de Maquiavelo que coinciden en que el pensador florentino nunca tuvo la inteneién de oftecer una teoria general ce la politica, aunque no niegan que las experien- cias politicas que reeibié durante el tiempo en que fue funcionat de la repiiblica florentina ayudan a comprender Ia informacién de su pensamiento politico, algunas de ellas tan vitales que le dieron base a unos prineipios fundamentales (Maquiavelo, 1991: 206). Tales principios no niegan su empirismo de partida y su propésito tantas veces declarado de atenerse rigurosamente a lo {que ensefa la experiencia mas directa e inmediata, y el rechazo también muy enfatico de elevarse a ideas, principios, doctrinas 0 teorias que lo alejen del contacto directo con la realidad. Cabe sefialar, por ejemplo, que Maquiavelo no ataca y simplemente pasa por alto el principio teoeritico de la inde- pendencia y la soberania del poder temporal, que al comienzo de a Edad Media estaba todavia en pleno vigor (Cassirer, 1974 172), El habla de su experiencia politica, la cual le ensei poder, el verdadero y elvctivo poder politico, no tiene n: divino, desvaneciendo asi ta diferencia entre el mundo “inferior” y el “superior”. Los mismos principios valen para el “mundo de abajo” que para el “mundo de arriba’, situando las cosas en el mo nivel, tanto en el ordet mo en el politico, Su imaginacién politica se despliega plenamente, imagina- cién que quiere decir, capacidad de saltar de golpe del hecho particular a un problema de orden general; de captar inmediata- 100 mente los nexos entre éste y otro suceso politico, pues tanto uno como otro, no son mas que momentos de una aetividad eterna del hombre: el quehacer politico. Ante todo, como dice Chabod, siempre igual a si mismo en su requisito fundamental: que la politica es la politica y que debe ser pensada y guiada con base en criterios puramente politicos, sin preocupaciones de otra indole, moral 0 religiosa (Chabod, 1984), Por ello Maquiavelo no es un légico que parta de unos principios, y que por medio de un razonamiento propresivo deduz- ca, rigurosa y consecuentemente todo un sistema completo. Es ante todo un hombre imaginative que plantea brillantemente su “verdad politica” y que s6lo después confiara al razonamiento la cimentacién de esa verdad descubierta en su absoluta desnudez. La manera de combinar esta verdad con Ias ya antes reconocidas sobre todo con Ia verdad moral- es algo que dejar para la posteridad. Ahora bien, cuando hablamos de Ia autonomia de la politica, ésta no debe entenderse en sentido absoluto, sino mis bien relativo. Después de subrayar que esa partir de Maquiavelo que la politica se diferencia de la moral y la religiGn, Giovanni Sartori planten que tanto la moralidad como Ia religién son ingredientes funda mentales de la politica, pero a titulo de instrumentos, y que la politica es la politica, pero entendiendo que Ia originalidad de la “teorizacién” consiste en el inigualado vigor de sostener la exit tencia de un imperative propio; por tanto, Ia afirmacién de auto- nomia de la politica se sostiene segin Sartori, en cuatro tesis primera, que la politica es diferemte; segunda, que la politica es independiente, es decir, sigue leyes propias, instaurindose literal- ‘mente como ley en si misma; tercera, que la politica es autosufi- cientemente autarquica en el sentido de que para explicarse se basta a si misma; cuarta, que la politica es una causa primera, una causa generadora no sélo de si misma, sino también de todo el resto dada su supremacia (Sartori, 1992: 208-200), En este sentido, los prineipios de la politica en el pensa- miento de Nicolés Maquiavelo deben entenderse como el “punto 101 de partida’’ y como “fundamento” o “causa” de un proceso o un movimiento, que con su decisién determina movimiento 0 cam- bios, en este caso del Estado, del gobiero del orden (Abbagnano, 1966: 948). ‘También debe entenderse como aquello de lo cual parte un proceso de conocimiento, es decir, las premisas de una demostra- cién, 0 para decirlo en una frase filoséfieamente acabada; “lo que todos los signifieados tienen en comin es que en todos, el principio es lo que es punto de partida del ser, del devenir, del conocer” (Abbagnano, 1966: 948), Estos elementos constitutivos de las cosas o de los conoci- ientos (en este caso de la politica y del gobierno) quedan fuerte mente establecidos en fa obra de Nicolas Maquiavelo, en la cual, si bien no pueden eliminarse 0 suspenderse todos los conocimien tos adquiridos previamente, son verdades primeras, en tanto no hay verdades anteriores a las verdades principales del pensamien- to, Si atendemos a lo planteado por Eduardo Nicol, es que tales principios no estuvieron presentes en la conciencia de Maquiavelo ni fue necesario que lo estuvieran para que su conocimiento del poder prosperara (Nicol, 1984: 370). ‘Aunque estos principios son originarios porque son produe- to de la experiencia, algunos critican que el escritor italiano no mantenga la elaboracién racional de su materia, pues a menudo desciende de su argumentacién sistematica a la simple redaccién de sus experiencias, lo eval tiene como consecuencia que algunos ‘conceptos que uno podria inferir a través cle una cuidadosa inter- Pretacién de sus argumentos, resultan contradictorios en otros pasajes de su obra, Lo anterior se toma como indicio de que debajo de ta superficie de su obra no se encuentra oculia una teoria que habria que reconstruir para reconocer como un todo pleno de sentido aquello que no concuerda a primera vista. Aqui conviene citar nuevamente a Nicol, quien asegura que el curioso destino del maquiavelismo lo determiné su franqueza; por ello lo mas comia es que se haya rechazado su teoria al mismo tiempo que se 102 adoptaba en la practica, pues “cuando se aplica la didactica del poder, es conveniente disimular el fundamento doctrinal en que ella se apoya; porque la revelaci6n del fundamento disminuira la eficacia del poder. Este nunca se presenta desnudo, sino revestido con otros emblemas que 1o justifiquen y lo hagan tolerable. El disimulo es justamente la parte que se Hama cinica del maquiave- lismo, pero es mis bien una confesién de impotencia, como todas las hipocresias. El poder politico por avasallador que sea, nunca es todopoderoso y tiene que disimularse. Seguramente es mis poderosa Ia filosofia, porque ésta nunca oculta sus intenciones. Por tanto, Ia doctrina de Maquiavelo podra ser erronea pero no es maquiavélica, En ella se dice la verdad, tal como el autor la entiende. “El cinismo esti en la practica no en la teoria” (Nicol, 1984: 370). ASi, atrapado por su “demonio interior”, por su “furor politico” como diria Chabod, Maquiavelo no Sélo descubrira ciertos hechos politicos con la mayor claridad y exactitud posibles (lo que lo hubiera llevado a actuar mas como historiador que como, {cérico de la politica); por el conirario require ademas de un principio constitutivo, 0 si se quiere, constructivo que unifique 0 sintetice esos hechos. Este principio es lo que lo obligara a que lo demiis quede fuera de su campo de visién, lo que lo mantendré sumido en su vida interior: ef Estado (Chabod, 1984), epto de Esiado y el nuevo lenguaje politico Nicolis Maquiavelo nunca se hizo ilusiones respecto de la importancia que lleg6 a alcanzar en la escena politica de su tiempo. Antes bien, tuvo la concieneia clara de los consejos styos que fueron desatendidos y de lo mal que fue condueida la politica en su propia repiblica. Una vez que escribié £ Principe, le preocup6 silo dedicaba a alguien o no; si loenviaba mediante alguna persona a Juliano de Médicis o si lo Hlevaba él mismo, evitando que otro lo suseribiera 103

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