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CONTRA EL INDIVIDUO

EXPLORACIÓN ETNOGRÁFICA DE LA INTIMIDAD VENEZOLANA 1

HENRY MONCRIEFF
Antropólogo social, Universidad Central de Venezuela (UCV)
Centro de Investigación Social CISOR
henrymoncrieff@gmail.com

Resumen

La intimidad es una relación social expresada en la apertura privada del individuo


hacia el otro, permitiendo su reconocimiento individual. De esta manera, lo intimo,
entendido como otra esfera de la vida social, puede considerarse a través de su aspecto
antropológico. Las culturas al codificar dicho espacio social, delimitan, problematizan
y jerarquizan lo íntimo con respecto a otros espacios de la vida.

Mediante una etnografía se explora cómo se da la intimidad dentro de la lógica


matrisocial de la cultura venezolana. El análisis caracteriza esta relación social dentro
de una familia (los Ramírez) destacando las identidades y los discursos de sus
miembros, las experiencias ritualizadas y los contextos de producción de lo íntimo. La
etnografía concluye haciendo visibles las contradicciones que genera una socialidad
familista en una intimidad concebida desde el individuo

Palabras claves: intimidad, modernidad, matrisocialidad, identidad personal,


familia.

1
Este artículo ha sido posible gracias a las recomendaciones conceptuales de Alberto Gruson
(CISOR), Samuel Hurtado (UCV) y Verónica Zubillaga (USB) en cuanto a la teoría de la
matrisocialidad y el análisis etnográfico. También ha sido pertinente la lectura crítica de Andrés
Zambrano (CISOR) para la elaboración final del texto.
LA INTIMIDAD COMO FENÓMENO SOCIAL

En la filosofía moderna las experiencias íntimas son un espacio confidencial de


liberación subjetiva. El individuo, soportado en su subjetividad, encuentra en la
intimidad lo más propio que tiene como persona, lo que desea mantener oculto a
miradas e intereses ajenos 2. Sin embargo, no se trata de un encierro en algún yo
subjetivo (individuo cerrado o mónada), sino el conocimiento íntimo de sí mismo que
apunta hacia la dinámica interpersonal 3, su finalidad es concretarse como conciencia
personal (individuo abierto), teniendo la capacidad de facilitar una “salida de sí
mismo” o “abrirse al otro” 4

La intimidad se supone contraria a la exterioridad. Se puede comprender a modo de


secreto interpersonal que no ingresa en la publicidad social 5. En los escenarios
relacionales íntimos, reluce siempre el peligro de la invasión, de la intromisión de lo
exterior o de lo notorio públicamente. La intimidad, expresa, así, una reserva
interpersonal que excluye la alteridad cuando la percibe lejana o extraña. De allí, por
extensión, lo íntimo se descubre en lo que es propio de un círculo reducido de
personas; se halla, efectivamente, en “vínculos sociales cercanos” 6: vínculo conyugal,
vínculo de amistad, vínculo familiar, etcétera. El universo de lo propio se le oculta al
otro lejano; y más allá de esta exclusión, la integración social se da en la interioridad
que se comparte, en el éxodo del sí mismo hacia un otro interpersonal.

Conviene distinguir que la experiencia íntima no es únicamente un ideal filosófico –


aunque se ahínque en este para funcionar-, es necesario hacer análisis de la práctica

2
ARENDT (1998).
3
Véase: CRUZ (1999), QUIROGA LAVIÉ (1992).
4
CASTILLA DEL PINO (1989).
5
SIMMEL (1977).
6
HALL (1966).

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social y cultural de un colectivo para no caer en versiones idealizadas7. De suerte que
la intimidad es una institución que involucra relaciones sociales; como proceso de
cercanía emocional y conocimiento profundo, el fenómeno íntimo denota acciones
como hablarse, escucharse, compartir sentimientos y manifestar pensamientos8. Dichos
eventos no son invariablemente felices o resueltos con facilidad, pudiendo resultar
hostiles, angustiantes, instigadores del desapego y hasta violentos9. Al respecto, dentro
de la ciencia social, no se trata de evaluar la calidad de las relaciones íntimas sino de
describir las características de dicha esfera privada y subjetiva de la individualidad.
Weber sostiene que “la conducta íntima es acción social solo cuando está orientada por
las acciones de otros” (1974:18). Al entender lo social de este ámbito personal, se
evalúan las tensiones y el tipo de conexión con el “otro intimo”, instancia donde es
plausible comprender la moral cultural de estos vínculos 10. De esta manera, se pretende
entender la ambientación sociológica de la vida intima en los marcos subjetivos de la
auto-realización individual en Venezuela.

¿INTIMIDAD VENEZOLANA? CONSIDERACIONES ETNOLÓGICAS

Venezuela ha consolidado estructuras e instituciones propias de una sociedad


moderna. En el aspecto relacional, existe una conformación social, política, cultural y
económica que imprime modernidad en la psicología venezolana, principalmente en el
aspecto de que la subjetividad se vislumbre diferente con respecto al mundo objetivo.
En la ciudad y pequeños centros poblados, de acuerdo con esta característica, las
personas deben hacer gestión de su propia biografía. La creciente complejidad social

7
Las ciencias sociales comienzan interesarse por la privacidad y la intimidad, por posibilidades
de auto narración en determinados contextos privados y la calidad de los vínculos
interpersonales. Véase: GIDDENS (1992), SANTORE (2008), FERRY (2008).
8
JAMIESON (2002), HAROCHE et al (1995).
9
El fenómeno íntimo de la cohabitación en pareja es frecuente en la literatura sociológica,
antropológica y psicológica. En esta bibliografía se problematizan las paradojas del romance y
del amor: el control psicológico, la violencia física y la victimización. Véase: GELLES (1997),
LLOYD (2000)
10
BÉJAR (1995).

95
del país ha permitido aspectos reflexivos e individualizados en la cotidianidad 11.
Justamente, las instituciones de la sociedad (lo jurídico, el trabajo, la escuela, etc.)
declaran estar orientadas hacia la concreción del ciudadano moral y de la persona
responsable de sus actos, obligando a cada quien a asumir su propia trayectoria12. El
individuo venezolano es solicitado por un conjunto de campos de vida (educación,
derechos civiles, empleo, procesos de movilidad social y geográfica) que estipulan el
desarrollo de una biografía singularizada y cada vez menos apegada a lo tradicional o a
lo impuesto por roles sociales 13. Esta ambivalencia biográfica en nuestro país es un
terreno fértil para nuevas formas sociales y consensuales, vinculaciones múltiples,
plurales, descentradas. Es difícil hablar de estereotipos y roles cuando la sociedad esta
desprovistas de centro 14. Pero, ¿qué sucede cuando la complejidad y la
individualización social se encuentran en un ambiente psicológico y cultural discorde
con estas dinámicas sociales?

Ante este hecho las reflexiones del presente texto se fundamentan en las siguientes
inquietudes: ¿cómo se individualiza la persona en Venezuela?, y, ¿cómo es el campo
social íntimo donde se desarrolla dicha individuación?, ¿cuáles son los márgenes de
decisión individual en la intimidad venezolana?

La intimidad es un producto eminentemente cultural15. Como faceta propia de la


relación interpersonal; la cultura le pone límites a ésta o, mejor dicho, dota la relación

11
MONCRIEFF (2011).
12
BECK & BECK-GERNSHEIM (2003).
13
BAJOIT (1992).
14
DUBET (2006)
15
Siguiendo las reflexiones de LINTON (1978), en este texto se ha entendido la cultura sin la
idea monolítica de las "sociedades simples". La heterogeneidad de la sociedad venezolana con
su variedad de ambientes sociales, múltiples contextos e identidades colectivas necesita una
noción de cultura más plausible con esta realidad. Al hablar aquí de cultura, no se hace en
forma de pauta determinante de la acción social. Sino que en cambio, se hace referencia a una
matriz de sentido, en la cual se valoran semánticamente las relaciones sociales (Véase GEERTZ
(2005). De esta forma, la cultura es una trama intersubjetiva (colectiva) que plasma un sentido
común u ordinario (pareceres, saberes y procederes, detectados en refranes, rumores y pánicos)

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con vías y niveles de acceso, de tal manera que cualquiera sabe qué cosas no hay qué
saberlas de los demás, qué son las indiscreciones, qué son intromisiones, cómo
prevenirlas, cómo reconocer y valorar a las personas que se exponen a sí mismas más
de la cuenta (les falta pudor). Cada cultura delimita la intimidad, la problematiza y la
jerarquiza con respecto a otros espacios de construcción social 16. La relatividad de los
niveles de intimidad y su relación con aspectos culturales y morales, permite aseverar
que la intimidad puede ser entendida como partícipe de un orden transaccional, como
una “zona cultural” que incide en sensibilidades y circunstancias introspectivas y
exteriores de la subjetividad: una zona en la que el individuo construye una identidad
íntima contraria a la dinámica interactiva que tiene con los otros no contemplados en
su ámbito personal 17. Así entendida, como fenómeno social, la intimidad transcurre en
pequeños contextos interindividuales, los cuales son matizados, construidos y
configurados por los entramados relacionales de la vida familiar y conyugal, la
cohabitación, las amistades, la vecindad, lo comunitario y el marco jurídico de los
Estados.

Todas las culturas configuran un ámbito de intimidades; lo que varía son las cosas a
las que se aplican, las formas, los lugares. Para las culturas individualistas, la intimidad
es fundamental para la reflexividad de sí mismo; para las culturas holistas, en las que
lo colectivo prela lo subjetivo, se presenta como algo que no está ligado a la reflexión
individual e interpersonal, sino como usanza que cohesiona al grupo. La hipótesis del
artículo es que la intimidad venezolana se encuentra próxima a una dinámica holista,
pero debido a la complejidad social, la conformación de intimidades individualizadas
tiene una posibilidad. Con este fundamento, la siguiente investigación presenta una
exploración empírica de lo social íntimo desde la familia18, una estrategia etnológica a

en el mundo vivencial cotidiano, una manera pre-reflexiva y corriente de establecer la


significación de las prácticas rutinarias y que irrumpe en las interacciones como lo evidente, lo
obvio y la verosimilitud de un colectivo. Puede leerse en GRUSON (2005), CUCHE (1996).
16
MOORE (1994)
17
BÉJAR (1995).
18
En antropología, una estrategia metodológica importante es procurar una descripción en
profundidad de una cultura mediante la caracterización de una de sus instituciones en la que
pudiesen cristalizar las demás instituciones y la cultura toda. Eso es lo que entiende MAUSS
(1972) con el concepto de “hecho social total”. Pionero en la historia de la antropología, Mauss

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fin de rastrear la conciencia, el valor simbólico y la trama semántica del fenómeno en
el sentido común venezolano.

La institución familiar es un eje ordenador en la antropología para el estudio de


idiosincrasia venezolana. Este modo cultural se ha caracterizado como familista, un
tipo de holismo en el que la familia es simbólicamente preponderante, no así el
individuo 19. El esfuerzo de estos autores, sobre todo de Hurtado (1998), es explicar la
sociedad desde la psicodinámica que presenta la familia venezolana: abarcada en su
totalidad por la figura de la madre a costa de la imagen paterna. Este sobre-desarrollo
del rol maternal sostiene una socialidad donde el arraigo materno-filial es la matriz de
significaciones del todo social. Se habla de esta manera de matrisocialidad (término
acuñado por Hurtado) para destacar que la estructura colectiva posee semántica
materno-filial. Una prescripción simbólica donde las interacciones cotidianas se hallan
signadas por una afectividad que norma no solo la vida familiar, sino la vida de la
sociedad. En otros términos: el mundo de lo público es avasallado con una lógica
sentimental-afectiva, consecuencia de la proyección ininterrumpida de relaciones
familiares 20. Podría decirse que en el colectivo venezolano “la sociedad [está] tomada
por la familia” como se titula una de las obras de Hurtado 21.

daba cuenta del origen simbólico de las sociedades mediante un hecho social que podía dar a
entender varias regiones de lo humano (lo religioso, lo político, lo económico, e incluso, según
el autor, lo biológico). Esta posición metodológica, fue posteriormente desarrollada por célebres
antropólogos como Louis Dumont con el concepto de holismo y Claude Lévi-Strauss con el
principio de autenticidad en las “sociedades primitivas”. Asimismo, los antropólogos clásicos,
apoyados en una institución que consideran estructurante, rinden con ella explicaciones
globales del marco semiótico de una cultura. Ejemplos famosos: en los trobiandeses el kula
(Malinowski), en los nuer el ganado (Evans-Pritchard), la brujería en los azande (Evans-
Prtichard), y, las famosas riñas de gallos en Bali (Geertz). En Venezuela, es la familia
(dinamizada por la madre) la institución que rinde más capacidad explicativa, pudiendo ser
entendida como eje central de la matriz de significado del colectivo venezolano. Véase:
HURTADO (1998, 2000), MORENO (1995), VIANA (2004).
19
Se habla de colectivismo u holismo para describir el entorno cultural donde lo colectivo es
central para la sociedad (típico de una comunidad tradicional) por sobre la voluntad individual.
Véase: DUMONT (1987).
20
Aunque lo matrisocial contenga fenoménicamente lo familista en sí como organización
(práctica) e ideología, esto no significa que toda práctica familista deba confundirse con lo
matrisocial. Por ejemplo, hay culturas portadoras de un familismo (valor positivo por y para la
familia en las representaciones colectivas) que no necesariamente convergen en una
matrisocialidad. De hecho, en culturas latino-europeas (la portuguesa, la española, la italiana,

98
En la presente investigación se podrá apreciar dicho talante materno-filial en la
intimidad venezolana. En adelante, se presenta una etnografía que responde a cómo la
cultura matrisocial elabora la intimidad, para realizar, a partir de allí, una evaluación
ética de la construcción del individuo en esta cultura.

DISEÑO ETNOGRÁGICO DE LA INVESTIGACIÓN

Si bien existen ciertas hipótesis a partir de la teoría de la matrisocialidad de


Hurtado, las explicaciones aquí se desarrollaron después de generar datos y analizarlos,
mediante un ir y venir entre realidad y conceptuación, en búsqueda de refinar la
interpretación final 22. Así, pues, en esta sección se aclaran las fronteras del fenómeno
íntimo reconstruido desde la etnografía, sus ámbitos de aparición, su mapa semántico
contextual y el proceso de cómo se obtuvieron los datos.
Para el estudio de la intimidad en la cultura matrisocial, se ha elegido como unidad
de observación un hogar que habita en la ciudad de Caracas: los Ramírez. Se trata de
un caso genérico o ejemplar que ilustrará las características del proceso mencionado y,
a través de él, se describirá etnográficamente el funcionamiento del fenómeno 23. El
objetivo es representar las situaciones ideales o prototípicas de la intimidad en la
cultura matrisocial, yendo más allá para buscar sus efectos y sus consecuencias en la
expresión de valores individuales.

El hogar seleccionado no tiene representatividad estadística -no se trata de


extrapolar los resultados en un universo -, las conclusiones se dirigen al desarrollo de
la teoría de la matrisocialidad. De esta forma, se pretende una representatividad
analítica y teórica, donde la generalización podría alcanzarse dimensionando el
fenómeno en aspectos empíricos. En otros términos, se desarrollan hipótesis que

etc.) es un rasgo muy presente. En el colectivo venezolano, lo que existe, para ser más
denotativo, es un “familismo excesivo”, que aquí se resume con el adjetivo de familista, para
decir que la familia tiene la capacidad de intervenir en la sociedad. Para profundizar en estos
aspectos, puede revisarse la obra de PITT-RIVERS (1979), autor reconocido por sus trabajos
antropológicos en la sociedad mediterránea.
21
HURTADO (2000).
22
GLASER & STRAUSS (1967).
23
COLLER (2005).

99
puedan ser transferidas a otros casos para su posibilidad de demostración empírica
final 24.

La teoría de Hurtado ha sido central al momento de decidir la escogencia de la


familia Ramírez 25 como unidad de observación. La razón de esta elección es que esta
familia se acerca a mostrar el “ethos matrisocial” en diferentes rasgos. Por ejemplo, el
eje materno-filial, la centralidad del símbolo materno, la ideología matrilineal y la
referencia matrilocal en la red de parentesco. Aparte de las mencionadas
características, la familia Ramírez presenta otros elementos que han sido determinantes
para su elección. La extensión de tres generaciones (familia extensa) permite el estudio
de la socialización y la práctica de la intimidad en tiempo adulto, adolescente e infantil.
Al haber hombres y mujeres en estos tiempos, permite investigar sobre los estereotipos
sexuales en relación con la intimidad 26.

La unidad de observación tiene una subunidad que ubica el fenómeno fuera del
contexto familiar, explorando también en la vida pública de algunos miembros de la
familia. Se hizo observación en un sitio distinto al contexto familiar, la finalidad fue
determinar si las matrices de sentido de la intimidad venezolana siguen una lógica
familista, en otras palabras, que la noción de intimidad dentro de la familia, se extiende
fuera de este espacio, para estructurarse con las mismas pautas matrisociales.

24
De allí, que se prefiera hablar de transferibilidad teórica en esta investigación de naturaleza
cualitativa. Véase: MAXWELL (1998).
25
El nombre de la familia y de todos sus integrantes fue cambiado para mantener el anonimato.
Todos los datos de referenciación fueron suprimidos, no se utilizan nombres reales ni
situaciones que permitan la identificación de los informantes. Agradecemos a nuestro amigo
Saúl, líder de una comunidad de Petare, por prestarnos su valiosa ayuda en la búsqueda de una
familia acorde con el modelo teórico utilizado. Sin su intervención, la ubicación de la familia
Ramírez jamás hubiese sido posible.
26
Aunque la familia Ramírez se ubica en una posición baja dentro de la estratificación social,
esto no es lo que se quiere subrayar en la investigación. No se trata, ni se intenta extrapolar la
intimidad al sector social llamado “popular”. La elección de esta familia se debe únicamente a
que presenta los rasgos anteriormente mencionados. Todos los datos de referenciación fueron
suprimidos, no se utilizan nombres reales ni situaciones que permitan la identificación de los
informantes.

100
Las nociones de intimidad de los actores se recrean en un discurso polifónico
(incluido el etnógrafo). No se han concebido los informantes desde el clásico “punto de
vista del nativo”, sino que se realizó una “interpretación de la interpretación nativa” 27;
este es el punto de vista emico de la investigación, es decir, la forma como explicaron
los miembros de la familia Ramírez el significado de sus prácticas y rutinas íntimas.
Esto no significa que lo íntimo se estimó en nuestros informantes con la figura
psicologizante de un confesionario de sus vidas privadas; sino que este ámbito se ha
entendido -como se mencionó ya en el texto-, como relación social con contenido
cultural.

LA INTIMIDAD FAMILISTA DE LOS RAMÍREZ

El relato etnográfico a continuación rescata las características de la intimidad dentro


de la familia Ramírez. Se destacan los espacios culturales, los momentos simbólicos,
las experiencias ritualizadas y las instancias contextuales relativas al fuero íntimo que
se reproduce dentro de la socialidad familiar. Se relacionan estos ámbitos con el valor
que tiene la intimidad para sus miembros y las consecuencias de estas lógicas
culturales para con sus propias individualidades. A continuación el relato en primera
persona del etnógrafo.

ASPECTOS TÉCNICOS Y ESTRATEGIAS ETNOGRÁFICAS

La investigación de campo fue realizada durante los meses de marzo y abril de


2009. El hecho de encontrarme en la misma ciudad donde reside la familia (Caracas)
hizo de esta etnografía un producto itinerante de ir y venir. Mis días con la familia
Ramírez no han sido muchos: fueron 22 visitas, que oscilaron entre 3 y 6 horas
(estimo que estuve aproximadamente 100 horas con la familia). De esta manera,
muchas de estas horas se distribuyeron en actividades cotidianas, acompañamientos y
conversaciones informales.

Presentarme como etnógrafo dentro de la familia Ramírez resultó en una serie de


cuestionamientos profesionales y disposiciones personales. Este trabajo me vinculó a
temas de índole ideológico, político y ético. Ayudé en la búsqueda de una beca del

27
GEERTZ (2005).

101
Estado para un joven de la familia, la reparación de equipos eléctricos, el
asesoramiento en la bancarización de los miembros, la asistencia a reuniones en el
consejo comunal, di sugerencias relacionadas con la crianza de los infantes, intervine
en conversaciones cotidianas múltiples y comprometedoras, pernocté en la casa,
etcétera. A medida que pasaba el tiempo, esta participación activa con los miembros
del grupo contribuyó a la sinergia etnográfica y a hacerme familiar en la familia. A
partir de entonces pude entender la trama de sentido en mis informantes, algunos de
los cuales pasaron de ser simples relatores, a interlocutores y traductores del discurso
de su grupo familiar (el caso de Carla).

Las estrategias de recolección y reconstrucción de los datos etnográficos fueron


diversas desde el punto de vista técnico. En todo momento mi posición en la familia
fue la de observador participante, siendo el recurso de la “escucha activa” el más
empleado, de manera tal que se interrumpiera lo menos posible al informante.
También utilicé la entrevista profunda, la pregunta dirigida para precisar algunos
aspectos dudosos, la entrevista grupal a la familia -además de la observación de la
interacción grupal mientras hacía la entrevista-, la conversación abierta y el cotejo de
mis observaciones e interpretaciones con los miembros de la familia. Este último
procedimiento fue llevado con sutileza, debido a las situaciones muchas veces
comprometedoras para algunos informantes (opiniones sobre otros miembros de la
familia, un marido hablando de otras mujeres, etcétera); en este proceso la figura de
Carla fue significativa por su imparcialidad y comprensión de mi labor. Debido a esta
circunstancia, presenté a Carla una versión de la siguiente monografía menos
elaborada en aspectos interpretativos, pero si abundante en detalles; así obtuve su
recomendación interpretativa, importante para mi propia comprensión etnológica.

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LA COHABITACIÓN MATRISOCIAL

Los Ramírez provienen de un pequeño pueblo (Macarapana) cercano a Cumaná


(Edo. Sucre) en el oriente del país. Por una oportunidad laboral que se les presentó, la
familia se trasladó a Tacarigua (Edo. Miranda) y de allí a Petare (en el área
metropolitana de Caracas), al sector La Alcabala del que fueron los primeros
pobladores. La familia es dueña de una casa de tres pisos con una entrada re-
acondicionada que funciona como bodega. La señora Simona tuvo 10 hijos con su
esposo Carlos (ya difunto); dos de ellos murieron (el primer y el tercer hijo). El
segundo hijo (Felipe) vive en Puerto Ordaz; es un obrero de la industria metalúrgica.
Dos de sus hijas (Liliana y Marisol) conviven con ella tras sus fracasos amorosos,
trabajan de vez en cuando como “servicio doméstico” en casas de La Urbina (zona de
clase media cercana a Petare); la misma señora Simona las considera “sus hijas fieles”.
Con Liliana y Marisol establecí vínculos estrechos, que ayudaron en gran medida la
prospección etnográfica. Ambas han pasado por diferentes relaciones amorosas
infructuosas, teniendo varios hijos en su trayecto vital (ambas tienen más de 40 años);
“no he tenido suerte… me embarqué con puros hombres irresponsables” sentenció
Marisol. Su hermana (Liliana) riéndose fijó la misma posición diciendo que su caso no
era muy distinto.

Paula, con la que no tuve mucho contacto, vive también en esta casa con su
esposo (Pancho); ellos junto con un hijo (Ilich) forman otro núcleo familiar. Pancho
tiene una agencia de lotería y un estacionamiento, que proporcionan el mayor ingreso
económico de la familia Ramírez. Otras hijas (Laura e Irene) viven con sus
concubinos cerca de la casa materna, en el mismo vecindario. Los otros hijos de la
señora Simona son Raúl y Jaime. Raúl que “casi vive en esta casa desde que no tiene
mujer” (Marisol); de él noté que tenía problemas con el alcohol. El más desprendido,
Jaime, trabaja como distribuidor en una multinacional de refrescos. La señora Simona
siempre justifica las esporádicas visitas de Jaime por esta ocupación, aunque
concretamente “desearía que todos [sus hijos] estuviesen juntos conmigo”. Los
patrones de residencia y la centralidad de la madre como referencia de los mismos
confirman el ideal de asentamiento matrilocal (viven en el mismo vecindario de la
casa materna); Marisol me llamó la atención al decir “vivimos aquí todos cuidando de

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mi mamá”; y Liliana lo confirma al asegurar que “es por eso que Felipe llama a la casa
todos los días” (Liliana).

Pasando ahora a los hijos de los hijos, nombraré, por la importancia del presente
cometido, primeramente, a aquellos con los que más pude interactuar; de seguido, a
los que tuve oportunidad de conocer sin abundar en detalles; finalmente, nombraré al
resto, pero sólo será para completar el listado. Mis mejores relatores de la tercera
generación también habitan en casa de Simona (la abuela); son los hijos de Marisol y
Liliana, dado que la mayor parte del estudio se llevó a cabo en esta vivienda. Carla,
hija de Marisol, fue mi mejor interlocutora y traductora cultural; ella tiene veinte años
y estudia educación inicial (pre-escolar) en un instituto pedagógico. José Manuel, hijo
de Liliana, ha sido un excelente colaborador al permitirme conocer su percepción
adolescente; él acaba de terminar el bachillerato y “espera a ver qué sale” (para
estudiar un grado universitario o técnico). Katy y Katiuska, la primera de 11 y la
segunda de 6 años son hijas de Marisol. Mary de 14 años y Hernancito de 5 son hijos
de Liliana. Para terminar con los que habitan en la vivienda, se encuentra Ilich de 10
años, el hijo de Paula, quien es criado por sus “madres extensivas” (tías y abuela), ya
que su madre pasa mucho tiempo en la calle ocupada en los negocios que tiene con su
pareja.

Otros miembros de la tercera generación de la familia que pude conocer fueron


tres adolescentes: Cristian (17 años, hijo de Irene), quien parece ser “un poco vago en
el colegio”, según Carla, y sus primos Ramón y Miguel (16 y 14 años, hijos de Laura),
quienes también siguen el mismo camino, ya que “la edad les pega, todos los varones
se van a vaguear [salir a la calle] por ahí a esa edad [adolescencia], a la final… la que
sufre es la mamá que se queda a esperarlos hasta que llegan en la noche; […] eso no
pasa con nosotras [las mujeres] ya que somos más tranquilitas con eso de salir y no les
damos tantos dolores de cabeza a nuestras mamás”, como agrega Carla destacando la
experiencia de “sexualización espacial” (casa=mujer/madre; calle=hombre/macho).
También hay niños, que son hijos de Irene y de Laura. Raúl, además, tiene “dos hijos
regados por ahí; nosotras lo sabemos” explican Marisol y Liliana, revelando una
alcahutería maternalista para con el hermano: “parece casi otro niño en esta casa, no
trae dinero…; para colmo le cocinamos y estamos pendiente de él como si fuéramos
su mamá”, asegura Marisol. El caso de Felipe, el “exitoso” de la familia según sus

104
miembros, surge de una biografía difícil, de independencia y de superación laboral en
el mundo obrero de las empresas siderúrgicas de Guayana. Se puede detectar un poco
de recelo en sus hermanas (Marisol y Liliana) por su “individualismo” y la distancia
que mantiene con la familia (específicamente con la madre), “aunque a veces envía
algo de dinero y viene para las fiestas de fin de año” (Marisol); según Liliana, Felipe
“tiene tres hijos varones, todos ingenieros” y “una mujer un poco amargada que lo
apartó de nosotras”, acota Marisol. De Jaime, se habla mucho de su poco tiempo
disponible y, en consecuencia, de lo aislado que se encuentra de la familia. La mujer
de Jaime, aunque sola, “tiene a sus dos hijas derechitas” (Marisol). Se notan los rasgos
matrisociales de estos discursos: la importancia de la madre-abuela como pivote de la
estructura familiar, el nexo sentimental maternalista, el familismo, la ideología
matrilineal, la sexualización del espacio, etcétera. La constelación familiar es
representada gráficamente en el siguiente diagrama de parentesco.

Diagrama parentesco de la familia Ramírez

Fuente: elaboración propia

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UNA RÁPIDA INTIMIDAD: LA FAMILIA RAMÍREZ ANTE UN EXTRAÑO

Mi entrada en la familia Ramírez fue posible por la intervención de un viejo amigo


en la comunidad, Saúl; él es un líder comunitario de la zona, muy respetado por su
liderazgo en la comunidad donde residen los Ramírez. Esta mediación fue crucial para
que la familia me abriera las puertas de su hogar. Empecé a entender la importancia de
esta conexión cuando lo primero que dice Marisol es “quédate tranquilo… no
desconfiaríamos jamás de un amigo de Saúl”. Nótese aquí la solidaridad automática
que implica el aceptarme sin recelo por tener amistad con un conocido.

A partir de este momento comienzan a presentarse las lógicas y pautas de acción de


la intimidad en los Ramírez. La marca de fami-aliado (conocido de Saúl) en mis
interacciones era muy significativa dentro de esta familia. “¿Y tú quién eres?, ¿Y tú
qué haces?”, fueron frases habituales en mi prólogo interaccional. Comencé a entender
que estas preguntas llamaban a una “membrecía” para entrar al circuito de los
conocidos. No se trató del simple rapport, de suerte que podría resaltar que más allá
de la presumible desconfianza por el extraño, surge en los Ramírez una necesidad de
configurar como “familiar” a un extraño; si no es así, se rechazaría sin más (cuestión
que vi en la desconfianza total con las “visitas extrañas”). El trato impersonal no es
trato, el primer acercamiento a la familia Ramírez se logró con un necesario y
consecuente trato de mucho contenido sentimental: conversaciones con temas
afectivos sobre mi madre, mi pareja, mis emociones, estaban a la orden del día. Esto
muestra claramente una oposición confianzudo/desconfiado como trama de
significaciones en la noción de intimidad. Accediendo, conseguí intimar rápidamente
con los Ramírez.

Sin más, comenzaron a sacar provecho de mi relación con ellos. Pidieron favores,
algunos de los cuales no cumplí, como estrategia etnográfica para leer la reacción del
grupo familiar. De improviso, dijo Marisol “te hiciste el loco con lo que te pidió mi
mamá” (configuración del móvil celular); así se dejó ver la lógica del consentir como
rasgo matrisocial profundo; es una manera de decir “consiéntenos para entrar a nuestra
familia”. Al respecto, otro comentario de Marisol fue bastante revelador “¿cómo es
que vas a ser amigo de la familia, si no nos haces el favorcito?”. En otro momento, al
traer información a José Manuel sobre un programa de becas de la Alcaldía, tanto la

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familia (sobre todo su madre) y él mismo incluyeron el agradecimiento como forma
relacional. La conexión a nuestro favor se dio por Liliana, como madre agradecida, y
por la señora Simona, quien termino de autorizar mi “entrada” a la familia como
madre-abuela. Otra señal de aceptación en el grupo familiar fue cuando José Manuel
se dirigió a mí llamándome pana (argot de amigo) en un almuerzo que “compartimos
en familia” (Marisol). Desarrollamos rápidamente una intimidad como aliados
familiares.

LA MADRE ABSORBENTE: LA INTIMIDAD INFANTIL

Las relaciones íntimas adulto-niño enfatizan una profunda sexualización, evidente


en la sobre manipulación de los genitales del varón desde muy temprana edad. La
madre de Hernancito recuerda el nacimiento de su hijo hace 5 años y dice “todas
andábamos sorprendidas con el tamaño del pipí [pene], así que todas sus mamitas
[abuela, primas y tías] lo manosearon un poco [entre risas], se morían por cambiarlo y
bañarlo todos los días”. El padre, por su parte, celebró muchas veces la “machura” de
su hijo, alabando con los amigos la pretendida longitud del pene de Hernancito
(recuerdo de Liliana). Estos rasgos, son señales tempranas de un espacio adulto que
socava la individualidad en el niño varón, sobretodo en algo tan propio (íntimo) como
son sus genitales.

Siempre conseguí a Hernancito (ya más grandecito) medio desnudo y un poco


desarreglado en el porche de la casa. Cuando preguntaba sobre su falta de ropa, la
ideología sexual se manifestó: “¿para qué vamos a ponerle camisa?.. Ni que fuera
niña. Es un hombrecito, además anda más cómodo así”, en palabras de su tía Marisol.
En contraste, Katiuska de 6 años sí estaba perfectamente vestida, muy pulcra; “es una
princesita”, como dice Marisol. Comienzan desde muy temprano las ideas que dividen
a lo masculino y a lo femenino, con la particularidad de dejar de lado un
reconocimiento positivo de la subjetividad del infante varón. La poca privacidad en el
niño, demuestra una lógica adulta de poca promoción a la individualidad corporal.
Con respecto al varón, la niña, según la ideología sexual, sí logra obtener una mayor
privacidad, especialmente con su vestimenta, en otras palabras, más individualizada
corporalmente.

107
La reproducción constante de estas conductas sexualizantes en diferentes
momentos y espacios, revela una dinámica materno-filial que configura la intimidad
de los niños. Es asimismo un indicador de poca separación del mundo adulto y el
mundo infantil.

LAS INTERRUPCIONES DE LA INTIMIDAD: LA ADOLESCENCIA

La pubertad del varón se encuentra signada por la expulsión (simbólica) del hogar
materno, espacio femenino por excelencia. Liliana, madre de un hijo adolescente (17
años), menciona lo siguiente: “Yo lo dejo hacer lo que quiera; ya es un hombrecito, va
para la calle y hace lo que mejor le parezca”. José Manuel tiene que hacerse hombre
en la calle; allí tiene que demostrar su posicionamiento como hombre macho. Estas
experiencias ritualizadas implican, una evitación de los nexos íntimos con los otros
varones (para evitar la posibilidad de homosexualidad), y con las mujeres, una
respuesta sexual (intimidad superficial) para no dejar la hombría en duda. Hablar con
otros varones está a la orden del día, por supuesto, aunque siempre con distancia, ya
que en cada uno ronda el “gusanillo de la homosexualidad” (Carla), especialmente, en
los demás, los observadores. Así, José Manuel siempre habla con sus pares varones
sobre muchachas; el objetivo es demostrar, ejercer y hacer hombría. Me dí cuenta de
esto al ser testigo de las conversaciones que mantenía José Manuel con su grupo de
amigos. Otra característica que puede inferirse es que el mismo contexto grupal
protege la hombría del varón adolescente, dado que en el colectivo, una relación
diádica entre hombres es sospechosa de homosexualidad: “dos hombres solos es como
de maricos, se ve raro de verdad […], los chamos andan más bien en grupos grandes”
(José Manuel). Cuando los varones tienen contacto intimo con la muchachas
(candidatas a novia) se expresa el ritual de “echar los perros” (conquistarla). Un
ritualismo casi obsesivo por lo femenino que enlaza el mundo masculino con el
femenino a través de una comunicación erótica-sexual, como dice Carla: “es fácil
saber lo que quiere un hombre cuando te echa los perros: quiere que se la dones (dar la
vagina)”. Efectivamente, se trata de reconfirmar la hombría con una proposición
sexual a una mujer, lo que describe una relación que no aspira a una intimidad
profunda.

108
La mujer adolescente, por su parte, para cumplir con el ideal moral de mujer buena
(ser una madre), debe quedarse en casa y separada del universo de la calle, que es de
los hombres. “Menos mal que yo ya pasé por ese lío. Antes cuando estaba más chama
(en etapa adolescente), mi mamá casi me encerraba en la casa; cuando salía me
mandaba en grupo con alguien. La única manera de escaparme de la casa era inventar
mentiras, de que me iba con mis amigas” (Carla); esto sugiere que la mujer solamente
puede intimar en un circulo femenino (en el hogar y con las pares), lo cual vuelve a
asociar la intimidad con el mundo de la familia: la mujer-madre es simbólicamente
sinónimo de “familia”. La mujer adolescente tiene que invertir en estrategias para
conseguir individualidad, ya que la cultura no permite su autonomía; el ejemplo claro
es el hecho de tener que guardar secretos con las amigas para salir a la calle (ver al
novio) y no perder la confianza de su propio círculo familiar: “no sabes cuántas veces
mentí para verme con él… mis amigas me ayudaron a mentirle a mi mamá, yo decía
que iba con ellas, y me iba con Pedro” (Carla). Mi conversación con Carla sobre su
noviazgo fue clave para valorar algunos aspectos de la formulación precaria de su
intimidad personal. Los adultos, específicamente la madre, interfieren en la relación
con el novio, la vigilan y la perjudican; no dejan espacio para el crecimiento
individual, el aprendizaje y el entendimiento con el sexo opuesto, lo que revela un
control absorbente y una desconfianza que desatiende la autonomía individual.

CONTRA EL INDIVIDUO: LA INTIMIDAD FAMILISTA

No he nombrado a otro núcleo de la familia Ramírez. Se trata de Paula (hija de


Simona), Pancho (esposo de Paula) e Ilich (hijo de Paula y Pancho), quienes están
próximos a cambiar de residencia. No es extraño que no los haya nombrado, puesto
que casi no se encuentran en casa, aunque tienen notable presencia simbólica ya que el
resto de la familia vive todo el día hablando de ellos. Desde que están casados (Pancho
y Paula), empezaron a construir un nuevo piso en la vivienda, el cual está muy bien
amoblado y equipado, según las apreciaciones del grupo familiar (José Manuel). El
“éxito” de Pancho se debe a que tiene una larga biografía de comerciante; “ha estado
en negocios toda la vida, comprando y vendiendo cualquier cosa” (Simona). Los
recursos económicos producto de los negocios de Pancho han ayudado desde siempre
al grupo doméstico y con el tiempo se convirtieron en la mayor entrada económica de
la familia, como lo asegura Carla: “de unos años para acá… prácticamente todos
dependemos de Pancho… nos da dinero para la comida y para todos nuestros gastos”.

109
En el grupo familiar existe cierta actitud negativa hacia Pancho por su “conducta
egoísta”; el grupo tiene una desavenencia por su independencia, cuya realización
equivale a una separación (simbólica) con la familia. El nudo del asunto es la
comunicación que mantiene con su esposa, que es considerada por los miembros de la
familia como hermética. “Bueno la verdad… a nosotras nos duele que Pancho haya
cambiado tanto a Paula. Es más, nosotras ni sabemos nada de lo que pasa entre ellos…
¿cómo podemos saber si ella está bien?”, es la queja de Marisol en representación del
grupo. La demostración posesiva con la hermana se encuentra mediada por la
preocupación familiar de no poder intimar con ella (no saber de su relación de pareja).
Para Pancho este tema alude a su proyecto de realización personal: tener una casa
propia, un hogar propio, un espacio propio, un nicho íntimo con su esposa e hijo. Su
proyecto una situación reformativa de la intimidad que vive, pasar del grupalismo a un
nivel más personal. “Él se molesta si una se mete en sus cosas, si le preguntamos”
(Marisol), “si vale… tenemos mucha distancia con ella (Paula) porque no habla con
nosotras… ni los domingos… se va por ahí a comer con el esposo” (Liliana).

Carla me explicó la existencia de una coyuntura familiar consecuencia de la futura


mudanza de su tía con Pancho a un apartamento en La Urbina, esta posibilidad indica
que “irse de la casa” es la metáfora de “irse de la intimidad familiar”. “Pancho lo que
quiere es irse de la casa; mi mamá, mi tía y mi abuela lo cargan loco, no lo dejan en
paz”. Así pues, dentro de la familia Ramírez se orienta el sentido hacia el no
diferenciar entre niveles de intimidad (grupal, individual, conyugal). Precisamente, la
intimidad en los Ramírez hacia el adentro familiar engulle todo lo íntimo
interpersonal, se lo traga y transgrede mediante comentarios excesivos sobre estos
asuntos, que se manejan según el par confianzudo/desconfiado. “Es cómico… él
(Pancho) casi que ya no cuenta nada, para que no hablen de él. Lo que yo creo que
pasa… es que en mi casa no diferencian bien las cosas… de que él y mi tía tienen que
tener su vida privada aparte, que eso es algo de ellos, que se casaron para estar ellos
juntos sin más nadie, […] que tienen sus secretos y sus cosas privadas, pero ¿ves?,
aquí en la casa no diferencian nada y ahí está el rollo”. Ciertamente, la intimidad es
entendida desde esta familia como un bloque, una intimidad de una sola pieza: la del
combo social. La vida íntima de los Ramírez no se entiende como conjunto de
intimidades dialogadas en un proyecto familiar, sino como un todo gregario que

110
suprime o imposibilita las prácticas individuales privadas 28. Por esta razón, la
intimidad como elemento de individuación, se tiene como negativa; es un choque con
los valores culturales que privilegian una intimidad familista. En consecuencia, el
individuo se erige mediante procesos como el abandono, la claudicación y la huida
como pareciera ser el caso de Pancho y Paula. El desarrollo del fuero íntimo con
independencia y autonomía personal tiene que enfrentarse a una intimidad familista
que trata siempre de avasallarlo.

LA INTIMIDAD FUERA DEL HOGAR

En la proyección social de la intimidad familiar se recalca su alcance matrisocial.


Carla, quien me acompañó como interlocutora en todo el trabajo etnográfico, es la
informante que ha tenido la mayor capacidad de objetivar este fenómeno. De sus
experiencias laborales (trabajó como vendedora en una zapatería; y está empleada
actualmente, en horario nocturno, en el servicio de atención al cliente en una empresa
de telefonía móvil), extraigo lo siguiente: “en mis dos trabajos, si te confieso… no es
muy diferente a mi familia; ahí todo el mundo sabe el cuento de todo el mundo, todo
es un chisme … cuando llegas nuevo tienes que presentarte y echar casi que el cuento
de toda tu vida, si no, te ven raro”. Este relato tiene la misma coherencia cultural de mi
llegada al hogar de la familia Ramírez; un proceso totalizante de confianza social (la
lógica confianzuda) que inserta al individuo en la reciprocidad automática del mundo
de los conocidos (en oposición a los extraños) y que se podría ver como una intimidad
de carácter familiar transpuesta a ámbitos no familiares. Opera un código social de
intimidad que “calca” la psicodinamia de una familia. El individuo es despojado de
una intimidad que proporciona autonomía y reconocimiento individual, su
individualidad se disuelve y se desdibuja en esquemas grupales colmados de
animosidad y afectividad. Esto se traduce en una cultura íntima que no da prioridad a
la expresión de relaciones interpersonales. Carla lo subrayó así: “…es que parece no
importarles [a los compañeros de trabajo] el conocerme de verdad, es como todo ahí;
poco interesados y superficiales. No se puede hablar seriamente con nadie, ni se le
puede decir nada sincero a nadie… todo es en broma, nada en serio…”.

28
El término gregario se utiliza en el sentido de grupo donde los individuos no tienen
distinción o caracterización más allá del motivo que los une.

111
Debido a que los nexos íntimos entre las personas poco tienen que ver con
interacciones personalizantes, el espacio relacional diseña vínculos interindividuales
no electivos que proceden de modo pulsional-sentimental, es decir, con pocos rasgos
reflexivos. “Bueno, a veces pienso que eso de que la gente sea así tiene su
consecuencia… por lo menos, yo siempre tengo problemas con mis compañeros por
cosas que dicen; mi vida se ha vuelto un chiste… un jueguito para mis compañeros de
trabajo. Por eso yo tengo mi amiga de toda la vida, ella no haría jamás algo de eso”
(Carla). La proyección de una intimidad de tipo familiar y por tanto de marcos
colectivos no diádicos (de dos personas), representa un tipo de intimidad mecánica que
deja poco espacio de acción a la intimidad construida por el propio individuo. De esta
forma, se entiende que el asunto de la intimidad en la matrisocialidad, más que
depender del individuo, termina por sujetarlo y supeditarlo al grupo; se puede decir, en
efecto, que el colectivo fomenta una cultura de intimidad heterónoma (fundada en el
grupo-familia), para diferenciarla de la intimidad autónoma (fundada en el individuo).

PROPOSICIONES COMPRENSIVAS DE LA INTIMIDAD VENEZOLANA

El apartado anterior explora el funcionamiento de la intimidad en una familia


venezolana. Dicho relato etnográfico tuvo como propósito hilvanar la trama de sentido
de dicho fenómeno, descubriendo las lógicas expresivas y semánticas en la
racionalidad matrisocial que lo estructura. Es oportuno ahora mencionar que el trabajo
etnográfico permite confirmar la extrapolación de lo matrisocial, en aspectos no solo
públicos como señala Hurtado, sino también incluso en relaciones que preforman lo
individual, siendo la intimidad una de ellas.

Para los fines de este argumento, el material empírico de la etnografía permite


sostener cuatro hipótesis compresivas de la intimidad venezolana. Se recuerda que
estas hipótesis son dirigidas únicamente al desarrollo de la teoría de la matrisocialidad
en el campo de la intimidad; no se trata de conclusiones representativas de un universo
poblacional. A continuación estas hipótesis en orden de importancia.

La hipótesis principal desarrolla la matrisocialidad como factor explicativo de la


intimidad, siendo así, la intimidad familista se configura de acuerdo a una estructura
gregaria. Esta estructura gregaria de la intimidad es consecuencia de la falta de
separación entre la persona como individuo y su grupo, de allí que se exprese un

112
holismo interactivo que funciona por una lógica que tiende a volver familiar todo lo
extraño. Debe intimarse en una medida grupal, lo cual impide el desarrollo de la
intimidad como conciencia individual de sí mismo. Por esta razón se corrobora que la
estructura de la familia venezolana es un factor explicativo del modo en que procede el
acto cultural de intimar. Dicho acto no depende de vínculos interpersonales sino del
control institucional de la cultura.

La segunda hipótesis es que la intimidad familista al ser avasallante del individuo


va en detrimento de la intimidad de este. La forma en que se genera la intimidad dentro
de la cultura matrisocial no consigue diferenciar niveles de intimidad (individual,
conyugal, amistosa), configurándose solamente desde un modo familista. Esta arista no
considera el individualismo como forma intersubjetiva de relacionamiento; o, si se
entiende de otra manera, no hace referencia a una facultad individual, siendo que se da
poca libertad (simbólica) a su constitución. En este sentido, se ha hablado aquí de una
intimidad heterónoma al individuo.

En tercer lugar, en la intimidad familista la lógica materno-filial vulnera y


contraviene la intimidad infantil. La intervención materna sobreprotectora deriva en
una ausencia de separación de la vida adulta y la vida infantil29 y, engendra así, una
socialización donde el niño tiene poco reconocimiento de su intimidad y privacidad.
Asimismo, los adultos prefieren infundir en el infante asignaciones de lo masculino y
lo femenino, antes que promover la identidad individual del pequeño.

La última hipótesis se refiere a la adolescencia. Los estereotipos sexuales


interrumpen el reconocimiento íntimo de los géneros. La escisión de las experiencias
rituales en un estereotipo masculino (macho) y en un estereotipo femenino (hembra),
no desemboca en una valoración de la intimidad entre el hombre y la mujer (más bien
los separa). Otra característica, es que estos mismos estereotipos prohíben la intimidad
entre hombres (por temor a la homosexualidad), ya que se encuentran en el polo de lo
extraño o lo lejano (la calle), aunque, por otro lado, permiten y fomentan la intimidad

29
Cuando ELÍAS (1989) trabaja sobre la sociogénesis de la modernidad, menciona la separación
de la vida infantil y la vida adulta como uno de los rasgos de la cultura occidental. Este rasgo
está ausente en el complejo materno-filial que rige la familia venezolana, impidiendo la
autonomía del mundo adulto y del mundo infantil.

113
automática entre mujeres al estar ellas en el polo de lo cercano o lo conocido, es decir,
en el polo de la familia (la casa). Cuando los géneros se interceptan, se produce una
intimidad superficial y erotizada que va en detrimento del crecimiento individual, el
aprendizaje y el entendimiento con el sexo opuesto. Así, las relaciones íntimas entre
pareja, tan importantes para la autoconstrucción individual (debido a su proximidad
subjetiva) no son desplegadas.

Si bien estas hipótesis responden a una antropología de la intimidad familista, es


interesante advertir que la cultura intima venezolana no se limita a estas expresiones
idiosincráticas. La etnografía de los Ramírez deja ver también la semántica del fuero
íntimo centrado en el individuo. Al examinar el contexto relacional de esta última, no
se puede obviar que la misma cultura exige al individuo un tipo de subversión para
desarrollar su intimidad, una lucha que es tachada de negativa por el sentir común,
como hito de solipsismo y hasta de egoísmo al ir en contra de la axiología familista. En
otras palabras, la producción de intimidades autónomas exhorta nuevos tipos de
relaciones que deben ser trazadas por el individuo y no por el grupo familiar, ante esta
necesidad se generan tensiones culturales que deben ser estudiadas en profundidad 30.
En dicha trama social se inserta la intimidad individual en la cultura venezolana.

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Para un examen de dichas tensiones culturales entre el individuo y el familismo en Venezuela
puede consultarse la tesis de licencia del autor. Véase: Henry MONCRIEFF (2011), La
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