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HENRY MONCRIEFF
Antropólogo social, Universidad Central de Venezuela (UCV)
Centro de Investigación Social CISOR
henrymoncrieff@gmail.com
Resumen
1
Este artículo ha sido posible gracias a las recomendaciones conceptuales de Alberto Gruson
(CISOR), Samuel Hurtado (UCV) y Verónica Zubillaga (USB) en cuanto a la teoría de la
matrisocialidad y el análisis etnográfico. También ha sido pertinente la lectura crítica de Andrés
Zambrano (CISOR) para la elaboración final del texto.
LA INTIMIDAD COMO FENÓMENO SOCIAL
2
ARENDT (1998).
3
Véase: CRUZ (1999), QUIROGA LAVIÉ (1992).
4
CASTILLA DEL PINO (1989).
5
SIMMEL (1977).
6
HALL (1966).
94
social y cultural de un colectivo para no caer en versiones idealizadas7. De suerte que
la intimidad es una institución que involucra relaciones sociales; como proceso de
cercanía emocional y conocimiento profundo, el fenómeno íntimo denota acciones
como hablarse, escucharse, compartir sentimientos y manifestar pensamientos8. Dichos
eventos no son invariablemente felices o resueltos con facilidad, pudiendo resultar
hostiles, angustiantes, instigadores del desapego y hasta violentos9. Al respecto, dentro
de la ciencia social, no se trata de evaluar la calidad de las relaciones íntimas sino de
describir las características de dicha esfera privada y subjetiva de la individualidad.
Weber sostiene que “la conducta íntima es acción social solo cuando está orientada por
las acciones de otros” (1974:18). Al entender lo social de este ámbito personal, se
evalúan las tensiones y el tipo de conexión con el “otro intimo”, instancia donde es
plausible comprender la moral cultural de estos vínculos 10. De esta manera, se pretende
entender la ambientación sociológica de la vida intima en los marcos subjetivos de la
auto-realización individual en Venezuela.
7
Las ciencias sociales comienzan interesarse por la privacidad y la intimidad, por posibilidades
de auto narración en determinados contextos privados y la calidad de los vínculos
interpersonales. Véase: GIDDENS (1992), SANTORE (2008), FERRY (2008).
8
JAMIESON (2002), HAROCHE et al (1995).
9
El fenómeno íntimo de la cohabitación en pareja es frecuente en la literatura sociológica,
antropológica y psicológica. En esta bibliografía se problematizan las paradojas del romance y
del amor: el control psicológico, la violencia física y la victimización. Véase: GELLES (1997),
LLOYD (2000)
10
BÉJAR (1995).
95
del país ha permitido aspectos reflexivos e individualizados en la cotidianidad 11.
Justamente, las instituciones de la sociedad (lo jurídico, el trabajo, la escuela, etc.)
declaran estar orientadas hacia la concreción del ciudadano moral y de la persona
responsable de sus actos, obligando a cada quien a asumir su propia trayectoria12. El
individuo venezolano es solicitado por un conjunto de campos de vida (educación,
derechos civiles, empleo, procesos de movilidad social y geográfica) que estipulan el
desarrollo de una biografía singularizada y cada vez menos apegada a lo tradicional o a
lo impuesto por roles sociales 13. Esta ambivalencia biográfica en nuestro país es un
terreno fértil para nuevas formas sociales y consensuales, vinculaciones múltiples,
plurales, descentradas. Es difícil hablar de estereotipos y roles cuando la sociedad esta
desprovistas de centro 14. Pero, ¿qué sucede cuando la complejidad y la
individualización social se encuentran en un ambiente psicológico y cultural discorde
con estas dinámicas sociales?
Ante este hecho las reflexiones del presente texto se fundamentan en las siguientes
inquietudes: ¿cómo se individualiza la persona en Venezuela?, y, ¿cómo es el campo
social íntimo donde se desarrolla dicha individuación?, ¿cuáles son los márgenes de
decisión individual en la intimidad venezolana?
11
MONCRIEFF (2011).
12
BECK & BECK-GERNSHEIM (2003).
13
BAJOIT (1992).
14
DUBET (2006)
15
Siguiendo las reflexiones de LINTON (1978), en este texto se ha entendido la cultura sin la
idea monolítica de las "sociedades simples". La heterogeneidad de la sociedad venezolana con
su variedad de ambientes sociales, múltiples contextos e identidades colectivas necesita una
noción de cultura más plausible con esta realidad. Al hablar aquí de cultura, no se hace en
forma de pauta determinante de la acción social. Sino que en cambio, se hace referencia a una
matriz de sentido, en la cual se valoran semánticamente las relaciones sociales (Véase GEERTZ
(2005). De esta forma, la cultura es una trama intersubjetiva (colectiva) que plasma un sentido
común u ordinario (pareceres, saberes y procederes, detectados en refranes, rumores y pánicos)
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con vías y niveles de acceso, de tal manera que cualquiera sabe qué cosas no hay qué
saberlas de los demás, qué son las indiscreciones, qué son intromisiones, cómo
prevenirlas, cómo reconocer y valorar a las personas que se exponen a sí mismas más
de la cuenta (les falta pudor). Cada cultura delimita la intimidad, la problematiza y la
jerarquiza con respecto a otros espacios de construcción social 16. La relatividad de los
niveles de intimidad y su relación con aspectos culturales y morales, permite aseverar
que la intimidad puede ser entendida como partícipe de un orden transaccional, como
una “zona cultural” que incide en sensibilidades y circunstancias introspectivas y
exteriores de la subjetividad: una zona en la que el individuo construye una identidad
íntima contraria a la dinámica interactiva que tiene con los otros no contemplados en
su ámbito personal 17. Así entendida, como fenómeno social, la intimidad transcurre en
pequeños contextos interindividuales, los cuales son matizados, construidos y
configurados por los entramados relacionales de la vida familiar y conyugal, la
cohabitación, las amistades, la vecindad, lo comunitario y el marco jurídico de los
Estados.
Todas las culturas configuran un ámbito de intimidades; lo que varía son las cosas a
las que se aplican, las formas, los lugares. Para las culturas individualistas, la intimidad
es fundamental para la reflexividad de sí mismo; para las culturas holistas, en las que
lo colectivo prela lo subjetivo, se presenta como algo que no está ligado a la reflexión
individual e interpersonal, sino como usanza que cohesiona al grupo. La hipótesis del
artículo es que la intimidad venezolana se encuentra próxima a una dinámica holista,
pero debido a la complejidad social, la conformación de intimidades individualizadas
tiene una posibilidad. Con este fundamento, la siguiente investigación presenta una
exploración empírica de lo social íntimo desde la familia18, una estrategia etnológica a
97
fin de rastrear la conciencia, el valor simbólico y la trama semántica del fenómeno en
el sentido común venezolano.
daba cuenta del origen simbólico de las sociedades mediante un hecho social que podía dar a
entender varias regiones de lo humano (lo religioso, lo político, lo económico, e incluso, según
el autor, lo biológico). Esta posición metodológica, fue posteriormente desarrollada por célebres
antropólogos como Louis Dumont con el concepto de holismo y Claude Lévi-Strauss con el
principio de autenticidad en las “sociedades primitivas”. Asimismo, los antropólogos clásicos,
apoyados en una institución que consideran estructurante, rinden con ella explicaciones
globales del marco semiótico de una cultura. Ejemplos famosos: en los trobiandeses el kula
(Malinowski), en los nuer el ganado (Evans-Pritchard), la brujería en los azande (Evans-
Prtichard), y, las famosas riñas de gallos en Bali (Geertz). En Venezuela, es la familia
(dinamizada por la madre) la institución que rinde más capacidad explicativa, pudiendo ser
entendida como eje central de la matriz de significado del colectivo venezolano. Véase:
HURTADO (1998, 2000), MORENO (1995), VIANA (2004).
19
Se habla de colectivismo u holismo para describir el entorno cultural donde lo colectivo es
central para la sociedad (típico de una comunidad tradicional) por sobre la voluntad individual.
Véase: DUMONT (1987).
20
Aunque lo matrisocial contenga fenoménicamente lo familista en sí como organización
(práctica) e ideología, esto no significa que toda práctica familista deba confundirse con lo
matrisocial. Por ejemplo, hay culturas portadoras de un familismo (valor positivo por y para la
familia en las representaciones colectivas) que no necesariamente convergen en una
matrisocialidad. De hecho, en culturas latino-europeas (la portuguesa, la española, la italiana,
98
En la presente investigación se podrá apreciar dicho talante materno-filial en la
intimidad venezolana. En adelante, se presenta una etnografía que responde a cómo la
cultura matrisocial elabora la intimidad, para realizar, a partir de allí, una evaluación
ética de la construcción del individuo en esta cultura.
etc.) es un rasgo muy presente. En el colectivo venezolano, lo que existe, para ser más
denotativo, es un “familismo excesivo”, que aquí se resume con el adjetivo de familista, para
decir que la familia tiene la capacidad de intervenir en la sociedad. Para profundizar en estos
aspectos, puede revisarse la obra de PITT-RIVERS (1979), autor reconocido por sus trabajos
antropológicos en la sociedad mediterránea.
21
HURTADO (2000).
22
GLASER & STRAUSS (1967).
23
COLLER (2005).
99
puedan ser transferidas a otros casos para su posibilidad de demostración empírica
final 24.
La unidad de observación tiene una subunidad que ubica el fenómeno fuera del
contexto familiar, explorando también en la vida pública de algunos miembros de la
familia. Se hizo observación en un sitio distinto al contexto familiar, la finalidad fue
determinar si las matrices de sentido de la intimidad venezolana siguen una lógica
familista, en otras palabras, que la noción de intimidad dentro de la familia, se extiende
fuera de este espacio, para estructurarse con las mismas pautas matrisociales.
24
De allí, que se prefiera hablar de transferibilidad teórica en esta investigación de naturaleza
cualitativa. Véase: MAXWELL (1998).
25
El nombre de la familia y de todos sus integrantes fue cambiado para mantener el anonimato.
Todos los datos de referenciación fueron suprimidos, no se utilizan nombres reales ni
situaciones que permitan la identificación de los informantes. Agradecemos a nuestro amigo
Saúl, líder de una comunidad de Petare, por prestarnos su valiosa ayuda en la búsqueda de una
familia acorde con el modelo teórico utilizado. Sin su intervención, la ubicación de la familia
Ramírez jamás hubiese sido posible.
26
Aunque la familia Ramírez se ubica en una posición baja dentro de la estratificación social,
esto no es lo que se quiere subrayar en la investigación. No se trata, ni se intenta extrapolar la
intimidad al sector social llamado “popular”. La elección de esta familia se debe únicamente a
que presenta los rasgos anteriormente mencionados. Todos los datos de referenciación fueron
suprimidos, no se utilizan nombres reales ni situaciones que permitan la identificación de los
informantes.
100
Las nociones de intimidad de los actores se recrean en un discurso polifónico
(incluido el etnógrafo). No se han concebido los informantes desde el clásico “punto de
vista del nativo”, sino que se realizó una “interpretación de la interpretación nativa” 27;
este es el punto de vista emico de la investigación, es decir, la forma como explicaron
los miembros de la familia Ramírez el significado de sus prácticas y rutinas íntimas.
Esto no significa que lo íntimo se estimó en nuestros informantes con la figura
psicologizante de un confesionario de sus vidas privadas; sino que este ámbito se ha
entendido -como se mencionó ya en el texto-, como relación social con contenido
cultural.
27
GEERTZ (2005).
101
Estado para un joven de la familia, la reparación de equipos eléctricos, el
asesoramiento en la bancarización de los miembros, la asistencia a reuniones en el
consejo comunal, di sugerencias relacionadas con la crianza de los infantes, intervine
en conversaciones cotidianas múltiples y comprometedoras, pernocté en la casa,
etcétera. A medida que pasaba el tiempo, esta participación activa con los miembros
del grupo contribuyó a la sinergia etnográfica y a hacerme familiar en la familia. A
partir de entonces pude entender la trama de sentido en mis informantes, algunos de
los cuales pasaron de ser simples relatores, a interlocutores y traductores del discurso
de su grupo familiar (el caso de Carla).
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LA COHABITACIÓN MATRISOCIAL
Paula, con la que no tuve mucho contacto, vive también en esta casa con su
esposo (Pancho); ellos junto con un hijo (Ilich) forman otro núcleo familiar. Pancho
tiene una agencia de lotería y un estacionamiento, que proporcionan el mayor ingreso
económico de la familia Ramírez. Otras hijas (Laura e Irene) viven con sus
concubinos cerca de la casa materna, en el mismo vecindario. Los otros hijos de la
señora Simona son Raúl y Jaime. Raúl que “casi vive en esta casa desde que no tiene
mujer” (Marisol); de él noté que tenía problemas con el alcohol. El más desprendido,
Jaime, trabaja como distribuidor en una multinacional de refrescos. La señora Simona
siempre justifica las esporádicas visitas de Jaime por esta ocupación, aunque
concretamente “desearía que todos [sus hijos] estuviesen juntos conmigo”. Los
patrones de residencia y la centralidad de la madre como referencia de los mismos
confirman el ideal de asentamiento matrilocal (viven en el mismo vecindario de la
casa materna); Marisol me llamó la atención al decir “vivimos aquí todos cuidando de
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mi mamá”; y Liliana lo confirma al asegurar que “es por eso que Felipe llama a la casa
todos los días” (Liliana).
Pasando ahora a los hijos de los hijos, nombraré, por la importancia del presente
cometido, primeramente, a aquellos con los que más pude interactuar; de seguido, a
los que tuve oportunidad de conocer sin abundar en detalles; finalmente, nombraré al
resto, pero sólo será para completar el listado. Mis mejores relatores de la tercera
generación también habitan en casa de Simona (la abuela); son los hijos de Marisol y
Liliana, dado que la mayor parte del estudio se llevó a cabo en esta vivienda. Carla,
hija de Marisol, fue mi mejor interlocutora y traductora cultural; ella tiene veinte años
y estudia educación inicial (pre-escolar) en un instituto pedagógico. José Manuel, hijo
de Liliana, ha sido un excelente colaborador al permitirme conocer su percepción
adolescente; él acaba de terminar el bachillerato y “espera a ver qué sale” (para
estudiar un grado universitario o técnico). Katy y Katiuska, la primera de 11 y la
segunda de 6 años son hijas de Marisol. Mary de 14 años y Hernancito de 5 son hijos
de Liliana. Para terminar con los que habitan en la vivienda, se encuentra Ilich de 10
años, el hijo de Paula, quien es criado por sus “madres extensivas” (tías y abuela), ya
que su madre pasa mucho tiempo en la calle ocupada en los negocios que tiene con su
pareja.
104
miembros, surge de una biografía difícil, de independencia y de superación laboral en
el mundo obrero de las empresas siderúrgicas de Guayana. Se puede detectar un poco
de recelo en sus hermanas (Marisol y Liliana) por su “individualismo” y la distancia
que mantiene con la familia (específicamente con la madre), “aunque a veces envía
algo de dinero y viene para las fiestas de fin de año” (Marisol); según Liliana, Felipe
“tiene tres hijos varones, todos ingenieros” y “una mujer un poco amargada que lo
apartó de nosotras”, acota Marisol. De Jaime, se habla mucho de su poco tiempo
disponible y, en consecuencia, de lo aislado que se encuentra de la familia. La mujer
de Jaime, aunque sola, “tiene a sus dos hijas derechitas” (Marisol). Se notan los rasgos
matrisociales de estos discursos: la importancia de la madre-abuela como pivote de la
estructura familiar, el nexo sentimental maternalista, el familismo, la ideología
matrilineal, la sexualización del espacio, etcétera. La constelación familiar es
representada gráficamente en el siguiente diagrama de parentesco.
105
UNA RÁPIDA INTIMIDAD: LA FAMILIA RAMÍREZ ANTE UN EXTRAÑO
Sin más, comenzaron a sacar provecho de mi relación con ellos. Pidieron favores,
algunos de los cuales no cumplí, como estrategia etnográfica para leer la reacción del
grupo familiar. De improviso, dijo Marisol “te hiciste el loco con lo que te pidió mi
mamá” (configuración del móvil celular); así se dejó ver la lógica del consentir como
rasgo matrisocial profundo; es una manera de decir “consiéntenos para entrar a nuestra
familia”. Al respecto, otro comentario de Marisol fue bastante revelador “¿cómo es
que vas a ser amigo de la familia, si no nos haces el favorcito?”. En otro momento, al
traer información a José Manuel sobre un programa de becas de la Alcaldía, tanto la
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familia (sobre todo su madre) y él mismo incluyeron el agradecimiento como forma
relacional. La conexión a nuestro favor se dio por Liliana, como madre agradecida, y
por la señora Simona, quien termino de autorizar mi “entrada” a la familia como
madre-abuela. Otra señal de aceptación en el grupo familiar fue cuando José Manuel
se dirigió a mí llamándome pana (argot de amigo) en un almuerzo que “compartimos
en familia” (Marisol). Desarrollamos rápidamente una intimidad como aliados
familiares.
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La reproducción constante de estas conductas sexualizantes en diferentes
momentos y espacios, revela una dinámica materno-filial que configura la intimidad
de los niños. Es asimismo un indicador de poca separación del mundo adulto y el
mundo infantil.
La pubertad del varón se encuentra signada por la expulsión (simbólica) del hogar
materno, espacio femenino por excelencia. Liliana, madre de un hijo adolescente (17
años), menciona lo siguiente: “Yo lo dejo hacer lo que quiera; ya es un hombrecito, va
para la calle y hace lo que mejor le parezca”. José Manuel tiene que hacerse hombre
en la calle; allí tiene que demostrar su posicionamiento como hombre macho. Estas
experiencias ritualizadas implican, una evitación de los nexos íntimos con los otros
varones (para evitar la posibilidad de homosexualidad), y con las mujeres, una
respuesta sexual (intimidad superficial) para no dejar la hombría en duda. Hablar con
otros varones está a la orden del día, por supuesto, aunque siempre con distancia, ya
que en cada uno ronda el “gusanillo de la homosexualidad” (Carla), especialmente, en
los demás, los observadores. Así, José Manuel siempre habla con sus pares varones
sobre muchachas; el objetivo es demostrar, ejercer y hacer hombría. Me dí cuenta de
esto al ser testigo de las conversaciones que mantenía José Manuel con su grupo de
amigos. Otra característica que puede inferirse es que el mismo contexto grupal
protege la hombría del varón adolescente, dado que en el colectivo, una relación
diádica entre hombres es sospechosa de homosexualidad: “dos hombres solos es como
de maricos, se ve raro de verdad […], los chamos andan más bien en grupos grandes”
(José Manuel). Cuando los varones tienen contacto intimo con la muchachas
(candidatas a novia) se expresa el ritual de “echar los perros” (conquistarla). Un
ritualismo casi obsesivo por lo femenino que enlaza el mundo masculino con el
femenino a través de una comunicación erótica-sexual, como dice Carla: “es fácil
saber lo que quiere un hombre cuando te echa los perros: quiere que se la dones (dar la
vagina)”. Efectivamente, se trata de reconfirmar la hombría con una proposición
sexual a una mujer, lo que describe una relación que no aspira a una intimidad
profunda.
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La mujer adolescente, por su parte, para cumplir con el ideal moral de mujer buena
(ser una madre), debe quedarse en casa y separada del universo de la calle, que es de
los hombres. “Menos mal que yo ya pasé por ese lío. Antes cuando estaba más chama
(en etapa adolescente), mi mamá casi me encerraba en la casa; cuando salía me
mandaba en grupo con alguien. La única manera de escaparme de la casa era inventar
mentiras, de que me iba con mis amigas” (Carla); esto sugiere que la mujer solamente
puede intimar en un circulo femenino (en el hogar y con las pares), lo cual vuelve a
asociar la intimidad con el mundo de la familia: la mujer-madre es simbólicamente
sinónimo de “familia”. La mujer adolescente tiene que invertir en estrategias para
conseguir individualidad, ya que la cultura no permite su autonomía; el ejemplo claro
es el hecho de tener que guardar secretos con las amigas para salir a la calle (ver al
novio) y no perder la confianza de su propio círculo familiar: “no sabes cuántas veces
mentí para verme con él… mis amigas me ayudaron a mentirle a mi mamá, yo decía
que iba con ellas, y me iba con Pedro” (Carla). Mi conversación con Carla sobre su
noviazgo fue clave para valorar algunos aspectos de la formulación precaria de su
intimidad personal. Los adultos, específicamente la madre, interfieren en la relación
con el novio, la vigilan y la perjudican; no dejan espacio para el crecimiento
individual, el aprendizaje y el entendimiento con el sexo opuesto, lo que revela un
control absorbente y una desconfianza que desatiende la autonomía individual.
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En el grupo familiar existe cierta actitud negativa hacia Pancho por su “conducta
egoísta”; el grupo tiene una desavenencia por su independencia, cuya realización
equivale a una separación (simbólica) con la familia. El nudo del asunto es la
comunicación que mantiene con su esposa, que es considerada por los miembros de la
familia como hermética. “Bueno la verdad… a nosotras nos duele que Pancho haya
cambiado tanto a Paula. Es más, nosotras ni sabemos nada de lo que pasa entre ellos…
¿cómo podemos saber si ella está bien?”, es la queja de Marisol en representación del
grupo. La demostración posesiva con la hermana se encuentra mediada por la
preocupación familiar de no poder intimar con ella (no saber de su relación de pareja).
Para Pancho este tema alude a su proyecto de realización personal: tener una casa
propia, un hogar propio, un espacio propio, un nicho íntimo con su esposa e hijo. Su
proyecto una situación reformativa de la intimidad que vive, pasar del grupalismo a un
nivel más personal. “Él se molesta si una se mete en sus cosas, si le preguntamos”
(Marisol), “si vale… tenemos mucha distancia con ella (Paula) porque no habla con
nosotras… ni los domingos… se va por ahí a comer con el esposo” (Liliana).
110
suprime o imposibilita las prácticas individuales privadas 28. Por esta razón, la
intimidad como elemento de individuación, se tiene como negativa; es un choque con
los valores culturales que privilegian una intimidad familista. En consecuencia, el
individuo se erige mediante procesos como el abandono, la claudicación y la huida
como pareciera ser el caso de Pancho y Paula. El desarrollo del fuero íntimo con
independencia y autonomía personal tiene que enfrentarse a una intimidad familista
que trata siempre de avasallarlo.
28
El término gregario se utiliza en el sentido de grupo donde los individuos no tienen
distinción o caracterización más allá del motivo que los une.
111
Debido a que los nexos íntimos entre las personas poco tienen que ver con
interacciones personalizantes, el espacio relacional diseña vínculos interindividuales
no electivos que proceden de modo pulsional-sentimental, es decir, con pocos rasgos
reflexivos. “Bueno, a veces pienso que eso de que la gente sea así tiene su
consecuencia… por lo menos, yo siempre tengo problemas con mis compañeros por
cosas que dicen; mi vida se ha vuelto un chiste… un jueguito para mis compañeros de
trabajo. Por eso yo tengo mi amiga de toda la vida, ella no haría jamás algo de eso”
(Carla). La proyección de una intimidad de tipo familiar y por tanto de marcos
colectivos no diádicos (de dos personas), representa un tipo de intimidad mecánica que
deja poco espacio de acción a la intimidad construida por el propio individuo. De esta
forma, se entiende que el asunto de la intimidad en la matrisocialidad, más que
depender del individuo, termina por sujetarlo y supeditarlo al grupo; se puede decir, en
efecto, que el colectivo fomenta una cultura de intimidad heterónoma (fundada en el
grupo-familia), para diferenciarla de la intimidad autónoma (fundada en el individuo).
112
holismo interactivo que funciona por una lógica que tiende a volver familiar todo lo
extraño. Debe intimarse en una medida grupal, lo cual impide el desarrollo de la
intimidad como conciencia individual de sí mismo. Por esta razón se corrobora que la
estructura de la familia venezolana es un factor explicativo del modo en que procede el
acto cultural de intimar. Dicho acto no depende de vínculos interpersonales sino del
control institucional de la cultura.
29
Cuando ELÍAS (1989) trabaja sobre la sociogénesis de la modernidad, menciona la separación
de la vida infantil y la vida adulta como uno de los rasgos de la cultura occidental. Este rasgo
está ausente en el complejo materno-filial que rige la familia venezolana, impidiendo la
autonomía del mundo adulto y del mundo infantil.
113
automática entre mujeres al estar ellas en el polo de lo cercano o lo conocido, es decir,
en el polo de la familia (la casa). Cuando los géneros se interceptan, se produce una
intimidad superficial y erotizada que va en detrimento del crecimiento individual, el
aprendizaje y el entendimiento con el sexo opuesto. Así, las relaciones íntimas entre
pareja, tan importantes para la autoconstrucción individual (debido a su proximidad
subjetiva) no son desplegadas.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
30
Para un examen de dichas tensiones culturales entre el individuo y el familismo en Venezuela
puede consultarse la tesis de licencia del autor. Véase: Henry MONCRIEFF (2011), La
experiencia moderna en una cultura matrisocial, Caracas, UCV (tesis de licencia en
antropología)
114
CASTILLA DEL PINO, Carlos (1989), “Confidencialidad”, en C. Castilla (ed.), De la
intimidad, Barcelona: Crítica, 97-118.
CUCHE, Dennys (1996), La notion de culture dans les sciences sociales, Paris, La
Découverte.
FERRY, Luc (2008), Familia y amor. Un alegato a favor de la vida privada, Madrid,
Taurus.
GLASER, Barney & Anselm STRAUSS (1967), The Discovery of Grounded Theory.
Strategies for Qualitative Research, Chicago, Aldine.
115
JAMIESON, Lynn (2002), Intimacy. Personal Relationship in Modern Societies,
Cambridge, Polity Press.
MOORE, Barrington (1994), Privacy: studies in social and cultural history, New
York, Armock/Sharpe.
116