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1) Resumen.
2) Introducción.
Este criterio resulta sumamente atractivo por dos factores: ahorro de insumos, en
nuestro caso herbicidas, y menor contaminación o impacto ambiental. Gerhards et al.
1997 determinan este ahorro entre el 40 y el 50% de herbicida, y Koller y Lanini (2005)
lo fijan entre el 34 y el 49% en diferentes aplicaciones. Sobre el segundo punto son
cada vez mayores las presiones y demandas sociales que, necesariamente, deben ser
atendidas. Auernhammer 2001 analiza la posible incidencia de la Agricultura de
Precisión sobre el medio ambiente.
Pero, con el advenimiento del uso masivo del glifosato, asociado con la siembra
directa y la soja transgénica, el manejo de malezas se ha trivializado ya que ha dejado
de existir una percepción que indique que las malezas son un inconveniente serio.
Simplemente se hacen algunas pulverizaciones en el barbecho y posteriormente sobre
el cultivo, normalmente sin hacer ningún tipo de relevamiento de las poblaciones
existentes.
Sin embargo, empiezan a asomar algunas circunstancias que hacen pensar que en un
futuro no demasiado lejano será necesario efectuar algunos ajustes a este sistema de
manejo: aparición de las llamadas “malezas nuevas” que antes, con el sistema de
laboreo tradicional no presentaban mayor relevancia y quedaban circunscriptas a
determinados ámbitos específicos (Commelina erecta, Chloris sp, Parietaria debilis,
Oenothera spp, etc.), algunos biotipos resistentes a glifosato (Lolium sp y,
fundamentalmente, Sorghum halepense) y una tendencia hacia el aumento de
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monocotiledóneas que requieren mayores dosis de glifosato (Cyperus spp y Cynodon
dactylon) (Leguizamón 2007)
Pero lograr un manejo sitio específico de las malezas de un lote implica tener resueltos
dos aspectos fundamentales: conocer en qué sitios del lote se debe aplicar el
herbicida (eventualmente, inclusive, qué tipo de herbicida), y contar con maquinaria
con difusión a nivel comercial que permita hacer estas aplicaciones localizadas. Lejos
estamos, a nivel productivo, de esta situación. Por el contrario, a nivel experimental,
existen numerosos antecedentes que han podido conjugar estos dos factores. En pos
de la brevedad se citarán solamente algunos.
Un ensayo con características similares fue realizado en 1999 por Al-Gaadi y Ayers,
mediante el uso de un programa SIG y una pulverizadora con un sistema de inyección
directa.
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de conocer cuál es el plazo máximo de uso de un mapa de malezas, con sus
implicancias económicas.
3. 1. Métodos manuales.
3.1.1. Muestreos discretos. Para ello el campo se divida en una suerte de malla
rectangular o cuadrada. El tamaño de la malla variará en función de la superficie a
mapear y del grado de precisión deseado pudiendo ir, tentativamente, desde los 5 x 5
m hasta los 50 x 50 m. Dentro de cada uno de los cuadros obtenidos, se coloca en su
centro un marco de entre 0,1 y 1 m 2. Se hace el relevamiento de las malezas y su
densidad. Christensen y Heisel -1998- estiman un mínimo de 25 puntos relevados por
hectárea para tratamientos localizados.
Algunos autores fijan, en lugar de la grilla, una gran W que recorre todo el lote como
método de toma de muestras (Leguizamón 2005).
Claramente las mayores limitantes para este tipo de relevamientos está dada por su
gran demanda de mano de obra, tiempo de recopilación y consecuentemente su costo.
Consecuentemente quedan limitados a estudios de tipo científico y no a aplicaciones
comerciales de herbicidas.
Diagrama de un lote con puntos de grilla para mapeo manual y semiautomático de malezas (a) y
automático (b)
Fuente: Schuster, Nordmeyer y Rath 2007
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Consiste en fijar sobre un mapa las zonas en las que se ubican los manchones de
malezas. Balastreire y Baio (2001) definieron los manchones mediante el uso de
DGPS mientras recorrían el contorno de los mismos en un cuatriciclo debidamente
equipado. Un método similar se puede definir mediante imágenes aéreas sobre las
cuales se definen los manchones. En el Instituto de Ingeniería Rural de INTA se están
efectuando ensayos de éste tipo mediante un avión no tripulado. Este brinda la
posibilidad de obtener imágenes a diferentes alturas con lo cual se puede obtener
mayor o menor detalle en las tomas. Lógicamente, la gran ventaja de este sistema
consiste en su rapidez y bajo costo, pero perdiendo precisión en cuanto a la densidad
y composición de las malezas. Es un método apto solamente para barbechos y para
aplicaciones localizadas con herbicidas totales del tipo del glifosato. En los ensayos
del I.I.R., aún en curso, se busca evaluar si el sistema se adapta, también a cultivos en
pie en desarrollos tempranos.
Ya se han mencionado los ensayos que se están llevando a cabo en el I.I.R. Por otra
parte el uso de imágenes multiespectrales obtenidas de esta manera se ha mostrado
en algunos casos como una herramienta sumamente útil. Ya desde 1985 existen
antecedentes de su uso para el monitoreo de malezas (Curran). Ya se ha mencionado
la factibilidad de volar a diferentes alturas como una alternativa al nivel de resolución.
No obstante ello, las cámaras multiespectrales siguen siendo demasiado costosas
para su uso masivo.
4. Conclusiones y tendencias.
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económicos y confiables. Creemos que es este segundo aspecto el que está frenando
el desarrollo de estas tecnologías.
En la actualidad, y para la realidad de nuestro país solamente podrían estar
disponibles los sistemas de relevamiento por manchoneo, ya sea obtenidos desde
recorridas pedestres o, mejor aún desde vehículos que obtengan fotografías de rápido
procesamiento o por imágenes aéreas. Dentro de las imágenes aéreas, por facilidad
de obtención, accesibilidad y costo, se adaptan mejor aquellas logradas mediante un
vehículo aéreo no tripulado. Dado el sistema de siembra directa mayoritariamente
utilizado en nuestro país, con el uso intensivo de glifosato como principal herbicida de
acción total, estos mapeos de malezas por manchoneo podrían transformarse en
herramientas de suma utilidad para el ahorro de herbicidas con su consecuente menor
impacto ambiental.
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