Está en la página 1de 5

La vida es efímera, la literatura es eterna: El abismo del no-existir

Héctor Ramírez Olea

La muerte es algo aterrador. Todos, en mayor o menor medida nos sentimos paralizados al pensar
que pueda haber en el "más allá". Si es siquiera que hay un "más allá". La muerte es mística, es
fascinante, es aterradora. Una bella pero cruel dicotomía. La vida es muerte, la muerte es vida. La
muerte es un obstáculo que desde que tenemos uso de razón hemos tratado de derribar. Tan solo hay
que voltear a ver a la gran mayoría de las religiones del mundo, un tema recurrente es siempre la
muerte y lo que pasa después de ella: El Cristianismo tiene el Cielo y el Infierno; los nórdicos
tienen el Valhalla; los griegos contaban con el Inframundo; los aztecas tenían el Mictlán; y los
hindúes creen en la reencarnación (Watson, 2011).

Tal es la importancia y fascinación de los humanos hacia la vida después de la muerte, no


solo en la religión, sino en nuestro colectivo psicológico. La hemos llevado al cine, a la literatura, a
las canciones y a nuestras tradiciones. La muerte no es otra cosa sino una parte de nuestra vida. Una
compañera fiel, siempre a nuestro lado, que se acerca un poco más cada segundo, con cada respiro y
será lo último que experimentemos. La muerte es lo único cierto en esta existencia, la verdad
máxima.

Sin importar nuestras creencias religiosas, podemos estar seguros que algún día, no en
mucho tiempo, dejaremos de existir en esta Tierra de la forma en la que lo estamos haciendo ahora.
Por eso nos aferramos con tanta fuerza a la vida. Por eso queremos ser recordados, pues es la
memoria la única forma en la que hemos podido vencer a esa amiga y villana, a la muerte. El miedo
a la muerte genera la búsqueda de la vida. Solo por medio de la memoria de otros podemos dar
testimonio de nuestra propia existencia. La serie de televisión existencialista, Serial Experiments
Lain, resume esto de manera cruda y real "Si no eres recordado, es como si nunca hubieras existido"
(Konaka, 1998).
No hay una forma única de lograr esta trascendencia. La mayoría de las personas busca
lograr esta clase de inmortalidad por medio de la fama, pero ni siquiera esa categoría es limitada tal
y como lo atestiguan la infinidad de premios otorgados por toda clase de logros. Desde los Óscar,
en la industria del cine; los Grammy, en la industria musical; el Pulitzer, para el periodismo; hasta
el Nobel, para avances científicos y culturales, así como los trofeos y medallas por destacar en
actividades deportivas (Stevens, 2013).

La fama tampoco es la única opción. Para muchos es suficiente con perdurar en la memoria
de sus seres queridos. Esto no es, de ninguna manera, una forma inferior de trascendencia. A pesar
de tener el deseo común de ser recordados, no todos lo experimentamos de la misma manera. Así,
algunos prefieren ser recordados por sus acciones, otros por su ser mismo y unos más por a quiénes
quisieron.

“If you remember me, then I don't care if everyone else forgets. (Si tú me recuerdas,
entonces no me importa si todos los demás olvidan.)” (Murakami, 2005. p. 257).

El saber que quisieron a alguien y fueron queridos basta para algunos. Es su forma de lograr
la felicidad y es eso lo que en verdad importa. El autor Douglas Adams resume este sentimiento con
una frase breve pero poderosa: “I'd far rather be happy than right any day (Preferiría por mucho ser
feliz que estar en lo correcto)” (Douglas, 1995. p. 71).

Sin embargo, a pesar de las tan numerosas formas de alcanzar la trascendencia, una se
destaca sobre las demás por su gran antigüedad, prueba de su misma eficacia en esta tarea: la
literatura: quizá, el invento más importante en la historia de la humanidad, pues gracias a ella
pudimos transmitir los conocimientos adquiridos a futuras generaciones y expandirlos por lo fácil
que era acumularlos y concentrarlos en un mismo lugar. La literatura nos permitió desarrollar la
ciencia, facilitó la existencia y desarrollo del mundo moderno, nuestro mundo.

La literatura, sin embargo, es mucho más. La literatura es una forma por la cual dejamos
plasmados nuestros pensamientos y nuestras emociones. Apela a los sentimientos y al intelecto. Por
un lado, la ciencia vela por el bien colectivo y establece una comunicación con una audiencia
general a manera de conferencia, pero la literatura establece un diálogo más personal e íntimo con
la misma capacidad de transformar la vida de las personas. La literatura transforma vidas y
pensares, países y culturas, sociedades e individuos. La literatura es arte.

“Las obras de arte … son creaciones aleatorias, consecuencia de la imaginación y resultado


del talento particular del artista, además de que su finalidad es la de comunicar y
simbolizar, a través del objeto estético, las intuiciones, los sentimientos y los conceptos del
sujeto creador. Al adquirir forma artística, estos objetos se vuelven trascendentes y
polisémicos” (Ceballos, 2000. p. 6).

Gracias a sus escritos hemos llegado a saber no sólo de personas cuya existencia se remota
a, literalmente, cientos de años atrás, sino de su misma época y sociedad. La literatura es reflejo de
la sociedad que vio nacer a su artista. Las letras recrean la realidad y la transforman. Nos permiten
echar un vistazo a épocas pasadas y tratar de comprender los sentimientos de quienes entonces
vivieron. Personas reales con sentimientos reales. Individuos con sueños, aspiraciones, deseos,
pasiones, demonios, virtudes y defectos. Humanos. Tomemos como ejemplo las cartas escritas por
veteranos en tiempos de la Primera Guerra Mundial, la catástrofe bélica más grande de nuestra
historia. En tiempos de crisis tan terribles como estos, uno podría pensar que la última de las
preocupaciones sería producir arte. La realidad es otra: los sentimientos encontrados de esperanza y
derrota, de alegría y melancolía, de amor y de odio desbordantes en estas cartas sacuden el alma de
cualquiera. Tomemos, por ejemplo, el videojuego Valiant Hearts, cuya trama toma inspiración de
cartas hechas por la gente que a pesar de vivir en tiempos de crisis y destrucción, logró conservar su
humanidad y su amor a la vida, veteranos de la Primera Guerra Mundial:

“To my dearest friends: trough the evil noise of artillery, tanks and planes I remember our
adventures, our friendship and your pain. … Altough I cannot write these words, and the
time has come to part, your stories will always remain as will your valiant hearts. (Fanise,
2014)

Para mis más queridos amigos: por medio del siniestro ruido de la artillería, de tanques y
de aviones recuerdo nuestras aventuras, nuestra amistad y su dolor ... Aunque no puedo
escribir estas palabras, y ha llegado el tiempo de partir, sus historias permanecerán por
siempre, así como lo harán sus corazones valientes” (Fanise, 2014).

Trascender por medio de la literatura no se limita solamente a los grandes clásicos.


Debemos quitarnos de la cabeza que la única literatura válida y digna de ser merecida y acordada es
aquella que ha perdurado a través del tiempo. Toda literatura es valiosa pues es el medio de
expresión de un ser humano. Tal vez supere en importancia el acto mismo de escribir a sus posibles
resultados e influencia. La escritura libera el pensamiento y nos ayuda a entendernos más a nosotros
mismos. Las letras son una forma de canalizar nuestros sentires más profundos y enfrentar nuestros
miedos más grandes. La escritura nos recuerda que al enfrentar nuestros problemas, no lo hacemos
solos. Siempre habrá alguien, en algún lugar, en algún momento que escuchará nuestras palabras y,
aunque sea por un breve segundo, compartirá nuestros problemas y estará a nuestro lado listo a
brindar su espada en combate.

A veces, ni siquiera pensamos en la posibilidad de un futuro lector. No concebimos la


posibilidad de que nuestros escritos puedan siquiera ver la luz del día, y sin embargo escribimos.
Escribimos porque es catártico, liberador, reconfortante. Una forma de sobrellevar los problemas
del día a día, de ponerlos en perspectiva y pensar que, tal vez, sólo tal vez, todo mejorará mañana.

El mejor y más trágico ejemplo de esto es El diario de Ana Frank. Ana Frank fue una joven
víctima del Holocausto. En el diario que recibió en su cumpleaños número 13, la joven Ana Frank
dejó constancia de sus dos años que vivió escondida del régimen nazi. El diario de Ana Frank es
una de los recuentos más famosos y memorables de la tragedia que fue la Segunda Guerra Mundial.
Si llegaras a preguntarle a alguien en la calle que nombre a una víctima del Holocausto el nombre
que más oirías seguramente sería el de la pequeña Ana Frank. En las páginas que abarcan su diario,
Ana Frank relata los dramas de convivir con varias personas en constante estrés y miedo, pero igual
los sentimientos de rebelión y amor a la vida que hicieron destacar a la obra. Y, a pesar de la
increíble influencia de sus escritos, la misma Ana Frank dudaba del poder que sus letras pudieran
tener en otros:

“Of course, I've written things before, but who will be interested in the thoughts of a
thirteen-year-old schoolgirl? Well, does it matter? I want to write, and I want to bring out so
many things that lie deep in my heart (Frank, 2008. p. 7).

Por supuesto, he escrito cosas antes, pero, ¿quién se interesaría en los pensamientos de una
estudiante de trece años? Bueno, ¿acaso importa? Yo quiero escribir, y quiero sacar a la luz
tantas cosas que yacen en lo profundo de mi corazón” (Frank, 2008. p. 7).

La historia ha probado que se equivoca. La humanidad la recordará por muchos años


venideros gracias a los ideales y sentir plasmados en lo que podría parecer un sencillo y común
diario. Sin embargo, definitivamente ella conocía la importancia de escribir, si no es para alguien,
para uno mismo. A Ana Frank le bastó con externar

La literatura nos une con el pasado, con el presente y con el futuro y lo mejor de todo es
que no se tiene que ser un gran literato para hacer esto. Tan solo tener algo que decir y la
motivación para decirlo.
Al final del camino, todos y nuestras memorias desaparecerán. Sin importar qué hagamos,
desapareceremos algún día no sólo de este planeta, sino del universo entero. Todo el legado de
nuestra especie, todos nuestros logros, desaparecerá tan rápido como apareció como si nunca
hubiera estado ahí. Y habrá en el universo más tiempo sin nosotros que con nosotros en él. Pero esto
no importa, porque siempre y cuando nuestra existencia haya sido de importancia para alguien y los
haya marcado de alguna forma, todo habrá valido la pena. Esa, tal vez, sea la mejor forma de
trascendencia.

“Not all honourable people get honoured. How does a grand recognized public act made
possible by being in the right place at the right time with the right opportunitties compare
to the honour of merely being the best person you could be: a good citizen, a mother, a
father? (Stevens, 2013).

No todas las personas dignas de ser honradas lo son- ¿Cómo un muy reconocido acto
público hecho posible por estar en el lugar correcto a la hora correcta con las correctas
oportunidades se compara con el honor de ser simplemente la mejor persona que puedas
ser: un buen ciudadano, una madre, un padre?” (Stevens, 2013).

Referencias

Adams, D. (1995). The Hitchhiker´s Guide to the Galaxy. Nueva York, EE. UU.: Del Rey
Ceballos, H. (2000). El saber artístico. Estado de México, México: Coyoacán.
Fanise, Y. (2014). Valiant Hearts E3 Trailer [US] [Video] Montpellier, EE. UU.: Ubisoft
Montpellier. Información recuperada el 12 de noviembre de 2014 en:
http://www.youtube.com/watch?v=MP8q5F6dFqQ
Frank, A. (2008). The Diary of a Young Girl. Essex, England : Pearson
Konaka, C. (Guionista) & Nakamura, R. (Director). (1998). Serial Experiments Lain [Episodio de
una serie de Televisión]. En Ueda, Y. (Productor), Saitama, Japón: Triangle Staff.
Murakami, H.. (2005). Kafka on the Shore. Nueva York, EE. UU.: Vintage International.
Stevens, M. (2013). What is the greatest honour? [Video] Kansas, EE. UU.: VSauce. Información
recuperada el 7 de noviembre de 2014 en: http://www.youtube.com/watch?v=P85Fj8m6v84
Watson, P. (2011). Ideas. Historia Intelectual de la Humanidad. Madrid, España: Crítica.

También podría gustarte