Está en la página 1de 3

físicos, porque les extirpan el soporte patológico localizado allí.

Pero procedamos ahora a explicar los


verdaderos orígenes de ese maravilloso descubrimiento de los esposos Kirlian. Hemos de retroceder
a 1845, a Reichenbach, como punto de partida.

Los trabajos de Reichenbach

Después de Maxwell, que en aquella época no fue ni podía ser comprendido, tenían que pasar años
hasta que el ya nombrado Reichenbach, de cuyos trabajos se vuelve a hablar, realizara las primeras
investigaciones científicas. E. R. Dalmor explica, en su célebre diccionario Quién fue y quién es en
ocultismo, lo siguiente sobre el conocido científico: «Reichenbach, barón Karl Louis von (1788-1869),
fue un célebre químico alemán. En 1845 publicó en Brunswick una serie de Memorias reunidas y
traducidas luego bajo el título de Les Phénomnes Odiques (E. Flammarion, París, 1907), en la cual
sustentaba la tesis de que el cuerpo emite una emanación, denominada por él y su círculo de
estudios "Rayos Od", o sea, la misma que los soviéticos llaman, 125 años más tarde, "radiación
bioplasmática" o cuerpo bioplásmico, que es lo mismo que los alemanes y casi toda la escuela
europea llamaban "Od", "luz ódica", o bien "fluido ódico", que muchos encontrarán en libros de
metapsíquica y en ciertos tratados de aquella época, llamados de "filosofía metafísica",
especialmente franceses. En la actualidad consta en algunos buenos tratados de parapsicología
moderna.» Estos rayos Od, o bioplasmáticos, es la misma aura que para las personas sensitivas es
visible, pero al mismo tiempo se ha comprobado, ya que se trata de una energía que ciertas personas
pue-

32 J. ROCA MUNTAÑOLA

den transferir a otras personas (caso de los curanderos o sanadores). Esta energía (fuerza) es muy
posible se extienda por todo el Universo y se pueda manifestar por contacto y a distancia.
«Reichenbach realizó experiencias en hospitales de Viena, y al restaurar indirectamente el
magnetismo, nutrió el pensamiento metapsiquista de aquella época» (sic) (De Les Phénomnes
Odiques, indicado anteriormente.) Reichenbach estudió en Tubingen y se doctoró en Ciencias
Naturales. En su célebre castillo de Cobenzi, en la periferia de Viena, realizó durante 20 años gran
cantidad de experimentos con quinientos sensitivos. Los resultados constan en varios libros, pero
especialmente en su obra Der Sensitive Mensch (El Hombre Sensitivo), publicado en 1854, de 1.580
páginas, auténtico diccionario de consulta. Reichenbach encontró en toda la materia, especialmente
en los organismos vivientes, tanto en el ser humano como en los animales que también estudió, así
como en las plantas y los mismos metales, en los polos de los imanes, en los cristales, etc., un fluido
suavemente luminoso que también se encuentra en la luz del sol y de la luna, y que solamente
pueden ver los sensitivos. (Od, Fluido ódico o Luz ódica, o sea, el aura de todos los cuerpos, aunque
se debe tener presente una cosa: el aura o halo luminoso de un cristal u otro objeto no es lo mismo.
El aura está en el cuerpo vivo, o que todavía mantiene esta energía, pero no así en un cuerpo inerte,
en el que solamente encontramos un halo plasmado, fijo, como sucede con una medalla, una hoja
muerta, una madera, cristal, piedra, etc. La madera viva tiene una actividad de irradiación constante
y propia; un materialista diría muy bien un «electricismo».) En su libro Die Aura des Menschen (El
Aura del Hombre), Karl Spiessebeberger describe algunos de los experimentos de Reichenbach: «Una
de las salas en la cual el barón Von Reichenbach realizó la mayoría de sus experimentos, carecía de
ventanas, de manera que no podía entrar luz alguna. En la oscuridad absoluta, los sensitivos
observaban, después de una hora o más, fenómenos lumino-

EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 33

sos, que no podían explicar. Al comienzo se formaba alrededor de las manos de los presentes una
especie de humo gris. Luego, las manos parecían "una silueta sobre un fondo de suave luminosidad".
Después, cada dedo presentaba una prolongación luminosa, a veces tan larga como el propio cuerpo,
desde la cabeza hasta los pies de la siguiente manera: "El lado derecho del cuerpo, incluido brazo y
mano, en una luminosidad celeste-azul, y el lado izquierdo del cuerpo, rojizo o amarillo-rojo. Las
radiaciones de los ojos eran más brillantes que las de los dedos. De los orificios nasales surgían rayos
luminosos; hasta el aliento tenía luminosidad" (sic).» Cuando Reichenbach levantaba el brazo, sus
sensitivos veían que la luminosidad de ese brazo disminuía, y cuando lo bajaba, el aura aumentaba
en su luminosidad. De esto el científico constataba lo siguiente: «La luz ódica (el aura) cambia en
relación a la cantidad de sangre contenida en las venas del cuerpo físico.» Además, constataba que el
estado de salud dependía del grado de actividad, de viveza, de la misma aura. (Esto precisamente es
lo que la ciencia médica soviética está estudiando en la actualidad.) Reichenbach observó también,
con su grupo de sensitivos, infinidad de animales como gatos, pájaros, mariposas, etc. También,
como se ha dicho antes, con ocres y minerales —cristales de turmalina, diamantes y cristales de roca,
etc.—, sus experiencias fueron continuas. Por cierto, y consta en todos sus estudios, que los órganos
de reproducción de las flores son extremadamente lumisosos. Asimismo lo inorgánico mostraba la
típica coloración polar, especialmente los imanes y los cristales. Cómo, por ejemplo, se desprendía de
una varilla metálica fuertemente imantada «una llama chisporroteante», azul en el polo norte de la
varilla, y amarillo-rojiza en su polo sur. Levantada ésta verticalmente, la llama «Od» se elevaba y
formaba en el techo de la sala un fino círculo luminoso de hasta 75 cm. de diámetro. «Los cristales
producen sobre los sensitivos el mismo efecto que la radiación ódica del hombre, siendo en los
cristales la "fuerza modeladora". El "Od", que para él es portador de la fuerza vital, da forma y vida a
los cuerpos» (Doctor Reichenbach).

3. - EN LOS CONFINES

34 J. ROCA MUNTAÑOLA

Todos estos estudios, ya lejanos, es curioso que hayan sido considerados actualmente como algo
digno de atención y respeto. Pocos serán los que discutan la realidad del aura humana y sus
tonalidades, pues se conoce la gran importancia que puede tener para infinidad de estudios, tanto en
medicina como en otras varias ramas de la ciencia, hasta en criminología, donde algún día podrá
tener gran importancia. Hoy sabemos, mejor dicho, conocemos por el estudio que se ha realizado
con los sensitivos, sujetos, metagnomos, mediums, etcétera, que generalmente sólo se distinguen
tres colores fundamentales en el aura humana, que representan: el cuerpo físico, el psíquico y el
espiritual, pero con infinidad de tonalidades cambiantes en los dos primeros, donde «lee» el
sensitivo... Las oscilaciones emocionales, como la avidez, los sentimientos, el deseo sexual, los
afectos, las contrariedades (de este orden, no espirituales), se expresan en el aura astral tanto en la
forma, como en el color (y sus variantes), cosa que ve perfectamente el sensitivo. Por lo tanto —y es
muy importante tenerlo en cuenta—, los colores del aura no son fijos, sino simplemente cambiantes
según sea la salud, las emociones, los deseos o pasiones, hasta el estado de nuestra «consciencia».
Fijos, son únicamente aquellos fundamentales que demuestran al sensitivo la verdadera
espiritualidad, las condiciones constantes de carácter (lo invariable en el ser humano), el talento,
como también lo son a veces los vicios funestos muy arraigados, que son parte ya de la persona.
Ahora bien; algunos «privilegiados» sensitivos dicen que distinguen hasta «cinco» auras en el cuerpo
humano, lo que realmente no es así. Entre la mayoría de los sensitivos tratados, lo ha sido una
famosa vidente de la provincia de Tarragona (1), de gran estimación por algunos, que igualmente
incursiona en el pasado que en el futuro con la mayor facilidad; se trata de persona de inmejorable
condición económica y que jamás aceptó remune-

(1) En realidad sólo es una, pero con tres colores básicos, correspondientes a los estados o cuerpos:
físico, psíquico y espiritual de la persona, aunque los colores son cambiantes algunas veces y por
diversas circunstancias. (Experiencias y estudio personal con la sensitiva doña C. S. de M., 1973 y
1974.)

EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 35

ración alguna por el bien que hace. Nos consta asimismo que constantemente medita sobre la ética
de todo lo que estima, y de ello extrae su propia moral. Pues bien; dicha señora distingue tres auras,
por decirlo de forma gráfica, para que el lector lo entienda; lo que sucede, es que son tres colores
básicos del aura: el espiritual, el psíquico y el fí- sico, pudiendo saber en todo momento el estado
físico actual de la persona que tiene delante, así como la enfermedad que algunas veces sólo está en
el estado astral; o sea, que puede prever, adelan- tarse y atajar la enfermedad, antes de que la
misma penetre en el soma. Por otra parte, afirma esta sensitiva, que efectúa diariamente el viaje
astral, lo que le facilita su trabajo, el cual

También podría gustarte