La intervención del Estado en la economía es absolutamente necesaria, en mayor o en
menor medida. La cuestión es cómo debe intervenir.
Aunque varias de las corrientes del pensamiento económico promueven la libertad absoluta de la economía, la realidad actual requiere un control e intervención del Estado para evitar que algunos actores económicos cometan excesos, especulen y/o perjudiquen a la sociedad o parte de ella. El estado necesariamente debe crear un marco que garantice unas condiciones deseables o al menos aceptables para toda la sociedad, de lo contrario es imposible lograr el crecimiento. En este sentido la corriente dependentista, sostiene que las elites carecen de las habilidades necesarias para conducir el proceso de desarrollo, necesitan de la clase trabajadora, y viceversa. Ante las políticas austeras que se proponen hoy en día, el recorte en los gastos públicos solo provoca el aumento de la desigualdad, la ampliación de la brecha salarial entre el más rico y el más pobre aumente, y la implementación de métodos como la devaluación interna para “aumentar la competitividad y la productividad”. Lo que se ha observado en el último tiempo es un recorte es las necesidades más básicas: Educación, reduciendo el salarios de los docentes, haciendo que deban recurrir al paro solo con el pedido de respetar la clausula gatillo que el Gobierno mismo invento, la infraestructura cada vez en peores condiciones, los planes y programas estancado, cambios constantes en la curricula que solo empobrecen los contenidos… Salud, siendo la Argentina pionera en este ámbito, los médicos de los hospitales públicos deben realizar guardias eternas, con muy limitados recursos y a un salario ínfimo. Tecnología, los mismos investigadores del CONICET deben salir a las calles a pedir inversiones para sus investigaciones. Seguridad, en este aspecto debemos hacer hincapié en lo difícil que se hace ver la independencia en la división de poderes. La inversión del Estado no es suficiente y se hace aun más complejo teniendo en cuenta la liviandad de las leyes. Jubilaciones y pensiones, con qué derecho es Estado lo llama inversión o gasto, ¿no fueron acaso esos mismos jubilados y pensionados quienes aportaron durante toda su actividad laboral? Servicios, desde hace ya un tiempo los servicios como luz, agua y gas dejaron de estar subvencionados por el Estado, las tarifas son cada vez más elevadas, parece una broma de mal gusto que den la opción de pagarlo en cuotas, pero lo que realmente es de mal gusto es que aun así los servicios sean tan deficientes, es entonces cuando el Estado debería alentar a que las empresas inviertas en la infraestructura necesaria. Todo esto termina provocando la caída de la demanda interna, el estancamiento del crecimiento y cayendo en la recesión. Un clásico modelo de ajuste macroeconómico. Pero la industria local y el comercio requieren la existencia de un mercado interno (trabajadores consumiendo). El Estado debe dejar de reducir y comenzar a invertir con el simple objetivo de redistribuir de los ingresos entre la población, generar empleo, desarrollar proyectos sociales sostenibles en el tiempo, asegurar la salud y educación, el transporte y la infraestructura. Satisfacer las necesidades básicas de la gente para garantizar el crecimiento. El Gobierno Nacional, por ejemplo, prioriza la asignación universal por hijo, una salida fácil para un problema aun mayor, no se crean fuentes reales de trabajo. Hay quienes lo ven bien, ya que el subsidio permite que las familias carentes de recursos puedan cubrir los gastos básicos, otros en cambio la critican, porque sostienen que el Gobierno controla las “voluntades” de la gente necesitada. En mi opinión, a pesar de la asignación que reciben muchos siguen en estado de marginalidad, y el Estado no les brinda verdaderos recursos para salir de esta situación, y así deja de ser una inversión para volverse un gasto para nada rentable. Desafortunadamente los gobiernos parecen malgastar los recursos que consiguen prestados, de modo que al final lo único que queda es una gran deuda y nada productivo. Este es otro tema de suma importancia, el endeudamiento excesivo del estado, el cual impide que se pueda hacer frente a la actual crisis. Una de las herramientas que tiene el estado para enfrentar una recesión económica, es el gasto público en infraestructura o incluso en subvenciones a ciertos sectores de la economía, gasto que está limitado por un lado, por el elevado grado de endeudamiento, pero principalmente por las políticas presentadas por actual gobierno a través del presupuesto nacional, donde deja un claro que el objetivo es recortar todo gasto publico. Distintas entidades extranjeras demandan condiciones especiales para su instalación e inversión, salarios “competitivos”, personal calificado, pocos impuestos, etc. Los trabajadores demandan estabilidad laboral y salarios que les permitan consumir lo necesario para su grupo familiar. Es momento de que el gobierno plantee políticas económicas beneficiosas para ambos sectores, otorgar condiciones óptimas para la inversión, pero fijar regulaciones en materias como protección laboral, además de comunicaciones, medio ambiente y defensa del consumidor. La intervención del Estado en la economía debe estar presente no solo en lo referente a los gastos, sino también en la recaudación que realiza. La recaudación fiscal es un gran pendiente del Estado, ya que no consigue que gran parte de sus ciudadanos más pudientes paguen los impuestos adeudados, los ricos siempre consiguen evitar dichos pagos, mediante transferencias a bancos del exterior, por ejemplo. Las autoridades estatales se convierten frecuentemente en cómplices de esta forma de evasión fiscal al prometer condonaciones impositivas a aquellos que estén dispuestos a repatriar el dinero evadido, incluso para los miembros del mismo Estado y familiares (aunque la ley lo prohibía en un primer momento). Efectivamente, el propio personal estatal no cumple con las leyes estatales, tienen privilegios y atribuciones especiales para funcionarios. Un estado que no está en condiciones de satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos carece de legitimidad, al comienzo de este texto se destaco que el objetivo de la intervención estatal en la economía es evitar que algunos grupos de beneficien a costa de otros, ¿qué pasa entonces cuando quienes se benefician son quienes deberían defender nuestros derechos? Es difícil dictaminar si esto está relacionado con la resistencia de ciertos grupos o con la falta inicial de una voluntad decidida por parte de los políticos, los representantes del Estado terminan transigiendo y finalmente se adaptan a las reglas del juego que habían pretendido combatir. Justamente el abuso constante de los bienes de la nación con fines privados tiene por última consecuencia que el límite entre lo público y lo privado sea muy poco claro. La economía necesita un orden protegido institucionalmente.