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Índice
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1Tipos de regímenes
o 1.1Según fuente
o 1.2Según sistema
2Diferentes legislaciones
o 2.1En España
o 2.2En México
o 2.3En Argentina
o 2.4En Chile
3Referencias
4Bibliografía
Tipos de regímenes[editar]
Según fuente[editar]
De acuerdo al ordenamiento jurídico que se trate, pueden haber tres tipos de regímenes matrimoniales:
régimen legal, convencional o judicial.2
El régimen matrimonial legal es el establecido por el legislador en la ley y que se suele aplicar de
forma supletoria, es decir, cuando las partes no han convenido adoptar otro distinto.
El régimen convencional es el adoptado por los cónyuges en las capitulaciones matrimoniales.
El régimen judicial es el establecido por una sentencia del tribunal (por ejemplo, cuando se solicite
la disolución de la sociedad conyugal).
Según sistema[editar]
Existen diferentes tipos de regímenes:34
Diferentes legislaciones[editar]
En España[editar]
El sistema por defecto en España es el de la sociedad de gananciales, en las zonas de aplicación del
derecho común, es decir, aquellos territorios en los que no hay implantado ningún derecho foral o
tradicional especial en la materia.
En términos muy generales, sólo la compilación para Cataluña, Baleares, regula un régimen por defecto
diferente del de gananciales, de modo que los matrimonios contraídos en estas comunidades tiene por
defecto la aplicación del sistema de separación de bienes. Por otra parte, en Aragón el régimen por
defecto es el de consorcio conyugal, regulado en la Ley 2/2003 de 12 de febrero, que regirá en defecto de
pactos en capitulaciones sobre el régimen económico del matrimonio o para completarlos en tanto no lo
permita la respectiva naturaleza.5
Los cónyuges pueden optar, a través de las capitulaciones matrimoniales, por cambiar el régimen en
cualquier momento, tanto de forma previa al matrimonio como a posteriori, optando entre los distintos
regímenes.
Existen diversos motivos por los que se puede elegir uno u otro régimen económico matrimonial. Entre
otros, se pueden citar:
En Chile[editar]
5 de agosto de 2003
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Frente a los "bienes gananciales" nos encontramos con los denominados "bienes
privativos" que son aquellos que únicamente pertenecen a uno de los miembros de la
pareja. Estos pueden ser las ganancias obtenidas con antelación al matrimonio o aquellos
recibidos por donación o herencia a título gratuito, los objetos personales, los materiales
necesarios para llevar a cabo la profesión de cada uno de los cónyuges, etc.
La separación de bienes puede ser de carácter absoluto o parcial. En este último caso los
bienes no adscritos a este tipo de régimen económico matrimonial pertenecerán a los dos
miembros por igual.
Regímenes económico-matrimoniales
Concepto
¿Dónde se regula?
Conceptos relacionados
Sentencias destacadas
En los primeros se forma una masa de bienes común a ambos cónyuges, constituida por todos
o partes de sus bienes. Por ello puede ser una comunidad universal, una comunidad de
ganancias, comunidad de bienes y ganancias, comunidad de bienes muebles, comunidad de
bienes futuros... En los regímenes de separación no existe tal masa común, cada cónyuge
conserva los suyos y adquieres para sí los que a sus patrimonios se vayan incorporando.
Dentro de los regimenes mixtos destaca el régimen de participación.
Por otro lado, dicho texto legal -estableciendo el principio de libertad de pacto y, a su falta,
un régimen supletorio- en sus artículos 1315 a 1317 CC, determina que el régimen económico
del matrimonio será el que los cónyuges estipulen en capitulaciones matrimoniales, sin otras
limitaciones que las establecidas en el Código. A falta de capitulaciones o cuando éstas sean
ineficaces, el régimen será el de la sociedad de gananciales; y la modificación del régimen
económico matrimonial realizada durante el matrimonio no perjudicará en ningún caso los
derechos ya adquiridos por terceros. Por su parte, el artículo 1323 CC establece que los
cónyuges podrán transmitirse por cualquier título bienes y derechos y celebrar entre sí toda
clase de contratos.
Las relaciones patrimoniales entre cónyuges están regidas por los principios de libertad y de
igualdad, estableciendo respecto a ésta el artículo 66 del Código Civil dispone: “Los
cónyuges son iguales en derechos y deberes”.
Y existen otras normas de carácter complementario, como la ya señalada del artículo 1317
del Código Civil, o las previstas en el artículo 1321 CC (fallecido uno de los cónyuges, las
ropas, el mobiliario y enseres que constituyan el ajuar de la vivienda habitual común de los
esposos se entregarán al que sobreviva, sin computárselo en su haber. No se entenderán
comprendidos en el ajuar la s alhajas, objetos artísticos, históricos y otros de extraordinario
valor) y en el artículo 1324 CC (para probar entre cónyuges que determinados bienes son
propios de uno de ellos, será bastante la confesión del otro, pero tal confesión por sí sola no
perjudicará a los herederos forzosos del confesante, ni a los acreedores, sean de la comunidad
o de cada uno de los cónyuges).
El instrumento jurídico mediante el cual se plasma la libertad de pactos en esta materia está
constituido por las denominadas capitulaciones matrimoniales, a las que se refieren
los artículos 1325 y siguientes del Código Civil, señalando éste y el artículo 1326 CC que en
ellas podrán los otorgantes, antes o después de matrimonio, estipular, modificar o sustituir el
régimen económico de su matrimonio o cualesquiera otras disposiciones por razón del
mismo, consagrándose así el principio de la mutabilidad de las capitulaciones matrimoniales
y del régimen económico matrimonial.
En cuanto a la capacidad para otorgarlas, los artículos 1329 a 1331 CCestablecen que el
menor no emancipado que con arreglo a la Ley pueda casarse podrá otorgar capitulaciones,
pero necesitará el concurso y consentimiento de sus padres o tutor, salvo que se limite a pactar
el régimen de separación o el de participación; el incapacitado judicialmente sólo podrá
otorgar capitulaciones matrimoniales con la asistencia de sus padres, tutor o curador, así como
que para que sea válida la modificación de las capitulaciones matrimoniales deberá realizarse
con la asistencia y concurso de las personas que en éstas intervinieron como otorgantes si
vivieren y la modificación afectare a derechos concedidos por tales personas.
Para su validez las capitulaciones habrán de constar en escritura pública (artículo 1327 CC),
siendo nula cualquier estipulación contraria a las leyes o a las buenas costumbres o limitativa
de la igualdad de derechos que corresponda a cada cónyuge (artículo 1328 CC).
Estipulaciones contrarias a las leyes son las contrarias a las imperativas, donde hay que incluir
las normas de orden público, a las que no se refiere expresamente el artículo 1328 CC y han
de incluirse las disposiciones generales del régimen económico (artículos 1318 a 1324 del
Código Civil), ya aludidas. Dentro de las estipulaciones contrarias a las buenas costumbres
se ha puesto como ejemplo, un pacto de atribución de bienes a cambio de una conducta
prohibida o el establecimiento de un régimen para encubrir situaciones ilícitas. Las
estipulaciones que limitan la igualdad de derechos que corresponden a cada cónyuge son
ineficaces por aplicación concreta del principio constitucional de igualdad, y de no
discriminación (artículos 14 y 32 de la Constitución Española) y se corresponde con
el artículo 66 del Código Civil.
El último Capítulo que dedica el Código a regular el régimen económico matrimonial antes
de regular en concreto éstos es el referido a las donaciones por razón de matrimonio,
debiendo entenderse por las mismas toda atribución patrimonial a título de liberalidad
otorgada por razón de matrimonio, efectuada antes de celebrarse éste, en favor de uno o de
los dos esposos, efectuado por uno de ellos al otro o por un tercero (artículos 1336 y 1341
CC). Se regulan por las reglas ordinarias en lo que no se modifiquen por dicho Capítulo.
Desde el punto de vista subjetivo, señala el artículo 1338 CC que el menor no emancipado
que con arreglo a la Ley pueda casarse, también puede en capitulaciones matrimoniales o
fuera de ellas, hacer donaciones por razón de su matrimonio, con la autorización de sus padres
o del tutor. Para aceptarlas, se estará a lo dispuesto en las normas generales. Desde el punto
de vista objetivo ha de señalarse que, de conformidad con el artículo 1341 CC, por razón de
matrimonio los futuros esposos podrán donarse bienes presentes. Igualmente podrán donarse
antes del matrimonio en capitulaciones bienes futuros, sólo para el caso de muerte, y en la
medida marcada por las disposiciones referentes a la sucesión testada.
La eficacia de este tipo de donaciones está supeditada a la efectiva celebración del matrimonio
en el plazo de un año (artículo 1342 CC), estableciéndose como normas específicas que los
bienes donados conjuntamente a los esposos pertenecerán a ambos en pro indiviso ordinario
y por partes iguales, salvo que el donante haya dispuesto otra cosa (artículo 1339 CC) y que
el que diere o prometiere por razón de matrimonio sólo estará obligado a saneamiento por
evicción o vicios ocultos si hubiere actuado con mala fe (artículo 1440 CC).
Finalmente, establece el artículo 1343 del Código Civil que estas donaciones serán
revocables por las causas comunes, excepto la supervivencia o superveniencia de hijos. En
las otorgadas por terceros, se reputará incumplimiento de cargas, además de cualesquiera
otras específicas a que pudiera haberse subordinado la donación, la anulación del matrimonio
por cualquier causa, la separación y el divorcio si al cónyuge donatario le fueren imputables,
según la sentencia, los hechos que los causaron. En las otorgadas por los contrayentes, se
reputará incumplimiento de cargas, además de las específicas, la anulación del matrimonio si
el donatario hubiere obrado de mala fe. Se estimará ingratitud, además de los supuestos
legales, el que el donatario incurra en causa de desheredación del artículo 855 CC o le sea
imputable, según la sentencia, la causa de separación o divorcio.
Como especialidades forales podemos citar la Ley Ley 5/2015, de 25 de junio, de Derecho
Civil Vasco en cuyos arts. 125 y ss señala al respecto que:.
2.– Cuando ambos contrayentes sean vecinos de la tierra llana de Bizkaia, de Aramaio o
Llodio, el matrimonio se regirá, a falta de pacto, por el régimen que se regula en el capítulo
segundo de este título III.
3.– Cuando sólo uno de los cónyuges tenga vecindad civil en la tierra llana de Bizkaia, en
Aramaio o en Llodio, regirá, a falta de pacto, el régimen de bienes correspondiente a la
primera residencia habitual común de los cónyuges, y a falta de ésta, la que corresponda al
lugar de celebración del matrimonio.
Presentación
Este trabajo que nos complacemos en presentar es sin duda algún producto de la investigación realizada
por los integrantes de este grupo de alumnos, que empeñosos en el curso de Derecho, hemos tratado de
desarrollar el tema del régimen patrimonial.
En este trabajo nosotros nos brindamos en presentar testimonio de una atenta observación de la realidad
y de la investigación jurídica, abordando desde luego con amplitud un tema tan importante del derecho
de familia, que es el régimen patrimonial del matrimonio que es la institución que tiene que ver con la
organización económica del matrimonio, ya que los cónyuges para conseguir sus fines, no solo requieren
de un buen propósito matrimonial sino también de un sólido soporte económico que garantice la
estabilidad y la permanencia de los intereses del vínculo matrimonial.
Por todas estas consideraciones, este trabajo constituye una fuente que servirá de orientador
para poder entender la institución del régimen patrimonial del matrimonio.
Introducción
Sobre el régimen matrimonial en general, pertenece a la historia y, según COLIN y CAPITAN, descansaba
en la idea de que la mujer, por el hecho del matrimonio, caía bajo la autoridad de su marido y entraba en
su familia lo mismo que los hijos que nacían dentro del matrimonio. Por ello todos los bienes que
aportaban nacían dentro del matrimonio. Por ello todos los bienes que aportaban al casarse, o que
pudiera adquirir durante el matrimonio, pasaban a ser propiedad del marido, constituyéndose así un
solo patrimonio perteneciente a este:
1. Ocurría así en Roma, donde en los primeros siglos, en virtud de la "manus" o potestad marital,
la mujer era consideraba habitualmente como una hija de la familia sin derecho patrimonial alguno. Pero a
partir de la ley de las doce tablas, que permitía a la mujer, en el matrimonio por "usus", interrumpir la
posesión marital pasando tres noches cada año fuera del hogar haciéndose cada vez más frecuente el
matrimonio sin "manus" en que cada cónyuge tenía su propio patrimonio. Derivo de allí la constitución de
una dote, por el marido, por la mujer, o por extraños, a fin de que la mujer contribuyera a las cargas de la
familia
2. Por régimen patrimonial debemos entender el conjunto de reglas que regulan la relación patrimonial
entre los cónyuges y frente a terceros, así tenemos que el patrimonio generalmente está formado por un
conjunto de bienes y derechos, obligaciones y deudas, que son valorables económicamente y que tiene
toda persona. Las relaciones patrimoniales entre los cónyuges está regulado en el Código Civil de
1984, Libro III, Derecho de Familia Título III y se inspira en los Principios de Igualdad y el mandato de
no discriminación consagrado en la Constitución de 1979, habiéndose concretado estos Principios en los
artículos 292, 313, 315 y 317 del Código Civil, habiendo sido elaborado el Libro de Familia por el Dr.
Héctor Cornejo Chávez, así como la exposición de motivos de dicho libro. Los aspectos básicos que debe
regular el régimen patrimonial son:
a) El derecho de propiedad sobre los bienes de los cónyuges.
b) Las facultades de disposición y administración de los bienes.
c) Los derechos de terceros frente a las deudas de los cónyuges
d) La extinción del régimen y su liquidación. El Código Civil organiza económicamente el matrimonio en
dos regímenes patrimoniales: el de separación de patrimonios y la sociedad de gananciales. En cuanto a
la elección del régimen, los cónyuges pueden elegir uno de ellos antes o después del matrimonio.
CAPÍTULO I
Marco teórico
1. CONCEPTOS GENERALES.
1.1. PATRIMONIO.
Conjunto de bienes muebles e inmuebles susceptibles de valoración económica, de utilidad primordial o
superflua, sobre los cuales una persona física o los representantes de una persona jurídica tienen la
garantía estatal de ejercer todos y cada uno de los derechos inherentes a la propiedad, sin más
limitaciones que las establecidas a favor de terceros por la ley, la administración de justicia o la
contratación, sean o no acreedores.
1.2. PATRIMONIO CONYUGAL.
El patrimonio conyugal es indiviso, pudiendo determinarse la copropiedad mediante sentencia judicial
únicamente.
1.3. PODER DOMÉSTICO.
Es aquel poder por el cual cualquiera de los esposos podrá realizar los actos encaminados a atender las
necesidades ordinarias de la familia y a la conservación de su patrimonio, conforme al uso del lugar y a
las circunstancias de la misma.
1.4. MATRIMONIO.
El matrimonio, es un acto eminentemente consensual, en la medida en que requiere la concurrencia de
voluntades de los futuros esposos. Dicho consentimiento debe recaer sobre un proyecto de vida en
común y se presta mediante el cumplimiento de las formalidades. Se trata además de un consentimiento
que es acogido y correspondido por el otro contrayente, formándose de este modo el concierto a que se
refiere el textodel artículo bajo comentario. Su finalidad es hacer vida en común, tiene su raíz en la
corriente institucionalista que trata de explicar su naturaleza jurídica. El objetivo de hacer vida en común
se orienta al deber de cooperación y asistencia de los cónyuges, así como a la conformación de una
familia. La finalidad del matrimonio, entonces, es no solo gozar de la vida conyugal, sino formar una
alianza para soportar mejor los contratiempos de la vida.
2. ORIGEN DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO.
2.1. DERECHO ROMANO.
El origen histórico de la comunidad es sumamente discutido. En el derecho romano no existen
antecedentes ciertos de la existencia de la institución, a pesar de que autores antiguos, como Lauriére,
creían encontrar en un fragmento de Scaevola, o en un epigrama de Marcial a Nigrine, o en el Digesto, el
origen de la comunidad. Otros, como Coquille, Grosley, Humbert y Valroger, se remontan más allá y creen
que los romanos habían dejado subsistir la costumbre gala de la comunidad. Lefebvre sostuvo que el
régimen se originó gracias a la concepción cristiana del matrimonio.
En OMEBA encontramos que en el derecho romano se establecieron dos sistemas patrimoniales según el
tipo de matrimonio celebrado. Si las justae nuptiae se contraían cum manu, la mujer quedaba bajo la
potestad del marido y su patrimonio era absorbido por el del esposo. En el matrimonio sine manu, la mujer
continuaba bajo el poder del grupo familiar de origen, y conservaba la propiedad de sus bienes. En este
Caso se consideraba que la esposa debía contribuir a los gastos del hogar, los bienes que aportara para
ello, no pasaban a propiedad del marido sino que se transmitían a los hijos de ambos, para quienes
estaban especialmente destinados, estos bienes recibieron el nombre de 'dotales'. Los bienes de la
esposa que no integraban los 'dotales' constituían los 'parafernales', Eran privativos de la mujer los
adquiridos antes del matrimonio o durante éste a título de herencia o con sus propios recursos. El
'sistema dotal' era el régimen de separación ya que los bienes dotales son los únicos destinados a la
familia y cada cónyuge conserva, además, sus bienes propios. En el derecho germánico antiguo, el
marido como sucesor del padre de la novia, ejercía potestad sobre ella y sus bienes, la mujer solo podía
disponer de los utensilios caseros denominados gerade; el resto de su patrimonio, en especial la dote, era
administrado por el marido. Este sistema se denominó 'comunidad de administración', la propiedad de los
bienes estaba separada, pero los bienes de los cónyuges formaban una masa unitaria administrada por el
marido. Al disolverse el matrimonio, los bienes conyugales volvían a desintegrarse en los bienes del
marido y bienes de la mujer. Señala por su parte La Cruz Berdejo9 que en el siglo pasado (Siglo XIX)
hubo cierta tendencia, especialmente entre autores franceses, a ver los primeros rasgos de la comunidad
de bienes entre cónyuges, sea en la célebre definición del matrimonio, dada por Modestino, sea en un
pasaje de Scaevola, también en el Digesto, que deja entrever como posible en Roma un contrato de
sociedad entre varón y mujer. Pero las palabras de Modestino deben entenderse exclusivamente referidas
a las personas de los esposos, y no a su patrimonio. Y aun esa unión de personas es fácilmente
disoluble: omnis vitae no significa que la unión haya de durar toda la vida, sino que abarca todos los
aspectos de la vida: comunidad en el culto doméstico (divini inris), en la habitación, y en los honores no
exclusivamente personales (humani iuris).
2.2. DERECHO GERMÁNICO.
Pasando a los pueblos germanos, podemos afirmar que en esta comunidad no existían los férreos lazos
de la primitiva familia romana. Tenían una autoridad, pero representaba la dirección, la administración, la
protección; los individuos de la familia no eran cosas sino personas; la mujer era la compañera, no la
esclava del hombre, y ella le ayudaba en todas sus empresas y le acompañaba en la guerra, y participaba
de los derechos de todos. Al casarse, el contrayente entregaba al padre ciertas sumas de dinero o
determinados objetos, que representan el precio de la transmisión (mundium); aparte de esto, a la
mañana siguiente de la boda, el marido, como premio a la virginidad de la mujer, le otorga una donación
especial (morgengave), consistente en dinero, joyas u otros objetos, que luego se generaliza y se entrega
en premio de las cualidades de la esposa, sea o no virgen. Más tarde, los bienes donados, que en un
principio eran muebles, pudieron ser inmuebles; la dote podía consistir en bienes raíces. Estas dos
donaciones se confundían en una sola con el nombre de donarium, dotario, dos, a cambio de la cual los
padres de la novia entregaban al casarse, aunque sin obligación alguna, cierta suma de bienes, que sólo
tenía el carácter de un anticipo de legítima. Los bienes de la dote pertenecían a la mujer, y al morir ésta, a
sus hijos, pero si moría antes del marido, en algunos pueblos los bienes dotales pasaban al marido, y en
otros se adjudicaban por mitad al marido y a los herederos de la mujer. En el derecho sucesoral se
destacan los derechos concedidos al marido en la herencia de su mujer, y a la mujer en la herencia del
marido, o sea, la participación concedida a cada cónyuge en los bienes propios o peculiares del otro.
Respecto a la capacidad de la mujer, entre los germanos, la mujer vivía constantemente bajo la potestad
del padre, o a falta de éste, de los parientes más cercanos, cuando era soltera o viuda. Cuando contraía
matrimonio pasaba a la potestad del marido, no obstante disfrutaba de gran consideración en el seno de
la familia como partícipe de los afanes y riesgos del marido. Como consecuencia natural de la absoluta
sujeción de la mujer a la potestad del marido, éste concentraba en su mano todos los bienes de aquélla,
tanto muebles como inmuebles, los cuales administraba y usufructuaba, pudiendo disponer por sí solo de
los primeros, mas no de los segundos, sin el consentimiento de la mujer, por estimarse Patrimonio común
de la familia. Era el marido el que contraía las obligaciones y el que Tenía capacidad para realizar
los negocios de la familia. Y debía responder con todos los Bienes de la familia, con las limitaciones
indicadas.
Los bienes que se obtuvieran durante el matrimonio, es decir, las ganancias hechas por la sociedad, se
dice que pertenecían a ambos cónyuges, pues eran producto de los bienes de ambos o de su trabajo, y
la lógica y natural solución fue adjudicarlos proporcionalmente en unos pueblos, o con igualdad en otros,
al esposo sobreviviente y a los herederos del premuerto. El valor de la pureza (femenina) anterior al
matrimonio era tal, que la donación mencionada no tenía límite; "donarium", "dotario" o "dos", que
constituía una verdadera dote hecha por el marido a su esposa. Sin embargo, como nueva muestra de
falta de lógica y coherencia, los bienes que formaban parte de esta especie de dote podían ser
enajenados por el marido, sin la concurrencia de la voluntad de la esposa, e incluso, en contra de su
designio. Por su parte, la dote propiamente dicha (entregada por la familia de la novia), sufría de las
mismas consecuencias que el donarium, puesto que, aunque estaba conformada en beneficio de la mujer,
en los pueblos escandinavos y anglonormandos, el marido podía disponer libremente de ella. Señala
Echecopar García que el "munt" germánico se diferenciaba del "manus" romano en que mientras en el
primero se ejercía tanto sobre la mujer como sobre los hijos, los siervos y los extraños dependientes de la
casa, el "manus" sólo confería autoridad especial sobre la mujer y respectivamente sobre los hijos y
esclavos.
2.3. DERECHO VISIGODO-ESPAÑOL.
A partir de Cárdenas y de Hinojosa, muchos antiguos autores españoles, entre los cuales podemos citar a
Gutiérrez y Sánchez Román, señalan el origen de la sociedad de gananciales precisamente en las
costumbres de estos pueblos primitivos germanos que, conservadas por los godos, domiciliados luego
en España, se establecieron como las primeras leyes relativas a esa comunidad de bienes. También
recalcan este origen algunos autores modernos, entre ellos Benavente Moreda y Guilarte Gutiérrez.
En contra de esta doctrina se pronuncia modernamente la de Prieto Bancés y De los Mozos y que
sostiene que el origen de la sociedad de gananciales debe situarse en el derecho romano vulgar conocido
por las investigaciones de E. Levi y de sus seguidores. Estos autores piensan que una manifestación muy
clara y elocuente de la idea de comunidad que siembra el cristianismo se encuentra en la novela de
Valentiano III (De fructibus inter maritum et uxorem).
Según esta doctrina, se establecía en esta ley que los cónyuges quedaban exentos de la obligación de
rendir cuentas de los frutos provenientes de sus respectivos patrimonios consumidos durante la vida
matrimonial, lo que revela, en su opinión, que existía la costumbre de colocarlos en común para atender a
los gastos de la familia y que disponían de ellos lo mismo el varón que la mujer; viendo en ello los autores
la posible derivación de la partición por mitad de los frutos restantes.
Esta ley fue acogida más tarde por el derecho visigótico en el Breva rio de Alarico o Lex Romana
wisigotorum y, al amparo de la misma, se forma una costumbre, con ocasión de las donaciones nupciales,
de acuerdo con la solución cristiana del reparto por mitad de los bienes adquiridos durante el matrimonio,
como se revela en la fórmula XX de la llamada Colección ovetense. Sin embargo, esta corriente reconoce
que en el Liber Iudiciorum, la Ley Dum cuiscumque de RECESVINTO se pronuncia por la solución que
dispone el reparto proporcional a las aportaciones de los cónyuges, lo que marca las diferencias entre los
historiadores en cuanto al origen de la sociedad de gananciales; poniendo de relieve los autores que el
carácter legal de tal régimen era supletorio y que como regla principal se tenía por costumbre los pactos
prenupciales, cuyo origen debe vincularse al derecho romano vulgar de Occidente, lo que acreditaría su
ascendencia cristiana y no germánica.
La principal regulación durante la dominación visigoda, es el denominado LIBER IUDICIORUM. La versión
romanceada de este cuerpo de leyes es el Fuero Juzgo, en el que la ley XVI, título II, libro IV, disponía lo
relativo a determinar el destino de las ganancias hechas por los cónyuges durante el matrimonio,
ganancias que debían dividirse en atención a la cuantía de los bienes aportados por los esposos, es decir,
se trataba de una división proporcional. Sin embargo, según sostiene la doctrina más antigua, tal división
a prorrata de las aportaciones de los cónyuges no se dio en la práctica en Castilla, en donde se estableció
desde antiguo la división por mitad, a través de los pactos prenupciales, que debieron darse antes de la
ley de Recesvinto y continuarse realizando después de ella.
Eran bienes gananciales todo lo que el marido y la mujer adquirían durante el matrimonio, por sí o por
medio de su hacienda. En lo que el marido adquiría en la guerra, por donación o herencia de amigos o
extraños, de su patrono o del monarca, no tenía la mujer derecho alguno, y podía el marido disponer
libremente, sucediendo en ellos sus hijos o herederos. Para la mujer también eran considerados propios
los bienes así adquiridos.
Con posterioridad al período visigodo, es decir, con la caída de la monarquía goda y consiguiente invasión
musulmana, se produce una dispersión de la población hispana y, por lo tanto, una diversificación de la
normativa, como rasgo característico de los primeros siglos de la Reconquista. En esta época se
acentúan los pactos o convenciones que determinan el régimen económico matrimonial y que muestran la
tendencia hacia el régimen comunitario. Son los denominados pactos de unidad, que fueron aceptados en
el derecho local; aunque también se dieron otras modalidades de pactos de mitad que buscaban
asimismo la comunidad de bienes, éstos aparecen en los fueros de Alcalá (título 84), el de Daroca (título
86), el de Coria (título 73) o de Cáceres (título 80).
2.4. CRISTIANISMO.
Lefebvre sostuvo que el régimen se originó gracias a la concepción cristiana del matrimonio. Esta
influencia cristiana es también sostenida por Viollet y Olivier-Martin. Para el primero, gracias al
cristianismo, la mujer germana fue elevada y recibía una dote constituida por el marido originado en el
hecho de que el matrimonio se formalizaba por compra. Dote que luego se hizo simbólica y fue
acompañada por la morgengabe, elementos unificados y concentrados en la mujer.
De aquí derivarán los sistemas de comunidad universal y de ganancias. En la primera, la mujer tenía
derecho a una cuota parte de los bienes del marido; en la segunda, se distinguían los bienes propios de la
mujer tenía derecho a la tertia, es decir al tercio. La dos o dote se transformó en un simple derecho de
usufructo de la mujer con el fin de que la familia del marido no perdiese los bienes: fue el douaire
(viudedad) que más adelante se extendió a los conquets (gananciales), bajo condición de supervivencia.
La comunidad debe su nombre y su carácter distintivo a la existencia de una masa común, a un
patrimonio común entre los cónyuges, que reviste él también el nombre de comunidad. Se distinguen tres
masas: bienes de la comunidad, bienes propios del marido y bienes propios de la mujer. Esa masa
común, que constituye una unidad, está alimentada por los bienes y las deudas de los esposos. La masa
debe, en principio, ser administrada por el marido. Esa unidad de masa y de administración se acompaña
necesariamente con la unidad de responsabilidad. Por último, la masa común a la disolución del régimen
se partirá en especie, entre los cónyuges o sus herederos, pero no necesariamente por mitades.
El sistema romano perduro hasta la edad media y después evolucionó hacia una forma de 'comunidad de
bienes', en ella, los bienes comunes destinados al sostenimiento de las cargas matrimoniales,
pertenecían a ambos cónyuges y a la disolución del matrimonio, el patrimonio se distribuía entregando a
cada cual no lo aportado, sino los bienes en la proporción a lo que los cónyuges hubiesen estipulado
previamente. Esta comunidad de bienes ha presenta do variantes, atendiendo a la extensión de la masa.
La comunidad universal, comprende todos los bienes muebles e inmuebles propiedad de los esposos
adquiridos antes y después de celebrado el matrimonio.
La comunidad reducida se entrega únicamente por determinados bienes de los consortes, existen tres
patrimonios: los bienes propios del hombre; los propios de la mujer y los comunes.
'La comunidad de ganancias o gananciales' representa una variante del sistema de comunidad,
constituida con bienes adquiridos por los cónyuges durante el matrimonio, mediante sus esfuerzos y los
frutos y productos de los patrimonios de cada cónyuge.
Las ganancias adquiridas por el marido o la mujer forman un patrimonio común, pueden ser ganancias las
cosas y los derechos, los muebles y los inmuebles. Independientemente los cónyuges pueden tener,
además, su patrimonio propio y a la disolución del matrimonio los bienes ganados se dividen por mitad.
En derecho español hay datos seguros sobre el régimen de bienes del matrimonio en las épocas más
antiguas. Entre los cántabros eran los hombres quienes llevaban la dote a sus mujeres no éstas a sus
maridos. La dote revistió gran variabilidad, tanto en su denominación como en su cuantía y efectos. En las
colecciones legales de derecho castellano solían ser reguladas con el nombre de 'arras'. Sin embargo, el
régimen de comunidad de bienes predominó en el derecho histórico español. La tendencia hispánica fue
la de adoptar la comunidad de bienes integrada por los gananciales, respetando los bienes que cada
cónyuge poseyera antes de la celebración del matrimonio.
2.5. ANTECEDENTES EN EL PERÚ.
2.5.1. EL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL CÓDIGO CIVIL DE 1852.
En el imperio Inca se reconocían las gananciales a la esposa, En el tiempo de los incas, el común de las
gentes dependían de su ayllu, las tierra que cada cual recibían en las distribuciones periódicas, no podían
ser enajenadas ni trasmitidas a otros, y los poseedores tenían por lo general un simple derecho de
usufructo que les permitía aprovechar los rendimientos solo para subsistir.
No podía hablarse entonces de una comunidad de gananciales, donde no había dominio privado y cuando
sólo podía trasmitirse, al fallecimiento, los bienes de uso personal. Si bien es cierto que entre los Incas,
los curacas y los grandes se admitía la propiedad individual, pero entre ellos mismos la situación de la
mujer era completamente subordinada, casi una propiedad del jefe de la familia y la transmisión de los
bienes se hacía habitualmente por la linera del varón. Muy raro fueron los casos en que la coya o
consorte del curaca quedo con el patrimonio familiar. No podemos tratar del tema objeto de nuestro
estudio en el código de 1852, si no damos un breve esbozo de la legislación colonial. En la colonia las
relaciones conyugales y paternas filiales se desenvolvieron en un tipo de familia, que en el caso de la
castellana y luego la indiana, fue de dimensiones reducidas pero de fuerte cohesión, integrada casi
exclusivamente por los cónyuges y sus descendientes.
Para Lawrence Stone, este tipo de familia era el fruto de un proceso de decantación en el que se había
comenzado por prescindir de la ayuda de parientes y se había afianzado un sentido de privacía doméstica
y de relaciones interpersonales. Dentro de este tipo de familia, para Stone, había poco espacio para el
amor y la intimidad. Según este autor, uno de los motivos de la falta de demostración del afecto era las
cortas expectativas de vida para cónyuges e hijos, lo que llevaba a que la familia fuera inestable, que el
matrimonio durara poco, las segundas nupcias frecuentes, y en definitiva, la muerte fuera parte de la vida.
El matrimonio era considerado la base esencial de una sociedad sana y ordenada. Las mujeres españolas
se casaban entre los 20 y 25 años, con periodos intergenésicos bastante largos y tenían pocos hijos.
El matrimonio en el Virreinato estuvo sujeto a la misma regulación que en España y resultaba de lo
establecido en las fuentes normativas seculares y canónicas, contenidas básicamente en la Partida
Cuarta y en la normativa emanada del Concilio de Trento. Sin embargo, fue necesario adaptar ciertas
disposiciones a la realidad indiana, fundamentalmente en lo referido a los impedimentos derivados del
parentesco y a la publicidad prenupcial.
Uno de los efectos del matrimonio era el surgimiento de una serie de deberes y derechos entre cónyuges.
Si bien la totalidad de estos deberes y derechos no estaba enunciada expresamente en las fuentes
seculares y canónicas, su existencia surgía de una combinación de leyes, doctrina jurídica y canónica, y
en lo que al Virreinato del respecta, también de la praxis judicial. Señala Echecopar García, que al
advenimiento de la República siguieron rigiendo en el Perú las leyes españolas. Cuando en 1836 se dictó
el código de Santa Cruz, de corta duración, se sometió a los esposos a la comunidad de gananciales, en
forma que rigen en nuestros días (artículo 970). El proyecto de VIDAURRE, en su artículo 39 contiene
disposiciones análogas; y los artículos 955 y 956 de nuestro código de 1852 y de 1936, dicen
prácticamente lo mismo.
El C.C. de 1852 había adoptado LA SOCIEDAD DE GANANCIALES COMO RÉGIMEN OBLIGATORIO,
pasando todos los bienes aportados a la sociedad de gananciales, administrados y bajo la disposición del
marido.
Se adoptó el régimen de sociedad de gananciales por ser el régimen imperante y utilizado por las
legislaciones.
El artículo 955 establecía Del matrimonio resultado, entre el marido y mujer una sociedad legal, en que
pueda haber bienes propios y bienes comunes: el marido es el administrador de estos bienes.
Se caracteriza porque ninguno de los cónyuges puede renunciar a esta sociedad ni sus efectos.
1. José Távara en su tesis señala los tres regímenes más importantes que rigen el Matrimonio: la
comunidad de bienes, en donde los bienes son un todo común, bajo la administración del marido.
2. la separación de bienes, donde los bienes se encuentran independientemente, como si no se hubiera
celebrado el matrimonio.
3. el régimen de gananciales, constituido por las gananciales como parte común. Respecto de los bienes
que ingresaban al matrimonio, estos podían ser:
a. LA DOTE, bienes llevados por la mujer al casarse para contribuir con el sostenimiento del hogar. El
marido era el destinatario de la dote. Cuando ella fuese sui iuris y contrajera un matrimonio cum manu sus
bienes pasarían automáticamente al marido. Si la mujer era alieni iuris se requería un acto de entrega al
marido de los bienes con los que los parientes de la mujer o ésta misma quisiesen contribuir las cargas
matrimoniales.
CLASES DE DOTE
Dote necesaria o Dos profecticia. Constituida por la mujer, su padre o ascendiente paterno y
excepcionalmente por la madre.
Dote voluntaria o Dos adventicia. Constituida por cualquier otra persona.
Dos aestimata. Es aquella cuyo valor ha sido tasado al constituirla. Se distinguen:
Dos estiamta venditionis causa. La constitución se juzga equivalente a una venta hecha al marido, y la
tasación asimilada al pretium, que le marido entregará cuando se disuelva el matrimonio
Dos aestimata eaxationis causa. La finalidad de la tasación se ciñe a establecer el límite de la
responsabilidad del marido en caso de falta restitución.
Dos recepticia. El constituyente ha convenido la devolución para cuando se disuelva el matrimonio.
b. LAS ARRAS, lo que esposo le daba por razón del matrimonio.
c. LOS PARAFERNALES, los que la mujer llevaba antes del matrimonio o adquiría durante él, después
de constituir la dote. Las parafernales correspondían a la mujer, como única dueña, pero era curioso que
siendo ella su única dueña, ésta no pueda disponer de estos bienes, sin autorización del marido; o en
todo caso con autorización judicial.
Se puede ver, que en todos los casos, el marido tenía amplias facultades sobre los bienes matrimoniales,
era el único administrador, quien además decidía el destino que podía darse a estos; sin embargo se
puede entender que aparentemente existían dos administradores, el marido de los bienes de la sociedad
conyugal y la mujer de los parafernales, del que también se puede sacar otra conclusión, que no HABÍA
NI COMUNIDAD DE BIENES, NI SEPARACIÓN ABSOLUTA DE BIENES.
Para la doctrina desarrollada en la época, se consideraba esperada la declaración, según lo que los
bienes parafernales no quedan incluidos en la administración del marido desde que en el artículo 180 y
955 expresan terminantemente que los bienes de la sociedad están sometidos a la administración del
marido. Es más frecuente calificar de bienes parafernales a aquello que excluidos de la dote son
entregados por la mujer al marido para que los administre y emplee sus frutos circa se et UXOREM.
Consistían en muebles, joyas, vestidos, utensilios domésticos, praedia y créditos.
El régimen de estos bienes parafernales fue regulado por Justiniano disponiendo:
Que la propiedad de tales bienes pertenece a la mujer.
El marido puede entablar acciones en nombre de su mujer sin necesitar la CAUTIO DE RATO.
El marido ha de emplear las rentas para gastos de ambos cónyuges.
En la administración, el marido responde hasta la culpa leve in concreto.
Para obtener la devolución, la mujer puede servirse de las acciones de depósito o mandato, de la
REIVINDICATIO o de la CONDICTIO.
Los bienes comunes o ganancias, constituido por lo bienes obtenidos con las ganancias de cada
cónyuge.
En el código civil de 1852, sobre el matrimonio resulta una sociedad conyugal, señala el artículo 180, que
el marido es administrador de los bienes de la sociedad conyugal.
El artículo 182, señala que la mujer no puede dar, enajenar, hipotecar ni adquirir a título oneroso o
gratuito sin intervención del marido o sin consentimiento por escrito. Artículo 1046, son gananciales todos
aquellos bienes que se encuentran al fenecer la sociedad legal, después de deducidas o pagadas los
bienes propios de cada cónyuge y las deudas contraídas durante el matrimonio.
De acuerdo al artículo 1048, no son gananciales sino bienes que corresponde a la mujer, la ropa de su
uso, el lecho cotidiano y el menaje ordinario de la casa.
Así mismo el artículo 1050, establecía que la mujer que no quiere ir habitar en casa del marido, y que en
contra de la voluntad permanezca en cualquier otra, no tendrá derecho a gananciales.
Pierde los gananciales: La viuda que se prostituye. Por adulterio declarado judicialmente. No participa de
los gananciales, la mujer que abandona la cada del marido por toso el tiempo que dure la separación.
2.5.2. EL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL CÓDIGO CIVIL DE 1936.
En materia familiar, se estableció en el Código civil del 1936 el régimen forzoso de gananciales
rechazándose las capitulaciones matrimoniales.
Reguló la SOCIEDAD DE GANANCIALES CON BIENES PROPIOS DE CADA CÓNYUGE.
Introdujo de los BIENES RESERVADOS DE LA MUJER, los que según el maestro José León
Barandiarán "responde a necesidades de orden sociológico dentro de la vida moderna".
El código civil de 1936 mantuvo el Régimen de Comunidad de Gananciales, básicamente contenido en el
Titulo de la sección Segunda del Libro de Familia, estableciendo:
Del régimen de los bienes en el Matrimonio.
De los bienes Reservados.
De las donaciones por razón de matrimonio.
De la dote. De la separación de bienes durante el matrimonio.
Se caracterizó:
EL marido dirige la sociedad conyugal.
El marido es el representante de la sociedad conyugal, solo para las necesidades ordinarias de la
sociedad conyugal era representado por ambas.
La mujer puede ejercer cualquier profesión o industria así como efectuar cualquier trabajo fuera de la casa
común con el consentimiento expreso o tácito del marido. Pero si el marido se negase a dar su
consentimiento podrá ser autorizados por el juez siempre que pruebe o justifica al interés de la sociedad
conyugal.
La mujer no responde con sus bienes propios por las deudas personales del marido.
Este régimen fue objeto de encontradas opiniones, primo la idea de modificarlo si es que no de
suprimirlos por otro. Sin embargo, no se puede dejar de admitir que el sistema peruano de ese entonces
adolecía de inestabilidad y rigidez pues imponía a todos los matrimonios, ipso jure y sin alternativa, un
determinado régimen que en concepto de legislador era el más adecuado a la realidad del país, sin
permitir a las partes la adopción de ningún otro (salvo el de separación de bienes como excepción durante
el matrimonio). De otro lado se llama la atención hacia el hecho de no ser idéntica la situación de todas
las uniones conyugales en materia patrimonial, de donde fluye que es el régimen de comunidad de
gananciales puede ser adecuado en unos casos pero inadecuados en potros. La ley estaría tratando de la
misma manera situaciones diferentes sin que haya razón valedera.
El régimen, tal como estaba organizado constituía una de las áreas mayormente se advierta un criterio de
supremacía del varón y la subordinación de la mujer.
Se hacía en efecto que si bien la discriminación en perjuicio de la mujer se comprobaba claramente en la
esfera de las relaciones personales que el código normaba bajo el epígrafe de Deberes y Derechos que
nacen del matrimonio y en la del ejercicio de la patria potestad, ello también ocurría en el campo del
régimen patrimonial que el código legislaba bajo el nombre de sociedad de gananciales.
De otro punto de vista especialmente concerniente a la fluidez de las relaciones patrimoniales del
matrimonio y del interés de terceros, se señalaba también que el régimen de gananciales había mostrado
su falta de eficacia para asegurar un ejercicio adecuado de la facultad de disposición del patrimonio
común, pues al amparo del texto original artículo 188 se propiciaba o posibilitaba el abuso del marido y
con la modificatoria introducida por la ley N° 17838 se dificultaba en tal forma los actos de disposición.
Toda vez que conforme al artículo 188, el marido es el administrador de los bienes comunes y como tal
estaba facultado para disponer de ellos a título oneroso. Pero con la modificación introducida por la ley
17838, si bien el varón se mantenía como administrador pero se querrá la intervención de la mujer cuando
se trate de disponer, gravar bienes comunes a título gratuito u oneroso.
3. CONCEPTO DE REGIMEN PATRIMONIAL.
Por régimen patrimonial debemos entender el conjunto de reglas que regulan la relación patrimonial entre
los cónyuges y frente a terceros, así tenemos que el patrimonio generalmente está formado por un
conjunto de bienes y derechos, obligaciones y deudas, que son valorables económicamente y que tiene
toda persona.
En el Perú los regímenes patrimoniales en el matrimonio son la sociedad de gananciales y el de
separación de patrimonios.
4. PRINCIPALES REGÍMENES PATRIMONIALES.
En el mundo muchos otros regímenes patrimoniales, así:
4.1. SEPARACIÓN DE BIENES.
El régimen de separación de bienes, a que quedó hecha referencia, se fundada en
la independencia absoluta del patrimonio de los cónyuges, como si fueran solteros; respondiendo,
entonces, cada uno de las obligaciones que contraigan.
4.2. RÉGIMEN SUPLETORIO.
El régimen supletorio opera por ministerio de la ley, en defecto de separación convenida o por deficiencia
de ésta (artículo 295 del Código Civil).
Lo primero, cuando no hay una opción expresa por algún régimen patrimonial; lo segundo, cuando el
convenio matrimonial de opción de régimen patrimonial es inválido, sea por un defecto de forma o de
fondo. No se trata de una ficción para suponer que tácitamente ha sido aceptado por quienes hasta
pueden ignorar todo lo que afecta a esta situación.
4.3. RÉGIMEN DOTAL.
Régimen dotal solo resultan afectados por el enlace matrimonial los bienes comprendidos en la dote, que
la mujer u otra persona, en consideración a ella, entrega al marido con la finalidad de atender al
levantamiento de las cargas matrimoniales, no así los bienes extra dotales -parafernales- que forman el
restante patrimonio de la mujer.
4.4. RÉGIMEN ECONÓMICO MATRIMONIAL.
Régimen económico matrimonial en el Libro III sobre el Derecho de Familia. La posibilidad de que los
contrayentes puedan optar entre el régimen de sociedad de gananciales o el de separación de
patrimonios, y que los cónyuges puedan sustituir el régimen económico vigente, demuestra la existencia
en él de la autonomía privada, si bien con limitaciones para garantía de aquéllos y de los terceros.
4.5. RÉGIMEN DE COMUNIDAD.
El régimen de comunidad, a que ya se ha aludido, es denominado universal cuando, excluidos-los que
excepcionalmente son incomunicables, se forma con los restantes bienes de los cónyuges -presentes y
futuros- el activo de un patrimonio común, representando las deudas sociales y las personales un pasivo
también común, sin considerar tampoco, como en aquellos otros, el tiempo o causa de su existencia.
4.6 RÉGIMEN DE COMUNIDAD DE ADQUISICIONES A TÍTULO ONEROSO.
Régimen de comunidad de adquisiciones a título oneroso, como su nombre indica, es una comunidad
limitada a las adquisiciones que los cónyuges realizan a título oneroso durante el matrimonio;
permaneciendo, en cambio, en propiedad separada de cada uno de los bienes que tuviesen con
anterioridad al matrimonio y los adquiridos con posterioridad a título gratuito.
4.7. RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LAS GANANCIAS.
En el régimen de participación en las ganancias, la idea fundamental de la separación de los patrimonios
de ambos cónyuges aparece atenuada por el reparto o nivelación de ganancias obtenidas durante el
matrimonio, que hay que realizar al terminar el régimen.
5. DENOMINACIÓN.
Los regímenes patrimoniales en el matrimonio: se denominan sociedad de gananciales y separación de
patrimonios.
6. DEFINICIÓN RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO.
En el Perú existen dos regímenes patrimoniales en el patrimonio: el de sociedad de gananciales y el de
separación de patrimonios, y cada uno se encuentra definido.
El Régimen de Bienes de la SOCIEDAD DE GANANCIALES se encuentra definido en el artículo 301 del
Código Civil, el mismo establece que en el régimen de sociedad de gananciales puede haber bienes
propios de cada cónyuge y bienes de la sociedad.
Éste se impone como un límite natural a la administración y disposición de bienes propios y sociales,
según el caso; se constituye, pues, en la medida necesaria para afectar patrimonialmente a la familia y
que, de hecho, los cónyuges utilizan en un matrimonio normal. Por ello y ante su inobservancia por uno
de los cónyuges, el interés familiar es el argumento para restringir o suprimir algún acto de gestión de los
bienes que lo perjudica o para verificar la realización de uno que demanda.
La sociedad de gananciales es un ente jurídico autónomo, titular del derecho de propiedad sobre los
bienes sociales, no constituyendo un régimen de copropiedad. Por ello, para disponer de dichos bienes se
requiere el consentimiento de ambos cónyuges, no pudiendo haber disposición por parte de uno de ellos
de porcentajes de los bienes sociales, por cuanto no existen alícuotas sobre las que cada cónyuge ejerza
el derecho de propiedad.
El Régimen de SEPARACIÓN DE PATRIMONIOS se regula en el artículo 327 y siguientes del C.C., el
cual indica que en el régimen de separación de patrimonios, cada cónyuge conserva a plenitud la
propiedad, administración y disposición de sus bienes presentes y futuros y le corresponden los frutos y
productos de dichos bienes. Plácido indica que la separación de patrimonios constituye un régimen
patrimonial del matrimonio con carácter autónomo y originario. Este es un régimen convencional que
también puede ser impuesto por decisión judicial o por imperio de la ley.
7. CARACTERÍSTICAS.
a) Es un sistema de elección y de variabilidad de régimen patrimonial.
Al contemplarse los regímenes patrimoniales de sociedad de gananciales y de separación de patrimonios,
se incorpora el sistema de elección y de variabilidad entre estos dos regímenes típicos, regulados en la
ley. Se comprueba que el principio de libertad de pacto nupcial es limitado y que los regímenes son
mutables.
Con la introducción de este sistema, se desarrolla el derecho de opción entre los contrayentes (artículo
295 del Código Civil), para elegir -antes del matrimonio y no durante; posibilidad, esta última, que
permitiría eliminar formalidades costosas si la opción constara en el acta matrimonial- el régimen
patrimonial al que se adhieren y que comienza a regir al celebrarse el matrimonio, y el derecho de
sustitución entre los cónyuges (artículo 296 del Código Civil), para cambiar el régimen patrimonial en que
se encuentran y adherirse al otro.
b) Establece al régimen de sociedad de gananciales como régimen legal supletorio.
La existencia de dos regímenes patrimoniales determina que, si los cónyuges no se adhieren a ninguno,
necesariamente se admita un régimen legal supletorio.
La tradición jurídica en nuestro país motivó que el régimen de adquisiciones a título oneroso o sociedad
de gananciales sea el régimen legal supletorio.
El régimen supletorio opera por ministerio de la ley, en defecto de separación convenida o por deficiencia
de ésta (artículo 295 del Código Civil). Lo primero, cuando no hay una opción expresa por algún régimen
patrimonial; lo segundo, cuando el convenio matrimonial de opción de régimen patrimonial es inválido, sea
por un defecto de forma o de fondo. No se trata de una ficción para suponer que tácitamente ha sido
aceptado por quienes hasta pueden ignorar todo lo que afecta a esta situación.
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos106/regimen-patrimonial/regimen-
patrimonial.shtml#ixzz53PiCXHjQ
Análisis exegético
1. DESARROLLO NORMATIVO
ARTÍCULO 295 DEL CÓDIGO CIVIL
Antes de la celebración del matrimonio, los futuros cónyuges pueden optar libremente por el régimen de
sociedad de gananciales o por el de separación de patrimonios, el cual comenzará a regir al celebrarse el
casamiento. Si los futuros cónyuges optan por el régimen de separación de patrimonios, deben
otorgar escritura pública, bajo sanción de nulidad. Para que surta efecto debe inscribirse en
el registro personal. A falta de escritura pública se presume que los interesados han optado por el
régimen de sociedad de gananciales.
El primer concepto que esboza este artículo, es que el matrimonio determina el surgimiento de relaciones
con consecuencias de índole patrimonial.
Los regímenes patrimoniales del matrimonio determinan cómo contribuirán marido y mujer en la atención
de las necesidades del hogar y del grupo familiar, así como la repercusión que el matrimonio tendrá sobre
la propiedad y administración de los bienes presentes o futuros de los cónyuges y, también, la medida en
que esos bienes responderán ante terceros por las deudas contraídas por cada uno de los esposos.
Nuestro sistema legislativo regula dos regímenes patrimoniales del matrimonio: denominándolo "sociedad
de gananciales", el régimen de comunidad de adquisiciones a título oneroso, que es una comunidad
limitada a las adquisiciones que los cónyuges realicen a título oneroso durante el matrimonio;
permaneciendo, en cambio, en propiedad separada de cada uno los bienes que tuviese con anterioridad
al matrimonio y los adquiridos con posterioridad a título gratuito, perteneciendo a la comunidad las rentas
o productos de los bienes propios de los esposos. Con la denominación de "separación de patrimonios",
se contempla un régimen de separación absoluta.
Respecto de éstos, se incorpora el sistema de elección y de variabilidad entre estos dos regímenes
típicos, regulados en la ley. Se comprueba que el principio de libertad de pacto nupcial es limitado y que
los regímenes son mutables.
La conveniencia de facilitar la satisfacción de las necesidades ordinarias de la familia y el principio de
igualdad jurídica de los cónyuges, determinaron que se les atribuya por igual el poder doméstico; según el
cual, cualquiera de los esposos podrá realizar los actos encaminados a atender las necesidades
ordinarias de la familia y a la conservación de su patrimonio, conforme al uso del lugar y a las
circunstancias de la misma.
Cualquiera que sea el régimen patrimonial vigente ambos cónyuges está obligado a contribuir al
sostenimiento del hogar, según sus respectivas posibilidades y rentas; esto es, tienen el deber de levantar
las cargas de la familia.
Si bien no hay norma expresa sobre el particular, por el principio constitucional de protección de la familia
y por la consideración en el Código Civil de que la regulación jurídica de la familia tiene por finalidad
contribuir a su consolidación y fortalecimiento, está implícito que la gestión de los bienes debe responder
al interés familiar, como precepto rector, cualquiera que sea el régimen patrimonial en rigor.
ARTÍCULO 296 DEL CÓDIGO CIVIL
Durante el matrimonio, los cónyuges pueden sustituir un régimen por el otro. Para la validez del convenio
son necesarios el otorgamiento de escritura pública y la inscripción en el registro personal. El nuevo
régimen tiene vigencia desde la fecha de su inscripción.
La existencia de dos regímenes patrimoniales determina que, si los cónyuges no se adhieren a ninguno,
necesariamente se admita un régimen legal supletorio. El régimen de adquisiciones a título oneroso o
sociedad de gananciales es el régimen legal supletorio, puede establecerse, ya sea que el pacto nupcial
se otorgue antes o durante el matrimonio.
La posibilidad de que los contrayentes puedan optar entre el régimen de sociedad de gananciales o el de
separación de patrimonios, y que los cónyuges puedan sustituir el régimen económico vigente, demuestra
la existencia en él de la autonomía privada, si bien con limitaciones para garantía dé aquéllos y de los
terceros.
El artículo 296 exige que para la sustitución del régimen patrimonial en forma convencional, como
condición de validez, el otorgamiento de escritura pública y la inscripción en el registro personal;
precisándose que el nuevo régimen tiene vigencia desde la fecha de su inscripción.
Sin embargo, lo dispuesto en el artículo 296 del Código Civil no concuerda con lo señalado en el artículo
319 del mismo para el caso del fenecimiento del régimen de sociedad de gananciales por esta causa. Así,
en esta última norma se establece que, para las relaciones entre los cónyuges, se considera que el
fenecimiento del régimen de sociedad de gananciales se produce en la fecha de la escritura pública; y,
respecto de terceros, el citado régimen patrimonial se considera fenecido en la fecha de la inscripción en
el registro personal. Se aprecia, entonces, que de conformidad con el citado artículo 319 del Código Civil
la escritura Pública es la única formalidad exigida como condición de validez. Esta deficiencia legislativa
es relevante, si se considera que los cónyuges pueden adquirir bienes y contraer obligaciones en el lapso
de tiempo que exista entre la fecha de la escritura Pública y la fecha de inscripción en el registro personal;
surgiendo el problema de calificar como propios o sociales a los indicados bienes y obligaciones.
ARTÍCULO 297 DEL CÓDIGO CIVIL
En el caso de hallarse en vigencia el régimen de sociedad de gananciales, cualquiera de los cónyuges
puede recurrir al juez para que dicho régimen se sustituya por el de separación, en los casos a que se
refiere el artículo 329.
La sustitución judicial se producirá cuando, a pedido del cónyuge agraviado, el juez considere que se ha
acreditado abuso de facultades, dolo o culpa en la gestión de los bienes, imputable al otro. Obsérvese la
incongruencia que existe entre los artículos 297 y 329 del Código Civil sobre la legitimación activa.
Mientras que el primero establece que cualquiera de los cónyuges puede ejercitar esta pretensión; el
segundo reserva el ejercicio de la pretensión a favor del cónyuge agraviado.
Criterios para configurar las causas anotadas:
a) El abuso de facultades, se presenta cuando uno de los cónyuges facultado para el ejercicio de aquéllas
relativas a la gestión patrimonial, se excede manifiestamente de los límites de la buena fe u omite realizar
aquello que sea necesario para la debida administración, de modo que dicha acción u omisión no se
compatibiliza con el interés familiar.
b) El dolo en la gestión de los bienes se produce cuando uno de los cónyuges realiza por sí solo actos
dispositivos o de gestión patrimonial que entrañen fraude o grave daño o peligro para los derechos del
otro o de la sociedad o genera la destrucción de bienes propios del otro o de la sociedad.
c) La culpa en la gestión patrimonial se presenta cuando uno de los cónyuges con su negligente
administración pone en peligro o provoca la pérdida de bienes propios del otro o bienes sociales.
ARTÍCULO 298
Al terminar la vigencia de un régimen patrimonial se procederá necesariamente a su liquidación.
En todos los demás casos de fenecimiento de la sociedad de gananciales o del régimen de separación de
patrimonios, como Invalidación del matrimonio, separación de cuerpos, divorcio, declaración de ausencia,
y muerte de uno de los cónyuges, se procederá a la liquidación del régimen respectivo y a su inscripción
en el registro personal.
Si bien la norma deja abierto lo relativo a la liquidación del régimen patrimonial para ambos regímenes, en
la práctica la liquidación se hará necesaria únicamente en caso de haber estado dentro del régimen de
sociedad de gananciales, pues solo aquí habrá bienes comunes que haya que liquidar.
Las uniones de hecho, siempre y cuando cumplan con los requisitos del artículo 326 (voluntariamente
realizadas y mantenidas como mínimo por dos años por un varón Y una mujer que carecen de
impedimento matrimonial), al originar una sociedad de bienes a la cual se le aplicarán las reglas de la
sociedad de gananciales en cuanto le fueren aplicables, también pueden fenecer, lo que implicará que se
realice el procedimiento de liquidación señalado.
Es conveniente señalar que los bienes sociales se encuentran en un régimen de comunidad y, aunque los
cónyuges se encuentren en un régimen de separación de patrimonios, pueden adquirir conjuntamente
uno o más bienes, lo que no conduce a un régimen de comunidad respecto de estos bienes, sino que
nacerá un régimen de copropiedad respecto de ellos.
El inventario no necesariamente debe ser judicial; si los cónyuges o sus herederos están de acuerdo,
tanto en lo relativo a su realización, como a su conformación y a su valorización, entonces puede
realizarse en documento privado con firmas legalizadas. Si hubiese cualquier discrepancia en cuanto a
algunos de estos aspectos, se hará judicialmente.
ARTÍCULO 299
El régimen patrimonial comprende tanto los bienes que los cónyuges tenían antes de entrar aquel en vigor
como los adquiridos por cualquier título durante su vigencia.
El patrimonio de la sociedad conyugal está formado, por el activo y por el pasivo de una totalidad. Dicha
totalidad comprende el pasado, el presente y el futuro, es decir, los bienes y las deudas o, mejor, el
patrimonio, tanto anterior a la entrada en vigor del régimen, cuanto todo lo que se adquiera por cualquier
título o modalidad durante su vigencia. Si bien el Código Civil no menciona en este numeral a las deudas,
limitando el contenido del régimen patrimonial a los bienes, una apreciación sistemática y finalista
elemental nos conduce a preferir el vocablo patrimonio, que incluye tanto al activo como al pasivo.
Resulta indiferente si ingresan como bienes sociales o como bienes propios (si se adquieren por razón de
donación o como herencia, o con dinero propio, entre otras formas de adquisición de bienes propios en el
régimen de sociedad de gananciales; o si se está en el régimen de separación de patrimonios, donde los
bienes son siempre propios), pues su tratamiento específico diferenciado se efectuará según
las normascorrespondientes.
ARTÍCULO 300
Cualquiera que sea el régimen en vigor, ambos cónyuges están obligados a contribuir al sostenimiento del
hogar según sus respectivas posibilidades y rentas. En caso necesario, el juez reglará la contribución de
cada uno.
Al margen del régimen patrimonial por el que se haya optado, hay obligaciones que ambos cónyuges
tendrán que asumir con la totalidad del patrimonio conyugal, que abarca bienes que cada uno tenía antes
de ingresar al régimen, como los que se adquieran durante su vigencia Se incluyen gastos tales como los
de alquiler del inmueble, arbitrios municipales, luz, agua, gas, teléfono del domicilio, artículos de limpieza,
pago al servicio doméstico, guardianía, mantenimiento en general. Asimismo, los gastos
de alimentación, salud y asistencia de los cónyuges, y los gastos provenientes de las obligaciones que
genera la patria potestad, como el sostenimiento, protección, salud, educación y formación de los hijos.
Pero si bien los dos asumen la misma obligación, el peso de ella se repartirá según las posibilidades y
rentas de cada uno, lo que constituye una fundamental norma de equidad, puesto que no siempre ambos
tendrán igual situación económica. Si ambos trabajan, es muy probable que sus ingresos sean dispares.
ARTÍCULO 301
En el régimen de sociedad de gananciales puede haber bienes propios de cada cónyuge y bienes de la
sociedad.
En este régimen hay dos tipos de bienes: los propios de cada cónyuge (artículo 302) y los comunes o
bienes de la sociedad, adquiridos por uno u otro durante el matrimonio.
Asimismo, esto resulta fundamental para efectos administrativos, dado que cada cónyuge tiene la libre
administración de sus bienes propios, pudiendo gravarlos o disponer de ellos; en tanto que respecto a los
bienes sociales o comunes, su administración corresponde a ambos cónyuges, sin perjuicio de la
representación que uno otorgue al otro para ello, o del poder especial que se requiere para disponer de
ellos o gravarlos.
Los bienes no necesariamente van a ser totalmente propios o completamente sociales:
Podría darse el caso de que un bien sea adquirido por dos personas que no tienen vínculo matrimonial, lo
que sería un caso de copropiedad, y más adelante contraen nupcias. Este bien es privativo de cada
esposo en una mitad. El que no sea común por ganancialidad es importante, ya que las reglas que se le
aplicarán serán las de copropiedad y no las de la comunidad ganancial.
También podría ser que un bien haya sido adquirido parte con dinero propio de uno de los cónyuges y
parte con dinero común; o que un bien se haya comprado con dinero de un cónyuge, parte con dinero del
otro cónyuge, y parte con dinero de la sociedad. Si bien los frutos y productos de todos los bienes son
siempre sociales, la titularidad del bien como tal será parcialmente de uno de los cónyuges (o también del
otro si es que con su dinero propio participó en la compra), y parcialmente de la sociedad.
Sobre la totalidad del patrimonio social hay comunidad, y siendo este patrimonio social un todo, estará
comprendido por todos los bienes (y aquí se incluyen los bienes y/o la porción del bien que parcialmente
pertenece a la sociedad), derechos, y las cargas y obligaciones (de igual forma, también el pasivo que en
forma parcial sea de cargo de la sociedad, en el porcentaje correspondiente).
ARTÍCULO 302
Son bienes propios de cada cónyuge:
1) Los que aporte al iniciarse el régimen de sociedad de gananciales.
2) Los que adquiera durante la vigencia de dicho régimen a título oneroso, cuando la causa de
adquisición ha precedido a aquélla.
3) Los que adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito.
4) La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales o de enfermedades,
deducidas las primas pagadas con bienes de la sociedad.
5) Los derechos de autor e inventor.
6) Los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo, salvo que sean accesorios de
una empresa que no tenga la calidad de bien propio.
7) Las acciones y las participaciones de sociedades que se distribuyan gratuitamente entre los socios por
reevaluación del patrimonio social, cuando esas acciones o participaciones sean bien propio.
8) La renta vitalicia a título gratuito y la convenida a título oneroso cuando la contraprestación constituye
bien propio.
9) Los vestidos y objetos de uso personal, así como los diplomas, condecoraciones, correspondencia y
recuerdos de familia.
En la sociedad de gananciales existen bienes sociales y propios de cada cónyuge, formándose así
diferentes masas patrimoniales. Esto exige la precisa determinación de cada adquisición para adscribir el
bien a la masa patrimonial correspondiente. Para ello, deben tenerse presentes estos
tres principios rectores:
a. La época de adquisición: son propios los bienes adquiridos antes del matrimonio por los cónyuges o
aquellos que, adquiridos después, lo son por una causa o título anterior. Son sociales los bienes
adquiridos a título oneroso durante el matrimonio o después de su disolución por una causa anterior.
b. El carácter oneroso o gratuito de las adquisiciones durante el matrimonio: son propias las adquisiciones
de bienes realizadas a título gratuito por cualquiera de los cónyuges durante el matrimonio, tales como
una herencia, legado o donación en su favor.
c. El origen de los fondos empleados en las adquisiciones: aun tratándose de adquisiciones onerosas
durante el matrimonio, si ellas tienen su origen en el empleo de dinero o fondos propios, lo adquirido será
propio por subrogación real.
Enumeración de los bienes propios:
1. Bienes aportados al inicio del régimen de sociedad de gananciales, son propios los bienes adquiridos
antes del matrimonio por los cónyuges
2. Bienes adquiridos a título oneroso durante la vigencia de la sociedad de gananciales, el hecho material
posterior de la adquisición está determinado y precedido por el derecho a ella, que es anterior al
matrimonio y que forma por esto parte del patrimonio propio del cónyuge.
3. Bienes adquiridos a título gratuito durante la vigencia de la sociedad de gananciales.
4. Indemnización por accidentes o por seguros de vida, la indemnización por accidentes o la que se paga
en cumplimiento de un contrato de seguro que cubre los riesgos personales indicados, tienen carácter
personalísimo, se establece expresamente la deducción de las primas pagadas con bienes de la
sociedad.
5. Derechos de autor o inventor, están íntimamente vinculados y son indesligables de la persona del
creador o inventor; en ello radica el carácter propio del bien.
6. Libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo, son instrumentos necesarios
para el ejercicio de la profesión u oficio, que por servir de modo directo al cónyuge -sin los cuales
quedaría impedido de trabajar- son calificados como bienes propios.
7. Acciones y participaciones de sociedades, se califica como bienes propios las nuevas acciones Y
participaciones que se distribuyen por un aumento de capital a consecuencia de la reevaluación
de activos fijos en una sociedad donde un cónyuge tiene acciones o participaciones de carácter propio.
8. Renta vitalicia a título gratuito u oneroso, supuesto de aplicación del Principio del carácter gratuito de la
adquisición durante el matrimonio: la renta vitalicia otorgada gratuitamente por un tercero a favor de uno
de los cónyuges.
9. Vestidos, objetos de uso personal y otros, se refiere a bienes propios que sirven a la persona para
satisfacer sus necesidades de vestido y a objetos vinculados a sus méritos y afectos; razones por las
cuales se les califica como bienes propios.
ARTÍCULO 303
Cada cónyuge conserva la libre administración de sus bienes propios y puede disponer de ellos o
gravarlo.
La regla general es que cada cónyuge conserva la libre administración de éstos y puede disponer de ellos
o gravarlos (artículo 303 del Código Civil). El ejercicio de estas facultades del cónyuge propietario debe
realizarse en armonía con el interés familiar.
Por el principio constitucional de protección de la familia y por la consideración en el Código Civil de que
la regulación jurídica de la familia tiene por finalidad contribuir a su consolidación y fortalecimiento, es
implícito que la gestión de los bienes debe responder al interés familiar, como precepto rector.
ARTÍCULO 304
Ninguno de los cónyuges puede renunciar a una herencia o legado o dejar de aceptar una donación sin el
consentimiento del otro.
Las liberalidades, provenientes de donaciones, herencias instituidas por testamento o legados,
particularmente las que carezcan de cargo (artículos 185 y ss., y 1642), es decir, las liberalidades puras y
simples, es a lo que apunta este artículo, además de las herencias legales y la legítima, que no
constituyen actos o negocios jurídicos sino que son derechos, por lo que nunca podrán estar sometidas a
modalidad alguna. El numeral comprende las liberalidades intervivos (donaciones) y las mortis causa
(legados o la institución de heredero), como la herencia de los herederos legales (quienes son llamados a
suceder a falta de testamento, entre otros supuestos, artículo 815, sobre herencia legal) y el derecho de
los legitimarios, mal llamados herederos forzosos.
La intención de la norma pareciera ser la protección de la familia, previniendo que la obligación general de
contribución al sostenimiento del hogar se vea perjudicada.
El fundamento de la norma estriba en que en el régimen de sociedad de gananciales, los frutos y
productos de todos los bienes, sean propios o sociales, así como las rentas de los derechos de autor e
inventor, son sociales. Entonces, se trata de un derecho expectaticio que corresponderá a la sociedad, lo
que la ley pretende proteger.
ARTÍCULO 305
Si uno de los cónyuges no contribuye con los frutos o productos de sus bienes propios al sostenimiento
del hogar, el otro puede pedir que pasen a su administración, en todo o en parte. En este caso, está
obligado a constituir hipoteca y, si carece de bienes propios, otra garantía, si es posible, según el
prudente arbitrio del juez, por el valor de los bienes que reciba.
La libertad de administración que cada cónyuge tiene sobre sus bienes propios se encuentra encuadrada,
en forma concreta, en el hecho de que los frutos y productos de tales bienes pertenecen a la comunidad
y, de manera general, en la obligación que ambos esposos tienen de contribuir al sostenimiento del hogar
según sus respectivas posibilidades y rentas.
Si uno de los cónyuges obstruye el derecho de la sociedad sobre estos bienes sociales aprovechando su
condición de propietario único del bien que los genera, el otro cónyuge puede pedir -al juez- que pasen a
su administración, total o parcialmente, según el caso. Aquí entonces uno de los cónyuges administra los
bienes del otro sin necesidad de poder.
El objeto de esta medida es claro; en modo alguno se trata de gravar ni mucho menos de disponer de
tales bienes, sino únicamente de administrarlos, a fin de destinar sus rendimientos al sostenimiento del
hogar.
ARTÍCULO 306
Cuando uno de los cónyuges permite que sus bienes propios sean administrados en todo o en parte por
el otro, no tiene éste sino las facultades inherentes a la mera administración y queda obligado a
devolverlos en cualquier momento a requerimiento del propietario.
Los cónyuges poseen facultades de administración y de disposición o gravamen sobre sus bienes
propios, lo que quiere decir que cada uno tiene la libertad de administrarlos según su propio criterio, así
como de afectarlos o enajenarlos libremente, ciertamente esto último con las restricciones que la ley
establece en áreas de la protección de la familia. Estas limitaciones tienen que ver con el ejercicio
arbitrario o abusivo de la autonomía privada y del derecho de propiedad versus los intereses de la familia
creada por el individuo, como la donación inoficiosa o la interdicción por causa de mala gestión o
prodigalidad, las cuales, como ya se ha señalado, resultan insuficientes para conferir auténtica y eficaz
protección a la familia.
En cuanto a la administración, excepcionalmente ésta puede pasar al otro consorte:
Por representación legal de la sociedad.
Por decisión judicial.
Voluntariamente.
La norma permite administrar los bienes en mención sin objetarlo, lo que se explica por la naturaleza sui
géneris de la relación conyugal.
Se excluye de esta manera cualquier acto de disposición o afectación del bien, para lo cual sí será
indispensable el otorgamiento de poder, con las formalidades exigidas para este tipo de actos (escritura
pública).
El cónyuge administrador está obligado a devolver los bienes a su propietario en cuanto éste lo requiera,
lo que equivale a decir que no se necesita de preaviso ni formalidad de ninguna clase para ello.
ARTÍCULO 307
Las deudas de cada cónyuge anteriores a la vigencia del régimen de gananciales son pagadas con sus
bienes propios, a menos que hayan sido contraídas en beneficio del futuro hogar, en cuyo caso se pagan
con bienes sociales a falta de bienes propios del deudor.
Este artículo regula un tipo de deuda: la personal anterior a la vigencia del régimen. Comprende dos
supuestos con efectos opuestos: a) el de las deudas anteriores al régimen sin beneficio del futuro hogar,
enunciado general cuya consecuencia es el de ser pagadas con bienes propios del cónyuge deudor; y b)
la deuda de cada cónyuge contraída en beneficio del futuro hogar.
Deuda inequívocamente propia, personal o privativa anterior el régimen de sociedad de gananciales. De
esto se deducen las siguientes reglas generales que vinculan el concepto de deuda con responsabilidad
al interior del régimen de sociedad de gananciales:
a. los bienes propios no responden por las deudas comunes.
b. los bienes comunes no responden por las deudas propias.
c. las deudas propias de un cónyuge no responden por las deudas propias del otro cónyuge. De esta
manera la calificación de la deuda determina la masa patrimonial responsable de las consecuencias
jurídicas por el incumplimiento de la obligación.
La regla general del artículo 307 establece indirectamente tanto una exclusión en la responsabilidad de
los bienes comunes por deuda propia pre ganancial como de los bienes propios del cónyuge no deudor.
Supuesto excepcional de que los bienes sociales puedan responder por alguna deuda propia contraída
con anterioridad al régimen de gananciales. El supuesto que motiva esta excepción es que la deuda haya
sido contraída en beneficio del futuro hogar, por una deuda personal se responsabiliza a una masa
patrimonial que no corresponde a la naturaleza de su calificación
ARTÍCULO 308
Los bienes propios de uno de los cónyuges, no responden de las deudas personales del otro, a menos
que se pruebe que se contrajeron en provecho de la familia.
Este dispositivo refiere a las deudas personales, las contraídas por un cónyuge durante el matrimonio, en
beneficio propio, sin embargo la responsabilidad recaerá sobre el patrimonio personal del cónyuge
deudor. No obstante, la responsabilidad por estas obligaciones puede alcanzar, eventualmente, al
patrimonio propio del otro cónyuge si se contrajeron en provecho de la familia.
La primera parte de este artículo presenta una exclusión a la masa patrimonial que garantiza el
cumplimiento de una obligación de una deuda personal. La deuda personal no es garantizada por la masa
patrimonial personal del otro cónyuge. Los bienes propios de uno de los cónyuges no responden de las
deudas personales del otro. Siendo así, la responsabilidad civil extracontractual de uno de los cónyuges,
como acto absolutamente personal, no tiene por qué afectar el patrimonio del otro, ni perjudicarlo en la
parte que eventualmente le correspondería por concepto de gananciales.
ARTÍCULO 309
La responsabilidad civil por acto ilícito de un cónyuge no perjudica al otro en sus bienes propios ni en la
parte de los de la sociedad que le corresponderían en caso de liquidación.
Artículo modificado por la Primera Disposición Modificatoria del Texto Único Ordenado del Código
Procesal Civil, aprobado por Resolución Ministerial Nº 10-93-JUS, publicada el 23-04-93, cuyo texto es el
siguiente:
ARTÍCULO 309
La responsabilidad extracontractual de un cónyuge no perjudica al otro en sus bienes propios ni en la
parte de los de la sociedad que le corresponderían en caso de liquidación.
Este artículo se refiere a una deuda estrictamente personal, de carácter indiscutiblemente privativo, no de
una deuda que aunque personal se haya contraído en beneficio del futuro hogar o en provecho de la
familia.
El fundamento de este articulo lo que busca es la exclusión en la responsabilidad de la masa patrimonial
perteneciente al cónyuge que no ha generado el daño, así como la exclusión de su parte que le
correspondería en caso de liquidación.
La consecuencia de esta deuda es que no permite al acreedor agredir ni directa ni subsidiariamente el
universo de los bienes que conforman el patrimonio personal del otro cónyuge ni tampoco el universo del
patrimonio común. Solo es susceptible de responder por esta deuda el patrimonio privativo del cónyuge
responsable.
ARTÍCULO 310
Son bienes sociales todos los no comprendidos en el artículo 302, incluso los que cualquiera de los
cónyuges adquiera por su trabajo, industria o profesión; así como los -frutos y productos de todos los
bienes propios y de la sociedad y las rentas de los derechos de autor e inventor.
También tienen la calidad de bienes sociales los edificios construidos a costa del caudal social
en suelo propio de uno de los cónyuges, abonándose a éste el valor del suelo al momento del reembolso.
1. Los no comprendidos en el artículo 302
El artículo comentado delimita los bienes que son calificados de comunes. En primer lugar, a diferencia
del Código Civil de 1936 que enumeraba en sus ocho incisos del artículo 184 los bienes calificados de
comunes, el vigente Código Civil lo hace negativamente comprendiendo con tina disposición abierta a los
no enumerados en el artículo 302.
De esta regla se puede desprender la norma general que son bienes sociales los adquiridos durante la
vigencia del régimen de sociedad de gananciales a título oneroso. Excepcionalmente se excluyen
taxativamente los bienes propios establecidos en el artículo 302.
2. Bienes adquiridos por prescripción adquisitiva
De la regla general de socialidad de los bienes adquiridos a título oneroso y del carácter privativo de los
bienes a título gratuito se podría deducir que los modos de adquisición originaria que no tienen
contraprestación son por ello adquisiciones a título gratuito y en consecuencia son bienes propios y no
sociales (aplicación del artículo 302 inciso 3).
Por el contrario, desde una perspectiva que parte por considerar el carácter de la clasificación en la
adquisición de bienes a título gratuito y a título oneroso habría que admitir el carácter limitado de esta
clasificación a la adquisición derivativa y no originaria, configurándose una ausencia de norma en el
artículo 302 para este último tipo de adquisición.
3. Edificio construido en terreno en suelo propio de uno de los cónyuges.
El segundo párrafo del artículo 310 revela la opción del legislador de beneficiar la calidad de común de los
bienes, pero su alcance es menester precisarlo en dos aspectos:
a) Alcance de la expresión Edificio construido a costa del caudal social;
b) Integración en la calidad de bien común o separación de la propiedad del terreno con lo edificado.
ARTÍCULO 311
Para la calificación de los bienes, rigen las reglas siguientes:
1. Todos los bienes se presumen sociales, salvo prueba en contrario.
2. Los bienes sustituidos o subrogados a otros se reputan de la misma condición de los que sustituyeron
o subrogaron.
3. Si vendidos algunos bienes, cuyo precio no consta haberse invertido, se compran después otros
equivalentes, se presume, mientras no se pruebe lo contrario, que la adquisición posterior es hecha con
el producto de la enajenación anterior.
De la calificación de un bien como personal o social depende la eficacia o ineficacia de una serie de actos
jurídicos, la administración o disposición individual o común, la necesidad de la participación de ambos
cónyuges, la registración o no de determinados actos inscribibles, su comprensión o no dentro de la masa
patrimonial susceptible de garantizar el cumplimiento de una deuda personal o social.
El impacto de la calificación del bien es por consiguiente tremendo, tener regias que permitan en todos los
casos su definición con nitidez es imprescindible. Se requiere así, además de las calificaciones reguladas
en los artículos 302 Y 310, un sistema de presunciones que es el que establece el artículo 311.
Las presunciones establecidas en los incisos 1 y 3 son de carácter iuris tantum mientras que la del
segundo es iuris et de iure.
Con la presunción iuris tantum del inciso 1 se produce una regla general de presunción de ganancialidad.
Para contravenirla y reputar el bien como privativo no es suficiente acreditar que se ha hecho la
adquisición a nombre de uno de los cónyuges sino que se ha hecho a costa de caudal privativo.
ARTÍCULO 312
Los cónyuges no pueden celebrar contratos entre sí respecto de los bienes de la sociedad.
Tres son las razones por las que tradicionalmente se ha prohibido, tanto en el Derecho nacional como en
el extranjero, la contratación entre cónyuges: el peligro de colusión entre los cónyuges para defraudar a
un tercero acreedor, el posible aprovechamiento económico de uno de los cónyuges respecto del otro, y
la incompatibilidad entre el régimen económico conyugal y el régimen legal de los contratos, caracterizado
este último por su declarado carácter negocial. Sin embargo, siendo plenamente justificable la prohibición
alojada en el artículo 312 del Código Civil no debe perderse de vista que no es una prohibición absoluta y
que en más de una ocasión es justificable tal contratación, como comprobaremos en este comentario.
Adelantemos por de pronto lo siguiente: si bien el texto del referido artículo contiene la regla general de
que los cónyuges no pueden contratar cuando tales actos jurídicos generan obligaciones sobre bienes del
patrimonio conyugal, eso no quiere decir que la contratación entre esposos esté totalmente proscrita del
Derecho nacional, puesto que no existiría impedimento legal para que los cónyuges celebren contratos
sobre los bienes propios u otros contratos que no comprometan los bienes sociales.
Para comprender mejor esta norma es preciso revisar brevemente los alcances del régimen patrimonial
del matrimonio en nuestro Derecho. En primer término debemos tener presente que nuestro Código ha
establecido dos regímenes patrimoniales alternativos del matrimonio: sociedad de gananciales, que es en
realidad una comunidad de bienes y está compuesta por los bienes adquiridos por los cónyuges dentro
del matrimonio a título oneroso, permaneciendo fuera de él los bienes que tuviesen los cónyuges en
propiedad antes del matrimonio y aquellos adquiridos con posterioridad a título gratuito. Sin embargo,
pese a que los bienes propios no forman parte de los bienes sociales igual son de interés de la sociedad
conyugal, pues los frutos de estos bienes son sociales.
El otro régimen es el de separación de patrimonios. Se trata de una separación convencional, la misma
que en ocasiones puede ser judicial o legal, y que consiste en que los cónyuges pactan que no regirá
entre ellos la sociedad de gananciales. Tal convenio puede celebrarse antes del matrimonio o durante el
mismo para remplazar al régimen de gananciales.
ARTÍCULO 313
Corresponde a ambos cónyuges la administración del patrimonio social. Sin embargo, cualquiera de ellos
puede facultar al otro para que asuma exclusivamente dicha administración respecto de todos o de
algunos de los bienes. En este caso, el cónyuge administrador indemnizará al otro por los daños y
perjuicios que sufra a consecuencia de actos dolosos o culposos.
La administración de un patrimonio -en un sentido lato- comprende la suma de la actividad de
administración y de disposición que un sujeto puede cumplir en relación a un patrimonio; en otros
términos, los actos de administración o de disposición constituyen la totalidad de la actividad susceptible
de ser realizada por quien tiene la administración del patrimonio. Pero en sentido restringido, el criterio
clásico o tradicional ha sido distinguirlos a partir de la función que aquél cumple en relación al patrimonio.
Así, el acto de administración es aquel que sin alterar la integridad del patrimonio, tiende a su
mantenimiento, mejoramiento o generación de frutos; mientras que el acto de disposición es aquel que
altera la integridad del patrimonio. De ese modo, la actividad de "administración" excluiría todo acto que
pudiera afectar, directa o indirectamente, los bienes singulares que lo componen: cualquier acto del que
resulte la sustitución de un bien por otro o un derecho por otro, aunque derivara, en los hechos, en una
ventaja patrimonial, excedería el concepto de "administración" así entendido. La idea central es, por lo
tanto, la mantención del patrimonio en un idéntico estado, conservando inalterable la individualidad de los
bienes singulares que lo componen.
ARTÍCULO 314
La administración de los bienes de la sociedad y de los propios de uno de los cónyuges corresponde al
otro en los casos del artículo 294, incisos 1 y 2. Si uno de los cónyuges ha abandonado el hogar,
corresponde al otro la administración de los bienes sociales.
En lo que se refiere a la administración de los bienes sociales, nuestro Código Civil ha adoptado el
sistema de administración unilateral transferida para permitir que el otro cónyuge asuma la misma en
casos de excepción y destine sus rendimientos al sostenimiento de la familia. Esta transferencia tiene tres
modalidades diversas según opere por facultarse al cónyuge, por resolución judicial y por ministerio de la
ley.
a) La administración transferida por facultarse al cónyuge se presenta cuando el otro otorga un poder para
que los bienes sociales sean administrados en todo o en parte (artículo 313 del Código Civil).
b) La administración transferida por vía judicial ocurre por ignorarse el paradero del mismo o se encuentre
en lugar remoto, y por haber abandonado el domicilio conyugal (artículo 314 del Código Civil).
c) La administración transferida por ministerio de la ley funciona cuando uno de los cónyuges está
impedido por interdicción u otra causa (artículo 314 del Código Civil).
Sustentándose el régimen de sociedad de gananciales en la comunidad de intereses de los cónyuges,
está implícito en nuestro sistema jurídico el deber conyugal de informarse recíproca y periódicamente
sobre la situación de la administración y de los rendimientos de cualquier actividad económica.
ARTÍCULO 315
Para disponer de los bienes sociales o gravarlos, se requiere la intervención del marido y la mujer.
Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal facultad, si tiene poder especial del otro.
Lo dispuesto en el párrafo anterior no rige para los actos de adquisición de bienes muebles, los cuales
pueden ser efectuados por cualquiera de los cónyuges. Tampoco rige en los casos considerados en
las leyes especiales.
La presente norma se refiere a los actos de disposición que exceden la potestad doméstica, que
corresponde realizar conjuntamente a ambos consortes y que implica el ejercicio de una facultad
compartida por ambos consortes, de tal forma que se requiere la voluntad concorde de los esposos como
elemento constitutivo necesario para la validez de los actos. Se trata, pues, de una coparticipación en la
disposición de bienes sociales.
Por ello, este sistema requiere que ambos cónyuges puedan y quieran actuar de común acuerdo,
situación normal en el matrimonio.
ARTÍCULO 316
Son de cargo de la sociedad:
1. El sostenimiento de la familia y la educación de los hijos comunes.
2. Los alimentos que uno de los cónyuges esté obligado por ley a dar a otras personas.
3. El importe de lo donado o prometido a los hijos comunes por ambos cónyuges.
4. Las mejoras necesarias y las reparaciones de mera conservación o mantenimiento hechas en los
predios propios, así como las retribuciones y tributos que los afecten.
5. Las mejoras útiles y de recreo que la sociedad decida introducir en bienes propios de uno de los
cónyuges con consentimiento de éste.
6. Las mejoras y reparaciones realizadas en los bienes sociales, así como los tributos y retribuciones que
los afecten.
7. Los atrasos o réditos devengados de las obligaciones a que estuviesen afectos tanto los bienes propios
como los sociales, cualquiera que sea la época a que correspondan.
8. Las cargas que pesan sobre los usufructuarios respecto de los bienes propios de cada cónyuge.
9. Los gastos que cause la administración de la sociedad.
(*) Rectificado por Fe de Erratas, publicada el 24-07-84.
Son obligaciones sociales las asumidas por cualquiera de los cónyuges en el ejercicio del poder
doméstico (artículo 292 del Código Civil) y también las contraídas por ambos por actos de administración
y disposición que exceden de tal potestad (artículo 315 del Código Civil). Debemos precisar que, en el
régimen de sociedad de gananciales, el poder doméstico se circunscribe a las cargas sociales; por tanto,
las obligaciones contraídas por ambos cónyuges por actos que sobrepasan tal potestad, son las deudas
sociales propiamente. Vale decir, que en nuestro régimen se distinguen las cargas y las deudas sociales
propiamente dichas.
ARTÍCULO 317
Los bienes sociales y, a falta o por insuficiencia de éstos, los propios de ambos cónyuges, responden a
prorrata de las deudas que son de cargo de la sociedad.
El artículo en mención se encarga de desarrollar las condiciones en las que se hace efectiva la
responsabilidad patrimonial del o de los cónyuges por las denominadas deudas comunes, estableciendo
que en tales casos, de manera principal, esa responsabilidad se hace efectiva con cargo a los bienes
comunes, y de manera subsidiaria y limitada sobre los bienes propios de cada uno de los cónyuges.
Conviene advertir prontamente que aun cuando el artículo en comentario se refiere a "las deudas que son
de cargo de la sociedad" (la de gananciales) y a que son los bienes sociales o, en su caso, los propios los
que responden por dichas deudas, lo cierto es que ni existe una sociedad deudora ni puede predicarse
respecto de los bienes una condición: la de responsables, que solo puede ser atribuida a las personas. En
efecto, la sociedad de gananciales "no puede ser propiamente deudora por carecer de personalidad
jurídica. Deudores personales lo son siempre los cónyuges, aislada o conjuntamente, como personas
individuales, y lo que importa es saber si de la deuda de uno o de los dos cónyuges puede nacer
responsabilidad directa sobre los bienes legalmente calificados de gananciales"
Interpuesta la demanda, puede el juez dictar, a pedido del demandante o de oficio, las providencias
concernientes a la seguridad de los intereses de aquél. Dichas medidas, así como la sentencia, deben ser
inscritas en el registro personal para que surtan efecto frente a terceros. La separación surte efecto entre
los cónyuges desde la fecha de la notificación con la demanda.
En nuestro Código Civil, se han previsto los mecanismos de la variabilidad con aprobación judicial y por
ministerio de la ley. En estas dos últimas circunstancias solo se permite la modificación del régimen de
sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios. Esto responde al criterio de eliminar los
mayores perjuicios económicos entre los cónyuges, que subsistirían si continuase la comunidad de
adquisiciones a título oneroso.
La sustitución judicial se producirá cuando, a pedido del cónyuge agraviado, el juez considere que se ha
acreditado abuso de facultades, dolo o culpa en la gestión de los bienes, imputable al otro.
ARTÍCULO 318
Fenece el régimen de la sociedad de gananciales:
1. Por invalidación del matrimonio.
2. Por separación de cuerpos.
3. Por divorcio.
4. Por declaración de ausencia.
5. Por muerte de uno de los cónyuges.
6. Por cambio de régimen patrimonial.
El fenecimiento de la sociedad de gananciales tiene un doble objeto. Por un lado pone fin a la sociedad de
gananciales y repartir sus ganancias, si las hubiere.
El fenecimiento de la sociedad de gananciales se produce, en términos generales, con la disolución del
vínculo matrimonial, y aun estando vigente, cuando cesa la vida en común; y, también en los casos en
que procede la sustitución del régimen por el de separación de patrimonios.
ARTÍCULO 319
Para las relaciones entre los cónyuges se considera que el fenecimiento de la sociedad de gananciales se
produce en la fecha de la muerte o de la declaración de muerte presunta o de ausencia; en la de
notificación con la demanda de
Invalidez del matrimonio, de divorcio, de separación de cuerpos o de separación judicial de bienes; y en la
fecha de la escritura pública, cuando la separación de bienes se establece de común acuerdo.
Respecto a terceros, el régimen de sociedad de gananciales se considera fenecido en la fecha de la
inscripción correspondiente en el registro personal. (*) (*) Artículo modificado por el Artículo 1 de la
Ley Nº 27495, publicada el 07-07-2001, cuyo texto es el siguiente:
ARTÍCULO 319
Para las relaciones entre los cónyuges se considera que el fenecimiento de la sociedad de gananciales se
produce en la fecha de la muerte o de la declaración de muerte presunta o de ausencia; en la de
notificación con la demanda de invalidez del matrimonio, de divorcio, de separación de cuerpos o de
separación judicial de bienes; y en la fecha de la escritura pública, cuando la separación de bienes se
establece de común acuerdo. En los casos previstos en los incisos 5 y 12 del Artículo 333, la sociedad de
gananciales fenece desde el momento en que se produce la separación de hecho.
Respecto a terceros, el régimen de sociedad de gananciales se considera fenecido en la fecha de la
inscripción correspondiente en el registro personal.
El contenido de este artículo establece los momentos a partir de los cuales el fenecimiento de la sociedad
de gananciales produce efectos entre los cónyuges y frente a terceros. Para efectos de terceros el
fenecimiento se produce en el momento de la inscripción en el Registro de Personal.
ARTÍCULO 320
Fenecida la sociedad de gananciales, se procede de inmediato a la formación del inventario valorizado de
todos los bienes. El inventario puede formularse en documento privado con firmas legalizadas, si ambos
cónyuges o sus herederos están de acuerdo. En caso contrario el inventario se hace judicialmente. No se
incluye en el inventario el menaje ordinario del hogar en los casos del artículo 318, incisos 4 y 5, en que
corresponde al cónyuge del ausente o al sobreviviente.
Una vez fenecida la sociedad de gananciales se liquida el patrimonio: La primera operación es realizar un
inventario valorizado que comprende los bienes propios y sociales, como activo, y las obligaciones
sociales, cargas y deudas comunes, como pasivo. Conforme al artículo 302 del Código Civil, son bienes
propios los que cada cónyuge aporte al iniciarse el régimen de sociedad de gananciales; los que adquiera
durante la vigencia de dicho régimen a título oneroso, cuando la causa de adquisición ha precedido a
aquélla; los que adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito; la indemnización por accidentes
o por seguros de vida, de daños personales o de enfermedades, deducidas las primas pagadas con
bienes de la sociedad; los derechos de autor e inventor; los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio
de la profesión o trabajo, salvo que sean accesorios de una empresa que no tenga la calidad de bien
propio; las acciones y las participaciones de sociedades que se distribuyan gratuitamente entre los socios
por revaluación del patrimonio social, cuando esas acciones o participaciones sean bien propio; la renta
vitalicia a título gratuito y la convenida a título oneroso cuando la contraprestación constituye bien propio;
y los vestidos y objetos de uso personal; así como los diplomas, condecoraciones, correspondencia y
recuerdos de familia.
A su vez el artículo 310 del Código Civil refiere que son bienes sociales todos los no comprendidos en
artículo 302, incluso los que cualquiera de los cónyuges adquiera por su trabajo, industria o profesión, así
como los frutos y productos de todos los bienes propios y de la sociedad y las rentas de los derechos de
autor y de inventor. Una vez fenecido la sociedad de gananciales se debe efectuar la liquidación del
patrimonio, procediéndose a la facción de un inventario valorizado del patrimonio, en el que se comprende
los bienes propios y sociales como activo, y las obligaciones sociales, cargas y deudas comunes como
pasivo. El inventario puede efectuarse extrajudicialmente si los cónyuges están de acuerdo, así como
también mediante documento privado con firmas legalizadas. Si los cónyuges no están de acuerdo sobre
la naturaleza de los bienes o el valor de los mismos, el inventario se efectúa en la vía judicial, donde se
podrá litigar sobre la calidad de los bienes y su valorización.
Deben comprenderse en el inventario los bienes de uso doméstico, salvo que el fenecimiento de la
sociedad de gananciales se produzca por declaración de ausencia o por muerte de uno de los cónyuges.
En los dos casos en mención, el menaje ordinario del hogar no se incluye en el inventario y debe
entregarse al cónyuge del ausente o al sobreviviente.
ARTÍCULO 321
El menaje ordinario del hogar no comprende:
1. Los vestidos y objetos de uso personal.
2. El dinero.
3. Los títulos valores y otros documentos de carácter patrimonial.
4. Las joyas.
5. Las medallas, condecoraciones, diplomas y otras distinciones.
6. Las armas.
7. Los instrumentos de uso profesional u ocupacional.
8. Las colecciones científicas o artísticas.
9. Los bienes culturales-históricos.
10. Los libros, archivos y sus contenedores.
11. Los vehículos motorizados.
12. En general, los objetos que no son de uso doméstico.
Hay que referir que el menaje ordinario del hogar está referido a todos los bienes muebles de uso
doméstico, destinados a satisfacer las necesidades inmediatas de la familia, Pero el Código Civil precisa
que bienes no conforman el menaje ordinario del hogar, a partir de observar que no están dirigidos a la
finalidad indicada, y por el carácter personal de los mismos.
El precitado artículo 321 ha optado por el sentido negativo, es decir por indicar que bienes no integran el
menaje ordinario del hogar, en lugar de señalar cuáles lo conforman. La precisión de carácter negativo
supone la determinación de los bienes que no están dirigidos a la finalidad antes indicada-que es de servir
de medio directo o indirecto para satisfacer las necesidades inmediatas y ordinarias de la familia-, no
obstante que muchos de los bienes contenidos en la relación del artículo 321 suelen encontrarse dentro
del hogar, y algunos de ellos son utilizados por los miembros de la familia en su vida cotidiana.
El artículo 321 del Código Civil ha sido redactado con la finalidad de defender a los herederos del
cónyuge fallecido o ausente. En efecto, es un supuesto muy común que durante la vigencia de la
sociedad de gananciales los cónyuges solo adquieran bienes de uso común, los mismos que de ser
considerados como parte del menaje ordinario del hogar, podrían quedarse en propiedad del cónyuge
sobreviviente, afectándose de este modo los derechos de los demás herederos.
Entre los bienes excluidos del menaje ordinario del hogar se hallan bienes propios de cada cónyuge y
bienes sociales, los mismos que al formar parte del inventario deberán considerarse cada cual de acuerdo
con su naturaleza. Así tenemos los vestidos y objetos de uso personal, las medallas, condecoraciones,
diplomas, los instrumentos de uso profesional u ocupacional, entre otros, sueles ser bienes propios de
cada cónyuge; mientras que el dinero, joyas, vehículos motorizados, entre otros, sueles ser bienes
sociales, salvo que se demuestre lo contrario.
ARTÍCULO 322
Realizado el inventario, se pagan las obligaciones sociales y las cargas y después se reintegra a cada
cónyuge los bienes propios que quedaren.
El régimen de sociedad de gananciales lo conforman tanto el activo como por el pasivo. La formación del
inventario en primer lugar las obligaciones sociales, que responden los bienes sociales y,
subsidiariamente los propios de cada cónyuge, a prorrata; y en segundo lugar, las obligaciones
personales de cada cónyuge, que serán pagadas por cada consorte directamente; en tal sentido, el
presente dispositivo establece la regla que aquéllas serán preferentemente atendidas respecto de éstas.
Según el Código Civil, son cargas de la sociedad:
1) El sostenimiento de la familia y la educación de los hijos comunes;
2) Los alimentos que cada uno de los cónyuges esté obligado por ley a dar a otras personas.
3) El importe de lo donado o prometido a los hijos comunes por ambos cónyuges;
4) Las mejoras necesarias y las reparaciones de mera conservación o mantenimiento hechas en los
predios propios, así como las retribuciones y tributos que los afecten;
5) Las mejoras útiles y de recreo que la sociedad decida introducir en bienes propios de uno de los
cónyuges con consentimiento de éste;
6) Las mejoras y reparaciones realizadas en los bienes sociales, así como los tributos y retribuciones que
los afecten;
7) Los atrasos o réditos devengados de las obligaciones a que estuviesen afectos tanto los bienes propios
como los sociales, cualquiera sea la época que correspondan;
8) Las cargas que pesan sobre los usufructuarios respecto de los bienes propios de cada cónyuge;
9) Los gastos que cause la administración de la sociedad.
Las cargas sociales por tratarse de obligaciones contraídas para satisfacer las necesidades ordinarias de
la familia y proveer a la conservación de su patrimonio, deben ser pagadas antes de las deudas comunes,
y los bienes propios que queden deben entregarse a su propietario para que a partir de ese momento
cumpla con sus obligaciones personales.
Las obligaciones sociales son todas aquellas deudas asumidas por los cónyuges frente a terceros con el
fin de obtener un bienestar a favor de la sociedad conyugal. Al haberse asumido obligaciones con el
consecuente beneficio obtenido a favor de ambos cónyuges, este pago se hace efectivo con los bienes
que conforman la misma sociedad conyugal. En caso las deudas asumidas por la sociedad conyugal no
alcancen a ser canceladas con los bienes sociales, los cónyuges deberán cumplir con las obligaciones
asumidas, con sus correspondientes bienes propios.
ARTÍCULO 323
Son gananciales los bienes remanentes después de efectuados los actos indicados en
El artículo 322. Los gananciales se dividen por mitad entre ambos cónyuges o sus respectivos herederos.
Cuando la sociedad de gananciales ha fenecido por muerte o declaración de ausencia de uno de los
cónyuges, el otro tiene preferencia para la adjudicación de la casa en que habita la familia y del
establecimiento agrícola, artesanal, industrial o comercial de carácter familiar, con la obligación de
reintegrar el exceso de valor, si lo hubiera.
Este artículo establece la condición que corresponde al remanente de los bienes sociales que queda una
vez efectuada la liquidación del régimen. Los gananciales es el saldo patrimonial que los cónyuges se
dividen por mitad entre ambos o sus respectivos herederos.
Es decir, que se subordina esa relación patrimonial a un igual trato y a un mismo derecho para uno y otro
cónyuge atribuyéndoles igual participación. El último párrafo está referido al derecho preferencial para la
adjudicación de la casa en que habita la familia y del establecimiento empresarial de carácter familiar, con
cargo a sus gananciales y con la obligación de reintegrar el exceso de valor, si lo hubiera. En nuestro
sistema no gobierna un principio rector de orden económico basado en la proporcionalidad de los aportes
de los cónyuges para recibir los gananciales, por el contrario, se subordina esa relación patrimonial a un
igual trato y a un mismo derecho para uno u otro cónyuge, atribuyéndoles idéntica participación.
Se reconoce el derecho del cónyuge del ausente o del sobreviviente a ser preferido para la adjudicación
de la casa en que habita la familia y del establecimiento agrícola, artesanal, industrial o comercial de
carácter familiar; con la obligación de reintegrar el exceso de valor si lo hubiera.
La adjudicación se efectuará con cargo a los gananciales que le corresponderán de la liquidación, y, en
caso de muerte de uno de los cónyuges, respecto a sus derechos por concepto de legítima; por lo que el
reintegro del exceso de valor se realizará con bienes propios del beneficiado.
ARTÍCULO 324
En caso de separación de hecho, el cónyuge culpable pierde el derecho a gananciales proporcionalmente
a la duración de la separación.
Este dispositivo priva de una ventaja económica por vía de sanción al culpable de la separación para
acrecer la del otro, con prescindencia de que posteriormente se reanude la convivencia.
Para que proceda se efectúa una regla de tres para determinar la relación entre los gananciales obtenidos
y la duración total de la vigencia del régimen y aplicarla al tiempo de duración de la separación de hecho.
ARTÍCULO 325
Siempre que haya de ejecutarse simultáneamente la liquidación de gananciales de dos o más
matrimonios contraídos sucesivamente por una misma persona, se admitirá, en defecto
de inventarios previos a cada matrimonio, toda clase de pruebas para determinar los bienes de cada
sociedad; y, en caso de duda, se dividirán los gananciales entre las diferentes sociedades, teniendo en
cuenta el tiempo de su duración y las pruebas que se haya podido actuar acerca de los bienes propios de
los respectivos cónyuges.
Si una persona contrae segundo matrimonio, y no ha realizado la liquidación de la sociedad de
gananciales de su primer matrimonio, entonces a la disolución del segundo matrimonio tiene que
liquidarse simultáneamente, para lo cual tiene que haber inventario o pruebas suficientes del momento en
que se incorporó cada uno de los bienes, para lo cual se separan los que correspondan a la primera
sociedad y se repartirán entre los primeros cónyuges, o entre uno de ellos y los herederos del otro, los
gananciales del primer matrimonio, y en relación al segundo matrimonio, cada uno de los cónyuges
tomará los bienes que integren la segunda sociedad, y se repartirán por mitades los gananciales de esta.
En caso de duda del carácter de determinados bienes, se dividirán entre las diferentes sociedades, en
proporción al tiempo de su duración y a los bienes propios de los respectivos cónyuges, en base al
principio de equidad.
ARTÍCULO 326
La unión de hecho, voluntariamente realizada y mantenida por un varón y una mujer, libres de
impedimento matrimonial, para alcanzar finalidades y cumplir deberes semejantes a los del matrimonio,
origina una sociedad de bienes que se sujeta al régimen de sociedad de gananciales, en cuanto le fuere
aplicable, siempre que dicha unión haya durado por lo menos dos años continuos.
La posesión constante de
a tesis de la apariencia al estado matrimonial contemplado en el artículo materia de análisis, cuando
señala que con la unión de hecho se persigue "alcanzar finalidades y cumplir deberes semejantes a los
del matrimonio". Es decir, que el Código Civil no ha adoptado la teoría de la equiparación al estado
matrimonial, según la cual la unión de hecho produce los mismos efectos que el matrimonio, el cual si
está reconocido en el artículo 5 de nuestra Constitución Política actual.
El problema sobre las uniones de hecho es el relacionado a la prueba de su existencia, la cual no va a
constar en un título de estado de estado a partir de fecha aproximada puede probarse con cualquiera de
los medios admitidos por la ley procesal, siempre que exista un principio de prueba escrita.
La unión de hecho termina por muerte, ausencia, mutuo acuerdo o decisión unilateral. En este último
caso, el juez puede conceder, a elección del abandonado, una cantidad de dinero por concepto de
indemnización o una pensión de alimentos, además de los derechos que le correspondan de conformidad
con el régimen de sociedad de gananciales.
Tratándose de la unión de hecho que no reúna las condiciones señaladas en este artículo, el interesado
tiene expedita, en su caso, la acción de enriquecimiento indebido.
Lfamilia, como son las partidas del Registro del Estado Civil. Por tal motivo, la posesión constante de
estado de convivientes se constituye en el medio de prueba para acreditar su existencia, por lo que las
pruebas están dirigidas a demostrar que un hombre y una mujer sin estar casados entre sí hacen vida de
tales, además se debe probar el cumplimiento de los demás elementos configurativos de la unión de
hecho: que no media impedimento matrimonial y que ha durado por lo menos dos años continuos. La
posesión constante de estado de convivientes se prueba por cualquier medio probatorio admitido en el
Código Procesal Civil, requiriendo el Código Civil la concurrencia de un principio de prueba escrita.
Dicha unión de hecho termina por la muerte de uno de los convivientes o por su declaración de ausencia,
por mutuo acuerdo o por decisión unilateral de uno de ellos. Una vez producido el fenecimiento debe
liquidarse la comunidad de bienes de acuerdo a las normas del régimen de sociedad de gananciales.
Tratándose de la extinción de la unión de hecho por decisión unilateral de uno de los convivientes, el ex
conviviente abandonado puede exigir en primer lugar una cantidad de dinero por indemnización de daños,
para reparar los daños que pueda sufrir el abandonado como consecuencia de la frustración
del proyecto de vida, la aflicción de los sentimientos, etc., y en segundo lugar también podría exigir una
pensión de alimentos para contrarrestar las dificultades económicas que enfrente el abandonado para
obtener los medios requeridos y seguir atendiendo sus necesidades alimentarias al concluir la
convivencia.
La unión de hecho impropia (no produce los efectos contemplados en la ley. Acá el interesado tiene
expedita la acción de enriquecimiento indebido.
ARTÍCULO 327
En el régimen de separación de patrimonios, cada cónyuge conserva a plenitud la propiedad,
administración y disposición de sus bienes presentes y futuros y le corresponden los frutos y productos de
dichos bienes.
La separación de patrimonios se constituye en un régimen general y autónomo, que se gobierna por el
principio de la independencia entre los cónyuges en la titularidad de los bienes y en la gestión de los
mismos. Los cónyuges contribuirán al levantamiento de la carga familiar con su patrimonio personal, en
proporción a la contribución que convengan o la que establezca el juez. Es decir, que las obligaciones
contraídas en el ejercicio de la potestad doméstica responderán ambos cónyuges.
ARTÍCULO 328
Cada cónyuge responde de sus deudas con sus propios bienes.
Las obligaciones que contraiga cada cónyuge por sí sólo serán atendidas con sus bienes propios, ello
obedece a la manifestación de la autonomía patrimonial de los cónyuges, así como son titulares del activo
también lo son del pasivo que les afecte. Si los cónyuges contraen obligaciones conjuntamente, la
responsabilidad patrimonial de ambos depende de que las deudas sean solidarias o mancomunadas.
ARTÍCULO 329
Además de los casos a que se refieren los artículos 295 y 296, el régimen de separación es establecido
por el juez, a pedido del cónyuge agraviado, cuando el otro abusa de las facultades que le corresponden
o actúa con dolo o culpa.
Interpuesta la demanda, puede el juez dictar, a pedido del demandante o de oficio, las providencias
concernientes a la seguridad de los intereses de aquél. Dichas medidas, así como la sentencia, deben ser
inscritas en el registro personal para que surtan efecto frente a terceros. La separación surte efecto entre
los cónyuges desde la fecha de la notificación con la demanda.
Conclusiones
1. El Código Civil de 1852 adoptó la sociedad de gananciales como régimen obligatorio, pasando todos
los bienes aportados a la sociedad de gananciales, administrados y bajo la disposición del marido; si bien
el Código Civil de 1936 mantuvo vigente dicho régimen, con la modificación introducida por la ley 17838,
si bien el varón se mantenía como administrador, requería la intervención de la mujer para disponer,
gravar bienes comunes a título gratuito u oneroso.
2. El matrimonio determina el surgimiento de relaciones de carácter personal entre los cónyuges, con los
consecuentes derechos y deberes recíprocos, pero además derivan de él consecuencias de índole
patrimonial, ya que la comunidad de vida crea la necesidad de atender las obligaciones que el hogar
común y la vida del grupo familiar van exigiendo; por ello es necesario organizar un régimen referido a
la propiedad y al manejo de los bienes que cada uno adquiere o que adquieren ambos. A ello se refieren
los regímenes patrimoniales del matrimonio.
3. Los regímenes patrimoniales del matrimonio determinan cómo contribuirá cada uno de los cónyuges en
la atención de las necesidades del hogar y del grupo familiar, así como la repercusión que el matrimonio
tendrá sobre la propiedad y administración de los bienes presentes o futuros de los cónyuges y, también,
la medida en que esos bienes responderán ante terceros por las deudas contraídas por cada uno de los
esposos.
4. En la doctrina existen diversos regímenes patrimoniales del matrimonio, como el de separación de
bienes, el régimen dotal, el régimen de comunidad, el régimen de comunidad de adquisiciones a título
oneroso o el régimen de participación en las ganancias; sin embargo, nuestra legislación ha considerado
únicamente el régimen de sociedad de gananciales y el de separación de patrimonios.
5. En atención a la diversidad de relaciones comerciales y posibilidades que se generan en
el mercado mundial, del cual nuestro país forma parte cada vez con mayor presencia, es necesario que
se instituya al matrimonio y sus integrantes de herramientas que brinden la posibilidad de actuar,
disponer, negociar y con - ello acrecentar con mayor libertad su patrimonio; lo que podría viabilizar se
otorgando total libertad a los contrayentes para que establezcan el contenido del régimen patrimonial de
su matrimonio.
Bibliografía
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CHIAROTTI, Susana. La Situación Jurídica Social de las Mujeres. A 5 años de Beijing. El panorama
regional Coordinadora Regional de CLADEM