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Bibliografía

Bartra, Roger. Anatomía del mexicano. Primera edición. Primera


reimpresión. Debolsillo. México. 2006.

La sensibilidad del mexicano


Ezequiel A. Chávez

En los pueblos de educación latina planes maravillosamente trazados


sobre el papel, constituciones armónicas, como los sueños de Platón,
se estrellan en las asperezas de la práctica, o queda en parte sin
cumplirse, en tanto que en los pueblos de educación sajona por el
contrario, casi nunca se legisla para edificar sino se construye primero,
y luego se formula en leyes lo que ya vino, lo que ya está hecho (p.
26).

La psicología de los eslavos (Sikorski) (p. 27)

Pasiones mexicanas
Julio Guerrero

“[…] el mexicano que no bebe alcohol, aunque no es triste por


naturaleza, tiene accesos de melancolía, como lo prueba el tono
espontáneamente elegiaco de sus poetas, desde Nezahualcóyotl, o el
que firmó las composiciones conocidas con su nombre, la serie
inacabable de románticos en los tiempos modernos, y la música
popular mexicana, escrita en tono menor; esas danzas llenas de
melancolía que las bandas militares lanzan en los parques públicos a
las brisas crepusculares, preñadas de suspiros y sollozos; y esas
canciones populares que al son de la guitarra en las noches de luna se
entonan en las casas de vecindad, o por los gallos que recorren las
avenidas. […] el uso del alcohol y otras causas que después estudiaré,
a veces neutralizan este resultado, desarrollando un aticismo rudo y
malévolo que hace reír del prójimo; una filosofía semiestoica y
semiburlona que hace desdeñar la vida y afrontar la muerte a balazos
o puñaladas por cualquiera chiste de periódico o párrafo de gacetilla”
(pp. 48-49). – Miguel S. Macedo.

La palabra mexicano en las conversaciones familiares o cuando se


emplean en asuntos políticos, porque sus caracteres legales están
perfectamente marcados y significa el individuo que por nacer en el
territorio nacional, por provenir de pares mexicanos, por haberse
neutralizado como tal, etcétera, goza en México de determinada clase
de derechos (p. 49).

No puede decirse que sólo en México suele extirparse la alegría en la


gama psicológica de la embriaguez (p. 52).
Unidad e imitación
Antonio Caso

Desde el punto de vista de la civilización, es claro que la Conquista fue


un bien inmenso. Desde el punto de la felicidad humana, la Conquista
fue un mal, un inmenso mal para los aborígenes del Anáhuac (p. 56).

Urge ya, por la felicidad de nuestro pueblo, que cesemos de imitar los
regímenes políticosociales de Europa y nos apliquemos a desentrañar
de las condiciones geográficas, políticas, artísticas, etcétera, de
nuestra nación, los moldes mismos de nuestras leyes; la forma de
nuestras leyes; la forma de nuestra convivencia ; el ideal de nuestra
actividad. No podemos seguir asimilando los atributos de otras vidas
ajenas.
Recordemos que nuestra democracia no puede ser la de los Gracos ni
la de Lincoln; que nuestro socialismo no podría calcarse sobre la pauta
asiática y mística de Lenin, ni nuestro espíritu conservador, revestir la
indumentaria pintoresca de los súbditos del dictador Mussolini. Imitar
sin cordura, es el peor de los sofismas; y como, según dijo el gran
poeta francés, “la justeza de entendimiento es la justicia del corazón”,
el sofisma burdo, la imitación ridícula, se convierte en crimen social.
Adaptar, esto es, erigir la realidad social mexicana en elemento
primero y primordial de toda palingenesia.
El verdadero redentor no es el iluso que desconoce el suelo donde pisa,
sino el sabio que combina lo real y lo ideal en proporciones
armoniosas. Lo ideal no es lo irreal, sino la realidad misma que se
combina con la inteligencia y se depura y magnifica en ella (p. 60).

El mesías mexicano
Anita Brenner

“No es como los innumerables brujos, hueseros, hipnotistas y demás


curanderos que de tiempo en tiempo surgen en México,
particularmente en el campo… La crónicas del siglo XVIII hablan de
Tzantzén, un indio de las montañas de Zacatecas, extraordinariamente
al tanto de los poderes curativos de hierbas y plantas. Hacia el fin de la
guerra de Independencia hizo su aparición la nebulosa figura de sor
Encarnación, una monja tránsfuga de su convento que se convirtió en
bálsamo y auxilio de los guerrilleros mexicanos. Se dice que todo aquel
que bebe de la fuente que ella hizo brotar milagrosamente con las
manos, se ve libre de toda dolencia y sus heridas cicatrizan… En los
últimos años han surgido numerosos curanderos: Rutila, la pequeña
mujer de Agua Azul, Guadalajara, quien se ofreció para resucitar al
gobernador… María Auxiliadora, una campesina de San Luis Potosí…
Don Erasmo Mata, el célebre don Erasmo quien con la misma
afabilidad pregona el fin del mundo y cura a los enfermos con las
mágicas plumas de su gallo profeta. Pero Fidencio es otra cosa, una
pura, serena y humilde figura, un niño generoso que hace andar a los
tullidos mientras entona ingenuas baladas y canciones, y reparte entre
los pobres las riquezas y oblaciones que los poderosos le entregan”.

Contra el nacionalismo
Jorge Cuesta

¿Cuándo se oyó a un Shakespeare, a un Stendhal, a un Baudelaire a un


Dostoievski, a un Conrad, pedir que la tradición le fuera cuidada y
lamentarse por la despreocupación de los hombres que no acuden
angustiosamente a preservarla? La tradición no se preserva, sino vive.
Ellos fueron los más despreocupados, los más herejes, los más ajenos
a esa servidumbre de fanáticos. Quien está más ignorado por la
tradición, más abandonado por ella, luego supone que la tradición
depende de algo como la concurrencia de fieles a su templo; luego
predica a los hombres que cumplan con el penoso deber de auxiliarla,
de retenerla; luego dice: como el señor Abreu Gómez “los discípulos no
se seducen; se merecen” (p. 96).

La tradición es tradición porque no muere, porque vive sin que la


conserve nadie (p. 97).

México eterno
Antonin Artaud

Las ideas preconcebidas pertenecen al dominio de la imaginación; así


pues, me las reservo.
Diferencia de fondo entre civilización y cultura (p. 101).

El complejo de inferioridad
Samuel Ramos

Es desde los comienzos de la vida independiente cuando se inicia este


proceso íntimo en el alma del mexicano, que se manifiesta
exteriormente por un propósito de disimular, encubrir o falsificar la
realidad, mediante el artificio de imitar modelos europeos. En cierto
modo esta actitud coincide con el utopismo que cree poder someter la
realidad a teorías o fórmulas que se juzgan absolutas por haber sido
eficaz su aplicación en otros lugares (p. 114).

Una actitud antisocial, por ejemplo, la desconfianza, la agresividad, el


resentimiento, la timidez, la altanería, el disimulo, etcétera (p. 115).
Afirma Paz, la soledad no proviene de una decisión voluntaria, sino de
esa perturbación del carácter que lo hace antisocial. La soledad es sólo
un refugio que se busca involuntariamente. No es que el mexicano
quiera y guste de la soledad, es que ésta se le impone como resultado
de la timidez, la susceptibilidad, el recelo, la desconfianza, que se
acompaña de las reacciones inhibitorias.
La Revolución mexicana fue, entre otras cosas, un movimiento
nacionalista. Descubrió un México falso de imitación europea,
representado por el régimen afrancesado del porfirismo. Revindicó a
los indígenas como parte integrante de la nacionalidad mexicana. Al
perturbarse la tendencia sana de regresar a lo vernáculo, desembocó
antes de concluir la era revolucionaria , en un falso nacionalismo, el
nacionalismo del charro y la china poblana (p. 116).

Ontología del mexicano


Emilio Uranga

No decidir es decidir ser irresponsable (p. 148).

Los hijos de la Malinche


Octavio Paz

El empleo de la violencia como recurso dialéctico, los abusos de


autoridad de los poderosos – vicio que no ha desaparecido más visibles
que nunca debido a las sucesivas desilusiones postrevolucionarias,
complementarían esta explicación histórica (p. 164).

Los negros norteamericanos, por ejemplo, entablan un combate con


una realidad concreta. Nosotros en cambio, luchamos con entidades
imaginarias , vestigios del pasado o fantasmas engendrados por
nosotros mismos (p. 165).

Los españoles también abusan de las expresiones fuertes. Frente a


ellos el mexicano es singularmente pulcro. Pero mientras los españoles
se complacen en la blasfemia y la escatología, nosotros nos
especializamos en la crueldad y el sadismo (p. 169).

Para el español la deshonra consiste en ser hijo de una mujer que


voluntariamente se entrega, una prostituta; para el mexicano, en ser
fruto de una violación (p. 171).

El relajo
Jorge Portilla

Una conducta se comprende a partir de su sentido (p. 180).


El relajo es un movimiento autodestructivo. Es una actitud justamente
contraria a la actitud normal espontánea del hombre frente a los
valores cuando los valores actúan en la conciencia como pauta de la
autoconstitución (p. 184).

Posibilidades y limitaciones del mexicano


José Revueltas

El hombre es el mundo de los hombres y las condiciones materiales de


su vida determinan su conciencia, su organización social y política, sus
costumbres y su ideología.
Del mismo modo en que en medicina los síntomas no son la
enfermedad, en la sociedad humana los datos determinados no son el
hombre (p. 220).

Psicoanálisis del mestizaje


Santiago Ramírez

El machismo del mexicano no es el fondo sino la inseguridad de la


propia masculinidad; el barroquismo de la virilidad (p. 241).

El carácter nacional mexicano


Michael Maccoby

Los rasgos del carácter son “anhelos apasionados relativamente


permanentes”.
El carácter debe distinguirse de las opiniones, de los valores y de la
ideología (p. 243).

Erich Fromm: “No existe una sociedad en general sino solamente


estructuras sociales específicas que operan en formas diferentes y
determinables” (p. 244).

Tiempo mexicano
Carlos Fuentes

El “albur”, en México, es una operación del lenguaje que consiste en


desviar el sentido llano de las palabras a fin de dotarlas de una
intención insultante, agresiva, negadora de la personalidad de los
interlocutores (p. 257).

La suprema paradoja de la colonización española es que fuimos


colonizados por un país que pronto se convirtió en país colonizados por
las potencias mercantiles del norte de Europa.
España fue las Indias de la Europa capitalista (p. 262).
Cultura mexicana y opinión política
Elsa Cecilia Frost

Problema de la ruptura interna de México no puede ser más paradójica.


Se alaba al indio; se le reconocen grandes cualidades, se hace de él la
señal de oprobio de la Conquista española, pero se asegura que
“mientras los naturales guarden el estado que hoy tienen, México no
puede aspirar al rango de nación propiamente dicha” (p. 271).

Identidad nacional ante el espejo


Carlos Monsiváis

Lo obvio lo definen no las palabras, sino el instinto. El TLC no afectará


nuestra identidad, no puede afectar, la indestructible. Hasta que punto
la identidad, como creían los marxistas, es función de la infraestructura
(p. 295).

Pero la industria cultural que combina con destreza lo viejo y lo nuevo,


no entiende de purismo. Así vemos ahora, en la proximidad de las
fiestas funerarias, la fusión del Halloween con el Día de Muertos. Y que
nadie se llame a ultraje o “desnacionalización”, porque más mexicano
que este Halloween superanaranjado, ni Tlaquepaque (p. 296).

El nacionalismo: la estrategia para no desintegrarse en a indefensión


(p. 300).

Bibliografía
Bartra, Roger. Anatomía del mexicano. Primera edición. Primera
reimpresión. Debolsillo. México. 2006.

La sensibilidad del mexicano


Ezequiel A. Chávez

En los pueblos de educación latina planes maravillosamente trazados


sobre el papel, constituciones armónicas, como los sueños de Platón,
se estrellan en las asperezas de la práctica, o queda en parte sin
cumplirse, en tanto que en los pueblos de educación sajona por el
contrario, casi nunca se legisla para edificar sino se construye primero,
y luego se formula en leyes lo que ya vino, lo que ya está hecho (p.
26).

La psicología de los eslavos (Sikorski) (p. 27)

Pasiones mexicanas
Julio Guerrero

“[…] el mexicano que no bebe alcohol, aunque no es triste por


naturaleza, tiene accesos de melancolía, como lo prueba el tono
espontáneamente elegiaco de sus poetas, desde Nezahualcóyotl, o el
que firmó las composiciones conocidas con su nombre, la serie
inacabable de románticos en los tiempos modernos, y la música
popular mexicana, escrita en tono menor; esas danzas llenas de
melancolía que las bandas militares lanzan en los parques públicos a
las brisas crepusculares, preñadas de suspiros y sollozos; y esas
canciones populares que al son de la guitarra en las noches de luna se
entonan en las casas de vecindad, o por los gallos que recorren las
avenidas. […] el uso del alcohol y otras causas que después estudiaré,
a veces neutralizan este resultado, desarrollando un aticismo rudo y
malévolo que hace reír del prójimo; una filosofía semiestoica y
semiburlona que hace desdeñar la vida y afrontar la muerte a balazos
o puñaladas por cualquiera chiste de periódico o párrafo de gacetilla”
(pp. 48-49). – Miguel S. Macedo.

La palabra mexicano en las conversaciones familiares o cuando se


emplean en asuntos políticos, porque sus caracteres legales están
perfectamente marcados y significa el individuo que por nacer en el
territorio nacional, por provenir de pares mexicanos, por haberse
neutralizado como tal, etcétera, goza en México de determinada clase
de derechos (p. 49).

No puede decirse que sólo en México suele extirparse la alegría en la


gama psicológica de la embriaguez (p. 52).

Unidad e imitación
Antonio Caso

Desde el punto de vista de la civilización, es claro que la Conquista fue


un bien inmenso. Desde el punto de la felicidad humana, la Conquista
fue un mal, un inmenso mal para los aborígenes del Anáhuac (p. 56).

Urge ya, por la felicidad de nuestro pueblo, que cesemos de imitar los
regímenes políticosociales de Europa y nos apliquemos a desentrañar
de las condiciones geográficas, políticas, artísticas, etcétera, de
nuestra nación, los moldes mismos de nuestras leyes; la forma de
nuestras leyes; la forma de nuestra convivencia ; el ideal de nuestra
actividad. No podemos seguir asimilando los atributos de otras vidas
ajenas.
Recordemos que nuestra democracia no puede ser la de los Gracos ni
la de Lincoln; que nuestro socialismo no podría calcarse sobre la pauta
asiática y mística de Lenin, ni nuestro espíritu conservador, revestir la
indumentaria pintoresca de los súbditos del dictador Mussolini. Imitar
sin cordura, es el peor de los sofismas; y como, según dijo el gran
poeta francés, “la justeza de entendimiento es la justicia del corazón”,
el sofisma burdo, la imitación ridícula, se convierte en crimen social.
Adaptar, esto es, erigir la realidad social mexicana en elemento
primero y primordial de toda palingenesia.
El verdadero redentor no es el iluso que desconoce el suelo donde pisa,
sino el sabio que combina lo real y lo ideal en proporciones
armoniosas. Lo ideal no es lo irreal, sino la realidad misma que se
combina con la inteligencia y se depura y magnifica en ella (p. 60).

El mesías mexicano
Anita Brenner

“No es como los innumerables brujos, hueseros, hipnotistas y demás


curanderos que de tiempo en tiempo surgen en México,
particularmente en el campo… La crónicas del siglo XVIII hablan de
Tzantzén, un indio de las montañas de Zacatecas, extraordinariamente
al tanto de los poderes curativos de hierbas y plantas. Hacia el fin de la
guerra de Independencia hizo su aparición la nebulosa figura de sor
Encarnación, una monja tránsfuga de su convento que se convirtió en
bálsamo y auxilio de los guerrilleros mexicanos. Se dice que todo aquel
que bebe de la fuente que ella hizo brotar milagrosamente con las
manos, se ve libre de toda dolencia y sus heridas cicatrizan… En los
últimos años han surgido numerosos curanderos: Rutila, la pequeña
mujer de Agua Azul, Guadalajara, quien se ofreció para resucitar al
gobernador… María Auxiliadora, una campesina de San Luis Potosí…
Don Erasmo Mata, el célebre don Erasmo quien con la misma
afabilidad pregona el fin del mundo y cura a los enfermos con las
mágicas plumas de su gallo profeta. Pero Fidencio es otra cosa, una
pura, serena y humilde figura, un niño generoso que hace andar a los
tullidos mientras entona ingenuas baladas y canciones, y reparte entre
los pobres las riquezas y oblaciones que los poderosos le entregan”.

Contra el nacionalismo
Jorge Cuesta

¿Cuándo se oyó a un Shakespeare, a un Stendhal, a un Baudelaire a un


Dostoievski, a un Conrad, pedir que la tradición le fuera cuidada y
lamentarse por la despreocupación de los hombres que no acuden
angustiosamente a preservarla? La tradición no se preserva, sino vive.
Ellos fueron los más despreocupados, los más herejes, los más ajenos
a esa servidumbre de fanáticos. Quien está más ignorado por la
tradición, más abandonado por ella, luego supone que la tradición
depende de algo como la concurrencia de fieles a su templo; luego
predica a los hombres que cumplan con el penoso deber de auxiliarla,
de retenerla; luego dice: como el señor Abreu Gómez “los discípulos no
se seducen; se merecen” (p. 96).

La tradición es tradición porque no muere, porque vive sin que la


conserve nadie (p. 97).

México eterno
Antonin Artaud

Las ideas preconcebidas pertenecen al dominio de la imaginación; así


pues, me las reservo.
Diferencia de fondo entre civilización y cultura (p. 101).

El complejo de inferioridad
Samuel Ramos

Es desde los comienzos de la vida independiente cuando se inicia este


proceso íntimo en el alma del mexicano, que se manifiesta
exteriormente por un propósito de disimular, encubrir o falsificar la
realidad, mediante el artificio de imitar modelos europeos. En cierto
modo esta actitud coincide con el utopismo que cree poder someter la
realidad a teorías o fórmulas que se juzgan absolutas por haber sido
eficaz su aplicación en otros lugares (p. 114).

Una actitud antisocial, por ejemplo, la desconfianza, la agresividad, el


resentimiento, la timidez, la altanería, el disimulo, etcétera (p. 115).

Afirma Paz, la soledad no proviene de una decisión voluntaria, sino de


esa perturbación del carácter que lo hace antisocial. La soledad es sólo
un refugio que se busca involuntariamente. No es que el mexicano
quiera y guste de la soledad, es que ésta se le impone como resultado
de la timidez, la susceptibilidad, el recelo, la desconfianza, que se
acompaña de las reacciones inhibitorias.
La Revolución mexicana fue, entre otras cosas, un movimiento
nacionalista. Descubrió un México falso de imitación europea,
representado por el régimen afrancesado del porfirismo. Revindicó a
los indígenas como parte integrante de la nacionalidad mexicana. Al
perturbarse la tendencia sana de regresar a lo vernáculo, desembocó
antes de concluir la era revolucionaria , en un falso nacionalismo, el
nacionalismo del charro y la china poblana (p. 116).

Ontología del mexicano


Emilio Uranga

No decidir es decidir ser irresponsable (p. 148).


Los hijos de la Malinche
Octavio Paz

El empleo de la violencia como recurso dialéctico, los abusos de


autoridad de los poderosos – vicio que no ha desaparecido más visibles
que nunca debido a las sucesivas desilusiones postrevolucionarias,
complementarían esta explicación histórica (p. 164).

Los negros norteamericanos, por ejemplo, entablan un combate con


una realidad concreta. Nosotros en cambio, luchamos con entidades
imaginarias , vestigios del pasado o fantasmas engendrados por
nosotros mismos (p. 165).

Los españoles también abusan de las expresiones fuertes. Frente a


ellos el mexicano es singularmente pulcro. Pero mientras los españoles
se complacen en la blasfemia y la escatología, nosotros nos
especializamos en la crueldad y el sadismo (p. 169).

Para el español la deshonra consiste en ser hijo de una mujer que


voluntariamente se entrega, una prostituta; para el mexicano, en ser
fruto de una violación (p. 171).

El relajo
Jorge Portilla

Una conducta se comprende a partir de su sentido (p. 180).

El relajo es un movimiento autodestructivo. Es una actitud justamente


contraria a la actitud normal espontánea del hombre frente a los
valores cuando los valores actúan en la conciencia como pauta de la
autoconstitución (p. 184).

Posibilidades y limitaciones del mexicano


José Revueltas

El hombre es el mundo de los hombres y las condiciones materiales de


su vida determinan su conciencia, su organización social y política, sus
costumbres y su ideología.
Del mismo modo en que en medicina los síntomas no son la
enfermedad, en la sociedad humana los datos determinados no son el
hombre (p. 220).

Psicoanálisis del mestizaje


Santiago Ramírez
El machismo del mexicano no es el fondo sino la inseguridad de la
propia masculinidad; el barroquismo de la virilidad (p. 241).

El carácter nacional mexicano


Michael Maccoby

Los rasgos del carácter son “anhelos apasionados relativamente


permanentes”.
El carácter debe distinguirse de las opiniones, de los valores y de la
ideología (p. 243).

Erich Fromm: “No existe una sociedad en general sino solamente


estructuras sociales específicas que operan en formas diferentes y
determinables” (p. 244).

Tiempo mexicano
Carlos Fuentes

El “albur”, en México, es una operación del lenguaje que consiste en


desviar el sentido llano de las palabras a fin de dotarlas de una
intención insultante, agresiva, negadora de la personalidad de los
interlocutores (p. 257).

La suprema paradoja de la colonización española es que fuimos


colonizados por un país que pronto se convirtió en país colonizados por
las potencias mercantiles del norte de Europa.
España fue las Indias de la Europa capitalista (p. 262).

Cultura mexicana y opinión política


Elsa Cecilia Frost

Problema de la ruptura interna de México no puede ser más paradójica.


Se alaba al indio; se le reconocen grandes cualidades, se hace de él la
señal de oprobio de la Conquista española, pero se asegura que
“mientras los naturales guarden el estado que hoy tienen, México no
puede aspirar al rango de nación propiamente dicha” (p. 271).

La condición postmexicana
Roger Bartra

La sociología está atravesando un periodo crítico y turbulento. El


interés por construir puentes interdisciplinarios se ha convertido en
una necesidad apremiante (p. 303).

La sociología se encerró en la jaula nacionalista (p. 304).

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