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I Día de la Competencia
Santiago de Chile, 30 de octubre de 2003
1. Introducción
Es reducido el conocimiento que poseo de la nueva ley pero, según las primeras
impresiones que tengo, parece que plantea una modificación enfocada de una forma
adecuada.
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Por lo que se refiere a mi presentación, me gustaría estructurarla en dos
apartados diferenciados, pero relacionados entre sí. El primero de ellos se centra en el
análisis a grandes rasgos del modelo español de defensa de la competencia, mientras en
el segundo trataré de comentar brevemente cuáles son las líneas maestras de la inserción
de este modelo en el más amplio a nivel comunitario.
De esta forma, en 1989 se promulga la Ley que actualmente está en vigor, la Ley
16/1989, de Defensa de la Competencia. Esta Ley crea la base institucional,
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procedimental y sustantiva del sistema español de defensa de la competencia que, en sus
aspectos más fundamentales y a pesar de las modificaciones legislativas de los últimos
años, permanece inalterada.
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En nuestro caso, la Ley añade además una conducta prohibida adicional,
directamente extraída del Derecho francés, como es la competencia desleal con
afectación al interés público. Por su parte, en la mayoría de países europeos, el asunto
de la competencia desleal se reduce al ámbito del interés privado y cuando afecta al
interés general se trata como un abuso de posición de dominio pero sin una tipificación
específica.
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En ambos casos, la jurisdicción contencioso-administrativa actúa como
controladora de la legalidad de los actos de la Administración Pública.
Por otro lado, tras la aprobación de la Ley 1/2002, este entramado institucional
se completa con el reconocimiento de las competencias que sobre esta materia tienen las
Comunidades Autónomas. Esta Ley fija los criterios de conexión por los cuales se
establece el reparto de competencias entre las Comunidades Autónomas y el Estado en
las conductas prohibidas, manteniéndose la exclusividad de las competencias en el
control de concentraciones en la Administración Central.
En tercer lugar, es digno de destacar que nuestra Ley fija detalladamente los
criterios de determinación de la sanciones, aumentando de esta forma la predictibilidad
del sistema.
Por último, no puedo dejar de destacar como una gran virtud de nuestro modelo,
la transparencia tanto del procedimiento como de la resolución. En lo referido al
procedimiento, porque éste se detalla concienzudamente en nuestra Ley, y en lo relativo
a la resolución, porque el texto de la misma es publicado de forma íntegra e inmediata
en la página de Internet del Tribunal.
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recientemente liberalizados, puede provocar que la decisión final llegue demasiado
tarde para restablecer las condiciones de competencia del mercado afectado.
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La evolución de esta liberalización siguió el mismo paradigma que en otros
países. En primer lugar, el sector exterior: comercio y capitales. En segundo lugar, el
mercado de trabajo. Después, el comercio interior y el sistema financiero. Y, por último,
los servicios y la desregulación de los monopolios. En todas las fases de la
liberalización, la defensa de la competencia es importante, pero es mucho más en esta
última en la que se produce una apertura prácticamente de todos los sectores de la
economía española.
Todo ello ha provocado que la economía española sea hoy día una de las más
abiertas del mundo y en la que mayor peso tienen tanto el comercio exterior como la
inversión extranjera.
La tercera tiene que ver con la labor preventiva realizada a través del control de
concentraciones. En un entorno económico de gran dinamismo como es el que ha
caracterizado la economía española de los últimos diez años, se han producido muchos
cambios estructurales en los mercados que ha sido necesario analizar para evitar el
desarrollo de estructuras de oferta o de demanda que incentiven comportamientos
contrarios a la libre competencia.
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Estos tres instrumentos son los que han supuesto la mayor aportación del
Tribunal de Defensa de la Competencia al proceso de liberalización, desregulación y
privatizaciones llevado a cabo en la economía española en las últimas décadas pero,
sobre todo, desde principios de los años noventa y que han servido para homogeneizar
los niveles de renta de los españoles con los del resto de la Unión Europea y convertir a
la economía española en una de las más abiertas de Europa y del mundo con un gran
potencial de crecimiento futuro y una gran capacidad de atracción de inversión
extranjera.
2.7. Conclusión
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No obstante, a nivel comunitario los principios de la defensa de la competencia
no se recogen hasta la aprobación del Tratado de la Comunidad Económica Europea de
1957.
Este valor se proyecta hasta hoy día puesto que en el proyecto de Constitución
de la Unión Europea se prevé contemplar expresamente la defensa de la competencia
como uno de los principios y valores fundamentales a nivel comunitario.
No fue hasta finales de los años ochenta, es decir, casi treinta años más tarde,
cuando el Consejo Europeo adoptó el Reglamento 4064/89, de 21 de diciembre de 1989,
otorgando poderes específicos de control a la Comisión Europea en materia de
concentraciones.
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Este sistema ha venido funcionando desde entonces sin apenas variaciones en su
estructura básica pero sí con modificaciones encaminadas a otorgar mayor seguridad
jurídica a los agentes económicos como es la promulgación de Comunicaciones
interpretativas de conceptos como el mercado relevante o la empresa en participación;
Reglamentos de desarrollo de situaciones específicas como era la distribución de
carburantes o de cervezas que merecían a juicio de la Comisión Europea un tratamiento
especial, y cambios procedimentales tanto en materia de concentraciones como de
conductas prohibidas.
A partir de este marco legal se ha ido desarrollando una práctica general basada
en la cooperación entre la Comisión y las autoridades nacionales que ha permitido una
aplicación uniforme de los artículos 81.1 y 82, con independencia de la autoridad
competente en cada momento.
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Así, las autoridades nacionales se han desarrollado notablemente en estas
últimas décadas, se han ido promulgando normativas específicas sobre esta materia en
todos los Estados Miembros, se ha avanzado en la constitución del mercado único
europeo y se afrontan nuevos retos a nivel institucional y político con la ampliación de
la Unión Europea a nuevos países.
En fin, este Reglamento 1/2003 supone por primera vez un cambio estructural de
gran calado del modelo comunitario de defensa de la competencia en el que se otorga un
mayor papel a los jueces nacionales, la Comisión logra mayores poderes de
investigación y sanción y se completa la descentralización en la aplicación de los
preceptos del Tratado CE hacia las autoridades nacionales, estableciéndose también
nuevos sistemas de reparto de competencias entre la Comisión y los Estados miembros
en conductas prohibidas.
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3.3. Conclusión
Este no ha pretendido ser más que un breve repaso de los orígenes, evolución y
situación actual del sistema europeo de defensa de la competencia. A modo de
conclusión, considero adecuado señalar que este sistema se asienta sobre los siguientes
pilares:
Esto hace que la defensa de la competencia haya sido, y siga siendo, un pilar
fundamental de integración en Europa así como de desarrollo y crecimiento sostenido
en cada uno de los Estados miembros.
4. Epílogo
Tanto a nivel institucional como sustantivo, considero que la nueva Ley pone las
bases adecuadas para construir un edificio de la defensa de la competencia que garantice
el buen funcionamiento de los mercados y que sus beneficios se expandan al conjunto
de la sociedad.
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Sólo me queda felicitarles por la excelente organización de esta Jornada y
desearles el mayor de los éxitos en esta nueva andadura.
Gonzalo Solana
Presidente
Çv cTribunal de Defensa de la Competencia
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