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Un tratamiento es un conjunto de medios que se utilizan para cambiar o alterar el orden natural de algo.

En el caso de los metales sus tratamientos consisten en procesos o ciclos de calentamiento y


enfriamiento a velocidades determinadas mediante los cuales se consiguen propiedades más
convenientes para su utilización industrial.
Los metales se pueden someter a una serie de tratamientos para potenciar sus propiedades: Dureza,
Resistencia mecánica, Plasticidad para facilitar su conformado. Existen cuatro clases de tratamientos:

• Tratamientos térmicos, isotérmicos y térmicos superficiales.


El metal es sometido a procesos térmicos en los que no varía su composición química, aunque sí su
estructura.

• Tratamientos termoquímicos.
Los metales se someten a enfriamientos y calentamientos, pero además se modifica la composición
química de su superficie exterior.

• Tratamientos mecánicos.
Se mejoran las características de los metales mediante deformación mecánica, con o sin calor.

• Tratamientos superficiales.
Se mejora la superficie de los metales sin variar su composición química másica. En estos tratamientos, a
diferencia de los termoquímicos, no es necesario llevar a cabo calentamiento alguno.

Los tratamientos no deben alterar de forma notable la composición química del metal pues, en caso
contrario, no sería un tratamiento, sino otro tipo de proceso.

Tratamientos térmicos
Los tratamientos térmicos son operaciones de calentamiento y enfriamiento de los metales que tienen
por objeto modificar su estructura cristalina (en especial, el tamaño del grano). La composición química
permanece inalterable. Existen tres tratamientos fundamentales:

• Recocido.
El metal se calienta durante cierto tiempo a una temperatura determinada y, a continuación, se enfría
lentamente. Se consigue una mayor plasticidad para que pueda ser trabajado con facilidad. La
temperatura y la duración de este tratamiento dependerán del grado de plasticidad que se quiera
comunicar al metal.

• Temple.
Consiste en el calentamiento del metal, seguido de un posterior enfriamiento realizado de forma brusca.
Con esto se consigue obtener un metal muy duro y resistente mecánicamente. El endurecimiento
adquirido por medio del temple se puede comparar al que se consigue por deformación en frío.

• Revenido.
Se aplica exclusivamente a los metales templados, pudiendo considerarse como un tratamiento
complementario del temple. Con ello se pretende mejorar la tenacidad del metal templado, a costa de
disminuir un poco su dureza.

• Normalizado.
Este tratamiento se emplea para eliminar tensiones internas sufridas por el material tras una
conformación mecánica, tales como una forja o laminación para conferir al acero unas propiedades que
se consideran normales de su composición. El normalizado se practica calentando rápidamente el
material hasta una temperatura crítica y se mantiene en ella durante un tiempo. A partir de ese
momento, su estructura interna se vuelve más uniforme y aumenta la tenacidad del acero.

Tratamientos Isotérmicos
Los tratamientos que se han señalado anteriormente son los clásicos empleados, pero cabe señalar
también que se presentan algunos inconvenientes, y para superarlos existen otros métodos que se han
agrupado bajo la denominación de isotérmicos porque las transformaciones deseadas en las estructuras
de los aceros se realizan en baños a temperatura constante y no con enfriamiento continuo como en los
casos anteriores. Estos tratamientos se realizan mediante baños de sales o de plomo calentados a
temperaturas adecuadas en los cuales se sumergen las piezas, previamente calentadas en horno por
encima de la temperatura crítica superior, manteniéndolas allí un tiempo determinado, procediéndose
luego a enfriar al aire.

Tratamientos Térmicos Superficiales


Hay algunos casos de piezas que deben poder soportar un gran desgaste superficial, además de
absorber otros esfuerzos de flexión. Torsión, etcétera, como en el caso de ejes largos y cigüeñales. Si
fueran totalmente endurecidos aguantarían el desgaste pero no soportarían la flexión o la torsión y se
romperían; en estos casos se hace un endurecimiento superficial manteniendo el núcleo blando, y para
ello hay varios procedimientos:

• Tratamiento superficial con calentamiento inductivo por corriente eléctrica de alta frecuencia. Al
circular una corriente de alta frecuencia por la bobina (refrigerada interiormente con agua), que rodea a
la pieza, se induce en la superficie de la misma una corriente que produce un intenso calentamiento por
efecto Joule, llegándose a temperaturas por encima de la crítica necesaria; luego se enfría bruscamente
y sólo se templa la parte calentada, o sea la superficie. En caso de ejes muy largos se aplica el
procedimiento de temple progresivo; la pieza se desplaza pasando dentro de la bobina y enfriándose
inmediatamente con un chorro de agua.

Tratamientos termoquímicos
Los tratamientos termoquímicos consisten en operaciones de calentamiento y enfriamiento de los
metales, completadas con la aportación de otros elementos en la superficie de las piezas. Los más
relevantes son:

• Cementación.
Consiste en la adición de carbono a la superficie de un acero que presente un bajo contenido en carbono
a una cierta temperatura. Se obtiene así una dureza superficial muy elevada.

• Nitruración.
Es un proceso de endurecimiento del acero por absorción de nitrógeno a una temperatura determinada.
Además, proporciona una buena resistencia a la corrosión. Se utiliza para endurecer piezas de
maquinaria (bielas, cigüeñales, etc.); también herramientas, como brocas, etcétera.
• Cianuración.
Es un tratamiento intermedio entre los dos anteriores. Se utiliza no solamente en aceros con bajo
contenido en carbono (como en el caso de la cementación), sino también en aquéllos cuyo contenido en
carbono sea medio o alto, cuando se pretende que adquieran una buena resistencia.

• Carbonitruración.
Consigue aumentar la dureza de los aceros mediante la absorción simultánea de carbono y nitrógeno a
una temperatura determinada. La diferencia con el tratamiento anterior radica en que la
carbonitruración se realiza mediante gases, y la cianuración por medio de baños. Se emplea en piezas de
gran espesor.

• Sulfinización.
Mediante la inmersión del metal en un baño especial se consigue incorporarle una capa de carbono,
nitrógeno y, sobre todo, azufre. Con este tratamiento se aumenta considerablemente la resistencia al
desgaste de los metales, a la vez que se disminuye su coeficiente de rozamiento.

Tratamientos mecánicos
Los tratamientos mecánicos mejoran las características de los metales por deformación mecánica, con o
sin calor. Existen los siguientes tratamientos mecánicos:

• Tratamientos mecánicos en caliente, también denominados forja.


Consisten en calentar un metal a una temperatura determinada para, luego, deformarlo golpeándolo
fuertemente. Con esto se afina el tamaño del grano y se eliminan del material sopladuras y cavidades
interiores, con lo que se mejora su estructura interna.

• Tratamientos mecánicos en frío.


Consisten en deformar el metal a la temperatura ambiente, bien golpeándolo, o por trefilado o
laminación. Estos tratamientos incrementan la dureza y la resistencia mecánica del metal y, también,
acarrean una disminución en su plasticidad.

Tratamientos superficiales
Como su nombre lo indica son aquellos tratamientos que se enfocan o especializan en la superficie de
los metales y los más utilizados son:

• Metalización. Se proyecta un metal fundido, pulverizándolo sobre la superficie de otro. Con esto se
consigue comunicar a la superficie de un metal las características de otro diferente.

• Cromado. Se deposita cromo electrolíticamente sobre el metal; de esta manera, se disminuye su


coeficiente de rozamiento y se aumenta su resistencia al desgaste.

Conclusión
En retrospectiva, las propiedades que presentan los metales se pueden mejorar u adaptar mejor a un
trabajo específico debido a ciertos tratamientos que amplían mas el uso de los materiales. Partiendo de
esto podemos afirmar que son de gran utilidad y de ahí erradica su gran importancia y su amplio campo
de estudio para la continua mejora de propiedades ya sean mecánicas, térmicas, electromagnéticas u
ópticas, etc. Así pues concluyo de manera personal que los tratamientos no son solo una manera de
mejorar ciertas propiedades de los materiales si no también una muy buena manera de entender la
composición y estructura de los materiales

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