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Facultad de Derecho – Área de Metodología de la Investigación Jurídica

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1. REVISIÓN DE LA LITERATURA

Revisión bibliográfica mínima de la literatura existente sobre el tema poniendo especial

énfasis en los marcos teóricos y resultados empíricos. Un buen conocimiento de los

trabajos previos evita la innecesaria duplicación de esfuerzos.

1.1. Antecedentes de estudio

NOTARIO URANGO, Cristina (2011) 1 en su tesis para optar el grado de trabajadora

social con su tesis titulada “La gestión del programa de acogimiento familiar en

castilla-la mancha. Análisis y propuestas de mejora” no dice: El acogimiento familiar

es la medida de protección, temporal y alternativa para menores que tienen que ser

separados de sus familias, que mejores resultados obtiene, en cuanto a la

recuperación de secuelas y mantenimiento de vínculos familiares del niño. Por ello,

se considera la media prioritaria frente al acogimiento residencial. Desde que se

producen las trasferencias de servicios sociales a la Comunidad, y el desarrollo de

los dispositivos de protección, derivados de la Ley 3/99 del Menor de Castilla-La

Mancha, el programa de acogimiento familiar ha ido adquiriendo progresivamente

protagonismo. El acogimiento funciona bien como medida de protección, por lo que

debe ser potenciado. La mayoría de los estudios consultados, así como la

experiencia profesional, nos dicen que los acogedores, en general, están satisfechos

con sus acogidos y con la experiencia de acoger. Apoyos técnicos, formación y

seguimiento presentan grandes diferencias en función de la modalidad, problemas

que deben ser abordados. Se requieren mejoras en extensa, por cuanto que es la

que mejores resultados presenta: mantiene vínculos y lazos familiares, hay mayor

número de consentimientos, son acogimientos más duraderos y se resuelven antes,


1
NOTARIO URANGO, Cristina. La gestión del programa de acogimiento familiar en castilla-la mancha. Análisis
y propuestas de mejora. Tesis para optar el grado de Trabajo Social, Cuenca. Universidad de Castilla – La
mancha. 2011.

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con lo que las secuelas de los niños son menos frecuentes. En ajena es

fundamental continuar realizando campañas de captación y sensibilización de la

población, para poder contar con un grupo adecuado de familias. Pero también

incrementar los acogimientos profesionales o especiales, para atender a niños y

jóvenes con características especiales, ya que junto a la atención familiar ofrecen

tratamientos terapéuticos que los niños necesitan. La experiencia de otros países ha

demostrado resultados positivos de esta modalidad, que facilita una mayor

adaptación al entorno y disminuye el coste de tratamientos residenciales.

Rafael Linares, Aurelia (2013)2 nos indica en su investigación titulada “LA

INSTITUCIONALIZACIÓN Y LA ACOGIDA EN FAMILIA”: La función del acogimiento

cada vez más debe orientarse a la rehabilitación, al trabajo terapéutico, a la

preparación para la independencia y, en general, a la cobertura de necesidades muy

específicas difícilmente cubiertas por otros recursos, su función al servicio de un

plan de reunificación o bien de acoplamiento a una nueva familia debe realizarse de

forma rápida, potenciado la recuperación y preparación hacia esa nueva transición.

Hay que esperar que la reciente modificación introducida en el Ley 54/2007 de

Adopción Internacional, limitando a dos años el plazo para que los padres reclamen

contra la declaración de desamparo de sus hijos tenga un efecto importante sobre

las largas estancias actuales de muchos niños en acogimiento residencial. Este

período de dos años podría ser el plazo razonable para que la familia pueda

modificar su situación original y recuperar a sus hijos. Los adolescentes con

problemas de conducta, con violencia hacia sus padres y fuera de su control o con

importantes problemas de salud mental presentan necesidades que requieren de

una atención más focalizada del sistema de protección y deben desarrollarse para

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Rafael Linares, A. (2013). La Institucionalización y la Acogida en familia. Universidad Autónoma de
Barcelona. Revista Facultad de Medicina. Barcelona.

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ellos respuestas específicas en acogimiento residencial. El buen funcionamiento y la

coordinación con los programas de intervención familiar resultan imprescindibles

para lograr una pronta reunificación de los niños acogidos temporalmente en

hogares o centros residenciales. La posibilidad de contar con familias acogedoras

evita la larga permanencia en este recurso para los más pequeños, que son

especialmente sensibles a la falta de estabilidad en sus referentes educativos y se

debería seguir la máxima de que los niños menores de tres años deberían estar en

acogimiento familiar siempre. En aquellos casos donde resulta imposible la

recuperación de la familia de origen, el agilizar el proceso de adopción evitaría

también el uso excesivamente prolongado de los hogares residenciales. Ya que se

tiene que tener en cuenta que estos tiempos de espera son proporcionalmente muy

significativos en la vida de un niño.

Por su parte Rodríguez, María en su libro Acogimiento familiar – Manual Práctico.

Universidad Nacional de Educación a Distancia3 nos indica sobre una mirada

retrospectiva, nos encontramos con que la protección a la infancia es algo

relativamente reciente en nuestra historia. Hasta hace prácticamente dos siglos los

niños y niñas fueron ninguneados, se consideraron una propiedad e incluso fueron

víctimas de explotación como mano de obra barata. Caridad y beneficencia eran las

formas más habituales de ayuda a los niños y niñas que padecían dificultades. Es en

el siglo XIX, con la revolución industrial y el consecuente movimiento obrero, cuando

adquieren un valor propio ante la sociedad. Si bien en este momento algunos niños

y niñas son víctimas de explotación en el desarrollo de la industria, lo cierto es que,

paradójicamente, su condición de sujeto dentro de la sociedad favorece la


3
RODRÍGUEZ MUÑOS, María. Acogimiento familiar – Manual Práctico. Universidad Nacional de Educación a
Distancia. España. 2014.

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promulgación de las primeras leyes de protección que, fundamentalmente, tienen

carácter educativo. La primera expresión en forma de texto, de la preocupación

internacional por la situación de los niños se produce en 1923, cuando el Consejo de

la recién creada organización no gubernamental Save the Children International

Union, con la pionera activista en pro de los derechos de la infancia, Eglantyne Jebb,

a la cabeza, adoptó una declaración de cinco puntos sobre los derechos del niño,

conocida como “Declaración de Ginebra” (1924) que fue aprobada al año siguiente

por la Quinta Asamblea de la Sociedad de Naciones. El texto afirma que: “La

humanidad debe a los niños lo mejor de si misma, por lo que éstos deben ocupar un

lugar preferente en la sociedad sobre la cual recae la responsabilidad de asegurar

su futuro”. Este principio en el fondo encierra la esencia de la idea “los niños

primero”. Está compuesta por cinco puntos que se refieren al niño como sujeto

pasivo que debe ser alimentado, protegido y asistido. Como principal antecedente al

marco de protección internacional encontramos la Declaración Universal de los

Derechos Humanos de 1948, en la que se recogen una serie de derechos que el

niño y la niña tienen, en tanto que seres humanos. Así, les asiste el derecho a la

vida, a la libertad, a la seguridad de su persona, a no recibir tratos crueles,

inhumanos o degradantes, al reconocimiento de su personalidad, a la igualdad ante

la ley. A ser juzgados por un tribunal independiente, a la presunción de inocencia, a

una defensa. A no ser objeto de injerencias en su vida privada, su familia, su

domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o su reputación. A una

nacionalidad. A la propiedad individual. A la libertad de pensamiento, de conciencia y

de religión y a la libertad de opinión y de expresión. A la libertad de reunión y de

asociación pacíficas. A la seguridad social, a la educación, a tomar parte en la vida

cultural de la comunidad. Además, en función de la edad, se les reconoce el derecho

a circular libremente, a fundar una familia, a participar en el gobierno de su país. Al

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trabajo y a un nivel de vida adecuado que les asegure la salud y el bienestar y en

especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios

sociales necesarios. Desde entonces es fuente de inspiración de todos los esfuerzos

nacionales e internacionales dedicados a la promoción y la protección de los

derechos humanos y las libertades fundamentales, y ha proporcionado una filosofía

básica que ha servido para sentar las bases de todos los instrumentos

internacionales jurídicamente vinculantes que se han promulgado después, incluidos

los tratados que abordan los derechos de las minorías étnicas, los derechos de la

mujer y los derechos de la infancia. Tras la Segunda Guerra Mundial, en la que son

los niños los principales afectados, y tras el advenimiento de las Naciones Unidas y

la consecuente creación del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, el

reconocimiento de unos derechos a los niños y niñas de todo el mundo se refuerza

con la aprobación por la Asamblea General de la Declaración de Derechos de la

Infancia de 1959, que recoge y amplía los principios enunciados hasta entonces,

estableciendo 10 puntos básicos sobre los derechos de la infancia. En ella sigue

predominando el sentido proteccionista que establece los derechos de los niños

como obligaciones que se exigen a los individuos o instituciones. Persigue, como

reflejo de la Declaración de Derechos del Hombre, posibilitar el desarrollo integral

del ser humano niño e introduce por primera vez el concepto del interés superior del

niño que debe primar sobre los intereses de aquellos que tienen atribuida la

responsabilidad de su educación y protección. Ninguno de estos textos tiene fuerza

jurídica vinculante, son manifestaciones con una intención moral y ética, sin

embargo la Declaración del 59 sirvió de trampolín a las iniciativas que culminaron en

la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño. Para que los derechos de

los niños y las niñas tuvieran fuerza de Ley internacional obligatoria era necesario

elaborar una Convención o un Pacto. El marco jurídico Internacional de los

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Derechos Humanos se fortaleció en 1966 con la aprobación de dos pactos

internacionales: el de Derechos Civiles y Políticos y el de Derechos Económicos,

Sociales y Culturales, en vigor en España desde 1976.

Ana, Poyatos en su tesis Doctoral titulada: El acogimiento familiar de la infancia:

modelos de familia y contextos de intervención social4 citando a Amorós y Palacios,

aunque la legislación contempla cuatro tipos de acogimiento: simple, permanente,

preadoptivo y provisional, en la práctica hay una mayor diversidad. Por ello, sin

separarse de lo legalmente establecido, suelen utilizarse otras clasificaciones en

función de características como las siguientes: 1) Según la forma de su constitución

La modalidad de acogimiento administrativo se constituye cuando todas las partes

implicadas están de acuerdo, El acogimiento administrativo es la pauta más

frecuente en los acogimientos permanentes y en muchos acogimientos simples, en

“ellos se requiere con mucha frecuencia la colaboración de los padres.” (Amorós y

Palacios, 2004:79-80) El acogimiento judicial se constituye, en la mayoría de los

casos, cuando una de las partes, los padres biológicos no están de acuerdo con la

separación de sus hijos y, si el acogimiento llega a establecerse, será por la decisión

del juez. Cuando la decisión del juez se demora mucho tiempo y se “considera

indeseable que mientras el niño o la niña siga con su familia o pase a un

acogimiento residencial”, se puede constituir un acogimiento provisional (Amorós y

Palacios, 2004:79-80). 2) La modalidad de acogimiento según la finalidad La

modalidad de acogimiento de urgencia-diagnóstico, la más novedosa, ha sido

desarrollada a partir del 1997, La finalidad del acogimiento de urgencia-diagnóstico

es doble: “por una parte, ofrece una atención inmediata a niños y niñas, evitando la

institucionalización; por otra, lleva a cabo el proceso de diagnóstico durante el

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Poyatos García, Ana. Tesis Doctoral: El acogimiento familiar de la infancia: modelos de familia y contextos
de intervención social. Universidad de Valencia. Facultad de Ciencias Sociales. 2015

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espacio de tiempo previsto, que idealmente no debería exceder de tres meses y,

excepcionalmente, de seis” (Amorós y Palacios, 2004:80). El acogimiento simple con

previsión de retorno queda recogido en el artículo 173 bis del Código Civil -1996-, en

el que se indica que esta modalidad de acogimiento “tendrá carácter transitorio, bien

porque de la situación del menor se prevea la reinserción de éste en su propia

familia, bien en tanto se adopte una medida de protección que revista carácter más

estable” (Martín, A., 2004: 95). El acogimiento permanente o de larga duración, está

contemplado en el mismo artículo 173 bis del Código Civil donde se señala que “el

acogimiento permanente se utilizará cuando la edad, u otras circunstancias del

menor y su familia lo aconsejen, y así informen los servicios de atención al menor.

Son acogimientos que se caracterizan porque el retorno no es posible o deseable; al

tiempo que la adopción no resulta posible o aconsejable”. El acogimiento

permanente suele durar hasta la mayoría de edad, o hasta que se encuentre una

alternativa más idónea para el niño o la niña. El Acogimiento preadoptivo es una

modalidad prevista en la ley, y en palabras de Amorós y Palacios, ”este tipo de

acogimiento tiene un pie en el acogimiento y otro en la adopción” El acogimiento

preadoptivo se utiliza cuando se ha optado ya por la adopción, se ha asignado al

niño a una familia concreta y se requiere asegurar la existencia de una buena

relación adoptantes-adoptados: el niño o la niña pasa a vivir con su nueva familia,

siendo la misma objeto de oportunos seguimientos para asegurar que todo se

desarrolla felizmente, en cuyo caso se presenta en el juzgado la propuesta de

adopción, si se constata la existencia de una buena relación. 3) El acogimiento

según las características de los niños y de las niñas El acogimiento especializado es

un recurso que se ha creado a medida que el acogimiento familiar se ha ido

consolidando. En España se utiliza el término de acogimiento familiar especializado

para denominar a los acogimientos destinados a ofrecer “un ambiente familiar a los

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niños y las niñas que presentan necesidades especiales o ciertas particularidades

que requieren una atención más especializada” (discapacidad física, psíquica,

sensorial, trastornos graves del comportamiento, enfermedades crónica, etc.) 4) El

acogimiento según la relación del niño y la niña con la familia El acogimiento en

familia extensa es un recurso y una medida de protección a la infancia, que

determina el acogimiento de un niño o una niña por sus familiares más cercanos

cuando sus padres no pueden hacerse cargo temporalmente de él o ella. “Frente a

los realizados en familia ajena, algunas ventajas evidentes de este tipo de

acogimiento, bien documentadas por las investigación, son que favorecen los

sentimientos de pertenencia, continuidad y seguridad (Hegar, 1993, en Amorós y

Palacios, 2004:89).

Así mismo Bernedo, Isabel en su investigación llamada ADOLESCENTES

ACOGIDOS POR SUS ABUELOS: RELACIONES FAMILIARES Y PROBLEMAS DE

CONDUCTA, nos refiere que los padres deben ejercer varias funciones para

garantizar el sano desarrollo de sus hijos, para asegurarles la supervivencia, la

socialización, la formación de vínculos afectivos, la adquisición de normas, valores,

actitudes pro sociales, etc. (Rice, 2000; Palacios y Moreno, 1996). Sin embargo,

existen numerosas situaciones que dificultan de forma parcial o total el ejercicio de

esas funciones, como por ejemplo, el fallecimiento de los padres, las dificultades

económicas familiares, el retraso mental o la presencia de enfermedades

psiquiátricas en los progenitores, la drogadicción o alcoholismo, el encarcelamiento

de los padres, etc. (Goodman y Silverstein, 2001; Fuller-Thomson, Minkler y Driver,

1997).

Estos problemas familiares pueden ser de tal gravedad o de tan complicada

intervención que el Sistema Público de Protección de la Infancia no tenga otra

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opción que la de separar a los niños de los padres, dándoles alojamiento en un

centro y/o buscándoles una familia de acogida (ya sea con abuelos/as, tíos/as u

otros parientes, o con una familia alternativa) o adoptiva.

Molero Mañes, Rosa Josefa5, Moral Valderas, Ma. José, Sospedra Aguado, Rocío,

Sabater Barrocal, Yolanda, Albiñana Hernández, Paz, en su estudio llamado

“Situación de los acogimientos en familia extensa en la ciudad de Valencia” nos dice:

El acogimiento en familia extensa es un recurso de protección del menor que desde

mediados de los noventa ha crecido sustancialmente en España, y que a partir de

1998, junto al acogimiento en familia ajena, supera en número al acogimiento

residencial (Amorós y Palacios, 2004). Los datos ofrecidos por Amorós y Palacios

(2004) nos indican que en 2001-02 el acogimiento en familia extensa representaba

un 46.8% del total de acogimientos frente al 45.3% del acogimiento residencial y el

7.9% de acogimientos en familia ajena. A pesar de su importancia como medida en

el sistema de protección, el acogimiento en familia extensa suele ser el que menos

atención y recursos recibe por parte las políticas de servicios sociales y

profesionales. La concepción de “los lazos de sangre como suficiente garantía” ha

sido argumento sostenido para considerar que los menores en este tipo de recurso

tenían cubiertas todas sus necesidades (Sánchez,2000). Sin embargo, la realidad

5
Molero Mañes, Rosa Josefa; Moral Valderas, Ma. José; Albiñana Hernández, Paz; Sabater Barrocal, Yolanda;
Sospedra Aguado, Rocío Situación de los acogimientos en familia extensa en la ciudad de Valencia Anales de
Psicología, vol. 23, núm. 2, diciembre, 2007, pp. 193-200

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nos muestra que esto no es así y la problemática en este tipo de acogimientos es un

hecho que todos los profesionales de servicios sociales conocen.

En nuestro país, el estudio de este fenómeno es reciente y estos trabajos se

enmarcan en una aproximación descriptiva de la situación (Fernández del Valle,

Álvarez-Baz y Bravo, 2002; Villalba, 2002; y Bernedo y Fuentes, 2002). En otros

países de Europa también ocurre lo mismo, de hecho en Alemania el acogimiento

por familiares es muy excepcional y en Francia están muy extendidos los

acogimientos profesionalizados. Es en Estados Unidos donde encontramos una

mayor producción bibliográfica, que describe perfiles, problemáticas, programas de

actuación, así como revisiones de la propia investigación (Cuddeback, 2004).

Comenzando la revisión bibliográfica por el perfil de los acogedores en familia

extensa, encontramos que los acogedores son, en su mayoría, los abuelos de los

acogidos (Nisivoccia, 1996), principalmente, abuelas, no casadas, de unos 50 años,

sin empleo y que mantienen a tres menores de unos 9 ó 10 años (Cimmarusti,

1998).

En el mismo sentido se muestran las conclusiones del Centro de Acogida de

Menores de San Antonio, en Tejas, sobre el perfil sociodemográfico de la familia

extensa en comparación con el perfil de los acogedores de familia ajena

(Gebel,1996), que resaltan que los acogedores en familia extensa tienen entre 41 y

60 años o más de 60 años, con un nivel cultural menor que el de los acogedores en

familia ajena, mayor proporción de inactividad laboral fuera del hogar, así como

menos recursos económicos.

El hecho de que la figura del acogedor posea todas estas características, nos señala

que tiene en sí misma, sin pensar en el acogimiento, su propia problemática

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personal, ya que el momento evolutivo no es el más adecuado para la crianza y la

educación de menores, además se suma la falta de recursos económicos y la

sobrecarga familiar, como más adelante comentaremos.

Hallamos el estudio del Principado de Asturias que también nos señala que las

familias acogedoras extensas suelen ser abuelas y abuelos con ingresos

económicos bajos, sin apoyos técnicos, que realizan acogimientos judiciales de

menores preadolescentes de larga duración (Fernández del Valle et al., 2002).

Resultados similares se encuentran en el estudio llevado a cabo en la provincia de

Sevilla sobre abuelas cuidadoras donde incluso se observan problemas de espacio

en las viviendas (Villalba, 2002).

Otro aspecto relevante de las características se refiere a la problemática de los

progenitores, donde el abuso de sustancias sigue siendo factor fundamental

asociado a la desprotección. En esta línea de resultados, el estudio llevado a cabo

en el Principado de Asturias (Fernández del Valle et a.l,2002) también reflejaba

la drogodependencia de los padres como problemática importante, presente en casi

la mitad de los casos. Otros estudios que señalan estas mismas conclusiones son

los de Burnette (1999), Goodman, Potts, Pasztor y Scorzo (2004), Villalba (2002).

Como hemos visto anteriormente, la familia extensa tiende a responder a una serie

de características de los niños y se ve limitada en la asistencia a otras como son las

minusvalías. Sin embargo, al profundizar nos encontramos que no podemos concluir

en un perfil único dada la heterogeneidad en las características de los menores.

Estudios longitudinales determinan marcadas diferencias sociodemográficas en la

historia de maltrato y/o abandono, así como las experiencias en los tipos de

emplazamiento una vez fuera del hogar de origen (Leslie, Landsverk, Horton,

Ganger, y Newton, 2000). Estas conclusiones, muestran la dificultad de las

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valoraciones e intervenciones sobre el acogimiento en familia extensa. Cada caso

debe ser tratado de forma individual, por lo que se hace necesario el análisis como

caso único de la situación familiar cuando nos enfrentamos a la toma de decisiones,

seguimiento y apoyo de los casos de acogimiento familiar.

En este sentido y por las características analizadas de los acogimientos en familia

extensa se hace necesario un especial tratamiento y seguimiento. Los mismos

trabajadores sociales y profesionales en el acogimiento son los que al ser

entrevistados señalan que a pesar de la percepción positiva que tienen de las

motivaciones y competencias de la familia extensa, consideran que el acogimiento

en familia extensa es más difícil de supervisar que el acogimiento en familia ajena o

educadora (Beeman y Boisen, 1999). Sin embargo, y de- mostrada su complejidad,

la realidad fuera y dentro de nues- tro país, es que el acogimiento en familia extensa

recibe un escaso seguimiento y control, con menos accesos a recursos, servicios

(menor número de visitas y contactos por parte de los trabajadores sociales) y

apoyos (Cuddeback, 2004, Pinazo y Ferrero, 2003).

De esta manera, encontramos que el acogimiento en familia extensa genera un

estrés y una sobrecarga familiar y personal. En relación a los acogedores, existe una

relación positiva entre la tensión y el estrés derivados del acogimiento y la

manifestación de afectación emocional como depresión, ansiedad, hostilidad,

somatización, sentido interpersonal, conductas obsesivo-compulsivas, ideación

paranoica, ansiedad fóbica y psicoticismo (Cimmarusti, 1998; Minkler, Fuller

Thompson, Miller y Driver, 2000; Whitley, Kelley y Sipe, 2001). En estos estudios,

las acogedoras identifican como principales factores causantes de esa sobrecarga y

estrés: los conflictos familiares, las conductas de manejo de los niños y las

interacciones negativas con la Administración. Las acogedoras también informan

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que sus principales fuentes de apoyo son sus creencias religiosas, la recepción de

apoyo por parte de la familia, de los amigos e incluso por parte de los propios niños

acogidos.

En el estudio de Villalba (2002) la mitad de las abuelas cuidadoras reconocían sentir

una sobrecarga que estaba relacionada principalmente con la poca salud percibida,

la presencia de síntomas depresivos, discontinuidad en los cuida- dos, tener más de

un nieto acogido. También se constató un 70% de cuidadoras con niveles de

depresión media-alta y alta, existiendo una relación entre estos niveles elevados de

depresión y la presencia de percepción de carga y duración de los cuidados. Así

también, se señaló la necesidad de apoyos emocionales y apoyos sociales que

requerirían estas familias para disminuir la sobrecarga del acogimiento.

Otros estudios que analizan los niveles de bienestar y adaptación de los acogedores

frente al acogimiento revelan que el bienestar y el ajuste dependen de las

percepciones de manejabilidad y de comprensión de las situaciones y del menores,

así como de las dimensiones familiares de cohesión y capacidad de adaptación

(Coupet, 1998).

A la suma de hándicaps que plantea el acogimiento, como ya habíamos introducido

anteriormente, se añade el de la etapa evolutiva que atraviesan las acogedoras (la

jubilación y las consecuencias económicas, los problemas de salud, la falta de

recursos familiares). La afección psicológica/bienestar de las abuelas dependía de

los recursos familia- res, apoyos sociales y el nivel de salud (Kelley, Whitley, Shi- pe

y Yorker, 2000). Sus conclusiones sugieren la necesidad de prestar mayor atención

a la intervención con el objetivo de disminuir la afección emocional y mejorar los

recursos económicos, así como los niveles de salud de las acogedoras.

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La falta de recursos económicos es otro factor que con-tribuye a que la carga

psicológica del acogimiento sea mayor (Grant, 2000). En los Estados Unidos se

evidencia la discriminación que sufre la familia extensa frente a la familia ajena que

recibe más ayudas al acogimiento. Si a la falta de ayudas sumamos que gran parte

de los acogedores son jubilados y, por lo tanto, ven disminuidos sus ingresos, el

factor económico se convierte en un importante estresor. En nuestro país también se

evidencia que los recursos económicos de las familias extensas son bajos,

marcados por la dependencia de pensiones de jubilación, como en el estudio de

Asturias, y/o escasez de recursos económicos, como en el estudio de Sevilla, donde

la mayoría de hogares de la muestra entrarían dentro de la situación de “precariedad

económica”. De hecho, en el estudio de Villalba (2002), las abuelas demandan

principalmente ayudas de tipo económico frente a otro tipo de ayudas de tipo técnico

o de apoyo emocional.

El objetivo de nuestro estudio era conocer y analizar la situación de los acogimientos

en familia extensa en la ciudad de Valencia, para lo cual realizamos una

investigación descriptiva que comprendía un amplio espectro variables, desde el

perfil sociodemográfico de los acogedores y acogidos, estructura y dinámica familiar,

habilidades de los acogedores, situación de los padres biológicos, características del

propio acogimiento, ámbito escolar hasta la visión de los profesionales relacionados

con el acogimiento.

DEL VALLE, J., BRAVO, A. y LÓPEZ, M. (2009) en su libro llamado “El acogimiento
6
Familiar en España: implantación y retos actuales” llegan a las siguientes

conclusiones: El acogimiento familiar es sin duda una medida de protección que


6
DEL VALLE, J., BRAVO, A. y LÓPEZ, M. (2009) El acogimiento Familiar en España: implantación y retos
actuales. En Papeles del psicólogo [en línea], vol.30. pp. 33 http://www.papelesdelpsicologo.es/pdf/1654.pdf

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contiene elementos valiosísimos en una sociedad. No sólo los niños reciben una

atención solidaria que les ayuda a crecer y, como hemos visto, unos niveles de

implicación y afecto muy elevados, también este esfuerzo de muchas familias

volcadas en la educación de otros niños, a pesar del esfuerzo objetivo que supone,

dibuja un panorama de tejido social altruista en nuestra sociedad que debe ser

destacado. A ello se puede añadir que muchas familias de origen perciben de buen

grado que sus hijos reciban esta ayuda temporalmente ante las dificultades que ellos

tienen para cumplir la función parental. Se trata de un marco de ayuda, solidaridad y

trabajo coordinado en el que la mayor parte de las Administraciones y los técnicos

hace un papel excelente. Esta investigación ha corroborado la mayor parte de los

datos que ya conocíamos en investigaciones anteriores en nuestro país, sobre todo

los referentes a familia extensa en los que curiosamente ha habido más

investigación que en ajena. Especialmente los datos de perfiles de niños, familias de

origen y familias acogedoras han ido en la línea de lo ya sabido, especialmente la

enorme diferencia entre ajena y extensa, con importantes carencias y dificultades de

todo tipo en este último caso. Sin embargo, la aportación más relevante de esta

investigación tiene que ver con el capítulo de proceso y especialmente con los

resultados. Hasta ahora no ha habido prácticamente trabajos en nuestro país que

investigaran casos ya cerrados y que permitieran, por tanto, una evaluación del

curso del acogimiento y su final. En este sentido se ha incluido una entrevista a

acogedores que ya habían finalizado sus acogimientos, permitiendo esta perspectiva

más valorativa (para los casos en ajena). La evaluación de programas en nuestro

país, en el ámbito no sólo de infancia sino de los servicios sociales en general, es

una práctica desgraciadamente escasa, como ya apuntábamos hace años (Del

Valle, 1995). En el acogimiento familiar esto es especialmente cierto, ya que salvo

contadas excepciones (Amorós et al., 2003) las investigaciones son de carácter más

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descriptivo y pocas veces evalúan los resultados de casos ya finalizados. No deja de

sorprender que ya en el siglo XXI se pueda invertir tanto esfuerzo y tantos recursos

en programas que se juegan algo tan crucial como el desarrollo de un niño, y pueda

existir al mismo tiempo tanta despreocupación por los resultados, por su eficacia,

efectividad y eficiencia. La primera conclusión tiene que ser forzosamente la de

recordar que el acogimiento familiar es un programa social especializado de infancia

y como tal debe tener un cuidadoso diseño y una sistemática y rigurosa evaluación.

Cuando decimos sistemática nos referimos a que la evaluación no puede ser

opcional o puntual, sino que debe formar parte indiscutible del proceso mismo de los

acogimientos. De igual modo que se realizan seguimientos como parte esencial de

este proceso, las Entidades y Administraciones deben llevar a cabo evaluaciones

continuadas, unas veces formativas, otras sumativas; unas veces internas y otras

externas. Para ello, resulta indispensable establecer un sistema de recogida de

datos permanente que permita periódicamente analizar diversos componentes,

procesos y resultados del acogimiento. Estamos hablando de la necesidad de

establecer un sistema de monitorización en el que se definan variables clave, tanto

del proceso como de los resultados del acogimiento, que permita ir registrando todos

estos aspectos relevantes y disponer de los datos para realizar análisis siempre que

se desee. En ámbitos como el acogimiento residencial ya hace años que existe una

herramienta así (Del Valle, 1998) y recientemente se ha adaptado y validado (Del

Valle y Bravo, 2007), siendo de aplicación general en más de la mitad de las

Comunidades Autónomas de nuestro país. Esto tiene que ver con la mayor dificultad

encontrada en esta investigación: las diferentes formas de registrar la información en

cada Comunidad y cada Entidad Colaboradora, incluso la diferente definición de

conceptos muy básicos. Además de las distintas formas de registrar información, el

hecho de que existan expedientes en la Administración sobre el caso de protección,

Protocolo de investigación científica cualitativa 16


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y expedientes en la Entidad Colaboradora sobre el acogimiento, hace que la

información global del caso no esté en ningún lado y que ambas fuentes de

información no se integren. Es necesario disponer de una aplicación informática

(algunas Comunidades sí la tienen) capaz de integrar el complejo conjunto de datos

del acogimiento familiar, y todo ello integrado en una aplicación de protección

infantil. De otro modo, como ha ocurrido en esta investigación, las lagunas de

información son muy importantes. Con respecto a los resultados, la palabra clave

que resume esta investigación es permanencia. Hemos corroborado la enorme

capacidad de dar estabilidad y permanencia de las familias extensas, lo cual era

sabido, con un 37% de casos que continúan al final del acogimiento conviviendo con

sus acogedores tras la mayoría de edad, otro 30% de reunificación familiar y un 7%

que pasa a otra acogida en extensa. En total, un 74% de todo el acogimiento en

extensa continúa en su familia, con baja tasa de interrupciones y cambios. Además

de permanencia, los indicadores de resultados son muy positivos. Lo sorprendente

es que en familia ajena la permanencia resulta también notablemente alta. Una

cuarta parte cumple la mayoría de edad con los acogedores y en tres de cada cuatro

casos se queda a vivir con ellos (la mayoría como convivencia simplemente y otros

adoptados en esos momentos). Pero es que la adopción de niños acogidos

representa el resultado final de una tercera parte de todos los casos, la mayoría por

los propios acogedores. Si sumamos todas las adopciones por acogedores a los

casos que se quedan a vivir con ellos, obtendremos que un 40% de todos los

acogidos en ajena continúa viviendo con sus acogedores al final. Esta tasa de

permanencia es enorme si se compara con lo que ocurre en el Reino Unido, donde

precisamente los cambios de familia en familia, y las idas y vueltas de familia de

origen a familia de acogida, son la gran amenaza del sistema (Sinclair et al., 2005).

No se puede obviar en esta conclusión final el dato de que las adopciones por parte

Protocolo de investigación científica cualitativa 17


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de los acogedores son una práctica en la que los criterios no tienen un consenso en

las distintas Administraciones. Desde las que no las permiten en absoluto, hasta las

que las fomentan, hay un continuo de criterios muy dispares. De hecho,

recordaremos que la alta tasa de adopciones por acogedores de este estudio (23%

de todos los casos de acogimiento en ajena) se debe en buena medida a una única

Comunidad Autónoma donde es práctica muy habitual. El promedio del resto de

Comunidades Autónomas estaría más cerca de un 10% de los casos. He aquí un

estupendo argumento para un debate que va a la raíz del concepto de acogimiento,

y de si es algo completamente distinto de la adopción o una vía para alcanzarla (y si

no debe ser nunca, lo puede ser a veces, o hay que intentarlo siempre).

Tenemos un sistema de acogimiento familiar que tiene la virtud de la permanencia y

estabilidad, algo difícil de observar en las investigaciones británicas y

norteamericanas. Las tasas de interrupción o ruptura son más bajas también en

nuestro país. No cabe duda de que desde la perspectiva de la cobertura de

necesidades de los niños nuestra situación es muy positiva. Ahora bien, si

retomamos las conclusiones del estudio anterior sobre la práctica del acogimiento

familiar en todas las Comunidades Autónomas (Del Valle y Bravo, 2003)

recordaremos que el panorama era de muy escaso acogimiento en ajena (15% de

todos los acogimientos familiares y 8% de las medidas de protección extrafamiliar,

con el restante 92% repartido a partes iguales entre familia extensa y acogimiento

residencial). Es muy probable que el hecho de que nuestro acogimiento familiar en

ajena sea tan enfocado a la permanencia esté causando que las familias no cubran

ciclos de acogimientos consecutivos y no puedan dedicarse con cierta continuidad a

esta tarea, como así lo demuestran los datos de esta investigación, donde casi todos

los acogedores estaban realizando su primer acogimiento. Si al final permanecen los

Protocolo de investigación científica cualitativa 18


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menores con los acogedores ¿seguirán realizando nuevos acogimientos? La

respuesta parece ser que es negativa: sabemos que en el momento en que los

entrevistamos tres cuartas partes de ellos no están realizando un nuevo

acogimiento. Parece que el acogimiento en familia ajena tiene un enfoque general

muy similar al que tuvo el acogimiento en otros países tiempo atrás. Por ejemplo,

Sinclair et al. (2005) se refieren a este anterior modelo como “cuasi-adopción” ya

que los acogimientos funcionaban como una variante de crianza familiar que daba

estabilidad y conducía en no pocas ocasiones a la adopción y en muchas más a la

convivencia permanente. En el modelo actual que estos autores acaban de evaluar

en Inglaterra este planteamiento no está en boga y ahora lo que se busca es la

estabilidad familiar exclusivamente por la adopción o la reunificación familiar. Esta

situación lleva a un estado de cosas muy crítico en el acogimiento familiar, y las

conclusiones de la evaluación son contundentes: “El acogimiento familiar es un

impresionante sistema en el cual ambos, acogedores y niños se comprometen. Sin

embargo, tiene tres problemas críticos: raramente ofrece permanencia, los

acogimientos conducen con facilidad a la ruptura, y no se han encontrado formas de

conseguir cambios positivos en la evolución de los niños” (Sinclair et al., 2005; p.:

251). Se refieren los autores con la última aseveración al hecho de que los

problemas de conducta y escolares no evolucionan bien y son motivo de interrupción

y otros inconvenientes. En otro lugar de las conclusiones afirman (con una metáfora

muy marinera) que este modelo actual de acogimiento familiar en Inglaterra provee

de “un puerto en una tormenta” (p.: 233) pero no es capaz de dar continuidad y

permanencia en la protección, ocasionando en muchos niños lo que denominan una

“parentalidad en serie” (p.:241), refiriéndose no sólo al hecho de sucesivos

acogedores, sino al frecuente ir y venir de reunificaciones familiares que fracasan.

Por otro lado, esta falta de permanencia no se refiere únicamente a los menores,

Protocolo de investigación científica cualitativa 19


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sino a lo que ocurre al cumplir los dieciocho años, momento en que van a tener que

hacer su propia vida con muchas dificultades, ya que no es habitual que

permanezcan con los acogedores (entre otras cosas analizadas, por la presión de

dejar espacio para un nuevo acogimiento). En un momento como el actual en

nuestro país, donde parece que la investigación en acogimiento familiar ha cobrado

un gran impulso, es de esperar que como consecuencia emerja un gran debate

sobre el modelo a seguir. Hay muchos aspectos positivos en la evaluación que

hemos hecho, el mayor de todos a nuestro juicio es la estabilidad y permanencia,

conocida ya en los familiares de extensa, pero visible también en ajena. Si

evaluáramos el programa desde una metodología “goal free” (libre de metas), al

estilo de Scriven (1973), en el que los programas no se consideran valiosos por

alcanzar los objetivos de quienes los diseñan, sino por cubrir realmente las

necesidades de los destinatarios, deberíamos estar sin duda muy satisfechos. En los

estudios ingleses citados, cuando se les pregunta a los niños acogidos si desean

continuar con los acogedores, incluso después de cumplir los dieciocho años, la

mayoría dice que sí, pero muy pocos lo consiguen. En nuestro país cabe suponer

que si preguntáramos a los acogidos que siguen conviviendo con las familias ajenas

si están satisfechos (y a ellos añadimos los adoptados), la opinión de este colectivo,

que supone el 40% de todos los acogidos en ajena de nuestra muestra, sería muy

positiva. Parece que las necesidades de los niños y niñas se cubren

adecuadamente. Desgraciadamente el debate no es tan sencillo. Este modelo que

prima la permanencia lleva a la escasez de familias y a que un número muy exiguo

de niños pueda beneficiarse del acogimiento familiar. Las familias agotan su

intervención con un caso (o dos o más simultáneos), integrándolos en su vida

familiar, y de este modo hay muy pocas familias que desempeñen una “carrera de

acogimiento familiar”. En este punto, las Comunidades Autónomas que no permiten

Protocolo de investigación científica cualitativa 20


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la adopción por los acogedores están tratando, muy justificadamente, de preservar

un programa que tiene otra función distinta: el acogimiento de carácter temporal.

Para ello se necesitan familias dispuestas a prestar este servicio de modo

continuado, con la voluntad de atender un caso tras otro (con todo lo positivo que es

el incremento de experiencia) durante un cierto tiempo. Pero los datos de esta

investigación arrojan algunos indicadores que ponen en peligro esta idea. El más

llamativo, y el más preocupante a nuestro juicio, es que el 70% de los acogimientos

no tiene plan de caso y son denominados con la finalidad de “continuidad”. No hay

una hipótesis de trabajo a corto plazo que indique una idea de temporalidad: ni

reunificación, ni adopción. Por tanto, lo más probable es que se conviertan en

permanentes (incluso adopciones por los acogedores) y tenemos el problema

servido de nuevo. La cuestión de la temporalidad breve depende seguramente de la

calidad de las intervenciones en el sistema de protección globalmente considerado.

Si las comunidades no tienen unos programas intensivos y de calidad trabajando la

reunificación familiar con las familias de origen, y si no promueven ágil y

decididamente las adopciones de los niños cuando lo situación lo permite, los

acogimientos (y aquí da lo mismo hablar de residencial que de familiar) se alargarán

en el tiempo indefinidamente, rompiendo la lógica del acogimiento temporal breve.

Nos parece importante esta línea de reflexión para subrayar que en los sistemas de

protección las mejoras deben ser diseñadas globalmente, tomando todo el sistema

en consideración. Valga el ejemplo de lo que llevamos proponiendo hace mucho

tiempo sobre el acogimiento residencial, sobre el cual hemos afirmado que todas las

mejoras centradas en la atención a los niños en los hogares de protección no

servirán de mucho si cada día tenemos más niños en esta medida (Del Valle y

Fuertes, 2000). El consenso acerca de que los más pequeños deben estar en

acogimiento familiar y no residencial, y que lo razonable es que este último atienda

Protocolo de investigación científica cualitativa 21


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una proporción mucho más pequeña de casos, es un hecho (Palacios, 2003; Del

Valle, 2003); pero de nada sirve si en las comunidades no se dispone de suficiente

impulso del acogimiento familiar para desarrollar esta idea y los niños (a pesar del

acuerdo general en que no debe ser así) siguen en acogimiento residencial aunque

sean bebés por no haber familias disponibles. Lo mismo cabe decir si se pretende

desarrollar un modelo de acogimiento familiar temporal, donde la reunificación

familiar es un objetivo muy común, y no se dispone de los programas de apoyo a

esas familias para lograr el cambio que les permita recuperar las funciones

parentales. De todos modos, si el plan de caso no es capaz de establecer ninguna

hipótesis concreta para los casos de acogimiento (como hemos visto en nuestros

datos) va a ser difícil que se consiga otro resultado que la propia continuidad.

Piénsese que si la evaluación de este programa, en vez de tomar el modelo antes

citado de “goal free”, o libre de metas y objetivos, pretendiéramos hacerlo al

contrario (basado en evaluar objetivos) nos encontraríamos con que el acogimiento

familiar en nuestra muestra no es evaluable, puesto que no existe objetivo para la

mayoría de los casos. Abundando en la necesidad de planificar la protección infantil

como un sistema desde una perspectiva global, creemos que los investigadores

podemos estar introduciendo sesgos importantes cuando nuestros focos de interés

se centran en determinadas medidas por separado. Sería muy fácil identificar los

principales grupos de investigación en España con determinadas medidas de

protección: adopción, acogimiento familiar, acogimiento residencial, etc. Esto ha

permitido notables avances en cada uno de estos campos, pero por otra parte los

niños difícilmente reciben una única medida, y más bien (lo confirman los datos de

esta investigación) reciben las medidas unas tras otras. En este sentido es difícil

hablar de niños en acogimiento familiar, niños en acogimiento residencial, o niños

bajo intervención familiar, porque cada uno de ellos ha pasado en muchas ocasiones

Protocolo de investigación científica cualitativa 22


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por ambas medidas y en distintos órdenes. Los niños no son casos que pertenezcan

a una medida, tal como asiduamente los estudiamos, sino que presentan itinerarios,

en los cuales la cantidad, variedad y orden de emplazamientos son variables

fundamentales que no se suelen estudiar con detenimiento. Apostamos

decididamente por futuras investigaciones sobre casos e itinerarios de protección,

sin segmentar medidas que estudian unos efectos e ignoran otros.

Mara Tissera Luna y María Sánchez Brizuela (2019) en un informe preliminar

realizado para a ONG Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar, titulado “La

situación del acogimiento familiar en Argentina” nos dice: Existen distintas

significaciones para lo que se entiende por acogimiento familiar y también distintos

significantes, dados por los nombres de los programas de Ogs y Ongs. Así es como

en la práctica es instrumental la definición: “El acogimiento familiar es una práctica

que hace posible la convivencia familiar de niños cuyas familias de origen no están

en condiciones de asumirla. La familia acogedora se hace responsable por el

cuidado del niño sin mediar vinculación filiatoria pero ejerciendo todas las

obligaciones propias al cuidado. En el marco de las políticas públicas de protección

de derechos de la infancia, las autoridades administrativas y/o judiciales median en

la relación de acogimiento proveyendo de apoyo y cuidando que en los

procedimientos se respeten todos los derechos del niño y los de su familia de origen.

En particular a ser oído, a cultivar su cultura y educación, a respetar su historia e

identidad.”.7 El Acogimiento familiar puede ser definido como un tipo de cuidado

basado en la familia, que incluye al niño para su cuidado, sin alterar

significativamente la rutina familiar. La familia continúa con su dinámica y estructura

cotidiana responsabilizándose, por el tiempo que sea necesario, por la protección

integral del niño. Generalmente, el niño permanece en acogimiento familiar hasta

Protocolo de investigación científica cualitativa 23


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que se reintegra a su familia de origen tras haber superado las causas que dieron

origen a la separación. Según se define en las Directrices, el “acogimiento por

familiares” es el que se realiza en el ámbito de la familia extensa del niño, o con

amigos íntimos de la familia conocidos del niño. En líneas generales, el acogimiento

se aplica como medida de protección para niños que han padecido violación a sus

derechos y/o cuyas familias no pueden hacerse responsables de su cuidado por

distintas razones.

Argentina es un país con una organización federal, por lo cual todas sus políticas

públicas (incluidas las dirigidas a proteger los derechos de la infancia) están

organizadas de modo descentralizado. De este modo, existen tres niveles de diseño

e implementación de las políticas públicas de infancia: Nacional: La autoridad de

aplicación es la SENNAF, la que a su vez convoca a un Consejo Federal de la

Niñez, conformado por las máximas autoridades de infancia de las 24 provincias

argentinas. Provincial: las autoridades máximas de cada provincia tienen distinto

nivel político: pueden ser Consejos Provinciales, Secretarias Provinciales,

Direcciones Provinciales. Municipal: Territorios autónomos en las provincias. En todo

el país, son 2171 municipios. De esta forma, a nivel nacional, los lineamientos en

relación a los cuidados alternativos deberían desprenderse de la SENNAF

(específicamente, de la Dirección Nacional de Promoción y Protección Integral de de

la Subsecretaría de Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia de la Secretaría

de Niñez, Adolescencia y Familia). Además, cada provincia tiene sus organismos

locales encargados de ejecutar estas directivas en el desarrollo del cuidado

alternativo en sus territorios. A nivel de un organismo territorial, se puede mencionar

en CABA el CDNNYA. La República Argentina, según su Ley nacional aplicable en la

materia, Ley Nacional 26061 de Protección Integral de Derechos de Niñas, Niños y

Protocolo de investigación científica cualitativa 24


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Adolescentes (en adelante “Ley 26061”), debe organizar sus Sistemas de Protección

Integral en los tres niveles, nacional, provincial y municipal, por lo que en este

documento se hará referencia a la práctica del acogimiento familiar en los

organismos públicos y privados y en los tres niveles de ejecución. Esto impide dar

una visión única del acogimiento familiar, hecho que debe ser comprendido en su

diversidad según se aplique a distintos territorios, los que a su vez presentan gran

diversidad con respecto a su desarrollo social, económico y político, así como sus

características culturales. El acogimiento familiar como medida excepcional de

protección de derechos está comprendido en la Ley Nacional. En la legislación

Argentina interna10, el Derecho a la convivencia familiar se encuentra plasmado

desde el artículo 3 de la Ley 26061, cuando se menciona que, a los efectos de la

presente ley se entiende por interés superior del la niña, niño y adolescente la

máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías reconocidos

en la misma, debiéndose respetar: a) Su condición de sujeto de derecho; b) El

derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos y que su opinión sea tenida

en cuenta; c) El respeto al pleno desarrollo personal de sus derechos en su medio

familiar, social y cultural. (….) f) Su centro de vida. Se entiende por centro de vida el

lugar donde las niñas, niños y adolescentes hubiesen transcurrido en condiciones

legítimas la mayor parte de su existencia. Por su parte el artículo 4, referido a las

políticas públicas, hace especial referencia al fortalecimiento del rol de la familia en

la efectivización de los derechos de los niños. La familia es responsable en forma

prioritaria de asegurar a los niños el disfrute pleno y el efectivo ejercicio de sus

derechos y garantías. El padre y la madre tienen responsabilidades y obligaciones

comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y educación integral de

sus hijos. Los Organismos del Estado deben asegurar políticas, programas y

asistencia apropiados para que la familia pueda asumir adecuadamente esta

Protocolo de investigación científica cualitativa 25


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responsabilidad, y para que los padres asuman, en igualdad de condiciones, sus

responsabilidades y obligaciones. (Art. 7) Los artículos 10 y 11 marcan dos derechos

personalísimos, el derecho a la intimidad de y en la vida familiar y el derecho a la

identidad, en un sentido muy amplio, que abarca el conocimiento de quiénes son sus

padres y a la preservación de sus relaciones familiares de conformidad con la ley,

respectivamente. Asimismo, en el último de los artículos mencionados, plantea que

los Organismos del Estado deben facilitar y colaborar en la búsqueda, localización u

obtención de información, de los padres u otros familiares de las niñas, niños y

adolescentes facilitándoles el encuentro o reencuentro familiar. Tienen derecho a

conocer a sus padres biológicos, y a crecer y desarrollarse en su familia de origen, a

mantener en forma regular y permanente el vínculo personal y directo con sus

padres, aun cuando éstos estuvieran separados o divorciados, o pesara sobre

cualquiera de ellos denuncia penal o sentencia, salvo que dicho vínculo, amenazare

o violare alguno de los derechos de las niñas, niños y adolescentes que consagra la

ley. En toda situación de institucionalización de los padres, los Organismos del

Estado deben garantizar a los niños el vínculo y el contacto directo y permanente

con aquéllos, siempre que no contraríe el Interés Superior del Niño. Sólo en los

casos en que ello sea imposible y en forma excepcional tendrán derecho a vivir, ser

criados y desarrollarse en un grupo familiar alternativo o a tener una familia

adoptiva, de conformidad con la ley. En la ley encontramos las “medidas de

protección integral de derechos” (arts. 33 y sigs.) “aplicándose prioritariamente las

que tengan por finalidad la preservación y el fortalecimiento de los vínculos

familiares”. La falta de recursos materiales de los padres, de la familia, de los

representantes legales o responsables de los niños, sea circunstancial, transitoria o

permanente, no autoriza la separación de su familia nuclear, ampliada o con quienes

mantenga lazos afectivos, ni su institucionalización. Asimismo la ley establece la

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adopción de “medidas excepcionales” cuando los niños estuvieran temporal o

permanentemente privados de su medio familiar o cuyo superior interés exija que no

permanezcan en ese medio. Estas medidas son limitadas en el tiempo y sólo se

pueden prolongar mientras persistan las causas que les dieron origen (art. 39). La

Reglamentación de este artículo brinda pautas interpretativas y operativas

concretas, por ejemplo, estableciendo cuales pueden ser las causales de

separación. Para hacer efectivas estas medidas, en el artículo 41 se establecen los

criterios que se aplicarán: a) Cuando exista permanencia temporal en ámbitos

familiares considerados alternativos. Las medidas consisten en la búsqueda e

individualización de personas vinculadas a ellos, a través de líneas de parentesco

por consanguinidad o por afinidad, o con otros miembros de la familia ampliada o de

la comunidad, según costumbre local, en todos los casos teniendo en cuenta la

opinión de las niñas, niños y adolescentes; b) Sólo en forma excepcional, subsidiaria

y por el más breve lapso posible puede recurrirse a una forma de convivencia

alternativa a la de su grupo familiar, debiéndose propiciar, a través de mecanismos

rápidos y ágiles, el regreso de las niñas, niños y adolescentes a su grupo o medio

familiar y comunitario. c) Las medidas se implementarán bajo formas de intervención

no sustitutivas del grupo familiar de origen, con el objeto de preservar la identidad

familiar de las niñas, niños y adolescentes; d) Las medidas de protección

excepcional que se tomen con relación a grupos de hermanos deben preservar la

convivencia de los mismos….” Ante la privación de cuidado parental se deben

activar las prácticas que permiten proveer de un ámbito familiar a los niños cuyas

familias tienen dificultades en asumir el cuidado. Las opciones son el acogimiento

familiar, en casos en donde la expectativa y el trabajo está puesto en la restitución

del niño a la familia de origen, o la búsqueda de otra solución definitiva; y la

adopción, en las situaciones en las que es necesaria la provisión de una familia al

Protocolo de investigación científica cualitativa 27


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haberse comprobado la “situación de abandono”. Esto es establecido por el Art. 39

“Medidas Excepcionales”, en particular el Art. 41 “Aplicación”, en su criterio “a)

Permanencia temporal en ámbitos familiares considerados alternativos” de la Ley

26061 y en la aplicación de la Ley de Adopción, Ley 24779. Dentro de las políticas

públicas deben programarse y prepararse dispositivos de cuidado alternativo

temporario o dispositivos conducentes a medidas permanentes como la adopción.

La cantidad de niños que precisan de cuidados alternativos es una porción

relativamente pequeña o minoritaria dentro de los ciudadanos argentinos menores

de 18 años. Se ha avanzado en el país con la prevención de la separación por

medio de la aplicación de políticas públicas de cobertura universal, como la

Asignación Universal por Hijo para Protección Social, creada por el Decreto n°

1602/091.

Montserrat (2006, 2007b) realizó un estudio centrado en Barcelona sobre los

acogimientos en familia extensa, con una muestra de 121 familias, 162 niños y 38

profesionales. La investigación comprendía una primera parte descriptiva de la

situación de los acogimientos en familia extensa; una segunda parte dedicada al

estudio de percepciones y evaluaciones sobre los diferentes aspectos de los

acogimientos en familia extensa y la satisfacción expresada por los principales

agentes implicados (niños y niñas, acogedores y profesionales) y una tercera parte

que representó la puesta en marcha de un programa de grupos de apoyo de

acogedores de familia extensa (Montserrat, 2007a).

Palacios y Jiménez Morago (2007) han publicado recientemente los resultados de

un estudio sobre acogimiento familiar – en ajena y extensa – en Andalucía, donde se

presentan los principales datos y conclusiones referidos a los progenitores, a los

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acogedores, y a los chicos y chicas acogidos, con una muestra de 218 niños y sus

familias. Se aportan semejanzas y diferencias de estos dos tipos de acogimiento.

También en el municipio de Valencia (Molero, Moral, Albiñana, Sabater y Sospedra,

2007; Ajuntament de Valencia, 2006) se ha llevado a cabo un estudio descriptivo

sobre acogimiento en familia extensa que comprende el perfil sociodemográfico de

los acogedores y acogidos, estructura y dinámica familiar, habilidades de los

acogedores, situación de los padres biológicos, características del propio

acogimiento y ámbito escolar, y la visión de los profesionales relacionados con el

acogimiento de 343 familias y 444 niños acogidos.

1.2. Análisis de Fuentes

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