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Módulo 1

El Proceso
Judicial.
Unidad 1- La regulación
jurídica del proceso.
1.1. Derecho Procesal. Contenido.
Concepto
El Derecho Procesal puede ser definido como el conjunto de
principios y normas jurídicas que regulan la actividad judicial
del estado y de los particulares en la realización indirecta del
derecho.
Ante la violación del orden jurídico, cabe la posibilidad de composición de
la controversia con o sin la intervención de los órganos judiciales. Así, el
orden jurídico puede recomponerse directa y espontáneamente, sin
necesidad de intervención de los órganos judiciales. O caso contrario,
puede requerirse la intervención de los órganos estatales a fin de lograr su
cumplimiento coactivo. (Realización oficial indirecta).

Destacamos que hay ciertas situaciones en donde la intervención de los


órganos judiciales se torna indispensable para recomponer el jurídico
quebrantado. Es el caso cuando se trata de materia no disponible por
exclusiva voluntad de las partes, así por ejemplo, en los delitos de acción
pública, o en materia de divorcio, en donde es necesaria la intervención del
juez, es decir no existe el divorcio sin sentencia que así lo declare.

Su objeto de estudio se compone del análisis de principios que hacen a los


sistemas procesales: bilateralidad, inmediación, lealtad y buena fe
procesal, como así también del derecho positivo contenido en las leyes:
Constitución Nacional y Provincial, Códigos de fondo y forma.

El estudio de esta disciplina puede realizarse desde un punto de vista


estático y dinámico. El primero comprende el análisis de las reglas
contenidas en las Constituciones (Nacional y Provincial), leyes orgánicas del
poder judicial y acordadas de los Tribunales Superiores. La faz dinámica se
ocupa de la actividad que desarrollan los sujetos procesales en el trámite
judicial y que varía según la materia y el sistema.

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Por otra parte, puede conocerse esta ciencia por su aspecto subjetivo-
objetivo. El primero analiza la actuación de los sujetos según su posición en
la litis, precisando sus deberes, facultades y cargas. El objetivo atiende a
cuestiones formales (circunstancias de lugar, tiempo y modo).

A los efectos de precisar claramente la conceptualización de esta disciplina,


sólo basta con delimitar el contenido del derecho procesal. En ello existe
acuerdo doctrinario en asignarle el siguiente:

1- Estudio de las reglas de organización y atribución de competencia del


poder judicial (estructura de los órganos judiciales, poderes y deberes de
sus integrantes, garantías e incompatibilidades de jueces y auxiliares,
reglas de jurisdicción y competencia, organización del Ministerio Público).

2- Análisis del régimen jurídico aplicable a los sujetos procesales.


Facultades, deberes y cargas del juez, las partes, sus representantes y
apoderados, como así también de terceros participantes y extraños al
pleito.

3- Estudio de los requisitos y formalidades que deben reunir los actos


procesales (circunstancias del actuar, tiempo y modo de la actuación
judicial, orden y etapas del trámite procesal).

Caracteres
Los más distintivos son: es público, realizador, secundario y autónomo.

• Público, en virtud de la regla de la oficialidad. Es ejercido por el


Poder Judicial y persigue fines públicos. Esto resulta inmutable
aunque se esté resolviendo sobre derechos disponibles de interés
exclusivo de las partes.

• Realizador, porque está dirigido a la efectiva realización del


derecho de fondo. Por regla general, el derecho procesal positivo se
encuentra en los códigos procesales pero en algunos casos está
contenido en la ley sustancial. Ej. el trámite de separación personal
o de divorcio por presentación conjunta se regula en los art. 215 y
236 C.C.

• Secundario, por cuanto el derecho sustancial o de fondo preexiste


cronológicamente al procesal, aunque es claro que ambos sirven
recíprocamente y que uno no puede existir sin el otro.

• Autónomo porque vive con independencia del derecho sustantivo y


se rige por sus propias reglas fundamentales. Son normas medio
porque sirven para la aplicación o realización de las normas

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objetivas materiales; también son normas instrumentales porque
mediante ellas se realiza el derecho objetivo en los casos concretos.

La evolución del Derecho Procesal y de


la Teoría General del Proceso.
Remitirse a la Bibliografía Básica.

1.2. El derecho procesal civil, penal,


laboral y de familia. Objeto de
conocimiento de cada uno.
Diferencias.
El Estado, en virtud de los artículos 75 inc. 12 y 121 C.N. (Constitución
Nacional Argentina) se arroga para sí la facultad de dictar las normas de
procedimiento y de esta forma conocer y resolver conflictos de naturaleza
civil, penal y laboral, entre otros.

La doctrina moderna considera que la jurisdicción es única, y la función que


cumple es exclusiva, de interés general, cualquiera sea la rama a la que se
refiere, toda vez que al proceso se le asigna un fin de interés público en
cualquiera de ellas (penal, civil, laboral, etc.).

Bajo este punto de vista, se individualizan principios y reglas comunes a


cualquier rama del derecho y que son válidas a la hora de dictar y aplicar
las leyes procesales. Así por ejemplo, el principio de bilateralidad,
inmediación, celeridad, economía, concentración, buena fe y lealtad
procesal.

Asimismo, en cada fuero incide la vigencia de ciertos principios esenciales.


En el proceso civil, por ejemplo, se impone el principio de colaboración o
solidaridad para con el juez o con el trámite, de claridad en la formulación
de las pretensiones, veracidad y el de información patrimonial.

Otro tanto ocurre en el proceso penal con principios como el de legalidad,


de inocencia, de juicio previo, libertad ambulatoria, etc.

El objeto de estudio del derecho procesal penal es el proceso originado a


partir de la hipótesis de violación o infracción al derecho penal. La actividad

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que se cumple está encaminada a la declaración de certeza del delito y a la
imposición de una pena o a la declaración de certeza de peligrosidad social
y a la aplicación de medidas de seguridad. También persigue la declaración
de certeza de responsabilidades civiles conexas al delito y la inflicción de
las consiguientes sanciones.

El trámite se inicia con la investigación penal preparatoria a cargo del fiscal


o excepcionalmente del juez quienes cuentan con amplias facultades en
orden la consecución de pruebas para fundar la acusación. Esta primera
etapa es prevalentemente inquisitiva. La segunda y trascendente etapa es
de trámite oral y tiene lugar ante un tribunal de juicio que actúa en forma
unipersonal o colegiada y es quien dictará sentencia definitiva. El carácter
prevalentemente inquisitivo de la primera etapa muta radicalmente en la
etapa de juicio, donde rigen los principios acusatorios del sistema penal
que determinan la limitación de las facultades del tribunal, quien carece de
iniciativa probatoria (corre por exclusiva cuenta de las partes), con
excepción de la prueba de inspección judicial.

El derecho procesal civil sirve como instrumento para restablecer el orden


jurídico alterado y por su intermedio, se procura una resolución
jurisdiccional que declare un derecho que lo constituya o que imponga una
condena de dar, hacer o de no hacer. Generalmente se resuelven conflictos
de carácter patrimonial entre personas de derecho privado.

El derecho civil se realiza en base a sistemas prevalentemente dispositivos,


escritos, formales y de doble instancia. Es dispositivo porque el impulso del
trámite, la fijación de la plataforma fáctica y la aportación de pruebas está
reservada a las partes, el órgano jurisdiccional provee al trámite y su
función principal es la de resolver respetando la regla de la congruencia. El
juez es también quien determina el derecho aplicable, pero como se trata
de derechos de naturaleza patrimonial, las partes tienen amplias facultades
de disposición sobre el contenido sustancial y procesal de la relación. El
juez es un sujeto pasivo y espectador.

Estas características hacen que los trámites sean largos y tediosos, que se
prolonguen en el tiempo y que excepcionalmente el juez tome contacto
con el expediente o con las partes antes de dictar sentencia. Por ello, en la
actualidad se proponen modificaciones que lleven a sistemas más ágiles y
menos formales con instancias oralizadas y que aseguren el contacto
directo entre el juez, las partes y los órganos de prueba.

El proceso civil presenta grandes y evidentes diferencias con el penal. La


orientación del primero está dada por la búsqueda de la verdad formal,
mientras que la verdad real o histórica es el norte del proceso penal.

La diferencia sustancial radica en que el derecho penal realiza un derecho


subjetivo del estado para imponer penas y medidas de seguridad con
fuerte compromiso del orden público. En tanto que el proceso civil se usa

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con el fin de restablecer los derechos subjetivos conculcados y procura
generalmente un resarcimiento económico o una declaración para el logro
de efectos jurídicos o la satisfacción de derechos (procesos puramente
declarativos de condena, constitutivos o ejecutivos).

El proceso de familia, por su parte, presenta reglas específicas, atento a los


sujetos involucrados en los conflictos de esta naturaleza, tales como la de
reserva, secreto o confidencialidad de las actuaciones. También se impone
la regla de la inmediación y el principio de personalidad que permite la
efectividad de la función conciliadora de los jueces y funcionarios.

En la actualidad, atento las características diferenciadas de las cuestiones


familiares, se otorga competencia exclusiva a los tribunales de familia con
una ley propia de organización y funcionamiento y un fuero independiente.
En general estos tribunales son competentes para entender en cuestiones
familiares no patrimoniales, tales como separación personal, divorcio
vincular, alimentos, régimen de visitas, etc.

El trámite establecido es el de proceso oral con instancia única, similar al


proceso por audiencias en los que se otorga protagonismo a los
magistrados, quienes ofician como activos operadores. Como característica
particular se impone el impulso procesal de oficio, se presentan instancias
conciliatorias, se impone la búsqueda de la verdad jurídica objetiva que se
acentúa por el principio sustancial de la verdad biológica sustentada por el
Código Civil. El juez no sólo tiene facultades en cuanto al impulso del
trámite y proposición de pruebas, sino que sus decisiones no están
limitadas por las reglas de la congruencia.

En lo atinente al derecho procesal laboral, se impone como regla propia,


además de las generales ínsitas en todo procedimiento oral, las del in
dubio pro operario, inversión de la carga de la prueba, y la fijación de las
reglas de la competencia a partir del domicilio del trabajador requirente.
En la provincia de Córdoba se encuentra regulado en la Ley Nº 7987 que
establece el impulso procesal de oficio con dos etapas. La primera ante el
juez de conciliación por medio de un procedimiento documental y actuado.
La etapa de juicio, de característica informal y organizada, procura la
búsqueda de la verdad real, pudiendo incluso el tribunal resolver más allá
del monto reclamado. En el trámite el Juez actúa como director del
procedimiento y se le reconocen amplias facultades. Rige la regla de la
gratuidad ya que es el estado quien anticipa los gastos para el trabajador y
se provee asistencia técnica gratuita.

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1.3. La Norma Procesal. Caracteres.
Fuentes. Clasificación. Eficacia en el
tiempo y en el espacio. Interpretación
e Integración.
Definición

Las normas procesales integran, junto con las sustanciales,


lo que se denomina “normas jurídicas generales”, éstas son
aquellas que imponen pautas de conductas en forma de
hipótesis generales y abstractas que deben cumplir los
particulares y a las que adecuan su actuar en la vida
cotidiana. También establecen sanciones para el caso de su
incumplimiento.
Las sustanciales son aquellas normas contenidas en los códigos de fondo
que establecen reglas de conducta y tienden habitualmente a la
recomposición del orden jurídico, ya sea ordenando la reparación o
estableciendo conminaciones de responsabilidad y punibilidad.

En tanto, que las procesales son aquellas que señalan los caminos para la
realización jurisdiccional indirecta del orden jurídico lesionado. Es la que
organiza la magistratura estableciendo las distintas categorías de
magistrados y funcionarios, las facultades, deberes, potestades y cargas de
las personas físicas que la integran. Fija la competencia de los tribunales y
determina la actuación de los órganos jurisdiccionales, de las partes, de sus
auxiliares y de los terceros durante el desarrollo del proceso. Asimismo se
ocupa de los requisitos y efectos de los actos procesales y del orden en que
deben ser cumplidos.

Caracteres:
1. Pública: regula la actividad que realizan los órganos públicos y en su
cumplimiento está interesado el orden público.

2. Secundaria: en relación con la norma sustancial.

3. Realizadora: no dice qué resolver sino cómo resolverlo.

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4. General y abstracta: se dirige a todos los ciudadanos y regula situaciones
jurídicas generales, no casos particulares.

5. Vinculante: su vigencia es imperativa para los sujetos procesales.

6. Autárquica y coactiva: su aceptación y cumplimiento refleja la voluntad


general, no depende de la anuencia de las partes.

Fuentes:
De acuerdo al lugar en que se encuentran las normas procesales, las
fuentes se clasifican en directas o inmediatas e indirectas o mediatas.

• Las fuentes directas: son las que tienen valor vinculante y


obligatorio para los sujetos procesales: Constitución Nacional (arts.
31, 75 inc. 12, art. 5), Constitución Provincial, los tratados
internacionales, interprovinciales (art. 125 C.N.), leyes nacionales y
provinciales, Reglamentos del Poder Ejecutivo y Acordadas del
Tribunal Superior de Justicia.

• Son fuentes indirectas: aquellas que sólo sirven para la aplicación e


interpretación del derecho mas su uso no es obligatorio. En tal
sentido puede citarse a la jurisprudencia, la doctrina o la
costumbre.

• Por otro lado están las fuentes de producción o históricas que se


utilizan para la investigación y para identificar momentos en la vida
de los pueblos o concepciones jurídico políticas existentes a lo largo
de la historia. Tienen escasa incidencia.

Eficacia en el tiempo y en el espacio


Las disposiciones de la ley procesal deben ser observadas por todas las
personas que por cualquier motivo intervienen en el proceso judicial.

Con relación a la aplicación de la ley procesal en el espacio, rige la regla de


la ley del lugar y el principio de territorialidad. Este último determina que
las leyes procesales son de competencia exclusiva de las provincias por ello
su vigencia está limitada al territorio en que fueron dictadas. En
consecuencia, coexisten dentro de la Nación tantos ordenamientos
procesales en materia civil, penal, laboral, etc., como autonomías
provinciales (art. 5, 75, inc. 12 y 121 de la C.N).

No obstante lo expuesto, existe un fuero federal con alcance nacional y


asiento y vigencia en todo el país. Tiene competencia en cuestiones que le

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han sido asignadas por la Constitución en razón de la materia, las cosas y el
territorio.

La vigencia temporal de la norma procesal no ofrece inconvenientes en


relación con procesos futuros, ellos se resuelven por la nueva ley. Tampoco
si ellos se encuentran terminados, que valen tal como lo ordenó la ley
antigua. El problema se suscita cuando el pleito está pendiente de solución
y se dicta una ley nueva. En estos casos, lo primero que se debe observar
es si la ley nueva es derogatoria en forma total o parcial de la anterior. La
solución que se ha brindado está dada por la aplicación inmediata de la
nueva normativa, pero sólo para actos futuros ya que para los anteriores a
su entrada en vigencia no se puede aplicar como consecuencia del principio
de la irretroactividad de la ley procesal. Deben tenerse en cuenta los
artículos 2 y 3 del C.C.

Asimismo, es común que las nuevas leyes establezcan “períodos de


vacancia”, es decir espacios de tiempo de no vigencia de la nueva ley, con
el objeto de realizar los ajustes necesarios y dar oportunidad a los distintos
operadores de conocer el sentido y dinámica del nuevo ordenamiento.

En caso de procedimientos en trámite, debe observarse la etapa procesal


en que se encuentran. Los actos que han concluido lo serán bajo el imperio
de la primera ley, mientras que aquellos que están pendientes de
cumplimiento lo serán por la nueva norma.

Por último, hay supuestos en que la ley antigua se aplica a procesos en


trámite, ello se denomina ultractividad de la ley derogada, tal sucede
cuando existen actividades procesales que han comenzado a cumplirse y
sobreviene el dictado de una nueva ley que la regula en forma diferente.
Ello hace que la norma pese a estar derogada, se aplique en respeto de los
derechos adquiridos y por efecto del principio de comienzo de ejecución.
Ambas reglas entroncan en los principios de igualdad ante la ley e
inviolabilidad del derecho de defensa en juicio.

Interpretación e integración
Interpretar es aclarar dudas acerca de la voluntad manifiesta de las
normas, desentrañándolas del texto legal conforme a un proceso lógico de
significación jurídica. Puede atenerse a lo lingüístico, o hacerse de manera
sistemática. Puede ser jurisprudencial o doctrinal. Los jueces no pueden
limitarse a lo estrictamente gramatical, sino que deben tener en cuenta la
connotación jurídica que los vocablos a interpretar tengan y cómo se
traslada ello a la decisión definitiva.

En materia procesal civil, los jueces pueden efectuar interpretaciones


cuando la ley así lo requiera (art. 15 C.C.). En materia penal, no existe delito

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sin que haya una ley que así lo disponga, por ello los principios de
interpretación son más estrictos y no cabe la integración del sistema
normativo penal sustancial.

La interpretación se diferencia de la integración, porque la primera se lleva


a cabo ante la oscuridad, contradicciones o deficiencias de la propia ley,
mientras que cuando ésta contiene omisiones o se dan situaciones no
previstas o reguladas expresamente (lagunas), se recurre a la integración
judicial. Se utilizan a estos fines: a) la analogía, que permite construir una
norma que tenga consecuencias idénticas a la de otra u otras con fines
semejantes; y b) la diferencia, que integra constituyendo una norma que
tenga consecuencias opuestas a la de otra u otra con fines semejantes.

Hipótesis práctica1
Laguna, interpretación, competencia material, juez natural.

El artículo 2 de la Ley Provincial nº 9.182 que regula la integración de los


juicios por jurados populares establece: “Competencia. Establécese que las
Cámaras con competencia en lo Criminal deberán integrarse
obligatoriamente con jurados populares, cuando se encuentren avocadas al
juzgamiento de los delitos comprendidos en el fuero penal económico y
anticorrupción administrativa previsto en el artículo 7º de la Ley Nº 9181 y
también de los delitos de homicidio agravado (artículo 80), delitos contra la
integridad sexual de la que resultare la muerte de la persona ofendida
(artículo 124), secuestro extorsivo seguido de muerte (artículo 142, bis, in
fine), homicidio con motivo u ocasión de tortura (artículo 144, Tercero,
Inciso 2º) y homicidio con motivo u ocasión de robo (artículo 165), todos
ellos del Código Penal de la Nación”.

En las actuaciones caratuladas: “Frachetti, Oscar Salvador p.s.a Homicidio


Calificado en grado de Tentativa, etc.”, que se tramitaron por ante la
Cámara en lo Criminal y Correccional de 1º Nominación de la ciudad de Río
Cuarto, ésta interpretó que en caso de Tentativa de Homicidio Calificado
por el vínculo (art. 80, inc. 1º, C.P.) se presenta una hipótesis de laguna
legal y resolvió que en esos casos el Tribunal de juicio no debe integrarse
con jurados populares ya que la razón de dicha integración está dada por la
mayor escala penal a que se encuentra sometido el sujeto activo, situación
que no se presenta en caso que el hecho no se consume por circunstancias
ajenas a su voluntad (arts. 42 y 44 C.P.). (C. C. y C. 1º Nominación, Río

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A los efectos de una visión práctica de los desarrollos conceptuales de cada Unidad, al
final de cada una se introduce una pregunta reflexiva o planteo hipotético vinculado a los
temas de mayor dificultad o trascendencia.

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Cuarto, Auto Interlocutorio nº 157, 06/07/2006, Frachetti, Oscar Salvador
p.s.a Homicidio Calificado en grado de Tentativa, etc.)”.

Contra este último decisorio, interpusieron sendos recursos de casación el


apoderado de la querellante particular y el Sr. Fiscal de Cámara, en tanto
entienden que en la resolución atacada, se inobservó la normativa procesal
concerniente a la integración del Tribunal de Juicio, ya que por imperio del
art. 56 de la ley 9182, el art. 34 de la ley de rito provincial fue derogado y
en su virtud corresponde que en la presente causa el Tribunal que juzgue al
imputado debe integrarse con jurados populares. El Tribunal Superior de
Justicia resolvió hacer lugar a los recursos de casación interpuestos y en
consecuencia, declarar la nulidad absoluta de los decisorios que, para el
juzgamiento del imputado dispusieran el ejercicio de la jurisdicción de la
sala unipersonal de la Cámara del Crimen.

1. La ley nº 9182 en su art. 2, establece que las Cámaras con competencia


en lo Criminal deberán integrarse obligatoriamente con jurados populares,
cuando se encuentren avocadas al juzgamiento de los delitos
“...comprendidos en el fuero penal económico y anticorrupción
administrativa previsto en el artículo 7° de la ley N° 9182 y también de los
delitos de homicidio agravado (artículo 80), delitos contra la integridad
sexual de la que resultare la muerte de la persona ofendida (artículo 124),
secuestro extorsivo seguido de muerte (artículo 142 bis, in fine), homicidio
con motivo u ocasión de tortura (artículo 144, Tercero, inciso 2°) y
homicidio con motivo u ocasión de robo (artículo 165), todos ellos del
Código Penal de la Nación.”.

2. El legislador provincial, mediante tal regulación, ha previsto una


específica regla de competencia material, en tanto la ley establece un
ámbito de actuación predeterminado con precisión, dentro del cual
únicamente el tribunal integrado conforme a la misma, es el que ejerce la
potestad jurisdiccional en materia penal para el juzgamiento de tales
delitos. El tribunal así constituido es al que la ley le asigna dicha
competencia de manera exclusiva e indeclinable. De tal modo, éste pasa a
ser el juez natural del caso (art. 18 C.N) y la inobservancia de esta
integración especial se encuentra conminada con nulidad absoluta (art. 40
a 42 del CPP).

3. La inclusión de un caso concreto dentro de esa competencia material,


torna inaplicable la regla que estatuye el ejercicio unipersonal de la
jurisdicción, en tanto esta modalidad cabe sólo dentro de la competencia
que corresponde a la Cámara en lo Criminal para actuar en colegio -esto es
con sus tres jueces- o en Salas integradas individualmente por cada uno de
los magistrados (CPP, 34 y 34 bis).

4. El elenco de delitos mencionados por el art. 2 de la ley nº 9182 no


integra la competencia material de la Cámara en colegio conformado sólo

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con jueces, sino de este tribunal integrado con los jurados, modalidad de
ejercicio de la jurisdicción inmodificable aún por la escasa complejidad del
caso que debe juzgarse, ya que la ley no admite excepciones.

5. Para descartar la inclusión del caso dentro de la ley nº 9182, el tribunal


ha puesto énfasis en que existe una suerte de vacío legal que resuelve
desplazando la aplicación de aquélla cuando se trata de delitos tentados
ajenos a la competencia del Fuero Penal Económico y Anticorrupción. Así
entiende que este otro grupo de delitos tienen en común “la trascendente
gravedad del evento criminoso a raíz de la muerte de la víctima” y su
consecuente mayor peso punitivo. De modo que cuando el resultado no
está presente, como es en el caso en que se trata de una tentativa de
homicidio y la escala penal se atenúa, se encuentra excluido del
juzgamiento por el tribunal conformado también con jurados.

6. Esta argumentación crea un vacío legal inexistente, como corolario de no


reparar en la naturaleza de la regla del art. 2 de la ley nº 9182 y aislarla de
su conexión con el principio general contenido en el ordenamiento
procesal general como también del propio régimen de la ley especial.

7. Si se trata de una disposición que estatuye la competencia material


como se ha visto, entonces cabe destacar que para discernirla no
corresponde distinguir entre delitos consumados y tentados. Precisamente,
el ordenamiento general equipara ambos supuestos a los fines de atribuir
competencia a los órganos jurisdiccionales a intervenir, disponiendo, en lo
que aquí interesa que “se tendrán en cuenta todas las penas establecidas
por la ley para el delito consumado...” (CPP, 40), esto es sin reducir las
magnitudes conforme a la disminución de las escalas de la tentativa idónea
o inidónea o de la complicidad secundaria para la participación criminal.

8. Confluye en el mismo sentido la ley nº 9182. Por un lado, no efectúa


distinción alguna entre delitos consumados y tentados, situación de la que
no cabe colegir un vacío sino precisamente que tal distinción no es
relevante para separarse del principio general en materia de competencia
material sentado en la legislación general. Por otro lado, consagra como
principio que en caso de conflicto relativo a la aplicación de la mencionada
norma, deberá interpretarse y resolverse en beneficio de la aplicación de
esta ley especial (art. 54).

TSJ Sala Penal Cba., Sent. nº 11, 26/02/2007. Trib. de origen: Cám. 1 del
Crimen Rio IV “Frachetti, Oscar Salvador, p.s.a. de homicidio calificado por
el vínculo, etc. -Recurso de Casación-”.

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Unidad 2- El Proceso
Judicial.
2.1. El proceso judicial. Caracteres y
elementos. Naturaleza jurídica. Objeto
y contenido. Las categorías procesales
y las situaciones jurídicas.
Definición
El proceso judicial es una serie gradual, progresiva y
concatenada de actos jurídicos procesales cumplidos por
órganos predispuestos por el Estado y por los particulares
que intervienen en él, en forma voluntaria o coactiva, en
ejercicio de las facultades y en cumplimiento de las cargas
dispuestas por la ley para la actuación del derecho
sustantivo, el restablecimiento del orden jurídico alterado y
la realización del valor justicia.

Caracteres y elementos:
El proceso es público, autónomo, complejo y teleológico.

• Público, ya que sus fines responden a un interés que excede del


privado y su trámite debe llevarse a cabo conforme a los mandatos
de la ley adjetiva de naturaleza pública y ante órganos
jurisdiccionales del Estado.

• Complejo, porque en su desarrollo actúan diferentes sujetos


procesales con diversas atribuciones y por ello, susceptibles de
generar múltiples relaciones jurídico-procesales.

• Autónomo, en relación con el derecho sustantivo.

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• Teleológico, por cuanto se dirige al cumplimiento de fines
individuales o sociales.

En cuanto a los elementos del proceso, la doctrina distingue tres


esenciales: el objetivo, el subjetivo y el teleológico.

• El elemento objetivo hace a la “...serie gradual, progresiva y


concatenada de actos...”.

Gradual porque los actos se realizan conforme a un orden


determinado previamente por la ley.

Progresiva ya que se van cumpliendo en forma paulatina y


tienden a un fin.

La culminación de un acto supone el inicio de otro y además


estos están estructurados en etapas cuyo comienzo y fin
están eslabonados, es decir, concatenados. El proceso
avanza y se desarrolla sobre la base de impulsos que
provienen del actor, del demandado y del propio tribunal,
tendiendo a un fin, la resolución definitiva del juicio a través
de la sentencia.

• El elemento subjetivo está representado por las personas que


intervienen en el trámite procesal. Pueden ser sujetos necesarios o
eventuales. Los primeros indefectiblemente deben estar presentes
en la relación jurídico-procesal. En el proceso civil son protagonistas
el actor, el demandado y el juez. En el proceso penal debe existir un
órgano requirente (Ministerio Público Fiscal), un órgano judicial y el
imputado.

Cada uno de los sujetos ejerce poderes de raigambre constitucional. El


actor tiene a su cargo el poder de poner en movimiento el proceso como
expresión del derecho constitucional de peticionar ante las autoridades. El
juez ejerce el poder de jurisdicción y el demandado ejerce el legítimo
derecho de defensa. Asimismo, todos ellos precisan condiciones subjetivas
de actuación. El juez y el ministerio público deben ser designados conforme
preceptos constitucionales y estructurados de acuerdo a leyes orgánicas.
Los particulares deben contar con capacidad y legitimación reconocida y
pueden intervenir a través de sus apoderados o representantes.

Por último, los sujetos eventuales comprenden los auxiliares del tribunal y
el personal subalterno que colabora con el oficio judicial en calidad de
secretarios letrados, prosecretarios, jefes de despacho y demás auxiliares.
También comprende a patrocinantes, testigos, peritos, etc.

• El elemento teleológico atiende a las expectativas colectivas de la


sociedad y a los intereses individuales de las partes. En el primer
sentido, el fin principal de cualquier proceso, sea de naturaleza civil,

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penal o familiar, se identifica con la obtención de una sentencia
justa, ya que al dictarla se restablece el orden jurídico alterado y la
realización del valor justicia. Desde el punto de vista individual el fin
consiste en la obtención de una sentencia favorable o
desestimatoria.

De todas formas, el propósito fundamental de cualquier proceso está dado


por la tutela general en la realización del derecho objetivo sustancial en
casos concretos con el fin de obtener la armonía y la paz social.

Naturaleza jurídica
Para dilucidar cuál es la esencia del proceso judicial habrá que atender a la
naturaleza jurídica del mismo. En tal sentido se ha desarrollado una escuela
privatista y otra científica pública. Se enrolan dentro de la primera, las
teorías contractualistas y la teoría del cuasicontrato, mientras que integran
la escuela científica pública las teorías de la relación jurídica, de la situación
jurídica y de la institución jurídica.

a) Teoría contractualista: es la más antigua. Según ella, la esencia del


proceso está en un convenio que celebraban actor y demandado y que
luego plasmaban en una fórmula que presentaban al magistrado.
Posteriormente, el magistrado se pronunciaba sobre el contenido de la
fórmula y no sobre los derechos primitivamente alegados por las partes.
Las principales críticas apuntan a señalar que frecuentemente el
demandado no concurre al proceso (rebeldía) o es llevado contra su
voluntad (imputado en el proceso penal). Sólo tiene valor histórico.

b) Teoría cuasicontractualista: intenta purgar los defectos de que adolecía


la tesis previa. Justifica cómo el proceso tiene efectiva vigencia incluso en
ausencia o sin el consentimiento de ambas partes a partir de una operación
de descarte. La fuente de las obligaciones eran el contrato, el
cuasicontrato, el delito y el cuasidelito. Atento que el proceso no tenía
naturaleza de contrato, delito o cuasidelito, sólo quedaba la chance de
entenderlo como cuasicontrato.

c) Teoría de la relación jurídica: como primera manifestación de las


escuelas científicas y públicas del derecho procesal aparece esta tesis cuyo
principal exponente fue Von Bullow y sostiene que la fuente de los
derechos y obligaciones de las partes deriva de la propia ley. La relación
entre los sujetos es netamente procesal y autónoma con respecto a la
relación sustancial que puede no existir sin que por ello la procesal pierda
su objeto. La vinculación procesal nace y muere con el proceso, es pública,
compleja, autónoma y teleológica. Pública porque se desarrolla ante un
juez que es un sujeto público que tiene la obligación de proveer al trámite
y resolver incluso ante silencio de la ley; compleja en cuanto la relación se

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produce entre varios sujetos y abarca múltiples derechos y obligaciones;
autónoma en relación con el derecho sustancial y teleológica ya que
persigue fines preeminentemente públicos. Se le critica porque habla de
derechos y obligaciones dejando de lado las facultades de los sujetos
procesales, por ello es preferible conceptualizar como facultades y
deberes.

d) Teoría de la situación jurídica: tesis esgrimida por James Goldschmidt,


quien parte de negar la existencia de una relación jurídica. En el proceso no
hay relación sino una situación jurídica que se define como un complejo de
meras posibilidades de obrar, expectativas y cargas. La confianza de llegar
a una sentencia favorable y la posibilidad de llegar a ella mediante el
cumplimiento de un acto procesal constituyen los llamados derechos
procesales. Al ser expectativas representan situaciones jurídicas, estados
de una persona desde el punto de vista de la sentencia que se opera
conforme a la ley. Esta teoría aportó la distinción entre derecho, carga y
deber pero hace perder la noción de la unidad del proceso. El fin del
proceso no es el beneficio de una de parte sino la actuación del derecho o
el restablecimiento del orden jurídico alterado por la violación de una
norma o por último, la justicia.

e) Teoría de la institución jurídica procesal: enunciada por Guasp, quien


define al proceso como una organización jurídica que está como tal, al
servicio de una institución o idea común objetiva representada por la paz
social y la justicia a la que adhieren los distintos sujetos. Hay en esta tesis
dos ideas centrales, la idea objetiva común y la voluntad de los particulares
que adhieren. Se le critica haber colocado a los sujetos en una relación de
subordinación cuando en realidad ambas partes tienen igualdad de
posibilidades.

Objeto y contenido
Objeto del proceso es la actividad del juez por la cual ante la pretensión del
actor y la contrapretensión del demandado, aplicando las reglas de la sana
crítica racional y de la lógica formal, se analizan los hechos afirmados por el
actor y contradichos por el demandado a la luz de las pruebas rendidas,
llegando a una sentencia definitiva.

El contenido del proceso está dado por las pretensiones o declaraciones de


voluntad cuyo acogimiento se intenta obtener. El actor al ejercer la acción,
y el demandado al contestar o interponer excepciones, formulan una
declaración de voluntad de tipo imperativo amparada por la ley y exigiendo
al juez que se pronuncie sobre la existencia o inexistencia de una
obligación determinada. Luego el juez aplica el derecho acogiendo una y
restableciendo el orden jurídico alterado.

15
En el desarrollo del contenido procesal, Claria Olmedo distingue diferentes
categorías y situaciones jurídicas:
a) Atribución facultativa: facultad que compete al actor para accionar
en el campo del proceso civil y obtener una satisfacción.

b) Atribución impuesta: exigencia legal que tiene el juez frente al


proceso, ya que dicho funcionario tiene la obligación de pronunciarse
ante el simple requerimiento de la parte.

c) Sujeción impuesta: situación que requiere la actuación del sujeto por


razones que atienden al interés público (v.gr. posición de testigo que
tiene la carga pública de comparecer, declarar y decir la verdad).

d) Sujeción facultativa: tiene como significación satisfacerse a sí mismo


para prevenir un perjuicio futuro. En ella se encuentra la carga procesal,
que es un imperativo del propio interés. Es una situación jurídica
instituida en la ley, consistente en el requerimiento de una conducta de
realización facultativa normalmente establecida en interés del propio
sujeto y cuya omisión trae aparejada una consecuencia desfavorable
para él. Ante el incumplimiento de la carga no existe sanción, sino tan
solo importará para el remiso posicionarse en un plano desfavorable (ej.
la falta de contestación de la demanda o falta de ofrecimiento de prueba
no tienen una sanción jurídica, pero traen aparejado perjuicio para la
parte que deje de hacerlo). Se diferencia de la carga pública porque en
esta puede haber coacción sobre el sujeto, mientras que en la carga
procesal sólo se realiza una conminación o advertencia de que se puede
perjudicar.

En el proceso penal y en aquellos en que rige el impulso procesal de


oficio la existencia y rigor de la carga procesal se diluye porque ella sería
una forma de manifestación sui generis emparentada con la negligencia.
(Claria Olmedo, Jorge, Derecho procesal, Depalma, Bs. As., t. I, 1982, p.
170.)

2.2. Presupuestos procesales y


sentenciales. Aplicación.

Son presupuestos procesales aquellos que determinan el


nacimiento válido del proceso, su desenvolvimiento y normal
culminación con la sentencia. Son requisitos previos al
proceso sin los cuales no puede ser iniciado válidamente.
Se distinguen de los presupuestos sustanciales porque éstos hacen a las
pretensiones de las partes. Para demandar no es necesaria la existencia de

16
un derecho sustantivo real, basta con la creencia que se tiene ese derecho,
por ello, la falta de un presupuesto procesal no afecta el derecho sustancial
expuesto en la pretensión. Estos presupuestos deben ser examinados antes
de resolverse sobre el fondo dado que la falta de cualquiera de ellos
invalida el pronunciamiento.

Entre los presupuestos procesales, la doctrina mayoritaria acepta la


siguiente clasificación:

a) Competencia del Tribunal: se funda en los límites territoriales,


materiales y funcionales establecidos por la ley para que el juez ejerza su
jurisdicción. La competencia territorial se divide entre jurisdicción nacional
y provincial y dentro de cada una de ellas la competencia encuentra
fundamento en la división del trabajo, en la especialización y en la
necesidad de que el juzgador se encuentre lo más cerca posible del lugar
de los hechos.

b) Capacidad procesal de las partes: es una capacidad de hecho o de obrar


y se relaciona con la aptitud para poder realizar eficazmente los actos
procesales de parte. Es el requisito en virtud del cual debe mediar una
coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el proceso y
las personas a las cuales la ley habilita para requerir (actor) y contradecir
(demandado) respecto de la materia sobre la cual versa el proceso. En el
supuesto de incapacidades como la de los menores, dementes,
sordomudos o ausentes, la ley autoriza que concurran a juicio con sus
representantes. No debes olvidarse que en la materia rige la máxima por la
cual la capacidad es la regla y la incapacidad la excepción.

c) Observancia de los requisitos de forma: todo planteo debe efectuarse


respetando las formalidades establecidas por la ley a tal efecto (art. 175 y
176 C.P.C.; arts. 315 y 316 C.P.P.).

Por su parte, son presupuestos sentenciales las condiciones


que hacen que el juez pueda dictar válidamente sentencia.
Se requiere la realización de un procedimiento previo y
completo, por su forma y grado, para lograr el
pronunciamiento de la resolución final.
Éste tampoco debe encontrarse impedido por la existencia de obstáculos a
su promoción: así, por ejemplo la existencia de privilegios constitucionales,
la omisión de acusación o de denuncia en delitos de instancia privada, la
ausencia de dictamen del asesor de menores o incapaces cuando éste ha
sido impuesto por ley.

El trámite debe haberse desarrollado con sujeción a las formas esenciales


establecidas en la ley (idioma y documentación) y hallarse en un estado tal

17
que permita el pronunciamiento de una sentencia válida por haberse
cumplido las etapas que son inevitablemente previas y necesarias
(introducción de las cuestiones, prueba y discusión en el proceso escrito;
debate en el proceso oral).

Desde otro punto de vista, los presupuestos sentenciales se identifican con


las pretensiones sustanciales del actor y el demandado en el proceso civil y
del imputado en el proceso penal. Son los requisitos necesarios para que el
juez pueda proveer al fondo de la cuestión.

• Los presupuestos sentenciales en una resolución favorable al actor


son:

a) existencia real de la relación jurídica sustancial pretendida;

b) prueba en legal forma de la situación de hecho relevante que sirvió de


causa;

c) exigibilidad del derecho que no se encuentra sometido a plazo o


condición suspensiva;

d) petición adecuada al derecho que se tenga, porque puede tenerse el


derecho y haberse probado, pero si se ha pedido cosa distinta se obtendrá
sentencia desfavorable;

e) haber enunciado en la demanda los hechos esenciales que sirven de


causa jurídica a las pretensiones, ya que su falta ocasiona el fracaso en la
sentencia. Aunque se tenga el derecho, el juez debe basar su decisión en
tales hechos.

• Por su parte, constituyen presupuestos de la sentencia favorable al


demandado: alegar las excepciones cuando así lo exija le ley y
acreditarlas, también podría esgrimirse la simple ausencia de
alguno de los presupuestos del éxito de la demanda.

Esta posición vincula los presupuestos sentenciales con la cuestión de


fondo, con la calidad e idoneidad para actuar como actor o demandado,
con la capacidad de ambos, con el interés sustancial en la obtención de la
sentencia y con la existencia de una petición presentada en forma clara y
concreta que no haya sido impugnada por objeciones como la cosa juzgada
o la litis pendencia.

En relación con las sentencias penales, son presupuestos:

a) adecuada imputación en la acusación fiscal al iniciar el enjuiciamiento;

b) prueba diligenciada en legal forma y referida a la existencia de los


hechos delictuosos que se investigan;

18
c) que esos hechos sean precisamente los imputados al tiempo de la
promoción de la acción;

d) que no haya causas de justificación, inculpabilidad, inimputabilidad o


que excluyan la responsabilidad penal.

Los presupuestos sentenciales en cualquier materia se dirigen al fondo de


la cuestión y obstan al dictado de una sentencia favorable a las
pretensiones de los sujetos. Mientras la ausencia de presupuestos
procesales impide que el juicio pueda tramitarse válidamente, los
requisitos sentenciales atacan a la pretensión e impiden que las partes
obtengan una resolución favorable a sus pretensiones. Para obtener
sentencia favorable es indispensable tener derecho, pero también es
necesario demostrarlo y probarlo.

2.3. Etapas en el procedimiento civil,


penal, de familia y laboral.
Si bien el proceso judicial es un fenómeno único, en la vida jurisdiccional se
manifiesta a través de diversos procedimientos que se estructuran de
manera diferente teniendo en cuenta: el derecho de fondo que se
pretende realizar, el sistema procesal elegido y la necesidad de imponer
determinada forma organizativa a los tribunales. En tal sentido, en el
proceso civil, que se rige por el sistema dispositivo, las etapas están
estructuradas en forma precisa y determinada, mientras que aquellos
procesos que optan por la oralidad en instancia única (penal, laboral y
familiar), las etapas no se distinguen con tanta nitidez.

ETAPAS EN EL PROCEDIMIENTO CIVIL


En el fuero civil, el proceso tipo por excelencia es el juicio declarativo
ordinario, este tiene por objeto que una pretensión inicialmente incierta
sea conocida a fondo por el tribunal que entiende en la causa mediante la
recepción de la prueba pertinente y luego dicte sentencia de mérito,
decidiendo en forma definitiva la cuestión. Es la vía de mayor amplitud
para resolver contiendas o conflictos y se caracteriza por el efecto de cosa
juzgada material que suscita la resolución final.

Palacio define al proceso civil de conocimiento u ordinario como aquel que


tiene por objeto una pretensión tendiente a que el órgano judicial dilucide
y declare, mediante la aplicación de las normas pertinentes a los hechos
planteados y (eventualmente) discutidos, el contenido y alcance de la
situación jurídica existente entre las partes.

19
El juicio ordinario por lo general y sin perjuicio de ciertas excepciones,
consta de cuatro etapas esenciales: la introductoria, la probatoria, la
discusoria y la decisoria. También hay etapas eventuales que pueden
plantearse o no: medidas preparatorias, cautelares, impugnativas y de
ejecución de sentencia. Cada acto procesal se debe llevar a cabo de una
manera lógica, no se cumple en cualquier momento, sino que lleva una
ilación, agrupándose en etapas o fases de desarrollo que tienen, cada una,
una finalidad propia que contribuye al fin último.

a) Etapa Introductoria

En esta etapa las partes hacen conocer al órgano jurisdiccional la existencia


del conflicto a través de sus respectivas versiones acerca de la cuestión,
quedando delimitada la plataforma fáctica del juicio.

El actor deduce demanda en la cual efectúa las afirmaciones de hechos


jurídicamente relevantes y sobre la base de las cuales solicitará la tutela del
derecho que invoca. Luego, el demandado debe contestar la demanda
ejerciendo de esta forma su derecho de defensa, en el plazo de diez días
(art. 493 C.P.C.). Ésta debe versar sobre cada uno de los puntos de la
demanda, negando o reconociéndolos, debe realizarse con claridad porque
en caso de ambigüedad puede constituirse en una presunción de
reconocimiento de los hechos afirmados en la demanda (art. 192 C.P.C.).
También es la única oportunidad en que el demandado puede oponer
excepciones dilatorias en forma de previo y especial pronunciamiento y
reconvenir.

Concluida esta etapa, si se ha producido controversia respecto de los


hechos afirmados por cada una de las partes, se abrirá una segunda etapa.

b) Etapa probatoria

Es el momento en el cual cada una de las partes deberá demostrar la


veracidad de sus afirmaciones, introduciendo en la causa elementos de
convicción tendientes a probar hechos invocados en la demanda y su
contestación. Puede presentarse como no esencial si los hechos no fueran
controvertidos.

Se inicia con el decreto de apertura a prueba y comprende recepción de


audiencias, peritajes, inspecciones oculares, diligenciamiento de oficios,
etc. En ella participan todos los sujetos procesales y en especial los órganos
de prueba (testigos, peritos, intérpretes, etc.).

Esta fase se encuentra dominada por plazos perentorios fatales (art. 49,
inc. 4 C.P.C.).

20
Por último, según dispone el art. 498, el plazo ordinario de prueba asciende
a cuarenta días pero el juez podrá designar uno menor que se podrá
prorrogar hasta completar aquel, sin necesidad de causa justificada. Existe
un plazo extraordinario mayor a cuarenta días reservado para casos
especiales cuando la prueba deba rendirse fuera de la provincia, ya sea
dentro de la República o en el extranjero (art. 499 C.P.C.). La etapa
probatoria concluye con el decreto que ordena correr traslados para
alegar.

c) Etapa discusoria

Es una etapa de plena discusión entre las partes representada por los
alegatos. Cada parte aportará los elementos que estime necesarios para
convencer al juez de que le asiste la razón. También se interpretará la ley y
se acompañarán los argumentos jurídicos, doctrinarios y jurisprudenciales
que avalen su posición y en su caso, destacarán también la ausencia de
elementos probatorios corroborantes de los hechos afirmados por la
contraria. Se debate sobre la totalidad de lo sustanciado durante el
procedimiento.

En el proceso ordinario los alegatos se realizan en forma de traslados de ley


por su orden (art. 497 y 505 C.P.C.) por seis días sucesivamente a cada
litigante, reservándose los escritos en secretaría hasta el decreto de autos.
Esto significa que los alegatos de cada parte no son públicos y no se
agregan al expediente hasta que se ordene el llamamiento de autos para
definitiva. Sólo se deja una constancia de su presentación mediante una
certificación puesta por el secretario.

d) Etapa decisoria

Comienza con el decreto de autos y concluye con la sentencia (art. 506 y


121, inc. 3 C.P.C.). A partir de este momento concluye la actividad de las
partes y es el juez quien asume el expediente para pronunciarse sobre la
controversia, declarando los hechos y aplicando el derecho.

Desde que el decreto de autos queda firme hasta el momento que se dicta
sentencia, el juez puede ordenar las llamadas medidas para mejor proveer
que tienen como finalidad aclarar o completar algún aspecto de los hechos
que no surja con nitidez de la prueba incorporada (art. 325 C.P.C.).

La sentencia es el modo normal de conclusión del proceso, es un acto


formal, de características documentales y que es propio de la jurisdicción.
Esta decisión final debe responder al principio de congruencia, plenitud y
vastedad. El juez debe resolver sobre la base de los hechos fijados en los
escritos de la etapa introductiva, teniendo en cuenta los que efectivamente

21
han sido acreditados por las partes y deberá contener decisión expresa
sobre cada uno de los puntos sometidos a su decisión (arts. 326 a 331
C.P.C.). De la misma manera, la Constitución de la Provincia de Córdoba en
su artículo 155 exige que toda resolución contenga fundamentación lógica
y legal.

De las cuatro etapas referidas, son esenciales la introductoria de las


cuestiones y la resolutoria, las otras dos son importantes pero no
esenciales. Si la cuestión debatida es de puro derecho, no habrá hechos
controvertidos y por ende no habrá etapa probatoria, en tanto no hay
hechos que probar. Del mismo modo, en ciertos tipos de procedimientos
como el abreviado, la etapa discusoria está ausente (art. 514 C.P.C.).

Al margen de las cuatro etapas mencionadas que en el juicio ordinario son


esenciales, existen otras tantas que tienen carácter de eventuales, tales
como:

1) etapa de medidas preparatorias;

2) etapa de cautelares anteriores a la demanda;

3) etapa de ejecución de sentencia y

4) etapa impugnativa.

1) Dentro de la primera etapa encontramos las medidas preparatorias


propiamente dichas, que están previstas con el fin de obtener datos que
resultan de conocimiento indispensable para que el actor en el futuro
pueda plantear correctamente su demanda. Configuran casos de
excepción, son de interpretación restrictiva e implican para quien las
propone la carga de demandar o de concretar la pretensión dentro de los
treinta días de su realización bajo apercibimiento de caducidad. Se
encuentran previstas en el artículo 485 de nuestro código de rito y entre
ellas puede mencionarse a la declaración jurada del futuro demandado
sobre hechos relativos a su personalidad y sin cuyo conocimiento no sea
posible promover el juicio (inc. 1); la exhibición de la cosa mueble que
fuere objeto del pleito (inc. 2), o de algún testamento cuando el solicitante
se crea heredero, coheredero, legatario o albacea (inc. 3); se nombre tutor
o curador para el juicio de que se trate (inc. 7); se practique mensura del
inmueble objeto de la demanda (inc. 8); entre otros.

Un artículo después se encuentran reguladas las medidas de prueba


anticipada que también integran esta primera etapa eventual, ya que
pueden recepcionarse previo a la interposición de la demanda. Su finalidad
es la de preservar elementos de prueba cuando quien pretenda demandar
o quien con fundamento prevea ser demandado, tuviere motivos para
temer que la producción de las pruebas que se indican pudiere resultar

22
imposible o muy dificultosa en el período respectivo. Las pruebas a las que
hace mención son: la declaración de testigos de muy avanzada edad,
gravemente enfermos o próximos a ausentarse del país; el reconocimiento
judicial y dictamen pericial para hacer constatar la existencia de
documentos o el estado, calidad o condición de personas, cosas o lugares y
el pedido de informes o copias a entes privados, a reparticiones públicas o
registros notariales.

2) Una segunda etapa eventual se integra por la posibilidad de ordenar


medidas cautelares antes de la promoción de la demanda (arts. 466 C.P.C.
y 231 C.C.).

3) La etapa ejecutoria también tiene el carácter de eventual y tiene lugar a


solicitud de parte interesada cuando el demandado no se hubiere avenido
a cumplir voluntariamente la sentencia condenatoria. La resolución debe
encontrarse firme y haber pasado en autoridad de cosa.

4) Por último, cuando alguna de las partes o ambas se sientan perjudicadas


por lo resuelto en sentencia, dará comienzo la etapa impugnativa que les
permite interponer recursos ordinarios o extraordinarios para lograr la
revocación o anulación de la sentencia.

ETAPAS EN EL PROCESO PENAL


En este proceso se distinguen dos etapas bien diferenciadas: la
investigación penal preparatoria y el juicio plenario.

1. La investigación penal preparatoria se encuentra prevista en el Libro


Segundo, Título I (Procedimiento), Capítulo I (Disposiciones generales) del
C.P.P. El artículo 301 establece que la investigación penal preparatoria
procede cuando se trate de delitos de acción pública, en cuyo caso la
titularidad de la misma recae en cabeza del Fiscal de Instrucción, salvo que
el imputado goce de algún privilegio de índole constitucional, en cuyo caso
estará a cargo del Juez de Instrucción (art. 340 C.P.P.). En el caso de delitos
de instancia privada, la investigación también corresponde al Fiscal de
Instrucción, pero la investigación no procede de oficio sino a instancia de la
víctima, de su tutor, guardador o representantes legales, salvo cuando el
delito fuere cometido contra un menor que no tenga padres, tutor ni
guardador, o que lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o guardador.
(arts. 72 C.P. y 6 C.P.P.).

La finalidad de la investigación penal preparatoria (art. 302 C.P.P.) es


impedir que el delito cometido produzca consecuencias ulteriores y reunir
las pruebas útiles para dar base a la acusación (art. 355 C.P.P.) o
determinar el sobreseimiento (art. 350 C.P.P.).

23
Tiene por objeto comprobar si ha existido un hecho delictuoso, establecer
las circunstancias que califiquen el hecho, lo agraven, atenúen o
justifiquen, o influyen en la punibilidad, individualizar a sus autores,
cómplices e instigadores, verificar la edad, educación, costumbres,
condiciones de vida, medios de subsistencia y antecedentes del imputado y
comprobar la extensión del daño causado (art. 303 C.P.P.).

El Fiscal de Instrucción carece de potestades jurisdiccionales, por ello, ante


la necesidad de ejercicio de alguna de ellas como el allanamiento de
morada, la intervención de comunicaciones o la disposición de embargos,
debe requerir necesariamente la orden del juez de instrucción.

2. La segunda etapa es la fase del juicio oral y público. Se desarrolla en base a


una acusación que delimita los extremos fácticos de la imputación delictiva
y tiene por objeto la plena discusión entre las partes y la decisión definitiva
acerca del fundamento de las pretensiones que se han hecho valer (la
penal y eventualmente, la civil).

Esta fase es esencial, plenamente contradictoria, pública y puede


subdividirse en tres momentos:

a) el preparatorio del debate: es escrito y en él se ofrecen las


pruebas, se interponen las excepciones a que hubiera lugar y se
establece la fecha de la primera audiencia de debate.

b) el debate propiamente dicho: se desarrolla oralmente, se produce


la prueba (recepción de testimonios, prueba pericial, etc.) y las partes
intervinientes alegan, también en forma verbal.

c) la sentencia: fase culminante en la cual el tribunal de juicio


aplicando los principios de la sana crítica racional resuelve las
cuestiones planteadas y aplica la ley penal sustantiva.

El juicio común se desarrolla ante tribunales colegiados o en salas


unipersonales si se tratare de cuestiones que no resulten complejas y
siempre que el imputado no requiera la constitución íntegra del tribunal.

El proceso penal prevé algunas etapas eventuales como son:

• la fase impugnativa (oposiciones, recursos ordinarios y


extraordinarios)

• y la fase ejecutiva,

llevada adelante por el juez de ejecución penal, quien brega por el respeto
de las garantías constitucionales en el trato otorgado a los condenados y a
las personas sometidas a medidas de seguridad, controla el cumplimiento
por parte del imputado de las instrucciones e imposiciones establecidas en
los casos de suspensión del juicio a prueba, libertad condicional y condena

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de ejecución condicional, conoce de los incidentes que se susciten durante
la ejecución de la pena y de las peticiones que presentaran los condenados
a penas privativas de la libertad (art. 35 bis C.P.P.).

ETAPAS EN EL PROCESO LABORAL


El proceso laboral presenta dos fases esenciales y bien definidas: la de
instrucción-conciliación y la de juicio.

• La primera de ellas se lleva a cabo por ante el juez de conciliación que


cumple las funciones de un juez instructor. Ante él se traba la litis en la
audiencia de conciliación y recibe y despacha la prueba con excepción de la
confesional, testimonial e inspección ocular, que deben ser diligenciadas
por ante el tribunal de juicio.

El trámite del proceso se lleva adelante con impulso procesal de oficio, esto
es, promovida la demanda por el actor, el trámite continúa sin
requerimiento de parte.

El juez tiene competencia para resolver cuestiones incidentales que se


planteen durante el desarrollo de la etapa de instrucción en las que opera
como tribunal de alzada la Cámara del Trabajo.

El juez de conciliación también tiene competencia para ordenar medidas


cautelares.

• La segunda y principal etapa es la del juicio oral, público y continuo que se


desarrolla ante la Cámara del Trabajo, ésta presenta una estructura
colegiada aunque también puede entender en salas unipersonales.

Esta fase comprende lo que se denomina “audiencia de vista de causa” en


la que se recepcionan las pruebas oralizadas y los alegatos. El tribunal
resuelve en forma definitiva sobre las pretensiones vertidas por las partes.

Las etapas eventuales que pueden señalarse son las de ejecución de


sentencia y la impugnativa.

También existe en ciertos casos una etapa prejurisdiccional administrativa


que se desarrolla por ante el Ministerio de Trabajo.

La etapa impugnativa se abre con la admisión del recurso de casación que


debe ser interpuesto ante el tribunal que dictó sentencia.

La etapa ejecutiva representa una excepción al principio de oficialidad ya


que debe desarrollarse a instancia de parte, ante el juez de conciliación y
se rige por las normas del C.P.C. que actúa como ley supletoria.

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ETAPAS EN EL PROCESO FAMILIAR

En la ciudad de Córdoba, el proceso de familia se encuentra instrumentado


por ley nº 7676 que prevé una etapa prejurisdiccional previa y de tránsito
obligatorio para cierto tipo de asuntos. Ella tiene lugar ante un funcionario
especial, el asesor de familia, cuya función primordial es la de avenir a las
partes para lograr un acuerdo. Esta fase previa puede también ser
cumplida en los centros de mediación públicos o privados, por tal motivo,
los sujetos involucrados en el conflicto familiar podrán acudir a la
utilización de esta técnica y en ese caso, la ley tiene por cumplida la etapa
prejurisdiccional.

El juicio común presenta dos grandes momentos que se cumplen ante


órganos diferentes: el juez y la Cámara de Familia.

Fracasada la etapa prejurisdiccional se abre una etapa intrajurisdiccional


conciliatoria, que se desarrolla ante el juez de familia. Ella abarca los actos
de demanda, reconvención y sus respectivas contestaciones, todo lo que se
cumple en un solo acto conocido como la audiencia establecida por el art.
60 de la ley del fuero. También comprende el ofrecimiento y
diligenciamiento de la prueba, salvo la prueba oralizada que es recibida por
la Cámara de Familia.

La segunda etapa o audiencia de vista de causa se desarrolla ante la


cámara de familia. Se trata de un acto oralizado donde se reciben las
pruebas de testigos, se interrogan a las partes y es posible requerir a los
peritos aclaraciones o ampliaciones de sus informes. Luego se pasa al
momento crítico de la prueba que se cumple en los alegatos de las partes y
por último, el tribunal pasa a deliberar y dicta sentencia.

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Unidad 3 - Reglas
constitucionales del
proceso.
3.1 Bases constitucionales.
Interpretación del Poder Judicial.
Juicio previo. Juez natural.
Inviolabilidad de la defensa en juicio.
Igualdad ante la ley. Otras.
El artículo 1 de la C.N. establece que la Nación Argentina adopta para su
gobierno la forma representativa, republicana y federal. Ello permite inferir
además de la forma jurídica que asume el Estado, su organización y los
denominados derechos fundamentales de los individuos.

Por su parte, el artículo 5 impone a cada Provincia el deber de organizar su


administración de justicia respetando las reglas de la Constitución
Nacional. En virtud de lo expuesto, coexisten en nuestro sistema judicial
dos órdenes que corresponden uno al nacional federal y otro al de cada
provincia.

Consecuentemente, la Constitución Nacional es la fuente primaria de


realización del derecho, ubicada en la cúspide de la cual descienden todas
las demás normas realizadoras. Las provincias están obligadas a conformar
sus constituciones locales y demás normas jurídicas que dictaren a esa ley
suprema y a su vez, la Constitución de cada provincia es la ley suprema
frente a las otras normas que dictaren las autoridades del gobierno
provincial o de los distintos municipios o comunas. En tal sentido establece
el artículo 28 de la C.N.: “las declaraciones, derechos y garantías
proclamados por la Constitución no pueden ser alterados por las leyes que
reglamente su ejercicio”.

Atento lo expuesto, se observa que la construcción del modelo refleja un


escalonamiento jerárquico entre las diferentes normas que la integran y es
allí donde detectamos las normas realizadoras procesales que sirven a las
sustanciales y permiten abrir las puertas de los tribunales para obtener el

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respeto del derecho de fondo. De este modo se consagra el acceso a la
justicia o derecho a la jurisdicción.

Independencia del Poder Judicial


La Constitución sienta principios de neto corte procesal a los cuales deben
acomodarse las leyes nacionales y provinciales y que los jueces tienen el
deber de respetar aun cuando contraríen disposiciones expresas de las
leyes. Ello da origen a la facultad del juez para declarar la
inconstitucionalidad de una ley en un caso concreto. Esto es lo que se
conoce como el control de constitucionalidad de las leyes, que se
fundamenta en el art. 31 C.N. Cualquier juez, ya sea de la Nación o de las
provincias, ejerce ese control ante la vulneración de un derecho individual
o de incidencia colectiva.

De acuerdo al régimen republicano de gobierno, el Poder Judicial es


independiente de los demás poderes del estado.

Esa independencia es fundamental para asegurar la imparcialidad del


tribunal en cumplimiento de la función jurisdiccional y significa que los
órganos de la justicia no pueden estar subordinados a ninguna autoridad
del Poder Ejecutivo o del Legislativo. Permanece ajeno a los vaivenes de la
política, con autonomía de criterio a la hora de resolver. La única sujeción
admisible es la ley misma, no habiendo ataduras de índole moral o material
a ninguna autoridad.

Hacen a la imparcialidad del Poder Judicial los siguientes artículos de


nuestra Carta Magna: art. 109, “en ningún caso el presidente de la Nación
puede ejercer funciones judiciales...”; art. 110, “ los jueces conservarán sus
empleos mientras dure su buena conducta, y recibirán por sus servicios una
compensación que determinará la ley y que no podrá ser disminuida en
manera alguna, mientras permanecieren en sus funciones”. También su
forma de designación a través de un Consejo de la Magistratura que debe
convocar a concurso público y que luego efectúa una propuesta en ternas
vinculantes para la designación de los magistrados de los tribunales
federales inferiores, quienes luego son nombrados por el presidente de la
Nación con acuerdo del Senado, coadyuva a la independencia (art. 114,
incs. 1 y 2). En la provincia de Córdoba la designación de los jueces y
representantes del Ministerio Público recae también, en el Consejo de la
Magistratura.

Juicio previo.
Reza el artículo 18 de la Constitución Nacional en su primera parte:
“Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado
en ley anterior al hecho del proceso...”.

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Desglosando la anterior concepción se puede comenzar estableciendo que
cuando se hace referencia a penado, significa condena. Refiere a una
imposición establecida por sentencia, siendo comprensiva tanto de la
condena criminal como de la civil.

El término juicio previo alude al proceso o a la sentencia, como resultado


final de un proceso. No es equivalente a proceso sino que comprende un
juicio lógico integrado por tres elementos: tesis, demanda de acusador o
actor, antítesis, contestación del imputado o demandado y síntesis, la
resolución contenida en la sentencia del juzgador, que debe referirse al
hecho del proceso y fundarse en el derecho.

Por último, la mención a ley anterior al hecho del proceso, implica que el
juicio debe ser previo a la sanción, no al hecho que motiva el proceso, pero
éste debe fundarse en una ley que sí tiene que ser anterior al hecho del
proceso. El desarrollo lógico y cronológico es el siguiente:

1) ley que prevé y sanciona el hecho;

2) el hecho captado por la ley y que provoca el proceso;

3) el proceso que contenga la imputación o atribución responsable de ese


hecho y la audiencia del perseguido;

4) la sentencia condenatoria conclusiva del proceso;

5) la ejecución de la pena impuesta en esa sentencia, si es firme.

El principio constitucional de juicio previo tiene honda repercusión en el


proceso penal por vigencia del aforismo nulla poena, nullum crimen sine
lege praevia, que exige para condenar la adecuación del hecho criminal con
el tipo legal. Encierra tres subprincipios, el de reserva penal, el
indispensabilidad del proceso previo y el del estado de inocencia.

Juez natural.
El artículo 18 referido también contiene el principio del juez natural al
establecer que ningún habitante de la Nación puede: “... ser juzgado por
comisiones especiales o sacado de los jueces designados por la ley antes del
hecho de la causa...”.

Juez natural es el juez u órgano jurisdiccional designado por la ley


anteriormente al hecho que provoca el proceso.

No son jueces naturales y por lo tanto están prohibidos, los siguientes:

• Jueces ex post facto, creados con posterioridad al hecho. Para cada


perseguido judicialmente sólo deber haber un tribunal con

29
competencia determinada de antemano, objetiva e
imparcialmente.

• Jueces ad hoc, creados para juzgar determinados hecho o casos.

• Comisiones especiales: tribunales extraordinarios que sin ser


competentes por no formar parte del Poder Judicial del Estado,
intervienen o deciden en un proceso dado. Son creados de manera
inconstitucional.

Lo que se impone es un tribunal permanente, en el que aunque se


sustituyan los jueces que lo personifican, sigue siendo juez natural (ej.
jubilación del juez) y un tribunal competente, que al contrario de la
comisión especial, aplique el principio de generalidad. La función
jurisdiccional debe ser ejercida por magistrados instituidos previamente
por la ley para juzgar una clase de asuntos o una categoría de personas.

Inviolabilidad del derecho de defensa en juicio


Idéntica norma constitucional establece que es inviolable la defensa en
juicio de la persona y de los derechos, entendida como la potestad que
tienen el demandante y el demandado de defender sus derechos en el
proceso, en cualquier momento del desarrollo de este. Implica la
posibilidad de todo particular que intervenga en un proceso, ya sea como
actor, acusador o demandado de ser escuchado, de contradecir y de
ofrecer prueba.

El vocablo juicio tiene una significación objetiva referida al camino o


trámite para la realización de la justicia y no capta solamente lo que es el
juicio en sentido estricto, sino que se refiere a todo el proceso, asegurando
a cada una de las partes la posibilidad de postular sus respectivas
pretensiones. Presupone el proceso regular y legal, en el cual no se puede
condenar a quien no ha sido oído y como contrapartida, prohíbe la
declaración en contra de sí mismo.

La Corte Suprema de Justicia ha sentado que “la garantía de la defensa en


juicio requiere, por sobre todas las cosas, que no se prive a nadie,
arbitrariamente, de la adecuada y oportuna tutela de los derechos que
pudieren asistirle”. (Fallos, 267:228)

La defensa en juicio comprende la defensa técnica y la material. La material


supone reconocerle al justiciable el derecho de participar en la invocación
o defensa de sus intereses, mientras que la técnica importa establecer la
exigencia legal de un patrocinio letrado obligatorio y asegurarlo para el
caso de carencia de recursos.

30
Esta garantía se encuentra presente en cualquier tipo de proceso y
comprende diferentes subprincipios:

• el de la intervención en juicio,

• el de audiencia ante el tribunal,

• el de prueba de las cuestiones planteadas,

• el de asistencia técnica

• y el de igualdad de oportunidades.

La intervención en juicio, importa la irrestrictible oportunidad de todo


sujeto de derecho para comparecer ante el tribunal y hacer valer sus
derechos como pretendiente activo o pasivo, directamente o por
representación legítima, ya sea como actor, acusador, demandado o
perseguido.

La audiencia ante el tribunal funciona como impedimento para ser


condenado sin ser oído previamente.

La prueba de las cuestiones planteadas hace a la posibilidad de las partes


de acreditar los extremos fácticos que el tribunal habrá de asumir en el
proceso para la aplicación del derecho y fijación de los hechos.

La asistencia técnica implica la facultad de las partes para hacerse asesorar


durante el juicio por abogados y para el caso de pruebas específicamente
reguladas, por peritos controladores. Esta asistencia debe ser dejada a la
elección de las partes interesadas. En el proceso penal la asistencia técnica
es obligatoria y en el caso que el imputado no eligiere un abogado de su
confianza, el Estado le nombrará un defensor oficial.

Por último, el subprincipio de igualdad de oportunidades se refiere al


equilibrio con respecto a las oportunidades que deben tener las partes
para hacer valer sus derechos y garantías. Siempre que se otorga una
oportunidad a una parte, hay una análoga para la otra.

La garantía de igualdad está contemplada en el art. 16 de la C.N. y alude a


la igualdad racial, de rango social, laboral y principalmente, igualdad en el
aspecto de la justicia.

Si bien la ley predica que todos los hombres son iguales ante la ley, no se
desconoce que existen diferencias de persona a persona, ya sea de orden
físico o moral, por ello, es la propia ley que debe garantizar no excluirse o
prohibirse a unos lo que se concede o garantiza a otros en las mismas
condiciones.

31
Se trata de la igualdad de los iguales en iguales circunstancias.
Procesalmente implica que debe atribuirse a cada una de las partes
idénticas posibilidades de actuación en el proceso.

Algunas instituciones que abrevan en este principio son el beneficio de


litigar sin gastos, la asistencia técnica para los carentes de recursos, etc.

3.2. Tipos o sistemas procesales.


Dispositivo o inquisitivo. Acusatorio y
mixto. Oral o escrito. De instancia
única o plural.
Los sistemas procesales son los distintos modos de desenvolverse en el
proceso, examinado desde el punto de vista externo, y que tienen estrecha
vinculación con los principios formativos del proceso y la teoría de los actos
jurídicos procesales.

Sistema es una estructura orgánica diseñada por la ley teniendo en cuenta


ciertos principios o ideas rectoras que le imprimen caracteres que lo
definen.

Tratándose el proceso de una institución jurídica única, los sistemas o tipos


procesales son los modos de regular ese fenómeno y adecuarlo al criterio
jurídico-político imperante y a la naturaleza de las distintas cuestiones. De
esto resulta que el proceso es único pero los procedimientos son múltiples,
adoptando diferentes fisonomías o tipos.

La clasificación de los procedimientos depende de criterios políticos


relativos a la relación de los particulares entre sí y de éstos con el Estado, la
forma de satisfacer el interés público, etc. También depende de criterios
jurídicos relativos a la manera de garantizar el ejercicio de los derechos y
garantías constitucionales, como el derecho de defensa o el ejercicio de los
poderes de los órganos judiciales. Por último, entran en consideración
criterios económicos, relativos a la posibilidad de abaratar costos y reducir
el tiempo necesario para la obtención de una decisión final firme.

Caracteres:

a) Relatividad: significa que no hay tipos absolutos, sino prevalentes;

b) Neutralidad a los juicios de valor: los tipos procesales no son buenos ni


malos, ni justos, ni injustos en tanto se trata de formas metódicas con
cierto grado de abstracción. Entre dos sistemas no podemos decir que uno

32
sea mejor que otro, sino que uno sirve mejor que el otro para
determinados actos procesales.

c) Intercambiabilidad: en un ordenamiento pueden existir dos tipos


antagónicos, dependiendo del legislador, quien puede cambiarlos,
transferirlos o hacerlos coexistir.

Tipo dispositivo
• Se substancian pretensiones que no comprometen el orden público,
sino sólo el interés particular.

• Las partes son protagonistas.

• El juez es mero espectador hasta el momento de la decisión.

• El impulso del proceso queda en manos de las partes, que tienen la


facultad de fijar la cuestión fáctica y el poder de renunciar a ciertos
actos del proceso.

• Las partes fijan los términos exactos del litigio a resolver (la petición
deducida por el actor marca el límite de lo que el juez puede
otorgar en la sentencia).

• Las partes son las que aportan el material probatorio necesario para
corroborar sus afirmaciones.

Tipo inquisitivo
• Está involucrado el orden público.

• El juez es protagonista desde el principio.

• El juez tiene los poderes de actuar por si e investigar. Una vez que
nació el proceso, el tribunal debe seguirlo de oficio.

• Los hechos son todos aquellos que el juez considere útiles.

• El juez puede ordenar de oficio la producción e investigación de las


pruebas.

Ningún sistema se manifiesta de manera pura, sino que se presentan


combinaciones con una mayor o menor tendencia hacia lo dispositivo o
inquisitivo, dependiendo de las formas de organización y la evolución
sociocultural.

33
Sistema acusatorio
• Separa las funciones del Estado en materia penal e instituye junto al
juez al ministerio público.

• El juez deja de ser el protagonista de la búsqueda de la verdad y


deriva esa responsabilidad al ministerio público (órgano
requirente).

• Las partes se posicionan en un plano de igualdad y se diferencian


del juez, quien debe ser imparcial e independiente.

• El debate se realiza en forma pública y oral, regido por pautas éticas


y comprende las etapas de afirmación, reacción, confirmación y
alegación.

• El órgano jurisdiccional no puede impulsar la acción, sólo la


proyecta y le está vedado suplir la inactividad de los contendientes,
ni siquiera en el aspecto probatorio.

• La separación entre el juez (imparcial) y el acusador (investigador)


es el elemento más importante.

Sistema oral o escrito


El proceso oral es aquel en que los actos procesales se cumplen
prevalentemente mediante el uso de la palabra por sobre la escritura, en
estos casos, el tribunal solamente puede tener en cuenta el material
procesal enunciado oralmente en la audiencia.

En cambio, el trámite será escrito cuando el tribunal solamente pueda


tener en cuenta el material procesal suministrado bajo la formalidad o
recogido en actas. El tipo escrito supone que toda la actividad procesal sea
trasladada, sin excepción, a la expresión gráfica de la escritura que sirve
además de vehículo de expresión, de medio de conservación y
comunicación de la materia procesal.

No existen tipos orales o escritos puros ya que en una u otra secuencia


aparece el dominio de la palabra o de la escritura, por lo que puede
hablarse de prevalencia oral o escrita, lo cual no excluye la existencia de
actos escritos u orales en uno u otro sistema.

En la provincia de Córdoba, el proceso civil es escrito y se rige por reglas


absolutamente formales, mientras que la oralidad es propia de otras ramas
como la penal, laboral o de familia.

34
Ventajas del sistema oral:

• Inmediación: comunicación directa entre el juez, las partes y los


órganos de prueba.

• Favorece la recepción de la concentración procesal en la unidad


del debate oral. La concentración supone la reunión de la
mayor cantidad de actividad procesal en el menor número de
actos posibles.

• Acelera los trámites judiciales al dotarlos de sencillez en las


formas procesales y favorece el acortamiento de los tiempos
del proceso.

Ventajas del sistema escrito:

• Facilita el estudio y la reflexión de los jueces.

• Aleja peligros de la improvisación y la ligereza.

• Favorece la publicidad y la permanencia porque las actuaciones


quedan fijas y permanentes, por ello en cualquier momento
pueden ser reconstruidas y examinadas.

Dado que los sistemas no pueden encontrarse en estado puro y atento que
el interés social reclama soluciones rápidas y económicas, es que en la
actualidad se requiere de un sistema que conjugue la oralidad y la escritura
y así extraiga de uno y otro aquellos elementos valiosos para que sean
aprovechados en la actividad procesal.

Sistema de instancia única o plural


La doble instancia supone la existencia de dos órganos jurisdiccionales que
actúan con un orden de prelación y jerárquico en momentos diferentes.

El superior tiene el poder-deber de revisar, por vía de recursos ordinarios,


la apreciación de los hechos y la aplicación del derecho efectuada por un
juez de primer grado en su resolución.

El juez de primera instancia es competente desde la presentación de la


demanda hasta la resolución de mérito o sentencia, luego alguna o ambas
partes pueden interponer un recurso ordinario que abre la competencia
del tribunal de segunda instancia.

En nuestro país, por lo general, el trámite de doble instancia domina en los


procesos civiles, en tanto que la instancia única se identifica con el trámite
oral propio del proceso penal, familiar y laboral. En la doble instancia, el
juez de primera instancia actúa de manera unipersonal, mientras que el

35
tribunal de alzada lo hace de manera colegiada. Cuando el trámite es oral
el tribunal se integra con tres miembros aunque en la actualidad se admite
en casos excepcionales, la integración con salas unipersonales.

Las ventajas del sistema de doble instancia se encuentran en las mayores


garantías que ofrece el número de los componentes del tribunal de alzada
y por el superior criterio y experiencia de estos. Además de ello, la revisión
permite que las partes aporten, en ciertas circunstancias, nuevos
elementos de prueba omitidos en la primera instancia.

Por su parte, los defensores de la oralidad en única instancia argumentan


en su favor la agilidad y la vigencia de la inmediación.

3.3. Principios o reglas que gobiernan


el proceso. Publicidad. Oralidad.
Inmediación. Autoridad. Bilateralidad o
contradicción. Formalismo. Economía
procesal. Adquisición. Moralidad.
Otros.
Los principios del proceso son los presupuestos políticos que determinan la
existencia funcional de un ordenamiento procesal cualquiera.

Debido al diferente predicamento entre uno u otro principio, merece


especial atención individualizar a cada uno de ellos y definir su contenido,
de tal modo que de su conformación surgirá cada sistema procesal.

La adopción de un principio y el descarte de otros por parte del legislador,


responde a razones de política procesal. Cada código procesal puede ser
definido en virtud de sus directivas y orientaciones fundamentales, las
cuales se concretan en los principios procesales.

Publicidad
En virtud de este principio, los actos procesales deben ser pasibles de
conocimiento incluso por quienes no participan del proceso como partes,
funcionarios o auxiliares. Reconoce su fundamento en la conveniencia de
acordar a la opinión pública un medio para controlar la conducta de
magistrados y litigantes, a más de cumplir una función educativa.

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Establece el art. 68 del C.P.C.: “el expediente será de conocimiento público,
salvo que la ley disponga lo contrario, o que el tribunal lo decida por
razones de seguridad, de moral o en protección de alguna de las partes”.

Podrán consultarlo en la oficina las partes o todos los que tuvieran algún
interés en la exhibición.

En general la publicidad se manifiesta en los distintos actos del proceso, así


en las audiencias, en la discusión de las pruebas, en la motivación del fallo
y en su publicación.

En el proceso penal la publicidad del expediente queda restringida a las


partes interesadas y existe un período preliminar el cual es secreto, con el
fin de resguardar y evitar que por el conocimiento de la investigación que
se está realizando, el imputado u otros interesados puedan entorpecer la
investigación (art. 312 C.P.P.).

En cambio, la etapa del debate se asienta en la publicidad plena, sin que


esto afecte a que el tribunal restrinja el acceso a la sala por razones de
moralidad, seguridad o de orden público (ej. juicios con menores
imputados o por delitos contra la integridad sexual).

En el fuero de familia, el principio de publicidad se presenta en su antítesis,


bajo la denominación del llamado principio de reserva, secreto o
confidencialidad, que encuentra sustento en preceptos constitucionales
como los vinculados a la protección de las acciones privadas de los
hombres, a la intimidad que dispensa la Constitución Provincial y a la tutela
privatista consagrada en el art. 1071 C.C.

Oralidad
Es uno de los principios que tienden a consolidarse cada vez más en la
mayoría de los procedimientos, aunque por regla general pertenece al
proceso penal, donde los actos procesales se realizan a viva voz, dejándose
algunas constancias escritas, no permitiéndose el uso de memoriales, salvo
excepciones. Beneficia la rapidez y la comunicación entre el tribunal, las
partes y las pruebas ofrecidas.

Inmediación
Implica la directa, personal y pública comunicación del juez con las partes,
sus letrados y el material probatorio.

Este principio tiene plena vigencia en los procesos orales, más no tanta en
los escritos. En el proceso penal, por ejemplo, el principio de inmediación

37
aparece nítidamente en la oportunidad de la audiencia de debate en la que
los integrantes del tribunal, del ministerio público, imputados y sus
defensores y órganos de prueba están en contacto directo.

Existe contacto directo, sin intermediarios, entre las cosas y las personas
del proceso y el juez, que debe ser el mismo que luego dicta sentencia.

El artículo 41 in fine del Código Penal de la Nación establece que el juez


deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto, de la víctima y de
las circunstancias del hecho en la medida requerida para cada caso.

Tanto en materia penal como en laboral, el interés público en la realización


del derecho impone la inmediación como una directriz insoslayable.

Autoridad
Es un principio que podría definirse como “nuevo” en la evolución del
derecho procesal. El mismo refleja la incidencia que tiene el juez en el
proceso, considerado como poder del Estado político. El juez tiene un
complejo de poderes-deberes limitados por la ley para administrar justicia
y es entendido como director y conductor del proceso con incidencia en la
formación del material de cognición y en la vigilancia de la conducta de los
justiciables.

Esta figura de juez director deriva del principio de publicidad del proceso
en el que el Estado es también un sujeto interesado en su resolución.

No obstante lo expuesto, la mayoría de los códigos procesales civiles del


país aún sostienen la figura del juez neutral derivada de una concepción
liberal-individualista. El juez es un mero espectador de la contienda judicial
y no interviene en el proceso en forma activa, cuya iniciativa, impulso,
conducción y disposición es un atributo del justiciable. El juez no actúa de
oficio sino a petición de parte (principio de rogación).

Bilateralidad o contradicción
Es un principio que encuentra raigambre constitucional en el legítimo
derecho de defensa en juicio. La bilateralidad o contradicción hace alusión
a la idea de que toda decisión judicial debe ser tomada, previo a que se
haya dado igual oportunidad a todas las partes de ser oídas. Implica la
posibilidad de alegar y probar, aunque no interesa al derecho que la parte
efectivamente se pronuncie, basta con que se le haya otorgado una
razonable oportunidad de defenderse o de cumplir con la carga procesal de
expresarse, de ofrecer, producir y controlar la prueba (art. 210 C.P.C.).

38
Los actos de comunicación procesal van desde la simple notificación, hasta
el traslado o vista para contestar la demanda.

En nuestra legislación se advierten numerosas disposiciones que imponen


la noticia de las partes, como el art. 142 C.P.C.: “las providencias y
resoluciones judiciales no obligan si no son notificadas con arreglo a la ley”
y otras normas que prevén sanciones por la violación del principio (teoría
de las nulidades procesales -art. 76 a 78), (recursos de apelación o casación
por violación de las formas o solemnidades -arts. 362 y 383, inc.1).

También existen excepciones a la obligación de comunicación, como por


ejemplo, las medidas cautelares, que pueden ordenarse sin ser notificadas
aunque ello no implica derogación del principio, sino que tan solo que se
difiere el contradictorio por la especial naturaleza del acto.

Formalismo
Formas son las exteriorizaciones que deben presentar ciertos actos
procesales, tanto del tribunal como de las partes. Son la manera como se
exterioriza un determinado acto.

Este principio postula que la actividad que se cumple en el proceso debe


llevarse a cabo de acuerdo a ciertas condiciones de lugar, tiempo y modo.

Tradicionalmente el principio ha presentado dos formulaciones opuestas:


el de libertad de formas y el de legalidad.

El de libertad de formas postula que el proceso debe desarrollarse sin


formas preordenadas o predeterminadas, pudiendo las partes cumplir la
actividad según sea lo más adecuado para ellas.

El sistema de legalidad establece que la ley señala rígidamente las


condiciones que debe reunir un acto procesal. Las partes no pueden
convenir los requisitos y el juez no tiene facultades para arbitrar otras
modalidades que las fijadas por la ley.

Las formas procesales son establecidas como garantía del justiciable y se


basan en el principio de seguridad jurídica.

El apego riguroso al sistema de legalidad degeneró antiguamente en lo que


se denomina “formalismo”, que eleva la forma en un ritual excesivo y que
trata principalmente de fórmulas abstractas.

En la actualidad, vinculado al tema del juez director, se postula un sistema


de adecuación de las formas, de adaptabilidad y de elasticidad o
flexibilidad. El juez cuenta con un margen de discrecionalidad que debe
ejercer prudentemente a fin de procurar la seguridad jurídica.

39
Economía procesal
Este principio comprende dos aspectos fundamentales: la reducción de
gastos y la reducción de esfuerzos o de actividad.

Su adopción supone procedimientos que no resulten altamente costosos y


que no se extiendan excesivamente en el tiempo.

La economía de gastos pone su acento en el aspecto financiero del


proceso. Ello implica que el costo del juicio no sea un obstáculo que impida
a las partes su inicio. Los procedimientos generan gastos y ellos no pueden
evitarse, pero sí pueden ser postergados atendiendo a ciertas
circunstancias o aun, por razones de política procesal, resolverse su
eximición por el contenido social de la cuestión que se presenta. Los gastos
de un juicio no pueden ser un obstáculo para el acceso a la justicia de las
personas menos pudientes.

Existen dos reglas que colaboran con la economía procesal, ellas son la
regla de la eventualidad y la de la concentración.

La eventualidad es un principio derivado de la economía y que se refiere al


ejercicio de ciertas facultades de las partes, concretamente, supone la
simultaneidad en el ejercicio de una facultad, que puede ser de alegación o
de impugnación.

Se aprovecha la oportunidad que la ley acuerda para la acumulación


eventual de las actividades de ataque y de defensa. Por ejemplo, el art. 183
del C.P.C. prevé que la oposición de excepciones dilatorias, deben
deducirse simultáneamente.

La concentración, por su parte, procura reunir la mayor cantidad posible de


actividad procesal en el menor número de actos procesales. Importa
reducir la cantidad de actos procesales con un criterio de razonabilidad (el
proceso oral favorece la concentración).

Apunta a evitar la prolongación de los procesos en el tiempo (duración


razonable del mismo).

Son ejemplos de concentración los art. 507 y 508 del C.P.C. El primero de
ellos establece que la prueba deberá ofrecerse con la demanda bajo pena
de caducidad. El art. 508 regula la contestación de la demanda en el juicio
abreviado y establece que el demandado deberá en el lapso de seis días
comparecer, contestar la demanda y, en su caso, oponer excepciones o
deducir reconvención, como así también deberá ofrecer toda la prueba de
que haya de valerse.

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Adquisición procesal
Este principio predica que los resultados de la actividad procesal cumplida
por las partes en el proceso se incorporan a él de manera que los actos
cumplidos benefician o perjudican a cualquiera, pudiendo el juzgador
valorarlo independientemente del sujeto que lo haya aportado.

Los actos incorporados al proceso son adquiridos por éste, se


despersonalizan y desde entonces, las partes no tienen disposición libre
sobre ellos.

Moralidad
El principio de moralidad se encuentra presente y debe regir todas las
etapas del proceso. A través del mismo no se trata de dar contenido
jurídico a deberes morales, sino que se busca asumir un imperativo ético
en las distintas figuras procesales.

Este principio puede conceptualizarse como el conjunto de reglas de


conducta, presididas por el imperativo ético, a que deben ajustar su
comportamiento procesal todos los sujetos procesales (el juez, las partes y
demás participantes).

Es comprensivo de otros subprincipios que lo enriquecen, a saber: la


lealtad, la probidad y la buena fe procesal. Sin embargo, estas reglas que
gobiernan el proceso deben conjugarse con el legítimo derecho de defensa
en juicio. Es decir, existen actitudes como la reticencia, la intemperancia, la
agresividad, la obstrucción o la ambigüedad que hacen a la inmoralidad y
poca lealtad, no obstante, el juzgador deberá precisar los límites de estas
conductas para no afectar tampoco la inviolabilidad de la defensa en juicio.

En los códigos de forma no se encuentran previstos estos principios sino


que se establecen expresamente las sanciones por los desvíos.

El art. 45 del C.P.C. de la Nación impone a la parte o a su letrado una multa,


cuando la conducta sea declarada maliciosa o temeraria. En igual sentido
se expresa el C.P.C. de la provincia de Córdoba en sus artículos 83 y 84
cuando las partes no actúen en el proceso con probidad y buena fe.

41
3.3.1. El acceso a la justicia y el abuso del proceso. La duración
razonable del proceso.

El acceso a la justicia.
En virtud del art. 49 de la Constitución de la Provincia de Córdoba, el
estado debe prestar el servicio público de justicia a los interesados que la
requieran para la satisfacción de sus pretensiones.

No obstante ello, existen restricciones de carácter patrimonial que a veces


condicionan la actuación en el proceso por lo que tanto la Constitución
como el C.P.C. de la Provincia, para evitar esta desigualdad, han creado el
instituto del beneficio de litigar sin gastos, como una forma de permitir a
las personas carentes de recursos el acceso a la justicia (art. 101 C.P.C.).

En igual sentido, también se ha reglamentado el servicio de asistencia


jurídica gratuita a cargo de asesores letrados de los distintos fueros.

El derecho a la jurisdicción presenta un doble enfoque, por un lado significa


que el Estado debe brindar el servicio público de justicia a los particulares
que lo requieran, para obtener la satisfacción de sus pretensiones. Por el
otro, su vigencia importa que todo sujeto al que se le imponga una
modificación de su situación jurídica existente o una atribución de
responsabilidad, tiene el derecho de acceder al proceso judicial.

La Constitución de Córdoba incorpora de modo explícito garantías de


acceso a la justicia como son la acción de amparo (art. 48 y 52), el acceso a
la justicia propiamente dicho (art. 49) y el derecho de protección de
intereses difusos o comunes (arts. 53).

En la Carta Magna Nacional también se encuentra expresamente prevista


la acción de amparo (art. 43). Por su parte, el artículo 42 consagra garantías
para los usuarios y consumidores de bienes y servicios, estableciendo la
obligación de las autoridades de proveer a su protección y a la educación
de los habitantes.

El acceso a la justicia implica que el individuo pueda requerir la realización


del derecho y la solución de los conflictos a través de una administración
específica. Sin embargo, el acceso a veces se ve impedido por la existencia
de obstáculos como la desigualdad, la prolongada duración de los juicios en
el tiempo o el alto costo de los procedimientos.

La desigualdad, por lo general, toca a personas de clases sociales más


desvalidas, quienes tienen una sensación generalizada de desamparo y
desconfianza en el sistema de justicia, ello no hace más que promover la
solución de los conflictos acudiendo a vías de hecho.

42
Por su parte, cuando un proceso excede los límites razonables de duración,
se convierte en un serio obstáculo para el acceso a la justicia porque se
plasma en una sentencia tardía, dejando paso al aforismo: “cuando la
justicia llega tarde deja de ser justa”. El trámite excesivo, el aumento de la
litigiosidad en todos los fueros, el congestionamiento, la mora y la demora
no hacen más que obstaculizar irremediablemente el acceso a la justicia
por razones temporales.

Por último, el inicio y desarrollo del pleito tiene un alto costo de


tramitación. Así, gastos y honorarios profesionales se transforman en un
impedimento cuando el costo supera los límites de lo razonable en orden al
valor del asunto que se ventila.

Litigar supone solvencia económica porque el Estado grava las actuaciones


judiciales con tasas y aportes, a los que se debe sumar el costo de envío de
cartas documentos, confección de actas notariales, despacho de cédulas,
etc., por lo que en causas de poco monto, litigar es antieconómico.

El abuso del proceso.


El artículo 1071 del Código Civil regula el instituto del abuso del derecho,
que también encuentra recepción en los cuerpos normativos procesales a
partir del principio de moralidad y sus derivados, el de lealtad y el de buena
fe procesal.

Las normas de derecho procesal delimitan y asignan los poderes de


actuación de los sujetos procesales con el objeto de realizar el derecho
sustancial y hacer justicia. Los sujetos del proceso deberían intervenir en el
trámite observando la finalidad última del proceso, sin embargo, en
muchas ocasiones las estructuras procesales se utilizan para obtener
ilegalmente más de lo que la ley concede o de lo que la ley no concede,
dando lugar al abuso procesal.

Para que éste se configure deben reunirse ciertas condiciones, a saber:

a) que se ejercite una prerrogativa-facultad o potestad procesal;

b) que se observe una desviación del fin con que esa facultad, prerrogativa
o potestad que fue conferida por la ley;

c) que dicha conducta no se encuentre prohibida por ninguna norma


procesal.

El acto abusivo puede provenir de cualquiera de las partes, incluso del


propio juez, quien podría incurrir en un exceso de formas que impidiera el
acceso a la justicia. Asimismo, el acto además debe generar un daño,
graficado como una dilación o un retardo injustificado que produce el acto,

43
durante el curso del proceso o cuando se exige la aplicación a ultranza de
una norma procesal en desmedro del derecho de defensa incurriendo de
este modo en un exceso ritual manifiesto.

Duración razonable del proceso


Para hablar de la duración razonable del proceso es útil tomar como base
el Código Procesal Penal que expresamente establece en su artículo 1, bajo
el título “garantías constitucionales”, que el proceso no podrá durar más de
dos años, salvo las excepciones previstas en el art. 337 de idéntico cuerpo
normativo.

En igual sentido se expresa la Constitución de la Provincia de Córdoba en su


artículo 39, cuando reza: “...todo proceso debe concluir en un término
razonable...”

El Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia no establece


expresamente un plazo de duración del proceso, aunque si comprende
ciertos plazos fatales como los del juicio abreviado, los plazos para oponer
excepciones en el juicio ejecutivo, los plazos para recusar o interponer
recursos o el artículo 121 que establece los plazos para el dictado de las
resoluciones judiciales, junto con el artículo siguiente que permite recusar
con causa al juez que no hubiera resuelto en ese plazo.

En los fueros de familia y laboral, las leyes organizativas responden a


pautas modernas y sus resultados demostrados estadísticamente reflejan
que en la tramitación de los pleitos se observa mayor eficiencia y se
cumplen razonablemente con los plazos.

3.4. Reglas procesales. Impulsión y


preclusión.
Impulsión
Impulsar es hacer avanzar el proceso a través de las distintas etapas. Este
principio caracteriza al sistema dispositivo con el que se encuentra
íntimamente vinculado, ya que implica que el estímulo de la función
jurisdiccional corresponde a las partes, que son las encargadas de empujar
el proceso.

La impulsión inicial en el proceso civil corresponde al actor, toda vez que el


juez no puede actuar de oficio, igual sucede en los procesos de familia y
laboral. En el proceso penal debe distinguirse entre delitos de acción

44
pública, delitos dependientes de instancia privada y acciones privadas. En
el primer caso la acción será ejercida por el Ministerio Público de oficio
(art. 5 C.P.P. y art. 71 C.P.). Cuando dependa de instancia privada solo
podrá iniciarla el ofendido por el delito, sus representantes legales, tutor o
guardador (art. 6 C.P.P. y 72 C.P.). Por último, en caso de delitos de acción
privada, la impulsión inicial corresponde a toda persona con capacidad civil
que se pretenda ofendida y se lleva a cabo mediante querella (art. 8, 424 y
ss del C.P.P. y 73 C.P.).

La impulsión de mantenimiento en el proceso civil, también corresponde a


las partes y en el caso que estas no cumplan actividades para que el
proceso avance, se produce su muerte por inactividad en lo que se
denomina perención de instancia. En el fuero penal, también pueden
impulsar el proceso el ministerio público, el imputado o el mismo órgano
jurisdiccional.

También debe distinguirse el impulso privado propio del trámite civil del
impulso oficial característico de los procedimientos que involucran alguna
razón de orden público. En este último, el impulso se manifiesta como el
poder-deber del juez para realizar, con independencia de la actuación de
las partes, todos los actos procesales que integran la trama hasta la
finalización del trámite que culmina con el dictado de la sentencia.

Preclusión
Regla procesal que parte de considerar al proceso dividido en etapas que
se desarrollan en forma sucesiva, siendo que el tránsito de una a otra
implica la superación y conclusión de la anterior, por lo que la preclusión
impide el retroceso a la fase agotada. También impide la realización de la
actividad cumplida. Ejemplo: si el proceso se encuentra en el momento de
la discusión no puede retrotraerse a la etapa de la prueba (salvo supuestos
excepcionales consagrados en la ley).

Por efecto de la preclusión se genera la pérdida de un derecho por el


incumplimiento de una carga procesal.

Cada actividad procesal destinada a una finalidad específica debe ser


cumplida en un momento determinado, de otro modo, la actividad no sería
susceptible de producir efectos útiles.

La efectiva vigencia de la preclusión se garantiza a través de las sanciones


procesales de nulidad o de inadmisibilidad. Se aplica la primera cuando el
acto procesal se cumple en inobservancia a la preclusión (ej. se formula
una liquidación final apartándose de lo establecido en la sentencia, por lo
que se vulnera la cosa juzgada). Por su parte, la sanción procesal de
inadmisibilidad se aplicará cuando se intente producir un acto procesal una

45
vez vencido el plazo fijado por la ley para ello o cuando se hubiere
declarado la pérdida del derecho a petición de parte.

Hipótesis práctica
A. Juez natural y preclusión procesal, competencia material,
improrrogabilidad.

El caso: La defensa del encartado deduce recurso de casación


pretendiendo que se anule el decisorio por el cual la Cámara en lo Criminal
dispuso, para el juzgamiento del imputado del delito de Exacciones
Ilegales, la integración con los jurados populares previstos en la ley 9182,
alegando que atento a que inicialmente la asignación de la jurisdicción por
parte de dicho tribunal había recaído sobre una de sus salas unipersonales
y ello había sido consentido por las partes, precluyó la oportunidad para
que el a quo procediera a la mentada reclasificación. El Tribunal resolvió
rechazar el recurso de casación deducido.

1. Se encuentra indiscutido que el delito por el cual el encartado será


juzgado (exacciones ilegales –art. 266 del CP–) es uno de aquellos previstos
en el art. 7 de la ley N° 9181 –del Fuero Penal Económico y Anticorrupción
Administrativa– que, por estar incluido en el catálogo mencionado en el
art. 2 de la ley N° 9182, su juzgamiento le compete a la Cámara del Crimen
integrada con los jurados populares previstos en la última norma
mencionada.

2. Si bien el hecho atribuido habría acaecido el 18/12/04 y lo medular de la


mencionada ley N° 9182 entró en vigencia el 01/01/05, tal como lo destaca
el recurrente, al suceso en cuestión le cabe la aplicación de la misma
atento que por imperio de su art. 57, dicha normativa resulta aplicable a
“todas las causas penales comprendidas en la misma que se eleven a las
Cámaras con competencia en lo Criminal a las que corresponda su
juzgamiento a partir de esa fecha [01/01/05]”. Empero, la resistencia a la
intervención del tribunal con jurados está dada por la primigenia
asignación de la jurisdicción a una Sala Unipersonal.

3. La doctrina ha expuesto que el orden en que deben cumplirse los


distintos actos procesales no es caprichoso, sino que constituye “una regla
por la cual se impide el discrecional desenvolvimiento de la actividad
procesal cuando media estabilización en el proceso”.

4. De este modo, se ha concebido el principio de progresividad, en relación


al “orden preclusivo” en que deben desarrollarse los actos procesales,
tendiendo a una sola dirección: el avance del proceso hacia la sentencia
que ponga fin a la controversia.

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5. Cada una de las etapas que, en forma progresiva, se presentan en los
procesos penales, constituyen un presupuesto necesario de la que sigue,
en forma tal que no es posible eliminar una de ellas sin afectar la validez de
las que le suceden.

6. Su desarrollo está programado como un recorrido que va avanzando


hacia un final que es el dictado de una sentencia que resuelve
definitivamente sobre la afirmación de la supuesta comisión de un delito y
sus consecuencias jurídicas, sin que lo transitado válidamente pueda serlo
de nuevo: la etapa cumplida es etapa superada, y no puede volverse a ella,
salvo el caso de nulidad.

7. Esta noción debe distinguirse claramente del giro “preclusión” como


sanción procesal que consiste en la “pérdida del poder jurídico para
cumplir un acto procesal por ser éste incompatible con una situación
anterior generada por la actividad del sujeto que pretende efectuarlo”.

8. No debe perderse de vista que la preclusión no puede conllevar el efecto


de “legitimar situaciones inconciliables con el orden público. Concluir en lo
contrario importaría desnaturalizar el proceso judicial hasta el punto de
convertirlo en un medio apto para convalidar las transgresiones a las
normas imperativas”.

9. En relación a la competencia de los órganos jurisdiccionales, debe


recordarse que esta Sala, en casos que guardaban similitud con lo aquí
discutido y analizando lo dispuesto en el art. 2 de la ley provincial N° 9182
(que regula la integración de la Cámara del Crimen con ocho jurados
populares para el juzgamiento de determinados casos), ha sostenido que
“el legislador provincial, mediante tal regulación, ha previsto una específica
regla de competencia material, en tanto la ley establece un ámbito de
actuación predeterminado con precisión, dentro del cual únicamente el
tribunal integrado conforme a la misma, es el que ejerce la potestad
jurisdiccional en materia penal para el juzgamiento de tales delitos”.

10. El tribunal así constituido es al que la ley le asigna dicha competencia


de manera exclusiva e indeclinable. De tal modo, éste pasa a ser el juez
natural del caso (art. 18; CN.) y la inobservancia de esta integración
especial se encuentra conminada con nulidad absoluta (art. 40 a 42 del
CPP).

11. “La incompetencia por la materia, por tratarse de una cuestión de


orden público, debe declararse de oficio 'en cualquier estado del proceso'
(CPP, art. 41), aún cuando no haya sido objeto de agravio ... Ello así por
cuanto no se trata de una cuestión disponible por las partes que
intervienen, quienes no pueden 'prorrogar' la competencia material”.

12. El quejoso pretende valerse de un error inicial del a quo –puesto de


manifiesto en el decisorio que asignara la jurisdicción a una de sus salas

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unipersonales–, para alterar la competencia material que al tribunal
conformado conforme a la ley 9182 le corresponde, pretendiendo vulnerar
así, bajo el argumento del instituto de la “preclusión” y “actos válidos
cumplidos”, el juez natural del caso (art. 18, CN).

13. El que la circunstancia que las partes (en autos, acusador público,
imputado y su defensa) hayan consentido esa originaria asignación de la
jurisdicción, en nada modifica lo aquí sostenido si se repara en que, como
se dijo, la competencia por razón de la materia resulta ser una cuestión de
orden público que no puede ser prorrogada por las partes.

14. La retrogradación perjudicial o el atentado a la progresividad procesal


que el presentante denuncia, no es tal si se piensa que todo lo relativo a la
asignación de la jurisdicción (clasificación y “reclasificación”) ocurrió dentro
de la primera fase de la etapa del juicio: la de los actos preliminares del
juicio, cuando aún ni siquiera se había resuelto en el sentido de admitir o
rechazar la prueba ofrecida por el fiscal y la defensa.

15. Ante tal estado de situación, recurrir al argumento de la preclusión


para alterar la composición del órgano jurisdiccional competente para el
juzgamiento del encartado, equivale a pretender una “sobredimensión del
instituto de la preclusión procesal al hacerlo extensivo a un ámbito que no
hace a su finalidad”.

16. Lejos de afectar derechos de las partes, cuando el a quo advirtió el


error en que había incurrido inicialmente y procedió a enmendarlo, no hizo
más que desarrollar una correcta labor preventiva de posibles nulidades,
cuestión que resulta aconsejable extremar cuando está en juego la garantía
del juez natural (art. 18 de la CN).

Tribunal Superior de Justicia Cba., Sent. nº 226, 03/09/2008., Trib. de


origen: Cám. 3ª del Crimen Cba., “Policano, Eduardo Omar p.s.a.
Exacciones ilegales -Recurso de casación-”.

B. Tipo procesal dispositivo

El caso: El juez de primera instancia dispuso intimar a los guardadores de la


menor para que cumplan con el régimen de comunicación -o de visitas-
dispuesto, bajo apercibimiento de astreintes y otras medidas. Dicha
decisión fue apelada. La Cámara dejó sin efecto el régimen de visitas y de
comunicación establecido.

1. Debe atenderse al “interés superior del niño”, ineludible pauta


interpretativa de jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22, CN; art. 3.1,
Convención sobre los Derechos del Niño) que condiciona de un modo
absoluto cualquier decisión judicial que pueda afectar el estado de

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bienestar general -en su sentido más amplio: psicofísico, espiritual, moral,
material, etc.- al que tiene derecho todo ser humano durante su niñez.

2. En materia familiar el principio procesal dispositivo -propio de las


cuestiones patrimoniales- debe ceder ante el orden público, y que el
“interés superior del niño” trasciende el interés particular de las partes -
apelante y apelado-; pues, una interpretación distinta implicaría relegar
garantías constitucionales dando prioridad a lo que sería un verdadero
exceso ritual, con los inevitables perjuicios para el menor derivados de no
tomarse una decisión a tiempo.

3. En la adopción simple, los derechos y deberes resultantes del vínculo de


sangre del adoptado no quedan extinguidos por la adopción, con excepción
de la patria potestad, que se transfiere al adoptante y, en consecuencia,
aunque el derecho de visita se funde en el parentesco -lo que haría
considerar que tal derecho subsiste por no haberse extinguido- como el
deber alimentario en la relación paterno filial se funda más inmediata y
estrictamente en la patria potestad, y ésta se ha transferido al adoptante,
cabe señalar que el progenitor biológico ha perdido también el derecho de
visita al no mediar ya con su hijo obligación alimentaria, pudiendo ostentar
a lo sumo interés legítimo que será tutelado en la medida que, según el
prudente criterio judicial, coincida con el interés del adoptado.

4. Aunque los padres por naturaleza no hubieran incurrido en un motivo de


pérdida de la patria potestad, su pretensión de visita al hijo adoptado por
otro ha de contemplarse restrictivamente por ser aconsejable evitar las
perturbaciones que para la formación del menor puedan derivar del
choque de sentimientos entre dos padres.

5. La sentencia de adopción simple pone fin al derecho de visita de los


padres biológicos, sin perjuicio de que excepcionalmente los jueces puedan
autorizar un régimen de comunicación a favor de los padres de sangre, sólo
en la medida en que ello no resulte perjudicial para el menor adoptado.

Cám. Civ. y Com. del Noroeste de Chubut 15/12/2004 “B., C., A. y R, L. M c/


E, M. H. s/ Inc. de Casación de régimen de visitas en autos: E., M. H. s/
Sumario”.

C. Principio inquisitivo, principio dispositivo.

El caso: La fallida a través de su apoderado interpone recurso de revisión


contra la sentencia dictada por la Cámara de Apelaciones en lo Civil,
Comercial y Contencioso Administrativo, objetando que ésta no hizo
extensiva su resolución a otro crédito que no había sido materia de
apelación pero que también se encontraría prescripto.

49
1. Aún siendo cierto que en el juicio universal de concurso predomina el
principio inquisitivo por encima del principio dispositivo en función del
interés general que en este tipo de procesos se encuentra comprometido,
de lo que a su vez se deriva que el juez cuenta con significativas
atribuciones investigativas en orden a la determinación del verdadero
pasivo del deudor fallido (Ley 19.551, arts. 34, 297 y concs.), con todo, la
prevalencia de aquel principio y la amplitud de estas potestades no son
absolutas y por el contrario ceden en numerosas situaciones en razón de
otros principios que se les oponen y las restringen a sus justos límites. Esto
es precisamente lo que ocurre cuando la decisión adoptada por el juez de
primer grado respecto de un incidente de revisión es apelada únicamente
por el concursado y éste limita expresamente su impugnación a sólo
algunos de los varios extremos contenidos en la providencia dejando fuera
del recurso los restantes capítulos. En tal situación y por imperio del
art.353 del C. de P.C. a la sazón vigente, Ley 1419 (Conf. art. 356, Ley 8465),
los poderes del Tribunal de Grado quedarán circunscriptos exclusivamente
a los extremos del proceso sobre los que verse la apelación, la que ceñirá
ya contará su competencia, y no se podrán extender sobre las materias que
no han sido motivo de agravio (“tantum devolutum quantum apellatum”).
En esta circunstancia el principio dispositivo recobra entonces su imperio y
limita los poderes de las Cámaras a la medida del recurso de apelación del
litigante que se ha agraviado del pronunciamiento del primer juez, con
debilitamiento del principio inquisitivo que con carácter de regla general
rige en el proceso de concurso.

2. La fallida sólo se agravió porque el primer juez no consideró prescriptos


los créditos individualizados en la impugnación deducida en aquella
oportunidad, e inversamente consintió la subsistencia de las acciones
correspondientes a las restantes acreencias invocadas por la pretensora en
su demanda de verificación, razón por la cual la competencia de la Cámara
quedó restringida únicamente a aquel extremo de la causa y no le
correspondía pronunciarse acerca de estos otros créditos que no
merecieron ningún agravio de la apelante.

3. Resulta de lo expuesto que la concursada objetó por prescripción sólo


algunos de los derechos creditorios hechos valer por la pretensora y luego
reeditó la objeción, así limitada, a través del recurso de apelación que
interpuso contra la sentencia de primera instancia. Y recién después de
obtenido fallo favorable del Tribunal de Alzada que declaró prescriptas las
deudas objetadas, pretende impugnarlo en revisión por no haber incluido
entre las obligaciones prescriptas una acreencia cuya prescripción él mismo
nos e encargó de denunciar en la apelación. En una palabra, pretende
reprochar a la Cámara el haber incurrido en una omisión cuya verdadera
causa radica en su propia conducta, en cuanto no destacó en oportunidad
de expresar agravios que también ese crédito era pasible de prescripción.

50
Tribunal Superior de Justicia Cba., Auto Interlocutorio nº 14, 12/03/2002.
Trib. de origen: Cám. de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Contencioso
Administrativo de la ciudad de San Francisco, “D.N.R.P. Incidente de
Revisión en autos: Ganaderos Unidos S.R.L. – Quiebra Pedida por acreedor
– Recurso de Revisión.

D. Sanciones procesales, probidad y buena fe procesal.

El caso: La parte demandada interpuso recurso de casación contra la


resolución dictada por una Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial,
por el motivo previsto en el inc. 1°, art. 383 C.P.C. El Tribunal Superior de
Justicia admitió la casación, resolvió sin reenvío, y rechazó la aplicación de
la sanción prevista en el art. 83 CPC.

1. El art. 83 del C.P.C. establece como conditio sine qua non, para la
procedencia de la sanción disciplinaria, que la parte haya desarrollado una
conducta manifiestamente maliciosa, temeraria o perturbadora. No basta
simplemente el no acogimiento de lo peticionado, sino que para que la
sanción resulte aplicable se requiere una actitud que evidencie de un modo
“manifiesto” la violación del principio de probidad y buena fe.

2. La sola falta de razón no es motivo de temeridad, pues de lo contrario


todo litigante que perdiera el pleito sería pasible de la sanción; no lo es
tampoco el error ni la negligencia.

3. El discurso de un pronunciamiento que imponga la sanción del art. 83


CPC, ya sea a la parte o a su letrado, debe contar con una fundamentación
suficiente que explicite de un modo claro y contundente en dónde se
verifica la violación a los principios de lealtad y buena fe y cómo se
manifiesta la inconducta subjetiva reprochable.

4. No basta para aplicar la sanción prevista en el art. 83 CPC que


simplemente se argumente sobre la improcedencia o falta de razón en la
impugnación impetrada, sino que debe motivarse sobre la inconducta
procesal y puntualizarse fundadamente el deliberado propósito del sujeto
de obstruir el desenvolvimiento del proceso o la irrazonabilidad y falta
absoluta de fundamento en la conducta desplegada; requerirlo de otra
manera, en esta clase de cuestiones, no solo deviene natural de la misma
exigencia constitucional (arg. art. 155 C.P.) sino, y ello en menor medida así
se impone en la condición de sujeto moral del afectado por la sanción la
cual impone un trato no humillante en cualquier situación.

5. Siendo la materia jurídica de naturaleza siempre discutible, es posible,


que puedan haber estrategias profesionales aunque convergentes en el
resultado, sean en su tránsito divergentes; por lo cual es que a la hora de
hacer aplicación del art. 83 CPC; se impone una mayor exigencia

51
argumentativa de la razones que a ella la justifican; puesto que en verdad
los idearios profesionales han podido ser diferentes a los que, como causa
ejemplar el tribunal toma por suficientes.

6. Conceptualmente el art. 83 CPC hace referencia a la falta de


cumplimiento de la probidad profesional. No ser probo en lo profesional no
sólo es significativo de una ausencia de comportamiento ético concreto en
el tópico, sino también, y posiblemente esto en verdad cale en la propia
estimativa profesional de los letrados, igualmente indicador de falta de
conocimiento de la misma ciencia del derecho; motivo por el cual, frente a
tan drástica consideración, no se puede esperar menos que quien la
sostenga, con lo que los argumentos que dan razón de ello.

Tribunal Superior de Justicia, Sala Civ. y Com., Cba. Auto Interlocutorio nº


70, 22/05/2006. Trib. de origen: Cám. 8ª Civ. y Com. Cba. “Prima S.A. c.
Obra Social del Personal de Luz y Fuerza - Ordinario - Recurso de Casación”.

E. Oralidad, publicidad e inmediación.

El caso: El Tribunal Oral en lo Criminal condenó al imputado a la pena de


dos años y seis meses de prisión y costas, por considerarlo autor del delito
de lesiones graves, calificado por haber sido cometido con un arma de
fuego (artículos 41 bis y 90 del C.P.). Contra ese pronunciamiento la
defensa interpuso recurso de casación alegando vicios in procedendo.
Sostuvo que se aplicó de manera irracional el artículo 391 del CPPN al no
haberse garantizado al imputado, al menos en alguna etapa del proceso, el
derecho de controlar las declaraciones. Al ser denegado y posteriormente
declarada inadmisible la apelación extraordinaria, se interpone la queja. La
Corte resolvió hacer lugar a la queja, declarar procedente el recurso
extraordinario y dejar sin efecto la sentencia apelada.

1. Resultaba más que razonable que la defensa reclamara la posibilidad de


interrogar ante los jueces del debate, al menos, a los testigos, toda vez que
tales testimonios constituían la base principal de la acusación. En efecto, la
sentencia de condena parte de la base de que éstos, además del acusado,
fueron los únicos que estuvieron efectivamente presentes durante el
incidente, y de los fundamentos expresados en la decisión se deriva
claramente que fueron los dichos de los mencionados los que dieron
verdadero sustento al rechazo de los descargos ensayados por el
imputado.

2. En tales condiciones, el tribunal de juicio fundó la sentencia de condena


en prueba de cargo decisiva que la defensa no tuvo oportunidad adecuada
de controlar, en desmedro del derecho consagrado por los arts. 8.2.f, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y 14.3.e, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

52
3. Resulta inaceptable la afirmación del a quo relativa a que “la defensa no
ha demostrado que, excluida las declaraciones testimoniales cuya
incorporación por lectura ha sido puesta en crisis, la restante prueba
colectada impida alcanzar certidumbre acerca de la forma en que
sucedieron los hechos y respecto de la participación penalmente
responsable de incoado”.

4. En efecto, en un caso como el presente, en que prácticamente toda la


prueba de cargo de alguna significación fue incorporada por lectura, una
exigencia semejante carece de todo sustento. Pero, en cualquier caso, y a
riesgo de desnaturalizar el derecho en cuestión, no es posible partir del
presupuesto -implícito en el razonamiento del a quo- de que del
interrogatorio de los testigos llevado adelante por la defensa durante el
debate no podría surgir elemento alguno que corroborara la versión del
imputado, y que dicho interrogatorio resulta ex ante inidóneo para lograr,
al menos, echar alguna sombra de duda sobre un cuadro probatorio –
suficiente.

5. La circunstancia señalada por el a quo con relación a que la


incorporación por lectura de las declaraciones se produjo en el marco del
art. 391 del CPPN, en razón de que -resultaron infructuosas las numerosas
diligencias para lograr su comparecencia a la audiencia- no basta para
subsanar la lesión al derecho de defensa producida durante el debate. El
hecho de que el Estado haya realizado todos los esfuerzos posibles para
hallar al testigo y para satisfacer la pretensión de la defensa de
interrogarlo, carece de toda relevancia, pues lo que se encuentra en
discusión es otra cosa: si la base probatoria obtenida sin control de la
defensa es legítima como tal.

6. La invocación de la imposibilidad de hacer comparecer al testigo no


basta para subsanar la lesión al debido proceso que significa que,
finalmente, la parte no haya tenido siquiera la posibilidad de controlar
dicha prueba. Desde este punto de vista, lo decisivo no es la legitimidad del
procedimiento de incorporación por lectura, el cual, bajo ciertas
condiciones, bien puede resultar admisible, sino que lo que se debe
garantizar es que al utilizar tales declaraciones como prueba se respete el
derecho de defensa del acusado.

7. El derecho de examinación exige que el imputado haya tenido una


oportunidad adecuada y apropiada para desafiar y cuestionar a un testigo
o cualquiera que hubiera hecho declaraciones en su contra. En este
sentido, de acuerdo con los criterios interpretativos establecidos por el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, “testigo de cargo” es toda
declaración de una persona en que se funda una acusación o una decisión
judicial condenatoria, o como lo expresara la Comisión Europea de
Derechos Humanos, “todo tipo de pruebas verbales”.

53
8. Cabe indicar que los criterios interpretativos precedentemente
mencionados han sido adoptados por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en el caso “Castillo Petruzzi c. Perú” (CIDH, sentencia del 30 de
mayo de 1999). Aun cuando no es posible dejar de señalar que las
violaciones a garantías básicas que estaban en discusión en dicho caso eran
de una gravedad difícilmente comparable con el sub lite, con relación a lo
que aquí interesa, la Corte Interamericana consideró relevante la
circunstancia de que la defensa no hubiera podido contrainterrogar a los
testigos ni durante la instrucción ni con posterioridad e indicó: “Tal como lo
ha señalado la Corte Europea, dentro de las prerrogativas”.

9. La palmaria lesión al derecho de defensa producida en el caso por la


incorporación por lectura de testimonios de cargo torna inoficioso el
examen de los restantes agravios de la recurrente, invocados desde la
perspectiva de las exigencias constitucionales de oralidad, publicidad e
inmediación del debate.

Corte Suprema de Justicia de la Nación, Bs. As., causa nº 1524C 12/12/2006


Trib. de origen: Trib. Oral en lo Criminal nº 8 “Recurso de hecho deducido
por la defensa de Aníbal Leonel Benítez en la causa Benítez, Aníbal Leonel
s/ lesiones graves”.

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