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Biblioteca de PSICOLOGÍA PROFUNDA
Últimos títulos publicados
Directora de colección: Eva Tabakian

238. D. Waisbrot, La alienación del 254. Y. Gampel, Esos padres que Silvia Ons
analista viven a n·avés de mí
239. C. G.Jung, Conflictos del alma 255. C. Soler, Lo que Lacan dijo de
infantil las mujeres
240. M. Schneider, Genealogía de 256. L. Homstein, Las dep1·esiones
lo masculino 257. M. Safouan, Lacaniana. Los Violencia/s
241. L. Peskin, Los orígenes del STJ- seminarios de Jacques Lacnn,
jeto y Sil lugar en la clínica psi- 1964-1979
coanalítica 258. J.-D. Nasio, Edipo. El concepto
242. B. Winograd, Depresión: ¿en- crucial del psicoanálisis
fermedad o crisis? 259. l. Berenstein, Del se1· al hacer
243. M. Safouan, Lacnniana. Los 260. A. Flesler, El niño en análisis y
seminarios de Jricqttes Lacan, el lugar de los padres
1953-1963 261. J. Bleger, Psicología de la con-
244. L. Homstein, Intersttbjetivi- ducta
dad y clínica psicoanalítica 262. J. Bleger, Psicohigiene y psicolo-
245. D. Waisbrot, Clínica psicoana- gía institucional
lítica ante las catástrofes sociales 263. J.-D. Nasio, Mi ctmpo y sus
246. L. Homstein, Proyecto tera- imágenes
péutico 264. M. Ton, Fin del dogma paterno
247. A. Levin de Said, El sostén del 265. S. Vassallo, Escribir el maso-
ser quismo
248. l. Berenstein, Devenir otro con 266. S. Pain, En sentido figurado
otro(s) 267. A. Dagfal, Entre París y Bue-
249. M. Rodulfo, La clínica del ni- nos Aires
ño y Sil interior 268. P. Bayard, ¿Se puede aplicar la
250. O. F. Kemberg, La teoría de literatltra al psicoanálisi?
las relaciones oijetales y el psico- 269. S. Schlemenson, La clínica en

~
análisis clínico el tratamiento psicopedagógico
251. S. Bleichmar, Las paradojas de 270. G. Guillerault, Dolto!Winni-
la sexualidad masculina cott. El bebé en el psicoanálisis
252. l. Vegh, Las letras del análisis 271. R. Rodulfo, Trabajos de la lec- PAIDÓS
253. M. C. Rother Homstein tura, lecturas de la violencia Buenos Aires
(comp.), Adolescencias: n·ayec- 272. S. Ons, Violencials Barcelona
torias tltrbulentas México
Ons, Silvia
Violencia/s.- la ed.- Buenos Aires: Paidós, 2009.
168 p.; 22xl3 cm.- (Psicología Profunda; 10272)

ISBN 978-950-12-4272-0 A mimad1·e


l. Psicoanálisis. l. Título
CDD 150.195

Cubierta de Gustavo Macri

1" edición, 2009

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lares del ,-.pyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra
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Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

Impreso en Talleres Gráficos D'Aversa,


Vicente López 318, Quilmes, Provincia de Buenos Aires,
en julio de 2009
Tirada: 2500 ejemplares

ISBN 978-950-12-4272-0
,
Indice

Prólogo, Graciela Brodsky .. ... .... .. ........ ..... .. ...... .. .. ...... ... .. .. .... 11
Introducción ........... .. .. ...... ... ... .... ..... .. .. ...... ..... ....... .. ... .. ... ... . 15

1. La violencia contemporánea......................................... 19
La violencia ubicua........................................................... 19
Semblantes deshabitados.................................................. 21
Hedonismos violentos...................................................... 25
La paranoia social, la incredulidad y la violencia............. 30

2. Vattimo y la violencia metafísica................................. 33


La violencia actual, posmetafísica .................................... 36
La violencia nihilista del hombre hueco.......................... 39
La identificación al síntoma como tratamiento frente
a la segregación................................................................. 43

3. Violencias morales. Nietzsche, F reud, Lacan .... ........ 49


Nietzsche silenciado......................................................... 47
Kant, Sade y Nietzsche:................................................... 50
Sade y el montaje de la escena......................................... 53
'"'

ÍNDIG <¡
VIOLENCIA/S
8

Nietzsche y el descubrimiento de la violencia en la lO. La violencia del antidepresivo.... .... ...... .... ............ ..... .. 133
moral. ............................................................................... . 56 Todos bipolares ......... o o ........ o .... o ............................. o........ 13 3
La dignidad del duelo...................................................... 136
4. Pánico en la ciudad ...................................................... . 65 La felicidad freudiana, amiga del altibajo....................... 140
Los dilemas del semidiós ................................................. . 65
Angustia social ................................................................. . 67 11. La angustia de los sexos .... .. ..... .. .. .. .................. .... .... .. .. 143
Atentado y accidente. El auge del capitalismo del La angustia y el existencialismo .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. .. .. .... .... .. .. 143
desastre ............................................................................ . 70 La realidad psíquica es religiosa...................................... 148
Lacan y el síntoma social... .............................................. . 74 Las dos angustias en Kierkegaard, Freud y Lacan ......... 151
La angustia y la diferencia sexual.................................... 156
5. La risa del capitalista .................................................... . 77 ¿Se angustia más la mujer que el hombre? ..................... 159
Lacan, lector de Marx .................................................... .. 77 La mujer, lo real y Spinoza ............................................. 161
El inconsciente: gran trabajador. El fantasma: astuto
capitalista .......................................................................... . 83
La risa, mueca del plus de goce ...................................... .. 84

6. Nuevos crímenes por Internet ................................... .. 89


Mercancías sexuales ......................................................... . 91
El trasero no es el rostro ................................................ .. 93
Aidós ................................................................................. . 96
Sin Aidós no hay cercanía ................................................ . 99

7. El deseo destructor........................................................ 1O5

8. El psicoanálisis ante la guerra . .. .. ...... ............ .......... ... .. 111


Los efectos de la Primera Guerra Mundial en el
psicoanálisis ..................................................................... . 111
Cultura y pulsión ............................................................ .. 113
Violencia y segregación. La moda de la "gente tóxica" .. . 116

9. U na virilidad sin padre .. ....... ... ........ ... .. .. ....... ........... .... . 121
La violencia "viril" ........................................................... . 121
Freud y Schopenhauer ................................................... .. 124
El padre, negador de la esencia fálica ............................. . 127
í

Prólogo

Escribo este prólogo con el que Silvia Ons me honra un 24 de


marzo aquí, en Buenos Aires. Como es un día feriado que evoca
el inicio de los años más violentos que se vivieron en la Argenti-
na del siglo XX, hay tiempo para hojear el diario.
En la página 23 se lee que en)ordania un hombre mató a gol-
pes a su hija de 19 años con ayuda de sus dos hijos varones luego
de verla salir de su casa maquillada y hablar con un desconocido.
"Fue un crimen para limpiar el honor de la familia y devolverle
su prestigio y reputación dentro de la comunidad".
La página 28 reporta que en las últimas veinticuatro horas en
Culiacán, México, se encontraron: nueve cadáveres, mientras que
en el resto del país hubo veinticinco muertos por la violencia del
narcotráfico.
En la página 38 se encuentra una reflexión de semiólogos y
lingüistas sobre la intolerancia verbal a raíz de las-declaraciones
de ricos y famosos a favor de la pena de muerte en la Argentina
para poner freno a la creciente inseguridad.
Violencia/s. Nunca el plural estuvo mejor empleado para im-
pedir que fenómenos tan dispersos como los que recoge el diario
PRÓLOGO 11
VIOLENCIA/S
12

ttí permitido.A lo que Lacan replica: Si Dios no existe, ya nada está


terminen igualados por el común denominador de "la violencia". permitido.
Esa "s", ese excedente, esa tensión entre lo uno y lo múltiple Cuando padres, dioses y estados ocupaban su lugar para
apuntado en el título basta para hacernos intuir que tenemos poner orden en los goces y los cuerpos, la violencia podía ejer-
algo diferente entre las manos. cerse en nombre de una supuesta libertad que los amos de turno
Hay una violencia ritual, hay crímenes por honor; hay violen- arrebataban. El Edipo, por ejemplo, no es otra cosa. Sin embar-
cia en la moral, en la educación más bienintencionada, en el em- go, y contrariamente a lo que se podría esperar, la incredulidad y
puje al consumo. Hay una violencia que se anticipa con el pro- la irrisión que, al menos en Occidente, alcanza hoy en día a
pósito de provocar miedo e imponer el orden; hay una violencia todas las formas de autoridad, lejos de dar rienda suelta a lo re-
en el deseo; hay violencia desde siempre entre hombres y muje- primido, hace proliferar el control allí donde antes regía una ley.
res que ahora dejó de ser trágica y se volvió aséptica ha jo la "Si ve algo, si sabe algo, llame", se lee en el cartel que invita a
rúbrica de la "violencia de género"; hay violencia que se compra cada ciudadano a ser el policía de su vecino. En la capital, anun-
por Internet; hay violencias en aras de la salud y la felicidad. Y cia el diario de hoy, se instalarán trescientas cámaras y un nuevo
está la violencia del atentado, la del terror, la violencia ciudada- centro de monitoreo. A decir verdad, los 'cuatro millones de
na y la de la guerra, la violencia contra el diferente y la violencia cámaras que vigilan el territorio británico son la representación
contra el semejante. Y está la violencia de la escuela, la de la misma de la paradoja que J. Lacan extrae de Karamazov: cuando
calle, la de la familia, la del fútbol y la del boliche. Y hay una vio- la ley no está en ningún lado, el control ciego y las reglas sin
lencia que no busca más que diversión. Y hay otra que solo se di- fundamento proliferan por doquier.
rige contra uno mismo. La caída de los ideales no abrió las cárceles del goce dando
Silvia Ons las recorre todas, las ejemplifica, las pone en con- rienda suelta a una violencia generalizada como la que imagina-
texto y se vale para eso del psicoanálisis y de la filosofía. Pero, ba Hobbes. N o hemos vuelto a ningún estado de naturaleza en
atención, la multiplicación de las formas no es aquí índice de su el que las pulsiones violentas se manifestarían sin censura. Por el
incremento sino de su diversidad. Y la comodidad de la etiqueta contrario, lo que vino al lugar de los ideales caídos es una socie-
"violencia" no disimula lo heterogéneo de sus manifestaciones. dad de vigilancia dom~stica, de burocracia administrativa, de
Pero la autora no se conforma con la deconstrucción del co- planillas, de formularios, de evaluaciones, de protocolos estanda-
modín "violencia" ni lo subsume en un relato posmoderno que rizados en los que ya nadie encaja. A partir de la declinación de
lo ficcionalice. Ons, psicoanalista, se interesa en la eficacia de la las figuras tradicionales de la autoridad, la utopía hipermoderna
causa que da origen a los fenómenos violentos, se detiene en la es hacer de cada uno un amo, un dueño de sí mismo. Y, como
violencia como síntoma para tratar lo real que subyace en todo sucede con cada utopía, el contragolpe no se hace esperar: a ma-
relato, en toda ficción, en todb semblante, se aventura a consi- yor ¡;ontrol, mayor violencia, y, cuando el control está en todas
derarla un velo, un fantasma llevado al acto para encubrir lo de- partes y en ninguna, también la violencia es ubicua, como le
finitivamente imposible de soportar. Y, por eso, su interpreta~ gusta decir a Silvia Ons.
ción no es sociológica sino paradoja!. No busca las raíces de la Así, entre la multiplicidad y la estructura, nuestra autora revi-
violencia en la decadencia de los ideales que priva a la comuni- sa a Freud y Lacan, recurre a Nietzsche, Kierkegaard, Marx,
dad de los lazos que la unían, sino que se orienta por esa senten- Schopenhauer, va del narcisismo a las fórmulas de la sexuación
cia de Dostoievski que tanto interesó a J. La can hasta ponerla, logrando cada vez decir algo nuevo sobre uno de los tópicos más
como es su costumbre, patas para arriba: Si Dios no existe, todo es-
VIOLENCIA/S
14

transitados de la actualidad. Y, aunque el lector no encontrará en


este libro un remedio contra las violencias, sí puede aspirar a
entender por qué a la insensatez de las reglas y del control gene-
ralizado le corresponden violencias sin sentido, por qué al culto
de la salud le responde un desprecio por la vida, por qué al im-
perativo de felicidad le sale al encuentro un aumento de la de-
presión. Y tal vez, si se toma el tiempo para detenerse en los
detalles, pueda anticipar las razones del fracaso que le espera a
toda utopía que pretenda sacrificar lo singular de cada uno en
pos de un bien para todos.
Introducción
GRACIELA BRODSKY
Buenos Aires, abril de 2009

Nadie podría dudar de que unos de los síntomas más destaca-


dos del mundo actual sea el fenómeno de la violencia. Ella se
incrementa cada vez más, prolifera, se multiplica, bulle en el aire
que respiramos y, aun sin realizarse, está presente como una
amenaza que tiñe nuestra existencia. No solo su poder omnímo-
do se manifiesta en las terribles tragedias cotidianas que, por
repetidas, ya parecen moneda corriente, sino en la manera en la
que es interpretado el mundo. Todo gesto puede llevar su ger-
men, los otros se transforman en enemigos potenciales; parafra-
seando a Heidegger: "El mundo como imagen", "el mundo co-
mo violencia", quizás la forma contemporánea de la imagen del
mundo.
La violencia ha existido siempre y es ancestral. Intento en
este libro especificar lo que entiendo como "violencia posmoder-
na", llamando así a aquella que se infiltra por doquier, que es
ubicua, que no tiene límites. Si la posmodernidad puede definir-
se muy sintéticamente, entre otras cosas, por la desaparición de
las fronteras, la violencia coetánea a este tiempo sigue ese desti-
no. Ya no podemos localizarla, pulula en todos lados, se expande
INTRODUCCIÓN 1'
VIOLENCIA/S
16

locamente. La mayoría de las veces irrumpe sin estrategia, nave- violencia social. Estamos habituados a considerar la pobre~• '""
ga desmadrada. Desprovista de encuadres ideológicos, sin los an- incluso la indigencia- en términos cuantitativos, es decir, de
. tiguos marcos que podrían imaginariamente darle una razón, da manera economicista. Debajo de ciertos ingresos, a alguien se lo
lugar al dicho corriente de "la violencia por la violencia misma". considera "pobre"; más abajo todavía y tenemos a un "indigen-
El siglo XX fue, como Lenin lo predijo, un siglo de guerras y te". El concepto de pobreza queda así destinado a transformarse
revoluciones y, por ende, un siglo plagado de violencia. Pero no en un índice. Pero el discurso capitalista elide que ser pobre o
hay que olvidar que hasta no hace mucho se la alimentó como indigente en las sociedades contemporáneas significa ser exclui-
redentora; era la época en la que, nutrida de ideología, la finali- do de la única realidad que para ellas existe: el mercado.
dad justificaba sus atrocidades. Marx la consideraba la partera de La situación del pobre en las sociedades tradicionales es bien
la historia y muchos de los que hoy miran con horror su crimi- diferente. En ellas, cuando los valores dominantes -religiosos o
nalidad no la veían otrora con los mismos ojos. Sin embargo, no- son de tipo cultural, la pobreza no implica exclusión: el
como bien lo plantea Hannah Arendt, 1 Marx no fue un apolo- pobre está integrado. Por el contrario, quedar al margen de la
gista de la violencia, ya que, si bien consideró que se trataba de producción y el consumo (en definitiva, del dinero) supone en
lograr la dictadura del proletariado, tal dictadura era concebida nuestras sociedades perderlo todo. Por lo tanto, es indudable
por un período limitado, y el medio para llegar a esa meta, solo que existe entonces una relación entre pobreza y violencia. Se
instrumental. En este sentido, la glorificación de la violencia trata de los márgenes y de la marginalidad, en ambos casos. Ser
tomada por tantos estudiantes e intelectuales está mucho mas pobre en la sociedad contemporánea equivale a ser expulsado de
inspirada, por ejemplo, en Fanon y en Sartre que en el autor de la cultura. Lyotard identifica la posmodemidad con la caída de
El capital. Vale recordar que Sartre, basándose en Fanon, dice los grandes relatos. Considera que el relato marxista es el último
que la violencia, cual lanza de Aquiles, puede curar las heridas en desfallecer, con el derrumbamiento del muro de Berlín. Tal
que ha infligido. La concepción de la venganza como remedio acontecimiento tiene como efecto la ausencia de discursos alter-
para la mayor parte de nuestros males provocaría seguramente nativos al dominante, ya que hasta cieno momento del desarro-
espanto en muchos de los que somos o fuimos admiradores de llo capitalista los segregados del sistema eran recuperados en
este pensador francés. En nuestro país, después de la muerte de otro orden simbólico. El marxismo reintegraba a los excluidos
tantos jóvenes por la sanguinaria dictadura, el tiempo de elabo- como trabajadores que salvarían la historia; un discurso los aloja-
ración determina que no podamos ya pensar en una violencia ha brindándoles significación. 2 Ahora no tienen siquiera la dig-
"salvadora". Pero hete aquí que ella no deja de acechamos como nidad de esa pertenencia: los excluidos son arrojados no solo al
violencia "posrevolucionaria" (llamo así a la ahora desprendida hambre, sino -peor- a una suerte sin inscripción. Vale aquí el
de las razones que antaño se esgrimieron para justificarla). concepto de "forclusión" creado por Lacan: lo no integrado re-
Soy psicoanalista y no me propongo realizar un análisis socio- torna en lo real y uno de tales retornos es la violencia misma.
lógico del tema ni abordar todos los factores vinculados a la · Pero si me inclino por el plural "violencias" es porque no
pobreza económica que subyacen en innumerables hechos de quiero caer en la falacia de englobar bajo ese término cualquiera

l. Arendt, H. (2008): Sobre la violencia, Madrid, Alianza (trad.: Guillermo 2. Aramburu,]. (2000): El deseo del analista, Buenos Aires, Tres Haches,
pag. 309.
Solana).
11! VIOI f·NCIA/S

de sus manifestaciones. Así, deslindo lo que puede llamarse vio-


lencia metafísica de otra más bien nihilista, analizo la relación de
esta última con las nuevas tecnologías y me detengo en los crí-
menes propiciados vía Internet; también indago en el tema del
hombre violento, articulándolo con lo que entiendo como "nue-
vas virilidades"; destaco la posición del psicoanálisis frente a la
guerra; ubico la continuidad entre Nietzsche, Freud y Lacan res-
pecto a la violencia que anida en la moral; desbrozo la manera en
la que los imperativos vigentes en la sociedad incitan a la violen- Capítulo 1
cia; relaciono lo que Freud entendió como "angustia social" con
lo que Lacan trazó como "síntoma social", destaco la incidencia La violencia contemporánea 1
del capitalismo en las subjetividades violentas y ubico por fin el
pánico del hombre moderno en su relación con la angustia que Notas sobre la paranoia social
dilucido según los sexos. En fin, puedo decir que el libro bien
podría titularse "Variaciones acerca de la violencia". Encuentro
en las variaciones una gran afinidad con la posición perspectivis-
ta de Leibniz, al enfatizar el punto de vista desde el cual se abor-
da una temática. Deleuze nos dice que tal punto de vista no es LA VIOLENCIA UBICUA
una perspectiva frontal que permitiría captar una forma en las
mejores condiciones; el punto de vista es fundamentalmente Uno de los síntomas más relevantes de nuestra contempora-
perspectiva barroca, porque no es una instancia a partir de la neidad es, sin duda, el fenómeno de la violencia. Ella se acre-
cual se capta una forma, sino una instancia a partir de la cual se cienta día a día, pulula por doquier y, aun sin ejecutarse, se hace
capta una serie de formas, en sus pasajes de las unas en las otras, presente como una sombra que amenaza la cotidianidad de nues-
sea como metamorfosis de formas: pasos de una forma a otra, sea tra existencia. Respiramos un aire violento, la violencia callejera,
como anamorfosis: paso del caos a la forma. En el trayecto de la doméstica, la de las noticias que trasmiten los medios, la de los
una a la otra, el lector atento encontrará el hilo de Ariadna que medios mismos con su tinta roja, la política con su gusto por
las engarza. confrontar, la social, la escolar, la juvenil, la criminal, la de las
guerras, la terrorista, etc.
Se dirá que la violencia ha existido siempre. Baste recordar,
en los albores de la modernidad, el concepto de "contrato social"
creado por Thomas Hobbes, quien considera que el hombre
liberado a sí mismo es el lobo del hombre (hamo hominis lupus) y

l. Versión ampliada del trabajo publicado como clase magistral en la revista


Noticias, no 1639, año XXXI, 24/5/2008.
111 \!11 IIIIJI 111/',
LA VIOLENCIA CONTEMPORÁNEA

es necesario refrenar tal impulsividad que hace de la sociooad delictivo sin código. Desprovista de los encuadres que en d'*
humana una formación de individuos dominados por ambición forma la acotarían, desmadrada de fines, su irrupción intelnJ'II'
de mando y de dominio. tiva no tiene cauce. Es así como no solo la vemos dirigirse hacia
En el Leviatán2 (1651) describe que "en su estado natural to- el semejante sino que, por momentos, vuelve sobre el propio
dos los hombres tienen el deseo y la voluntad de causar daño", sujeto: los numerosos accidentes ocurridos en los últimos meses
de modo que hay cuanto menos en principio una constante en nuestro país lo demuestran. Desgracias ocasionadas en Ja
"guerra de todos contra todos" (bellum omnium contra omnes). El mayoría de los casos por una falta de previsión, por la suposición
fin de ese estado, y con él las condiciones para que pueda existir de que todo es posible, por esa falta de límite en la que vivimos,
una sociedad, surge mediante un pacto por el cual cesan las hos- que conduce al abismo donde se nutre el pánico al que me refe-
tilidades y los sujetos delegan sus derechos; tal renuncia permite riré más adelante. Por ahora, veremos de qué modo uno de los
el establecimiento de una autoridad que está por encima de ellos, aspectos de la "violencia posmoderna" se monta en la paranoia
pero en la cual se sienten identificados. social, que surge como producto de la devaluación de los valores
Dejando en este caso a un lado el absolutismo que podría de- y de la incredulidad que resulta de tal declinación.
rivarse de tal desenlace, importa destacar en este planteo dos
cuestiones que considero relevantes. Por un lado, que la exacer-
bación de los derechos individuales llevaría más bien al no respe- SEMBLANTES DESHABITADOS
to por los del otro, y por otro, la importancia de que los sujetos
se sientan medianamente reconocidos por el gobierno que los Hace ya más de diez años, Jacques-Alain Miller y Eric Lau-
representa; caso contrario existiría un aumento de la violencia. A rent3 caracterizaron esta época comb la del momento del "Otro
mi entender, estos dos aspectos SUP.onen como base una creencia que no existe", época signada por la crisis de lo real. En una pri-
en un bien común, en la autoridad a quien se delega. Quizá tal mera formulación definieron esa inexistencia como la de una
requisito nos permita pensar en la violencia "posmoderna", es sociedad marcada por la irrealidad de ser solo un semblante.
decir, aquella que se infiltra dondequiera como violencia ubicua Asistimos a un proceso de desmaterialización creciente de lo
que prefigura el mundo mismo. Tal imperio también se mani- real, en el que los discursos, lejos de tener cierta proximidad con
fiesta en que ella no emerge como medio para otros fines -que lo real, se separan de su cuerpo para proliferar deshabitados.
irían, por ejemplo, desde ganar una guerra y ser fiel a una nación Cuando advertimos que las palabras no tienen contenido, nos
hasta obtener un bien como en el robo-, sino que ella estalla a estamos refiriendo a este proceso. ·
veces sin estrategia, lo que permite el dicho corriente de "la vio- La sospecha de que existe un abismo infranqueable entre lo
lencia por la violencia misma". Es que esta violencia suele nave- que se dice y lo que se hace gobierna nuestra mirada frente a los
gar en el sinsentido, en la medida en que está desprovista de otros. ¿A quién creerle si la impostura es la que rige el mundo?
marcos que podrían imaginariamente otorgarle una razón; ella Lo real de la cosa se escabulle de tal manera que las palabras van
prolifera habitualmente huérfana de ideología y en el plano por otro carril, pierden su estatuto de valor para devenir en

2. Hobbes, T. (1977): Leviatán, en Fernández Pardo, C. A. (comp.), Teoría 3. Miller, ].-A. y Laurent, E. (2005): El Otro que no existe y ms comités de
política y modernidad, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. ética, Buenos Aires, Paidós, págs. 9-29 (trad.: Nora González).
VIOLENCIA/S l.A VIOLENCIA CONTEMPORÁNE'.A 23
22

meras apariencias. Tal desvinculación parece ser el signo de lugar de la creencia en el porvenir de los mercados comunes,
nuestro tiempo. El poder ha perdido legitimidad y la ética se reina la incertidumbre del mercado global que ha devenido en
limita a pregonar valores inmutables, como una suerte de tribu- ilegible. Laurent4 ubica un doble movimiento ante esa civiliza-
nal de la razón atemporal e independiente de la experiencia: un ción dispersada: el empuje al todo y el empuje a la inconsisten-
anacronismo. Hoy se invoca la ética, apelando así a una función cia. Así arriba a la interesante idea acerca del paganismo contem-
reguladora de las fuerzas científicas, mediáticas, políticas. Esto poráneo, como aquel que busca la prueba de la existencia de
refiere a la- separación radical entre la ética y los dominios men- Dios en la sobredosis. Tal exceso no se evidencia solo en la toxi-
cionados. Si el poder debe ser sopesado, ello se debe a su des- comanía de las drogas duras: el sujeto puede matarse trabajando,
arraigo de la ética. En efecto: la ética no está en su ejercicio. Ahí elegir deportes peligrosos, viajes extraños, presentar una apeten-
el signo de su ocaso. cia compulsiva por el riesgo. Puede también optar por el suicidio
La ética se extingue cuando, lejos de ser la práctica de un colectivo, hacerse bomba humana, rodearse de dinamita, eri-
poder, se circunscribe a limitar su ejercicio, delatándolo. La ética giendo así, en esa bacanal de la muerte, la figura de un Dios al
no es discurso aleccionador, más bien es por excelencia praxis, y que se le replica: "¿Por qué nos has abandonado?".
ello remite a la raíz del vocablo, ya que ethos es costumbre "El Otro que no· existe" puede muy bien vincularse con la
depauperizada por la moral de los "valores". La separación entre muerte de Dios anunciada por Nietzsche. Pero, ¿qué significa
ética y poder provoca la ineficacia de la ética y la deslegitimación esta muerte? La devaluación de los más altos valores que ha
creciente del poder. Es decir, una ética pura que no consienta en reverenciado Occidente a lo largo de más de 2000 años, es decir,
mezclarse con la conducción perece inevitablemente en la medi- el advenimiento del nihilismo. Silvio Maresca se interroga acer-
da en que se divorcia del acto, y un poder sin ética es un poder ca de las implicancias de la devaluación de un valor y considera
sin autoridad. Podemos recordar aquí la observación de Lacan que demasiado rápidamente asimilamos este proceso a una des-
cuan:do dice que la impotencia para sostener· una praxis se redu- trucción física, a una simple desaparición. Una vieja ontología
ce, como es corriente en la historia de los hombres, al ejercicio cosista guía nuestra mirada, impone aquí de nuevo su ancestral
de un poder. La ética, pues, no es palabra vana; ella abreva en el perspectiva. Sin embargo, el valor devaluado continúa existien-
accionar mismo, y la expropiación de este real es fundamental do, se sostiene impertérrito dentro del círculo de visibilidad,
para entender el poder sin legitimidad de nuestros tiempos, ya hasta es invocado con más frecuencia e intensidad ... solo que ya
que tal sustracción barre el suelo que le daría autoridad genuina. no vale, es decir, se revela incapaz de galvanizar las energías hu-
Un mundo en el que los semblantes proliferan y carecen de con- manas, incapaz de ordenar, en el doble sentido de mandar y de
sistencia, ya que no tienen la vida que les daría anclaje. estructurar un orden. En Noticias dice:
Hoy la civilización es perfectamente compatible con el caos,
con la ausencia de límite. A diferencia de antaño, ya no hay El valor devaluado no tiene por qué desaparecer de súbito, como
el billete devaluado, puede permanecer largo tiempo allí, entre noso-
necesidad de un todo concordante, y ni siquiera se sueña con esa tros, solo que ya no vale, pierde su función. Así invocamos constan-
armonía; las multiplicidades inconsistentes pueblan el mundo.
En la última parte de su enseñanza, Lacan vaticinó la crisis de los
significantes amos y le dio nombre a un nuevo reino: el del no-
todo. Negri y Hardt hablan de un imperio contorneado por la 4. Laurent, E. (2005): "La aurora del síntoma", en Ciudades analíticas, Bue-
ausencia de límite, que Joxe resume como caos. Por ejemplo, en nos Aires, Tres Haches, págs. 130-139 (trad.: Florencia Dassen).
24 VIOLENCIA/S LA VIOLENCIA CONTEMPORÁNEA 25

temente la justicia, el bien, la belleza, la verdad, la unidad, el ser, la devaluación de los valores reverenciados históricamente, ge-
pero nuestras actitudes y conductas no se orientan ya por ellos.5 nera necesariamente un estado fluido, donde lo sólido metafísico
no puede ya sostenerse. El nihilismo nombra la caída profunda,
El hiato que se genera entre el valor y la conducta cuando el errar de la falta de fundamentos en que se apoyaban los siste-
ambos se separan es la esencia de la corrupción, y esa distancia es mas especulativos y morales. ¿No había ya augurado Nietzsche
la generadora de la incredulidad respecto al valor mismo, un que el final de la metafísica inhibe el impulso para empresas de
valor que ha devenido, en este sentido, en un puro semblante. largo aliento, ya que la evaporación de un cimiento sólido impe-
El sociólogo de moda, Zygmunt Bauman, 6 explora la extrema le al sujeto a lo breve, lo efímero, lo fugaz? La inquietud del
fragilidad de los vínculos humanos en la sociedad actual, donde la hombre moderno surge del hundimiento de la tradición; ya nada
gente tiene una gran avidez por estrechar lazos, pero al mismo es vinculante, ni siquiera el territorio natal.
tiempo desconfía de una relación duradera por el compromiso El sentimiento dominante hoy en día es lo que los alemanes
que implica. Es por ello que el término "relación" ha sido susti- llaman Unsicberbeit, término que usa Bauman, porque dada su
tuido por "conexión": las conexiones vía red pueden ser disueltas enorme complejidad nos obliga a utilizar tres palabras para tra-
por ser virtuales y, a diferencia de las verdaderas relaciones, son ducirlo: incertidumbre, inseguridad y vulnerabilidad. Si bien se
de fácil acceso y salida. Así, el arte de romper las relaciones y salir podría traducir también como "precariedad". Es el sentimiento
ileso de ellas, con pocas heridas profundas y sin marcas, supera de inestabilidad, asociado a la desaparición de puntos fijos en los
ampliamente el arte de componer relaciones. La moderna razón que situar la confianza. Se evapora la confianza en uno mismo,
líquida ve opresión en los compromisos duraderos, y los vínculos en los otros y en la comunidad.
durables despiertan la sospecha de una dependencia paralizante.
El homo faber ha sido sustituido por el bomo consumens, el otro
deviene en objeto consumible y prontamente desechable, evalua- HEDONISMOS VIOLENTOS
do según la cantidad de placer que pueda ofrecer, de acuerdo con
el índice "costo-beneficio". Concluye entonces Bauman que el Se habla de esta época como de una época hedonista. Creo
amor en esta modernidad líquida llevará esa herencia y será ... un que es más apropiado pensarla en términos de un tipo particular
amor líquido. Sabemos que este sociólogo ha escrito varios libros de hedonismo y de un tipo particular de cinismo. Quiero decir
inspirados en esa palabra, que cual comodín permite explicar una que estos términos se diferencian de lo que significaban en su
multiplicidad de fenómenos: Modernidad líquida, Vida líquida, origen, y que conviene, entonces, deslindarlos.
Amor líquido, Miedo líquido, Tiempos líquidos. Cuando hablamos de hedonismo es imposible no retrotraer-
Llamativamente, Bauman no liga su hallazgo con lo ya pensa- nos a los griegos, y la misma palabra lleva la impronta de su ori-
do por Nietzsche, cuando describió la decadencia de la civiliza- gen: bedone es placer en esa lengua. Su búsqueda comandaba la
ción occidental con el nombre de nihilismo. La muerte de Dios, moral antigua, que de ninguna manera lo ubicaba en un dominio
inferior, fuera de su ética, sino en su mismo nido.
En líneas generales, 7 para el griego no hay separación entre el
5. Maresca, S., "El ocaso de la ética en Occidente", en Clase magistral,
revista Noticias, 26/4/2008.
6. Bauman, Z. (2005): Amor líquido, Buenos Aires, Fondo de Culmra Eco- 7. Mondolfo, R. (1942): El pensamiento antiguo, Buenos Aires, Losada, t. 1I
nómica (trad.: Mirta Rosenbergy Javier Arrambide). (trad.: Segundo A. Tri).
26 VIOLENCIA/S LA VIOLENCIA CONTE:MPORÁNEA 27

placer y el bien, la virtud no es ajena a la felicidad y no se opone cúrea privilegia el placer en reposo, placer que es principio y fin
a su dicha. Porque el placer, para la mayoría de los hedonistas del vivir sereno; de ahí que ese placer se contraponga al deseo
antiguos, tiene una honda profundidad metafísica, no es banal, insaciable, fuente de estímulo, contrariedad e insatisfacción.
su raigambre es ontológica. También podemos hablar de hedonismo cuando nos referi-
Las más significativas corrientes de este movimiento tomaron mos al cinismo, escuela fundada por Antístenes, cuyo mayor dis-
fuerza después de la disolución de la polis. En Platón y en Aristó- cípulo fue Diógenes de Síncope. Tal movimiento -o más bien
teles la ética era afín a la política, que como ciencia soberana y "secta" al decir de Diógenes Laercio- rechaza el placer entendi-
arquitectónica guarecía, junto con el cosmos, al hombre. Solo en do como búsqueda y como trabajo impuesto por la cultura: lo
el seno de la polis podía el hombre realizar la perfección de su mejor es vivir en soledad lejos de la civilización. El cínico repudia
naturaleza específica y así alcanzar la vida feliz; con su quiebre, el las instituciones sociales, desprecia lo estimado generalmente por
hombre ya no se siente un ciudadano con deberes hacia el Esta- los hombres, su hedonismo es autoerótico, masturbatorio, solo
do, sino el sujeto que busca la felicidad o la serenidad del espíritu basta el propio cuerpo y se niega el valor de la ley social. La fama
por sí mismo. Así, la búsqueda del placer se liga con una indivi- de Diógenes9 atrajo a Alejandro Magno, quien le propuso que le
dualidad que toma más fuerza en la medida en que se evapora el pidiese lo que deseara, y él le respondió que se apartase del tonel
espacio político-colectivo. en el cual vivía, ya que le tapaba el sol haciéndole sombra. Esta
El mayor exponente de la corriente hedonista fue Epicuro, anécdota muestra a las claras el profundo sentido del cinismo
que no solo fundó la corriente "sino que, fundamentalmente, pre- antiguo en el no querer nada, salvo que se retire la sombra del
dicó con su ejemplo y con su amistad. De él dijo Séneca: "Las otro, estar por encima de Alejandro, el gran amo, prescindir de
grandes almas epicúreas no las hizo la doctrina sino la asidua los anhelos fijados por la cultura. Tal vez por ello se comenta que
compañía de Epicuro". El placer no está divorciado del conoci- Diógenes, a plena luz del día, salía con una linterna por las calles
miento, y por ello el gozo no es trivial, pero el conocimiento gritando: "Voy buscando un hombre verdadero", quizás un hom-
tampoco es la mera episteme, ya que debe ser liberador, pues su bre desasido de los vestidos mundanos como máscaras.
fin es la confianza y la tranquilidad. La filosofía solo tiene por Las éticas hedonistas sufrieron un gran cuestionamiento a
meta emancipar el pensamiento de toda turbación para alcanzar partir de Kant, 10 quien considera que el principio de la propia
así la ataraxia, que es la ausencia de perturbación, comparada felicidad jamás puede fundar una ley moral, que en tanto univer-
por Epicuro con la calma extensión de las aguas cuando ni un sal debe trascender el bienestar de cada uno. El imperativo kan-
hálito las riza. Como el temor a los dioses tensiona el alma, tiano barre con los intereses individuales y se afirma contra todo
habrá que expulsar del Universo todo principio divino 8 y, en ese interés particular; por ello, la moral moderna se diferencia clara-
mundo así vacío de Dios, buscar por el único método de la limi- mente de la antigua. Aquella era amiga del placer, esta pretende
tación de la pasión el medio de ser feliz. Para la escuela del Jardín su más allá, ya que el deber válido para todos no puede nunca
el deseo es infinito y, al mediar un abismo entre el objeto que se
propone y el que alcanza, conduce a la infelicidad. La moral epi-

9. Diógenes Laercio, Vidas, opiniones y sentencia{ de los filósofos más ilustres,


Buenos Aires, Ernecé, págs. 322-355, t. 1 (trad.: José Ortiz y Sanz).
8. Festugiere, A. G. (1979): Epicttro y sus dioses, Buenos Aires, Eudeba (trad.: 10. Kant, E. (1977): Critica de la razón práctica, México, Porrúa (trad.: E.
[ ,c:ún Siga!). Miñana y Villasangre, y Manuel García Morente).
28 VIOLENCIA/S LA VIOLE~KIA CONTEMPORÁNFA 29

estar condicionado por apetitos singulares que están bajo su máscaras sociales, sabe que detrás de ellas no hay nada más que
égida. Quizá por ello el descubrimiento freudiano que postula la búsqueda de dinero, poder, fama, pero, en las antípodas de
un más allá del principio de placer se haya inscripto en el domi- Diógenes, las utiliza a sus anchas con fines totalmente utilitarios.
nio dibujado por Kant, aunque su ética no sea la de este filósofo. El cínico no se retira del mundo como el de otrora; se adapta a
Podemos preguntarnos cuál es el legado actual de estas éticas. un mundo hecho de ficción, donde solo importa el provecho
Por todas partes pululan ideas que dicen que vivimos en un personal y se hace uso de los valores sociales como meros disfra-
mundo hedonista, en el que la mayoría de los individuos buscan ces instrumentales. Jamás hubiese rechazado la sombra de Ale-
el placer y se desentienden de los problemas de la humanidad. jandro; por el contrario, hubiese hecho uso de ella y no hubiese
Los lazos sociales están quebrados y solo queda como meta la creído en el valor heroico de sus hazañas.
felicidad individual, principio rector y supremo en la· época del El cinismo posmoderno se vincula a la idea de que ese sem-
"Dios ha muerto" nietzscheano. Sin embargo, ese placer poco blante no apunta ya a ningún real, y lo que vale es su lugar como
tiene que ver con el del antiguo, no solo por no estar ya ligado al valor de cambio. Como si el valor de uso hubiese sido desterra-
conocimiento ni a la virtud ni a la ética, sino por estar regido por do por completo. La expropiación de lo real del semblante trae
el deber. Hoy en día todos los placeres son forzados y·nada tie- consigo la disolución de la diferencia, la extinción de la alteridad,
nen que ver con la sabiduría epicúrea, ya que existe una exigen- la abolición de la no identidad. Este fenómeno ha sido magnífi-
cia de placer que ... mata todo placer. No tendría vigencia la fa- camente expresado en el tango Cambalache:
mosa frase "ocio con dignidad", expresada por Horado, porque
ya no hay ocio sin imperativo de más y más. Mayor exigencia de Hoy resulta que es lo mismo
ejercicio físico, de rendimiento deportivo, de eficacia sexual, de ser derecho que traidor
consumo, de dicha, de dinero, etc. Prontamente advertimos que ignorante, sabio, chorro,
tal requerimiento abarca todas las esferas, atravesando todos los generoso, estafador...
ideales, presos ellos ahora de esa demanda infernal y violenta. ¡Todo es igual!
La hipermodernidad parece ser un pastiche de las dos éticas ¡Nada es mejor!
clásicas: de la antigua toma el placer, pero bajo nuevas formas; Lo mismo un burro
de la moderna, el deber, pero no ya moral sino hedonista. Claro que un gran profesor.
que, como afirma Slavoj Zizek; 11 en este tiempo, que es el del No hay aplazaos ni escalafón,
Dios que ha muerto, el libertinaje no es libertad y los placeres los inmorales nos han igualao.
están quizá más prohibidos que nunca, y los imperativos son sus Si uno vive en la impostura
asesinos. Freud nos mostró cómo el sujeto siente culpa por go- y otro roba en su ambición,
zar; hoy la experimenta por no gozar lo suficiente. da lo mismo que si es cura,
Vayamos al cinismo epoca! para comprobar también su dife- colchonero, rey de bastos,
rencia con el antiguo. El cínico posmoderno tampoco cree en las caradura o polizón.

Maravillosamente, Discepolín ha preanunciado la posmoder-


11. Zizek, S. (2005): "Presentación", en Magliano, R., Maresca, S. y Ons, nidad como lugar donde desaparecen las fronteras.
S., Placer y bien. Platón, Aristóteles y Freud, Buenos Aires, Biblos.
LA VIOLENCIA CONTEMPORÁNE:A 31
30 VIOLENCIA/S

LA PARANOIA SOCIAL, LA INCREDULIDAD Y LA VIOLENCIA fe y creencia. Fue Freud 13 quien introdujo este término para
explicar el mecanismo de la proyección, que es típico en esta
"El Otro que no existe" genera, entonces, subjetividades cíni- afección. Se niega un eventual reproche interno, atribuyéndole
cas, no incautas, desengañadas; el Otro no es tanto el lugar al prójimo el displacer que ese reproche genera. "El elemento
donde una verdad puede emitirse, ya que lo que lo anima es un que comanda la paranoia es el mecanismo proyectivo, con de-
goce que provoca siempre desconfianza. La incredulidad relativa sautorización de la creencia en el reproche". La proyección im-
al valor de la palabra corre paralela a la certeza respecto a lo que plica no fiarse del inconsciente, rechazarlo, mantener lo que
hay "detrás" de esa palabra. Así, la misma paranoia social monta- emerge de su fuente lejos del yo. Es interesante que Freud evo-
da como defensa frente a la violencia termina alimentándola. que en este mecanismo una posición subjetiva que desautoriza
Asistimos a un momento en el que los otros pueden transfor- una creencia, diciéndonos con esto que las formaciones del
marse súbitamente en enemigos, porque son potenciales adver- inconsciente suponen una creencia para ser reconocidas; caso
sarios; cualquier indicio basta para generar sospechas, la insegu- contrario es arrojado "al mundo exterior el sumario de la causa
ridad de la que todos hablan está montada en la seguridad en un que la representación establece".
mundo habitado por intenciones malévolas. Claro que algunas Tanto Freud como Lacan nos indican que el paranoico no
veces el mal radica, al decir de Hegel, en la misma mirada que ve cree en algo diferente a su yo, ya que -en términos lacanianos-
siempre el mal. La película Vidas cruzadas (Crash), de Paul Hag- para que exista creencia es preciso que también exista división
gis, muestra de qué modo todos los personajes pueden caer en subj~tiva, es decir, que el yo admita un orden que lo traspasa.
una suerte de paranoia social; se dirá que la realidad es la que Entonces podemos pensar que la incredulidad contemporánea es
conduce a ella, sin duda, pero lo que el film (tan cercano a las paralela a la égida del yo como punto de referencia de los acon-
últimas tragedias desencadenadas en nuestro país) muestra es tecimientos. No hay creencia, sino certeza relativa a la maligni-
una sucesión de calamidades producidas por suposiciones erró- dad de los otros. Lacan nos enseña que cuanto más declina la
neas. Sin ir a tales catástrofes extremas: ¿no notamos acaso de primera con más fuerza se instaura la segunda. Si tenemos en
qué forma los discursos se sobreentienden inmediatamente al ser cuenta que en un momento Lacan 14 definió que en la paranoia el
confinados al grupo partidario de donde supuestamente provie- goce está localizado en el Otro: ¿ello mismo no revela que cuan-
nen, a los intereses que los gobiernan, a los propósitos implícitos do no se cree lo que anima el vínculo es la certeza relativa al
que los empujan? goce del Otro? Así, la incredulidad posmoderna puede darse la
Dice Lacan 12 que, en el fondo de la propia paranoia, tan ani- mano con el fundamentalismo más extremo, como aquel donde
mada en apariencia por la creencia, reina el fenómeno del anida la violencia.
Unglauben. El sustantivo que utiliza Freud en alemán para desig-
nar esta "incredulidad de origen" del sujeto paranoico es
Unglaube, que corresponde a la negación de Glaube, que significa

13. Freud, S. (1986): "Las neurosis de defensa", Manuscrito K, Paranoia,


Obras completas, t. I, Buenos Aires, Amorrortu, pág. 267 (trad.: José Etche-
verry).
12. Lacan, J. (1993): "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanáli-
14. Lacan, J. (1988): "Presentación de la traducción francesa de las Memo-
sis", El Seminario. Libro 11, Buenos Aires, Paidós, pág. 246 (trad.: Diana Rabi-
rias del presidente Schreber", Intervenciones y textos, Buenos Aires, Manantial.
novich).
II'I""""'""T

Capítulo 2
Vattimo y la violencia metafísica

Gianni Vattimo 1 -inspirándose en la obra de René Girard2


La violencia y lo sagrado- afirma que lo que se llama "sagrado"
está profundamente emparentado con la violencia. En las socie-
dades primitivas, la concordia de los grupos humanos se estable-
ce encontrando un chivo expiatorio contra quien orientar esa
violencia. Cuando esas comunidades arcaicas se tomaban violen-
tas, expulsaban a un supuesto culpable, acusado en general injus-
tamente. Más tarde, la víctima propiciatoria, al posibilitar las
bases de una convivencia y frenar la guerra de todos contra
todos, es investida con atributos sagrados y se convierte en obje-
to de culto y también de sacrificio.
El argumento de Girard ya había sido tomado por Freud 3

1. Vattimo, G. (1996): Creer que se cree, Buenos Aires, Paidós (trad.: Car-
men Revilla). .
2. Girard, R. (1983): La violenáa y lo sag;rado, Barcelona, Anagrama (trad.:
Joaquín Jordá).
3. Freud, S. (1990): "Tótem y tabú", Obras completas, t. XIII, Buenos Aires,
Amorrortu (trad.: José Etcheverry).
34 VIOL.I-.NCIA/5 VATTIMO Y LA VIOLENCIA METAFÍSICA 35

cuando ubicó un crimen en el origen de la humanidad, y en la ma. Sería así el gran desacralizador de las religiones naturales en
figura del tótem venerado, el recuerdo del asesinato perpetuado. su carácter violento. El redentor muestra que no es necesario
La religión totémica representa así, para el creador del psicoaná- ofrecer sacrificios a Dios; es crucificado en la medida en que des-
lisis, la primera tentativa de una religión. Surge de la conciencia miente el mecanismo victimario.
de culpabilidad de los hijos por haber matado al padre, y como La encarnación, entonces, equivale al desasimiento de losa-
una tentativa de apaciguar este sentimiento y reconciliarse con el grado respecto a lo violento, proceso aún no cumplido que expli-
padre mediante la obediencia retrospectiva. Pero también la reli- ca la pervívencia victimaria en la teología cristiana. Vattimo con-
gión del totemismo conserva el triunfo conseguido sobre el sidera que el Dios violento de Girard es el Dios de la metañsica,
padre. Para Freud todas las religiones posteriores se demuestran el que ella ha llamado ipmm esse mbsisten, ya que condensa todos
como tentativas para solucionar el mismo problema y la ambiva- los caracteres del ser objetivo. ¿No organiza ella acaso pirámi-
lencia inherente al complejo paterno perdura en todas ellas. Si al des, en cuya cima se erige un principio supremo? Entonces, la
final de "Tótem y tabú" se evoca la cita de Goethe, "En princi- disolución de la metafísica es también el final de esta imagen de
pio era la acción", es porque toda esa obra muestra que en el ori- Dios, la muerte de Dios de la que habló Nietzsche.4
gen está la violencia, y que la religión se monta sobre la concien- El "pensamiento débil" propuesto por Vattimo como una
y
cia de la culpabilidad el remordimiento, y la moral, sobre las concepción no metafísica del ser, de la que se derivaría una ética
necesidades de la nueva sociedad y sobre la expiación exigida por de la no violencia, encuentra su inspiración en la kénosis cristiana.
esa conciencia. El lazo entre lo sagrado y lo violento ya lo había Este término alude a la renuncia voluntaria hecha por Cristo a
establecido Freud. su derecho a los privilegios divinos, al aceptar humildemente el
Los caracteres violentos de lo sagrado se conservan también estado humano en la encarnación. San Pablo dice de Cristo que
en la Biblia. La teología cristiana perpetúa el mecanismo victi- él se vació a sí mismo 5 asumiendo la forma de vida que es propia
mario concibiendo a Jesucristo como la "víctima perfecta", de los demás hombres. En el Nuevo Testamento se encuentran
quien, con su sacrificio de valor infinito; como es infinita la per- también otros pasajes donde se hace referencia a la existencia del
sona humano-divina de Jesús, satisface plenamente la necesidad hijo privado de la gloria que poseía desde toda la eternidad: era
divina de justicia por el pecado de Adán. Todo el mecanismo so- rico y se hizo pobre para enriquecer a los hombres. La kénosis del
cial se construye, según Girard, en torno de la sacralidad de la hijo no consiste en la encarnación en sí misma, sino en la encar-
víctima, y su sacrificio sería indispensable para que no se repita nación en la debilidad.
la violencia originaría y su inmolación útil, para descargar la vio- Tal como Weber y Elias, Vattimo estima que la secularización
lencia social. Así, una excesiva secularización conllevaría el ries- es la esencia de la modernidad; su característica consiste en una
go de una violencia, que se reproduciría en estado salvaje. transformación del poder en una formalización que lo priva pro-
Vattímo sostiene que esta lectura de la Escritura es errónea. gresivamente del carácter absoluto ligado a la soberanía de la per-
Jesús no se encarna a fin de proporcionar al Padre una víctima sona "sagrada". Ese proceso entra para él en consonancia con el
adecuada para su ira, sino que viene al mundo para liquidar el
nexo entre la violencia y lo sagrado. Se lo mata al ser tal revela-
ción intolerable para una humanidad arraigada en la tradición
4. En el próximo capítulo, "Violencias morales. Nietzsche, Freud, Lacan",
violenta de las religiones sacrificiales. Jesucristo vendría a des- me referiré a la violencia metafísica en lo relativo a la moral.
mentir -y no a cumplir- la sacralidad y la necesidad de la vícti- 5. Carta a los filipenses, 2, 7.
36 VIOLENCIA/S VATTIMO Y LA VIOLENCIA METAFÍSICA 37

mensaje cristiano; la modernidad laica sería así la continuación de nihilistas que tienen resonancias muy contemporáneas. El libro,
la interpretación que desacraliza al mensaje bíblico, y la ontología l:stimado por Dostoievski como su momento cúlmine, tuvo su
débil, su trascripción más adecuada, ya que el bien debe pensarse fuente de inspiración en la tremenda conmoción que sintió a raíz
más en términos de sustracción que de afirmación. 6 Seculariza- de un crimen real acaecido en Moscú. En este suceso, un líder
ción, mensaje cristiano y nihilismo quedan así hondamente entre- nihilista instó a cuatro de sus seguidores (congregados en torno
lazados junto con su consecuencia: una ética de la no violencia. a una célula revolucionaria de cinco personajes) a matar al quin-
to integrante por sospechas de traición. "Uno de los aconteci-
mientos principales de mi relato será el asesinato, muy conocido
LA VIOLENCIA ACTUAL, POSMETAFÍSICA en Moscú, de Ivanoff por Nechaieff', 9 dirá a su editor al recibir
el primer anticipo de la novela.
En un reportaje concedido al diario Perfil, 7 Analía Hounie "Si Dios no existe, todo 'está permitido'' es una conocida
interroga con acierto a Vattimo al preguntarle cómo él explica el expresión de Dostoievski que se encarna por ejemplo en Kirilov,
auge de la violencia en el marco del nihilismo epocal. ¿El pensa- quien afirma: "Si no hay Dios, yo soy Dios". Y como expresión
miento débil no debería haberla debilitado? "Resabios metafísi- extrema de tal poderosa autonomía se suicida en nombre de su
cos", contesta el pensador italiano. Creo que esta res'puesta ilimitada libertad. Según Kirilov, el suicida es Dios ya que ha
podría ser válida cuando hablamos de la violencia que surge de vencido el miedo, y es la misma muerte del miedo la muerte de
los fundamentalismos anclados en lo religioso; incluso podría- Dios.
mos acotar que el monoteísmo ha dado lugar a las guerras más Este texto de quien ha sido una de las fuentes inspiradoras de
atroces, pero allí no se agota el tema. Es que, tal vez, habría que Nietzsche en su último período contiene claves notables para
dar un paso más para pensar la relación entre violencia y nihilis- entrever nuestra época. Podemos también mencionar a los jóve-
mo como fenómeno actual, y para poder caracterizar una violen- nes de la aristocracia a quienes todo les aburre y deciden, por
cia posmetafísica, propiamente nihilista. Por ejemplo, existen ejemplo, ir a observar el cadáver de un suicida para experimentar
violencias muy vinculadas al nihilismo que bien puede denomi- sensaciones que los liberen de su apatía habitual:
narse "decadente", anidándose incluso allí mismo.
Nietzsche era lector de los franceses y tomó el término déca- ¿Y si vamos a ver al suicida? La idea obtuvo aprobación general,
pues nuestras .damas jamás habían visto a un suicida. Una de ellas,
dence para hacer referencia al nihilismo, y con relación a los
lo recuerdo bien, declaró en voz alta que "estaba tan aburrida" de
rusos caracterizó a Dostoievski como "moderno pesimista déca- las distracciones vulgares, que bien merecía la pena apelar a cosas
dent". Si nos remitimos a este escritor podemos citar la obra Los más interesantes. lO
endemoniadosB en la que aparecen delineados distintos tipos de
Hace poco, en nuestro país se publicó una noticia en la que
unos muchachos de clase alta se divertían golpeando a los de
clase baja. El revuelo ocasionado por el caso de los jóvenes adi:.
6. Vattimo, G. (lOOH): Nt1 .rc1· /JtoJ, Buenos Aires, Paidós, pág. 211 (trad.:
Rosa Rius Gutdl y (:arme ( :1a~tclls /\u leda).
7. Di11rio Pwjll, Scl'l.·illn Cultura, Zl/8/2008.
8. DoatnltwNki, F. (ICJ6H): /.os endemoniados, Barcelona, Bruguera (trad.: 9. lbíd., pág. 21.
Cario• de Arce). 1o. lbíd., pág. 415.
38 VIOLENCIA/S VATTIMO Y LA VIOLENCIA METAFÍSICA 39

nerados que salían por las noches en una camioneta 4x4 a gol- quien aspire a la libertad suprema no temerá quitarse la vida.
pear a personas pobres para filmar esas agresiones y luego subir Quien ten~ coraje para matarse habrá taladrado el secreto del
los videos a Internet, permitió descubrir que la diversión asocia- miedo. Acabar con el temor es convertirse en Dios. 14
da a actos violentos y discriminatorios es norma para muchos
adolescentes de familias acomodadas. Aquí es interesante evocar
la temática del hastío, y de su desenlace en estos casos, donde la LA VIOLENCIA NIHILISTA DEL HOMBRE HUECO
violencia es un modo de "distracción". Basten estas palabras de
Heidegger para que podamos percibir de qué modo el nihilismo Hay una violencia nihilista. Cuando el hombre frenético de
se toca con el aburrimiento: "El aburrimiento profundo va La gaya ciem'ia anuncia el asesinato de Dios, ese asesinato signifi-
rodando por las cimas de la existencia como una silenciosa niebla ca "borrar el horizonte", caída sin fin en el vacío:
y nivela todas las cosas, a los hombres, y a uno mismo, en una
extraña indiferencia". 11 Este punto, en el que van al unísono "¿A dónde ha ido Dios?", gritó, ¡yo os lo voy a decir! ¡Nosotros
aburrimiento, ausencia de singularidad, igualdad y violencia, lo hemos matado, vosotros y yo! ¡Todos nosotros somos sus asesi-
nos! ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo fuimos capaces de
merecerá un análisis posterior. .
beber el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar todo .el hori-
DQstoievski ha sido el antecesor del "Dios ha muerto" nietzs- zonte? ¿Qué hicimos cuando desencadenamos esta tierra de su sol?
cheano; no es casual ver desfilar en su obra innumerables perso- ¿Hacia dónde se mueve ahora? ¿Hacia dónde nos movemos noso-
najes que deciden transgredir los límites de la moral oficial me- tros? ¿Lejos de todos los soles? ¿No caemos continuamente? 15
diante actos de violencia y de crimen. Es el empleado que, en
Memorias del subsuelo, 12 d~cide que no respetará lo que no sea de su Bachelard 16 nos dice que en Nietzsche el poeta explica en
agrado. Es el estudiante de Crimen y castigo, que asesina a la vieja parte al pensador y que nuestro filósofo es el poeta de las cimas,
usurera para comprobar si es capaz de tomar el poder y de matar el poeta ascensional, nunca el que cae estremecido por el vérti-
un prim:ipin ("nn he nsesinadn a un ser humano, sino un princi- go. En todo caso, el vértigo nietzscheano es un vértigo domina-
Jlio"). E11 el Smcrdiakov de /,u,,· hermanos Karamazov,U que asesina do, no el del hombre nihilista entregado al abismo:
ll NU p~tdt·c p11r11 cumplir 11!1f con el voto de Iván Karamazov predi-
t•~tdur del... todo está permitido. Todos ellos son los repre- Vacila al borde de los abismos
ICntllntes del nexo profundo del nihilismo decadente y de la ilu- donde todo en torno tuyo
siém de libertad ilimitada aunada al crimen. Claro que su nexo con tiende a bajar: junto a la impaciencia
de los salvajes guijarros,
la culpa y el castigo no estaría tan acorde con nuestros tiempos.
de los torrentes impetuosos
También el suicidio ocupa un sitio importante como prueba él es paciente, tolerante, duro, silencioso,
de la ausencia de Dios. En Los endemoniados Kirilov afirma que solitario.

14. Dostoievski, F., ob. cit., pág. 166.


11. Heidegger, M. (1988): Qué es metafísica, Buenos Aires, Siglo XXI, pág. 15. Nietzsche, F. (1999): La gaya ciencia, Caracas, Monte Ávila, págs. 116-
45 (trad.: Enzo Paci). 17 (trad.: José Jara).
12. Dostoievski, F. (2008): Memorias del subsuelo, Buenos Aires, Losada. 16. Bachelard, G. (2007): El aire y los sueños, México, Fondo de Cultura
13. Dostoievski, F. (1959): Los hermanos Karamazov, Barcelona, Bruguera. Económica, págs. 159-201 (trad.: Ernestina de Charnpourcin).
r
·111 VI( JI 1 I..Jl 11\/~, VATTIMO Y LA VIOLENCIA METAFÍSICA ~1

La caída es coetánea con el derrumbe de la pirámide especu- te manera el imperativo categórico: "Compórtate de tal manera
lativa en la que se sostenían los sistemas filosóficos y morales. Y, que si el Führer te viera aprobara tus actos". Interpretación in-
así como Freud habla del destino de la pulsión, creo que podría- dignante, ya que la filosofía de Kant, estrechamente unida a la
mos referirnos a los destinos del nihilismo. El celebrado por facultad humana de juzgar, elimina de manera absoluta la obe-
Nietzsche es el que, martillando los viejos valores, se asienta en diencia ciega y jamás equipara la ley con el supuesto legislador,
su devaluación para crear nuevos, esos que se anclan en la expe- interpretación que habla de cómo una orden malévola se asienta
riencia y en la contingencia del devenir. Valores provisorios que en una existencia inconsistente, dándole un cuerpo y, aún, un
respeten la multiplicidad de la vida, valores conocedores de la sentido.
nada nihil, pero que lejos de navegar en ella construyen, usándo- El sujeto de nuestros tiempos es un sujeto desamarrado de la
la como cimiento. Heidegger, parafraseando a Holderlin, gusta tradición, deshabitado de marcas históricas: de ahí su propensión
decir a menudo que, donde crece el peligro, crece también la a las identificaciones colectivas. Los desiertos -recuerda Areiidt-
salvación. Claro que hay otro destino, el del hombre que sin pueden conducir a los peores oasis, a los que se lleva la arena del
trascendencia queda liberado a] errar de la pérdida del funda- desierto en los zapatos: la experiencia de los totalitarismos y el
mento, hundiéndose en una "nada infinita". Es el hombre vacío inmenso desarrollo de las posibilidades de aniquilación. 19 Lacan
tan bien descrito por Eliot en sn poema "El hombre hueco", propone para el fin del análisis, no el vacío de identificación de
hombre relleno de aserrín como vacua consistencia. Es en "La esos hombres epocales "vacíos y llenos" descriptos por el poeta
tierra baldía" la esterilidad de la tierra,. que el poeta aúna a la Eliot, sino la identificación al síntoma. 20
esterilidad de la existencia, en los desiertos inhóspitos de los De lo anterior se infiere que los hombres vacíos pueden ser
albores del siglo XX. los más crueles, ya que ese mismo vacío libera la pulsión. Deten-
En Eichmann en Jerosaién 17 Hannah Arendt muestra cómo el gámonos en este punto. ¿No ha hecho Freud una crítica a los
mal se encarna en las existencias caracterizadas por la banalidad, imperativos culturales que sofocan nuestras pulsiones? ¿Acaso
suturando incluso la oquedad de la vida. Consciente de su difi- esta sería una época en la que la pulsión, lejos de sufrir el destino
cultad en expresarse debido a una afasia moderada, Eichmann de la represión, perdería toda sujeción? La posición de Freud no
confiesa en su juicio: "Mi único lenguaje es el burocrático". es la de privilegiar la pulsión liberada a la reprimida, sino que
Arendt destaca que se trataba de alguien que era verdaderamente aspira a crear un nuevo estado en el interior del yo, y ello es
incapaz de enunciar una frase que no fuese un clisé; la vacuidad paralelo al imperativo ético que rige el psicoanálisis: Wo Es ward,
de sus palabras y la imposibilidad de ponerse en el lugar de su sol/ !eh werden ("allí donde era ello, yo debo advenir"). En "Aná-
interlocutor iban de la mano con su incapacidad para pensar. lisis terminable e interminable" 21 sostiene que en un análisis no
Nunca dejó de afirmar que él cumplía con su deber, que no solo se trata de intentar hacer desaparecer la pulsión -cuestión por lo
obedecía órdenes sino que también obedecía la ley. Su lectura de
la Crítica de la razón práctica 18 1o llevó a interpretar de la siguien-

19. Arendt, H. (1997): ¿Qué es la política?, Barcelona, Paidós (trad.: Rosa


Sala Carbó).
17. Arendt, H. (2000): Eichmann en ]mtsalén, Barcelona, Lumen, págs. 78- 20. Lacan, ].: Seminario XXIV: "L'insu que sait de l'une-bévue s'aile amou-
80 (trad.: Carlos Ribalta). rre", inédito.
18. lbíd., págs. 206-208. 21. Freud, S.: "Análisis ... ", oh. cit., pág. 227.
VATTIMO Y LA VIOLENCIA METAFÍSICA 43
42 VIOLENCIA/S

demás imposible y no deseable- sino de domeñarla. "Domeña- otras cosas, porque desde ese vacío no puede haber "domeña-
miento" es, en alemán Biindigung. Etchever:ry señala, en una nota miento", sino más bien libre cauce del impulso y desconoci-
al pie, que Freud utilizó esta palabra en otros lugares, bien para miento.
enunciar que la mezcla de la libido con la pulsión de muerte
torna inocua esta última, bien para hablar -al inicio de su obra-
del proceso por el cual los recuerdos penosos, a raíz de la inter- LA IDENTIFICACIÓN AL SÍNTOMA COMO TRATAMIENTO
vención del yo, dejan de portar el mismo afecto. En uno y otro FRENTE A LA SEGREGACIÓN
caso, un elemento deja de ser el mismo a partir de la intervención
de otro elemento. Reiteramos que tal trasmutación no significa Puede resultar extraña la importancia que le otorgamos al yo,
desaparición, ya que contrariamente para Freud la pulsión "es siempre deleznable en la comunidad lacaniana, yo del que habría
admitida dentro de la armonía del yo, es asequible a toda clase de justamente que vaciarse junto con la diadema narcisista que lo
influjos por las otras aspiraciones que hay en el interior del yo, y recubre. En el mismo Freud, su lugar defensivo, de desconoci-
ya no sigue más su camino propio hacia la satisfacción". 22 miento y de sumisión a otras instancias, entra en contradicción
Podemos preguntarnos en qué se diferenciaría tal tratamien- con su presuntuosa infatuación. Freud gusta ridiculizarlo cuan-
to de aquel que da lugar a la creación del síntoma mismo como do, por ejemplo, al criticar el lugar que Adler le otorga, dice que
formación y satisfacción sustitutiva: transacción entre dos instan- en esa psicología el yo se parece a ese payaso del circo que sos-
cias. ¿Es que entonces en el interior del mismo yo acontece el tiene ser el autor de todas las pruebas difíciles. 23 Sin embargo, en
síntoma, siempre vivido como una irrupción exterior a su "Análisis terminable e interminable" habla de una modificación
campo? Este desplazamiento no deja de ser interesante, aunque, en el yo, resultado de la perturbación de su defensa, que creo
de todos modos, los procesos no son iguales; en el síntoma neu- bien podríamos vincular con la identificación al síntoma al final
rótico la pulsión no es admitida, ya que la defensa la rechaza, del análisis propuesta por Lacan. Por otra parte, en la última
haciendo que solo pueda afirmarse por caminos sustitutivos, parte de la enseñanza, Lacan reconsideró términos que habían
mientras que aquí Freud no utiliza la palabra "defensa" sino sido devaluados en la primera parte de su enseñanza. Es de inte-
"domeñamiento", admisión de la pulsión y no represión, admi- rés establecer un contrapunto entre los primeros seminarios de
sión que la torna asequible a los influjos y aspiraciones del yo. Lacan y los más tardíos. En los comienzos de su enseñanza, el
¿Pero no habló siempre el creador del psicoanálisis de lo no edu- fin del análisis es pensado como subjetivación de la muerte,
cable de la pulsión como uno de sus rasgos más constitutivos? mediante el desbrozamiento de lo imaginario, producido por el
¿No es acaso el yo más bien siervo que "educador"? El texto vaciamiento identificatorio.
indica que la pulsión será sensible a otros influjos, a condición de
ser acogida por un yo que se ha reconocido antes vasallo que Es pues ciertamente aquí donde el análisis del Yo encuentra su
término ideal, aquel en que el sujeto, habiendo vuelto a encontrar
señor: "Donde era ello, yo debo advenir". Claro que Freud se
los orígenes de su Yo en una regresión imaginaria, toca, por la pro-
refiere a un yo que tiene aspiraciones y que dista de ser mero
vacío; si los hombres vacíos pueden ser los más crueles es, entre

23. Jones, E. (1976): Vida y obra de Sig;mund Freud, Buenos Aires, Hormé,
22. Ibíd., pág. 228. pág. 144 (trad.: Mario Carlisky).
1111""""1'

·14 VIOLENCIA/S VATTIMO Y LA VIOLENCIA MeTAFÍSICA 45

gresión remell\,orante, a su fin en el análisis: o sea, la subjetivación bre sabe hacer con su imagen, correspo~de por algún lado a esto, y
de su muerte. Y sería el.fin exigible para el Yo del analista, del que permite imaginar la manera en la cual se desenvuelve con su sínto-
puede decirse que no debe conocer sino el prestigio de un solo ma. Se trata aquí del narcisismo secundario, que es el narcisismo
amo: la muerte, para que la vida, a la que debe guiar a través de tan- radical, estando el narcisismo llamado primario excluido en este
tos destinos, le sea amiga. 24 caso.

En el último tramo de su enseñanza, en cambio, la identifica- Se puede decir que el síntoma ha sido incorporado al yo. Se
ción se hace necesaria para ubicar el fin de análisis. El Seminario puede agregar que el síntoma ha entrado en consonancia con
XXIf/1 5 es, en este aspecto, una referencia fundamental. Allí La- la identificación. Se puede precisar que ha tomado el relevo de las
can dice que no se tratará de una identificación al inconsciente, identificaciones que han sido franqueadas.
ya que este resta el Otro. Si fuera así, la alienación y el extravío Así, donde eran las identificaciones secundarias formadoras
serían la consecuencia. Afirma que el análisis produce una sería el síntoma. A decir de J.-A. Miller, soy como gozo. 26 De-
demarcación con respecto al Otro. Y a propósito de esta delimi- tengámonos en la conjunción entre estos términos. Pronto ad-
tación introduce la temática de la identificación. Llamativas son vertimos que las identificaciones los mantienen disyuntos, y por
las referencias que aparecen aquí, vinculadas a los términos eso ellas son siempre segregativas, ya que el Otro representa el
"conocimiento", "imagen", "narcisismo secundario". propio exceso, separado e ignorado. La Bejahung, como opera-
Por ejemplo, el conocimiento, en continuidad con los térmi- ción formadora del yo, se funda en la expulsión de lo no asimila-
nos anteriores, había sido devaluado por Lacan. El saber y la ble, como resto hostil y ajeno. Se incorpora lo bueno, se expulsa
verdad fueron clásicamente jerarquizados, en contraposición a lo malo. La violencia que surge de la segregación, y que tiene
aquel que, imaginario y narcisista, permanece ligado al descono- tanta vigencia hoy en día, se funda en esta operación; lo extraño
cimiento, a la pretensión de complementariedad entre el sujeto y ya no es uno mismo sino el prójimo, al que hay que eliminar.
el objeto, a la aspiración de una relación totalizante entre el En cambio, la identificación al síntoma une los términos que
principio macho y el principio hembra. la Bejahung separa, permitiéndonos pensar en un tratamiento de
Sin embargo, en la última etapa de su enseñanza Lacan le da lo real menos segregativo. El goce y la identificación se habrían
al conocimiento un lugar diferente, integrándolo -ya no como conciliado, y el síntoma tomaría el relevo de ias identificaciones
obstáculo- al proceso de la cura. Así, en la clase del 16 de no- traspasadas.
viembre de 1976, sostiene que el síntoma es lo que se conoce Precisemos una diferencia entre la identificación al síntoma y
mejor. Luego, al preguntarse acerca de lo que esto quiere decir, las identificaciones atravesadas en el análisis. En el Seminario XI,
afirma: Lacan señala que, una vez franqueado el plano de la identifica-
ción, "la experiencia del fantasma radical deviene la pulsión". 27
Entonces, ¿qu~ sería conocer? Conocer su síntoma quiere decir Si este desenlace supone tal trasposición, se infiere que la identi-
saber hacer con, saber desembrollarlo, manipularlo. Lo que el hom- ficación, corrientemente, oculta la pulsión por el fantasma.

24. Lacan, J. (1985): "Variantes de la cura tipo", Escritos, t. 1, Buenos Aires, 26. Miller, J.-A. (1998): Los signos del goce, Buenos Aires, Paidós (trad.: Nora
Siglo XXI, pág. 335 (trad.: Tomás Segovia). González).
25. Lacan,J.: Seminario XXIV: "L'insu que sait ... ", ob. cit. 27. Lacan, J.: "Los cuatro conceptos ... ", ob. cit. pág. 281.
r-
•!(, VIOLENCIA/S

La identificación al síntoma, en fin de análisis, es a lo más


real, es decir, que se trata de una identificación que no enmasca-
ra la pulsión por el fantasma. Resuena aquí la hipótesis freudiana
acerca de la neocreación de un estado, que no preexistió, en el
yo. Una identificación capaz de acoger lo pulsional en lugar de
transfonnarlo en goce del Otro. Un sujeto identificado a lo más
real de su síntoma es menos proclive a las lógicas segregativas.
Enterado de la heterogeneidad que lo habita, puede albergarla,
lejos de expulsarla como impropia. Capítulo 3
Violencias morales.
Nietzsche, Freud, Lacan

NIETZSCHE SILENCIADO

No abundan referencias explícitas en la obra de Lacan y de


Freud respecto de este filósofo. Para Freud, Nietzsche represen-
tó, muy tempranamente, lo inalcanzable: "Durante mi juventud,
Nietzsche significó para mí algo así como una personalidad
noble y distinguida que me era inaccesible". 1 Notablemente le
confesó a Fliess su expectativa de hallar en esa obra el misterio
ele aquello que se resiste al verbo: "Ahora me he procurado a
Nietzsche, en quien espero encontrar las palabras para mucho ele
lo que permanece mudo en mí, pero no lo he abierto todavía". 2
Expresó, también, su reticencia:

l. Freud, S. (1980): "Carta a Arnold Zweig del12 de mayo de 1934", en


Correspondencia Freud-Zweig, Barcelona, Gedisa.
2. Freud, S. (1986): "Cartas a Fliess, 1• de febrero de 1900", Obras comple-
tas, t. I, Buenos Aires, Amorrortu (trad.: José Etcheverry).
VIOLENCIAS MORALES. NIETZSCHE, FREUD, LACAN 49
48 VIOLENCIA/S

Me rehusé el elevado goce de las obras de Nietzsche con esta Nietzsche en términos que guardan honda afinidad con la Cosa:
motivación consciente: no quise que representación-expectativa de destello súbito, brillo que estorba, resplandor, meteoro. Pero
ninguna clase viniese a estorbarme en la elaboración de las impre- hay muy poca referencia a sus escritos. El silencio del psicoaná-
siones psicoanalíticas. Por ello, debía estar dispuesto -y lo estoy, de lisis respecto de Nietzsche es sorprendente, sintomático. Sor-
buena gana- a resignar cualquier pretensión de prioridad en aque- prendente porque se trata del filósofo más cercano al psicoanáli-
llos frecuentes casos en que la laboriosa investigación psicoanalítica sis; es el filósofo que ya no cree en la filosofía metafísica y que
no puede más que corroborar las intelecciones obtenidas por los
espera, en un futuro más del médico por venir que del filósofo.
filósofos intuitivamente. 3
Nietzsche no conoció el psicoanálisis; sin embargo, podríamos
decir que su obra lo tenía en la mira.
Tal argumentación revela muy bien la fuerza otorgada a estas
Vale recordar las palabras de Arnold Zweig dirigidas a Freud:
ideas; la lectura no podía ser indiferente; determinados pasajes
revelan que Freud no la desestimó y que, al soslayar el goce que Pero durante estos últimos años me he vuelto a acercar a él
ella le deparaba, eso mismo revela que algo de ese goce fue expe- [Nietzsche] por el mero hecho de haber reconocido en usted, que-
rimentado: de hecho, sus marcas fueron profundas en su elabo- rido padre Freud, al hombre que ha sabido realizar lo que en
ración. Por ejemplo, en "El yo y el ello", cuando elabora la se- Nietzsche solo fue una pintura: el que ha vuelto a dar a luz la Anti-
gunda tópica y se refiere al ello, lo hace incorporando una noción güedad, el que ha revalorizado todos los valores, quien ha acabado
con el cristianismo, el verdadero inmoralista y ateo, el que ha dado
que, por la vía de Groddeck, le llega de Nietzsche. En nota al
un nuevo nombre a los impulsos humanos, el crítico de toda la evo-
pie deja constancia de la genealogía del concepto: "El propio lución cultural hasta nuestros días y el que ha hecho todas las dt:más
Groddeck sigue sin duda el ejemplo de Nietzsche, quien usa cosas que le son atribuibles solamente a usted, que ha sabido evitar
habitualmente esta expresión gramatical para lo que es imperso- siempre todas las distorsiones y locuras puesto que ha inventado el
nal y responde, por así decir, a una necesidad de la naturaleza, de psicoanálisis y no el Zaratustra. 6
nuestro ser". 4
N os interesa demostrar hasta qué punto la deconstrucción de
Por otra parte, cuando elabora el concepto de repetición, lo
la moral realizada por el psicoanálisis encuentra en este filósofo
hace en los mismos términos que Nietzsche, y escribe entre co-
a su gran precursor. Incluso al extremo de afirmar que, si Marx
millas "eterno retorno de lo igual", lo que da pruebas de esa lec-
inventó el síntoma, Nietzsche también lo hizo bajo la forma de
tura que se privaba de citar.
haberlo descubierto en la moral.
En comunidad con Freud, Lacan hace mención a la intensi-
Nietzsche cerca de Freud en la deconstrucción de la moral,
dad luminaria del pensamiento nietzscheano, describiéndolo al
en la crítica del cristianismo, en la invención del síntoma, en la
modo de una nova tan fulgurante como rápidamente vuelta a las
noción del ello, en la idea de pulsión y de repetición. Y Nietzs-
tinieblas. 5 Nótese que ambos confluyen en ubicar las ideas de
che cerca de Lacan en la concepción de la verdad como estruc-
tura de ficción, en el estatuto del semblante que de allí se des-
prende, en la ruptura del lenguaje como gramática para producir
3. Freud, S. (1979): "Contribución a la historia del movimiento psicoanalí-
tico, Obras completas, t. XIV, pág. 15.
4. Freud, S. (1979): "El yo y el ello", Obras completas, t. XIX, pág. 25.
6. "Carta a Freud del 28 de abril de 1934", Correspondencia Freud-Zweig,
5. Lacan, J. (197 5): "La cosa freudiana", Escritos I, Buenos Aires, Siglo XXI,
ob. cit.
pág. 389 (trad.: Tomás Segovia).
52 VIOLENCIA/S VIOLENCIAS MORALES. NIETZSCHE, FREUD. LACAN 53

Importa destacar el carácter coercitivo del imperativo, la ... rengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quien-
constricción incondicional del mandato, la naturaleza compulsi- quiera, y ese derecho lo ejerceré sin que ningún límite me deten-
va (Kant remarca la palabra "compulsión") del deber. La coac- ga en el capricho de las exacciones que me venga en gana saciar
ción del imperativo hiere el sentimiento, causa daño, humilla, en él". Lacan 14 desbroza esta frase recortando en el "puede de-
lastima el amor propio, horada la materia. La ley se levanta más cirme quienquiera" la voz, en la boca del Otro, como un objeto
allá del placer, y en lo pretendidamente puro se dibuja el espec- diferente de aquellos que aparecen en el campo fenomenal.
tro del dolor. El motor del imperativo moral debe estar libre de Pero no se trata de homologar la ley y el imperativo de goce
toda condición sensible; sin embargo su correlato es el dolor. sadiano. Muchas veces se divulga en psicoanálisis la idea de una
Por consiguiente, podemos comprender a priori que la ley identidad entre Kant y Sade, producto de una lectura rápida y de
moral, como fundamento de determinación de la voluntad, debe una posición ausente de perspectiva. Lacan no los hace equivalen-
producir un sentimiento porque causa perjuicio a todas nuestras tes sino que indica la manera en que el imperativo muestra la faz
inclinaciones, sentimiento que puede ser denominado dolor, y de goce existente, pero elidida en práctica incondicional de la ra-
aquí tenemos ahora el primero y único caso en que podemos zón. Freud sospechaba tempranamente -y se lo escribía a Fliess-
determinar por conceptos a priori la relación de un conocimien- que debía haber algo en la vida sexual que nutría con fuerza la
to (de una razón pura práctica) con el sentimiento de placer o de moral. 15
dolor que puede ser denominado dolor. 12
La ley moral "infiere a la presunción que prescribe como
leyes a las condiciones subjetivas dd amor a sí mismo, un daño SADE Y EL MONTAJE DE LA ESCENA
infinito. Mas lo que infiere daño a nuestra presunción, en nues-
tro juicio propio, humilla".l3 En "Aún" 16 hay una referencia poco explorada y llena de re-
Dice Lacan que allí donde Kant cree haber visto eliminado el sonancias, rica en consecuencias. Lacan crea una palabra para
objeto en el campo fenomenal, este qbjeto se hace de todos situar la particularidad de la perversión: almoralidad. Almor se
modos presente y es Sade quien lo demuestra. En el imperativo diferencia de almoralidad. Tal nominación puede entenderse si
se devela el objeto como voz y ella se perfila en su mismo fondo advertimos que en una palabra hay una juntura entre el objeto a
matador. La ley se impone coino una orden autónoma e inde- como objeto de goce y el amor: almor, y, por otra parte, en la
pendiente a la materialidad del objeto de deseo; sin embargo, en otra palabra, entre el objeto a y la moral, almoralidad. Así pode-
esta operación hay otro objeto como agente que intimida. Sabe- mos hablar de la posibilidad de almor en las neurosis, ya que las
mos cuán a menudo lo que se impone, lo que obliga, lo que condiciones de goce pueden articularse con el amor, y de almo-
coarta, toma la forma de una voz en la conciencia que surge ralidad para la perversión, ya que las condiciones de goce están
como exterior al sujeto. acopladas a la moral.
Lacan considera que Sade desenmascara ese objeto cuando
enuncia el derecho al goce bajo la forma de una regla universal:
14. Lacan,J.: ob. cit., pág. 147.
15. Freud, S. (1976): "Fragmentos de la correspondencia con Fliess",
Manuscrito K, Obras cmnpletas, t. I, ob. cit., pág. 262.
12. Ibíd., cap. III: "De los motores de la razón pura práctica". 16. Lacan,]. (1981): "Aún", El Seminario. Libro 20, Buenos Aires, Paidós,
13. Ibíd. pág. 105 (trad.: Diana Rabinovich).
VIOLENCIAS MORALES. NIETZSCHI:, FRE:UD. LACAN 55
54 VIOLENCIA/S

ejemplo, varios pasajes ilustran a las claras esta dimensión.


No es posible pensar el amor en la perversión, como tampo-
( :uando las jóvenes alumnas quieren saciar sus placeres y están a
co resulta posible en la ética kantiana. Ello no es casual si nota-
punto de revolcarse, la monja Delbene las detiene diciéndoles
mos que lo universal y necesario está reñido con su modalidad,
que hay que demorarse, que el orden es necesario, que solo se
que es siempre contingente. Sade dice que el amor es una locura
goza al precisar los placeres con anterioridad. 19 Esta "maestra"
del alma, ya que satisfaciendo a dos individuos carece de alcance
en los placeres perversos insiste en la necesidad de fijar los cua-
universal:
dros, organizar las acciones, montar las escenas. En estas el
El amor, al cual se le puede llamar la locura del alma, no tiene agente no es fundamentalmente el que tiene el poder o el placer
más títulos para legitimar su constancia; como solo satisface dos sino el que detenta su dirección; así las disertaciones previas son
individuos, el ser amado y el ser amante, no puede servir para la esenciales y los discursos sobre el goce propagan su sentido. Por
felicidad de los demás y las mujeres nos han sido dadas para felici- otro lado, detectamos que hay una suerte de represión en el
dad de todos y no para una felicidad egoísta y privilegiada. !7
supuesto libertinaje, represión de lo no prescripto, de lo no en-
cuadrado, de la tyché. El perverso pretende eliminar el aconteci-
Eliminándolo de su topos -a modo de Kant respecto a la feli-
miento imprevisto, que hace conmover un supuesto previo, su
cidad particular del sujeto como incapaz de fundar una ética- el
gusto por ultrajar la ley encubre su más profundo anhelo: susti-
llamado del libertino es a la moral. Convidada siempre presente,
tuirse a ella. La sociedad sadiana es una sociedad codificada, pau-
infaltable en toda cita, testigo de todas las lujurias, ella será cues-
tada, reglada y carente de erotismo, si entendemos por erotismo
tionada por su inconsistencia. Sade denuncia una moral que se
el lenguaje alusivo, ambiguo, sugestivo, que aloja lo inesperado.
olvida y, si lo leemos con atención, percibimos que lo que no
La contingencia ha sido desterrada.
acepta es la futilidad de los principios, la amnesia, en fin, en el
Hay religiosidad en esta lógica determinista si pensamos con
plano ético. Hacerla más fuerte implicará apelar a una voz que
Nietzsche que lo religioso -fundamentalmente cristiano- recha-
no fatigue el oído, lograr en definitiva un acuerdo entre la con-
í',a el mundo de lo imprevisible, ya que, para poder perpetuar el
ducta y la ley, cópula, pues, entre el goce y la moral. Tal amalga-
lazo entre culpa y castigo, se debe suprimir el hiato entre la cau-
ma revestirá al goce de mandato cual imperativo universal inelu-
sa y el efecto. Encontramos tal omisión en los encuadres sadia-
dible, válido en todos los casos.
nos; después de todo ¿no nos dice Lacan que el perverso es un
Así, el fantasma sadiano reniega del azar, rechaza lo imprevis-
cruzado? 20 Lacan también afirma que en la religión la causa que-
to, es estáticamente aburrido. Nótese que en ninguna escena
da en manos de Dios: ¿no encontramos en Sade una voluntad
surge, por ejemplo, el malogro del acto sexual ni la detumescen-
omnipresente y rectora?:
cia ni nada que indique en una mujer la presencia de lo inespera-
do. Son esquemas apriorísticos, la lujuria no debe confundirnos ¿Qué otra voz que la de la naturaleza nos sugiere los odios per-
acerca de su naturaleza, inéditamente formal. 18 En Juliette, por sonales, las venganzas y las guerras, en pocas palabras, todos estos

17. Sade, Marqués de (1966): "¡Franceses: Un esfuerzo más ... !", en Antolo-
19. Sade, Marqués de (2003): Juliette, Buenos Aires, Editora AC.
gía, Córdoba, Nagelkop, pág. 161 (trad.: E. L. Revol). '
20. Lacan,]. (2008): "De un Otro al otro", El Seminario. Libro 16, Buenos
18. Klossowski, P. (1966): "Sade, filósofo de la perversión", en revista Te/
Aires, Paidós, pág. 233 (trad.: Nora González).
Que!, Montevideo.
""""'"'"

56 VIOLENCIA/S VIOLENCIAS MORALES. NIETZSCHE, fREUD, LACAN 57

motivos de perpetuas matanzas? Ahora bien, si ella nos lo aconseja, viviente capacidad de olvido, de tal manera que permanezca
por lo tanto tiene necesidad de ellos. ¿Cómo podemos, pues, sentir- siempre presente. Imposible no relacionar tal empresa con el
nos culpables frente a ella, puesto que nos limitamos a seguir sus anhelo de Sade.
opiniones? 21 Así, Nietzsche señala que, para que algo permanezca en la
memoria, se lo graba a fuego; solo permanece lo que no cesa de
Claro que esa voluntad de goce necesita siempre de una ten- Joler. Esto se realiza siempre con sangre. Toda la ascética perte-
sión que le haga resistencia. Se trata de ultrajar y este franquea- nece a este campo: unas cuantas ideas deben volverse imborra-
miento requiere de una víctima, que representaría para Lacan al bles, con la finalidad de que todo el sistema quede hipnotizado.
sujeto bruto de placer, aquel considerado por Kant como patoló- De esta manera, las formas de vida ascéticas son medios para
gico, ya que tiene inclinación por un bien que atañe a su felici- impedir que todas aquellas ideas entren en concurrencia con las
dad. El maniqueísmo de Sade es realmente increíble: la tropa de Jemás, para volverlas inolvidables. Los principios morales, para
sádicos y la de víctimas está absolutamente delimitada, no hay Sade, deben acordar eón la voz de la naturaleza. Esto se basa en
nunca pasaje de una orilla a la otra. La escena necesita de una la puesta fuera de sí de determinadas ideas, al modo de la mora-
polaridad, el esquema debe imponerse, se trata siempre de edu- lidad descripta por Nietzsche.
car, hacer del pobre sujeto bruto un sujeto dividido por 'el impe- No se nos escapa aquí el tránsito entre términos aparente-
rativo. Atravesamiento imposible, baste recordar que el crimen mente disímiles como "perversión" y "ascetismo". Este filósofo
no alcanza, ya que hay que perpetuarlo en el más allá. Sade gusta se anticipó al psicoanálisis al marcar las articulaciones entre
identificarse con la naturaleza y supone que ella quiere la des- ambos. Nietzsche habla de la voluptuosidad ascética, del autoes-
trucción, enarbolada como su máxima ley. Pero ocurre que la carnio ascético de la razón, del autodesprecio ascético, del carác-
aniquilación total no es algo comprobado, ya que la muerte es ter lascivo del ascetismo, para citar algunas en;te las muchas for-
solo un cambio de forma; por ello para que esa aniquilación mas en las que señala la morbosidad de este ideal. Esta obra no
fuese posible habría que probar la existencia de un instante de hubiera sido posible sin antes haber ubicado la sexualidad en el
inacción de la materia que jamás se descubre. La vida misma se centro de los debates edificados en torno a la razón y la moral.
le resiste y, cuanto más se acerca Sade al crimen, más se encuen- Como si la operación efectuada por Freud en la clínica fuese
tra con su imposibilidad. paralela y afín con aquella llevada a cabo por Nietzsche en· la
filosofía. Silvia Maresca23 los aúna como positivistas que colabo-
ran activamente en el proceso de disolución de la subjetividad
NIETZSCHEY EL DESCUBRIMIENTO trascendental, extrayendo de tal disolución una dimensión im-
DE LA VIOLENCIA EN LA MORAL pulsional inédita. Así Nietzsche indaga en las razones libidinales
que están en juego en el ascetismo. El anacoreta adora una parte
Dice Nietzsche que la moral se vuelve contra la vida. En La de sí como Dios, y para ello necesita diabolizar la parte restante.
genealogía de la moraf2 2 se pregunta cómo se imprime algo a la El espectro de lo patológico se asoma en la moral, tal como
Lacan lo observa a propósito de la ley kantiana. Notablemente
21. Sade, Marqués de, ob. cit., pág. 170.
22. Nietzsche, F. (1986): La genealogía de la moral, Madrid, Alianza, págs.
69-71 (trad.: A. Sánchez Pascual). 23. Maresca, S. (2004): Nietzsche y la ilustración, Buenos Aires, Alianza.
~

58 VIOLENCIA/S VIOLENCIAS MORALES. NlnZSCHE. FRtUD. tACAN 59

Nietzsche concluye que si estos hombres repudian lo natural que La violencia se revela en la búsqueda de nociones últimas que
hay en ellos es porque de ello han extraído algún goce. En atacan lo azaroso del devenir, en la construcción de los universa-
comunidad con Lacan, utiliza la palabra "goce" para referirse al les que anulan ferozmente las particularidades. La metáfora del
placer en el más allá del principio de placer: filósofo-araña es, en este sentido, fuertemente significativa: el fi-
lósofo, cual araña, crea en la oscuridad cavernosa un tejido con-
Se busca un bienestar en el fracaso, la atrofia, el dolor, la des- ceptual, toma en sus redes la realidad, la fija y la estatiza para
ventura, lo feo, en la mengua arbitraria, en la negación de sí, en la aplicarle su veneno y quitarle el último resto de vida. O, tam-
autoflagelación, en el autosacrificio. Todo esto es paradójico en bién, la filosofía que teme los sentidos, devenida ella misma en
grado sumo: aquí nos encontramos ante una escisión que se quiere
vampiro, que solo deja los huesos y el ruido que ellos producen
escindida, que se goza a sí misma en ese sufrimiento y que se vuelve
incluso siempre más segura de sí y más triunfante a medida que dis- al chocar: categorías, fórmulas, palabras. La relación entre la
minuye su propio presupuesto, la vitalidad fisiológica. "El triunfo violencia y la metafísica ha sido establecida, y la cara goce de las
cabalmente en la última agonía": bajo este signo superlativo ha fundamentaciones, desenmascarada.
luchado desde siempre el ideal ascético, en este enigma de seduc- La interpretación heideggeriana de la filosofía de Nietzsche
ción, en esta imagen de éxtasis y de tormento ha reconocido su luz consiste en incluir esta filosofía en la historia de la metafísica, co-
más clara, su salvación, su victoria definitiva.24 · mo su cumplimiento y acabamiento. A diferencia de Heidegger,
que acentúa como hilo conductor al hombre y su relación con el
No es entonces la razón la que combate los impulsos, siempre
ser, Silvio Maresca pone de relieve la dimensión impulsional,
es un impulso el que combate a otro, y mucho de lo que se con-
que adviene consecuentemente a la disolución del sujeto trascen-
sidera racional es moral enmascarada. Detrás de la aparente
dental. Así, podemos afirmar que el desmantelamiento de la
equidad de la razón, son en verdad los impulsos sus propulsores.
metafísica no fue posible sin el desmantelamiento de la moral,
Nietzsche denuncia la violencia en la filosofía cuando está aso-
decontrucción que supone ahondar en esa moral su matriz im-
ciada a la tiranía del filósofo, que pretende una fórmula unifica-
pulsional. La moral es metafísica y se organiza creando pirámi-
dora capaz de condensar el problema del mundo:
des, en cuya cima se erige un principio supremo. Al rechazar el
carácter nómade del devenir, los valores se crean generando cer-
Ella siempre crea el mundo a su imagen, no puede actuar de
otro modo; la filosofía es ese instinto tiránico mismo, la más espiri- tezas inconmovibles, puntos gélidos que requieren de antítesis
tual voluntad de poder, de "crear el mundo", de ser causa prima inconciliables. El metafísico quiere que las cosas de sumo valor
(causa primera). 25 tengan un origen distinto, propio, inmutable. Por ello Nietzsche
desbarata las antítesis morales sobre las que se funda la metafí-
Imposible no advertir la resonancia con la relación que Lacan sica.
marca entre el discurso del amo y la filosofía. 26
Sería incluso posible [dice en Más allá del bien y del mal] que lo
que constituye el valor de aquellas cosas buenas y veneradas consis-
tiese precisamente en el hecho de hallarse emparentadas, vincula-
24. Nietzsche, F.: La genealogía ... , ob. cit., pág. 137.
das, entreveradas de manera insidiosa con estas cosas malas, aparen-
25. Nietzsche, F. (1980): Más allá del bien y del mal, Madrid, Alianza, pág.
29 (trad.: A. Sánchez Pascual).
temente antitéticas, y quizás en ser idénticas esencialmente a ellas.
26. Lacan,]. (1992): "El reverso del psicoanálisis", El Seminario. Libro 17, ¡Quizás! Mas ¿quién quiere preocuparse de tales peligrosos "qui-
Buenos Aires, Paidós, pág. 21 (trad.: Enrie Berenguer y Miquel Bassols). zás"? Hay que aguardar para ello a la llegada de un nuevo género de
,..,....

60 VIOLENCIA/S VIOLENCIAS MORALES. NIETZSCHt. FREUD. LACAN 61

filósofos, de filósofos que tengan gustos e inclinaciones distintas y mar una energeuca en el análisis filosófico, el pensamiento
opuestas a los tenidos hasta ahora -filósofos-del peligroso "quizás"P nietzscheano se adentra en la termodinámica de la ilusión, ras-
trea en la idea su apetito. Ha surgido la corporalidad en el pen-
No será tanto el filósofo como el psicoanalista quien ocupe_ samiento; así, conceptos fisicalistas impregnan la obra de Freud
ese lugar, como si su sitio hubiese sido el requerido por Nietzs- y de Nietzsche. La inclusión de la sexualidad en la moral produ-
che, como si la creación del psicoanálisis hubiese sido exhortada ce una verdadera conmoción. Ella, reprimida, desplazada, elidi-
por su obra, como si hubiese existido una petición previa, un lla- da, ignorada, hace caer las convicciones fundadas en una episteme
mado en el que Freud fue interpelado. pretendidamente pura: "Yo no creo, por tanto, que un 'instinto
El desmontaje de la metafísica -<:omo muy bien explica Ma- de conocimiento' sea el padre de la filosofía, sino que aquí, como
resca- no es posible sin el desmontaje de la moral; se tratará en en otras partes, un instinto diferente se ha servido del conoci-
principio de desengranar las antítesis en las que ella se funda. miento (¡y del desconocimiento!) nada más que como de su ins-
Dice Nietzsche: "La creencia básica de los metafísicos es la trumento". 30
creencia en la antítesis de los valores". 28 El cuestionamiento de Nietzsche devela el síntoma: desde él podemos decir que la
esta creencia lo aproxima a la verdad del inconsciente freudiano. metafísica era su defensa. Ningún desmantelamiento es posible
En cierto texto, 29 Freud se da la mano con Nietzsche en su gusto sin este descubrimiento del síntoma en la moral.
por la filología y encuentra en un trabajo del lingüista Karl Abel
un descubrimiento acerca de las lenguas con raíces más antiguas, En suma, nosotros creemos que la intención es solo un signo y un
como la egipcia, que concuerda con el trabajo del sueño. Esas síntoma que precisan una interpretación y, además, un signo que
significa demasiadas cosas y que, en consecuencia, por sí solo no sig-
palabras que pueden designar valores disímiles se comportan
nifica casi nada -creemos que la moral, en el sentido que ha tenido
como el sueño mismo. "En extremo llamativa es la conducta del hasta ahora, es decir, la moral de las intenciones, ha sido un prejui-
sueño hacia la categoría de la oposición y la contradicción. Lisa cio, una precipitación.31
y llanamente la omite, el 'no' parece no existir para el sueño.
Tiene notable predilección por componer los opuestos en una Ni el descubrimiento de la existencia de la represión sobre la
unidad o figurarlos en idéntico elemento". sexualidad ni el del inconsciente lograrían por sí mismos hacer
La metafísica, a diferencia del inconsciente, desune, separa, caer los postulados metafísicos. Es solo el síntoma el que der_ru-
absolutiza, genera antítesis aptas para un pensamiento unidirec- ye las antítesis, lo que se quiere condenar aparece disfrazado en
cional. Al respecto, Freud y Nietzsche no podían dejar de ser la misma condena, ya no se puede hablar de dos polos separados
admiradores de Goethe, enemigo de la desunión de la razón, la por una línea divisoria, se necesita de otra topología. El hombre
sensibilidad y la voluntad preconizada por Kant. virtuoso para Freud lleva en su carácter el trazo de las pulsiones
La metafísica supone polaridades inconciliables, su desman- que trata de impugnar, el síntoma como satisfacción sustitutiva
telamiento no es posible sin la inclusión de lo que podríamos lla- muestra el fracaso de la defensa metafísica, que divide las áreas
queriéndolas incontaminadas. El síntoma freudiano no se deja

27. Nietzsche, F.: Más allá del bien y del mal, ob. cit., pág. 23.
28. Ibíd., pág. 22.
29. Freud, S. (1976): "Sobre el sentido antitético de las palabras primiti- 30. Nietzsche, F.: Más allá del bien y del mal, ob. cit., pág. 26.
vas", Obras completas, t. Xl, Buenos Aires, Amorrortu, pág. 143-154. 31. lbíd., pág. 58.
62 VIOLENCIA/S VIOLENCIAS MORALES. NIET?SCHE, FREUD, LACAN 63

apresar fácilmente en los términos estructuralistas del carácter Nietzsche, en cambio, desmonta la moral, desmantelamiento
diacrítico del significante, tampoco en la geometría euclidiana, y que tiene afinidades profundas con el análisis, la deconstrucción
llama desde su configuración a la topología, aunque Freud no perturba la defensa metafísica. En Nietzsche tal operación es
apele a ella. Porque el síntoma no tiene ni derecho ni revés, es condición para la creación de nuevos valores que, lejos derecha-
una formación transaccional en la que sus compuestos se ubican zar la vida, abreven en ella. Tal condición necesita de un trabajo,
en una misma cara, es al mismo tiempo exterior e interior: Freud de un trayecto, que bien podríamos relacionar con el psicoanáli-
lo llama "tierra extranjera interior", dando cuenta con esto de su sis. Lacan es con Nietzsche bien aristotélico 32 cuando afirma que
carácter éxtimo. Nótese que, en los bosquejos geométricos que luego del recorrido analítico adviene un goce que gusta en lla-
Freud utiliza, el síntoma no aparece en ningún lugar, como si su mar "goce de la vida".
topos se resistiese a la inclusión en un sitio excluyente de los
otros, llamando así a la topología.
Nietzsche considerará la moral como voluntad de nada, vida
contra la vida, delatando con ello su carácter anoréxico: "¡Todo
eso significa, atrevámonos a comprenderlo, una voluntad de la
nada, una aversión contra la vida, un rechazo de los presupuestos
más fundamentales de la vida, pero es, y no deja de ser, una vo-
luntad!". Y adelantándose al gran síntoma de nuestros días, dirá
que el hombre prefiere la nada a no querer.
La deconstrucción de la moral metafísica va al unísono de la
recuperación de la sensibilidad anestesiada, carcomida, confina-
da a un destino letal. Si la moral ha atentado contra la vida, su
conmoción debe liberar al cuerpo mortificado. Pero tal conse-
cuencia no debe hacernos creer que se trata de un modo de pen-
samiento centrado en el cuerpo, tampoco una manera de utilizar
lo corporal contra lo espiritual, sino de una espiritualidad corpo-
ral surgida del universo posmetafísico. Metáforas de fragancias,
de sonidos, de desbordes, de partos, de temblores, de resacas, de
auroras, de tempestades y luces, metáforas que indican en el ca-
mino del pensar la resonancia de lo sensible en su trama.
La contraposición con Sade es evidente. Sade quiere fundar
una moral que, acoplada a lo sexual, permanezca inolvidable; la
dureza voluptuosa que se trata de lograr no es fruto del orden
sensible, ya que más bien se le sobreimpone, a modo de una se-
gunda naturaleza. El educado debe adquirir la costumbre de ha-
cer el mal, por reiteración apática de un acto perpetuado a san-
gre fría. 32. Debo a Eric Laurent la relación establecida entre Lacan y Aristóteles.
,....,..-

Capítulo 4
Pánico en la ciudad 1

LOS DILEMAS DEL SEMIDIÓS

En los últimos años oímos hablar del pánico con inusitada


frecuencia, no solo porque han proliferado los diagnósticos de
"ataque de pánico", sino por la increíble propensión que tienen
los sujetos de ubicar sus estados de angustia bajo ese término.
La palabra parece ejercer una suerte de sugestión que llama a
que la gente se crea representada bajo su influjo; se sabe además
que, cuando alguien lo padece, su temor consiste en que tal cri-
sis se repita con fatídica insistencia.
A veces el terapeuta reduplica indebidamente el diagnóstico
hecho previamente por el paciente; otras, es el mismo paciente
quien, al escuchar el relato del susodicho ataque, descrito por
alguien que supuestamente lo ha padecido, se siente absoluta-
mente identificado y teme entonces él también sufrirlo. Si es tan

l. Versión ampliada del trabajo publicado como clase magistral en la revista


Noticias, no 1653, año XXXI, 30/8/2008.
66 VIOLFNCIA/S PÁNICO EN LA CIUDAD 67

fácil reconocerse bajo su égida, si es tal el poder magnético que res extraño su incremento en la época actual; baste para ello
ejerce, tal vez haya que pensar en una perspectiva que trasciende pensar de qué manera el mundo en el que nacimos se distancia
lo individual y que ha llevado a Paul Virilio a referirse en su últi- de aquel en el que vivimos, baste comprobar la forma en la que
mo libro a una "ciudad pánico" 2 como posible raíz de su crecien- se diluyen los valores que rigieron las vidas de otrora. Esos sen-
te importancia. Pero no nos apresuremos, desbrocemos la histo- deros orientadores hoy conducen a encrucijadas y en ellas ... el
ria de la palabra y qué entendemos con relación a ella, ya que pánico acecha. Como si los caminos trazados de antemano pro-
para el psicoanálisis tal nominación no es nueva, pero ello no tegiesen de su asomo.
impide analizar la razón de su reciente extensión.
"Pánico" procede del griego Pánikos y proviene de la situación
de miedo que le agradaba provocar al semidiós Pan, quien gusta- ANGUSTIA SOCIAL
ba aparecerse en las encrucijadas de caminos de los viajeros. Se
parecía a un fauno con cuernos y extremidades inferiores de ca- Freud consideró el pánico como un tipo particular de angustia
bra, y así su imagen inspiró la iconografía cristiana del demonio. que no dudó en llamar "social". En el capítulo 11, "La angustia
Por ello, en la Edad Media el cristianismo hereda la tradición pa- de los sexos", nos referiremos en forma específica a la angustia, y
gana y en las encrucijadas suele levantar cruces de piedra con una en él se podrá advertir de qué manera el pánico es su derivado,
pequeña capilla para la Virgen. Nos interesa hurgar en tal origen, pero aquí nos interesa desbrozar tal carácter "social". Freud3 des-
el lado demoníaco del pánico y su aparición en el momento en el cribe el fenómeno de masa que está en la base de la conformación
que se detiene un camino supuestamente prefigurado. de los grupos sociales. La cohesión de estas formaciones proviene
La encrucijada abre un dilema allí donde los senderos se de una identificación entre los individuos que la conforman, cuya
bifurcan, distintas opciones son posibles y las disyunciones se base reposa en que todos ellos comparten el mismo ideal personi-
levantan. El pánico parece pues surgir ante la posibilidad de una ficado por el líder. Así, los sujetos identifican entre sí su "yo" en
elección y ante la incertidumbre que ella conlleva. Claro que las tanto todos ellos tienen idéntico ideal del yo encarnado por quien
encrucijadas son también trampas y celadas, si ya no hay un solo dirige al grupo; esos lazos otorgan fuerzas a estas formaciones y
camino sino varios, emerge una dimensión inquietante ante lo las preservan de su disolución. Freud nos dice que cuando decli-
desconocido que se encarna en el semidiós Pánikos. Esta tradi- na la figura del líder también caen las identificaciones de los inte-
ción nos interesa, ya que nos muestra la emergencia del pánico grantes, y este quiebre dará lugar al pánico, ya que, al desaparecer
ante los enigmas que suscitan los dilemas, pero también señala lo los lazos recíprocos, se libera una gran angustia desencadenapa
demoníaco que se pone en juego. Por ello en la usanza cristiana por sentimientos de indefensión. "Lo caracteriza el hecho de que
se edifican santuarios en los sitios donde pueden abrirse los ata- ya no se presta oídos a orden alguna del jefe, y cada uno cuida
jos. La vida -pensemos en La divina comedia de Dante- ha sido por sí sin miramiento por los otros. Los lazos recíprocos han
representada como viaje y el hombre como peregrino; el pánico cesado y se libera una angustia enorme, sin sentido". 4
por lo tanto florece en el sitial de sus encrucijadas. No es enton-

3. Freud, S. (1976): "Psicología de las masas y análisis del yo", Obras comple-
2. Virilio, P. (2006): Ciudad pánico, Buenos Aires, Libros del Zorzal (trad.: tas, t.XVIII, Buenos Aires, Amorrortu (trad.: José Etcheverry).
lair Kon). 4. lbíd., pág. 91.
""""'

68 VIOLENCIA/S PÁNICO EN LA CIUDAD 69

Freud se pregunta por la razón de ese crecimiento tan inten- cualquier sentido del conductor" por la descomposición de las
so de la angustia, que la lleva a prevalecer sobre todos los mira- ligaduras, grieta en el tejido social pulverizado como "una lágri-
mientos y lazos. Al tomar como modelo lo que ocurre en el ejér- ma de Batavia a la que se le rompe una punta". 5 Pronto adverti-
cito (piénsese que el escrito tiene la marca de la incidencia de la mos el punto de su analogía con el mito, ya que el desfalleci-
Primera Guerra Mundial) considera que el aumento del peligro miento del ideal tiene afinidades con los caminos que se detienen
no puede ser el culpable de tal magnitud, ya que el mismo ejér- y que dan pie a las encrucijadas al dibujarse senderos inciertos.
cito, ahora presa del pánico, pudo haber soportado incólume No es casual que Freud se refiriese al pánico luego de la Pri-
peligros similares y aun mayores, y es propio de la naturaleza del mera Guerra Mundial, guerra que -lto vio de lejos, ya que ella
pánico no guardar relación con el peligro que amenaza Entonces atravesó su vida: sus tres hijos participaron en las acciones béli-
concluye diciendo que "cuando los individuos, dominados por la cas, durante años su práctica como analista se vio condenada a la
angustia pánica, se ponen a cuidar de ellos solos, atestiguan com- ruina y Sophie, la hija favorita, murió a causa de su vulnerabili-
prender qu~ han cesado las ligazones afectivas que hasta enton- dad a la infección provocada por los desastres. Tal como veremos
ces les rebajaban el peligro. Ahora que lo enfrentan solos, lo en el capítulo 8, "El psicoanálisis ante la guerra", en ninguna otra
ap:r:ecian en más". Sin que el peligro haya de por sí aumentado, contienda en el mundo hubo una matanza semejante a la de Ver-
será la sensación de vulnerabilidad ante él la que sí se ha acre- dún entre los años 1914-1918. Su valor traumático se recorta aún
centado por el debilitamiento de las ligaduras afectivas que man- más si se piensa en su acontecer luego de lo que se llamó el siglo
tenían vinculados a los miembros del grupo. de las delicias y también du grand ennui, del gran aburrimiento,
El pánico es para Freud angustia de masas huérfanas de ese del gran tedío y de la gran prosperidad de la clase media. Recor-
conductor que representaba el ideal del yo, ya que ese ideal demos que el ejemplo que toma Freud en "Psicología de las
aunaba a los individuos entre sí. Es notable cómo anticipa en ese masas y análisis del yo" para explicar el pánico es el de un ejército
texto algo que tiene mucha importancia hoy en día: el pánico que se enfrenta a un peligro y que carece de conductor.
frente a la inminencia del peligro por la desaparición de aquello La guerra lo llevó también a reflexionar acerca de las neurosis
que parecía amortiguarlo. Lo social es así ubicado como un re- de guerra que se desencadenan a partir de sus estragos. La gran
gulador y la rotura de su tejido deja al sujeto en la intemperie. , originalidad de Freud no consistió en leer tal devastación como
La actualidad del pánico en esta época puede pensarse a la luz localizada solamente en el trauma proveniente del exterior, sino
de esas coordenadas: la caída de los ideales comunes produce un en advertir que ese trauma libera en los sujetos un quantum pul-
estado de fragmentación similar al descrito por el creador del sional interno indomeñable. Es decir que el peligro no es solo el
psicoanálisis. No habrá que pensar que el ideal solo esté repre- que emerge de afuera sino el que tiene por causa impulsos de-
sentado por el conductor; bien puede encarnarlo una idea capaz senfrenados, que brotan de manera inédita y que han sido desen-
de nuclear a un conjunto. En nuestra contemporaneidad el des- cadenados por la amenaza reinante. El pánico así hablaría de un
fallecimiento de la autoridad corre paralela con la ausencia de estado en el que el sujeto está inerme frente al peligro exterior e
ideas rectoras capaces de orientar. Resulta entonces un estado interior. Vale aquí mencionar que Pan (del griego lláv, todo) era
de fragmentación en donde la rotura de los lazos deja a los suje- el dios de la naturaleza y también el del exceso, y que por ello te-
tos más permeables al pánico en ausencia de las ligaduras afecti-
vas entre ellos.
Este estado surge entonces, para Freud, ante "la pérdida en 5. lbíd., pág. 93.
70 VIOLENCIA/S PÁNICO ~N LA CIUDAD 11

nía semejanzas con Dionisio en lo relativo a la desmesura. Sí que no se trata de un desenlace apocalíptico, y en relación con
ante situaciones convulsionantes la gente dice estar "sacada", es ello importa tener presente la teoría del shock acuñada por Nao-
porque en ellas se develan impulsos vividos como fuera de foco mi Klein 6 para explicar de qué modo el capitalismo se nutre y se
en su extrañeza. No se trata solamente de ese universo foráneo perpetúa con los desastres. Su triunfo no nace de la libertad sino
inquietante y siniestro, sino de lo que este desata; por ello quien de un brutal parto cuyas comadronas han sido la violencia y la
padece pánico no quiere salir de la casa, y busca allí un reasegu- coerción. La historia del libre mercado contemporáneo -el auge
ro imposible. del corporativismo, en realidad- ha sido escrita con letras de
shock, ya que en esos momentos las sociedades a menudo renun-
cian a valores que de otro modo defenderían con entereza y esto
ATENTADOY ACCIDENTE. mismo posibilita la introducción de impopulares medidas de
EL AUGE DEL CAPITALISMO DEL DESASTRE choque económico.
Atentado y accidente confluyen como amenazas siempre pre-
Si Freud tomaba el ejemplo de la guerra para ilustrar el fenó- sentes en las metrópolis. A ellos se les añade, en países como el
meno del pánico, casi un siglo después el arquitecto Paul Virilio nuestro, una inseguridad cada vez más ubicua, menos localizable,
considera que el atentado y el accidente en las ciudades despla- que se difunde en todos los sitios. La ciudad ya no semeja ser un
zan hoy lo que antes era la guerra, dando lugar a un estado de lugar: lejos de ello arroja todos los lugares a una suerte de cuarta
alarma permanente como matriz del pánico urbano. Ya incluso dimensión. Y esta, en nuestro mundo, se consume y corroe en la
las mismas guerras apuntan a los civiles como víctimas, haciendo instantaneidad de la información. Al miedo callejero se le suma el
que se acreciente el terror en las ciudades. El autor estima que que generan los medios. El pasado es erosionado, y el futuro,
los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos anulado. Solo subsisten accidentes (nunca sustancias ni sujetos).
marcan el cambio de la dimensión geopolítica de los conflictos, Una incesante sucesión de instantáneas penden en el agujero
en beneficio de una metropolítica regida por el desequilibrio que negro del horror. Y el ícono dominante en la actualidad informa-
provoca el terror. La ausencia de un enemigo declarado y la con- tiva parece festejar su propia autoinmolación, la realidad comul-
centración del miedo en las ciudades constituyen, para Virilio, el ga con el poder mediático en la generación del terror. El mundo
signo distintivo de una era en la que el pánico urbano desplaza la de la pantalla informática tiene el monopolio de los afectos, pau-
forma militar de la guerra y el carácter político de lo que antes tando el ritmo sincopado de los corazones de los oyentes.
era la ciudad. El repliegue sobre las metrópolis corre paralelo al Claro que para Freud, en lo relativo al psiquismo, la antigua
tiempo de la declinación del Estado-nación, y a la hiperconcen- teoría del shock es ingenua en tanto sitúa su esencia en el deterio-
tración megalopolítica se agrega no solo el hiperterrorismo sino ro directo de la estructura molecular o aun histológica de los ele-
la delincuencia creciente, que convierte a la ciudad en un blanco mentos nerviosos, mientras que el psicoanálisis pone el acento
para todos los pavores. Un cambio que solo es posible merced al del choque en "la ruptura de la protección antiestímulo del órga-
desarrollo de las nuevas tecnologías, en particular las de la infor- no anímico y las tareas que ello plantea":
mación, que redefinen la percepción de las dimensiones de tiem-
po y espacio. Las torres gemelas renuevan la tragedia de Babel.
Ya Mahoma predijo que el fin del mundo se produciría cuando. 6. Klein, N. (2007): La doctrina shock. El auge del capitalismo del desastre, Bue-
los hombres elevasen edificios que desafiaban los cielos. Claro nos Aires, Paidós (trad.: Isabel Fuentes García).
PÁNICO EN LA CIUDAD 73
72 VIOLENCIA/S

Creo que podernos atrevernos a concebir la neurosis traumática Siguiendo la hipótesis de Virilio, el atentado, el accidente, la
común corno el resultado de una. vasta ruptura de la protección inseguridad toman en las ciudades el relevo de la guerra y se
antiestírnulo. Así volvería por sus fueros la vieja e ingenua doctrina comportan cual ella como traumas que barren nuestras defensas.
del choque (shock), opuesta, en apariencia, a una más tardía y de Las estimulaciones desbordan en todo sentido y ocasionan así la
mayor refinamiento psicológico, que no atribuye valor etiológico a emergencia de sujetos desbordados, sin la brújula de los caminos
la acción de la violencia mecánica, sino al terror y al peligro de
rectores, empujados al sin límite del mundo en el que vivimos.
muerte. Solo que estos opuestos no son irreconciliables, ni la con-
cepción psicoanalítica de la neurosis traumática es idéntica a la Pero no podemos reducir el pánico al peligro que surge ante
forma más burda de la teoría del choque. Mientras que esta sitúa la una cartografía inhóspita, plagada de violencia y de conmoción.
esencia del choque en el deterioro directo de la estructura molecu- Se trata de pensar lo que ese mundo desata en el interior; por
lar o aun histológica de los elementos nerviosos, nosotros buscarnos ello Freud destaca su efecto de choque en la ruptura de la pro-
comprender su efecto por la ruptura de la protección antiestírnulo tección antiestímulo. Es que la grieta abierta deja al sujeto sin
del órgano anímico y las tareas que ello plantea.? guarida respecto a sus propias pulsiones liberadas. Un humanis-
ta olvidado, Albert Schweitzer, decía: "El adversario es como
Si la guerra brinda un modelo de lo que es un trauma, ello se
cualquiera, un huésped del espíritu".
debe a que allí se pone en juego lo que en todo trauma, es decir
Si el sujeto que dice experimentar pánico atribuye su temor a
un incremento de excitación externa que posee fuerza suficiente
la amenaza que surge de un universo aterrador, ello encubre que
para perforar esa barrera, que existe en nosotros como protec-
a veces ese estado aparece luego de un momento en el que se
ción necesaria. Tal incremento anula los recursos'simbólicos que
experimentó un empuje que pudo conducirlo a los confines del
poseen los sujetos para significar la realidad y tramitada psíqui-
mismo peligro. Pienso en una mujer que concretó una cita cha-
camente, dándole así sentido. El trauma para la medicina es he-
teando con un desconocido, y viajó al país donde él residía sin
rida, lesión en los tejidos y psíquicamente son estímulos que nos
comunicar a nadie el periplo secreto y sin dejar rastros de dónde
dejan sin recursos y sin significación. Dice Freud:
localizarla. Al regresar experimentó una crisis de angustia que la
Para el organismo vivo, la tarea de protegerse contra los estímu- retuvo en la casa varios meses, con grandes dificultades para
los es casi más importante que la de recibirlos, está dotado de una moverse en pequeños trayectos. El peligro en este caso se liga al
reserva energética propia, y en su interior se despliegan formas par- impulso que movió a esa mujer a barrer fronteras ... : el peligro
ticulares de transformación de la energía: su principal afán tiene de creer que no hay peligro.
que ser, pues, preservarlas del influjo nivelador, y por lo tanto des- Piénsese en el anuncio de una compañía estética que dice:
tructivo, de las energías hipergrandes que laboran fuera. La recep-
"Entre con el cuerpo que tiene, llévese el que quiere"; tal publi-
ción de estímulos sirve sobre todo al propósito de averiguar la
orientación y la índole de los estímulos exteriores, y para ello debe cidad es el paradigma de todas las ofertas que aparecen en el
bastar con tornar pequeñas muestras del mundo externo, probarlo mercado. Cambiar de cuerpo, de inclinación sexual, de país y de
en cantidades pequeñas. 8 costumbres, de orientación política (ya parece natural que al-
guien "se dé vuelta"), de estilo de vida. Reinventarse· día a día
parece ser la consigna hipermoderna; el mundo actual por un
lado nos constriñe, infundiéndonos miedo, y por otro lado nos
7. Freud, S. (1976): "Más allá del principio de placer", Obras completas, t. hace creer que no hay límites. Cuando desaparecen los caminos
XVII, Buenos Aires, Arnorrortu, pág. 31 (trad.: José Etcheverry) ..
8. lbíd., pág. 27. rectores, múltiples opciones se ofrecen y entonces el imperativo
74 VIOLENCIA/S PÁNICO EN LA CIUDAD 7)

de "probar de todo" lleva al abismo de lo ilimitado. Dice Eric primera parte de El ~-~apital, Marx muestra cómo la relación entre
Laurent: los mismos hombres adopta "la forma fantasmagórica de una
relación entre cosas".l 1 Tal inserción anula la capacidad discur-
La paradoja del mundo ilimitado es que hay un empuje a no
tener más frenos en un goce que nos invade y en el que ahora nos siva que es la que posibilita los lazos; entonces las relaciones
hemos transformado -en este sentido por no tener estos frenos- en entre los hombres estarán determinadas por los lugares que ocu-
enemigos de nosotros mismos. 9 pen en el intercambio.
Vemos que aquello que Lacan considera como síntoma social
Quizás en este punto el pánico pueda funcionar como adver- se corresponde con lo que Freud nomina "angustia social", en el
tencia, según Freud, la angustia constituiría la última trinchera sentido de que ambos conciernen a la ruptura del lazo social.
de la protección antiestímulo. Pero también se imponen las diferencias. En Freud, tal quiebre
estaría producido por la pérdida del líder, ya que la identifica-
ción de los sujetos con este favorecía también las identificaciones
LACA N Y EL SÍNTOMA SOCIAL recíprocas entre ellos; de ahí que tal disolución deje a los indivi-
duos en la intemperie. En Lacan la inclusión en el mercado
Freud se refirió a la angustia de masas llamándola "pánico", como proletario hace que las relaciones estén determinadas por
Lacan aludió al síntoma social y dijo de él: "Sólo hay un síntoma los valores de cambio, y son entonces similares a las mercancías
social, cada individuo es realmente un proletario, es decir, no que -podríamos agregar- se desechan ni bien devienen en obso-
posee ningún discurso con el que hacer vínculo social, dicho de letas. Al igual que ellas, el desasosiego del hombre moderno
otro modo, semblante". 10 Me interesa detenerme en esta afirma- abreva en la percepción de esta identidad. Tornarse descartable,
ción tan contundente que asevera que solo hay un síntoma de ahí su lamento.
social. Ser un proletario (véase capítulo 5, "La risa del capitalis-
ta") equivale a valer en el mercado exclusivamente como valor de
cambio, carecer en definitiva de otro valor que no sea el fijado
por el intercambio. Interesar, en suma, como una moneda que
aún está en circulación, lograr estima por ese precio, obtener
buena cotización por la tasa de beneficios. Para Lacan no es solo
proletario aquel clásicamente considerado como tal sino cada
individuo y no cada sujeto. Esta afirmación se comprende si pen-
samos que el proletario ha perdido por su inserción en el merca-
do al valor de uso, que es justamente el valor subjetivo. Ya en la

9. Laurent, E. (2008): Variaciones deJa cura analítica, hoy. La relación entre el


efecto terapéutico y su más allá, Buenos Aires, Grama, pág. 34.
10. Lacan,]. (1988): "La tercera", Intervenciones y textos, Buenos Aires, 11. Marx, K. (2000): "El proceso de producción del capital. Mercancía y
Manantial, pág. 86 (trad.: Julieta Sucre, J. L. Delmont y Diana Rabinovich). dinero", El capital, t. I, Madrid, Axal, pág. 103 (trad.: Vicente Romano García).
Capítulo 5
La risa del capitalista

El plus-de-gozar apareció en mis últimos discursos en función


de una homología respecto a la plusvalía marxista. Decir
homología es decir que su relación no es de analogía. Se trata de
lo mismo.
]ACQUES LACANI

LACAN, LECTOR DE MARX

En julio de 2007 se cumplieron 140 años de la primera edi-


ción de El capital. Luego del cambio de paradigma suscitado por
la caída del muro de Berlín, surge la pregunta acerca de qué lu-
gar ocupa hoy Marx. Como lo hace Horowicz, 2 podríamos ex-
traer del gran texto histórico cinco proposiciones, para afirmar

l. Lacan, J. (2008): "De un Otro al otro", El Se'lninario. Libro 16, Buenos


Aires, Paidós, pág. 41 (trad.: Nora González).
2. Horowicz, A: "Situación de un filósofo después de la catástrofe", diario
Perfil, 22/6/2007.
78 VIOLENCIA/S LA RISA DEL CAPITALISTA 79

que, si el socialismo como programa político histórico ha perdi- punto muy específico de un conocido pasaje de El capital. 4 Se
do potencia, el escrito de Marx se mantiene vivo. Enumeremos trata de la sección tercera del Libro I: "La producción de la
esos postulados: plusvalía absoluta", "El trabajo y su valorización". Mines con
esta elección, especialistas en el análisis de El capital como
Los intercambios mercantiles, la lógica del capital, como Korsch aconsejan comenzar la lectura de la obra a partir de este
inevitable fetichismo de la mercancía. capítulo.
La transformación de parte del excedente social (plusvalía) Lacan recuerda los años juveniles en los que iba en subte al
en capital. hospital, tiempo en el que había reparado en un pasaje donde
- La tendencia a que las ramas económicas más concentradas Marx hace hablar al capitalista, quien, luego de advertir de qué
arrastren excedente de las menos concentradas, la constitu- manera se produce su ganancia, ríe. Si nos remitimos al texto,
ción del monopolio. antes de referirse a esa situación, el autor se pone en la piel del
- La tendencia a la igualación de la tasa media de ganancia. capitalista, imaginando ejemplos hipotéticos. En el primero, el ca-
La existencia de un mercado mundial y un afuera de este pitalista muestra perplejidad; ya que el valor de la mercadería
mercado que le hace resistencia. producida es igual a la del capital desembolsado, no producién-
Dos de estas proposiciones han sido superadas: tanto la ten- dose ninguna plusvalía. Es entonces cuando nuestro señor,
dencia al equilibrio de la tasa media de ganancia como el adentro adoptando un aire hasta sacrificado, se pregunta:
y el afuera del mercado mundial han quedado atrás (China se ha ¿Acaso el obrero ha creado los frutos del trabajo, producido
incorporado al mercado mundial). Sin embargo, las otras tres mercancías, en el aire, con sus propios brazos? ¿No le dio él el
tienen una actualidad extraordinaria y dos de ellas -las primeras material con el cual el obrero puede materializar su trabajo? Y
en la lista- son aquellas que Lacan ha jerarquizado, tomando de como la inmensa mayoría de la sociedad está formada por pobreto-
Marx no al ideólogo del proletariado sino al analista lúcido, in- nes de estos: ¿no ha prestado a la sociedad un servicio inmenso con
ventor del síntoma antes que Freud. Notablemente, Lacan anti- sus medios de producción[ ... ]? ¿Y por qué no va a cobrar este ser-
vicio?5
cipó una época al destacar en esta obra lo que de ella hoy tiene
vigencia: el inevitable fetichismo de la mercancía; las relaciones Y seguidamente añade:
entre las personas sustituidas por relaciones entre las cosas; la
vida alucinada otorgada al mundo de los objetos que hizo decir a Nuestro amigo abandona su soberbia de capitalista para adoptar
Marx: "La mesa baila". Acaso, cuando afirmamos que el partenai- la actitud modesta de su propio obrero ¿No ha trabajado él mismo?
re del sujeto es el objeto a, ¿no hay en ello un resabio de esa ¿No es él quién ha efectuado el trabajo de vigilancia, de supervi-
objetalidad introducida por Marx? sión, de hilandero? ¿Es que su trabajo no crea ningún valor?
Tomaré como base del presente trabajo el Seminario "De un
Otro al otro" por ser este con el cual Lacan se consagra al análi-
sis de la plusvalía marxista, afirmando -como consignamos en el
epígrafe- su homología con el plus-de goce. Allí3 se refiere a un 4. Marx, K. (2000): "El proceso de producción del capital", El capital, t. 1,
sección tercera: "La producción de la plusvalía absoluta", "El trabajo y su valo-
rización", Madrid, Axal, págs. 241-268 (trad.: Vicente Romano García).
3. Lacan J.: "De un Otro al otro", oh. cit., pág. 58. 5. lbíd., pág. 261.

11...
11""

80 VIOLENCIA/S LA RISA DEL CAPITALISTA Hl

En este punto Marx dice que el capitalista comienza a reco- plo de una fuerza de trabajo que se paga como media jornada
brar "con una sonrisa de satisfacción su vieja fisonomía". 6 Y laboral, aunque su valor de uso sea el doble de su valor como
agrega que "se ha estado burlando de nosotros con toda su leta- valor de cambio. Esa diferencia es "una suerte para el compra-
nía". Su sonrisa queda ligada a la burla. Pero este es solo un pri- dor". En definitiva, ha comprado un trabajo por un precio me-
mer momento en el que aún no se habla de la risa. Es, sí, una nor del que vale como valor de uso. Y es respecto a esa suerte
sonrisa producida por la idea de un beneficio merecido gracias a que ahora sí el capitalista ríe. "Por fin logró el truco. El dinero
lo que se ha invertido, dándole a esa inversión un valor: de ahí se ha transformado en capital".B
esa pregunta que en realidad es una afirmación: ¿es que su traba- Lacan dirá que esa risa de satisfacción se relaciona íntima-
jo no crea ningún valor? mente con lo que allí se devela, que es la esencia de la plusvalía,
Luego comienza el análisis más fino del asunto, que solo pue- para luego referirse a su conexión con el objeto a: 9 ambos tienen
de entenderse si nos remitimos a la sección primera: "Mercancía como rasgo la elisión constitutiva.
y dinero", ya que allí Marx aborda los dos valores de la mercan- Ubiquemos ahora estos términos en su relación con el psi-
cía: valor de uso y valor de cambio. El tema del valor tiene una coanálisis. Si es de la lingüística de donde surge el carácter bina-
importancia fundamental; ya en el prólogo a la primera edición rio del significante, en "Radiofonía" Lacan dice que ella, no obs-
alemana señala que la forma de valor que reviste la mercancía es tante, deja en blanco al objeto a:
la célula económica de la sociedad burguesa. Podríamos resumir
diciendo que el valor de uso es subjetivo, es el valor de la cosa ~n La lingüística proporciona el material del análisis, incluso el
aparato con el cual se opera. Pero un dominio no se domina más
sí misma en su relación con el hombre, mientras que el valor de
que con su operación. El inconsciente puede ser como lo decía yo la
cambio es el valor de las cosas respecto a otras, y ese.'Valor será condición de la lingüística. Esta sin embargo no tiene el menor
otorgado por el mercado. influjo sobre él. Puesto que ella deja en blanco lo que ahí hace efec-
to: el objeto a del que para mostrar que es la trama del acto analíti-
Lo que se confirma aquí es la extraña circunstancia de que el co, pensé aclarar todo otro acto. lO
valor de uso de las cosas se realiza para el hombre sin el intercam-
bio, o sea, en la relación directa entre cosa y hombre, y que, al con- N o es la lingüística la que inspira a Lacan .en lo atinente a la
trario, su valor solo se realiza en el intercambio, es decir, en un pro-
elaboración del objeto a en su cara de goce, sino el marxismo:
ceso sociaJ.7
"Cuando es de la producción que el asunto adquiere su contor-
no. Donde señalo el paso de Marx". 11
El quid consiste en entender que el trabajo mismo se convier-
Si tenemos en cuenta las letras que conforman los discursos,
te en mercancía y eso ocurre cuando grandes masas son despoja-
notamos que es de la importación de otros campos como fueron
das súbitamente de sus bienes de subsistencia y lanzadas al mer-
cado de trabajo. Entonces, el valor de uso de la fuerza de trabajo,
el trabajo mismo, deja de pertenecer al vendedor. Así el valor de
uso de la fuerza de trabajo ya no es del obrero. Marx da el ejem- 8. Ibíd., págs. 262-263.
9. Lacan, J.: "De un Otro al otro" ob. cit., p 59.
1O. La can, J. (1977): Radiofonía y televisión, Buenos Aires, Anagrama, pág. 20
6. lbíd., pág. 261-262. (trad.: Osear Masotta y Orlando Gimeno-Grendi).
7. Ibíd., sección primera: "Mercancía y dinero", pág. 117. 11. Ibíd., pág. 57 .

...
VIOU:NCIA/S L.A RISA DEL CAPITAlISTA 83
82

pensados estos términos con sus modificaciones pertinentes. De ya está -según Lacan- en parte perdida, ya que se la depone en
la lingüística surge el carácter binario del significante, de la eco- tal envite. La vida, en suma, ha quedado reducida a ser un ele-
nomía descripta por Marx, el concepto de objeto a como plusva- mento de valor. Vale recordar la afirmación de Borges: "Pascal,
lía y del cogito cartesiano, el sujeto. nos dicen, halló a Dios, pero su manifestación de esa dicha es
Lacan insiste en que la novedad de Marx consiste en partir menos elocuente que su manifestación de la soledad". 14
del mercado de trabajo, ya que la plusvalía se produce porque el
trabajo es comprado.
EL INCONSCIENTE: GRAN TRABAJADOR.
Marx parte de la función del mercado. Su novedad es el lugar EL FANTASMA: ASTUTO CAPITALISTA
donde él sitúa el trabajo. No es porque el trabajo sea nuevo que se
produce el descubrimiento, sino que sea comprado, que haya un Podemos ubicar al S¡ como valor de uso y al Sz como valor
mercado de trabajo. Esto le permite a Marx demostrar lo que hay de cambio. Destaquemos que Lacan articulará la relación entre
de inaugural en su discurso y que se llama la plusvalía. 12
ambos con la consabida fórmula "un significante representa a un
sujeto para otro significante". De ahí el argumento: es de la falla
Será Lacan -y no Marx- quien articule la plusvalía con la
entre ellos, de la hiancia, que se produce la plusvalía. Esto quie-
renuncia al goce y el plus de gozar. El plus de goce es efecto de
re decir que, si ubicamos al S2 del lado del mercado, allí se loca-
tal renuncia, que ya está presente en el trabajo que realiza el dis-
liza el valor de cambio que le dará el Otro al S¡. La pérdida es
curso mismo, en este sentido, el primer trabajador:
inevitable ya que el valor de cambio no contabiliza nunca el ver-
El plus-de-gozar es función de la renuncia al goce por el efecto dadero valor de uso. En términos marxistas, diremos que el tra-
del discurso. Eso es lo que da lugar al objeto a. En la medida en que bajo pasa a tener el valor de una mercancía, el obrero que trabaja
el mercado define como mercancía cualquier objeto del trabajo produce un valor que no le pertenece y que supera el monto de
humano, este objeto lleva en sí mismo algo de la plusvalía. Así, el su salario, valor que es la plusvalía. Ese plus, que no se contabili-
plus-de-gozar permite aislar la función del objeto a. 13 za como salario, es lo que no se contabiliza como valor de cam-
bio en el S2; lo que allí entonces se pierde es lo que el capitalista
Que la inserción en el mercado conlleve una pérdida conduce acumula. Se infiere pues que no hay relación ente el S1 y el S2,
a Lacan a considerar que, si Pascal apuesta su vida para probar la entre el valor de uso y el valor de cambio, entre el trabajo y el
existencia de Dios, es en tanto esa ~da ya está perdida por esa salario. Plus es tanto pérdida como recuperación, y el concepto
misma inserción, y recuerda -no sin ironía- que el filósofo pen- de plus-de-goce tiene esos dos aspectos en Lacan. Ese menos de
saba en poner una compañía de transportes en París. Por un ganancia que recibe el obrero es el plus que acumula el capitalis-
lado, si hay que apostar acerca de la existencia del Creador, ello ta. Podemos entonces pensar al fantasma como el gran capitalista.
muestra que esa existencia puede desfallecer, que no es segura. Lo que perdemos trabajando, lo que ese trabajo implica de re-
Por otro lado, cuando la vida se pone en juego en una apuesta, nuncia al goce será acumulado en el fantasma como capital.

12. Lacan, J.: "De un Otro al otro", ob. cit., pág. 16. 14. Borges, J. L. (1974): Otras inquisiciones, en Obras completas, Buenos
13. lbíd., págs. 18-19. Aires, Emecé.
84 VIOLENCIA/S LA RISA DEL CAPITALISTA 85

Estamos escindidos: somos todos obreros y capitalistas en térmi- lismo cuando se refirió al deseo, ya que aludió allí al socio indus-
nos de nuestra realidad psíquica. trial y al capitalista, y siempre el enfoque económico fue utiliza-
En "Televisión", Lacan describe de esta manera al incons- do para hablar de la libido y sus destinos. Cuando quiso explicar
ciente: cómo se constituye la fuerza impulsora de un sueño aclaró el
mecanismo diciendo que lo haría tomando una comparación de
Que se lo evalúe como saber que no piensa ni calcula ni juzga, lo la vida social. Son otra vez dos pero no ya el obrero y el capita-
que no le impide trabajar (en el sueño, por ejemplo). Digamos que lista, sino dos que son socios, el industrial y el capitalista. Ningu-
es el trabajador ideal, aquel del que Marx hizo la flor de la econo-
no puede hacer nada sin el otro. El empresario tiene las ideas
mía capitalista.15
que quiere explotar pero no logra implementarlas sin el capital;
de ahí su apelación al otro socio, que corre con l~s gastos. En el
Si el inconsciente es para Lacan el trabajador ideal, no debe-
sueño, el capitalista es el deseo inconsciente, que transfiere su
mos olvidar que Lacan ubica al trabajador en términos deje y no
capitallibidinal a las ideas preconscientes, representadas por el
de sujeto. Dice:
socio industrial. El sueño es siempre producto de un trabajo;
El propio trabajador se inscribe como je. Digo je. Observen que Freud no duda en llamar labor onírica a la que surge del entra-
no dije sujeto cuando en realidad he hablado de sujeto capitalista. 16 mado entre diferentes instancias y se sirve de un símil, extraído
de la economía social.
La distinción nos interesa ya que contribuye a robustecer En el Seminario 17 Lacan leerá esa metáfora, diciendo que lo
nuestra tesis acerca de la partición psíquica: como je, trabajado- que da fuerza al goce sexual infantil del deseo inconsciente es la
res del inconsciente, como sujetos del fantasma, capitalistas. Al exclusión del goce de la cópula. Como si todo capital atesorado
respecto, en este seminario, Lacan suelda en el fantasma al suje- surgiera de esa exclusión. Dice:
to con el plus-de-goce homólogo al objeto a.
Fuerza de acumulación con respecto al objeto que constituye la
causa del deseo, o sea, el capital de libido que se acumula debido,
precisamente, a la inmadurez infantil, la exclusión del goce que
LA RISA. MUECA DEL PLUS DE GOCE otros llamarán normal. Esto es lo que de pronto da su acento pro-
pio a la metáfora freudiana cuando se refiere al capitalista. lB
La risa del capitalista surge cuando descubre el secreto de la
plusvalía, con lo que ha invertido -que podemos pensar en tér- Capital de libido cuyo nutriente ha sido un imposible.
minos de pérdida- ha obtenido una ganancia, es decir, un plus Respecto al fenómeno de la risa, Lacan dice que ella está sus-
de su apropiación del valor de uso del obrero. pendida en la falla inherente al saber; ya en el Seminario Vhabía
Freud 17 apeló también -aunque en otros términos- al capita- afirmado que la risa sobrepasa ampliamente lo chistoso y lo
cómico. Los chistes necesitan ser trasmitidos, mientras que lo
que mueve a risa a nuestro capitalista no es un chiste que precise

15. Lacan,J.: Radiofonía y televisión, ob. cit., págs. 96-97.


16. Lacan, J.: "De un Otro al otro", ob. cit., pág. 35.
17. Freud, S. (1976): "La interpretación de los sueños", Obras completas, t. 18. Lacan,]. (1992): "El reverso del psicoanálisis", El Seminario. Libro 17,
V, Buenos Aires, Amorrortu, págs. 552-53. Buenos Aires, Paidós, pág. 103 (trad.: Enrie Berenguer y Miquel Bassols).
86 VIOLI'NCIA/5
1 A 1\ISA DEL CAPI1ALISTA
87

ser contado. Su risa habla de una satisfacción que le pertenece y el que renace sino el que se genera a partir de un contraste
que no llama al Otro. Es la del plus que atesora. En este sentido, entre dos series.
se trataría de un tipo de risa que se escapa de lo que Bergson 19 Antes de la publicación de "El chiste ... ", Bergson (1859-1941)
define como su característica más propia, al decir que ella es escribió su libro sobre la risa, vale recordarlo, ya que Freud lo
siempre la risa de un grupo; sería así imposible su existencia sin leyó y se apoyó en varias de sus consideraciones. Para este la risa
un eco, e inconcebible su acontecer sin significación social. El define lo exclusivamente humano, a punto tal que se podrá defi-
filósofo da el ejemplo de aquel hombre a quien le preguntaron nir al hombre como un animal que ríe, también como un animal
por qué no lloraba al escuchar un sermón que a todo el auditorio que mueve a risa. Y si algo provoca risa es por su semejanza con
movía a llanto, y este respondió: "No soy de esta parroquia". lo humano. Lo que la desencadena es, como ya dijimos, el efecto
Bergson considera que lo que este sujeto opina de las lágrimas de un contraste, que podemos pensar otra vez como la diferencÍa
puede muy bien aplicarse en relación con la risa. ¿No se ha entre dos series. Bergson dice que, si consideramos la vida como
dicho acaso que en un teatro es más frecuente la risa del especta- movimiento, fluidez, desarrollo y no detención, lo que suscita
dor cuando más llena está la sala? Freud y Lacan hicieron céle- risa será la presencia de lo contrario, es decir, la manifestación
bre la metáfora de la "parroquia" para ubicar los fenómenos de de lo mecánico, lo inercial, lo uniforme. Si el imitador desata
grupo y la comunicabilidad del chiste en una comunidad. Sin risa es porque ha sabido extraer lo que hay de automatismo en el
embargo, la risa del capitalista remite a una ganancia privada, imitado.
suerte de provecho arcano donde se nutre una satisfacción no En el chiste y su relación con el inconsciente, a propósito de
compartida. la risa, Freud habla de un tipo de placer que bien puede homolo-
De todos modos, podernos decir que tanto para Bergson garse con el plus de goce. Es importante destacar que este placer
corno para Freud, y para Lacan, la risa, compartida o no, res- se diferencia del principio de placer. El placer es concebido pri-
ponde a un mecanismo en el que hubo una pérdida y una recu- meramente por Freud en términos fundamentalmente negativos:
peración. Para los dos primeros, la comicidad toca la esencia de disminución de una cantidad, liberación de una carga, cesación
lo infantil: los motivos de placer del niño parecen perdidos para de un dolor, sustracción de un estímulo. Forma parte, de este
el adulto, quien, corno compensación, goza en las mismas cir- modo, de la tendencia originaria a la evitación del displacer, arti-
cunstancias del placer cómico. El carácter específico de la hila- culada en el "Proyecto de psicología" 20 con el principio de iner-
ridad consistiría en el renacimiento de lo infantil, donde algo cia. La enunciación del principio de placer tiene una referencia
de su naturaleza habría sido reconquistado. Freud pondrá el concreta a un modelo energético, propio de la física. Definido
acento en que el placer cómico no se deriva del placer recorda- en términos de una reducción de la excitación, se articula con el
do, sino que es producto de una comparación; así "el efecto có- principio de constancia, en el cual se trata de mantener lo más
mico solo tendrá, por tanto, eficacia, dada una diferencia bajo el nivel de aquella. Sin embargo, Freud no fue complaciente
media, cuando ninguna otra totalidad pueda apoderarse del con esta conclusión y, rebelándose contra su propia sumisión al
exceso que queda libre". No es entonces tanto el goce perdido modelo físico, quiso precisar la esencia de lo placentero, interro-

19. Bergson, H. (1939): La risa, Buenos Aires, Losada, pág. 15 (trad.: Ama-

l
20. Freud, S. (1985): "Proyecto de psicología", Obras completas, t. I, Buenos
lia Raggio). Aires, Amorrortu, pág. 356 (trad.: José Etcheverry).
88 VIOLEN CIA/5

gándose no solo por la cantidad sino por la cualidad del estímu-


lo. Anheló encontrar un criterio que lo autorizara a hablar del
placer, con una gravitación ya no centrada únicamente en lo
negativo. Por ejemplo, el placer del chiste no se identifica con
una reducción sino -en términos de Freud- con una producción.
El chiste para Freud hace posible una Sjltisfacción, en contra de
un obstáculo que se le opone, y extrae placer de una fuente a la
que tal obstáculo impide el acceso. Es interesante que ese placer
se levante tras una renuncia; el chiste entonces la torna ineficaz y Capítulo 6
gana así nuevamente lo perdido. Pese a sus diferencias, tanto el
chiste como lo cómico suponen siempre dos series: una ligada a Nuevos crímenes por Internet
la lenuncia, a lo perdido, la otra gana lo perdido, y la producción
de placer se liga con esa reconquista. También en Lacan la risa
homologada al plus de goce supone dos series: es el significante
el que introduce la castración y el trabajo es el producido por su
mismo juego, es el discurso el que en definitiva implica la renun-
cia a! goce, pero al mismo tiempo, produce un plus.
Se le pide al sujeto de la civilización no tener más vergüenza de
su goce, sino de su deseo y de los significantes maestros con los
cuales él se anudó. Es una demanda del superyó contemporáneo,
que lleva en ella los gérmenes de su destrucción.
Eruc LAuRENTI

En un libro anterior 2 me referí a la temática de los crímenes


por Internet que ahora retomo agregando diversas precisiones.
En ese momento recordé que hacía ya algunos años el gran psi-
coanalista Javier Aramburu aludió a una noticia que conmocionó
a la opinión pública. 3 Nada hacía suponer que una discreta ma-

l. Laurent, E. (2004): "El honor común del ser hablante", en Ciudades ana-
líticas, Buenos Aires, Tres Haches, pág. 156 (trad.: Florencia Dassen).
2. Ons, S. (2005): Una mujer como síntoma de un hombre, Buenos Aires, Tres
Haches, págs. 9-16.
3. Aramburu, J. (2000): "Síntoma y modernidad", en El deseo del psicoanalis-
ta, Buenos Aires, Tres Haches, pág. 288.

l
90 VIOU:NCIA/S NUEVOS CRÍMENES POR INTERNET 91

dre de familia solicitase por Internet un partenaire que quisiese está omitido en ese tipo de contactos por Internet, pese a las
torturarla sexualmente hasta morir. Su pedido tuvo rápida res- fotos, pese a las cámaras en las que se ven las imágenes de las
puesta ya que un analista de sistemas lo satisfizo inmediatamen- personas en juego, pese a que luego, en un encuentro, se "vean
te. Además, la mujer contó con otros seiscientos candidatos que la cara". Claro que, para profundizar en este punto, es necesario
se ofrecieron para cumplir con su demanda. detenerse en la significación de la presencia real del rostro, ya
También me remití a una noticia, reciente en ese tiempo, que -es mi hipótesis- esa presencia tiene función de límite en las
que los diarios difundieron con información aún más espeluz- consumaciones fantasmáticas. Baste pensar, en una primera
nante: un hombre de cuarenta y dos años, llamado Armin Mei- aproximación, en la forma en la que el impulso fantaseado se
wes, técnico en computación y apodado "El caníbal de Roten- antepone a cualquier historicidad de la persona, cualquier rasgo
burgo", publicó un aviso por Internet pidiendo gente que se singular, cualquier impronta, ya que ese impulso va primero, se
prestara a ser comida. Se presentaron cinco personas, que por torna idéntico al sujeto que está en juego, se le adelanta. Basta
una u otra razón fueron rechazadas, y finalmente "el elegido" alguien que quiera "ser comido" y ... ya está todo. Se ofrecerán
fue un ingeniero de Berlín, Bernd Brandes, quien se ofrendó aquellos que formen parte de esta clase, suprimiéndose así la
para ser devorado en vida. El técnico en informática no solo especificidad de cada uno.
confesó haber asesinado y comido a su víctima sino que no se
privó de relatar detalles escabrosos, como haber compartido el
plato con el castrado. Joven retraído y apartado de sus compa- MERCANCÍAS SEXUALES
ñeros, vivió las sucesivas separaciones de su madre y permane-
ció siempre junto a ella, sometiéndose a una estricta disciplina. Sin ir necesariamente al caso del siniestro caníbal, retrotrai-
El "cam"bal de Rotenburgo" albergaba deseos "caníbales" desde gámonos a las situaciones corrientes. Alguien enuncia sus pre-
su infancia, pero gracias a Internet pudo ponerlos en práctica, ferencias sexuales por Internet y de este modo esas preferencias
ya que por su intermedio localizó sin demora a los aspirantes. toman un valor que antes no tenían, ya que transformadas en
Tras la muerte de su madre, desaparecieron sus lazos con el mercancías adquieren un valor agregado. Tal valor tiene su
mundo e inició las aventuras criminales por chat. El mercado da analogía con el valor de cambio descrito por Marx, en la medi-
para todo y los fantasmas se ofrecen cual mercancías como si da en que ingresa al mercado lo que antes era solo valor de uso.
fuesen un producto, y lo que era clásicamente íntimo se brinda Aquí hay que entender el mercado no solo desde el punto
para consumirse sin pudor. A medida que se debilita el espacio meramente financiero sino como una vitrina en la que algo se
público, lo privado se hace obscenamente público. Internet da a ver, para ser elegido según "el gusto". Y de la misma
favorece que los fantasmas privados adquieran inusitada consis- manera en la que cualquier experto en economía sabe que la
tencia, elevado espesor y se realicen ... fácilmente, sin mediación, oferta genera demanda, habría que preguntarse si el gran abani-
sin pruritos, sin vergüenza, hasta llegar, como en estos casos, a co de perver~iones en la actualidad no está favorecido por las
la muerte. Y aun sin alcanzar este extremo, multitud de esceni- mismas ofertas.
ficaciones sexuales encuentran por ese camino la manera más Lo privado sufre una transformación, haciéndose público y
sencilla para concretarse. apto para el consumo. En tal transmutación los "apetitos" ad-
Considero que tal realización automática de los fantasmas quieren una consistencia insospechada, como si la posibilidad de
tiene relación con la ausencia real del rostro, ya que el rostro confesión y de concreción les insuflase un peso suplementario.

t..
92 VIOLENCIA/S NUEVOS CRÍMENES POR INTFRNFT
93

El tema excede lo específica y clásicamente considerado como intensidad, hasta recibirlas de determinadas fuentes. 4 Internet fun-
sexual; para el caso baste evocar los suicidios colectivos de los ciona como una fuente adicional, que les ofrece la oportunidad de
jóvenes japoneses, suicidios que fueron pactados por Internet y brindarse como ávidas prendas en un escaparate en el que encon-
que de esa manera encontraron la manera más viable para ejecu- trarán respuesta sin demora. Recuerdo la feliz expresión de Lacan
tarse ¿No fue acaso ese medio el que coadyuvó en ese pasaje al acerca del fantasma como pret aporter, listo para ser llevado, listo
acto? Parece que encontrar a otros que tienen impulsos análo- para ser llevado por la vía facilitada de la vitrina informática.
gos hace que los propios tomen más fuerzas. Vemos entonces Los fantasmas se muestran sin mediaciones y los sujetos se
surgir un nuevo fenómeno de masas en el que los sujetos se tornan idénticos a sus supuestas inclinaciones pulsionales, hasta
identifican, ya no por tener un ideal común sino ciertas inclina- llegar a tener el nombre de esas inclinaciones ("los caníbales",
ciones que -insisto- toman mayor fuerza al ser confesadas y "los sádicos", "los masoquistas", "los fetichistas", "los bisexua-
colectivizadas. Hay páginas en Internet que alientan desenlaces les", "las bulímicas", "las anoréxicas", "los drogadictos", "los
letales, como morir, como no comer; tales páginas son fácilmen- homosexuales", etc.), perdiendo singularidad, para formar parte
te exploradas por esos muchachos que no se desprenden de la de una clase. Notablemente, los sujetos ya no están representa-
computadora, llamados kikikomori en Japón. El signo de alarma dos por significantes rectores que los nominan en el espacio
para la opinión pública fue mayor cuando la concreción de la público, y que clásicamente señalan su lugar en lo social, sino
muerte programada por Internet trascendió aquel país y llegó al por maneras de gozar que inusitadamente se confiesan.
Reino Unido.
O, reflexiónese, para ilustrar, en las frecuentes cavilaciones de
algunos adolescentes acerca de la identidad sexual: esas dudas EL TRASERO NO ES EL ROSTRO
son pronto sofocadas cuando lo que antes era una fantasía es
considerado como indicador de una certera preferencia sexual. Pensemos en la importancia mediática del "trasero" en nues-
No se trata para nosotros de demonizar Internet, negando sus tros días; el asunto trasciende la concreta atracción por esa parte
notables beneficios en otros aspectos, sino de profundizar en del cuerpo. En efecto, el gran goce de la época consiste en deve-
nuestra contemporaneidad, para advertir que todo lo que le ocu- lar todo aquello que está "por detrás", ese gusto va desde la fas-
rre a un sujeto es rápidamente subsumido a una supuesta identi- cinación por los backstages, la complacencia voyeurista por Gran
dad del ser; para dar alguno de los múltiples ejemplos: si una Hermano, la impulsión por dar a ver fotos con procacidades
chica piensa en demasía en una amiga, es lesbiana; si come mu- sexuales, los chismes artísticos (proliferan los programas "espe-
cho dulce, bulímica; si experimenta cambios anímicos, bipolar. cializados" en ese rubro) y todo aquello que muestre lo que hay
Al eclipsar los matices de las cosas, tales nominaciones borran su detrás de bambalinas. En otro orden, lo mismo se revela en el de-
misterio y hacen que muchas veces lo que antes podía ser para leite por sondear qué hay detrás de la vida de un gran hombre,
un sujeto un pensamiento, una conducta esporádica o una fanta- qué secreto lleva en las espaldas, cuáles son sus debilidades, qué
sía se torne prontamente una clave que responde a lo que sería la
real identidad. Y cuando un sujeto está desorientado -algo muy
habitual en estos momentos- se aferrará tanto más a aquello que
4. Freud, S. (1986): "Lo inconsciente", Obras completas, t. XIV, cap. VI: "El
le daría un supuesto ser.
comercio entre los dos sistemas", Buenos Aires, Amorrortu, pág. 188 (trad.:
F reud se refirió a ciertas fantasías que circulan sin demasiada José Etcheverry).
94 VIOLENCIA/S NUEVOS CRÍMENES POR INTERNET
95

de sus aventuras libidinales, etc. Con el pretendido lema de al unísono la presencia del Otro. Descubro, sin duda, a través de
hacer aparecer los aspectos más humanos de las figuras relevan- la vergüenza un aspecto de mi ser. Sin embargo, aunque algunas
tes, subyace el placer mórbido de rebajar la imagen, metafórica- formas derivadas de la vergüenza puedan aparecer a partir del
mente "mostrar su trasero", igualarlo con el de todos. No es plano reflexivo, ella no es originariamente un fenómeno de re-
casual que esa parte del cuerpo sea también aquella en la que los flexión. En soledad puedo experimentarla, pero su estructura
sexos no se diferencian; el "imperio del culo" es, así, el imperio primordial se yergue frente a la otredad. Es el mirón que al
de la igualdad, donde las diferencias que sí importan se reducen espiar por el ojo de la cerradura a quien no lo ve será sorprendi-
a ... tener un buen culo o no (o a los distintos formatos a los que do por alguien que entra y lo ve espiando. Esa mirada de aquel
se alude: estilo "pera", "campestre", "melones" ... ). Y todo ello va que lo descubre suscita vergüenza, y habla del arribo de la otre-
en desmedro de la importancia del rostro en su máximo valor dad, ya que si hubiese llegado un animal no la experimentaría,
expresivo, en su extremo más sensible. ¿Acaso no se lo tapa, solo la provoca el prójimo como tal. Y si quiero mirar esa mira-
cuando se quiere que no se identifique a una determinada perso- da para defenderme, si pretendo así atentar contra su libertad,
na? O, al menos, no deben verse los ojos, indicando con esto el será la mirada y la libertad del Otro las que, desmoronadas, se
poder para el reconocimiento, que alberga la mirada. me escapan. Quizás entonces para Sartre una mirada que lejos
Miller5 habla de la desaparición de la vergüenza como uno de de perturbar incite al goce sería aquella que ha perdido su di-
los síntomas de la época, síntoma que articula con la muerte de mensión de alteridad. Reflexiones que conducen a pensar en el
la mirada de Dios; la desvergüenza entonces es la puesta en esce- estatuto de la sociedad del espectáculo actual, tan sabiamente an-
na de las consecuencias de esa muerte. El capitalismo tardío ticipada por Debord.
inaugura el imperativo de que se puede decir todo, y mostrar Freud y Lacan no dejan de situar la vergüenza en su relación
todo, propiciando así la pérdida de la vergüenza. ¿Y no se ancla con la sexualidad y el goce; no es solo el cuerpo que en su "para
acaso el sentimiento de vergüenza en ese rostro que se sonroja sí" está avergonzado de su "en sí" decadente. En todo caso, tal
cuando se intentan levantar los velos? Es que la vergüenza opera decadencia lleva el estigma de la sexualidad develada ante la
corno guardiana de una reserva, preserva lo más íntimo, hace mirada, al modo del mito bíblico en el que Adán y Eva cubren
tope. Al desvergonzado se lo llama "caradura", y de este modo se sus genitales al aparecer la idea de pecado. En otra línea, Levi-
alude a un rostro que ha perdido sensibilidad y que ya no experi- nás7 plantea que la vergüenza no deriva de la conciencia de una
menta ningún pudor. Se dice que "no tiene cara" a quien ha per- imperfección o carencia, sino de la imposibilidad de nuestro ser
dido la vergüenza, mostrando así la asociación necesaria entre para desolidarizarse de sí mismo. Así, en la desnudez, experi-.
los dos términos. Se nombra como "descarado" al impúdico y, mentamos vergüenza por no poder esconder aquello que quisié-
otra vez, es siempre la supresión del rostro la que se indica. ramos sustraer a la mirada.
No por nada las reflexiones que gravitan en torno a la ver-
güenza vuelven una y otra vez a la importancia de la mirada. En .
la célebre reflexión sartreana, 6 la juntura entre ambas testimonia

5. Miller,J.-A.: Curso XIX, clase del5/6/2002, inédito. 7. Levinás, E. (1999): De la evasión, Madrid, Arena Libros (trad.: Isidoro
6. Sartre, J.-P. (1949): L'étreetlenéant, París, Gallimard, págs. 275-364. Herrera).
NUEVOS CRÍMENES POR INTERNET 97
VIOLENCIA/S
96

AIDÓS Por su parte P. Chantraine, en su célebre Dictionnaire étimolo-


gique de la langue grecque nos dice que aidós deriva del verbo aído-
Cobra relevancia el análisis que Silvio Maresca 8 consagra al mai. Ambos términos usados por Homero. Aídomai quiere decir
término griego aidós, que designa a la vergüenza, el pudor. temer (craindre), respetar (un dios, un superior, las conveniencias
Según el Diccionario manual griego-español de José M. Pabón S. sociales); a veces tener cuidado con, cuidar, no abusar (ménager).
de Urbina, aidós (sustantivo femenino) significa: sentimiento de En Homero aidós designa el sentimiento de respeto frente a
vergüenza, pudor, honor, dignidad; consideración, respeto, re- un dios o un superior, pero también el sentimiento de respeto
verencia; perdón; cosa que inspira vergüenza o respeto; cosa ver- humano que impide (interdit) al hombre la bajeza (lachete}. Ade-
gonzosa o escandalosa; dignidad, majestad. También se encuen- más -siempre en Homero, según Chantraine- aidós significa el
tra el sustantivo femenino aischyne: vergüenza, deshonor, ultraje; sentimiento del honor y el temor de la censura o reprobación
pudor, vergüenza, sentimiento de vergüenza, de pudor, de honor. (blame) de los otros; en ocasiones, la malvada· vergüenza del po-
Se advierte el estrecho parentesco de aidós, aischyne, con el ho- bre. Aidós está personificada y designa una diosa.
nor. Por lo demás, falta toda referencia explícita a lo sexual, que Homero usa también la palabra aischos (vergüenza, ignominia;
con tanta facilidad se asocia entre nosotros a la vergüenza e in- fealdad repugnante). Aischyne, en cambio, no se encuentra en
cluso al pudor. Homero. Según Chantraine, aischyne significa vergüenza en los
Florencia l. Sebastián Yarza, en su Diccionario griego-español, diversos sentidos de la palabra francesa (honte), a veces con el
acentúa todavía más los componentes del honor. Aparecen en él significado de aidós como "sentido del honor".
menCionadas las "partes pudendas". Obsérvese que aidós tiene siempre un significado más positi-
Aidós: honra, sentimiento del honor; vergüenza, pudor, con- vo, estructurante, si cabe decirlo así, que aischyne y, sobre todo,
fusión; respeto; lo que inspira vergüenza o respeto; dignidad, que aischos.
majestad; partes pudendas. W alter Otto9 es uno de los estudiosos que más ha penetrado
Aischyne: honor; vergüenza, pudor; deshonor, injusticia, opro- en los arcanos de la religión y la espiritualidad griegas, en su
bio; violación, deshonra. radical divergencia con el cristianismo -en su luminoso ensayo
En ambos términos, Yarza da como primera significación Teofanía dedica tres páginas a la aidós en cuanto divinidad (págs.
"honor", ese posicionamiento casi inexistente y poco apreciado 81-83)-. La aborda a propósito del amor del griego por los dio-
en la sociedad occidental contemporánea. ses, no menos vivo, rico o valioso por no ser "el amor a un Ser
N o se nos escapa que cuando el término se liga a las partes amante, paternal y redentor". Es el amor de la esencia. Es con-
pudendas hay también una alusión a lo sexual, no reñida con las moción y transporte del espíritu. De la profundidad del Ser, el
significaciones mencionadas, por ejemplo, cuando Héctor descu- hombre religioso "recibe renovada su propia existencia como de 1f
bre el seno de su madre ella le implora: "¡Héctor, hijo mío, ten manos de los dioses. Porque en la forma del dios [... ] se halla
aidós ante esto!". íntegro el Ser del Universo; solo en ella son uno la cognición y
la verdad, lo subjetivo y lo objetivo".

8. Maresca, S. (2005): Aidós. Actualidad de la desvergüenza, Santa Fe, Univer-


9. Otto, W. F. (1978): Teofanía [2" ed.], Buenos Aires, Eudeba, págs. 53-57
sidad Nacional del Litoral, págs. 42-65, y en <www.elsigma.com>, sección:
(trad.: J. J. Thomas).
Filosofía.
...

98 VIOLENCIA/S NUEVOS CRÍMENES POR INTERNET 99

Amor peculiar que, según Otto, puede ilustrarse de varias No bien comenzada la exégesis aristotélica sobre la vergüen-
maneras. Existe en la lengua griega, escribe nuestro autor, una za y la desvergüenza, Racionero coloca dos notas. 12 En la prime-
palabra de significado inagotable por ser el nombre de una diosa ra de ellas sostiene que a partir del comentario de Cope se "repi-
y significar todo un mundo divino. Esa palabra es aidós, que suele te incomprensiblemente" que Aristóteles no distingue entre
traducirse por "pudor". vergüenza (aischjne) y pudor (aidós). Nada más errado, según
nuestro traductor e intérprete. En Retórit·a no se da la distinción,
Pero no es el pudor por algo de lo cual deberíamos sentir ver-
güenza, sino el recato sagrado frente a lo intocable, la delicadeza del
sencillamente porque Aristóteles no toma en cuenta el pudor
corazón y del espíritu, la consideración, el respeto y, en lo sexual, la (aidós). La distinción es clara, sin embargo, en Ética Nicomá-
quietud y pureza de la doncella. Mas todo esto, y muchas otras quea,U el pudor se define como una "pasión subjetiva", un senti-
{
cosas emparentadas con ello, son el hechizo de una forma divina miento; no una virtud. No obstante, es "digno de elogio" y se
~). que es dos cosas en una: lo venerado y lo que venera, lo puro y el prescribe a los jóvenes. La vergüenza, en cambio, es una "reac-
sagrado recato frente a lo puro. La aidós está con los reyes, a quie- ción pasional objetiva" (por ejemplo, "ruborizarse") que resulta
nes se les debe rendir honor; por eso se llaman los venerables
de los hechos deshonestos cometidos. Aquí encontramos una
(aidioz); pero también con el forastero, que necesita protecc~ón y
hospitalidad; y con la esposa, a quien corresponde la consideración primera diferencia clara entre pudor y vergüenza.
honrosa; y con la mujer noble en general. lO Tomemos finalmente· la tradición moderna representada
por Descartes. En Las pasiones del alma 14 no deja de considerar
Aristóteles se ocupa expresamente de aidós y aischjne en Ética la vergüenza como una pasión y dice que ella se comporta igual
a Nicómaco y en Retórica. Sus definiciones son importantes, con que la gloria, ya que ambas incitan a la virtud, la una por el
vistas al eventual deslinde entre pudor y vergüenza. 11 temor, la otra por la esperanza. Recomienda no desprenderse
En Retórica, Libro 11, Aristóteles trata de distintas pasiones por entero de estas pasiones como sí lo hacían antiguamente
humanas, a saber: la ira, la calma, el amor y el odio, el temor y la los cínicos, tal vez los primeros desvergonzados de la historia.
confianza, la vergüenza y la desvergüenza, la compasión, la in- Notablemente, Descartes equipara la desvergüenza con la posi-
dignación, la envidia, la emulación. Imposible obviar aquí el lla- ción cínica. Vale recordar que nos referimos a ella en el primer
mado de atención de Heidegger en Ser y tiempo cuando puntua- capítulo, en el que diferenciamos el cinismo antiguo del pos-
liza que el primer tratado sistemático del pensamiento occidental moderno.
sobre las pasiones no se encuentra en un libro de psicología sino
de retórica. ¿Las pasiones como efectos de lenguaje antes que
como instancias que cubren la inestable intersección entre el
cuerpo (res extensa) y el alma (res cogitam), tal como se empeñó
en localizarlas la tradición moderna?

12. Nótese que Racionero decide, al menos en el contexto aristotélico, tra-


ducir sin más aidós por pudor y aischjne por vergüenza.
10. lbíd. 13. Aristóteles (1998), Ética Nicomáquea, Madrid, Gredos, págs. 236-237
11. Seguimos en este punto a Quintín Racionero, autor de la introducción, (trad.: Pallí Bonet).
la traducción y las notas a la edición española de la Retórica (4" reimpresión], 14. Descartes, R. (1993): Las pasiones del alma, art. 206, Consejo Nacional
Madrid, Gredos, 1995. para la Cultura y las Artes, México, pág. 129 (trad.: Consuelo Berges).

L
100 VIOLENCIA/S NUEVOS CRÍMENES POR INTERNET 101

SIN A/DÓS NO HAY CERCANÍA aquella pensada como la pensaban los griegos? En este caso tener
vergüenza significaría permanecer albergado y oculto a la espera (de
Antes señalamos que los fantasmas se muestran sin mediacio- algo), mantenerse-junto-a-sí.l6
nes, diría sin aidós, sin vergüenza, sin pudor. Entendemos las
mediaciones como los intervalos sin las cuales tampoco hay cer- Recordemos las célebres expresiones de Nietzsche para notar
canía. En la conferencia sobre "La cosa", dice Heidegger 15 que su afinidad con las de Lacan: "Se debería respetar más el pudor
la apresurada supresión de las distancias no trae ninguna cerca.: con que la naturaleza se ha ocultado detrás de enigmas e insegu-
nía; porque la cercanía no consiste en la pequeñez de la distan- ridades multicolores. ¿Es tal vez la verdad una mujer que tiene
cia. Y se interroga acerca de qué es la cercanía cuando, pese a la razones para no dejar ver sus razones?",l7 Encuentro aquí un eco
reducción de los trechos, sigue estando ausente. A la cercanía no de lo que se desprende del decir de Lacan: la mujer es la verdad
se la puede encontrar de un modo inmediato, en la cercanía por ser no toda. Pero entonces, si el pudor es la esencia de la
están las cosas en su cosidad. Heidegger interroga el mundo tec- verdad-mujer: ¿habría acaso en nuestra contemporaneidad una
nológico y se pregunta qué pasa cuando, al suprimir las grand~s feminización del mundo como sugieren ciertos autores?lB Creo
distancias, todo está igualmente cerca e igualmente lejos. Reino más bien que al atravesarse de tal manera las barreras del pudor
de la uniformidad en el que se suprime la cosa como cosa en su y de la vergüenza asistimos a su ocaso. Dicho de otro modo, el
dimensión de unicidad. No por nada fue también Heidegger auge de las mujeres es, a veces, el auge de su folicización porque
quien definió el aidós como la palabra fundamental de la heleni- sabemos, desde Lacan, que lo propiamente femenino excede los
dad auténtica. Por ejemplo, en Homero, aidós designa el senti- límites fálicos.
miento de respeto frente a un dios o un superior, pero también Muy tempranamente Freud se refirió a la relación con el
el sentimiento de respeto que impide al hombre la bajeza. Tam- semejante en torno al juicio gestado en el proceso perceptivo. 19
bién para el griego la palabra es homologada al honor y, si bien Sobre el prójimo -afirmó- el ser humano aprende a discernir.
el término no alude para el heleno directamente a lo sexual, sí Los complejos perceptivos que emanan de este prójimo se sepa-
remite en sus diversas acepciones a un ocultamiento necesario. ran en dos componentes: aquellas percepciones que hacen de él
Algo debe quedar retenido, no mostrarse a la luz del día, para algo nuevo e incomparable, y aquellas que lo hacen semejante a
que impere lo bello. Aprendamos de los griegos: la desvergüen- mi persona. Lo inigualable del otro es vinculado a sus rasgos en
za posmoderna va paralela a la pérdida del sentido del honor. el ámbito visual, mientras que otras percepciones visuales, como
Algunos pretenden honrar así la naturaleza, olvidando al célebre la de sus movimientos, pueden asociarse con los recuerdos de los
fragmento de Heráclito que dice que a ella le gusta ocultarse:
¿no se la viola entonces cuando se pretende su desocultamiento?
Al interpretar este fragmento Heidegger dice: 16. Heidegger, M. (1994): "Aletheia", en Conferencias y artículos, ob. cit.,
pág. 230.
¿O bien tenemos que pensar la vergüenza, desde el permanecer 17. Nietzsche, F. (1999): La ciencia jovial, Caracas, Monte Ávila, pág. 6
en lo oculto, si es que nos esforzamos en acercarnos a la esencia de (trad.: José Jara).
18. Véase en El Otro que no existe y sus comités de ética, ob. cit., la manera en
la que Miller sugiere -aunque sin pronunciarse abiertamente ya que lo consi-
dera discutible- que el declive masculino abriría el reino del no-todo con una
15. Heidegger, M. (1994): "La cosa", en Conferencias y mícu/os, ob. cit., apertura hacia el lado femenino de las fórmulas de la sexuación, pág. 390.
pág. 43. 19. Freud, S. (1986): "Proyecto de Psicología", ob. cit., t. 1, págs. 376-377.

l
102 VIOLENCIA/S NUfVOS CRÍMENES POR INTERNET 101

propios, entrando así en el terreno de la similitud. Freud dice mas letales, opera como barrera, ya que no hay rostro sin ver-
que la porción dispar se impone como una ensambladura cons- güenza. El mandamiento se ancla así en lo sensible del rostro,
tante reunida como una cosa del mundo (Ding), mientras que la lejos de ser una prohibición vacía y exterior a la experiencia.
otra es comprendida por un trabajo mnémico, es decir, recondu- Considero incluso que se puede pensar la imposibilidad de devo-
cido a un trabajo de asociación respecto al cuerpo propio. Así, el rar al Otro, que surge con el encuentro con su irreductibilidad,
complejo perceptivo se descompone en dos: aquello que se resis- como algo primero al del mandamiento de no matarlo. En todo
te a la comprensión, matriz de aquello que hace insondable al caso, ese mandamiento abreva en la imposibilidad de concretar-
otro y al propio sujeto, y aquello que permite la equiparación lo. Y aun en los casos en los que el asesinato se consuma, la con-
entre uno y otro. El semejante encierra en su núcleo algo irre- sabida frase que dice que no hay crimen perfecto muestra a las
ductible; todo proceso de reducción, todo intento de compren- claras que la sombra del Otro sigue existiendo en su irreductibi-
sión deja un resto inasimilable. Es interesante que Freud deno- lidad.
mine Ding a ese punto de opacidad que constituye a la otred~d
como tal: la Cosa.
En el célebre ejemplo de la jarra -tomado por Lacan 20 de
Heidegger para ilustrar el das Ding- despliega de qué modo la
cosidad del recipiente no descansa en la materia de la que está
hecho sino en el vacío que acoge. La ciencia olvidará tanto al
alfarero que moldeó ese vacío como al vacío mismo y al vino que
lo llena, poniendo en su lugar una concavidad en la que se ex-
pande un líquido. De la misma manera opera la elisión de la pre-
sencia real del rostro en Internet como supresión de su cosidad.
Levinás21 considera que el mal es aquello que puede cercenar
la subjetividad a un componente inerte, aquello que cual imán
atrae hacia una existencia anónima. En contraposición plantea
una filosofía de la alteridad, apta para revelar lo patético de la
experiencia humana. En la vivencia metafísica del Otro se descu-
bre la epifanía del rostro, en la que el absoluto se muestra en su
dimensión irreductible. En esa percepción del rostro que tras-
ciende lo visible se lee el mandamiento "No matarás", ya que ese
rostro me mterpela, y llamando a la violencia también le pone
freno y la detiene. Creo que el rostro hace de límite a los fantas-

20. Lacan,]. (1989): "La ética del psicoanálisis", El Seminario. Libro 7, Bue-
nos Aires, Paidós, págs. 149-151.
21. Levinás, E. (1997): Totalidad e infinito, Salamanca, Sígueme, pág. 202.

l.
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Capítulo 7
El deseo destructor

Para Girard, 1 el origen de la violencia deriva de un deseo


mimético, provocador de crisis y de rivalidad. Si los deseos no
tuviesen esa característica, se encontrarían fijados permanente-
mente en objetos predeterminados, emparentándose así con el
instinto. El deseo elige sus objetos gracias a la mediación de un
modelo, y tal mimesis es potencialmente divisiva. No deseamos
lo que nos parece bueno sino lo que otros desean. Tal mimetis-
mo de las modas lleva a la violencia como competencia destruc-
tora. Ella también puede presentarse en la política. Girard con-
sidera que en los atentados del 11 de septiembre de 2001 no se
juega una diferencia radical Oriente-Occidente ni cultural ni
política, sino un deseo exacerbado de convergencia y parecido.
En definitiva, los terroristas imitaron los valores que denuncia-
ban: ¿no fue acaso Bin Laden un discípulo de la CIA? Los "ene-
migos" de Estados U nidos, para Girard, hicieron de 'este el

l. Girard, R. (1983): La violencia y lo sagrado, Barcelona, Anagrama (trad.:


Joaquín Jordá).
106 VIOLENCIA/S
EL DESEO DESTRUCTOR
107

modelo de sus ambiciones, aunadas por el deseo de poder y de no e] Wunsch freudiano es porque habla de un deseo en el que
éxito. hay certeza sensible, estado presencial del otro como autocon-
Muy tempranamente, y antes que Girard, Lacan tomó de ciencia viva. El deseo en Hegel es activo, negativo, destructor,
Hegel la conceptualización del deseo como deseo del otro, otro aniquilador del otro en su otredad, en su alteridad. Tomar con-
en minúscula de la rivalidad imaginaria. Explicó los fenómenos ciencia del otro como si tomara conciencia de mí mismo, eso
de transitividad infantil supeditados a la báscula infernal de la sería desear, quitarle su ser para sí y hacer que ese ser sea para
especularidad narcisista. 2 En esta relación es imposible la coexis- mí. Ello equivale a derruirlo, someterlo, poseerlo, de manera
tencia humana, el deseo conduce a la agresividad más radical, ya que no sea algo subsistente e independiente.
que el otro soporta el deseo del sujeto y su objeto. "Es decir que La tesis sobre la agresividad de Lacan está inspirada en He-
no tiene otra salida -Hegel lo enseña- que la destrucción del gel, su lectura es conocida: la agresividad es la tendencia correla-
otro". tiva de un modo de identificación narcisista. En esa tesis privile-
En esta primera teorización del deseo, Lacan se apoya mucho giará a Hegel sobre Darwin, diciendo: "Antes que él, sin
más en Hegel que en Freud. El deseo freudiano es nostálgico, 3 embargo, un Hegel había dado para siempre la teoría de la fun-
enmarcándose en la búsqueda infructuosa de la identidad de per- ción propia de la agresividad en la ontología humana, profeti-
cepción, abre repetitivamente la brecha entre la huella y el obje- zando al parecer la ley de hierro de nuestro tiempo".4
to, radicalmente perdido. Pero el creador del psicoanálisis no Aunque la agresividad no siempre se resuelva en violencia, es
consideró solo su carácter regrediente, sino también su vertiente interesante destacar que Lacan señale que Hegel vaticina mia
progrediente. Retrotrayéndose al pasado, el deseo tiene una época. Una vez definida como la tensión correlativa de la estruc-
actualidad presente que se proyecta hacia el porvenir. Freud uti- tura narcisista, Lacan apela al ideal del yo freudiano para indicar
liza el vocablo Wunsch, que en alemán es mucho más voto que su lugar pacificante en el transitivismo especular. 5 Importa pre-
concupiscencia o apetencia (términos estos en todo caso más afi- cisar que introduce la función paterna a partir de esta instancia.
nes a pulsión), marcando así una relación importante con el Si la identificación edípica "es aquella por la cual el sujeto tras-
recuerdo, con el investimiento de las huellas, con las imágenes ciende la agresividad constitutiva de la primera individuación
rrinémicas de la percepción. Cuando quiere aludir a los aspectos subjetiva" es porque tal identificación instaura "esa distancia por
destructivos del comportamiento humano prefiere hablar de la cual, con los sentimientos del orden y del respeto, se realiza
pulsión de muerte, en lugar de deseo como Wunsch. todo un asumir afectivo del otro". Entonces, al considerar Lacan
En cambio, Hegel utiliza para el deseo la palabra Begierde. En que Hegel anuncia la ley de hierro de nuestros tiempos, presagia
la traducción francesa de Hyppolite se utilizó désir, pero noso- -él también- la declinación de la !mago paterna para refrenar la
tros contamos con la versión española realizada por Roces, quien agresividad.
traduce Begierde por apetencia. Si Hegel usa la palabra Begierde y Dijimos que en "La tesis sobre la agresividad", se sirve de la
función del ideal del yo freudiano e introduce al padre, por la
importancia de esta instancia en la pacificación de la agresividad.
2. La can, J. (197 5): "La agresividad en psicoanálisis", en Escritos 11, México,
Siglo XXI (trad.: Tomás Segovia).
3. Freud, S. (1976): "La interpretación de los sueños", Obras C(Jinpletns, t. V,
4. Lacan, ].: "La agresividad en psicoanálisis", ob. cit., pág. 84.
Buenos Aires, Amorrortu, págs. 557-5 58. 5. lbíd., pág. 81.
108 VIOLENCIA/S EL DESEO DESTRUCTOR 109

Revisemos ahora esta función. Freud dice que está conformada del ideal. Entonces, su declinación actual los priva de esta con-
por valores sociales, familiares y libido narcisista. Conmovido el dición de estímulos. Miller 7 nos dice que en nuestra contempo-
narcisismo primario del yo ideal por la castración, la libido se raneidad es el objeto a quien toma el relevo del lugar del ideal
desplaza al ideal con el cual el yo medirá sus logros; claro que rector. Los Gadget, los productos de consumo invaden los esca-
ahora se trata de un narcisismo acotado por la impronta cultural. parates, ofreciéndose como plus de goce. Exacerbado de tal ma-
La distancia con la que el yo se mide respecto al ideal, pesará nera el deseo, se galvaniza también su potencia destructora; los
también como distancia relativa a la relación con el prójimo. El objetos llegan así a valer más que la vida misma. ¿No es entonces
narcisismo, ahora tomado por la égida de los ideales, hará que el mismo imperativo de consumo el que propicia violencia? Si
los sujetos lo experimenten si se ubican en relación con ellos; se tener el objeto es tener el ,ser, no queda otro camino que el de
tratará así de un narcisismo condicionado por su realización, arrebatarlo a costa de lo que sea. El cénit, en definitiva, del obje-
lejos de sostenerse como incondicionado. Narcisismo en suma to a vaticinado sabiamente por Lacan.
cuya inmanencia lleva la marca de la trascendencia. Concreta- Leamos esta cita:
mente, Freud6 plantea que hay una evolución del yo y que con-
siste en un alejamiento del narcisismo primario, que crea una La plusvalía es la causa del deseo del cual una economía hace su
intensa tendencia a conquistarlo de nuevo. Este proceso sucede principio: el de la producción extensiva, por consiguiente insaciable,
por un desplazamiento de la libido sobre un yo ideal impuesto de la falta-de-gozar. Por una parte, se acumula para acrecentar los
medios de esta producción a título de capital. Por otra, extiende el
desde el exterior, y la satisfacción es proporcionada por el cum- consumo sin el cual esta producción sería vana, justamente por su
plimiento de este ideal. Si tenemos en cuenta que esta instancia inepcia a procurar un goce con que ella pueda retardarse. 8
está conformada también por modelos familiares y sociales, la
devaluación de estos valores anunciada por Nietzsche afectará Resulta interesante reflexionar acerca de estas afirmaciones.
así la constitución del yo, que hipertrofiado se afirmará sin la El capitalismo genera una gula infernal y lo que podría detener-
regulación que implica el ideal, sin distancia, sin horizonte. La la, o al menos retardarla, sería el encuentro con un goce que no
agresividad, entonces, será su correlato. estaría dado por el objeto de consumo, que para Lacan es inepto
Sin embargo, para Freud la instauración del ideal del yo no en satisfacerlo. La voracidad es muy afín a ese desasosiego, her-
implica sublimación de la pulsión: ese ideal la exige pero no mano de los estados violentos.
puede imponerla. Encontramos así a un Freud mucho más des-
creído del poder pacificante de esta instancia que el Lacan de la
primera enseñanza. Es en los neuróticos donde se ubican las
extremas diferencias entre los ideales y el grado de sublimación
de sus pulsiones. Es más difícil-asevera Freud- convencer a un
idealista de la inadecuada localización de la libido, que a un hom-
bre sencillo y mesurado en sus aspiraciones. Claro que, si bien la
sublimación es un proceso diferente, su estímulo sí puede partir 7. Miller, ].-A. (2005): El Otro que no existe y sus comités de ética, seminario en
colaboración con Eric Laurent, Buenos Aires, Paidós, pág. 364 (trad.: Nora
González). .
8. Lacan,]. (1977): "Radiofonía", en Radiofonía y televisión, Barcelona, Ana- li
6. Freud, S.: "Introducción del narcisismo", t. XIV, ob. cit. grama, págs. 58-59 (trad.: Osear Masotta y Orlando Gimeno-Grendi). ¡[11

¡1[
Capítulo 8
El psicoanálisis ante la guerra

LOS EFECTOS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL


EN EL PSICOANÁLISIS

El psicoanálisis nació antes de la Primera Guerra Mundial.


Freud no necesitó de ella para descubrir la importancia de la
crueldad. En todo caso, la guerra -según le confesó a su amigo
holandés Van Eden- confirmó que el psicoanálisis había acerta-
do con su tesis: "Los impulsos primitivos salvajes y malignos de
la humanidad no han desaparecido, sino que persisten reprimi-
dos en el inconsciente y esperan la ocasión propicia para desa-
rrollarse" .1
Tal como se señaló en el capítulo 4, "Pánico en la ciudad",
Freud no vio la guerra de lejos, ya que ella atravesó su vida: sus
tres hijos participaron en las acciones bélicas, durante años su
práctica como analista se vio condenada a la ruina y Sophie, la

l. Freud, S. (1984): "Carta al Dr. F. van Eeden", Obras completas, t. XIV,


Buenos Aires, Amorrortu, pág. 302 (trad.: José Etcheverry).
112 VIOLENCIA/S EL PSICOANÁLISIS ANTE LA GUERRA 111

hija favorita, murió a causa de su vulnerabilidad a la infección pacientes al momento traumático llevan a Freud a reformular
provocada por los desastres. una antigua tesis de que el sueño sea el cumplimiento de un de-
Expresamos que en ninguna otra contienda en el mundo hu- seo. 3 La guerra, pues, como trauma al que se vuelve, más allá del
bo una matanza semejante a la de Verdún entre los años 1914- principio de placer.
1918. Existieron antes otras guerras que mostraron, sin duda, Ningún descubrimiento freudiano fue más rechazado por los
horrores difíciles de soportar, pero ninguna de ellas fue más propios analistas como el concepto de pulsión de muerte. Inclu-
mortífera y sangrienta, anticipando, así, el estilo de las que le so después de la Segunda Guerra Mundial, los analistas no le
siguieron. Freud 2 apela a diferenciarla de las guerras en la anti- daban crédito, considerándola una noción biológica, cuando en
gua Grecia, en las que los griegos habían prohibido asolar las realidad la biología no conoce nada de ella. & incluso el propio
ciudades pertenecientes a la Confederación, talar sus olivares o Freud quien tardó en asimilar la idea cuando :le fue propuesta
cortarles el agua. Se respetaba al herido que abandonaba la lucha por la analista rusa Sabina Spielrein. Antes de ser médica dedica-
y al médico y al enfermero dedicado a la curación. Se considera- da al psicoanálisis, Spielrein había sido paciente y amante de
ba a la población no beligerante, es decir, a las mujeres y los ni- Jung. 4 Joven histérica, vive el desgarro producido por una pasión
ños. Se preservaban las empresas e instituciones internacionales tormentosa con el que, además de ser su terapeuta, era un hom-
que habían encarnado la comunidad cultural de los tiempos pa- bre casado que no abandonaría jamás a su esposa. Al no poder
cíficos. Mientras que la guerra de los albores del siglo XX fue tener con él al hijo anhelado, escribirá un trabajo sobre la des-
mucho más brutal que las de otrora, el perfeccionamiento de las trucción como causa del devenir, que anticipa el descubrimiento
armas le dio más potencia de fuego y no tuvo miramiento por freudiano. Interesa destacar de qué modo el concepto de pulsión
ningún linde, fue cruel, enconada y sin cuartel. Infringió todas de muerte fue enunciado por primera vez por una mujer a partir
las limitaciones a las que los pueblos se obligaron en épocas de del estrago de una relación amorosa, mostrando hasta qué punto
paz, no reconoció privilegios ni en heridos ni en el médico, no esa dimensión está presente no solo en la guerra.
admitió la diferencia entre los núcleos combatientes y pacíficos
de la población. Derribó, en definitiva, con ciega cólera todo lo
que salió al paso, como si después de ella no hubiese futuro. Las CULTURA Y PULSIÓN
atrocidades de la Primera Guerra Mundial marcaron no solo la
vida de Freud sino su propia teoría. La guerra había degenerado Hoy en día muchos psicoanalistas tienden a reducir la guerra
en un conflicto más sangriento que cualquiera de los anteriores y a la pulsión de muerte, cuando en realidad Freud toma la guerra
había producido un "fenómeno prácticamente inconcebible", ese -desde la clínica- para reformular el trauma y la pulsión, pero,
estallido de odio y desprecio al enemigo. según pienso, no explica la guerra por la pulsión sino por la
Si bien el poder de la agresión no había sido un secreto antes manera en que la cultura trata la pulsión. En principio, su posi-
de 1914, la guerra sella el descubrimiento de la pulsión de muer-
te. Los sueños de las neurosis de guerra que retrotraen a los

3. Freud, S. (1976): "Más allá del principio de placer", t. XVIII, ob. cit.,
págs. 31-33.
2. Freud, S. (1990): "De guerra y muerte, temas de actualidad", t. XIV, oh. 4. Richebacher, A. (2008): Sabine Spielrein de Jung a Frntd, Buenos Aires, El
cit., págs. 278-280. Cuenco de Plata (trad.: Luciano Elizaincin).
H PSICOANÁLISIS ANTE LA GUERRA 1 1S
1 14 VIOLENCIA/S

ción es semejante a la de Thomas Hobbes: "El hombre es el muerte. Temas de actualidad" (1915); 7 otro, mucho después,
lobo del hombre" (homo homini.r lupus). Recordemos que, ya en mediando el descubrimiento de la pulsión de muerte," ¿Por qué
los albores de la modernidad, este filósofo había creado el con- la guerra?" (1932), en respuesta a una carta de Einstein. 8
cepto de "contrato social" para refrenar tal impulsividad, que En el primer texto, Freud se refirió a la desilusión que trae
hace de la sociedad humana una formación de individuos domi- consigo este suceso, y la resume en dos puntos:
nados por la ambición de mando y de dominio.
La ínfima eticidad demostrada hacia el exterior por los Estados
En el Leviatán 5 (1651), Hobbes describe que "en su estado
que hacia el interior se habían presentado como guardianes de las
natural todos los hombres tienen el deseo y la voluntad de causar normas éticas, y la brutalidad en la conducta de individuos a quie-
daño", de modo que hay -cuando menos en principio- una nes, por su condición de partícipes en la más elevada cultura huma-
constante "guerra de todos contra todos" (bellum omnium contra na, no se los había creído capaces de algo semejante. 9
omnes). El fin de dicho estado, y con él las condiciones para que
pueda existir una sociedad, surge mediante un pacto por el cual Mas esta desilusión descansa en la ilusión errónea de creer
cesan las hostilidades y los sujetos delegan sus derechos. Tal que los sujetos se habían elevado a un nivel ético, que habíamos
renuncia permite el establecimiento de una autoridad que está sobreestimado. También cuando Freud alude a la ínfima etici-
por encima de ellos, pero en la cual se sienten identificados.· Sin dad demostrada por el Estado, indica que el Leviatán, montado
embargo, como dice Eric Laurent,6 la cuestión es saber si el sur- para refrenar la violencia, la alberga en su seno.
gimiento del Estado elimina la presencia de la muerte. La espe- Freud se pregunta cómo el individuo alcanza un nivel superior
ranza de los racionalistas del siglo XVIII -como Condorcet- ha de eticidad. Primero, rechaza de plano la idea acerca de la bondad
sido desmentida por los hechos. La guerra, afirma Freud, trajo originaria del hombre. Esta concepción, que es la del mito del
consigo una terrible decepción, ya que ella muestra que el pro- origen en Rousseau, 10 conduce inevitablemente a una visión pa-
greso de la civilización no ha moderado la violencia y tampoco ranoica del mundo, ya que estima que el mal solo proviene de la
ha ayudado para que ella se encauce hacia otros destinos. Por el corrupción de las costumbres, a las que opone la inocencia natu-
contrario, el progreso tecnológico la dota d~ armas cada vez más ral. El mal sexual hundiría así sus raíces en un exterior amenazan-
poderosas, incrementando así sus alcances. Hace ya más de cua- te, anidando en un universo foráneo al del cándido sujeto. Pero
renta años, Bertrand Russell se preguntaba si el hombre de la ese corazón diáfano y bueno, definido por Rousseau al modo de
generación tecnológica no estaba condenado a desaparecer. "transparente como el cristal", es un corazón maniqueo que ha
La guerra lleva a Freud a profundizar en la cultura, en su divorciado sin dialéctica el bien del mal, mal que entonces que-
malestar, en el porvenir de sus ilusiones, en la psicología de ma- da expulsado en los confines de la alteridad. Más certero, San
sas. A propósito de este acontecimiento, escribe dos trabajos es-
pecíficos, uno a poco de comenzar la guerra, "De guerra y

7. Freud, S. (1984): "De guerra y de muerte. Temas de actualidad", t. XIV,


ob. cit.
5. Hobbes, T. (1977): Leviatán, en Fernández Pardo, C. A. (comp.), Teoría 8. Freud, S. (1986): "¿Por qué la guerra?", t. XXII, ob. cit.
política y modernidad, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. 9. Freud, S.: "De guerra y de muerte ... ", ob. cit., págs. 285-286.
6. Laurent, E. (2004): "Los Jobs del nuevo Hobbes", en Ciudades analíticas, 1O. Rousseau, J.]. (1978): Discrtrso sobre el origen y los fundamentos de la desi-
Buenos Aires, Tres Haches, págs. 171-176 (trad.: Florencia Dassen). gualdad de los hombres, Madrid, Alahambra.
116 VIOLENCIA/S El. PSICOANÁLISIS ANTE LA GUERRA 1 17

Agustín 11 supera su propio maniqueísmo al reconocer que, cuan- co", ya que al ser humanos no somos almas puras. Liberarse de
do de joven robó las peras, no lo hacía simplemente para disfru- los sujetos tóxicos sería pretender una humanidad sin sínto-
tar de ellas sino por el goc'e en la trasgresión misma, concluyen- mas ... : no es difícil entrever el costado letal de semejante aspira-
do en el engaño de recurrir a un poder impersonal del mal. ción. Hace cuarenta años Lacan predijo que "nuestro porvenir
de mercados comunes será balanceado por la extensión cada vez
más dura de los procesos de segregación". Conocemos estos
VIOLENCIA Y SEGREGACIÓN. procesos: la segregación de los judíos, de los negros, de los ára-
LA MODA DE LA "GENTE TÓXICA" bes, de los armenios, de los "bolitas", de los chinos, para solo
nombrar algunas de sus tantas figuras. Ahora la segregación ya ni
Hoy en día existe una tendencia cada vez más marcada en siquiera se ejerce respecto a una clase: bajo el nombre de "gente
suponer que el mal está en el prójimo, siempre visto como ene- tóxica" todo el mundo podría ser afectado. Claro que el dedo del
migo. Nuestra época es una época paranoica que, como tal, inci- acusador se cree "inocente" y nunca responsable: la culpa es del
ta a la violencia. Piénsese, por ejemplo, en el auge que ha tenido otro.
el libro de "autoayuda" Gente tóxica. La norteamericana Lilian Freud no creería jamás en esa inocencia. Y se pregunta qué
Glass lo llamó Toxic Peopie y rápidamente se convirtió en bestse- hace la cultura frente a las inclinaciones del hombre. Se podría
iler en Estados Unidos. Como indicador de la pronta asimilación suponer que las malas inclinaciones del hombre le son desarraiga-
de la mala cultura yanqui, no tardó en publicarse en nuestro país das y, bajo la influencia de la educación y del medio cultural, son
su réplica: Gente tóxica, 12 de Bernardo Stamateas. La consigna se sustituidas por inclinaciones a hacer el bien. Sorprende entonces
ha propagado con facilidad, y aun las personas que no han leído que, en los así educados, la maldad aflore con tanta violencia.
el texto gustan referirse a la toxicidad de los otros, estampándo- Freud explica este fenómeno con el argumento de que la cultura
les ese calificativo. Es muy fácil. Todo aquello que disgusta caerá fuerza a sus miembros a un distanciamiento cada vez mayor res-
bajo esa impronta y, si de alguna molestia propia se padece, lo pecto de sus disposiciones pulsionales. Y Freud nú duda en lla-
más sencillo será atribuir la causa a los demás. Páginas enteras mar hipócrita a quien reacciona siempre de acuerdo con precep-
encaminadas a asesorar a los lectores acerca de cómo reconocer tos, que no son la expresión de sus inclinaciones. Entonces, si los
a los sujetos "tóxicos" y gente ávida por encontrar la clave para pueblos, los individuos rectores de la humanidad y los Estados
identificarlos. Se trata de un manual que brinda pautas para divi- abandonan las restricciones éticas en época de guerra, ello obede-
sar a aquellos que "roban los sueños", y entonces allí desfilan: el ce para Freud a la incitación a sustraerse de la presión continua
manipulador, el violento, el envidioso, el chismoso, el orgulloso, de la cultura, dándoles satisfacción a las pulsiones refrenadas.
etc. En la base subyace una concepción del sujeto como víctima, Sin embargo, en la respuesta que le da a Einstein en su ar-
y del otro como enemigo. Claro que bajo este último rubro esta- tículo "Por qué la guerra", Freud concluye que "todo lo que
rían todos los integrantes de la humanidad, ya que no existen promueva el desarrollo de la cultura trabaja también contra la
seres sin síntomas; el goce de todos nosotros tiene algo de "tóxi- guerra" .13 Hay entonces culturas que, al rechazar la dimensión
pulsional, hacen que ella se acreciente y lleven a la guerra, y
hL- 2_

11. Agustín (1983): Confesiones, Madrid, Sarpe~~ 2..


12. Stamateas, B. (2008): Gente tóxica, Buenos Aires, Vergara.
t c-ef {E,
13. Freud, S.: "¿Por qué la guerra?", ob. cit., pág. 185.

l
118 VIOLENCIA/S H PSICOANÁLISIS ANTE: LA GU~RRA 1 19

otras que posibilitarían un destino pulsional diferente, que traba- bajo, se borra lo diverso y aparece lo uniforme, prevalece la
jaría "contra la guerra". Esta cultura sería aquella que estimulase identificación al líder y hay una inhibición colectiva de la fun-
la creatividad, favoreciendo la capacidad sublimatoria de los ción intelectual. Surge un sentimiento de potencia infinita, la
individuos. No se trataría entonces para Freud de sofocar las multitud influenciable y crédula es proclive a todo tipo de suges-
pulsiones mediante la represión, ni de dar libre curso a la pulsión tión, que puede arrastrarla a las mayores atrocidades. Cabe
indomeñable. Que Freud haya hecho una crítica a los imperati- recordar aquí la diferencia, trazada por Bataille, 17 entre el mal
vos culturales que pretenden extinguir nuestras pulsiones no pasional y el mal infame. El mal pasional no es calculador ni está
insta entonces a que la pulsión, lejos de sufrir el destino de la legitimado por ningún poder. En cambio el mal infame sirve a
represión, pierda toda sujeción. Por el contrario, tal como seña- un poder, creando incluso una buena conciencia, pues se sabe en
lamos en el capítulo 2, "Vattimo y la violencia metafísica", su concordancia con un objetivo oficial del Estado. No se trata de
anhelo es el de crear un nuevo estado en el interior del yo, y ello éxtasis nacidos del espíritu de revuelta, sino de los excesos de los
es paralelo al imperativo ético que rige el psicoanálisis: Wo Es espíritus serviciales.
ward, sol/ !eh werden ("allí don<le era ello, yo debo advenir"). Freud plantea que la masa se funda en lazos homosexuales y
Es muy interesante la manera en la que Einstein 14 diferencia toma como ejemplo de masas artificiales la iglesia y el ejército,
cultura de "intelectualidad", diciendo que no estarían más lugares de exclusión de lo femenino. La guerra -como dice Jorge
expuestas al odio y la destructividad las masas iletradas. Y afirma Yunis- se apoya siempre en certidumbres: la de la raza (es decir-
que, por el contaría, muchas veces es la llamada "intelectuali- la sangre), la nacionalidad (es decir la madre tierra) y la religión
dad" la más proclive a las desastrosas sugestiones colectivas, ya (es decir, la creencia, como certezas apoyadas en la exclusión de
que el intelectual ha perdido contacto con la vida. Es importan- lo diferente). La guerra va dirigida a lo semejante en lo que tiene
te recordar que la fiebre bélica patriótica había atacado a novelis- de diferente y a lo que de semejante -ignorado en el sujeto- tie-
tas, teólogos, poetas e historiadores: el poeta alemán Rainer ne el diferente.
Maria Rilke celebró el estallido de las hostilidades con los "Cin- Dice Freud: "El amor a la mujer rompe los lazos colectivos
co cantos", en los que veía al increíble Dios de la guerra. Stefan de la raza, la nacionalidad y la clase social, y lleva así una impor-
Zweig, más tarde pacifista, tuvo sin embargo posturas militares tantísima labor de civilización" . 18 Ruptura pues de las razones
los primeros días de la guerra. Thomas Mann la vinculaba con la que han motivado toda guerra. Tal amor representa la posibili-
purificación, de la cual nacía la esperanza, 15 y Freud mismo dad de alojar lo diverso en lugar de segregado como hostil y
experimentó al comienzo cierta credulidad partidista, vivencian- como enemigo. Se podría decir que la mujer encarna no solo lo
do él mismo ese fenómeno de masa que describiría en "Psicolo- heterogéneo del otro, sino lo otro del sujeto que le es ajeno. Son
gía de las masas y análisis del yo" .16 En el grupo, dice en este tra- los preceptos universalizantes, las prescripciones válidas para
todos, lo monotonoteísta de la religión -según una feliz expresión
acuñada por Nietzsche-, los que siempre rechazan lo diverso. Lo
14. Einstein, A.: "Carta a Freud", 30/7/1932, en "¿Porqué la guerra?", ob. diverso que es el otro y lo diverso en uno mismo. Ser pacifista es
cit., pág. 185. 1111

15. Jones, E. (1976): "Los años de la guerra", en Vida y obra de Sigmund


Freud, Buenos Aires, Paidós. 1

16. Freud, S.: "Psicología de las masas y análisis del yo", t. XVIII, ob. cit., 17. Bataille, G. (1987): La literawra y el mal, Madrid, Taurus. 1

pág. 134. 18. Freud, S.: "Psicología de las masas y análisis del yo", ob. cit., pág. 134. 1

1
VIOLENCIA/S
120

poder atravesar las lógicas binarias que siempre dibujan la carto-


grafía del amigo-enemigo. Lacan apeló a la topología con el afán
de superar ese pensamiento dicotómico, vecino de la guerra y
del conflicto.

Capítulo 9
Una virilidad sin padre

LA VIOLENCIA "VIRIL:'

En una nota aparecida en el diario La Nación 1 Sergio Sinay


sostiene que el paradigma de la masculinidad sigue vigente, pese a
las apariencias, debajo de los ropajes de una masculinidad más
ligera, posmoderna, vestida por modas superficiales inconsistentes
como la metrosexualidad, la ubersexualidad o la vitalsexualidad.
Entre los diversos ejemplos que se cuentan en el artículo po-
demos citar los de la violencia juvenil, en el que unos jóvenes en-
trenados en boxeo exhiben las marcas de su "coraje viril" come-
tiendo asesinatos; las barras bravas que alardean agresividad y
aguante como signos de atributos de macho; la cruda vigencia de
las guerras pautadas por los hombres y sus códigos; los negocios
encarados con estrategias bélicas; los autos conducidos cual balas 11

fálicas, etc. Podríamos agregar otros, como la violencia de géne-


11

l. Puede encontrarse en la web, Perspectivas sistémicas. Artículos online. "El


costo de nadar entre peces machos": <WWW.redsistémica.com.ar/sinay2.hnn>.
122 VIOU:NCIA/S
UNA VIRILIDAD SIN PADRE
123

ro y toda aquella que se ejerce como demostración de "poder". Retrotrayéndonos a Hegel, para él las postrimerías de la his-
Es que incluso, sin circunscribirnos a la violencia callejera sin toria equivalen a la relativización de todas las diferencias, al
precedentes o la que brota de la más brutal segregación (en estos advenimiento de un tiempo signado por la coexistencia de todas
días, un joven mató a un flogger por no tolerar su aspecto), la vio- las configuraciones, reemplazo de lo que antes era sucesión de
lencia también está presente en el mundo de la economía y de particularidades excluyentes por contemporaneidad de opuestos,
los negocios. Obsérvese que sus héroes son impiadosos, depre- y ya nunca oposición. Hegel no pensaba de modo simplista que
dadores, tal como lo expresa la película En buena compañía, de en su época, y con su filosofía, terminaba la historia, pero sí cap-
Paul Weitz, en la que un joven ejecutivo, para conseguir el cargo tó que la lógica que había presidido el desarrollo de los aconteci-
al que aspira, promete a su jefe: "Iré por ese mercado y lo con- mientos perdía su vigencia. 4 Entonces, la aparición de este nuevo
quistaré sin tomar prisioneros, eliminaré a todos los enemigos". estilo de hombres debe situarse en el horizonte de la evaporiza-
¿Cómo se concilian tales observaciones con la mentada caída ción de las antítesis, del desfallecimiento de los contrarios, de la
de la virilidad, anunciada por los discursos contemporáneos? Al disolución de los opuestos.
respecto, cabe señalar que no fue solo el psicoanálisis el que En su lectura del caso Juanito, Lacan 5 se apoya en el texto de
señaló tal descenso, sino que, además de la sociología, fue la filo- Kojeve para referirse a la futura virilidad de ese niño, augurán-
sofía la que por boca hegeliana preanunció la progresiva desviri- dole un lugar pasivo en sus lazos heterosexuales. Pero más allá
lización del mundo. del caso en cuestión, Lacan, en correspondencia con el filósofo,
Cuando Kojeve 2 lee el libro de Fran~oise Sagan Bonjour, tris- acentúa el tema de la desvirilización epocal. Milleró afirma que la
tesse, afirma que en las playas de la Costa Azul descriptas por la idea del declive viril, incluso su desaparición del mundo contem-
joven escritora se pasean los varones del nuevo mundo, el de la poráneo, no es pensable sin el declive del padre. ¿Van entonces
posguerra. Hombres que tienen la molesta tendencia de ofrecer- al unísono padre y virilidad, al punto donde la caída de uno se
se a la mirada, desnudos, pero obligatoriamente musculosos. Las identifique con la caída del otro?
referencias al "mundo nuevo", con el tropel vanguardista de este 7
Freud considera que el niño deja el complejo de Edipo a
perfil de "machos", no dejan de tener resonancias hegelianas; partir de la amenaza de castración proveniente del padre, o de
incluso el título del artículo se llama "Sagan: el último mundo un sustituto capaz de portar esa autoridad para la madre. El
nuevo". Parece pues aludir al mundo que nace en los albores del
fin de la historia preconizada por Hegel, por Kojeve como su
disCÍpulo, y más recientemente por Fukuyama. Este autor ja-
"Nuestro porvenir de mercados comunes será balanceado por la extensión cada
ponés ha sido muy controvertido. A veces se lo critica por desco- vez más dura de los procesos de segregación", en "Proposición del 9 de octu-
nocimiento, suponiendo que había creído en una culminación bre" (en Momentos cruciales de la experiencia analítica, Buenos Aires, Manantial,
apocalíptica del devenir. Otras, se lo acusa de conservador por 1987, pág. 22). Con esto, Lacan sigue a Kojeve, como también lo hace el propio
vaticinar el fin de las ideologías, es decir, la universalización de la Fukuyama, ya que en ambos la lectura de Hegel proviene de esta influencia.
4. Maresca, S. (1992): "El fin de la historia", en Ética y poder en el fin de la
democracia liberal como forma final de gobierno humano. 3 historia, Buenos Aires, Catálogos, págs. 141-169.
5. Lacan,]. (1988): "La relación de objeto", El Seminario. Libro IV, Buenos 1¡

Aires, Paidós, págs. 418-420.


6. Miller,j.-A.: "Buenos días, sabiduría", "Referencias", en Colofón 14.
2. Kojeve, A. F. (1996): "Sagan: el último mundo nuevo", en Descartes, no 14. 7. Freud, S. (1990): "El sepultamiento del complejo de Edipo", ob. cit., t.
3. No creo que este planteo se aleje demasiado del de Lacan cuando dijo: XIV, Buenos Aires, Amorrortu, pág. 76 (trad.: José Etcheverry).
124 VIOLENCIA/S
UNA VIRILIDAD SIN PADRE 125

infante es presa de una elección forzada: debe elegir entre el "Se puede concebir la catástrofe del complejo de Edipo -el
enlace libidinal con la madre y el interés narcisista por conservar extrañamiento del incesto, la institución de la conciencia moral y
su pene, y frente a la amenaza de castración vence este último de la moral misma- como un triunfo de la generación sobre el
poder. En una suerte de disyunción entre la bolsa y la vida, el 9
individuo". Imposible no retrotraernos a la influencia de Scho-
pequeño aprende que optar por la bolsa que representa el inces- penhauer en Freud; este filósofo extrema de tal manera el valor
to implica perder la vida. Cabe recordar que Lacan habla del falo del genio de la especie sobre el individuo que considera que el
real en términos de turgencia vital. amor mismo es una argucia de la que ese espíritu se vale para
El pene entonces está excluido en el circuito sexual edípico, encaminarlo a sus fines reproductivos. lO
elegir a la madre es elegir esa omisión, la fantasía de coito en el Y, si nos remitimos al creador del psicoanálisis, notaremos
impotente, señalada por Ferenczi y tomada por Freud, 8 es la fan- que el énfasis puesto en la procreación indica la acentuación de
tasía del regreso al útero materno, donde el miembro viril entra un interés narcisista que paradójicamente excede el yo mismo, al
en equivalencia con el cuerpo entero, y esa fantasía nos enseña servicio, entonces, de un orden que lo traspasa. Se trata aquí de
que en el Edipo se trata de la totalidad del cuerpo identificado al una virilidad que lleva la impronta de lo que la rebasa, y que en
falo, y que la prevalencia del pene implica mantener esa parte una suerte de trascendencia inmanente conjuga dos polos en
renunciando al todo. La masculinidad está pues necesariamente general inconciliables: el individuo y la especie.
marcada por el padre, bajo la forma de esa amenaza que no es.
otra que la de la instauración de la disyunción lógica, en la que El individuo lleva realmente una existencia doble, en cuanto fin
algo se perderá inevitablemente. Claro que esta lógica supone para sí mismo y eslabón ·dentro de una cadena de la cual es tributa-
términos diferenciados, conjuntos delimitados, contrarios en rio contra su voluntad o, al menos, sin que medie esta. Él tiene a la
juego. Cabe la pregunta acerca de cómo ella operaría en un sexualidad por uno de sus propósitos, mientras que otra considera-
mundo donde desaparecen las fronteras, punto que retomaré ción lo muestra como mero apéndice de su plasma germinal, a cuya
más adelante. disposición pone sus fuerzas a cambio de un premio de placer; es el
portador mortal de una sustancia -quizás inmortal- como un mayo-
razgo no es sino el derechohabiente temporario de una institución
que lo sobrevive. La separación de las pulsiones sexuales respecto
FREUDY SCHOPENHAUER de las yoicas no haría sino reflejar esta doble función del indivi-
duo.11
Dijimos que la virilidad se afirma como consecuencia de una
delimitación operada por el padre, pero también debemos agre- Lo masculino aúna esa dualidad, portando la semilla de "una
gar que el triunfo del pene sobre el incesto lleva también el institución que lo sobrevive". ¿Más allá de la fecundación de un
sesgo de algo que trasciende el pene mismo, en el que se prefi-
gura la paternidad futura del ahora niño. El pene, para Freud,
debe su investidura narcisista extraordinariamente alta a su signi-
ficación orgánica para la supervivencia de la especie, entonces: 9. Freud, S.: "Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual ana-
tómica", t. XIX, ob. cit., pág. 275.
10. Schopenhauer, A. (2003): El amor, las mujeres y la muerte, Buenos Aires,
Biblioteca Edaf, pág. 81 (trad.: Miguel Urquiola).
8. Freud, S.: "Inhibición, síntoma y angustia", t. XX, ob. cit., pág. 131. 11. Freud, S.: "Introducción al narcisismo", t. XIV, ob. cit., pág.76.

111111
126 VIOLENCIA/S UNA VIRILIDAD SIN PADRE 127

hijo, no se llama acaso "gran hombre" al que ha sido padre? Pa- Seminario 20, 14 con las fórmulas de la sexuación el padre real
dre de la patria, padre de una doctrina, padre de un movimiento, halla su localización específica en el plano de la excepción que
padre de una fórmula, padre, en fin, de una idea. posibilita la constitución del todo.
Lacan considera la castración como un hecho de estructura
que depende de la incidencia del significante en el viviente; el
padre',.es su agente, no su autor; no obstante, ello J10 desmerece_ EL PADRE, NEGADOR DE LA ESENCIA FÁLICA
su lugar en la operación. Las enunciaciones del Seminario 17 así
lo- indican: ''La castración es la operación real introducida por la En el Seminario citado, la castración ya no se juega tanto en
incidencia del significante, sea el que sea, en la relación del sexo. el plano del mismo lenguaje, sino que la porta el padre como
[... ] El padre, el padre real, no es otra cosa que el agente de la excepción. Personalmente, demoré mucho tiempo para enten-
castración" .12 d'"ér tal concepción: las fórmulas de la sexuación requieren ser
Se infiere, entonces, que ej_~i_s<;urso amo determina la castra- desbrozadas y corren el riesgo de ser apresadas en clisés repeti-
ción, el padre es agente de ese discurso, como portavoz. del S¡__~n dos que las vacían de significación. Lacan dice que todo ser que
su--calidad dé sigruflcante re-ctÓr. Los significantes no tien~n el habla puede ubicarse de uno o de otro lado de expresiones pro-
mismo valor. Ya en el comienzo de su enseñanza Lacan delimitó posicionales localizadas, unas del lado izquierdo, las otras del
la importancia del decir fundante y luego en "Subversión del lado derecho. En las primeras ubica el lugar del hombre y allí
sujeto y dialéctica del deseo" 13 expresó a manera de adagio: "Lo escribe en línea inferior 'Vx <l>x, es decir la universalidad del falo:
dicho primero decreta, legisla, aforiza, es oráculo, confiere al "el hombre-dice-en tanto todo se inscrib;-~ediante la funció~
otro real su oscura autoridad". fálica". 15
Ese dicho se recorta de los otros, tomando necesaria relevan-
cia," sepa~á~d~se así del conjl.Ínto, trazand~ lo real deÍ pad~~-en "il
sitial donde se yergue lo enigmático de su pode!. Si esa autori-
dad conferida tiene algo de oscuro es porque nunca podrá ser 3x <l>x 3x <l>x
asimilada al registro transitivo de lo fraterno, si luego del asesi-
nato y el acto canibalístico el padre sigue existiendo en la figura Vx <l>x Vx <l>x
del tótem es porque de él queda un resto imposible de incorpo-
rar por la fratria. Si en las fórmulas de la sexuación Lacan consi-
deró el mito de "Tótem y tabú" y no tanto al mito edípico es
porque se trata de un mito que, al mostrar el fracaso del crime_n Pero luego notamos, cual paradoja, que !al función solo
perfecto, ilustra en esa falla la real extimidad del padre. En el p~~e afirmarse si hay algo que la niega, ya que Lacan precisa,
prosigu:Íendo fa frase anterior: "aunque no hay que olvidar que

12. Lacan, J. (1992): "El reverso del psicoanálisis", El Seminario. Libro 17,
Buenos Aires, Paidós, pág. 136 (trad.: Enrie Berenger y Miquel Bassols). 14. Lacan. J. (1981): "Aún", El Seminario. Libro 20, Buenos Aires, Paidós,
13. Lacan,J. (1985): "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo", en Escri- págs. 95-8 (trad.: Diana Rabinovich, Demont-Mauri y )ulieta Sucre).
tos JI, Buenos Aires, Siglo XXI, pág. 787 (trad.: Tomás Segovia). 15. lbíd. pág. 96.

~ 1

111:
128 VIOLENCIA/S UNA VIRILIDAD SIN PADRE 129

esta función encuentra su límite en la existencia de una x que El padre no es modelo como ideal, sino que es modelo porque
niega la función <l>x". Vemos en la parte de arriba de ese mismo ejemplifica, al dar una representación a su función de excepción.
lado la escritura de una excepción al conjunto: existe un x que no Los modelos en matemática permiten pensar la relación entre
entra en <l>x, hay uno que dice no a la función fálica. El todo, así, un sistema formal y su exterior, pasaje de la mera formalización
se apoyará en la excepción, que al negar la función confirma su a la demostración. El padre como modelo de la función guía
universalidad y ello no es otra cosa que la función paterna. Un hacia una exterioridad que excede la esencia fálica.
universal, entonces, que ha sido objetado por el padre y que hace La equivalencia entre el síntoma y el padre resulta aquí evi-
de ese universal un lugar que aloja lo singular. Condición para el dente. Recordemos que Lacan afirma que "el síntoma es el sexo
ingreso de lo femenino; por ello Lacan considera que ese "algo al cual no pertenezco, es decir, una mujer", y que "por el sínto-
que dice no a la función fálica" comporta para el hombre la ma que está soportado el Otro sexo". Así, el síntoma puede pen-
"posibilidad de que goce del cuerpo de la mujer, en otras pala- sarse siguiendo el nombre que le-da Freud al llamarlo "tierra
bras, de que haga el amor" .16 extranjera interior", como Uno y como Otro, íntimo y éxtimo.
En el Seminario 22, Lacan 17 argumenta que la función de Dice Graciela Brodsky que habría dos maneras de entender la
excepción del padre no alcanza, ya que es necesario que esa f}m- declinación del padre y que ellas pueden entrar en correspon-
ción devenga en "modelo". ¿Qué querría decir "modelo"? Siga- dencia con distintos momentos de la enseñanza de Lacan. En
mos por ahora con la cita: "Un padre no tiene derecho al respeto' efecto, desde la primera versión del padre la declinación se iden-
sino al amor, más que si el dicho amor, el dicho respeto, esta tifica con el desfallecimiento de la autoridad, mientr~l!~- la
pere-versement orientado. Es decir hace de una mujer objeto a gltima versión del adre nosJ!~ pensar gue ella entra en
minúscula gue causa su deseo" .18 El padre entonces, es modelo equivalencia con la degradación e amor. Con acierto ve los sig-
operando ''pére-versement" como hombre, en la medida en que nos de ese declive en el plano de la relación entre hombres y
~ay en él una apertura al Otro sexo. La garantía de la función mujeres y se pronuncia por la segunda versión. "La declinación
paterna se vinculará con el deseo del P!!dre, un padre mucho más del Nombre-del-padre sería, en este caso, no merecer ni amor ni
activo que en la primera parte de su enseñanza, en la que queda- respeto por no consentir a una mujer en tanto ella está fuera del
ba limitado a los avatares del deseo materno. El padre aquí ~ goce fálico. "20
funda solo el "todo fálico", sino que conduce a lo gue hay más El padre, entonces, instaura un universo masculino que no se
~allá de él, esa mujer que como objeto "a" hace gue se perfile una cierra ~í mismo, ya que la existencia de la excepción,que
causa externa a él: el padre medio dice la verdad porque ella, una ~ga la esencia fálica, abre en es~ universo la apertura hacia una
mujer, es no-toda como la misma verdad. mujer. Tanto Freud como Lacan pensaron la posición masculina
- Los modelos en la ciencia 19 no designan el resorte de su prác- ~inos de una cesión; por ello en el saber popular "caballe-
tica, sino un elemento asignable en la coherencia demostrativa. ro" es quien cede un lugar a una mujer. Si nos remitimos al texto
"Introducción del narcisismo", 21 comprenderemos que Lacan

16. Ibíd., pág. 88.


17. Lacan,J., "RSI", inédito, clase 21/1/75. 20. Brodsky, G. (2006): "Padre, no ves que ... ", Dispar 6. Psicoanálisis y filo-
18. Ibíd. sofía, Buenos Aires, Grama, p. 53.
19. Badiou, A (1972): El concepto de modelo, Buenos Aires, Siglo XXI. 21. Freud, S.: "Introducción del narcisismo", t. XIV, ob. cit., págs. 85-86.
130 VIOLENCIA/S UNA VIRILilJAD SIN PADRE
131

formalizó aquello que Freud afirma cuando sitúa que el pleno mostrar su poder en el ejercicio de la violencia. Notamos aquí la
amor de objeto según el tipo de apuntalamiento es característico ineficacia de un padre para negar la esencia fálica; así la ostenta-
del hombre. Al respecto, sostiene: "Exhibe esa llamativa sobrees- ción de dicha esencia termina siendo -como lo afirma Lacan
timación esxual que sin duda proviene del narcisismo originario femenina. 23
del niño y, así, corresponde a la transferencia de ese narcisismo
sobre el objeto sexual".
El "empobrecimiento libidinal del yo en beneficio del_obj~­
!O" supone en Freud la operación paterna que, al co~!!l?'\'er el
narcisismo originario, da lugar a que este se desplace al objeto.
Nótese la correspondencia: lo que en Freud es pérdida del nar-
cisismo, en Lacan es negación de la esencia fálica. En afinidad
con lo anterior, cabe recordar la manera en la que se describe en
el Seminario "La angustia", la particularidad del deseo macho.
Allí leemos: "[... ]a, el objeto de deseo, sólo tiene sentido para el
hombre cuando ha sido vertido de nuevo en el vacío de la cas-
tración primordial. El primer nudo del deseo macho con la cas-
tración solo puede producirse a partir del narcisismo secunda-
rio, o sea, en el. momento en que a se separa, cae de i(a), la
imagen narcisista".ZZ
La declinación paterna puede entonces pensarse como des- .
aparición de la excepción, en un mundo en el que se supri~ _;
las diferencias y se borran las singularidades. ¿Cuál es su conse-
cuencia en el plano de la masculinidad? Si no hay universo mas-
culino sin un padre que, al constituirse como excepción, lo afir-
me al negarlo como conjunto cerrado, ¿es posible pensar una
virilidad sin padre? Ella adoptaría distintas formas en las que lee-
ríamos las consecuencias de la ausencia de "al menos uno que
dice que no". Podríamos localizar sus efectos en esa "virilidad"
de la que habla Kojeve, la del cuerpo que se muestra cual oropel 23. Ello no equivale a una feminización del mundo sino a una, si cabe la
en el exhibicionismo "macho", el hombre que no porta emble- palabra, "falicización", que si toca en todo caso a lo femenino es en tanto ellas
mas de un ideal que lo trasciende sino que gusta ofrecerse como son expertas en su mascarada, pero la esencia no deja de ser fálica. Esta preci-
sión se aclara teniendo en cuenta la siguiente afirmación de Lacan: "El hecho
objeto en la pasarela de las vanidades musculosas, o que quiere de que la femineidad encuentre su refugio en esa máscara por el hecho de la
Verdriingung inherente a la marca fálica del deseo, acarrea la curiosa conse-
cuencia de hacer que en el ser humano la ostentación viril misma parezca
femenina" ("La significación del falo", Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI,
22. Lacan, J. (2006): "La angustia", El Seminario. Libro JO, Buenos Aires, 1987, pág. 675 [trad.: Tomás Segovia]).
Paidós, pág. 222 (trad.: Enrie Berenguer). Lacan,]. (1987): "La significación del falo", ob. cit., pág. 675.

l
Capítulo 10
La violencia del antidepresivo 1

TODOS BIPOLARES

La palabra "bipolar" ha pasado a formar parte del lenguaje


cotidiano y es empleada por doquier. Ya no solo la usan los psi-
quiatras y los médicos sino también los legos, ya que se presta a
múltiples aplicaciones. Cualquier cambio de estado de ánimo
será pensado como signo de bipolaridad, cualquier discordancia
llevará ese nombre, cualquier altibajo tendrá esa impronta, la
mínima disparidad, su etiqueta. Prontamente advertimos que el
vocablo se presta a una suerte de función multiuso apta para
diversas aplicaciones, ya que el ser humano es contradictorio,
suele tener ambivalencia en sus afectos, los humores son cam-
biantes, las contingencias de la vida lo afectan, no reacciona
sieinpre de una única forma. Y si "bipolar" es quien no es total-

l. Versión ampliada del trabajo publicado en Una mujer como síntoma de un


hombre, Buenos Aires, Tres Haches, 2005, y de la clase magistral publicada en
la revista Noticias, año XXXI, no 1622, 26/1/2008.
134 VIOLENCIA/S
LA VIOLENCIA DEL ANTIDEPRESIVO
135

mente idéntico a sí mismo ... todos seríamos bipolares. Se dirá parte, es algo público que el gigante farmacéutico Eli Lilly & Co
que es frecuente que las palabras pierdan especificidad al ser estaba advertido desde que el Prozac fue lanzado a] mercado de
empleadas por el profano, y que de tanto hábito se asemejen a sus efectos secundarios como la violencia. Se sabe, por otro lado,
las monedas gastadas, tal como eran llamadas por Mallarmé que el caso de Pekka-Eric Auvinenen, el joven finlandés que per-
aquellas de las que se hizo tanto usufructo. Sin embargo, no es petró esa masacre de estudiantes, inédita en la historia de su país,
este exactamente el caso, ya que aquí se trata de un términ¿ que tenía un inquietante detalle en común con los jóvenes asesinos
no por su emplreo corriente, sino ya por su origen, no dice nada estadounidenses en quienes se inspiró para ejecutar su crimen:
específico por una extensión sin límite que evapora las diversas todos ellos eran frecuentes consumidores de pastillas antidepre-
aristas de los cuadros clínicos. Corno si la globalización hubiese sivas. En la página de la Comisión de Ciudadanos por los Dere-
afectado el campo psiquiátrico, ese campo antes caracterizado chos Humanos (CCHR, por su sigla en inglés), entidad nortea-
por la fineza del detalle diagnóstico. En Internet pululan más de mericana encargada de vigilar, investigar y denunciar excesos de
cien listas de famosos "bipolares", que van desde figuras del la industria psiquiátrica, pueden encontrarse diversos testimo-
ambiente del espectáculo, escritores renombrados, músicos ih.Is- nios. La CCHR muestra concretamente en un informe de pren-
tres, pintores célebres, políticos conocidos. ¿No se ha leído sa la gran cantidad de asesinos escolares (school scooters) que, al
incluso la opinión de profesionales acerca de la supuesta bipola- consumar los crímenes, están bajo el efecto de esas drogas psi-
ridad de nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kirchner? quiátricas. Sin desmerecer la adecuada prescripción del fármaco,
Pero, aun en usos más específicos, en los últimos años he interesa vincular de qué modo en su aplicación extensiva y abu-
tenido pacientes que llegaban a la consulta eón un diagnóstico ili:a subyace una concepción del hombre que se articula con la
psiquiátrico ya realizado: "trastorno bipolar". De hecho habían
experimentado ciclos importantes de manía: insomnio, verbo- -violencia. Tomemos un fenómeno de creciente actualidad. En
los casos primeramente citados, los médicos que habían suminis-
rrea, excitación psicomotriz, pasajes al acto. En todos estos casos trado antidepresivos lo habían hecho desde un confesado "mal
detecté con sorpresa que el "trastorno bipolar" se había desen., diagnóstico", aunque, de todas formas, se trataba de pacientes
. cadenado luego de la administración de antidepresivos. Antes de que manifestaban trastornos importantes. En Ja nueva moda ni
tal eclosión habían sido tratados corno depresivos y, meses des- siguiera se hace evaluación basada como tal en diversos signos,
pués, corno bipolares. Interesada por este fenómeno, interrogué sino que basta uno solo: la baja de serotonina alcanza para admi-
a psiquiatras orientados a las neurociencias y avisados en el uso e .nistrar el fármaco. Ya no son tanto los psiquiatras sino otros
de tal medicación, y me respondieron que tal secuencia se debía i médicos quienes se inclinan por el antidepresivo en cuanto de-
a que el paciente había sido inicialmente mal diagnosticado, al ··' tectan alteraciones en el neurotransmisor. Insisto: sin que su dis-
no contemplarse la posibilidad de una manía latente. minución esté acompañada por signos de depresión en Jos suje-
El tema lleva a pensar que la llamada "bipolaridad" puede ser , tos tratados. Y ni hablar de los casos en los que solamente el
muchas veces propiciada por el mismo medicamento. La materia !( estado de tristeza basta para imponer tal prescripción. Sin negar
no es inaudita si tenemos en cuenta los últimos informes de la la existencia de la depresión, el psicoanálisis advierte sobre el
Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos peligro de medicalizar cualquier signo de tristeza, considerando
(FDA, por su sigla en inglés) que, examinando la efectividad de el mínimo índice de esta como enfermedad.
los medicamentos antidepresivos, destacan el aumento del riesgo
suicida en niños y jóvenes que toman estos fármacos. Por otra
VIOLENCIA/S LA VIOLENCIA DEL ANTIDEPRESIVO 137
136

LA DIGNIDAD DEL DUELO cemos, en tanto somos una parte de la Naturaleza que no puede
concebirse por sí misma sin las demás partes. Encuentros en los
No siempre la tristeza fue considerada por el creador del psi- g,ue puedo ser afectado por la alegría, cuando mi potencia de
coanálisis como una manifestación patológica. En su célebre actuar aumenta, o por la tristeza, cuando mi potencia de actuar
artículo "Duelo y melancolía" 2 Freud diferencia el duelo de la disminuye. Spinoza llama servidumbre a la impotencia del hom-
melancolía; el estado de ánimo profundamente doloroso, la cesa- bre para gobernar y reducir sus afecciones, ya que el hombre
ción del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad sometido a las pasiones es marioneta de la fortuna, esclavo de
de amar, la inhibición de todas las actividades son elementos causas externas. Consumar la potencia de actuar implica haber
comunes a ambos. Estos estados se han desencadenado a partir atravesado el régimen de la pasión, que es siempre pasivo, en
de una pérdida, que puede ser la de una persona, la de un lugar o tanto obedece a la provocación de algo distinto a !!!Lmismo~
la de un ideal. Un solo ingrediente recae con exclusividad -~~J~ ro ese atravesamiento no implica ausencia de afecto, sino adveni-
melancolía: la extraordinaria disminución d_el~!Uot pro~o y e_l miento de un afecto activo: la alegría-acción. Trescientos años
autorreproche que llega hasta el deliri()~l!'oral df!~t'!!Jl_p_(!queñeci­ después ¿se podría acaso hablar de las bondades del antidepresi-
miento. Pero el dolor, la pena y el eventual retraimiento que vo como sustancia que, al mitigar la tristeza, elevaría la potencia
implica el duelo son considerados por Freud como fenómenos de actuar? Este argumento no cabría en la ética spinoziana, ya
normales que testimonian, en última instancia, que los objetos que, si bien el filósofo no se pronuncia por la tristeza, tamp~o
no pueden sustituirse tan fácilmente por otros, que los seres no por una alegría-pasión provocada por causación externa. Siem-
son descartables, que lleva tiempo el proceso de desasimiento, re sería servidumbre aquello que ahorrase al hombre de la
que hay apego, viscosidad libidinal. El psicoanálisis le da al duelo capacidad para gobernar y reducir sus afecciones, capacidad que -
un inestimable valor, y Freud, Melaine Klein y Lacan ubicaron se construye a partir de una experiencia hecha de tanteos y vaci-
el proceso de duelo en el análisis, por lo que puede afirmarse que laciones. Aprendizaje donde a modo del materialismo del pru-
no hay análisis sin duelo. dente recomendado por Rousseau, se modula el arte de vivir en
Si bien Lacan le dio un importante lugar al duelo en el fin de la libre utilización de los afectos. Lejos de la razón desafectiviza-
análisis, también, remitiéndose a Spinoza, consideró la tristeza da del estoico, esta razón tan c_orp~f!~_!!()S.~~.r~a al pragmatis- _
3
un pecadb moral, y !a opuso al gay saber nietzscheano. Spinoza mo del saber hacer con el-~Í~t~~-a. ·
construye una ética donde lo que se define como bueno o como En una época preconizada por Heidegger como ávida de
malo no reposa en una moral formal exterior al hombre, separa- ·· ~vedades y m;iosa por lo nuevo, época del material de~echable,
da de lo que acontece en el cuerpo: bueno es todo aquello gue el duelo y la tristeza deben suprimirse ya que hablan de una .
~uede potenciarlo, y malo, todo aquello que puede descompo- adherencia al pasado; en este sentido el antidepresivo es sinto-
llerlo. Ser lanzado al mundo es correr el riesgo de ser conmocio- mático de estos tiempos. También sintomático en su atribuido
nado por un devenir, hecho de contingencias y de azares. Pade- poder de borrar la heterogeneidad entre el goce femenino y el
masculino, y las diferencias entre los sujetos.
Tanto en Escurhando al Prozac, de Peter D. Kramer, 4 como en
2. Freud, S., (1985): "Duelo y melancolía", Obras completas, t. XIV, Buenos
Aires, Amorrortu (trad.: José Etcheverry).
3. Spinoza, "Del origen de la naturaleza", en Ética, versión castellana de
Manuel Machado, París, Garnier. 4. Kramer, Peter D. (1994): Escttchando al Prozac, Barcelona, Seix Barra!.
VIOLrNCIA/5 LA VIOLENCIA DEL ANTIDEPRESIVO 139
138

Nación Prozac, de Elizabeth Wurtzel, 5 se elogia este fármaco y se ser considerado acaso una enfermedad. Entonces, ¿no puede
lo considera un remedio portentoso que obra cambios milagro- pensarse que esa exigencia crea la impresión de que existe una
sos en la personalidad. Kramer describe el caso de una paciente enfermedad que se está extendiendo y que lleva a ciertos psiquia-
suya, Tess, que padecía una depresión crónica y había entablado tras a afirmar que, una vez que se comprende la naturaleza de
una serie de relaciones masoquistas con hombres casados, lo que este fenómeno, se lo verá en todas partes. ¡Todos deprimidos y
la había llevado a estar inhibida en su trabajo. Después de algu- todos hiperkinéticos! ¡Todos medicalizados!
nas semanas tomando Prozac su personalidad experimentó un Fukuyama concluye que los dos sexos son empujados hacia
"cambio radical": rompió su relación con el sujeto que la maltra- esa personalidad 'andrógina media, satisfecha de sí misma y dócil
taba y empezó a salir con otros hombres, cambió por completo desde el punto de vista social, que es la políticamente corr.~~C!ª-. en
su círculo de amistades y se volvió segura en el trabajo. Tal la sociedad estadounidense actual. Así, el Prozac y el Ritalín no
metamorfosis, y el hecho de que en general son las mujeres las son sino la primera generac_i~~~_f~-~~~c~~_psi.~otrópicos. En el
que padecen de falta de "autoestima", hizo que los inhibidores futuro prácticamente todo aquello que, según la imaginación po-
en la recaptación de serotonina se transformasen en una suerte pular, se prevé que logrará la ingeniería genética, es más proba-
de ícono feminista en Estados Unidos, y muchas mujeres emula- ble que se consiga a través de la neurofarmacología.
ran la "liberación" de Tess. Se sabe que el antidepresivo genera Pero el asunto ha llegado también a Europa, donde actual-
una importante disminución del deseo sexual. mente existe una fuerte campaña contra la depresión. En Francia
En Elftn del hombré Francis Fuküyama describe una intere- -país con el mayor número de consumo de psicotrópicos del
sante simetría entre el Prozac y el Ritalín. Dice que el primero mundo- Jacques-Alain Miller ha consagrado una crítica virulenta
se receta a mujeres deprimidas con falta de autoestima y que les contra esa empresa iniciada por el ministro de Salud y propiciada
confiere algo parecido a la sensación del macho alfa inducida por vehementemente por el presidente Nicolas Sarkozy. En la revista
las concentraciones altas de serotonina. El Ritalín, por su parte, Le Nouvel Ene, 7 de la cual es director, Miller dice que hoy en día
se prescribe en gran medida a niños de corta edad que se niegan ~~muy grande la tentación de consj_~er~!_~'~epresió_!l'1Ta menor_
a permanecer quietos en clase, porque su temperamento no está fatiga, tristeza o pequeña caída e~~tel!_~~l~l~~!_~e~casion_l!-::
diseñado para ello. Si el Prozac aparece como una especie de píl- les sentimientos de pérdida de estima. ¿N:o son acaso propios del
dora de la felicidad, el Ritalín llega a actuar aún más ostensible- hombre tales vaivenes anímicos? ¿No hay acaso una pretensión
mente como instrumento de control social. Nombre comercial de exterminar el género huma~ al -querer eliminar esos estados?
del metilfenidato, se lo emplea para tratar el síndrome denomi- La tristeza es inherente a la especie humana. Si es una enft:!:_!l!_e_.-
nado "trastorno de déficit de atención con hiperactividad", o dad, también lo sería la humanidad misma; curarla es entrar en la
ADHD, por su sigla en inglés, disturbio asociado con niños de biotecnología para producir otra especie, una especie asexuacfay-
corta edad que tienen dificultad para comportarse debidamente muda que se comportará ... como es debido.
en el aula. Cabe por supuesto la pregunta acerca de si el hecho - Por otra-p-arte, Miller explica muy bien que, en la medida en
de no poder permanecer sentado en un pupitre varias horas deba que la gente experimenta normalmente momentos de tristeza y
sentimientos de desvalorización, la decisión de medicalizarlos da

5. Wurtzel, Elizabeth (1995): Nación Prozac, Barcelona Ediciones B.


6. Fukuyama, F. (2002): El fin del hombre, Barcelona, Sine Qua Non. 7. Véase <www.eol.org.ar>.
r

140 VIOLENCIA/S LA VIOLENCIA DEl ANTIDEPR~SIVO 141

lugar inevitablemente a un crecimiento exponencial del número pien lo ;mE_one: ella emerge cual ave Fénix, siempre entre las
de depresivos. Por ello no es extraño que la OMS pronostique cenizas. ¿No se eliminaría ella misma al intentar hacer desapare-
que, en 2020, la depresión será la segunda causa de invalidez en cer la disparidad de las tonalidades? Paradójicamente, el hombre
el mundo después de las enfermedades cardiovasculares. Declara ~iempre eufórico sería el}~-~!Jl:b!e ~:nfe_li~, ya_ qu(! c:u~~d_<?IaJelici­
que en la actualidad hay 121 millones de personas que la sufren ~d se transform~_e~--~!- deb~E-~~peryoi~o--~~siempre! deja de
y que la carga que representan esas enfermedades está aumen- _ser felicidad. ~uando la dicha deviene en exigencia, obligación,
tando. Advierte que una de cada cinco personas llegará a desa- mandato, se apelará al tóxico pa~a esos fines; sabemos que en
rrollar un cuadro depresivo en su vida, y este número aumentará r
toda adicción subyace una orden, ahora es toda una campaña la
si concurren otros factores como enfermedades médicas o situa- que ordena. Se dirá que se trata de ver lo que ocurre en nuestro
ciones de estrés. Y la campaña contra la depresión corre así el país, en el que no hay campaña, pero donde también impera la
riesgo de acentuar este fenómeno. dictadura de ese imperativo. No es casual que en los últimos
tiempos el consumo de los antidepresivos haya aumentado cerca
del 15 por ciento.
LA FELICIDAD FREUDIANA,AMIGA DEL ALTIBAJO Se trata, entonces, de anular la heterogeneidad entre el goce
femenino y el masculino, nivelar, suprimir las diferencias. El
Sabiamente Freud decía que la felicidad es eeisódica y parcial, empuje al antidepresivo se inscribe en la era situada por Miller,
~mante de los contrastes y de las diferencias, intempestiva y !1-~­ como la del hombre sin cualidades, 9 en la que se asiste a una
ca continua. En su texto "El malestar en la cultura" afirma: dictadura de la norma, en la que lo normal es la media y lo pa-
!_ol?gico su desviación. La novela de Robert Musil citada por
El propósito de que el hombre sea dichoso no está contenido en Jacques-Alain Miller, El hombre sin atributos, profetiza un pen-
el plan de la "Creación". Lo que en sentido estricto se llama "felici- samiento que impone a las cosas una camisa de fuerza y hace de
dad" corresponde a la satisfacción más bien repentina de necesida-
ellas los símbolos de un universal y de una identidad que viola
des retenidas, con alto grado de éxtasis, y por su propia naturaleza
solo es posible como un fenómeno episódico. Si una situación su singularidad y su autonomía. Cabe recordar la ética freudia-
anhelada por el principio de placer perdura, en ningún caso se na relativa al goce: que "el programa que nos impone el princi-
obtiene más que un sentimiento de ligero bienestar; estamos orga- pio de placer, el de ser felices, es irrealizable" .10 Sí es posible
nizados de tal modo que solo podemos gozar con intensidad el con- una felicidad episódica, que jamás puede prescribirse como
traste, y muy poco el estado. Ya nuestra constitución, pues, limita igual para todos:
nuestras posibilidades de dicha. 8
Discernir la dicha posible es en ese sentido moderado un pro-
Resuena la conocida afirmación de Borges: en todo día hay blema de la economía libidinal del individuo. Sobre este punto no
up momento celestial y otro infernal. existe consejo válido para todos; cada quien tiene que ensayar por sí
La felicidad freudiana no es contraria al altibajo, ya que _más mismo la manera en que puede alcanzar la bienaventuranza.ll

9. Miller, ].-A.: Curso 2004, inédito.


8. Freud, S. (1985): "El malestar en la cultura", t. XXI, Obras completas, 10. Freud, S.: "El malestar... ", ob. cit., pág. 83.
Buenos Aires, Amorrortu, pág. 76 (trad.: José Etcheverry). ll. lbíd.

t
142 VIOLI:NCIA/5

Freud alude así a una frase atribuida a Federico el Grande:


"En mi dominio cada hombre puede alcanzar la bienaventuran-
za a su manera". La moda del antidepresivo se orienta en una
dirección bien diferente: la píldora de la felicidad borra la singu-
~aridad de cada dicha. Y así se deja el camino expedito hacia un
fármaco que, en algunos aspectos, guarda una inquietante seme-
janza con el soma de Un mundo feliz, de Aldous Huxley. En la
obra literaria, la gente la ingiere para encontrarse mejor aními-
camente. A su vez, el Estado se encarga del reparto de esta sus- Capítulo 11
tancia, a fin de controlar las emociones de los miembros de la
comunidad con el fin de mantenerlos contentos, factor necesario La angustia de los sexos
para no poner en peligro la estabilidad de la tecnopolis (nombre
de la ciudad de la novela). ¡Cómo no recordar el personaje de
Bernard Marx, el alfa rechazado por ser diferente y por no inge-
rir el mágico elixir!
Queda por pensar si los efectos indeseados de estas drogas no
nos estén indicando que el hombre sin atributos sea, quizá, nece-
sariamente violento. LA ANGUSTIA Y EL EXISTENCIALISMO

Al comienzo del Seminario 1O, Lacan se refiere a los existen-


cialistas, aclarando que no todos ocupan el mismo lugar, y privi-
legiando a Kierk.e_gaar~, f-!eidegger y §artre en su reflexión acer-
ca del tema de la angustia.
En principio, resulta importante preguntarse por qué la an-
gustia es pensada en la filosofía a partir del existencialismo y no
antes o, en todo caso, que es lo más original que aborda esa co-
rriente. Lacan dirá que, debido a un desasosiego, en el sentido
etimológico del término, se precipita esa reflexión. También
articulará tal reflexión con la proyección del yo (je) en el sentido
de arrojado, de ahí la vinculación que establece entre ese je y el
verbo jeter (arrojar). 1
Si nos retrotraemos a la tercera década del siglo XX en la que

l. La can, J. (2006): "La angustia", El Seminario. Libro 10, Buenos Aires,


Paidós, pág. 15 (trad.: Enrie Berenguer).
LA ANGUSTIA DE LOS SEXOS 145
144 VIOLENCIA/S

florece tal movimiento, advertimos que este se yergue en una Recordemos la famosa pregunta de Leibniz: por qué hay algo
crisis que hace del hombre un ser arrojado a un mundo inhóspi- y no más bien nada, ya que tal pregunta inspiró a que muchos
to, ese que le hará decir a Sartre que la existencia precede a la psicoanalistas opongan el psicoanálisis a la filosofía, diciendo
esencia. Imposible no destacar que, cuando a fines del siglo ante- que, a diferencia de la filosofía, el psicoanálisis aloja esa nada. Sin
rior, Nietzsche afirmó que Dios ha muerto, dijo con esto -entre embargo, la filosofía se ha ocupado de la nada, principalmente a
otras cosas- que ya no existen esencias a priori que podrían defi- partir del existencialismo, sin que por ello debamos hacer equi-
nir el bien. Sin inscribirse dentro del existencialismo Nietzsche valentes los conceptos en campos diferentes.
le abre camino: si no existen esencias a priori, si Dios ha muerto, ¿Cómo pensar la nada en Kierkegaard? Tal vez si considera-
el hombre es un hombre abandonado, arrojado, desamparado, mos que ella se dibuja en el margen abierto del sitial de la no de-
liberado a sí mismo en el ocaso de los ídolos. terminación es que la libertad se cierne sobre la nada, la angustia
Pero ya Kierkegaard (1813-1855) aplicaba el nombre de exis- es así el vértigo de la libertad. De este modo, cuando habla de
tencial a su filosofía para oponerla a la construcción de lo que él angustia insisten términos como vértigo, abismo, posibilidad,
consideraba como sistema monolítico hegeliano. 2 Dirá que el que podríamos bien pensar como los lugares que deja vacío el
hegeliano podría decir: "No sé si soy un hombre, pero he com- campo del Otro como pura determinación. Cuando leemos a
prendido el sistema", mientras que él preferiría decir: "Sé que Kierkegaard, pronto aparece el teólogo, el filósofo o el literato, o
soy un hombre y no he comprendido el sistema". La existencia bien -al decir de Lacan- el mayor pensador del alma junto con
es ante todo un existente: el existente humano. Se trata de aquel Freud, puesto que ha aportado "la verdad de la fórmula hegelia-
cuyo "ser" consiste en la subjetividad, en pura libertad de elec- na".4
ción. No puede hablarse de la esencia de la existencia, solo "Lo ominoso" es un texto capital en la elucidación lacaniana
puede hablarse de "este existente" o "aquel existente", y la ver- de la angustia. Freud no consagra su escrito a la conceptualiza-
dad de estos no es sino la "subjetividad". ción de la angustia. Sin embargo, dice que lo ominoso es aquello
El hombre es, ante todo, una posibilidad y la angustia es 1~ que "excita angustia y horror". 5 No habrá que olvidar que el
que nos hace experimentar esa existencia, a diferencia del miedo ·texto fue producido después de la Primera Guerra Mundial. La
cuyo objeto es definible. Ella nos confronta con un campo no inquietante extrañeza surge en el cuadro de lo que había sido
definible en el que abreva la libertad, ya que, si existiese total de- familiar. Importa dar relevancia a aquello que Freud destaca
' terminación, esa libertad no tendría lugar. Así, Kierkegaard ase- cuando dice que a lo nuevo y no familiar tiene que agregársele
vera que la angustia es la realidad de la libertad como posibilidad algo que lo torne ominoso. Encuentra en una frase de Schelling
ante la posibilidad. Notablemente, afirma que la angustia no solo aquello que mejor ilustra el fenómeno: "Se llama unheimlich a
surge ante la nada, sino que la misma nada es la que la provoca, y todo lo que estando destinado a permanecer en el secreto, en lo
ello permitirá pensar la nada como causa en la filosofía. 3 oculto [... ]ha salido a la luz".

2. Véase la manera en la que Lacan toma partido por la existencia en Kier-


kegaard como el lugar donde se evapora la sustancia y la articula con el aguje- 4. Lacan, ].: (2006): "La angustia", El Seminario. Libro 10, Buenos Aires,
Paidós, pág. 34 (trad.: Enrie Berenguer).
ro del nudo en "RSI", clase 13/1/75, inédito.
3. Kierkegaard, S. (1984): El concepto de la angztstia, Buenos Aires, Hyspa- 5. Freud S. (1976): "Lo ominoso", Obras completas, Buenos Aires, Amorror-
tu, pág. 224 (trad.: José Etcheverry).
mérica, pág. 105 (trad.: Demetrio Rivero).
146 VIOI_ENC lA/S LA ANGUSTIA DE LOS SEXOS 14/

La angustia da cuenta de que el sujeto no es un Uno unifica- es un mero vacío. ¿Acaso en el objeto a no resuena el "ante algo"
do, de ahí su carácter revelador de la alteridad. No es azaroso de la angustia en Freud con la nada heideggeriana? Si Freud
que la más adecuada definición de lo ominoso parta del filóso- pudo afirmar que ella surge ante la ausencia del objeto, es por-
fo que ha hablado de una parte inconsciente en el mismo Dios, que ese "ante algo" no pertenece al campo de los objetos comu-
como parte oscura, como principio no luminoso. Todo ser tiene nes. Heidegger dice que el "ante qué" de la angustia no es nin-
que tener un fundamento de su existencia fuera de él, pero Dios gún ente infrahumano, ya que es el ser mismo en lo que tiene de
como absoluto solo puede tener su fundamento en sí mismo; hay posibilidad más propia.
una naturaleza distinta en él, más inseparable en él. Esta idea La angustia es un encontrarse, en el que se hace patente lo
difiere de la clásica causa sui teológica, ya que postula que, si las inhóspito. Heidegger utiliza el término alemán unheimiich para
cosas tienen un fundamento en Dios, este fundamento reside en ubicar el quiebre hasta las entrañas de la cotidiana familiaridad.
lo que en Dios no es él mismo. Este fundamento es el anhelo, la La angustia nos pone ante la inhospitalidad propia del ser ahí en
oscura voluntad, el residuo jamás agotado en la razón, la inson- cuanto yecto, arrojado como estructura fundamental del ser ahí.
dable irregularidad. En este fundamento en Dios de lo que en En clara alusión a Heidegger, Lacan vincula elunheimlich con la
Dios no es el mismo, se enraíza el mal. Es que también de Dios casa del hombre, esa casa en la que hace su aparición el huésped
debemos decir: "Lo oscuro le precede, la claridad brota por pri- como el elemento heterogéneo en lo familiar, alteridad que indi-
mera vez desde la noche de su esencia". 6 ca la no autonomía del sujeto~ Sin embargo, la existencia heideg-
El abismo de Dios es lo inacabado, el ser oscuro y cerrado geriana no estaría marcada por los embrollos de la diferencia
que aún no ha entrado en su propia transparencia. El abismo de sexual. Su carácter neutral refiere a su potencia. El ser auténtico
Dios es también su potencia, y la potencia es lo posibilitante, está protegido de su alteración sexual, ha sido depurado, se han
pero esta se mantiene a la vez como amenaza. Así, la definición suprimido las huellas de la pulsión en el cuerpo. Quizá por esto,
más certera sobre lo ominoso fue dada por quien habló de un dice Lacan, la verdad de la angustia la trae Kierkegaard, tal vez
resto que, al no poder disolverse en la razón, contradice la idea por haberla pensado en su relación con la sexualidad. Una sexua-
hegeliana de que todo lo real sea racional. lidad considerada por Kierkegaard siempre éxtima, que lo llevó a
Tiene importancia tener en cuenta que Schelling fue maestro pensar que incluso hay un dejo de angustia en todo goce erótico.
de Kierkegaard, es decir, del primer filósofo que habló sobre la Señala:
angustia, dando comienzo al existencialismo. Fueron los existen-
cialistas quienes mayor importancia dieron, dentro del campo de Una cosa, sin embargo, hay del todo cierta, y es la de que los
la filosofía, a la angustia. En Qué es metafísica, 7 Heidegger precisa poetas, al describir el amor -por muy puro e inocente que nos lo
representen-, nunca dejan de hacerlo sin que la angustia entre tam-
que el "ante qué" de la angustia es la nada, pero que la nada no
bién en juego. Analizar esto con más detalle es asunto de un esteta.
Nosotros nos contentamos con preguntar: ¿y por qué esa angustia?
Porque el espíritu no puede estar presente en el momento culmi-
nante de lo erótico. S
6. Schelling, F. (1950): La esemia de la libertad humana, Buenos Aires, Insti-
tuto de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras, págs. 73-76 (trad.: Rovira
Armengol).
7. Heidegger, M. ( 1987): ¿Qué es metafísica?, Buenos Aires, Siglo XXI, pág. 8. Kierkegaard, S. (1984): El concepto de la angustia, Buenos Aires, Guada-
46 (trad.: Xavier Zubiri). rrama, pág. 100 (trad.: D.G. Rivero).
148 VIOLENCIA/S LA ANGUSTIA DE LOS SEXOS 1~9

LA REALIDAD PSÍQUICA ES RELIGIOSA dad moral. Por ejemplo, al incurrir en hybris o en orgullo, consi-
deraban en ciertos casos que tenían que morir. Sin embargo, en
Lacan dice que la realidad psíquica es religiosa y considera los crímenes hay algo irracional que no procede de ellos sino de
que ella anuda lo simbólico, lo imaginario y lo real en Freud. 9 Al una fatalidad atribuible a Ate, el error, la hija mayor de Zeus.
mismo tiempo, diferencia su nudo del freudiano ya que él quiere Pero para el griego -como dice Silvio Maresca- no hay concep-
un anudamiento en el que lo real pase por encima (sunnonter) de ción de. interioridad ya que la subjetividad es fundamentalmente
lo simbólico; 10 ello no implica un imaginario dominio de lo real cristiana y nace como conflicto. Para el pagano, en cambio, si
sino, creo, que la impasse que engendra lo real impida que pro- alguien se encolerizaba era porque un dios se había posado sobre
liferen los delirios psíquicos. Traspasar la realidad psíquica su cabeza y entorpecía su entendimiento.
como realidad religiosa consuena con el rechazo de Lacan a la Aquello que emerge con el cristianismo -y esto es en parte
identificación en el fin del análisis como identificación con el una herencia judía- es la interioridad que ni siquiera estaba de-
inconsciente. Nuestro psiquismo es, pues, religioso, católico in- masiado presente en los estoicos, los epicúreos y los escépticos.
cluso si pensamos que para Lacan la verdadera religión es la ro- El estoicismo ha sido claro antecesor del cristianismo, pero en él
mana.11 ¿No apela acaso Lacan a las epístolas de San Pablo la pasión no era vivida como algo propiamente interior, subjeti-
cuando quiere ilustrar la inseparable relación del deseo con la vo, intransferible, estrictamente personal, sino como un obstácu-
ley?l2 lo a la razón.
Adentrémonos entonces en ese aspecto del filósofo danés sin Por ello Hegel define cristianismo como religión privada en
el cual no podríamos ubicar sus desarrollos sobre la angustia. la que se despunta una subjetividad infinita, y ello equivale a una
Estos desarrollos tienen como referencia capital los grandes relación inconmensurable consigo mismo de la cuat carecía el
mitos bíblicos, el de Adán y Eva y el de Abrahám. En El concepto griego, ya que la vida interior no tenía para él tal relevancia.
de la angustia 13 parte de la idea de pecado y afirma que, con su Jesús ha renunciado a salvar a un pueblo; entonces solo se dirige
inclusión, se produce la separación entre el cristianismo y el a los individuos. 14
paganismo. Ciertamente, en los griegos no existe la idea de pe- Al remitirnos a las epístolas de San Pablo a los romanos y los
cado, por lo cual para K.iekegaard este término funciona como gálatas notamos la densidad que adquieren términos como Ley,
divisorio de aguas entre esos mundos. En principio, no hay en pecado, deseo y culpa. Si para el judío se trata de la ley en su más
los griegos ese sentido de responsabilidad moral individual tal puro formalismo, aquí es la ley como conflicto interiorizado, una
como hoy la entenderíamos: "Tú no eres causa de nada. Solo los ley que crea el pecado mismo y que induce a la tentación. San
dioses son causa de todo", le dice Príamo a Helena en la llíada. Pablo, en el pasaje más famoso de sus escritos, el versículo 7 del
Progresivamente fueron desplegando el sentido de responsabili- capítulo 7 de la Epístola a los romanos, sostiene que no hay pecado
anterior o independiente de la Ley. La Ley, pues, crea el pecado
o, mejor, la Ley crea el pecado al prohibir el deseo:
9. Lacan,J.: "RSI", Semintrrio 22, inédito, clase delll/2/1975.
10. Lacan,J.: "RSI", Semintrrio 22, inédito, clase del13/1/1975.
11. Lacan, J. (2005}: "El triunfo de la religión", en De los nombres del padre,
Buenos Aires, Paidós, pág. 80 (trad.: Nora González}.
12. lbíd., "Discurso a los católicos", pág. 31. 14. Hyppolite, J. (1970}: Introducción a la filosofía de Hegel, Buenos Aires,
13. Kierkegaard, S.: El concepto de la angustia, ob. cit., págs. 31-47. Caldén (trad.: Alberto Drazul).
ISO VIOLENCIA/S LA ANGUSTIA DE LOS SEXOS 1S 1

¿Diremos entonces que la Ley es pecado? ¡De ninguna manera! fesiones que el maniqueísmo le permitía llevar adelante su vida
Pero yo no hubiera conocido el pecado si no fuera por la Ley. En licenciosa sin hacerse responsable por ninguno de sus actos; la
efecto, hubiera ignorado la codicia si la Ley no dijera: No codicia- fuerza exterior del mal era irresistible, el cuerpo, un juguete, y el
rás. Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el
precepto, provocó en mí toda suerte de codicia, porque, sin la Ley, alma es impotente. Abandona el maniqueísmo cuando, introdu-
el pecado es tosa muerta. ciendo la temática de la voluntad, se pregunta: ¿cómo conciliar
Hubo un tiempo en que yo vivía sin Ley, pero, al llegar el pre- la existencia de un Dios infinitamente bueno, el Dios cristiano,
cepto, tomó vida el pecado, y yo, en cambio, morí. Así resultó que con la existencia del mal? Dios no puede haber creado el mal, el
el mandamiento que debía darme la vida me llevó a la muerte. Por- mal surge del libre albedrío, el pecado es la inclinación hacia
que el pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el precep- el mal y proviene del hombre y no de un poder exterior Es decir
to, me sedujo y, por medio del precepto, me causó la muerte. 15
que, en el caso del hombre, este ha sido provisto del libre albe-
Pablo de Tarso ilustra, de manera ejemplar en esta frase, el drío, que reside en su voluntad y que puede inclinarse ya hacia el
circuito de la morbosidad mortificante de la prohibición y el bien, ya hacia el mal. El pecado es la inclinación del libre arbitrio
deseo. La interdicción crea el pecado, constituyendo el goce hacia el mal, en verdad, hacia el abismo de la nada.
como ilícito y culpable. Paradójicamente, transgredir la ley. no Silvio Maresca 17 dice que el hombre se configura como sub-
quiere decir otra cosa que ser obediente a sus designios, verse jetividad a partir de la desesperación y, más aún, de la angustia,
compelido irremediablemente a desear lo prohibido, alienarse forma como opera la nada en él, y se pregunta si ello es así a par-
inexorablemente en el deseo del Otro. tir del pecado o lo precede. Aventura que la nada que subyace en
Lacan 16 ubica en el fin de análisis un amor fuera de los lími- lo creado denuncia su falta de fundamento y que, si la existencia
tes de la ley, amor que podemos pensar como no amarrado a brota a partir de la nada, tal vez el origen de la culpa sea inevita-
este circuito, más allá, pues, del deseo trasgresor generado por la ble, pues la existencia aparece como exceso, transgresión inexpli-
Ley, más allá entonces del complejo de Edipo. cable. Remarquemos: una culpa ya no ligada al inevitable con-
En El concepto de la angustia, Kierkegaard introduce el concep- flicto entre la ley y el deseo, una transgresión que no surge por
to de pecado retrotrayéndose a San Agustín, aclaremos, a ese violar una interdicción; un exceso anterior incluso a la idea de
San Agustín que ya ha abandonado el maniqueísmo de sus años pecado.
juveniles. Los maniqueos creían que había un dios del bien y
otro del mal o, por lo menos, que bien y mal tenían similar rea-
lidad y poder, es decir que existía un mal sustancial. El mal alcan- LAS DOS ANGUSTIAS EN KIERKEGAARD, FREUD Y LACAN
za una densidad considerable atribuible a la materia, se lo conci-
be como una realidad metafísica exterior al hombre, aunque este En continuidad con lo anterior Sara Vasallo 18 establece
lo encarne y sufra sus efectos. San Agustín reconoce en sus Con- en Kierkegaard la referencia a dos tiempos relativos a la angus-
tia. Recordemos que el filósofo toma el mito bíblico y se plantea

15. San Pablo (1993): "Carta a los romanos 7", versículos 7, 8 y 9, Biblia,
Madrid-Buenos Aires, Ediciones Paulinas. 17. Maresca, S. (2008): "Muerte y transfiguración", en Versiones de la angus-
16. Lacan, J. (1993): "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanáli- tia, Dispar 7, Buenos Aires, Grama, págs. 67-76.
sis", El Seminario. Libro 11, Buenos Aires, Paidós, pág. 284 (trad.: Diana Rabi- 18. Vasallo, S.: "El pecado original y la angustia", en Versiones de la angtts-
novich). tia, ob. cit., págs. 55-60.
152 VIOLENCIA/S LA ANGUSTIA DE lOS SEXOS 153

desde allí cómo se pasa de la angustia de nada a la angustia ante expresa que "la reflexión más somera nos lleva más allá de esa
algo. 19 En el paraíso no hay nada que transgredir, no hay palabra insistencia en la pérdida de objeto". 21 ¿No habla acaso esa "insis-
que organice el mundo, el objeto no se recorta como objeto de tencia" de la obstinación neurótica de atribuir la razón de la
deseo, todas las manzanas son iguales e indiferentes. No hay angustia a aquello que falta?22
prohibición, tampoco permiso. Por ello Kierkegaard dice que en Pero Freud quiere ubicar el "genuino núcleo de peligro",23 y
el paraíso Adán y Eva se angustiaban de nada. Luego adviene la aquí son dignos de destacar los términos genuino y núcleo, ya que
palabra divina que, con la prohibición de comer el fruto del indican que él intuye que las razones de angustia podrían ser
árbol interdicto, instaura una diferencia entre el bien y el mal, engañosas respecto a su verdadero origen: "Por lo tanto, es pre-
abriéndose el campo de la libertad como fuente de angustia. ciso buscar primero el peligro neurótico; el análisis nos ha ense-
Todos los existencialistas que se refirieron a la angustia no deja- ñado que es un peligro pulsional".24
ron de pensarla en su vínculo estrecho con la libertad. El peligro es el de la perturbación económica por un incre-
Los dos tiempos que se aíslan en Kierkegaard, a propósito de mento del estímulo que no puede ser tramitado, el aumento de
la angustia, nos llevan a recordar que también Freud ubicó dos tensión, la exigencia pulsional: "En la medida en que esta exi-
momentos, y no me refiero a las conocidas dos teorías, sino a gencia pulsional es algo real [Real] puede reconocerse también a
una secuencia poco es~diada. Si por un lado enuncia la consa- la angustia neurótica un fundamento real."25
bida idea acerca de la angustia ante la pérdida del objeto, no deja El inconsciente había sido pensado por Freud como estructu-
de recordar que esa pérdida corresponde a un desplazamiento de ra de ficción, pero el fundamento real de la angustia apunta a algo
la razón de angustia o, mejor dicho, a una búsqueda de la causa que excede al propio inconsciente, que no responde a un orden
de angustia, que velaría lo que él denomina "genuino núcleo del solo representacional. Ella daría cuenta, también en Freud, de lo
peligro". Por un lado, Freud afirma que la angustia es sin objeto. que no engaña. El genuino núcleo del peligro es entonces el
Por otro, también afirma que la angustia es "ante algo". 20 La ela- aumento de tensión frente a la cual se es impotente, la perturba-
boración del objeto a en Lacan parte de haber profundizado cuál
es el estatuto de ese "algo". Lacan dijo que el objeto a había sido
su única invención. Creo que esta invención es deudora de haber 21. lbíd., pág. 130.
percibido los atolladeros freudianos referidos a la angustia y de 22. Nótese que en el apartado "Angustia, dolor y duelo" de "Inhibición,
síntoma y angustia", la primera condición de angustia es la de la pérdida de la
haberlos puesto en relación con la conceptualización de la
percepción equiparable a la pérdida del objeto, pero esta pérdida surge con el
angustia que hicieron los existencialistas. objeto presente, ya que Freud dice que este puede ponerse "malo" para el niño.
Para Freud, el genuino núcleo del peligro, el asunto de Se infiere, pues, que la angustia no surge ante la ausencia del objeto, sino por-
angustia, es la magnitud de excitación que convierte una impre- que este objeto ha cambiado de signo. Es recién entonces cuando la pérdida de
amor se convierte en un nuevo peligro y una nueva condición de angustia, más
sión en factor traumático, y este es su fundamento real: por ello permanente. El amor se perfila como aquello que podría recubrir ese punto de
extrañeza en lo imaginario. Si, para Lacan, la angustia es señal en el yo, de ese
punto de llamada a un goce que traspasa nuestros límites, el genuino núcleo del
peligro freudiano es uno de los nombres de la alteridad como señal en el yo de
19. K.ierkegaard, S.: (1984) El concepto de la angustia, ob. cit., págs. 60-71. lo que lo sobrepasa.
20. Freud, S. (1976): "Inhibición, síntoma y angustia", Addenda: "Comple- 23. lbíd., pág. 130.
mento sobre la angustia", t. XX, Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, 24. Freud, S., "Inhibición síntoma y angustia", ob, cit., pág 154.
pág. 154. 25. Ibíd., pág. 156.
154 VIOLENCIA/S LA ANGUSTIA DE LOS SEXOS 155

ción económica por el incremento de un estímulo que no puede filósofo danés introduce la angustia para explicar la emergencia
ser tramitado. Pero, sí Freud afirma que la angustia es ante la del pecado. Volviendo a las dos angustias en Kierkegaard: ¿cómo
falta de objeto, es porque la ausencia del objeto amado deviene en se produce el pasaje de la angustia de nada a la angustia de algo?
un peligro, ya que la condición de angustia se desplaza, del temor Según él, el hombre está en la inocencia, pero basta que una
al incremen~o del estímulo, a su condición, la pérdida del objeto. palabra sea proferida para que la ignorancia se concentre. Para la
Será en un segundo momento cuando se ligará esta situación inocencia, esa palabra es incomprensible, pero la angustia recibió
económica con la ausencia del objeto. La ausencia del objeto ya su primera presa; en lugar de la nada tuvo una palabra enig-
amado -dice Freud- deviene ahora en un peligro, y el lactante mática: "No comerás... ". Que Adán no haya comprendido esta
emite la señal de angustia tan pronto como se produce, antes de frase indica el topos del S¡ como mandato que bordea en su arbi-
que sobrevenga la situación económica temida. Así, la constitu- trariedad el sinsentido.
ción del objeto da lugar al pasaje de la angustia automática a la La ruptura con el estado adánico se produce, pues, por el sur-
angustia señal. gimiento de la palabra, que ofrece un objeto distinguiéndolo co-
·Si ahora ponemos en relación a Kierkegaard con Freud y con mo deseable. Asoma un imperativo insondable que engancha al
Lacan notaremos que todos ellos han aislado ... dos angustias. mismo tiempo un contenido (No comerás ...) a la nada inicial,
También encontramos en Kierkegaard la referencia a dos tiem- con lo cual, valga la paradoja, Adán y Eva calman su angustia
pos relativos a la angustia. Recordemos que el filósofo toma el anterior (la que se refiere a nada) y pasan por así decir a una an-
mito bíblico y plantea desde allí cómo se pasa de la angustia de gustia de objeto, o sea la provocada por la comisión del pecado.
nada a la angustia ante algo. Si bien los términos son bien distintos, importa destacar los
Cuando adviene la palabra divina se instaura una diferencia dos tiempos relativos a la angustia, uno sin objeto tangible o co-
entre el bien y el mal, abriéndose el campo de la libertad como mún y otro en el que un objeto concentra la angustia. En Freud,
fuente de angustia. Esa partición atravesará al hombre mismo y tal concentración se diseña en torno al temor a la pérdida, como
la sección de esos campos nombra también su división. En tér- si ese temor acotase la angustia e impidiese que se propague en
minos más que interesantes se lee en San Agustín que la desobe- lo indeterminado.
diencia del ser humano frente a Dios se revelará luego en su En Kierkegaard, la primera, causada ante la nada y anclada
ámbito más íntimo como desobediencia de su propia sexualidad posteriormente en la falta en un sentido moral, el bien y el mal,
respecto a la voluntad, de modo que esa sexualidad está marcada etc. En Freud, angustia ante el peligro pulsionalligada también
desde el inicio con el signo de lo heterogéneo no dominado. El en un segundo tiempo a la falta de objeto. Queda por ver en La-
conflicto entre Dios y el hombre se perpetúa como conflicto del can, en el que sorpresivamente encontramos una secuencia simi-
hombre consigo por una mismidad justamente imposible. 26 lar, ya que cuando se propone ir más allá de la angustia de castra-
Como Kierkegaard, aunque en otros términos, San Agustín ción nos dice con esto que ella es también secundaria, que la
pone el libre albedrío en el núcleo del origen del pecado. Pero el angustia no es ante la falta sino ante la falta de la falta, como si la
argumentación sobre la falta fuese una manera de evitar la an-
gustia misma. Se trataría entonces en un análisis de desanudar la
26. San Agustín (1989): "El desorden de las pasiones, pena del pecado", en
realidad psíquica como realidad religiosa, deconstruyendo la reli-
La ciudad de Dios, l. XIV, caps. 11-26, t. 11, Buenos Aires, Club de Lectores de gión de la falta para así reenviar la angustia a su verdadera causa.
Buenos Aires, págs. 31-60 (trad.: Díaz de Peyral). De este modo entiendo el final del seminario "La angustia":
VIOLENCIA/S LA ANGUSTIA DE LOS SEXOS 157
156

"Conviene, sin duda, que el analista sea alguien que, por poco mor a la pérdida del amor, nótese que el amor no es algo tan
que sea, por algún lado, algún borde, haya hecho volver a entrar tangible como el pene. "Respecto de la condición de angustia
su deseo en este a irreductible, lo suficiente como para ofrecer a válida para ella, tenemos derecho a introducir esta pequeña mo-
la cuestión del concepto de la angustia una garantía real". 27 dificación: más que de la ausencia o de la pérdida real del objeto,
se trata de la pérdida de amor de parte del objeto". 29
En sus primeros trabajos sobre las neurosis actuales, Freud
LA ANGUSTIA Y LA DIFERENCIA SEXUAL plantea cuestiones interesantes relativas al tema de la angustia en
la mujer, pero bajo un sesgo diferente al del amor. Es importante
En "Inhibición, síntoma y angustia", Freud distingue dos recordar que, en la neurosis de angustia, la excitación somática
motivos diferentes en el despertar de la angustia en hombres y acumulada no se elabora psíquicamente: de ahí la angustia. Cuan-
en mujeres: en el hombre, la amenaza de castración; en la mujer, do esa excitación se tramita psíquicamente se convierte en libido.
el temor a la pérdida de amor. 28 Si bien Freud no habla de una Así como la pulsión sexual se sitúa en el límite entre lo psíquico y
angustia masculina y de una femenina, plantea el asunto de lo somático, la libido designa su aspecto psíquico; por ello la libi-
angustia en la perspectiva de la disparidad sexuada. do es "la manifestación dinámica, en la vida psíquica, de la pul-
De todas maneras, la angustia ante la pérdida -del genital y sión sexual". Una insuficiencia de "libido psíquica" hace que la
del amor- corresponde a un desplazamiento de la razón de an- tensión se mantenga en el plano somático donde se traduce como
gustia o, mejor dicho, a una búsqueda de la causa de angustia que angustia.3° Freud dirá: "En la mujer se establece más rápido y es
velaría lo que Freud denomina "genuino núcleo del peligro". más difícil de eliminar la enajenación (Entfremdung) entre lo
Pero inmediatamente se revelan las diferencias: en el hombre, somático y lo psíquico en el decurso de la excitación sexual". 31 La
la angustia gira en torno a una posesión relativa al cuerpo; de ahí angustia femenina abrevaría así en esa hiancia que no se sutura,
-por ejemplo- su mayor propensión a la hipocondría; en la brecha siempre abierta, consecuencia de lo que el creador del psi-
mujer la angustia gira en torno al temor a la pérdida del amor; coanálisis denomina "déficit de afecto sexual de libido psíqui-
de ahí su mayor apertura al deseo del Otro. ca".32 Si para Freud la libido es siempre masculina, el extraña-
De la castración en el varón se derivaría en este sexo lo que se miento iemenino indica la fuente de angustia en el no todo fálico.
podría denominar una angustia más acotada que en la mujer, es Se infiere que el amor intentaría suplir esa hendidura y que la
decir, más ligada al objeto, en el sentido de mayormente deter- enajenación amorosa en la mujer recubre otra más primordial.
minada. El falo configura de manera muy contundente el mundo Respecto a Lacan, señala Miller 33 que en el Seminario 10 se
masculino; la organización genital tiene en el hombre esa prima-
cía cumbre que no se observa en la mujer. En términos freudia-
nos: ella no está expuesta a la amenaza ya que no tiene nada que · 29. Freud, S.: "Inhibición, síntoma y angustia", oh. cit., pág. 135.
perder; su angustia entonces no se enlaza tan fácilmente a un 30. Freud, S.: "Fragmentos de la correspondencia con Fliess", Manuscrito
objeto de posesión. Y, si el equivalente de esa amenaza es el te- E, t. 1, oh. cit., págs. 233 y 236.
31. Freud, S.: "Sobre la justificación de separar de la neurastenia un deter-
minado síndrome en calidad de neurosis de angustia", t. 111, ob. cit., pág. 11 O.
32. Freud, S.: Manuscrito E, oh. cit., pág. 232.
27. Lacan,J.: "La angustia", oh. cit., pág. 365. 33. Miller,].-A. (2007): La angustia lacaniana, Buenos Aires, Paidós, págs.
28. Freud, S.: "Inhibición, síntoma y angustia", oh. cit., pág. 135. 51-55 (trad.: Nora González).
158 VIOLENCIA/S LA ANGUSTIA DE LOS SEXOS 159

produce un desplazamiento del falo como significante al falo "Supongamos -señala- una muchachita inocente, a quien un
como órgano. Al ubicar la angustia en torno a la detumescencia 1 hombre al pasar le lanza una mirada anhelante. La muchachita,
peneana, la castración se separa del agente, quedando entonces ·tJ desde luego, se llenará de angustia". Notemos la manera en la
localizada en el plano del cuerpo, sin Otro. Se observa la misma (,:'
,,
1 que localiza el punto de angustia femenino ante el deseo del
dirección cuando, criticando el tope freudiano respecto al com- Otro. Y luego, para contrastar esta situación con el otro sexo,
plejo de castración, asevera que la forma de castración ya está prosigue:
hecha en el plano de la fractura de la imagen libidinal; otra vez
¡1_ En cambio, si nos imaginamos a una mujer que lanza una anhe-
pues, la ubica en el plano del accidente corporal. Afirmaciones ~~~ ·1

que anteceden a aquello que remata en "Televisión": "La an- losa mirada sobre un jovencito inocente, entonces la reacción de
gustia sobreviene ante la sospecha de quedar reducidos a nues- este no será la de angustia, sino a lo sumo una cierta vergüenza
teñida de repugnancia, precisamente porque él está más determina-
tro cuerpo". 34 Estas afirmaciones ponen en cuestión la consabi- do en cuanto espíritu. 36
da fórmula lacaniana acerca de la angustia, emergiendo como .\•'
interrogación frente al deseo del Otro o, al menos, nos llevan a Parece indicar que, ante el deseo del Otro, la mujer responde
pensar en distintos tipos de angustias. Por ello Miller afirma ~!
más fácilmente con angustia, mientras que el varón tiene como
que en el Seminario 10 se produce el pasaje de la angustia como recurso lo que Freud gusta en llamar "dique psíquico".
signo ante el deseo del Otro a la angustia como señal de lo real. Lacan se muestra irrisorio respecto al filósofo danés cuando
¿Acaso la primera no es defensa frente a la segunda? ¿No dice que tales afirmaciones se deben a que debía de tener algo de
podríamos considerar que la angustia frente al deseo del Otro la naturaleza de Tiresias más que él, o sea, que el propio Lacan.
sea tal vez una angustia más fantasmática, que vela en este No es difícil pensar en esta ubicación analizando una de sus más
1 1i
punto una dimensión aún más real? No por nada Lacan se fervientes declaraciones:
refiere en ese seminario a los dos estatutos del objeto a nomi-
nado a uno de ellos como "postizo" al prefigurarse en el campo Lo que me importa es entender el propio sentido y la definición
del Otro. de mi ser, ver lo que Dios quiere de mí, lo que debo hacer. Es pre-
ciso encontrar una verdad, y la verdad es, para mí, hallar la idea por
la que esté dispuesto a morir y vivir" _37
¿SE ANGUSTIA MÁS LA MUJER QUE EL HOMBRE?
Notemos la manera en la que se privilegia aquí el deseo del
Kierkegaard se aventuró a afirmar que la mujer se angustia Otro, haciendo de él un filósofo muy adentrado respecto al tema
más que el hombre, diciendo que la razón de ello proviene de de la angustia femenina
una mayor sensibilidad. 35 Si para Lacan la detumescencia del órgano, de su carencia,
de la desaparición de la función fálica en el acto sexual es "el
principio de la angustia de castración", en seguida advertimos

34. Lacan, J. (1988): "La tercera", en Intervenciones y textos 2, Buenos Aires,


Manantial, pág.l 02.
35. Kierkegaard, S. (1984): El concepto de la angustia, Buenos Aires, Hyspa- 36. lbíd.
mérica, pág. 94 (trad.: Demetrio Rivero). 37. lbíd.
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160 VIOLE~" CIA/S LA ANGUSTIA DE LOS SEXOS 161

que tal principio falta en la mujer. Entonces, es el varón quien LA MUJER, LO REAL Y SPINOZA
está perturbado, quien está tomado por el "no poder", quien se
relaciona con la falta, remata Miller. 38 En él encontramos la '/' Cuando Lacan enuncia en el Seminario JO que a la mujer no
id
temática de la angustia bordeando el -<p y el objeto, el mito que \l~,···.. le falta nada 40 y que en realidad es el hombre quien está ator-
(o

hace de la mujer una de sus costillas, es un mito masculino, es ,,.':~l,.


mentado por el -<p, introduce un giro, no solo en lo relativo al
que la mujer para el hombre encarna el objeto perdido. 39 Tal :~1~
dogma psicoanalítico, sino también en su propia teoría acerca de
observación se encuentra también en Freud cuando dice en ;IJi¡
la diferencia sexual. Por otro lado, tal aserto corre paralelo al
"Introducción del narcisismo" que la mujer representa para el que asevera que, afín a la mujer, a lo real no le falta nada. En una
hombre aquello que perdió de su narcisismo. Ese lugar de obje- réplica a aquellos que lo acusaron de haber sostenido que lo real
to que tiene la mujer para el hombre, objeto localizado en el -<p siempre está lleno, señaló: "En lo real pululan los agujeros, hasta
de la vasija hace que el masoquismo femenino sea a todas luces ~~~r·· se puede hacer en él el vacío. Lo que yo digo es muy distinto; es
un fantasma masculino.
•'• que a lo real no le falta nada".41
Lacan subvierte el sentido común cuando dice que la mujer, ,,
o, Vayamos a aquello que subvierte no solo el sentido común
lejos de nadar en la castración, se encuentra más aligerada r~s­ sino lo que escuchamos en nuestra práctica. ¿No son acaso las
pecto a la turbación que ella ejerce sobre el sujeto masculino, mujeres quienes se lamentan permanentemente de sus carencias?
idea que se hallaría en antelación en Freud cuando afirma que en ¿No fue acaso por esa misma queja que Freud elaboró la famosa
el sujeto femenino falta la amenaza que ciñe al masculino. La "envidia de pene" como equivalente del complejo de castración
~
mujer está más afectada por el deseo del Otro, al que se entrega ~ en el varón? ¿Y no dijo también que pretender erradicar esa
de una manera menos mediada que el hombre, al no disponer envidia era semejante a "predicar en el desierto"? 42 ¿No recono-
tanto como él de esas armaduras que son el objeto y el-<¡>. Una
angustia, entonces, no acotada por el objeto y por su falta, una
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ció, por último, en ese obstáculo lo que opera como límite en el
análisis de un sujeto femenino? La eterna demanda femenina de
~r indemnización ¿no encuentra allí su raíz?
angustia que no proviene de manera tan contundente de estas ~~~
determinaciones y que nos lleva a volver a Kierkegaard cuando ·~
..
.)
Y si nos retrotraemos al propio Lacan, ¿no encontramos una
considera que el varón está "más determinado como espíritu". primera conceptualización del deseo inspirada en el deseo histé-
Advertimos que no se trata de caer en la trampa de lo cuantitati- rico como deseo de otra cosa, deseo, pues, indisociablemente
vo: ¿se angustiaría la mujer menos o más por estas razones, o ligado a la "falta"? Por ello el lector queda sorprendido cuando,
habrá que pensar que en ella la angustia no sería ... angustia de en el Seminario 1O, el mismo Lacan consigna, sin ambages, que
castración? la falta es un asunto del macho. Como recordé en el punto ante-
rior, si la detumescencia del órgano, de su carencia, de la desa-
parición de la función fálica en el acto sexual es "el principio de
.;
la angustia de castración", advertimos que tal principio falta en la
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40. Lacan, ].: "La angustia", oh. cit., pág. 217.
38. Miller, J.-A. (2007): La angustia lacaniana, ICBA, Buenos Aires, Paidós 41. Ibíd., pág. 202.
(trad. Nora Gónzalez). 42. Freud, S. (1989): "Análisis terminable e interminable", t. XXIII, Obras
39. Lacan, ].: "La angustia", oh. cit., pág. 208. completas, Buenos Aires, Amorrortu, pág. 2 53.
T
LA ANGUSTIA DE LOS SEXOS 163
162 VIOLENCIA/S

mujer. Entonces es el varón quien está perturbado, quien está . ·.~


trimerías de la enseñanza lacaniana se podría formular una duda
respecto al enunciado: "No hay relación sexual". Esta formula-

~
tomado por el "no poder", quien se relaciona con la falta. Y si en
el deseo femenino se juega una profunda insatisf:lcción es por- ción comulga con la lógica binaria, participa del sí o no y coope-
.. ra, así, con la idea de relación, ya que el "no hay" supone que
que la misma es "precastrativa". Dándole la razón a Jones, La can
reconoce que, si ella se interesa en la castración -<p, es en la me-
dida en que entra en los problemas del hombre, pero ello es
l1: L,
debería haber.
Pero en esos momentos se podría incluir otro cuya referencia
secundario, deutero-fálico. 43 Nótese la manera en la que en el es el Seminario 10, con la afirmación de que a la mujer como a lo
Seminario 10 se anticipa una temática que será más tarde elabo- real no le falta nada, y ello, a pesar de que en lo relativo a esta
rada: el goce femenino excede los límites fálicos. cuestión, Lacan no cite ~1 filósofo. Para Spinoza, las cosas, en sí
Pero, además, la idea de que a una mujer como a lo real no le >;;
'/ mismas consideradas, no contienen imperfección sino solo per-
"falta nada" acerca a Lacan a Spinoza. Lacan conoció su obra a fección y tanta como contenido positivo hay en ellas.47 El ejem-
los catorce años 44 y ella lo marcó profundamente. Quizás el plo del ciego es paradigmático ya que él -dice Spinoza- no es un
1
dibujo del plano de la Ética que realizó con flechas de colores, no vidente y solo por comparación con quienes ven puede decir-
para suspender en la pared de su cuarto adolescente, hablara, ya se que está privado de vista. Es por imaginarlo como vidente que
en ese tiempo, del carácter de trazo de esta influencia. En un tra- nace esta imagen del cotejo con otros que ven o de su estado ac-
bajo anterior45 consideré que se pueden ubicar esas huellas en . '<¡,f tual con el anterior, cuando veía. Sea como fuere, en todos los
¡ e·
., casos se trata del error de afirmar que la visión pertenece a su
tres momentos salientes de su enseñanza.
Al comienzo, en la tesis -que lleva como epígrafe la proposi- naturaleza, error que nos conduce a decir que está, entonces,
ción 57 del Libro III de la Ética-la referencia de Lacan al filóso- privado. Pero, tal categoría, la de la privación, parte de nuestro
fo le permite sostener una unión entre lo mental y lo físico, dife-
rente a la idea del paralelismo psicofísico vigente. En el año
1964, la equiparación con Spinoza guía la"s reflexiones, no solo
de la ruptura con la IPA, sino del "ser" del analista. Al final de su 1~
J entendimiento, de nuestra razón comparativa y no del decreto
divino. Y si bien Lacan no habla en estos términos ... a lo real no
le falta nada como al ciego de Spinoza. Lacan siempre pensó que
la falta es una categoría simbólica: baste evocar el famoso ejem-
obra la Ética es retomada y priv-ilegiada en lo que respecta a las plo de la biblioteca donde si un libro falta es porque se determi-
afecciones. Por ello, Miller considera que en el Seminario del na, desde un ordenamiento previo, que debía figurar en ella.
Sinthome Lacan es spinozista en la medida en que sostiene que Habrá que tener en cuenta que, si al final de su enseñanza, pre-
el pensamiento está indisolublemente ligado al cuerpo y a aque- tende un anudamiento en el que lo real pase por encima (mr-
llo que lo afecta. Por otra parte, Miller46 asevera que en las pos- ,¡.•,¡o
monter) de lo simbólico, se trataría en un final de análisis de un
p analizante que, más que abocado a la temática de la falta y a toda
lt; la fantasmagoría del goce de la castración, pueda ser artesano de
lo que hay, lejos del lamento de la carencia. Difícil dejar de evo-
43. Lacan, ].: "La angustia", oh. cit., pág. 219.
44. Roudinesco, E. (1994): Lacan, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econó- car aquí la idea de Spinoza acerca de lo real, como pura positivi-
mica, pág. 31 (trad.: Tomás Segovia). ,.
45. Ons, S. (2005): "La can, Spinoza y Freud", en Una mujer como síntoma de 11
ttn hombre, Buenos Aires, Tres Haches, págs. 139-149.
46. Miller, J.-A., Piezas de repuesto- Piezas sueltas, curso inédito, 24/11/2004 47. Spinoza, B. (2007): Epistolario, Buenos Aires, Colihue, págs. 108-110

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y 1112/2004.
(trad.: Osear Cohan).

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IM VIOLENCIA/S

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dad sin negación. Ello nos permite comprender esa frase lacania- Vi
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na que tanto ha desvelado a los analistas, que dice que en la ¡}~

angustia falta la falta. Efectivamente, si la angustia es el único


afecto que no engaña, se podrá decir que falta la falta cuando hay
una mayor proximidad con lo real.

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