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Construir la profesión: la Educación Social como

proyecto ético y tarea cívica


José Antonio Caride Gómez
Universidad de Santiago de Compostela

Resumen Unas y otras subrayan la importan-


Las profesiones sociales surgen y cia de una deontología profesional que
se consolidan históricamente tratando dirima los compromisos y responsabi-
de satisfacer necesidades o demandas lidades que adquieren los pedagogos y
de una ciudadanía cada vez más cons- educadores sociales con la sociedad, a
ciente de sus derechos, realizando ta- favor de la ciudadanía, de la ética pública
reas o prestando servicios legitimados y de la calidad en la acción socioeducativa.
por su formación y experiencia, en un De todo ello trata este artículo.
escenario cada vez más interdependien- Palabras clave: Educación Social,
te de los procesos de cambio social, la Pedagogía Social, deontología, profesión,
división del trabajo y su progresiva identidad profesional, educadores socia-
especialización. les, ética cívica.
En este contexto, el progresivo re-
conocimiento de los educadores sociales Abstract
y de los pedagogos sociales como profe- The social professions arise and
sionales de la educación, ha obligado a they consolidate historically trying to
intensificar los esfuerzos conducentes a la sastisfy needs or demands of a more
definición de sus señas de identidad, con and more conscious citizenship of its
un doble propósito: incentivar el papel rights, realizing tasks or lending ser-
educador de la sociedad e incrementar vices legitimized by its formation and
las posibilidades socializadoras de la experience, in a setting icreasingly more
educación, diversificando su quehacer interdependent of the process of social
profesional en una amplia red de ám- change, the division of the work and its
bitos y programas socio-educativos. En progressive specialization.
todo caso, siendo tareas complejas, en In the context, the progressive re-
las que confluyen diversidad de valores, cognition of the social educators and the
competencias y saberes: conocimientos, social pedagogues as professionals of the
capacidades, actitudes, comportamientos, education, has obliged to intensify the
habilidades, etc. conductive efforts to the definition of its

Pedagogía Social. Revista interuniversitaria. nº9 Segunda época. Diciembre 2002, pp. 91-125 91
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signs of identity, with a double intention: blemente sea esta “demora” histórica
to stimulate the educating paper of the lo que permite justificar muchas de las
society and to increase the socializing pos- dificultades que todavía existen a la hora
sibilities of the education, diversifying its de lograr acuerdos concluyentes sobre el
professional task in a extensive network campo semántico de las profesiones y su
and associate educational programs. In proyección en la educación, recurriendo
any case, being complex tasks, in which para ello al lenguaje del que habitualmente
flow diversity of values, competences hace uso la Sociología de las Profesiones,
and knowledges: capacities, attitudes, aunque no siempre de forma unívoca.
behaviors, abilities, etc. De algún modo, en la medida en que
Some and other they underlyne the el mundo de la educación se ha reducido
importance of professional deontology a la geografía de la escuela, las preocu-
that resolve the commitments and res- paciones por la profesionalización se han
ponsabilities that acquire the pedagogues centrado casi exclusivamente en la figura
and social educators with the society, in de los profesores y en el desarrollo de
favour of the citizenship, of the public sus competencias profesionales, poniendo
ethics and the quality in social action. Of énfasis en cuestiones relacionadas con
all it treats this article. su formación inicial y permanente, en su
Keywords: Social Education, So- transición de la formación al trabajo, en el
cial Pedagogy, deontology, profession, diseño y articulación de la carrera docente
professional identity, social educators, y, por extensión, en las repercusiones que
civic ethics. el desempeño profesional ejerce en los
procesos de reforma e innovación peda-
Introducción gógica, en la mejora de la enseñanza, el
clima y la cultura institucional de los
Sobreponiéndose a un pasado en el centros educativos o las dinámicas de
que apenas existen referencias sobre los cambio y transformación social. En todo
nexos que se establecen entre el quehacer caso, sin obviar los ecos que el oficio de
pedagógico y el desempeño profesional, maestro o la profesión docente tiene en el
en las últimas décadas son abundantes las discurso de las Ciencias Sociales y de la
alusiones a quienes, en diversos ámbitos Educación, en cuyo interior es frecuente
de la práctica educativa, ven reconocidos apelar al “malestar” de los profesores o
sus derechos y deberes como profesiona- a su caracterización como un “extraño
les de la educación, ya sea en el interior sociológico” (véanse, entre otros: Hoyle
del sistema educativo (como maestros, y Megarry, 1980; Esteve, 1987; Lerena,
profesores, orientadores, pedagogos, psi- 1987; Fernández Pérez, 1988; Holly y
cólogos, psicopedagogos, logopedas, etc.) McLoughlin, 1989; Villar Angulo, 1990;
o en otros espacios educativos y sociales Fernández Enguita, 1993; Esteve, Franco
(como formadores, pedagogos, educado- y Vera, 1995; de Miguel y otros, 1996;
res, monitores, animadores, etc.). Biddle, Good y Goodson, 2000).
Al margen de otras consideraciones Sea como sea, todo parece indicar
de naturaleza teórica, epistemológica, que la profesionalización –entendida
socio-laboral, académica, etc., posi-

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ésta como la acción y el efecto de pro- por ello algún tipo de compensación. De
fesionalizar una determinada ocupación ahí que la profesionalización se nos pre-
humana– constituye, hoy más que nunca, sente a menudo como una meta valiosa
un referente clave en la construcción de y deseable, reflejo de un
la identidad social de la educación y de conjunto de procesos históricamente ana-
los diferentes agentes –no sólo los pro- lizables, por medio de los que un grupo
fesores– que participan en su desarrollo de profesionales demuestra su competencia
en una actividad de relevancia social y es
de un modo intencional y sistemático. capaz de transmitir a otros tal competen-
Una profesionalización que, al igual cia y de imponer su modelo frente a otros
que sucede en otras prácticas sociales, profesionales concurrentes con la ayuda
se admite desde el momento en que el del Estado: es decir, es capaz, a juicio
de éste, de conservar el monopolio y las
quehacer educativo supone la prestación gratificaciones en orden a una solución
de un “servicio público”, mediante el que de los problemas aceptados socialmente
se da respuesta a distintas necesidades y (Tenorth, 1988: 82).
demandas de los ciudadanos, satisfacien- Más que esto, como indican Sarra-
do para ello una serie de requisitos, como mona, Noguera y Vera (1998: 100), cabe
son: configurarse a partir de un proceso pensar que el mismo concepto de pro-
formativo específico, demostrar o acre- fesión es una construcción social, “que
ditar el dominio de ciertas competencias exige ser estudiado en sus condicio-
o habilidades, asumir responsabilidades nantes sociales e históricos”, a resultas
ocupacionales o laborales diferenciadas, de la imagen que unas personas tienen
percibir una remuneración, actuar de sobre su trabajo, de las percepciones que
acuerdo con un código ético y deonto- existen en la sociedad acerca de lo que
lógico, etc. Todos ellos, en mayor o menor hacen y de los servicios que prestan a los
medida, siendo aspectos que se consideran demás con sus contribuciones, siempre
sustantivos para que pueda concebirse la con relación a un determinado contexto
profesión como “una característica de la social, económico, cultural e ideológico.
cualificación de la persona, adquirida Por lo tanto, añaden, “parece razonable
por formación o experiencia, cuyo re- pensar que la profesión no consiste tanto
conocimiento social otorga derechos a en una lista precisa de rasgos que cum-
ejercer ciertas ocupaciones retribuidas” ple un trabajo de forma fija e inmutable,
(Garrido Medina, 1998: 605). sino un proceso continuo de búsqueda y
perfeccionamiento para el logro de una
1. Las profesiones como cons- serie de objetivos”. Esta argumentación
trucción social vendría refrendada por el hecho de que,
como apunta Sykes (1992: 86),
De los profesionales se afirma que
la significación del profesionalismo varía se-
son personas que poseen una preparación, gún las naciones, lo que sugiere que la historia
competencia y/o especialización en un y la cultura, las tradiciones y las instituciones
determinado campo del “saber” y “hacer” han tenido una presencia poderosa en la emer-
públicos; a las que se valora y estima gencia de sus formas particulares; no se trata
socialmente por la labor que realizan en aquí de una dinámica inevitable basada, por
ejemplo, en el crecimiento del conocimiento
beneficio de otras personas, recibiendo científico y la tecnología.

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Paradójicamente, el hecho de ob- profesionales es más tardía, obligando


servar las profesiones y la profesionali- –como mínimo– a situarse en las socie-
zación como el resultado de un proceso dades preindustriales, donde se atribuía el
histórico, lejos de favorecer el análisis de ‘estatus’ social más elevado a quienes no
su inserción en la Historia de las socie- tenían que dedicarse a ocupaciones de las
dades, ha suscitado serias discrepancias que se derivase la obtención de ingresos
acerca del momento en que surgen y se económicos o un valor directo en el mer-
consolidan, siendo complicado precisar cado. En su opinión, al estar la posición
cuáles constituyen las primeras manifes- social basada en títulos respaldados por
taciones de prácticas sociales homologa- la fortuna heredada, los profesionales
bles, salvando las distancias, a lo que hoy aportaban al sistema socio-económico
entendemos por profesión. una contribución marginal, poco relevante
Aceptando las tesis de Durkheim si se compara con las aportaciones que
(1985: 219), el origen de las profesio- realizaban los grupos más privilegiados
nes puede rastrearse en las primeras –“rentistas”– de la sociedad. En este
comunidades que regulan y organizan contexto, el profesional gozaba de un
la puesta en escena de ciertas funciones reconocimiento social equiparable al de
públicas –de naturaleza administrativa, los caballeros, ya que vivía sin realizar
judicial, política, religiosa, económica, trabajos manuales y sin una relación
táctica, etc.–, aunque deba esperarse a la directa con el mundo de los negocios:
Roma clásica para que, con una división el “profesional” de este período, según
del trabajo mucho más marcada que en Elliott, es un individuo que no trabaja
pueblos precedentes y con una organi- para ser pagado, sino que es pagado para
zación social más asentada, se constate que pueda trabajar.
la existencia de Antes o después, la burguesía
importantes corporaciones de funcionarios europea y el desarrollo de las ciudades
(senadores, caballeros, colegio de pontí- medievales tendrán un papel decisivo, ya
fices, etc.), de los cuerpos de oficios, al sea en el surgimiento o en la definitiva
mismo tiempo que se desenvuelve la noción
de estado laico. consolidación de las profesiones. De un
lado, todavía en una fase constituyente,
Aunque, como puntualiza el propio
generando la necesidad de que determina-
Durkheim en el “Prefacio” a la segunda
dos colectivos se agrupasen en función de
edición de su División del trabajo social,
intereses, sentimientos, ocupaciones, etc.
en el que introduce “algunas observacio-
que el resto de la población no compartía,
nes sobre las agrupaciones profesionales”,
de modo tal que “en casi todos los muni-
es preciso tener en cuenta que “durante
cipios, el sistema político y la elección de
mucho tiempo las profesiones no cons-
los magistrados se fundan en la división
tituyeron más que una forma accesoria y
de los ciudadanos por grupos profesio-
secundaria de la actividad social de los
nales” (Durkheim, 1985: 25; citando a
romanos”, al ser Roma, esencialmente,
Rietschel). De otro, propiciando a través
una sociedad agrícola y guerrera.
del desarrollo de la ciencia y la tecnología,
Para Elliott (1975: 26), distan- de las primeras industrias y del comercio
ciándose de Durkheim, la existencia de a gran escala, que la población tomase

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conciencia de los efectos que provoca la nuevos códigos de comportamiento y de


división del trabajo. Lejos de juzgar esta nuevas pautas de naturaleza moral; las
división como algo negativo, Durkheim transformaciones que se producen en la
(1985: 47) interpreta que la población verá familia y en la vida comunitaria, etc. El
en ella “la ley superior de las sociedades concepto de “solidaridad orgánica”, que
humanas y la condición del progreso”, se añade al de “solidaridad mecánica”,
siendo natural que dicha división se para dar cuenta de la diferenciación social
expanda a las funciones económicas, y de los mecanismos de estabilización a
políticas, administrativas, judiciales, los que recurren las sociedades avanzadas,
artísticas, científicas, etc. constatándose explicaría –según Durkheim– las razones
que, no sólo en el interior de las fábricas profundas de lo que ocurre.
se separan y especializan las ocupaciones Sea como sea, desde los comienzos
hasta el infinito, “sino que cada industria del siglo XX, el profesionalismo con-
es ella misma una especialidad que supone forma un acontecimiento estructural de
otras especialidades”. primera magnitud, llegando a percibirse
A partir de la Revolución Industrial, su expansión como un claro exponente
la profesionalización ya se contempla de los logros de una sociedad racionali-
como un fenómeno estrechamente vin- zada y moderna, urbana e industrial. La
culado a los procesos de cambio social sutil justificación de la división social
y a la especialización del trabajo, adqui- del trabajo y sus efectos colaterales en
riendo un protagonismo que va mucho la estratificación social –cuestionada por
más allá del simple engarce que efectúan el pensamiento marxista–, determinará
unas personas con un conjunto de tareas que las profesiones acaben siendo un
o actividades particulares. Consecuente- factor decisivo en la evolución social,
mente, la profesionalización no responde sobre todo en la civilización occidental
tan sólo, como pretendían los utilitaristas, (Prest, 1984). Desde entonces, aunque
a una tendencia que procura la máxima posiblemente ya antes, cabe pensar que
satisfacción posible de las necesidades ninguna profesión existe azarosamente:
individuales o el aumento de la produc- su presencia en la sociedad viene exigi-
tividad, por muy importantes que éstas da por necesidades percibidas o sentidas
sean. Ahora, tanto las causas como las por la población, por especializaciones
funciones que cumple la división del tra- requeridas por los avances que se pro-
bajo en la sociedad, incentivan el desa- ducen en la ciencia y la tecnología, por
rrollo de las profesiones y, con él, nuevos demandas vinculadas a la reestructuración
modos de interpretar sus cometidos en el del sistema productivo, por la especiali-
complejo escenario de dinámicas sociales zación en el trabajo y el papel que ésta
que están profundamente afectadas por el desempeña en la articulación de las clases
aumento de la población y su progresiva sociales... En definitiva, por un conjunto
urbanización; la diversificación de los sis- de circunstancias que explican cómo se
temas que regulan las relaciones sociales; ha ido delimitando históricamente el
la tecnificación del mundo del trabajo y objeto específico de una profesión y su
la exigencia de incorporar personal alta- reconocimiento por parte de la sociedad
mente especializado; la interiorización de (Estruch y Güell, 1976).

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Para que dicho reconocimiento sea que un determinado colectivo no llegue a


posible, dando lugar a una nueva profe- constituirse como un verdadero “cuerpo
sión donde antes sólo había una tarea u profesional”, creando una semi-profesión
ocupación, deberán superarse varias fa- (Etzioni, 1966) o careciendo de suficiente
ses. Según Wilensky (citado por Elliott, entidad social. En ocasiones, y por diver-
1975: 119-121), son etapas en las que de sas razones –pérdida de autonomía, con-
forma gradual se constatan hechos como flictos con instancias externas, absorción
los siguientes: de las funciones por otros profesionales,
• El establecimiento de diversos proce- obsolescencia de las tareas desempeñadas
dimientos de instrucción y selección. o del conocimiento al que se recurre, etc.–,
• La constitución de una o varias aso- podrá cuestionarse su reconocimiento so-
ciaciones profesionales para establecer cial, acarreando un proceso de verdadera
modelos y normas de ocupación, y para “desprofesionalización”.
encauzar las relaciones con otros gru- En opinión de Carr-Saunders –cita-
pos competitivos. do por Llovet y Usieto (1990: 20)–, a quien
• La consecución del reconocimiento se considera como uno de los primeros
público en forma de apoyo legal para científicos que abordó sistemáticamente
controlar el acceso a la profesión y a los problemas de la profesionalización en
su ejercicio. los inicios del siglo XX,
• La elaboración de un código ético. una escueta reflexión muestra que lo que ahora
Globalmente, son secuencias en las denominamos profesión emerge cuando un
que se muestra cómo se produce la transi- cierto número de personas practican una
técnica determinada, cimentada en una pre-
ción de la “ocupación” a la “profesiona- paración especializada;
lización”, adoptando la estructura lógica
de lo que deduce que una profesión quizá
de un proceso que se desarrolla a partir
pueda ser definida como
de la existencia de un grupo de personas
una ocupación basada en un adiestramiento
que se comprometen con la realización de y educación intelectual especializada, cuyo
un trabajo, preocupándose por prepararse propósito es suministrar servicios o consejos
para desempeñarlo satisfactoriamente en prácticos y experimentados a otros, a cambio
beneficio de la comunidad y al que se de un honorario o salario.
dedican con la intención explícita de Esto explica que inicialmente
solventar un conjunto de problemas par- el término “profesión” connotara dos
ticulares. La congruencia entre lo que los elementos básicos (García Carrasco,
profesionales hacen y lo que la sociedad 1983: 32): “un conjunto de individuos
espera de ellos, contribuye decisivamente que mantienen relaciones característi-
a su legitimidad social e, incluso, a la cas y una organización peculiar de sus
defensa que de ella puedan hacer ante ocupaciones”.
las injerencias de otros colectivos con No obstante, la distinción entre ocu-
pretensiones similares (pseudo-profesio- pación y profesión no siempre es nítida,
nales, aficionados, voluntarios, etc.). Por por lo que se ha procurado establecer
lo demás, no satisfacer estas etapas, aún algún tipo de diferenciación entre ellas.
dándose otras circunstancias “a favor” Para Garrido Medina (1998: 605-606)
de la profesionalización, podría suponer

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económicamente, la ocupación es la actividad También puede suceder –como ana-


productiva a la que se dedica el tiempo de lizan Sarramona, Noguera y Vera (1998:
trabajo remunerado. Si ésta se ejerce con una
cualificación y habilitación idónea, coincide
102)–, a partir del concepto de profesión
con la profesión de la persona que la realiza. que maneja Freidson (1978: 15), que ésta
La diferencia entre una y otra es relevante se convierta en la genuina “ocupación”
para el análisis socioeconómico, ya que la de un determinado espacio laboral, en
estructura social y la del sistema productivo
el que un colectivo se instala haciendo
dependen de las ocupaciones y éstas no son
iguales a las profesiones de los ocupados. Pero demostración de su posición de predo-
como la profesionalidad es un valor, y dad o minio, decidiendo cuál es la esencia de
que el enorme incremento del nivel formativo su propio trabajo, instituyendo arbitraria-
ha favorecido el crecimiento del subempleo, mente sus competencias y convenciendo
es frecuente que los encuestados respondan
a la pregunta: ¿cuál es su ocupación? con su
“a los ciudadanos de que no hay otro modo
profesión, cuando ambas no coinciden y ésta mejor de garantizar un buen servicio en
tiene mayor prestigio. su campo de actividad que siendo ellos
Expresado de otro modo: la ocupa- mismos quienes regulen las condiciones
ción se asocia al conjunto de tareas que del mismo”. La “ocupación”, en este caso,
constituyen y delimitan la actividad pro- conlleva hacer uso de la profesionalidad
ductiva humana en un puesto de trabajo para ejercer una presión corporativa sobre
determinado, mientras que la profesión la ciudadanía, monopolizando el desarro-
se refiere a la cualificación y habilitación llo de una determinada tarea, justificando
requerida para que puedan desempeñarse diferencias y privilegios, legitimando
ciertas ocupaciones, independientemen- intereses particulares y mecanismos de
te de que éstas se concreten o no en un control desmedidos etc. De esta forma, la
puesto laboral; esto puede suponer que lógica de la profesión queda desvirtuada
una persona esté habilitada como profe- por el profesionalismo, en los términos
sional careciendo de ocupación o que la en que éste y sus múltiples riesgos son
ocupación que realiza no coincida con estudiados por autores como Johnson
dicha habilitación. Por otra parte, es (1972), Bledstein (1976), Larson (1977)
frecuente que la profesión se defina en o Martín-Moreno y de Miguel (1982).
función de la ocupación, refiriéndose a La complejidad que se refleja en
aquella como “actividades ocupaciona- estas prácticas pone de manifiesto que,
les” (Hortal, 1997: 207) que desenvuelven aún siendo apropiado relacionar el tér-
un conjunto de personas que reúnen una mino “profesión” con un colectivo que
serie de requisitos: prestar un servicio posee un determinado nivel de forma-
específico a la sociedad; dedicarse a ción, al que se reconoce su competencia
ellas de forma estable, haciendo de esta y especialización en un campo definido,
dedicación un medio de vida; constituir que se dedica a él procurando responder
un colectivo que ejerce control sobre sus con eficacia y eficiencia a la confianza
ámbitos y sistemas de actuación; acceder pública, que se siente legitimado por la
al desempeño tras un proceso de capaci- comunidad a la que sirve..., no puede
tación teórica y práctica; estar acreditados pasarse por alto que también denota una
para ejercer dicha profesión; cumplir fines categoría social con la que se otorga un
individuales y sociales; etc. ‘status’ a ciertos grupos, posibilitando

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que hagan uso de él en provecho pro- 1995; Riera, 1998). Y que, pueden resu-
pio, manteniendo o incrementando sus mirse en lo que sigue:
privilegios. Como ha señalado Popketwitz • Disponibilidad de un ‘corpus’ teórico
(1990), con independencia del importante sistemático (científico, tecnológico,
servicio social que debemos reconocer metodológico, etc.), que se traduce
a las profesiones, es forzoso admitir en un conjunto de conocimientos
que muchas de las características que más o menos organizado conforme a
habitualmente les atribuimos son mitos un esquema internamente consistente,
legitimadores del poder y de la autoridad en el que se apoyan las tareas y des-
existente en una sociedad profundamente trezas de quienes ejercen la profesión.
desigual. En esta misma línea, Fernández Son, básicamente, conocimientos es-
Enguita (1990: 149) alude a los grupos pecializados que se requieren para “ser
profesionales para referirse a colectivos competentes” en una actividad deter-
autorregulados de “personas que traba- minada, con un campo de acción en el
jan directamente para el mercado en una que el profesional resuelve problemas
situación de privilegio monopolista. Sólo que la aplicación de otros conocimien-
ellos pueden ofrecer un tipo determinado tos especializados no resolvería con el
de bienes o servicios protegidos de la mismo grado de idoneidad o compe-
competencia por la ley”. En su opinión, tencia. La existencia de un cuerpo de
hay que diferenciar a los profesionales conocimientos específico proviene de
de los obreros, entre los cuales surgen la investigación científica y tecnológi-
las “semiprofesiones”, constituidas por ca, así como de la oportuna elaboración
asalariados sometidos a la autoridad de teórica por parte de quienes constituyen
empresarios, pero que poseen ciertas el ámbito propio –o compartido– de
dosis de autonomía y control sobre las cada profesión.
condiciones de su trabajo, así como unos • Una formación técnica reglada,
salarios relativamente elevados, lo que le desarrollada a través de una prepara-
sitúa en un ‘estatus’ social intermedio. La ción previa e institucionalizada, que
enseñanza, para Fernández Enguita, sería capacita a quienes la realizan para
un ejemplo de semiprofesión. explicar, optar, decidir y justificar las
Como ya hemos anticipado, en actuaciones asociadas a su función.
la configuración de una determinada Con frecuencia, dentro y/o fuera
profesión resulta imprescindible que del proceso formativo, se requiere
quienes la practican puedan hacer uso la demostración de las competencias
de un conocimiento específico mediante adquiridas mediante la superación
el que, además de formarse o capacitar- de pruebas de aptitud, sean éstas de
se, sea posible desarrollar algún tipo de naturaleza teórica, práctica o mixtas.
aplicación. Pero, además, son precisos • El reconocimiento social de las activida-
otros criterios o atributos, respecto de los des que llevan a cabo los profesionales
que se ha alcanzado un relativo consenso o, en su defecto, de la utilidad colectiva
(véanse, entre otros: Moore, 1970; Elliott, del servicio afectado por el desempeño
1975; Fermoso, 1978; García Carrasco, profesional; de esta forma, se espera
1983; Carr y Kemmis, 1988; Touriñán, que su quehacer responda al interés

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que muestra la sociedad por las tareas so con la acción. De su elaboración


que realizan de modo regular y con- y cumplimiento se infieren normas y
tinuado. Dicho reconocimiento social derechos de los profesionales consigo
requiere, generalmente, que orienten sus mismos (auto-regulación de la conduc-
preocupaciones hacia la prestación de ta de quienes integran la profesión),
un servicio público, con la intención con las personas (usuarios, clientes, pa-
de satisfacer una o varias necesidades cientes, sujetos, etc.) que constituyen
sociales de la población; en último la referencia más directa de su trabajo,
término, son las demandas que ésta con las instituciones o entidades en las
realiza las que otorgan validez social a que prestan sus servicios, con otros
una profesión, ya que de ellas depende profesionales o con la sociedad en su
que constituya o pueda constituir la conjunto. Como recuerda Vilar (2000:
base económica del individuo que la 279-280),
desempeña, proporcionándole prestigio, el código deontológico tiene como función
orientar la excelencia de la profesión, es
éxito o autoridad en su campo.
decir, crear una cierta cultura moral para
• La existencia de un colectivo, más garantizar que se cumple la función social
o menos organizado en torno a una asignada. Para ello, tiene un componente
“cultura profesional” diferenciada, de aspiración, esto es, declara los ideales en
cuya articulación social permite los que los profesionales deben orientarse, y
tiene también un componente normativo en
trascender la esfera de lo particular el sentido de que determina las normas de
y privado; su identidad colectiva comportamiento profesional.
genera distintas percepciones y re- Con un planteamiento diferente,
presentaciones sociales acerca de sus Corrigan y Haberman (1990) consideran
cometidos profesionales y laborales, que los elementos fundamentales de una
los mecanismos de afiliación y acceso, profesión son esencialmente cuatro:
el ‘status’ social asignado, etc. La cul-
tura profesional se nutre de una serie • La posesión de un conocimiento
de valores, normas y símbolos de los base: toda profesión posee un cuerpo
que se derivan creencias compartidas de conocimientos y destrezas, funda-
sobre lo que la profesión es o debe mentado en la teoría y la investigación,
ser, patrones que guían la relación con además de en los valores y la ética
los clientes y empleadores, hábitos profesional.
de colaboración interna, estereotipos • Los controles de calidad, que se re-
profesionales, nociones de carrera fieren a los procesos e instrumentos
deseable, mecanismos de promoción, de evaluación a los que se recurre al
etc. Este colectivo puede –y, en oca- objeto de asegurar que los candidatos
siones, debe– concretar sus dinámicas poseen los conocimientos y destrezas
a través de corporaciones, asociaciones requeridas.
o/y colegios profesionales. • Los recursos, entre los que se incluyen
• El respeto a un código de deontología y los salarios, equipamientos, métodos
ética profesional, en el que se expresan y técnicas.
principios elementales que pautan el • Las condiciones de la práctica, a las
ejercicio profesional y su compromi- que se considera como elementos que

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deben existir en la situación de trabajo, encuentran reflejadas en conceptos de


para que un profesional sea eficaz. profesión como los elaborados –en nues-
Finalmente, trazando un perfil más tro contexto– por autores como Fermoso
conceptual y con trazos más precisos, (1978: 157), quien la define como
Hoyle (1980) ha identificado hasta diez el conjunto de funciones públicas, socialmen-
cualidades que deben reunir las pro- te valoradas, ejercidas por personas que han
fesiones para ser consideradas como recibido una formación específica, se dedican
preferentemente o exclusivamente a ellas, son
tales: dueñas de técnicas adecuadas, están organiza-
• Ser una ocupación que desempeña una das asociativamente, disfrutan de autonomía
función social. laboral y se comprometen a cumplir la nor-
• El ejercicio de esta función requiere mativa vigente sobre su trabajo, por el que
reciben una retribución económica
un considerable grado de destreza.
• Esta destreza se ejercita en situacio- por Millán i Guasch (1995: 102), que
nes que no son rutinarias sino que en concibe una profesión como
cada ocasión se han de abordar nuevos un conjunto de conocimientos teóricos, ap-
titudes y habilidades prácticas que capacitan
problemas en nuevas situaciones.
para ejercer una gama más o menos amplia
• Se necesita un cuerpo sistemático de de actividades o bien ocupar un conjunto de
conocimientos que no se adquiere a lugares de trabajo afines, previa obtención
través de la experiencia. de la titulación y el reconocimiento formal
• La adquisición de este cuerpo de cono- y social de la referida capacidad.
cimientos y el desarrollo de destrezas o, por último, por Sarramona, Noguera y
requiere un prolongado período de Vera (1998: 100), quienes entienden por
enseñanza superior. profesión “aquel conjunto de actividades
• El período de formación y entrena- específicas que, fundamentadas en cono-
miento implica la socialización de los cimientos científicos y técnicos, se aplica
candidatos en los valores y la cultura a la resolución de problemas sociales”.
de la profesión. Bien es cierto, que teniendo en cuenta
• Estos valores tienden a centrarse en el que la naturaleza de estos “problemas
interés del cliente, y a veces se hacen sociales” es muy amplia.
públicos en un código ético.
• Es esencial que el profesional tenga 2. Los educadores-pedagogos
libertad para poder juzgar y decidir
sociales como profesionales de
en cada momento.
• Los componentes de la profesión se la educación
organizan como grupo frente a los Aunque el grado de cumplimiento
poderes públicos. de lo que en los conceptos se señala varía
• La duración de la formación del pro- de unas profesiones a otras, en ellos se
fesional, su responsabilidad y la de- refleja cómo en el perfil de una persona
dicación al cliente se recompensa con “profesionalizada” convergen una serie
un alto prestigio social y una elevada de atributos y competencias cuya delimi-
remuneración. tación viene dada por el “saber” (referido
En líneas generales, todas las ca- al bagaje de conocimientos científicos,
racterísticas que hemos presentado se metodológicos, instrumentales, legales,

100
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etc. que es necesario poseer); el “saber Carrasco, 1983; Touriñán, 1990 y 1995;
hacer” (relacionado con el desarrollo de Sáez, 1996) a la hora de dirimir
las habilidades técnicas que posibilitan si podemos aplicar el concepto de profe-
una aplicación adecuada de los conoci- sionalidad a la actuación educativa con los
mientos); el “saber ser” (relativo a las ac- mismos parámetros que lo hacemos para otras
actividades cuando resulta que la educación
titudes y a los estilos de comportamiento nos implica de manera tan directa a todos y
que se proyectan en la convivencia); y el existe desde que existe la humanidad misma.
“saber estar” (vinculado, fundamental- (Sarramona, Noguera y Vera, 1998: 105).
mente, a las habilidades sociales y a las Con frecuencia es una cuestión que
capacidades de interacción, colaboración, se resuelve identificando a los profesiona-
etc. con otras personas e instituciones). les de la educación con los profesores o,
Estas competencias, según Romans como señala Touriñán (1990), con quie-
(2000: 172-173), deben orientarse hacia nes son competentes y están habilitados
tres niveles preferentes: las personas a las en funciones pedagógicas, concibiendo
que dirige su acción; las organizaciones éstas como actividades específicas ba-
tanto públicas como privadas; y el equipo sadas en el dominio de un conocimiento
de trabajo que debe constituirse y en el que autónomo de la educación que permite
los profesionales han de estar integrados generar decisiones pedagógicas, y cuyo
(véase figura nº 1). concurso se considera necesario para sa-
En líneas generales, son conceptos y tisfacer la demanda social de calidad en la
criterios cuyos planteamientos satisfacen educación. Las funciones pedagógicas a
quienes se dedican a la Pedagogía-Edu- las que suele aludirse, dentro y fuera del
cación Social y que, por lo tanto, posibi- sistema escolar, son esencialmente tres:
litan que puedan ser considerados como docencia, apoyo al sistema educativo e
“profesionales” en este campo; lo que no investigación.
obsta para que la definición de su esta-
tuto profesional sea objeto de frecuentes
controversias, dada la confusión todavía
existente acerca de la multiplicidad de
denominaciones, funciones, perfiles,
competencias, responsabilidades, etc.
atribuidas a quienes trabajan o desean
hacerlo en los diferentes ámbitos que es-
tructuran la acción e intervención socio-
educativa. Y que, como es obvio, trascien-
den la mera distinción entre “pedagogos
sociales” y “educadores sociales” para
situar el debate en el amplio escenario
de las “profesiones sociales”.
En este sentido, no puede soslayarse
la preocupación que han mostrado diver-
sos autores (véase, entre otros: García

101
Construir la profesión: la Educación Social... Pedagogía Social 9 Segunda época

Figura nº 1. Competencias relacionales de los profesionales de la Pedagogía-


Educación Social

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Son funciones que aparentemente educativa–, por lo que es frecuente que


contemplan divtersos ámbitos de actua- deriven en afirmaciones en las que se
ción –lo escolar y lo extraescolar, el formal subraya que
y el no formal, etc.–, tratando de integrar de los profesionales de la educación, no sólo
a todos los profesionales de la educación podemos decir que ejercen su actividad en el
–refiriéndose al sistema educativo como sistema, teniendo como objetivo el propio
sistema y la educación, sino también que se
una realidad mucho más amplia que el forman en el sistema; a través del sistema
sistema escolar, o aludiendo expresa- se hacen profesionales de la educación y el
mente al hecho de que la profesionalidad sistema mismo, en una buena parte, está en
docente no agota toda la profesionalidad manos de profesionales (Touriñán, Rodríguez
y Lorenzo, 1999: 67);

102
Pedagogía Social 9 Segunda época José Antonio Caride Gómez

o, como es el caso de Wanjiru (1995: profesionales que actúan en la realidad


232), en las que se limita la función pe- social”, en convergencia con la también
dagógica profesional a quienes imparten supuesta “delimitación y establecimiento
enseñanzas, señalando al respecto que definitivo de los ámbitos profesionales
dentro de la profesión docente se pueden de intervención”. Frente a este hecho,
incluir “tanto al maestro de primeras le- señala Ucar que
tras, como a los catedráticos y pedagogos la propia historia de la educación social
de todo género”. muestra que se está, en estos momentos,
en lo que podríamos catalogar como la
Frente a cualquier visión restric- adolescencia de la profesión. Muestra asi-
tiva, reivindicamos la identidad del mismo que, al proceso de autoafirmación
educador social y del pedagogo social –defensa y lucha de y por la profesión– y al,
como profesionales de la educación, también, proceso de reconocimiento social
de la misma por parte de la sociedad –aca-
cuya formación y función pedagógica demización y regulación de la formación a
transciende el sistema escolar e, incluso través de la incorporación de dichos estudios
en sus alusiones más genéricas y ambi- a la Universidad-, ha de seguir un largo ca-
guas, el “sistema educativo”, si éste no mino en el que habrá que definir y redefinir
continuamente la justificación; el objeto; los
se equipara explícitamente a cualquier
diferentes perfiles profesionales; los sujetos
clase de institución educativa, realidad de la acción; los ámbitos de intervención;
o ámbito de la vida cotidiana en los que y, por último, las propias funciones de la
sea posible generar y mantener vivo un profesión de educador social.
proceso educativo. Con ello, no preten- Por diversas razones, el tema de
demos asimilar la Pedagogía-Educación los “perfiles profesionales” en la acción-
Social a cualquier práctica educativa intervención social en general, y en la
que tenga como escenario la sociedad Pedagogía-Educación Social en particu-
ni conducir la profesión pedagógico- lar, debe ocupar un lugar destacado en
educativo-social hacia un profesiona- las preocupaciones de quienes procu-
lismo sin fronteras. Más bien, al ser ran diferenciar, no sin dificultades, las
éstas todavía imprecisas o borrosas, se tareas, deberes, riesgos, obligaciones,
trataría de evitar su cierre de un modo responsabilidades, etc. “que conlleva un
artificioso o simplista, justo cuando la puesto de trabajo, así como los requisi-
complejidad de “lo social” invita a la tos exigidos a la persona ‘profesional’
máxima apertura posible en los modos que pretenda desarrollar ese trabajo”
de conocer, reflexionar y actuar. (Rial, 1998: 299). Un tema, por tanto,
A propósito de esta cuestión, resul- que afecta directamente a la “identidad
ta oportuna la reflexión que introduce el profesional” de los pedagogos-educado-
profesor Úcar (1999: 302) acerca de la res sociales y a los modos de construirla;
consolidación e institucionalización de la al menos si, como señala Barbier (1993:
profesión de educador social –diríamos 289), se concibe el perfil profesional
lo mismo del pedagogo social– en nues- como “el subconjunto de capacidades
tra sociedad, cuando, entre otras cosas, o de disposiciones específicamente pro-
parece producirse una “supuesta homo- ducidas al término de las experiencias
geneización corporativa de los perfiles y trayectorias profesionales anteriores

103
Construir la profesión: la Educación Social... Pedagogía Social 9 Segunda época

y específicamente movilizadas en si- La elaboración del perfil profesio-


tuación profesional”. nal exige, según Rial (1998: 299-300),
Los perfiles profesionales no sólo la realización de
ayudan, como apunta Barbier (1993: análisis exhaustivos y sistemáticos que descri-
ban y descompongan, por una parte, las fun-
21), a distinguir entre el “hombre en el
ciones, tareas, operaciones, condiciones del
trabajo”, el “hombre en la profesión” y trabajo y otros aspectos que en conjunto con-
el “ser profesional”. Son, además, un forman un puesto de trabajo (profesiografía).
elemento sustantivo en la búsqueda de Y, por otra, que identifiquen las capacidades
la mayor congruencia posible entre el físico-intelectuales necesarias, la experiencia,
la naturaleza, el grado de responsabilidad, el
mero “estar” en una profesión y el “ser” medio ambiente fisiológico, el medio ambiente
profesional; un problema que ya inquie- social, las condiciones de remuneración y de
tara a Donald Schön (1992) en su bús- promoción (profesiograma).
queda de una profesionalidad reflexiva, Se trata, concluye, de dos campos
considerando que ésta, más allá del uso que son conceptualmente distintos: el
que los profesionales hacen de una serie primero se refiere a las “aptitudes labo-
de capacidades y habilidades orientadas a rales”, mientras que el segundo alude a
demostrar su competencia, requiere que las “aptitudes y características humanas”
posean una personalidad moral y cívica (véase figura nº 2).
que les permita mantener compromisos
Con todo, no basta con que se
y responsabilidades colectivas con su
efectúe una atribución mecánica o
entorno.
burocrática de cualidades profesio-
Complementariamente, cabe pensar nales y personales, o de funciones y
que los perfiles profesionales constituyen competencias, a los profesionales de la
un elemento sustantivo para avanzar en Educación Social. Como ha señalado
la distinción que debe establecerse en- Juan Sáez (1996: 16), es imprescin-
tre los pedagogos-educadores sociales, dible que cualquier pregunta que se
otros pedagogos, otros educadores y otros formule sobre la identidad o el perfil
profesionales sociales o socioeducativos profesional de quienes se preocupan y
(por ejemplo: los asistentes-trabajadores ocupan de la Educación Social –como,
sociales, los psicólogos sociales, los por ejemplo, las relativas a la formación
maestros, los psicopedagogos, los soció- que han recibido y la relación que ésta
logos, los orientadores educacionales, los tiene con sus posteriores acciones pro-
técnicos de animación sociocultural, los fesionales, la interacción entre la teoría
educadores familiares, etc.); además, y y la práctica, los roles y el ‘status’ que
como un aspecto clave, podrá esperar- ocupan, la transición de la formación
se que ayuden a determinar los puntos al empleo, etc.– tenga muy en cuenta
de confluencia y divergencia entre los que “el tratamiento paradigmático es el
“educadores sociales” y los “pedagogos único que puede dar respuesta global
sociales”; una tarea a la que ya han con- y comprensiva, hoy por hoy, a estas
tribuido de manera estimable, trabajos cuestiones en orden a poder efectuar
como los realizados por el profesor Jordi alguna consideración sobre el mundo
Riera (1998). profesional del educador social”. Esto

104
Pedagogía Social 9 Segunda época José Antonio Caride Gómez

Figura nº 2. Conceptos clave en la configuración de perfiles profesionales

Conlleva...

tareas, deberes, riesgos, obligaciones,


Profesiografía responsabilidades, etc. que conlleva un
puesto de trabajo, así como los requisitos
Estudio de funciones, tareas, operaciones, exigidos a una persona, considerada
condiciones de trabajo y otros aspectos “profesional” que pretenda
desempeñarlo

Profesiograma
Capacidades físico-intelectuales necesarias para
la experiencia, la naturaleza, el grado de
responsabilidad, el medio ambiente social,
condiciones de remuneración y de promoción

PERFIL
PROFESIONAL

tarea

profesión

trabajo competencia

cualificación

empleo

clasificaciones
salario profesionales

Fuente: Rial (1998: 300-301). Adaptación propia.

105
Construir la profesión: la Educación Social... Pedagogía Social 9 Segunda época

es así en la medida en que el tema de que no tienen explicación si no consideramos


los modelos o enfoques educativos está el conjunto de la situación social; sabemos
que no podemos intervenir sin hacer inter-
muy relacionado con aspectos como los venir a otros agentes, pero nos situamos en
siguientes: la visión que se tenga de la el terreno concreto profesionalizado de la
profesionalización, la percepción que intervención.
tienen los “prácticos” de sí mismos y
de cómo desenvuelven su desempeño 3. El problema de la identidad
profesional, las estrategias metodoló-
gicas por las que optan y por las rela-
profesional de los educadores-
ciones que mantienen con las personas, pedagogos sociales
las interacciones que promueven con Dentro de esta dinámica, enten-
otros profesionales o con la sociedad demos el papel de los profesionales
civil, las interrelaciones que establecen de la Pedagogía-Educación Social,
con el poder político y las Adminis- no sólo como meros ejecutores de los
traciones Públicas, la importancia que proyectos o programas afectados por
otorgan a la formación y a las relacio- esa acción-intervención, sino también
nes teoría-práctica, los dilemas éticos como verdaderos “animadores” de la
y morales, las consecuencias sociales conciencia social de la comunidad,
de las decisiones y actuaciones que se promoviendo acciones que tiendan a
promuevan, etc. mejorar la calidad de vida de todos los
En este sentido, aun siendo exten- ciudadanos y, muy particularmente, la
sa, creemos que resulta muy ilustrativa integración y participación de quienes
la valoración que realiza Funes (1989: son catalogados como distintos, in-
204) sobre el papel de los profesionales adaptados o marginados; profesionales,
sociales en situaciones que están afec- por tanto, reflexivos y críticos consigo
tadas por la marginación y la exclusión mismos y con las realidades en las que
social: intervienen. Al respecto, Geibler y Hege
trabajar profesionalmente en el ámbito de la (1997: 221) insisten en que el pedagogo
marginación no quiere decir renunciar a la social, “además de poseer las capacida-
ideología, ser aséptico y carecer de compro- des y el manejo óptimo de las deman-
miso social, de interés por cambiar la socie- das del mundo profesional cotidiano”,
dad en que se está. Pero sí es cierto que el
profesional ha de saber medir y diferenciar también ha de ser capaz “de reconocer
su punto de intervención. No es lo mismo las demandas de la praxis como lo que
hacer intervención comunitaria que hacer son y lo que realmente quieren ser”,
movimiento ciudadano, que hacer política insistiendo en que “la actuación profe-
ciudadana. Una cosa es que el trabajador
social sepa que su intervención en un barrio
sional competente es más que una mera
carece de sentido si no compromete al co- aplicación experimentada de métodos
lectivo de agentes sociales que viven con él; y procedimientos”.
otra cosa es que el trabajador se convierta en
De partida, hemos de asumir que
dirigente de su movimiento ciudadano, y otra
muy distinta que sea el agente político o el toda acción socioeducativa posee un
dinamizador político de un barrio. Sabemos alto grado de intersubjetividad, expo-
que el tipo de dificultades con que trabajamos nente –entre muchas otras cosas– de
están generadas por unas situaciones sociales la propia personalidad del pedagogo-

106
Pedagogía Social 9 Segunda época José Antonio Caride Gómez

educador y de su autobiografía; por lo 179-180) son factores o problemas que


que “una praxis profesional entendida inciden en
exclusivamente como dominio y apli- la indefinición del rol de educador en el
cación de sistemas de reglas ahogaría ámbito de lo social, la difícil concreción de
la propia calidad de la relación entre los objetivos educativos en el desempeño
de su trabajo y, por lo tanto, la imprecisión
pedagogo social y cliente (su estruc- de las tareas educativas, es decir, la pun-
tura, su dinámica)”. Un problema que tualización de las que se consideran o no
Geibler y Hege (1997: 222) tratan de susceptibles de ser implementadas por dichos
resolver poniendo un énfasis especial profesionales.
en la competencia reflexiva de los edu- Por lo demás, son problemas que
cadores sociales, ya que no pueden entenderse al margen de
las formas y maneras actuales de encontrarse una serie de rasgos característicos del
y situarse en la acción concreta... son expli- quehacer profesional de los pedagogos
cables y comprensibles muchas veces retro- y educadores sociales, incidiendo sig-
cediendo a experiencias vitales previas”. La
“competencia reflexiva”, prosiguen, “significa nificativamente en la construcción de
la capacidad del pedagogo social de integrar una “cultura” y de un “entorno” socio-
su propio desarrollo personal con sus rasgos profesional en los que se singulariza
más singulares y característicos en la actua- una doble connotación profesiográfica:
ción profesional.
de un lado, son trabajadores sociales y,
Que la profesionalización socio- de otro, profesionales de la educación
educativa no esté al margen de estas (Martínez Sánchez, 1995). Para Úcar
circunstancias muestra hasta qué punto (1999: 302-307), aludiendo expresa-
la identidad profesional de quienes se mente a los educadores sociales –aun-
dedican a la Pedagogía-Educación So- que mucho o casi todo lo que se indica
cial se ve afectada por problemas que es aplicable a los pedagogos sociales–,
no existen en otros ámbitos profesiona- estos rasgos pueden resumirse en:
les más asentados, con más tradición y • La educación social es una profe-
mayor reconocimiento (Ayerbe, 1995 y sión joven: a pesar de que existen
2000; Romans, 2000; García Mínguez, antecedentes que remiten la acción
2001). Problemas propios de profesiones socioeducativa a una trayectoria re-
“emergentes” o “jóvenes”, a los que se lativamente prolongada en el tiempo,
añaden otros que tienen el inequívoco es a partir de los años sesenta cuando
sello de “lo social”, con toda la comple- comienzan a articularse y organizarse
jidad que ello implica: dificultades para sus intervenciones dotándose de mayor
coordinar un trabajo en el que intervie- continuidad y sistematicidad. Coincide
nen distintos profesionales, escasez de este hecho, ya en los años ochenta y
medios y recursos, precariedad laboral, noventa, con la publicación de diversos
desgaste físico y psicológico, excesiva trabajos científicos en los que se analiza
dependencia del poder político, división la figura del educador social como un
entre “directivos” y “trabajadores de la “profesional de la acción educativa en
acción”, escasa penetración de la cultura lo social”; a ellos se añaden otras con-
evaluativa, resistencias a la innovación, tribuciones escritas sobre los perfiles
etc. En opinión de Mercé Romans (2000: profesionales que la integran, con una

107
Construir la profesión: la Educación Social... Pedagogía Social 9 Segunda época

trayectoria más consolidada: animador Características todas ellas, indica Ucar,


sociocultural, educador especializado, “aplicables a la profesión de educación
educador de adultos, etc. social”.
• Es también una profesión nueva: se • Es una profesión viva, dinámica y
señala con ello la necesidad de distin- multiforme. Con esta afirmación,
guir entre lo que eran “intervenciones se reconoce expresamente la exis-
artesanas”, a cargo de “agentes sociales tencia de un antes y un después
voluntarios que carecían de formación de la Educación Social en España,
específica para la acción e intervención diferenciando entre los que pueden
social”, y lo que ya cabe juzgar como identificarse como “perfiles profe-
actuaciones profesionales ligadas a una sionales históricos” (educador de
formación específica, institucionalizada, adultos, educador especializado y
fundamentada científica y técnicamente; animador sociocultural), sobre los
por ello, se confía en que sus procedi- que existía un notable consenso a
mientos y metodologías de intervención finales de los años ochenta, y los ám-
se ajusten más y mejor a las realidades bitos de intervención que emergen
en las que actúan, dando respuestas más durante la última década, aludiendo
eficaces a sus problemáticas. expresamente al estudio realizado por
• Es una profesión convencionalmente Cacho Labrador (1998) en Cataluña:
creada para posibilitar su reglamen- Atención Primaria, Infancia y Adoles-
tación institucional. Se refiere Úcar cencia, Justicia, Drogodependencias,
a “la forma cómo se hubo de definir, Educación y Formación de Adultos,
concretar o construir la profesión para Tercera Edad, Disminuidos y Salud
posibilitar su reglamentación dentro Mental, Animación Sociocultural y
del sistema educativo”; ello requería Tiempo Libre. Esta evolución, dirá
integrar en la profesión de educador so- Úcar, “constituye una buena muestra
cial “diferentes perfiles profesionales de la dinamicidad esencial de la pro-
que, a pesar de trabajar en un mismo fesión”.
ámbito –el social– recogen tradiciones • Es una profesión heterogénea y com-
sociointerventivas diferentes”. En rea- pleja. Ambas cualidades conllevan
lidad, precisa Úcar, reconocer la existencia de “variedad
no existe un educador social que podamos de destinatarios, de situaciones y de
definir como tal; que se constituya como
problemáticas con o sobre los que el o
educador medio o educador tipo. Vista la
pluralidad de perfiles, tiene más sentido la profesional de la educación social ac-
hablar en plural que en singular al refe- túan”. En este sentido, se señala cómo
rirnos a la profesión de educador social”. la educación social en nuestros días está
En su opinión, se trata de “una profesión constituida por una constelación de perfiles
de profesiones. profesionales diferenciados y especializa-
dos en función –primero– de un cúmulo de
• Es una profesión que se centra en el espacios de acción e intervención social y
ámbito de lo social. Lo que significa –segundo– de una tipología de destinata-
decir que se trata de un ámbito que rios que responden a situaciones vitales,
es, por definición, “vivo, dinámico, problemáticas o no, extraordinariamente
diversas.
multiforme, heterogéneo y complejo”.

108
Pedagogía Social 9 Segunda época José Antonio Caride Gómez

• A pesar de su progresiva actualización 2. “La profesión de educador social es a


a través de diferentes perfiles profesio- la vez respuesta y reflejo de la sociedad
nales, la profesión de educador social en la que se desarrolla... La variedad de
surge de una única formación inicial. perfiles profesionales de la educación
• Por razones históricas y coyuntura- social no es otra cosa que la respuesta
les, a o el reflejo de una sociedad donde
en la realidad actual de la profesión conviven problemáticas y destinata-
conviven dos tipos de profesionales bien
rios de la acción social, también muy
diferenciados: los educadores y educadoras
sociales que no han cursado la carrera de variados”.
educación social y los diplomados universi- 3. “La profesión de educador social tiene
tarios que han ido ingresando en el mercado fronteras y límites imprecisos. Es muy
de trabajo desde el año 95. permeable a la aparición de nuevos
A esta diferencia se añade su perte- perfiles profesionales; se amplía a la
nencia a generaciones distintas, con vez que se amplían los espacios para la
desiguales trayectorias vitales... “lo acción social; y cambia en respuesta a los
que no puede obviarse desde la for- cambios sociales”. A lo que Úcar añade:
mación, dado que puede ser fuente “esto no quiere decir, sin embargo, que
de problemas convivenciales en la la educación social sea etérea o inesta-
práctica profesional concreta”. ble, o que carezca de un núcleo teórico
Para Xavier Úcar (1999: 305-306), identificable; significa que no puede ser
estos rasgos permiten extraer, como mí- concebida como algo cerrado o acabado,
nimo, tres conclusiones sobre lo que ha sino como un ámbito de intervención
sido el pasado reciente de la profesión vivo, dinámico, abierto a dar y proponer
y, basándose en ellas, formular algunos nuevas respuestas y nuevas soluciones a
planteamientos de futuro, que el autor las problemáticas que vayan apareciendo
transfiere al proceso formativo y, dentro en una sociedad cambiante como la del
de éste, a lo que suele considerarse como final del milenio”.
el principal escenario de aproximación Debe advertirse que, en las expectati-
y vivencia anticipada de la profesión: el vas y demandas que afectan al desempeño
‘prácticum’. Literalmente, parte de estas profesional de los pedagogos-educadores
conclusiones se presentan así: sociales, convergen situaciones que, con
1. “Todavía existe en la actualidad un cierta frecuencia, nos sitúan ante un rol
desequilibrio entre el conocimiento contradictorio, al tener que identificar,
experiencial de los educadores y conjugar y superar objetivos marcadamen-
educadoras sociales respecto a los pro- te contrapuestos (Martínez, 1995: 29): en
cedimientos, técnicas y metodologías primer lugar, el objetivo eficientista que im-
de la intervención y la teoría sobre la ponen las estructuras burocráticas, siempre
educación social elaborada al respecto. tendentes a destacar logros en términos de
Con otros términos, el desequilibrio se eficacia y competencia; en segundo lugar,
produce entre el ‘conocimiento tácito’ el objetivo de la socialización de los indi-
del que disponen los profesionales y el viduos, que tiende a “integrarlos” en una
‘conocimiento codificado’, disponible sociedad inclinada a la “normalización” y
para la formación". al “control social” con la intención de eti-

109
Construir la profesión: la Educación Social... Pedagogía Social 9 Segunda época

quetar y ordenar a las personas en función Con frecuencia, la dinámica a la que


de una escala de valores, de ciertos méritos conducen ambos procesos, obliga a redefinir
y acreditaciones sociales; y, finalmente, el los ámbitos de acción y las tareas que en
objetivo propio y específico de una tarea ellos desempeñan los profesionales de la
educativa, que se basa en la importancia Pedagogía-Educación Social. Algo evidente
que los pedagogos-educadores sociales han si, como apunta Petrus (1994: 57), se en-
de otorgarle a la autorrealización personal tiende que necesariamente “las funciones de
y colectiva de las personas con las que todo profesional son coyunturales, es decir,
trabajan. En este sentido, se asume que la están sometidas a la propia evolución de
profesionalidad de los pedagogos-educado- la sociedad en la que ejerce su actividad,
res sociales es un corolario de su formación así como también a la constante demanda
inicial y continuada, pero también de su de nuevas prestaciones”. Por tanto, parece
grado de humanización, personalización obvio que deberá evitarse conformar perfiles
y sensibilización hacia las personas y los que incidan en observar a los pedagogos y
colectivos sociales que son, a un tiempo, educadores sociales como profesionales es-
sujeto-objeto de las prácticas pedagógicas táticos –de hoy y para siempre–, indiferentes
que promueven. a las cambiantes realidades sociales, seguros
Al igual que sucede en otras profesio- de haber alcanzado la “mejor” definición
nes, tanto en sus manifestaciones internas de su perfil profesional y del status que les
como externas, los contornos socio-pro- corresponde en el escenario de las profe-
fesionales de la Pedagogía-Educación siones sociales e, incluso, de la educación.
Social se construyen teniendo en cuenta En opinión de Sáez (2003: 56),
las competencias, capacidades, funciones, que la profesión de educador social sea
una construcción en marcha significa que
tareas, etc. que se atribuyen a los pedagogos
no existe una imagen del educador social
y educadores sociales con el propósito de perenne e inmutable, idéntico siempre a sí
orientar su desempeño profesional. Esto es mismo, ni tampoco que la profesión es un
así en la medida en que, de un lado, mucho logro finalista, alcanzado tras superar unos
de lo que la profesión elabora desde su in- determinados estudios.
terior se acaba proyectando en la sociedad Un logro que, en ningún caso, podrá
mediante la adopción de unos determina- alcanzarse al margen del necesario con-
dos modelos de actuación, la utilización de senso sobre los ámbitos y las áreas que
ciertas técnicas y procedimientos, la apli- definen su quehacer educativo y social.
cación de un código deontológico, etc.; y, Como se sabe, toda profesión acota un
de otro, las propias realidades sociales, con determinado campo de actuación, respecto
sus correspondientes necesidades, deman- del que propone y desenvuelve un repertorio
das, problemáticas, conflictos, decisiones de competencias y funciones profesionales
políticas..., obligan a que los profesionales de quienes la ejercen, ya sea de modo pre-
efectúen una constante adaptación o revisión ferente, exclusivo, compartido, subsidiario,
de sus perfiles formativos, laborales, meto- etc.; y que, en el caso de los pedagogos-
dológicos, retributivos, etc. para adecuarse educadores sociales, viene definido por su
a las nuevas situaciones y a las exigencias inequívoca vocación “educativa” y “social”:
que éstas plantean. profesionales que intervienen y son prota-

110
Pedagogía Social 9 Segunda época José Antonio Caride Gómez

gonistas de una acción social conducente Guereau y Trescents (1987), en su libro


a modificar determinadas situaciones per- Educador de calle, presentando de manera
sonales y sociales a través de estrategias asequible la figura profesional del edu-
educativas (Petrus, 1994: 58); para ello, han cador especializado de calle, años antes
de asumir compromisos con determinados de que este “perfil” se integrara en lo que
procesos de cambio social, dinamizando los hoy conocemos como educador social. El
grupos y colectivos sociales a través de la testimonio que sobre su “identidad pro-
acción educativa, mejorando las relaciones fesional” nos ofrecía Adrián Trescents
entre los ciudadanos de una determinada –ya entonces uno de los educadores más
sociedad, incidiendo en aquellas situacio- veteranos, tras veinte años de experiencia
nes que puedan optimizarse a través de las en Cataluña–, desvela muchas de las di-
prácticas educativas, etc. fíciles y críticas funciones del educador
Un buen ejemplo de cómo se per- que trabaja en un medio abierto (véase
cibe este compromiso nos lo muestran cuadro nº 1).

Cuadro nº1. La identidad profesional del educador de calle


Como educador de calle tengo conciencia de que soy Educador en medio totalmente abierto.
Y tengo conciencia de mis limitaciones, y cuanto más tiempo llevo entre los marginados, más
comprendo cuán difícil es salir de la marginación y de la delincuencia.
Comprendo, vitalmente, cómo muchos marginados no quieren oír hablar de elementos e
instituciones oficiales. Todo lo oficial, para ellos, huele a control, a represión, a largas horas de
espera, a fichas, a preguntas interminables.
Deberán pasar todavía muchos años, antes de que puedan convencerse, por ejemplo, de que
los Servicios Sociales están principalmente para servirles, para ayudarles, para que salgan de la
marginación. Y nadie puede sacarles de su situación marginal, si ellos no lo quieren y no aceptan
iniciar los pasos necesarios.
Debido al ambiente del Distrito en su parte del Raval y también en buena parte del otro lado de
la Rambla, zonas ambas muy conflictivas y como he visto que difícilmente otros podrán dedicarse
a los más asociales y delincuentes, me he señalado como objetivo primero de mi trabajo llegar
a ellos, estar con ellos, convivir lo más posible con ellos, y participar de sus angustias como si
fueran también mías.
Sólo así voy comprendiendo algunas situaciones completamente anómalas e impensables, que
jamás pueden entenderse desde una mesa de despacho.
Hay niños, jóvenes ... que nunca acudirán a los centros de esplai que se monten para niños y
jóvenes; que nunca podrán participar en grupos y locales donde todo tipo de vida organizada está
diametralmente opuesta a su manera de ser.
Ellos no van a la sociedad. Ni sienten necesidad de hacerlo. Hasta cierto punto, se encuentran
bien donde están y como están: socializados en la disocialidad; desarrollados en el mundo mar-
ginal y delincuencial.
Por este motivo hace falta que alguien de la sociedad llegue hasta ellos; que se mezcle con
ellos, para comenzar un trabajo de interiorización capaz de despertar a nuevos horizontes.
Todo esto difícilmente pueden hacerlo los animadores de barrio, ni los educadores de “casals”,
ni las asistentes sociales de la zona.
Adrià Trescents
Fuente: Guerau y Trescents (1987: 107-108).

111
Construir la profesión: la Educación Social... Pedagogía Social 9 Segunda época

En sus connotaciones más genéri- social de personas, grupos o comunida-


cas, son competencias y funciones que des”; la educación, en este caso, ha de
ya se reflejan en los modos de definir ser entendida como
a los “educadores” y “pedagogos” so- aquella acción sistemática y fundamentada,
ciales, respecto de los que años atrás de soporte, mediación y transferencia que
(Caballo, Candia, Caride y Meira, favorece específicamente el desarrollo de
la sociabilidad del sujeto (persona, grupo
1996: 45) significábamos que permi- o comunidad) a lo largo de toda su vida,
ten observar dos perfiles diferenciados, circunstancias y contextos, promoviendo
aunque complementarios, en la forma- su autonomía, integración y participación
ción y profesionalización en la acción crítica, constructiva y transformadora en el
marco sociocultural que le envuelve, contan-
e intervención socioeducativas, por lo do en primer lugar con los propios recursos
menos en el caso español y a partir de personales –tanto del educador como del su-
la Reforma de los Títulos y Planes de jeto– y, en segundo lugar, movilizando todos
Estudios universitarios que se emprende los recursos socioculturales necesarios del
a mediados de los años ochenta. Ambos, entorno o creando, al fin, nuevas alternativas”
(Ibíd.: 45). Mientras que el pedagogo social
anotábamos, se identifica con “el Licenciado en Pedagogía
coinciden en su caracterización como agentes que investiga e interviene específicamente ‘en/
sociales que asumen, desde una formación desde’ el marco disciplinar de la pedagogía
específica y con criterio profesional, la respon- social, identificándose como profesión espe-
sabilidad de promover y desarrollar iniciativas cífica y científicamente reconocida (Riera,
y procesos educativos que se identifican con 1998: 174).
la teoría y la praxis de la Educación Social:
en la animación sociocultural, en la atención No obstante, y a pesar de los es-
a la inadaptación y a la marginación social, fuerzos conceptuales que se han venido
en la Pedagogía del ocio y del tiempo libre, realizando para dilucidar los perfiles pro-
en la Educación de Adultos, etc. En el caso fesionales de ambas figuras, posiblemente
del educador social, con responsabilidades
con mucha mayor insistencia y logros
que posibilitan su trabajo en la concepción,
dirección y gestión de procesos educativos en el caso del “educador social” que en
en el plano tecnológico, muy cerca de los el del “pedagogo social”, no parece que
problemas y de los destinatarios; el pedagogo se haya avanzado significativamente en
social amplía las anteriores competencias con ese sentido. Tal vez, porque más allá de
el dominio de los fundamentos científicos –no
sólo tecnológicos– de la profesión, incluso con aspectos relacionados con su formación
obligaciones relativas a la formación, investi- previa, con su ‘curriculum’ académico
gación, innovación y evaluación sistemática. y las titulaciones a que las que da lugar
Por lo demás, como diplomado universitario, –Diplomatura versus Licenciatura uni-
el educador social es un profesional en el
versitaria; polivalencia versus especia-
que se subraya su formación polivalente; el
pedagogo social, como licenciado universi- lización–; de las tentativas que se han
tario, añade a esta cualificación previa una hecho para una delimitación “apriorís-
formación pedagógica específica. tica” de sus respectivas funciones; o de
También con la intención de di- las circunstancias concretas del desem-
ferenciar ambos perfiles profesionales, peño profesional en algunas áreas de la
Jordi Riera (1998: 64), ha conceptuado acción-intervención social, en ciertas
al educador social como “aquel educador instituciones o entidades... estamos
especializado en procesos de educación ante dos profesiones que todavía no han

112
Pedagogía Social 9 Segunda época José Antonio Caride Gómez

conseguido demarcar suficientemente sus temente creado en Cataluña), podrán


respectivos estatutos profesiográficos. Un contribuir a avanzar en la resolución
problema que se vive en el interior de la del problema.
propia profesión (por ejemplo, cuando Por otra parte, no puede obviarse
quienes se preparan para ella o quienes que la construcción de sus respectivas
la ejercen son incapaces de diferenciar identidades, como “pedagogos” y “edu-
sus respectivos roles profesionales) y en cadores” sociales, además de obligar a
el exterior de la misma, al no conseguir una comparación y diferenciación entre
que la sociedad y sus “empleadores” ambos perfiles profesionales, requiere que
distingan a un pedagogo social de un se amplíe este esfuerzo a otras figuras
educador social, más allá de la titulación profesionales, consideradas afines: tra-
que acreditan en cada caso. bajadores sociales, pedagogos, psicope-
En el caso español, exceptuando dagogos, psicólogos sociales, maestros,
las decisiones que se han adoptado en etc., con los que se producen frecuentes
el mundo académico al crear la Diplo- interferencias en el desempeño laboral,
matura en Educación Social y mantener dada la complejidad de los procesos de
la Licenciatura en Pedagogía –implan- acción-intervención social y las exigen-
tándose en algunas Universidades itine- cias de interdisciplinariedad y multipro-
rarios formativos o títulos propios con fesionalidad que ésta requiere, siendo
perfiles de Pedagogía Social–, aún no se factible –y deseable– la implicación
han dado las condiciones que permiten en la misma desde diferentes referentes
abordar esta cuestión de modo satisfac- conceptuales y formaciones específicas.
torio, ante la relativa indiferencia del En este sentido, Riera (1998: 199) –alu-
mercado laboral y las dificultades que diendo expresamente a las figuras del
tienen los “profesionales” de la Peda- “educador social”, del “pedagogo social”
gogía-Educación Social para labrar y y del “trabajador social”– considera que
proyectar su propia “autoimagen”. Difi- se impone la revisión y reorganización
cultades que también experimentan los de algunos aspectos que guardan una re-
centros formativos, de modo particular lación directa con la identidad de estos
las Universidades, a la hora de diseñar tres profesionales, “para superar algunas
sus respectivos planes de estudio y de disfunciones o desajustes existentes, que
procurar una cualificación teórico- provocan confusión e incluso malestar
práctica acorde con las “diferencias” en las interacciones mutuas y con los
que se presupone existen entre ambas otros profesionales de la acción social”,
titulaciones. La creación en Cataluña comenzando por cuestiones que afectan
(1996), Galicia (2001) o Baleares (2002) a su formación inicial como profesiona-
de sus respectivos Colegios Profesio- les y al esclarecimiento de las funciones
nales de Educadores Sociales, junto a específicas de cada uno de ellos, en lo
otras iniciativas que, desde hace años, que tienen de específico y en lo que
tratan de definir el Estatuto Profesional comparten.
del Pedagogo y, en su caso, propiciar la Al respecto, compartimos con Or-
creación de un Colegio Profesional de tega (1999: 37) la importancia que ha de
Pedagogos (como sucede con el recien-

113
Construir la profesión: la Educación Social... Pedagogía Social 9 Segunda época

otorgarse entre los profesionales de las ellos. Ninguno de ellos se corresponde con
Ciencias Sociales a la interdisciplinarie- una profesión de entidad real. Tendríamos
que inventarnos, por tanto, ese ámbito pro-
dad, a la colaboración y coparticipación fesional y laboral y además conseguir que la
en proyectos y acciones comunes: sociedad/mercado de trabajo se los creyera
así, habrá que hablar más de finalidades y reconociera y éste me parece un esfuerzo
sociales que de estatutos profesionales ce- condenado al fracaso. Un pedagogo escolar
rrados. En general, dentro de las ciencias no puede ser menos que un psicopedagogo,
sociales y profesiones sociales, no creo que un educador social, por utilizar las denomi-
sea conveniente establecer una ordenación naciones propuestas, y otras cosas más. De
rígida estudios-salidas profesionales, pues, la misma forma, un psicopedagogo tiene que
dado el dinamismo de la sociedad actual, una ser un pedagogo escolar, un educador social y
asignación muy fija de competencias profe- otras cosas más. Lo que es más difícil precisar
sionales podría conducir a esclerotizar o, al es qué es/debe ser un ‘educador social’. La
menos, limitar un enriquecimiento progresivo educación, cualquiera que sea su ámbito y
o cortar posibilidades de futuro a esas carreras sus destinatarios es ante todo y sobre todo
profesionales. un proceso social, la educación, si algo es, es
social. La distinción entre psicopedagogo y
Sin embargo, intereses contra- pedagogo escolar y educador social es, pues,
puestos de muy diverso signo (acadé- absurda desde su misma base epistemológica.
micos, políticos, laborales, históricos, Ahora bien, si con el educador social lo que
profesionales, corporativos, etc.), que se se pretende es formar redentores sociales,
profesionales de la salvación de los droga-
manifiestan con cierta frecuencia en las
dictos, alcohólicos, parados, mujeres, putas,
percepciones y representaciones socia- gitanos, etc., esto es, lo que hasta hace unos
les que manejan diversos interlocutores, pocos años se llamaba y era el objetivo de
complican sobremanera esta tarea. Al la Pedagogía Diferencial, me parece un
respecto, cabe recordar las controversias disparate y un retroceso enorme en el desa-
rrollo de la Pedagogía en el Estado español.
que ya se suscitaron en los últimos años Los problemas de estos colectivos no son,
ochenta con motivo de la Reforma de obviamente, básica ni fundamentalmente
los Planes de Estudio y las propuestas educativos. Son de otra naturaleza. Por otra
del llamado Grupo XV del Consejo parte, parece absurdo que el pedagogo se
convierta en un Asistente Social, para eso
de Universidades, a las que hacemos
ya están los Asistentes Sociales.
alusión en el capítulo que dedicamos a
la “Pedagogía Social como disciplina Las valoraciones del autor, es-
académica”. pecialmente en lo que atañe a los pe-
dagogos-educadores sociales, son una
Anotamos, entre muchas otras y
muestra palmaria del clima de opinión
por expresar un parecer relativamente
que existía y que, en parte, todavía existe
extendido –y, en este caso, publicado–,
respecto de su desempeño profesional
las observaciones que entonces realizaba
y de las tareas que les corresponde des-
Rodríguez Guerra (1990: 146), Profesor
envolver en la sociedad. Por fortuna,
de Sociología de la Universidad de La
contrarrestados por las percepciones que
Laguna a la luz de dicha propuesta:
desde hace años vienen realizando otros
Observando la propuesta del Grupo 15, por
otra parte, a uno no le queda claro qué podría
colectivos profesionales y académicos,
ser un pedagogo escolar, un psicopedagogo como la Asociación Internacional de
o un educador social y cuál sería el ámbito Educadores de Jóvenes Inadaptados
profesional y laboral concreto de cada uno de (AIEJI) –hoy de “Educadores Socia-

114
Pedagogía Social 9 Segunda época José Antonio Caride Gómez

les”–, la Federación de Asociaciones verdadero poder en la configuración de


Profesionales de Educadores Especia- la sociedad, ya sea en el plano político,
lizados, así como por la mayoría de los económico, cultural, religioso o social.
profesores e investigadores que vinculan De ahí que también coincidamos con
su quehacer universitario a la Pedagogía el profesor Vilar, cuando al reconocer
Social y a otros itinerarios pedagógicos la necesidad de seguir el rumbo de las
que se muestran especialmente sensi- políticas sociales, sugiere que ha de ser
bilizados hacia su desarrollo futuro. un seguimiento hecho “desde una iden-
De ahí que, aún cuando persistan las tidad construida, no desde una identidad
dificultades, puedan constatarse avances permanentemente en obras”.
significativos tanto en el diseño curri-
cular de los procesos formativos como 4. Entre el sentido del “deber”,
en la normalización de sus responsa-
bilidades profesionales, sobre todo
las responsabilidades públicas
en aspectos que se relacionan con el y la deontología profesional
establecimiento de las funciones que les Por lo que hemos expuesto, cabe
corresponde desempeñar, la delimita- pensar que si la identidad profesional de
ción de competencias y especialidades, los pedagogos y educadores sociales ha
las condiciones de acceso y regulación de estar vertebrada en torno a los compro-
del ejercicio profesional, etc. Todo ello misos y responsabilidades educativas que
sin que se pase por alto, como señala adquieren ante la sociedad, buena parte
Sáez (1998: 88), que de estas intenciones deberán reflejarse en
el educador social no es una figura monolítica, su formación inicial. De hecho, muchos
idéntica a sí misma, representativa de todos de sus planteamientos se han traducido
los educadores del mundo... lo que existen
en orientaciones o directrices que ya
son educadores sociales, cada uno fruto y
resultado de su formación y experiencia y otras están presentes en los actuales planes
variables, pero también situados en contextos de estudio, poniendo énfasis en que la
de trabajo que presentan condicionamientos preparación de los futuros profesionales
concretos y específicos que demandan res- ha de cimentarse en aspectos como los
puestas acordes.
siguientes (véanse, entre otros: Merino,
No obstante, es preciso advertir 1986; Sáez, 1993; Muñoz Sedano, 1994;
que la necesidad de otorgarle sentido López Herrerías, 1996; Romans, Petrus
y función social a la profesión no debe y Trilla, 2000):
inducir a que se confunda la figura
• Posesión de un bagaje de contenidos
profesional con los estilos posibles de
socio-psico-pedagógicos básicos,
trabajo (Vilar, 2001: 19), “para evitar
construidos, interpretados y expli-
multiplicaciones innecesarias de perso-
cados desde la interdisciplinariedad,
nas que, en un intento de encontrar su
fundamentalmente en el ámbito de
espacio en el mercado del trabajo, aca-
las Ciencias Sociales y Humanas. A
ban convirtiéndose en los profesionales
lo que se añade una formación peda-
inhabilitantes que ya describió Illich”. Y,
gógica especializada en aquellas áreas
por tanto, ir a remolque de lo que dictan
de acción-intervención educativa que
las circunstancias o de quienes ostentan
delimitan el quehacer profesional de

115
Construir la profesión: la Educación Social... Pedagogía Social 9 Segunda época

los pedagogos y educadores sociales: de profundo calado pedagógico y social,


inadaptación y marginación social, entre los que suelen mencionarse los si-
educación de adultos, desarrollo co- guientes: facilitar los medios necesarios
munitario, animación socio-cultural, para que los sujetos con los que actúa
ocio y tiempo libre, formación laboral puedan tomar conciencia de sí mismos y
y ocupacional, etc. de la sociedad en la que viven, fomentando
• Dominio de las técnicas, procedimien- su integración; crear y mantener cauces de
tos, recursos, métodos y estrategias que comunicación y desarrollo interpersonal
posibilitan una acción-intervención so- e intergrupal, institucional y comunitario;
cioeducativa concebida de un modo promover situaciones que se orienten ha-
integral y complejo: conocimiento cia una mejora de las realidades sociales
y análisis de realidades sociales, en términos de bienestar personal y co-
planificación y diseño de programas, lectivo; suscitar actividades e iniciativas
implementación de iniciativas, evalua- de carácter formativo, cultural, artístico,
ción de procesos y resultados, etc., sin deportivo... incentivando la participación
obviar su adecuada contextualización y el protagonismo activo de todos los
y adaptación a las peculiaridades geo- ciudadanos; reivindicar el respeto a los
gráficas, socioculturales y económicas derechos individuales y colectivos, es-
en las que han de ser adoptadas y pecialmente en personas afectadas por
aplicadas. situaciones de riesgo o dificultad, me-
• Asunción de obligaciones éticas y so- diando pedagógica y socialmente en su
ciales respecto de las personas, grupos satisfacción; actuar educativamente en los
y comunidades que se constituyen en problemas que son de su incumbencia, en
sujeto y objeto de sus actuaciones el marco de lo que son considerados como
educativas, exponente de un talante realidades, ámbitos, áreas o contextos de
abierto, crítico y dinamizador de la su acción-intervención (Caride, 2003).
sociedad y de los procesos de cambio En cualquier caso, creemos que
que la afectan. las actuaciones profesionales de los
• Desarrollo de aptitudes, actitudes y pedagogos-educadores sociales pue-
comportamientos que garanticen un den y deben articularse de modo que
alto nivel de comunicación social, constituyan una verdadera mediación
fomentando valores de solidaridad entre las personas y los grupos sociales,
y cooperación, el sentido de los las instituciones y los ciudadanos. Ello
contactos humanos, la participación supone, de un lado, que las prácticas
democrática, la inserción social, socioeducativas participen de una vi-
etc. sión holística e integral, asegurando
Más allá de la formación, o, si se el máximo aprovechamiento posible
prefiere, basándose en ella, también se de las potencialidades inherentes a los
ha insistido en que las responsabilidades sujetos y de los recursos existentes en un
profesionales que los pedagogos-educa- determinado medio; y, de otro, que sus
dores sociales deben y pueden asumir, realizaciones se inscriban en un proceso
vinculándose a tareas que les permitan en el que, como señala Sánchez Vidal
satisfacer una serie de metas u objetivos (1999: 178),

116
Pedagogía Social 9 Segunda época José Antonio Caride Gómez

el interventor actúa... más como catalizador posible de los individuos. Sería precisa-
de esfuerzos y promotor de desarrollo (ayudar mente a partir de este autor, superados
a otros a ayudarse a sí mismos) que como
profesional que aporta directamente solucio-
los años centrales del siglo XIX, cuando
nes a los problemas”, de tal forma que “las la deontología comienza a ser estimada
personas y grupos son vistos como agentes como una disciplina descriptiva y em-
potenciales (no como pacientes de problemas pírica, que tiene por objeto determinar
o receptores de soluciones diseñadas por los
los deberes que han de cumplirse en
profesionales).
determinadas circunstancias sociales, y
Los derechos y deberes que “re- muy especialmente en el desempeño de
gulan” los códigos deontológicos o una profesión.
deónticos, en lo que presuponen de
En esta perspectiva, el sentido del
compromisos y responsabilidades de
deber –indisociable de un código ético
los profesionales en y con la sociedad,
y moral que otorgue legitimidad a la
son elementos fundamentales en este
Educación Social y a los educadores
proceso, en el que se inscriben invo-
sociales en las múltiples tentativas que
cando la coherencia de actuar profesio-
emprenden para satisfacer los derechos
nalmente ante las situaciones complejas
y necesidades de los ciudadanos– cons-
y difíciles sin vulnerar la dignidad de
tituye un referente clave para la cons-
los implicados; y que, como advierte
trucción da su identidad profesional.
Haynes (2002) en su apelación a los
Máxime cuando, como apunta Vilar
profesores y a la ética en la escuela,
(2001), muchas de sus iniciativas nos
conlleva interesarse por las formas de
sitúan ante una práctica educativa y so-
interactuar con las personas, por las
cial que no define solamente un marco
decisiones que se adoptan acerca de
de trabajo o una forma de especializa-
las necesidades y expectativas de los
ción académica, sino y sobre todo, una
demás, o por cualquier aspecto que
experiencia emocional, una esfera de
pretenda contribuir al bienestar social,
compromisos y responsabilidades, un
transfiriendo a la educación a metas que
mundo de valores, una fuente de con-
presupongan mayores cotas de libertad
tradicciones y de sensaciones difíciles
y equidad.
de racionalizar.
En sus acepciones más clásicas, la
Para diversos autores, especial-
deontología acostumbra a presentarse
mente en el ámbito de las profesiones
como la “ciencia de los deberes”. Así la
sociales, esto supone que, además de co-
percibimos en Kant, para quien la na-
nocer y aplicar “estrategias”, “métodos”,
turaleza correcta o equivocada de una
“técnicas” o “procedimientos” eficaces,
determinada acción humana depende
exista una preocupación permanente por
mucho más de la obligación o deber
el trasfondo político, ideológico y axio-
que la impulsa que de sus propias con-
lógico de las acciones e intervenciones
secuencias. O en Jeremy Bentham, quien
sociales que se promueven, a tenor de
al equiparar la deontología a la “ciencia
los intereses y de las finalidades que
de la moralidad”, le atribuye el estudio de
las motivan. Al respecto, no debe ob-
los deberes que han de consumarse para
viarse que la deontología, aún cuando
alcanzar el ideal de la máxima felicidad

117
Construir la profesión: la Educación Social... Pedagogía Social 9 Segunda época

podrá ayudar a los profesionales a to- o adopte/adapte explícita –o implícita-


mar decisiones en situaciones ambiguas, mente– los códigos que regulan otras
complejas o conflictivas, regulando sus profesiones afines, es preciso que
actitudes y comportamientos, es una vía someta sus señas de identidad a un
privilegiada para “construir un sistema intenso escrutinio público, mostrando
de valores profesionales que orienten las y contrastando su praxis en el contex-
actuaciones en el marco de unos principios to de otras profesiones –incluso en el
morales”, como también observa Vilar sector del “voluntariado”–, con las que
(2000: 282). vienen a confluir o a distanciarse en
Coincide esta percepción con la sus cometidos socio-profesionales. Esto
importancia que se le ha atribuido a obliga a evaluar, entre otros aspectos,
los códigos deontológicos en la con- si existe o no una formación inicial que
figuración externa e interna de una la sustente, si hay o no una conciencia
determinada profesión, especialmente colectiva de la profesión, si goza o no
cuando se trata de precisar su rol en la del reconocimiento de normas de con-
sociedad, la convergencia o divergencia ducta o de principios que aseguren su
con otros profesionales (por ejemplo cumplimiento, si existe o no un consenso
y en lo que ataña a los educadores so- mínimo en torno a sus cometidos y apli-
ciales, con los “trabajadores sociales”, caciones, si conforma o no asociaciones
“pedagogos”, “psicólogos”, “maestros”, profesionales, etc. Aspectos que, con
etc.), la naturaleza de la formación, la frecuencia, propician una doble lectura
autonomía funcional y metodológica, acerca de su idoneidad, ya que, como
etc.; y que, en su conjunto, parecen subraya Sánchez Vidal (1999: 162),
coincidir en asignarle dos funciones “junto a la generalizada impresión de
principales: de un lado, garantizar el que son necesarios y convenientes, se
reconocimiento profesional de quien desliza la crítica, no menos cierta y
vincula su quehacer laboral a una tarea contundente por más que infrecuente,
específica, en la que suscribe una serie a su escaso realismo práctico y a su
de principios y deberes que deben pro- tendencia a preservar más los privilegios
curar ser coherentes con las funciones de los profesionales que los derechos de
sociales que le son encomendadas; de sus clientes”. De ahí que sea habitual
otro, precisar las exigencias y respon- distinguir entre los aspectos que tienen
sabilidades que emanan de la práctica un carácter positivo (autorregulación,
profesional, sugiriendo los comporta- atribución de responsabilidades, con-
mientos u orientaciones morales que se senso social, etc.) y los que son vis-
consideran más idóneos para proteger tos como negativos (corporativismo,
a las personas y a los colectivos que atribución de prestigio o status social,
son objeto y/o sujetos de esa práctica. moralismo, etc.).
Cometido, este último, especialmente Según el profesor Pantoja (2002),
relevante para la Educación Social. entre las funciones positivas que pueden
En todo caso, para que una profe- atribuirse a un código deontológico en
sión se dote de un código deontológico, la Educación Social cabe mencionar los
siguientes:

118
Pedagogía Social 9 Segunda época José Antonio Caride Gómez

• Delimitar los ámbitos de competencia nales, los educadores y las educadoras


de la Educación Social, sin caer en el sociales.
corporativismo y teniendo en cuenta Entre los aspectos negativos o
otros profesionales sociales, con las cuestionables, Pantoja señala funda-
dificultades que supone deslindar sus mentalmente tres:
respectivos campos de acción. • Funcionar exclusivamente como
• Aclarar las responsabilidades del un elemento decorativo, que le da
educador social respecto a si mismo, prestancia a la Educación Social
a la comunidad donde presta sus ser- ante las demás profesiones y que
vicios, a las familias, a las empresas suscita la consideración y el respeto
que lo contratan, a la sociedad en su de otros profesionales, pero sin que
conjunto. sus efectos transciendan más allá del
• Dilucidar las orientaciones filosóficas escaparate.
o idearios generales que orientan la • Alimentar el corporativismo, defen-
profesión, señalando los principios que diendo a ultranza “lo propio de una
de modo ideal deberían ser tenidos en profesión, sus competencias, para
cuenta con carácter permanente. evitar todo tipo de intrusismo”.
• Fortalecer el ‘status’ de la Educación • Coartar el debate público entre los
Social y la de sus profesionales, po- propios profesionales, y entre éstos
sibilitando que sea un código público y la sociedad. Cuando esto sucede,
y conocido por la sociedad y, más en el código deontológico no parece
concreto, por los “usuarios” o desti- pretender otra cosa que asegurar que
natarios de los servicios educativo- sus profesionales tengan un comporta-
sociales. miento “correcto” y dócil, carente de
• Mejorar la calidad de las interven- iniciativas y substantivamente orto-
ciones, lo que supone vincular sus doxo; lo que, como resulta imaginable,
propuestas a una formación continua desvirtúa las cualidades emergentes
y a una reflexión constante sobre la de una profesión en vías de construc-
práctica profesional. ción.
• Proteger a los usuarios o sujetos de la En esta tesitura no puede pasarse
acción-intervención socioeducativa de por alto que hay profesiones en las que
los abusos de los profesionales, por el énfasis se pone en sus aspectos cor-
ejemplo en aspectos que afectan a su porativos o privativos, cuestionando el
intimidad, a la conciencia subjetiva, papel que cumple la deontología profe-
a sus creencias o principios morales, sional en un determinado espacio social,
etc. ya que parece preocuparse mucho más
• Enumerar las normas mínimas para por delimitar, defender y legitimar la
el ejercicio profesional, entre los actuación de los profesionales que los
objetivos generales de la profesión y compromisos y responsabilidades que
su filosofía subyacente, y las pautas les corresponde adquirir ante los ciu-
mínimas destinadas a salvaguardar la dadanos, a los que identifican habitual-
dignidad y el honor de la profesión, de mente como meros clientes, pacientes o
la Educación Social y de sus profesio- destinatarios de su acción. En este caso,

119
Construir la profesión: la Educación Social... Pedagogía Social 9 Segunda época

y al margen de otras consideraciones, res como la tolerancia, respeto, justicia, paz,


el problema no reside sólo en la defi- solidaridad, responsabilidad, etc. (Pantoja y
Rodríguez, 2001: 94).
nición del perfil profesional sino, con
bastante frecuencia, en la tipología de La importancia de estas aportacio-
los modelos, enfoques, paradigmas, nes y, en su conjunto, de las reflexio-
etc. a los que recurren y desde los que nes que se han realizando acerca de la
se reafirman como personas “técnica y ética en el quehacer profesional de los
profesionalmente competentes” para educadores sociales, es incuestiona-
desempeñar una determinada tarea. ble. No obstante, especialmente si el
código deontológico de una profesión
En el caso de los educadores y las
tiene que ser concebido mucho más
educadoras sociales, las tentativas que
como un punto de partida que como
se vienen realizando a favor de la ela-
un punto de llegada, creemos que es
boración de un código deontológico de
muy oportuna la recomendación que
su profesión permiten constatar, hoy en
hace Jesús Vilar (2000: 292-293) en
día, algunos logros, entre los que cabe
relación con la construcción futura de
destacar la propuesta que se gesta en
los códigos deontológicos, "no tanto
octubre de 1995 en la Universidad de
desde la profesión de origen como
Deusto, en la que un equipo dirigido por el
desde la problemática que se pretende
profesor Luis Pantoja viene dando forma
erradicar".En su opinión, no será
a un proyecto de código deontológico
descabellado pensar, por ejemplo, en una
del educador y educadora social que ha ética de la acción social que incluya a to-
sido difundido y sometido a debate pú- dos los profesionales que participan en un
blico a través de distintas vías (véanse: equipo interdisciplinar en lugar de tener los
Pantoja, 1998; Rodríguez, 1999; Pantoja códigos deontológicos del trabajador social,
del psicólogo social, del educador social, del
y Rodríguez, 2001).
maestro...
En el esbozo de este código, como
aunque para eso, será imprescindible
suelen presentarlo sus autores, se reco-
que
gen una serie de principios y normas
la consolidación de las distintas profesiones
que deberán reconocer, sancionar y esté asegurada y seamos capaces de pensar más
asumir los propios profesionales de la en el otro –el ciudadano a quien se ofrece un
Educación Social, declarando expresa- saber– que en uno mismo –los profesionales
mente que que ofrecen ese servicio.
el educador social es ante todo y esencial- En ésta y otras propuestas, la Edu-
mente educador. Por esto sus intervencio- cación Social se juega mucho de lo que
nes educativas deben procurar siempre la representa su verdadera razón de ser, a
aproximación directa y humana hacia las
personas con las que trabaja, aceptándo- resultas de un proceso histórico –dirá
las, comprendiéndolas y favoreciendo en Sáez (2003: 56)– por el que una serie de
ellas aquellos procesos educativos que les actores sociales, desempeñando una ocu-
permitan un crecimiento personal positivo pación, han ido mostrando competencias
y una inserción crítica en la comunidad a la
que pertenecen. Además, toda intervención
y habilidades en diversas tareas:
socioeducativa en la sociedad en general debe la estructura lógica de estas tareas no sólo ha
ser global abarcando todas las facetas de la deparado un conocimiento teorizado y sis-
persona y sin olvidar la educación en valo- tematizado, sino que, además, ha aportado

120
Pedagogía Social 9 Segunda época José Antonio Caride Gómez

soluciones a necesidades y problemas sociales en las Actas editadas por el Col-legi


auspiciando la mejora de sus estrategias y ca- d’Educadores i Educadors Socials de
pacidades, y fortaleciendo su status académico
y laboral; a lo que se añade su progresivo
Catalunya (2002).
reconocimiento en la sociedad. Al respecto, coincidimos con Ade-
Sin duda, tal y como sugiere en su la Cortina (1998: 14) en la necesidad de
análisis, se trata de un proceso personal y revitalizar las profesiones, recordando
colectivo que se traduce habitualmente en cuáles son sus fines legítimos y qué
actitudes, conductas, comportamientos, hábitos es preciso desarrollar para
etc. que deben sustentarse en la adopción alcanzarlos. “Virtudes”, dice ella, que
de un código deontológico en el que se permiten oponer al “ethos burocrático”
plasmen ideales, normas y derechos con de quien se atiene al mínimo legal el
los que los educadores y las educadoras “ethos profesional”, de quienes com-
sociales traten de garantizar el cumpli- pitiendo consigo mismos para ofrecer
miento de las funciones que se han ido un buen producto profesional aspiran a
asignando a la profesión. la excelencia, “porque su compromiso
En este sentido, no podrá obviarse fundamental no es el que le liga a la
que en la Educación Social late un deci- burocracia, sino a las personas concre-
dido afán reivindicativo (Caride, 2003): tas, a las personas de carne y hueso,
cohesionar a personas y sociedades en cuyo beneficio da sentido a cualquier
torno a iniciativas y valores que promue- actividad e institución social”.
van una mejora significativa del bienes-
tar colectivo y, por extensión, de todas
aquellas circunstancias que posibiliten su
participación en la construcción de una
ciudadanía más inclusiva, plural y crítica.
De lo que se deduce y espera que ha de
ser una educación que debe hacerse en,
con, por y para la sociedad. En cualquier
caso, asumiendo que se trata de una tarea
profundamente desafiante y comprometi-
da, exponente de un ejercicio profesional
que debe mirar al futuro enfatizando el
protagonismo activo de la sociedad civil,
otorgando un importante protagonismo
a los ciudadanos y a los principios que
sustentan la ética pública, tal y como se
deduce de las contribuciones hechas al
XV Congreso Mundial de la Asociación
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Dirección del autor:


Caride Gómez, José Antonio.
Facultade de Ciencias da Educación. Dpto de Teoría e Historia da Educación.
15706-Santiago de Compostela.
E-mail: hecaride@usc.es
Fecha de entrada: 21-02-02
Fecha de recepción de la versión definitiva de este artículo: 28 –04 - 02

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