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Sistemas políticos, relaciones internacionales e identidades en el Caribe

LA CUENCA DEL CARIBE COMO UNIDAD DIVERSA: EL JUEGO


DE PELOTA, UNA MÁQUINA PARA LIDIAR CON LA
ALTERIDAD

Antonio Jaramillo Arango336


Universidad Nacional Autónoma de México

Los objetos para la tradición arqueológica del siglo XX


La arqueología pre hispanista del continente americano tiene como
fuentes principales los objetos. Aunque no hay que olvidar la
información obtenida de las fuentes escritas coloniales, la valiosa
comparación etnográfica –tradición oral- y los enormes avances que
recientemente ha tenido el desciframiento de diferentes escrituras, los
objetos siguen teniendo un papel central a la hora de acercarnos al
pasado americano anterior al siglo XVI. De manera sorprendente, hasta
fechas muy recientes no se ha logrado conceptualizar una teoría del
objeto que esclarezca qué era éste en épocas precolombinas. Para la
historia académica, la Historia (con H mayúscula)337 es construida por
los seres humanos. No hay otros protagonistas. Los demás seres
existentes llámense animales, fenómenos meteorológicos, paisajeu
objetos, son testigos silentes de la acción de los únicos seres con
verdadera agencia y subjetividad: los humanos. Son los sujetos quienes
entablan relaciones con animales, crean a los dioses y las religiones para
adorarlos, dotan de sentido y significan el paisaje e incluso los que dan
“vida social” a los objetos338.

La arqueología americanista del siglo XX nunca dudó que los objetos


que encontraba eran objetos como eran conceptualizados desde la
tradición europea, y así fueron interpretados. La corriente difusionista
en antropología, surgida en Alemania pero aplicada sistemáticamente al
pasado americano por antropólogos estadounidenses, identificó la
diferencia cultural en el continente basado en una lista de rasgos

336 Historiador de la Universidad de los Andes- Bogotá, Maestro en Estudios

Mesoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México Estudiante de


doctorado en Estudios Mesoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de
México. a.jaramillo232@gmail.com
337ReinhartKosellek. historia/Historia.MinimaTrotta, Madrid, 2010.
338ArjunAppadurai, ed. La vida social de las cosas. Grijalbo y CONACULTA, México D.

F., 1991.
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mayoritariamente materiales. Otis Manson339, Clark Wissler340,


ClydeKluckhohn341 y Alfred L. Kroeber342, definieron, aplicarony
criticaron el término “área cultural”, unidad epistemológica que sigue
siendo utilizada por la arqueología y la antropología americanista,
identificando prácticas culturales con los objetos producidos por las
sociedades que estudiaron. Uno de los ejemplos más claros de la
identificación prácticas sociales-objetos materiales es el influyente
ensayo “Mesoamérica”, que, aunque escrito en 1943 por Paul
Kirchhoff343, condensa el trabajo conjunto de Wigberto Jiménez Moreno,
RobertoWeitlaner y el mismo Kirchhof344. En este ensayo, objetos y
prácticas sirven indistintamente para la identificación de la diferencia
cultural. Enel listado de rasgos que definen a Mesoamérica con el que
termina el ensayo, objetos y prácticas son tratados cómo una sola
categoría.

Esta identificación automática que confundía cultura material con


prácticas sociales propia del difusionismo, fue criticada insistentemente
por la escuela procesalista en arqueología345. Cómo su nombre lo indica,
los procesalistas se enfocaban en los procesos sociales yreclamaban que
los objetos no eran asimilables a la cultura de los pueblos. Para los
procesalistas, los objetos eran útiles en el sentido que nos ayudaban a
comprender los procesos sociales de los que son producto o que
desencadenan. Los objetos son para esta escuela fuentes de la Historia
con mayúscula.

El trabajo de AfredGell346es uno de los primeros en complejizar esta


conceptualización de los objetos en la arqueología. Gell procura
identificar la manera en la que los objetos pueden tener agencia. Para

339Marvin Harris. El desarrollo de la teoríaantropológica.Historia de lasteorías de la


cultura.Siglo XXI. México D.F., 1979. P. 323, 324.
340Clark Wissler. Los indios de los Estados Unidos de América. Paidós.Barcelona, 1993.
341Albert Louis Kroeber y Clyde Kluckhohn.Culture. A critical review of concepts and

definitions. Vintage Books. Nueva York, 1952.


342Albert Louis Kroeber. Cultural and natural areas of native north America, University of

California publications in American Archaeology and Ethnology. Berkeley, 1939.


343Paul Kirchhoff. Mesoamérica, sus límites geográficos, composición étnica y caracteres

culturales. Al fin liebre ediciones digitales, 2009.


344García, Hugo. El pasado mesoamericano. En: Jaime Labastida y Rosaura Ruiz (coord).

Enciclopedia de conocimientos fundamentales. UNAM y Siglo XXI, MéxicoD. F., 2010. P. 11-
44.
345Renfrew, Colin y Paul Bahn. Arqueología. Teoría, métodos y práctica.Akal. Madrid, 1993. P.

469-478.
346Gell, Alfred. Art and Agency. An anthropological Theory.Claredon Press. Oxford, 1998.

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este autor un agente es aquel al que se le atribuye llevar a cabo una


acción como parte de una serie de secuencias causales, mientras un
paciente es aquel que recibe dicha acción. Según su propia clasificación,
Gell toma en cuenta dos tipos de agencia que no son equivalentes a
subjetividad: una agencia primaria y otra secundaria. En esta última, los
objetos son la extensión de una intencionalidad de un sujeto, es decir,
los objetos son extensiones de la agencia de los seres humanos. Sin
embargo los objetos pueden tener una agencia por sí mismos, pero no
porque estén dotados de subjetividad, sino porque pueden generar
acciones en seres humanos. Así, algunos objetos son motores de agencia
humana. Aunque la propuesta de Gell es sugerente al tratar a los objetos
como algo más que simples fuentes de la acción humana, sigue
manteniendo la diferencia radical entre objetos y seres humanos, siendo
estos últimos los verdaderos protagonistas de la Historia.

Objetos, cultura y unidad cultural.


La manera en la que concebimos las unidades culturales es consecuencia
orgánica de cómo se entienden los objetos arqueológicos. Si, como
hemos visto, los objetos son reflejo de la cultura o de las prácticas
culturales, la unidad cultural en tiempos precolombinos puede
rastrearse gracias a la homogeneidad de objetos. La cerámica, indicador
por excelencia de la arqueología, pero también el estilo artístico, el estilo
tecnológico, el patrón de asentamiento y la forma de construir edificios
son muestrasde la pertenencia cultural de un pueblo. Bajo este criterio
desde el difusionismo se dividió todo el continente americano en 20
áreas culturales: Ártica, Subártica, Costa Noroccidental, Meseta Interior,
Praderas, Bosques Orientales, Suroccidente, Gran Cuenca, Nororiente de
México-Texas, Baja California, Mesoamérica347, y Caribeña, Intermedia,
Amazónica, Peruana, Surandina, Chaco, Oriente Brasileño, Pampeana y
Fueguina348. Estas áreas se definieron por la homogenización de las
pautas culturales, y en ese sentido, porque los objetos allí encontrados
guardaban cierta semejanza entre sí. Las definiciones de Mesoamérica349
y los Andes Centrales350, las dos áreas culturales más estudiadasdel
continente siguen este patrón. Aunque las áreas culturales han sido
objeto de discusión para afinar sus fronteras y temporalidad, siempre

347Gordon Willey. An introduction to american archaeology.Vol. I: North America and Middle


America. Prentice-Hall, New Jersey,1971. P. 6.
348Gordon Willey. An introduction to american archaeology.Vol. II: South America. Prentice-

Hall. New Jersey, 1971. P. 4.


349Paul Kirchhoff. Mesoamérica, sus… Op. Cit.
350Wendell Bennett y Junius Bird.Andean culture history. Robert Hale. Londres, 1949.

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fue bajo la premisa de que la homogenización de objetos y prácticas son,


al fin y al cabo, síntoma de unidad cultural.

La interacción entre estas unidades culturales ha sido un debate


permanente en la arqueología. Para los difusionistas la interacción entre
unidades culturales era el principal motor del cambio cultural (mas no
el único). Esta postura fue tal vez la más criticada por el procesualismo,
que abogaba por complejizar las motivaciones y causas del cambio
cultural en las sociedades arqueológicas351. Uno de los conceptos más
utilizados por el procesualismo352es el “sistema mundo” esbozado en un
primer momento por Braudel353, y extendido y aplicado rigurosamente
por Immanuel Wallerstein354. Para estos historiadores, en el impulso de
un pueblo por expandirse comercial e ideológicamente, va
interactuando con otros pueblos con los que establece relaciones
comerciales, sociales y culturales generalmente desiguales. Los límites
de esta interacción es lo que llaman “sistema mundo”. Así, tanto
Wallerstein como Braudel, explican la expansión del capitalismo y la
hegemonía que la tradición europea fue imponiendo a los lugares que
dominaban desde el siglo XVI. Esta propuesta acarrea, sin embargo,
ciertas preconcepciones acerca de la interacción: se acepta que existen
sociedades más avanzadas (así sea tecnológicamente), que se expanden
comercialmente e imponen sus pautas culturales a otras más
rudimentarias; de la misma manera otro principio que incluyeel
“sistema mundo” es que la constante interacción genera, por imposición
de los más poderosos, homogenización cultural. Aunque estos
postulados son estructurados teóricamente en el “sistema mundo”, son
preconceptos mucho más generales. Así, en la arqueologíaprocesualista
y difusionista se interpreta la diversidad de pautas culturales y objetos
como falta de interacción, en cambio, la homogeneidad de las mismas,
como una interacción desigual entre pueblos en contacto.

El Caribe, una región, tres unidades culturales


Desde esta postura teórico-metodológica es que se ha interpretado la
cuenca del Caribe en tiempos precolombinos. Según la clasificación más

351Renfrew, Colin y Paul Bahn. Arqueología. Teoría, métodos y práctica.Akal. Madrid. 1993, P.
469-478.
352Por ejemplo en Richard Blanton et al. Ancient Oaxaca. Cambridge University Press,

Cambridge, 1999.
353Braudel, Fernand. La dinámica del capitalismo. Fondo de Cultura Económica, México D. F.,

2002.
354Wallerstein, Immanuel. Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. Siglo XXI, México

D. F., 2005.
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aceptada355, la cuenca del Caribe ha sido dividida en tres áreas


culturales diferentes: Mesoamérica, el Área Intermedia y el Área
Caribeña. Estas tres áreas culturales pertenecen a tres tradiciones
culturales diferentes y los objetos allí encontrados son estilística y
tecnológicamente diferentes, por lo que no se acepta que los pueblos del
Caribe estuvieron en constante interacción en época precolombina. El
mar Caribe es visto como una frontera cultural de tres tradiciones
diferenciadas.

Mesoamérica, uno de los lugares de América más estudiado, es una de


las dos áreas culturales de América donde surgió el estado de manera
independiente. Su extensión más aceptada para el Posclásico (900 d.C-
1520d.C) es desde el río Pánuco, al norte, hasta la península de Nicoya,
al sur. Sus rasgos más característicos son el consumo de maíz, el
urbanismo tipo plaza-basamento piramidal, un panteón que aunque es
disímil es comparable y el uso de un calendario doble que incluye un
ciclo de 365 días y otro de 260. Aunque la diversidad étnica y lingüística
en Mesoamérica es notable, sobre la cuenca del Caribe sólo se estableció
un pueblo: el maya. Los mayas crearon una sociedad estatalizada,
asentamientos urbanos y una escritura logo silábica capaz de reflejar su
lengua. En el Caribe, la extensión del área maya llega hasta el río Ulúa,
en dónde muy cerca se encuentran asentamientos mayas y otros no
mayas.

El Área Intermedia ha sufrido de una indefinición constante.


Doblemente intermedia, esta área se ha querido conceptualizar
geográficamente por estar entre los Andes Centrales y Mesoamérica y
cronológicamente entre las sociedades estatales y las aldeas. Pese a
algunos esfuerzos por ver prácticas comunes en esta área, son pocos los
rasgos unificadores. Si algún aspecto puede ser compartido es el trabajo
de los metales, específicamente oro, plata, cobre y las aleaciones entre
estos tres. Sin embargo existen dos tradiciones diferenciables, la norte y
la sur, y estas exceden los límites del Área Intermedia. A diferencia de
los Andes Centrales y Mesoamérica, el concepto de “Área Intermedia”
es mucho menos vital y menos utilizado en el ambiente académico
arqueológico y antropológico.

La otra área en la que generalmente se divide a la cuenca del Caribe es


la Caribeña. Esta comprende el delta del Orinoco y las Antillas mayores

355Gordon Willey. An introduction… Op. Cit. P. 4.


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y menores. La mayor parte de la información que se tiene de esta área es


de documentos coloniales tempranos, pues este fue el lugar dónde los
españoles tuvieron su primer encuentro con pueblos americanos.
Arqueológicamente pueden señalarse dos hitos de gran importancia:
una migracióny luego una diversificación regional. La migración
saladoiderepresentóun movimientopoblacional y cultural realizado por
agricultores provenientes de América del sur que comenzaron a
colonizar las Antillas de sur a norte a partir del 500 d.C356; vale la pena
resaltar que las Antillas no estaban deshabitadas y que existía una
tradición arqueológica previa357. Después de que la cerámica saladoide
estuviera presente en casi todas las Antillas mayores y menores, en una
temporalidad que varía de isla en isla, se presentan varios estilos
cerámicos que nos pueden hacer pensar en desarrollos y tradiciones
diferentes en las costas de las Antillas mayores, las Antillas menores del
norte y las del sur358.

Cabe señalar que existió un esfuerzo por plantear un área cultural que
abarcara los territorios de la cuenca del Caribe con la notable excepción
del área maya: Julian Stewart en la compilación de trabajos que significó
el Handbook of Middle American Indians, propuso que el sur de
Centroamérica, el norte de Colombia y Venezuela y la totalidad de las
Antillas pertenecían a un área llamada Circuncaribe359. Esta propuesta
tuvo poco éxito y cedió terreno al constatarse que en esta región no se
puede hallar una cultura material similar o una cultura unificada y hoy
en día es mucho más usada la propuesta de Haberland hecha en 1957
sobre la existencia de un Área Intermedia, reduciendo el Área Caribeña
a los límites que ya he comentado360.

356Antonio Curet. Historia social y política del Caribe Antiguo. En: Victor González (comp).
Arqueología en el Área Intermedia. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Bogotá,
2011. P. 113-118.
357Ibídem. P. 110-113.
358Ibídem. P. 118.
359Julian Stewart (ed).Handbook of South American Indians. Volumen IV: TheCircum-

CaribbeanTribes.SmithsonianInstitution. Washington, 1948.


Antonio Curet. Interaccionar o no interaccionar: el Área Intermedia, el Área Circumcaribe y las
Antillas Mayores. En: Revista de Arqueología del Área Intermedia. #6. Instituto Colombiano
de Antropología e Historia. Bogotá, 2004. P. 88-89.
360Wolfgang Haberland. Cutura de la América indígena. Mesoamérica y América Central.

Fondo de Cultura Económica, México D. F., 1974. P. 8.


Adolfo Constenla. Las lenguas del Área Intermedia: introducción a su estudio areal,
Universidad de Costa Rica. San José, 1991. P. 5.
Antonio Curet. “Interaccionar o… Op. Cit. P. 90-92.
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Hasta aquí un resumen escueto de lo que se sabe y la visión tradicional


de la historia precolombina de la cuenca del Caribe. No obstante con los
datos disponibles ésta no es la única interpretación posible. Tres
regiones, tres tradiciones y tres historias paralelas pero escindidas son
interpretaciones desde una visión muy específica361. Yo propongo,
desde otra postura teórica, una interpretación alternativa.

Unidades diversas.
Uno de los supuestos que se tiene por cierto en la arqueología y que vale
la pena replantearse es que la interacción constante genera
homogeneidad en la cultura material. Como ya mencioné, en la teoría
del sistema mundo se plantea que las culturas más complejas
materialmente van cooptando a sus vecinas menos elaboradas. Así se ha
interpretado las interacciones entre las unidades culturales de la cuenca
Caribe362. Sin embargo existen suficientes ejemplos documentados de
diferentes épocas y regiones para concluir que la interacción no siempre
homogeniza las prácticas culturales de los pueblos, sino que en
ocasiones es la diversidad la que genera y alienta el intercambio. Tal vez
el más conocido es el caso del Mediterráneo. Luego de la caída del
imperio romano de occidente, cuando el mar Mediterráneo era el centro
del imperio, los pueblos asentados en la cuenca de este mar vivieron
una diversificación cultural notable. Luego de siglos de interacción
constante, en el Mediterráneo no se ha dado una homogenización
cultural, sino que por el contrario esta región se caracteriza por su
diversidad económica, política, social y religiosa.

En la América precolombina también contamos con ejemplos bien


documentados de interacción constante que derivan en diversidad, no
en homogenización. Tan sólo por mencionar uno de los ejemplos más
estudiados, voy a citar la situación de la costa ecuatoriana entre 900d.C
y 1530d.C. En esta región se asentaron dos pueblos diferentes que
compartían una sola cultura material: la manteño-huancavilca. Estos dos
pueblos (manteño y huancavilca) estuvieron en constante interacción
con las sociedades altamente centralizadas de los Andes Centrales. Es
más, los manteños y los huancavilcas dependían del comercio con los
andinos centrales para abastecerse de cobre para crear adornos y
herramientas de este metal que les significó una mejora en su

361Louis Allaire. Archaeology of theCaribbeanRegion. En: Frank Salomon, y Stuart Scwartz.


The Cambridge History of theNativePeoplesodtheAmericas, Volumen III, South America, PartI.
Cambridge Universitypress. Cambridge, 1999
362Louis Allaire. Archaeology of… Op. Cit. P. 677.

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posibilidad material de construcción y producción de alimentos. A su


vez, de las costas ecuatorianas los andinos centrales se abastecían de
Spondylus princeps, concha vital para alimentar a las huacas363. Por lo
menos cuatro siglos de contacto constante no generó la cooptación de
una cultura por otra, y los manteños y los huancavilcas mantuvieron su
independencia política, social, cultural y religiosa con respecto a los
Andes Centrales.

Evidencias de interacción en la cuenca Caribe.


En contra de las expectativas de difusionistas y procesualistas sí
contamos con múltiples evidencias de interacción entre los pueblos que
poblaron la cuenca del Caribe. Esto no generó una unidad de
homogeneidad cultural, sino que se estableció como una unidad diversa
en que interactuaban actores muy diversos. A continuación presento
escuetamente las diferentes evidencias materialesde interacción; estas
evidencias no pueden ser tomadas tan sólo como excepciones que
demuestran cierta comunicación entre unidades diferenciables sino,
tomadas en conjunto, como expresiones de una interacción constante y
constitutiva en la cuenca del Caribe. Por conveniencia de la exposición
voy a retomar los casos de sur a norte sin importar su temporalidad.

Es de resaltar que las migraciones que poblaron las Antillas vinieron


probablemente de Suramérica. Una primera irrupción muy temprana364
y posteriormente la migración saladoide365poblaron la mayoría de las
Antillas provenientes de Suramérica. Los agricultores saladoides, que
posiblemente estuvieron en contacto o fueron directamente ancestros de
los taínos de la familia Arawak366, remontaron el Orinoco y vieron en el
mar Caribe una vía de unión, no una frontera geográfica y cultural
infranqueable. Lo mismo se puede decir del arribo de la familia
lingüística Karib que, a pesar de que arqueológicamente es difícil

363María Rostworowsky. Intercambio prehispánico del Spondylus. En: Spondylus: ofrenda


sagrada y símbolo de paz. Fundación telefónica del Perú, Lima, 1999.
Anne Marie Hocquenghem.En torno al mullu, manjar predilecto de los poderosos inmortales.
En: Spondylus: ofrenda sagrada y símbolo de paz. Fundación telefónica del Perú. Lima, 1999.
Anne Marie Hocquenghem. El Spondylus princeps y la Edad de Bronce en los Andes centrales:
las rutas de intercambios. Congreso Internacional de Americanistas. Simposio Producción de
bienes de prestigio, ornamentales y votivos de la América Antigua”. México D. F.,2009.
Jorge Marcos. Los pueblos navegantes del Ecuador prehispánico.Abya-Yala. Quito, 2005
364Louis Allaire. Archaeology of… Op. Cit. P. 704.

Antonio Curet. Interaccionar o… Op. Cit. P. 97.


365Antonio Curet. Historia social… Op. Cit. P. 113.
366Louis Allaire. Archaeology of… Op. Cit. P. 721.

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encontrar sus patrones materiales367, sabemos que ocupaban parte de la


las Antillas menores a la llegada de los españoles. Los Karib, también
provenientes de Suramérica, siguieron el camino trazado antes por los
Arawak. Existe un dato arqueológico de especial relevancia que
demuestra, a mi juicio, la dinámica de las poblaciones que habitaron en
las Antillas en época precolombina, sobre todo en la serie cerámica
conocida como Ostionoide: tienen más semejanza las poblaciones de los
extremos de las islas, unidas por el mar, que los extremos de una misma
masa de tierra368. El Caribe no fue un archipiélago cultural dividido por
un peligroso mar, por el contrario estuvo conectado por una vía
privilegiada de comunicación.

Pero esta vía de comunicación no estuvo cerrada luego de la llegada de


los karibs. Además de seres humanos, la comunicación sur-norte desde
Suramérica hasta las Antillas fue recorrida por objetos. Tal vez los
objetos más fáciles de rastrear son los metalúrgicos. Prácticamente
inexistentes en las Antillas hasta el año 1 d.C369, los objetos hechos de
aleaciones de oro y cobre fueron obtenidos, utilizados y comerciados en
casi todas las islas del Caribe. Por las primeras crónicas españolas
sabemos que los taínos obtenían el oro y el cobre de sus relaciones
comerciales y bélicas con los karibs del sur. Éstos no tenían posibilidad
de explotar dichos metales y los obtenían de la costa continental
venezolana. Sin embargo toda esta tecnología de aleación del oro y el
cobre provenía de la región caribe colombiana, por lo que se plantea una
ruta que comunicaba el noroccidente colombiano con la Orinoquía370.

Ésta parece ser la ruta más utilizada, más no la única de la relación entre
el norte de Suramérica y la Antillas mayores y menores.

La comunicación por la vía del delta del Orinoco no pudo ser


unidireccional. Pocos son los indicios que nos muestran presencia
antillana en la región caribe colombiana. Sin embargo resalta un tipo de
escultura bastante particular: los trigonolitos. Estas esculturas en piedra
son elementos de forma triangular usualmente decorados con
iconografía bastante compleja. Muy comunes en las Antillas mayores,

367Antonio Curet. Historia social… Op. Cit. P. 124.


368Antonio Curet. Historia social… Op. Cit. P. 118.
369Antonio Curet. Interaccionar o… Op. Cit. P. 100.

Antonio Curet. Historia social… Op. Cit. P. 130.


370Adam Szaszdi. Las rutas del comercio prehispánico de metales. En: Cuadernos Prehispánicos.

Seminario Americanista de la Universidad Casa de Colón. Valladolid, 1982. P. 63.


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unas versiones rudimentarias de éstos han sido encontrados en la


Guajira compartida por Colombia y Venezuela371,y en la zona de
malambo en el Caribe colombiano372. Mucho más elaboradas en las
Antillas, pero de la misma temporalidad que las halladas en Suramérica
(desde 500 a.C), estas esculturas de piedra atestiguan un movimiento
norte-sur en las relaciones comerciales y culturales de esta ruta que unía
los pueblos caribeños antillanos y suramericanos.

Existió en tiempos prehispánicos otra ruta de comunicación entre las


Antillas mayores y Suramérica. Simulaciones por computador sugieren
la posibilidad de navegación con tecnología prehispánica entre las
Antillas mayores y Panamá ó Colombia373. También se ha propuesto que
ciertas plantas cultivadas en las Antillas mayores fueron introducidas
directamente desde Suramérica sin pasar por las Antillas menores374.Los
datos etnohistóricos sugieren que Jamaica fue el punto de conexión
dónde se realizaban, de manera esporádica, intercambios entre
antillanos y continentales375. Aunque esta ruta directa debió ser más
expedita y más segura376, debió ser más difícil de recorrer, por lo que la
vía de las Antillas menores fue más utilizada377.

Las relaciones entre el noroccidente de Suramérica y el sur de


Centroamérica están mucho mejor documentadas. De nuevo, son los
objetos metalúrgicos los que más información nos dan al respecto.

Existen dos centros de experimentación metalúrgica en Suramérica: uno


en el norte del Perú, el área metalúrgica Andina que inició alrededor del
año 1500 a.C y otro en la región caribe colombiana, el área metalúrgica
norte que comenzó en el año 1000 a.C en la región Sinú. La provincia
metalúrgica del norte, en la que está incluida la subárea delÁrea

371José Rodríguez. Cosmovisión, chamanismo y ritualidad en el mundo prehispánico de


Colombia. Esplendor, ocaso y renacimiento. En: Maguaré.Universidad Nacional de Colombia.
Bogotá, 2011.
372Antonio Curet. Interaccionar o… Op. Cit. P. 98-99.

Antonio Curet. Historia social… Op. Cit. P. 128-129.


373Antonio Curet. Interaccionar o… Op. Cit. P. 97.

Antonio Curet. Historia social… Op. Cit. P. 131.


374Reniel Rodríguez y Jaime Pagán. Interacciones multivectoriales en el circum-caribe

precolonial: un vistazo desde las Antillas. En: CaribbeanStudies, vol. 34, núm. 2. Instituto de
Estudios del Caribe. San Juan, 2006. P. 108-109.
375Adam Szaszdi. Las rutas… Op. Cit. P. 57.
376Antonio Curet. Interaccionar o… Op. Cit. P. 97

Antonio Curet. Historia social… Op. Cit. P. 131.


377Adam Szaszdi. Las rutas… Op. Cit. P. 57, 60-63.

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Intermedia Norte, se extiende desde el norte de Colombia hasta la


península de Yucatán378 y cómo ya hemos visto llega hasta las Antillas.
Aunque se originó en el norte de la actual Colombia, las técnicas
metalúrgicas del Área Intermedia Norte pronto se extendieron hacia el
norte. WarwikBray identifica dos momentos importantes en la
introducción de la metalurgia en el sur de Centroamérica: el estilo inicial
y el estilo internacional379. Estos dos “estilos” dan cuenta de un
paulatino proceso de importación de piezas colombianas en Panamá y
Costa Rica, luego una copia de los diseños y técnicas de manufactura y
finalmente un desarrollo propio, todo esto entre los años 400d.C y 900
d.C. Sorprendentemente no fue sino hasta el periodo Posclásico (900
d.C-1521d.C) que los mayas empezaron a interesarse por la metalurgia
practicada por sus vecinos del sur. Aunque en ciudades cómo Copán se
encuentra tan sólo el fragmento de una pequeña figurita en metal, en el
cenote de Chichén Itzá se encuentran piezas importadas del sur de
Centroamérica e incluso piezas que llegaban semimanufacturadas a la
península de Yucatán y allí fueron decoradas con motivos mayas. Una
pieza resalta entre el resto: se trata de un colgante Darién, posiblemente
manufacturado en Colombia hallado en el cenote principal de Chichén
Itzá, dando cuenta de una extensa red de interacción desde el norte de
Suramérica hasta el norte de la península de Yucatán380.

De nuevo, este camino no fue sólo de una sola vía. Muy tempranamente
desde Mesoamérica empezaron a llegar productos al sur de
Centroamérica y el norte de Colombia. El más notable fue la jadeíta,
piedra verde explotada en la América precolombina tan sólo en el sur de
Guatemala. Adornos con motivos mesoamericanos se encuentran en
Costa Rica desde tiempos muy tempranos (300d.C a 600d.C) y este tipo
de piedra fue de habitual uso en la costa caribe colombiana hasta la
llegada de los españoles381. También es de resaltar que entre el 600d.C y

378Clemencia Plazas. La Metalurgia del Área Intermedia Sur dentro del Panorama
Americano. En ,Fernando García. 11 Congreso Ecuatoriano de Antropología y Arqueología.
Balance de la última década: Aportes, Retos y nuevos temas. Tomo I.AbyaYala. Quito, 2007.
P. 500.
379WarwickBray. Sitio ConteMetalwork in Its Pan-American Context. En: Pamela

Hearne y Robert Sharer (eds). River of Gold: PrecolumbianTreasuresfrom Sitio Conte.


Universidad de Pensilvania. Filadelfia, 1992. P.34.
380Samuel Lothrop. Metalsfromthe Cenote of Sacrifice Chichen Itza, Yucatan.
PeabodyMuseum (Memoirs of thePeabodyMuseum) Vol X N. 2. Cambridge, 1952. P.
94-95.
381Patricia Fernández. Metalurgia y relaciones sociales en el sur de América Central (300-

1500 d.C.). Tesis sometida a la consideración de la Comisión del Programa de Estudios


238
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ISBN: 978-958-46-4905-8
Sistemas políticos, relaciones internacionales e identidades en el Caribe

el 900d.C se vive en el centro y norte de Colombia un cambio notable en


la cultura material. No sólo la manera de trabajar la metalurgia cambia
sino también, en lugares cómo la Sierra Nevada de Santa Marta, aparece
un urbanismo muy asociado a una tradición presente en Costa Rica382.

Esto se ha interpretado como una irrupción de la familia lingüística


Chibcha antes asentada en el sur de Centroamérica383en territorio
colombiano.

Me gustaría centrar la atención en una región que fue uno de los puntos
de interacción intercultural más importante de la América
precolombina: el Oriente de Honduras. Allí confluyeron distintas
tradiciones y convivieron durante cientos de años creando una dinámica
red de interacción384. La ciudad más estudiada de la región es Copán,
asentamiento maya que llegó a su esplendor durante el Clásico maya.

En 426 d.CK´inichYaxKuk Mo´ llega al valle del río Copán proveniente


del Caracol en el Petén Central y funda la dinastía de la cabeza de
murciélago385. Copán fue un enclave maya en una región que no era de
esta afiliación étnica. El estudio de su cerámica demuestra una constante
interacción con los altos de Guatemala y con la Honduras central. Los
estudios de los valles adyacentes al de Copán revelan que los mayas (de
Copán y Quiriguá) tejieron una compleja red de alianzas y rutas
comerciales con ciudades no mayas386. Más al Oriente, en el valle del río
Chamelecón, fuera de la influencia directa de Copán o Quiriguá, la
ciudad de La Sierra estableció una importante alianza con los mayas
resaltada por el comercio de conchas que estos últimos obtenían de esta

de Posgrado en Antropología para optar al grado y título de Maestría Académica en


Antropología. Universidad de Costa Rica. San José, 2011. P. 13.
John Hoopes . Culturas chibchas del litoral caribeño: exploración de las conexiones
precolombinas entre Colombia y Costa Rica. En: Víctor González (comp). Arqueología
en el Área Intermedia. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Bogotá, 2012.
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382Ibídem. P. 396.
383Adolfo Constenla. Las lenguas… P. 43.
384Edward Schortman y Patricia Urban. Living ontheEdge: Core/PeripheryRelations in

AncientSoutheasternMesoamerica. En: CurrentAnthropology, Vol. 35, No. 4. University


of Chicago press. Chicago, 1994. P. 404.
385David Stuart. TheOrigins of Copan s founder en
http://decipherment.wordpress.com (consultado en noviembre de 2013), 2007.
386Marcello Canuto y Ellen Bell . Límites y Fronteras del Clásico Maya: Excavaciones en el

Paraíso, Copán, Honduras, Temporada 2003. FundationfortheAdvancement of


MesoamericanStudiesInc, 2005.
239
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Sistemas políticos, relaciones internacionales e identidades en el Caribe

ciudad.387 Muy cerca de La Sierra, en el río Ulúa, Cerro Palenque


adquirió ciertas prácticas culturales provenientes de Mesoamérica, como
el Juego de Pelota388. Aún más al oriente, en el valle del Río Cuyumapa,
una población dispersa construía canchas de Juego de Pelota y, gracias a
la alta frecuencia de estas canchas, podemos comenzar a inferir la
importancia de este juego en dicha región389. Cabe señalar que toda esta
región compartió no sólo la cerámica polícroma de lujo que revela una
interacción de élite, sino también cerámica utilitaria que demuestra un
movimiento más amplio de población.

Luego del declive de la dinastía de la cabeza del murciélago y el


paulatino abandono de Copán y Quiriguá, el Oriente de Honduras
siguió siendo un lugar de interacción entre mayas y no mayas. En el
Posclásico los mayas encontraron el fin de su posibilidad de navegación
precisamente en el Golfo de Honduras, dónde se establecieron los
importantes puertos comerciales de Nito y Naco. En esta zona fue
dónde los mayas de Chichén Itzá y posteriormente los de Mayapán
viajaban constantemente a comerciar en busca de productos foráneos390.

Los contactos entre Mesoamérica y las Antillas parecen mucho más


difíciles de documentar; no obstante sí existen indicios bastantes
dicientes de que una ruta que unía estos lugares efectivamente existió.
El Juego de Pelota documentado para los taínos alguna vez se propuso
que venía de Suramérica391; sin embargo,gracias a análisis de su
afinidad estilística y a los restos arqueológicos a los que está
asociado,los trabajos más recientes apuntan a que proviene de
Mesoamérica392 o tal vez del Oriente de Honduras. Otro indicio muy

387Edward Schortman y Patricia Urban. Living on… Op. Cit. P. 422.


388Julia Hendon. Neighborhoods in Pre-Hispanic Honduras. SettlementPatterns and
Social GroupingsWithinSitesorRegions. En: Charlotte Aranauld, , Linda Manzanilla y
Michael Smith. TheNeighborhood as a Social and SpatialUnit in MesoamericanCities.
University of Arizona press. Arizona, 2012. P. 168.
389Rosemary Joyce. Planificación urbana y escala social: reflexiones sobre datos de

comunidades clásicas en Honduras. En: Andrés Ciudad, María Josefa Iglesias y María
del Carmen Martínez (eds.). Reconstruyendo la ciudad maya: el urbanismo en lassociedades
antiguas. Sociedad Española de Estudios Mayas (Publicación 6). Madrid, 2001. P. 126.
390Diego deLanda. Relación de las cosas de Yucatán. Edición electrónica de la Asociación

Europea de Mayistas, S.f. P. 19, 46.


391Louis Allaire. Archaeology of… Op. Cit. P. 720.
392Reniel Rodríguez y Jaime Pagán. Interacciones multivectoriales… Op. Cit. P.125.

Osvaldo García. Notas en torno al juego de pelota taíno y su posible afiliación maya
arcáica. En: 9 encuentro de investigadores de arqueología y etnohistoria. Homenaje a Ricardo
Alegría. Instituto de cultura puertorriqueña, San Juan. 2011.
240
Memorias III Congreso Internacional de Estudios Caribeños
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Sistemas políticos, relaciones internacionales e identidades en el Caribe

relevante es el hallazgo en la isla de Vieques, perteneciente a Puerto


Rico,de un colgante de jadeíta probablemente mesoamericano por su
material, pero que por su iconografía remite más a pensar en un origen
de manufactura en el sur de Centroamérica393. Sin embargo nos faltan
datos e investigaciones para poder establecer rutas de interacción más
seguras entre Mesoamérica y las Antillas.

Tomadas como conjunto, las evidencias de la existencia de una


interacción constante en la cuenca del Caribe son bastante sugerentes.

Sin embargo, estas mismas evidencias indican que no existió una sola
red de interacción, sino una multiplicidad de redes que se entrecruzaron
y complementaron para transportar objetos, ideas y personas a lo largo
y ancho de la cuenca Caribe en diferentes periodos de la época
precolombina. Estas redes de interacción son las que le dan coherencia a
la cuenca Caribe como unidad diversa, unidad en la que pueblos
diferentes aprovechaban su variedad para interactuar. Más allá de la
constatación de la existencia de una unidad diversa en la cuenca del
Caribe, vale la pena hacer un esfuerzo explicativo para analizar cómo
podían configurarse estas redes de interacción.

El Juego de Pelota como máquina para lidiar con la alteridad.


Como comenté al comienzo del texto, la concepción que desde la
disciplina arqueológica durante el siglo XX se ha tenido de los objetos
conlleva a concebir unidades de estudio culturalmente homogéneas. Si
aceptamos entonces la existencia de unidades diversas, debemos
reformular la idea que tenemos sobre la concepción de los objetos que
tenían los pueblos precolombinos americanos. Recientes trabajos
arqueológicos y antropológicos nos llevan a pensar que el régimen
objetual (es decir la manera de ser objeto) entre los pueblos americanos
precolombinos y actuales es bastante diferente al de la tradición
europea394. Lejos de querer definir una taxonomía, me gustaría apuntar

393Adam Szaszdi. Las rutas… Op. Cit. P. 58.

Antonio Curet. Historia social… Op. Cit. P. 116-117.


Reniel Rodríguez y Jaime Pagán. Interacciones multivectoriales… Op. Cit. P. 118.
394Fernando Santos-Granero. Introduction: AmerindianConstructionalViews of
theWorld. En: Fernando Santos-Granero (ed). TheOccultLife of Things.
NativeAmazonianTheories of Mateirality and Personhood. Tucson y University of Arizona
press. Arizona, 2009.
241
Memorias III Congreso Internacional de Estudios Caribeños
ISBN: 978-958-46-4905-8
Sistemas políticos, relaciones internacionales e identidades en el Caribe

que existen objetos que son parte integral de un cuerpo partible395,


objetos que definen a la persona como humana396, objetos que hacen a la
persona integrante de un grupo397, objetos-persona398, objetos que
ayudan a la transformación corporal y máquinas399 entre muchas otras
posibilidades que aún quedan por explorar. Una aproximación al
régimen objetual precolombino de una zona específica merecería una
investigación completa, por lo que lo menciono pero no lo desarrollo.

Dentro de este tipo de objetos me gustaría centrarme en las máquinas,


más específicamente en una máquina que sirvió para lidiar con la
alteridad: el Juego de Pelota.

Por la densidad de datos y de estudios disponibles he elegido al Oriente


de Honduras para ejemplificar los mecanismos como los pueblos
diversos en interacción lidian con la diferencia y encuentran estabilidad
en la diversidad. Para esto los pueblos de esta región contaban con una
máquina de excepcional efectividad: el Juego de Pelota. Puede resultar

395David Stuart. Kings of Stone. A consideration of stelae in Ancient Maya ritual and
representation. RES: Antropology and Aesthetics 29/30. Universidad de Pensilvania.
Filadelfia, 1996.
Julia Hendon. Objects as Persons. Integrating Maya Beliefs and AntropologicalTheory.
En: Eleanor Harrison-Buck (ed). Power and Identity in ArchaeologicalTheory and Practice.
Case studiesfromAncientMesoamerica.TheUniversity of Utah press, Salt Lake City, 2012.
P. 85-89.
396Joana Miller. Things as Persons: BodyOrnaments and Alterity amos theMamainde

(Nambikwara). En: Fernando Santos-Granero (ed). TheOccultLife of Things.


NativeAmazonianTheories of Mateirality and Personhood. Tucson y University of Arizona
press. Arizona, 2009.
397Julia Hendon. Objects as… Op. Cit. P. 88.
398Laura Elena Romero. Ser humano y hacer el mundo: La terapéutica nahua en la Sierra

Norte de Puebla. Tesis para optar al grado de doctora en Antropología. Universidad


Nacional Autónoma de México. México D. F., 2011. P. 129-130.
Julia Hendon. Objects as… Op. Cit. P. 88.
Johannes Neurath. La vida de las imágenes. Arte huichol. Artes de México y
CONACULTA. México D. F., 2013. P. 59.
399Federico Navarrete. Writing, Images, and Time-Space in AztecMonuments and

Books. En: Elizabeth Boone y Gary Urton (eds).TheirWay of Writing: Scripts, Signs and
Pictographies in Pre-ColumbianAmerica. DumbartonOaksResearch Library y Collection
Harvard UniversityPress. Cambridge, 2011. P. 184-190.
Federico Navarrete. Las muchas existencias del pasado: memorias, técnicas y
transformaciones. Conferencia realizada en el Instituto de Investigaciones Históricas,
Universidad Nacional Autónoma de México, México, 25 de octubre 2013.
Alejandro Fujigaki. Construir el camino del olvido. Rituales mortuorios. En: Artes de
México #112, Tarahumaras. El camino, el hilo, la palabra. Artes de México. México D.F.,
2014. P. 35-37.
242
Memorias III Congreso Internacional de Estudios Caribeños
ISBN: 978-958-46-4905-8
Sistemas políticos, relaciones internacionales e identidades en el Caribe

sorprendente, incluso anacrónico, que utilice el término “máquina” para


algo que siempre ha sido conceptualizado como un juego ritual. Sin
embargo, y en esto sigo al historiador Federico Navarrete400, cuando
conceptualizamos una práctica cultural como ritual, religiosa o mítica, la
estamos condenando a nuestra incomprensión, pues la situamos en el
ámbito esotérico (de ellos) y no en el práctico (de nosotros). Por el
contrario, tenemos suficiente evidencia de que en la construcción de
realidad de los pueblos precolombinos que estudiamos, las prácticas
culturales se realizan con el fin de incidir directamente sobre el mundo
fáctico, es decir, son verdaderas técnicas para modificar o mantener una
realidad.

Para la Real Academia de la Lengua, según su acepción más común, una


máquina es un “Artificio para aprovechar, dirigir o regular la acción de
una fuerza”401. En términos antropológicos lo podemos definir cómo
aquellos objetos que funcionan para extender la agencia de un sujeto.

Me parece de vital utilidad conceptualizar al Juego de Pelota como una


máquina, pues quienes lo jugaban esperaban tener una repercusión
práctica de sus acciones. Pero ¿qué se buscaba con jugar a la pelota en el
Oriente de Honduras? Doy prontamente la respuesta que desarrollaré:
el Juego de Pelota funcionaba para lidiar con la alteridad sin que ésta
pudiera resultar dañina402.

El Juego de Pelota es sin duda de origen mesoamericano. La cancha más


antigua hasta ahora excavada se encuentra en Paso de la Amada, en el
estado mexicano de Chiapas y data del 1500 a.C.403El Popol Vuh, escrito
de origen colonial pero de tradición indígena innegable, es la fuente que
más información nos da sobre la práctica de este juego404. En este

400Federico Navarrete. Las muchas… Op. Cit.


401DRAE- Diccionario de la Real Academia Española 2014. Versión en línea
http://lema.rae.es/drae/?val=máquina (consultado en mayo de 2014).
402Quisiera anotar que este no es un caso aislado. Alejandro Fujigaki ha encontrado

entre los rarámuri actuales del norte de México una máquina, la nutéma, para la
mediación entre dos alteridades radicales: los vivos y los muertos. Alejandro Fujigaki.
Construir el… Op. Cit.
403RamzyBarrois. El Juego de Pelota: El deporte de lasluchasdivinas. En: Alejandra

Martínez y María Elena Vega (coord). Los Mayas. Voces de piedra.Ambar. México D.F.,
2011. P. 197.
404Anónimo. Popol Vuh, herramientas para una lectura crítica del texto kiche. Traducción y

estudio crítico de Michela Craveri .Instituto de Investigaciones Filológicas,


Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., 2013. P. 78-131.
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excepcional documento se cuenta la historia de dos generaciones


sucesivas de gemelos se enfrentan a los dioses del inframundo jugando
a la pelota. Teniendo cómo base este texto, se ha querido ver en el Juego
de Pelota una práctica ritual que simboliza la dualidad inherente al
equilibrio entre las fuerzas infraterrenas y humanas en el que se apela al
mantenimiento cósmico vinculado con la decapitación humana405. Las
interpretaciones más arriesgadas le dan al Juego de Pelota un carácter
lúdico406. Al margen de estas interpretaciones que se han vuelto
canónicas, me gustaría explorar una explicación posible que no niega,
sino que expande esta visión tradicional.

La geografía cósmica mesoamericana se ha concebido como si estuviera


(en el pasado y en el presente) fuertemente pautada e incluso se ha
llegado a un cosmograma estándar de trece cielos superiores, nueve
pisos inferiores, y una tierra dividida en un centro y cuatro rumbos. Una
revisión exhaustiva de fuentes precolombinas407 y etnografías más o
menos recientes408 han puesto en duda la estandarización de esta
geografía cósmica. Aquello que se insiste en nombrar como inframundo
no tiene nada que ver con el abajo en lenguas mesoamericanas cómo el
náhuatl (Mictlan) o el maya (Xibalbá). Al parecer un otro mundo donde
residen las almas, los muertos y los seres asociados a la oscuridad–lo
que se ha llamado inframundo- está, en palabras de Pedro Pitarch, en el
pliegue de la propia realidad terrena409. La comunicación con este otro
mundo es constante, sólo que es peligrosa si no se enfrenta con las
técnicas adecuadas. El Juego de Pelota es a mi parecer una máquina
para lidiar de manera segura con esta alteridad radical que es este otro
mundo. Así se entiende mejor la presencia en el Juego de Pelota de
deidades jugando al mismo tiempo con personajes humanos
identificados. En esta máquina que es el Juego de Pelota, seres

405Rogelio Valencia. Danzando con los dioses: el ritual del baile. En: Alejandra
Martínez y María Elena Vega (coord). Los Mayas. Voces de piedra.Ambar. MéxicoD. F.,
2011. P. 228.
406RamzyBarrois. El Juego… Op. Cit.
407Federico Navarrete, Ana Guadalupe Díaz y KatarzynaMikulska. Lecturas y

relecturas en la historia y cosmologiasindigenas. Una revision de categoriasanaliticas.


Seminario impartido en el Posgrado de Estudios Mesoamericanos, Universidad
Nacional Autónoma de México, México D.F., mayo de 2013.
408Laura Elena Romero. Ser humano… Op. Cit.

Johannes Neurath. La vida…Op. Cit.


Pedro Pitarch. La cara oculta del pliegue. Antropología indígena. Artes de México. México
D.F., 2013.
409Ibídem. P. 19-22.

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radicalmente diferentes pueden interactuar sin hacerse daño


mutuamente.

Pero la alteridad presente en el juego de pelota no es sólo radical en


términos ontológicos, también hay alteridades étnicas. Julia Hendon410
hace un excepcional análisis del Juego de Pelota de Copán del que me
sirvo para explicar una de las funciones del juego de Pelota en
Mesoamérica y fuera de esta. Hendon hace un análisis urbanístico de
Copán y descubre que el único edificio con funciones públicas fuera de
la acrópolis principal es una cancha de Juego de Pelota en la zona
residencial conocida como El Bosque. Además de esto, en una de las
unidades residenciales más importantes, el 9N-8, de otro conjunto, Las
Sepulturas, se han encontrado numerosos implementos asociados al
Juego de Pelota pero más relacionados a como éste se jugaba en la costa
del Golfo de México. En el marcador del juego de Pelota de esta ciudad,
un disco de piedra que generalmente se ponía en medio de la cancha, se
representa a WaxaklajunUbahK´awiil, gobernante copaneco vestido
como dios del Xibalbá, enfrentándose a un personaje humano411. Lo
interesante del análisis de Hendon412es que se percata que
WaxaklajunUbahK´awiil está ataviado con los implementos típicamente
mayas para jugar a la pelota (un grueso cinturón), mientras que su
contraparte trae implementos usados en la Costa del Golfo habitada por
pueblos étnicamente no mayas (hachas, yugos y palmas). La propuesta
de Hendon es que algunos grupos de élite en Copán tenían el privilegio
de ser el otro en la máquina-Juego de Pelota, vistiendo y siendo un otro
étnicamente diferenciado. Vale la pena resaltar que en este caso es una
alteridad creada, pues los habitantes de Las Sepulturas y El Bosque eran
mayas, pero esta alteridad era necesaria para hacer funcionar la
máquina del Juego de Pelota.

Aunque no niego que el Juego de Pelota tenga otras dimensiones cómo


la lúdica señalada por Ramzy Barrois413, sí me parece importante
resaltar que gracias al Juego de Pelotase entra en interacción con la
alteridad de manera segura. Esta alteridad puede ser ontológica, cómo
en el caso del monumento 172 de Toniná dónde juega un gobernante
vivo contra uno ya muerto (que también presentan la variación en el
vestido similar al del marcador de Copán) o étnica, cómo en el caso de la

410Julia Hendon. Neighborhoods in… Op. Cit. P. 172-173.


411RamzyBarrois. El Juego… Op. Cit. P. 207.
412Julia Hendon. Neighborhoods in… Op. Cit. P. 171-172.
413RamzyBarrois. El Juego… Op. Cit.

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alianza entre el gobernante mixteco Ocho Venado con los emisarios del
gobernante nahua 4 Jaguar hecha precisamente jugando a la pelota414.

Vemos que los mesoamericanos desarrollaron y utilizaron una


verdadera máquina que les servía para lidiar con diferentes grados de
alteridad. No obstante, cómo ya repasamos, las canchas de Juego de
Pelota se encuentran también fuera de los límites tradicionales de
Mesoamérica. En el Oriente de Honduras se jugaba a la pelota. En
ciudades cómo La Sierra y Cerro Palenque y a diferencia de Copán, sí se
encuentran diferentes edificios públicos fuera de la parte central del
núcleo urbano. Esto nos indica que la ciudad estaba compuesta por
diferentes vecindarios con autonomía y que el poder se repartía de
manera más heterárquica que en la ciudad que dominaba la dinastía de
la cabeza de murciélago415. Sin embargo, estas ciudades no presentan
más que una sola cancha de juego de pelota a la entrada del
asentamiento. Siguiendo la propuesta de Hendon, esto nos está
indicando que el Juego de Pelota puede estar funcionando como
cohesionador interno de las unidades políticas heterárquicas dentro de
la ciudad y, a la vez, al estar en la entrada, como lugar de recepción de
los recién llegados. Vemos al Juego de Pelota funcionando, de nuevo,
cómo máquina de lidia de la alteridad, pero ahora se suma un nuevo
componente: la cohesión. Y es que desde una perspectiva relacional416 la
alteridad y los vínculos que se mantienen con ésta son absolutamente
necesarios para la construcción de la persona yde la cohesión social. En
palabras del amazonista Eduardo Viveiros de Castro, quien responde
directamente a Claude Lávi-Strauss e indirectamente a Gilles Deleuze:
“el otro no era allí sólo pensable- él era indispensable”417.

En el valle del río Cuyumapa, la organización de los asentamientos es


totalmente diferente. En vez de tener pocos núcleos urbanos dónde se
concentra la población, ésta se mantenía dispersa a lo largo y ancho del
valle. En esta zona también se practicó el Juego de Pelota. Tal vez su

414Manuel Hermann.Códice Nuttal. Lado 1: La vida de 8 Venado. En: Arqueología


Mexicana Edición Especial 23. Editorial Raíces. México D.F., 2007. P. 45.
415Julia Hendon. Neighborhoods in… Op. Cit. P. 167-170, 173-174.
416Marilyn Strathern. “Cortando a rede” En: Ponto Urbe. http://pontourbe.net,

(consultado en noviembre de 2013), 2006.


Alejandro Fujigaki. “Construir el… Op. Cit.
417Eduardo Viveiros de Castro. A inconstancia da alma selvagem e outrosensaios de

antropología. CosacNaify. São Paulo, 2002. P. 195.


Traducción propia, en el original: “O outro não era ali apenas pensável –ele era
indispensável”.
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importancia fue mayor que sus vecinos de La Sierra, Cerro Palenque e


incluso Copán. Las cuentas que presenta Rosemary Joyceson bastante
dicientes: en Cerro Palenque existe una cancha de juego de Pelota para
las 500 estructuras residenciales del asentamiento, en el valle del
Cuyumapa hay una cancha cada 65 de este tipo de
construcciones418.Julia Hendon, Rosemary Joycey Russell Sheptak notan
una variación más: existen canchas dispuestas sobre el eje suroriente y
otras sobre el eje nororiente419.Estas dos orientaciones diferentes refieren
a la salida del sol en los solsticios de verano y de invierno. Por esto es
queestos autores proponen que unas canchas eran usadas en verano y
las otras en invierno. Pero las canchas no tenían tan sólo diferencias de
orientación y de estacionalidad de su uso; existe una diferencia en el
propósito técnico de estas máquinas. Las canchas de verano están
asociadas a estructuras más pequeñas y localizadas río arriba y en
pequeños afluentes. Estas canchas pudieron ser usadas de manera más
cotidiana por los habitantes del valle del Cuyumapa debido a que se
encontraban de manera más extendida. Las otras canchas, las de
invierno, se encontraban en lugares centrales del valle y están asociadas
a grandes plazas. Su ubicación está en la rivera de grandes ríos y para
llegar a estos sitios, la población tenía que movilizarse y romper con su
quehacer cotidiano420.Vemos que estos dos tipos de canchas juegan el
papel doble que jugaban en lugares más nucleados como Cerro
Palenque: integraba a la población dispersa a una escala pequeña,
cotidiana, y a una escala mayor que incluía amplias zonas del valle. Un
dato más que nos habla de la propiedad del Juego de Pelota para lidiar
con la alteridad: en las canchas y en las plazas asociadas no se
encuentran objetos locales421. Todo el material allí recolectado viene de
fuera, es la alteridad la que es invitada en estas canchas-máquinas para
poder interactuar con ella.

El jugar a la pelota era uno de los mecanismos para dar cohesión social
en medio de la diversidad y poder lidiar con la alteridad que
encontramos en el Oriente de Honduras. Valdría la pena explorar la
función del juego de Pelota entre los Taínos y si éste tenía funciones
similares al del Oriente de Honduras. En toda la cuenca del Caribe

418Rosemary Joyce. Planificación urbana… Op. Cit. 126.


419Julia Hendon, Rosemary Joyce y Russell Sheptak.Heterarchy as Complexity:
Archaeology in Yoro, Honduras. Escrito presentado en el 58th Annual Meeting of
theSocietyfor American Archaeology, St. Louis, MO, 2009. P. 5.
420Ibídem. P. 5.
421Ibídem. P. 10.

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Memorias III Congreso Internacional de Estudios Caribeños
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Sistemas políticos, relaciones internacionales e identidades en el Caribe

debieron existir máquinas y técnicas concretas para poder dar


coherencia a la unidad diversa donde el contacto con la alteridad fue
constante.

Conclusiones
Poner en relieve una forma diferente de concebir los objetos y
conceptualizar unidades epistemológicas diversas, no es sólo una
preocupación teórica. Si aspiramos a hacer una antropología y una
arqueología recursivas con las que aprendamos de las preocupaciones e
intereses de los pueblos que estudiamos en vez de encasillarlos en
camisas teóricas predeterminadas, se hace indispensable reformular
nuestro aparato epistemológico. Si aceptamos una diferencia radical en
la construcción de realidad en la que está incluido el régimen objetual, el
trabajo antropológico y arqueológico adquiere una nueva dimensión:
valorar la diversidad sobre los esfuerzos por reducir las experiencias
humanas en patrones reproducibles. Esto no conduce al particularismo,
sino a la alteridad en interacción. Ser diferentes no conlleva a vivir
aislados.

Nuestra región, la cuenca del Caribe, no fue ni es una unidad


homogénea culturalmente. No tenemos que reducir nuestra diversidad
a unos cuantos rasgos comunes que difícilmente se van a encontrar
compartidos desde México hasta Venezuela pasando por
Centroamérica, Colombia y la totalidad de las Antillas. La diversidad es
lo que nos une. Si aceptamos y valoramos la diversidad como parte
constitutiva de nuestro pasado y de nuestro presente, lo será también
para el futuro. Si, además de eso y gracias a una antropología y
arqueología recursivas, aprendemos cómo han lidiado con la alteridad
los pueblos que poblaron y pueblan la cuenca del Caribe, podremos
hacerlo nosotros también en un mundo social y académico que favorece
la unidad.

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