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EL MODELO CHILENO

Al hablar del modelo chileno muchos son los que responsabilizan por su éxito a
la dictadura de Augusto Pinochet y sus políticas neoliberales. Tanto así, que no
han faltado quienes proclamen la necesidad de dictaduras de ese tipo para
encaminar por la senda del desarrollo a los países Latinoamericanos. Si bien es
innegable que durante la dictadura de Pinochet se realizaron cambios en la
matriz económica y se mejoró la infraestructura básica; no es menos cierto que
la aplicación de políticas de shock como la reducción agresiva del gasto público
que generó el despido masivo del 30% de la burocracia, el aumento de los
impuestos y la privatización de empresas estatales, generaron un altísimo costo
social. Esto sin mencionar las injustificables violaciones a los derechos humanos.
Lo narrado ocasionó que durante el período de Dictadura (1973 – 1989), a pesar
de las buenas cifras macroeconómicas generales, apenas existiera un
crecimiento del PIB anual promedio del 3.5%, el índice de pobreza se encontrara
en el 45% y la distribución del ingreso se haya deteriorado gravemente.

Al contrario, fue en el período de los gobiernos democráticos, desde 1990,


cuando se produce el verdadero salto en las condiciones de vida de los chilenos.
Reduciéndose la pobreza del 45% al 14.4%, cayendo el desempleo del 9% al
6.5% y aumentando el PIB per cápita de 2.187 dólares en 1989 a un estimado de
20.133 dólares en el año 2014. Los gobiernos democráticos mantuvieron la
matriz productiva heredada de la dictadura, pero añadieron libertades políticas,
aperturismo comercial y programas sociales anti pobreza. Quizás la medida más
sobresaliente e inesperada de la nueva democracia chilena fue celebrar
veintiséis Tratados de Libre Comercio con las principales economías del mundo,
asegurando a los productores chilenos el acceso a los mercados de 60 países con
una población de 4.200 millones de personas.

Para mayor sorpresa fue un presidente socialista, Ricardo Lagos, quien celebró
los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, China y la Unión Europea,
los cuales fueron polémicos debido a los riesgos que presuponían para la
industria nacional. En múltiples ocasiones justificando su decisión el ex
presidente Lagos ha manifestado que Chile al ser un país pequeño de unos 16
millones de habitantes necesitaba expandir sus mercados para competir con sus
mejores productos, además mediante la celebración de los Tratados de Libre
Comercio se obtenía la estabilidad de las reglas de juego y un incentivo para
agregar valor a las exportaciones, ya que con libre comercio los productos
terminados pagan cero aranceles siendo esto una ventaja frente a otros países
competidores.

Al respecto, la Organización para la Cooperación y Desarrollo (OCDE) ha


concluido que el espectacular crecimiento de Chile de las últimas décadas se
debe principalmente a la existencia de una democracia estable, la reducción de
aranceles, la suscripción de acuerdos comerciales, el equilibrio de las políticas
macroeconómicas, el tratamiento no discriminatorio a la inversión extranjera,
las regulaciones por parte del Gobierno, la independencia del Banco Central, la
reforma de las políticas de competencia y el desarrollo de políticas sociales.
Quedando pendiente para que dicho país se convierta en plenamente
desarrollado el incremento de la productividad y el mejoramiento en la desigual
distribución del ingreso. Así pues, Chile se encuentra encaminado para dejar el
subdesarrollo a más tardar a principios de la próxima década.

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