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Samantha Conde C.
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Gracias Yaz
Gracias mamá
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{PROLOGO}
S
erene Boucher es una niña mimada, inteligente, pero nadie le
puede quitar de la cabeza aquellas historias de princesas que
conocían al amor de su vida en un baile real y que
finalizaban en un “y vivieron felices para siempre” algo tonto ¿no?, pero así
es ella, piensa que tiene el mundo a sus pies, pero pronto va a topar con
pared y esa pared tiene nombre, es…Ferdinand Cordier.
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{El centro comercial}
L
as siete de la mañana, la hora indicada para ir al colegio,
obviamente el más caro de todo París. Hoy por fin mi padre
me dejará salir sola de compras, creo que tiene miedo de
que me gaste toda la tarjeta de crédito.
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—El desayuno está preparado señorita— ha indicado la sirvienta—
baje antes de que se enfríe.
— ¡Allá voy! — grito molesta con ella, aunque alegre por mi gran día.
Al bajar veo la mesa tendida con toda la comida sobre ella, primero
mi vaso de jugo de frutas, la sirvienta acostumbra hacerme de fresas ya
que es mi fruta preferida, aunque a veces lo haga de naranja o mandarina
por falta de tiempo. El desayuno de hoy consta de:
• Jugo de frutas.
• Ensalada de frutas o de verduras, aunque yo no la como y
siempre termino dejando todo a medias y por eso me castigan.
• Mi sopa o algún caldo con verduras.
• Una taza de café o té.
• Pan, pastel o cualquier otro postre con harina.
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—No me extraña, si no estuviera hablando en todas las clases con
Pauline hubiera puesto un poquito de atención— reprochó— ahora me
temo que le hablaré a su padre para que vengan a recogerla.
¿Por qué a mí?, ¿Por qué justo hoy se me tuvo que olvidar la salida?,
esto no puede empeorar.
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Ahora está lloviendo y yo estoy en la banqueta mojada de pies a
cabeza y sola frente a mi escuela
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—Gracias— musité.
—No, tienes manos ¿cierto?, creo que puedes abrir una simple
puerta—abrí la boca para repelar pero esta vez no tenía forma alguna de
vencer.
—No, pero estas en mi auto, así que creo merecer una explicación de
lo que te sucedió.
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en toda mi ropa y veamos ¿Qué más me paso hoy?, ah sí, ahora estoy
charlando con un extraño en un coche— musité enfadada.
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—Oye, necesito regresar a la excursión, ¿me llevas? — dije tratando
de ser amable.
Salí de su auto.
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Pasaron cerca de tres minutos cuando el elevador se abrió con
Pauline abordo y con una sonrisa al verme me recibió.
— ¿Dónde has estado?, espero que con algún chico lindo— insinuó
con una sonrisa.
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Al pasar por un cristal del edificio me vi reflejada y daba pena o tal
vez asco. Mi cabello estaba esponjado y lleno de hojas secas ¿de dónde
salieron las hojas? No importa, mi vestido parecía sacado de un basurero y
mi rostro tenía manchas de mugre, me veía fatal, creo que ni en mis
peores momentos me he visto así. Ahora que lo pienso, pobre del chico que
me trajo, de verdad debí dar una primer mala impresión pero lo bueno es
que jamás lo voy a volver a ver.
—Es que no puedo creer que estés así y peor aún, que un extraño te
haya traído— dijo entre risas.
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—Hola mamá, te vez bien y también me da gusto verte— contesté
con sarcasmo.
—Lo sé, y es una larga historia que no puedo contar por falta de
tiempo, saldré con Pauline y solo vine a cambiarme de ropa y a ducharme.
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— ¡Serene! — gritó Pauline para llamar mi atención, pues estaba
embobada viendo todas las tiendas que me rodeaban— ¿Lista? — dijo
mostrando su tarjeta de crédito.
—Por supuesto.
— ¡Perdona! No me fijé ¿Te encuentras bien? — dijo una voz del otro
lado de mis cosas nuevas regadas en el piso.
Del otro lado estaba el rostro del chico que me llevó a la excursión,
esto no me puede estar pasando.
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— ¿De qué rayos hablan? — dijo Pauline totalmente fuera de lugar
por aquella situación tan extraña.
—Mucho gusto, veo que tu amiga siempre anda con mala suerte.
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— ¡Qué lindo!, preséntamelo— dijo Pauline.
Pasaron diez minutos y aún no llegaban con las cosas así que me
levanté para irme por Pau y salir de aquí, pero al dar la vuelta los vi juntos
regresando a mi dirección. Al parecer los dos ahora se llevaban de
maravilla.
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—Ya te dije que no…
—Qué lástima, tenía ganas de disfrutar más tiempo con ustedes dos,
pero por lo visto tendré que estar sólo contigo Pauline— molestó
Ferdinand.
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—No pienso subirme de nuevo a tu auto.
—En tus sueños, ahora devuélveme mis cosas por favor o tendré que
hablarle a mi padre.
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—Está bien, ¿Dónde te estás quedando?
—Wow, vives con ricos ¿cierto?, con razón puedes comprar esas
marcas.
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—No me importa, me gusta más preciosa que Serene.
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{La empresa de papá}
a casa se escuchaba deshabitada, ni mi madre ni mi padre
L respondían.
—Te comprendo, pero espero que haya una buena explicación para
todo esto, ya sabes cómo es tu padre y no quiero que te castigue sólo por
cómo te veías.
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Subí las escaleras arrastrando los pies en cada escalón hasta llegar
a mi habitación, giré el picaporte haciendo rechinar la puerta y me
introduje en ella, me quité los zapatos y subí a mi cama. Acostada
bocabajo tomé mi iPod y lo encendí esperando mis notificaciones de
Facebook.
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Dormí como tronco el día de hoy. Mi alarma no sonó y acabo de
despertarme porque mi teléfono estaba sonando con una llamada entrante.
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blanca y venía con una camisa a cuadros y un pantalón de vestir—
concluyó la descripción—y venía en un auto Peugeot si no me equivoco, de
color negro.
—Gracias—dije molesta.
—Escúpelo.
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—Pauline, es mi culpa por completo, si no hubiera olvidado la salida
a la empresa hubiera evitado todo esto—susurré evitando que las lágrimas
que habían logrado nublar mi vista se derramaran.
—Es solo que no quiero que vuelvan a salirse de control las cosas
Pau, no sé cuándo permití que todo esto me sucediera en un día.
—No me interesa—sentencié.
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— ¿Nos vamos? —preguntó Pau del otro lado del salón mientras los
demás alumnos salían corriendo hacia sus respectivos automóviles.
—Sí, lo hizo y por cierto puede llamarme Serene, Ser o como guste,
creo que llevamos demasiado tiempo conociéndonos como para seguir
tratándonos de “usted”.
—Gracias…
—Joseph—terminó mi frase.
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en todos los momentos buenos y malos desde mi infancia y yo no puedo
seguirlo tratando como alguien ajeno a mi vida, realmente para mí es como
alguien más de mi familia.
—Gracias Joseph.
} {
—Adelante señorita Boucher—invitó mi padre.
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Salí del despacho de mi padre hacia la sala de juntas repitiendo cada
una de las cláusulas de los contratos, las respuestas a las preguntas más
frecuentes, la misión, visión, etc. de la empresa hasta llegar a la puerta de
la sala.
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— ¿No lo piensa leer? —pregunté notablemente sorprendida.
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—Ni loca…—y volvió a tomar los papeles—…rechazaría tal oferta.
Volví a releer el mensaje sin darle crédito al texto que tenía ante mi
¿De verdad accedí a este trato por el negocio de mi papá?, ¿tanta era mi
desesperación por conseguir la inversión? Me estaba volviendo loca.
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—Gracias, fue… sencillo.
—No seas tan modesta pequeña, estoy orgulloso de ti—dijo con una
amplia sonrisa en su rostro.
Debía hablar con alguien sobre todo esto y tal vez Jos era la persona
indicada y con la madurez suficiente para apoyarme.
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Nadie más mencionó algo durante el recorrido a casa, simplemente
necesitaba ahogarme en mis pensamientos y olvidar todo, tal vez después
de todo esto mi cita con Ferdinand sería mi única forma de salir de casa.
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{En mi casa no}
E
sta vez se presentó en mi casa, ¿en qué estaba pensando al
presentarse de esa manera aquí?, ni siquiera mis padres
sabían que yo ya lo conocía y no estaba esperando que se
enteraran de esta manera.
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iluminada por los faroles de las calles y de los coches que transitaban de
un lado a otro.
—Te creeré, pero ahora que tengo tu atención, me vas a decir por
qué estabas así el otro día—y emití un enorme suspiro.
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Traté de pasar directamente a mi habitación sin hacer ningún ruido
que me delatara en las escaleras, giré para ir al pasillo de mi cuarto y la
puerta del baño del frente comenzó a crujir por el movimiento del
picaporte.
Ferdinand salió del baño con la cara empapada y recién lavada <<al
menos tiene educación>> pensé, cuando torpemente me recargué en la
puerta para ver más de cerca y ésta se abrió por completo dejándome caer
de boca frente a él.
—Ni lo recuerdes—espeté.
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—Esto depende de tu padre, no de ti—culminó dirigiéndose escaleras
abajo.
} {
Por fin sábado libre de la universidad y de trabajos escolares <<
¡Ring!>> suena mi celular desde el otro extremo de mi cama.
— ¿Hola? — contesté.
—Pues felicidades.
—No, no, de verdad que estoy contenta por ti—fingí una risita para
corroborar mi felicidad “juro desde este momento que no dejaré que ese
cretino se aproveche de mi mejor amiga” me repetí.
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—Te creeré, pero no tengo que ponerme así que qué dices si salimos
de compras…—dudó por unos instantes— ¿o estás castigada?
—No, es mi turno de llevarte, espero estés lista a las 4—y colgó sin
despedirse
—Si crees que dejaré que las cosas se queden así está muy
equivocada señorita—inició mi padre. Miré a mi mamá en busca de apoyo
pero ella hizo como si no existiese ahí.
— ¿A qué te refieres?
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— ¿Quieres la historia larga o el resumen? —contesté cruelmente.
— ¿Cuántos días?
—Ni yo.
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—No, no lo tengo permitido, pero espero y te la pases increíble con
tu cita.
— ¿Bueno?
—Solo te llamo para recordarte que paso por ti a las seis en punto—
dijo del otro lado, me lo imaginé riendo ante su dejo de confianza.
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—Cuídate, bye—y colgó.
— ¿Me vas a dejar pasar? —dijo el chico frente a mí. Me sonrojé por
mi propia expresión de admiración ante él.
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—Vengo a ver a la joven Serene, no terminamos de firmar todos los
documentos, así que solo vengo por trabajo—mintió, se le daba tan bien
eso de las mentiras, era de admirar para un hombre que finge ser
totalmente honesto.
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—A mi casa—sonrió y yo no pude evitar una risita.
—Entendido.
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Se apresuró a colgar mi abrigo en un closet cercano a las escaleras y
me invitó al comedor.
—No debiste…
—Maldición—solté y colgué
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—Voy con Pau—respondió mientras tiraba de mí hacia fuera.
—Enseguida—respondió.
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{Ahora la escuela también}
A
l llegar a mi casa tenía todo el rímel corrido por mis mejillas y
las sombras totalmente mezcladas sobre mis párpados
haciéndolos lucir multicolores. No me esperé a ver a mis
padres, probablemente dirían y supondrían un sinfín de cosas que me
pudieron haber llevado a poner un pie así en mi propio hogar, pero
ninguna de ellas se acercaría, ya que solo fui a una “cita de negocios”.
¿Por qué tuvo que suceder hoy?, ¿Por qué debía llegar tan bien
arreglado?, bien pudo haber llegado como siempre y no habría reaccionado
así, si no que decidió arreglarse y quedar el mismo día con mi mejor amiga
y lo que es peor ¡Se supone que no debería importarme!
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—Sí, quiero teñirme el cabello de algún color…pero aun no decido
cuál.
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—Nada, decidí pintarlo, ya le hacía falta un cambio.
Era muy tarde para pedir perdón y yo muy orgullosa para poder ir a
hacerlo, esto solo empeoraba las cosas, pero si no les ponía un ultimátum
jamás podría decidir algo sola, mis únicas decisiones constaban en el color
de mi blusa, el vestido indicado, el maquillaje que combine…y cosas tan
banales como esas.
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Decidida salí de mi habitación y corrí bajando las escaleras, tomé las
llaves de mi auto y salí como alma que lleva el diablo hacia nuestro garage.
Una vez ahí abrí la puerta para introducirme y manejar directo a su casa,
cuando una persona pasó corriendo hacia mi casa y tocó el timbre. Pero
decidí no prestarle atención y que alguien más se hiciera cargo de esto.
Corrí en el auto por las calles, por primera vez me sentí realmente
libre, busqué en mi bolsa mi celular para llamar a Pauline per éste se me
olvidó en la cómoda de mi habitación. Aun así continué con mi trayecto
hasta su casa, al llegar aparqué en un lugar frente a la banqueta y salí
furiosa con las manos en puños a los costados. Llamé una vez a la puerta,
pero nadie abrió, intenté de nuevo y esta vez mi amiga decidió abrirme,
pero ella estaba llorando, seguramente por Ferdinand.
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—No te preocupes, ya tendrá él sus razones para dejar ir a una chica
tan genial como tú—traté de consolarla. Ella volteó su mirada hacia mí.
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hacerles la parada. Estuve ahí durante un buen rato hasta que alguien se
detuvo frente a mí.
— ¿Yo qué?
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—Tú eras ese asunto tan “importante” que debía atender—musitó
imitando mis gestos.
— ¿Qué?
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—Te lo advertí, no me diste otra opción—se encogió de brazos y
condujo hasta mi casa—listo, ahora puedes irte
Me introduje rápidamente a casa sin mirar la hora que era, todas las
luces estaban apagadas y no se escuchaba ruido alguno en las
habitaciones. Encendí la luz de mi habitación y miré hacia mi celular que
yacía aun en la cómoda, 2:00am decía el reloj. Solté un grito de estúpida
colegiala en cuanto vi la hora.
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—De que te arreglaras…el cabello—dijo con una sonrisa—siempre te
veías igual de seria y ahora sí pareces una mujer de tu edad
—Gracias—dudé.
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—No te disculpes señorita, después hablaremos de tu
comportamiento.
55
{El examen de psicología}
N
o sé por qué debo de encontrarlo en todas partes, pero si lo
hace a propósito yo también puedo llevarle el ritmo.
—No, no creo que quiera hablar al respecto Pau, será mejor que
dejes de pensar en él—sacudí la cabeza para sacar las palabras de
Ferdinand de mi mente <<tú eres ese asunto tan importante>>—y además,
sea cual sea la respuesta no debes darle importancia.
—Ya te dije que no—repliqué molesta porque ella piense que siento
algo por él.
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— ¡Que no! —espeté interrumpiéndola clase.
La clase continuó, ya que mis horas con ella eran tres seguidas y
decidí caminar un rato por el campus, con la esperanza de encontrar a
alguien familiar.
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—Sí, es tan sexy—y todas volvieron a reír.
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—Preciosa, déjalas, no te rebajes a ese nivel—comentó Ferdinand
tomándome de la mano para alejarme de aquel sitio y yo esta vez no hice el
esfuerzo de liberarme de su agarre, al contrario, lo abracé por la cintura
para cerrarles la boca a las descaradas que nos observaban.
—Gracias—susurré.
—Parece que estoy en boca de todos el día de hoy, unas chicas hace
un rato hablaban de mí.
—No te emociones.
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caer de lleno en mi mesa, ¿en qué estaba pensando al actuar así?, esto
solo me traerá problemas.
• Boucher Serene.
• Cordier Ferdinand.
• Dassé Grant.
• Simons Bernard.
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—Pues a ellas les falta una, aún puedes unírteles—contestó
Ferdinand con ese deje de descaro y Pauline solo gruñó en su defensa.
—Sí.
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—Fui modelo de Oscar de la Renta y Miu Miu; y solía trabajar para
revistas después de eso, estuve en tres portadas de revistas de moda en el
dos mil cinco y dos mil siete, he invertido mucho dinero en diferentes
casas diseñadoras y actualmente soy inversionista de la empresa Meilleur
Mode—terminó de explicar y me quedé atónita.
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Caminamos por el campus mientras ella se desahogaba llorando
sobre mí, estábamos escondidas detrás del edificio entre los arbustos
sentadas.
—Lo lamento Ser, me ganó la ira esta vez y eso fue todo, no volverá a
suceder.
—Ya déjalo, fue un idiota contigo, pero no por eso le des más
importancia de la que merece.
—Lo sé—me llevé las manos a la cabeza sin saber qué más hacer—
no sé qué sucede.
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—Estaban hablando de Ferdinand ¿sí? Y lo defendí, no es nada del
otro mundo—la empujé molesta y me levanté para salir de nuestro
escondite exasperada.
— No, detente tú, defendí a un chico ¿y qué? Eso no es algo del otro
mundo, así que deja de actuar como si hubieses visto un extraterrestre
frente a ti—estallé, estaba molesta porque mi propia amiga pensaba que
había sido torpe mi decisión.
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—Se puede retirar si no trae nada.
—Ferdinand—suspiré—gracias.
—No es nada, ahora solo tenemos media hora para estudiar, ¿no
vienes? —me tendió su mano y yo la tomé.
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—Si lo hacías.
—Simple curiosidad.
—Bueno, eso me pareció más interesante que ver los estantes de los
libros.
— ¿Así que soy más interesante que un estante? —alzó una ceja
pícaramente.
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— ¿Hacer qué?
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—Pero estoy castigada—me excusé, por primera vez comienzo a
amar mis castigos.
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—No es gracioso—masculló irritado.
—Por favor, odio que manejen para mí—juntó sus manos en forma
de súplica pero no cedí.
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— ¿Cómo te saco? —Le pregunté a Ferdinand que aún reposaba en
el asiento—te tendré que cargar.
—Descansa—susurré.
—No preciosa…
—Serene.
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El yacía sobre mí a escasos centímetros de mi rostro, se inclinó y me
besó; pude haberme apartado pero no quise, lo prefería así, juntos
después de tantas peleas.
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—Jamás pensé en discutir sobre ropa con un hombre—y volví a reír.
—Algo, ¿y tú?
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—Sí, muy simple—contestó el otro.
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—Estuvo conmigo toda la tarde y…uf, qué decir de la noche—
comentó con una sonrisita la tonta de Chris.
—Exacto, me la pasé con ella ¿sí?, así que de una vez por todas
dejen de decir tantas incoherencias y déjenla en paz, ella está conmigo—
dijo Ferdinand detrás de mí.
¿Qué me está pasando?, espero que esto no sea tan malo como
parece y peor aún que me traiga problemas ¿hasta qué punto podré fingir?
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{En tu casa sí}
E
l transcurso de las clases fue muy pesado debido a mi anterior
encuentro con Ferdinand, esta vez no estaba en el salón,
supongo que es porque debía recoger sus resultados del
examen, sin embargo al apartar mi mirada de su lugar observé los asientos
de Chris y Eve vacíos.
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—Perdóname por lo de ayer, fui una tonta.
—Ferdinand me habló y dijo que estaba muy mal y que por eso no se
pudo quedar a clases ah, y te manda saludos—murmuró en medio del
pasillo.
—No, solo eso, nos vemos Ser debo ir a mi casa—me dio un beso en
la mejilla y se alejó en la motocicleta aparcada al lado de mi auto.
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—Papá llegaré tarde a casa, debo hacer un trabajo en equipo, me
quedo en la casa de Pauline hasta mañana—advertí aun en pánico por mi
mentira.
—Seguro, te hablaré más tarde Serene para ver cómo van las cosas,
recuerda el castigo.
Bajé del auto lista para entrar por segunda vez en la vida a la casa
de Ferdinand. Giré la perilla y esta se trabó como si estuviera cerrada con
llave, decidí tocar la puerta pero nadie abría, intenté con el timbre y unos
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pasos se acercaron lentamente a la puerta, abrieron y vi a Ferdinand en
perfecto estado y muy arreglado sosteniéndome la puerta abierta.
—Pues heme aquí—giré para verlo—y por lo que veo vas mejorando.
—No puedo, me siento débil—susurró con poco aire, la frase fue casi
inaudible para mí.
—La medicina—bufó.
—Ya voy.
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— Es demasiado tarde para advertirlo—jugó y lo golpeé
juguetonamente en el brazo.
—Eso dices porque no hablas muy seguido con ellos, pero es verdad
y ahora soy la envidia de media facultad—sonrió ante su comentario.
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Me hirió el saber que todo este drama era sólo para continuar la
mentira, en verdad deseaba que fuera por simple desinterés de pasar el
momento conmigo.
Al poco rato llegó con una cámara profesional y me enfocó con ella;
yo seguía fingiendo una sonrisa como si todo esto fuera de lo más divertido
y la tomó, después de una ardua sesión de fotografía para mantener la
mentira decidí que era mejor retirarme.
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—Déjame salir—exigí.
—No lo sé, debo probar nuevamente para corroborar que no fue una
simple mentira.
Volvió a depositar sus labios con los míos en un tierno beso, como
aquellos de los cuentos de hadas en el que todo se resume en un “y
vivieron felices para siempre”.
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— ¿Sigue pareciéndote una mentira? —interrogó tomando mi rostro
entre sus suaves y cálidas manos, obligándome a mirarlo de frente.
—Porque todo esto es una mentira Ferdinand, por que Eve y Chris
nos han orillado a esto—musité sin poder verlo de frente para no
derrumbarme junto con mi mundo frente a él.
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esto—recargué mi cabeza en el volante dándome por vencida—no puedo
regresar a esa casa, me lo he prometido—me dije—mejor llamaré a Pauline
para que venga por mi y poder ir a su casa a pasar la noche tal y como se
los dije a mis padres—hurgué nuevamente en la bolsa del abrigo y —
maldición, maldición, maldición, ya no más, de verdad esto me terminará
matando.
Me froté los ojos, pues la luz no me dejaba ver del todo bien y las
imágenes retornaron a mí.
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— ¿Y si no quiero qué?, ¿soplarás, soplarás y la casa derribarás? —
se burló dentro de su departamento.
—Pues pasa.
—Si—la voz sonó cerca. Giré sobre mis talones y lo vi tras de mí,
provocando que soltara un grito. Me tapó la boca con sus manos y me llevó
al interior de su casa.
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— ¿Qué rayos te sucede?, eso parecía un secuestro—corrió hacia el
interior de su casa y yo fui tras de él.
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—Abre la puerta, déjame cambiarme y me largo—bajó y abrió la
puerta dejándome pasar.
— ¿Bueno? —pregunté
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Entró y me vio frente a él, salté sobre la cama y me cubrí con las
sábanas.
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—Dilo tú—sonreí y el suspiró.
—No debí hacer lo que hice ¿sí?, espero que lo entiendas y que me
disculpes, perdones o lo que sea que hagas para saber que no hay
rencores—desplegó una sonrisa de “de verdad espero que me perdones” y
no pude evitar devolvérsela.
—Fuimos los dos, así que no hay nada que perdonar, todo está
disculpado.
—Pues por cada vez que hagas eso buscaré la forma de darte un
beso.
—Algo así—me dio una última sonrisa y me abrazó por los hombros
con un brazo para dirigirme a su automóvil—tu conduces—me dio las
llaves de su auto.
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—Eres divertida—se le formo aquel hoyuelo en la mejilla y comencé a
conducir.
89
{La cafetería}
A
l llegar a la universidad decidimos hacer nuestro recorrido
por separado, pues en la entrada se escuchaba el rumor de
que me había peleado con Ferdinand tras pasar la noche
anterior en su casa ¿Acaso me estaban espiando?, hoy en día ya no se
puede tener privacidad; no hay problema de que digan que pelamos, sino
que insinúen que pasamos la noche juntos, técnicamente esa era mi
intención, debo admitirlo, ¡Pero sólo pasar la noche EN SU CASA, no con
él! Y peor aún, la pasé en mi auto; si van a contar un chisme, tan siquiera
que sea algo factible. Pero al parecer nadie dudaba del hecho, era como si
todos aceptaran la mentira y firmaran con sangre que me habían visto
durmiendo con él.
—Oye, ¿tú eres la tonta que dejó ir a Ferdinand Cordier? —dijo una
chica que estaba observándome mientras caminaba.
—No soy ninguna tonta y no diré nada más sobre esto, ni siquiera te
conozco—espeté.
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—Mucho gusto, yo soy…
Entré a mis clases y esta vez decidí sentarme hasta el rincón del
salón de clases, estaba justo en la orilla de las ventanas, donde se veían a
los chicos y chicas corriendo para entrar a sus respectivos salones o a
aquellas parejas que tan amorosamente se besaban cerca de los
barandales del cuarto piso del edificio. Todo era tan bello, jamás me había
dado cuenta de la hermosa vista que tenía desde ahí.
91
La clase dio inicio y de inmediato me aburrí, el mismo tema de
siempre en literatura, “el uso de los signos de puntuación”. Siempre lo
mismo.
92
visión y comenzamos así una guerra infantil de “cubre la nota para que no
te delaten”, hasta que logró arrancar el pedazo de hoja y llevarlo hacia sus
ojos, parándose lista para leer el contenido. Hasta que hice lo más
inesperado; le arrebaté el pedacito de hoja y me lo metí a la boca. Fue
asqueroso, sabía a la crema humectante de la profesora y a monedas que
habían estado entre las hojas de esa libreta.
—Lo sé, pero fue necesario—chillé aun con ese peculiar sabor en mi
boca.
—No creo que haya sido algo tan insignificante como para que se lo
tragara señorita Boucher, creo que me veré obligada a mandarla a
suspensión por una semana—recriminó—a menos que nos comparta lo
que aquella hoja decía.
93
—Nada, solo unas iniciales.
—Mi…mi perro—mentí.
FC&SB
94
Serene: Ya deja de fastidiar ¬¬’
Serene: Sí y a él si lo AMO ;)
Ferdinand: Así que una mentira ¿no? Y entonces qué decían las
iniciales
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Comencé a doblar el papel para regresarlo y la profesora se acercó a
mi lugar.
—Serene.
Me hacía cada vez más abajo en mi asiento hasta que casi llegaba al
suelo, giré a ver a Ferdinand y el estaba como si nada ¿Por qué demonios
sólo me afectaba a mí?, él parecía como si solo le estuvieran recitando las
oraciones para un dictado mientras mantenía esa perfecta sonrisa en su
rostro.
Las clases continuaron como siempre, aunque para mí era una hora
más de tortura psicológica. Todo seguía tan normal como siempre para el
resto del aula, aunque para mí, el mundo estaba colapsando lentamente a
mi alrededor y yo era la única sobreviviente junto con Ferdinand y
entonces nosotros…—¡Ya basta Serene! —Me reproché—deja de pensar en
tonterías—decía una y otra vez alejando aquellos pensamientos tan cursis
poco a poco.
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Terminó otra clase y así de lento continuó todo. No podía salir a
comer porque afuera estaba lloviendo a cántaros y nos podíamos resbalar,
me vale un comino si me resbalo o no, yo sólo necesito un respiro y
alejarme de todo esto.
—Veo que conociste a un chico nuevo, los dejo solos para que
continúen—murmuró irritado.
97
— ¿Cómo te llamas? —preguntó por fin el chico.
—No, para nada, es sólo que tus ojos son divinos—chillé dando
saltitos y él se ruborizó un poco más.
98
— ¿Babear?, yo no estaba babeando por él.
—Con eso de que los corazones ahora son para las mascotas…
99
—Pero cállate—susurré.
—No te diré nada, detesto esta mentira, quiero ser libre de esta
tortura lo más pronto posible.
100
Nos movíamos rítmicamente con el beso hasta que nos fue difícil
respirar y nos separamos. Dejándome así con todos los sentimientos a flor
de piel y las miradas de todos los chicos de la cafetería sobre mí.
101
{El zoologico}
N
os sentamos en la mesita del rincón una vez que me soltó.
102
—Yo también—me limité a contestar.
— ¿Qué dijiste?
—Que me agrada.
103
—Ahora veo, entonces no sé qué hago aquí, deberías estar con tu
amigo.
—Nadie te escucha—susurró.
104
— ¿Te encuentras bien? —preguntó Christopher.
105
— ¿Cretino? —ladeó la cabeza.
—Puedo ir si gustas—ofreció.
—Llámame Chris—interrumpió.
106
—Perdón por mi atrevimiento, pero ¿Por qué llorabas hace un rato?
—se mordió el labio preocupado por mi y no pude evitar esbozar una
sonrisa.
107
— ¿Ya me dirás a dónde nos dirigimos? —pregunté con el helado
derritiéndose en mi paladar.
— ¿Bueno?
— ¿Eres Serene?
108
—Nada, sólo hablo para saber cómo estás y con quién, tu padre me
mandó a llamar a su empresa para saber si estabas conmigo, estás en
serios problemas—susurró como si estuviera escondido.
— ¿Dónde estás?
—Le dije a tu padre que saldrías con tu novio a una cita y que
regresabas a las once de la noche.
109
Mi padre no estaba enterado de lo de Ferdinand y no se lo dije
porque era una farsa, ¡nada de eso fue real!
— ¿Por qué?
110
— ¿Sigues en tu departamento?
—En el baño para ser precisos, tu padre me está dando una charla,
y no una de negocios exactamente—trató de bromear lo cual me provocó
una leve sonrisa.
111
{Accidentes}
C
ontinuamos el camino el chofer y yo a toda marcha y el
celular volvió a sonar.
— ¿Bueno? —contesté.
Toco y nadie abre, intento con el timbre y nadie abre, me asomo por
una rendija que quedó entre las bisagras de la puerta y veo a mi padre
sentado en el recibidor con la cara roja de ira.
112
Ferdinand al escuchar todo lo que estaba sucediendo salió del baño
corriendo, lo que me hizo sonreír y tranquilizarme.
—Ya te dije que estaba con Pauline y te habló un chico que estaba
en el equipo, si no me crees háblale—le tendí el móvil y enseguida lo tomó.
—Ahora veo, y por qué el poco hombre no pudo decirle que estaba él
contigo.
113
— ¿Estás celoso? —levanté las cejas de una forma pícara y divertida,
a lo que él respondió con un sonrojo.
Entrelazó los dedos y dejó caer sus manos entre sus piernas.
114
Por otra parte mañana debes asistir a una junta de inversionistas
en “Meilleur Mode”
115
—Es mío, me lo llevo.
—Dámela—espetó.
116
—Me aseguro de que no te puedas ir hasta que no me des esa
maldita nota—contestó algo irritado.
— ¿No hablas en serio verdad?, todo este drama es por una nota,
¡¿te das cuenta de lo patético que es todo esto?! —grité.
— ¡No puede ser! —Dejé caer mis brazos a los costados y levanté la
mirada hacia el techo.
—Pero así es, así que más vale que te relajes porque pasarás aquí
mucho tiempo—subió de regreso a su habitación mientras yo iba detrás de
él.
117
Sus ojos se abrieron demasiado con sorpresa y algo que interpreté
como arrepentimiento.
—Claro que no, dame la nota, ese fue el trato—se puso de pié para
pasarse frente a mí.
—Buena idea.
118
El lugar estaba en un silencio incómodo, pues nadie tenía nada que
decir.
—Toma—extendí la nota.
—Y yo que no la quiero.
119
—Pues mi padre te dijo que mañana hay junta de inversionistas y
que lo perdones por todos los problemas que te causó—dije
tranquilamente.
—Sí.
120
El señor logró abrirnos la puerta y Ferdinand le pagó con un billete
de quinientos. El señor sorprendido porque no le pidiéramos cambio salió
del departamento.
Salí y recogí las llaves que habían sido arrojadas al suelo horas
antes.
—Gracias.
Si le doy la mano parecerá que estoy cerrando un trato con él. Pero
no estoy lista para despedirlo con un beso. Decidida a retirarme me di la
vuelta para encararlo y estaba con la mirada perdida viendo algo, no sé a
qué veía o a quien; pero estoy segura de que no era nada bueno.
121
— ¿Me dirás ya qué te pasa? —me planté frente a él con los brazos
cruzados.
Conduje hasta casa con cansancio y tomando los atajos que habían
en las avenidas para tardar menos.
122
{La junta}
S
eguía ahí tumbada y con el brazo punzando de dolor, mi
estómago rugía por comida y no podía levantarme de ahí.
123
— ¿Padres? —pregunté.
—No entiendo.
124
Apenas y podía creer lo que me decía aquella persona, que supongo
era un médico. Pasó muy poco tiempo cuando dos personas entraron
donde yo me encontraba.
125
—No te preocupes hija te juro que te recuperarás, no importa si
tengo que vender la empresa, juro que lograrás recuperarte de esto—
dijo con tanta esperanza que deseé poder comprender todo.
—Sí.
—Sí, te recuerdo.
126
—Gracias Serene, iré por mamá para ver qué puede decirte.
— ¿Mamá? —titubeé.
} {
Ya había pasado cerca de una semana desde mi accidente y
recordaba a mi madre, a papá, a mi casa y mi escuela.
127
— ¿Estás segura? —dudó mi padre.
—Ayer el médico dijo que hoy podría intentar aunque sea por un
momento ir al colegio para ir ambientándose.
—No te hagas la idiota, soy Chris—se dio la vuelta y me dejó ahí, salí
corriendo tras de ella para averiguar qué había pasado entre nosotras.
128
—Déjame pensar—apoyó uno de sus dedos en el mentón—peleamos,
me llamaste zorra, estuviste a punto de golpearme… ¿Quieres que
continúe?
—No…no…perdona—musité confundida.
—Hola.
— ¿Tienes algo?
129
—Sí, pero poco a poco he ido recordando cosas, así que supongo que
pronto llegaré a acordarme de ti—la observé, pero ella tenía la mirada
perdida en otro lado, giré para localizar aquello que observaba y llegó un
chico a reunirse con nosotras.
— ¿Quién es?
—Ferdinand Cordier.
— ¿Estudias conmigo?
—Llegamos—interrumpió el chico.
130
—Siéntate cerca de la ventana, ese lugar es tu favorito—susurró
mientras nos dirigíamos a la esquina del salón.
Se acercó demasiado a mí hasta que posó sus labios sobre los míos
en un beso tímido hasta que me liberé de esa hermosa sensación.
— ¿Ya lo recuerdas?
—Sí, soy tu novio y estoy celoso de un tal Chris, un tipo pelirrojo que
coquetea contigo—dijo con mala cara.
131
—Entonces creo que dejaré de hablarle, si es lo que quieres—
contesté mordiéndome el labio.
132
Yo reprobé y presenté el de regularización, justo un día después de
mi accidente me darían los resultados, el mismo día que la junta de los
inversionistas.
—Si—sonrió.
—Sí—volvió a contestar.
—Señorita Boucher, si tiene algo que decirle al joven Cordier los dos
se pueden retirar—musitó el maestro con amabilidad.
133
—Trataste de aprovecharte de mí Ferdinand—reclamé con la voz esta
vez más recia.
134
—Me voy a casa papá, pero la limusina la llevó mamá y yo no puedo
manejar, no estoy preparada—dije con la respiración entrecortada.
135
— ¿Serene?, no…no esperaba verte aquí.
136
—Chris y Eve no dejaban de hablar pestes de ti Ser, aunque
Ferdinand…—paró de hablar y dio un largo suspiro—él estuvo todo el
tiempo pendiente de tu salud, le contó a Pauline que estuvo yendo al
hospital a verte, pero no dejaban pasar mas que a tus padres y que él se
quedaba sólo en la recepción esperando a que salieras de aquel lugar.
Hasta que pasó casi una semana y tú aún no despertabas. Pero no se dio
por vencido, de hecho estuvo molestando a cada persona preguntando por
ti, pero jamás me dijo nada, todo esto me lo contó tu amiga—se encogió de
hombros como si eso no valiera nada.
137
—Como quieras, allá te veo—colgó.
—Eran para ti, pero veo que no necesitas a otro pelagatos que esté
tras de ti—arrojó las rosas al suelo justo entre nosotros—no esperes ver
esto nunca más.
138
veces que salimos, nuestros fortuitos encuentros, siempre es lo mismo
contigo—grité desenfadada.
139
Entré rápidamente sin dirigirle el saludo ni la vista a nadie, tal y
como si el resto del mundo fuera invisible para mí.
140
Levanté por fin la mano para dar mi propuesta.
—También sería buena idea algo que diga “celos” por sí mismo,
algunos tonos encendidos, pero obscuros…algo así como negros, grises,
verdes fuertes…colores de penumbra—sonrió socarronamente esperando
alguna reacción de mí, pero no le di el gusto.
Pedí la palabra.
— ¿Qué les parece algo así como: “al igual que los sentimientos, la
moda es un asunto serio”?
—O algo como “usar Meilleur Mode, algo mejor que las indirectas—
intervino Ferdinand— ¿qué era eso?, ni siquiera tiene sentido su execrable
eslogan.
141
—Pues allá ustedes decidan, me retiro de la junta, debo arreglar el
papeleo—excusé para poder salirme de aquel lugar.
—Pues dígale al joven Cordier que deje de estar con sus indirectas
tan infantiles—respondí y giré hacia Ferdinand—en cuanto a ti—lo
señalé—si tienes algo que decirme prefiero que sea de frente.
Tuve que bajar corriendo las escaleras, pues los elevadores estaban
sin servicio.
142
—Yo no tengo nada más que decirte—solté.
Sus labios suaves y delicados se movían sobre los míos con una
delicadeza adorable, haciéndome sentir cada parte de ellos, sentir esa
143
frescura que tenían, saborear el agradable perfume mentolado de su boca.
Y en mi mente sólo estaba él, cada momento en el que lo encontré así, por
accidente.
144
{Alemania}
M
e separé de él jadeando y sonriendo con satisfacción,
esperando el momento de regresar mi boca a la suya.
Subí detrás de mi padre todos los escalones, notando cómo cada vez
que subíamos más, él se iba tensando y yo preparaba mi estrategia.
145
— ¿Decirte qué?
— ¿Qué?
146
— ¿De qué hablas?
—No.
— ¿Qué?
—Sí—asintió secamente.
147
marcarle, pero no estaba, mi bolso se había quedado en la oficina y ahí
estaba el móvil.
Salí del edifico y cogí un taxi para el aeropuerto, esperaba que tal vez
Ferdinand me buscara, que hiciera algo más por mí. Jamás creí que
llegaría a quererlo, que estaría enamorada de él; y justo ahora, todo el
mundo se pone entre nosotros.
— ¿Joseph?
148
improvisto, recuerda que tenemos algo pendiente, espero verte
cuando regrese
Te Ama
Ferdinand Cordier
Decidí cerrar las cortinas para ver si conseguía aunque sea por un
momento, descansar. Pero fue inútil, cada vez que cerraba los ojos veía a
mi padre gritando y las palabras de la carta de Ferdinand se venían a mi
cabeza.
149
Anunciaron que todos nos abrocháramos los cinturones, pues el
avión iba a aterrizar y, tras unos movimientos turbulentos, llegamos por
fin a Berlín justo en la capital.
} {
150
La primer junta fue a las doce de la mañana para terminar los
contratos de exportación de telas para la empresa y sus maquiladoras, un
contrato que concreté exitosamente y por el cual recibí nueva ropa como
recompensa.
Por fin, la tercer junta en la madrugada, con una anciana que nos
vendería máquinas y demás tecnología para la empresa. Esta vez no hubo
compensación.
151
—Es la de siempre
— ¿A sí? —titubeé
— ¿Cómo la sabes?
—Ferdinand Cordier
152
—Gracias—musité entre sus protectores brazos
Pasamos así casi medio año, solas ella y yo. En mi nueva escuela no
le hablaba a nadie y me limitaba a ir y venir de mi escuela a mi casa y
viceversa.
Pero tenía un plan, adelantar horas para poder salir antes que el
resto y verlo lo más pronto posible.
} {
Por fin, terminé la carrera, pude hacerlo antes de lo previsto. Mi
madre se había regresado a Francia por asuntos de la revista, mientras
que yo pronto regresaría.
153
Ya había reservado el vuelo y ya había mandado todo lo necesario en
las maletas rumbo a Francia. Todo estaba hecho, sólo faltaba que
anunciaran el vuelo.
154
—Gracias, también es un gusto volver a verte
—Como ordene
155
—Bienvenida…—escuché decir a mi madre.
— ¿Quién?
156
—Sí puedo, y debo hacerlo—introduje con todo el miedo del mundo
la llave al acceso y arranqué el auto.
Mis padres no saben nada de esto y dudo que se enteren, tal vez
investiguen, tal y como lo hice yo con Ferdinand.
157
—Señorita su vuelo—me despertó una chica a mi lado
—Gracias—suspiré.
Por fin he llegado, sólo me falta encontrarlo, saber dónde está y por
qué está aquí.
158
{La elección}
M
e encaminé hacia los taxis que estaban estacionados en
las filas de afuera del aeropuerto.
—Sí, sube—contestó.
159
—Señorita ¿necesita transporte? —preguntó un remero
interrumpiendo mis pensamientos.
160
—Como ordene—la góndola dio un movimiento brusco cambiando de
dirección.
—Gracias—musité.
161
—Eres muy hermosa para estar sola por aquí—susurró alguien a mi
oído.
— ¡No! —vociferé.
162
Metió una de sus manos en mi abrigo despojándome de él. Pasó
después por mi blusa, desabrochando cada botón mientras luchaba contra
mí para impedirlo.
— ¿Es que tengo que encontrarte a cualquier parte que voy? —se
quejó, haciendo la misma pregunta que yo iba a hacerle.
163
—Esta vez es diferente—dije nuevamente entre sollozos. Aquel tipo
me hacía sentir sucia, de sólo recordar sus palabras me estremecí en los
brazos de Ferdinand.
164
—Wow, que sorpresa, reí que no querías verme.
—Trabajo—confesó.
165
—Me contrataron para un photoshot de una revista, pero una
agencia de modelaje me vio en la revista y me canalizó a la pasarela de la
semana de la moda en Milán para Armani y al ver que no regresabas decidí
continuar con mi vida—confesó un poco entristecido.
166
—Ya—me tomó por la cintura acercándome a él—no te molestes,
prometo no volver a hacerlo.
Nos recostamos en la cama los dos juntos, nadie dijo nada, pues la
situación aún era un poco incómoda.
167
—Sí, pero tengo otros planes, así que tendrás que regresar y ya nos
veremos en Francia—susurró abrazándome y poniéndome a su lado,
aspirando una y otra vez el aroma de mi cabello.
—Hasta mañana.
168
En medio de la mesa estaba una cesta con baguetes para acompañar
la comida, una botella de agua y una cestita con salsas para condimentar,
sazonar, etc. la comida.
—Pero no he ordenado—recriminé.
169
Por fin lo descubrieron y vi lo que estaba sobre la fresa emitiendo
aquel brillo.
170
—Ferdinand yo…—colocó un dedo sobre mi boca para callarme.
—No digas nada, por favor, esperaré hasta que puedas darme una
respuesta después de meditarlo.
¿Pero acaso no era obvio?, diría que sí, a cualquier cosa que me
dijera porque yo sentía lo mismo, pero no quería presionarme, lo dijo
claramente y respetaría su decisión.
} {
Estuve esperando con Ferdinand mi vuelo, hasta que por fin lo
anunciaron.
Subí tras una larga despedida, no podía dejarlo ahí y regresar sola a
casa, además de que me fui sin avisar y soltera, y regresaré a casa
comprometida. Al pesarlo sentí que el corazón se me detenía.
171
—No, debes ir a tu casa o tus padres me matarán, si de por sí tu
padre me odia y debo pedir tu mano, no quiero imaginar lo que hará
cuando me vea llegar contigo, así que no, debes irte—culminó con los ojos
tristes.
Pasó una eternidad para que por fin llegara a París con mi estómago
a punto de ser expulsado por completo.
172
Todos comenzaron a retirarse, pero ni ellos ni mis padres se habían
percatado del anillo.
—Un anillo
—Ferdinand—confesé gritando.
173
—Ya es muy tarde ¿no lo crees? —Farfullé—he tomado mi decisión y
me temo que no harán esta vez nada para impedirlo.
—Haré lo que sea para impedirlo Serene, así tenga que hacerte elegir
lo haré—la boca se me secó en ese instante.
—Ferdinand—contesté automáticamente.
174
Corrí sin parar y jadeando en busca de aire hacia el departamento
de Ferdinand.
Por la casa estaba todo aventado, los CD’s con música regados, la
ropa botada en la sala y la cocina.
175
—Por supuesto, ahora ésta también es su casa.
—Ferdinand—suspiré.
176
{Acepto}
E
l resto de la semana pasó lentamente.
Pauline aún no lo sabía y tenía que ir a verla para avisarle todo, para
mantenerla al tanto de mi avance con Ferdinand.
177
— ¿Dónde te habías metido?, tus padres casi destruyeron mi
departamento diciendo que estabas aquí—contó muy molesta.
—No, jamás haría eso, pero en fin, fui a Italia sólo por una razón—
levanté mi mano frente a mi rostro para mostrarle el anillo.
178
— ¿Ferdinand?, ¿Ferdinand Cordier?, ¿El Ferdinand que
conocemos? —preguntó aún sin darle créditos a mi aviso.
—Sí, él mismo.
—Algo así, pero es que tuve una pequeña pelea con mis padres y me
hicieron elegir entre ellos o mi boda. Obviamente elegí mi felicidad, la
boda.
179
— ¿Me estás corriendo?
—No, pero esto es muy importante, así que mañana te veré para
terminar de charlar.
} {
Pasaron por fin los tres días que restaban para que Ferdinand
regresara y yo estaba impaciente en la casa.
180
—No lo sé, eso será sorpresa para los dos.
—Pasa.
—Mi padre me hizo elegir entre ellos o tú, creo que has ganado—
sonreí.
—Ferdinand, yo no puedo…
— ¿Es un no?
181
—Bien, como te decía, eres maravilloso, omitamos la parte del
encuentro, pero sí.
— ¿Sí qué?
182
—Perdona, pero debo hacerlo, eso se llama educación.
183
que pudiera tranquilizarme o al menos para que me sintiera segura. Y lo
logró.
—Lo sé, se lo que ambos sienten y los comprendo, pero ¿no creen
que es muy pronto?
—Joven Cordier, debe estar enterado ya del problema que tuve con
mi hija, ¿me permitiría un momento a solas con ella? —musitó
cortésmente y Ferdinand sólo asintió dejándome en la sala con mi padre.
Tragué con dificultad y me puse de pie para tomar valor ante lo que
viniera y poder afrontarlo.
184
—No es muy importante, no pasó nada, ya puedes ir, de hecho
quiere verte—sonreí.
—Para la boda.
185
—Muy bien preciosa, cómo y cuando tú quieras haremos los
preparativos de la boda.
Al llegar a casa llamé a Pauline para que me diera “la lista”. No faltó
mucho tiempo para escuchar el rugir del motor de su transporte tan
peligroso.
Su madre tuvo una boda desastrosa, dice Pau que hasta el pastel
llegó al día después de la boda y por nada del mundo queríamos que eso
nos sucediera.
186
Después de eso iría a recoger un vestido que había encargado desde
el momento en el que puse un pié en Francia cuando me propuso
matrimonio.
Esbozó una sonrisa, pues sabía que nos darían una pequeña
muestra del menú para elegir, cosa que supongo lo volvía loco y alegre.
187
—Supongo que deben cocinar esquicito—murmuró mi acompañante.
Revisamos varias veces la carta que nos dio la señorita castaña con
falda corta que no apartaba la vista de mi prometido.
188
Continuamos eligiendo y probando los platillos, al final nos
convenció como entrada una crema de tomate y zanahorias, como plato
fuerte unos ravioles de queso y espinaca y como postre una pequeña
compota de fresas.
Manejó a casa muy lento, mientras con una mano sostenía el volante
y con la otra tomaba mi mano y la estrujaba de vez en cuando.
—Suena bien—sonreí.
189
Continuamos en silencio hasta casa para hablar a la iglesia. Según
las invitaciones nuestra boda sería dentro de tres semanas.
} {
Las semanas pasaron muy rápidas, y con éstas se fueron mis ganas
de comprar, de salir, de hacer cosas al aire libre. Comencé a vivir cas
enclaustrada mientras Ferdinand salía sin mí a trabajar o simplemente a
distraerse, pero es que los nervios de que estábamos a un día de la boda
no me dejaban en paz. Ya hasta estaba soñando que yo interpretaba
aquella película que vi con Pauline sobre la chica que escapaba de sus
bodas.
Llevaba dos días seguidos sin dormir y eso ya había causad estragos
en mi piel.
—No me importa.
190
Se acercó rápidamente al sofá y me cogió por las piernas y la cintura
para que me acomodara en sus protectores brazos.
— ¡Bájame! —exigí.
—Duérmete—respondió.
—Está bien—bufé.
191
—Te ves maravillosa hija, no puedo creer que te vayas a casar, sólo
tienes veinte, se supone que disfrutarías tu juventud—sonrió
amargamente.
192
—Queridos hermanos y hermanas—inició el padre—nos
encontramos aquí, en la casa del señor para unir en sagrado matrimonio a
esta afortunada pareja, a Serene Boucher y a Ferdinand Cordier, quien al
aceptar ante Dios, jurarán permanecer juntos pase lo que pase.
—Sí, acepto.
193
—Ferdinand Cordier, ¿aceptas a Serene Boucher como tu legítima
esposa?
—Sí, acepto.
} {
Probablemente la vida en los cuentos de hadas no pueda ser posible,
eso no sucede a diario, pero tuve la suerte de conocerlo y de que mis
sentimientos fueran correspondidos.
194
{Fin}
195
{Epílogo}
H
an pasado ya 3 años de casados, después de nuestra luna de
miel en Inglaterra tuvimos muchas cosas por hacer, arreglar
la empresa.
Ahora estoy embarazada por segunda vez, sé que soy joven, pero me
entusiasmó tanto la idea de tener hijos que ni él ni yo pudimos
contenernos.
La alegría de mi hogar.
196
{Agradecimientos}
Primero debo agradecer a los lectores de mi novela en Wattpad,
quienes me apoyaron y alentaron a terminar esta historia.
Y a todos los que hayan llegado hasta aquí, por tomarse el tiempo de
leer mi pequeña novela, muchas gracias lectores y lectoras, en verdad me
agrada que haya valientes que lean los nuevos proyectos.
197
{Puedes encontrarme}
https://www.facebook.com/sammy.cond
http://www.wattpad.com/user/Sammycond
http://ask.fm/SamanthaConde
https://twitter.com/sammycond
198
Licencia: All right reserved
199