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NIUB: 16670732
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GORDILLO CAÑAS, ANTONIO “El principio de fe pública registral” (I). Ed. Vlex
págs.509-655
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GORDILLO CAÑAS, ANTONIO“El principio de inoponibilidad: el dualismo
moderado de nuestro sistema inmobiliario registral”.
atribuye valor constitutivo a la inscripción sino meramente declarativo, al
mismo tiempo sigue el modelo latino (sistema francés, o de
inoponibilidad).
Un sector de la doctrina mantiene que existe un único principio, el de fe
pública registral a través de dos medios: el del art. 32 (inoponibilidad de lo
no inscrito frente a terceros), y el del art. 34 (la adquisición de un tercero
confiado en lo publicado en el Registro y con ciertos requisitos es
inatacable). Esta es la tesis monista (defendida por Roca Sastre, Cossio, y
otros).
Otro sector (tesis dualista, defendida por Lacruz, Núñez Lagos, Díez Picazo
y otros) considera que los principios de inoponibilidad y fe pública son
independientes. El principio de inoponibilidad protege al segundo
adquirente que inscribe en el Registro, y no al primero que tuvo menos
diligencia y no inscribió. El principio de fe pública protege a quien adquiere
del titular registral, confiando en la inscripción.
De las anteriores explicaciones puede deducirse que, para la tesis monista,
el tercero hipotecario es el descrito en el art. 34 de la Ley Hipotecaria, de
forma que los arts. 32 y 34 vienen a complementarse y se refieren al
mismo tercero, debiendo éste reunir los requisitos exigidos por el art. 34
(negocio válido, adquirir del que aparece como titular registral, a título
oneroso, de buena fe, e inscripción del adquirente). Sin embargo, para la
tesis dualista, los terceros de los arts. 32 y 34 son distintos.
La Jurisprudencia, a partir de las Sentencias del Tribunal Supremo de
5.3.20073y 7.9.2007 parece haberse decantado por una tesis dualista
moderada (es decir, tesis dualista pero con requisitos), aplicando cada
artículo (el 32 y el 34) a cada supuesto de aplicación, con el art. 34 si la
finca está inscrita, y con el art. 32 si la finca no está inscrita, y exigiendo al
tercero del art. 32 los requisitos del art. 34.
El requisito de la buena fe del tercero hipotecario. Diligencia exigible
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MURGA FERNÁNDEZ, JUAN PABLO “La doble venta judicial y el art. 34 de la LH:
recepción de la doctrina uniforme sentada en 2007”, Ed. Vlex 407503266
en el Registro, sino que exige además actuar diligentemente y de acuerdo
con unos cánones o criterios de conducta que sean socialmente aceptables.
En defensa de esta postura, puede afirmarse que la denominación “buena
fe” ya hace referencia por sí misma a la dimensión moral diferenciada del
error o la simple ignorancia.
Un sector importante de los autores se inclina a favor de esta segunda
configuración ética de la buena fe, como recoge Murga Fernández4 cuando
afirma que no es admisible robustecer de manera excesiva el valor de la
publicidad registral y negar relevancia jurídica al conocimiento
extrarregistral de las situaciones inmobiliarias inscribibles y no inscritas.
Esta postura ha sido criticada por otro sector doctrinal que afirma que la
diligencia adicional de la configuración ética es fuente de incertidumbre e
inseguridad jurídica, pues no se sabría cuándo entender cumplida la
diligencia necesaria para proteger al adjudicatario. Frente a esta crítica, se
ha contestado que ante los problemas o dificultades que pueden plantearse
existen las pruebas, y para solucionarlo la Ley ha introducido el importante
criterio de presunción de buena fe en el tercero. Además, siguiendo a Vallet
de Goytisolo, puede decirse que merece mayor protección el labrador que
cultiva sus tierras y que, en contacto con la cosa, realiza el fin social de
ésta, aunque no la inscriba en el Registro, que no aquel adquirente,
probablemente especulador, que aunque haya cumplido a la perfección
todos los requisitos formales, ni tan siquiera se ha dignado a echar una
mirada al pedazo de tierra que va a adquirir.
La Jurisprudencia ha venido defendiendo durante los últimos años, sobre
todo a partir de las Sentencias del Tribunal Supremo del año 2007 antes
enunciadas, la concepción ética de la buena fe para la aplicación del art. 34
de la Ley Hipotecaria, afirmando que no pueden desconocerse las realidades
contrarias a lo que dice el Registro cuando se cuente con medios para
conocerlas.
La consulta al Registro entra, sin duda, en la diligencia exigible al tercero
que se propone adquirir con plena seguridad, pero dicha consulta puede no
ser suficiente, y la buena fe puede exigir otras averiguaciones. Gordillo
Cañas5 recoge argumentaciones de otros autores que afirman que la
buena fe es un proceder honesto y legal, llegando a significar que el
adquirente debe haber llegado incluso a inspeccionar la finca como todo
adquirente razonablemente precavido y prudente, y si no lo ha hecho, no ha
actuado diligentemente y por consiguiente carece de buena fe necesaria
para resultar protegido por el Registro, no pudiendo ser considerada como
diligencia normal la del adquirente que no se preocupa de examinar la
situación de la finca que pretende adquirir. Es posible que existan hechos
4
MURGA FERNÁNDEZ, JUAN PABLO “La configuración de la buena fe del tercero
hipotecario”, Ed. Tirant Online, 4050811.
5
GORDILLO CAÑAS, ANTONIO “El principio de fe pública registral” (I). Ed. Vlex
págs.509-655
muy evidentes que sean contradictorios con lo que consta en el Registro,
pero habría que preguntarse qué sucede cuando los hechos consisten en
meros indicios, sobre todo si éstos no son de entidad suficiente para
provocar una fundada sospecha. La solución según Gordillo Cañas, consiste
en una tarea que ha de confiarse a la prudencia del Juez.
Los autores han planteado la cuestión de la duda en relación a la buena fe,
llegando a afirmar algunos la irrelevancia de la duda. Otros, sin embargo,
afirman que, en principio, la duda impide la buena fe, pero con matices:
impide la buena fe no todo atisbo o asomo de duda, sino la duda razonable
y fundada. Además, la duda puede ser superada con el empleo de medios al
alcance de la normal diligencia. En cualquier caso, como la apreciación de la
buena fe, es una cuestión que debe confiarse también a la apreciación
prudente del Juez.
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Sentencia del Tribunal Supremo de 15 de marzo de 2013, Sala Primera, nº
recuso 1662/2010.