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CUESTIONES HISTORIOGRÁFICAS DE LA ARGENTINA CONTEMPORÁNEA

Se enseñan en los diversos niveles de enseñanza y predomina en los medios


HISTORIA OFICIAL masivos de comunicación como verdad única, indiscutida e indiscutible, expre-
sándose en los discursos y la iconografía oficial, como también en las estatuas de
las plazas y las denominaciones de calles y localidades

HISTORIOGRAFÍA LIBERAL Interpreta y valora los acontecimientos desde un enfoque ideológico “liberal-
conservador” (economía liberal, política conservadora –elitista antipopular-).

Por B. Mitre. Hay una estrecha dependencia entre historia y política porque Mitre
HISTORIA MITRISTA ejerce, al mismo tiempo, el liderazgo de la clase dominante a partir de Pavón y por
varias épocas. Este “padre de la historia argentina” inauguró la ESCUELA ERUDITA
convirtiéndose en el más riguroso custodio de la heurística. Se analiza desde la óptica
de las elites dueñas del país y se centra en unas pocas personalidades artífices de una
Argentina blanca, europeizada. El relato oficial se presenta como una versión neutra,
depurada de toda influencia ideológica e interés político. Los principales divulgadores
de la historia liberal fueron Vicente Fidel López, Juan Carlos Astolfi, Ricardo Levene….

Empieza a predominar a partir de 1930; aunque iba a continuar antes que renovar las
líneas interpretativas de la historiografía liberal. Se difundió en instituciones como El
Instituto de Investigaciones Históricas (luego Instituto Ravignani) de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UBA; la Junta de Historia y Numística de Argentina, luego Aca-
NUEVA ESCUELA HISTÓRICA demia Nacional de la Historia; y el Instituto de Investigaciones sobre Historia del
Derecho. La NEH se amparaba en el rigor metódico y en la crítica concienzuda de los
documentos. Trataba de construir los hechos tal y como fueron a través del análisis
riguroso de las fuentes inéditas. Se enfocó en la historia política, la escritura estaba
ligada a la visión de la historia-acontecimiento, centrada en construir una narración
de los grandes hechos.

Surge hacia 1930, frente a la tendencia “oficial”. La interpretación de la historia ofi-


cial se constituyó como un campo de batalla político, ene l que la presentación de
CORRIENTE REVISIONISTA una visión alternativa a la oficial se convirtió en importante eje de un combate ideo-
lógico orientado a la impugnación del orden socioeconómico y político existente.

Las primeras manifestaciones de una historiografía académica no subordinada a la


visión liberal, crítica de los métodos y la cosmovisión de la NEH, se dio a través del
centro de estudios de Historia Social y la Cátedra de Historia Social dirigida por José
Luis Romero en la UBA, que funcionaron desde fines de los ´50 hasta el golpe militar
RENOVACIÓN de 1966. El momento fundacional de esta renovación historiográfica se da a partir de
HISTORIOGRÁFICA 1955. Se buscaba una producción histórica con mayores pretensiones de rigor cientí-
fico y actualizada de acuerdo a las corrientes historiográficas europeas, sobre todo de
Annales bajo la dirección de Braudel. A esto se le sumó los aportes de las Teorías
económicas del desarrollo, de la sociología de la modernización y las propuestas
marxistas desde las vertientes estructuralistas y las lecturas althusserianas.

HISTORIA SOCIAL: preocupación por integrar las dimensiones económicas, sociales y culturales a una historiografía nacional que
hasta ese momento se había centrado en lo político. Los historiadores renovadores no llegaron aun a transformar rápidamente
la perspectiva liberal predominante. El golpe de Estado del ´66 cortó esta trayectoria, volviendo a la época del academicismo
conservador previa renuncia de profesores. Después de 1983, se produce la hegemonía de la historia social. Todavía en plena
dictadura, se constituyó un grupo de historiadores en línea con J. L. Romero, quien con H. Donghi obraron como modelos. En
1977 se crea PEHESA; poniendo acento en la profesionalización de la carrera de historia y delas tareas de investigación.
Si bien Luis Alberto Romero proclama la unidad del saber histórico en torno al triunfo de la historia social,
reconoce que los temas hoy en boga son la historia de las ideas y la cultura y la historia política, y la histo-
riografía argentina experimenta e mismo estallido de teas, perspectivas, paradigmas que caracteriza el
resto de la comunidad académica occidental, y lo que reina es un generalizado eclecticismo.

Distintos equipos de investigación entrecruzando los aportes de la sociología, a teoría política, la teoría del
Estado y la historia de las ideas políticas, reconstruyen el pasado dando lugar a un debate entre historia-
dores. José Carlos Chiaramonte quien resignificando los estudios sobre los caudillos y el federalismo,
analizó la situación política del litoral argentino en la primera mitad del siglo XIX produciendo importantes
aportes sobre la construcción del estado argentino. Hilda Sábato tiene como método el marxismo como
herramienta de análisis, manteniendo una posición crítica del capitalismo como sistema. Los historiadores
marcan la línea de PEHESA, en un esfuerzo por descubrir en el pasado las instituciones donde anida la
democracia.

Su trabajo es excesivamente monográfico, ´priorizan la visión micro y el estudio de las instituciones por
encima de los grupos sociales, huyen de los temas comprometidos y politizables. Los estudios provinciales
y municipales que desarrolla el GRUPÓ DE INVESTIGADORES SOBRE MOVIMIENTOS SOCIALES Y
SISTEMAS POLÍTICOS DE LA ARGENTINA MODERNA, busca verificar en la historia local lo que en el
espacio nacional habían planteado los trabajos de Natalio Botana

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