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Liturgia

La religión ha sido algo inseparable de la historia de la humanidad, no ha existido pueblo alguno


que no haya tenido algún concepto acerca de “Dios” o de un “Ser Supremo”. La misma escritura
nos lo menciona desde el mismo libro del Génesis que nos dice “Al Principio creó Dios el cielo y la
tierra” (Gn. 1, 1) y ese mismo Dios después de ejecutar toda la obra creadora da sus primeras
órdenes a nuestros primeros padres, ordena dar nombre a las criaturas hechas por su mano y
prohíbe comer del fruto de cierto árbol, orden desobedecida lo cual causa la ruptura de la amistad
entre Dios y el hombre.

Conforme la historia avanzaba el hombre fue dando culto a Dios –o a los dioses falsos- según su
propio entender, vemos que no todo tipo de culto agradó al Señor lo cual queda testimoniado en
las Sagradas Escrituras “Pasado algún tiempo, presentó Caín a Yahvéh una ofrenda de los frutos de
la tierra. Y también Abel ofreció de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos.
Yahvéh miró a Abel y su ofrenda; pero no miró a Caín y su ofrenda, por lo cual se irritó Caín en
gran manera, y decayó su semblante” (Gn. 4, 3-5), el resto de dicha historia ya la conocemos, Caín
asesina por celos a su hermano Abel, Dios se molesta por eso y le castiga.

Fuera del acto y juicio moral que leemos en este pasaje bíblico –celos, asesinato-, encontramos el
primer resto de un acto de culto externo al Señor, de un sacrificio o usando una palabra ya
conocida por todos, es el primer rastro de una LITURGIA.

Pero, ¿qué es “liturgia?, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la define como
“Orden y forma con que se llevan a cabo las ceremonias de culto en las distintas religiones”, lo
cual aplicándolo al texto de ejemplo podemos notar que no hay un orden de palabras establecidas
o alguna forma de efectuar el corte de la carne, pero nos dice que “ofreció los primogénitos de su
rebaño, y la grasa de los mismos” por lo cual vemos que tenían que ser “primogénitos” y “de su
propiedad” y que al no mirar a Caín fue porque los vegetales que este ofrecía no entraban entre lo
que deseaba el Señor, podemos ver que una liturgia le agradó y la otra le desagradó.

Eso pensaba una fría mañana de invierno mientras me despertaba para ir a misa, le di de comer a
mi canario, alisté el abrigo y llegué a mi parroquia.

Llegando al lugar noté que faltaba más de media hora para que iniciara la misa, incluso el templo
estaba cerrado y pude observar como arribaban los miembros del coro. Primero llegó el coro del
“Cirio garapiñado”, con sus tres integrantes: una guitarrista, dos hombres coristas y un niño
tecladista, pensé “ellos van a cantar la Misa de esta mañana”, cuando vi acercarse a una muchacha
rubia de lentes que traía un libro en la mano, y las miradas del coro “Cirio garapiñado” hacia la
muchacha no dejaban de sorprenderme, denotaban sentimientos no gratos hacia aquella
muchacha, ella a diferencia de los jóvenes se acercó a saludarme, yo le correspondí y esperé a que
el sacristán abriera el santo recinto.
El frío calaba un poco pues era fin de febrero, finalmente las puertas se abrieron y me acerqué al
sacristán –buenos días padre, bienvenido a su nueva parroquia- me dijo amablemente mientras la
muchacha y el coro se acercaban hacia mí.

Bueno, aquí dice que Ingrid canta la misa de 8 de la mañana y el Cirio Garapiñado -¡Chabelaaaaa!-
canta a las 10 de la mañana les dije a los músicos allí presentes -¡ay padre, esa Ingrid es mal
elemento, sus cantos son aburridos y la gente se duerme, en cambio nosotros somos los mejores-
dijo el líder del grupo, un hombre con la mirada torva. Aun así ese domingo decidí que para evitar
problemas, Ingrid cantara a las 10 y el Cirio a las 8.

Inició la procesión de entrada –yo solo-, y en cuanto sonaron los primeros acordes la gente
comenzó a aplaudir, veía las palmas moverse de izquierda a derecha y se notaba el ajetreo, el
canto de entrada me hizo recordar mis años de juventud pues nací en una confesión protestante.
En la siguiente Misa, los cantos me recordaron mi conversión y los años en el Seminario, Ingrid la
organista hacía bien su tarea, incluso después de varios años pude volver a entonar el Salve Regina
al terminar el Sacrificio de la Misa.

Finalmente debía tomar una decisión de con quien me quedaría, decisión que yo no quería tomar
pues la idea de cortar cabezas en vez de corregirlas no era parte de mi forma de ser. Me quité los
ornamentos y ahora que todos me conocían pude lucir el alzacuello, cuando de improviso escuché
las críticas más mordaces hacia Ingrid –ella debería largarse, es una maldita sabihonda- decía uno
de los vocalistas, mientras la guitarrista la imitaba mordazmente junto con el joven tecladista, -no
necesitamos más alzados- se repetían ellos y reían mientras rogaban a Dios que yo la corriera. A lo
lejos vi como Ingrid salía llorando de la parroquia, y no pude menos que recordar la ofrenda de
Abel y de Caín, no pude dejar de recordar el homicidio de un hermano a manos del otro, porque
¿acaso la envidia no es un paso más hacia el asesinato?, y según las leyes de la Iglesia pude ver
quien hizo lo correcto y quien no, así que la decisión estaba ya tomada, pero eso lo sabremos
hasta la próxima semana.

#Reflexionesconelgato

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