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LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

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La Soberanía marítima deL Perú

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LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

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La Soberanía marítima deL Perú

Título del Texto

"La Soberanía marítima del Perú"


La Controversia entre el Perú y Chile
Autor: Manuel Rodríguez Cuadros
© Manuel Rodríguez Cuadros
Av. Gregorio Escobedo 598 - Jesús María
Primera Edición enero 2010
Tiraje: 1 000 ejemplares
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca
Nacional del Perú Nº: 210-08780
ISBN Nº:
Corrección de estilo: Prof. Nicanor Jiménez
Jaimes
Diseño y diagramación: Sinthia Echajaya
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Impreso en el Perú
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Prólogo
La fecha probable del primer tratado de buena vecindad entre
dos Estados fronterizos es de 1655 y está referida al pacto suscri-
to por Valachie y Transilvania, provincias rumanas, que acordaron
orientar sus relaciones fronterizas asumiendo la obligación de res-
petar el derecho. El tratadista Iftene Pop señala que este tratado
es el primero en la historia de las relaciones internacionales el que
subordina la buena vecindad al respeto del derecho internacional.
Este antecedente firmado hace más de tres siglos, puso de relieve
que la primera obligación de los Estados vecinos es no violar las nor-
mas de derecho que rigen sus relaciones mutuas. Por consiguien-
te, las relaciones de amistad son aquellas que desarrollan lazos de
cooperación e integración y resuelven los problemas o diferendos
respetando y aplicando las normas de derecho internacional.

A partir de este contenido jurídico las buenas relaciones veci-


nales desarrollan una multiplicidad de interacciones diplomáticas,
políticas, comerciales, financieras, culturales y sociales, en una tra-
ma que debe privilegiar la dinámica de la cooperación y gestionar
adecuadamente, cuando existan, las diferencias y los conflictos a
través de los medios pacíficos de solución de controversias.

No obstante el carácter multidimensional de las relaciones ve-


cinales, sus componentes jurídicos adquieren preeminencia sobre
el resto de procesos políticos, económicos y societales, debido a
que la dinámica de cooperación entre Estados, gobiernos locales y
poblaciones requiere una situación de paz y estabilidad. La coope-

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ración y la integración, especialmente las inter-fronterizas, requie-


ren imperativamente ausencia de conflictos, paz y seguridad.

Las relaciones inter-estatales y particularmente las vecinales


se sustentan en principios del derecho internacional, como el res-
pecto a la integridad territorial y a la soberanía nacional, la no in-
tervención en asuntos internos, la inviolabilidad de las fronteras, la
promoción de la cooperación, la confianza mutua y los vínculos de
amistad, el no uso de la fuerza o la amenaza del uso de la fuerza y
la solución pacífica de las controversias.

Los conflictos bélicos como realidad opuesta a la buena vecin-


dad implican siempre la violación de los principios de la soberanía
estatal y la integridad territorial. Están prohibidos por el Derecho
Internacional, salvo la excepción de legítima defensa prevista en el
art. 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Al estar proscrita la gue-
rra y la agresión, el derecho internacional ha elevado la obligación
de solucionar los diferendos y las controversias por medios pacífi-
cos a una norma de ius cogens, es decir, de cumplimiento imperati-
vo por parte de todos los Estados.

En consecuencia, el primer deber de las relaciones de amistad


entre los Estados, cuando enfrentan diferendos que oponen sus in-
tereses nacionales, es recurrir a los medios de solución pacífica que
provee el derecho internacional.

Como las zonas de frontera son los radares de la paz o del con-
flicto, constituyen los espacios privilegiados de las políticas de bue-
na vecindad. La frontera como hecho jurídico, espacial y humano es
el eje de las relaciones entre estados vecinos. El concepto tradicio-
nal de la frontera línea de separación, está siendo superado por el
concepto de la frontera zona, como un área espacial y jurisdiccional
que es objeto de las políticas de integración y buena vecindad. Los
flujos transfronterizos de los individuos, las empresas y las entida-
des de la sociedad civil constituyen los agentes dinámicos de la bue-
na vecindad en las zonas de frontera.

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En el complejo escenario de las relaciones internacionales no


es grave que existan o surjan discrepancias, controversias o diferen-
dos entre Estados, siempre que estos sean encaminados a través
de los métodos de solución pacífica, sin tratar, por consiguiente, de
utilizar o pretender utilizar la amenaza o el uso de la fuerza proscri-
tas expresamente por el derecho internacional.

Los problemas que atentan contra la estabilidad del sistema


internacional se originan, por lo general, en la violación de esa nor-
ma imperativa de la convivencia pacífica entre las naciones. Por el
contrario la paz, la legitimidad del orden internacional y la amistad
entre los países se fortalece cuando los diferendos y las controver-
sias se resuelven –como se ha precisado- aplicando los métodos
de solución pacífica, entre ellos: la negociación, la investigación, la
mediación, la conciliación, el arbitraje y el arreglo judicial.

Como un ejemplo de esa conducta el gobierno del Perú, en ob-


servancia de normas y principios establecidos tanto a escala regio-
nal como universal, específicamente la Carta de la OEA, el Tratado
Americano de Soluciones Pacíficas y la Carta de las Naciones Uni-
das, decidió acudir a la Corte de La Haya para solucionar la contro-
versia marítima con Chile cumpliendo de esta manera el deber de
propiciar la solución pacifica del diferendo, luego de haber agotado
toda posibilidad de lograr una solución negociada bilateralmente.

El Embajador Manuel Rodríguez Cuadros, Canciller de la Repú-


blica entre los años 2003 y 2005, publicó en noviembre de 2007 un
erudito libro titulado Delimitación Marítima con Equidad. El caso
de Perú y Chile, el cual constituye un ilustrado aporte sobre los de-
rechos que sustentan la posición peruana. En dicha obra se efectúa
también un exhaustivo análisis en torno a los componentes y la na-
turaleza de la controversia marítima con Chile.

Con el propósito de ilustrar los sólidos argumentos que asisten


a la posición nacional procedió, también, a precisar principios

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rectores y normas inherentes al derecho internacional marítimo,


así como la jurisprudencia emanada de la Corte Internacional de
Justicia que dictamina la aplicación de la equidad de resultados
como el principio fundamental para la resolución de diferendos
en materia de delimitación marítima. La equidad infra legem
como norma rectora a ser aplicada sobre el particular en procesos
litigiosos entre estados vecinales, está expresamente establecida
en la Convención sobre el Derecho del Mar, conforme se precisa en
la demanda interpuesta por el Perú.

El nuevo libro sobre este trascendente asunto que nos ofrece


Manuel Rodríguez Cuadros, aparte de enriquecer determinados ar-
gumentos jurídicos expuestos en su primera obra, la complementa
y amplía con interesantes aportes, entre ellos, los capítulos II, III y
VI: “Espacio e Identidad Nacional”, “El Mar y los Límites Marítimos
en la Historia de las Relaciones entre el Perú y Chile” y “La Contro-
versia Marítima entre el Perú y Chile”. Asimismo, aborda en el últi-
mo punto del citado capítulo VI, lo pertinente a la Corte de La Haya
y la solución pacífica de las controversias.

Como es de amplio conocimiento el fallo del Tribunal, confor-


me lo establece el artículo 60 de su Estatuto, es definitivo e inape-
lable. Por consiguiente cualquiera que este fuere, definitivamente
su cumplimiento es obligatorio para las partes. La Corte es la única
instancia judicial de naturaleza supranacional que forma parte del
sistema de paz y seguridad de la ONU y la ejecución de sus senten-
cias no solo está asegurada por el carácter imperativo de las mis-
mas, sino también por el propio Consejo de Seguridad.

En efecto, el artículo 94.1 de la Carta de la ONU, prescribe que


“cada miembro de las Naciones Unidas se compromete a cumplir la
decisión de la Corte Internacional de Justicia en todo litigio en que
sea parte”. El numeral 2 del mismo artículo confiere al Consejo de
Seguridad la facultad, si lo cree necesario, de hacer recomendacio-

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nes o dictar medidas con el objeto que se lleve a efecto la ejecución


del fallo.

Tanto en el Perú como en Chile, altas autoridades han expresa-


do su voluntad de cumplir el fallo; su cabal ejecución tendrá la vir-
tud de situar las relaciones bilaterales, por primera vez en su histo-
ria, en un contexto ausente de contenciosos vinculados a derechos
de soberanía. Ese momento contribuirá poderosamente a dotar la
relación peruano chilena de una indispensable estabilidad.

Ello, además, permitirá afianzar sin eventuales tensiones


o dificultades coyunturales, un nuevo capítulo presidido por la
cooperación y la integración y sustentado en los principios de
respeto mutuo, beneficio recíproco y transparentes confianza y
amistad.

Todos estos elementos están desarrollados con lucidez y rigor


jurídico en este segundo libro del Embajador Manuel Rodríguez
Cuadros sobre el contenciosos existente con Chile en el que –como
ya he anotado- complementa y amplía su primer libro, contribu-
yendo ambas obras a la sustentación de los incuestionables dere-
chos del Perú sobre el mar adyacente a sus costas hasta 200 millas,
derechos que confiamos serán oportunamente confirmados por el
Tribunal de La Haya.

Reitero mi felicitación al Embajador Rodríguez Cuadros, por


este nuevo aporte en torno a la problemática marítima con Chile y
hago votos para que prosiga enriqueciendo el acervo jurídico-inter-
nacional de nuestro país con renovados trabajos y publicaciones.

Javier Pérez de Cuéllar

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I. IntroduccIón

Las relaciones de vecindad entre el Perú y Chile son menos an-


tiguas que las relaciones interestatales entre ambas naciones. Estas
surgieron alrededor de 1818 y 1821 con la independencia respecto
al poder y la jurisdicción españoles. Entre esos años y 1883, el Perú
y Chile no eran vecinos pues no tenían fronteras. La vecindad limí-
trofe de ambas naciones era con Bolivia. Las aguas territoriales de
ambos países no colindaban entre sí, sino con las aguas territoriales
bolivianas. El hecho que la vecindad, como realidad de la geografía
y la historia, se haya impuesto como consecuencia de la guerra de
1879-1883, a partir de la cesión a Chile por la fuerza de las provin-
cias peruanas de Arica y Tarapacá, otorga a las relaciones bilaterales
un origen traumático, difícil y complejo, para ambos naciones.

El período de las relaciones bilaterales no vecinales, entre


1818 – 1821 y 1883, estuvo marcado por una temprana dinámica
de cooperación e integración y el subsecuente surgimiento de una
rivalidad y competencia por la hegemonía comercial y militar del
Pacífico Sur y por la preeminencia marítima de los puertos del Ca-
llao y Valparaíso.

Bernardo O´Higgins impulsó en el reciente estado indepen-


diente de Chile una visión armónica y constructiva de las relaciones
bilaterales con el Perú, sustentada en la cooperación, la integra-
ción, la confederación y la defensa conjunta. El Perú retribuyó esta
diplomacia de la amistad, no obstante estar ocupado intensamente
en los primeros años de su independencia por difíciles situaciones

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internacionales, debido a la presencia de tropas grancolombianas


en su territorio y las aspiraciones relativas a la reintegración del
Alto y el Bajo Perú. En las primeras décadas del siglo XIX Brasil fue
la única frontera estable del Perú.

Una expresión de esta diplomacia del entendimiento y la co-


operación, fue la suscripción del Tratado de amistad, liga y confe-
deración del 23 de diciembre de 1822, que estableció una alianza
militar entre el Perú y Chile para su “(…) defensa común, para la
seguridad de su independencia y libertad, para su bien recíproco
y general y para su tranquilidad interior (…) obligándose a soco-
rrerse mutuamente y rechazar en común todo ataque o invasión
que pueda de alguna manera amenazar su existencia política”. El
tratado estableció además un área de libre comercio entre los dos
países – históricamente la primera en la región- y el libre tránsito de
personas bajo el principio del trato nacional.

Con la asunción al poder de Diego Portales en Chile se intro-


duce en las relaciones bilaterales una visión sustentada más en la
dinámica de la competencia y el conflicto que la referida a la coope-
ración y a la integración. Portales poseía una visión internacional en
la que el desarrollo nacional y la proyección internacional de Chile
se concebía a partir de la hegemonía en el mar del Pacífico Sur y en
el control y limitación del poderío territorial, militar y económico
del Perú. La declaratoria de guerra a la Confederación Peruano-Bo-
liviana y las acciones bélicas posteriores que culminaron en la invia-
bilidad de la confederación fueron las expresiones más concretas
de esa política. Lo fue también, posteriormente, la guerra que Chile
declaró a Bolivia y al Perú en 1879.

Mientras que en el Estado portaliano el Perú era la variable


estratégica fundamental de su proyección internacional, en las éli-
tes civiles y militares del Perú Chile no era ni una preocupación ni
un referente internacional esencial. Su prioridad en el Sur era re-
cuperar o unificarse con Bolivia y en el Norte limitar la influencia

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grancolombiana. Los aprestos militares y las visiones diplomáticas


del Perú hasta 1879 estaban en función de esas realidades. La va-
riable Chile era marginal, salvo en algunas cuestiones económicas
que generaron tensiones menores1. No hubo en los gobernantes
del Perú, entre 1821 y 1879, una clara comprensión de que Chile
era una contraparte sustantiva y desafiante en las relaciones de
poder en el Pacífico Sur.

La guerra que Chile declaró al Perú en 1879, en el contexto del


deterioro de las relaciones de este país con Bolivia y coincidente
con una grave crisis financiera de la economía peruana, introdujo
de manera abrupta y permanente la variable Chile en las relaciones
externas del Perú. Algunas de las múltiples consecuencias de la
guerra en la vida social, económica y política del Perú fue la anexión
del territorio de Tarapacá a la soberanía chilena como consecuen-
cia del Tratado de Paz de 1883, la ocupación de Tacna y Arica y la
movilización nacional, diplomática, política, social y espiritual para
recuperar las provincias cautivas.

Como subproducto de la guerra, Chile y el Perú, luego de se-


senta y dos años de vida independiente sin vecindad directa, pasa-
ron a ser países limítrofes y fronterizos.

Las previsiones del tratado de 1883 respecto de la realización


del plebiscito que debía decidir la suerte final de la reintegración
de Tacna y Arica al territorio peruano o su anexión al espacio na-
cional chileno, dominaron ampliamente las relaciones bilaterales
entre los dos países durante cuarenta y nueve años, hasta que en
1929 a través de un nuevo tratado se obtuvo una solución negocia-
da políticamente, fuertemente contestada en el Perú, que definió la
anexión de Arica a Chile y la reintegración de Tacna al Perú.

Si se considera que las disposiciones del tratado de 1929 que


otorgaron al Perú servidumbres y facilidades de libre tránsito en el

1 Cf. Tratado de Alianza y Amistad entre el Perú y Chile, suscrito en Santiago el 23 de diciembre de
1822, Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Dirección de tratados, código 0003, p.2.

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territorio de Arica, recién se pudieron ejecutar el 13 de noviembre


de 1999, con la negociación y aprobación del Acta de Ejecución
del Art. 5 del Tratado de 1929, también fuertemente cuestionada,
resulta altamente significativo que las secuelas territoriales de la
guerra de 1879 hayan sido resueltas definitivamente ciento diez y
seis años después.

En ese devenir de más de un siglo las relaciones de vecindad


entre el Perú y Chile estuvieron marcadas por los asuntos territo-
riales pendientes; pero, al mismo tiempo, fueron desarrollándose
esfuerzos y proyectos bilaterales y multilaterales de cooperación e
integración, que otorgaron a la relación un alcance y una dinámica
mucho más amplios que el procesamiento diplomático de los dife-
rendos.

El comercio, que desde la independencia ha gravitado en los


flujos económicos de ambos países, ha jugado un papel muy impor-
tante no sólo en una cada vez más creciente interdependencia, sino
como un factor de fomento de la confianza entre las poblaciones,
los empresarios y las élites políticas. En la última década las inver-
siones han adquirido una importante relevancia. Y los flujos trans-
fronterizos del turismo, los vínculos culturales y las migraciones han
dotado a la relación de una reconocida vitalidad.

Las economías de Perú y Chile desde la época colonial han


sido más complementarias que competitivas y por ello han tenido
una evolución dinámica. Ello ha ido creando en las poblaciones una
nueva visión y comprensión de la relación bilateral. Se han supera-
do, en gran medida, visiones estereotipadas que han ensalzado en
uno y otro país la exaltación militar del pasado o el revanchismo.
Pero siguen siendo relaciones vecinales complejas, que merecen
una atención especial de pueblos y gobiernos para construir un
presente y un futuro de cooperación e integración. No ayudan a
este propósito hechos como la celebración diplomática que año a
año hace el gobierno de Chile, en honor y recuerdo de las glorias

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LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

militares de su ejército, que no tiene otro referente histórico que la


guerra contra el Perú en 1879.

La historia no se puede ni se debe cambiar. La solidaridad li-


bertaria de Chile y el Perú en la fase inicial de la independencia y la
vida pública de los nuevos Estados es un hecho histórico, objetivo.
Como lo son la guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana
y la guerra de 1879-1883. Cada pueblo tuvo en el conflicto sus hé-
roes y sus dramas. Unos fueron vencedores, otros vencidos. Unos
perdieron su territorio y otros lo anexaron. Y la ocupación militar
conllevó ciertamente iniquidades como el “repase” de soldados
heridos, que violaron las reglas de la guerra. Un futuro de inte-
gración y cooperación entre el Perú y Chile demanda serenidad y
responsabilidad en la conducción de la relación bilateral. También
exige respeto por los hechos de la historia y en su momento debe
significar, por parte del Estado de Chile, un reconocimiento de los
sufrimientos y estragos que la ocupación provocó en el estado y la
sociedad en el Perú, como lo ha hecho Alemania en relación a Fran-
cia, o Paraguay en relación a Bolivia. La exaltación no razonable de
una victoria militar del siglo XIX que conllevó acciones y crímenes
prohibidos por el derecho de la guerra, no es la mejor consejera
para construir una relación de estabilidad y amistad en el siglo XXI.

Como ha señalado Jorge Basadre, el pasado no debe servir


para alimentar estériles e irracionales revanchismos, ni exaltacio-
nes de la agresión, tampoco en el caso peruano para repetir la im-
previsión que llevó al desastre de 1879. La historia cumple el papel
creativo de enseñar los errores para no repetirlos. Todos los pue-
blos de América Latina y evidentemente los pueblos del Perú y Chi-
le, especialmente sus élites dirigentes, deben extraer del pasado
las enseñanzas para excluir el conflicto y privilegiar cursos razona-
bles de cooperación e integración en sus relaciones. Pero esto tiene
que hacerse con mutuo respeto y beneficio recíproco.

Esta tarea del siglo XXI requiere superar los problemas objeti-
vos, vinculados a la soberanía nacional, que aún subsisten entre los

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dos países, específicamente la cuestión de la delimitación maríti-


ma, que constituye el único diferendo de esa naturaleza presente
en las relaciones peruano-chilenas.

En la diplomacia lo grave no es que existan problemas, dife-


rendos o controversias, su existencia es más bien el uso corriente
de la política internacional. Lo grave sería que los Estados resuel-
van esas controversias con el uso o la amenaza del uso de la fuer-
za, es decir, con el conflicto. Los grandes temblores que afectan la
estabilidad del sistema internacional contemporáneo se originan
en la violación de esa norma imperativa de la convivencia pacífica
y cooperativa entre los Estados. Por el contrario, la paz, la vigencia
y la legitimidad de la legalidad internacional y el desarrollo de
las relaciones de amistad entre Estados y pueblos, se fortalece
cuando los diferendos y las controversias se resuelven aplicando
las normas y principios del derecho internacional, ejecutando el
deber imperativo de superarlo aplicando los medios de solución
pacífica, como el arreglo judicial en la Corte Internacional de Jus-
ticia.

El Perú adoptó la decisión de recurrir a la Corte para solucio-


nar la controversia marítima con Chile el año 2004, y presentó la
demanda respectiva en el 2008, cumpliendo el deber imperativo
de propiciar la solución pacífica de las controversias y luego de ha-
ber agotado toda posibilidad de encontrar una solución negocia-
da directamente entre las partes. Este acto fortalece la legalidad
internacional, el sistema interamericano de solución pacífica de
las controversias y la institucionalidad democrática en la región2.

Se inscribe, adicionalmente, en la larga tradición del derecho


internacional americano, una de cuyas expresiones es el propio
Pacto de Bogotá, así como en una vivencia de la justicia interna-

2 Los países latinoamericanos en ese espíritu recurren cada vez más a la Corte Internacional de Justicia
para resolver sus controversias. Actualmente la Corte considera cuatro casos que conciernen a
países de la región: Ecuador c. Colombia (2008); Perú c. Chile (2008); Argentina c. Uruguay (2006);
Nicaragua c. Colombia (2001).

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LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

cional y del papel que en su administración corresponde a la Corte


Internacional de Justicia.

La controversia marítima entre el Perú y Chile comprende tres


diferendos específicos: 1) El desacuerdo sobre el límite marítimo
en una zona de superposición de sus respectivas proyecciones ma-
rítimas (hasta una distancia de 200 millas). 2) El diferendo sobre el
punto de inicio de esa frontera marítima. 3) La pretensión de Chile
de desconocer los derechos de soberanía y jurisdicción del Perú
en una extensa área de aproximadamente 28 471 km2, distinta a la
de la controversia de los límites marítimos y en la que se atribuye
ciertas jurisdicciones.

La demanda peruana fue presentada el 16 de enero de 2009


y la memoria (documento sustentatorio de la demanda) el 19 de
marzo de 2009. En conformidad con el artículo 79 del reglamento
del Estatuto de la Corte, el gobierno de Chile tenía el derecho de
presentar un recurso de excepciones preliminares, negando la com-
petencia de la Corte y oponiéndose a la admisibilidad de la deman-
da, con la finalidad de solicitar el archivo del caso. No obstante que
en un nivel político las más altas autoridades del Estado anunciaron
que Chile presentaría ese recurso por considerar que no existe una
controversia, en razón de la supuesta existencia de tratados que
habrían establecido un límite por el paralelo 18 21´03¨, finalmente
el gobierno de Chile decidió no presentar ese recurso, allanarse a la
demanda, reconocer la existencia de la controversia jurídica y por
ende la competencia de la Corte para dirimir el caso.

La fase procesal del juicio se ha resuelto, así, a favor de la po-


sición peruana que afirmó la existencia de la controversia y la com-
petencia de la Corte para resolverla, en mérito al reconocimiento
que ambos países hicieron de su competencia obligatoria en 1948,
a través del Pacto de Bogotá.

El proceso judicial sobre el fondo de la cuestión continúa sin


que se haya presentado incidente procesal alguno. Una vez culmi-

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La Soberanía marítima deL Perú

nadas las fases escrita y oral del juicio, la Corte sentenciará el caso
aplicando las reglas de la delimitación marítima propias del de-
recho internacional consuetudinario, si previamente establece la
inexistencia de un tratado o normas especiales sobre la materia;
las Convenciones del Mar de 1958 y 1982 no se aplican al caso,
pues la primera no fue suscrita ni ratificada por los dos países y
porque el Perú no ha adherido a la Convención de Montego Bay.
La norma aplicable del derecho internacional consuetudinario
para la delimitación del mar territorial es la fórmula equidistan-
cia-circunstancias especiales y para la plataforma continental y la
zona económica exclusiva la regla principios equitativos-circuns-
tancias pertinentes.

La Corte decidirá el límite marítimo aplicando estas normas,


siempre y cuando desestime la pretensión chilena de la existencia
de un límite por el paralelo que, conforme a su posición, habría
sido pactado convencionalmente o a través de la aquiescencia.

Este libro está dirigido a presentar un análisis jurídico de la


controversia en sus tres componentes, a partir de un análisis de
los principios, normas y reglas del derecho internacional de la de-
limitación marítima, convencional y consuetudinario. Es, en ese
sentido, el desarrollo de una obra anterior del autor: Delimitación
marítima con equidad, el caso de Perú y Chile3

El fallo de la Corte resolverá definitivamente la controversia.


Su ejecución, por parte del Perú y Chile, es obligatoria y no admite
posibilidad de rebeldía. Al ser la Corte la única instancia judicial de
naturaleza supranacional que forma parte del sistema de paz y se-
guridad de las Naciones Unidas, la ejecución de sus fallos no sólo
está asegurada por el carácter imperativo de sus sentencias que
constituyen res judicata, sino por el propio Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas. El Art. 94.1 de la Carta de las Naciones

3 José Manuel Rodríguez Cuadros, Delimitación marítima con equidad, el caso de Perú y Chile, Editorial
Peisa, Lima, 2007.

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LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Unidas establece: “Cada miembro de las Naciones Unidas se com-


promete a cumplir la decisión de la Corte Internacional de Justicia
en todo litigio en que sea parte”. Y el numeral 2 del mismo artículo
activa la instancia del Consejo de Seguridad como garante de ese
cumplimiento: “Si una de las partes en un litigio dejare de cumplir
las obligaciones que le imponga un fallo de la Corte, la otra parte
podrá recurrir al Consejo de Seguridad, el cual podrá, si lo cree
necesario, hacer recomendaciones o dictar medidas con el objeto
de que se lleve a efecto la ejecución del fallo”. La última parte del
artículo, que faculta al Consejo de Seguridad a “dictar medidas”
implica el uso de sus facultades coercitivas.

Durante mi gestión como Ministro de Relaciones Exterio-


res del Perú, el gobierno del Presidente Alejandro Toledo tomó
la decisión de llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia y
realizó todo el trabajo técnico-jurídico y diplomático para que el
Perú pudiese incoar la demanda. La racionalidad de esta decisión
obedeció a una visión de Estado de la política exterior. Por ello,
al coincidir la fase final del proceso con las elecciones nacionales,
se dejó el espacio para que el gobierno electo procediera a pre-
sentar la demanda. La fase final del juicio será responsabilidad del
gobierno que el pueblo peruano elija el año 2011. El hecho que la
solución jurídica de la controversia comprometa la acción de tres
gobiernos sucesivos casi simboliza la naturaleza de estado de esta
aspiración nacional.

El Perú, en cualquier hipótesis, fiel a la tradición jurídica de


su diplomacia ejecutará el fallo. Y este tendrá la virtud de situar
las relaciones bilaterales entre el Perú y Chile, por primera vez en
su historia, en un contexto ausente de contenciosos de soberanía
nacional. En ese momento se habrá ganado, adicionalmente, la
posibilidad cierta de dotar a la relación de la estabilidad que a lo
largo de su historia le ha sido esquiva, y que debe ser el anuncio
de una nueva página en las relaciones diplomáticas entre ambas
naciones, signada por la cooperación, la integración, la diploma-

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La Soberanía marítima deL Perú

cia de los pueblos y vínculos interestatales sólidos y permanentes,


sustentados en los principios del respeto mutuo, el beneficio recí-
proco y la solidaridad latinoamericana.

Lima, 3 de octubre de 2009


Manuel Rodríguez Cuadros

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LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

II. ESPAcIo E IdEntIdAd nAcIonAl

1. El ESPAcIo nAcIonAl tErrItorIAl Y MArÍtIMo dEl PErÚ

El Perú es un estado-nación asentado sobre un territorio de


1´284 216 km2, ubicado al sur de la línea ecuatorial en la parte
centro occidental de la América del Sur. En extensión es el tercer
país más extenso de la región. Su territorio corresponde aproxima-
damente a más de dos veces al de España, dos veces el de Francia,
treinta veces más extenso que Suiza y sesenta veces mayor que El
Salvador. Es un territorio difícil para los asentamientos humanos,
pero al mismo tiempo de una riqueza excepcional en recursos
naturales. Pablo Macera, con mucha razón, ha señalado que “la
geografía andina no es sólo un espacio de la acción histórica, sino
también un factor contrario y excluyente de la acción humana. Es
la geografía dramática del aluvión o del huayco, las inundaciones,
los arenales y los terremotos que combaten la presencia humana.
Aquí, en los andes las cosas son siempre de duración incierta. Pue-
den durar eternamente o durar un día y durar demasiado”4.

Más allá de las dificultades y desafíos del medio geográfico, el


hombre peruano organizado en plurales sociedades y culturas se
ha impuesto a la geografía en la construcción de su hábitat natural y
social. El antiguo Perú ha sido una de las seis sociedades internacio-
nales particulares que florecieron en el planeta antes de la primera
ola globalizadora de inicios del siglo XVI. Caral, la civilización más
antigua del Perú, se implantó en la costa central desde hace aproxi-

4 Pablo Macera, Visión histórica del Perú, editorial Milla Batres, 1978, p. 8.

29
La Soberanía marítima deL Perú

madamente cinco mil años. Desde esa época hasta nuestros días la
interacción entre la obra del hombre y el medio geográfico en todo
el decurso de la sociedad y la cultura peruanas ha sido multifun-
cional, tanto en relación al territorio como en torno al mar.

En el territorio peruano existen múltiples y diversos pisos


ecológicos distribuidos longitudinal y altitudinalmente en forma
sucesiva. Esta diversidad presenta ocho regiones ecológicas, alber-
ga 84 ecosistemas de los 104 que existen en el mundo, así como
28 climas de los 32 que se registran en el planeta. El territorio
peruano es uno de los cinco más ricos del mundo en diversidad
biológica., Las investigaciones, aún en curso, han determinado que
en su geografía habitan 25 000 especies de flora, 315 especies de
anfibios, 365 de reptiles, 1760 de aves, 460 de mamíferos y 736 de
peces continentales.

Los recursos naturales se ofrecen a la vida peruana con ge-


nerosidad. Al inicio del siglo XXI el Perú es el primer país pro-
ductor de plata en el mundo (3402 toneladas métricas5), el tercer
país productor de cobre (10491 toneladas6), el tercer productor
mundial de zinc (383 mil TMF7) y el quinto productor de oro (170
toneladas anuales8). Su explotación y aprovechamiento sustenta-
ble es un desafío que se reproduce al ritmo de la expansión de las
inversiones.

El mar, una de las regiones naturales del Perú, recorre sus


costas a lo largo de un litoral de 3795 km, contando sus entrantes y
salientes, desde Boca de Capones al norte hasta el punto extremo
sur de la proyección del área marítima de 200 millas en la frontera
con Chile. Hacia el alta mar, el mar peruano se extiende por un

5 Cf. World Silver Survey, 2007.

6 Cf. Codelco, 2007.

7 Cf. Statistique ILZG, 2006.

8 Cf. World Gold Council (GFMS), 2007.

30
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

espacio uniforme de 200 millas, medidas a partir de las líneas de


base utilizadas para definir la anchura del dominio marítimo del
Estado9.

Las líneas de base utilizadas para proyectar la extensión de


2oo millas constantes del mar adyacente a sus costas, están de-
terminadas por las coordenadas geográficas que se inician en el
Norte en las coordenadas astronómicas Lat. 03º23’33.96’’S, Long.
80º19’16.31’’W (WGS84 Lat. 03º23’31.10’’S, Long. 80º18’49.29’’W),
y finalizan en el Sur en las coordenadas WGS84 Lat. 18º21’08’’S,
Long. 70º22’39’’W. Las aguas marinas que se encuentran entre es-
tas líneas de base y el litoral forman las aguas interiores de la Repú-
blica. Conforme a las normas del Derecho Internacional de la Deli-
mitación Marítima, el límite exterior del dominio marítimo peruano
hasta una distancia de 200 millas hacia el alta mar se traza de modo
que cada punto del citado límite exterior se encuentre a 200 millas
marinas de los puntos más próximos de las líneas de base.

El mar peruano, denominado oficialmente Mar de Grau10, pre-


senta características especiales que modifican el clima de la costa,
contribuyendo a la existencia -junto a la presencia de otros fenó-
menos geográficos- de una faja desértica en el litoral, allí donde por
su posición geográfica debería existir un paisaje y un clima de zona
tropical. Este efecto negativo es compensado por la naturaleza al
producir, al mismo tiempo, en el mar, una extraordinaria riqueza
hidrobiológicas.

Las aguas son de temperatura templada, pero en el interior


de ellas discurre una corriente marina de aguas frías (Corriente Pe-
ruana o Corriente de Humboldt), con temperaturas en invierno que

9 El art. 54 de la Constitución del Perú establece: “[…] El dominio marítimo del Estado comprende el
mar adyacente a sus costas, así como su lecho y subsuelo, hasta la distancia de doscientas millas ma-
rinas medidas desde las líneas de base que establece la ley. En su dominio marítimo, el Estado ejerce
soberanía y jurisdicción, sin perjuicio de las libertades de comunicación internacional, de acuerdo
con la ley y con los tratados ratificados por el Estado…”.

10 Cf. Ley No. 23856 del 24 de mayo de 1984.

31
La Soberanía marítima deL Perú

oscilan entre los 13 y 14 grados centígrados y, en el verano, entre


15 y 17. Es como si un río frío discurriese en un mar templado. La
baja temperatura de las aguas de la corriente peruana genera ma-
yor oxígeno que unido a la presencia de una alta irradiación de luz
solar activa el proceso de fotosíntesis. Al mismo tiempo, los vientos
y la accidentada topografía de la costa producen afloraciones de
los fondos marinos ricos en nutrientes, como los nitratos, los fosfa-
tos y los silicatos. Todo ello biológicamente incentiva la existencia
del plancton (plagktós) que se mantiene en la superficie por la alta
salinidad de las aguas. El plancton es el alimento de múltiples recur-
sos vivos del mar, como la anchoveta cuyos volúmenes de captura
explican la posición del Perú como el segundo país pesquero del
mundo.

El territorio peruano, inserto en un sistema global donde el


equilibrio ambiental roza límites de alto riesgo posee uno de los
mayores índices de biodiversidad en el mundo, debido especial-
mente al aporte de su mar que posee un ecosistema extraordina-
riamente rico en afloraciones y nutrientes.11 El biólogo Marco Es-
pino indica que el mar del Perú está situado en “la más importante
área de afloramiento del mundo, con niveles de productividad no
superados por ningún otro ecosistema marino, y que son la base
de una cadena trófica que soporta importantes biomasas de pe-
queños pelágicos como la anchoveta, que transforma la proteína
vegetal en proteína animal de alto valor nutritivo”12. La riqueza
que produce el ecosistema marino peruano hace que la pesca sea
uno de los recursos naturales que más ingresos aporta a la econo-
mía nacional. El segundo en volumen de exportaciones después
de la minería, con la virtud de que genera más fuentes de trabajo.

11 Cf. Manuel Vegas Vélez, “La pesquería peruana”, en: INP, Atlas histórico, geográfico y de paisajes
peruanos, Lima, Instituto Nacional de Planificación, 1970, p. 165.

12 Marco Espino, “Lecciones aprendidas”, en: El libro de oro de la pesquería peruana, Sociedad Nacional
de Pesquería, editor Pedro Trillo, Lima 2003, p. 129.

32
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

2. El ProcESo dE dEtErMInAcIón dE loS lÍMItES dEl tErrI-


torIo nAcIonAl

El itinerario de la definición del espacio nacional y la fijación


de las fronteras y límites del territorio no ha sido fácil en la histo-
ria general de los peruanos. Las cuestiones de la soberanía sobre
el territorio y el mar han gravitado de manera directa en las ten-
siones internas y externas que han caracterizado la vida peruana
en su historia republicana. La determinación nacional de preser-
var la soberanía nacional sobre el territorio y el mar ha enfrentado
conflictos externos, militares y diplomáticos, y ha producido disen-
siones políticas; pero, al mismo tiempo, ha contribuido a forjar la
conciencia, la identidad y la unidad nacionales. Jorge Basadre ha
señalado que desde el inicio de la República el Perú enfrentó una
situación internacional muy difícil y sensible debido por un lado a
su ubicación geográfica céntrica en el continente y a las comple-
jas características de su situación social: 1) Fronteras amplias que
no poseían demarcación con sus cuatro vecinos fronterizos; 2)Una
guerra de independencia larga y sangrienta que dejó exhaustas las
arcas fiscales y empobreció al país; 3) La presencia en territorio pe-
ruano y boliviano, después de la independencia, de tropas colom-
bianas; 4) La carencia de vías de comunicación entre la capital y
el resto del país, entre el centro y los extremos del país;5)la grave
desigualdad cultural, social y económica entre las clases ilustradas y
la población mayoritaria indígena;6) la desarticulación del aparato
del Estado por la emigración de funcionarios públicos peninsulares
y peruanos, por razones ideológicas, económicas y militares, entre
1821 y 1826;7)La inestabilidad política;8)Los efectos negativos en
la administración y en la vida económica, social y política del país
que tuvo el descubrimiento y la explotación del guano; y, 9) La des-
ventajosa ubicación del Perú en Sudamérica, en la época, que al no
existir el Canal de Panamá, lo aislaba de Europa. 13

13 Cf. Jorge Basade, Memoria y Destino del Perú. Selección y notas introductorias de Ernesto Yepes del
Castillo, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2004, p. 207.

33
La Soberanía marítima deL Perú

Estos factores generaron múltiples dinámicas de conflicto y


cooperación en las relaciones externas del Perú durante el siglo XIX
y otorgaron a la variable territorial y a las cuestiones de la soberanía
nacional un peso gravitante en la política exterior del Estado.

José María de Pando, Ministro de Relaciones Exteriores del


Perú en 1826,1829 y 1832, recordaba, con acierto, en su libro de
derecho internacional, escrito en 1838, que la obligación de “[…] fi-
jar con la mayor exactitud que sea posible los términos o linderos de
los territorios respectivos, es un objeto de la más alta importancia
para todas las naciones, a fin de precaver las disputas y aún guerras
que de la incertidumbre se han originado frecuentemente”14 . Cien-
to catorce años después, esa “obligación de todas las naciones” a
que aludía Pando continuaba pendiente en el Perú y dio lugar a una
reflexión de Alberto Ulloa, quizás exagerada, pero representativa
del significado de la variable territorial en la historia peruana: En el
“[…] horizonte visible, nuestra expresión internacional tiene que ser
fundamentalmente territorial y así lo ha sido principalmente hasta
hoy. Como no somos una gran potencia, como no tenemos intere-
ses políticos universales, como nuestra proyección económica es
limitada, hemos vivido, durante ciento veinte años, y seguiremos
viviendo por mucho más todavía, en función de nuestro territorio.
Los grandes problemas internacionales de nuestra historia han te-
nido este signo, en todas las direcciones de la rosa de los vientos.”15

La cuestión territorial en la política exterior peruana, en la


concepción de Ulloa Sotomayor, y el sinuoso camino recorrido para
cumplir con el axioma señalado por Pando, ha sido quizás uno de

14 José María de Pando, Elementos del Derecho Internacional, Imprenta de J. Martín Alegría, Madrid,
1838, p.107.

15 Alberto Ulloa Sotomayor, La Posición Internacional del Perú, Imprenta editora Atlántida S.A., Lima,
1977 (1a edición 1941), pp. XIX y XX. La cita de Ulloa es representativa para ilustrar el peso de la va-
riable territorial en la política exterior del Perú, pero no lo es con relación al alcance de la diplomacia
peruana que desde sus inicios definió un campo de acción bastante variado y amplio que excedió la
cuestión de límites no obstante la presión de las cuestiones territoriales. El reduccionismo de la políti-
ca exterior peruana a las cuestiones territoriales es un prejuicio antes que una constatación histórica.

34
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

los procesos más duros y dramáticos de la historia republicana del


Perú. Ha costado a los peruanos ser el país de América Latina que
ha tenido que enfrentar el mayor número de conflictos16. Costó la
ocupación extranjera del territorio nacional durante la guerra con
Chile. Pero, sobre todo, ha tenido el altísimo precio de miles de vi-
das de combatientes y de la población civil sacrificadas en los cam-
pos de batalla de las reiteradas guerras que el país ha tenido que
afrontar, desde el momento mismo de su independencia hasta ene-
ro de 1995. Ha significado también la concentración de las mejores
energías nacionales e ingentes recursos materiales y financieros en
la tarea de obtener fronteras jurídicamente reconocidas.

El proceso de fijación de los límites del Perú ha durado ciento


veintiún años, entre 1821 y 1942. Con la suscripción y ratifica-
ción del Protocolo de Río de Janeiro de 1942 se logró, finalmente,
perfeccionar jurídicamente los límites fronterizos con Brasil, Chile,
Colombia, Bolivia y Ecuador. El protocolo de Río estableció además
la paz entre los beligerantes. El Acuerdo de Brasilia de 1998 es sólo
un convenio de perfeccionamiento de la demarcación de los límites
establecidos por el Protocolo de Río de Janeiro que, sin embargo,
varió el statu quo establecido por este, al introducir la cesión por
parte del Perú del territorio de la localidad de Tiwinza en una com-
pleja figura jurídica de derecho privado, creada por un instrumen-
to de derecho internacional público y para un uso exclusivamente
público.

Dos ejes han dominado históricamente la preocupación por


definir los límites del territorio nacional peruano. Uno en el sur,
otro en el norte. Desde 1821 hasta 1929 el centro de gravitación
estuvo concentrado en la frontera sur. En un primer momento, a
través de las acciones integracionistas que buscaron reintegrar los
territorios del alto (Bolivia) y del bajo Perú. Proceso complejo que

16 Ningún país de América Latina presenta el número de conflictos internacionales que ha tenido que
enfrentar el Perú.

35
La Soberanía marítima deL Perú

agitó la vida política peruana y boliviana, que consumió muchos de


sus esfuerzos en el campo de batalla y que culminó trágicamente
con los graves resultados que trajo para ambos países la derrota
militar en la guerra con Chile. En un segundo momento, a partir
de la post guerra con Chile, a través de la movilización nacional
para intentar recuperar en la mesa de negociaciones - a través de
la acción diplomática- las provincias cautivas que se habían perdido
en el campo de batalla. Este proceso culminó en 1929, en sus com-
ponentes sustantivos, con la reintegración de Tacna al territorio na-
cional y la cesión definitiva de Arica a la República de Chile.

A partir de esa nueva situación, el eje hegemónico del conflic-


to territorial en las relaciones internacionales del Perú se trasladó
a la frontera norte. Es cierto que ya en el siglo XIX este eje de con-
flicto produjo dos guerras, con Colombia en 1829 y con el Ecuador
en 1860. Es también un registro histórico que en 1910 se produjo
una situación pre bélica con el Ecuador. Sin embargo, no es menos
cierto que más allá de esas graves contingencias, la prioridad de
la política exterior y de la política de defensa nacional fue durante
todo ese período la situación en el sur. Las tensiones en el norte
fueron percibidas en términos subsidiarios. Como factores tácticos,
tensiones políticas y diplomáticas o flancos militares que hicieron
mucho más complejas las estrategias de política exterior y de de-
fensa en la frontera sur.

Producida la independencia sectores de las élites militares,


económicas y políticas peruanas, como las del alto Perú, no renun-
ciaron a un espacio territorial que reintegrara el alto y el bajo Perú.
Y este nacionalismo territorial, sustentado en realidades económi-
cas, históricas, sociales, culturales, étnicas y lingüísticas, fue uno
de los factores determinantes de la vida política nacional interna y
externa, particularmente vinculada al regionalismo sureño, en las
primeras y decisivas décadas de nuestra vida republicana. El Perú
nació con la impronta de la variable territorial en el centro de los
problemas del poder, la economía y la sociedad.

36
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

En 1823 la primera constitución peruana en la sección referi-


da al territorio reflejó esta determinación, al señalar, en su artículo
6, que “El Congreso fijará los límites de la República, de inteligencia
con los Estados limítrofes verificada la total independencia del alto
y el bajo Perú”17. De ahí en adelante la variable de la integración con
Bolivia ha sido un factor determinante o condicionante de la vida
política peruana, de manera decisiva por lo menos hasta la guerra
con Chile. A partir de 1883, como subproducto de este proceso, la
variable territorial relativa al estatus y a la recuperación de las pro-
vincias cautivas de Tacna y Arica dominó gran parte de los procesos
políticos nacionales. Y desde 1922, intermitentemente, la cuestión
de Leticia con Colombia y luego el contencioso con el Ecuador, han
incidido también fuertemente en la dirección de la política exte-
rior y en coyunturas críticas de la política interna. Esta presencia
casi interrumpida de la variable territorial en el curso de la políti-
ca peruana ha sido, adicionalmente, un factor permanente y en
ocasiones urticante en las relaciones entre las fuerzas armadas y la
institucionalidad civil.

En ese contexto, la determinación de los límites del Perú no


ha sido como se cree a partir de aproximaciones juridicistas, solo
consecuencia de nuestros títulos y los principios que orientaron
la constitución inicial y la división política de las nuevas naciones
hispanoamericanas. Si bien es cierto que los principios del uti pos-
sidetis, las nacionalidades y la libre determinación de los pueblos,
orientaron la formación inicial de las nuevas repúblicas desde el
punto de vista de la constitución orgánica de sus territorios, los
límites de esos territorios, los “confines” en la interpretación roma-
na del concepto de límites, ni se derivaron ni se consagraron de los
principios constitutivos, fueron el producto de negociaciones diplo-
máticas, arbitrajes y guerras. Como en toda la historia del estado
nación, las fronteras en América Latina, sobre la base de los títulos

17 Domingo García Belaunde, Las Constituciones del Perú, Ministerio de Justicia, Lima, 1993, p. 96.

37
La Soberanía marítima deL Perú

coloniales, se han fijado y formalizado jurídicamente en la dinámica


de la cooperación y el conflicto.

Este proceso, propio de las relaciones internacionales como


realidad social, quizás por la especial posición geográfica del Perú
que Basadre señaló como una de las causas de las tensiones inter-
nas y externas, unida a su condición de centro gravitante en el perio-
do colonial, se ha expresado, de manera contundente en la historia
peruana. Las fronteras del Perú son producto de la negociación di-
plomática, de la cooperación y las políticas de buena vecindad, pero
también de la agresión militar extranjera, de la guerra.

La primera frontera que el Perú consagra en términos jurídicos


con una línea demarcatoria convencional, que permitió al estado pa-
sar de una etapa de exhibición de títulos y defensa de los derechos
territoriales de la nación al establecimiento de límites precisos apro-
bados por un tratado internacional, fue la frontera este con el Brasil.
La determinación de los límites en esta sección en la línea de frontera
fue exclusivamente producto de la negociación diplomática, a través
de la suscripción de la Convención Fluvial sobre Comercio y Navega-
ción del 23 de octubre de 1851, la misma que en su artículo VII esta-
blece los límites convencionales entre el Perú y Brasil en la frontera
este. Posteriormente, a través del Tratado de Límites, Comercio y
Navegación en la Cuenca del Río Amazonas, suscrito en Río de Janei-
ro el 8 de septiembre de 1909, se completó la delimitación en toda
la frontera peruano – brasileña. Sobre la determinación de los límites
con el Brasil, Raúl Porras Barrenechea, en valoración que comparto,
ha señalado que la convención de 1851 reflejó la comprensión del
interés peruano de obtener la libre navegación en el Amazonas, la
misma que el tratado de San Ildefonso le concedía exclusivamente al
Brasil, razón por la cual, en las negociaciones, la parte peruana acep-
tó aplicar el uti possidetis de facto como principio rector18. En lo que

38
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE
18 Raúl Porras Barrenechea, Historia de los límites del Perú, Librería Francesa Científica y Casa Editorial
Rosay, Lima 1930, p. 87.

17 Domingo García Belaunde, Las Constituciones del Perú, Ministerio de Justicia, Lima, 1993, p. 96.

37
La Soberanía marítima deL Perú

concierne al tratado de límites Velarde - Río Branco de 1909, Porras


anota también, en un análisis valorativo de los resultados del arre-
glo, que “la solución adoptada…fue pues la única posible, oportuna
y provechosa para el Perú”19

No obstante que el Brasil siempre ha sido el vecino de ma-


yor volumen espacial y con mayor poder en el escenario regional,
constituye el único caso de las cinco fronteras nacionales donde la
determinación de los límites se ha realizado exclusivamente a tra-
vés de la dinámica de la cooperación y la negociación. Ni siquiera
se tuvo que recurrir al arbitraje. El conflicto se redujo a esporádicos
y puntuales incidentes en la zona fronteriza. Entre otros factores,
esto se ha debido a que la inmensidad de la selva amazónica ha
constituido un espacio que ha gravitado como un tapón entre los
centros poblados y económicamente activos de los dos países, in-
dependientemente de haber constituido al mismo tiempo un espa-
cio de disputa desde la perspectiva, regionalizada, de la explotación
de ciertas riquezas como el caucho o de la acción colonizadora para
incorporar los inmensos espacios amazónicos a la jurisdicción de
uno u otro país.

La preeminencia de la dinámica de la cooperación y la nego-


ciación en la solución de los contenciosos de límites entre el Perú
y el Brasil ha contribuido a dar a las relaciones bilaterales una esta-
bilidad y previsibilidad ausente en las otras fronteras. A su vez ha
permitido que el Perú perciba al Brasil como un vecino confiable,
capaz de ejercer sus buenos oficios en la solución de controversias
en el ámbito de las otras fronteras nacionales. Brasil ha sido el úni-
co factor externo de estabilidad en la determinación de las fronte-
ras nacionales.

Si la dinámica de la negociación y la cooperación prevaleció


en la fijación de los límites con el Brasil, la dinámica del conflicto ha

40
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

sido gravitante en los casos de las fronteras con Chile, con Colom-
bia y con el Ecuador. Bolivia es un caso especial, pues ambos pue-
blos, dentro de sus propias diversidades, tienen un origen común.
En la época precolombina sus pueblos compartieron el territorio
y los pisos ecológicos del sur andino y sus sociedades políticas se
expandieron a través de ese territorio. Durante la mayor parte de
la colonia formaron una unidad social, económica y administrativa;
razón por la cual al momento de la independencia hubo distintas
corrientes, las que pugnaban por reintegrar el bajo y el alto Perú
y las que bregaban por la unidad a partir de la constitución de dos
países independientes. Los conflictos entre el Perú y Bolivia en las
primeras décadas del siglo XIX fueron producto paradójicamente de
la dinámica de la cooperación, integración o reintegración.

El Perú y Chile no han sido países limítrofes sino hasta 1883


como consecuencia de la guerra de 1879. En el antiguo Perú, la ex-
tensión del Tahuantinsuyo comprendió el territorio actual de Chile
hasta el río Maule. A partir del hecho colonial y la creación del Vi-
rreinato del Perú, con Real Cédula del 20 de noviembre de 1542, la
jurisdicción virreinal peruana abarcó también el territorio de Chile,
hasta que el gobernador La Gasca, en 1548, estableció el límite en-
tre el Virreinato del Perú y la Gobernación de Chile a la altura de
Copiapó.

El límite entre las secciones virreinales del Perú y Chile con-


forme al principio del uti possidetis colonial fue establecido por real
orden del 1 de octubre de 1803, en el río Paposo (25º); precisán-
dose que el puerto del Paposo, sus costas y territorios pasaban a
agregarse al Virreinato de Lima. Con base a estos antecedentes ju-
rídicos, Raúl Porras Barrenechea registra que conforme al derecho
internacional americano y al principio del uti possidetis de 1810 “ El
límite entre el Perú y Chile estaba al Sur del desierto de Atacama, en
el Paposo, hasta donde se extendía la intendencia de Arequipa”20.

20
19 Ibíd., p.108.
p. 91.

39
La Soberanía marítima deL Perú

Posteriormente con la independencia de Bolivia, el territorio


de la nueva república abarcó el litoral que se extendía desde Ata-
cama hasta Loa. Como también señala Porras: “Constituido en re-
pública independiente, y antes de alentar sus planes de expansión,
Chile reconoció la soberanía de Bolivia en estos territorios, esto se
halla comprobado en el texto mismo de sus constituciones. La de
1822, dijo: “El territorio de Chile reconoce por límites naturales al
sur el cabo de Hornos; al Norte el despoblado de Atacama”. Idén-
tica disposición consignaron las de 1823, 1828 y 1832. La de 1833
decía aún: “El territorio de Chile se extiende desde el desierto de
Atacama, hasta el cabo de Hornos”. Hasta esa época no hubo pues
la más pequeña discusión de los límites entre Chile y Bolivia”.21

La guerra de 1879 enclaustró a Bolivia al anexar Chile por la


fuerza su litoral. Para el Perú significó la emergencia de un nue-
vo país limítrofe; impuso la cesión territorial de las provincias de
Tarapacá y Arica, a través de lo dispuesto en el Tratado de Paz y
Amistad, suscrito en Lima el 20 de octubre de 1883 y el Tratado
y Protocolo Complementario para Resolver la Cuestión de Tacna y
Arica, firmado el 3 de junio de 1929.

Más allá de cualquier consideración valorativa sobre el trata-


do de 1929 y su protocolo complementario que determinaron la
anexión de Arica a Chile pero también la devolución de Tacna al
Perú, una constatación histórica es que en este caso parte de lo
que se perdió en la guerra, en la dinámica del conflicto, se recuperó
parte a través de la negociación diplomática, en la dinámica de la
cooperación.

Los límites con Bolivia, a diferencia del caso chileno, han sido
producto de la negociación diplomática y el arbitraje. Bolivia es
un factor altamente significativo en la historia del espacio nacional
peruano, pues durante todo el siglo pasado y parte del presente

42
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

ha constituido un centro gravitante de la problemática territorial y


de la política fronteriza del Perú. El alto Perú, como se ha señala-
do, fue un referente del espacio nacional peruano que provocó un
sentimiento de reintegración territorial y unidad política del bajo
y alto Perú en las elites nacionales civiles y militares peruanas y
bolivianas durante las primeras décadas de la independencia.

Estas corrientes ideológicas, militares, políticas, sociales y


económicas finalmente obtuvieron la realización del proyecto de
reintegración y unidad, con el establecimiento de la Confederación
Perú -Boliviana en 1836. El Perú, que sólo hacía diez años había
consolidado su independencia y su estructura de estado unitario se
dividió en dos Estados. El Estado Nor Peruano (Amazonas, Junín,
La Libertad y Lima), con su capital en Lima, y el Estado Sud Perua-
no (Arequipa, Cusco, Puno y Ayacucho) con capital en el Cusco. Y
ambos Estados se fusionaron con el Estado boliviano, bajo la pre-
sidencia del General Andrés de Santa Cruz. Se consagraba de esta
manera la aspiración nacional - territorial de reunificar el alto y el
bajo Perú. La constitución del Estado Nor Peruano señalaba en su
artículo I : “Los departamentos de Amazonas, Junín, La Libertad y
Lima se erigen y constituyen en un estado libre e independiente
que se denominará Estado Nor Peruano, confederado con los del
Sud y Bolivia, bajo la forma de gobierno popular representativo”.22
Y el artículo II consignaba que “El Estado Nor Peruano reconoce la
separación e independencia del Estado Sud Peruano”. La constitu-
ción del Estado Sud Peruano, aprobado en Sicuani el 17 de marzo
de 1836 contenía cláusulas similares.23

Por su parte, la constitución de la Confederación Peruano Bo-


liviana, aprobada en Lima el 28 de octubre de 1836, estableció, en
relación al espacio nacional, una sola cláusula relativa al territorio

22 Constitución del Estado Nor-Peruano (1836), art. 1, en: Domingo García Belaunde, Las Constituciones
del Perú, Ministerio de Justicia, Lima, 1993, p. 216.

21 Ibíd, p.109.

41
La Soberanía marítima deL Perú

23 Ibíd.

42
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

de las tres repúblicas confederadas (Art. XXX, 2), la misma que otor-
gó al protector la atribución de “Conservar la integridad del territo-
rio de la Confederación y de cada una de las tres repúblicas”. 24 La
partición del Estado peruano y su reintegración política junto con
Bolivia a través de la confederación, fue objeto de recelos por parte
de la Argentina y de la intervención armada chilena que produjo la
primera guerra entre el Perú y Chile.

La confederación se disolvió en 1839 y el Mariscal Gamarra


asumió, nuevamente, la Presidencia de la República, el 10 de julio
de 1840. Gamarra no fue un enemigo de la unificación de los es-
pacios nacionales del Perú y Bolivia. Por el contrario, era partidario
de reintegrar el alto y el bajo Perú, pero con dirección y conducción
peruanas. Al año de iniciado su gobierno y a los dos años de di-
suelta la confederación, Gamarra invade Bolivia e inicia el segundo
conflicto peruano - boliviano. El contexto y los resultados fueron
distintos. El ejército peruano fue derrotado en Ingavi. Y el Mariscal
Gamarra se convirtió en el único presidente de la República muerto
en combate en el campo de batalla.

Desde 1842, año en que se descubren los ricos yacimientos


de salitre y covaderas de guano de Atacama, Perú y Bolivia inten-
sificaron sus relaciones de amistad y cooperación. En 1873 suscri-
bieron el Tratado de alianza defensiva que ambos países honraron.
En 1879 enfrentaron la guerra que les declaró Chile y la derrota
acarreó serias y graves consecuencias: Chile se anexo el litoral boli-
viano y la provincia peruana de Tarapaca, más tarde el anexionismo
se expandió a la provincia de Arica.

Abandonados los irredentismos territoriales de una y otra


parte y asimiladas las lecciones de la guerra con Chile, durante
la última década del siglo XIX y las primeras del siglo XX la diná-
mica de la cooperación continuó prevaleciendo en las relaciones

24 Constitución del Estado Sud-Peruano, art. 2, ibíd., p. 212.

43
La Soberanía marítima deL Perú

peruano-bolivianas, incluso en el procesamiento de las diferencias


limítrofes. Los Tratados Osma-Villazón de 1902; el Laudo Arbitral
del Presidente de la República Argentina, José Figueroa Alcorta, de
1909, el Protocolo sobre Aceptación del Laudo Argentino, también
de 1909, el amistoso Tratado de Rectificación de Fronteras Polo –
Bustamante de 1909 y posteriores protocolos para la ejecución de
este último tratado, constituyen los resultados formales de un ar-
duo y amistoso proceso de negociación y entendimiento que per-
mitió establecer definitivamente los límites entre el Perú y Bolivia.

El establecimiento de los límites primero con la Gran Colombia


y después con Colombia ha tenido una dinámica de cooperación y
conflicto desde los albores de la independencia. La presencia de
fuerzas auxiliares del ejército libertador hasta 1827 en territorio
peruano, fue un permanente factor de conflicto en las relaciones
peruano – grancolombianas. Las tensiones políticas y limítrofes
produjeron la guerra de 1829. Disuelta la Gran Colombia, en mayo
de 1830, la sucesión de Estados planteó la continuidad de la con-
troversia limítrofe entre el Perú y Colombia. Con el nuevo estado
los problemas de límites evolucionaron en los mismos términos de
oposición de intereses y tesis. Entre 1829 y 1894 hubo una suerte
de administración positiva del statu quo que duró 63 años. Luego,
se vuelve a activar la cuestión de límites y después de una serie
de negociaciones fracasadas, intentos de arbitraje inviables o frus-
trados e incidentes como el de La Pedrera (1911), se llegó a una
negociación definitiva, muy controvertida.

Durante el gobierno del presidente Augusto B. Leguía se nego-


ció y pactó con Colombia, a través de un repudiado procedimiento
secreto, el Tratado Salomón – Lozano, a través del cual se fijaron
los límites entre ambos países. Grandes sectores de la población
y de la opinión nacional consideraron el tratado como lesivo a los
intereses nacionales del Perú, por haber dispuesto la cesión de la
localidad de Leticia (17 000 habitantes) que había formado parte
del territorio nacional desde 1821. A través de esta concesión te-

44
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

rritorial peruana, Colombia obtuvo un acceso directo al Amazonas.


Producida la caída del presidente Leguía, la tensión en la frontera
se agudizó, especialmente luego de la ratificación del tratado en
1928. El 1 de septiembre de 1932, durante el gobierno del General
Luis M. Sánchez Cerro, fuerzas civiles comandadas por un oficial en
retiro ocuparon Leticia. El gobierno peruano respaldó la ocupación
y movilizó a sus fuerzas armadas. El 14 de febrero de 1933 se abrie-
ron las hostilidades. Producido el asesinato de Sánchez Cerro, el
domingo 30 de abril de 1933, asumió la presidencia el Gral. Óscar R.
Benavides. El conflicto cambió de curso y con la intervención de la
Sociedad de Naciones se pactó, en Ginebra, el armisticio del 24 de
mayo de 1933. El acuerdo impuso la evacuación de Leticia y su en-
trega a una administración temporal, mientras las partes resolvie-
sen definitivamente el incidente en consultas y negociaciones bajo
los auspicios del Ministro de Relaciones Exteriores del Brasil, Afra-
nio de Mello Franco. Producto de estas negociaciones se suscribió
el 24 de mayo de 1934, en Río de Janeiro, un Protocolo a través del
cual se ratificó la cesión de Leticia y los límites establecidos por el
tratado Salomón-Lozano.

La cuestión con Chile, después del incumplimiento por parte


de Santiago de las disposiciones del tratado de 1883 que mandaba
la realización del plebiscito para definir el estatus definitivo de Tac-
na y Arica, configuró una prioridad diplomática para la recupera-
ción de las provincias cautivas. El diferendo con Colombia, siempre
pendiente por la inexistencia de límites convencionales, era final-
mente una cuestión estrictamente de linderos, es decir de líneas
de límites. Pero la reivindicación ecuatoriana de Tumbes, Jaén y
Maynas significaba contestar la soberanía orgánica del Perú en una
parte importante del espacio nacional. Como señalaron los juristas
franceses León Bourgeois y Louis Renault: “ No creemos que pueda
encontrarse otro caso en el cual, con el pretexto de una delimita-
ción, se produzca una reivindicación territorial tan amplia; no se
trata ya de trazar una línea precisa para rectificar fronteras incier-

45
La Soberanía marítima deL Perú

tas y mal definidas; no se trata de reconocer a un Estado vastos


territorios casi inhabitados, sobre los cuales ninguna de las partes
ha ejercido soberanía de manera suficiente: son provincias enteras,
muy pobladas, que han formado parte de un Estado desde su cons-
titución, que se han considerado siempre como parte integrante de
dicho Estado…las que otro Estado a título de rectificación de fron-
teras, pretende hacerse atribuir…25 “.

Progresivamente, una vez superado formalmente en 1929


el problema del incumplimiento chileno del tratado de 1883, las
cuestiones limítrofes del norte reemplazaron a las del sur como
prioridad de la política exterior. Luego de diversos procesos nego-
ciadores y situaciones de tensión en la frontera, se produjo en 1941
una guerra originada por la avanzada ecuatoriana sobre poblacio-
nes fronterizas peruanas. Al término del conflicto, con los buenos
oficios de los Estados Unidos, Brasil, Argentina y Chile, ambos países
suscribieron el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de 1942, que
puso fin al conflicto y definió jurídicamente los límites terrestres.

El Perú accedió, de esta manera y por primera vez en su his-


toria, al perfeccionamiento de los límites fronterizos con sus cin-
co vecinos, luego de 121 años de vida independiente, de nume-
rosos conflictos, negociaciones, tensiones internas y externas. La
determinación de los límites terrestres del Estado no ha sido una
empresa fácil. Por el contrario ha constituido un proceso difícil y
complejo, violento muchas veces, con repercusiones diversas en la
vida política nacional.

Como en la mayoría de los países de la región, los límites del


Perú han sido el sub producto de guerras y conflictos fronterizos,
así como de negociaciones diplomáticas, efectuadas en algunos ca-
sos a partir de una situación negociadora débil por la derrota mili-

25 Cf. Ministerio de Relaciones Exteriores, Dictámenes Jurídicos presentados a S.M. el Real Árbitro con
la Memoria del Perú, en: Documentos de relativos a la Conferencia Perú-Ecuatoriana de Washington,
Editorial Lumen,Lima, 1938, p. 137.

46
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

tar. También de la determinación nacional para defender y preser-


var la soberanía nacional. En esta historia, donde la dinámica del
conflicto y la negociación se han confundido casi sin solución de
continuidad, la variable territorio dio al estado nación peruano uno
de sus pocos referentes de consenso social, independientemente
de la concepción patrimonial del territorio que primó en gran parte
de la República.

El territorio, la defensa de los límites del Perú, las estrategias


negociadoras para determinarlos y los numerosos conflictos que se
tuvo que enfrentar, contribuyeron al desarrollo de dos instituciones
que, no por casualidad, son las de mayor continuidad y consistencia
en la vida política nacional. Dos instituciones que en el pensamien-
to de Raymond Aron26 constituyen el arquetipo de las relaciones
diplomáticas, el ejército que simboliza la dinámica del conflicto y la
diplomacia que simboliza la dinámica de la negociación.

La relativa ausencia de estudios sobre las relaciones interna-


cionales del Perú y particularmente de la historia de las relaciones
con los países limítrofes, ha creado algunas mistificaciones sobre la
historia de las relaciones internacionales del Perú y sobre la diplo-
macia peruana. Una de esas mistificaciones es la de un país que no
habría enfrentado serios conflictos en la defensa de su soberanía y
en la fijación de los límites de sus fronteras. La historia demuestra
que no ha sido así.

Otra de las mistificaciones es la relativa al papel histórico de la


diplomacia peruana. A la cual, en términos de imágenes cotidianas,
se le responsabiliza de ingentes pérdidas del territorio nacional.
Esta aseveración se ha basado en dos errores. Por un lado, la ad-
ministración en el Perú, como en otros países de Sudamérica, en el
legítimo afán de defender sus derechos y afirmar sus aspiraciones
territoriales llegó a producir una confusión en la opinión pública

26 Cf. Raymond Aron, Paz y guerra entre las naciones, Editorial Cuervo, Madrid, 1976.

47
La Soberanía marítima deL Perú

entre los derechos territoriales y las aspiraciones para hacer valer


esos derechos, entre la pretensión máxima de las líneas de frontera
y la existencia de límites consagrados por vía convencional y reco-
nocidos por el Derecho internacional. Se confundió la aspiración,
basada ciertamente en derechos legítimos, sobre un determinado
espacio nacional, con la existencia real de ese espacio nacional.
Esta situación ha llevado a que la cartografía del espacio nacional
peruano, como la cartografía del espacio nacional ecuatoriano, bra-
sileño, o de los demás países de la región durante muchas décadas
sean cartografías de territorios que en sus confines representaban
aspiraciones o derechos subjetivos de los estados, mas no límites
reconocidos por la vía del derecho.

En todo este proceso, el territorio de su constitución inicial


como Estado independiente se rigió por la aplicación de los prin-
cipios del Uti Possidetis y de la libre determinación de los pueblos,
pero los confines, los linderos, los límites, las fronteras de ese te-
rritorio siempre estuvieron bajo negociación o bajo la dinámica del
conflicto territorial, hasta que se perfeccionaron las fronteras total-
mente en 1942.

En este contexto, vinculado a su vez con los factores de política


interna que hicieron del Perú un país con mayor o menor potencia
en la balanza de poder regional, así como con los resultados de las
guerras y los conflictos externos, que configuraron las diversas si-
tuaciones negociadoras, es que se debe analizar el papel histórico
de la diplomacia peruana. Con una precisión adicional, referida a
la participación de la cancillería y la diplomacia nacional, como ins-
titución, en el proceso de toma de decisiones de gobiernos que
no siempre siguieron el curso de las recomendaciones hechas por
la cancillería y que no siempre sustentaron las acciones de política
exterior en procesos institucionales de decisión.

Un balance histórico de la gravitación de las dinámicas de la


cooperación y el conflicto en la determinación de los límites del

48
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Perú, conduce a análisis más objetivos. En el caso de la frontera


Sur, la derrota militar se tradujo en las cláusulas secesionistas del
tratado de 1883. Y negociaciones diplomáticas, no siempre realiza-
das en los mejores contextos externos e internos, permitieron re-
cuperar Tacna. En el caso de Bolivia, los múltiples enfrentamientos
del siglo XIX, incluyendo intervenciones armadas exitosas, no pro-
dujeron la posibilidad de un acuerdo que estableciese los límites.
El arbitraje internacional y la negociación diplomática, realizada
con firmeza y flexibilidad a partir de un adecuado realismo político,
consiguió finalmente establecer los límites, dentro de los contornos
históricos de nuestros derechos y aspiraciones. En el caso del Brasil
se da la más expresiva muestra de la paradoja del derecho afirmado
y la realidad del derecho consagrado y/o la posesión que ayuda a
consagrar el derecho. Se ha criticado, a mi juicio muy superficial-
mente, el arreglo de 1851 y más aún el de 1909. Sin embargo, todo
induce a pensar que el hecho de cerrar formalmente, de manera
temprana, la frontera con el Brasil, en condiciones no ideales pero
sí bastante razonables en relación a nuestras aspiraciones y dere-
chos proclamados, ha sido uno de los aciertos más visibles de la
vida diplomática y política peruanas. Porque evitó conflictos ma-
yores con el vecino más poderoso y especialmente porque creó las
condiciones materiales y subjetivas de una diplomacia de amistad
y entendimiento con el Brasil, que aún no ha sido valorada debida-
mente en sus repercusiones positivas en relación al tratamiento de
los contenciosos fronterizos con Chile, con Colombia, con el Ecua-
dor y con Bolivia.

En el caso de Colombia el tratado de 1922 fue evidentemen-


te una negociación que constituyó una concesión no compatible
con una percepción nacional del problema territorial peruano. Se
trató, como se sabe, de una negociación secreta, llevada a cabo di-
recta y personalmente por el presidente Leguía. Sin participación
de la cancillería como institución. Los dos diplomáticos que según
todas las evidencias tuvieron conocimiento de la negociación, So-

49
La Soberanía marítima deL Perú

lón Polo y Raúl Porras Barrenechea, realizaron las precisiones que


debían realizar sobre la naturaleza y el alcance de las negociacio-
nes. Y otros diplomáticos sufrieron incluso el exilio por oponerse al
tratado. La cesión de Leticia fue una responsabilidad exclusiva del
poder político y particularmente del presidente Augusto B. Leguía.

El incidente del uso de la fuerza en 1932, que culminó con la


ocupación de Leticia, no tenía viabilidad militar y por estar abierta-
mente en contra del derecho internacional fue un factor de mayor
dificultad para el manejo diplomático de la situación. En este caso
las dinámicas del conflicto y la negociación no guardaron funcio-
nalidad y por ende no pudieron ser integradas en una percepción
estratégica coherente.

Finalmente, el caso del Ecuador, reprodujo en 1856 la disocia-


ción entre los factores diplomáticos y militares, lo que es un error
básico de naturaleza estratégica. La victoria de la intervención mi-
litar del Mariscal Castilla no tuvo su correlato en una negociación
sobre los límites, existiendo condiciones propicias para ello. En
este caso lo que se ganó en el campo de batalla no se concretó en
la mesa de negociaciones. Fue una oportunidad perdida con costos
por cerca de cien años. Sólo en 1942, luego de 86 años de incesan-
tes hostilidades por parte del Ecuador, la unidad entre la guerra y
la diplomacia, que Aron reivindica como un componente esencial
de la conducta estratégica, se ejercieron de manera firme y atinada,
bajo el liderazgo del presidente Prado y la inteligente y férrea con-
ducción del canciller Solf y Muro. El resultado de esta conducción
eficaz de los asuntos del estado permitió resolver el último proble-
ma de límites pendientes a través del Protocolo de Paz, Amistad y
Límites de 1942, en una línea que si bien es cierto se aleja de las
aspiraciones máximas del Perú, coincide básicamente con el statu
quo de 1936.

Con el Tratado de 1929 y su Protocolo Complementario se es-


tabiliza la frontera en el sur, a pesar de la renuencia que tuvo Chile

50
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

para cumplir con sus estipulaciones. Al mismo tiempo, el Tratado


de 1922 con Colombia, independientemente de la apreciación que
se tenga de la negociación secreta que culminó con la cesión de
Leticia, tuvo un efecto estratégico importante. Redujo a un solo
contencioso los problemas históricos de la frontera norte y disoció
para siempre los intereses y aspiraciones colombianas y ecuatoria-
nas, que hasta ese momento siempre se mostraron recíprocamen-
te vinculadas.

En lo que atañe estrictamente a la demarcación de las fronte-


ras terrestres e independientemente de la valorización del conjunto
de la negociación, el acuerdo de Brasilia de 1998, como hecho ob-
jetivo, marca una realidad: el estado peruano, luego de 177 años
de existencia, contó por primera vez con prácticamente todas sus
fronteras terrestres demarcadas y ya no debía enfrentar contencio-
sos de límites o del trazo de sus fronteras. La obligación primordial
de los estados de delimitar y demarcar sus territorios de que habla-
ba José María de Pando, le ha tomado al Perú el tiempo de toda
su vida independiente. Ello y el controvertido debate nacional que
suscitó el Acta de Brasilia, constituyen testimonios del acierto de
Alberto Ulloa al utilizar la metáfora de la dirección de la Rosa de
los Vientos para simbolizar el peso que los asuntos territoriales han
tenido en la vida política peruana y en la política exterior.

La territorialidad ha sido de esta manera un factor preponde-


rante en la vida política interna e internacional del estado y la so-
ciedad en el Perú. A partir de la culminación de la demarcación de
nuestras fronteras, aunque en otros contextos y escenarios, lo se-
guirá siendo también en el futuro. La dinámica del conflicto o la di-
ferenciación no empieza ni termina con las cuestiones de límites. La
intangibilidad de las fronteras exige políticas de límites sostenidas
en materia de la cartografía nacional, el mantenimiento y la densi-
ficación de hitos y el desafío de llevar a cabo políticas integrales y
democráticas de desarrollo fronterizo. Las fronteras perfeccionadas
sólo adquieren una dimensión social cuando las zonas fronterizas

51
La Soberanía marítima deL Perú

son objeto de políticas racionales y sustentables de acondiciona-


miento del territorio. Y estas adquieren sentido cuando se articu-
lan a mercados locales o transfronterizos. Las poblaciones asumen
su papel de agentes dinámicos del desarrollo fronterizo cuando son
productores y consumidores activos. Y las tareas de planificación
estratégica de las regiones fronterizas, en un esquema de desarro-
llo sustentable con equidad, suponen necesariamente procesos efi-
caces de regionalización y estrategias de cooperación e integración
fronteriza con las poblaciones vecinas. Los ejes interoceánicos en
el norte y en el sur que vincularán físicamente al Perú y el Brasil, por
ejemplo, serán un factor dinámico del desarrollo fronterizo, pero
no podrán reemplazar a las estrategias internas del desarrollo con
transformación productiva y equidad en el ámbito más amplio del
proceso de descentralización.

El proceso de definición histórica de los límites del espacio na-


cional peruano tiene como única cuestión pendiente, en los albo-
res del siglo XXI, la determinación del límite marítimo entre el Perú
y Chile, el mismo que será decidido por la Corte Internacional de
Justicia en La Haya. Al haber presentado la demanda contra Chile,
el Perú ha hecho uso de los recursos que el derecho internacional
pone a disposición de los Estados para la solución pacifica de sus
controversias.

3. El ESPAcIo MArÍtIMo, lA IdEntIdAd Y El dESArrollo nA-


cIonAl

La relevancia permanente con que la variable del espacio na-


cional, que incluye al territorio y al mar, se ha expresado en la di-
mensión externa del problema peruano, se deriva de la conjunción
de factores históricos, sociales, económicos y culturales que dotan
al espacio territorial y al dominio marítimo, en el caso específico del
Perú, de por lo menos tres características vinculadas a la consolida-
ción del estado nación, a la conciencia y autovaloración nacional y
al desarrollo económico y social en las zonas de frontera.

52
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

En primer término, el territorio y el mar, como espacios com-


partidos de una pluralidad de expresiones sociales, étnicas y cultu-
rales, ha jugado en la historia peruana un papel catalizador en la
construcción de la idea y el sentimiento de la nación y la naciona-
lidad; en segundo lugar, la fuerte presencia de conflictos y nego-
ciaciones territoriales y la exitosa batalla diplomática para que se
reconozca la soberanía y jurisdicción del Estado hasta una exten-
sión de 200 millas marítimas, ha generado, en la mayoría de los
población, un sano nacionalismo que ha superado el revanchismo y
el irredentismo. En tercer lugar, en la problemática de las fronte-
ras a lo largo de la historia y aun en las coyunturas del conflicto, ha
estado presente también una dinámica de cooperación, vinculación
social e integración entre las poblaciones fronterizas, no obstante
la ausencia sistemática de políticas de desarrollo económico y so-
cial de las áreas de frontera.

Por ello, una política de fronteras y de defensa, promoción y


realización de los intereses marítimos del Perú, debe conciliar las
indispensables tareas de preservación de la soberanía nacional y el
fomento de un saludable sentimiento de identidad y conciencia na-
cional, con políticas de desarrollo económico, social y cultural que
posibiliten un mayor nivel de vida y bienestar material y espiritual.
En esa perspectiva la integración fronteriza será viable, así como la
cooperación en el marco de la Comisión Permanente del Pacífico
Sur.

El mundo global de nuestros días no significa el fin del estado


nación, ni de la conciencia nacional. Por el contrario las tendencias
fragmentadas de la globalización han suscitado procesos de afir-
mación nacional, regional y local en todo el mundo.

Se trata de afirmar las identidades culturales y nacionales en


una perspectiva de apertura al mundo, respetando a las otras cul-
turas y a las otras nacionalidades, aun en los saludables y necesa-
rios procesos de integración supra nacional. El ejemplo de la Unión

53
La Soberanía marítima deL Perú

Europea es quizás el más representativo de esta compatibilidad y


fusión creadora entre lo nacional y lo regional o universal.

El mar y su contribución al desarrollo y bienestar nacionales


son una fuente de riquezas para el crecimiento y la expansión de la
economía. Quizás en el futuro su mayor contribución provenga de
los yacimientos de hidrocarburos que actualmente están en fase
de exploración en la plataforma continental, independientemente
de la explotación de petróleo que ya se realiza en el subsuelo del
lecho marino de las costas de Tumbes y Piura. Pero, en el pasado,
en el presente y en el futuro, el mar ha aportado, aporta y aporta-
rá al desarrollo nacional con uno de los sectores industriales más
competitivos de la economía: la pesquería. La riqueza del mar en
recursos vivos es muy significativa. Posee en volúmenes conside-
rables recursos pelágicos, como la anchoveta, la sardina, el jurel y
la caballa; de mersales, como la merluza y otros; costeros, como
el pejerrey, la loma y el machete; moluscos; pelecyodos, como
las conchas y choros; cefalópodos, como los calamares y pulpos;
gasterópodos, como los caracoles y lapas; crustáceos, como los
langostinos, los camarones , las langostas los cangrejos; quelonios,
como las tortugas; y cetáceos, como los delfines y las ballenas.

La actividad pesquera mundial se revaloriza cada día por la


naturaleza más saludable de la ingesta de pescado en relación a
la carne. Según la FAO, las exportaciones mundiales de pescado y
de productos pesqueros llegaron el año 2006 a 85 900 millones de
dólares y el mismo año la captura llegó a más de 110 millones de
toneladas. El 77% de la producción mundial de pescado se dirigió al
consumo humano, mientras que el resto, 33 millones de toneladas,
se destinaron a usos no alimentarios como la fabricación de harina
y aceite de pescado.27 El año 2006 el Perú fue, después de la China,
el segundo país del mundo en captura marina y continental, con

27 Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Informe anual,
Roma, 2007, p. 8.

54
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

siete millones de toneladas, por encima de los Estados Unidos e


Indonesia. Las capturas peruanas son esencialmente de anchoveta
que, por especies, es la captura de mayor volumen en el ámbito
mundial: siete millones de toneladas, muy superior a las capturas
de otras especies como el colín de Alaska (2,9 millones), el listado
2,5 y el arenque del Atlántico 2,228.

La pesca en el Perú tiene un impacto social mucho más impor-


tante que la minería, por ser más intensiva en la creación de fuen-
tes de trabajo. Al año 2006 las estadísticas muestran que existían
en el país 72 260 personas dedicadas directamente a la pesca y la
acuicultura, cifra que ha ido incrementándose año a año desde el
nivel de 1990 que ascendía a 56 550 trabajadores. Si se calculan
las familias de estos trabajadores se llega a la cifra aproximada de
más de 300 000 personas dependientes de las actividades pesque-
ras en el país, sin considerar a los trabajadores indirectos29.

Pero el mar no sólo debe ser un medio de captación de divisas


y fuente de trabajo. Uno de los problemas más graves que afronta
el Perú es el déficit nutricional de significativos sectores de su po-
blación. La adecuada alimentación es un derecho humano básico.
El Banco Mundial señala que el porcentaje de niños menores de
cinco años desnutridos en el Perú, el 2002, era de 26%, superior
al 18% del promedio de América Latina.30 El informe “Un nuevo
contrato social para el Perú”, también del Banco Mundial, señala
que la desnutrición, en particular, sigue siendo un área en la que
el Perú se encuentra muy atrás de sus vecinos.31 Y, conforme a los
indicadores de la FAO, el porcentaje de subnutrición de la población

28 Ibíd., pp. 10-13.

29 Ibíd., p. 52.

30 Cf. Daniel Cotlear, editor, Un nuevo contrato social para el Perú, Banco Mundial, Washington, 2006,
p. 48.

31 Ídem.

55
La Soberanía marítima deL Perú

peruana asciende al 13%.32 Revertir esta situación es una de las ta-


reas básicas de la democracia peruana y del crecimiento sostenido
con redistribución y cohesión social. En esta tarea, el mar es una
fuente indispensable de recursos que deben orientarse a superar
esta situación.

Al mismo tiempo el Perú es un país importador neto de ali-


mentos, lo que agrava la situación y torna casi estructural el proble-
ma alimentario. En el mar está una de las llaves que llevaría al Perú
a resolver su déficit alimentario y nutricional. El desarrollo de la
pesca de consumo humano debe ser, bajo esta óptica, un elemento
central de la seguridad y la soberanía alimentarias, de los peruanos.

Como lo ha indicado la Organización de las Naciones Unidas


para la Agricultura y la Alimentación: “El pescado contribuye a la
seguridad alimentaria en muchas regiones del mundo y constituye
un valioso suplemento en dietas diversificadas y nutritivas. El pes-
cado es uno de los alimentos más completos, y constituye no sólo
una fuente valiosa de proteínas, sino también de micronutrientes,
minerales y ácidos grasos fundamentales. En promedio, el pescado
proporciona, al día, unas 20-30 kilocalorías por persona. Procura
niveles mayores, hasta 180 kilocalorías por persona y día, en aque-
llos países donde no existen alimentos alternativos y donde se ha
creado y mantenido una preferencia por el pescado como dieta ali-
mentaria de consumo masivo (Islandia, Japón y algunos pequeños
estados insulares en desarrollo)”.

La contribución más importante del pescado a la dieta está en


su rico contenido de proteínas animales. El pescado y los productos
pesqueros constituyen una fuente asequible de proteínas animales
que no sólo es más barata que otras, sino que además se prefiere
crecientemente y forma parte de las recetas locales y tradicionales.
Aunque el consumo medio de pescado per cápita sea bajo, pue-

32 Cf. FAO, El estado de la seguridad alimentaria en el mundo, Roma, 2004.

56
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

de tener notables efectos nutritivos positivos, incluso en pequeñas


cantidades, pues aporta aminoácidos esenciales que suelen ser es-
casos en dietas basadas en las verduras33.

El consumo de pescado en el Perú ha aumentado ostensible-


mente en la dieta alimentaria de la población. Actualmente el Perú
es una de las sociedades en el mundo con mayores niveles de con-
sumo de pescado. Según la FAO, el consumo de pescado per cápita
en el año 2006, llegó al rango de 20-30 kg por año, la tercera
jerarquía nacional en el consumo per cápita, igual al promedio de
los Estados Unidos y Canadá; junto a Chile, el Perú presenta el más
alto consumo de Sudamérica. Bastante más alto, cerca del doble,
que el consumo de pescado promedio del conjunto de los países
en desarrollo (14,5 kg per cápita anual)34.

De esta manera, el mar no sólo es parte integrante del hábitat


y de la cultura de los peruanos desde los tiempos en que los ciclos
de la pesca se consideraban que eran regulados por los dioses. Es
también un componente esencial de su economía y crecientemen-
te de su alimentación, una realidad que hay que desarrollar más
aún y potenciar en la alimentación de la población; un factor histó-
rico y material de la identidad nacional; y un espacio esencial de la
seguridad y la defensa nacionales.

En una perspectiva histórica, Basadre señaló que en el pasado


el Perú no tuvo realmente una conciencia marina, puesto que, de
alguna manera, vivió, especialmente en el siglo XIX, de espaldas al
Pacífico, ganado quizás por la vocación telúrica de sus culturas an-
dinas ancestrales. Esa situación ha cambiado en la actualidad. El
desarrollo de la industria pesquera nacional, la incorporación del
pescado a la dieta popular a escala masiva, la percepción cada vez
más extendida entre los peruanos del valor estratégico-económico

33 FAO, ob.cit., p. 65.

34 Ibíd., p. 66.

57
La Soberanía marítima deL Perú

de la posición marítima y de la condición privilegiada de los puer-


tos como bisagras entre Sudamérica y la Cuenca del Pacífico han
convertido al mar peruano, finalmente, en un elemento sustancial
de la vida nacional.

Desde la perspectiva de la política exterior, el mar, como par-


te del espacio nacional peruano, ha contribuido al desarrollo de la
identidad nacional. El carácter integrador que adquirió la reivindi-
cación de soberanía y jurisdicción hasta las 200 millas así lo testi-
monia. En esta tarea participaron, como en pocas otras, al amparo
de fuertes lazos de unidad y cohesión, el estado, los empresarios,
los trabajadores pesqueros y otros sectores laborales, los hombres
y mujeres plurales del Perú plural.

El espacio nacional, el territorio y el mar, como espacio com-


partido de una diversidad de expresiones sociales, étnicas y cultu-
rales, han jugado en la historia peruana un papel catalizador en la
construcción de la idea y del sentimiento de la nación y la nacio-
nalidad. La honda huella que guerras y negociaciones territoriales
han dejado en la historia nacional ha generado en los peruanos un
sano nacionalismo territorial que ha sabido superar el revanchis-
mo y las expresiones de carácter chauvinista. En el Perú, incluso,
se respira un nacionalismo generoso. Al mismo tiempo, el imagina-
rio de la unidad continental y la apertura al mundo han reforzado,
desde la Confederación de los Andes, en los inicios de la República
(1826), hasta el impulso peruano para la creación de la Comunidad
Sudamericana (2005), los sentimientos nacionales de hermandad y
solidaridad con los países vecinos y con la comunidad internacional.

58
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

III. El MAr Y loS lÍMItES MArÍtIMoS En lA HIStorIA dE lAS


rElAcIonES EntrE El PErÚ Y cHIlE

1. lA conStItucIón nAcIonAl dE loS EStAdoS Y lA rEgulA-


cIón dE lAS ActIVIdAdES PESQuErAS En lAS AguAS tErrI-
torIAlES

En la fase germinal de las relaciones bilaterales entre el Perú


y Chile, la constitución de los nuevos Estados se nutrió del espíritu
de solidaridad e integración propias de la gesta emancipadora. Una
muestra de esta actitud fue el hecho que solo un año después de
declarada la independencia del Perú, en 1822, se firmara el Tratado
de Liga, Alianza y Confederación entre ambos países35.

La constitución inicial de los nuevos Estados en conformidad


con los principios del uti possidetis y la libre determinación de los
pueblos, les otorgó conforme el derecho internacional de la época
soberanía sobre el mar adyacente a sus costas, pero ello no contuvo
elementos de previsión alguna en materia de los límites marítimos
entre países limítrofes con costas adyacentes.

La Corte Internacional de Justicia en el asunto Nicaragua c.


Honduras ha señalado que al momento de su independencia, en
tanto que nuevos Estados independientes, tenían derecho, en vir-
tud del principio del uti possidetis, a los territorios continentales e
insulares así como a los mares territoriales de las provincias corres-
pondientes. Sin embargo, la Corte precisa que “[…] si ciertamente

35 Mario Barros, Historia Diplomática de Chile 1541-1938, Editorial Ariel, Barcelona,1970, p.58

59
La Soberanía marítima deL Perú

se puede aceptar la idea de que todos los Estados que accedieron a


la independencia tuvieron derecho a un mar territorial, esta reali-
dad jurídica no determina el trazo de la frontera”.36

Esta apreciación en el caso de la frontera sur del Perú se aplica


a la adyacencia con el mar de Bolivia, pues, a la época, el Perú no
limitaba con Chile. En ese contexto histórico y jurídico las nuevas
naciones independientes, con soberanía y jurisdicción sobre sus
mares territoriales y sin límites establecidos entre ellos, ocupan
los primeros años de su vida independiente en una temprana pre-
ocupación por la utilización de los recursos marinos a favor de las
necesidades de la población y de los intereses del Estado.

Este interés se dio particularmente en el Perú. El 6 de septiem-


bre de 1833 el gobierno del Perú aprobó el decreto supremo que
estableció que la pesca de cetáceos y anfibios, en las playas e islas
del país, quedaba reservada exclusivamente a sus ciudadanos.37 El
decreto fundamentó la decisión en la constatación que buques ex-
tranjeros invadían “la propiedad nacional y, privaban por la fuerza
el trabajo de los naturales en esas actividades”. Se estableció, como
medida práctica de protección, la expedición de permisos de pesca
y caza, a los cuales solo podían acceder los buques de bandera na-
cional. Esta disposición muestra la temprana preocupación del Es-
tado peruano por preservar y utilizar en beneficio de su población
la riqueza marina. El decreto no estableció el área de aplicación de
la ley ni un límite exterior del mar adyacente a las costas.

Unos años después, otro decreto supremo, del 5 de agosto


de 1840, reguló de manera específica el régimen de pesca en las
costas e islas de la República, con la misma lógica de protección de
la industria pesquera y las faenas artesanales de la norma de 1833.

36 CIJ, Sentencia sobre el diferendo territorial y marítimo entre Nicaragua y Honduras en el Mar del
Caribe (Nicaragua c. Honduras), en: Pierre Michel Eisemann y Photini Pazartzis, La Jurisprudence de
la Cour Internationale de Justice, Éditions A. Pedone, París, 2008, pp. 686-687.

37 Decreto Supremo del 6 de septiembre de 1833, Colección de Leyes y Decretos, Lima, 1883, p. 322.

60
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Reservó la industria y las actividades pesqueras sólo a los ciudada-


nos peruanos, prohibió estas actividades a todo buque no perua-
no y estableció sanciones a toda embarcación que se “encontrase
pescando a distancia de una legua fuera de puntas de los lugares
prohibidos”.38 Se reiteró, en este caso, la responsabilidad del Estado
en relación a los cetáceos y la política de preservación frente a la
caza indiscriminada, así como la protección a la industria pesquera
nacional. Estas mismas preocupaciones un siglo después, en 1947,
fueron las razones esenciales para el surgimiento de la tesis de las
200 millas.

La conciencia sobre la importancia de la preservación y explo-


tación de los recursos naturales en el mar adyacente a las costas,
no sólo fue una preocupación de la acción de gobierno, constitu-
yó, al mismo tiempo, la fuente de un desarrollo jurídico doctrina-
rio. José María de Pando, Ministro de Relaciones Exteriores el año
1833, en su obra Elementos del Derecho Internacional39, escrita en
1838, introdujo una reflexión precursora en la reivindicación de los
derechos de soberanía y jurisdicción del Estado costero sobre los
recursos naturales y las actividades económicas en el mar adyacen-
te a su litoral.

Pando suscribía el principio y la regla de la libertad de los ma-


res en contra de los monopolios de las grandes potencias marítimas
de la época, España, Inglaterra y Holanda; sin embargo, tuvo la sen-
sibilidad de reclamar una excepción a favor del Estado costero con
riquezas marinas en su mar adyacente: “No hay motivo alguno para
que se legitime la apropiación del mar,[…]él sirve ya a la navegación
de casi todos los pueblos: este es un uso que les pertenece, y del
que no es lícito despojarles. Pero bajo otro aspecto el mar es seme-
jante a la tierra. Hay muchas producciones marinas que se hallan

38 Régimen de Pesca en las Costas e Islas de la República, D.S. del 5 de agosto de 1840, Colección de
Leyes y Decretos, Lima, 1840, p. 663.

39 José María de Pando, Elementos del Derecho Internacional, Segunda Edición, Imprenta de J. Martín
Alegría, Madrid, 1852.

61
La Soberanía marítima deL Perú

circunscritas a ciertos parajes; y así como las tierras no dan todos


los mismos frutos, tampoco todos los mares suministran los mis-
mos productos. El coral, las perlas, el ámbar, las ballenas, no se
hallan sino en limitadas porciones del océano, que se empobre-
cen diariamente y al fin se agotan. […] por grande que sea la fe-
cundidad de la naturaleza, no se puede dudar que la concurrencia
de muchos pueblos haría más difícil y menos fructuosa su pesca,
y acabarían por extinguirlas, ó á lo menos por alejarlas de unos
mares a otros. No siendo pues inagotables, es lícito a las naciones
repartírselos y apropiárselos…”40.

Para Pando los efectos del dominio del Estado sobre el mar
territorial debían incluir las siguientes facultades o derechos de
jurisdicción: “… 1º el derecho exclusivo a la pesca; 2º el de pro-
hibir a los extranjeros su navegación y la entrada en los puertos,
quedando a salvo los derechos de necesidad y de su uso inocente,
y los establecidos por tratados y costumbres; 3º el de imponer a
los que transitan contribuciones para el beneficio de la navega-
ción; 4º el de ejercer la administración de justicia por delitos en
él cometidos; 5º el de exigir a las naves extranjeras que entran o
transitan, hagan en reconocimiento de la soberanía los honores
acostumbrados”41.

En 1936, noventa y seis años después del decreto de 1840, el


Código Civil del Perú estableció la primera regulación de las aguas
territoriales: “Son del Estado: El mar territorial y sus playas y la
zona anexa que señala la ley de la materia”.42 Las constituciones
de 1823, 1826, 1834, 1839, 1856, 1860, 1867, 1920 y 1933 no
contienen ninguna referencia a los espacios marítimos sujetos a
la soberanía y jurisdicción del estado.

40 Ibíd., pp.124-125.

41 Ibíd., p. 181.

42 Código Civil del Perú de 1936, art. 832, inc. 2.

62
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

En el caso de Chile, a inicios de la República el Estado proce-


dió a reconocer la distancia de tres millas de mar territorial. Y, en
el ámbito doctrinario, Andrés Bello - al igual que Pando- postuló la
jurisdicción del Estado sobre los recursos naturales adyacentes a las
costas para su explotación económica en beneficio de las poblacio-
nes: “Hemos dicho que el dominio del mar no se puede adquirir por
nación alguna; pero esto se debe entender hablando generalmente
de todo el mar, o de una gran parte de él, mas no de las costas
marítimas, por cuyo uso se puede decir que admite el mar algunos
derechos de propiedad. Nadie puede dudar que las pesquerías, así
de perlas y de coral, como de pescados, hechas en las costas, per-
tenecen a aquella nación que las habita, como bienes anejos a las
tierras de su dominio; tendrá pues derecho de impedir a otra la
utilidad que disfruta…”43.

Bello, uno de los autores del código civil chileno de 1855, tuvo
la responsabilidad de la redacción del artículo 593 del citado cuer-
po de leyes que definió el mar territorial de Chile en los siguientes
términos: “El mar adyacente hasta la distancia de una legua marina,
medida desde la línea de la más baja marea, es mar territorial y de
dominio nacional; pero el derecho de policía, para objetos concer-
nientes a la seguridad del país y a la observancia de las leyes fisca-
les, se extiende hasta la distancia de cuatro leguas marinas medidas
de la misma manera”. 44

De esta forma, ya en 1855, Chile había definido en su legis-


lación interna un mar territorial de tres millas, equivalente a una
legua y una zona contigua de 12 millas. Esta regulación sólo se
cambió en 1986, a través de la ley Nº 18.565 que sustituyó el texto

43 Andrés Bello, Principios de Derecho de Gentes, part.I, en: Pando, ob. cit. p. 277.

44 Cf. Código Civil de Chile, 1855, art. 593, en: Gonzalo Figueroa Yañez, Repertorio de Legislación y
Jurisprudencia Chilena, Código Civil y Leyes compelemntarias, Editorial Jurídica de Chile, 1996, p. 56.
La legua es una antigua unidad de medida que expresaba la distancia que una persona o un caballo
podía andar en una hora. Una legua equivale a tres millas.

63
La Soberanía marítima deL Perú

original de Bello, por la nueva redacción del artículo 593 del Código
Civil que establece un mar territorial de 12 millas45.

En el proceso fundacional de los dos Estados y en sus políticas


marítimas durante el siglo XIX hubo, en ambos casos, una acepta-
ción del derecho internacional de la época que regulaba un mar
territorial de tres millas, pero, al mismo tiempo, una legislación y
un desarrollo jurídico de afirmación de la soberanía y jurisdicción
de los Estados sobre los recursos naturales y las actividades econó-
micas en el mar adyacente a sus costas. En todo este proceso el
tema de los límites marítimos era inexistente, primero porque el
Perú y Chile no tenían costas adyacentes. No fueron países limítro-
fes sino hasta después de la guerra, en 1883. Y en segundo lugar,
porque como el derecho internacional sólo reconocía aguas territo-
riales hasta las tres millas, la cuestión de la delimitación no estaba
presente en toda la región.

El tratado que puso fin a la guerra de 1879, suscrito en 1883,


no contiene ninguna norma en materia de delimitación marítima,
al igual que el tratado de 1929 y su protocolo complementario, que
estableció las modalidades para resolver y ejecutar los problemas
pendientes en la ejecución del tratado de 1883. En las primeras dé-
cadas del siglo XX la situación se mantuvo inalterable, tanto en lo
concerniente a la aceptación de la regla de las tres millas, como a la
creciente preocupación por las pesquerías de flotas extranjeras en
el mar adyacente de ambos Estados.

2. El InIcIo dE lA rEIVIndIcAcIón conJuntA dE lA SoBErA-


nÍA Y JurISdIccIón dEl PErÚ Y cHIlE SoBrE lA ZonA MA-
rÍtIMA AdYAcEntE A SuS coStAS HAStA unA dIStAncIA
MÍnIMA dE 200 MIllAS MArInAS

En los años cuarenta del siglo XX, al no existir prácticas de deli-


mitación lateral entre los dos estados, la gran preocupación empe-

45 Ibídem.

64
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

zaba a ser el límite exterior, en función de la caza indiscriminada de


la ballena y la presencia de flotas extranjeras que faenaban frente
a las costas peruano-chilenas aprovechando la riqueza marina que
se deriva del sistema hidrobiológico producido por la Corriente de
Humboldt.

Por esa época se empezó a desarrollar la pesca artesanal y se


instalaron las primeras plantas procesadoras. En 1939, en el Perú
sólo existía registrada una empresa pesquera. En 1945 el número
llegaba ya a doce, entre ellas algunas de creciente importancia,
como la Compañía Pesquera Coishco o Industrial Pesquera S.A.46
Los empresarios también establecieron estructuras institucionales
y, junto con los pescadores, plantearon reivindicaciones de sobera-
nía y jurisdicción respecto al mar adyacente en una visión nacional
de preservación y explotación de los recursos marítimos.

El 23 de junio de 1947 el Gobierno de Chile aprobó una de-


claración oficial de naturaleza político-diplomática, firmada por el
presidente Gabriel González Videla, en la que se establecía una rei-
vindicación unilateral de soberanía sobre el mar adyacente a sus
costas hasta una distancia de 200 millas. La declaración se inspiraba
en la Proclama Truman y en las iniciativas análogas que adoptaron
los gobiernos de México y la Argentina, entre 1945 y 1946, y se fun-
damenta en la necesidad de preservar para el estado la propiedad
de las riquezas naturales conocidas y las que pudieran ser descu-
biertas en un futuro, y que se encuentran en el zócalo o plataforma
continental y el mar adyacente a sus costas. El decreto se sustenta
además en la consideración política y geográfica que se deriva de
la “…topografía del territorio chileno y de su falta de extensión me-
diterránea, que hace que la vida del país quede vinculada al mar y
a todas las riquezas actuales y futuras encerradas en él, más que el
caso de cualquier otra nación”.47

46 Cf. Pedro Trillo, Luis Enrique Tord, “El Nacimiento de una industria”, en: Libro de oro de la pesquería
peruana, Sociedad Nacional de Pesquería, Lima, 2003, p. 94.

47 Cf. Declaración oficial del Gobierno de Chile, 23 de junio de 1947, en: Francisco Orrego Vicuña, Chile
y el derecho del mar, párrafos preambulares, Santiago, 1972, p. 33.

65
La Soberanía marítima deL Perú

En la parte resolutiva de la declaración se proclamaba la sobe-


ranía de Chile sobre todo el zócalo continental adyacente a las cos-
tas continentales e insulares del territorio nacional, cualquiera que
sea la profundidad y, al mismo tiempo, la soberanía nacional sobre
los mares adyacentes a sus costas hasta las 200 millas.

La declaración precisaba que el límite de esta extensión no era


definitivo, pues el Gobierno se reservaba el derecho de modificarla.
Reconoce al mismo tiempo que esta reivindicación de soberanía
se ejercerá sin desconocer “legítimos derechos similares de otros
Estados sobre la base de la reciprocidad” y que ella “no afecta a los
derechos de libre navegación sobre la alta mar”.48

El artículo tercero se refiere explícitamente al límite exterior


de la zona marítima reivindicada:

“…La demarcación de las zonas de protección de caza y pesca


marítimas en los mares continentales e insulares que quedan bajo
el control del Gobierno de Chile serán hechas, en virtud de esta
declaración de soberanía, cada vez que el Gobierno lo crea conve-
niente, sea ratificando, ampliando o de cualquier manera modifi-
cando dichas demarcaciones, conforme a los conocimientos, des-
cubrimientos, estudios e intereses de Chile que sean advertidos en
el futuro, declarándose, desde luego, dicha protección y control so-
bre todo el mar comprendido dentro del perímetro formado por la
costa con una paralela matemática proyectada en el mar a 200 mi-
llas marinas de distancia de las costas continentales chilenas. Esta
demarcación se medirá respecto de las islas chilenas, señalándose
una zona de mar contigua a las costas de las mismas, proyectadas
paralelamente a éstas a 200 millas marinas por todo su contorno”.49

Se estableció un límite exterior de 200 millas cuya “demar-


cación” se hará siguiendo una paralela matemática proyectada en

48 Ibíd., art. 4.

49 Ibíd., art. 3.

66
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

el mar a 200 millas de las costas continentales. No existe ninguna


mención a cláusula delimitadora alguna para los límites laterales.
Sin embargo, en 1951 cuando el Gobierno de Chile elaboró el pro-
yecto de Declaración de Santiago, denominado originalmente “Pro-
yecto sobre Zócalo Continental y las Aguas que lo Cubren”,50 en la
parte correspondiente a la extensión de la zona de 200 millas, utilizó
la misma fórmula de su Declaración de 1947 pero con un añadido
que implicaba un método para trazar los límites laterales, distinto y
excluyente del correspondiente al paralelo geográfico:

“Artículo 3.- La zona indicada comprende todas las aguas que


quedan dentro del perímetro formado por las costas de cada país y
una paralela matemática proyectada en el mar a 200 millas marinas
de distancia del territorio continental, siguiendo la orla de las cos-
tas [el resaltado es del autor]”.51

Aquí se establece, implícitamente, un método de delimitación


lateral que asegura a todos los países, en condiciones de igualdad y
equidad, el acceso a las 200 millas de soberanía y jurisdicción, pues,
dadas la configuración de las costas, la proyección de las zonas ma-
rítimas hasta las 200 millas conforme a las orlas de las costas, supo-
ne el solapamiento de las proyecciones del Perú y Chile y, por ende,
una negociación que permita dividir ese espacio.

Este texto se excluyó de la versión final de la Declaración de


Santiago, probablemente por considerársele reiterativo con el pro-
pio concepto de que cada país debía gozar de 200 millas marinas
a partir de sus costas. En todo caso, lo importante de la redacción
chilena del proyecto original de la Declaración de Santiago es que
en su comprensión el método del paralelo estaba excluido y que su

50 Cf. Acta de la Primera Sesión de la Conferencia de Explotación y Conservación de las Riquezas Maríti-
mas del Pacífico Sur, Proyecto sobre zócalo continental y las aguas que lo cubren.

51 Primera Conferencia de Explotación y Conservación de las riquezas marinas del Pacífico Sur, acta de la
primera sesión, proyecto presentado por el Gobierno de Chile: Declaración sobre zócalo continental
y las aguas que lo cubren, artículo 3, Santiago de Chile, 1947.

67
La Soberanía marítima deL Perú

visión de la delimitación lateral era siguiendo la dirección de la orla


de las costas.

Esto es relevante, también, en relación con la inexistencia, en


ese tiempo, de ideas o definiciones consistentes, coherentes y de-
finidas en materia de límites laterales, como lo demuestra también
el propio Decreto Supremo Nº 781 del Perú. Pero es aún más signi-
ficativo como prueba elocuente que antes de 1952 no existía en la
región ningún elemento que hiciera pensar en la supuesta existen-
cia de un derecho consuetudinario que hubiera adoptado la norma
delimitadora del paralelo, como lo pretenden algunos juristas chile-
nos y, en su momento, la Asesoría Jurídica de ese país52.

El 1 de agosto de 1947 el Gobierno del Perú aprobó el Decreto


Supremo Nº 781, suscrito por el Presidente de la República José
Luis Bustamante y Rivero, a través del cual reivindicó la soberanía
del país sobre la plataforma continental, independientemente de
su profundidad y extensión, así como sobre el mar adyacente a sus
costas hasta una distancia de 200 millas.

Conforme al derecho internacional de la época, el decreto, al


igual que la declaración de Chile, asume una concepción geomor-
fológica de la plataforma continental al extender la soberanía y ju-
risdicción hasta la extensión de su estructura física. La extensión de
200 millas no comprende en ninguno de los dos instrumentos a la
plataforma continental:

“1º Declárase que la soberanía y jurisdicción nacionales se ex-


tienden a la plataforma submarina o zócalo continental o insular
adyacente a las costas continentales e insulares del territorio nacio-
nal cualesquiera que sea la profundidad y la extensión que abarque
dicho zócalo”.53

52 Asesoría Jurídica del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Dictamen número 138, septiembre
de 1960, p. 127.

53 Cf. Decreto Supremo Nº 781 del 1 de agosto de 1947, Revista Peruana de Derecho Internacional, Nº
25 y 26, julio-diciembre, 1947, p. 301.

68
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

“2º La soberanía y la jurisdicción nacionales se ejercen tam-


bién sobre el mar adyacente a las costas del territorio nacional,
cualquiera que sea su profundidad y en la extensión necesaria para
reservar, proteger, conservar y utilizar los recursos y riquezas natu-
rales de toda clase que en o debajo de dicho mar se encuentren”.54

El objetivo de las dos declaraciones, estipulado claramente en


sus respectivos considerandos, fue establecer un régimen jurídico
para el mar adyacente hasta las 200 millas, que garantizara la con-
servación y explotación de sus recursos naturales marítimos, asegu-
rara el uso de los recursos marinos en beneficio de las poblaciones
y protegiera estas riquezas de la pesca y caza extranjeras.

Siguiendo prácticamente la misma lógica de la declaración del


Gobierno de Chile, el artículo 3 estipula que el Perú se reserva el de-
recho de establecer las “demarcaciones” de las zonas de control y
protección continentales e insulares; al mismo tiempo que declara
que ejercerá dicho control en el mar adyacente hasta una distancia
de 200 millas. Al igual que la declaración chilena adelanta un crite-
rio para mensurar el área de las 200 millas en una zona comprendi-
da entre las costas y una línea imaginaria paralela en el mar, añade
que esta área de 200 millas será “medida siguiendo la línea de los
paralelos geográficos”. El texto es el siguiente:

“3º Como consecuencia de las declaraciones anteriores, el Es-


tado se reserva el derecho de establecer la demarcación de las zo-
nas de control y protección de las riquezas nacionales en los mares
continentales e insulares que quedan bajo el control del Gobierno
del Perú, y de modificar dicha demarcación de acuerdo con las cir-
cunstancias sobrevivientes por razón de los nuevos descubrimien-
tos, estudios e intereses nacionales que fueren advertidos en el fu-
turo; y, desde luego, declara que ejercerá dicho control y protección
sobre el mar adyacente a las costas del territorio peruano en una

54 Ibíd., p. 301.

69
La Soberanía marítima deL Perú

zona comprendida entre esas costas y una línea imaginaria paralela


a ellas y trazada sobre el mar a una distancia de doscientas (200)
millas marinas, medida siguiendo la línea de los paralelos geográ-
ficos. Respecto de las islas nacionales esta demarcación se trazará
señalándose una zona de mar contigua a las costas de dichas islas,
hasta una distancia de doscientas (200) millas marinas medida des-
de cada uno de los puntos del contorno de ellas”.55

A diferencia de la declaración de Chile, que “demarca” su área


de 200 millas utilizando solo el concepto del paralelo matemático
declarándose desde luego que “dicha protección y control sobre
todo el mar comprendido dentro del perímetro formado por la cos-
ta con una paralela matemática proyectada en el mar a 200 millas
marinas de distancia de las costas continentales chilenas”, el de-
creto peruano alude a que la línea imaginaria paralela a las costas,
trazada sobre el mar a una distancia de 200 millas marinas, se mide
siguiendo la línea de los paralelos geográficos.

Claramente la intención no es establecer un límite lateral,


pues la utilización del plural para definir los paralelos geográficos
denota sólo la intención de proyectar la zona de las 200 millas des-
de las costas hasta alta mar. Sin embargo, algunos autores como
Jaime Lagos56 consideran que la redacción del decreto peruano en
el párrafo relativo al trazado del área de 200 millas podría implicar
una línea lateral por el paralelo geográfico. Ello es contradictorio con
su objeto y finalidad: obtener un área marítima de 200 millas cons-
tantes de soberanía y jurisdicción. En este punto, el decreto peruano
de 1947 es manifiestamente contradictorio en sí mismo. Hay una
relación de exclusión entre el objeto y finalidad del decreto: obtener

55 Ibíd., p. 302.

56 Jaime Lagos Erazo señala que ¨(…) es un hecho irrefutable que en el acto jurisdiccional de la política
marítima internacional del Perú, ya en el año 1947, dicho país, por una decisión unilateral, reconoció
la línea de los paralelos geográficos para delimitar con sus vecinos del norte y del sur la nueva zona
de 200 millas que estaba proclamando ¨. Cf. Jaime Lagos Erazo, Los límites maritimos con el Perú,
Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 2009, p. 35.

70
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

una zona de 200 millas, y la referencia al paralelo geográfico como


orientación para trazar la extensión de dicha zona. Sin embargo, de
allí no se puede derivar que estableció un límite lateral con Chile. Pri-
mero, porque el decreto no hace referencia a límites marítimos con
los vecinos, ni con Chile ni con Ecuador. En segundo lugar, porque de
manera expresa señala que la utilización de los paralelos geográficos
está constreñida a la proyección hacia el alta mar de la distancia de
doscientas millas de la zona marítima. Y en tercer lugar, porque los
límites marítimos no se establecen unilateralmente. Si el decreto 781
hubiese tenido la intención de establecer un límite marítimo con Chi-
le lo hubiese mencionado. Finalmente, a la época no existe ningún
documento oficial de Chile que señale que se había establecido un
límite marítimo entre los dos países a través del decreto.

El decreto peruano es también específico en ese sentido. El tex-


to reserva al estado el derecho de establecer la demarcación de las
zonas de control y protección de las riquezas nacionales en los mares
continentales e insulares que quedan bajo su jurisdicción57. La redac-
ción del texto en la que el estado peruano se reserva la facultad de
modificar la demarcación es a futuro, lo que confirma la provisiona-
lidad de la referencia al paralelo geográfico. Adicionalmente se trató
de un acto administrativo exclusivamente interno, de naturaleza uni-
lateral, que como tal no podía establecer un límite marítimo bilateral
ni un acuerdo internacional. El texto del decreto por lo demás no
hace referencia explícita a los límites laterales.

El D.S. Nº 781 fue modificado por la Ley del Petróleo, Nº11.780,


aprobada el 12 de marzo de 1952, cuatro meses antes de la nego-
ciación de la Declaración de Santiago. Esta ley de jerarquía jurídica
superior estableció como límite exterior del zócalo continental 200
millas marinas constantes medidas a partir de la línea de baja ma-
rea. Criterio que excluye el método del paralelo. Este dispositivo
legal, aprobado para fines de la exploración y explotación petrole-

57 Ibíd., p. 302.

71
La Soberanía marítima deL Perú

ra, dividió el territorio en cuatro áreas, siendo una de ellas la pla-


taforma continental, la misma que fue definida como “(…) la zona
comprendida entre el límite occidental de la Zona de la Costa y una
línea imaginaria trazada mar afuera a una distancia constante de
200 millas de la línea de baja marea del litoral continental”.58

Con esta disposición, el Gobierno del Perú se adelantó déca-


das a la futura evolución del derecho de la delimitación marítima,
al abandonar la concepción geomorfológica de la plataforma con-
tinental, contenida en el Decreto Supremo Nº 781 de 1947, y susti-
tuirla por una concepción jurídica basada en el concepto de distan-
cia. La estructura geomorfológica de la plataforma continental del
Perú fluctúa entre 2 y 70 millas. Esta es la distancia a la que aludía
implícitamente el decreto 781. La Ley del Petróleo amplía la sobe-
ranía y jurisdicción del Perú sobre la plataforma continental hasta
200 millas marinas.

Al modificar lo dispuesto en el decreto 781 y proclamar una


proyección constante de 200 millas para la plataforma continental
desde la línea de baja mar de todo el perfil de la costa, la Ley del
Petróleo 11.780 asumió, de manera implícita, una norma delimita-
dora excluyente del paralelo geográfico. Este no se menciona en su
texto. La proyección de la plataforma continental peruana hasta las
200 millas implicaba el solapamiento o superposición con la pro-
yección de la plataforma continental de Chile, bajo el criterio de su
proyección en función de la distancia. El Gobierno de Chile en ese
momento no expresó ninguna reserva ni reclamo por lo dispuesto
en la citada ley.

La falta de precisión de los estados en el tratamiento implícito


de la delimitación lateral de sus mares continentales se evidencia en
estos primigenios instrumentos legales internos en materia del lími-
te exterior hasta una distancia de 200 millas, que era desde el punto
de vista económico su preocupación prioritaria y casi exclusiva.

58 Ley del Petróleo Nº 11.780, 12 de marzo de 1952, artículo 14.

72
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El 18 de agosto de 1952 Perú y Chile junto con el Ecuador ne-


gociaron y aprobaron la Declaración sobre Zona Marítima o Decla-
ración de Santiago. Este tratado internacional en ningún caso esta-
bleció una norma delimitadora general aplicable a los mares conti-
nentales. Por el contrario, su objeto y fin fue que cada país signatario
tuviera un área marítima de 200 millas constantes medidas desde su
litoral. Ello excluye por definición el paralelo geográfico como méto-
do delimitador de las fronteras marítimas laterales. La Declaración
de Santiago sólo estableció, como excepción, una cláusula delimita-
dora por el paralelo geográfico para el caso de Perú y Ecuador, dada
la existencia de islas ecuatorianas en un área menor de 200 millas
de las costas peruanas.59 Esta cláusula, como se ha visto al anali-
zar el texto de la Declaración de Santiago, es a título excepcional,
pues considera la existencia de una situación especial o pertinente:
la existencia de islas. Si la intención de la Declaración de Santiago
hubiese sido establecer una cláusula de delimitación lateral de apli-
cación general lo habría expresado directamente.

Junto con la Declaración de Santiago, Perú, Chile y Ecuador


aprobaron otros instrumentos jurídicos orientados esencialmente
a la consolidación de su proclama sobre las 200 millas y a la pre-
servación, defensa y organización de las pesquerías en el Pacífico
Sur. Estos instrumentos, relativos a la Organización institucional
de la Comisión Permanente del Pacífico Sur, como el Reglamento
para las faenas de caza submarina en las aguas del Pacífico Sur, el
Convenio Complementario a la Declaración de Soberanía de la Zona
marítima de 200 Millas, el Convenio sobre sistema de sanciones, el
Convenio sobre medidas de vigilancia y control de las zonas maríti-
mas de los países y el Convenio sobre el otorgamiento de permisos

59 Jaime Lagos Erazo, ob.cit., cita una version de prensa en la que yo habría sostenido que la Declaración
de Santiago es un tratado de límites entre el Perú y el Ecuador. Esa declaración no la he efectuado,
lo que he señalado en reiteradas oportunidades es que la Declaración de Santiago establece como
excepción una cláusula delimitadora entre el Perú y el Ecuador por la presencia de islas ecuatorianas
en el área de proyección de las 200 millas continentales del Perú. La Declaración de Santiago no es un
tratado de límites sino de reivindicación unilateral de una zona marítima de 200 millas para los tres
países signatarios, Chile, Ecuador y Perú.

73
La Soberanía marítima deL Perú

para la explotación de las riquezas del Pacifico Sur, suscritos entre


1952 y 1954, no contienen ninguna referencia al límite lateral de
los países y menos aún a un supuesto límite de aplicación general
por el paralelo geográfico. El propio convenio sobre la creación de
la Comisión Permanente del Pacífico Sur no hace referencia a los
límites laterales ni le confiere a la naciente organización ninguna
responsabilidad en materia de administración de límites o de solu-
ción de problemas vinculados a ellos, no obstante que se le otorga
la potestad de administrar un registro de las empresas balleneras,
de sus estaciones flotantes y estaciones terrestres.

Estos instrumentos cuando se refieren a las jurisdicciones ma-


rítimas de uno u otro país lo hacen en una concepción de la frontera
marítima no como línea –pues no estaban establecidas las líneas
marítimas fronterizas– sino como una frontera-zona en la que co-
existen las soberanías aún sin delimitar. El conjunto de estas regula-
ciones, como se ha indicado, propiciaban la defensa de los recursos
marinos y la organización de las pesquerías y las actividades econó-
micas conexas.

Así, por ejemplo, el artículo 4 del Reglamento para la caza de


ballenas, estipula: “La caza pelágica de ballena sólo podrá realizarse
en la zona marítima de jurisdicción o soberanía de los países signa-
tarios, previo permiso (…)”.60 El artículo 22 expresa en ese mismo
sentido que “Los capitanes de las embarcaciones pertenecientes a
la industria ballenera quedan obligados a dar inmediato aviso por
radio a las autoridades respectivas si advierten que dentro de las
aguas jurisdiccionales de los países pactantes existen buques caza-
dores o buques fábricas de bandera extranjera (…)”.61

Disposiciones de esta naturaleza se encuentran también en el


Convenio sobre medidas de vigilancia y control de las zonas maríti-

60 Reglamento para las faenas de caza marítima en las aguas del Pacífico Sur, en: Ministerio de Relacio-
nes Exteriores, ob.cit., p.150.

74 Ibíd.

74
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

mas de los países signatarios62: “Corresponde a cada país signatario


efectuar la vigilancia y control de la explotación de las riquezas de
su Zona Marítima por conducto de los organismos, solo podrán ser
ejercitados por cada país en las aguas de su jurisdicción. Sin embar-
go, sus naves o aeronaves podrán ingresar a la Zona Marítima de
otro país signatario, sin necesidad de autorización especial, cuando
dicho país solicite expresamente su cooperación”. Tratándose de
disposiciones que atañen al ejercicio jurisdiccional de los países, si
hubiesen sido establecidos los límites, estos habrían sido mencio-
nados de manera precisa en estas regulaciones. Por el contrario, la
concepción de la frontera-zona está presente de manera implícita
en todas estas normas.

El 4 de diciembre de 1954 Perú, Chile y Ecuador suscribieron


el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima, a través del
cual crearon un área de 20 millas de ancho en la que las peque-
ñas embarcaciones podían desarrollar sus faenas de pesca sin ser
apresadas ni sancionadas, pero no establece ni un límite marítimo
ni una cláusula de delimitación. El acuerdo para el establecimiento
de señales para los pescadores artesanales de 1968, así como los
documentos técnicos de su aplicación, el informe de 1968 y el acta
de 1969, no han pactado, asimismo, por su naturaleza, fines y sus
propios textos, cláusula alguna de delimitación, no obstante que en
algunos de estos documentos se hace referencia en general a “la
delimitación de la frontera marítima”. La existencia de esta frase en
los documentos técnicos derivados del Acuerdo de 1968 no puede
interpretarse como el establecimiento de un límite marítimo. Son
más bien alusiones a la cláusula delimitadora de excepción conte-
nida en el artículo IV de la Declaración de Santiago para el caso
peruano-ecuatoriano o al límite referencial de la zona especial fron-
teriza marítima que se estableció en 1954 para eximir de sanciones
a las pequeñas embarcaciones pesqueras. El uso ambiguo de estos
términos en algunos casos aparece como natural en la época, dada

62 Ibíd., p.160.

75
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

la imprecisión de los conceptos y categorías del derecho del mar


que se utilizaban en ese entonces.

Estas percepciones se reflejan en un importante dispositivo


legal, aprobado por el Gobierno del Perú un año después que el
Convenio de 1954 y tres años luego de la Declaración de Santiago,
destinado a definir el ámbito de aplicación y el límite exterior de su
zona de 200 millas. El 12 de enero de 1955 se aprobó la Resolución
Suprema Nº 23, sobre el límite exterior de la Zona Marina de las
200 Millas.

La finalidad expresa de esta norma fue determinar la exten-


sión de la zona marítima peruana de 200 millas a que se refiere
el Decreto Supremo del 1 de agosto de 1947 y la Declaración de
Santiago. Se originó en la necesidad de precisar en los trabajos car-
tográficos y de geodesia la manera de determinar la zona marítima
peruana de 200 millas.

En su parte resolutiva establece:

“1º La indicada zona está limitada en el mar por una línea pa-
ralela a la costa peruana y a una distancia constante de ésta, de 200
millas náuticas.

2º De conformidad con el inciso IV de la Declaración de Santia-


go, dicha línea no podrá sobrepasar a la del paralelo correspondien-
te al punto en que llega al mar la frontera del Perú”.63

El texto define el perímetro de la zona marítima del Perú, con-


forme al Decreto Supremo Nº 781, modificado por la Declaración de
Santiago y compatibilizado con el texto de esta en los siguientes tér-
minos: “Un área marítima comprendida desde el litoral hasta una
línea imaginaria en el mar, paralela a las costas, de tal manera que
entre la línea imaginaria y las costas exista una distancia constante

63 Ibíd.

76
La Soberanía marítima deL Perú

de 200 millas náuticas”64. La jurisdicción sobre 200 millas constantes


en todo el litoral excluye, en la frontera con Chile, toda posibilidad
de una delimitación utilizando el paralelo geográfico.

La segunda parte resolutiva de la resolución suprema del 12


de enero de 1955 es coherente con esta aseveración, ya que, con-
forme a lo dispuesto por la propia Declaración de Santiago, se limita
a reiterar que en el caso de la excepción contenida en el artículo
IV de la Declaración, la línea de las 200 millas no podrá sobrepasar
a la del paralelo correspondiente al punto en que llegue al mar la
frontera del Perú con el Ecuador. Es decir, mantiene la excepción de
la cláusula delimitadora por el paralelo entre ambos países debido
a la existencia de una circunstancia especial: la presencia de islas.

Esta resolución, coherente además con lo dispuesto por la Ley


del Petróleo Nº 11.780, que estableció el mismo criterio para medir
la extensión de la plataforma submarina, compatibilizó de manera
expresa el texto del decreto de 1947 con la Ley de Petróleo y la
Declaración de Santiago. La referencia a 200 millas constantes, me-
didas a partir de las costas, excluye la posibilidad de establecer el
límite lateral con Chile a través del paralelo geográfico. El Gobierno
de Chile tuvo pleno conocimiento de esta norma. No la reservó ni
expresó reclamación alguna.

Es evidente que si el entendimiento del Gobierno del Perú res-


pecto del Convenio de 1954 hubiese sido en términos de considerar
que estableció un límite marítimo con Chile, la resolución suprema
del 18 de agosto de 1955 lo habría invocado, citado y tomado en
consideración. Por el contrario, al no ser esa la comprensión del
estado peruano, el Convenio de 1954 no es mencionado en la Re-
solución Suprema Nº 23, lo que confirma que dicho convenio sólo
estableció una zona de exención de sanciones a favor de las embar-
caciones artesanales.

64 Ibíd.

64
La Soberanía marítima deL Perú

En esta etapa, germinal de las reivindicaciones marítimas del


Perú y Chile para ampliar su soberanía y jurisdicción hasta las 200
millas en defensa de sus intereses económicos y recursos naturales,
la prioridad de sus gobiernos fue el límite exterior. No se estable-
cieron ni cláusulas delimitadoras ni límites entre el Perú y Chile. Las
alusiones implícitas que se pueden inferir de diversos instrumentos
respecto de apreciaciones iniciales, necesariamente provisionales
sobre la delimitación lateral, son aisladas, unilaterales y sin efectos
jurídicos para el Derecho internacional y contradictorias, aun en los
actos de cada país. Los extremos están dados por la referencia al
paralelo geográfico en el decreto supremo peruano de 1947 y a las
orlas de las costas en el proyecto original de la Declaración de San-
tiago que presentó el Gobierno de Chile.

Lo que si no fue ni ambiguo ni contradictorio fue la conducta


de las partes que de manera reiterada, constante y sistemática, re-
conoció que tanto para el Perú como para Chile la zona marítima
debía asegurar a cada país soberanía y jurisdicción hasta una dis-
tancia de 200 millas constantes a partir de sus respectivas costas.
Ello implicaba, por la conformación de las costas, la superposición
de sus respectivas proyecciones marítimas.

Sobre la naturaleza jurídica de la zona de 200 millas no existió


tampoco unanimidad ni acuerdo, aun dentro de cada país. Pero
ello era común a toda la región, debido al estado incipiente del de-
sarrollo del Derecho del Mar y al carácter confrontacional con que
las grandes potencias reaccionaron frente a la Declaración de San-
tiago.

Amadeo Drinot Delgado, al hacer una comparación entre la de-


claración Truman y las declaraciones latinoamericanas que le suce-
dieron, muestra con claridad la situación de búsqueda de principios,
reglas e instituciones que aún existían a fines de la década del cua-
renta e inicios de la del cincuenta.

78
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

“Si bien es cierto que ambos tipos de declaración tienen por


objeto impedir la despoblación y destrucción de los campos de
pesca, se advierte, sin embargo, una clara diferencia entre ambos
porque las naciones latinoamericanas han llevado sus derechos mu-
cho más allá que la Proclamación estadounidense. En forma muy
somera, y siguiendo a Gidel, revisemos algunas diferencias aprecia-
bles. Es desde el punto de vista de la técnica legislativa cuando nos
encontramos ya con la primera distinción, por cuanto así como los
Estados latinoamericanos han fundido en un solo texto lo referente
a las pesquerías y a los recursos naturales, el Gobierno de los Esta-
dos Unidos ha emitido dos Proclamaciones para tratar de ellos. La
segunda diferencia se refiere a la fijación de distancias hasta las cua-
les el Estado ribereño puede ejercer los derechos que proclama. Es
el procedimiento seguido por los países latinoamericanos. Así tene-
mos que México señala la isobata de 200 metros para su plataforma
continental como medida de protección a sus riquezas. Perú y Chile,
por su parte, establecen una zona de soberanía de 200 millas con-
tadas de la orilla hacia alta mar, distancia que puede ser modificada
en cualquier momento. Estados Unidos, en cambio, tal como hemos
visto, no fija ninguna medida sobre el particular”.65

La Declaración Truman tuvo un impacto muy fuerte en la pre-


ocupación de los países latinoamericanos sobre la pesca y la caza
indiscriminada en sus mares adyacentes. Al reivindicar Estados Uni-
dos los derechos de jurisdicción sobre la plataforma continental,
abrió el camino para que las tesis latinoamericanas –mucho más
audaces que la posición estadounidense– se expresasen en la esce-
na internacional.

De esta manera, a partir de sus proclamas unilaterales de


1947, Perú y Chile avanzaron en su reivindicación de las 200 millas
al aprobar, junto al Ecuador, la Declaración de Santiago.

65 Amadeo Drinot Delgado, “Problemas jurídicos vinculados a la plataforma submarina”, en: Revista
Peruana de Derecho Internacional, t. XII, p. 189.

79
La Soberanía marítima deL Perú

3. lA cooPErAcIón Y conSultA En lA dEFEnSA dE lA tESIS


dE lAS 200 MIllAS Y lA SoBErAnÍA PErMAnEntE SoBrE
loS rEcurSoS nAturAlES dE loS MArES AdYAcEntES dEl
PErÚ Y cHIlE

La reivindicación de un mar adyacente hasta las doscientas mi-


llas requería además de la Declaración de Santiago, llevar adelante
acciones específicas de cooperación en materia de preservación de
los recursos naturales del mar, vivos y no vivos, de la caza de la ba-
llena, de las pesquerías y en materia de investigación y tecnología.

También era necesario un acuerdo de naturaleza administra-


tiva que resolviese el problema de las constantes capturas de pes-
cadores artesanales de uno y otro país en la zona marítima creada
por la Declaración de Santiago. Este fue el origen del Convenio
sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954, suscrito por el
Perú, Chile y Ecuador en el marco de las primeras acciones de co-
operación de la Comisión Permanente del Pacífico Sur.

En este convenio suscrito por el Perú, Ecuador y Chile existe,


ciertamente, una alusión a la preexistencia de un límite marítimo
entre dos países que, sin embargo, nunca antes fue establecido. Al
respecto existen interpretaciones opuestas: Chile sostiene la pre-
existencia del límite. El Perú afirma que el convenio no establece
límite alguno y que este nunca preexistió. En realidad, la alusión
que hace el convenio a un límite preexistente está referida a la
cláusula delimitadora que como excepción estableció el artículo IV
de la Declaración de Santiago para el caso peruano-ecuatoriano.

El Convenio de 1954 no entró en vigor sino en 1967, trece años


después de su firma, año en que Chile lo ratificó. En ese periodo de
trece años no tuvo vigencia y no fue aplicado. El convenio estable-
ce una zona especial fronteriza, a partir de las doce millas del litoral
de ambos países, que se extiende a diez millas hacia el sur y diez
millas hacia el norte, tomando como punto de referencia el paralelo

80
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

geográfico coincidente con el punto de inicio de la frontera terres-


tre. En esa zona de una anchura de 20 millas que comprende la
“zona marítima especial fronteriza”, los dos países se obligaron a
no aplicar multas ni sanciones a las pequeñas embarcaciones arte-
sanales que desarrollen sus faenas dentro de ella.

La ejecución del convenio se inició solo en 1972, año en el que


se terminaron de construir los faros de enfilamiento para orientar
a las embarcaciones pesqueras conforme al entendimiento estable-
cido en el intercambio de notas de 1968. No obstante, con el correr
del tiempo, la funcionalidad de las torres dirigidas a señalizar los
límites del área especial de exención de sanciones dejó de tener
objeto útil por la progresiva incorporación de instrumentos moder-
nos de navegación en las pequeñas embarcaciones pesqueras. Con
la destrucción de la señal o faro instalado en el territorio peruano
durante el sismo de junio del 2001 y la posterior limpieza de sus
escombros, el acuerdo de 1954 se continuó aplicando en la zona
especial marítima fronteriza, pero ya sin el concurso de las torres o
los faros de señalización, que fueron sustituidos por los instrumen-
tos modernos de orientación.

Al mismo tiempo, los dos países continuaron la cooperación y


coordinación en las negociaciones internacionales sobre el derecho
del mar. En las conferencias de 1958 y 1960 no se registraron posi-
ciones del Perú ni de Chile, ni documentación diplomática que hi-
ciera referencia a la delimitación, y cada país asumió su proyección
marítima en un área de 200 millas constantes, como actos unilate-
rales destinados a modificar las reglas prevalecientes del derecho
internacional. Las cancillerías trabajaron conjuntamente en la de-
fensa y promoción de la tesis de las 200 millas y en la incorporación
de otros países al régimen de la zona marítima establecida en la
Declaración de Santiago.

Con esta finalidad se negocia y suscribe, en Quito, el 6 de oc-


tubre de 1955, el Protocolo de Adhesión a la Declaración de Zona

81
La Soberanía marítima deL Perú

Marítima, suscrita en Santiago. Posterior en el tiempo al Convenio


sobre Zona Marítima Especial de 195466. Este protocolo de adhe-
sión parte del supuesto de la inexistencia de límites laterales, razón
por la cual dentro de las cláusulas relativas a la adhesión se incluyó
aquella que deja en libertad a los países para establecer sus límites
marítimos en función de la realidad de la conformación de sus cos-
tas y su geografía.

El protocolo pone la Declaración de Santiago a disposición de


otros países para obtener su adhesión y establece los términos y
condiciones correspondientes para lograr este objetivo. Entre estas
cláusulas se acordó una relativa al derecho de los países a fijar la ex-
tensión y límites de su zona marítima, declarándose ello compatible
con el texto y las obligaciones estipuladas en la Declaración de San-
tiago. La referencia a la “extensión” hace relación al límite exterior
y la expresión “límites” a los límites laterales. El texto de la citada
cláusula lo señala de manera expresa al aludir al derecho de cada
estado para establecer “(…) la extensión y forma de delimitación de
su respectiva zona, ya sea frente a una parte o a la totalidad de su
litoral”. El texto completo de esta cláusula que deja a los estados en
libertad de escoger el método o la cláusula delimitadora de sus lí-
mites laterales –con lo que confirma que la Declaración de Santiago
no los establece ni prejuzga– es el siguiente:

“Los tres gobiernos [Chile, Perú y Ecuador] declaran que la ad-


hesión al principio de que corresponde a los Estados ribereños el
derecho y deber de proteger, conservar y utilizar las riquezas del
mar que bañan sus costas, no se afecta por el ejercicio del derecho
que tiene también todo Estado de fijar la extensión y límites de su
zona marítima. Por lo tanto, al adherirse, cada Estado puede deter-
minar la extensión y forma de delimitación de su respectiva zona,
ya sea frente a una parte o a la totalidad de su litoral, de acuerdo

66 Cf. Protocolo de Adhesión a la Declaración de Santiago sobre “Zona Marítima” suscrita en Santiago, 6
de octubre de 1955, en: Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, ob. cit., p. 178.

82
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

con la realidad geográfica peculiar, con la magnitud de cada mar y


con los factores geológicos que condicionan la existencia, conserva-
ción y desarrollo de la flora y fauna marítimas en sus aguas”.67

Esta cláusula constituye una interpretación auténtica de la De-


claración de Santiago, que establece que, salvo la excepción con-
tenida en el artículo IV, cada estado tiene el derecho de definir la
forma en que establecerá sus límites marítimos en “parte o en la
totalidad de la zona”, de acuerdo a la realidad geográfica.

Durante este periodo, en el que se establece esta cláusula de


gran importancia para interpretar la Declaración de Santiago, el
Convenio sobre Zona Especial Fronteriza de 1954 permaneció sin
poder aplicarse, pues, como ya se indicó, sólo entró en vigencia tre-
ce años después de su firma, en 1967, cuando el Gobierno de Chile
procedió a su ratificación. Su aprobación y ratificación se realizaron
a través de los decretos del 16 de agosto y 21 de setiembre de 1967.
Tanto en estos decretos como en la comunicación que la Embaja-
da de Chile cursó a la Secretaría de la Comisión Permanente del
Pacífico Sur no existe referencia alguna a que dicho convenio haya
establecido un límite marítimo.68

En esos años se cursaron comunicaciones entre las cancillerías


de ambos países sobre protestas por la intrusión de embarcaciones
de una y otra parte en sus respectivas zonas marítimas. Así, el 26 de
mayo de 1965 la Embajada del Perú presentó un memorando a la
cancillería chilena, en el que protestaba por la incursión de lanchas
de ese país hasta la playa La Yarada. Esta comunicación se refiere
al mar territorial del Perú. En ella, la Embajada peruana, a nombre
de su gobierno, propone la idea de que “ambos países construyan,
en la zona ribereña que les corresponde [se mantiene la idea de la
frontera como zona] un faro cada uno, a no más de cinco kilóme-

67 Ibíd.

68 Cf. Oficio 420/70 del 6 de octubre de 1970, del Secretario Permanente del Pacífico Sur al Presidente
de la Sección Peruana de la Comisión Permanente del Pacífico Sur.

83
La Soberanía marítima deL Perú

tros de la línea fronteriza”.69La expresión línea fronteriza se refiere


a la frontera terrestre.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile respondió con


la Nota D.F. D.L Nº 4, de fecha 4 de junio de 1965, en la que señala:
“El Ministerio de Relaciones Exteriores ha tomado nota con interés
de la sugestión del Gobierno del Perú, en el sentido de instalar faros
en la cercanía de la línea limítrofe internacional. Sin embargo, una
resolución de tal naturaleza solo podría ser adoptada después de
conocerse el criterio técnico pertinente, que será puesto en cono-
cimiento de este Ministerio dentro del menor plazo posible”.70 El 6
de octubre Chile envió una nota de protesta similar a la peruana del
26 de mayo, en este caso por la presencia de embarcaciones perua-
nas.71 En ninguna de estas comunicaciones existe referencia alguna
al límite marítimo ni mucho menos al paralelo como cláusula de
delimitación. Sí, sin embargo, a las zonas de jurisdicción.

En 1968 se estableció el acuerdo para instalar los faros de


orientación a las pequeñas embarcaciones pesqueras a través del
intercambio de notas del 6 de febrero y el 8 de marzo de 1968. En
la primera nota, el Gobierno del Perú informó al de Chile que “es
conveniente que se proceda a construir por ambos países, postes
o señales de apreciables proporciones y visibles a gran distancia,
en el punto en el que la frontera común llega al mar, cerca del hito
Nº 1”; agregándose que: “Si el ilustrado Gobierno de Chile está de
acuerdo con esa proposición, mucho le agradeceré dármelo a cono-
cer, así como el nombre del técnico que tenga a bien designar para
reunirse en el terreno con el que comisione el Gobierno del Perú,
a fin de llevar a efecto la construcción de la mencionada señal”. 72

69 Nota de la Embajada de Chile N 81 de fecha 8 de marzo de 1968.

70 Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Nota D.F.D.L Nº 4, del 4 de junio de 1965.

71 Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, memorando del 6 de octubre de 1965.

72 Cf. Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, nota del 6 de febrero de 1968.

84
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

La respuesta chilena, aceptando la propuesta, se dio el 8 de


marzo de 1968 en los mismos términos: “Tengo el honor de dar res-
puesta a la atenta nota de Vuestra Excelencia Nº (J) 6-4/9 de fecha
6 de febrero pasado, por medio de la cual me comunica que a raíz
de las conversaciones celebradas en Lima por las autoridades pe-
ruanas y chilenas de fronteras y límites, se llegó a establecer la con-
veniencia de que se proceda a construir por ambos países, postes o
señales de apreciables proporciones y visibles a gran distancia, en
el punto en que la frontera común llega al mar, cerca del hito Nº 1.
Sobre este particular puedo informar a Vuestra Excelencia que mi
Gobierno estima aceptable vuestra proposición (…)”.73

El acuerdo derivado del intercambio de notas es claro y pre-


ciso: instalar señales visibles a gran distancia que orienten a los
pescadores artesanales en un punto cercano a donde la frontera
terrestre llega al mar, cerca del Hito Nº 1. Las notas no señalan una
supuesta intención de establecer una frontera marítima por el pa-
ralelo. El objeto y fin del acuerdo no es otro que el emplazamiento
de estas señales o faros. Al ejecutarse este entendimiento, los téc-
nicos elaboraron un informe y un acta de sus trabajos de campo, en
los que se hace referencia a la “señalización del límite marítimo” de
manera inapropiada, cuestión que no fue objeto del acuerdo ni del
mandato que le otorgaron los gobiernos para sus labores técnicas.

Los faros dirigidos a orientar a las embarcaciones artesanales


en la zona fronteriza no entraron a funcionar sino hasta 1972. En
todo ese lapso, la pesca artesanal siguió guiándose por las legisla-
ciones nacionales y por lo dispuesto por el Convenio de 1954 en lo
que se refiere a la permisión de realizar faenas de pesca en la zona
especial fronteriza y la no aplicación de detenciones y sanciones.

En este periodo tampoco existen acuerdos interestatales ni


prácticas definidas y constantes que permitan sostener la tesis de

73 Nota de la Embajada de Chile en Lima, del 8 de marzo de 1968.

85
La Soberanía marítima deL Perú

la existencia de normas delimitadoras consuetudinarias de las res-


pectivas jurisdicciones internacionales marítimas, y menos aún que
estas se refieran al paralelo geográfico. Sí tuvieron lugar las prácticas
cotidianas de los pescadores artesanales que en los casos corres-
pondientes se acogieron al convenio de 1954 para evitar las sancio-
nes en la zona especial fronteriza marítima. Asimismo, estas prácti-
cas y otras de naturaleza naval suscitaron actos administrativos de
una y otra parte con referencias al límite de la zona de exención de
sanciones. En algunos de ellos podrá identificarse alguna incoheren-
cia o inadecuada utilización del lenguaje, de parte y parte.

Entre 1972 y 1980 la situación discurrió en ese sentido y sin


que ninguno de los dos países pretendiera reivindicar la existen-
cia de una delimitación marítima lateral. El problema de la super-
posición de las respectivas proyecciones no fue planteado, quizás
porque ambos países se encontraban concentrados en el liderazgo
negociador que les tocó desempeñar en la fase final de la Tercera
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Su
objetivo prioritario era lograr modalidades que permitiesen que sus
reivindicaciones unilaterales, originadas en 1947, pudiesen ser in-
corporadas en el derecho internacional, y de esa manera consagrar
la tesis de las 200 millas como parte de un acuerdo convencional de
alcance universal.

En síntesis, en este periodo se reforzaron las acciones coordi-


nadas y conjuntas de ambos estados en la fase final del proceso que
llevó al éxito de las negociaciones en la Tercera Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que consagró la tesis
de los países del Pacífico Sur sobre las 200 millas. Cualquier prác-
tica que pueda fundar la hipótesis de un derecho consuetudinario
que haya establecido un método delimitador para la frontera ma-
rítima entre los dos países es inexistente. No se pueden estable-
cer tampoco registros de comunicaciones, declaraciones o corres-
pondencia diplomática en que los países hayan hecho referencia
al límite marítimo más allá de aquella contenida en el Convenio

86
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

de 1954. Durante este lapso, las actividades pesqueras en la zona


fronteriza se rigieron por la legislación interna de ambos países
hasta 1967 y a partir de ese año por las legislaciones internas y
por el convenio de 1954, a efectos de eximir administrativamente
de multas y sanciones a las pequeñas embarcaciones que pesca-
ban en la zona especial marítima fronteriza.

El avance de las negociaciones en la III Conferencia sobre


el Derecho del Mar y la tendencia favorable a la ampliación de
los derechos de soberanía y jurisdicción de los Estados costeros a
nuevos espacios hasta una distancia de 200 millas, abrió el cami-
no para que en ambos países sus preocupaciones y prioridades de
la reivindicación del límite exterior empezaran a girar hacia una
nueva realidad, la necesidad de delimitar sus fronteras marítimas.

4. lAS rEAlIdAdES JurÍdIcAS dErIVAdAS dE lA conVEn-


cIón dEl MAr dE 1982 Y lA nEcESIdAd dE dElIMItAr loS
nuEVoS ESPAcIoS ocEÁnIcoS rEconocIdoS Por El dE-
rEcHo IntErnAcIonAl

En 1980, en función de los avances de las negociaciones de


la Conferencia del Mar y en razón de las consultas específicas que
tuvieron lugar sobre las normas delimitadoras de los nuevos es-
pacios que ya reconocía el proyecto de convención, la delegación
del Perú realizó una intervención específica en esta materia, plan-
teando por primera vez su visión de la delimitación lateral de los
mares continentales adyacentes.

El Embajador Alfonso Arias Schreiber, presidente de la dele-


gación peruana, expresó, en el ámbito de la conferencia, el 27 de
agosto de 1980:

“Con respecto a los criterios de delimitación del mar territo-


rial, la zona económica exclusiva y la plataforma continental entre
Estados cuyas costas son adyacentes, el Perú considera que, a fal-
ta de un convenio específico de delimitación concertado de ma-

87
La Soberanía marítima deL Perú

nera expresa para fijar definitivamente los límites de tales zonas,


y donde no prevalezcan circunstancias especiales ni existan dere-
chos históricos reconocidos por las partes, debe aplicarse como
regla general la línea media o de equidistancia, por tratarse del
método más idóneo para llegar a una solución equitativa y que
este criterio está bien reflejado en los actuales artículos del texto
integrado”.74

En los debates sobre las normas de delimitación marítima


durante la conferencia, en cuyo desarrollo tuvo lugar la interven-
ción del embajador Arias Schreiber, la delegación de Chile no hizo
referencia alguna a lo señalado por la delegación del Perú ni re-
servó su posición. Tampoco afirmó la existencia de límite alguno
entre los dos países.

En el caso de Chile, el debate interno sobre la naturaleza ju-


rídica de su zona marítima evolucionó de manera paralela a los
avances en las negociaciones sobre la Convención del Mar. De las
posiciones iniciales, que entendían la zona marítima como mar
territorial, se fue evolucionando hacia una comprensión entera-
mente compatible con las nuevas instituciones que el proyecto de
convención ya exhibía como consensos universales.

En 1977, luego del segundo periodo de sesiones de la confe-


rencia del mar, los trabajos se orientaron decididamente hacia el
reconocimiento de tres espacios oceánicos principales: el mar te-
rritorial, la plataforma continental y la zona económica exclusiva.
Chile fue el primer país del Pacífico Sur que asumió una interpre-
tación de la Declaración de Santiago en términos de considerar la
extensión de 200 millas como mar patrimonial. En ese sentido, el
14 de julio de 1977 se aprobó el decreto ejecutivo que estableció
las líneas de base para un mar territorial de 12 millas.75 Este de-

74 Declaración del Presidente de la Delegación del Perú ante la Tercera Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el derecho del mar. Ginebra, 27 de agosto de 1980.

75 Cf. República de Chile, Decreto Ejecutivo del 14 de julio de 1977.

88
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

creto no hizo referencia ni a la plataforma continental ni a la zona


económica exclusiva. Este reconocimiento del mar territorial has-
ta 12 millas significaba, evidentemente, que las 188 restantes co-
rrespondían a una soberanía funcional de naturaleza económica.

En 1982 terminaron las negociaciones de la tercera conferen-


cia sobre el derecho de mar y se aprobó la convención. Al suscribir-
la, el Gobierno de Chile efectuó una intervención, en la que señaló
que la zona de soberanía económica hasta 200 millas que establece
la convención recogía, a su juicio, los términos de la reivindicación
que en ese sentido reivindicaran Chile, Ecuador y el Perú en la de-
claración de 1947.76 Al mismo tiempo reservó su posición sobre el
tribunal establecido por la convención para dirimir jurisdiccional-
mente las controversias de delimitación. Probablemente esta ex-
clusión se efectuó teniendo en cuenta la ausencia de delimitación
marítima con el Perú.77

La aprobación de la Convención sobre el Derecho del Mar con-


sagró, en términos generales, las ideas básicas de la tesis de las 200
millas que en 1947, unilateralmente, habían planteado el Perú y
Chile; así como la reivindicación tripartita que junto con el Ecuador
hicieron en 1952 al aprobar la Declaración de Santiago. El derecho
convencional, por primera vez en la historia, admitía derechos de
soberanía y jurisdicción hasta las 200 millas en cuatro espacios di-
ferenciados en cuanto a su extensión y naturaleza jurídica: el mar
territorial, la zona contigua, la plataforma continental y la zona eco-
nómica exclusiva. Sin embargo, estos espacios no poseen la misma
naturaleza jurídica que la zona marítima a que se refirió la declara-
ción de Santiago de 1952. Más allá de la polémica de si estableció o
no un mar territorial de 200 millas, se trataba de una zona única y
no de cuatro zonas de diferente naturaleza jurídica como las que ha
definido y consagrado la Convención del Mar de 1982.Menos aún

76 Cf. Law of the sea Bulletin, Nº 5, July 1985, p.9.

77 Ibíd.

89
La Soberanía marítima deL Perú

se puede asimilar la zona marítima de 1952 a la pequeña zona ma-


rítima fronteriza de 20 millas de ancho de exención de sanciones
que estableció el Convenio de 1954 a partir, además, de la milla 12.

En una demarcación lateral pendiente –por la superposición


de sus respectivas áreas marítimas–, como la del Perú y Chile, la
incorporación de esos espacios marítimos al derecho internacional
tenía que producir necesariamente desarrollos en el ámbito de las
posiciones de los dos países en relación con la delimitación de su
frontera marítima común. Esto lo comprendieron ambos Estados. A
partir de ese momento el tema de la delimitación lateral adquiriría
una presencia continua en las relaciones bilaterales, expresándose
crecientemente a través de posiciones contrarias y excluyentes en-
tre los dos países.

El gobierno del Perú envió, el 23 de mayo de 1986, a un emi-


sario especial con la finalidad de conversar y propiciar la apertura
de consultas para establecer los límites marítimos. En esa gestión
el Gobierno del Perú expresó que los arreglos instituidos en 1954 y
ejecutados a partir de 1972 que establecieron la zona de exención
de sanciones, habían cumplido su cometido, pero que a la luz de
los nuevos avances en el derecho del mar, a partir de la aprobación
de la Convención del Mar de 1982, había llegado el momento de
delimitar la frontera marítima. Al término de la entrevista entre el
enviado especial, embajador Miguel Bákula, y el Ministro de Re-
laciones Exteriores de Chile, la Embajada del Perú hizo llegar a la
cancillería chilena, con Nota 5-4-M/147, un memorando en el que
se explicitaba el contenido de la representación efectuada por el
enviado especial . Los puntos principales de esta comunicación se-
ñalan:

“(…) En la actualidad, la existencia de una zona especial –esta-


blecida por la ‘Convención sobre Zona Marítima Fronteriza’– refe-
rida a la línea del paralelo del punto al que llega la frontera terres-
tre, debe considerarse como una fórmula que, si bien cumplió y

90
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

cumple el objetivo expreso de evitar incidentes con ‘gentes de mar


con escasos conocimientos de náutica’, no resulta adecuado para
satisfacer las exigencias de la seguridad ni para la mejor atención de
la administración de los recursos marinos, con el agravante de que
una interpretación extensiva, podría generar una notoria situación
inequitativa y de riesgo, en desmedro de los legítimos intereses del
Perú, que aparecerían gravemente lesionados”.

La definición de nuevos espacios marítimos, como consecuen-


cia de la aprobación de la Convención sobre el Derecho del Mar,
que contó con el voto del Perú y de Chile, la incorporación de sus
principios a la legislación interna de los países, agregaba un nivel
de urgencia, pues ambos Estados deberán definir las características
de su mar territorial, de la zona contigua y de la zona económica
exclusiva, así como de la plataforma continental, o sea el suelo y el
subsuelo del mar, también hasta las 200 millas, incluyendo la refe-
rencia a la delimitación de dichos espacios en la vecindad interna-
cional.

La misión Bákula no tuvo continuidad. Fue un hecho aislado.


Más allá de la nota que la embajada peruana hizo llegar a la can-
cillería chilena adjuntando un memorándum que resumía lo seña-
lado por el enviado especial, no se efectúo la indispensable acción
oficial para plantear la necesidad formal de proceder a la delimita-
ción marítima conforme al derecho internacional. No hubo, después
de esa visita, ninguna iniciativa de política exterior en ese sentido.

Sin embargo, la misión Bákula si bien es cierto que no produ-


jo consultas formales sobre el tema de la delimitación, sí planteó el
tema a la cancillería chilena como una reflexión que invitaba a pensar
sobre el significado y las consecuencias de los nuevos espacios ma-
rítimos establecidos por la Convención del Mar de 1982, así como
sobre la conveniencia que el Perú y Chile procediesen a delimitar sus
respectivas zonas marítimas.

91
La Soberanía marítima deL Perú

El Gobierno de Chile, al recibir estos planteamientos, no señaló


que el límite estaba establecido y menos que lo hubiera sido a través
del paralelo 18 21´03”. Consciente de que la delimitación no estaba
establecida, se limitó a indicar que los órganos competentes del es-
tado procederían a estudiar el planteamiento peruano. Ello fue con-
signado en un comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exte-
riores de Chile, del 24 de mayo de 1986. El texto del comunicado es
significativo, ya que asume, implícitamente, la inexistencia de límites
marítimos entre los dos países:

“Con relación a las informaciones aparecidas en la prensa re-


lativas a que se estarían desarrollando negociaciones entre Chile y
Perú, sobre la delimitación marítima de ambos países, el Ministerio
de Relaciones Exteriores debe señalar lo siguiente:

1.- El Embajador peruano don Juan Miguel Bákula visitó recien-


temente la Cancillería chilena, oportunidad en que se trató la
participación de ambos países en la Comisión Permanente del
Pacífico Sur, así como la necesidad de reforzar la acción de esta
entidad.

En la oportunidad se intercambiaron también puntos de vista


en cuanto a la posición de Chile frente a la Organización Latinoa-
mericana de Desarrollo Pesquero (OLDEPESCA).

2.- Durante esta visita, el Embajador Bákula dio a conocer el inte-


rés del Gobierno peruano para iniciar en el futuro conversa-
ciones entre ambos países acerca de sus puntos de vista refe-
rentes a la delimitación marítima.

El Ministro de Relaciones Exteriores, teniendo en conside-


ración las buenas relaciones existentes entre ambos países,
tomó nota de lo anterior manifestando que oportunamente
se hará estudios sobre el particular”.78

78 Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, comunicado de prensa, Santiago, 24 de mayo de 1986.

92
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El comunicado es claro. Denota el entendimiento de que no


existían límites marítimos entre los dos países, razón por la
cual se decide estudiar la propuesta peruana. De haber exis-
tido la convicción de que los límites estaban establecidos, la
cancillería chilena lo hubiese señalado, desestimando la pro-
puesta peruana y en ningún caso hubiese decidido someterla
a un estudio.

El enviado especial peruano, luego de su permanencia en Chi-


le, realizó también visitas a Ecuador y Colombia.

Con posterioridad, ese mismo año y muy probablemente a


partir de la misión Bákula que explicitó el interés peruano de
iniciar conversaciones sobre la delimitación marítima, el Go-
bierno de Chile empezó a asumir iniciativas unilaterales de
derecho interno destinadas a presumir la existencia de un lí-
mite marítimo por el paralelo. Así, aprobó, el 13 de octubre de
1986 la Ley 18.565, que modifica las disposiciones del Código
Civil de 1855, introduciendo, en su legislación interna, los
espacios reconocidos por la Convención del Mar, así como una
primera referencia muy general a la “existencia de límites ma-
rítimos vigentes”. Los artículos pertinentes de la Ley 18.565,
son los siguientes:

“Artículo 1.- Introdúcense las siguientes modificaciones al Có-


digo Civil:

1.- Sustitúyese el Artículo 593 por el siguiente:

Artículo 593.- El mar adyacente, hasta la distancia de doce mi-


llas marinas medidas desde las respectivas líneas de base, es mar
territorial y de dominio nacional. Pero para objetos concernientes a
la prevención y sanción de las infracciones de sus leyes y reglamen-
tos, fiscales, de inmigración o sanitarios, el Estado ejerce jurisdic-
ción sobre un espacio marítimo denominado zona contigua, que se
extiende hasta la distancia de veinticuatro millas marinas, medidas
de la misma manera.

93
La Soberanía marítima deL Perú

2.- Incorpórase como Artículo 596, el siguiente:

Artículo 596.- El mar adyacente que se extiende hasta las dos-


cientas millas marinas contadas desde las líneas de base a partir de
las cuales se mide la anchura del mar territorial, y más allá de este
último, se denomina zona económica exclusiva. En ella el Estado ejer-
ce derechos de soberanía para explorar, conservar y administrar los
recursos naturales vivos y no vivos de las aguas subyacentes al lecho,
del lecho y el subsuelo del mar, y para desarrollar cualesquiera otras
actividades con miras a la exploración económica de esa zona.

Artículo 2.- Las delimitaciones marítimas a que se refieren los


artículos 593 y 596 del Código Civil, no afectarán los límites maríti-
mos vigentes”.79

En este artículo 2, se hace la indicada referencia a los “límites


marítimos vigentes”. En principio, esta aclaración es ajena a la ma-
teria regulada en el código que se refería a los límites exteriores y
no a la delimitación con otros países, por eso la ley no la introduce
en el articulado del Código. Lo más probable es que esta frase se
incluyera en el texto de la ley para, por primera vez, afirmar la exis-
tencia de límites entre los dos países, aunque de manera general y
no nominal. Es significativo que se haya hecho esta referencia cinco
meses después de terminada la misión del enviado peruano que
propuso iniciar consultas para proceder a la delimitación marítima
conforme a los nuevos espacios creados por la Convención del Mar.

El 28 de agosto de 1991 el Gobierno de Chile aprobó la Ley N°


19.080. Este dispositivo modificó la Ley General de Pesca y Agricul-
tura N° 18.892. La nueva ley incluyó una sección de definiciones
entre las que se menciona la correspondiente al mar presencial:

“Mar presencial: Es aquella parte de la alta mar, existente para


la comunidad internacional entre el límite de nuestra zona econó-

79 Ley 18.565 del 13 de octubre de 1986, Modificatoria del Código Civil en materia de espacios maríti-
mos.

94
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

mica exclusiva continental y el meridiano que, pasando por el borde


occidental de la plataforma continental de la Isla de Pascua, se pro-
longa desde el paralelo del hito N° 1 de la línea fronteriza interna-
cional que separa Chile y Perú, hasta el Polo Sur”.80

En esta ley el Gobierno de Chile avanza su tesis de la existen-


cia de límites marítimos de manera más precisa que en la Ley N°
18.565. Por primera vez se hace referencia al paralelo del Hito N°
1 como la línea de frontera: (“[…] se prolonga desde el paralelo
del hito N° 1 de la línea fronteriza internacional que separa Chile
y Perú […]”).81 Recién, pues, en 1991 y a través de una ley interna,
el Gobierno de Chile empieza a afirmar que la delimitación maríti-
ma sería por el paralelo del Hito N° 1 de la frontera terrestre y por
ende implícitamente por el paralelo. En segundo lugar, a través de
esta ley, el gobierno de Chile incluyó dentro del mar presencial un
amplio espacio oceánico del dominio marítimo del Perú, introdu-
ciendo de esta manera el segundo componente de la controversia
al legislar sobre un espacio que es mar peruano y que se encuentra
fuera de la pretensión máxima de Chile.

Estos actos unilaterales no otorgan derechos, pues como ha


señalado la Corte Internacional de Justicia, la primera regla con-
cerniente a la delimitación de los espacios marítimos entre es-
tados vecinos es que esta delimitación se debe realizar a través
de un acuerdo entre las partes.82 No hay delimitación marítima
unilateral. La Corte Internacional de Justicia en el asunto de Pes-
querías (sentencia de 18 de diciembre de 1951), estableció: “(...)
La delimitación de los espacios marítimos presenta siempre un
aspecto internacional; no podría depender simplemente de la vo-
luntad del Estado ribereño de la misma forma en que la expresa
en su derecho interno. Si bien es cierto que el acto de la delimita-

80 República de Chile, Ley 19.080.

81 Ibíd.

82 Cf. Recueil, 1984, pp. 311-312, párr. 154.

95
La Soberanía marítima deL Perú

ción es necesariamente un acto unilateral, porque únicamente el


Estado ribereño es competente para actuar de esta forma por el
contrario la validez de la delimitación respecto a terceros Estados
depende del derecho internacional”83.

5. SURGIMIENTO DE LA CONTROVERSIA SOBRE LA DELIMITA-


cIón MArÍtIMA

El 21 de setiembre del 2000 el Gobierno de Chile depositó


en la Secretaría General de las Naciones Unidas, de conformidad
con los artículos 16, inciso 2 y 84, inciso 2 de la Convención so-
bre el Derecho del Mar, un conjunto de cartas marinas en las que
establecía los límites de su zona marítima hasta las 200 millas,
incluyendo el trazo de sus fronteras marítimas. Entre ellas, la Car-
ta N° 6 titulada “Rada de Arica a Caleta Matanza”, que contenía
la proyección de Chile hacia la alta mar, a partir de líneas de base
normales, y señalaba el trazo de sus fronteras marítimas laterales.
En la cartografía se indica la existencia de una presunta frontera
marítima con el Perú siguiendo la línea del paralelo 18°21’00”.84

El Gobierno del Perú, al tomar conocimiento de esta comuni-


cación, procedió, de inmediato, a emitir una declaración de protes-
ta y reserva que se hizo llegar a la Secretaría General de las Nacio-
nes Unidas. En esta declaración, el Perú señaló:

“Hasta la fecha el Perú y Chile no han celebrado, de conformi-


dad con las reglas pertinentes del derecho internacional, un tratado
específico de delimitación marítima, por lo tanto, la indicación del
paralelo 18° 21´ 00” como límite marítimo entre los dos estados,
carece de fundamento legal”.85

83 CIJ, Recueil, 1951, p.132.

84 Cf. Division for Ocean Affairs and the Law of the Sea, Office of Legal Affairs, 2001 y Servicio Hidrográ-
fico y Oceanográfico de la Armada de Chile, Rada de Arica a Caleta Matanza, líneas de base normal,
mar territorial de 12 millas, zona contigua de 24 millas, zona económica exclusiva de 200 millas y
plataforma continental, 2000.

85 Misión Permanente del Perú ante las Naciones Unidas, Nota 7-1-SG/005 del 9 de enero de 2001.

96
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

En la misma comunicación se registró, nuevamente, la volun-


tad del Perú para establecer los límites a través de negociaciones
diplomáticas:

“Al respecto, el gobierno del Perú, en nota NRO. 5-4-M/147,


de 23 mayo de 1986, comunicó al Gobierno de Chile su posición
oficial sobre la necesidad de proceder a la delimitación formal y
definitiva de los espacios marítimos entre los dos países, comunica-
ción que ha sido recientemente reiterada mediante nota RE (GAB)
NRO. 6-4/113, de 20 de octubre de 2000, por tratarse de un asunto
pendiente”; concluyendo que, “En consecuencia, el gobierno del
Perú no reconoce la indicación de la línea del paralelo como límite
marítimo entre el Perú y Chile”.86

Con anterioridad, el Gobierno del Perú expresó su desacuer-


do con la pretensión de Chile de trazar la frontera marítima por el
paralelo geográfico 18º21’00’’ en una nota bilateral, en cuyo tenor
se lee:

“Sobre el particular, el Ministerio de Relaciones Exteriores ma-


nifiesta su desacuerdo con el trazado cartográfico de dicha línea y
con la indicación que se hace en la citada Carta de Navegación, por
no existir un tratado específico para la delimitación de la frontera
marítima entre los dos países; y en consecuencia debe reiterar las
consideraciones expuestas con la nota número 5-4-M/147, de 23
de mayo de 1986, entregada por la embajada del Perú en Santiago
al Honorable Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile”.87

Este intercambio de comunicaciones directas entre las dos


cancillerías y a través de la Secretaría General de las Naciones Uni-
das sustanciaron la controversia jurídica, surgida por la actitud del
Gobierno de Chile de sostener a partir de esas comunicaciones la
existencia de un límite marítimo por el paralelo 18°21’00’’. De esta

86 Ibíd.

87 Nota RE (GAB) Nº 6-4/113, del 20 de octubre de 2000.

97
La Soberanía marítima deL Perú

manera la fecha crítica de la controversia, en principio, corresponde


al 21 de setiembre de 2000 (nota de Chile a la Secretaría General de
las Naciones Unidas) y al 20 de octubre del 2000 (nota peruana a la
cancillería chilena expresando su desacuerdo). Es en esta fecha crí-
tica que surge la controversia conforme a la definición contenida en
el fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre el caso Palestina/
Mavrommatis,88 es decir, como un desacuerdo de intereses o tesis
expresado en posiciones opuestas o contradictorias.

Unas semanas después de la declaración de reserva y protesta


efectuada por el Gobierno del Perú ante las Naciones Unidas, la ar-
mada de Chile instaló una caseta de vigilancia dentro del territorio
peruano, en las inmediaciones del Hito N° 1 de la frontera terrestre.
Este hecho, aparentemente sin fundamento racional, ya que existía
un acuerdo de no ubicar casetas de vigilancia cerca de la línea de
frontera como parte de usuales medidas de fomento de la confian-
za, solo parece explicarse como una acción dirigida a crear una si-
tuación favorable a la tesis de la existencia de límites marítimos. De
ser este el caso, no se habría obrado de buena fe.

Al enterarse de ello, el gobierno del Perú procedió de inmedia-


to a remitir una nota de protesta el 10 de abril de 2001, suscrita por
el Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Relaciones Ex-
teriores, Javier Pérez de Cuéllar. En ella el Perú expresó su extrañeza
por la instalación de la mencionada caseta en su territorio y solicitó,
al gobierno de Chile, el retiro inmediato de la misma, así como de
las patrullas policiales que se encontrasen en territorio peruano.89
Previamente, el gobierno peruano envió una misión técnica a la lí-
nea de frontera con el mandato de verificar in situ la ubicación de la
caseta de vigilancia en el sector de la frontera comprendido entre
el Hito N° 3 y el Hito N° 1. El resultado de los levantamientos topo-

88 CPJI, Sentencia número 2, 1924, serie A Nº 2, Nº 11.

89 Nota Nº 6/23 del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú al Ministerio de Relaciones Exteriores
de Chile, 10 de abril de 2001.

98
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

gráficos y geodésicos corroboró que la caseta chilena se encontraba


en territorio peruano, a cincuenta y dos metros al norte de la línea
de frontera demarcada en 1930, a treinta y cinco metros al sur del
paralelo que sirve de referencia a las señales que se colocaron en
aplicación del Acuerdo de 1968. El siguiente croquis muestra la ubi-
cación de la caseta chilena en territorio peruano, así como la dis-
tancia existente entre el Hito N° 1 y el punto de inicio de la frontera
terrestre en la orilla del mar, que es de 245,41 metros.
Grafico 1. Gráfico de ubicación de la caseta de vigilancia chilena instalada en territorio
peruano el año 2001

El incidente de la caseta volvió a sustanciar la controversia jurí-


dica entre los dos países en relación con el límite marítimo, pero en
esta oportunidad de una manera mucho más contundente. Con la
Nota Nº 406, del 11 de abril de 2001, la canciller de Chile, Soledad
Alvear, respondió a la comunicación peruana del 10 de abril, la cual
más allá de una protesta firme y enérgica no había hecho referen-
cia a la cuestión del límite marítimo. Sin embargo, la respuesta de

99
La Soberanía marítima deL Perú

la cancillería chilena estableció un vinculo entre la ubicación de la


caseta y sus pretensiones marítimas: “En relación con la ubicación
de la caseta de vigilancia, aludida por Vuestra excelencia en la Nota
que contesto, debo reiterar que ésta fue situada en territorio chile-
no al Sur del límite demarcado por ambos países, entre otros instru-
mentos, por Actas válidamente celebradas y plenamente vigentes,
de fechas 26 de abril de 1968 y 19 de agosto de 1969. Dichos acuer-
dos fueron seguidos por la materialización del paralelo de la fron-
tera que se origina en el Hito número 1, llamado Orilla del Mar”.90

El énfasis puesto en la cuestión del límite marítimo en la res-


puesta chilena indica que la ubicación de la caseta habría sido solo
una acción suscitada para producir el incidente y dejar constancia,
en una nota diplomática, de nuevos elementos que el Gobierno de
Chile añadía a su argumentación para sostener sus pretensiones.
Esos nuevos elementos, que antes no habían sido utilizados, son la
referencia al informe de 1968 y el acta técnica de 1969, a los que
se denomina con la expresión genérica de “actas” sin mencionar el
acuerdo que les dio lugar, es decir, el intercambio de notas del 6 de
febrero y el 8 de marzo de 1968. Esta omisión se explica porque di-
cho acuerdo establece con nitidez que la instalación de los faros de
orientación a las pequeñas embarcaciones artesanales no se refería
a ninguna “materialización del límite marítimo”.

El 25 de marzo de 2002 el Gobierno de Chile reaccionó frente


a la comunicación que hiciera el gobierno del Perú el 9 de enero de
2001 en la que aludiendo a la cartografía depositada por Chile en
la Secretaría General de las Naciones Unidas, informó a dicha or-
ganización que no existían límites marítimos entre los dos países.91
El Gobierno de Chile reaccionó luego de un año a través de una
declaración de su Representación Permanente ante las Naciones
Unidas en la que expresó que “Chile y el Perú tienen definido desde

90 Cf. Embajada de Chile, Nota 406, del 11 de abril de 2001.

91 Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Declaración, 9 de enero de 2001.

10
0
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

antiguo su límite marítimo internacional, como consta en los ins-


trumentos internacionales celebrados junto a Ecuador, denomina-
dos Declaración de Santiago, de 18 de agosto de 1952, y Convenio
sobre Zona Especial Fronteriza Marítima, firmado en Lima, el 4 de
diciembre de 1954 (…)”.92

La declaración contiene, asimismo, una referencia a la posición


de Chile de desconocer el punto de inicio de la frontera terrestre
que el tratado de 1929 estableció en el punto en que la proyección
de un arco intercepta la orilla del mar: “Con posterioridad, el 26 de
abril de 1968, representantes autorizados de Chile y del Perú levan-
taron un Acta en cumplimiento de la misión encomendada por sus
respectivos Gobiernos en orden a estudiar, en el terreno mismo, la
instalación de marcas de enfilación visibles desde el mar, que ma-
terializasen el paralelo de la frontera marítima que se origina en el
hito número uno, acta que consigna los resultados de su trabajo
y que recibiera aprobación expresa de ambas cancillerías. Un año
después, desde el 19 hasta el 22 de agosto de 1969, se reunió la
Comisión Mixta Chileno-Peruana Encargada de Verificar la Posición
del Hito Número Uno y Señalar el Límite Marítimo y fijó los puntos
de ubicación de las marcas de enfilación –dos torres con fanales
luminosos de características convenidas para señalar el límite ma-
rítimo y materializar el paralelo que pasa por el Hito número uno,
levantando Acta de lo procedido–”.93

Esta parte de la declaración chilena parecería tener el obje-


tivo de fundamentar que el informe del 26 de abril de 1968 y el
acta del 22 de agosto de 1969 habrían modificado el tratado de
límites terrestres de 1929, intentando así una forzada construcción
argumental que permita afirmar que el hito N° 1 es el inicio de la
frontera marítima.

92 Declaración del Gobierno de Chile sobre la frontera marítima entre Chile y Perú, Nueva York, 25 de
marzo de 2002.

93 Ibíd.

101
La Soberanía marítima deL Perú

En octubre de 2002, el gobierno del Perú, en uso de sus facul-


tades jurisdiccionales y para evitar cualquier tipo de incidente, pro-
cedió a retirar los restos de la torre o marca de enfilación ubicada
en el territorio peruano y que se instaló en aplicación del Acuerdo
de 1968. En el comunicado público de fecha 30 de noviembre, se
informó que se había procedido a retirar los escombros del faro. El
texto del comunicado señaló:

“1. El día de hoy, personal de la Marina, de conformidad con


las coordinaciones efectuadas entre el Ministerio de Defensa Na-
cional y el Ministerio de Relaciones Exteriores, ha procedido a re-
tirar los escombros del faro ubicado, en territorio peruano, en las
inmediaciones de la línea fronteriza con Chile. Dicho faro fue des-
truido por el sismo del 23 de junio de 2001.

2. El referido faro fue construido por el Perú en 1972, en apli-


cación de los acuerdos suscritos en 1968 y 1969 entre los gobiernos
del Perú y Chile, y estaba destinado a proporcionar, junto con un
faro similar chileno, la orientación necesaria a las pequeñas embar-
caciones que realizan faenas de pesca en la zona, las cuales cuentan
actualmente con sus propios instrumentos de orientación”.94

El gobierno de Chile remitió una nota diplomática, de fecha 30


de noviembre de 2002, en la que señaló que personas no identifi-
cadas provenientes del Perú estaban demoliendo la torre de enfi-
lación peruana (faro), que fuera construida en cumplimiento de un
acuerdo con el Gobierno de Chile, adoptado en 1968, para señalar
mediante su enfilación con una torre chilena, “el límite marítimo
convenido entre los dos países, en el paralelo del hito N° 1”.95

94 Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, nota de prensa 155-02, 30 de noviembre de 2002. Como
Vice- Ministro y Secretario General de Relaciones Exteriores adopté la decisión de remover los restos
en base a dos consideraciones. Primero, en razón de que se encontraban emplazados en territorio
peruano y la decisión de hacerlo constituía una cuestión propia y exclusiva de la jurisdicción interna
del Estado peruano y, en segundo lugar, porque no tenía objeto útil que dichos restos quedaran des-
perdigados en esa área del territorio nacional.

95 Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Nota Nº 72, 30 de noviembre de 2002.

102
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Dos días después, el Gobierno del Perú dio respuesta a la nota


chilena expresando su desacuerdo con su contenido y señalando
que fue personal de la Marina de Guerra del Perú quien se encargó
de retirar los escombros del faro de enfilamiento. Se aclaró, adicio-
nalmente, que las acciones de limpieza no constituían, como señaló
el Gobierno de Chile, “la demolición de la torre”, sino el retiro de
los escombros. En relación con la naturaleza jurídica de la torre de
enfilación, la cancillería peruana aclaró lo expresado por el Gobier-
no de Chile recordando que las señales tuvieron por única finalidad
orientar las faenas de pesca en la zona donde se ubica el Hito N° 1
de la frontera terrestre común y no –como se señalaba en la nota
de Chile– el trazo de la frontera marítima. Finalmente, el Gobierno
del Perú precisó que el punto inicial de la frontera en tierra no es
el Hito N° 1, sino aquel situado en la orilla del mar conforme a lo
dispuesto en el Tratado de 1929 y lo establecido en las actas de la
Convención Demarcadora de Límites de 1930.96

Con este intercambio de comunicaciones cada país detalló su


posición sobre el inicio de la frontera marítima y reiteró sus posicio-
nes opuestas y divergentes sobre la delimitación marítima97.

Durante los años posteriores se han seguido produciendo re-


clamos de uno y otro Estado en torno a la controversia marítima,
mediante el intercambio de comunicaciones diplomáticas de las
cancillerías, en las que se expresan, de manera consistente y siste-
mática, posiciones jurídicas opuestas y contradictorias. En el plano
de los intercambios de reuniones y encuentros entre los cancilleres
y los vicecancilleres, el tema pasó a integrar de manera permanen-
te la agenda bilateral.

Desde el año 2001 en los numerosos encuentros de los vice-


cancilleres del Perú y Chile, el tema siempre fue objeto de con-

96 Cf. Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Nota a la Embajada de Chile, de fecha 2 de diciembre
de 2002.

97 Durante el intercambio de estas comunicaciones el autor desempeñaba el cargo de Vice Ministro y


Secretario General de Relaciones Exteriores.

103
La Soberanía marítima deL Perú

versaciones con miras a establecer un modus operandi para su


tratamiento. En esas consultas se intercambiaron opiniones sobre
las percepciones que cada país tenía con relación a la materia. Y
por el lado peruano fue una constante sostener la conveniencia y
necesidad imperativa de buscar una solución diplomática.98

Este diálogo reservado e informal llegó al nivel de los jefes de


estado con ocasión de la visita del presidente Alejandro Toledo a
Santiago de Chile, realizada entre el 22 y 23 de agosto de 2002. En
la conferencia de prensa que sostuvieron ambos mandatarios, el
presidente Toledo declaró: “Sí, hemos conversado informalmente
con el presidente Lagos sobre los límites marítimos. Tenemos una
interpretación que difiere muy pequeñamente, pero dejemos que
nuestros ministros de Defensa y Relaciones Exteriores trabajen el
tema y cualquier iniciativa peruana será en el marco de la paz, inte-
gración y cooperación”.99 Por su parte, el presidente Lagos, añadió:
“Interpreto plenamente lo que dijo el presidente Toledo. Creo que
es un tema que debemos trabajarlo al nivel que corresponde, y lo
importante es que si nos quedamos anclados en esos temas, aun-
que son importantes, no vamos a hacer estos otros que son más
sustantivos”.100

Entre el 2001 y mediados de 2004, la controversia fue tratada


de manera permanente y sistemática en las consultas informales,
entre los vicecancilleres y los cancilleres, casi siempre en términos
confidenciales. En todas estas ocasiones los dos países manifesta-
ron y afirmaron sus propias percepciones y posiciones.

98 Durante mi gestión como Vice- Ministro y Secretario General de Relaciones Exteriores (2001-2003),
en diversos encuentros y visitas oficiales reiteré a mi contraparte de la Cancillería chilena la posición
peruana en el sentido que no existen límites marítimos y que era imprescindible iniciar negociaciones
para establecerlos. En estas conversaciones informales, la respuesta de mis interlocutores siempre
fue la misma: el gobierno de Chile no aceptaría negociación alguna pues consideraba que los límites
estaban establecidos.

99 Cf. Diario La República, Lima, 24 de agosto de 2002.

100 Ibíd.

104
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

6. LA DECISIÓN PERUANA DE SOLICITAR NEGOCIACIONES


ForMAlES PArA ProcEdEr A lA dElIMItAcIón
MArÍtIMA Y llEVAr lA controVErSIA A lA dEcISIón
JurISdIccIonAl dE lA cortE IntErnAcIonAl dE JuStIcIA

En ese contexto, en el que la agenda positiva de la coopera-


ción había llegado a niveles muy importantes y en el que el diálogo
sobre el tema de la delimitación marítima se hizo persistente en los
encuentros entre las autoridades responsables de dirigir la políti-
ca de ambos países, en el ejercicio de mis responsabilidades como
Ministro de Relaciones Exteriores informé al Presidente Alejandro
Toledo – a inicios del año 2004 - sobre el Estado de la situación, in-
cluyendo el resultado de las acciones que promoví durante el ejer-
cicio del cargo como Vice-Ministro y Secretario General, las mismas
que habían sido respaldadas directamente por el jefe de Estado.

La estrategia desarrollada hasta ese momento tenía como ob-


jetivo obtener un curso de acción para solucionar la controversia a
través de los medios de solución pacífica que dispone el derecho
internacional. Por esa vía se trataba de defender y promover los
intereses nacionales del Perú en relación a su soberanía e intereses
marítimos y, al mismo tiempo, dotar a la relación bilateral, a partir
de la solución del problema, de la necesaria estabilidad histórica
que requiere para potenciar la dinámica de la cooperación.

Las relaciones internacionales como realidad social se expre-


san de manera permanente en la doble dinámica de la cooperación
y el conflicto. No existe una sola interacción internacional que no
refleje, en diverso grado, estas dos dinámicas inherentes a los he-
chos y procesos internacionales. Aun la más depurada dinámica de
la cooperación, como puede ser un acuerdo de integración o confe-
deración de Estados, tiene su propia dinámica de la diferenciación
o el conflicto: en la negociación de los términos de esa unión eco-
nómica y política. Los Estados concernidos normalmente tendrán
diversas posiciones o intereses que negociar o conciliar. La existen-

105
La Soberanía marítima deL Perú

cia de esa pluralidad de intereses o posiciones ya constituye una


dinámica del conflicto o de la diferenciación de propósitos y fines.

La diplomacia es por ello una manera de referir a la negocia-


ción y esta consiste en solucionar por los medios pacíficos toda di-
ferenciación de intereses o conflictos existentes entre los Estados.
La acepción amplia del conflicto no es sinónimo de uso de la fuerza
o enfrentamiento militar, el conflicto puede ser jurídico, diplomá-
tico, económico o social. En su acepción básica se refiere a toda
diferenciación de intereses que va desde la existencia de posicio-
nes distintas respecto a la redacción de un documento, hasta el
enfrentamiento armado. En ese sentido amplio de la noción de
conflicto, este se asimila a la existencia de intereses opuestos o
diferenciados entre los Estados.

El fundamento jurídico de las relaciones internacionales con-


temporáneas es -a diferencia de lo que sucedía hasta el siglo XIX-
la prohibición de la guerra y el uso de la fuerza como medios o
instrumentos de la política exterior de los Estados, salvo la legíti-
ma defensa. Desde el punto de vista del derecho internacional, la
prohibición de la guerra y el uso de la fuerza aparecen, así, como
un subproducto de la naturaleza pacífica y cooperativa de las rela-
ciones internacionales.

La amistad y las relaciones de cooperación entre los Estados


se sustenta en dos pilares básicos: su voluntad de cooperar de bue-
na fe y su disposición o compromiso para solucionar por medios
pacíficos sus diferendos o controversias internacionales. Esta, en
realidad es una obligación internacional. La Carta de las Naciones
Unidas establece la obligación de los estados miembros “[…] de
abstenerse en sus relaciones internacionales de recurrir a la ame-
naza o al uso de la fuerza, sea contra la integridad territorial o la
independencia política de todo Estado, o de cualquier otra manera
incompatible con los fines de las Naciones Unidas” (artículo 2.4)101.

101 Cf. Jean- Pierre Cot et Alain Pellet, La Charte des Nations Unies, Económia/Bruylant, París 1985,
pp.103-125.

106
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Al mismo tiempo impone la obligación de solucionar por me-


dios pacíficos las diferencias: “Los miembros de la organización re-
suelven sus controversias internacionales por los medios pacíficos,
de tal manera que la paz y la seguridad internacional, así como la
justicia no sean puestos en peligro” (artículo 2.3)102.

El principio de la solución pacífica de las controversias es adi-


cionalmente una norma de ius cogens del derecho internacional
general, es decir se aplica a todos los Estados aun a aquellos que
no sean parte de las Naciones Unidas. El principio ha sido adoptado
por todas las organizaciones regionales y entre ellas por la Organi-
zación de Estados Americanos (artículo 4 de la Carta) y el Tratado
Interamericano de Solución Pacífica de las Controversias, Pacto de
Bogotá (artículo 1). Se trata de una obligación de comportamiento.
Los Estados tienen el deber exigible de orientar su conducta hacia
la solución pacífica de las controversias o diferendos de cualquier
naturaleza que puedan surgir en sus relaciones recíprocas, confor-
me a las normas del derecho internacional.

Una controversia o un diferendo internacional se entienden


en términos generales como toda oposición manifiesta de tesis o
intereses entre los Estados.

La Declaración de principios de derecho internacional, apro-


bada por unanimidad por la Asamblea General de las Naciones Uni-
das ( Resolución 2625/XXV del 24 de octubre de 1970103, desarrolla
este principio establecido en la Carta y establece que para ejecutar-
lo los Estados “[…] procurarán llegar a un acuerdo pronto y justo de
sus controversias internacionales mediante la negociación, la inves-
tigación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a
los organismos o sistemas regionales u otros medios pacíficos que
ellos mismos elijan”104.

102 Ibíd.

103 Declaración de Principios de Derecho Internacional, resolución 2625/XXV, de 24 de octubre de 1970,


en: Osmañcyk, ob. cit., p. 419.

104 Ibíd.

107
La Soberanía marítima deL Perú

En los términos de la resolución 2625/XXV, el Tratado Intera-


mericano de Solución Pacífica de Controversias, llamado Pacto de
Bogotá, constituye un sistema regional cuyas normas obligan a los
países miembros105

Conforme a las normas del pacto, los estados miembros re-


conocen entre ellos la obligación de resolver sus controversias in-
ternacionales, antes de llevarlas al Consejo de Seguridad, a través
de los procedimientos pacíficos regionales que el propio pacto
establece: los buenos oficios y la mediación; la investigación y la
conciliación; el arbitraje y el procedimiento judicial.106 El orden con
que el pacto define y regula cada uno de estos procedimientos no
indica una prelación entre unos y otros, tampoco una relación de
subordinación entre ellos. Para recurrir al procedimiento judicial
no hay que haber ensayado o agotado antes el procedimiento de
investigación o conciliación. Los estados pueden recurrir directa e
indistintamente a cualesquiera de los procedimientos107. El artículo
III es unívoco en ese sentido: “El orden de los procedimientos pací-
ficos establecido en el presente Tratado no significa que las partes
no puedan recurrir al que consideren más apropiado en cada caso,
ni que deban seguirlos todos, ni que exista, salvo disposición expre-
sa al respecto, prelación entre ellos”.

Sin embargo, si una de las partes inicia un procedimiento no


puede recurrir a otro sin haberse concluido previamente el proce-
dimiento anterior.

El pacto establece un requisito formal para que los estados


puedan recurrir a los procedimientos de solución de controversias,

105 El Pacto de Bogotá fue suscrito el 30 de abril de 1948 en la novena conferencia internacional ame-
ricana por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Estados
Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Domi-
nicana, Uruguay y Venezuela. Conforme a su artículo LIII, entró en vigor el 6 de mayo de 1949. Fue
ratificado por Chile y por el Perú en 1967.

106 Pacto de Bogotá, artículos II-XLIX.

107 Ibíd., artículo III.

108
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

una condición previa: haber agotado la posibilidad de llegar a un


acuerdo a través de negociaciones diplomáticas directas. Esta nor-
ma tiene una lógica sustantiva, pues al ser la solución pacífica de las
controversias una obligación internacional, las partes antes de re-
currir a procedimientos formales en el marco del tratado, tienen de
buena fe que cumplir con el mandato de buscar, primero, directa-
mente, entre ellos una posible solución. Solo si estas negociaciones
diplomáticas directas son imposibles de llevar a cabo porque una
de las partes se niega o si fracasan, procede activar los procedi-
mientos previstos en el pacto.

En cada uno de los procedimientos, el pacto desarrolla normas


y reglas específicas. Con ese mismo criterio, normalmente, el Pacto
en el caso del procedimiento judicial pudo haber creado una corte
de justicia regional para que en ella se resuelvan las controversias
por vía jurisdiccional. El pacto, sin embargo, no optó por esta alter-
nativa, los países signatarios resolvieron con un criterio razonable
no crear una corte propia sino recurrir al procedimiento judicial
de la Corte Internacional de Justicia. Con ese propósito, el artículo
XXXI establece que de conformidad con el inciso 2º del artículo 36
del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, los Estados miem-
bros del pacto reconocen respecto a cualquier otro Estado ameri-
cano como obligatoria ipso facto, sin necesidad de ningún convenio
especial mientras esté vigente el tratado, la jurisdicción de la Corte
Internacional de Justicia en todas las controversias de orden jurídi-
co que surjan entre ellas y que versen sobre las siguientes mate-
rias: a. La interpretación de un tratado; b. Cualquier cuestión de
derecho internacional; c. La existencia de todo hecho que, si fuere
establecido, constituiría la violación de una obligación internacio-
nal; d. La naturaleza o extensión de la reparación que ha de hacerse
por el quebrantamiento de una obligación internacional 108

Como excepción al reconocimiento de la competencia obli-


gatoria de la Corte ipso facto, el pacto reconoce dos situaciones:

108 Ibíd., artículo XXXI.

109
La Soberanía marítima deL Perú

cuando la materia, por su propia naturaleza, corresponda a la juris-


dicción interna de los Estados (artículo V) y cuando se trate de “[…]
asuntos ya resueltos por arreglo de las partes, o por laudo arbitral,
o por sentencia de un tribunal internacional, o que se hallen regi-
dos por acuerdos o tratados en vigencia a la fecha de la celebración
del presente Pacto”109.

Actualmente existen en el mundo más de 300 tratados que


como el Pacto de Bogotá contienen reglas para solucionar las con-
troversias de las partes en la jurisdicción obligatoria de la Corte.
Es interesante anotar respecto a estas normas, lo expresado por la
Corte Internacional de Justicia en el caso de la Compañía de Elec-
tricidad de Sofía y Bulgaria, cuando expresó que: “… la multiplici-
dad de acuerdos concluidos aceptando la jurisdicción compulsiva
es evidencia de que las partes contratantes intentaron abrir nuevos
caminos de acceso a la Corte, más que cerrar antiguos caminos o
permitirles cancelar recíprocamente toda salida con el resultado fi-
nal de que ninguna jurisdicción pudiera permanecer”110.

De esta manera, tanto el Perú como Chile han reconocido


desde 1948 la jurisdicción obligatoria de la Corte a través del Pacto
de Bogotá para las controversias jurídicas que surjan entre ambos
Estados, no obstante que Chile no ha reconocido dicha jurisdicción
obligatoria conforme al art. 36.2 de los estatutos de la Corte Inter-
nacional de Justicia. Esta situación es posible porque los estatutos
de la Corte establecen tres vías para el acceso a su competencia
obligatoria:

a. A través de una declaración de reconocimiento formal


de la jurisdicción obligatoria, conforme a lo dispuesto en
el artículo 36.2 del estatuto de la Corte. En este caso el
reconocimiento de la jurisdicción es permanente en re-

109 Ibíd., artículo VI.

110 Electricity Company of Sofia and Bulgaria (Belgium v. Bulgaria), Judgment, 1939, P.C. I. J., Series A/B,
No. 77, p.76.

110
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

lación a todos los demás estados que han reconocido la


misma obligación.

b. Por un acuerdo expreso de los Estados que deciden vo-


luntariamente someter una controversia específica a la
Corte, reconociendo su competencia puntualmente para
ese caso y para ningún otro (art.36.1).

c. Cuando dos o más Estados han convenido en un tratado


multilateral o bilateral concertado entre ellos, reconocer
la competencia obligatoria de la Corte para las materias
establecidas en dichos instrumentos jurídicos (art.36.1).

En 1948 en función de preocupaciones jurídicas relativas a los


problemas demarcatorios que habían surgido en la ejecución de la
frontera terrestre con el Ecuador, establecida en el Protocolo de Río
de Janeiro de 1942, el Perú había suscrito el Pacto de Bogotá con
cuatro reservas:

1. Reserva a la segunda parte del artículo V del Pacto de


Bogotá porque consideraba que la jurisdicción interna
debe ser definida por el propio Estado.

2. Reserva al artículo XXXIII y a la parte pertinente del ar-


tículo XXXIV por considerar que las excepciones de cosa
juzgada, resuelta por arreglo de las partes o regida por
acuerdos o tratados vigentes, determinan en virtud de
su naturaleza objetiva y perentoria, la exclusión de estos
casos de la aplicación de todo procedimiento.

3. Reserva al artículo XXXV en el sentido de que antes


del arbitraje puede proceder, a solicitud de parte, la re-
unión del Órgano de Consulta como lo establece la carta
de la Organización de Estados Americanos.

4. Reserva al artículo XLV porque estimaba que el arbitra-


je constituido sin intervención de parte, se halla en con-
traposición con sus preceptos constitucionales.

111
La Soberanía marítima deL Perú

Al momento de ratificar el Pacto en 1967 el Perú confirmó la


validez de las reservas.

La vinculación normativa a la competencia obligatoria de la


Corte a través del Pacto de Bogotá, sin embargo, quizás por la poca
utilización que los Estados latinoamericanos habían hecho de este
importante instrumento hacia el año 2000 no estaba presente en
la comprensión que tanto Chile y el Perú tenían de los escenarios
respecto al tratamiento de la controversia marítima.

En el Perú, en el Estado y en los medios académicos, se pensa-


ba que no existían muchas posibilidades para la defensa de los in-
tereses marítimos del país, pues las dos opciones teóricas parecían
de imposible acceso. Por un lado, la negociación diplomática direc-
ta no era susceptible de utilizarse pues los sucesivos gobiernos en
Chile habían señalado siempre su oposición a toda negociación so-
bre el tema, al considerar que los límites se habrían establecido
por el paralelo 21 18´03” en 1952 y 1954. Por otro lado, la opción
judicial se daba por descartada teniendo en cuenta que ni el Perú
ni Chile habían reconocido la competencia obligatoria de la Corte
Internacional de Justicia conforme a lo dispuesto en el artículo 36.2
de sus estatutos.

En esas circunstancias la política exterior peruana estaba cir-


cunscrita a afirmar que no existían límites marítimos establecidos
entre los dos países; y la chilena a aseverar lo contrario, ejerciendo
al mismo tiempo, de facto, facultades jurisdiccionales en la zona
marítima en controversia. La repetición constante de las posiciones
divergentes de los dos países no hacía sino marcar la existencia de
intereses y posiciones contrapuestas.

El 7 de julio del año 2003 el gobierno del presidente Alejandro


Toledo, previa aprobación del Congreso de la República, procedió
a reconocer la competencia obligatoria de la Corte Internacional
de Justicia, con base al artículo 36.2 de sus estatutos, en función
tanto de una previsoria visión del caso Fujimori que se había de-

112
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

cidido llevar a la Corte Internacional de Justicia en caso el Japón


negara la solicitud de extradición que el Perú había presentado,
como del asunto relativo a la delimitación marítima con Chile.

Al asumir el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores el


año 2003, previas consultas con el Presidente de la República, Dr.
Alejandro Toledo, decidí ubicar la defensa y promoción de los in-
tereses marítimos del Perú como una de las prioridades de la po-
lítica exterior. El objetivo que se asignó a esta línea sustantiva de
la política exterior fue el de propiciar la solución de la controversia
marítima a través de un fallo de la Corte Internacional de Justicia.
La estrategia diseñada para obtener este objetivo nacional tenía
que ser eminentemente jurídica, pero al mismo tiempo contar con
una política exterior consistente y coherente, de reequilibrio de las
relaciones en la región.

Se requería, por otro lado, superar algunas percepciones


equivocadas que estaban presentes y enraizadas en sectores de la
administración y de las élites nacionales. Básicamente la falsa idea
de que no existían medios diplomáticos o jurisdiccionales para
buscar una solución, la creencia bastante generalizada, aun en sec-
tores especializados, errada por cierto, que nada se podía hacer en
relación al límite marítimo si es que no se adhería previamente a
la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de
1982; y, finalmente, la inmovilista visión que veía cualquier inicia-
tiva sobre la materia como un acto que sensibilizaría las relaciones
con Chile al plantear directamente la solución del diferendo.

La estrategia adoptada en la Cancillería durante mi gestión,


aprobada por el Presidente Alejandro Toledo, respaldada por el
Presidente del Consejo de Ministros, Carlos Ferrero Costa, para la
defensa de la soberanía nacional sobre el Mar de Grau y de sus
recursos naturales, partía de premisas totalmente distintas a las ya
referidas como percepciones equivocadas que habían sustentado
el inmovilismo precedente:

113
La Soberanía marítima deL Perú

La política exterior no consiste en tener las mejores relaciones


sacrificando o entregando los intereses nacionales, en función de
no herir susceptibilidades de los otros Estados. Esas no son buenas
relaciones, son relaciones de subordinación que por la naturaleza
misma de las entidades nacionales tienden a no llegar a un buen
fin. Por el contrario, la política exterior se define como los obje-
tivos y acciones que debe realizar el Estado para la defensa y con-
secución de sus intereses nacionales. Las buenas relaciones por
definición implican beneficios mutuos y respeto a la soberanía e
integridad de los Estados. Reducir la diplomacia de un país a las
buenas relaciones como un fin en sí mismo, es una visión ingenua
y empírica de las relaciones internacionales que puede llevar a en-
tregar o sacrificar intereses nacionales y por esa vía al resultado in-
verso, pues normalmente una administración que elija ese camino
será sustituida por otra que corrija y enmiende los errores en un
cuadro de tensión o conflicto agravado.

Las buenas relaciones, las que se sustentan en la amistad y la


cooperación amparadas por el derecho internacional y de las re-
laciones internacionales como ciencia social, implican manejar de
manera equilibrada y siempre positiva las dinámicas de la coope-
ración y la integración con las dinámicas relativas a los intereses
divergentes, buscando y propiciando escenarios y procesos que
permitan su solución, contemplando los intereses de parte y parte.

Aplicadas esas premisas teóricas a la relación entre el Perú y


Chile, la amistad entre los dos Estados y sus pueblos, la consoli-
dación de los importantes flujos de comercio e inversión, las in-
teracciones sociales como el turismo y las migraciones, requieren
para su mejor desarrollo una estabilidad histórica en las relaciones
intergubernamentales y ello pasa necesariamente por la solución
del único problema pendiente en materia de soberanía y límites: la
delimitación marítima.

Como lo señalé en mi discurso al dejar el cargo de Ministro


de Relaciones Exteriores: “[…] En nuestra agenda sustantiva des-

114
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

de el punto de vista de los intereses permanentes del Perú está la


cuestión del límite marítimo con Chile. Hemos sostenido que esta
cuestión se sustancie jurídicamente, que deje de ser un escollo para
las relaciones bilaterales y que sea orientada jurídicamente hacia
una solución judicial. Suscribí con el Canciller Walker, en Brasilia,
un Comunicado Conjunto en que establecimos que los dos países
tenemos posiciones distintas, sustanciando la controversia jurídi-
ca. Señalamos que era un asunto bilateral y que debía tratarse por
cuerda separada. Hoy las relaciones con Chile tienen la estabilidad
que requieren. Hoy las relaciones con Chile tienen la normalidad
que requieren. Pero esa normalidad y esa estabilidad no se ha cons-
truido escondiendo nuestros intereses nacionales, sino poniéndo-
los sobre la mesa para tratarlos conforme a los criterios de una di-
plomacia moderna, sólida, jurídica y nacional”111.

El Perú no podía dejar de defender sus derechos y utilizando


las normas de la solución pacífica de las controversias, que consti-
tuyen una expresión de las relaciones de amistad entre los Estados,
debía imperativamente buscar una solución al problema marítimo
y manejar serena y sobriamente dentro de usuales márgenes de
administración de la tensión, el impacto que eventualmente pu-
diese tener en la relación bilateral una decisión de plantear formal-
mente la solución de la controversia marítima.

En lo concerniente a la percepción errónea de que no existían


medios diplomáticos o jurídicos para solucionar la controversia, mi
despacho tuvo la convicción y el conocimiento evidente que esas
prevenciones no tenían fundamento. Como señalé oportunamente
al pleno del Congreso de la República112 y a la Comisión de Rela-
ciones Exteriores113 el Estado peruano disponía de los elementos

111 Cf. Discurso del Embajador Manuel Rodríguez Cuadros al entregar el cargo de Ministro de Relaciones
Exteriores, Lima, 12 de agosto de 2005, Oficina de Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores.

112 Exposición del Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Embajador Manuel Rodríguez Cuadros, en
el pleno del Congreso de la República, sesión vespertina secreta, miércoles 6 de octubre de 2004.

113 Exposición del Embajador Manuel Rodríguez Cuadros, Ministro de Relaciones Exteriores, en la Comi-
sión de Relaciones Exteriores, reunión secreta, 4 de octubre de 2004.

115
La Soberanía marítima deL Perú

jurídicos y diplomáticos suficientes para llevar el caso a la Corte In-


ternacional de Justicia.

En primer lugar, independientemente que Chile no haya reco-


nocido la competencia obligatoria de la Corte conforme al art. 36.2
de sus estatutos, en relación a todos los estados que han reconocido
esa obligación al amparo de dicho artículo, el Perú estaba facultado
para llevar el caso a la Corte de la Haya con base al reconocimiento
que los dos países ya habían hecho de la competencia obligatoria en
1948, como países signatarios del Pacto de Bogotá.

A favor de esta sólida realidad jurídica, no sólo estaban las dis-


posiciones del Pacto de Bogotá (art. XXXI) y del Estatuto de la Corte
(art.36.1) cuya claridad y contundencia no requería esfuerzos de in-
terpretación, sino la propia jurisprudencia de la Corte.

En 1986 Nicaragua invocó el artículo XXXI del Pacto de Bogotá


para someter a la decisión judicial de la Corte una demanda contra
Honduras, por el caso de las acciones fronterizas y transfronterizas
armadas en su territorio. En la sentencia, emitida el 20 de diciem-
bre de 1988, la Corte estableció que las disposiciones del Art. XXXI
del Pacto constituyen un título válido e independiente de acceso a
su jurisdicción obligatoria y que no tiene vinculación con la cláusu-
la opcional contenida en el art. 36 2 de sus estatutos. Esto quiere
decir que si un Estado no ha reconocido la competencia de la Corte
a través de la cláusula opcional establecida en el art. 36 2 y sí lo ha
hecho a través del art. XXXI del Pacto de Bogotá – como es el caso
de Chile- , ese Estado está obligado a la competencia obligatoria por
mandato del art. XXXI del Pacto de Bogotá, que a esos efectos es au-
tosuficiente. Al respecto la Corte señaló que “[…] el compromiso del
artículo XXXI del Pacto es independiente de dicha declaración de
aceptación de la jurisdicción compulsiva, tal como haya sido hecha
bajo el artículo 36, párrafo 2 del Estatuto…”114.

114 Border and Transborder Armed Actions (Nicaragua v. Honduras), Jurisdiction and Admissibility, Judg-
ment, I.C.J. Reports 1988, parr. 78.

116
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El Perú podía, de esta manera, llevar a la Corte con absoluta


seguridad procesal el caso de la controversia marítima con Chile.
Ello significaba que existía un poder de negociación para intentar,
primero, una solución a través de la diplomacia directa. En las re-
laciones internacionales los Estados deben actuar de buena fe y si
Chile se negaba a ello, estaba expedido el camino jurídico para re-
currir a la Corte Internacional de Justicia. Iniciar negociaciones
directas era no sólo un imperativo derivado del derecho interna-
cional, sino también un requisito ineludible, una condición previa
formal, para llevar el caso a la Corte.

En ese contexto, el año 2003 dispuse una estrategia cuyo ob-


jetivo era solucionar la controversia limítrofe a través de un fallo
de la Corte Internacional de Justicia, intentando previamente la
posibilidad –evidentemente improbable- de alcanzar un acuerdo a
través de las negociaciones directas. En términos tácticos, es decir,
la disposición de los medios y recursos para cumplir el objetivo es-
tratégico, era necesario y obligatorio cumplir las siguientes tareas
antes de la presentación del caso a la Corte:

6.1 El retiro de las reservas peruanas al Pacto de Bogotá

Para perfeccionar el marco jurídico de utilización del artículo


XXXI del Pacto de Bogotá como título de acceso a la competencia
obligatoria de la Corte, se juzgó necesario que el Perú retire las re-
servas que en 1948 se habían presentado. A ese efecto, expuse
ante el Consejo de Ministros la necesidad de proceder al retiro de
las reservas como providencia indispensable para la futura acción
en la Corte Internacional de Justicia. El Consejo de Ministros apro-
bó la iniciativa y se acordó remitir la documentación respectiva al
Congreso de la República, para proceder conforme a lo establecido
en el artículo 56 de la Constitución. El 19 de octubre de 2004, se
aprobó la resolución suprema Nº 288-2004-RE a través de la cual
el poder ejecutivo remitió al Congreso la documentación referente
“al proceso de retiro de las reservas hechas por el Perú al Trata-

117
La Soberanía marítima deL Perú

do Americano de Solución Pacífica de las Controversias- Pacto de


Bogotá, suscrito en la ciudad de Bogotá, República de Colombia,
el 30 de abril de 1948, para su aprobación según el artículo 56 de
la Constitución Política del Perú”115 . El Congreso de la República a
través de la Resolución Legislativa Nº 28408, de 1 de diciembre de
2004, aprobó el retiro de las reservas. En su dictamen, la Comisión
de Relaciones Exteriores señaló: “[…] Con el retiro de las reservas
se cumplirá íntegra y plenamente el Tratado, lo que se encuentra
enmarcado dentro de la línea política del Estado peruano de privi-
legiar el principio de solución pacífica de controversias, guardando
coherencia con la declaración del reconocimiento de la competen-
cia obligatoria de la Corte Internacional de Justicia, que fue deposi-
tada con fecha 7 de julio de 2003 ante la Secretaría General de las
Naciones Unidas de conformidad con el artículo 36º del Estatuto
del mencionado órgano judicial”116.

Mediante el Decreto Supremo Nº 090-RE, de 24 noviembre de


117
2005 , el ejecutivo ratificó el retiro de las reservas, perfeccionan-
do el trámite jurídico. Con esta acción la adscripción del Perú a los
compromisos contraídos en el Pacto de Bogotá quedaron exentos
de limitación alguna.

6.2. La confrontación de los análisis jurídicos internos con la opi-


nión de juristas de reconocido prestigio en el ámbito de la
delimitación marítima y la acción judicial en la Corte Interna-
cional de Justicia.

Simultáneamente al desarrollo del proceso diplomático, era ne-


cesario profundizar los análisis sobre los sólidos fundamentos jurídi-

115 Cf. Resolución Suprema Nº 288-2004-RE, de 19 de octubre de 2004, en: diario oficial El Peruano,
Lima, 24 de octubre de 2004.

116 Cf. Dictamen recaído en el Proyecto de Ley Nº 10911-2003, que propone someter a consideración del
Congreso el retiro de todas las Reservas al “Tratado Americano de Soluciones Pacificas - Pacto de
Bogotá”, octubre de 2004.

117 Cf. Boletín de Normas Legales, diario oficial El Peruano, 24 de noviembre de 2005.

118
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

cos de la posición peruana construidos en la cancillería, tanto en sus


aspectos procesales como en los sustantivos y, por supuesto, sobre
los fundamentos de la posición jurídica de Chile. A mediados de 2004
remití una carta a prestigiosos especialistas internacionales sobre el
derecho internacional de la delimitación marítima, exponiéndoles
el caso peruano-chileno y solicitándoles su dictamen jurídico sobre
distintos aspectos de la materia. El párrafo medular de la carta de
solicitud de dictámenes jurídicos señalaba:

“(…) Es muy importante, antes de decidir incoar el procedi-


miento ante la Corte Internacional de Justicia, contar con su muy
valiosa opinión jurídica sobre los siguientes temas:

Etapa de admisibilidad o jurisdicción. En lo que respecta a la


admisibilidad, análisis del artículo VI del Pacto de Bogotá, entre
otras disposiciones pertinentes del derecho internacional.

Etapa de examen de méritos. La opinión debe incluir, inter


alia, a) la supuesta validez del paralelo, como límite entre el Perú y
Chile, tanto para la columna de agua como para la plataforma conti-
nental; b) la ejecución del título jurídico acordado en la Declaración
de Santiago de 1952, esto es: 200 millas marinas mínimas de anchu-
ra a todo lo largo de la costa de cada Estado, con la excepción de
territorios insulares y por la aplicación del criterio de la línea media
para solucionar equitativamente la natural superposición de áreas
marinas; c) la interpretación del convenio sobre zona especial fronte-
riza marítima de 1954; d) la validez e interpretación del documento
bilateral de 1968 y el acta de 1969 y la cuestión relacionada con la
ubicación del punto `términus´ en la orilla del mar de conformidad
con el tratado de 1929, e) los efectos de la práctica de Estado; f) la
cuestión relacionada con el área de soberanía peruana que Chile
considera alta mar …”118.

118 Cf. Carta del Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Manuel Rodríguez Cuadros a juristas inter-
nacionales solicitando opinión sobre la controversia marítima existente entre el Perú y Chile, agosto
– noviembre del 2004.

119
La Soberanía marítima deL Perú

Fueron consultados juristas de distinta formación, proceden-


cia nacional y sistemas jurídicos, todos ellos de las más altas califi-
caciones; sus informes, con apreciaciones diversas, contribuyeron
al desarrollo de la posición jurídica del Perú119.
Del análisis comparativo de estos estudios con los desarrollos
que se habían hecho en la cancillería emergió la confirmación de
la solidez de los fundamentos de la posición peruana, tanto en los
asuntos procesales relativos a la jurisdicción de la Corte y la ad-
misibilidad de la demanda, como en torno al fondo de la materia.

6.3. El agotamiento de la instancia de la negociación directa con-


forme al art. II del Pacto de Bogotá: las notas diplomáticas
intercambiadas el año 2004 por los Ministros de Relaciones
Exteriores del Perú y Chile, Manuel Rodríguez Cuadros y So-
ledad Alvear

En el plano estrictamente diplomático y jurídico era imprescin-


dible invitar al gobierno de Chile al inicio de negociaciones diplomá-
ticas directas. El art. II del Pacto de Bogotá supedita el acceso a la
instancia judicial de la Corte Internacional de Justicia al agotamien-
to de las negociaciones directas120.

Desde el año 2001 en los encuentros entre vice-ministros de


relaciones exteriores la parte peruana manifestó la conveniencia de
solucionar la controversia a través de negociaciones diplomáticas.
Las respuestas de la contraparte chilena reflejaron también, de ma-
nera coherente y sistemática, la posición de su país, en el sentido

119 Los juristas consultados fueron : Eloy Ruiloba García (España), Antonio Ramiro Brotons (España),
Pierre Marie Dupuy y Philippe Sands (Francia), Rodman Bundy (Francia), Maurice Mendelson (Gran
Bretaña), Ian Sinclair (Gran Bretaña), Arthur Watts (Gran Bretaña), Malcolm Shaw (Gran Bretaña),
Jean Salmon (Bélgica), Erick Franckx (Bélgica), Tullio Treves (Italia), Tullio Scovazzi (Italia) y Stephen
Schwebel (Estados Unidos).

120 La parte pertinente del art. II del Pacto de Bogotá establece : “(…)En consecuencia, en caso de que
entre dos o más Estados signatarios se suscite una controversia que, en opinión de las partes, no
pueda ser resuelta por negociaciones directas a través de los medios diplomáticos usuales, las partes
se comprometen a hacer uso de los procedimientos establecidos en este Tratado en la forma y con-
diciones previstas en los artículos siguientes, o bien de los procedimientos especiales que, a su juicio,
les permitan llegar a una solución”.

120
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

que no procedía esa posibilidad por considerar el gobierno chileno


que no había nada que negociar, pues a su juicio no existía la con-
troversia.

En esas circunstancias en enero del año 2004, en la cancillería


peruana adoptamos la decisión de plantear, por primera vez, una
iniciativa formal para iniciar negociaciones bilaterales con la fina-
lidad de solucionar la controversia marítima. Con la autorización del
Presidente de la República, Dr. Alejandro Toledo, se prepararon du-
rante seis meses los escenarios previsibles. Decidí solicitar el inicio
de negociaciones directas a través de una nota verbal, que desde
el punto de vista del derecho diplomático era el instrumento más
formal y adecuado. El texto de la nota lo trabajé directamente con
mis asesores, especialmente los embajadores Jorge Chávez Soto
y Luis Solari Tudela y el asesor jurídico Fernando Pardo Segovia.
Los primeros proyectos contenían una amplia y bien fundamentada
exposición de los argumentos jurídicos del Perú, especialmente en
relación a la inexistencia de un límite por el paralelo 21 18´03” en
instrumentos convencionales como la Declaración de Santiago y el
Convenio de 1954. Finalmente opté por un texto más corto, que no
desarrollaba esos fundamentos pues prudentemente pensaba que
ello correspondería a la demanda y la memoria que se presentase
en el futuro ante la Corte.

El texto de la nota, en ese formato relativamente escueto,


hace referencia a la cooperación de ambos países en las negocia-
ciones para el reconocimiento internacional de las doscientas mi-
llas, recuerda la ampliación de los espacios oceánicos sometidos a
la soberanía y jurisdicción de los Estados a partir de 1982 y enfatiza
el hecho que entre el Perú y Chile no existen límites marítimos que
hayan sido establecidos en tratados ni reconocidos a través de la
costumbre y los actos propios.

La nota sustenta sus apreciaciones en actos y hechos estable-


cidos por los Estados y no en apreciaciones subjetivas. En ese senti-

121
La Soberanía marítima deL Perú

do, al expresar la posición del Perú respecto a las normas del dere-
cho internacional aplicable a la delimitación marítima entre los dos
países, en lugar de optar por una redacción directa, decidí hacerlo
a través de una cita del embajador Alfonso Arias Schreiber, además
constituía un silencioso homenaje a quien dedicó su vida a los inte-
reses marítimos del Perú y particularmente a la consagración de la
tesis de las 200 millas en el derecho internacional.

En la parte sustantiva, el gobierno del Perú, por mi intermedio,


procedió a solicitar al gobierno de Chile el inicio de negociacio-
nes diplomáticas directas para establecer el límite marítimo entre
ambos países. Como una expresión de la buena fe y la voluntad
del gobierno peruano de emprender dichas negociaciones con la
finalidad de llegar a un acuerdo cierto sobre la materia, sugerí a mi
contraparte que las negociaciones se iniciasen en los próximos se-
senta días a partir de la recepción de la comunicación y que la sede
de las mismas podía ser indistintamente Lima o Santiago de Chile.

La evaluación de los escenarios posibles, luego del envío de


la nota, indicaba la existencia de una situación que había que ad-
ministrar y algunos impactos en la opinión pública que había que
procesar, funcionales a la estrategia diseñada y a los intereses del
Perú. La decisión en ese sentido no presentaba mayores riesgos.
El más factible pero sin importancia para las relaciones entre los
Estados se había calculado sería una reacción adversa de algunos
medios de prensa que probablemente no tendrían las claves sufi-
cientes – tampoco se les podía brindar - para comprender la natu-
raleza y alcance de la iniciativa. Era algo aleatorio. Los intereses na-
cionales no se pueden supeditar a la opinión coyuntural de algunos
medios sin información adecuada

La situación a administrar se refería a la reacción de Santia-


go, probablemente las relaciones podían “calentarse”, pero no lo
suficiente para producir una crisis. Nuestra evaluación era que la
sólida posición internacional del Perú en la región, las excelentes

122
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

relaciones con Bolivia y la existencia de un diálogo franco y sereno


con el gobierno de Chile, unido a los muy fuertes intereses de am-
bos países en el ámbito económico, permitiría insertar en la rela-
ción el tema del diferendo limítrofe sin que esta sufra un impacto
significativo. Así fue.

Como corresponde a la práctica diplomática, antes de informar


al país sobre una decisión trascendente para los intereses nacio-
nales, solicité al Vice Ministro de Relaciones Exteriores, Embajador
Luis Solari Tudela que proceda a citar al Embajador de Chile, Juan
Pablo Lira, a mi despacho para entregarle personalmente la nota.
Que el propio Canciller lo convoque y lo reciba personalmente a ese
efecto, era un acto deferente hacia un representante diplomático
que siempre cumplió sus funciones con inteligencia, probidad y un
espíritu de responsabilidad con la relación bilateral.

El 19 de julio de 2004, en compañía del embajador Solari Tude-


la y el Ministro Alberto Salas, Jefe del Gabinete del Ministro, recibí al
Embajador Lira, le expliqué el motivo de la convocatoria y le entregué
la Nota N° 6 /43 dirigida a la Ministra de Relaciones Exteriores de Chi-
le, María Soledad Alvear, en la que le proponía iniciar formalmente
las negociaciones para la delimitación marítima entre los dos países.

Al momento de hacer entrega de la nota indiqué -luego que el


embajador Lira se enterara de su contenido al leer una copia- que
se trataba de un acto inserto en las relaciones de amistad y coope-
ración que obligan a los Estados, especialmente a los vecinos, a so-
lucionar sus controversias a través de los medios pacíficos confor-
me al derecho internacional. Agregué que el gobierno del Perú no
publicaría la nota sino un escueto comunicado, informando sobre el
fondo de la misma a la opinión pública.

El Embajador Lira, luego de agradecer la convocatoria perso-


nal, me indicó que transmitiría de inmediato la nota a su canciller,
pero que estaba en condiciones de adelantarme que el gobierno

123
La Soberanía marítima deL Perú

de Chile también haría público un comunicado, luego del peruano,


y que consideraba que su cancillería tampoco publicaría el texto
completo. Así fue.121

La nota, además de solicitar las negociaciones, sustanció la


existencia de la controversia marítima, de naturaleza jurídica exis-
tente entre ambos países, en términos de lo establecido en el art.
XXXI del Pacto de Bogotá y el art. 36 del Estatuto de la Corte Inter-
nacional de Justicia. Por su importancia en el proceso judicial, cons-
tituye el anexo N° 1 de la demanda presentada por el Perú ante la
Corte; su contenido literal es el siguiente:

Nota (GAB) Nº 6/43


Lima, 19 JUL. 2004

Excelentísima señora Ministra:

Tengo a honra dirigirme a Vuestra Excelencia con el objeto


de referirme a la controversia jurídica sobre delimitación marítima
existente entre el Perú y Chile.

Antes de pasar a esta materia, permítame Vuestra Excelencia,


recordar la unidad de criterios y colaboración entre el Perú y Chile
en el desarrollo del nuevo Derecho del Mar. En la etapa formativa
del denominado con acierto nuevo Derecho del Mar, el Perú y Chile

121 La remisión de la Nota fue parte de una estrategia global para encarar y solucionar la controversia
marítima con Chile, en la perspectiva de obtener una estabilidad histórica en las relaciones bilaterales
al mediano o largo plazo a partir de la superación del diferendo, que constituye la única cuestión pen-
diente de naturaleza limítrofe entre ambos países. Esta estrategia se derivó de un análisis político-
diplomático que indicaba que esconder el problema u orillarlo era contrario a los intereses del Perú
y que, además, ello sólo producía una cíclica desestabilización de la dinámica de la cooperación y el
entendimiento bilateral en la agenda positiva. Las relaciones debían fundarse en el respeto mutuo y
el beneficio recíproco y ello requería una sólida estabilidad que sólo se obtendrá una vez solucionada
la cuestión marítima. Esta estrategia política-diplomática fue complementada por análisis y estudios
jurídicos sobre la controversia marítima, los que indicaron que era indispensable –conforme al Dere-
cho internacional– ensayar la posibilidad real de encontrar una solución a través de una negociación
diplomática orientada por la buena fe. Solo en el caso de que el gobierno de Chile se opusiese a la
solución negociada, se optaría por la vía jurisdiccional conforme al art. XXXI del Pacto de Bogotá.
Esta visión jurídica fue elaborada con meses de antelación a la fecha en que se envió la Nota, con
el concurso de la Asesoría Jurídica y el Asesor sobre Derecho del Mar del Ministerio de Relaciones
Exteriores y con la valiosa contribución del estudio de abogados internacionales Foley Hag.

124
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

desempeñaron papeles muy importantes en el desarrollo progresi-


vo y codificación de este orden jurídico. Ambos países efectuaron
acciones que tuvieron gran trascendencia en el reconocimiento in-
ternacional de la soberanía y jurisdicción del Estado ribereño en el
mar adyacente hasta las 200 millas marinas, extensión muy supe-
rior a las tradicionalmente existentes. En esta fase inicial del nuevo
Derecho del Mar, nuestros países concentraron sus esfuerzos en el
interés principal de extender y defender la soberanía y jurisdicción
en el mar adyacente hasta medidas no tradicionales pero justas y
equitativas. Dichos esfuerzos estuvieron orientados a la protección
de estas nuevas zonas y sus recursos.

En la evolución del Derecho, muchos Estados se opusieron a


esta innovadora y audaz extensión de la soberanía y jurisdicción del
Estado ribereño. No obstante, nuestros países, de manera coordi-
nada, decidida y efectiva, no sólo resistieron esta oposición –que se
fundaba, en parte, en el Derecho Internacional formado en siglos
pasados- sino que, además, convencieron a la comunidad interna-
cional de la justicia y equidad de su causa. Desde la década de 1950
hasta las difíciles negociaciones en la Tercera Conferencia de las Na-
ciones Unidas sobre el Derecho del Mar esta labor solidaria, coordi-
nada y eficiente – a la que se sumaron otros países de la región- dio
resultados muy positivos en la consolidación de los nuevos princi-
pios e instituciones del Derecho del Mar.

A la Excelentísima señora doctora


María Soledad Alvear
Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile
Santiago de Chile.-

Sin embargo, y a pesar de esta amplia y estrecha colaboración


en el Desarrollo del Derecho del Mar, el Perú y Chile tienen aún
pendiente la delimitación marítima de sus respectivas zonas adya-
centes, debido a que no han celebrado un tratado específico sobre
esta importante materia.

125
La Soberanía marítima deL Perú

Con relación a la delimitación marítima entre nuestros países,


el Perú dirigió a la Secretaría General de las Naciones Unidas una
nota que contiene una Declaración difundida por dicho organismo
internacional por medio de la Circular No. 13 de Derecho del Mar,
de marzo del 2001, publicada por su División de Asuntos Oceánicos
y Derecho del Mar; en la misma se expresa, entre otros, que “hasta
la fecha el Perú y Chile no han celebrado, de conformidad con las
reglas pertinentes del Derecho Internacional, un tratado específi-
co de delimitación marítima”, que “el gobierno del Perú, en nota
número 5-4-M/147, de 23 de mayo de 1986, comunicó al gobier-
no de Chile su posición oficial sobre la necesidad de proceder a la
delimitación formal y definitiva de los espacios marítimos entre los
dos países, comunicación que ha sido recientemente reiterada me-
diante nota RE (GAB) número 6-14/113, de 20 de octubre de 2000,
por tratarse de un asunto pendiente” y que “en consecuencia, el
gobierno del Perú no reconoce la indicación de la línea del paralelo
como límite marítimo entre el Perú y Chile”.

Asimismo, se han cursado otras notas entre el Perú y Chile que


revelan posiciones jurídicas totalmente discrepantes y opuestas so-
bre la delimitación marítima; todo ello, de conformidad con el De-
recho Internacional, configura una controversia jurídica.

El Perú estima que la estabilidad de las relaciones bilaterales,


de amistad y cooperación con Chile, así como la promoción de in-
tereses compartidos en todos los ámbitos de la relación bilateral
encontrarán un mayor dinamismo en la medida en que se pueda
obtener un acuerdo sobre esta controversia jurídica cuya solución
está aún pendiente.

Estas consideraciones, de la mayor importancia en la relación


bilateral, me llevan a proponer formalmente a Vuestra Excelencia
el inicio, a la brevedad posible, de negociaciones bilaterales para
resolver esta controversia. Propongo, asimismo, que estas nego-
ciaciones comiencen dentro de los próximos sesenta días. Las mis-

126
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

mas podrían llevarse a cabo en la ciudad de Lima, en la ciudad de


Santiago de Chile o en la ciudad que se escoja de común acuerdo.
La finalidad de estas negociaciones deberá ser el establecimiento
del límite marítimo entre el Perú y Chile de conformidad con las
normas del Derecho Internacional, mediante un tratado específico
sobre esta materia.

La posición peruana sobre delimitación marítima entre Esta-


dos con costas adyacentes fue presentada oficialmente por el Pre-
sidente de la Delegación del Perú en la Tercera Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, en su intervención del
27 de agosto de 1980. En el párrafo séptimo de esta se afirma:

“Con respecto a los criterios de delimitación


del mar territorial, la zona económica exclusiva y la
plataforma continental entre Estados cuyas costas
son adyacentes, el Perú considera que, a falta de un
convenio específico de delimitación concertado de
manera expresa para fijar definitivamente los límites
de tales zonas, y donde no prevalezcan circunstancias
especiales ni existan derechos históricos reconocidos
por las partes, debe aplicarse como regla general la
línea media o de equidistancia, por tratarse del método
más idóneo para llegar a una solución equitativa y
que este criterio está bien reflejado en los actuales
artículos del texto integrado.”

Me valgo de esta oportunidad para reiterar a Vuestra Excelen-


cia las seguridades de mi más alta y distinguida consideración.

Manuel Rodríguez Cuadros


Ministro de Relaciones Exteriores del Perú.

127
La Soberanía marítima deL Perú

Esta iniciativa para abrir un proceso negociador fue objeto de


la correspondiente respuesta por parte del Gobierno de Chile, pri-
mero a través de un comunicado público y luego mediante una nota
diplomática. En ambas, la cancillería chilena expresó que no podía
iniciar negociaciones diplomáticas ya que conforme a su posición la
cuestión del límite marítimo ya habría sido resuelta en 1952 y 1954.

En la respuesta formal enviada por la Ministra Soledad Alvear,


a través de la Nota Nº 16723, luego de expresar su coincidencia “en
cuanto a recordar el común esfuerzo en el logro de una estrecha
cooperación en asuntos marítimos y particularmente en el estable-
cimiento de las zonas marítimas de las 200 millas”, así como los
acuerdos fundamentales que dieron lugar al Sistema del Pacífico
Sur, y “en ese mismo espíritu y con igual convicción en cuanto a la
importancia de la cooperación desarrollada”, señaló que “no resul-
taba procedente referirse a negociaciones sobre convenios vigen-
tes, que han establecido el límite marítimo entre Chile y Perú en el
paralelo 18°21’03’”.122

Una vez recibida la respuesta del Gobierno de Chile que solo


confirmaba nuestras hipótesis de trabajo, decidí la publicación de
un comunicado oficial de la cancillería del Perú, el mismo 11 de
setiembre, en el que se precisó la posición del Perú:

“La respuesta del Gobierno de Chile ha reiterado su posición


en el sentido de que el límite marítimo habría sido establecido en
convenios entre los dos países. El Gobierno del Perú, expresa, una
vez más, que ningún convenio suscrito entre los dos países ha esta-
blecido límite marítimo alguno”.123

Asimismo, el comunicado recordó que “en aquella oportuni-


dad el Gobierno del Perú sugirió al Gobierno de Chile una respuesta

122 Comunicación de la Ministra de Relaciones Exteriores de Chile, Soledad Alvear, al Ministro de Relacio-
nes Exteriores del Perú, Manuel Rodríguez Cuadros, del 10 de septiembre de 2004.

123 Comunicado Oficial RE/22-04 del Ministerio de Relaciones del Perú, Lima, 11 de noviembre de 2004.

128
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

dentro de los 60 días posteriores al envío de su mencionada nota,


como una expresión de buena fe, en la búsqueda de una solución
bilateral a la controversia jurídica existente entre ambos países”. La
Cancillería peruana acotó finalmente:
“Con la respuesta del Gobierno de Chile, la controversia jurí-
dica entre ambos países se vuelve a substanciar formalmente, y,
consecuentemente, salvo un cambio en las circunstancias, se ha
agotado la posibilidad de la búsqueda de una solución a través de
negociaciones directas. Por lo tanto, el Gobierno del Perú puede
recurrir a los medios de solución pacífica de controversias previstos
en el derecho internacional, incluidos los de carácter jurisdiccional
contemplados en las normativas de las Naciones Unidas y del Siste-
ma Interamericano”.124

Nótese que el comunicado de la cancillería peruana no des-


carta definitivamente la negociación diplomática. Su cuidadosa re-
dacción señala que “(…) consecuentemente, salvo un cambio en
las circunstancias [el resaltado es del autor] se ha agotado la posi-
bilidad de la búsqueda de una solución a través de negociaciones
directas”. La frase “salvo un cambio en las circunstancias” expresa,
a partir de una adhesión al principio de buena fe, una salvaguardia
positiva a futuro para contemplar un hipotético cambio de actitud
en el gobierno de Chile que posibilite la apertura de negociacio-
nes. De tal manera que, no obstante constatar el cumplimiento de
la condición establecida en el artículo II del Pacto de Bogotá para
recurrir a una instancia jurisdiccional, el comunicado asume la ac-
titud prudente y previsora de resguardar el espacio de la solución
directa, en la medida en que opere un cambio en las circunstancias.

Todo esto demuestra la buena fe con que se asumió la posibi-


lidad del trato directo, en cumplimento de las normas del derecho
internacional, así como la conducta de la cancillería ajustada estric-
tamente a los contornos jurídicos del problema.

124 Ibíd.

129
La Soberanía marítima deL Perú

El rechazo del gobierno de Chile sólo confirmó los escenarios


previstos inicialmente, se concretaba la hipótesis prevista en el
planeamiento estratégico, que era justamente el que habilitaba al
Estado peruano el título para recurrir a la Corte Internacional de
Justicia bajo el art. XXXI del Pacto de Bogotá. Se cumplió de esta
manera la condición previa establecida en el Artículo II del Pacto
que supedita la utilización de los procedimientos de solución pa-
cífica, incluido el acceso a la Corte Internacional de justicia, al
agotamiento de las negociaciones diplomáticas directas.

Algún medio de prensa tituló que el Perú había recibido un


desaire125, sin comprender los elementos mínimos y básicos del
problema y del proceso negociador. Otros, más agudos, percibie-
ron que se trataba de una estrategia integral que por primera vez
en la historia de las relaciones bilaterales ponía el problema en un
curso de solución real y definitiva126.

En la cancillería no sólo estábamos tranquilos con la respues-


ta, sino complacidos. En realidad la negación de Chile para iniciar
negociaciones, no sólo beneficiaba la posibilidad de la solución ju-
dicial de la controversia sino que la habilitaba. Al ser consultado
por la prensa, declaré que “[…] no es novedad ni algo que intran-

125 Cf. Diario Correo, edición del 21 de Julio de 2004.

126 El diario Expreso publicó un informe especial en el que señaló: “El Perú propuso formalmente a Chile
el inicio de negociaciones para concertar un tratado específico de límites marítimos inexistente hasta
el día de hoy, propuesta que ha sido rechazada por el vecino país del sur. En este contexto, dentro
de una hábil estrategia de Torre Tagle basada en el poco conocido Pacto de Bogotá suscrito por el
Perú y Chile y los demás países latinoamericanos en 1948, el gobierno peruano habría decidido llevar
el caso ante la Corte Internacional de Justicia, organismo que tomará la decisión final sobre esta
controversia. Así, dentro de un nuevo ámbito y en base a una filosofía más elaborada que la que ha
caracterizado a nuestra Cancillería en este tema trascendental,el Perú deja de lado el campo neta-
mente diplomático para ingresar a la etapa jurisdiccional… el Pacto de Bogotá exige como condición
previa que se haya agotado el trato directo entre las partes, lo que nuestra diplomacia habría con-
seguido últimamente con el llamado ´portazo` propinado por la cancillería chilena al pedido formal
que hizo el canciller Manuel Rodríguez Cuadros la semana pasada. Chile respondió de inmediato con
un rotundo no, lo que significaría –en el campo de la diplomacia y del referido Pacto de Bogotá– que
se habría dado por concluida la etapa previa del trato directo. En consecuencia, el Perú estaría apto
para ingresar a la Corte Internacional llevando consigo el reclamo de la fijación de nuestros límites
marítimos con Chile. No cabe duda que de ser confirmada esta hipótesis, aquello representaría un
extraordinario éxito del Canciller Manuel Rodríguez Cuadros, para su equipo de asesores y, funda-
mentalmente, para el Perú.” Diario Expreso, lunes 26 de julio de 2004, p.A – 4.

130
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

quilice a la posición peruana, simplemente es la concreción de una


respuesta previsible. Con la respuesta formal del gobierno de Chile
se agota uno de los medios de solución de controversias estableci-
dos por el derecho internacional, como es el trato directo entre las
partes. Ahora se abren las instancias jurisdiccionales, como la Corte
Internacional de Justicia”127.

La vía de la solución judicial había quedado expedita. Sin em-


bargo se tenía que continuar cumpliendo los requisitos técnico- ju-
rídicos para poder presentar el caso en la Corte.

6.4. Aprobación de la ley de las líneas de base del Perú, el decreto


supremo Nº 052-2003-RE

Una de estas condiciones previas era fijar el límite exterior


del mar peruano hasta las 200 millas que se encontraba pendiente,
no obstante que la Constitución de 1979 estableció la obligación
imperativa de hacerlo. El artículo 98 señala: “El dominio marítimo
del Estado comprende el mar adyacente a sus costas, así como su
lecho y subsuelo, hasta la distancia de doscientas millas marinas
medidas desde las líneas que establece la ley”.128 La ley debía pro-
yectar la extensión de las doscientas millas del mar peruano a partir
de las líneas de base. Entre 1979 y el 2005 no se cumplió con esta
obligación constitucional. La razón de esta lenidad se sustentó en el
criterio equivocado jurídicamente que antes de fijar el límite exte-
rior del mar peruano se tenía que proceder a la adhesión del Perú
a la Convención del Mar de 1982.

Recién el 9 de abril de 2003 se aprobó el Decreto Supremo Nº


052-2003-RE a través del cual se fijaron los criterios que debía tener
en cuenta el Ministerio de Relaciones Exteriores para los trabajos
conducentes a la determinación de las líneas de base. Este primer

127 Cf. Diarios El Comercio y La República, ediciones del 21 de Julio de 2004, Gestión edición del 22 de
Julio del 2004.

128 Constitución de la República del Perú, promulgada el 12 de Julio de 1979, en: Domingo García Belaun-
de, ob. cit.

131
La Soberanía marítima deL Perú

paso fue seguido por la aprobación de la Resolución Suprema 274-


2003-RE, de 7 de noviembre de 2003, que encargó a la Dirección
de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra del Perú, en
coordinación con la Dirección Nacional de Soberanía y Límites del
Ministerio de Relaciones Exteriores, la realización de los “trabajos
de campo que permitan el levantamiento de la línea de baja marea
referida a las bajamares de sicigias ordinarias, plano que establece
el cero hidrográfico o dátum vertical de las cartas náuticas nacio-
nales”.

Posteriormente, a través de la Resolución Suprema N° 137-


2004-RE, del 20 de abril de 2004, se conformó una comisión con el
encargo de coordinar, supervisar e interpretar los trabajos de cam-
po destinados a establecer las líneas de base.129 La Resolución Su-
prema 274-2004, tuvo como objeto la realización de los trabajos de
campo destinados a establecer las líneas de base del dominio ma-
rítimo del Estado. Asimismo, creó una comisión técnica encargada
de la coordinación, supervisión e interpretación de los trabajos de
campo. No contuvo el encargo específico para elaborar el proyecto
de ley que apruebe las líneas de base por estar aún influida del
equivocado concepto según el cual debía el Perú primero adherir a
la Convención del Mar y posteriormente aprobar las líneas de base.

En diciembre del año 2004 informé al presidente de la Repú-


blica sobre el estado de los trabajos técnicos y le propuse modificar
la Resolución Suprema N° 137-2004-RE, con la finalidad de dar un
plazo de sesenta días para que la comisión técnica presente un in-
forme definitivo y, especialmente, para que esa misma comisión,
con una nueva composición, elabore un proyecto de ley, para la
aprobación de las líneas de base sin la necesidad de que el Estado
peruano se adhiera a la Convención del Mar. La Resolución Supre-
ma N ° 053-2005-RE que adoptó estas importantes definiciones fue
aprobada el 28 de enero de 2005.

129 Cf. Resolución Suprema Nº 137-2004- RE, de 20 de abril de 2004.

132
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Con la finalidad de que la comisión a partir de los trabajos


de campo elabore el proyecto de ley estableciendo las líneas de
base para su aprobación por el Congreso de la República, dispuse
un cambio en su conformación, incluyendo además del personal
técnico a juristas especializados. Al mismo tiempo, se otorgó a la
nueva comisión el encargo específico para redactar el proyecto de
ley correspondiente130 con la finalidad de aprobarlo en el Congreso
de la República sin la adhesión previa del Perú a la Convención del
Mar. A julio del año 2005, la Comisión terminó su trabajo, la canci-
llería procedió a remitir el proyecto de ley para su aprobación, con
la respectiva exposición de motivos, al Congreso de la República.

El Congreso de la República aprobó las líneas de base a través


de la ley N° 28621, la misma que define su trazo utilizando para la
mayor parte del litoral las líneas de bajamar. Como excepción y en
función de las características del litoral peruano, la ley establece
cinco sectores en los que se aplican líneas de base rectas: Punta
Balcones a Punta Falsa; Punta La Negra a Punta Éten, Puerto Salave-
rry a Punta Salitre; Punta Viños Grande a Punta Chilca, Playa Hawai
a Morro Quemado. En la zona del litoral colindante con la frontera
terrestre con Chile, las líneas de base siguen el curso de las líneas
de la bajamar.

El punto terminal de la frontera terrestre entre el Perú y


el Ecuador se ha identificado en concordancia con las actas de la
comisión mixta peruano-ecuatoriana demarcadora de límites, de
1944 y 1945, en las coordenadas WGS 84 Lat. 03° 23´31.10 S´´ y
Long. 80°18´49.29´´W. El terminus de la frontera terrestre entre el
Perú y Chile en la orilla del mar, en estricta concordancia con lo
establecido en el Tratado de 1929, y en el Acta de Demarcación de
1930 se ha identificado en las coordenadas WGS84 Lat.18°21´08 S´´
latitud sur y 70°22´39 ´´ W.

130 Cf. Resolución Suprema Nº 053-2005-RE de 27 de enero de 2005.

133
La Soberanía marítima deL Perú

A partir de estas líneas de base, el límite exterior del dominio


marítimo del Perú se traza de manera que cada punto del citado lí-
mite se encuentre a doscientas millas marinas del punto más próxi-
mo de las líneas de base, en conformidad con lo establecido por las
normas del derecho internacional.131

Las líneas de base establecidas por la ley N° 28621 han sido


elaboradas teniendo en cuenta las normas de la Convención sobre
el Derecho del Mar de 1982 y las reglas de derecho internacional
consuetudinario, incluyendo el trazo de los cinco sectores en los
cuales se utilizan las líneas de base rectas en concordancia con el
artículo 7 de la convención. Las aguas comprendidas dentro de las
líneas de base establecidas en el Art. 1 de la ley, conforme a las nor-
mas del derecho internacional, forman parte de las aguas interiores
del Estado. El límite exterior del dominio marítimo del Perú es tra-
zado de modo que cada punto del citado límite exterior se encuen-
tre a doscientas millas marinas del punto más próximo de las líneas
de base en aplicación de los criterios de delimitación establecidos
por el derecho internacional.

6.5. La sustentación formal de la controversia jurídica: el comuni-


cado conjunto Rodríguez-Walker del 4 de noviembre de 2004.

El 4 de noviembre de 2004, durante la reunión de Jefes de Es-


tado del Grupo de Río, realizada en Río de Janeiro, sostuve una re-
unión bilateral con el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Ig-
nacio Walker, que había reemplazado a la Canciller Soledad Alvear.
En el encuentro, los dos cancilleres pasamos revista al estado de la
relación bilateral, hicimos una apreciación de la situación política
en los dos países, a la problemática energética, a la cuestión de la
mediterraneidad de Bolivia y a su impacto en las relaciones entre
Chile, Bolivia y el Perú; y, por cierto, a la cuestión de la controversia
marítima.

131 Cf. Discurso del Embajador Manuel Rodríguez Cuadros al entregar el cargo de Ministro de Relaciones
Exteriores, Lima, 12 de agosto de 2005, Oficina de Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores.

134
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Hablamos ampliamente del tema, de su impacto en las rela-


ciones bilaterales, su tratamiento y evolución futura. Ambos can-
cilleres reiteramos las posiciones oficiales de uno y otro país con
bastante detalle y comprobamos lo evidente, que en la materia
– como se había expresado en la Nota que dirigí seis meses an-
tes a la Canciller Alvear - las posiciones eran opuestas. También
coincidimos en que el tema debía manejarse estrictamente en el
ámbito bilateral. Días antes, el 28 de octubre de 2004, Chile había
firmado un comunicado conjunto con el Ecuador en el que los dos
países reafirmaron los principios de la Declaración de Santiago de
1952 y del Convenio de 1954, registrándose en el comunicado que
según la interpretación de ambos cancilleres dichos documentos
habrían establecido la delimitación marítima a través del paralelo
geográfico. En el comunicado se utilizaba la expresión genérica “de-
limitación marítima a través del paralelo geográfico” sin hacer alu-
sión al caso peruano – chileno directamente.132 Expresé al Canciller
Walker el malestar que había causado en el gobierno del Perú ese
comunicado conjunto y mi extrañeza porque el gobierno de Chi-
le haya empezado a multilateralizar la controversia. Añadí que, si
Chile deseaba multilateralizar la controversia, a pesar que para el
Perú era un error, el gobierno peruano no tendría inconveniente
en hacerlo y recurriría a la OEA, las Naciones Unidas y demás fo-
ros internacionales, además de iniciar una ofensiva bilateral en ese
mismo sentido. El Canciller Walker negó que la intención de su go-
bierno hubiera sido multilateralizar el tema; señaló su coincidencia
en el sentido que hacerlo era inconveniente y contraproducente,
que Chile también deseaba mantenerlo en su cauce bilateral y que
quizás mi percepción se debía a una información distorsionada de
una agencia de prensa que él ya había aclarado.

En el curso del diálogo, ambos cancilleres tuvimos puntos de


vista convergentes respecto de la naturaleza jurídica de la contro-

132 Cf. Alfredo Chuquihuara Chil. Minuta de la entrevista entre el Ministro de Relaciones Exteriores del
Perú, Embajador Manuel Rodríguez Cuadros, y el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, señor
Ignacio Walker, en: Revista Peruana de Derecho Internacional. Tomo LIX, setiembre 2008/setiembre
2009, N° 139, pp. 207-2013.

135
La Soberanía marítima deL Perú

versia y la conveniencia de manejar el asunto en ese cauce, para


poder simultáneamente impulsar las relaciones bilaterales en los
ámbitos político, social, económico, comercial, cultural y en mate-
ria del fomento de medidas de confianza militar.

Al terminar la conversación sugerí al Canciller Walker la conve-


niencia de suscribir un comunicado conjunto que diese cuenta de
la reunión y de los positivos puntos de coincidencia que se habían
producido, a lo que expresó su inmediata concordancia. Redacté
un proyecto de comunicado breve, que resumía los puntos de co-
incidencia que habíamos concertado: que los dos países teníamos
posiciones opuestas en materia de la controversia marítima, que
esta era de naturaleza jurídica y bilateral y que las relaciones las
debíamos seguir impulsando mientras el asunto marítimo se mane-
jaba y evolucionaba en un cauce jurídico.

Aprobamos el texto del comunicado y lo hicimos público al día


siguiente, 4 de noviembre, en una sencilla ceremonia en el Hotel
Copacabana Palace, sede de la reunión de los jefes de Estado.

El párrafo sustantivo del comunicado dice lo siguiente:

“Los cancilleres hemos reafirmado que el tema de la delimi-


tación marítima entre ambos países, respecto del cual tenemos
posiciones distintas, es una cuestión de naturaleza jurídica y que
constituye estrictamente un asunto bilateral que no debe interferir
en el desarrollo positivo de la relación entre Perú y Chile”,

Para el derecho internacional una controversia jurídica es la


oposición de intereses y tesis sobre un hecho o una situación de na-
turaleza jurídica. Los cancilleres, en la declaración comentada, se-
ñalamos casi exactamente lo que la Corte Internacional de Justicia
entiende por una controversia jurídica. Indicamos, en ese sentido,
que la delimitación marítima “es una cuestión de naturaleza jurídi-
ca”, “respecto de la cual Perú y Chile tienen posiciones distintas”.
La declaración reconoce la existencia de la controversia casi en los
mismos términos de la definición dada por la Corte.

136
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

La Corte Internacional de Justicia, definió una controversia ju-


rídica –cuya existencia es requisito sine qua non para acceder a su
competencia- ya en 1924, en su sentencia sobre el caso Concesio-
nes Mavrommatis en Palestina, señalando que “una controversia
es un desacuerdo sobre un punto de hecho o de derecho, una con-
tradicción, una oposición de tesis jurídicas o de intereses…133”. En el
caso Sudoeste africano, excepciones preliminares, la Corte declaró
que para establecer una controversia: “Hace falta demostrar que la
reclamación de una de las partes se enfrenta a la oposición mani-
fiesta de la otra”134.

Una controversia jurídica no depende de la afirmación de su


existencia por una de las partes ni de su negación por la otra. La
controversia tiene un carácter objetivo independientemente de la
voluntad de las partes. La Corte Internacional de Justicia en el asun-
to Interpretación de los tratados de paz concluidos por Bulgaria,
Hungría y Rumanía, dictamen consultivo, ha establecido que “la
existencia de una controversia internacional debe ser establecida
objetivamente”.135

Tanto la nota dirigida a la canciller Soledad Alvear de fecha 19


de julio de 2004 y la correspondiente respuesta de la canciller de
Chile del 10 de setiembre del mismo año, así como el comunicado
conjunto que suscribí con el canciller Walker, son expresiones for-
males de la naturaleza objetiva de la controversia.136

No obstante que con anterioridad el gobierno de Chile había


negado la existencia de una controversia jurídica con el Perú sobre
la delimitación marítima, posición que continúa sosteniendo for-

133 CPJI, Concesiones Mavrommatis en Palestina, serie A, nº 2, p. 11.

134 CIJ, Recueil, 1962, p. 328.

135 CIJ, Recueil, 1998, p.17.

136 La sólida presencia de una controversia jurídica de naturaleza objetiva reflejada en estos documentos
debe haber constituido una de las razones fundamentales para que el gobierno de Chile desista de
su intención inicial de negar la controversia y presentar excepciones preliminares de incompetencia
e inadmisibilidad.

137
La Soberanía marítima deL Perú

malmente en el juicio en la Corte Internacional de Justicia, el Estado


chileno a través del comunicado conjunto del 4 de noviembre de
2004 ha reconocido objetivamente la existencia de la controversia.
Se trata del único documento diplomático compromisorio suscrito,
en la historia del diferendo, por representantes oficiales de los dos
países, en el caso por sus ministros de relaciones exteriores.137

Cabe recordar que conforme al derecho internacional con-


vencional y el derecho internacional consuetudinario, los jefes de
Estado y los ministros de relaciones exteriores son los únicos repre-
sentantes cuyos actos comprometen directamente a los Estados.

6.6 La decisión de llevar el caso a la Corte Internacional de


Justicia

La decisión de buscar una solución a la controversia en la


Corte Internacional de Justica fue adoptada por el presidente de
la República, Alejandro Toledo, a partir de la recomendación que
efectué a nombre de la cancillería y que expuse en una reunión
que contó también con la participación del presidente del Consejo
de Ministros, Dr. Carlos Ferrero Costa. En dicha ocasión se analiza-
ron los fundamentos de la posición del Perú, los correspondientes
a la posición de Chile y los probables escenarios que el caso pu-
diese tener en una decisión de la Corte Internacional de Justicia.
Conforme a estos escenarios y a los fundamentos jurídicos de la
posición del Perú se tuvo la convicción jurídica de que los intereses
nacionales marítimos del país encontrarían un resguardo efectivo
en el proceso ante la Corte. La simulación de escenarios indicaba
que independientemente de un resultado que recoja la integridad
de los derechos y pretensiones que el Perú invocaría ante la Corte,
en cualquier hipótesis el Perú pasaría a una situación mejor en re-
lación al statu quo.

137 Cf. Manuel Rodríguez Cuadros, Delimitación Marítima con Equidad. El Caso de Perú y Chile, Editorial
Peisa, Lima, 2008, p. 415

138
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El 6 de octubre del año 2004 informé ampliamente al pleno


del Congreso de la República, en sesión secreta, sobre la estrategia
del gobierno para llevar el caso a la Corte Internacional de Justi-
cia y sobre las evaluaciones y escenarios realizados en función de
los intereses nacionales permanentes de la Nación. En esta sesión
desarrollé los fundamentos jurídicos de la posición del Perú, los as-
pectos procesales de la demanda ante la Corte, la habilitación de la
legitimidad de acción del Perú conforme al artículo XXXI del Pacto
de Bogotá, así como los pasos que debía adoptar la cancillería para
presentar la demanda. 138

Mientras se realizaban los estudios finales y se preparaba el


proyecto de demanda, los dos gobiernos continuaron intercam-
biando, de manera persistente y sistemática, comunicaciones re-
cíprocas de protesta por la detención o intrusión de embarcacio-
nes pesqueras en las aguas jurisdiccionales de uno u otro país.
En todas estas comunicaciones, el Consulado del Perú en Arica,
al reportar detenciones de embarcaciones peruanas o embar-
caciones chilenas, así como al responder comunicaciones de la
Comandancia Naval y Capitanía del Puerto de Arica de manera
sistemática y permanente, ha señalado y señala que “considera
oportuno reiterar la persistente posición del Perú en el sentido
que el límite marítimo internacional entre ambos países no ha
sido establecido”.139

El 24 de mayo de 2005, el Ministerio de Relaciones Exteriores


de Chile envió una comunicación a la Embajada del Perú en San-
tiago de Chile en la que hacía referencia a estas comunicaciones,
continuas y persistentes, entre el Consulado del Perú y la Capitanía
del Puerto de Arica y precisaba que en cuanto “a las comunicacio-
nes de la Capitanía del Puerto de Arica y el Consulado, poniendo

138 Cf. Congreso de la República, Actas de la primera legislatura ordinaria de 2004, primera sesión se-
creta (vespertina). miércoles 6 de octubre del 2004.

139 Comunicación del cónsul adscrito en Arica al Capitán de Corbeta, Capitán del Puerto de Arica, de
fecha 3 de enero de 2005.

139
La Soberanía marítima deL Perú

en duda la existencia de una delimitación marítima, es oportuno


recordar que ésta se encuentra vigente desde hace varias décadas,
y ha sido respetada por la práctica constante entre los países. Por
consiguiente, no cabe hacer referencia a persistentes posiciones en
sentido contrario ante dichas detenciones”.140 Esta comunicación
fue objeto de la respuesta pertinente: “La Embajada del Perú debe
reiterar la posición sostenida por el estado peruano, desde hace dé-
cadas, en el sentido que al no existir límite marítimo entre el Perú
y Chile es necesario establecerlo, de conformidad con el derecho
internacional”.141
Frente a otra comunicación del Gobierno de Chile, de fecha
13 de setiembre de 2005, la Embajada del Perú reiteró la posición
peruana: “Al respecto, esta Embajada manifiesta a ese Honorable
Ministerio que el mencionado Consulado General del Perú cumple
instrucciones basadas en la antigua y bien conocida posición perua-
na que sostiene que no hay un límite internacional marítimo entre
el Perú y Chile, debido a la inexistencia de un tratado de delimi-
tación marítima. Esta persistente posición del Perú ha sido hecha
del conocimiento del Ilustrado Gobierno de Chile a través de varias
décadas, en múltiples comunicaciones oficiales e inclusive estuvo
contenida en la propuesta de negociar un tratado de delimitación
marítima a que se refirió la nota número (GAB) 6/43, de 19 de julio
de 2004, que tuvo por objeto iniciar el proceso bilateral para con-
cluir este asunto pendiente”.142

Con ocasión de la aprobación de la ley de líneas de base, el


Ministro de Relaciones Exteriores subrogante de Chile envió una
comunicación, el 28 de octubre de 2005, a la Embajada del Perú en
Santiago de Chile, en la que señalaba que el proyecto de ley que

140 Comunicación del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile a la Embajada del Perú, Santiago mayo
de 2005.

141 Comunicación de la Embajada del Perú al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, 3 de junio del
2005.

142 Nota 5-4 M/311 de la Embajada del Perú en Santiago al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.

140
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

estaba considerando el Congreso del Perú constituía “un flagrante


desconocimiento del límite chileno-peruano fijado por los tratados,
como los de 1952 y 1954, así como de otros acuerdos que hacen re-
ferencia al paralelo que constituye el límite marítimo pactado entre
ambos países e internacionalmente reconocido, el cual se origina
en el Hito número uno. La situación planteada precedentemente,
así como la eventual aprobación del mencionado proyecto, no es
aceptable y carece de todo efecto jurídico para el Gobierno de Chi-
le”. Y añadía: “debo señalar la firme decisión del Gobierno de Chile
de continuar ejerciendo en plenitud los derechos soberanos y juris-
diccionales que le corresponden en los espacios terrestres y marí-
timos que le son propios, tal como lo ha venido haciendo desde su
establecimiento al amparo, justamente, del derecho internacional y
de los acuerdos que lo vinculan con el Perú y que este proyecto de
ley pretende desconocer”.143

El 31 de octubre, el Ministro de Relaciones Exteriores del


Perú, Óscar Maúrtua, en cuya gestión el Congreso aprobó la Ley
Nº28621, respondió señalando que resultaba insólito en las relacio-
nes entre Estados que uno de ellos formulara reservas a proyectos
de ley de otro que se encuentran bajo la consideración del Poder
Legislativo y que adicionalmente “advierta la inconveniencia de su
aprobación”. La comunicación del ministro peruano califica estas
apreciaciones del Gobierno de Chile como inaceptables y contrarias
al principio de no intervención. Señala, asimismo, que el paralelo
que alega Chile como punto de inicio de la frontera marítima no
corresponde a la realidad jurídica y que los instrumentos que cita el
Ministro de Relaciones Exteriores subrogante como fuentes de un
supuesto límite marítimo (Declaración de Santiago de 1952, conve-
nio sobre zona especial marítima de 1954), no han establecido los
límites entre ambos países.144

143 Comunicación del Ministro de Relaciones Exteriores subrogante de Chile, Cristian Barros Melet, 28 de
octubre del 2005.

144 Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Nota a la Embajada de Chile del 31 de octubre de 2005.

141
La Soberanía marítima deL Perú

A partir de este intercambio de notas, con la finalidad de des-


lindar la ubicación del punto de término de la frontera terrestre,
el Canciller del Perú invitó al Gobierno de Chile a que la Comisión
mixta permanente de límites de ambos países procediera a verificar
la exactitud de las coordenadas del punto final en la orilla del mar
del arco de diez kilómetros de radio que constituye la línea limítro-
fe entre ambos países. En una nueva comunicación de fecha 3 de
noviembre de 2005, el Gobierno de Chile reiteró su negativa a que
la comisión mixta permanente de límites procediera a verificar las
coordenadas. Esta negativa no se sustentó en una argumentación
sólida, ya que no existe fundamento jurídico alguno para negarse
a llevar a cabo un procedimiento técnico que tendría la virtud, al
contrastar las actas demarcatorias de 1930 y la ubicación del punto
Concordia en la orilla del mar, de verificar resultados de manera in-
dubitable de la exacta posición del términus de la frontera terrestre.

6.7. Aprobación de la cartografía del límite exterior del dominio


marítimo del Perú

El artículo 5 de la Ley 28621 encargó al Poder Ejecutivo levan-


tar la cartografía correspondiente al límite exterior del dominio ma-
rítimo del Perú de conformidad con lo dispuesto en el artículo 4 de
dicha ley. Por Decreto Supremo Nº 047-2007-RE, del 11 de agosto
de 2007, se procedió a aprobar la citada cartografía. Conforme al
texto del decreto, su elaboración se ha realizado sobre la base del
cálculo de arcos de círculo, cuyos radios tienen una longitud de 200
millas marinas medidas a partir de las líneas de base, de modo que
cada punto del límite exterior se encuentre a 200 millas marinas del
punto más próximo de la línea de base.

La cartografía del dominio marítimo del Perú se ha establecido


en tres sectores: norte, centro y sur. El siguiente croquis correspon-
de a la región sur, a la que se refiere la delimitación marítima con
Chile:

142
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Gráfico 2. Cartografía de la región sur del dominio marítimo del Perú. Fuente: Diario oficial El
Peruano, edición del 4 de noviembre del 2005

Punto Limítrofe
Internacional Sur
18º 21´ 08´´
70º 22´ 39´´

18º 21´ 08´´ S 20º 11´ 57´´ S


76º 46´ 04´´ W 73º 43´ 50´´ W

ÁREA EN
CONTROVERSIA

20º 11´ 57´´ S


73º 43´ 50´´ W

21º 02´ 52.4´´ S


72º 28´ 14.3´´ W

La cartografía, además de señalar la extensión sur del domi-


nio marítimo peruano, marca el área de superposición entre las zo-
nas marítimas del Perú y Chile. Esta área es denominada “área en
controversia”, que alude a la necesidad de que su delimitación se
realice aplicando los principios y normas del derecho internacional.

La publicación de la cartografía del sector sur del dominio ma-


rítimo peruano fue objeto de una reacción oficial del Gobierno de
Chile. Además de expresar “su más formal protesta por la citada
publicación, indicó “que las proyecciones sobre espacios marítimos
chilenos que pretende efectuar el mapa publicado por el Perú care-
cen de todo efecto jurídico internacional y no son aceptables para
Chile”.145 El gobierno del Perú a través del canciller José Antonio
García Belaunde expresó que el acto de publicación de la carto-

145 Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, comunicado oficial del 12 de agosto de 2007.

143
La Soberanía marítima deL Perú

grafía constituía una decisión soberana del Perú y que presentaba


la proyección del mar peruano conforme al derecho internacional
marcando el área de controversia.146

Hacia abril del año 2006 se habían cumplido todos los requi-
sitos jurídicos para presentar la demanda, el Congreso había sido
informado y la Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores había
adoptado el acuerdo de respaldar al gobierno en esta decisión.

Sin embargo, encontrándose el país en pleno proceso electo-


ral, algunos candidatos a la presidencia de la República expresa-
ron su opinión en el sentido que una decisión de esa envergadura
y de importancia manifiesta para los intereses nacionales, no de-
bía adoptarse a pocos meses del cambio de gobierno. El Presiden-
te Alejandro Toledo fue sensible a esta argumentación. Se decidió
que sería el próximo gobierno quien presentara la demanda.

7. LA DEMANDA PERUANA ANTE LA CORTE INTERNACIONAL


dE JuStIcIA Y El dESArrollo dEl ProcESo JudIcIAl

Instaurado en el poder el gobierno del Presidente Alan Gar-


cía se produjo un cambio en la política exterior. El esquema de la
alianza estratégica con el Brasil, de integración profunda con mi-
ras a un mercado común con Bolivia y las asociaciones preferen-
ciales con Colombia, Chile y Ecuador, se dejó de lado. Y se intentó
reemplazarlas por un tipo de “relación carnal147” con Chile, como
interlocutor prioritario de la diplomacia peruana.

Esta reorientación de la política exterior llevó a considerar


el tema de la delimitación marítima como una cuestión no prio-

146 Cf. Diario El Comercio, Lima 15 de agosto del 2007.

147 La utilización de la expresion “diplomacia carnal” en los estudios de relaciones internacionales se


originó en la década de los 90. Se utilizó, por el gobierno de Carlos Menem, para calificar un proyecto
de relación incondicional de la Argentina con los Estados Unidos.

144
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

ritaria en las relaciones bilaterales.148 Sin embargo, la presión de


los partidos políticos de la oposición y de sectores intelectuales,
académicos, militares y diplomáticos obligaron al gobierno a una
saludable rectificación. Influyó en este cambio de orientación, tam-
bién, el incidente que se creó con ocasión de la aprobación en Chile
de la ley de fijación de los límites entre las provincias de Arica y
Parinacota.

El 16 de enero de 2008 el Perú presentó ante la secretaría de


la Corte Internacional de Justicia la demanda contra Chile; en líneas
generales, aunque con un lenguaje minimalista, el texto se encua-
dró dentro de la posición jurídica del Perú, en el contexto de una
política de Estado que contó con el respaldo de la oposición.

7.1 El marco geográfico de la controversia

Al referirse la delimitación marítima al establecimiento de una


línea de frontera que divida los espacios oceánicos de dos Estados
que poseen costas frente a frente o adyacentes, la realidad físico-
geográfica de las costas constituye la base material de la delimita-
ción y, al mismo tiempo, la circunstancia especial o pertinente de
mayor gravitación en la confirmación o modificación de la equidis-
tancia como línea de la frontera marítima. Por esa razón, las senten-
cias de la Corte normalmente empiezan por una adecuada carac-
terización del cuadro geográfico que se presenta en cada situación
específica.

En el área geográfica en disputa entre el Perú y Chile la orien-


tación general de las costas, en el punto en que la frontera terrestre
llega al mar, forman un ángulo obtuso. Las costas peruanas tienen
una dirección nor-oeste-sur este, opuesta a la dirección norte-sur

148 Los presidentes de las comisiones de relaciones exteriores del Senado y de la Cámara de diputados
de Chile, Jorge Tarud y Roberto Muñoz Barra, respectivamente, declararon que el presidente Alan
García durante su primera visita oficial a Chile comunicó al gobierno de Michelle Bachelet que el
límite marítimo “no sería prioridad para él”. Diario La Nación, Santiago de Chile, jueves 15 de febrero
de 2007.

145
La Soberanía marítima deL Perú

en que discurren las costas de Chile. Por esta razón las proyecciones
del mar adyacente hasta las doscientas millas de uno y otro país se
superponen en una longitud similar. Por lo demás, las costas de los
dos Estados no presentan accidentes ni irregularidades a tener en
cuenta. Tampoco existen islas ni en el área de la controversia ni en
la correspondiente a la delimitación general.

Desde el punto de vista geográfico la controversia tiene dos


especificidades. La primera, el hecho físico de constituir un caso
en el que las costas de los dos Estados se encuentran adyacentes.
La gran mayoría de las controversias que han sido sometidas a la
Corte Internacional de Justicia han sido de países cuyas costas se
encuentran frente a frente. La controversia peruano-chilena consti-
tuye uno de los pocos casos de Estados con costas adyacentes que
han sido sometidos a la jurisdicción de la Corte. Se inscribe, así, en
un contexto similar a los casos entre Qatar / Bahrein y Camerún /
Nigeria.

Desde el punto de vista del derecho aplicable esta especifici-


dad no tiene significación. Las normas consuetudinarias se aplican
a todos los casos de delimitación independientemente de que se
trate de costas frente a frente o adyacentes.

La segunda especificidad se refiere al hecho de que dadas las


características de las costas y a la inexistencia de circunstancias
pertinentes o circunstancias especiales de naturaleza geográfica o
geomorfológica, la aplicación de la línea de la equidistancia como
método de delimitación produce en el caso peruano - chileno de
manera natural un resultado equitativo.

7.2. La decisión solicitada a la Corte

La demanda presentada por el Estado peruano pide a la Corte


una decisión dispositiva de manera similar a la jurisprudencia de los
casos Reino Unido / Francia (1977), Dubai/Sharjah (1981) y Eritrea/
Yemén (1999); es decir, trazar directamente la línea de la frontera

146
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

marítima entre los dos países en aplicación de las normas del de-
recho internacional. Conforme al texto de la demanda, el Perú ha
requerido a la Corte que determine el curso del límite marítimo
entre los dos Estados conforme al derecho internacional, a través
del trazo de una línea equidistante que se estima producirá un re-
sultado equitativo

La demanda solicita a la Corte, también, que reconozca y de-


clare que el Perú posee derechos soberanos exclusivos en el área
marítima situada dentro del límite de 200 millas marinas de su cos-
ta y fuera de la zona económica exclusiva y de la plataforma conti-
nental de Chile.

Si se tiene en cuenta que en la demanda se señala de manera


específica y precisa el punto de inicio a partir del cual se debe trazar
la frontera marítima y que respecto a la determinación de ese pun-
to Chile tiene una posición contraria a la del Perú, resulta evidente
que la Corte deberá pronunciarse sobre cada uno de los tres dife-
rendos que comprende la controversia marítima.

Es previsible que en la contra memoria que presente el go-


bierno de Chile solicite a la Corte que se pronuncie en el sentido
que entre los dos países no existe controversia alguna ya que los
límites marítimos habrían quedado establecidos por los instrumen-
tos jurídicos de 1952 y 1954, confirmados por la ulterior práctica
de los Estados y que en ese sentido señale que el límite marítimo
correspondiente es el paralelo 18°21´00´´ de latitud sur.

En la demanda peruana no se especifica si se solicita a la Corte


que establezca un límite único, como ha sido la tendencia en los
últimos casos sometidos a su jurisdicción, o si se pide el trazo del
límite marítimo en cada uno de los espacios que conforme al dere-
cho internacional están sometidos a la soberanía y jurisdicción del
estado. Sin embargo, al señalar las normas aplicables para resolver
el caso, la demanda hace referencia diferenciada al mar territorial,
la zona económica exclusiva y la plataforma continental. Una inter-

147
La Soberanía marítima deL Perú

pretación sistemática de la demanda peruana parece indicar que


su racionalidad es solicitar no una línea de delimitación única, sino
el trazo de la frontera marítima, de manera diferenciada, en el mar
territorial, la zona económica exclusiva y la plataforma continental.

No ha sido común en el trabajo de la Corte resolver casos de


delimitación sobre el mar territorial. Casi la totalidad de su jurispru-
dencia se refiere en un gran porcentaje a la plataforma continental
y en un número menor de casos aunque creciente a la zona eco-
nómica exclusiva. La Corte, por primera vez, tuvo la oportunidad
de pronunciarse sobre la delimitación del mar territorial en el caso
Qatar c. Bahrein (Asunto de fondo, 2001). En el caso Túnez c. Libia
(1982) la Corte ya se había manifestado sobre una delimitación la-
teral que incluía el mar territorial como un espacio de continuidad
en la delimitación de la plataforma continental.

Si el Perú en el curso del proceso judicial en La Haya, al mo-


mento de elaborar y presentar a la Corte sus conclusiones confirma
la voluntad de solicitar el trazo de la línea de delimitación, en cada
uno de los espacios en los que el Estado costero ejerce soberanía y
jurisdicción (en el mar territorial, zona económica exclusiva y pla-
taforma continental), la Corte deberá pronunciarse sobre el límite
marítimo en cada uno de estos espacios, con la aplicación diferen-
ciada de las normas del Derecho internacional consuetudinario
aplicables en cada caso.

En síntesis, la Corte al finalizar el proceso judicial del caso


peruano-chileno se pronunciará sobre la existencia o inexistencia
de una obligación jurídica, convencional o no convencional, que
haya establecido el límite marítimo entre los dos países por la línea
del paralelo. Si la Corte resuelve que no existe un límite marítimo
establecido procederá a trazar ese límite en el mar territorial, la
plataforma continental y la zona económica exclusiva, utilizando en
principio una línea equidistante. En el trazo de la línea de delimita-
ción en el mar territorial, al no existir accidentes o realidades geo-

148
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

gráficas relevantes, normalmente no se establecerá la existencia de


circunstancias especiales. En el caso de la plataforma continental y
la zona económica exclusiva la Corte tendrá que decidir si existen o
no circunstancias pertinentes a ser consideradas en el trazo defini-
tivo de la línea equidistante.

Dadas las características de la controversia peruano-chilena,


especialmente el hecho que el gobierno de Chile sostiene que ya
entre 1952 y 1954 se habría establecido un límite único hasta las
200 millas, en una época en que el Derecho internacional no reco-
nocía la soberanía sobre la plataforma continental ni sobre la zona
económica exclusiva, la previsión contenida en la demanda de so-
licitar la delimitación diferenciada para cada una de las áreas, res-
ponde adecuadamente a los intereses jurídicos del Perú. Fortalece
este razonamiento las características de la zona especial de permi-
sión establecida en el Convenio de 1954, ya que esta se inicia luego
de las 12 millas de las aguas territoriales de los dos Estados.

Es necesario precisar, sin embargo, que la demanda, como ya


se ha señalado, no solicita a la Corte de manera expresa la delimi-
tación diferenciada por cada uno de los espacios marítimos bajo la
soberanía y jurisdicción de los Estados, previsiblemente esta preci-
sión se especificará en el curso del proceso judicial.

Demandar el trazo de una línea única no convendría a los inte-


reses peruanos ya que la posición chilena se funda, justamente en
su hipotética existencia.

7.3. El derecho aplicable

La demanda solicita a la Corte Internacional de Justicia resol-


ver la controversia aplicando el derecho consuetudinario, tal como
se expresa en la Convención sobre Derecho del Mar de 1982. En
realidad, el derecho consuetudinario de la delimitación marítima
no tiene un alcance limitado a las disposiciones que sobre la mate-
ria existen en la Convención del Mar de Montego Bay. Las normas

149
La Soberanía marítima deL Perú

de la Convención del Mar son más generales, imprecisas y limitadas


que las correspondientes al derecho internacional consuetudinario.
En realidad, son las disposiciones de la Convención del Mar de 1982
las que están comprendidas en las reglas más amplias del derecho
internacional consuetudinario

La utilización de la frase citada en la demanda parecería de-


notar una intencionalidad de vincular el derecho internacional
consuetudinario a la Convención del Mar. Y en una interpretación
extrema parecería que se solicita la aplicación de la normas de la
convención en tanto reflejen el derecho consuetudinario. Esta pre-
sunción, sin embargo, no tiene ninguna incidencia en las decisiones
que adoptará la Corte en materia del derecho aplicable, ya que esta
tarea es parte de su autonomía jurisdiccional.

Teniendo en cuenta que ni el Perú ni Chile están obligados por


las disposiciones de la Convención del Mar de 1958 y que Chile es
parte de la Convención del Mar de 1982 y el Perú no lo es, las dis-
posiciones de ambas convenciones no se aplican al caso. La Corte,
de manera coherente con su jurisprudencia, resolverá el caso apli-
cando las normas consuetudinarias del derecho internacional de la
delimitación marítima. Para el mar territorial se aplicaría la fórmu-
la equidistancia - circunstancias especiales y para los espacios más
amplios, la zona económica exclusiva y la plataforma continental, la
regla principios equitativos - circunstancias pertinentes.

Conviene diferenciar los conceptos de circunstancias especia-


les y circunstancias pertinentes. Las circunstancias especiales son
inseparables de la equidistancia, en la medida en que sólo se toman
en cuenta cuando el trazo de la línea equidistante en sí mismo
no produce un resultado de equidad. En esa hipótesis, en la que
la equidistancia aplicada a un caso concreto lejos de aparejar una
solución equitativa produce inequidad, las circunstancias especia-
les juegan como un factor compensador a favor de la equidad. Es
un concepto instrumental que el juez sólo lo utiliza cuando se ha

150
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

comprobado, a posteriori, que el trazo inicial de la línea equidistan-


te no produce un resultado de equidad. Como señala Robert Kolb:
“Las circunstancias especiales constituyen una noción dependiente
y correctora; son el alter ego de la equidistancia”149. Su origen es
convencional (Convención sobre Derecho del Mar 1958).

Por su parte, las circunstancias pertinentes designan un con-


junto amplio de factores o elementos de hecho y de derecho que la
Corte o los tribunales arbitrales pueden tener en cuenta con la fina-
lidad que la delimitación marítima pueda conducir a un resultado
equitativo. Mientras que las circunstancias especiales, de naturale-
za geográfica siempre actúan a posteriori como una expresión de la
equidad correctora; las circunstancias pertinentes – cuya naturaleza
puede ser muy amplia- actúan a priori en relación a la línea de de-
limitación a establecerse. Forman parte de los elementos de hecho
y de derecho que el juez evalúa en la búsqueda de una delimitación
marítima que produzca equidad. Si las circunstancias especiales se
alinean en la visión de la equidad correctora o compensadora, las
circunstancias pertinentes se inscriben en una concepción autóno-
ma de la equidad.

Más allá de esta distinción entre circunstancias especiales


y circunstancias pertinentes al haber establecido la Corte que la
equidistancia no constituye una obligación jurídica derivada ni de la
norma convencional ni de la norma consuetudinaria, ya que siem-
pre debe estar subordinada al fin teleológico de obtener el resulta-
do de equidad, se constata a través de la jurisprudencia de la Corte
un proceso de acercamiento de uno y otro concepto, especialmen-
te en relación a la delimitación del mar territorial que no necesa-
riamente se hace a través de la equidistancia y a la utilización de la
equidistancia como una primera opción para trazar los límites en la
plataforma continental y en la zona económica exclusiva.

149 Robert Kolb, Jurisprudence sur les Délimitations Maritimes selon l´équité, Martinus Nijhoff Publishers,
La Haya, 2003, p. 459.

151
La Soberanía marítima deL Perú

En el caso específico de la controversia peruano-chilena por


las características simples del medio geográfico, la inexistencia de
islas y la funcionalidad que presenta la línea de la equidistancia
para producir un resultado de equidad, la dicotomía equidistancia-
circunstancias especiales y principios equitativos-circunstancias
pertinentes, en principio no tiene mayor complejidad en su aplica-
ción para el establecimiento de los límites en el mar territorial, la
zona económica exclusiva y la plataforma continental.

En ese sentido, la aplicación de la regla equidistancia-circuns-


tancias especiales para delimitar el mar territorial entre Chile y el
Perú no parece presentar mayores complejidades para el trazo y la
confirmación de una línea equidistante, pues como se ha señala-
do, en el ángulo obtuso que forman las costas de los dos países no
existen accidentes geográficos que puedan implicar un resultado
inequitativo por la aplicación de la línea de la equidistancia.

En el caso de la plataforma continental y la zona económica


exclusiva, tampoco existen circunstancias pertinentes de carácter
geográfico o geomorfológico que puedan complicar el trazo de una
línea equidistante. Sí es posible que en el curso del proceso surja a
la atención de los jueces circunstancias pertinentes de naturaleza
no geográfica, como podría ser la consideración de la pequeña zona
de permisión establecida por el Convenio de 1954.

En líneas generales, el derecho aplicable por la Corte a la so-


lución del caso peruano-chileno, conforme a la jurisprudencia de la
Corte, será para el mar territorial la regla consuetudinaria equidis-
tancia-circunstancias especiales y para la zona económica exclusiva
y la plataforma continental la norma también consuetudinaria prin-
cipios equitativos- circunstancias pertinentes.

7.4. El desarrollo del proceso judicial

El gobierno del Perú inició el proceso judicial al interponer, el


16 de enero de 2008, una demanda contra Chile en la Corte In-

152
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

ternacional de Justicia. Como ya se ha indicado en la demanda el


Perú sostiene que “las zonas marítimas entre Chile y el Perú nunca
han sido delimitadas, ni por vía convencional ni de ninguna otra
manera” 150, en función de ello la demanda peruana solicita a la
Corte que decida el trazo de la frontera entre las zonas marítimas
de los dos Estados conforme al derecho internacional y que, adi-
cionalmente, la Corte establezca que el Perú posee derechos de
soberanía exclusiva en la zona marítima situada dentro del límite
de 200 millas marinas de su costa y que se encuentra fuera de la
zona económica exclusiva y de la plataforma continental de Chile.

La demanda peruana fundamenta la competencia de la Corte


en el artículo XXXI del Tratado americano de soluciones pacíficas
(Pacto de Bogotá, del 30 de abril de 1948), el mismo que ha sido
suscrito por los dos países y respecto del cual ninguno de los dos
Estados ha formulado reservas vigentes.

El procesamiento de la demanda del Perú y el desarrollo del


proceso judicial se rigen por las normas procesales contenidas en
el estatuto de la Corte y por sus reglas específicas de procedimiento.

En aplicación de estas reglas la presidenta de la Corte Inter-


nacional de Justicia, juez Rosalyn Higgins, convocó, el 14 de mar-
zo de 2008, a una reunión con los agentes de las dos partes151. En
esa oportunidad se intercambiaron opiniones entre los agentes del
Perú y Chile y la presidencia sobre los plazos para la presentación
de los recursos. Con base a ese intercambio de opiniones y parece-
res, la Corte, a través de la ordenanza N° 137 del 31 de marzo de
2008, fijó los plazos para la presentación de los recursos correspon-
dientes al procedimiento escrito. Para la presentación de la memo-
ria del Perú se fijó como fecha límite el 20 de marzo de 2009, para

150 CIJ, comunicado de prensa N° 2008/1, 16 de enero de 2008.

151 El gobierno del Perú ha designado como agente al embajador Alan Wagner y como co-agente al em-
bajador Jorge Chávez Soto; la República de Chile ha designado como agente al embajador M. A. Van
Klaveren Stork y como co-agentes a los embajadores María Teresa Infante y M. Juan Martabit.

153
La Soberanía marítima deL Perú

la presentación de la contra memoria de Chile se estableció como


plazo máximo el 9 de marzo de 2010.

El gobierno del Perú ha cumplido con presentar la memoria


correspondiente dentro del plazo fijado por la Corte (19 de marzo
de 2009); una vez que Chile haya presentado su contra memoria
dentro del plazo indicado, la Corte realizará una consulta con los
agentes de uno y otro país para establecer si está en su interés pre-
sentar una réplica y una dúplica. La lógica procesal indica que se
presentarán ambos documentos, luego de lo cual culminará la fase
del procedimiento escrito.

Las piezas de este procedimiento, especialmente la memoria


y la contra memoria, deben contener los fundamentos de hecho
y de derecho en que las partes fundan sus pretensiones. Se trata
de una argumentación muy detallada en cuya parte final las partes
deben precisar sus conclusiones. Estas no son una síntesis ni el co-
rolario de los argumentos de hecho y de derecho sino un enunciado
concreto, preciso y directo de lo que una parte demanda a la Corte
que decida. El procedimiento escrito no es secreto, el secretismo
es ajeno a la administración de justicia entre los Estados y en los
tribunales internacionales. Sin embargo, a fin de asegurar la sereni-
dad del debate judicial, el procedimiento escrito tiene un carácter
confidencial. De todas formas, las piezas del procedimiento pue-
den, después de una consulta entre las partes, ser comunicadas
o entregadas a los Estados que forman parte de la Corte que las
hayan solicitado, conforme al artículo 53, párrafo 1 del reglamento.
Al respecto sostiene Couvreur: “De la misma manera, las piezas del
procedimiento pueden ser puestas a disposición de la prensa y del
público, luego de las consultas entre las partes, al momento de la
apertura del procedimiento oral (lo que es muy frecuente pues las
piezas son generalmente citadas en la fase oral) o posteriormente…
a este efecto son puestas a disposición en la sala de prensa de la bi-
blioteca del Palacio de la Paz, en el centro de prensa de La Haya, así
como en las bibliotecas o centros de información de las Naciones

154
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Unidas; ellas adicionalmente son publicadas, sin anexos, en el sitio


internet de la Corte”152.

Con posterioridad al estudio y análisis que los jueces realicen


de las piezas del procedimiento escrito (memoria, contra memoria,
réplica y dúplica), la Corte abrirá el procedimiento oral, lo que tiene
lugar usualmente unos meses después del cierre del procedimiento
escrito. Las audiencias del procedimiento oral son públicas. En ellas
los agentes, los consejeros y los asesores de ambos países exponen
sus respectivos alegatos, siguiendo la precedencia y el orden de
las piezas escritas. En esta fase las partes deben exhibir las pruebas
ante la Corte. Se trata de una fase decisiva en el proceso. La Corte
puede demandar a las partes pruebas adicionales o inclusive de-
cidir la presencia de peritos. En algunos casos está facultada para
realizar trabajos de verificación en el terreno. Una vez terminado
el procedimiento oral que puede durar entre seis u ocho meses, la
Corte inicia sus deliberaciones.

Esta fase deliberativa para construir, redactar y aceptar la sen-


tencia es quizás la más importante y sensible del proceso y está
regulada por una resolución adoptada por la Corte el 12 de abril de
1976. El procedimiento de deliberación, elaboración, redacción y
aprobación de la sentencia abarca cinco etapas básicas:

1) Una vez terminadas las audiencias en la Corte, casi de in-


mediato, se realiza una primera deliberación entre los jue-
ces con la finalidad de intercambiar puntos de vista genera-
les sobre la controversia. En esta etapa el presidente de la
Corte comunica por escrito a los demás jueces una relación
de asuntos o temas articulados que a su juicio son esencia-
les en el tratamiento de la disputa. Y se abre una discusión.
2) Se establece un plazo de algunas semanas para que cada
uno de los jueces pueda preparar una nota escrita con su

152 Philippe Couvreur, “Le Règlement juridictionnel”, en : Le processus de délimitation maritime. Etude
d´un cas fictif, Pedone, Monaco, 2003, p. 360.

155
La Soberanía marítima deL Perú

opinión sobre los asuntos esenciales del caso y sobre las


soluciones que a juicio de cada juez deberían propiciarse.
Las notas secretas se intercambian entre todos los jueces
que conforman la Corte.
3) Una vez que los jueces han estudiado las notas de sus co-
legas la Corte se vuelve a reunir en pleno para una nueva
deliberación, mucho más extensa que la primera, que pue-
de durar varios días. En estas sesiones cada juez expone su
punto de vista y responde a las interrogantes y preguntas
que los demás jueces puedan demandarle; el presidente
de Corte, al final de las deliberaciones, realiza una síntesis
de todas las intervenciones. Usualmente en esta instancia
ya se prefigura una tendencia bastante clara respecto de la
orientación de la decisión que adoptará la corte.
4) Terminado este proceso de deliberaciones y establecidos los
consensos básicos sobre la resolución de la controversia, se
nombra un comité de redacción de tres o cuatro miembros,
dos o tres elegidos por voto secreto entre aquellos jueces,
que participan de la opinión mayoritaria, el tercer o cuarto
miembro del comité es siempre el presidente de la Corte. El
comité redacta un primer pre proyecto de sentencia en in-
glés y en francés, cuyo texto se distribuye a todos los jueces
quienes en un plazo relativamente breve hacen llegar sus
sugerencias de modificaciones tanto en el fondo como en
la forma. El comité incorpora las modificaciones que estime
conveniente y redacta un proyecto de sentencia.
5) Luego que el comité de redacción ha debatido y perfec-
cionado el texto, con las sugerencias de los demás jueces,
prepara un proyecto consolidado y enmendado que se dis-
tribuye a todos los miembros de la Corte. Este proyecto en
una sesión del pleno se lee página por página, párrafo por
párrafo. En esta instancia todavía se hacen modificaciones
y se realizan dos lecturas del proyecto de sentencia. Una

156
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

vez que se ha culminado la revisión de la segunda lectura


se procede a votar el texto. Las decisiones de la Corte son
adoptadas por mayoría absoluta de los jueces presentes, en
caso de igualdad el voto del presidente es dirimente. Los
jueces que no concuerden con la sentencia en su conjunto
o con determinadas partes de la misma, tienen el derecho
de añadir al texto final sus opiniones disidentes “para una
exposición amplia de las reglas y prácticas del procedimien-
to jurisdiccional tanto en su fase escrita como en la oral”153.

En el desarrollo y presentación de los argumentos y pruebas


que sustenten la posición peruana, se debería, como objetivo prin-
cipal, demostrar que no existe establecido un límite marítimo en-
tre el Perú y Chile ni en tratados internacionales, ni a través de la
costumbre internacional, ni a través de obligaciones que se deriven
de la aquiescencia. Si la defensa peruana logra demostrar que no
existe una obligación jurídica que haya establecido el límite entre
los dos países, el juicio se habrá ganado.

En este orden de ideas la defensa jurídica del Perú debería, a


través de la memoria, la réplica y los alegatos del procedimiento
oral, establecer y probar que:

1. La Declaración de Santiago no establece método ni norma


delimitadora alguna entre el Perú y Chile.
2. El Convenio de 1954 es un tratado de naturaleza adminis-
trativa – no pesquero- que regula un régimen de exención
de sanciones a embarcaciones de pesca artesanal.
3. La referencia en el Convenio de 1954 a un límite pre exis-
tente por el paralelo “entre los dos países” se refiere a la
norma delimitadora contenida en el Art. IV de la Declara-
ción de Santiago que se aplica única y exclusivamente a la
frontera peruano-ecuatoriana, debido a la presencia de is-
las. En la hipótesis negada de otra interpretación, no pue-

153 Cf. Ibíd., pp. 350-388.

157
La Soberanía marítima deL Perú

de deducirse de esa frase el establecimiento de un límite


marítimo, conforme lo establece el derecho internacional
y la jurisprudencia de la Corte.
4. El Acuerdo de 1968, establecido por intercambio de notas
diplomáticas de ambos países, conforme al texto idéntico
de ambas notas, no se refiere al establecimiento de límite
marítimo alguno, sino a la construcción de faros de enfila-
ción para orientar a las pequeñas embarcaciones pesque-
ras con el fin de facilitar la ejecución del acuerdo adminis-
trativo de 1954. Consecuentemente, el informe técnico de
1968 y el Acta de 1969, que no son tratados internaciona-
les, sólo ejecutaron el mandato contenido en ese acuerdo.
5. No existió ni existe en el derecho internacional andino o
americano normas consuetudinarias de delimitación marí-
tima distintas a la costumbre general, y menos un derecho
consuetudinario regional que haya consagrado el paralelo
como límite entre los dos países.154 Tampoco se ha estable-

154 Según la Corte Internacional de Justicia, para que exista una norma de derecho consuetudinario tiene
que haberse consagrado una práctica con las siguientes características: “a) Una aceptación general
o universal. La actitud de los Estados no debe ser dudosa. La norma en cuestión debe ser general-
mente conocida y aceptada de manera expresa o tácita. Lo que conduce a pensar que la costumbre
internacional es obligatoria es el hecho de que expresa un consensus tacitus generalis, si no como
pacto tácito al menos como expresión de una convicción general. Para que nazca una costumbre in-
ternacional no es suficiente que una norma sea adoptada por varios estados en sus leyes nacionales,
en tratados o convenios o que sea aplicada en decisiones arbitrales: en el caso de que otros estados
adopten una regla distinta será inoponible al Estado que siempre se opuso a su aplicación (CIJ Re-
cueil, 1951, p. 131). La existencia de una tendencia mayoritaria, incluso su aceptación en un convenio
internacional, no significa que el convenio ha consagrado o cristalizado dicha regla en norma de
derecho consuetudinario (CIJ Recueil, 1969, p. 41). b) Una práctica uniforme. Para la formación de
una nueva regla de Derecho internacional es preciso que la práctica de los Estados, con inclusión de
los Estados especialmente interesados, haya sido en sustancia o prácticamente uniforme (CIJ Recueil,
1951, p. 25; id. pp. 116, 131; CIJ Recueil, 1969, p. 42) c) Una duración considerable. Es el tiempo el
que hace madurar una práctica y la transforma en costumbre. Los textos emplean los términos de
preascripta consuetudo per plurimos annos observata, diutirnis moribus introductum, etc. El Tribunal
ha admitido una cierta flexibilidad en el requisito relativo a la duración, pero solamente a condición
de que “la práctica de los Estados, con inclusión de la de los Estados especialmente interesados, haya
sido frecuente y prácticamente uniforme en el sentido de la disposición invocada se haya manifesta-
do de manera que establezca un reconocimiento general del hecho de que está operando una regla
jurídica o una obligación jurídica. (CIJ Recueil, 1969, pp. 43 y 45) d) La opinio juris. No sólo los actos
considerados deben poner de relieve una práctica constante sino que, por añadidura, deben ser
testimonio, por su naturaleza o la manera en que han sido aceptados, de la convicción de que esta
práctica se ha hecho obligatoria por la existencia de una regla jurídica… Los Estados… deben… pues,
tener el sentimiento de conformarse a lo que equivale a una obligación jurídica”. (CIJ Recueil, 1969,
p. 44) [CIJ Recueil, 1974, pp. 89-90]”.

158
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

cido límite alguno a través de la aquiescencia que supues-


tamente habría otorgado el estado peruano, aceptando
un hipotético límite por el paralelo a través de sus actos
propios.
6. El punto de partida del límite marítimo es el denominado
punto Concordia, aquel donde el mar converge con el te-
rritorio continental y no el del hito número uno, conforme
está establecido de manera indubitable en el Tratado de
1929, en las actas de la comisión demarcadora de límites y
en el acuerdo específico que los dos gobiernos adoptaron
-a iniciativa del gobierno de Chile- para solucionar el im-
pase que surgió sobre este asunto durante el proceso de
demarcación.
7. El espacio marítimo de 28 471Km que se encuentra fuera
del área de la controversia marítima, es dominio marítimo
del Perú conforme a la ley interna (Ley de líneas de base) y
el derecho internacional. Consecuentemente, la pretensión
de Chile de considerarlo “alta mar” sujeta a su tesis del mar
presencial, es ilícita y sin sustento jurídico.

Sustentados estos fundamentos jurídicos, las conclusiones de


la defensa peruana deberían contener las siguientes peticiones es-
pecíficas para que la Corte las incorpore en su sentencia:

1. Que se establezca el límite para el mar territorial aplicando


la norma “equidistancia-circunstancias especiales”, que en
la materia debe ser una línea equidistante.

2. Que para la plataforma continental y la zona económica


exclusiva se trace el límite marítimo aplicando la norma
“principios equitativos-circunstancias pertinentes”, que en
la materia debe hacerse a través de una línea equidistante.

3. Que la Corte defina que el punto de inicio del límite marí-


timo es el denominado “Concordia”, es decir aquel en el

159
La Soberanía marítima deL Perú

que converge el territorio con el mar, conforme a lo esta-


blecido en el Tratado de 1929 y sus instrumentos de ejecu-
ción.

4. Que la pretensión de Chile de considerar alta mar el es-


pacio marítimo de 28 471,86 Km2, ubicado fuera de su ju-
risdicción marítima, es ilícita conforme al derecho inter-
nacional y que, consecuentemente, dicha área es parte
del espacio oceánico en el que el Perú ejerce soberanía y
jurisdicción hasta las 200 millas.

7.5. El cumplimiento obligatorio de las sentencias de la Corte In-


ternacional de Justicia

La Corte Internacional de Justicia es el único tribunal interna-


cional que forma parte del sistema de paz y seguridad de las Nacio-
nes Unidas. Consecuentemente el cumplimiento de sus sentencias
no sólo se deriva de las disposiciones del estatuto de la Corte sino
que está garantizado por las normas e instituciones de las Naciones
Unidas, específicamente por el Consejo de Seguridad. Teniendo en
cuenta que el respeto a la integridad territorial de los Estados es
una norma imperativa del Derecho internacional, ius cogens, una
eventual actitud de rebeldía respecto de una sentencia que esta-
blezca límites territoriales o marítimos de los Estados, se encontra-
ría razonablemente incursa en violación de esta norma del derecho
imperativo. Constituiría también una violación del art. 94 de la Car-
ta de las Naciones Unidas, a través del cual todo Estado miembro
de la organización se compromete “… a cumplir la decisión de la
Corte Internacional de Justicia en todo litigio en que sea parte”155.

La Carta, adicionalmente, prevé la hipótesis de que un Estado


miembro se niegue a cumplir una sentencia. En ese caso, el inciso 2
del artículo 94 establece que “si una de las partes en un litigio deja-
re de cumplir las obligaciones que le imponga un fallo de la Corte,

155 Carta de las Naciones Unidas. Artículo 94.

160
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

la otra parte podrá recurrir al Consejo de Seguridad el cual podrá, si


lo cree necesario, hacer recomendaciones o medidas con el objeto
de que se lleve a efecto la ejecución del fallo”.156

Esta previsión ha sido consagrada, también, por el Tratado


Americano de Soluciones Pacíficas, Pacto de Bogotá, que constitu-
ye el instrumento jurídico a través del cual Chile y el Perú recono-
cieron la competencia de la Corte para resolver la controversia bajo
su competencia y jurisdicción. El articulo L establece que “(…) si
una de las Altas Partes contratantes dejare de cumplir las obligacio-
nes que le imponga un fallo de la Corte Internacional de Justicia o
un laudo arbitral la otra u otras partes interesadas, antes de recu-
rrir al Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas, promoverá una
Reunión de consulta de Ministros de Relaciones Exteriores a fin de
que acuerden las medidas que convenga tomar para que se ejecute
la decisión judicial o arbitral”157.

El Pacto de Bogotá establece de esta manera una instancia


previa de carácter regional antes de recurrir al Consejo de Seguri-
dad para obligar a la ejecución del fallo.

156 Carta de las Naciones Unidas. Artículo 94.2.

157 Cf. Pacto de Bogotá, 1948, artículo L.

161
La Soberanía marítima deL Perú

IV. PrIncIPIoS Y norMAS dEl dErEcHo IntErnAcIonAl dE lA


dElIMItAcIón MArÍtIMA

1. El tÍtulo JurÍdIco dE loS EStAdoS SoBrE El MAr AdYA-


CENTE A SUS COSTAS: EL PRINCIPIO DE LA ADYACENCIA (LA
tIErrA doMInA Al MAr)

A diferencia del derecho de la delimitación territorial, en la de-


limitación marítima el titulo no se adquiere en función de determi-
nadas y plurales fuentes de atribución. El titulo de soberanía de los
estados sobre el mar adyacente a sus costas se obtiene ipso iure.
Se deriva del sólo hecho que un estado posea mar adyacente a sus
costas. Ese título no hay que probarlo ni exhibirlo. Su sustento es la
soberanía estatal sobre el territorio terrestre que se prolonga sobre
el mar adyacente a las costas. No es el territorio como realidad fí-
sica y geográfica el que otorga el título, sino la soberanía territorial
como hecho jurídico. Ello se deriva de la aplicación del principio
“tierra domina al mar” o en una formulación de mayor rigor técnico
jurídico “principio de adyacencia”. 158 El título jurídico de todos los
estados con litoral sobre el mar adyacente a sus costas se sustenta
única y exclusivamente en el principio de adyacencia, no existen
otras fuentes de atribución del título de soberanía.

La Corte lo reconoció en su sentencia del 18 de diciembre de


1951, en el asunto referido a las pesquerías anglo -noruegas: “ es
la tierra que confiere al Estado ribereño el derecho sobre las aguas

158 Cf. Manuel Rodríguez Cuadros, Delimitación Marítima con Equidad: El Caso de Perú y Chile, Editorial
Peisa, Lima, 2007, pp. 55-58.

162
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

que bañan sus costas”159. Esta jurisprudencia fue confirmada y ela-


borada con mayor rigor en la sentencia del 20 de febrero de 1969,
en el asunto del Mar del Norte: “ el derecho del estado ribereño
sobre su plataforma continental tiene por fundamento la sobera-
nía que él ejerce sobre su territorio”.160 El principio “la tierra domi-
na al mar” o principio de adyacencia como título del Estado sobre
el mar no tiene un fundamento geográfico, sino jurídico. Como
ha señalado la Corte Internacional de Justicia, la tierra es la fuente
jurídica de los poderes que un estado puede ejercer sobre las pro-
longaciones marítimas,161 o, dicho en otras palabras, “es la tierra
la que confiere al estado ribereño el derecho sobre las aguas que
bañan sus costas”.162 La Corte Internacional de Justicia ha afirmado
y reiterado este principio en diversas ocasiones.163

En la sentencia del caso Nicaragua c. Honduras, la Corte reite-


ró que “la situación del espacio terrestre es la que ha de ser tomada
como punto de partida para la determinación de los derechos ma-
rítimos de un Estado ribereño. Conforme al párrafo 2 del artículo
121 de la Convención sobre el Derecho del Mar de 1982, que refleja
el Derecho internacional consuetudinario, las islas, sea cual sea su
extensión poseen, a este respecto, el mismo status y, por lo tanto,
engendran los mismos derechos marítimos, que cualquier otro es-
pacio terrestre”.164

159 CIJ, Recueil, 1951, p. 133.

160 CIJ, Recueil, 1969, p. 29.

161 Cf. CIJ, sentencia del 20 de febrero de 1969, asunto sobre la Plataforma Continental del Mar del Nor-
te, Recueil des arrêts, 1969, párr. 96.

162 CIJ, sentencia en el asunto de las pesquerías (Reino Unido c. Noruega), 18 de diciembre de 1951, p.
133.

163 Cf. CIJ, La Plataforma continental del Mar del Norte (República Federal de Alemania contra Dinamar-
ca; República Federal de Alemania contra Países Bajos), la Plataforma continental del Mar de Egeo
(Grecia contra Turquía), Delimitación marítima y cuestiones territoriales entre Qatar y Bahrein (Qatar
contra Bahrein).

164 Cf. CIJ, Reports, 2007. parr. 113.

163
La Soberanía marítima deL Perú

Es la soberanía del estado sobre su territorio la que se extien-


de sobre el mar adyacente. No se trata del hecho físico, en el sen-
tido de que la masa de tierra determine la soberanía sobre el mar,
sino de una realidad jurídica. La soberanía que se ejerce sobre el te-
rritorio se proyecta hacia el mar adyacente. La Corte ha definido la
naturaleza jurídica del principio “la tierra domina al mar”, al señalar
que es en razón de la soberanía del estado sobre el territorio que
los derechos de explotación y exploración sobre la plataforma con-
tinental se pueden adjudicar al propio estado ipso jure en virtud del
Derecho internacional. La Corte ha sido elocuente al agregar que
los derechos sobre la plataforma continental son, desde el punto de
vista jurídico, a la vez una emanación de la soberanía territorial del
estado ribereño y una derivación automática de ella.165

Todos los estados con costas marítimas tienen de esta manera


un título perfeccionado sobre el mar adyacente a sus costas. Asun-
to distinto es la extensión de ese mar, es decir sus límites, hacia la
alta mar y en relación a los estados vecinos que se encuentren al
frente o en adyacencia a sus costas. Los límites hacia la alta mar
han sido finalmente consagrados por la Convención de las Nacio-
nes Unidas sobre el Derecho del Mar, de 1982, que en términos
generales reconoce tres espacios básicos: el mar territorial hasta 12
millas, la zona económica exclusiva hasta 200 millas y la plataforma
continental mínimo hasta 200 millas. Los límites respecto de los
estados vecinos en la medida que no exista superposición de las
aguas de una y otra soberanía no presentan problemas de delimi-
tación. Solo cuando las proyecciones marítimas de países vecinos
situados frente a frente o en adyacencia se superponen, es necesa-
rio proceder a una negociación o a una decisión jurisdiccional para
delimitar. La determinación de los principios o criterios, normas y
métodos jurídicos para proceder a dicha delimitación es el objeto
del Derecho Internacional de la delimitación marítima. Estas es una
primera cuestión que estimo importante retener.

165 Cf. CIJ, Recueil, 1969.

164
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Se define la delimitación marítima como el acto a través del


cual se resuelve conforme al derecho internacional la superposi-
ción de las proyecciones marítimas de dos estados que se encuen-
tran frente a frente o en situación de adyacencia, dividiendo la zona
de superposición en función de la equidad de resultados. La deter-
minación de los criterios, principios y métodos aplicables para di-
vidir la zona de superposición a través de una solución jurídica que
excluye el ex aqueo buono es la materia del Derecho Internacional
de la Delimitación Marítima y la fuente material y jurídica del papel
que en esta rama del derecho tiene la equidad, específicamente la
equidad infra legem.

Al tratarse de la división de espacios marinos respecto de


los cuales los estados en litigio tienen el mismo título jurídico, la
delimitación excluye la posibilidad de otorgar todos los espacios en
cuestión a uno u otro de los estados que están en controversia. El o
los espacios deben ser divididos con equidad. Por eso, la delimita-
ción marítima puede definirse como “el proceso de partición equi-
tativa del solapamiento entre las áreas marítimas de dos estados
que se encuentran frente a frente o que tienen límites laterales”.166
Como recuerda Eloy Ruiloba García: “Desde la aparición de las pri-
meras delimitaciones marítimas los Estados siempre han intentado
dividir o repartir los recursos en liza de la forma más justa y equita-
tiva posible. De igual modo la doctrina siempre ha tenido presente
la idea de la delimitación equitativa”.167

En todo proceso de delimitación marítima se anteponen o


confrontan dos títulos legítimos y de igual valor. Por esa razón la
delimitación ab initio supone dividir la zona de superposición. El
asunto clave está en cómo dividir esa zona, en función de qué crite-
rios y en razón de qué resultados a esperar.

166 Manuel Rodríguez Cuadros, ob. cit. p. 58.

167 Eloy Ruiloba García, Circunstancias especiales y equidad en la delimitación de los Espacios Maríti-
mos, Real Instituto de Estudios Europeos, Zaragoza, 2001, p 64.

165
La Soberanía marítima deL Perú

En torno a estas cuestiones gira la complejidad del derecho de


la delimitación marítima, el desarrollo de sus normas convenciona-
les y de sus reglas consuetudinarias, tributarias esencialmente –an-
tes que de la conducta directa de los estados- de las sentencias de
tribunales arbitrales y de la Corte, es decir, de la jurisprudencia, y la
aceptación de esta por parte de los estados. De esta realidad surge
otra característica del derecho de la delimitación marítima, su na-
turaleza esencialmente consuetudinaria, de base jurisprudencial.

El principio de adyacencia es también la base jurídica de la


evolución del concepto de plataforma continental que ha evolu-
cionado de una acepción geomorfológica a una noción jurídica, al
incorporar en su definición el criterio de la distancia para definir
su extensión. Por el principio “la tierra domina al mar”, los Estados,
aun aquellos cuya prolongación marina de su territorio continental
es inexistente o casi inexistente como el Perú, Chile y Ecuador, po-
seen derechos de soberanía y jurisdicción sobre el suelo y subsuelo
adyacente a sus costas hasta una distancia de 200 millas. La nueva
acepción de la noción de plataforma continental, reconocida en la
Convención del Mar de 1982 y en el derecho consuetudinario, in-
corpora en la noción de plataforma continental su realidad geomor-
fológica y al mismo tiempo, el criterio jurídico de la distancia: “La
plataforma continental de un Estado ribereño comprende el lecho
y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá
de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de
su territorio hasta el borde exterior del margen continental, o bien
hasta una distancia de 200 millas marinas contadas desde las líneas
de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial,
en los casos en que el borde exterior del margen continental no
llegue a esa distancia”.168

168 Cf. art. 76 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, El Derecho del Mar,
Naciones Unidas, Nueva York, 1984, p. 50.

166
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El Perú es uno de los países que prácticamente no tiene pla-


taforma continental por la conformación geomorfológica de sus
costas. Si se hubiese mantenido el viejo concepto físico de la pla-
taforma continental, el Perú y otros países no tendrían soberanía
y jurisdicción sobre el lecho y el subsuelo del mar adyacente a sus
costas. La nueva noción incorporada por el derecho convencional
y consuetudinario que ya no define la plataforma continental en
función de su realidad geomorfológica sino con base al criterio ju-
rídico de la distancia hasta las doscientas millas, pone en igualdad
de condiciones a aquellos países que poseen amplias plataformas
continentales y aquellos que no las tienen o que su extensión es
muy corta.

El régimen de soberanía y jurisdicción que ejercen los Estados


sobre el mar adyacente a sus costas es distinto al que regula las
aguas interiores del Estado, pues estas se reputan parte del territo-
rio estatal. Las aguas interiores son aquellos espacios marinos que
se encuentran en el interior de la línea de base del mar territorial.
En las aguas interiores169 el régimen de soberanía y jurisdicción es
igual al de la soberanía territorial. En ellas el estado ribereño ejer-
ce sin limitaciones sus derechos soberanos y puede prohibir o im-
pedir, consecuentemente, que barcos extranjeros ingresen en esa
zona, con la sola excepción de situaciones de emergencia en caso
de accidentes. Este es justamente el elemento diferencial con el
mar territorial. En las aguas interiores el estado puede “rehusar el
acceso (…) a los buques extranjeros excepto en caso de peligro, en
tanto que en el mar territorial los buques extranjeros gozan de un
derecho de paso inocente que comprende también parar o anclar si
la navegación, un peligro o fuerza mayor así lo exigiere”.170

169 En las aguas interiores el estado ejerce soberanía absoluta en los mismos términos que en el territo-
rio, por consiguiente no hay paso inocente.

170 Manuel Diez de Velasco, Instituciones del Derecho Internacional Público, t. I. Tecnos, Madrid, 2007, p.
420.

167
La Soberanía marítima deL Perú

La regulación jurídica de las aguas interiores es un asunto que


compete exclusivamente a las leyes internas. Estas características
esenciales diferencian el régimen jurídico de las aguas interiores
del correspondiente al mar territorial que está sujeto a la aplicación
del principio de paso inocente.

El establecimiento de los límites de las aguas interiores es un


acto de derecho interno que debe ser compatible con las reglas del
derecho internacional en materia de fijación de las líneas de ba-
se.171 Se trazan a través de la fijación de estas que, normalmente
–en la medida en que no existan accidentes geográficos muy no-
torios–, pueden corresponder a las líneas normales de bajamar y a
líneas rectas, cuando la geografía y las características de las costas
así lo determinen.

2. EVolucIón JurÍdIcA dE lA EXtEnSIón dE loS ESPAcIoS


MArInoS BAJo lA JurISdIccIón Y SoBErAnÍA dE loS
ESTADOS: DE LAS 3 MILLAS A LAS 200 MILLAS. EL LÍMITE
EXtErIor dEl MAr AdYAcEntE A lAS coStAS

El límite exterior del mar adyacente a las costas se define


como los confines del espacio marítimo del Estado en dirección a la
alta mar. El límite exterior de 200 millas recién ha sido reconocido
por el derecho internacional a partir del año 1982, con la subscrip-
ción y posterior entrada en vigor de la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar. Ello ha sido producto de tres dé-
cadas de reclamaciones, reivindicaciones y negociaciones, impul-
sadas esencialmente por los países en desarrollo, particularmente
por el Perú, Chile, Ecuador y Colombia, que con su acción diplomá-
tica concertada cambiaron profundamente las normas consuetudi-
narias y las nociones jurídicas que prevalecieron sobre el Derecho
del mar durante 500 años. Desde el Siglo XV hasta iniciado el siglo

171 La línea de base es aquella desde la cual se mide la extensión del mar territorial y las demás áreas
marítimas sometidas a la soberanía y jurisdicción del estado. La línea de base separa el mar territorial
de las aguas interiores.

168
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

XX el concepto de mar territorial, el único espacio reconocido a la


época por el derecho internacional, estaba referido a la defensa y
a la seguridad de las costas de los Estados. Era prácticamente un
concepto de la defensa. Una noción del derecho de la guerra. Es
cierto que en el siglo XIV hubo jurisconsultos como Bartolo de
Saxoferrato que fijaron una extensión de cien millas para las aguas
territoriales172, pero esta extensión que estaba más allá de toda po-
sibilidad de la defensa en esa época no dejaba de tener, aun en los
medios académicos, una inspiración preventiva del conflicto.

En el siglo XVII, a partir de 1609, con la publicación del Mare


Liberum de Grotius se inicia el debate histórico sobre la libertad de
los mares. A Grotius se le oponen juristas como John Selden, autor
de Mare Clausum sive de Dominio Maris (1618), que postulaban
que el mar podía ser apropiado por los Estados de la misma manera
que el territorio. Como producto de este enfrentamiento de ideas,
tesis y doctrinas sobre el régimen del alta mar, se impuso como
regla universal el principio de la libertad de los mares y por ende el
de la libre navegación tanto en el pensamiento jurídico como en la
conducta de los Estados.

En este contexto el mar territorial se asimiló a una suerte de


prolongación submarina del territorio para los ya mencionados fi-
nes de defensa militar.

El pensamiento prevaleciente a partir del siglo XVIII fue el de


definir su extensión hasta tres millas que conforme al alcance de la
artillería de la época era la distancia a la que podía llegar la bala de
un cañón. El Tratado de derecho internacional Público de Pasquale
Fiore, refleja bien esta concepción que prevaleció hasta inicios del
siglo XX: “El carácter jurídico que distingue al que llamamos mar
territorial del de alta mar es la posibilidad física de ser poseído, y
la extensión del mismo está determinada por la posibilidad de la

172 Cf. Hildebrando Accioly, Tratado de Derecho Internacional, Imprensa nacional, Río de Janeiro, 1946,
p. 100.

169
La Soberanía marítima deL Perú

posesión efectiva, siendo la mejor regla respecto de ese punto la


que da Bynkersoeck: terrae potestas finutur ubi finitur armorum
vis. Cualquier otro criterio para fijar la extensión del mar territo-
rial carecería de razón de ser. En efecto, cuando se considera que
el interés principal y exclusivo de poseer una parte del mar es la
necesidad de la defensa, cesa aquel donde cesa el peligro de ser
ofendido”173.

A partir de esta premisa, Fiore precisa la convención general


de la época respecto a la extensión del mar territorial: “ En tal es-
tado de cosas, deseando proponer una regla que pueda servir de
guía en la práctica, nos asociamos a la opinión expuesta por Calvo
cuando dice que, hasta que no se haya establecido respecto de la
extensión de la frontera marítima otra cosa en contrario y no se
haya tomado una decisión sancionada por la mayoría de los Esta-
dos, la demarcación de tres millas marinas constituye, bajo el pun-
to de vista internacional, una regla fija que debe ser observada y
respetada”174.

Independientemente que la regla no se haya aplicado unifor-


memente, la regla de las tres millas era la concepción dominante
del derecho internacional durante los siglos XVII, XVIII, XIX y las pri-
meras décadas del siglo XX. De esta manera el régimen jurídico del
mar en relación al mar territorial se sustentaba en una concepción
de defensa militar y el del alta mar respondía al principio general
de la libertad de los mares. Ambas instituciones estaban concebi-
das en función de los intereses estratégicos y comerciales de las
grandes potencias.

La aplicación práctica de este régimen implicaba, en la paz, la


capacidad de circulación y explotación de los recursos del mar sin
restricción, salvo el respeto a las tres millas de mar territorial que el

173 Pasquale Fiore, Tratado de Derecho Internacional Público, Madrid, Centro Editorial de Góngora, 1894,
p. 222.

174 Ídem, p. 223.

170
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

derecho internacional consuetudinario de la época reconocía. En la


guerra, significaba una amplia libertad de desplazamientos estraté-
gicos. Durante varios siglos el comercio libre y el despliegue de las
fuerzas navales se confundieron en la expansión comercial y militar
de las grandes potencias.

A inicios del siglo XX se impulsó un intento de celebrar acuer-


dos multilaterales que regulasen la relación entre el régimen de li-
bertad de los mares y la competencia y jurisdicción de los estados
en las aguas adyacentes a sus costas. Con el auspicio de la Sociedad
de Naciones, tuvo lugar, en 1930, la Conferencia de La Haya sobre
Codificación del derecho internacional, que entre los puntos de su
agenda trató de establecer un consenso sobre la extensión del mar
territorial. Muchos estados estaban en desacuerdo con la prácti-
ca consuetudinaria de un mar territorial de tres millas y deseaban
ampliarlo a doce. La conferencia obtuvo una definición del mar te-
rritorial y reconoció los espacios de las aguas interiores y una zona
contigua como ámbitos sometidos a la soberanía de los estados.
Sin embargo, no pudo obtener un acuerdo sobre la extensión del
mar territorial y la zona contigua.175 Como recuerda Pastor Ridrue-
jo, “(…) la conferencia no pudo alcanzar este objetivo aunque cabe
considerar que, a partir de ella, la reducida extensión del mar te-
rritorial –tres millas náuticas–, impuesta por las grandes potencias
marítimas, perdió el carácter de norma indiscutida”.176 En realidad,
durante la conferencia solo tres países defendieron de manera con-
sistente la regla de las tres millas: los Estados Unidos, el Japón y la
Gran Bretaña.

Entre 1947 y 1957 el Derecho internacional de la delimitación


marítima tenía un desarrollo incipiente; estaba aún en la primera
fase de su formación. No existían normas convencionales sustanti-

175 Sobre la extensión del mar territorial en la Conferencia de La Haya de 1930 cf. Enrique Ferrer Vieyra,
La extensión del mar territorial, según la conferencia de La Haya de 1930 y de Ginebra de 1958, Uni-
versidad Nacional de Córdoba, 1960.

176 José Antonio Pastor Ridruejo, Curso de Derecho Internacional, Tecnos, Madrid, 1998.

171
La Soberanía marítima deL Perú

vas y el derecho consuetudinario sólo reconocía la soberanía de los


estados sobre el mar territorial hasta una distancia de tres millas, y
empezaba a hacerlo sobre el zócalo continental hasta la distancia
de su prolongación morfológica. Las plurales experiencias prácticas
de los estados, que eran poco aisladas para la delimitación maríti-
ma, se inspiraban en cuatro métodos de delimitación: el trazo del
límite de la línea media, la línea perpendicular que siguiese la direc-
ción general de la costa, la prolongación de la frontera terrestre y la
línea perpendicular a la costa en el lugar donde la frontera terrestre
llegase al mar. En algunos casos aislados se utilizó el método del
paralelo, pero en circunstancias especiales de la configuración de
las costas donde no se producía un resultado no equitativo.

En 1930 tuvo lugar un primer intento para obtener normas


convencionales de aplicación general sobre el derecho del mar, con
la convocatoria de la Conferencia de La Haya para la codificación
del derecho internacional. En la agenda se incorporó el tema del
mar territorial y su extensión. La Conferencia, pese a lograr avances
conceptuales en el debate y el desarrollo de sus trabajos sobre la
naturaleza del mar territorial, no pudo concretar ningún resultado
por la falta de acuerdo para definir su extensión.177

El derecho internacional consuetudinario continuaba reco-


nociendo la extensión del mar territorial sólo hasta una distancia
de tres millas, independientemente del surgimiento de posiciones
favorables a su ampliación. Ni la zona contigua ni la plataforma con-
tinental estaban incorporadas a las instituciones del derecho inter-
nacional general. En 1942 Venezuela y Gran Bretaña suscribieron
un convenio que bien podría ser el primero en la historia que se
refiere a la plataforma continental. A través de este instrumento
ambos países se reconocieron derechos jurisdiccionales sobre los
fondos marinos adyacentes (plataforma continental) al Golfo de

177 Sobre los acuerdos de la Conferencia de 1930 y un análisis crítico de sus trabajos, cf. Gidel, G., Le droit
international public de la mer, 3 vols., París, Librairie E. Duchemin, 1981.

172
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Paria, estableciendo su anchura en 35 millas y una longitud de 70


millas, comprendiendo “el lecho del mar y subsuelo fuera de las
aguas territoriales.”178

Los problemas derivados de las actividades pesqueras de las


flotas extranjeras de gran volumen, especialmente del salmón y del
atún, así como de la caza indiscriminada de la ballena al inicio de
la década de los 40, no sólo afectaban a los países del Pacífico Sur,
sino también a Estados Unidos. En la bahía de Bristol (Alaska) se
venían produciendo enormes capturas de salmón por embarcacio-
nes extranjeras que no solamente perjudicaban de manera consi-
derable a la economía estadounidense, sino que también ponían en
riesgo la preservación de la especie.

Como una medida de defensa de los intereses económicos


pesqueros de Estados Unidos, el presidente Harry Truman aprobó
dos proclamas el 28 de setiembre de 1945: una sobre los derechos
de jurisdicción sobre la plataforma continental (Proclama 2667) y
otra relativa a la regulación y el control de la pesca en las zonas de
conservación (Proclama 2668).179 En lo concerniente a la platafor-
ma continental, la Declaración Truman establece que “(…) el Go-
bierno de los Estados Unidos considera los recursos naturales del
subsuelo, el fondo del mar y la Plataforma Continental por debajo
del alta mar próxima a las costas de los Estados Unidos, como per-
tenecientes a éstos y sometidos a su jurisdicción y control”.180Esta
reivindicación de derechos de soberanía y jurisdicción fue efectua-
da bajo el principio de reciprocidad, razón por la cual el gobierno
de los Estados Unidos pasó a reconocer iguales derechos a terceros
estados.

178 Cf. Alberto Ulloa, Derecho internacional Público, Ediciones Iberoamericanas, S.A. Madrid, 1959, pp.
545-546.

179 Harry Truman, proclamas del 28 de setiembre de 1945, Nº 2667, sobre los recursos naturales del sub-
suelo y el lecho marino de la plataforma continental; y Nº 2668, sobre la conservación y protección
de los recursos pesqueros.

180 Cf. Alberto Ulloa, “El Régimen jurídico del mar”, en Revista Peruana de Derecho Internacional, Nº 51,
p. 42.

173
La Soberanía marítima deL Perú

La proclamación tuvo un impacto muy grande en la evolución


del derecho del mar de la época y en la aprobación de declaracio-
nes unilaterales similares o aún más audaces, como la que hicieran
dos años después los países sudamericanos del Pacífico Sur. La Pro-
clama Truman utilizó un lenguaje muy cuidadoso para asegurar su
objetivo económico y minero-energético sin colisionar de manera
frontal con el derecho internacional vigente a la época, razón por la
cual no estableció soberanía sobre la columna de agua.

La Proclama Truman incentivó las corrientes que cuestionaban


las instituciones clásicas del Derecho Internacional del Mar que ya
existían en América Latina. México Argentina y Panamá aprobaron
declaraciones similares casi de inmediato.181

Sin embargo, el verdadero impulso que inició el proceso de


cambio del derecho internacional del mar provino de las iniciativas
del Perú y Chile en 1947. Ambos países aprobaron sendos decretos
que, por primera vez en la historia, reivindicaron la soberanía y ju-
risdicción exclusivas sobre las columnas de aguas oceánicas hasta
una distancia de 200 millas, incluidos el suelo y el subsuelo, con
la finalidad de preservar, proteger y explotar sus recursos marinos
renovables y no renovables.

Las proclamaciones del Perú y Chile sobre la soberanía y juris-


dicción de sus Estados sobre el zócalo continental, el mar adyacen-
te a sus costas, incluidos el suelo y el subsuelo, tuvieron un impacto
significativo en la época. Jean-Marc Hoeffel lo ha sintetizado al se-
ñalar que el Perú, al extender su zona de soberanía y jurisdicción
nacional hasta las 200 millas, actuó como un país pionero que abrió
desde 1947 el camino para la contestación de las reglas del dere-
cho del mar: “En étendant sa ‘zone de souveraineté et de jurisdic-

181 La declaración mexicana de octubre de 1945 reivindicó derechos de jurisdicción sobre toda la Pla-
taforma Continental adyacente a las costas de México, el decreto argentino de octubre de 1946, un
año posterior, proclamó la soberanía sobre el mar epicontinental y el zócalo continental argentino. La
reivindicación panameña se incluyó en la Constitución aprobada el 1 de marzo de 1946, asimilando la
plataforma continental al régimen del territorio nacional.

174
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

tion nacionales’ à 200 milles, le Pérou faisait oeuvre de pionnier en


ouvrant, dès 1947, la voie à la contestation des règles du droit de
la mer. Même si par la suite la position péruvienne n’a pas toujours
servi de modèle aux Etats qui ont étendu leur souveraineté ma-
ritime au-delà des 12 milles, les motivations avancées par le Pé-
rou allaient souvent être reprises par ces Etats. Ainsi, lors des deux
Conférences de Genève sur le droit de la mer en 1958 et 1960, la
plupart des Etats du Tiers-monde épousèrent en grande partie les
conceptions énoncées dans le décret péruvien”.182 [Al extender su
zona de soberanía y de jurisdicción nacionales a 200 millas, el Perú
desempeñaba el papel de pionero al abrir, desde 1947, el camino
para el cuestionamiento de las reglas del derecho del mar. Aunque
posteriormente la posición peruana no sirvió siempre de modelo a
los estados que extendieron su soberanía marítima más allá de las
12 millas, los argumentos expuestos por el Perú fueron retomados
a menudo por estos estados. De esta manera, luego de las dos Con-
ferencias de Ginebra sobre el derecho del mar de 1958 y 1960, la
mayoría de los estados del Tercer Mundo adoptaron en gran parte
las concepciones enunciadas en el decreto peruano183.]

Lo importante de la declaración de Chile y del decreto perua-


no, desde la perspectiva de la evolución del derecho aplicado a la
delimitación marítima, son sus disposiciones sobre el espacio oceá-
nico sujeto a la soberanía y jurisdicción del Estado, es decir, sobre el
límite exterior del área marítima adyacente a sus costas. Contesta-
ban el derecho internacional vigente, que de manera general sólo
reconocía soberanía y jurisdicción sobre un mar territorial de tres
millas. A la época, si bien es cierto que ya se había entronizado en
el debate doctrinario la cuestión de la plataforma continental, así
como el ejercicio de derechos de aduanas y policía en una zona de

182 Jean-Marc Hoeffel, La Zone Maritime Péruvienne de “Souveraineté et de Juridiction Nationales”, Ex-
trait de la Revue Générale de Droit International Public,Avril-Juin 1975-Nº 2, Edition A. Pedone, París,
1975, pp.4-5.

183 Traducción del autor.

175
La Soberanía marítima deL Perú

la alta mar que empezaba a denominarse “zona contigua”, el único


espacio reconocido por el derecho internacional era el mar territo-
rial de tres millas.

Con sus proclamaciones Perú y Chile inician el camino de la


revisión de las normas clásicas del derecho internacional marítimo.
Por ello, es importante la reflexión sobre la naturaleza jurídica del
área de 200 millas reivindicada. Esta es una cuestión difícil y com-
pleja, en la que no ha existido consenso en uno u otro país. Para
el Presidente de la República del Perú que firmó el decreto, José
Luis Bustamante y Rivero, se trataría de una extensión del mar terri-
torial: “Aunque el texto no menciona literalmente el término ‘mar
territorial’, utiliza en cambio ciertos términos jurídicos, entre ellos
‘soberanía’ y ‘dominio’ que corresponden típicamente a lo que es
propiedad del Estado y que otorga a esta extensión marítima de
creación reciente el verdadero carácter de ‘mar territorial’. La zona
de 200 millas ha sido creada con las características que el derecho
internacional atribuye al mar territorial; es decir como una zona en la
cual se extiende la plena jurisdicción del Estado como efecto y coro-
lario de su poder soberano”.184

Por su parte, Enrique García Sayán, el Canciller del Perú que


rubrica con Bustamante y Rivero el Decreto Supremo 781, afirmaba
lo contrario. En numerosos ensayos descartó que el decreto hubiese
establecido un mar territorial hasta las 200 millas. Para García Sayán
se trata de una zona de características especiales en la que los dere-
chos de soberanía y jurisdicción tienen una naturaleza económica y
funcional a la explotación y conservación de los recursos pesqueros
y mineros. Al excluir la noción de mar territorial como naturaleza ju-
rídica de la zona marítima reivindicada por el D.S. 781, García Sayán
expresa que “(…) esta noción era inadecuada y parecía inconveniente
para expresar la naturaleza y expresión de una soberanía y jurisdic-
ción exclusivas relativas a la protección de los recursos marinos hasta

184 José Luis Bustamante y Rivero, “200 millas”, Revista Documenta, Lima, agosto 1972, Nº 20, p. 17.

176
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

una distancia de 200 millas”.185 Este es el mismo temperamento de


Alberto Ulloa Sotomayor186y de Alfonso Arias Schereiber187.

Ulloa considera que el decreto peruano “(…)se funda en la na-


turaleza de la plataforma submarina, en que es necesario proclamar
la pertenencia al patrimonio nacional de las riquezas naturales exis-
tentes en la Plataforma Continental y que el Estado proteja, conserve
y reglamente el uso de los recursos pesqueros y otras riquezas na-
turales que se encuentran en las aguas epicontinentales; en que la
Constitución del Estado establece que toda fuente natural de riqueza
le pertenece y es obligación de aquél fijar el dominio marítimo de la
nación. También se funda el Decreto peruano en la peculiaridad de la
riqueza fertilizante del guano”.188

En Chile se dio un proceso similar. En el texto de remisión de la


Declaración de Santiago al Congreso de Chile para su aprobación, el
Presidente de la República señaló, fundamentando su pedido: “Se ha
ampliado el límite de las aguas territoriales, reemplazando el arcaico
concepto de tres millas marinas (…) por una nueva concepción jurí-
dico-filosófica más de acuerdo con las exigencias vitales de nuestros
pueblos (…)”.189 De esta manera se otorga una naturaleza territorial
a la zona marítima de 200 millas reivindicada por la Declaración de
Santiago. Posteriormente, de manera simultánea a las negociacio-
nes de la III Conferencia del Mar, Chile cambió su percepción, asu-
mió una tesis patrimonialista e incorporó el texto de la Convención
de 1982 a su legislación interna.190

185 Enrique García Sayán, Derecho del mar, las 200 Millas y la posición peruana, Lima, 1985, p. 70.

186 Alberto Ulloa Sotomayor, “El Régimen Jurídico del Mar”, en: Revista Peruana de Derecho Internacio-
nal, T. XVII, Nº 51, pp. 5-81, Lima.

187 Alfonso Arias Schreiber, “La evolución del Derecho del Mar y la participación del Perú en ese proce-
so”, en: Revista de la Academia Diplomática del Perú, enero-marzo 2002, pp. 223-262.

188 Alberto Ulloa Sotomayor, Derecho Internacional Público, tomo I, Madrid 1957, p. 549.

189 Francisco Orrego Vicuña, Chile y el derecho del mar, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1972, p. 38.

190 Cf. Hugo Llanos Mansilla, Los cincuenta años de la tesis chilena de las doscientas millas, Universidad
de Chile, 1998.

177
La Soberanía marítima deL Perú

La comunidad internacional reaccionó negativamente a las de-


claraciones unilaterales del Perú y Chile. Las protestas efectuadas por
algunos países, como Estados Unidos y Gran Bretaña, el mismo año
de la Declaración de Santiago son representativas del derecho inter-
nacional de la época sobre los espacios en los que se reconocía la
soberanía y jurisdicción de los estados. Con fecha 2 de julio de 1948
el encargado de negocios a.i. de Estados Unidos en el Perú, R. M.
de Lambert, presentó a la Cancillería peruana la reserva de su país
al Decreto Supremo 781, enfatizando que: “(…) el Decreto peruano
declara la soberanía nacional sobre el zócalo continental y sobre los
mares adyacentes a la costa del Perú, fuera del límite generalmente
aceptado para las aguas territoriales”.191

La reserva de Gran Bretaña fue mucho más explícita: “La ac-


ción del Gobierno peruano (…) demandando que la soberanía puede
ser extendida sobre las amplias áreas de alta mar encima del zócalo
continental, parece estar bastante irreconciliable con cualquiera de
los principios aceptados por el derecho internacional, que rigen la
extensión de las aguas territoriales hasta ahora reconocidos por el
Gobierno peruano o la gran mayoría de otros Estados marítimos. En
conexión con esto, es permisible señalar que la proclamación del Pre-
sidente Truman de setiembre de 1945, mientras que sostenía ciertas
demandas al control y conservación de ciertas zonas pesqueras ad-
yacentes a los Estados Unidos (sus costas), no hacía ningún reclamo
sobre la soberanía territorial de aquellas aguas”.192

Añadía la nota británica: “Mientras que se reconoce por ello,


que la protección y control de las zonas de pesquería y la conser-
vación de los recursos en los mares es de legítimo interés de cual-
quier país dentro de aquellas aguas sobre las cuales se extiende su
jurisdicción territorial, el Gobierno de su Majestad está precisado

191 Ministerio de Relaciones Exteriores, Instrumentos nacionales e internacionales sobre derecho del
mar, Lima, 1971, p. 208.

192 Ibíd., p. 216.

178
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

de señalar firmemente al Gobierno Peruano, de no reconocer ju-


risdicción territorial fuera del límite de 3 millas desde la costa, ni
respecto a los navíos británicos entregados a sus tareas legítimas
en alta mar, a que sean sometidos sin el consentimiento del Gobier-
no de Su Majestad, a cualquier medida que el Gobierno peruano
pueda adoptar para promulgar a continuación de la Declaración”.193

En 1951 la Corte Internacional de Justicia, al decidir la contro-


versia Anglo-Noruega sobre Pesquerías, reconoció -si bien con limi-
taciones- el derecho de los Estados costeros a reclamar unilateral-
mente jurisdicción exclusiva para la pesca, más allá de las distancias
generalmente aceptadas por las prácticas internacionales, cuando
concurran ciertas realidades geográficas y factores económicos.
La Corte sentenció, textualmente: “Hay una consideración que no
puede ser soslayada, y cuyo alcance se entiende más allá de facto-
res puramente geográficos: la de ciertos intereses económicos pe-
culiares a una región, cuya realidad e importancia son claramente
evidenciadas… Tales derechos, fundados en necesidades vitales de
la población, y afirmados en usos muy antiguos y pacíficos, pueden
ser tenidos legítimamente en cuenta al fijar una línea que, por otra
parte, parece a la Corte que ha sido mantenida dentro de límites
moderados y razonables”.194

El 18 de agosto de 1952 los gobiernos del Perú, Chile y Ecua-


dor, reunidos a través de sus representantes en Santiago de Chile,
en el marco de la Conferencia sobre la Explotación y Conservación
de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur, aprobaron la Declara-
ción sobre Zona Marítima, también conocida como Declaración de
Santiago.

A través de este trascendental instrumento que tuvo una in-


fluencia decisiva en el ámbito mundial para el cambio de las reglas tra-

193 Ibíd., pp. 216-217.

194 CIJ, Affaire des pêcheries (Royaume-Uni c. Norvège), Arrêt du 18 decembre 1951, CIJ, p. 32.

179
La Soberanía marítima deL Perú

dicionales del Derecho del mar, los tres gobiernos “proclaman como
norma de su política internacional marítima, la soberanía y jurisdic-
ción exclusivas que a cada uno de ellos corresponde sobre el mar que
baña las costas de sus respectivos países, hasta una distancia mínima
de doscientas millas marinas desde las referidas costas”195. De esta
manera los tres países del Pacífico Sur sudamericano reivindicaban
soberanía y jurisdicción sobre un espacio ampliamente superior al de
las tres millas de mar territorial, con el objeto de ejercer la soberanía
permanente sobre los recursos naturales y las actividades económi-
cas en el mar adyacente hasta una distancia mínima de 200 millas.

La Declaración de Santiago dejó de lado la concepción tradicio-


nal de la relación soberanía estatal - mar adyacente sustentada en
criterios de defensa y seguridad militar, para pasar a concebirla a par-
tir de fundamentos de naturaleza económica y social: “Los gobiernos
tienen la obligación de asegurar a sus pueblos las necesarias condi-
ciones de subsistencia y de procurarles los medios para su desarrollo
económico. En consecuencia, es su deber cuidar de la conservación
y protección de sus recursos naturales y reglamentar el aprovecha-
miento de ellos, a fin de obtener las mejores ventajas para sus res-
pectivos países. Por lo tanto, es también su deber impedir que una
explotación de dichos bienes, fuera del alcance de su jurisdicción,
ponga en peligro la existencia, integridad y conservación de esas ri-
quezas en perjuicio de los pueblos que, por su posición geográfica,
poseen en sus mares fuentes insustituibles de subsistencia y de re-
cursos económicos que les son vitales”196.

A partir de la Declaración de Santiago de 1952, a través de la


cual Perú, Chile y Ecuador reivindicaron derechos exclusivos de so-
beranía y jurisdicción hasta las 200 millas, incluyendo el suelo y el
subsuelo, las preocupaciones y reivindicaciones unilaterales sobre

195 Cf. Declaración de Santiago, párrafo resolutivo II, en: Actas de la Conferencia sobre la Explotación y
Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur, Santiago de Chile, 19 de agosto de 1952.

196 Ibíd., párrafos preambulares 2 y 3.

180
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

la ampliación de los espacios oceánicos sujetos a la soberanía y ju-


risdicción se hicieron más frecuentes y numerosas

Estas tendencias se reflejaron en la opinio juris en América La-


tina. Así, el II Congreso del Instituto Hispano-Luso-Americano-Filipi-
no de derecho internacional, realizado en Sao Paulo, en 1953, apro-
bó la Resolución III titulada “Cuestiones de Derecho Internacional
Marítimo y Fluvial”. La resolución contenía elementos sustantivos
de lo que podría considerarse la opinio juris de la región, a 1953,
sobre el mar territorial, la plataforma submarina, el “mar comple-
mentario”, las relaciones con el régimen de alta mar, la delimitación
de las plataformas submarinas y la zona contigua.

La resolución definió el mar territorial como la “zona marítima


que se extiende desde la línea de la más baja marea hasta la línea
imaginaria donde comienza el alta mar. El Estado ejerce soberanía
sobre las aguas de su mar territorial en las condiciones que esta-
blece el derecho internacional (…), ejerce también soberanía sobre
el suelo y el subsuelo de su mar territorial y en el espacio aéreo
correspondiente”.197

Esta definición asumió la reivindicación de muchos países que


ya no aceptaban restringir su mar territorial a sólo 3 millas y pro-
pugnaban ampliarlo a 12. El artículo 4 de la resolución expresa: “La
extensión del mar territorial debe ser de doce millas marinas. Como
regla general se considera línea de base para medir la extensión del
mar territorial, la de la más baja marea. Su medición se ajustará, en
las costas regulares, al trazado de arcos de círculos tangentes que
tengan su centro en los puntos más salientes de la costa; y, en las
irregularidades, por líneas rectas paralelas a las que unan dichos
puntos”.198

197 Instituto Hispano-Luso-Americano-Filipino de Derecho Internacional, Segundo Congreso, Sao Paulo,


1953, Resolución III “Cuestiones de Derecho Internacional Marítimo Fluvial”, en: Ministerio de Rela-
ciones Exteriores, Instrumentos nacionales e internacionales sobre derecho del mar, Lima 1971, p.
272.

181
La Soberanía marítima deL Perú
198 Ibíd.

196 Ibíd., párrafos preambulares 2 y 3.

180
La Soberanía marítima deL Perú

La rigurosidad y el cuidado jurídico de la resolución al señalar


la extensión que debía tener el mar territorial obligaron a utilizar la
expresión “debe ser de doce millas marinas”, con lo cual se quiere
denotar que esta no era la regla en la época. Se trató de una posi-
ción programática, reivindicativa, una pretensión de los países de
la región. La misma Declaración de Santiago tenía ese carácter pues
planteó una reivindicación unilateral, no estableció normas de
derecho internacional que consagren las 200 millas, abrió más bien
el derrotero para un desarrollo normativo en esa dirección.

La Resolución III del Segundo Congreso del Instituto Hispano-


Luso-Americano-Filipino del derecho internacional recogió final-
mente los criterios esenciales de las aspiraciones del Perú y Chile en
relación con la extensión de sus derechos de soberanía y jurisdic-
ción hasta las 200 millas para preservar, proteger y explotar sus ri-
quezas marinas, al reconocer un “Mar Complementario” en el cual
los estados que carecen de plataforma submarina poseen la auto-
ridad y jurisdicción de reglamentar y fiscalizar la pesca y la caza en
“la zona de alta mar adyacente al mar territorial, hasta el límite de
las 200 millas marinas contadas desde la línea exterior de aquel”.199
El mar complementario se entendía como una compensación a la
carencia de plataforma continental. La Resolución III fue aprobada
por todos los participantes en el congreso, incluidos los delegados
del Perú y Chile, cuyos países habían suscrito la Declaración de San-
tiago un año antes.

En el ámbito estrictamente americano y con un nivel de re-


presentación intergubernamental más definido, tres años después,
en 1956, el Consejo Interamericano de Jurisconsultos reunido en
México, en el marco de la Organización de Estados Americanos,
aprobó la resolución XIII que estableció los “Principios de México”
sobre el Derecho del Mar.

199 Ibíd., p. 273.

182
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Sobre la extensión del mar territorial, se recogía la tendencia


programática de ampliarla. No se postuló la distancia de las 12 mi-
llas, obviamente por la presencia estadounidense, pero sí se afirmó
el derecho de cada país para fijar su extensión: “La extensión de
tres millas para delimitar el mar territorial es insuficiente y no cons-
tituye una norma general de derecho internacional. Por lo tanto, se
justifica la ampliación de la zona de mar tradicional llamada ‘mar
territorial’. Cada Estado tiene competencia para fijar su mar terri-
torial hasta límites razonables, atendiendo a factores geográficos,
geológicos y biológicos, así como a las necesidades económicas de
su población y a su seguridad y defensa”.200

En relación con la plataforma continental, la Resolución XIII


recoge, en un lenguaje cuidadoso, las diversas posiciones de los Es-
tados Unidos y los países de la región, al no prejuzgar la naturaleza
de los derechos sobre la plataforma continental, pero, asimismo,
afirmarlos: “Los derechos del Estado ribereño, en lo que concierne
al suelo y subsuelo de la plataforma submarina o zócalo continental
correspondiente, se extienden asimismo a los recursos naturales
que ahí se encuentran, tales como el petróleo, los hidrocarburos,
las sustancias minerales y todas las especies marinas, animales y
vegetales, que viven en constante relación física y biológica con la
plataforma, sin excluir las especies bentónicas”.201

De esta manera en aquella época, el derecho internacional


general reconocía sólo un espacio sujeto a la soberanía y jurisdic-
ción del estado, el del mar territorial; y sólo hasta una distancia de 3
millas. Al mismo tiempo existía una corriente de opinio juris que ya
no aceptaba el límite de 3 millas y que propugnaba su ampliación a
12. Los países de la región lideraban esta tendencia para modificar
el Derecho del Mar. Del mismo modo se afirmaba en la opinio juris

200 Principios de México sobre el régimen jurídico del mar, Resolución XIII; Tercera Reunión del Conse-
jo Interamericano de Jurisconsultos, México, 1956, en: Revista Peruana de Derecho Internacional,
enero-junio, 1956, Nº 49, p. 90.

201 Ibíd., pp. 90-91.

183
La Soberanía marítima deL Perú

y en los actos unilaterales de determinados estados, derechos so-


bre la plataforma continental y de soberanía y jurisdicción sobre un
área de adyacencia hasta las 200 millas.

En 1958 tuvo lugar, en Ginebra, por iniciativa de la Comisión


de derecho internacional de las Naciones Unidas, la I Conferencia
Internacional para Codificar el Derecho del Mar. El evento no pudo
cumplir todas las expectativas que se había creado. Nuevamente no
hubo acuerdo para definir la anchura del mar territorial.202 A ello se
agregó la imposibilidad de obtener consensos sobre la jurisdicción
del Estado sobre la pesca y las actividades económicas en el mar ad-
yacente. Sin embargo, la conferencia logró la suscripción de cuatro
importantes tratados: Sobre el Alta Mar, la Plataforma Continental,
el Mar Territorial y la Zona Contigua y la Pesca y Conservación de
los Recursos Vivos del Alta Mar. Entraron, todos ellos, con relativa
rapidez en vigencia hacia 1966.203

Las más relevantes fueron la Convención sobre el Mar Terri-


torial y la Zona Contigua y la Convención sobre la Plataforma Conti-
nental, suscritas el 29 de abril de 1958. Entraron en vigor el 10 de
setiembre y el 10 de mayo de 1964. A través de estas dos conven-
ciones se hicieron cambios sustantivos en el Derecho del Mar pues,
por primera vez, en una convención de alcance universal se reco-
noció el derecho de soberanía y jurisdicción de los Estados sobre el
lecho y el subsuelo de las áreas submarinas adyacentes a las costas,
es decir, sobre su plataforma o zócalo continental.

La convención definió la expresión plataforma continental


como “el lecho, el mar y el subsuelo de las zonas submarinas adya-
centes a las costas pero situada fuera de la zona del mar territorial,

202 Sobre la evolución inicial del Derecho internacional de la delimitación marítima y los resultados de
la conferencia de 1930, especialmente sobre su impacto en la noción y el alcance del mar territorial,
ver: G. Gidel, Le droit international public de la mer, Sirey, París, 1934.

203 Sobre los debates, negociaciones y acuerdos de la Conferencia de Ginebra de 1958 en relación con
el mar territorial cf. Luis Orcasitas Llorente, “El mar territorial en la Conferencia de Ginebra de 1958”,
en el Anuario Hispano-Luso-Americano de Derecho Internacional, Nº 1, 1959, pp. 70-82.

184
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

hasta una profundidad de 200 metros o más allá de ese límite hasta
donde la profundidad de las aguas subyacentes permita la explota-
ción de los recursos naturales de dichas zonas”204. Reconoció que
los Estados ribereños ejercen derechos de soberanía sobre su pla-
taforma continental a los efectos de la exploración y explotación de
sus recursos naturales y que dicha soberanía se ejerce de manera
exclusiva, es decir que si el Estado ribereño no realiza actividades
económicas de explotación de los mencionados recursos ningún
otro Estado puede explotarlos o reivindicar derechos sobre esa pla-
taforma continental. La Convención define como recursos natura-
les, “los recursos minerales y otros recursos no vivos del lecho del
mar y del subsuelo… [comprendiendo] “asimismo, los organismos
vivos, pertenecientes a especies sedentarias, es decir aquellos que
en el periodo de explotación están inmóviles en el lecho del mar
o en su subsuelo, o sólo pueden moverse en constante contacto
físico con dicho suelo y subsuelo”205. Los recursos minerales más
comunes que se encuentran en la plataforma continental son gas,
petróleo, nódulos polimetálicos de manganeso, costras de cobalto
o sulfuros, hierro y zinc. Los recursos vivos cuyo ciclo biológico está
físicamente relacionado con el lecho y el subsuelo marino adyacen-
te a las costas son, entre otros, las vieiras (Pectinidae) y los meji-
llones (Mytilidae).

La Convención de Ginebra sobre el Mar Territorial y la Zona


contigua fracasó en su intento de ampliar la extensión del mar te-
rritorial a 12 millas. El proyecto de resolución presentado en ese
sentido por Arabia Saudita, Rumania, Colombia, Indonesia, México,
Marruecos, República Árabe Unida y Venezuela disponía en su par-
te resolutiva:

1. Todo Estado tiene el derecho de fijar la anchura de su


mar territorial hasta un límite de doce millas marinas me-

204 Convención de Ginebra sobre la Plataforma Continental de 1958, en: Edmund Jan Osmañczyk, Enci-
clopedia Mundial de Relaciones Internacionales y Naciones Unidas, FCE, México, 1976, p. 891.

205 Ibíd.

185
La Soberanía marítima deL Perú

didas a partir de la línea de base que sea aplicable de


acuerdo con los artículos 4 y 5.

2. En los casos en que la anchura del mar territorial de un


Estado es menor de doce millas marinas, medidas como
se establece en el parágrafo anterior, el Estado tendrá
una zona de pesca contigua a su mar territorial, que se
extiende hasta un límite de doce millas marinas a partir
de la línea de base desde donde se mida la anchura del
mar territorial en la cual tiene los mismos derechos de
pesca y explotación de los recursos vivos del mar que en
su mar territorial.206

El proyecto fue rechazado pues no obtuvo el número de votos


necesarios para su aprobación, votaron a favor la mayoría de los
países latinoamericanos, entre ellos el Perú, Chile y Ecuador que
habían formulado la Declaración de Santiago ampliando su zona
marítima hasta las 200 millas. De la misma manera que no hubo
mayoría para extender el mar territorial a 12 millas, tampoco la
hubo para reconocer las 3 millas que postulaban los países indus-
trializados y que hasta ese momento se reconocía como regla gene-
ral. Por esa razón la Convención no estipuló distancia límite alguna
del mar territorial, dejando de ser reconocida de esta manera la
distancia de 3 millas como representativa del derecho internacional
general. Conforme a la Convención, la soberanía de un Estado se
extiende, fuera de su territorio y de sus aguas interiores a una zona
de mar adyacente a sus costas, designada con el nombre de mar
territorial (Art. 1). El límite exterior de la zona está constituido por
una línea cada uno de cuyos puntos se encuentran, del punto más
próximo de la línea de base del Estado respectivo, a una distancia
igual a la anchura del mar territorial (Art.6)207

206 Cf. Andrés Aguilar, “El Derecho del Mar: Punto de vista Latinoamericano”, en: Revista de la Fundación
Procuraduría, Caracas, 1999.

207 Cf. Convención de Ginebra sobre el Mar Territorial y la Zona Contigua, Arts. 1 y 6, en: Edmund Jan
Osmanñczyk, ob. cit. pp.727-728.

186
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Por otro lado, la Convención reconoce, por primera vez, dere-


chos de jurisdicción a los estados costeros sobre una zona contigua
a su mar territorial, la misma que no puede extenderse más de 12
millas a partir del límite exterior del mar territorial. En el ámbito de
esta zona los Estados pueden:

a. Sancionar las infracciones a sus leyes de policía aduane-


ra, fiscal, sanitaria y de migraciones que pudieran come-
terse en su territorio o en su mar territorial.

b. Reprimir las infracciones de esas leyes, cometidas en su


territorio o en su mar territorial 208.

No obstante los importantes cambios que produjo en el De-


recho del Mar, la conferencia culminó sus trabajos sin resolver
los dos puntos que marcaron la prioridad de su agenda, la exten-
sión del mar territorial a 12 millas y la reivindicación de un número
creciente de países, liderados por los latinoamericanos, para que
se reconociese el derecho de los Estados a establecer zonas marí-
timas de soberanía y jurisdicción hasta las 200 millas para proteger
y explotar en beneficio de sus pueblos los recursos marinos de sus
mares adyacentes.

Ni bien terminado el proceso de ratificación de las convencio-


nes de Ginebra de 1958, y al impulso de un vigoroso nacionalismo
marítimo que reivindicaba la soberanía permanente del estado so-
bre sus recursos naturales y actividades económicas, se inició un
nuevo y cada vez más amplio proceso de revisión de las normas
adoptadas en 1958.

En 1960 se convocó la II Conferencia de las Naciones Unidas


sobre el Derecho del Mar con la finalidad expresa y concreta de
realizar negociaciones para fijar la extensión del mar territorial y el
límite de la zona de pesca. La conferencia fracasó y no se llegó a nin-

208 Ibíd., art. 24, p. 729.

187
La Soberanía marítima deL Perú

guna decisión. La imposibilidad de acordar una convención general


sobre las diversas instituciones del Derecho del Mar, impulsaron a
muchos estados, especialmente latinoamericanos, a aprobar legis-
laciones internas en las que se establecía el derecho del Estado a
ejercer soberanía y jurisdicción sobre el mar territorial o sobre las
zonas marítimas nacionales en distancias superiores a las 12 millas.

En el período comprendido entre 1960 y 1970, lo hicieron el


Perú, Ley 15720 del 11 de noviembre de 1965 sobre aeronáutica ci-
vil y Decreto Legislativo 17752 del 24 de julio de 1969 ( Ley general
de aguas); Ecuador, Ley del 11 de noviembre de 1966; Argentina,
Ley 17094-M.24 del 4 de Enero de 1966; Panamá , Acta 31 del 2
de febrero de 1967; Uruguay , Ley del 3 de diciembre de 1969; y,
Brasil, Decreto Ley del 25 de marzo de 1970209. En todos estos casos
se expandió el derecho de soberanía y jurisdicción del Estado hasta
una distancia de 200 millas, independientemente de la naturaleza
jurídica de la zona marítima nacional, que en unos casos correspon-
día al mar territorial y en otros a regímenes legales más vinculados
con la soberanía sobre los recursos naturales y las actividades eco-
nómicas.

En 1970 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó


la Resolución 2749 (XXV), que dio un impulso decisivo a las fuerzas
reformadoras, pues proclamó que los fondos marinos y oceánicos
y su subsuelo, incluyendo sus recursos, fuera de los límites de la
jurisdicción nacional son patrimonio común de la humanidad. El
viejo principio de la libertad de los mares afirmado por Grotius en
el Siglo XVII recibió un golpe decisivo. La aprobación de la Resolu-
ción 2749(XXV) impulsó los esfuerzos latinoamericanos para lograr
la convocatoria de una III Conferencia de las Naciones Unidas sobre
el Derecho de Mar.

Con la finalidad de coordinar posiciones, se convocó entre el 4


y el 8 de mayo de 1970, en Montevideo, una reunión de los países

209 Cf. Aguilar, ob. cit.

188
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

latinoamericanos comprometidos con la tesis de las 200 millas210.


Producto de este evento fue la Declaración de Montevideo sobre el
Derecho del Mar, la misma que proclamó los principios básicos que
guiarían a la diplomacia latinoamericana en las negociaciones para
obtener la convocatoria de la III Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Derecho del Mar:

1. El derecho de los Estados ribereños de disponer de los


recursos naturales del mar adyacente a sus costas, y del
suelo y subsuelo del mismo mar, para promover el máximo
desarrollo de sus economías y elevar el nivel de vida de sus
pueblos.
2. El derecho a establecer los límites de su soberanía y juris-
dicción marítimas, de conformidad con sus características
geográficas y geológicas y con los factores que condicio-
nan la existencia de los recursos marinos y la necesidad
de su racional aprovechamiento.
3 El derecho a explorar, conservar y explotar los recursos vi-
vos del mar adyacente a sus territorios, y a regular el régi-
men de la pesca y caza acuática.
4. El derecho a explorar, conservar y explotar los recursos
naturales de sus respectivas plataformas continentales,
hasta donde la profundidad de las aguas suprayacentes
permita la explotación de dichos recursos
5. El derecho a explorar, conservar y explotar los recursos
naturales del suelo y del subsuelo de los fondos marinos,
hasta el límite donde el Estado ribereño ejerza jurisdicción
sobre el mar.
6. El derecho a adoptar medidas de reglamentación para los
fines precitados, aplicables en las zonas de su soberanía y

210 La conferencia contó con la participación de delegaciones de Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, El
Salvador, Nicaragua, Panamá, Perú y Uruguay.

189
La Soberanía marítima deL Perú

jurisdicción marítimas sin perjuicio de la libertad de nave-


gación y el sobrevuelo de las naves y aeronaves de cual-
quier pabellón.

Entre el 4 y el 8 de agosto del mismo año, se realizó en Lima


la II reunión de países latinoamericanos sobre el Derecho del Mar,
la convocatoria en esta oportunidad fue mucho más amplia que en
la reunión de Montevideo. La conferencia desarrolló los principios
acordados en la capital uruguaya y los extendió a otras áreas. Apro-
bó la siguiente afirmación de derechos:

1. El derecho inherente del Estado ribereño a explorar, con-


servar y explotar los recursos naturales del mar adyacen-
te a sus costas y del suelo y subsuelo del mismo mar, así
como de la plataforma continental y su subsuelo, para pro-
mover el máximo desarrollo de sus economías y elevar los
niveles de vida de sus pueblos;
2. El derecho del Estado ribereño a establecer los límites
de su soberanía o jurisdicción marítimas de acuerdo con
criterios razonables, atendiendo a sus características geo-
gráficas, geológicas y biológicas, y a las necesidades del
racional aprovechamiento de sus recursos;
3. El derecho del Estado ribereño a adoptar medidas de re-
glamentación para los fines precitados, aplicables en las
zonas de su soberanía o jurisdicción marítima, sin perjuicio
de la libertad de navegación y el sobrevuelo de las naves y
aeronaves de cualquier pabellón;
4. El derecho del Estado ribereño a prevenir la contamina-
ción de las aguas y otros efectos peligrosos y nocivos que
puedan resultar del uso, exploración y explotación del me-
dio adyacente a sus costas;
5. El derecho del Estado ribereño a autorizar, vigilar y partici-
par en todas las actividades de investigación científica que

190
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

se efectúen en las zonas marítimas sometidas a su sobera-


nía o jurisdicción, así como a recibir los datos obtenidos y
los resultados de tales investigaciones.211

Ni en la declaración de Montevideo ni en la de Lima se men-


cionan la afirmación de derechos hasta las 200 millas ni la natura-
leza jurídica de la zona reivindicada como área sujeta a la soberanía
y jurisdicción de los Estados costeros, ello se debió a la existencia
de matices y divergencias en los países latinoamericanos en estas
materias. Algunos, como Brasil o Ecuador, afirmaban un mar terri-
torial de 200 millas mientras que otros, como Chile y Argentina,
entendían la zona marítima de 200 millas especialmente como un
área de ejercicio económico o patrimonial de la soberanía.

Más allá de estas diferencias, los derechos reclamados de ma-


nera conjunta tuvieron la virtud de poner en cuestión las reglas
establecidas en las convenciones de 1958, por insuficientes. Dichas
normas no establecían una extensión precisa para el mar territo-
rial y al sostener una concepción geomorfológica de la plataforma
continental, esta no tenía una extensión precisa y excluía de sus
beneficios a los países que como Perú, Chile y Ecuador carecían de
ella. La Convención de 1958, por lo demás, no establecía régimen
jurídico alguno para la explotación de los fondos marinos.

El número cada vez más importante de países que proclama-


ron su jurisdicción hasta las 200 millas en América Latina y el Áfri-
ca, produjo que la práctica internacional se dividiera entre quienes
sostenían las reglas de la Convención de 1958 y entre quienes, con
sus proclamas unilaterales, afirmaban un nuevo derecho emergente.
Como bien anota Manuel Diez de Velasco, “[…] la solución de esta
confrontación no podía venir de la jurisdicción internacional a cau-
sa del grave desfase de los valores y prácticas imperantes entre los
Estados en relación con el medio marino, tal como lo demostraron
las sentencias del T.I.J. del 25 de julio de 1974 en el Caso de la com-

211 Cf. Ministerio de Relaciones Exteriores, Documentos sobre el Derecho del Mar, Lima, 1970.

191
La Soberanía marítima deL Perú

petencia en materia de pesquerías, donde el tribunal quedó peligro-


samente dividido en casi dos mitades , representativas ambas de las
prácticas estatales en conflicto( I.C.J., Reports 1974:23 y ss., 46 y ss.).
El desfase del ordenamiento entonces vigente respecto de las nuevas
realidades sociales y su impugnación por numerosos Estados reducía
el problema, otra vez, a la codificación y al desarrollo progresivo del
derecho internacional […] Se trataba de volver a la vía de la coopera-
ción y el acuerdo mediante un nuevo proceso codificador…”212.

En este contexto, se convocó a la III Conferencia de las Nacio-


nes Unidas sobre el Derecho del Mar, que inició sus labores en New
York el año 1973 y las culminó, exitosamente, en Montego Bay, Ja-
maica, nueve años después de intensas negociaciones en 1982. La
Convención fue suscrita por 117 países, el 10 de diciembre de 1982.
En 1984, último año de su apertura a la firma, lo habían hecho 159
Estados. Entró en vigor recién el 16 de noviembre de 1994, una vez
obtenido el mínimo de 63 ratificaciones.

En lo concerniente a los espacios marítimos sujetos a la sobe-


ranía y jurisdicción de los Estados y por ende susceptibles de ser
delimitados, la Convención de Montego Bay distingue cinco espacios
oceánicos: 1) Las aguas interiores, 2) El Mar Territorial, 3) La Zona
Contigua, 4) La Plataforma Continental, 5) La Zona Económica Exclu-
siva. La consagración de estos nuevos espacios produjo de inmediato
la necesidad y el interés de delimitarlos.

212 Manuel Diez de Velasco, Instituciones del Derecho Internacional Público, t.I, décima edición, Tecnos,
Madrid, p. 416.

192
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Gráfico 3. Espacios marítimos en los que los Estados costeros ejercen soberanía y jurisdicción
conforme al derecho internacional consuetudinario y convencional
(Convención del mar de 1982)

Gráfico 4. Correspondencia entre el dominio marítimo del Perú y los espacios marítimos en los
cuales el Derecho Internacional reconoce derechos de soberanía y jurisdicción a los Estados

193
La Soberanía marítima deL Perú

3. ESPAcIoS MArÍtIMoS En loS QuE loS EStAdoS coStEroS


EJErcEn SoBErAnÍA Y JurISdIccIón conForME Al dErE-
cHo IntErnAcIonAl conSuEtudInArIo Y conVEncIonAl

3.1 las aguas interiores

Las aguas interiores son aquellas que por su cercanía a las cos-
tas del territorio continental se encuentran en una estrecha rela-
ción con la tierra y el acceso a ella. Tienen por estas razones una
importancia preeminente para la seguridad. Son parte de las aguas
interiores los puertos, las bahías, los estuarios, las escotaduras, los
golfos, las desembocaduras de los ríos, los mares interiores. El régi-
men jurídico de las aguas interiores se asimila al del territorio.

Hay una ficción jurídica que las considera parte del territorio.
En ellas el Estado ejerce sin restricciones y de manera plena y ex-
cluyente su soberanía territorial (competencias legislativas, admi-
nistrativas y jurisdiccionales), incluido el derecho de impedir que
naves extranjeras naveguen por ellas. Esta es la diferencia esencial
con el mar territorial, pues este está sujeto a la excepción del paso
inocente.

La Convención de 1982 las define como las aguas que se en-


cuentran en el interior de la línea de base del mar territorial (art.
8.1); y establece una limitación o excepción en el que en caso de
establecerse una línea de base recta por cuyo efecto queden dentro
de las aguas interiores aguas que anteriormente no se considera-
ban como tales, estas aguas estarán sometidas al paso inocente
(art. 8.2)

La delimitación de las aguas interiores corresponde al ejercicio


de la soberanía del Estado a través de un acto unilateral, que con-
siste en el trazo de las líneas de base, operación que debe hacerse
siempre en consonancia con las normas del derecho internacional.

194
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

3.2 El mar territorial

El mar territorial es la franja de mar adyacente a las aguas inte-


riores hasta una distancia de 12 millas, en la que el Estado ribereño
extiende su soberanía territorial incluido el lecho marino, el sub-
suelo y el espacio aéreo que lo cubre. La anchura de doce millas se
mide a partir de las líneas de base conforme a las disposiciones de
la Convención (Arts. 1, 2, 3). En relación a la Convención de 1958,
se mantiene el régimen jurídico del mar territorial pero, a diferen-
cia de aquella que no definió su anchura, la Convención de 1982 la
extiende hasta las doce millas. La soberanía absoluta sobre el mar
territorial está sujeta a excepciones, la más importante es el paso
inocente de los buques mercantes, los barcos de pesca siempre
que cumplan con los reglamentos del país ribereño para evitar que
pesquen en las aguas territoriales, los submarinos que naveguen
en superficie flameando su pabellón, los buques de Estado y los
buques de guerra, siempre y cuando cumplan con la disposiciones
reglamentarias dispuestas por el Estado ribereño.

El paso inocente se entiende como la autorización a los bu-


ques de todos los Estados ribereños o sin litoral para navegar por el
mar territorial de los demás Estados con la finalidad específica de
atravesar dicho mar sin penetrar en las aguas interiores, ni hacer
escala en una rada o una instalación portuaria fuera de las aguas
interiores; o dirigirse hacia las aguas interiores o salir de ellas, o
hacer escala en una de esas radas o instalaciones o salir de ellas. El
paso debe ser rápido e ininterrumpido (art. 18). El paso inocente
no es absoluto, está sujeto al cumplimiento de los reglamentos y
normas que adopte el Estado ribereño, en conformidad con las
disposiciones de la Convención. El Estado costero tiene el derecho
de adoptar en su mar territorial todas las medidas y acciones para
impedir todo paso que no sea inocente.

El límite interior del mar territorial coincide con el límite ex-


terior de las aguas interiores. La delimitación del mar territorial,

195
La Soberanía marítima deL Perú

en ausencia de un acuerdo entre las partes se efectuará a través


de una “[…] línea media cuyos puntos sean equidistantes de los
puntos más próximos de las líneas de base a partir de las cuales se
mida la anchura del mar territorial de cada uno de los dos Estados.
No obstante, esta disposición no será aplicable cuando, por la exis-
tencia de derechos históricos o por otras circunstancias especiales,
sea necesario delimitar el mar territorial de ambos Estados de otra
forma”213.

El método de delimitación equidistancia- circunstancias es-


peciales establecido, es el mismo que preveía para el mar territorial
la Convención de 1958 (Ar.12.1). Es también el mismo que recoge
el derecho internacional consuetudinario con la salvedad de con-
siderar que el trazo de la línea equidistante no es una obligación
internacional, sino un método preferente.

La soberanía territorial que se ejerce en el mar territorial es


menos plena y absoluta que la que corresponde a las aguas interio-
res, pues como ya se ha indicado en estas no hay derecho de paso
inocente.

3.3 La zona contigua

Bajo el régimen de la Convención del Mar de 1982, la zona


contigua es una franja marina de 24 millas, contadas a partir de
las líneas de base del mar territorial (Art.33.2), en la cual el Esta-
do costero tiene las competencias para adoptar medidas de fisca-
lización para prevenir las infracciones de sus leyes y reglamentos
aduaneros, fiscales, de inmigración y sanitarios, que se cometan en
su territorio o en su mar territorial.

Los estados costeros están facultados para sancionar las in-


fracciones a esas leyes y reglamentos cometidas en su territorio o
mar territorial.

213 Naciones Unidas, ob. cit., p. 26.

196
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

En comparación con las regulaciones de la Convención de


1958, en la de 1982 existe un avance tanto en la extensión y certi-
dumbre de la zona contigua como en las facultades que se recono-
cen al Estado costero. En la Convención de 1958 la zona contigua
no podía pasar de doce millas (art. 24.2), además, como no se fijó
una extensión del mar territorial no dejaba de producirse una in-
certidumbre sobre el verdadero alcance de la zona contigua. Con
la Convención del 82, al fijarse el límite del mar territorial en doce
millas, se asegura a todos los estados costeros una zona contigua
mínima de doce millas, si se tiene en cuenta que las 24 de su exten-
sión comprende las doce del mar territorial.

En lo concerniente a las competencias del Estado en la zona


contigua, la convención del 82 introduce también una facultad no
prevista en la de 1958, como es el derecho para fiscalizar el tráfico
de objetos de carácter arqueológico e histórico que sean hallados
en el mar (art. 303.2). La convención asume la presunción que la
remoción de esos objetos de los fondos marinos, sin la autoriza-
ción del Estado costero constituye una infracción cometida en su
territorio o en su mar territorial y por ende sujeta a su soberanía y
jurisdicción.

El límite interior de la zona contigua es la línea de base uti-


lizada para trazar el mar territorial, su límite exterior correspon-
de, como se ha indicado, a 24 millas. La delimitación de la zona
contigua es un vacío de la Convención de 1982, a diferencia de la
Convención de 1958 que mandaba delimitarla a través de una lí-
nea media (art. 24.3). Debe presumirse que la Convención de 1982
asume implícitamente que el método de delimitación para la zona
contigua debe ser el correspondiente al mar territorial, en la zona
en que se corresponde a este y el de la zona económica exclusiva
en el sector que coincida con ella.

197
La Soberanía marítima deL Perú

3.4 La plataforma continental

La plataforma continental constituye dentro de los espacios


del mar sujetos a los derechos exclusivos de soberanía y jurisdicción
el que más controversias en materia de delimitación ha generado:
básicamente por las riquezas que contiene, especialmente los yaci-
mientos de petróleo y gas. El petróleo extraído de las plataformas
continentales abarca el 17% de la producción mundial de petróleo
crudo. 214

Desde 1946 a la actualidad se calcula que más de 16 000 pozos


han sido perforados en las plataformas continentales .Las reservas
estimadas próximas a la costa suman un 21% de los 60 mil millones
de toneladas que constituyen el total de la reserva mundial.

Estos indicadores muestran con claridad la importancia eco-


nómica de los derechos de soberanía y jurisdicción del Estado sobre
la plataforma continental, así como la excepcional importancia de
las controversias de soberanía marítima y los consiguientes proce-
sos de delimitación.

La Convención del Mar de 1958 produjo el gran salto adelan-


te en relación a la plataforma continental como espacio marítimo
en el que el Estado costero ejerce derechos de soberanía y juris-
dicción. Con la Convención del 58 se incluyó por primera vez a la
plataforma continental como espacio sujeto a los derechos de so-
beranía y jurisdicción, con una concepción que respetaba y se suje-
taba a su configuración geomorfológica. La plataforma continental
era concebida en su realidad física y los derechos de soberanía y
jurisdicción se derivaban de la existencia y características de esta
hasta la distancia que abarcaba su extensión geomorfológica. La
Convención de 1958 definió la plataforma continental como“[…]
el lecho y subsuelo de las zonas submarinas adyacentes a la costa,

214 Cf. Juan Luis Sifuentes, Pilar Torres-García y Marcela Frías, El Océano y sus recursos: el aprovecha-
miento de los recursos del mar, México, FCE, 1986. p. 48.

198
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

pero situadas fuera de la zona del mar territorial, hasta una profun-
didad de doscientos metros o, más allá de este límite, hasta donde
la profundidad de las aguas suprayacientes permite la explotación
de los recursos naturales de dichas zonas… el lecho del mar y el sub-
suelo de las regiones submarinas análogas, adyacentes a las costas
de las islas.”215.

Conforme a esta definición geomorfológica, los Estados que


cuentan con plataforma continental poseían derechos de sobera-
nía y jurisdicción hasta los 200 metros de profundidad o hasta el
confín de la prolongación natural de la plataforma. Los Estados sin
plataforma continental no poseían esos derechos sobre el lecho y el
subsuelo del mar adyacente a sus costas. Esta era la desigualdad de
trato, inaceptable, que obligó al Perú, Chile y Ecuador a oponerse
en 1958 a esta fórmula que los situaba en una posición de margi-
nalidad y exclusión.

El principal aporte de la Convención de 1982, junto con la


creación de la Zona Económica Exclusiva, es la de haber eliminado
esta desigualdad al optar por una concepción jurídica de la plata-
forma continental, basada en el criterio de la distancia, dejando de
lado la definición geomorfológica. La nueva visión de la platafor-
ma continental la define como el lecho y el subsuelo de la zona
marina adyacente a las costas del estado con litoral, en los que el
estado ribereño ejerce derechos, soberanía y jurisdicción hasta una
distancia mínima de 200 millas. No interesa si el Estado tiene una
plataforma continental geomorfológicamente hablando que se ex-
tienda en una distancia menor a las 200 millas o si simplemente no
la tiene.

En la nueva concepción basada en el criterio de la distancia,


lo que manda es el criterio jurídico que reputa que todos los Esta-
dos tienen derechos de soberanía y jurisdicción sobre el lecho y el
subsuelo adyacentes a sus costas hasta un mínimo de 200 millas.

215 Edmund Osmañczyk, ob. cit.

199
La Soberanía marítima deL Perú

El art. 76 de la Convención del Mar de 1982 estableció este cambio


fundamental, al disponer: “La plataforma continental de un Estado
ribereño comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas
que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de
la prolongación natural de su territorio hasta el borde del margen
continental o bien hasta una distancia de 200 millas contadas desde
las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar
territorial, en los casos en los que el borde exterior del margen con-
tinental no llegue a esa distancia”. 216

La fórmula adoptada por la Convención permite a los Estados


con plataformas continentales de más de 200 millas extender sus
derechos a esas distancias naturales y, al mismo tiempo, permite
ejercer esos derechos hasta las 200 millas a quienes no tienen pla-
taforma continental o las poseen en una extensión menor a las 200
millas. Se trata de una solución de conciliación. Como anota Ma-
nuel Diez de Velasco: “De este modo, se han satisfecho, por un lado,
los intereses de los Estados con plataforma amplia o superior a las
200 millas, como Argentina o Australia, con derechos adquiridos
gracias al régimen previsto en 1958; y, por otro, los intereses de los
ribereños sin plataforma, como Chile o Perú, o con escasa platafor-
ma, como España, al concederse el derecho de explorar y explotar
los recursos del lecho y subsuelo marinos hasta una distancia de
200 millas”217.

El límite interior de la plataforma continental es el límite ex-


terior del mar territorial. Y su límite exterior es variable, por lo ge-
neral es 200 millas, pero si su extensión natural abarca más de 200
millas puede extenderse a esa distancia o en esta hipótesis a aque-
lla que corresponda a la capacidad del Estado ribereño de explotar
los recursos naturales que se encuentran en ella.

216 Ibíd.

217 Manuel Diez de Velasco, ob. cit, p. 463.

200
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El régimen de delimitación de la plataforma continental ha


variado, también sustantivamente, mientras que la Convención de
1958 establecía el método de la equidistancia como norma general
(art. 24.3), la Convención de Montego Bay deja de lado este crite-
rio y adopta una regla muy general e incluso ambigua, que fue el
resultado de la conciliación entre los Estados que preconizaban la
línea equidistante y aquellos que sostenían el criterio de la equidad.
Establece que la delimitación de la plataforma continental se efec-
tuará por acuerdo entre las partes en aplicación del derecho inter-
nacional y con la finalidad de llegar a una solución equitativa (art.
83). El derecho consuetudinario ha desarrollado el alcance de esta
norma en la configuración de la fórmula circunstancias pertinentes-
principios equitativos.

3.5 La zona económica exclusiva

El espacio marino de la zona económica exclusiva es el aporte


más importante y trascendente de la Convención de 1982. Hasta
antes de su entrada en vigor este espacio no estaba reconocido por
el derecho internacional.

Como ha señalado la División de Asuntos Marítimos y del De-


recho del Mar de las Naciones Unidas, antes de la formación de
las reglas de la Convención del Mar de 1982, conforme al derecho
internacional clásico “estaba bien establecido que el Estado costero
ejercía soberanía sobre una franja estrecha-generalmente de tres
millas marinas de largo-del mar territorial. Ningún Estado poseía
el derecho de extender su jurisdicción exclusiva a la zona más allá
de este límite, que era el alta mar, donde todos los Estados gozaban
de la libertad de explotar los recursos tanto biológicos como no
biológicos”.218
La incorporación del área de 200 millas marinas al ámbito de
la soberanía y jurisdicción del Estado costero para explorar y explo-

218 División de asuntos maritimos y del derecho del mar, Departamento de Asuntos Jurídicos, Naciones
Unidas, “El derecho del mar, la zona económica exclusiva”, Nueva York, 1992, p. 1.

201
La Soberanía marítima deL Perú

tar de manera exclusiva los recursos vivos y no vivos existentes en


esa zona, ha sido un indiscutible triunfo de los países en desarrollo
en su lucha iniciada en la década de los años cuarenta del siglo XX,
para preservar sus riquezas marinas y ponerlas al servicio del creci-
miento económico y la satisfacción de las necesidades alimentarias
de sus pueblos.

La zona económica exclusiva se define como el área situada


más allá del mar territorial y adyacente a este sujeta al régimen
establecido en la Convención, en la cual los Estados costeros po-
seen derechos de soberanía y jurisdicción de naturaleza económi-
ca, específicamente derechos de soberanía para los fines de explo-
ración y explotación, conservación y administración de los recursos
naturales, tanto vivos como no vivos, de las aguas suprayacientes
al lecho y del lecho y el subsuelo del mar; así como los derechos
de soberanía en relación a otras actividades con miras a la explora-
ción y explotación económicas de la zona, tal como la producción
de energía derivada del agua, de las corrientes y de los vientos. En
dicha área los Estados costeros poseen, también, jurisdicción sobre
el establecimiento y la utilización de islas artificiales, instalaciones y
estructuras; la investigación científica marina, la protección y debe-
res previstos en esta Convención.219

En la zona económica exclusiva todos los Estados gozan de las


libertades de navegación y sobrevuelo, el tendido de cables y tube-
rías submarinas, la operación de buques y aeronaves. En el ejercicio
de estas actividades los Estados deben cumplir las leyes y los regla-
mentos del Estado ribereño.220

El límite exterior de la zona es la distancia de 200 millas me-


didas a partir de las líneas de base utilizadas para proyectar el mar
territorial. Su límite interior es el límite exterior del mar territorial,

219 Artículos 55 y 56 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Dercho del Mar, en: Naciones
Unidas, ob. cit, p. 40.

220 Ibíd, art. 58, p. 41.

202
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

lo que significa que parte de la zona contigua es comprendida por


la zona económica exclusiva. Las reglas para la delimitación son las
mismas que las establecidas para la plataforma continental.

De estos cinco espacios marinos, en los que el Estado costero


en términos generales ejerce derechos de soberanía y jurisdicción
(aguas interiores, zona contigua, mar territorial, zona económica
exclusiva y plataforma continental) hasta las 200 millas, solo las
aguas interiores se delimitan como acto unilateral de derecho in-
terno, aunque siempre debe guardar conformidad con las reglas
del derecho internacional. La zona contigua no tiene en el derecho
internacional un régimen propio de delimitación, sigue el curso se-
gún sea el área concernida del régimen de delimitación aplicable al
mar territorial o a la zona económica exclusiva. Consiguientemente
los espacios marinos del área de 200 millas que strictu sensu son
objeto de procesos de delimitación, sea a través de negociaciones
diplomáticas entre las partes o por la vía jurisdiccional de los fallos
de la Corte Internacional de Justicia o los tribunales arbitrales, son
los correspondientes al mar territorial, la zona económica exclusiva
y la plataforma continental.

Como las normas de las convenciones del mar de 1958 y 1982


son muy generales y en cierto modo ambiguas para orientar la so-
lución jurisdiccional de las controversias de delimitación marítima,
y como antes que se apruebe la Convención de 1982 la Corte In-
ternacional de Justicia y los tribunales arbitrales tuvieron que resol-
ver casos de controversias sobre el mar territorial y la plataforma
continental, cuando aún el derecho convencional estaba en su fase
de formación, los principios y reglas sobre la delimitación marítima
en los tres espacios señalados han tenido un desarrollo sustantivo
y amplio en el derecho consuetudinario que han interpretado el
alcance de las normas convencionales.

Las insuficiencias de las normas convencionales han sido re-


sueltas, de esta manera, progresivamente por la jurisprudencia

203
La Soberanía marítima deL Perú

de la Corte Internacional de Justicia y los tribunales arbitrales, así


como por la conducta de los Estados. Se han desarrollado princi-
pios, normas y métodos de delimitación marítima que han asimila-
do, desarrollado y precisado las normas convencionales. El derecho
de la delimitación marítima es en esa perspectiva esencialmente un
derecho jurisprudencial.

Entre estos principios y normas de aplicación erga omnes por


la vía consuetudinaria, se encuentran en lugar preeminente las re-
lativas a la delimitación marítima entre estados adyacentes, como
es el caso de la controversia marítima existente entre el Perú y
Chile. A diferencia del derecho que prevalecía a inicios de los años
cincuenta que solo aceptaba el mar territorial de tres millas, época
en que se suscribieron los instrumentos jurídicos que Chile alega
habrían delimitado la frontera marítima por el paralelo geográfico,
el derecho vigente reconoce soberanía y jurisdicción de los estados
en el mar territorial, la zona contigua, la plataforma continental y la
zona económica exclusiva, “como un conjunto de espacios e insti-
tuciones en orden de mayor a menor proximidad de la tierra firme
sometidos a la jurisdicción del Estado ribereño, generalmente hasta
una distancia de 200 millas medidas desde las líneas de base, y des-
de las cuales se establece la anchura del mar territorial”.221

La controversia marítima que opone al Perú y Chile en la Corte


Internacional de Justicia, en su componente de delimitación pro-
piamente dicho, comprende la delimitación en estos espacios ma-
rinos.

4. norMAS Y PrIncIPIoS dEl dErEcHo IntErnAcIonAl con-


SuEtudInArIo Y conVEncIonAl dE lA dElIMItAcIón MA-
rÍtIMA

La Convención sobre el Derecho del Mar de 1982, ratificada


por Chile, al no haber sido aprobada y ratificada por el Perú, no

221 Manuel Diez de Velasco, Instituciones del Derecho Internacional, Tecnos, 1994, p. 419.

204
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

se aplica a la controversia entre los dos países directamente como


derecho convencional. Tampoco la Convención sobre la Plataforma
Continental de 1958, de la cual ni Chile ni Perú son parte. Los prin-
cipios, normas y métodos aplicables a la controversia son las co-
rrespondientes al derecho internacional consuetudinario, que com-
prenden y desarrollan en un nivel mucho mayor de especificidad las
normas de la Convención de Montego Bay. Si se aplicasen las reglas
de la convención, la situación no variaría en esencia, pues de todas
maneras esa aplicación se haría de manera concordada con el de-
recho internacional consuetudinario. Existe un proceso de unifica-
ción de las normas convencionales con las consuetudinarias, pero
el derecho internacional de la delimitación marítima, no obstante
el avance que ha significado la Convención de 1982, es en esencia
un derecho consuetudinario cuyos principios, normas, reglas y cri-
terios aplicables a la delimitación son mucho más desarrollados,
específicos y concretos que los del derecho convencional.222

Concierne, por ello, al caso específico de la controversia marí-


tima peruano-chilena, el alcance y contenido de los principios, nor-
mas y métodos aplicables a la delimitación marítima, contenidas
en el derecho internacional convencional y el consuetudinario que,
como se ha indicado, las engloba y desarrolla. Sin embargo, cabe
precisar que la Corte en la solución del caso, conforme a una juris-
prudencia uniforme, aplicará los principios y normas del derecho
consuetudinario al no ser parte el Perú de la convención de 1982,
de la que sí es parte Chile.

4.1 Delimitación del mar territorial y la zona contigua

La delimitación del mar territorial comprende el estableci-


miento del límite frente al territorio, es decir, en relación con las
líneas de base, y con referencia al mar territorial de los Estados ve-

222 Cf. Nuno Marques Antunes, Towards the Conceptualization of Maritime Delimitation: Legal and Tech-
nical Aspects of Political Process, Martinus Nijhoff Publishers, London, 2003.

205
La Soberanía marítima deL Perú

cinos.223 Al respecto, la norma contenida en la Convención del Mar


de 1982224 es la misma que establecieron los artículos 12 y 24 de la
Convención de Ginebra sobre Mar Territorial y Zona Contigua.225 El
artículo 15 establece:

“Cuando las costas de dos Estados sean adyacentes o se hallen


situadas frente a frente, ninguno de dichos Estados tendrá derecho,
salvo acuerdo en contrario, a extender su mar territorial más allá
de una línea media, cuyos puntos sean equidistantes de los puntos
más próximos de las líneas de base a partir de las cuales se mida la
anchura del mar territorial de cada uno de esos Estados. No obs-
tante, esta disposición no será aplicable cuando por la existencia de
derechos históricos o por otras circunstancias especiales, sea nece-
sario delimitar el mar territorial de ambos estados de otra forma”.226

Para delimitar el mar territorial, la Convención del Mar de


1982 consagró la fórmula “equidistancia-circunstancias especiales”.
El método de la línea equidistante aparece como aquel que debe
utilizarse para solucionar el solapamiento de las proyecciones de
estados con costas laterales o frente a frente. El artículo 15 parte,
en ese sentido, del supuesto de que, en el caso de la delimitación
del mar territorial la línea media o de la equidistancia asegura un
resultado equitativo. El criterio de la línea equidistante, sin em-
bargo, es general mas no absoluto, pues el sentido de la norma
es obtener un resultado equitativo. Consiguientemente, métodos
alternativos a la línea equidistante deben usarse cuando esta, por
la presencia de circunstancias especiales o derechos históricos, no
asegura la equidad de resultados.

223 Cf. Hubert Thierry, Jean Combacau y otros, Droit International Public, Editions Montchrestien, París
1996, p. 347.

224 Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar, Nueva York, 1982.

225 Cf. Convención de Ginebra sobre mar territorial y zona contigua, arts. 12 y 24.

226 Cf. Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar, art. 15.

206
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

La norma no sólo establece el derecho de limitar el mar te-


rritorial a través de la línea equidistante, sino que por seguridad
jurídica, a la vez, niega el derecho a todos los estados para extender
la proyección del mar territorial más allá de la línea media, salvo
acuerdo en contrario. El supuesto de la norma es que el espacio
oceánico donde se produce la superposición o solapamiento es
insuficiente para cobijar la proyección del mar territorial de dos
Estados con fronteras laterales o frente a frente. En ese caso es ne-
cesario e imperativo dividir la columna de agua en dos, aplicando la
línea equidistante con la finalidad de obtener un resultado equitati-
vo, de tal manera que ninguna de las partes sufra la amputación de
la totalidad de su espacio marítimo superpuesto.

La línea equidistante se obtiene estableciendo una proyec-


ción de líneas perpendiculares a partir de los puntos de las líneas de
base de cada estado, para luego trazar la línea media o equidistan-
te en la convergencia de la proyección perpendicular. El estableci-
miento del límite del mar territorial no presenta las complejidades
del correspondiente a la plataforma continental o la zona económi-
ca exclusiva, tanto por lo reducido de su extensión (12 millas) como
por su naturaleza jurídica.

En el mar territorial el Estado posee soberanía plena sobre el


fondo del mar, la columna de agua y el espacio aéreo correspon-
diente. Dada la naturaleza jurídica del mar territorial no se requiere
necesariamente un acuerdo de partes para su delimitación, ya que
es en esencia un acto constitutivo que se deriva de la soberanía
estatal. En los casos en que exista una superposición de las proyec-
ciones del mar territorial, la delimitación sí es indispensable pues
tiene que resolverse el solapamiento a través de un acuerdo de
partes o por una vía jurisdiccional.

La Corte Internacional de Justicia ha indicado que las disposi-


ciones del artículo 15 de la Convención de 1982 forman parte del
derecho consuetudinario. Para la Corte, tanto estas reglas como las

207
La Soberanía marítima deL Perú

contenidas en el artículo 12 de la Convención de 1958 sobre el mar


territorial y la zona contigua –prácticamente idénticas– poseen ya
ese carácter. Y en ese sentido se aplican a todos los Estados, inde-
pendientemente de que estos hayan o no suscrito las citadas con-
venciones.

El derecho consuetudinario aplicable que, como se ha seña-


lado, asimila las disposiciones convencionales se puede resumir
en la misma fórmula “equidistancia-circunstancias especiales”. La
manera de fijar el límite del mar territorial, la más lógica y más am-
pliamente practicada, como lo ha expresado de manera reiterada
la Corte en su jurisprudencia, es trazar de manera provisional una
línea equidistante y luego examinar si esta línea debe ser ajusta-
da o sustituida con la finalidad de considerar y tener en cuenta la
eventual existencia de circunstancias especiales, todo ello con el
objetivo final de obtener un resultado equitativo.227

En la sentencia sobre la delimitación marítima y las cuestiones


territoriales entre Qatar y Bahrein, la Corte definió la equidistancia
y estableció los requisitos que se deben cumplir para posibilitar su
trazo. Según la Corte se trata de una línea en la que cada punto
es equidistante de los puntos más próximos a las líneas de base,
a partir de las cuales se ha medido el ancho del mar territorial de
cada Estado. Para trazar una línea equidistante como frontera entre
los mares territoriales, es indispensable –señala la Corte– que los
respectivos Estados hayan cumplido con el trazado de sus líneas de
base. No es posible delimitar el mar territorial sin la preexistencia
de las líneas de base. Ellas permiten, asimismo, levantar las cartas
marinas oficiales de cada país. 228

La línea equidistante como cláusula delimitadora del mar te-


rritorial no puede asimilarse necesariamente, a priori, al cumpli-

227 Cf. CIJ. Affaire de la délimitation maritime et des questions territoriales entre Qatar et Bahreïn (Qatar c.
Bahreïn) fond, Arrêt du 16 mars 2001, Recueil des Arrêts, Avis Consultatifs et Ordonnances, 2001, p. 94.

228 Ibíd., p. 94.

208
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

miento del requisito del resultado equitativo, ya que la prueba de


la equidad siempre se establece a través de los resultados del pro-
ceso delimitador. La equidad no se obtiene a priori con el trazado
de la línea equidistante, sino a posteriori con la verificación de si
ese trazo produjo o no resultados equitativos. Por eso la Corte ha
establecido en su jurisprudencia un método con dos etapas o fases.
La división del área de superposición a través de la línea equidistan-
te, en principio, solo como un método de trabajo con la finalidad
de contrastarla con la existencia o no de circunstancias especiales.
Si no existen estas últimas, la equidistancia en sí misma produce
la equidad de resultados. En el caso contrario, la línea se ajustará
teniendo en cuenta las circunstancias especiales que se hayan iden-
tificado, con el propósito de realizar la regla básica que se sintetiza
en el principio de equidad de resultados.

La aplicación del método de la equidistancia a la delimitación


del mar territorial no presenta las dificultades que se dan en los es-
pacios marítimos más amplios, especialmente por la corta distancia
que implica. Esta realidad se expresa en el hecho de que corriente-
mente no se presentan circunstancias especiales relevantes en el
caso del mar territorial. Son raros los casos en que la existencia de
pequeñas islas u otros accidentes geográficos pueden implicar la
corrección de la línea de la equidistancia.

Como señala Kolb, sin embargo, “(…) no se puede decir que


circunstancias especiales no puedan existir. La circunstancia que de
manera más común puede generar inequidad en la delimitación del
mar territorial es la presencia de islas o islotes entre las costas prin-
cipales que se utilizan como puntos de base. La presencia de estas
islas pueden tener como efecto el avance desmesurado de la costa
de una parte y de provocar en consecuencia una distribución muy
desigual de los espacios”229.

229 Kolb, ob. cit., p. 541.

209
La Soberanía marítima deL Perú

En el caso Qatar/ Bahrein, se dio un caso de esta naturaleza.


Bahrein, un Estado multi - insular, había trazado líneas de base rec-
tas que provocaban un efecto inequitativo en la delimitación a tra-
vés de la línea equidistante. La Corte en su sentencia señaló que “…
el método de las líneas de base rectas, que sustituye a las normas
usuales de determinación de las líneas de base, no puede aplicarse
sino bajo varias condiciones que deben ser cumplidas. Este método
debe ser aplicado de manera restrictiva… ”230. La Corte constató
que las líneas de base rectas establecidas por Bahrein no estaban
conforme a la normativa del derecho internacional, las desestimó
y procedió a trazar las líneas de base de bajamar en el ejercicio
de sus competencias. Al resolver el límite en el mar territorial, la
Corte identificó así la existencia de circunstancias especiales de na-
turaleza geográfica y ajustó la línea de la equidistancia para que la
delimitación pasara entre Fasht al Azm y Qit’at ash Shajarah y otras
islas pequeñas.231

En la medida en que el objetivo es obtener una línea con equi-


dad de resultados, el trazo de la delimitación del mar territorial
debe ser guiado por la aplicación de los principios equitativos. En
ese sentido, la equidistancia no es un fin en sí mismo ni una regla
de aplicación automática o absoluta, es la regla general pero su uti-
lización está sujeta a la prueba del resultado de equidad. Por ello, la
tendencia es a proceder a la delimitación del mar territorial hacien-
do un trazo preliminar por la equidistancia, para luego comprobar
si a la luz de la existencia de circunstancias especiales (geográficas)
se obtiene o no la equidad de resultados. Si se obtiene se confirma
el trazo preliminar por la línea equidistante. En caso contrario, se
recurre a otro método o a una combinación de métodos.

230 CIJ. , Recueil. 2001,párr. 212.

231 Ibíd., pp. 108 -109.

210
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

4.2 Delimitación de la plataforma continental y la zona económi-


ca exclusiva

A. Delimitación de la plataforma continental

La plataforma continental se incorpora al espacio marítimo su-


jeto a derechos de soberanía y jurisdicción de los Estados, en el de-
recho convencional, a partir de la aprobación de la Convención de
Ginebra del 29 de abril de 1958. La convención define la plataforma
continental, en el artículo 1 como “(…)el lecho del mar y el subsuelo
de las zonas submarinas adyacentes a las costas pero situadas fuera
de la zona del mar territorial, hasta una profundidad de 200 metros
o más allá de este límite, hasta donde la profundidad de las aguas
suprayacentes permita la explotación de los recursos naturales de
dichas zonas; así como el lecho del mar y el subsuelo de las regiones
submarinas análogas, adyacente a las costas de las islas”.232

Su naturaleza jurídica, conforme a esta disposición, sería física


y geomorfológica. Y su extensión estaría determinada por dichas
características. Los derechos del Estado ribereño se refieren a la
exploración y explotación de los recursos naturales y son indepen-
dientes de su ocupación real o ficticia. La delimitación de la plata-
forma continental entre Estados adyacentes es regulada por el
artículo 6.2 de la convención del 58, la cual establece: “Cuando una
misma plataforma continental sea adyacente al territorio de dos
Estados limítrofes se efectuará por acuerdo entre ellos. A falta de
acuerdo, y salvo que circunstancias especiales justifiquen otra deli-
mitación, ésta se efectuará aplicando el principio de la equidistan-
cia de los puntos más próximos de las líneas de base desde donde
se mide la extensión del mar territorial de cada Estado”.233

232 Convención de Ginebra sobre la Plataforma Continental de 1958, artículo 1.

233 Ibíd., art. 6.2.

211
La Soberanía marítima deL Perú

La norma en ausencia de acuerdo entre las partes y de circuns-


tancias especiales manda un trazo por la línea de la equidistancia,
independientemente de cualquier referencia a la equidad de resul-
tados.

Las disposiciones de la convención de 1958 fueron aplicadas


en una quincena de casos a través de arreglos directos o la acción
de tribunales arbitrales. Más allá de la literalidad de sus disposicio-
nes pasados unos años en la ejecución de sus reglas se plantearon
cuatro tipos de problemas: 1) La naturaleza jurídica de la platafor-
ma continental, que al ser definida con un criterio físico y geomor-
fológico, creaba una situación de manifiesta desigualdad entre los
estados con una extensa plataforma continental y los que prácti-
camente no la poseían o sólo alcanzaban distancias muy cortas. 2)
La distancia que abarcaba la plataforma continental, que conforme
al criterio geomorfológico era muy variable y desigual entre los es-
tados, limitada por su propia extensión física. 3) La determinación
de si la conducta de los Estados en relación con la aplicación de sus
disposiciones habría transformado o no el artículo 6.2 en norma de
derecho consuetudinario aplicable a todos los Estados, aun a los
que no ratificaron la convención. 4) Si el trazo de la delimitación a
través de la línea equidistante sería una norma única de aplicación
obligatoria.

Las respuestas a estos problemas se han dado progresivamen-


te a través de las sentencias de la Corte Internacional de Justicia,
las nuevas disposiciones contenidas en la Convención del Mar de
1982 y la interpretación que la Corte ha hecho de ellas. En este
proceso se han producido cambios profundos, tanto en la concep-
ción de la naturaleza jurídica de la plataforma continental como en
relación con los principios, normas y métodos para su delimitación.

El proceso se inició con la sentencia de la Corte en el asunto


sobre la Plataforma Continental del Mar del Norte (República Fe-
deral de Alemania/ Dinamarca y República Federal de Alemania/

212
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Países Bajos, del 20 de febrero de 1969).234 El fallo se refirió a cada


uno de los cuatro problemas planteados, y combinó el statu quo, en
el caso de la naturaleza jurídica de la plataforma continental y su ex-
tensión, con la interpretación creadora de normas en los casos del
alcance en la aplicación del método de la equidistancia y la cuestión
respecto de si la norma del artículo 6.2 de la Convención de 1958 se
había transformado en una disposición de derecho consuetudina-
rio de aplicación general.

Sobre el primer punto, es decir, la naturaleza jurídica de la pla-


taforma continental, la Corte mantuvo la concepción geomorfológi-
ca, al resolver –sería la última vez– que su extensión llegaba hasta
el límite de su presencia física: “(…) por las razones expuestas (…)
la plataforma continental de todo Estado debe ser la prolongación
natural de su territorio y no debe invadir la prolongación natural del
territorio de la otra parte”.235

Se ratificó, en ese momento, una interpretación física, restric-


tiva e inequitativa de la plataforma continental, que perjudicaba
a los países con reducida extensión. Es conveniente recordar que
la reivindicación de 200 millas de soberanía y jurisdicción procla-
mada en la Declaración de Santiago se fundamentaba, entre otros
aspectos, precisamente, en el principio de compensación a favor
de aquellos países que como el Perú tienen una plataforma escasa
o inexistente. Alberto Ulloa lo expresó en 1956, en la III Reunión
del Consejo Interamericano de Jurisconsultos: “Quiero decir, ante
todo porque es cierto e indispensable que los países que hicieron la
Declaración de Santiago sobre Zona Marítima y que la mantienen,
aparte de todas las otras razones de carácter jurídico internacional
que pudieron tener para proclamarla, realizaron una compensación

234 Cf. CIJ. Affaire du Plateau Continental de la Mer du Nord (République Fédérale D’Allemagne/Dane-
mark; République Fédérale D’Allemagne/Pays-Bas), Arrêt du 20 février 1969, Recueil des Arrêts, Avis
Consultatifs et Ordonnances, 1969.

235 Recueil, Affaires du plateau continental de la Mer du Nord (République Fédérale D’Allemagne/ Dane-
mark; République Fédérale D’Allemagne/ Pays Bas, Arrêt du 20 février 1969, p. 47, párr. 85.

213
La Soberanía marítima deL Perú

y colocaron en un pie de igualdad, que está en la base misma de


toda concepción de derecho internacional, a los países que tienen
con los países que no tienen Plataforma Continental”.236

Los países del Pacífico Sur poseen plataformas extremadamen-


te reducidas y discontinuas, casi inexistentes en promedio. El Perú,
por ejemplo, según datos de Popovici cuenta con una plataforma
continental de sólo 120 km en Salaverry, 100 km en Chimbote, muy
estrecha en Cabo Blanco y Punta Falsa y prácticamente inexistente
frente a Punta Pescadores.237

En esta materia la sentencia sobre el asunto del Mar del Norte


se supeditó a lo dispuesto por la Convención de Ginebra de 1958.
Sin embargo, no muchos años después, la propia Corte, atendiendo
a la evolución de las negociaciones en la III Conferencia sobre el
Derecho del Mar, cambió este criterio sin mediar una nueva norma
convencional, en lo que se ha dado en llamar en el derecho de la
delimitación marítima una jurisprudencia creadora de normas.

En lo que se refiere al segundo punto, la extensión de la pla-


taforma continental, la Corte como subproducto de lo anterior ra-
tificó la idea de que la extensión de la plataforma llegaba hasta sus
límites físicos o geomorfológicos. En torno a la tercera cuestión,
el carácter obligatorio o no en la aplicación de la línea de la equi-
distancia, la Corte efectuó avances de la mayor trascendencia. No
obstante que la Convención de 1958 establecía que la delimitación
de la plataforma continental debía hacerse en ausencia de circuns-
tancias especiales y derechos históricos a través de la línea de la
equidistancia, la Corte señaló que el principio de la equidistancia no
había sido consagrado en términos de conformar a priori una regla
de derecho de aplicación general. Y añadió que esta constatación la

236 Alberto Ulloa Sotomayor, discurso pronunciado en la III Reunión del Consejo Interamericano de Ju-
risconsultos, México, 24 de enero de 1956, Revista Peruana de Derechos Internacional, Nº 49, Lima,
1956, p.72.

237 Cf. Zacarías Popovici, Gloria Chacón de Popovici, “El Pacífico peruano”, en: Atlas histórico, geográfico
y de paisajes peruanos, INP, Lima, 1970, p.146.

214
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

llevaba a concluir que el método de la equidistancia no era obliga-


torio para delimitar la plataforma continental.238

Estableció de forma temprana el criterio de que la línea de la


equidistancia no necesariamente produce equidad y por ello dado
el caso debe ser modificada teniendo en cuenta la presencia de cir-
cunstancias pertinentes. La Corte fundamentó esta conclusión en
el principio general, según el cual toda delimitación marítima debe
conducir a resultados equitativos. Asumir a priori el método de la
equidistancia como norma delimitadora obligatoria, en algunos
casos podía colisionar con ese principio, así como aquel otro que
manda que la delimitación debe ser producto de un acuerdo entre
las partes. Conforme lo explicó la propia Corte, la delimitación de la
plataforma continental debe hacerse sobre la base de la aplicación
de los principios equitativos: “(…) en otras palabras, no se trata de
aplicar simplemente la equidad como una representación de la jus-
ticia abstracta, sino de aplicar una regla de derecho que prescribe
el recurso a los principios equitativos”.239

La sentencia señaló: “Así pues, el Tribunal concluye que si el


Convenio de Ginebra no era ni en sus orígenes ni en sus previsiones
iniciales declaratorio de una regla obligatoria de Derecho interna-
cional consuetudinario que impusiera el empleo del principio de
la equidistancia para la delimitación de la plataforma continental
entre Estados limítrofes, tampoco ha llegado por sus efectos poste-
riores a la formación de una regla de tal naturaleza; y que la práctica
de los Estados hasta el presente es igualmente insuficiente a este
respecto… Es preciso reconocer que, pese a sus ventajas recono-
cidas, el método de la equidistancia conduce en ciertas condicio-
nes geográficas bastante frecuentes a crear una indudable falta de
equidad”240.

238 Cf. CIJ, Recueil 1969, Mer du Nord, p.45, párr. 81.

239 Ibíd, párr. 85.

240 Ibíd, párr. 81-82.

215
La Soberanía marítima deL Perú

La Corte citó como una de esas condiciones geográficas sus-


ceptibles de crear inequidad al trazo de la línea equidistante el he-
cho que la “(…) menor deformación de una costa aparece automáti-
camente ampliada por la línea de equidistancia respecto a sus con-
secuencias para la delimitación de la plataforma continental. Así se
ha comprobado en el caso de costas cóncavas o convexas…”241.

Constatada la imposibilidad de utilizar en el caso el método


de la equidistancia por sus efectos inequitativos y negada su con-
dición de norma imperativa del derecho consuetudinario, la Corte
fundamentó las razones por las cuales era legítimo recurrir a una
combinación de éstos:

“Si por las razones indicadas más arriba, la equidad impide el


empleo de la equidistancia en el presente como único método de
delimitación, se suscita el problema de saber si es necesario em-
plear un solo método para una delimitación determinada. No exis-
te ninguna base lógica para ello y no se percibe objeción alguna a
la idea de que la delimitación de zonas limítrofes de la plataforma
continental pueda llevarse a cabo mediante el empleo concurrente
de diversos métodos. El Tribunal ha indicado ya la razón por la cual
considera que el Derecho internacional en materia de delimitación
de la plataforma continental no comporta ninguna regla imperativa
y autoriza el recurso a diversos principios o métodos, en función del
caso, así como en cuanto a la combinación de los mismos, siempre
que ello conduzca a un resultado razonable por aplicación de prin-
cipios equitativos”242.

El fallo no contenía una definición de los principios equita-


tivos, pero sí los barruntaba en función de la equidad de resultados
como objetivo último de toda delimitación. Es decir, de una obje-
tivación de la equidad derivada de la regla de derecho que sólo se

241 Ibíd.

242 Ibíd., párr. 90.

216
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

puede determinar a través de una valoración del resultado al que


conduzca determinado método de delimitación.

En lo que se refiere al cuarto problema, la determinación de


si la regla del artículo 6.2 de la Convención de 1958 constituía o no
una norma exigible de derecho consuetudinario, la Corte resolvió
que ese no era el caso y que tal conclusión tampoco podía derivarse
de la conducta de las partes. El fallo fue categórico al señalar que
“(…) la Convention de Genève n’a ni consacré ni cristallisé une règle
de droit coutumier préexistante ou en voie de formation selon la-
quelle la délimitation du plateau continental entre Etats limitrophes
devrait s’opérer, sauf si les Parties en décident autrement, sur la
base d’un principe équidistance-circonstances spéciales. Une règle
a bien été établie par l’article 6 de la Convention, mais uniquement
en tant que règle conventionnelle. Il reste à voir si elle a acquis de-
puis lors un fondement plus large car, comme règle conventionne-
lle, elle n’est pas opposable à la République fédérale, ainsi que la
Cour l’a déjà constaté”.243 [La Convención de Ginebra no consagró ni
cristalizó una norma de derecho consuetudinario preexistente o en
vía de formación, según la cual la delimitación de la plataforma con-
tinental entre estados limítrofes debería realizarse, salvo decisión
en contrario, sobre la base del principio de equidistancia-circuns-
tancias especiales. Una regla ha sido establecida por el artículo 6 de
la Convención, pero únicamente como norma convencional. Queda
por ver si esta regla ha adquirido desde entonces un fundamento
más amplio, ya que en tanto que regla convencional no es oponible
a la República Federal, como ya lo ha constatado la Corte244”.] La
Corte concluyó en el sentido que “ (…) si el Convenio de Ginebra
no era ni en sus orígenes ni en sus previsiones iniciales declaratorio
de una regla obligatoria de Derecho internacional consuetudinario
que impusiera el empleo del principio de la equidistancia para la

243 Cf. ibíd., p. 41, párr. 69.

244 Traducción del autor.

217
La Soberanía marítima deL Perú

delimitación de la plataforma continental entre Estados limítrofes,


tampoco ha llegado por sus efectos posteriores a la formación de
una regla de tal naturaleza; y que la práctica de los Estados hasta el
presente es igualmente insuficiente a este respecto”245.
Con posterioridad a la sentencia sobre el asunto del Mar del
Norte, la Corte dejó de lado el criterio físico y geomorfológico, tan-
to para sustentar la naturaleza jurídica de la plataforma continental
como para determinar su extensión.

El cambio sustantivo en esta materia empezó con la sentencia


sobre la plataforma continental entre Túnez/Libia, del 24 de febre-
ro de 1982.246 No obstante que la Corte continuó dándole una im-
portancia especial a la realidad física de la plataforma continental,
se alejó del criterio geomorfológico que asumió en la sentencia de
1969. La Corte ya no fundaba su fallo en la concepción según la cual
la plataforma continental corresponde a la prolongación natural de
las costas. Esta visión casi territorialista de la plataforma continental
la empezó a variar hacia una concepción marítima, al impulso del
desarrollo de los trabajos de la III Conferencia sobre el Derecho del
Mar que, en 1982, ya había producido un consenso para que todos
los Estados –independientemente de la extensión de su plataforma
continental como masa física– tuvieran derecho a una plataforma
mínima de 200 millas. Esto evidentemente guardaba coherencia con
el reconocimiento de la soberanía y jurisdicción hasta las 200 millas
en la zona económica exclusiva. Era ilógico reconocer 200 millas a la
zona económica exclusiva, es decir, a la columna de agua, y no hacer-
lo con el lecho marino en el caso de aquellos países, como los del Pa-
cífico Sur sudamericano, cuya plataforma continental es muy corta.

La sentencia en el caso Túnez/Libia hace una referencia al pro-


yecto de artículo 76.1 de la convención, que indica dos elementos

245 Ibíd., párr. 81.

246 Cf. CIJ. Affaire du Plateau Continental (Tunisie/Jamahiriya Arabe Libyenne), Arrêt du 24 février 1982,
Recueil des Arrêts, Avis Consultatifs et Ordonnances, 1982.

218
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

constitutivos del derecho sobre la plataforma continental. En pri-


mer lugar, el principio de adyacencia, que fundamenta el título ju-
rídico sobre la plataforma continental y, en segundo término, el cri-
terio de la distancia, que define su extensión, independientemente
de la prolongación natural de las costas hasta una distancia mínima
de 200 millas:

“El artículo 76 y el artículo 83 son las disposiciones del proyec-


to de Convención elaborado por la Conferencia que podría reflejar
las nuevas tendencias aceptadas a tomar en consideración en este
caso. De conformidad con el artículo 76, párrafo 1:

`La plataforma continental de un Estado ribereño comprende


el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más
allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natu-
ral de su territorio hasta el borde exterior del margen continental
o bien hasta una distancia de 200 millas marinas contadas desde
las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar
territorial, en los casos en que el borde exterior del margen conti-
nental no llegue a esa distancia´.

Los párrafos 2 a 9 que contienen disposiciones detalladas so-


bre los límites exteriores de la plataforma continental, pueden no
ser tenidos en cuenta a los fines de la presente sentencia. Aunque
el párrafo 10 especifica que las disposiciones del artículo `no pre-
juzgan la cuestión de la delimitación de la plataforma continental
entre Estados con costas adyacentes o situadas frente a frente´, la
definición del párrafo 1 no debe perderse de vista. Esta de defini-
ción comprende dos partes que apelan a criterios diferentes. Según
la primera parte del párrafo 1, la prolongación natural del territorio
terrestre es el criterio principal. En la segunda parte del párrafo,
es la distancia de 200 millas la que fundamenta en determinadas
circunstancias el título del Estado ribereño. La noción jurídica de
plataforma continental basada en una `especie de zócalo´ queda
por tanto modificada o al menos completada por este criterio. La

219
La Soberanía marítima deL Perú

definición del artículo 76, párrafo 1 descarta igualmente el criterio


de explotabilidad, que es un elemento de la definición de la Con-
vención de Ginebra de 1958247”.

La Corte recordó que el Estado costero es titular de derechos


exclusivos sobre las zonas submarinas y que el vínculo geográfico
entre las costas y las zonas sumergidas que se encuentran frente
a ella es el fundamento del título jurídico del Estado sobre la pla-
taforma continental.248 Al mismo tiempo, en contraposición a las
pretensiones de las partes de fundar sus reclamaciones en distin-
tas percepciones de la prolongación natural de la plataforma conti-
nental según sus propios intereses, la Corte determinó que en ese
caso específico no se aplicaba el criterio de la prolongación natural
y que, de manera alternativa, la solución debía encontrarse en la
aplicación de los principios equitativos:

“La Libye estime que, dans la présente affaire, comme dans


celles du Plateau continental de la mer du Nord, les principes équi-
tables ne jouent aucun rôle quand il s’agit de déterminer les zones
de plateau continental pertinentes en parlant de la notion juridi-
que de prolongement naturel et que c’est seulement dans les zo-
nes marginales en litige entre des Etats que le titre peut se fon-
der sur prolongement naturel corrigé par les principes équitables.
Chacune des Parties a aussi expliqué pour quelles raisons la délimi-
tation qu’elle préconise est équitable, eu égard aux circonstances
pertinentes, alors que celle de son adversaire ne le serait pas. La
cour, s’estimant tenue de statuer en l’espèce sur la base de prin-
cipes équitables, doit commencer par rechercher ce que prescri-
vent ces principes, séparés de la notion de prolongement naturel,
dont elle a dit qu’elle ne s’applique pas à la délimitation en cause.
L’application de principes équitables doit aboutir à un résultat équi-
table. Cette façon de s’exprimer, bien que courante, n’est pas en-

247 Ibíd., párr. 47.

248 Ibíd., p. 61, párr. 73.

220
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

tièrement satisfaisante, puisque l’adjectif équitable qualifie à la fois


le résultat à atteindre et les moyens à employer pour y parvenir”.249
[Libia considera que, en el presente asunto, así como en el de la Pla-
taforma Continental del Mar del Norte, los principios equitativos no
cumplen ninguna función cuando se trata de determinar las zonas
de la plataforma continental pertinentes en términos de la noción
jurídica de prolongación natural, y que únicamente en el caso de las
zonas marginales en litigio entre los Estados es que el título puede
fundarse en la prolongación natural corregida por los principios de
equidad. Cada una de las partes explicó también por qué razones
la delimitación que preconiza es equitativa, en consideración de las
circunstancias pertinentes, mientras que la de su adversario no lo
sería. La Corte, considerando que en este caso concreto debe juz-
gar sobre la base de los principios equitativos, debe empezar por
buscar lo que prescriben dichos principios de manera separada a la
noción de prolongación natural, la cual ha dicho no es aplicable a
la delimitación en el presente caso. La aplicación de los principios
equitativos debe llevar a un resultado equitativo. Esta manera de
expresarse, aunque común, no es completamente satisfactoria ya
que el adjetivo equitativo califica al mismo tiempo el resultado a
alcanzar y los medios por utilizar para lograrlo250.]

De esta manera la Corte, sin apartarse totalmente de la con-


cepción física de la plataforma continental (teoría declarativa),
avanzó sustantivamente a una definición eminentemente jurídica y
marítima (teoría constitutiva).

Se mantuvo una posición similar en la sentencia sobre el asun-


to de la delimitación de la frontera marítima del Golfo del Maine
(Canadá /Estados Unidos). Sólo en 1985, en el asunto de la plata-
forma continental entre Libia y Malta, la Corte abandonó definitiva-
mente la concepción geomorfológica de la plataforma continental y

249 Ibíd., p. 59.

250 Traducción del autor.

221
La Soberanía marítima deL Perú

asumió totalmente la nueva definición de exclusiva naturaleza jurídi-


ca que ya había sido recogida por la Convención del Mar de 1982. En
su fallo del 3 de junio de 1985, resolvió:

“(…) Chaque Etat côtier est titulaire de droits souverains sur le


plateau continental situé devant ses cotes aux fins de son explora-
tion et de l’exploitation de ses ressources naturelles (article 77 de la
convention) jusqu’à une distance de 200 milles marins des lignes de
base –sous réserve bien entendu d’une délimitation avec les Etats
voisins– quels que soient les accidents géologiques ou géophysiques
des fonds marins dans la zone comprise entre le littoral et la limite
des 200 milles. L’adoption de ce critère de distance n’a cependant
pas eu pour effet d’instaurer un principe de ‘proximité absolue’ ni de
faire de la méthode de l’équidistance une règle générale ou une mé-
thode obligatoire de délimitation, ou encore une méthode à essayer
en priorité dans chaque cas”.251 [Cada Estado costero es titular de de-
rechos de soberanía sobre la plataforma continental situada delante
de sus costas para fines de la exploración y explotación de sus recur-
sos naturales (artículo 77 de la Convención), hasta una distancia de
200 millas marinas contadas desde las líneas de base –bajo reserva,
claro está, de una delimitación con los Estados vecinos– sean cuales
fueren los accidentes geológicos o geofísicos de los fondos marinos
en la zona comprendida entre el litoral y el límite de las 200 millas.
La adopción de este criterio de distancia no ha tenido sin embargo
como consecuencia la adopción de un principio de `proximidad abso-
luta´ o de convertir el método de la equidistancia en una regla gene-
ral o un método obligatorio de delimitación, o incluso un método a
utilizar prioritariamente en cada caso252”.]

La Corte dejó así constancia expresa de los cambios producidos


en el derecho consuetudinario relativo a la plataforma continental

251 Cf. CIJ. Affaire du Plateau Continental (Malta/Libya), Arrêt du 3 juin 1985, Recueil des Arrêts, Avis
Consultatifs et Ordonnances, 1985, p. 56, párr. 77.

252 Traducción del autor.

222
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

consagrados por los artículos 76 y 83 de la Convención sobre el De-


recho del Mar, en relación con el concepto mismo de plataforma
continental en tanto que prolongación natural del espacio terrestre
del Estado costero y la distancia de la costa. La Corte expresó así un
criterio distinto y alternativo al que afirmó en la sentencia sobre el
Mar del Norte (1969).

Las posteriores sentencias de la Corte guardan una estricta


coherencia con el concepto jurídico de la plataforma continental,
establecido de manera definitiva en la sentencia del caso de Libia/
Malta, dejando de lado la concepción morfológica y consagrando la
teoría constitutiva basada en el criterio de la distancia.

Como se ha reseñado, de manera simultánea a la jurispruden-


cia creadora de derecho de la Corte, la Convención del Mar adoptó
el criterio jurídico de la distancia para definir la naturaleza jurídica
de la plataforma continental y, consiguientemente, introdujo en su
articulado reglas positivas de delimitación distintas a las contenidas
en la Convención de 1958.

En lo que concierne a la delimitación de la plataforma con-


tinental durante las negociaciones del texto de la Convención del
Mar de 1982 se enfrentaron dos tesis opuestas. Aquellos estados
que sostenían que la delimitación debía realizarse obligatoriamen-
te por una línea equidistante y los que postulaban que la norma
delimitadora debería ser la equidad. Esta polémica y diversidad de
posiciones impidió que el texto de la convención fuera detallado y
contuviera no sólo criterios generales, sino también normas pre-
cisas y métodos delimitadores. Al final la transacción se hizo con
una norma ambigua y de carácter muy general, que ha dejado al
derecho consuetudinario la definición de su alcance y el estableci-
miento específico de principios, reglas y métodos.

La norma delimitadora que contiene la Convención del Mar de


1982 es la misma para la plataforma continental y la zona económi-
ca exclusiva. Está contenida en los artículos 74 y 83:

223
La Soberanía marítima deL Perú

1. La delimitación de la zona económica exclusiva (platafor-


ma continental) entre Estados con costas adyacentes o si-
tuadas frente a frente se efectuará por acuerdo entre ellos
sobre la base del derecho internacional, a que se hace re-
ferencia en el artículo 38 del Estatuto de la Corte Interna-
cional de Justicia, a fin de llegar a una solución equitativa.
2. Si no se llegare a un acuerdo dentro de un plazo razonable,
los Estados interesados recurrirán a los procedimientos
previstos en la parte XV.
3. En tanto que no se haya llegado a un acuerdo conforme a
lo previsto en el apartado 1, los Estados interesados, con
espíritu de comprensión y cooperación, harán todo lo po-
sible por concertar arreglos provisionales de carácter prác-
tico y, durante ese período de transición, no harán nada
que pueda poner en peligro u obstaculizar la conclusión
del acuerdo definitivo. Tales arreglos no prejuzgarán la de-
limitación definitiva.
4. Cuando exista un acuerdo en vigor entre los Estados in-
teresados, las cuestiones relativas a la delimitación de la
zona económica exclusiva se resolverán de conformidad
con las disposiciones de ese acuerdo.253

La norma delimitadora refleja claramente su sentido de tran-


sacción. Contiene dos elementos básicos que deben concurrir a la
delimitación. El acuerdo entre las partes y el objetivo de llegar a
una solución equitativa. No se hace referencia a métodos específi-
cos para la delimitación, como sí lo hace el artículo 15 para el caso
del mar territorial. Tampoco hay guía alguna para definir los ele-
mentos y el alcance de la expresión “solución equitativa”.

Al mismo tiempo, la convención prevé una cierta dificultad en


la culminación de los acuerdos entre las partes, razón por la cual

253 Convención del Mar, 1982, arts. 74 y 83.

224
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

legitima y promueve entre ellas la conclusión de “arreglos provi-


sionales de carácter práctico”, que en ningún caso deben impedir o
prejuzgar los términos de acuerdos definitivos de delimitación. Los
arreglos de carácter práctico deben interpretarse como aquellos
necesarios para ordenar las pesquerías, evitar incidentes y resolver
conflictos puntuales entre las partes.

El carácter ambiguo y general de la norma positiva que se pue-


de resumir en la fórmula “acuerdo de partes-solución equitativa”
ha sido precisado, desarrollado e integrado en sus diversos elemen-
tos a través de la jurisprudencia de la Corte y la opinio juris, en la
fórmula “principios equitativos-circunstancias pertinentes”, como
el derecho consuetudinario general aplicable a la delimitación de la
plataforma continental.

Además de esta evolución en relación con el derecho aplica-


ble, se ha producido también, como se ha visto, un progreso nota-
ble en la definición de la naturaleza jurídica de la plataforma con-
tinental, el cual ha permitido pasar de la fijación de los límites en
razón de su estructura morfológica, hacia una nueva definición en
la que su naturaleza jurídica abstrae la estructura morfológica para
fundarse exclusivamente en la categoría jurídica de la distancia. Ha
tenido lugar también un desarrollo similar en relación con el papel
que juega en la delimitación el método de la equidistancia. Algunos
estados interpretaron que la aplicación del método de la equidis-
tancia a la delimitación de la plataforma continental había pasado a
constituir una norma exigible de derecho consuetudinario.

Sin embargo, la Corte ha determinado que no existe ningún


método delimitador que pueda exigirse como norma delimitadora.
Y ello incluye a la equidistancia. Esta puede y debe utilizarse como
una primera aproximación, pero debe necesariamente ratificarse o
corregirse en función de la existencia de circunstancias especiales,
con el fin último de obtener equidad en los resultados.

225
La Soberanía marítima deL Perú

En síntesis, la delimitación de la plataforma continental, con-


forme al derecho consuetudinario vigente, que engloba las dis-
posiciones de la Convención del Mar de 1982, se regula por las
siguientes normas y criterios:

a) La delimitación se debe realizar conforme a los principios


equitativos teniendo en cuenta las circunstancias perti-
nentes, ahí donde existieren, de manera tal que se llegue
a un resultado equitativo.

b) En el caso de que la plataforma continental no se extien-


da más allá de 200 millas de la costa, ningún criterio de
delimitación de las zonas de la plataforma continental
será derivado del principio de la prolongación natural en
el sentido físico. Todos los Estados ejercen soberanía y
jurisdicción hasta las 200 millas, independientemente de
la extensión de su plataforma continental, en base al cri-
terio de la adyacencia medido por la distancia.

c) Para el trazo de la línea limítrofe, salvo casos excepciona-


les, se procede en primer lugar a dividir la zona marítima
superpuesta a través de una línea equidistante. Con pos-
terioridad se somete esta a un test de proporcionalidad
que está dirigido antes que a corroborar que la delimi-
tación haya dividido el área de controversia en espacios
estrictamente proporcionales a comprobar que no se
haya producido una desproporción manifiesta. No debe
confundirse el principio de proporcionalidad con los mé-
todos de delimitación. No se trata de un procedimiento
para delimitar sino de una suerte de prueba a posterio-
ri para comprobar que la delimitación haya producido
un resultado de equidad. Como ha señalado la Corte, el
principio de proporcionalidad “no es un principio o un
procedimiento de delimitación sino más bien un test del

226
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

resultado equitativo…”254.

La jurisprudencia ha aplicado el principio de proporcio-


nalidad con cierta flexibilidad. En unos casos la ha utili-
zado estrictamente como un test ex post (Reino Unido c.
Francia, 1977) dirigido a comprobar una desproporción
importante. En otros (Túnez/Libia, 1982) el criterio apli-
cado ha sido más amplio otorgando al principio un carác-
ter de evaluación sustantiva de la equidad de resultados.

d) Si el test de la proporcionalidad indica que la línea de


la equidistancia ha producido un resultado de equidad,
esta se confirma. En el caso contrario si se ha producido
una desproporción inequitativa, se sustituye el método
de la equidistancia por el trazado de otra línea o por una
combinación de líneas.

B. Delimitación de la zona económica exclusiva

La zona económica exclusiva, como nuevo espacio reconoci-


do por la Convención del Mar de 1982, ha sido objeto de la labor
jurisprudencial de la Corte en contadas y recientes ocasiones, a
diferencia de la delimitación de la plataforma continental, que ha
concentrado ampliamente la labor de la Corte y de los tribunales
arbitrales.255

La delimitación de la zona económica exclusiva se rige por


las mismas normas y criterios que la plataforma continental, tan-
to en el derecho convencional como en el derecho consuetudina-
rio. Conforme al artículo 74 de la Convención del Mar de 1982, la
delimitación se realiza por acuerdo entre las partes, el cual debe
establecerse en aplicación de las reglas contenidas en el artículo

254 Cf. Eritrea c. Yemén, Tribunal Arbitral constituido bajo los auspicios de la Corte Permanente de Arbi-
traje, http://www.pca-cpa.org.

255 Cf. D. Pharand et U. Leanza Edit. Le Plateau Continentale et la Zone Economique Exclusive: Délimita-
tion et régime juridique, Martinus Nijhoff, 1993.

227
La Soberanía marítima deL Perú

38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia256 y conducir


necesariamente a una solución equitativa.257

La sentencia de la Sala de la Corte sobre la delimitación de la


frontera marítima en la región del Golfo de Maine (Canadá/Estados
Unidos) del 12 de octubre de 1984 tiene una especial importancia
en relación con la delimitación de la zona económica exclusiva.

Fue la primera vez en la historia de la actividad de la Corte


que se sometió a su consideración y resolución un caso con dos
características especiales. En primer lugar, a diferencia de los ca-
sos anteriores, en los que se solicitó a la Corte pronunciarse sobre
las normas y criterios de delimitación que las partes debían aplicar
para solucionar sus controversias, en el proceso del Golfo del Mai-
ne tanto Estados Unidos como Canadá pidieron a la Corte que no
se limitara a establecer las reglas, criterios y métodos aplicables,
sino que fuera la propia Corte la que estableciera el trazo de la línea
correspondiente a la frontera marítima. En segundo lugar, se trató
del primer caso en que la Corte tuvo que pronunciarse ya no única y
exclusivamente sobre el mar territorial o la plataforma continental,
sino sobre un vasto espacio marítimo que comprendía todas las zo-
nas que el Derecho internacional reconoce bajo jurisdicción de los
estados, es decir, el mar territorial, la zona contigua, la plataforma
continental y la zona económica exclusiva. En tercer lugar, las partes
solicitaron a la Corte para que resolviera la controversia a través de
una línea de delimitación única para tres espacios oceánicos distin-
tos en su naturaleza jurídica.

256 El artículo 38 del Estatuto de la Corte señala que esta, al resolver las controversias, aplicará: “las
convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establecen reglas expresamente
reconocidas por los Estados litigantes; b. la costumbre internacional como prueba de una práctica
generalmente aceptada como derecho; c. los principios generales de derecho reconocidos por las
naciones civilizadas; d. las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competen-
cia de las distintas naciones, como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin
perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 59”. Cour Internationale de Justice Charte de Nations Unies,
Statut et Reglement de la Cour et Autres Textes, La Haya, Cour Internationale de Justice, 2007.

257 Cf. Marco Gerardo Monroy Cabra, Derecho Internacional Público, Bogotá, Temis, 1998, p. 233.

228
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Estados Unidos y Canadá convinieron los términos de referen-


cia de la acción jurisdiccional de la Corte en el acuerdo especial
que suscribieron el 29 de marzo de 1979, el cual, en el artículo 2,
especificaba el objeto de la decisión que ambos países requirieron
a la Corte: el trazo de una frontera marítima única que dividiese la
plataforma continental y las zonas de pesca de Canadá y de Estados
Unidos.258

La posibilidad de establecer una línea única para jurisdicciones


diferentes fue admitida por la Sala teniendo en cuenta que en el
Derecho internacional no existen normas que lo prohíban o impi-
dan. Adicionalmente, la Sala constató que, desde el punto de vis-
ta de las características de las costas y otros factores geográficos y
técnicos, no existía un impedimento material ni jurídico que impo-
sibilitara trazar, en este caso, una línea única que delimitase el mar
territorial, la plataforma continental y la zona económica exclusiva.

La Sala efectuó, en esta sentencia, una razonada reflexión


sobre los principios o criterios del derecho internacional que re-
gulaban la delimitación marítima y los métodos que la llevaban a
la práctica, tanto en el caso de la plataforma continental como en
el de la zona económica exclusiva. Como producto de ese análisis,
estableció que existen dos normas obligatorias que constituyen la
base esencial del Derecho internacional general aplicable a toda
delimitación jurídica:259

“La sala quisiera concluir este replanteamiento de las reglas de


derecho internacional que regulan la materia en la que se sitúa el
diferendo americano-canadiense, con un ensayo de reformulación
más complejo y a su juicio más preciso de la norma fundamental en
cuestión. Con este fin querría inspirarse entre otras, en la definición

258 Cf. CIJ. Affaire de la délimitation de la frontière maritime dans la région du Golfe du Maine, (Canada/
Etats-Unis D’Amérique), Arrêt du 12 octobre 1984, rendu par la chambre constituée par ordonnance
de la Cour du 20 janvier 1982, Recueil des Arrêts, Avis Consultatifs et Ordonnances, 1984, p. 253.

259 Ibíd. pp. 299-300.

229
La Soberanía marítima deL Perú

de verdaderas reglas de derecho en materia de delimitación de


plataformas continentales limítrofes, es decir, de reglas obligatorias
para los Estados en cualquier delimitación dada por el Tribunal en
su sentencia de 1969 sobre la Plataforma Continental del Mar del
Norte (CIJ. Recueil 1969, pp. 46-47, párrafo 85). Se podría pues
definir del siguiente modo lo que el derecho internacional general
prescribe en cualquier delimitación marítima entre Estados vecinos:

a. Ninguna delimitación marítima entre Estados con costas


adyacentes o frente a frente puede ser efectuada de ma-
nera unilateral por uno de esos Estados. Esta delimitación
debe ser buscada y lograda por medio de un acuerdo, tras
una negociación llevada a cabo de buena fe y con la in-
tención real de que conduzca a un resultado positivo. En
el caso en que sin embargo no se pudiese lograr tal acuer-
do, la delimitación debe ser efectuada recurriendo a una
tercera instancia dotada de la competencia necesaria para
hacerlo.

b. Tanto en el primero como en el segundo caso, la delimita-


ción debe ser realizada en aplicación de criterios equita-
tivos y utilizando métodos prácticos adecuados para ase-
gurar, teniendo en cuenta la configuración geográfica de
la región y otras circunstancias pertinentes, un resultado
equitativo”.260

La Sala señaló que la delimitación por una línea única, es decir,


una delimitación válida para la plataforma continental y la columna
de agua subyacente, no podría ser efectuada sino por la aplicación
de un criterio o una combinación de criterios que no favoreciera
a uno de los espacios a delimitar en detrimento del otro y que, al
mismo tiempo, permitiese dividir cada uno de estos espacios con
equidad de resultados.

260 Cf. Antonio Fernández Tomás, Derecho internacional Público, casos y materiales, Tirant lo blanch,
Derecho, Madrid, 1998, pp. 383-384.

230
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

La Sala, en la resolución específica de este caso, decidió apli-


car el principio equitativo que dispone dividir en partes iguales el
área de superposición de las zonas marítimas y submarinas de los
estados en litigio, al comprobar que no existía la necesidad de intro-
ducir elementos correctivos en función de la presencia de circuns-
tancias especiales.

Establecido el principio equitativo aplicable, la Sala procedió


a indagar respecto del método práctico más apto, adecuado y fun-
cional para llevar a la práctica la delimitación, de tal manera que se
obtuviese un resultado equitativo. Recordando la sentencia de la
plataforma continental en el Mar del Norte, la Sala reiteró que en
materia de métodos prácticos de delimitación no existía una norma
única de derecho internacional general y de aplicación obligatoria.
Se refería a la línea de equidistancia, que a pesar de ser el método
geométrico que ab initio puede obtener la equidad de resultados,
no constituye una regla vinculante ni de aplicación obligatoria.

La Sala desestimó los métodos propuestos tanto por Canadá


como por Estados Unidos (la línea de la equidistancia obligatoria y
una línea que siguiera la configuración de las costas, respectivamen-
te). A su juicio, ninguno de estos métodos conducía a resultados
equitativos, teniendo en cuenta la realidad geográfica. La sentencia
optó por un método geométrico, respetando la geografía y estable-
ciendo una división en partes iguales del área en controversia.

La sentencia del Golfo del Maine contribuyó a precisar la nor-


ma del derecho general que se aplicaría a la delimitación de la pla-
taforma continental y la zona económica exclusiva: acuerdo entre
las partes -principios equitativos-circunstancias pertinentes. Al mis-
mo tiempo, admitió la procedencia y creó el precedente del trazo
de una línea única para todos los espacios marítimos sometidos a la
soberanía y jurisdicción de los Estados.

Sobre la línea única la Corte señaló que “ (…) de hecho,


hasta la aparición de la actual controversia, el problema de una

231
La Soberanía marítima deL Perú

delimitación que podríamos denominar de ’larga distancia’,


solamente se había suscitado ante una instancia judicial o arbitral
internacional en lo concerniente a la plataforma continental. Es la
primera vez que se solicita una delimitación por vía de demanda,
dirigida a una Sala Tribunal, mediante el trazado de una línea única,
válida a un mismo tiempo para la plataforma continental y para las
aguas suprayacentes. Ahora bien, desde un punto de vista teórico
no se excluye que un determinado método parezca preferible para
la delimitación de la plataforma continental, mientras que otro
sea más apropiado para la delimitación de las zonas exclusivas de
pesca o de las zonas económicas exclusivas. Cabe recordar que
durante las audiencias del presente asunto se pidió a las Partes
que se prenunciasen, en el caso de que un determinado método
o una combinación de métodos pareciera apropiado para la
delimitación de la plataforma continental y otro distinto para las
zonas exclusivas de pesca, respecto a cuales serían a su juicio los
motivos jurídicos que se podría invocar para preferir uno sobre otro
en la determinación de una línea única261”.

La Sala determinó que la utilización de uno o varios métodos


de delimitación podían utilizarse en el trazado de una línea única
adaptando, según el caso, el método más apropiado para cada es-
pacio marítimo diferenciado en función de sus propias característi-
cas geográficas y de su capacidad de generar un resultado de equi-
dad en cada segmento de la línea única.

Finalmente, la Sala en su sentencia precisó las fases del pro-


cedimiento o del razonamiento jurídico para resolver las controver-
sias de delimitación marítima:

1) Establecimiento de la existencia o inexistencia de una lex


specialis entre las partes y, de existir, el ámbito de su apli-
cación.

261 CIJ Recueil, 1984, pp.342-342.

232
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

2) En caso de ausencia o de carácter parcial de la lex specialis,


identificación de los principios equitativos más aptos para
resolver el caso, asegurando la equidad de resultados.

3) Identificación del método o de los métodos prácticos fun-


cionales y aptos para implementar la delimitación, tenien-
do en cuenta el o los principios equitativos seleccionados
y el establecimiento de una delimitación provisional utili-
zando el método o la combinación de métodos prácticos
escogidos.

4) Identificación de la existencia o inexistencia de las circuns-


tancias especiales y, en el caso de que las hubiere, aplica-
ción de las correcciones pertinentes al trazado de la línea
provisional utilizando otros métodos o una combinación
de métodos.

5) Ratificación o rectificación de la línea de delimitación pro-


visional a partir de la comprobación de que se haya obte-
nido o no equidad en los resultados, habiendo tomado en
cuenta las circunstancias especiales.

A partir de la sentencia sobre el asunto del Golfo de Maine,


la entrada en vigor de la Convención del Mar de 1982, la práctica
de los Estados y el reconocimiento del derecho internacional con-
suetudinario general de los nuevos espacios sujetos a soberanía y
jurisdicción, las demandas para trazar una línea única en espacios
heterogéneos se ha intensificado. En todo caso, esta tendencia no
excluye delimitaciones polivalentes en función de la naturaleza jurí-
dica de cada espacio marítimo y de la realidad geográfica.

En síntesis, la Corte, en su jurisprudencia, ha confirmado y de-


sarrollado lo estipulado en la norma convencional en materia de
delimitación de la plataforma continental y la zona económica ex-
clusiva, con lo que ha llenado los vacíos del carácter muy general
de las normas positivas. Ha consagrado en ese sentido la norma

233
La Soberanía marítima deL Perú

aplicable a la delimitación de la plataforma continental y la zona


económica exclusiva, la que se resume en la fórmula “principios
equitativos-circunstancias pertinentes”.

5. LOS PRINCIPIOS EQUITATIVOS Y LA FINALIDAD DE LOGRAR LA


EQuIdAd dE rESultAdoS En lA dElIMItAcIón MArÍtIMA

Como señala Louis Henkin, los principios equitativos y la equi-


dad de resultados han devenido en conceptos claves en el derecho
que regula la delimitación de las fronteras marítimas entre los Esta-
dos.262 En las sentencias sobre la Plataforma Continental en el Mar
del Norte, 1969263; Túnez/Libia, 1982264; el Golfo del Maine, 1984265;
Libia/Malta, 1985266; Groenlandia/Jean Mayen,1993267; Nigeria/
Camerún, 1998268; y Qatar/ Bahrein, 2001269, la Corte ha reiterado
de manera coherente y persistente que la norma consuetudinaria
aplicable a la delimitación marítima de la plataforma continental y
la zona económica exclusiva es aquella que estipula el arreglo entre
las partes, aplicando los principios equitativos y teniendo en cuenta
las circunstancias pertinentes que pudieren existir.

Los principios equitativos emergen de esta manera como los


elementos constitutivos de la “solución equitativa”. Sin embargo, la
Corte, hasta 1984, no definió qué debe entenderse por principios
equitativos. Hubo que esperar hasta la sentencia sobre el asunto

262 Cf. Louis Henkin,Richard Crawford Pugh, Oscar Schachter,Hans Smit, International Law Cases and
Materials, American Casebook Series, West Publishing Co., 1993, pp. 117-118.

263 ICJ, Recueil, 1969.

264 ICJ, Recueil, 1982.

265 ICJ, Recueil, 1984.

266 ICJ, Recueil, 1985.

267 ICJ, Recueil, 1993.

268 ICJ, Recueil, 1998.

269 ICJ, Recueil, 2001.

234
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

del Golfo de Maine para que la sala especial de la Corte, a cargo del
caso, hiciera por primera vez un desarrollo amplio del concepto y
aplicación de los principios equitativos.270

En esta sentencia, los principios equitativos se consolidaron


en la jurisprudencia de la Corte como el factor unificador de las
reglas convencionales “equidistancia-circunstancias especiales” y
“equidad circunstancias especiales”. Los principios equitativos, apli-
cados en cada caso, considerando la realidad geográfica y teniendo
en cuenta las circunstancias especiales, pasaron a constituirse en el
concepto abstracto y el requerimiento práctico que, en su aplica-
ción, debe conducir a que la delimitación se exprese en la equidad
de resultados.

Esta visión minimiza el debate sobre los métodos a utilizar en


la delimitación, ya que los métodos o criterios que se utilicen deben
ser aquellos que permitan obtener la equidad de resultados y no
colisionar con los principios equitativos. La equidistancia deja de
ser un fin en sí misma y, pese a ser el método geométrico que a
priori supone mejor un resultado de equidad, pasa a subordinarse
a este objetivo. Y si su aplicación práctica y provisional no lleva a
un resultado de equidad, se le debe sustituir o combinar con otros
métodos para obtener la equidad de resultados.

La Corte ha sido muy prudente en no definir los principios


equitativos y no establecer una relación taxativa de los mismos.
Una cuestión que la Corte sí ha deslindado desde un principio y con
claridad es la diferencia que existe entre los principios equitativos
y la equidad ex aequo et bono. A diferencia de esta, que implica
la libertad del juez para buscar la equidad vía compensación,
los principios equitativos están siempre vinculados a la norma
jurídica. Como bien señala Gómez-Robledo, “la concepción que se

270 Cf. M. Bedjaoui, L’énigme des ‘principes équitables dans le droit de la délimitation maritime, REDI 42,
Paris, 1990, pp. 367-388; también R.Y. Jennings, Equity and Equitable Principles, ASDI 42, 1986, pp.
27-38.

235
La Soberanía marítima deL Perú

desprende de la jurisprudencia internacional a partir del año de


1969, es que la solución equitativa a la que debe llegarse en una
operación de delimitación marítima debe estar de conformidad
con el derecho internacional existente: lo cual excluye que pueda
hablarse entonces de una solución ex aequo et bono”.271 Este
criterio es compartido por Dupuy, quien señala que no se trata de
recurrir a la equidad como un sustituto del derecho, es decir, la
equidad ex aequo et bono, ni de hacerlo simplemente como una
representación de la justicia abstracta.272

Se trata de derivar la equidad del derecho y no de introducir


la equidad sobre el derecho. Así, en la sentencia sobre la platafor-
ma continental del Mar del Norte, la Corte ha señalado que el fun-
damento jurídico de la regla de la equidad radica en el hecho de
que cualquiera sea el razonamiento jurídico del juez, sus decisiones
deben ser, por definición, justas y por ello equitativas. Sin embar-
go, cuando se habla de que el juez administra justicia o ejecuta el
derecho, se trata de fundamentar sus decisiones en las normas y
no yendo más allá de ellas. En este contexto, es precisamente la
norma de derecho la que demanda la aplicación de los principios
equitativos. No se trata entonces de una decisión ex aequo et bono,
en el sentido de lo prescrito en el artículo 38, inciso 2 del estatuto
de la Corte.273

Los principios equitativos constituyen enunciados sustantivos


o criterios especiales que orientan la delimitación marítima y per-
miten la interpretación más adecuada de las normas convenciona-
les. La sala de la Corte ha precisado que los principios equitativos
no constituyen en sí mismos normas de derecho de aplicación obli-
gatoria en todos los casos de delimitación marítima, independien-

271 Alonso Gómez -Robledo Verduzco, Jurisprudencia internacional en materia de delimitación marítima,
Instituto de Investigaciones Jurídica de la UNAM, México, 1989, p. 23.

272 Pierre-Marie, Dupuy, Droit Internationale Public, Dalloz, París, 2002, p. 712.

273 Cf. Recueil, Mer du Nord, 1969, p. 48, párr. 88.

236
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

temente de la naturaleza de cada una de las controversias. Son más


bien: “(…) des critères ‘équitables’, voire ‘raisonnables’, et que ce
que le droit international demande c’est de s’inspirer, dans chaque
cas, du critère ou de l’équilibre entre critères différents apparaissant
comme celui qui convient le mieux à la situation concrète”.274[“los
criterios ‘equitativos’, en verdad “razonables”, y lo que el derecho
internacional demanda es inspirarse, en cada caso, del criterio o de
un equilibrio entre distintos criterios que se presente como aquel
que se aplica mejor a la situación concreta”.]

Doctrinariamente, existen diversos pareceres sobre la natura-


leza jurídica de los principios equitativos en relación a la interrogan-
te de si constituyen principios generales, normas o criterios. Más
allá de la utilidad de esa discusión, sí existe un consenso en consi-
derar que cuando menos los principios equitativos forman parte de
una norma de derecho consuetudinario.

Los principios equitativos han orientado las sentencias de la


Corte Internacional de Justicia siempre bajo la perspectiva de no
aplicarlos de manera abstracta o apriorística, sino en función de
cada caso concreto y de su funcionalidad para producir delimitacio-
nes equitativas. El carácter equitativo de cada principio no se deriva
de su validez per se, sino de su capacidad de aplicación práctica en
cada situación concreta con el objetivo de producir equidad. Esto
implica que en unas controversias, un principio equitativo puede
conducir a la equidad y en otros casos no. En esta hipótesis se debe
seleccionar para cada caso o situación el o los principios equitativos
aplicables, en función de su aptitud y funcionalidad para producir
la equidad de resultados.

A pesar de que la jurisprudencia de la Corte no ha establecido


una definición unívoca de los principios equitativos ni una enume-
ración taxativa de ellos, sí ha efectuado sendas enumeraciones,

274 Recueil, Golfe du Maine, p. 313, párr. 158.

237
La Soberanía marítima deL Perú

antes que con una voluntad dogmática o prescriptiva, con un sano


y recto criterio orientador.

En la sentencia sobre el Golfo de Maine, la Corte, al señalar


que los principios equitativos se han ido desarrollando a través de
los argumentos presentados por las partes en los procesos de deli-
mitación de la plataforma continental y en su propia jurisprudencia,
enumera, sin ánimo de ser exhaustiva, la siguiente relación275:

1. “La tierra domina al mar”, o principio de adyacencia, cuyo


enunciado señala que el título jurídico del Estado costero
sobre el mar adyacente se deriva de la soberanía estatal
sobre su territorio.
2. División en partes iguales de las áreas de superposición
de las zonas marítimas y submarinas correspondientes a la
proyección de cada Estado en el caso donde no existan cir-
cunstancias especiales o en que no se requieran factores
de corrección.
3. En la medida de lo posible, la no invasión de la proyección
marítima de la costa de un Estado sobre extensiones de-
masiado cercanas de la costa de otro.
4. Evitar el efecto de amputación de la proyección marítima
de la costa o de una parte de la costa de uno de los Esta-
dos.
5. La conveniencia de deducir en ciertas situaciones las con-
secuencias apropiadas derivadas de las eventuales des-
igualdades de extensión de las costas de dos Estados en
la misma área de delimitación.276

Estos principios, llamados criterios en la sentencia del Golfo


de Maine, deben entenderse concurrentes y complementarios con

275 Recueil, 1984, Golfe du Maine, p. 312, párr. 157.

276 Ibíd., p. 312, párr. 157.

238
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

los señalados por la Corte en el fallo sobre el asunto Libia/Malta


(1985)277:

1. El respeto y la consideración a todas las circunstancias re-


levantes o especiales.
2. La equidad no significa ni debe asimilarse necesariamente
a la igualdad.
3. La improcedencia de la justicia distributiva.
4. El proceso de delimitación no debe encaminarse ni a re-
hacer la geografía ni a rectificar necesariamente las des-
igualdades de la naturaleza, sino a consagrar la equidad de
resultados.
5. La no invasión de la proyección marítima de un Estado
sobre la correspondiente al otro.

Más allá del debate doctrinario sobre su naturaleza jurídica


(principios, normas o criterios), los principios equitativos consti-
tuyen el elemento central de la norma sustantiva de delimitación
marítima, aquella que señala en el lenguaje de la sentencia sobre
el caso Libia/Malta que “(…) la delimitación debe realizarse con-
forme a los principios equitativos, teniendo en cuenta todas las
circunstancias pertinentes y de manera de llegar a la equidad de
resultados”.278

Más allá de que la equidad sea concebida como la función do-


minante y exclusiva de la delimitación o un factor complementario
o correctivo de una eventual desigualdad producida por el trazo de
la línea de la equidistancia279, lo cierto es que los principios equita-
tivos están posibilitando la unificación gradual, pero consistente de

277 Cf. CIJ. Affaire du Plateau Continental (Malta/Libye), Arrêt du 3 juin 1985, Recueil, 1985.

278 Ibíd., p. 56.

279 Cf. Laurent Lucchini y Michel Voelckel, Droit de la Mer, Ed. Pedone, T.2 Délimitation, navigation et
pêche, 1996, pp. 230-231.

239
La Soberanía marítima deL Perú

las reglas de derecho convencional y consuetudinario, aplicable a


cada uno de los espacios marítimos. Ello, a partir de la comprensión
de que cada caso de delimitación marítima es una realidad propia
e insustituible, sólo la aplicación flexible y casuística de los princi-
pios equitativos permite, en la práctica, la utilización de métodos
que aseguren la equidad de resultados, que es la norma teleológica
esencial del derecho internacional de la delimitación marítima.

5.1 La equidad infra legem en la delimitación marítima ¿medio


correctivo auxiliar o contenido esencial de la norma jurídica?

En 1969, cuando la Corte sentenció el caso del Mar del Nor-


280
te , debía resolver sobre la norma aplicable para solucionar la con-
troversia que oponía a la República Federal de Alemania a los Países
Bajos y Dinamarca. En ese entonces existía una norma convencional
específica para la delimitación de la plataforma continental (que era
concebida en su realidad geográfica y geomorfológica), el art. 6 de la
Convención de Ginebra de 1958, cuyo texto establece:

“Cuando una misma plataforma continental sea adyacente al


territorio de dos Estados limítrofes la delimitación se efectuará por
acuerdo entre ellos. A falta de acuerdo, y salvo que circunstancias
especiales justifiquen otra delimitación, esta se efectuará aplicando
el principio de la equidistancia de los puntos más próximos de las
líneas de base desde donde se mide la extensión del mar territorial
de cada Estado”281.

En la época la norma de derecho internacional aplicable a la


delimitación marítima para los países obligados por la Convención
de 1958, era una línea equidistante.

La Corte, conforme a la hermenéutica jurídica utilizada en la


elaboración de sus fallos, tenía entre sus primeras tareas decidir

280 ICJ, Reports,1969, p.53

281 Convención de Ginebra sobre la Plataforma Continental, 1958, art. 6.2.

240
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

sobre la norma de derecho aplicable al caso. Dinamarca y los Países


Bajos habían suscrito y ratificado la convención de 1958. Alemania
Federal no lo había hecho y señaló que no estaba obligada por las
disposiciones del art. 6.2 de la citada convención.

Dinamarca y Países Bajos argumentaron que la norma de la


equidistancia, como método obligatorio contenido en el art. 6.2 de-
bía aplicarse de todas maneras a la solución del caso, pues conside-
raban que el trazo de la delimitación por una línea equidistante era
parte del derecho consuetudinario y que en esa condición obliga-
ba a la República Federal.

La Corte resolvió que dicha norma, es decir la utilización obli-


gatoria de la línea de la equidistancia, no había adquirido la calidad
de regla consuetudinaria y descartó su aplicación para resolver el
diferendo. Esta decisión creó un vacío jurídico, pues la única regla
existente no era susceptible de aplicarse por la vía convencional,
ni como derecho consuetudinario. Así la Corte se encontró ante el
desafío de resolver la controversia sin aplicar la norma de la equi-
distancia como derecho positivo o como regla consuetudinaria.

Este vacío normativo la Corte lo llenó elaborando una regla


a la que atribuyó un carácter de norma consuetudinaria general.
Como señalan Lucchini y Vcelckel, la Corte se vio impelida a intro-
ducir, bajo el amparo del recurso al derecho consuetudinario, su
propia construcción normativa, que se puede sintetizar en la fór-
mula “resultado equitativo - principios equitativos- circunstancias
pertinentes”, en sustitución de la norma equidistancia – circunstan-
cias especiales contenida en el art. 6.2 de la Convención de 1958.

De esta manera la Corte sustituyó la supuesta aceptación de


una línea determinada, la equidistante, por una norma cuyo ele-
mento central es la equidad, regla a la que la equidistancia o cual-
quier otro método supletorio debe supeditarse con el objetivo de

241
La Soberanía marítima deL Perú

obtener una equidad de resultados, teniendo en cuenta la existen-


cia de circunstancias especiales o pertinentes.

280 ICJ, Reports,1969, p.53

281 Convención de Ginebra sobre la Plataforma Continental, 1958, art. 6.2.

240
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

A partir de este caso, la Corte ha venido desarrollando de ma-


nera incesante su función normativa o creadora de derecho en el
ámbito de la delimitación marítima. Por cierto, en principio, en el
derecho internacional general al juez le está vedado crear derecho.
Debe aplicarlo o interpretarlo. Pero la acción creadora de la Corte
en el derecho de la delimitación marítima encuentra coherencia y
sustento normativo, primero en la atribución que ella misma hace
de sus decisiones en delimitación marítima al derecho consuetudi-
nario, derivado de la aceptación de los estados de su propia juris-
prudencia; y de otro, en los intercisos normativos del propio artícu-
lo 38 del Estatuto de la Corte.

El art. 38, inciso 1, obliga a la Corte a resolver los diferendos


que le sean sometidos “conforme al Derecho Internacional”. Y este
mandato es taxativo. Sin embargo, el mismo artículo 38, en su pri-
mer párrafo, asigna a la jurisprudencia un papel y una calidad de
“medio auxiliar para la determinación de las normas de derecho”.282
Como apuntan bien Lucchini y Vcelckel, la norma, el derecho in-
ternacional, le reconoce a la jurisprudencia “algún espacio, aunque
sea reducido, en la producción de la norma de derecho”.283

Es a partir de este ejercicio creador de normas por parte de


la Corte, que ha continuado en todas sus sentencias sobre delimita-
ción marítima desde 1969 hasta la actualidad y de la interrelación
de su jurisprudencia con la conducta de los estados que han acep-
tado de manera absoluta y continua estos desarrollos normativos,
que el derecho internacional de la delimitación marítima es esen-
cialmente un derecho consuetudinario y jurisprudencial.

No obstante haber culminado un esfuerzo normativo de ex-


cepcional importancia, las disposiciones de la Convención del Mar
de 1982, por su generalidad y carácter ambiguo, tienen un impacto

243
La Soberanía marítima deL Perú

relativamente modesto en el desarrollo y aplicación del derecho in-


ternacional de la delimitación marítima.

La Convención del Mar de 1982 tiene dos disposiciones esen-


ciales en materia de delimitación marítima. Aquella que establece
la regla “equidistancia- circunstancias especiales “para la delimita-
ción del mar territorial 284 y la que manda trazar el límite marítimo
para la zona económica exclusiva y la plataforma continental a tra-
vés de un acuerdo entre las partes que conduzca a una “solución
equitativa”.285

La regla “equidad-circunstancias especiales” para el mar te-


rritorial, contiene una indicación precisa para el trazo de una línea
divisoria de la zona de superposición. En principio, indica que la
delimitación debe hacerse utilizando el método de la equidistan-
cia, con la salvedad que en caso de existir circunstancias especiales
esa regla no se aplica. No indica en esa hipótesis qué regla o reglas
deben aplicarse. Hay un vacío de la normatividad en este punto.
Tampoco se señalan cuáles son las circunstancias especiales cuya
presencia obliga a aplicar un método distinto a la equidistancia. Se
trata de una norma imperfecta.

En el caso de la delimitación de la zona económica exclusiva y


la plataforma continental, el vacío normativo es mucho más claro.
La norma convencional sólo se limita a señalar que la delimitación
debe ser el resultado de un acuerdo entre las partes y conducir a

284 El art. 15 de la Convención sobre el Derecho del Mar establece: “Cuando las costas de dos Estados
sean adyacentes o se encuentren frente a frente, ninguno de dichos Estados tendrá derecho, salvo
acuerdo en contrario, a extender su mar territorial más allá de una línea media, cuyos puntos sean
equidistantes de los puntos más próximos de las líneas de base a partir de las cuales se mide la an-
chura del mar territorial de cada uno de esos estados. No obstante, esta disposición no será aplicable
cuando por la existencia de derechos históricos o por otras circunstancias especiales, sea necesario
delimitar el mar territorial de ambos estados de otra forma”.

285 Los artículos 74 y 83 de la Convención sobre el Derecho del Mar de 1982, tienen una redacción
común para la delimitación de la plataforma continental y la zona económica exclusiva: “La delimita-
ción de la zona económica exclusiva (plataforma continental) entre Estados con costas adyacentes o
282 situadas frente
CIJ, La Cour a frente se efectuará
Internationale de Justice,por
La acuerdo entre ellos sobre la base del derecho internacional,
Haye, 1996.
a que se hace referencia en el art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, a fin de llegar
283 aLucchini,
una solución equitativa”
ob. cit. p. 200. (Convención del Mar, 1982, Arts. 74.1 y 83.1).

242
La Soberanía marítima deL Perú

una solución equitativa. No indica qué es una “solución equitativa”


ni cómo se obtiene. No da ninguna indicación sobre los métodos
que se deben utilizar para obtener un línea de frontera maríti-
ma que divida la zona de superposición de manera equitativa. No
es una norma que contenga criterios que posibiliten su aplicación
práctica.

Como ha señalado Weil, “…las imprecisiones de las disposi-


ciones de 1982 sobre la delimitación de la plataforma continental
y la zona económica exclusiva han reducido a estas normas al rol
menor de una directiva vaga de inspiración muy general, imposible
de desembocar en un contenido normativo preciso286. Esta realidad
explica en parte la naturaleza consuetudinaria y jurisprudencial
del derecho internacional de la delimitación marítima, ya que éste
se desarrolló antes que se apruebe y entre en vigor la convención.
Cómo se ha visto ya en 1969, la Corte Internacional de Justicia al
resolver el caso del Mar del Norte se encontró con el vacío normati-
vo en relación a la Convención de 1958, a cuya norma delimitadora
por la línea equidistante el tribunal de La Haya le negó el carácter
de derecho consuetudinario. Posteriormente en el lapso que media
entre la sentencia del caso del Mar del Norte y la entrada en vigen-
cia de la convención del mar de 1982, la Corte tuvo que resolver
seis casos de controversias sobre delimitación marítima287. En esas
circunstancias, al no contar necesariamente con normas convencio-
nales aplicables a todos los casos, recurrió a una forma inédita de
creación de derecho a través de su propia jurisprudencia en conso-
nancia con el derecho consuetudinario.

El punto de partida de la labor creativa de la Corte – que se


recoge posteriormente en las disposiciones ambiguas y generales

286 Prosper Weil, Perspectives du droit de la delimitation maritime, Editios, A. Pedone, Paris, 1988, p. 12.

287 Los casos que la Corte resolvió en ese periodo fueron: Plataforma Continental del Mar del Norte
(1969), Plataforma Continental Túnez – Libia (1982), Delimitación de la Frontera Marítima en la re-
gión del Golfo del Maine(1984), Plataforma Continental Libia – Malta (1985), Diferendo fronterizo
terrestre, insular y marítimo, El Salvador c. Honduras (1992) y Delimitación Marítima en la región
situada entre Groenlandia y Jan Mayen, Dinamarca c. Noruega (1988).

244
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

de la Convención de 1982- fue su comprensión de que el límite ma-


rítimo entre dos estados que divide la zona de superposición de sus
respectivas proyecciones marítimas, debe tener imperativamente
un resultado equitativo.

La equidad como principio y como regla de derecho aparece


de esta manera, a la vez, como un objetivo y un criterio normativo
para proceder a la delimitación marítima. La división de la zona de
yuxtaposición no debe obedecer a un criterio pre establecido ajeno
a la realidad geográfica y geomorfológica de las costas de los esta-
dos que delimitan su frontera marítima, sino al principio teleológico
del resultado equitativo.

El primer paso en ese sentido lo dio la Corte en su sentencia


sobre la plataforma continental en el Mar del Norte, al resolver que
la línea de la equidistancia propuesta por Dinamarca y Noruega no
conducía a un resultado equitativo y que en consecuencia el límite
marítimo de ambos países con Alemania Federal debía trazarse”…
por acuerdo entre las partes en concordancia con los principios
equitativos y teniendo en cuenta todas las circunstancias especia-
les…”288.

En esta sentencia, por primera vez la Corte consideró que la


equidad era la norma fundamental para la delimitación marítima y
que la equidistancia, como cualquier otro método de delimitación,
no aseguraba a priori el resultado equitativo que pasaba así a cons-
tituirse en el objeto y fin de toda delimitación marítima.

No se trata de la equidad como un valor propio de la justicia


distributiva que se utilice para corregir el derecho y menos del ex
aqueo buono. La sentencia de la Corte incorporaba la equidad a la
norma, en realidad hacía de la equidad la norma o regla de derecho
aplicable. La Corte descartó la aplicación de la línea equidistante
pues en el caso concreto de la controversia a su juicio una delimita-

288 CIJ, Reports 1969, p.53, párr.101.(C),(1), traducción del autor.

245
La Soberanía marítima deL Perú

ción que utilizase este método iba a conducir a un resultado inequi-


tativo. Ello porque dada la configuración cóncava de las costas de
Alemania, la aplicación del método de la equidistancia la privaría
de un espacio marítimo igual al que se adjudicaría a Dinamarca y
Noruega lo que lejos de realizar la equidad de resultados hubiese
resultado en una solución inequitativa. La Corte con esta decisión
se alejó del derecho convencional consagrado en la Convención de
1958 y afincó su decisión en el derecho consuetudinario, afirmando
que la equidad constituía una regla de derecho internacional gene-
ral. “El hecho de que ningún método de delimitación pueda garanti-
zar que su aplicación conduzca a un resultado equitativo en todos
los supuestos de hecho posibles, vino a reforzar la opinión de la Cor-
te según la cual debía buscarse no ya un método de delimitación
único, sino un fin único”.289 Ese fin único es la equidad de resultados.

De esta manera la Corte incorpora a la regla de derecho el con-


cepto de equidad y resuelve el caso del Mar del Norte, dejando de
lado la equidistancia y prescribiendo una línea básica en los princi-
pios equitativos que conduzca a la equidad de resultados. La equi-
dad en este caso – como lo ha anotado el Dr. Miguel Ángel Rodríguez
Mackay- es la equidad infra legem.

Así concebido el derecho internacional de la delimitación ma-


rítima, ha sido desarrollado y perfeccionado en las distintas senten-
cias de la Corte posteriores a 1969. Esta evolución tiene una serie de
matices y algunos cambios y mutaciones de primer orden, como el
giro que da la Corte en su concepción de la plataforma continental
como un hecho geográfico y morfológico en 1969 a la revolucionaria
concepción que sustituyó este criterio por una nueva concepción ju-
rídica de la plataforma continental basada en el criterio de la distan-
cia (200 millas), independiente de las realidades geográficas.

En esta evolución la Corte nunca se ha apartado de la finalidad


teleológica de la delimitación marítima, es decir asegurar que toda

289 Ruiloba García, ob. cit. p. 228.

246
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

delimitación o división del área yuxtapuesta se realice de tal manera


que asegure obtener la equidad de resultados. Por el contrario,
ha ratificado de manera coherente y permanente, al igual que los
tribunales arbitrales, el papel central prescriptivo y teleológico de
la equidad como norma o criterio jurídico que debe expresarse en
la realidad concreta de todo proceso de delimitación.

Más allá de las especificidades variables con que la Corte ha


aplicado el principio o la regla de la equidad infra legem en distintos
y plurales casos, su jurisprudencia homogénea en este sentido, uni-
da a la aceptación generalizada que de ella han hecho los estados
ha consagrado la norma jurídica, de naturaleza consuetudinaria,
que se aplica en todo proceso de delimitación marítima. Esa norma
es la siguiente:

“La delimitación debe ser realizada a través de la aplicación de


criterios equitativos y por la utilización de métodos prácticos aptos
para asegurar, teniendo en cuenta la configuración geográfica de la
región y de otras circunstancias pertinentes, un resultado equitativo”.

Esta es la regla de derecho indiscutida, aceptada unánime-


mente por toda la doctrina, para proceder a la delimitación marí-
tima entre países con costas sucesivas o situadas frente a frente.
Se trata de la norma de derecho -en singular- aplicable a todos
los casos de delimitación marítima en los diferentes espacios re-
conocidos por el derecho internacional, mar territorial, plataforma
continental y zona económica exclusiva. La redacción señalada es
la correspondiente a la sentencia de la Corte en el asunto del Golfo
del Maine.290

En esta regla está inserta toda la dimensión compleja que la


equidad infra legem juega en el derecho internacional de la delimi-
tación marítima. La exégesis de la norma conduce a cuatro aprecia-
ciones sustantivas.

290 CIJ, Recueil, 1984, p. 299.

247
La Soberanía marítima deL Perú

En primer lugar, la norma tiene como eje central el considerar


que la delimitación marítima debe conducir necesariamente a una
equidad de resultados. Aquí la equidad está concebida en términos
teleológicos como un fin, como un resultado. No se trata de la equi-
dad como un principio abstracto ni una petición de principio, más
bien la equidad es concebida en este nivel como un resultado prác-
tico, como una expresión de la realidad, susceptible de ser recono-
cida y comprobada a priori que debe conducir el proceso a obtener
la aplicación del método para dividir la zona de superposición que,
al final, en la práctica, debe expresarse en un resultado de equidad.

En segundo término, la norma establece que la equidad de


resultados (concepción teleológica de la equidad) debe obtenerse
aplicando “criterios equitativos” (en otras sentencias la Corte los
refiere como principios). Aquí la concepción de la equidad es pres-
criptiva y es en sí misma la norma o regla de derecho aplicable. La
Corte no ha hecho una definición o una enumeración taxativa de los
principios equitativos.

Los principios o criterios equitativos a que se refiere la Cor-


te son en esencia una regla de derecho, que debe ser tomada en
cuenta imperativamente en toda delimitación justamente para que
esta culmine en un resultado equitativo. La Corte no ha definido
los principios o criterios equitativos ni ha efectuado una relación
taxativa de los mismos. Pero sí ha comentado in extenso sobre su
función en el proceso de la delimitación, los criterios o principios
equitativos más relevantes han sido explicitados por la Corte de
una manera no taxativa291: la tierra domina al mar o principio de
adyacencia; la división de las zonas de superposición en partes
iguales; la no invasión de la proyección de la costa de un estado so-
bre una extensión demasiado cercana a la del otro; evitar el efecto
de amputación de la proyección marítima de uno de los estados; la

291 Cf. Sentencia sobre el Golfo del Maine, Recueil,1984,p.313,pár. 158 y sentencia en el caso de la
plataforma continental entre Malta y Libia, Recueil, 1982.

248
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

conveniencia de deducir en ciertas circunstancias las consecuen-


cias apropiadas que se deriven de la evaluación de las eventuales
desigualdades en la extensión de las costas de dos estados en la
misma área de delimitación; el respeto o consideración de las cir-
cunstancias pertinentes existentes en cada caso; la no asimilación
de la equidad a la igualdad, necesariamente; el no rehacer la geo-
grafía ni rectificar necesariamente las desigualdades de naturaleza;
y finalmente, la no invasión de la proyección marítima de un estado
sobre la correspondiente al otro.

En tercer lugar, la Corte al enunciar la norma fundamental de


la delimitación, ubica la cuestión de los métodos susceptibles de
ser utilizados para el trazo de la línea destinada a dividir la superfi-
cie yuxtapuesta entre dos estados que se encuentra frente a frente
o en vecindad de adyacencia, a un nivel estrictamente técnico (“…
por la utilización de métodos prácticos aptos para asegurar, tenien-
do en cuenta la configuración geográfica de la región y de otras
circunstancias pertinentes, un resultado equitativo ” ). La Corte en
este caso al desvincular la equidad de los métodos de delimitación
no reconoce a ninguno de éstos – ni a la equidistancia la calidad de
asegurar por sí mismos una equidad de resultados. Los métodos,
la propia equidistancia, aparecen así como medios instrumentales
cuya posibilidad de ser utilizados en la delimitación depende de su
capacidad, en función de las circunstancias especiales de cada caso
concreto, de poder conducir a la equidad de resultados.

Como vemos la norma establece que la delimitación debe


culminar en equidad de resultados y para ello provee de los ins-
trumentos necesarios: los principios o criterios equitativos. En su
jurisprudencia y en la interpretación de la norma fundamental de
la delimitación marítima, la Corte ha sido enfática en señalar que
la equidistancia ni ningún otro método asegura a priori la equidad
de resultados. Sí la práctica jurisprudencial asigna a la equidistancia
la calidad de constituir el método más próximo a la equidad, mos-
trando incluso la Corte su inclinación a trazar en primera instancia

249
La Soberanía marítima deL Perú

una línea de equidistancia y luego comprobar si produce equidad


en los resultados. De no hacerlo, por supuesto se utiliza otro mé-
todo, se combina la equidad con otros métodos o se utilizan otra
combinación de métodos. Pero lo importante es que la selección
del método o los métodos a utilizar conduzcan a una comprobable
equidad de resultados.

En cuarto lugar, la regla indica que el trazo de la línea deli-


mitadora obtenida aplicando los principios o criterios equitativos
y utilizando el método más apropiado para ese fin, debe contras-
tarse con la existencia de circunstancias pertinentes cuya necesaria
consideración pudieran tornar en inequitativo el resultado. En esa
hipótesis como la norma manda un resultado de equidad, se debe
cambiar de método o utilizar una combinación de métodos que
aseguren que el trazo de la línea de la frontera marítima se exprese
en una equidad de resultados.

Las circunstancias pertinentes, que constituyen un avance


conceptual y normativo de las iniciales circunstancias especiales,
estas últimas circunscritas a ajustar o modificar la línea de la equi-
distancia, comprenden un abanico amplio de situaciones que van
desde los factores geográficos y geomorfológicos, que son los más
relevantes y gravitantes, los factores socio-económicos, circunstan-
cias inherentes a la defensa y la seguridad de la navegación, hasta
la conducta de las partes.

La Corte ha definido las circunstancias pertinentes como he-


chos o realidades que necesariamente deben tenerse en cuenta en
el proceso de delimitación en la medida que incidan en la obtención
de un resultado equitativo292. En ese sentido las circunstancias per-
tinentes siempre están subordinadas a los principios equitativos.
No se trata en ninguna hipótesis del ex aqueo bono que supone
una competencia delegada por las partes al juez para que resuelva

292 Cf. ICJ Reports 1999, p. 62, párr.55.

250
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

buscando un justo medio al margen del derecho. Se trata más bien


de la equidad en el derecho, de la equidad Infra legem.

En este nivel conviene retener una diferenciación básica, en-


tre el concepto de equidad indisolublemente vinculada a la idea
de justicia, a su calidad de valor que, como dice Lalande, nos co-
munica con un “sentimiento seguro y espontáneo de lo justo y lo
injusto”293, que debe estar inmanente en la administración de justi-
cia; y la equidad como principio o criterio que se encuentra inserto
en la norma jurídica. En el primer caso se trata de la equidad como
elemento auxiliar del derecho. En el segundo se trata de la equidad
“en el derecho”, que no es una vivencia subjetiva del juez, sino un
imperativo de la norma jurídica

Esta última, la equidad en el derecho, equidad infra legem,


es la que informa el contenido y alcance de la norma fundamen-
tal aplicable a la delimitación marítima. No se trata que la equidad
compense o corrija la norma. Menos aún del ex aqueo buono. Lo
específico y creativo en el derecho internacional de la delimitación
marítima, es que la equidad bajo determinados componentes e in-
terrelaciones es la norma delimitadora.

La Corte ha sido reiterativa al respecto: “No se trata de apli-


car la equidad simplemente como una representación de la justicia
abstracta, sino de aplicar una regla de derecho”294; “La noción ju-
rídica de la equidad es un principio general directamente aplica-
ble en tanto que derecho”295. Este principio y regla de derecho que
constituye la equidad en la delimitación marítima actúa en distintos
planos en el ejercicio jurisdiccional de la solución de las controver-
sias sobre la delimitación marítima.

293 A. Lalande, Vocabulaire technique et critique de la philosophie, Paris, 1962, p. 295.

294 CIJ, Reports, 1969.

295 CIJ, Recueil, 1982, p. 60.

251
La Soberanía marítima deL Perú

Dilucidar este asunto es una cuestión compleja y difícil, pues


en este nivel la propia jurisprudencia de la Corte presenta matices y
movimientos doctrinarios. Lucchini piensa que en la jurisprudencia
de la Corte se pueden encontrar dos acepciones o concepciones de
la equidad dentro del derecho. La que denomina la equidad autó-
noma, que tendría un papel dominante y exclusivo, constituyéndo-
se en el único factor de la delimitación, aun en el proceso práctico
de trazar la línea limítrofe a través de la selección de los métodos
apropiados. Es la equidad elevada a la categoría de norma delimi-
tadora.

En este caso la equidad dominaría todo el proceso de delimi-


tación, aun en sus componentes prácticos296. Frente a la equidad
autónoma tendríamos a la equidad como complemento, circunscri-
ta específicamente a rectificar las eventuales consecuencias inequi-
tativas que se pueden derivar de la utilización de la equidistancia
como método delimitador preferente aunque no obligatorio297. Las
sentencias de los casos Libia c. Túnez298 y Golfo del Maine299, serían
representativas de la primera acepción. Y de la segunda, los fallos
en los casos de Libia c. Malta300 y Dinamarca c. Noruega301.

En la sentencia sobre el Golfo del Maine, la Corte señaló con


énfasis que:

“La Sala quisiera concluir este replanteamiento de las reglas


de derecho internacional que regulan la materia en la que se sitúa
la diferencia americano-canadiense, con un ensayo de reformula-

296 Lucchini, ob. cit. p. 230.

297 Ibíd., p. 231.

298 Recueil, 1982.

299 Recueil, 1984.

300 Recueil, 1985.

301 Recueil, 1994.

252
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

ción más complejo y a su juicio más preciso de la norma funda-


mental en cuestión. Con este fin querría inspirarse entre otras, en
la definición de ’verdaderas reglas de derecho en materia de deli-
mitación de plataformas continentales limítrofes, es decir, de reglas
obligatorias para los Estados en cualquier delimitación’ dada por el
tribunal en su sentencia de 1969 sobre la Plataforma Continental
del mar del Norte (C.I.J: Recueil 1969, pp.46-47, párrafo 85). Se po-
dría pues definir del siguiente modo lo que el derecho internacional
general prescribe en cualquier delimitación marítima entre Estados
vecinos:

1) Ninguna delimitación marítima entre Estados cuyas costas


son adyacentes o están situados frente a frente puede ser
efectuada unilateralmente por uno de esos Estados. Esta
delimitación deberá ser buscada y lograda por medio de
un acuerdo, tras una negociación llevada a cabo de buena
fe y con la intención real de que conduzca a un resultado
positivo. En el caso en que, sin embargo, no se pudiese
lograr tal acuerdo la delimitación debe ser efectuada recu-
rriendo a una tercera instancia dotada de la competencia
necesaria para hacerlo.

2) Tanto en el primero como en el segundo caso, la delimita-


ción debe ser realizada en aplicación de criterios equita-
tivos y utilizando métodos prácticos adecuados para ase-
gurar, teniendo en cuenta la configuración geográfica de
la región y otras circunstancias pertinentes, un resultado
equitativo”302

La concepción de la equidad autónoma como norma delimi-


tadora aparece con claridad en esta sentencia. A su vez, en el fallo
en el caso Libia c. Malta, la Corte expresó que sin otorgar a la línea

302 Cf. CIJ, Asunto de la delimitación de la frontera marítima en la región del Golfo de Maine. Sentencia
de 12 del octubre de 1988, versión es español, en: Antonio Fernández Tomás, Derecho Internacional
Público, Casos y Materiales, Tirant lo Blanch, Valencia, 1990, pp. 383-384.

253
La Soberanía marítima deL Perú

media o equidistante una condición de uso obligatorio en los pro-


cesos de delimitación, en la materia específica del caso, resolvía
trazando provisionalmente una línea media para en seguida, en
función de las circunstancias pertinentes presentes en el caso (la
disparidad considerable de la longitud de las costas y la distancia
existente entre ellas), proceder a modificarla y corregirla aplicando
los principios equitativos con el objeto de arribar a una solución
con equidad en los resultados 303. En este caso se estaría frente a la
concepción de la equidad como complemento.

Weil, por su parte, en un esfuerzo más analítico diferencia tres


niveles de densidad normativa en los que se aplica la equidad.

En el primero, el derecho de la delimitación marítima no com-


prendería ninguna otra norma distinta a la regla fundamental de
obtener una solución equitativa en los resultados. De acuerdo a
esta concepción ni los principios equitativos ni los métodos de de-
limitación estarían integrados en la norma. Consecuentemente el
juez en cada caso tendría una amplia potestad para decidir con una
flexibilidad casi absoluta. Es la tesis que sostiene que cada caso es
único y que la Corte debe actuar con libertad, sujeta sólo a la norma
fundamental. “En este caso, la normatividad se sitúa en el nivel
más bajo. El derecho prescribe la finalidad equitativa, pero no va
más allá304”.

303 “…la Cour ait estimé dans les circonstances de la présente espèce qu'il convenait de commencer par
établir une ligne médiane pour procéder a la délimitation ne signifie pas qu'une ligne d'équidistance
soit le point de départ dans tous les cas, ni même dans tous les cas de délimitation entre Etats se
faisant face. Ayant tracé la ligne médiane initiale, la Cour a conclu que cette lignedoit être ajustée
pour tenir compte des circonstances pertinentes de larégion, à savoir la disparité considérable des
longueurs des côtes des Parties actuellement à l'examen et la distance entre ces côtes, la position des
points de base déterminant la ligne d'équidistance, et le cadre géographique d'ensemble. En tenant
compte de ces circonstances, et en assignant comme limite extrême à tout déplacement de la ligne
vers le nord la médiane théorique qui, dans l'hypothèse d'une délimitation entre l'Italie et la Libye
fondée sur l'équidistance dans la zone sur laquelle porte l'arrêt, n'accorderait aucun effet à Malte,
la Cour a été en mesure d'indiquer une méthode permettant aux Parties de déterminer la position
d'une ligne qui soit de nature à assurer entre elles un résultat équitable.” CIJ, Recueil, 1982. p. 56,
parr. 77-78.

304 Weil, ob.cit. p. 175.

254
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El segundo nivel de densidad normativa supone que los princi-


pios equitativos tienen un componente coercitivo como parte inte-
grante de la norma delimitadora. Consecuentemente el derecho no
se limitaría a prescribir que la delimitación debe llevar a un resulta-
do de equidad, sino que distingue entre lo equitativo y lo no equita-
tivo y utiliza los principios equitativos como norma para resolver las
situaciones específicas y concretas de cada caso de delimitación. La
libertad del juez se encontraría más acotada.

En el último nivel de densidad normativa, el contenido de la


norma delimitadora se amplía para abarcar, además del objetivo
teleológico de la equidad de resultados y los criterios o medios para
obtenerlo (principios equitativos) las circunstancias pertinentes y
los propios métodos de delimitación.

Más allá de los distintos esquemas analíticos de exégesis de


la norma delimitadora constituida por la obtención de la equidad
de resultados, una aproximación equilibrada a la jurisprudencia de
la Corte parecería indicar que la norma delimitadora, resumida en
la formula “equidad de resultados- principios equitativos- circuns-
tancias especiales o pertinentes”, comprende ciertamente en su
estructura normativa distintos niveles de aplicación de la equidad.
Esencialmente a la equidad como finalidad primera y última de la
delimitación marítima, en un sentido teleológico (equidad de resul-
tados), pero también a la equidad como medio o instrumento para
lograr ese fin (principios equitativos).

5.2 Equidistancia, circunstancias especiales, circunstancias perti-


nentes y equidad de resultados

Los métodos de delimitación marítima son procedimientos


técnicos utilizados para dividir la zona o área de superposición
de dos áreas marítimas entre Estados que se encuentran frente a
frente o cuyas costas son adyacentes.305 No existe una relación ex-

305 Laurent Lucchini y Michel Voelckel definen los métodos de delimitación como “todo procedimiento
cuya utilización está en capacidad de permitir fijar una clara línea de separación”, Cf. Laurent Luchini
y Michel Voelckel, Michel, ob. cit., p.132.

255
La Soberanía marítima deL Perú

haustiva de los métodos a utilizar, pero la práctica de los Estados,


la jurisprudencia de la Corte y los tribunales arbitrales y el desa-
rrollo de los elementos técnicos aplicables permiten establecer una
relación de métodos susceptibles de ser utilizados. Sin embargo, la
Corte en el proceso de unificación de las normas consuetudinarias
ha consolidado, finalmente, la utilización prima facie del método de
la equidistancia como un trazo preliminar sujeto a variaciones que
dependen de la existencia, según sea el caso, de circunstancias es-
peciales o circunstancias pertinentes con el objetivo teleológico de
llegar a una equidad de resultados.

El tema de los métodos de delimitación fue materia de estudio


y recomendaciones de la Comisión de derecho internacional de las
Naciones Unidas entre 1950 y 1956. En esa oportunidad, la comisión
trabajó en el contexto básico de la delimitación del mar territorial,
único espacio soberano reconocido por el derecho internacional de
la época, aunque de manera previsora tuvo en cuenta también la
cuestión de la plataforma continental que ya era objeto de reivin-
dicaciones de soberanía unilaterales. Pero su referente fue el mar
territorial. En ese contexto, la comisión examinó diversos métodos y
formas de delimitación y remitió la consideración del tema a un gru-
po de expertos que presentó sus recomendaciones en 1953. El grupo
identificó cuatro métodos básicos: la equidistancia, la prolongación
de la línea que divide las aguas territoriales adyacentes, el trazo de
una línea perpendicular a la costa a partir del punto en que la fron-
tera terrestre llega a la costa y una línea perpendicular siguiendo la
orientación general de las costas. En su informe final, los expertos
señalaron que la frontera lateral entre los respectivos mares territo-
riales donde no hubiese sido fijada de otra manera, debía ser trazada
de preferencia conforme al método de la equidistancia.
Algunos autores y Estados interpretaron que esta recomenda-
ción estableció que el método de la equidistancia306 era el único a

306 La equidistancia puede definirse como un método geométrico cuya aplicación permite que todos los
puntos de la línea de delimitación sean equidistantes de los puntos más próximos de las líneas de
base, a partir de las cuales se mide la extensión del mar territorial de cada una de las partes.

256
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

utilizar, asignándole un carácter obligatorio como regla de Derecho


internacional consuetudinario y de aplicación general, aun en los
nuevos espacios que el derecho del mar había incorporado a la
soberanía de los Estados. La Corte, sin embargo, ha negado esta
interpretación al señalar que en los trabajos de la propia Comisión
de derecho internacional “es claro que en ningún momento se ha
considerado que la noción de equidistancia esté vinculada de ma-
nera inherente a la doctrina de la plataforma continental”.307

Asimismo, la Corte ha expresado su criterio en el sentido de


que en esta materia, en todo momento, la comisión procedió en
función de dos convicciones. En primer lugar, que es poco probable
que un método único de delimitación esté en capacidad de satis-
facer todas las circunstancias que se presentan en la delimitación
cuando esta se tiene que establecer a través de un acuerdo o de un
arbitraje, y, en segundo lugar, que toda delimitación debe hacerse
siguiendo los principios equitativos308. Para la Corte no existen ni
métodos únicos ni obligatorios en su aplicación. La equidistancia,
que es la norma general para la delimitación del mar territorial,
tampoco tiene ese carácter de criterio único y norma obligatoria
aun en este caso, pues de existir circunstancias especiales, se pue-
de optar por otro método o una combinación de métodos si ello es
necesario para asegurar la equidad de los resultados.

La equidistancia es señalada por el derecho positivo y las


convenciones de 1958 y 1982 como el método a utilizar ab initio
para delimitar el mar territorial, teniendo en cuenta las circunstan-
cias especiales que pudieran incidir en la delimitación o imponer
un cambio de método. En el caso de la plataforma continental y la
zona económica exclusiva, no tiene ninguna preeminencia norma-
tiva frente a otros métodos. Sin embargo, de todos los métodos
existentes, la equidistancia es aquel que a priori puede asegurar un

307 Recueil, Mer du Nord, 1969, pp. 35-51.

308 Ibíd., p. 36, párr. 55.

257
La Soberanía marítima deL Perú

resultado equitativo, si no median circunstancias especiales. El dere-


cho internacional consuetudinario y la jurisprudencia de la Corte han
consagrado, en ese sentido, una percepción de la equidistancia como
un criterio o método de aplicación preferente, mas no obligatorio,
cuando en sí misma y en términos prácticos conduce a un resulta-
do equitativo; pero que, en caso contrario –por la presencia de las
circunstancias especiales–, puede ser dejado de lado a favor de otro
trazo del límite marítimo o de una combinación de líneas derivadas
de otros métodos.

La línea equidistante en el caso del mar territorial, por razones


de conjunción entre su naturaleza geométrica, la realidad geográfica
y la corta distancia de la zona, normalmente produce un resultado
equitativo. Dada la escasa extensión del mar territorial, en la mayoría
de los casos la equidistancia produce equidad de resultados. Pero ello
es distinto cuando se tiene que trazar el límite de la plataforma con-
tinental y especialmente de la zona económica exclusiva. Al tratarse
de vastos espacios marítimos, con riquezas hidrobiológicas y mineras
que hay que dividir, la línea de la equidistancia puede producir resul-
tados inequitativos. Por esta razón, la Corte asumió la interpretación
de que la disposición del artículo 6 de la Convención sobre la plata-
forma continental, de 1958, que manda el trazo por la línea media,
no posee el rango de norma general de derecho consuetudinario.

En el mismo sentido, la Sala de la Corte, en la sentencia del


Golfo de Maine, señaló que no encontraba ningún fundamento
para legitimar la pretensión de transformar el contenido de las dis-
posiciones que figuran en el artículo 6 de la Convención de 1958 en
una regla general aplicable a toda delimitación marítima. La Corte
recordó también que las disposiciones del artículo 6 no obligaban a
los estados que no formaban parte de la convención y que aun en
el caso de aquellos que sí lo hacían, el método delimitador no se
aplicaba obligatoriamente en la medida en que existiesen circuns-

258
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE
309
tancias especiales.

309 Cf. Recueil, 1988.

307 Recueil, Mer du Nord, 1969, pp. 35-51.

308 Ibíd., p. 36, párr. 55.

257
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Este razonamiento ha conducido a una opinión sólida y defini-


tiva de la Corte, en el sentido de que el método de la equidistancia
no tiene un estatuto de método único obligatorio. Ciertamente se
beneficia de una presunción de equidad ab initio a su favor, pero
no es ni norma única, ni de aplicación obligatoria. Siempre está en
función de que su aplicación produzca, en la práctica, resultados
equitativos.310

En síntesis, el método de la equidistancia, aun utilizándo-


lo como un trazo preliminar, sujeto a las correcciones de equidad
en función de la existencia de circunstancias especiales, no es una
norma obligatoria de Derecho internacional. La Corte en reiteradas
oportunidades ha sido clara en este asunto. Pero, al mismo tiempo,
de los métodos existentes es el más apto a ser utilizado, aun de
manera provisional, para lograr los resultados equitativos, con las
correcciones pertinentes en función de la existencia de circunstan-
cias especiales.

Más aún, en el proceso de convergencia que está caracteri-


zando el desarrollo actual del derecho de la delimitación marítima,
el método de la equidistancia se está integrando a las soluciones
sobre controversias en el ámbito de la plataforma continental o la
zona económica exclusiva, por lo menos al inicio del proceso delimi-
tador, como un paso preliminar a ser confirmado o no, en función
de las circunstancias especiales: “(…) al tenor de la jurisprudencia
más reciente, la norma equidistancia-circunstancias especiales ya
no se concibe como una regla específica del mar territorial, sino
que se ha integrado en el régimen jurídico común a la delimitación
de la plataforma continental y la zona económica exclusiva, en el
que la función de la equidistancia ha evolucionado hasta desempe-
ñar cierta función privilegiada, como punto de partida provisional
de la línea de delimitación entre costas opuestas, lo cual no deja de

310 Cf. CIJ, Affaire du Plateau Continental (Malta/Libye), Arrêt du trois juin 1985, Recueil des Arrêts, Avis
Consultatifs et Ordonnances, 1985. p. 37.

259
La Soberanía marítima deL Perú

recordarnos el papel primordial que hasta ahora sólo jugaba en la


delimitación del mar territorial”.311

Desde un punto de vista procesal, de esta manera, en princi-


pio la equidistancia es un factor a tener en cuenta en todo proceso
de delimitación marítima, normalmente como el método que debe
aplicarse ab initio de manera provisional. Si luego de establecer con
ese carácter el trazo de la frontera marítima se comprueba que ha
producido un resultado de equidad, la línea se confirma. Pero, en
caso contrario, si por la existencia de circunstancias especiales se
comprueba que ese trazo produce resultados no equitativos para
una de las partes, se procede a la rectificación, que implica utili-
zar otros métodos de delimitación o una ilimitada combinación de
ellos, siempre con el objetivo de comprobar al final del proceso que
se han obtenido resultados equitativos.

Según Michel Voelckel, el método de la equidistancia es el más


apto porque es “el único que permite ya sea realizar delimitaciones
bilaterales directamente, o bien que primeramente se realice una
repartición general para luego corregir o restringir el área propia
de la delimitación”312, y en esa vía propiciar la equidad, indepen-
dientemente de que en ciertos casos su aplicación produzca, por el
contrario, inequidad, como sería en la hipótesis de su aplicación en
costas con una configuración cóncava.

De allí la importancia que tiene la línea equidistante en el de-


recho de la delimitación marítima. Gómez-Robledo ha detallado el
proceso técnico del trazado de una línea equidistante, incluidos los
gráficos correspondientes, que se transcriben por su carácter ilus-
trativo.313

311 Eloy Ruiloba García, Circunstancias especiales y equidad en la delimitación de los espacios marítimos.
Zaragoza, Real Instituto de Estudios Europeos, 2001, p. 275.

312 Michel Voelckel, Aperçu de quelques problèmes techniques concernant la délimitation des frontières
maritimes, Annuaire Français de Droit International, París, Vol. XXV, 1979, pp. 693-711, citado en:
Alonso Gómez-Robledo Verduzco, ob. cit., p. 22.

313 Ibíd.

260
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Gráfico 5. Delimitación entre dos estados con costas adyacentes. linea media (fuente: kapoor-
kerr). Tomado de Alonso Gomez Robledo, ob. cit. 24.

dElIMItAcIón EntrE EStAdoS con coStAS AdYAcEntES


Linea media (fuente: kapoor-kerr)

“(…) Se trata de dos Estados con costas adyacentes. El prin-


cipio y operación geométrica es el mismo que se realiza cuando se
trata de Estados con costas situadas frente a frente.

Del punto Z, en donde la frontera terrestre alcanza la ribera del


Estado, la línea de la equidistancia parte como una perpendicular a la
línea de la costa (o hacia la tangente, si la línea de la costa es particu-
larmente encorvada en el punto Z).

La perpendicular inicial continúa hasta parte de la línea de base,


de cualquiera de los Estados, y es una línea equidistante. En esta grá-
fica el punto E en el segmento relevante “a”: en donde Za=Ea.

La línea ahora continúa como una bisectriz perpendicular a la


línea que une EZ. De esta manera, la línea continúa a través de los
puntos relevantes b, c, d, e…: todos los puntos siendo equidistantes

261
La Soberanía marítima deL Perú

de los puntos más cercanos de las líneas de base respectivamente


de los dos Estados”.314

Las circunstancias especiales constituyen diversos elementos


o realidades, de carácter geográfico o geomorfológico, que inciden
en la delimitación por su impacto, condicionamiento o influencia en
la división equitativa de las áreas marítimas superpuestas.

En principio, se debe trazar de manera transitoria y provisional


una línea de delimitación de base geométrica, usualmente la línea
de la equidistancia, para posteriormente contrastarla con la exis-
tencia de circunstancias especiales y, si estas inciden en la equidad
de los resultados, la línea provisional se sustituye por otra línea o
se le combina con otros métodos para asegurar el objetivo de todo
proceso delimitador que es obtener equidad de resultados.

La consideración de las circunstancias especiales es, de esta


manera, un factor dinámico de la equidad de resultados. Una línea
equidistante sin la existencia de circunstancias especiales puede
asegurar la equidad de resultados, pero con la presencia de estas
(como la existencia de islas, la concavidad de las costas o su propia
configuración), el resultado a través de la línea equidistante puede
ser profundamente inequitativo. De allí la relevancia de tener en
cuenta las circunstancias especiales. Dada su incidencia en los re-
sultados del proceso delimitador, será obligatorio modificar el trazo
provisional de la línea para tenerlas en cuenta y asegurar la equidad
de resultados.

La Corte, en la sentencia sobre el asunto del Mar del Norte,


definió las circunstancias especiales como “la configuración general
de las costas de las partes y la presencia de toda característica espe-
cial o inhabitual”.315 Es una noción tributaria de la geografía.

314 Ibíd.

315 Recueil, 1969, p. 54.

262
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Las circunstancias pertinentes no actúan ex post, es decir luego


de haber sido trazada la línea de la equidistancia, sino antes de la
definición del método a utilizar para la delimitación, en ese sentido
no están subordinadas a la equidistancia. Su naturaleza es variable
y siendo básicamente geográficas, pueden ser también económi-
cas, históricas o jurídicas, aunque siempre tienen que estar referi-
das o incidir en la realidad geográfica de la delimitación. La Corte ha
precisado este aspecto al señalar que las circunstancias pertinentes
deben ser apreciadas en función del título jurídico, los principios y
reglas aplicables al espacio a delimitar: “…en efecto, si bien es cier-
to que no existe una lista limitada de las consideraciones a las cua-
les el juez puede recurrir, es evidente que sólo pueden intervenir
aquellas que tienen una relación con la institución de la plataforma
continental tal como ella es concebida en el derecho, y a la aplica-
ción de los principios equitativos en su delimitación”.316

En el asunto sobre la plataforma continental entre Libia y Tú-


nez, las partes argumentaron, para sostener sus pretensiones, la
presencia de diversas circunstancias pertinentes. Túnez, en las con-
clusiones de sus alegatos, señaló como circunstancias pertinentes
que la Corte debía tomar en cuenta la presencia de islas, islotes y
otras formaciones en la costa este del país; las líneas curvas bati-
métricas que reflejan la estructura física y geológica; el efecto de
amputación que podría resultar para su área marítima: la manera
como se configuran los ángulos en el litoral tunecino-libio combina-
do con la situación del punto de la frontera terrestre sobre la costa;
la irregularidad de las costas tunecinas comparadas con la regulari-
dad general de las costas libias en la zona a delimitar; la situación
de Túnez frente a los Estados que tienen costas más largas que las
suyas y los efectos de toda delimitación presente o futura con esos
Estados; y la existencia de derechos históricos, particularmente de
naturaleza económica.317

316 Cf. CIJ, Caso Libia/ Malta, asunto de la Plataforma Continental, sentencia del 3 de junio de 1985,
Recueil, parr. 48, p.40.

317 Cf. Recueil, 1984.

263
La Soberanía marítima deL Perú

Libia, por su parte, invocó solamente dos tipos de circunstan-


cias pertinentes derivadas de la geografía: la estructura geológica
de la plataforma continental y su relación con la masa terrestre ad-
yacente; y la configuración geográfica de las costas. La Corte en su
fallo admitió algunas de estas circunstancias pertinentes y determi-
nó que otras no tenían ninguna incidencia en el resultado equitati-
vo de la delimitación.318

En el mismo fallo, la Corte señaló : “Comme il n’y a jamais


eu d’accord entre la Tunisie et la Libye sur la délimitation des eaux
territoriales, des zones contiguës, des zones économiques exclusi-
ves et du plateau continental, une frontière terrestre incontestée
par les Parties et résultant d’une convention est une circonstance
de la plus haute pertinence” (Como jamás existió un acuerdo en-
tre Túnez y Libia sobre la delimitación de las aguas territoriales, las
zonas contiguas, las zonas económicas exclusivas y la plataforma
continental; una frontera terrestre no contestada por las partes y
resultante de una convención, constituye una circunstancia de la
más alta pertinencia.319”).320 La existencia de un tratado de delimi-
tación terrestre fue considerada por la Corte como circunstancia
pertinente. Más aún, teniendo en cuenta que la Convención del 19
de marzo de 1910 estableció que el punto de llegada o términus de
la frontera terrestre sobre el mar, era Ras Adjdir, la Corte determinó
que este punto debía ser tomado en cuenta necesariamente para
el trazo de la frontera marítima, de la misma manera que había sido
utilizado por las partes para diversos actos jurídicos unilaterales so-
bre la delimitación marítima. La Corte consideró el punto final de
la frontera terrestre como otra circunstancia pertinente a tener en
cuenta en la delimitación y por ende en su fallo.321

318 Cf. Ibíd.

319 Traducción del autor

320 Recueil, 1984, p. 65, párr. 82.

321 Ibíd.

264
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El trazo de la frontera marítima entre estados adyacentes, es


decir con límites laterales, como es el caso entre Perú y Chile, por
regla general se hace siempre a partir del términus de la frontera
terrestre. Es decir, el punto en que esta llega al mar. Si el trazo de
la frontera es para todos los espacios marítimos, es decir, el mar
territorial, la zona contigua, la zona económica exclusiva y la plata-
forma continental, esta norma no tiene excepción. Evidentemente,
si la frontera a trazar fuese solo un segmento de los espacios de
soberanía y jurisdicción, por ejemplo, la zona económica exclusiva
o la plataforma continental, el extremo de la línea divisoria podría
no coincidir con el términus de la frontera terrestre.

Ruiloba García sintetiza de manera explicativa la relevancia de


la posición de la frontera terrestre en la delimitación lateral de los
estados: “En supuestos de costas adyacentes, el punto en el que
la frontera terrestre entre dos Estados vecinos alcanza el mar será
el punto inicial a partir del cual empiecen a contarse los sucesivos
espacios marítimos. En consecuencia, si ambos Estados deciden de-
limitar todos sus espacios de una sola vez, el extremo de la línea
de delimitación marítima lateral deberá coincidir con dicho punto
final de la frontera terrestre. Ahora bien, es posible que dos Estados
adyacentes procedan a delimitar tan solo alguno de sus espacios
marítimos, como por ejemplo la plataforma continental o la zona
económica exclusiva, en cuyo caso el extremo de la línea divisora
no coincidirá con el punto final de la frontera terrestre, sino con el
límite exterior del mar territorial, situado en el mar a una determi-
nada distancia de la costa, normalmente, equivalente a la anchura
del mar territorial que hayan establecido esos Estados”.322

Entre las circunstancias pertinentes de carácter histórico se


reconocen la conducta de las partes, los derechos históricos, los
intereses económicos y los aspectos vinculados a la seguridad y de-
fensa de las partes, así como la existencia de determinados instru-

322 Ruiloba García, ob. cit., p. 395.

265
La Soberanía marítima deL Perú

mentos o acuerdos jurídicos suscritos entre ellas que incidan en la


delimitación, como concesiones petroleras o convenios de pesca.

La conducta de las partes puede ser decisiva para determinar


si a través de ella se pudo haber consagrado entre las partes un
acuerdo de delimitación, aun de manera implícita. Sin embargo, la
Corte, en su jurisprudencia, se ha mostrado bastante rigurosa en la
exigencia de los requisitos de continuidad y carácter sistemático de
los actos propios y de la presencia del factor subjetivo, es decir, la
necesidad de que la conducta en cuestión sea motivada en la con-
vicción de que se obra en función de la existencia de una obligación
jurídica.

Las circunstancias pertinentes, su valoración y su incidencia


en la limitación varían según cada caso. Una circunstancia perti-
nente geográfica, como la configuración de las costas, puede, en
una controversia, ser relevante para la delimitación y determinar
correcciones en la línea provisional para obtener la equidad de los
resultados, pero en otras puede ser irrelevante.

En el asunto de la plataforma continental Malta/Libia, la Corte,


en la parte resolutiva de la sentencia, explicó que había trazado una
línea media inicial, y que esta debía ser objeto de una rectificación,
en razón de las circunstancias pertinentes identificadas, “especial-
mente la disparidad considerable entre la longitud de las costas de
las partes y la distancia entre esas costas, la posición de los puntos
de base que determinan la línea de equidistancia”.323

Como reseña Gómez-Robledo, “(…) tomando en cuenta las cir-


cunstancias anteriores, y fijando como límite externo de todo des-
plazamiento de la línea hacia el norte la línea media teórica que, en
la hipótesis de una delimitación entre Italia y Libia fundada sobre la
equidistancia en la zona a la cual se refiere la sentencia no otorgaría
ningún efecto a Malta, la Corte estuvo en posibilidad de indicar un

323 Alonso Gómez-Robledo Verduzco, ob. cit., p. 185.

266
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

método, permitiendo a las partes determinar la posición de una


línea de tal naturaleza que asegurase entre ellas un resultado equi-
tativo. En opinión de la Corte, dicha línea respondía a las exigencias
del criterio de proporcionalidad y, más generalmente, la misma to-
maba en cuenta de una manera equitativa todas las circunstancias
pertinentes”.324

Las circunstancias pertinentes no pueden ser objeto de una


enumeración taxativa, ni tampoco de una clasificación definitiva o
rígida. Esto se debe a que cada situación específica puede dar lugar
a la valoración de un hecho geográfico o a una situación de otra na-
turaleza que, por su incidencia en la equidad que exige el resultado
de la delimitación, puede ser considerada como una circunstancia
pertinente a tomar en cuenta.

Como una forma de facilitar el análisis, en términos estricta-


mente hermenéuticos, es posible ensayar algunas clasificaciones
teniendo en cuenta su naturaleza, y en función de la jurispruden-
cia existente. Una sistematización bastante sensata y práctica, es
la sugerida por Ruiloba García, quien las clasifica en circunstancias
geográficas, circunstancias geológicas y geomorfológicas, circuns-
tancias económicas y circunstancias históricas o políticas.

Sin embargo, como bien puntualiza el propio autor, esta “(…)


clasificación no es la única posible, ni resulta con mucho exhaustiva
u omnicomprensiva de todas las circunstancias que pueden influir
en la delimitación de los espacios marítimos en un supuesto dado.
El elenco de factores susceptibles de ser considerados como una
circunstancia pertinente no es una lista cerrada y definitiva. De ahí
que cualquier clasificación sea tan sólo indicativa, a título orienta-
dor de las distintas circunstancias especiales”.325

324 Ibíd.

325 Ruiloba García, ob. cit., p. 361.

267
La Soberanía marítima deL Perú

Lo importante es la funcionalidad que cumplen las circunstan-


cias pertinentes en todo proceso delimitador como elementos que
concurren al logro de la equidad de resultados. Una circunstancia
geográfica, geomorfológica, económica, histórica o de cualquier
otra naturaleza si no afecta con su existencia la equidad de los re-
sultados, es irrelevante y no se tomará en cuenta. Pero, si por el
contrario, se comprueba su incidencia en el proceso delimitador,
en términos de favorecer o perjudicar a una de las partes en la va-
loración de la equidad de resultados, entonces sí será relevante, se
tomará en cuenta y producirá las correcciones que sean necesarias
en el trazo de la línea delimitadora o en la selección de los métodos
para llevarla a la práctica, de tal manera que se asegure la equidad
de los resultados para todas las partes.

5.3 La convergencia de las reglas equidistancia – circunstancias


especiales y principios equitativos – circunstancias pertinen-
tes

En la actualidad, el derecho internacional de la delimitación


marítima está integrando el alcance de las normas convencionales
con las del derecho consuetudinario, conformando un solo conjun-
to de principios y normas aplicables a los procesos de delimitación
y a la solución jurisdiccional de las controversias internacionales en
esta materia. Sin embargo, no hay que perder de vista que se trata
todavía de un derecho en formación y que cada caso constituye una
realidad única a la cual hay que adaptar las normas en el marco de
reglas y principios existentes.

La Corte Internacional de Justicia ha señalado que no es posi-


ble buscar en el derecho internacional positivo un cuerpo de reglas
muy detalladas. Se ha visto que son muy reducidas y generales, tan-
to las contenidas en la Convención del Mar de 1982, como las de
las convenciones de Ginebra de 1958. El derecho consuetudinario
ha aportado claridad, alcance, precisión y detalle, siempre sin llegar
a reglas muy rígidas, a la delimitación marítima. El Derecho inter-

268
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

nacional general de la delimitación marítima es la expresión de la


concordancia y la progresiva unificación de las normas convencio-
nales y el derecho consuetudinario. La jurisprudencia de la Corte y
los tribunales arbitrales son las principales fuentes de formación de
la opinio juris.

La sentencia sobre el asunto de la delimitación de la frontera


marítima en la región del Golfo de Maine ha resumido de manera
bastante precisa los criterios básicos que orientan la delimitación
marítima entre estados vecinos:326

1. Ninguna delimitación marítima entre estados que tengan


costas adyacentes o que se encuentren frente a frente
puede ser efectuada unilateralmente por uno de los esta-
dos. La delimitación debe propiciarse y concretarse a tra-
vés de un acuerdo que surja de una negociación orientada
por el principio de la buena fe y con la intención real de lle-
gar a un resultado positivo. En el caso de que, sin embar-
go, un acuerdo de esta naturaleza no pueda ser obtenido
o realizado, la delimitación marítima deberá establecerse
recurriendo a una tercera instancia que posea las compe-
tencias necesarias para resolver la controversia.
2. La delimitación debe ser obtenida a través de la aplicación
de los principios equitativos y la utilización de métodos
prácticos capaces de asegurar, teniendo en cuenta la con-
figuración geográfica de la zona y otras circunstancias es-
peciales, un resultado equitativo.

En síntesis, la regla procesal esencial y fundamental del De-


recho internacional consuetudinario en materia de delimitación
marítima es aquella que prescribe que la delimitación debe obte-
nerse a través de un acuerdo entre las partes o por decisión de una
instancia jurisdiccional o arbitral, con la finalidad de que la decisión

326 Recueil, 1984, pp. 299-300.

269
La Soberanía marítima deL Perú

adoptada se sustente en la aplicación de los principios equitativos y


se lleve a cabo utilizando métodos prácticos que aseguren la equi-
dad de los resultados.

Sin embargo, las normas específicas o los criterios que permi-


tan aplicar concretamente uno u otros principios equitativos o el tra-
zado de la línea delimitadora no se pueden derivar directamente del
derecho general, pues previamente se debe buscar la existencia o
inexistencia de normas y criterios específicos que puedan eventual-
mente estar establecidos en el derecho internacional particular. Es
decir, la eventual existencia de un derecho vigente entre las partes,
aplicable a la solución de la controversia, una lex specialis, un tratado,
una obligación jurídica vigente. La Corte ha señalado:

“Les conclusions auxquelles la Chambre est auparavant parve-


nue l’ont amenée à constater que ce n’est pas dans le droit interna-
tional général coutumier qu’il faut rechercher d’éventuelles règles
prescrivant spécifiquement l’application de tel ou tel critère équita-
ble ou l’utilisation de telle ou telle méthode pratique aux fins d’une
délimitation comme celle qui est requise dans le cas d’espèce. Le
droit international coutumier, on l’a vu, se borne à prescrire en gé-
néral l’application de critères équitables et l’utilisation de métho-
des pratiques propres à traduire concrètement ces critères. Il faut
donc se reporter au droit international particulier pour voir s’il y
existe ou non, dans l’état du droit actuellement en vigueur entre
les Parties au présent procès, une quelconque règle de droit requé-
rant spécifiquement des Parties, et par conséquent de la Chambre,
l’application à la délimitation recherchée de certains critères ou de
certaines méthodes pratiques déterminées”.327

[Las conclusiones a las cuales la Corte llegó anteriormente la


han llevado a constatar que no es en el derecho internacional con-
suetudinario general donde hay que buscar reglas que eventual-

327 Ibíd., p. 300, párr. 114.

270
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

mente prescriban específicamente la aplicación de tal o cual crite-


rio equitativo o el uso de tal o cual método práctico para llegar a
una delimitación como la que es requerida en este caso específico.
Como se ha visto, el derecho internacional consuetudinario se li-
mita a prescribir, en general, la aplicación de criterios equitativos
y la utilización de métodos prácticos propios que permitan aplicar
concretamente dichos criterios. Hay que dirigirse, pues, hacia el de-
recho internacional particular para ver si existe o no, conforme al
derecho actualmente vigente entre las Partes del presente litigio,
una regla de derecho, sea cual sea, que demande específicamente
de las partes, y por consiguiente de la Sala, la aplicación de ciertos
criterios o de ciertos métodos prácticos en la delimitación.]

La existencia de un tratado o una obligación jurídica entre


las partes que constituya lex specialis en materia de delimitación
marítima es la norma aplicable a la solución de una controversia,
siempre y cuando se pruebe su validez, vigencia y alcance. Y aun en
ese caso su aplicación estará en función de los espacios marinos a
que se refiera, mar territorial, plataforma continental o zona eco-
nómica exclusiva, así como en razón de la existencia o no existencia
de normas particulares o métodos para el trazado de la línea de la
frontera marítima en los espacios que regule la lex specialis. En caso
de discrepancia entre las partes, ya sea sobre todos o solo alguno
de esos aspectos, y la imposibilidad de llegar a una solución a través
de una negociación diplomática, la solución tendría que provenir de
una instancia jurisdiccional o arbitral.

En caso de ausencia de una lex specialis o de Derecho inter-


nacional particular entre las partes sobre la línea de delimitación
marítima y/o sobre el método delimitador, la solución de la con-
troversia debe hacerse aplicando los principios y normas aplicables
del Derecho internacional general. Es decir, la regla de los principios
equitativos-circunstancias especiales. Esta regla, en el caso del mar
territorial, implica necesariamente el trazo de una línea equidistan-
te por lo menos de forma provisional, la cual debe confirmarse o

271
La Soberanía marítima deL Perú

rectificarse en función de las circunstancias especiales, de tal ma-


nera que el resultado asegure una equidad de resultados. En el caso
de la plataforma continental y la zona económica exclusiva, el trazo
preliminar de la línea equidistante es aconsejable como procedi-
miento preliminar, pero no necesariamente obligatorio. Siempre,
por supuesto, para someter a prueba esa línea en términos de de-
terminar si su trazo produce un resultado equitativo en función de
las circunstancias pertinentes. El método o el tipo de línea no son,
pues, un fin en sí mismos, ni tampoco se presume que produzcan
equidad necesariamente. Son simples instrumentos cuya validez
depende de que con su utilización se obtenga la equidad de resul-
tados.

El principio y la regla esencial de esta convergencia de norma


positiva y costumbre, que constituye el elemento central del de-
recho general de la delimitación marítima, como se verá más en
detalle, es la búsqueda de la equidad en los resultados. Esta se ha
constituido en el objeto y fin de toda delimitación marítima.

Ciertamente la equidistancia es el método más cercano a la


equidad si no hay circunstancias especiales. Pero el Derecho inter-
nacional no le confiere a la equidistancia una calidad de aplicación
imperativa o vinculante. En principio supone una pluralidad de mé-
todos delimitadores, no admite un solo método como norma obli-
gatoria, independientemente de que considere a la equidistancia el
más hábil para producir equidad de resultados.

Por ello, se ha señalado que el derecho de la delimitación


marítima es un derecho “situacional” con lo que se denota que en
realidad el resultado equitativo no se obtiene por la aplicación de
un método delimitador de regla única y aplicación absoluta. Por el
contrario, la práctica y las sentencias de la Corte abonan por solu-
ciones casuísticas, donde cada caso es un universo, pero donde las
soluciones particulares siempre están subordinadas al cumplimien-
to de una norma y principio general que manda que la delimitación,

272
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

al final del proceso, se traduzca en un resultado de equidad para


ambas partes.

En realidad, una de las especificidades del derecho internacio-


nal de la delimitación marítima, más allá de que sea esencialmen-
te un derecho consuetudinario, es el papel principal e innovador
que desempeña la jurisprudencia internacional. No hay quizás otro
ámbito del Derecho internacional en el que el juez no se limite es-
trictamente a interpretar y aplicar el derecho vigente. Desde la sen-
tencia sobre la Plataforma Continental en el Mar del Norte, en la
que la Corte toma distancias de la Convención de Ginebra de 1958
al negarse a considerarla como derecho consuetudinario, hasta las
sentencias en las que la Corte desarrolla los principios y criterios
aplicables a la delimitación marítima, especialmente las relativas
a la Plataforma Continental entre Túnez y Libia (1982) y el asunto
del Golfo del Maine entre Canadá y Estados Unidos (1984), se ha
asistido a un proceso en el que la jurisprudencia ha ido generando
derecho.

Este proceso que al principio la Corte adjudicaba a la evolu-


ción de la costumbre, ha sido referido como producto de su pro-
pia acción y responsabilidad en la sentencia sobre el asunto de la
delimitación marítima en la región situada entre Groenlandia y
Jan Mayen: “Ainsi, pour la délimitation du plateau continental en
l’espèce, même s’il convenait d’appliquer non l’article 6 de la con-
vention de 1958, mais le droit coutumier du plateau continental tel
qu’il s’est développé dans la jurisprudence, ce serait se conformer
aux précédents que de commencer par la ligne médiane à titre de
ligne provisoire, puis de rechercher si des ‘circonstances spéciales
obligent à ajuster ou déplacer cette ligne’”.328 [De este modo, para
la delimitación de la plataforma continental en el presente caso,
convendría aplicar no el artículo 6 de la Convención de 1958, sino
el derecho consuetudinario de la plataforma continental tal como

328 CIJ, Recueil, 1993, p. 61, párr. 51.

273
La Soberanía marítima deL Perú

se ha desarrollado en la jurisprudencia; esto sería de conformidad


con los precedentes de comenzar por la línea media a título de línea
provisoria, para después investigar si las ‘circunstancias especiales’
obligan a ajustar o modificar esta línea”.]
Por otro lado, la Corte ha señalado que no existen dudas res-
pecto a la aplicación obligatoria de los métodos previstos en el ar-
tículo 6 de la convención de 1958 para los estados que la hubie-
ran ratificado en los casos de cuestiones relativas a la plataforma
continental y solo a la plataforma continental, quedando claro, sin
embargo, que, de existir circunstancias especiales que lo exigiesen,
se podría recurrir a otro método o a una combinación de métodos.
Para llegar a esta decisión en la sentencia sobre el Golfo de Maine, la
Corte analizó la argumentación desarrollada por el Canadá, según la
cual correspondía establecer una línea media de delimitación única
para el mar territorial, la zona contigua y la zona económica exclusi-
va. El argumento canadiense se basaba en la consideración de que la
Convención de 1958 sobre la plataforma continental, especialmente
los párrafos 1 y 2 del artículo 6, los cuales establecen que la delimita-
ción en las zonas marítimas de estados situados frente a frente debe
hacerse a través de una línea media y de una línea equidistante en
el caso de estados con costas adyacentes, constituía una norma de
Derecho internacional general. Consiguientemente se debía aplicar
a la delimitación de la zona económica exclusiva.

Sin embargo, la Corte recordó que el caso específico del Golfo


de Maine no tenía por objeto único la delimitación de la platafor-
ma continental, sino que comprendía también a la zona económica
exclusiva. Al respecto, indicó que consideraba dudoso que una obli-
gación convencional, la Convención de 1958, que concernía expre-
samente a la delimitación de la plataforma continental a través de su
extrapolación o de una interpretación extensiva, pudiera aplicarse a
otro espacio manifiestamente más grande, heterogéneo y distinto
en su naturaleza jurídica como es la zona económica exclusiva.329

329 Ibíd., p. 301.

274
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Este proceso de desarrollo y elaboración de las normas delimi-


tadoras por la Corte Internacional de Justicia y la propia evolución
de las normas internacionales, consagradas en la Convención de
1958 y en la Convención del Mar de 1982, han dado lugar, como lo
afirma bien Laurent Lucchini,330 a un sistema dual en el que coexis-
ten dos series de normas sobre la delimitación marítima, que por
su origen derivan de:

a. Las normas positivas, expresadas en la regla “equidistan-


cia-circunstancias especiales” aplicable a la delimitación
del mar territorial (Convención de 1958 y Convención de
1982) y a la plataforma continental en el caso de la Con-
vención de 1958.
b. Las normas consuetudinarias, elaboradas y consagradas
por la jurisprudencia internacional, aplicables a la zona
económica exclusiva y a la plataforma continental que se
resumen en la fórmula “principios equitativos - circunstan-
cias pertinentes”.

Esta dualidad normativa no es excluyente entre sí, ni opone


unas normas a otras. Por el contrario, son complementarias y tien-
den a la unidad de criterio. El elemento central, común a las dos
series de reglas, está dado por el sentido teleológico de la delimita-
ción marítima, que no es otro que obtener un resultado equitativo.

En esa perspectiva, de alguna manera se ha superado también


la contradicción que existía entre quienes sostenían que bastaba
con la aplicación de una línea de equidistancia para obtener la equi-
dad, y de quienes, por otra parte, afirmaban que la equidad era el
único principio y criterio que podía llevar a resultados equitativos.

La jurisprudencia de la Corte ha resuelto en gran medida este


problema, o, en todo caso, lo ha tornado irrelevante, aproximando,

330 Laurent Lucchini, “La Delimitation des Frontieres Maritimes”, en: Maritime Delimitation, edited by
Rainer Lagoni and Daniel Vignes, 2006. p. 9.

275
La Soberanía marítima deL Perú

por una parte, en la solución de cada situación, las fórmulas


equidistancia-circunstancias especiales y equidad-circunstancias
pertinentes con un enfoque casuístico, y, por otra, afirmando
la preeminencia de los principios equitativos como el elemento
central en la concepción y aplicación de una y otra serie de normas.
Como bien lo recuerda Lucchini, la Corte se ha pronunciado
directamente sobre esta convergencia en muchos casos, entre ellos
en la sentencia del diferendo marítimo entre Qatar y Bahrein, en la
que señala que la regla de la equidistancia-circunstancias especiales
y la norma de los principios equitativos-circunstancias pertinentes,
tal como se han desarrollado en la jurisprudencia y en la práctica de
los estados, están estrechamente ligadas.331

En esta perspectiva, es factible hablar de un proceso de uni-


ficación de las normas convencionales y las consuetudinarias, que
crecientemente están conformando un corpus jurídico integrado.

En el diferendo marítimo peruano-chileno, este conjunto de


principios, normas y métodos de delimitación del derecho consue-
tudinario se aplicará para resolver la controversia, empezando por
la determinación de la existencia o no de una lex specialis, para lue-
go definir la frontera marítima entre ambos países bajo la fórmula
equidistancia – circunstancias especiales para el mar territorial y
principios-equitativos-circunstancias pertinentes para la zona eco-
nómica exclusiva y la plataforma continental , cuya aplicación, al no
existir, en principio, unas u otras circunstancias, debería realizarse
a través de una línea equidistante para cada uno de los espacios
marítimos que son objeto de la controversia de límites.

331 Cf. CIJ, Recueil, 2001.

276
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

V. lAS rEglAS BÁSIcAS PArA lA IntErPrEtAcIón dE loS trA-


tAdoS Y Su APlIcAcIón Al dErEcHo dE lA dElIMItAcIón
MArÍtIMA

Las normas jurídicas regulan la conducta intersubjetiva de las


personas. En ese sentido, toda regla de derecho está concebida
para ser ejecutada, es decir, para regular las conductas intersub-
jetivas que forman parte de una relación jurídica. La aplicación de
la norma supone necesariamente una comprensión de su conte-
nido y alcance. Por ello las normas tienen una redacción general,
pues deben aplicarse a un sin número de situaciones, y siempre
será necesario un análisis de la estructura gramatical y del alcance
de su contenido para asegurar una recta aplicación. En otros casos,
la redacción de la norma puede ser confusa o ambivalente, pues
sobre un texto pueden existir dos o más maneras de entenderlo
y aplicarlo. Para ello es necesario interpretar la norma. Al acto o
proceso intelectual que consiste en establecer el sentido y el con-
tenido exacto de una norma jurídica se denomina interpretación.332

Teniendo en cuenta que el Gobierno de Chile sostiene que la


delimitación marítima ya ha sido establecida por la Declaración de
Santiago de 1952, el Convenio Zona Especial Fronteriza Marítima y
otros instrumentos menores, “confirmada por la práctica” ; desde
el punto de vista del método jurídico utilizado por la Corte y los
tribunales arbitrales para la elaboración de sus fallos, corresponde
determinar si, en efecto, estos instrumentos han establecido o no

332 Patrick Dallier y Alain Pellet, Droit International Public, L.G.D.J., París, 2002, p. 253.

277
La Soberanía marítima deL Perú

un límite marítimo entre los dos países en toda la zona marítima


de superposición, es decir, el mar territorial, la zona contigua, la
plataforma continental y la zona económica exclusiva. Una primera
tarea será establecer si de estos instrumentos se deriva o no una
obligación jurídica entre las partes en materia de delimitación ma-
rítima y, si existiese, a qué áreas marítimas se refiere. Esta es una
tarea inherente a la interpretación de los tratados, razón por la cual
es indispensable un breve recuento de las normas que el Derecho
internacional dispone sobre la materia.

La Convención de Viena (sección tercera) sobre el Derecho de


los Tratados, de 1969, establece las normas generales y específicas
que deben orientar la comprensión e interpretación de los trata-
dos. La regla general fundamental es simple: “Un tratado deberá
interpretarse de buena fe, conforme al sentido corriente que haya
de atribuirse a los términos del tratado, en el contexto de estos y
teniendo en cuenta su objeto y fin”.333

La buena fe está referida al hecho material y subjetivo de que


los tratados se suscriben con la intención manifiesta de cumplirlos.
Consiguientemente, la interpretación de sus normas debe realizar-
se siempre teniendo en cuenta que sus disposiciones están dirigidas
a facilitar su aplicación y no a entorpecerla; a realizar su objeto y no
a tornarlo imposible o a desnaturalizarlo. La comprensión del texto
de los tratados, su lectura e interpretación debe hacerse siguien-
do el uso corriente del lenguaje. El contexto como elemento de la
interpretación se relaciona con la consideración de todo acuerdo
o entendimiento que se refiera al tratado y haya sido concertado
entre las partes con motivo de su celebración, así como de todo
instrumento formulado por una o más partes con motivo de la cele-
bración del tratado y aceptado por las demás como un instrumento
referente a él.334 La interpretación, adicionalmente, deberá tener en

333 Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, art. 31, inciso 1, Naciones Unidas, 1970.

334 Ob. cit., art. 31, inc. 2.

278
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

cuenta todo acuerdo posterior entre las partes acerca de la propia


interpretación del tratado o de la aplicación de sus disposiciones;
la práctica seguida ulteriormente en la aplicación del tratado por la
cual conste el acuerdo de las partes acerca de la interpretación del
tratado, y toda forma pertinente de Derecho internacional aplica-
ble en las relaciones entre las partes.335

La interpretación debe efectuarse en función del objeto y fin


del tratado. Es, por principio general del Derecho internacional, que
todo tratado debe realizar su objeto y fin. Por ello cualquier inter-
pretación que se desvíe o que impida u obstaculice el cumplimiento
del objeto y fines del tratado no será lícita. La comprensión y el
entendimiento de las disposiciones del tratado siempre deben ha-
cerse en términos que guarden una relación de funcionalidad con
el cumplimiento de su objeto y fin.

Si los términos del tratado no son claros, es decir, son ambi-


guos u oscuros, o cuando la interpretación de ellos remitiera a un
resultado irracional o absurdo, en ese y sólo en ese caso, se recu-
rre supletoriamente a determinados medios complementarios de
la interpretación: los trabajos preparatorios y las circunstancias en
las que se celebraron los tratados336. Ello siempre en función de la
norma esencial de encontrar la voluntad o la intención de las partes
reflejada en el texto del tratado.

La Corte Internacional de Justicia, en sus sentencias y opinio-


nes consultivas, ha recogido, desde antes de la aprobación y nego-
ciación de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados,
estas reglas esenciales de la interpretación.

La interpretación no está dirigida a escudriñar sobre la volun-


tad subjetiva de las partes independientemente del texto forma-
lizado, sino a determinar la intencionalidad que se expresa en las

335 Ob. cit., art. 31, inc. 3.

336 Ob. cit., art. 32.

279
La Soberanía marítima deL Perú

obligaciones contenidas en el texto mismo del tratado, el que se


reputa recoge la voluntad de las partes. Se trata de encontrar la
voluntad objetivada en el texto. Hay, en ello, la presunción de que
el texto representa la intención auténtica de las partes. En ese sen-
tido, la intencionalidad de las partes constituye una realidad obje-
tiva reflejada en el texto del tratado y no una realidad subjetiva a
descubrir, al margen o por encima de lo establecido en el texto. El
texto del tratado, en su lectura normal y corriente, concordado con
el objeto y fin del tratado, es la base legítima de la interpretación.

Esta concordancia entre literalidad del texto, contexto, objeto


y finalidad implica que la interpretación debe responder al principio
de unidad e integralidad, evitando toda interpretación parcial que
pueda derivarse de lecturas aisladas de frases o expresiones sin te-
ner en cuenta la interrelación conceptual, lógica y jurídica entre sus
distintas disposiciones o partes. La interpretación, en ese contexto,
debe llevar a una secuencia lógica dentro del objeto y fin del trata-
do y nunca debe conducir al absurdo o a impedir u obstaculizar la
realización del objeto del tratado.

La Comisión de derecho internacional de las Naciones Unidas


ha recalcado este criterio: “Cuando un Tratado da pie a dos inter-
pretaciones, una de las cuales permite que sus disposiciones surtan
efectos adecuados y la otra no, la buena fe y el objeto y finalidad
del Tratado requieren que se adopte la primera interpretación”.337

337 Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, proyecto de artículos de la Convención
de Viena, Doc. A/39/12/Add2, p. 41.

280
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

VI. lA controVErSIA MArÍtIMA EntrE El PErÚ Y cHIlE

1. orIgEn dE lA controVErSIA MArÍtIMA PEruAno - cHIlE-


nA, SuS coMPonEntES. lA FEcHA crÍtIcA

Entre el Perú y Chile existe una controversia marítima de na-


turaleza jurídica, la cual tiene tres componentes: dos básicos y uno
derivado. En primer lugar, el diferendo sobre delimitación maríti-
ma en cada uno de los espacios en que el Derecho internacional
reconoce derechos de soberanía y jurisdicción a los estados (mar
territorial, zona contigua, plataforma continental y zona económica
exclusiva); en segundo lugar, la pretensión chilena de desconocer
la soberanía y jurisdicción del Perú en un área de 28,471.86 km,
aproximadamente, situada en una zona ajena al espacio marítimo
objeto de la controversia limítrofe y a la propia proyección de las
costas de Chile hasta las 200 millas y, finalmente, como derivación
del diferendo limítrofe, el desacuerdo en relación con el punto de
inicio de la frontera marítima.

En el primer caso, el Perú considera que al no existir delimita-


ción marítima corresponde trazar la frontera conforme al Derecho
internacional, es decir, a través de una línea que asegure la equi-
dad de los resultados en la delimitación. Chile, por su parte, sostie-
ne que los límites marítimos habrían sido establecidos de manera
convencional en la Declaración de Zona Marítima o Declaración de
Santiago de 1952 y en el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza
Marítima de 1954. Para el Perú, estos tratados, aunque válidos y
vigentes, no establecen, en ninguna de sus disposiciones, límite ni

281
La Soberanía marítima deL Perú

cláusula delimitadora alguna en la frontera marítima entre los dos


países.

En el segundo caso, Chile desconoce la soberanía peruana en


un considerable espacio marítimo de 28,471.86 km2, aproximada-
mente, al que pretende otorgarle el estatus de alta mar, mediante
su tesis del mar presencial. Para el Perú ese espacio, conforme al
Derecho internacional y su legislación interna, constituye parte de
su dominio marítimo hasta las 200 millas, y está por ende sujeto
a su soberanía y jurisdicción. Este espacio marítimo se encuentra
fuera del alcance de la zona marítima chilena de 200 millas.

En el tercer caso, el Perú considera que el punto de inicio del


futuro trazo de la frontera marítima es el que corresponde al tér-
mino de la frontera terrestre, el punto denominado Concordia, si-
tuado en la orilla del mar, en la coordenada de latitud 18°21’08”
S338, conforme a lo dispuesto por el Tratado de 1929 y su Protocolo
complementario y las Actas de la Comisión Demarcadora de Límites
de 1930. Para el Gobierno de Chile, el punto inicial de la frontera
marítima no se encuentra en el términus de la frontera terrestre,
sino dentro del territorio, en el punto en que se localiza el Hito Nº 1,
en la latitud 18º21’00’’. Según el Gobierno de Chile, un informe y un
acta que registran trabajos técnicos habrían modificado el Tratado
de 1929 en esos términos.

El Perú y Chile poseen, como todos los estados costeros, de-


rechos de soberanía y jurisdicción hasta las 200 millas de territorio
marítimo. El título jurídico de estos derechos sobre el mar adyacen-
te a sus costas se deriva de la soberanía estatal sobre sus respec-
tivos territorios. Ambos países han cumplido con las disposiciones
del Derecho internacional, así como de sus legislaciones internas,

338 La utilización de la latitud 18°21’00” es mencionada por el gobierno de Chile cuando hace referencia
a la medición realizada en 1929-1930, con el datum local, por la Comisión Demarcadora del Límite
Terrestre, que la utilizó para ubicar la posición del Hito 1 de la frontera terrestre. A partir de 2000 el
gobierno de Chile utiliza la latitud 18°21’03” del datum WG 584. Ambas latitudes son equivalentes. El
autor utiliza una u otra según los documentos o fuentes de referencia.

282
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

las cuales mandan el establecimiento de sus respectivas líneas de


base a partir de las cuales cada estado proyecta su dominio marí-
timo.

En el 2000 Chile aprobó la Carta Marina N° 6 del Servicio de


Hidrografía y Oceanografía de la Marina, titulada Rada de Arica a
Caleta Matanza,339 la cual grafica, a partir de líneas de base nor-
males, 12 millas de extensión de mar territorial, 24 millas de límites
exteriores de la zona contigua, hasta 200 millas de zona económica
exclusiva y hasta 200 millas de plataforma continental.

Esta carta fue depositada en la Secretaría de las Naciones Uni-


das el 21 de septiembre del 2000.340 En ella, el Gobierno de Chile se-
ñala que el límite marítimo está constituido por el paralelo 18°21’00”
de latitud sur, lo cual crea un efecto de amputación en la proyección
del dominio marítimo peruano hasta las 200 millas en toda el área
de superposición de dicha proyección con la correspondiente a Chile.
Se trata de un espacio marítimo de 67,139.4 km2, aproximadamente.

Tanto la carta elaborada por el Gobierno de Chile como la co-


municación efectuada a las Naciones Unidas añaden un elemento de
complejidad adicional al problema, pues el punto inicial de la fron-
tera marítima entre los dos países es identificado en el Hito Nº 1 de
la frontera terrestre común. Esta indicación contraviene lo dispuesto
en el Tratado y Protocolo Complementario para Resolver la Cuestión
de Tacna y Arica, suscrito el 3 de junio de 1929, el cual establece de-
finitivamente la frontera terrestre entre los dos países. Este tratado,
perpetuo por su propia naturaleza, establece que el punto en que la
frontera llega al mar corresponde a “(…) un punto de la costa que se
denominará ‘Concordia’, distante 10 kilómetros al norte del puente

339 Servicio Hidrográfico y Océano Gráfico de la Armada de Chile, Carta de Navegación “Rada y Puerto
de Arica”, Santiago de Chile, 2000.

340 Cf. Nota del Gobierno de Chile a la Secretaría General de las Naciones Unidas, del 21 de septiembre
del 2000.

283
La Soberanía marítima deL Perú

del Río Lluta”.341 El Hito Nº 1 no es sino la marca referencial demar-


catoria de la frontera más próxima al punto Concordia, punto que
intercepta la orilla del mar.

El Tratado de 1929 es el que puso punto final a la Guerra de


1879 entre Perú y Chile, producto de la cual el Perú se vio forzado
a ceder a Chile las provincias de Tarapacá y Arica. De esta manera,
la actitud del Gobierno de Chile de desconocer lo dispuesto por el
Tratado de 1929 añade a la controversia marítima de límites un des-
acuerdo sobre el punto de inicio de la frontera marítima.

El Gobierno de Chile sostiene que el inicio de la frontera ma-


rítima sería un punto seco, es decir el Hito N° 1, lo cual dejaría una
porción de territorio peruano sin mar, o, con costa bañada por aguas
bajo jurisdicción chilena. El Gobierno de Chile alega que dicho punto
está ubicado en la coordenada 18°21’00” S, pues en 1968 y 1969 di-
cho punto se ubicó como referente para el establecimiento de unas
torres de enfilación cuya función era indicar el ámbito de una zona de
exención de sanciones a los pescadores artesanales. El Perú sostiene
que el punto de inicio de la frontera marítima no puede ser otro sino
aquel en que confluye la frontera terrestre con el mar; es decir, el
establecido en el Tratado de 1929 y que corresponde al punto Con-
cordia en la orilla del mar, situado en la coordenada 18°21’08”.

Al conocer la elaboración de las líneas de base de Chile, así como


la comunicación respectiva a la Secretaría de las Naciones Unidas, el
Gobierno peruano efectuó las protestas correspondientes y señaló
que desconocía el límite pretendido por Chile y precisó además que
no existen límites marítimos establecidos entre los dos países. Asi-
mismo, señaló que el punto en el que la frontera terrestre intercepta
al mar es el señalado en el Tratado de 1929, y no el Hito Nº 1 como in-
dicaba, de manera errónea, la Carta Rada de Arica a Caleta Matanza.

341 Tratado y protocolo complementario para resolver la cuestión de Tacna y Arica, 1929, artículo segun-
do.

284
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El 20 de octubre de 2000, el Perú dirigió una nota al gobierno


de Chile, en la que establecía su reserva y protesta. Señaló, en esa
oportunidad, que “(…) el Ministerio de Relaciones Exteriores ma-
nifiesta su desacuerdo con el trazado cartográfico de dicha línea y
con la indicación que se hace en la citada Carta de Navegación, por
no existir un tratado específico para la delimitación de la frontera
marítima entre los dos países…”.342 Asimismo, cuando la Secretaría
General de las Naciones Unidas dio a conocer públicamente la noti-
ficación de Chile, el Gobierno del Perú emitió una declaración, el 9
de enero de 2001, en la que reservó su posición e intereses en rela-
ción con la existencia de un supuesto límite marítimo entre ambos
países y señaló: “Hasta la fecha el Perú y Chile no han celebrado,
de conformidad con las reglas pertinentes del Derecho internacio-
nal, un tratado específico de delimitación marítima; por lo tanto, la
indicación del paralelo 18°21’00” como límite entre los dos países
carece de fundamento legal”.343

El Perú, por su parte, en ejecución de las normas del Derecho


internacional y del mandato de su propia Constitución, ha apro-
bado, al igual que Chile, la legislación que establece sus líneas de
base. Lo hizo a través de la Ley 28621, promulgada el 3 de noviem-
bre de 2005. Este instrumento legal establece, en su artículo 2: “Las
líneas de base están determinadas por las coordenadas geográficas
que constan en el anexo 1, que se inician en el Norte en las co-
ordenadas Lat. 03º23’33.96” S, Long. 80º19’16.31” O (WGS84 Lat.
03º23’31.10” S, Long. 80º18’49.29”O), y finalizan en el Sur, en las
coordenadas WGS84 Lat. 18º21’08”S, Long. 70º22’39”O, incluidas
en las seis cartas del anexo 2 de la presente ley”.344

La coordenada de latitud 18º21’08” S corresponde al punto


de convergencia de la frontera terrestre con el mar, es decir, a la

342 Nota del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú a la Embajada de Chile, 20 de octubre de 2000.

343 Gobierno del Perú, comunicado oficial, 19 enero de 2001.

344 Diario Oficial El Peruano, Ley de Líneas de Base del Dominio Marítimo del Perú, Nª 28621, 2005.

285
La Soberanía marítima deL Perú

ubicación del punto Concordia en la orilla del mar, de conformidad


con lo establecido por el tratado de límites de 1929.

El artículo 4 de la Ley de Líneas de Base del Perú indica que:


“(…) de conformidad con la Constitución Política del Estado, el lí-
mite exterior del dominio marítimo del Perú es trazado de modo
que cada punto del citado límite exterior se encuentre a doscientas
millas marinas del punto más próximo de las líneas de base, en apli-
cación de los criterios de delimitación establecidos por el derecho
internacional”.345

De esta manera, el Perú trazó el límite exterior de su área de


200 millas, de tal forma que esta distancia fuera constante en la
proyección de su mar adyacente en toda la costa peruana. Dada la
conformación de las costas, las proyecciones hacia las 200 millas de
los dos países se superponen una a la otra en la frontera lateral, lo
que origina la necesidad de delimitar dicha área de superposición
conforme a los principios y las normas del Derecho internacional de
la delimitación marítima.

El Gobierno de Chile ha abierto otro diferendo de naturaleza


jurídica, strictu sensu, distinto del de la delimitación marítima, a tra-
vés de su legislación interna y determinados actos internacionales,
con los cuales desconoce los derechos de soberanía y jurisdicción
del Perú en un espacio marítimo peruano ajeno al área de la dispu-
ta por la delimitación marítima. En efecto, la proyección máxima
que hace Chile de su espacio marítimo hasta las 200 millas no solo
se solapa con la proyección peruana, sino que también establece
una solución de continuidad entre los espacios de soberanía y juris-
dicción del Perú que no son parte de la disputa. Se trata de un espa-
cio marítimo sujeto a las competencias jurisdiccionales del Perú por
el título que le otorga el principio de adyacencia, y regulado por la
Ley de Líneas de Base del Perú y que abarca 28,471.86 km2, es decir,

345 Ibíd.

286
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

aproximadamente 10, 000 km2 menos que la disputa limítrofe. Este


espacio es reivindicado por Chile como alta mar y en esa condición
sujeto a su tesis del “mar presencial”. Al considerar este espacio
alta mar y al reivindicar sobre él derechos preferenciales en materia
económica, de seguridad y de preservación medioambiental, niega
la soberanía y jurisdicción del Perú sobre esa extensa porción de su
dominio marítimo.

La controversia jurídica marítima entre el Perú y Chile versa así


sobre tres puntos:

a. La delimitación de la frontera marítima.


b. El desacuerdo sobre el punto de inicio de la frontera marí-
tima en cualquier hipótesis de delimitación.
c. La pretensión chilena de desconocer la soberanía peruana
en una zona de 28,471 km2, con lo que se irroga derechos
jurisdiccionales.

Cada uno de estos componentes de la controversia marítima


posee una naturaleza jurídica, pues son materia del Derecho inter-
nacional de la delimitación marítima y atañen a la aplicación de ins-
tituciones y normas jurídicas. Respecto a estos diferendos, el Perú
y Chile sostienen posiciones distintas y opuestas de manera persis-
tente, hecho que configura, desde el punto de vista del Derecho
internacional, una controversia jurídica.

En el ámbito de la frontera marítima, el diferendo comprende


los límites en todas las áreas que el Derecho internacional reconoce
bajo la soberanía del estado: el mar territorial, la zona contigua, la
plataforma continental y la zona económica exclusiva.

En el ámbito del derecho del mar, el Perú y Chile han mante-


nido sus relaciones en un alto nivel de coordinación, identificación
de posiciones y acción conjunta desde 1947, año en el que aproba-
ron sus respectivas declaraciones unilaterales de reivindicación de

287
La Soberanía marítima deL Perú

soberanía y jurisdicción hasta las 200 millas. En 1954 suscribieron


un acuerdo de cooperación fronteriza marítima que estableció una
zona de permisión pesquera en una pequeña área de la zona ma-
rítima fronteriza. Dicho convenio empezó a aplicarse en 1967. En
todo ese periodo ninguno de los dos países asumió iniciativas unila-
terales para definir sus límites marítimos. Se mantuvo una frontera
no delimitada y se aplicó el citado convenio para eximir de multas
a los pequeños pescadores artesanales que ingresaran accidental-
mente a la zona marítima de uno u otro país. En la aplicación de
este convenio se utilizó el criterio de la frontera zona. Esta situación
cambiaría a partir del 2000, en el cual el gobierno de Chile afirma-
ría, por primera vez en actos internacionales, su pretensión de con-
siderar la frontera delimitada por el paralelo geográfico 18º21’00’’.
El Perú contestaría a esta pretensión alegando la inexistencia de lí-
mite marítimo alguno. Al sustanciarse por primera vez el diferendo
que oponía intereses y posiciones jurídicas entre ambos países, el
2000 aparece como la fecha crítica a tener en cuenta en el desarro-
llo de la controversia.

2. EL DIFERENDO SOBRE DELIMITACIÓN MARÍTIMA: LA SUPER-


PoSIcIón dE lAS ÁrEAS dE 200 MIllAS dEl PErÚ Y cHIlE

A partir de las disposiciones contenidas en la Declaración de


Santiago de 1952, tanto el Gobierno del Perú como el de Chile tra-
zaron la proyección de su dominio marítimo hasta una distancia
constante de 200 millas a partir de sus líneas de base. Reiterando
la controversia jurídica existente, el Gobierno de Chile efectuó en-
tonces una declaración en la cual señalaba su reserva a la Ley de
Líneas de Base del Perú y reiteraba, asimismo, su posición acerca de
la existencia de acuerdos vinculantes que fijaban el límite marítimo
entre ambos países.

En principio, las proyecciones hasta las 200 millas que han


efectuado los dos estados son conformes al Derecho internacional,
pues a partir de títulos jurídicos equivalentes (el principio tierra do-

288
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

mina mar o principio de adyacencia) las dos partes, con legitimidad,


han establecido sus áreas marítimas hasta las 200 millas. El pro-
blema es que no existe espacio oceánico suficiente para que esas
proyecciones no se solapen. Consecuentemente, se da la hipótesis
material que presupone toda delimitación: la superposición de la
proyección de los espacios marítimos adyacentes a las costas de
dos estados en su frontera continental lateral.

Del texto de los instrumentos legales internos de ambos paí-


ses sobre sus respectivas líneas de base, así como de las respecti-
vas comunicaciones a la Secretaría General de las Naciones Unidas,
emerge, tanto material como jurídicamente, la controversia que
opone a ambos países en el ámbito de la delimitación marítima. El
solapamiento de las proyecciones de uno y otro país impide a cada
cual extender su dominio marítimo hasta las 200 millas en la zona
de superposición. Y cada proyección, como se ha visto, se realiza a
título legítimo.

Los siguientes mapas ilustran el problema. El mapa 1 grafica


la zona marítima peruana conforme al título que posee como deri-
vación del principio de adyacencia. Nótese que en toda la zona le
corresponden 200 millas constantes a partir de las líneas de base
costeras. El mapa 2 muestra la zona marítima de Chile de 200 mi-
llas constantes, área azul, que le corresponde, asimismo, en fun-
ción de la adyacencia marítima. Ambas proyecciones son a título
legítimo. En el mapa 3 se presenta el área en que se superponen
las zonas marítimas del Perú y Chile, las cuales configuran una zona
de 67,139.4 km2 de extensión. Esta es el área en disputa en la con-
troversia marítima entre ambos países. En el mapa 4 se muestra la
pretensión máxima chilena, que consiste en someter a su soberanía
y jurisdicción la totalidad de los 67,139.4 km2 en disputa. Esta pre-
tensión conlleva una mutilación completa del dominio marítimo del
Perú en el área de superposición. El mapa 5 grafica la división de la
zona de superposición aplicando, conforme al derecho internacio-
nal, una línea equidistante que produzca equidad en los resultados.

289
La Soberanía marítima deL Perú

Se puede apreciar, en este último caso, que mientras la pre-


tensión chilena consiste en someter a su soberanía y jurisdicción
la totalidad del área de solapamiento, mutilando totalmente la pro-
yección de su contraparte, la solución que brinda el Derecho inter-
nacional divide con equidad de resultados la zona en controversia.
Esta solución es concordante con uno de los principios equitativos,
consagrados por la jurisprudencia de la Corte Internacional de Jus-
ticia, que manda que la proyección marítima de una parte no debe
tener un efecto de amputación en la proyección marítima de la otra.
Gráfico 6. Proyección de la zona marítima de 200 millas del Perú.

Punto de inicio
de la frontera
marítima
18º 21´08” S
70º 22´ 39” W

290
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Gráfico 7. Proyección de la zona marítima de 200 millas de Chile.

Punto de inicio
de la frontera
marítima
18º 21´00” S

Gráfico 8. Espacio de superposición que se produce por el solapamiento de la proyección de las


áreas de 200 millas del Perú y Chile.

291
La Soberanía marítima deL Perú

Gráfico 9. trazo del límite marítimo por una línea equidistante conforme a la demanda
presentada por el perú.

Punto de inicio
de la frontera
marítima
18º 21´08” S
70º 22´39” W

Gráfico 10. Trazo del límite marítimo por el paralelo 18º 21’ 03’’ conforme a la pretensión
de Chile, nótese el efecto extremo de inequidad que se produce al incorporar a la soberanía
chilena la totalidad del área de superposición.

Punto de inicio
de la frontera
marítima
18º 21´03”

292
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Si la constatación de la superposición existente fuera el único


dato de la realidad, la solución sería sencilla, pues no habría duda
para proceder a una delimitación con equidad de resultados a tra-
vés de un acuerdo entre las partes. Sin embargo, el problema es
más complejo, pues el Gobierno de Chile considera que la super-
posición ya habría sido resuelta por la línea del paralelo geográfico
que pasa por el Hito Nº 1 de la frontera terrestre. Según el Gobierno
de Chile esta línea de delimitación se habría establecido en tratados
internacionales, válidos y vigentes, específicamente en la Declara-
ción sobre Zona Marítima o Declaración de Santiago de 1952 y el
Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954.

El estado peruano, que reconoce la validez y vigencia de estos


tratados, sostiene que en ellos no se estableció ni trazó límite ma-
rítimo alguno, en ninguna de las cuatro zonas que el Derecho inter-
nacional reconoce como espacios marítimos sujetos a derechos de
soberanía y jurisdicción de los estados y que se corresponden con
su dominio marítimo: el mar territorial, la zona contigua, la plata-
forma continental y la zona económica exclusiva. Esos espacios, por
otro lado, no existían jurídicamente cuando se firmaron los citados
instrumentos, pues en esa época el Derecho internacional sólo re-
conocía el mar territorial hasta las tres millas, que abarcaba desde
la plataforma continental hasta el límite de su configuración mor-
fológica.

Los espacios marítimos a los cuales se referían tanto la Decla-


ración de Santiago como el Convenio de 1954 no son los mismos es-
pacios marítimos que en la época (1952-1954) se reconocían como
sujetos a la soberanía del estado, menos aun a los espacios marí-
timos que el actual Derecho internacional reconoce bajo derechos
de soberanía y jurisdicción de los estados.

El análisis de estos instrumentos debe abarcar, de esta ma-


nera, no solo sus disposiciones y las obligaciones que de ellas se
derivan, sino también el ámbito espacial de su aplicación.

293
La Soberanía marítima deL Perú

2.1. La Declaración sobre Zona Marítima de 1952 o Declaración


de Santiago

En 1952 el Gobierno de Chile, en consulta con los gobiernos


del Perú y de Ecuador, en el contexto de las acciones diplomáticas
que las cancillerías realizaban para proteger sus recursos marinos
hasta las 200 millas, asumió la iniciativa de convocar en Santiago,
entre el 11 y el 16 de agosto de 1952, una Conferencia sobre la Ex-
plotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur.

El origen y la finalidad de la convocatoria fue expresada con


mucha precisión en la sesión inaugural de la Conferencia por el Mi-
nistro de Relaciones Exteriores de Chile, Fernando García Oldini:

“Por iniciativa de S.E. el Presidente de la República, el Gobier-


no de Chile ha convocado a esta reunión de los países americanos
del Sur del Pacífico, a fin de considerar los problemas relacionados
con la producción natural de sus mares y, en especial, con la pro-
tección, caza e industrialización de la ballena, fundamentalmente
ligados a la situación alimenticia, no solo de nuestros pueblos, sino
de una gran parte de la humanidad”.346

El objeto de la conferencia fue, pues, muy especifico, así como


de naturaleza económica: proteger los recursos marinos y, particu-
larmente, dar respuesta a la caza indiscriminada de la ballena por
embarcaciones extranjeras en el mar adyacente a las costas del Pa-
cífico Sur. García añadió a la motivación de la convocatoria la visión
programática del Gobierno de Chile:

“(…) la existencia y proyección de esta riqueza crea a nuestros


Gobiernos el imperativo de velar por su mantenimiento y salva-
guardia, adoptando las medidas necesarias para que en la región
oceánica sobre la cual se extiende su soberanía, pueda ser contro-
lada la interferencia de intereses comerciales extraños que, sin la

346 Cf. Actas de la Conferencia sobre la Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico
Sur, Santiago de Chile, 16 de agosto de 1952.

294
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

acción previsora de nuestras naciones, podrían provocar una ex-


tinción paulatina y constante de esta reserva, vital para el futuro de
nuestros países”.347

Frente a los problemas de la caza indiscriminada de la ballena


y de las incursiones de flotas pesqueras extranjeras, la Conferencia
debía –según señaló el Canciller de Chile– adoptar decisiones para
que los tres países “en la región oceánica sobre la cual se extiende
su soberanía” pudieran controlar efectivamente la pesca y la caza de
naves extranjeras y así preservar sus reservas naturales.

Alberto Ulloa, delegado peruano en la conferencia de Santia-


go, ratifica esta motivación evidentemente económica: “En el año
1952, que fue el año de la Declaración de Santiago, formulada por el
Perú, Chile y Ecuador para proteger la riqueza pesquera inmediata a
sus costas contra la destrucción y el acaparamiento por industriales
extranjeros que amenazaban concluir con ella por razones de lucro,
había sobre los mares 19 flotas dedicadas a la caza de la ballena y que
tenían los barcos factorías, tanques y refrigeradoras a que antes me
referí. Las naves ostentaban banderas de Noruega, Inglaterra, Unión
Sudafricana, Holanda, Panamá, Japón, Rusia, Argentina e Italia”.348

No existe, en los discursos de la inauguración de la Conferencia


ni en la agenda ni en documento alguno de ella, una referencia a una
supuesta voluntad de los estados de establecer límites marítimos o
negociar la delimitación de sus fronteras marítimas. La finalidad de
la Conferencia está, además, formalizada en el artículo 1 del regla-
mento, que tampoco incluye ninguna disposición en materia de lími-
tes marítimos, y que literalmente señala:

“Art. 1.- Objeto del Congreso: De acuerdo con la invitación for-


mulada por el Gobierno de Chile a los gobiernos de Ecuador y Perú,

347 Ibíd.

348 Alberto Ulloa, “El régimen jurídico del mar”, en: Revista Peruana de Derecho Internacional, 1957, Nº
51, p. 56.

295
La Soberanía marítima deL Perú

se acordó celebrar en Santiago de Chile una Conferencia a contar


del 11 al 16 de agosto, con el fin de estudiar y resolver los proble-
mas que dicen relación con la explotación y conservación de las
riquezas marítimas del Pacífico Sur”.349

De manera congruente con el objeto de la conferencia, los do-


cumentos que se aprobaron guardan rigurosa concordancia con la
finalidad de su convocatoria. Además de la Declaración sobre Zona
Marítima o Declaración de Santiago –que en la versión inicial de
Chile se refería a la soberanía permanente solo sobre el zócalo con-
tinental, suelos y subsuelos submarinos–, la conferencia aprobó la
resolución sobre la creación de una Comisión Permanente de la
Conferencia de Explotación y Conservación de las Riquezas Maríti-
mas del Pacífico Sur, así como los proyectos sobre los Problemas de
la Pesquería en el Pacífico Sur y la Reglamentación de las Faenas de
Caza Marítima en las Aguas del Pacífico Sur (caza de ballenas).

Si hubiese estado en la intención y voluntad de las partes tra-


tar el tema de la delimitación marítima, este habría sido incluido
en la agenda con una referencia específica. Resulta impensable que
dada la magnitud de un tema de esta naturaleza no hubiese sido
incluido en la agenda si los estados participantes hubiesen tenido
esa voluntad. De igual manera, si esa hubiera sido la intención y
se hubiese pactado límites marítimos, es evidente que se habría
recogido en un instrumento jurídico específico, ya fuera un conve-
nio, acuerdo o tratado, diferenciado del resto de acuerdos, en el
cual se hubiera tenido que registrar los límites acordados, la zona
a delimitar, la solución al caso de las circunstancias especiales –si
estas se hubiesen determinado–, el punto de inicio de las fronteras
marítimas, las cláusulas delimitadoras, el trazo de la frontera y, lo
más elemental, las cartas o mapas en los que se registraran y grafi-
caran los límites.

349 Cf. Reglamento de la Conferencia sobre la Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del
Pacífico Sur, Santiago de Chile, 11 de agosto de 1952.

296
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Más aun, es impensable que los ministerios de Relaciones Ex-


teriores, órganos responsables de la gestión externa de los estados
y con un amplísimo y vasto conocimiento del Derecho internacional
de los límites (por los numerosos problemas, arbitrajes y procesos
de delimitación terrestre que los tres países afrontaron entre sí a
lo largo de su historia y que afrontaban también en esa época), pu-
diesen ignorar que los límites marítimos debían formalizarse en un
tratado sujeto a la aprobación parlamentaria y la respectiva ratifi-
cación.350

Las circunstancias en las que se aprobó la Declaración, su con-


texto, las declaraciones de los delegados, las actas, así como los
demás instrumentos aprobados y vinculados a ella, testimonian
que su objeto y finalidad fue afirmar la soberanía de Chile, Perú
y Ecuador para proteger sus recursos naturales marinos hasta una
distancia de 200 millas.

En ese contexto y con ese alcance, la Declaración de Zona Ma-


rítima, aprobada el 14 de agosto de 1952, innovó el Derecho inter-
nacional del mar profundamente al plantear un área de soberanía
y jurisdicción sobre las aguas, suelo y subsuelo hasta una distancia
mínima de 200 millas. Por primera vez en la historia se producía un
reclamo unilateral de esa naturaleza y alcance.

Muchos estados protestaron por los términos de la Declara-


ción y su carácter innovador, porque ciertamente no reflejaba las
reglas del Derecho internacional de la época. Era una reivindicación
unilateral que inició un proceso de reforma sustantiva y radical de
las instituciones propias del derecho del mar. Alberto Ulloa ha sin-
tetizado los elementos sustantivos de la declaración, su naturaleza
y alcance, de la siguiente manera:

350 La Declaración de Santiago no se negoció ni aprobó como un tratado internacional, sino como un
instrumento diplomático, al que, con posterioridad, las partes le otorgaron la calidad de tratado in-
ternacional al someterla a la aprobación parlamentaria y al depósito de los respectivos instrumentos
de ratificación.

297
La Soberanía marítima deL Perú

a) Está de acuerdo con la doctrina que hace del hombre el


sujeto principal del derecho internacional.
b) Considera que el bienestar humano debe ser contemplado
preferentemente en relación con las poblaciones inme-
diatas a las zonas pesqueras.
c) Acepta la conservación y protección de los recursos natu-
rales y la reglamentación de su aprovechamiento en bene-
ficio de los países costaneros.
d) Se opone a la explotación indiscriminada que ponga en pe-
ligro la conservación de las especies y disminuya las fuen-
tes de acrecentamiento del bienestar humano.
e) Considera que los factores geológicos y biológicos que
condicionan la existencia, conservación y desarrollo de la
fauna y flora marítimas determinan la insuficiencia de la
antigua extensión del Mar Territorial y de la Zona Contigua
inmediata a este.
f) Proclama la soberanía y la jurisdicción exclusiva, hasta una
distancia de 200 millas, sobre el mar que baña las costas
de los respectivos países, que comprende el suelo y sub-
suelo para los efectos de defensa y protección de la rique-
za ictiológica.
g) Reconoce expresamente el paso inocente e inofensivo
para las naves de todas las naciones, a través de la zona
señalada.
h) Expresa el propósito y la esperanza de suscribir acuerdos
de aplicación de los principios de la Declaración; sin que se
excluya la posibilidad de la concurrencia a las pesquerías
de nacionales de otros estados.351

351 Alberto Ulloa, ob. cit., p. 76.

298
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

La opinión de Ulloa, además de poseer un valor analítico, tiene


una connotación testimonial, ya que él fue uno de los redactores de
la Declaración de Santiago, en representación del Perú.

La Declaración está compuesta por tres párrafos preambulares


y seis resolutivos o dispositivos. Los preambulares hacen referencia
a la motivación o razones por las cuales los tres estados decidieron
establecer la zona marítima hasta las 200 millas. Y esas razones son
de carácter económico y social, vinculadas con el derecho a dispo-
ner de sus propios recursos y riquezas, así como asegurar que los
pueblos puedan acceder a su disfrute, especialmente en el campo
de la alimentación.352

En el primer párrafo preambular se afirma la obligación de


“asegurar a sus pueblos las necesarias condiciones de subsisten-
cia y de procurarles los medios para su desarrollo económico”.353
El segundo hace referencia a la necesidad de cuidar la protección y
preservación de los recursos naturales y la facultad de reglamentar
las actividades para su aprovechamiento. El tercero, como corolario
natural, afirma la necesidad de “impedir que una explotación de
dichos bienes, fuera del alcance de su jurisdicción, ponga en peligro
la existencia, integridad y conservación de esas riquezas (…)”.354

Los tres párrafos preambulares guardan estricta coherencia


con la motivación esencial de la Declaración de ampliar la zona
de soberanía y jurisdicción del mar adyacente con la finalidad de
preservar y aprovechar, en beneficio de los pueblos, los recursos
y riquezas existentes en un mar particularmente rico en especies
marinas por la presencia de la corriente de Humboldt.

La parte resolutiva de la Declaración está integrada por seis


artículos. Con excepción del artículo IV, todos tienen la misma es-

352 Cf. Declaración sobre zona marítima del 14 de agosto de 1952, en: Ignacio Llanos Mardones, El Dere-
cho de la Delimitación Marítima en el Pacífico Sudeste, Santiago de Chile, 1999.

353 Ibíd.

299
La Soberanía marítima deL Perú

354 Ibíd.

351 Alberto Ulloa, ob. cit., p. 76.

298
La Soberanía marítima deL Perú

tructura del preámbulo, es decir, una naturaleza declarativa y pro-


gramática, que no genera derechos u obligaciones. El artículo IV es-
tablece una cláusula delimitadora entre el Perú y el Ecuador como
situación excepcional, dada la existencia de islas ecuatorianas a
menos de 200 millas de la zona marítima del Perú.

El artículo I señala que la antigua extensión del mar territorial


y la zona contigua ya no son pertinentes para la protección y apro-
vechamiento de las riquezas marinas.

El artículo II es la cláusula fundamental de la Declaración, pues


allí se precisa su objeto y fin:

“Como consecuencia de estos hechos, los gobiernos de Chile,


Ecuador y Perú proclaman como norma de su política internacional
marítima, la soberanía y jurisdicción exclusivas que a cada uno de
ellos corresponde sobre el mar que baña las costas de sus respecti-
vos países, hasta una distancia mínima de 200 millas marinas desde
las referidas costas”.355

Esta es la cláusula central de la Declaración de Santiago. A tra-


vés de ella, de manera desafiante para el Derecho internacional de
la época, los tres países establecen la soberanía y jurisdicción ex-
clusivas de sus respectivos estados sobre el mar adyacente a sus
costas hasta 200 millas.

La Declaración no da luces sobre la naturaleza jurídica de esta


zona. La utilización del término “exclusiva” para calificar la calidad
de la soberanía propició que la mayoría de la comunidad interna-
cional interpretara en la época que se trataba de una proyección
del mar territorial. Sin embargo, la Declaración no habla de mar
territorial sino de “zona marítima”. Y ello revela una actitud inten-
cional de evitar la expresión “mar territorial”.

355 Ibíd.

300
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

La evolución posterior de las acciones de los países signatarios


y la aplicación de la Declaración, aun en el contexto de las negocia-
ciones sobre la Convención del Derecho del Mar, no han resuelto el
problema. Chile, que al inicio sostuvo la tesis de que la declaración
de Santiago extendió el mar territorial hasta las 200 millas, cambió
posteriormente su posición para pasar a sostener la tesis opues-
ta, es decir, que no se trata de un mar territorial, sino de un mar
patrimonial. Ecuador mantuvo siempre la interpretación de que la
Declaración se refiere a un mar territorial extendido, mientras que
el Perú, constitucionalmente, ha introducido la zona en su ordena-
miento jurídico interno como “dominio marítimo del Estado”.

Cualquiera que sea la naturaleza de la zona marítima de 200


millas proclamada por la Declaración, lo cierto, jurídicamente, es
que esta reivindica un límite exterior mínimo de 200 millas para
cada uno de los países signatarios a partir de sus costas, dentro de
la cual se reservan soberanía y jurisdicción. La Declaración no esta-
blece criterios técnicos para identificar el punto de partida de esa
proyección. El trazo del punto de inicio del límite exterior de la zona
marítima se ha efectuado posteriormente en función de la evolu-
ción del Derecho del Mar y la legislación interna de los estados que
han establecido sus respectivas líneas de base, a partir de las cuales
proyectan su soberanía y jurisdicción hasta las 200 millas.

El artículo II establece un espacio marítimo de 200 millas, ad-


yacente a las costas de cada estado. Esta zona marítima es para
todos los estados signatarios. No está en la racionalidad ni en el
texto de la Declaración, y menos en la voluntad de las partes, que
solo uno o dos de los tres estados tengan esa proyección hasta las
200 millas y el otro no la posea. El texto no establece ni supone que
las 200 millas sean solo para Chile y el Ecuador y no para el Perú.
Por ello, el artículo II debe interpretarse como una proclama para
que cada estado posea un área marítima de 200 millas constantes,
lo que en el caso del Perú y Chile, por la configuración de sus costas,
supone necesariamente la superposición de sus respectivas áreas

301
La Soberanía marítima deL Perú

en la zona de la frontera marítima. A la época, sin embargo, el de-


recho internacional no reconocía derechos de soberanía y jurisdic-
ción a los Estados en la plataforma continental, ni en la zona econó-
mica exclusiva. Tampoco estaba reconocida la distancia de 12 millas
para el mar territorial. Por ello, la tesis de las 200 millas era eso, una
reivindicación política y una pretensión jurídica, mas no una institu-
ción jurídica reconocida por el derecho internacional. En esa hipó-
tesis era obvio que en caso de superposición, como era la situación
entre el Perú y Chile, una vez obtenido el reconocimiento jurídico
de la tesis ambos estados tendrían que proceder a delimitar sus
respectivas zonas para resolver el problema del solapamiento con
un criterio de equidad que permita realizar para ambos países el
objeto de la declaración, es decir poseer doscientas millas constan-
tes o el máximo posible para ambos en la zona de superposición.

El artículo V reconoce el paso inocente o inofensivo de las


embarcaciones extranjeras en la zona. Y el artículo VI recoge la in-
tención de las partes para suscribir otros acuerdos o convenciones
para aplicar los principios acordados.

2.2. La Declaración de Santiago no establece una norma


delimitadora en la frontera marítima entre el Perú y Chile

La zona marítima establecida por la Declaración de Santiago


excluye ipso jure toda hipótesis de delimitación lateral por el pa-
ralelo geográfico, pues su aplicación amputaría al Perú una consi-
derable extensión de su mar, impidiendo que se pueda realizar el
objeto y fin de poseer 200 millas, establecido por la Declaración.
Esta hipótesis negada tornaría irrealizable el objeto mismo de la
Declaración, contraviniendo el principio general del Derecho inter-
nacional que establece que los tratados deben realizar su objeto y
fin.

Al no hacer referencia a ningún criterio o norma para delimi-


tar el mar continental en las zonas fronterizas donde se produce el
solapamiento de las proyecciones marítimas de las partes, la De-

302
La Soberanía marítima deL Perú

claración dejó esta materia al ámbito de la aplicación del Derecho


internacional vigente, el cual, como se ha visto, se orientaba hacia
el criterio de la línea de la equidistancia.

Sin embargo, la existencia de circunstancias especiales en el


área de la frontera marítima del Perú con el Ecuador –la presen-
cia de las islas ecuatorianas de Puná, Santa Clara de la Plata, en-
tre otras– planteaba la necesidad manifiesta de evitar que la pro-
yección hacia las 200 millas del Perú dejara dentro de la soberanía
peruana a las islas ecuatorianas o limitara la proyección marítima
de estas. Para solucionar este problema, el artículo IV de la Decla-
ración establece como excepción una cláusula delimitadora por la
línea del paralelo, única y exclusivamente para el caso en que exis-
tieran islas pertenecientes a un estado en una distancia menor que
la proyección marítima de otro. Literalmente este artículo señala:

“En el caso de territorio insular, la zona de 200 millas marinas


se aplicará a todo el contorno de la isla o grupo de islas. Si una isla
o grupo de islas pertenecientes a uno de los países estuviere a me-
nos de 200 millas de la zona marítima general que corresponde a
otro de ellos, la zona marítima de esta isla o grupo de islas quedará
limitada por el paralelo del punto en que llega al mar la frontera
terrestre de los estados respectivos”.356

Esta cláusula es clara y nítida, tanto en su estructura gramati-


cal como en su estructura lógica. No posee ambigüedades ni en su
significado ni en sus denotaciones. No da, pues, lugar a una doble
interpretación. Esta, por ende, deriva directamente del texto y no
requiere recurrir a los medios complementarios de interpretación.

La expresión “en el caso de territorio insular” denota una ex-


cepción originada en la existencia de una situación específica e in-
dividualizada, constituida por la singularidad de la existencia de
islas. Esta excepción en el caso de territorio insular –circunstancia

356 Ibíd.

303
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

pertinente–, constituye una singularidad en relación con la norma


general que se refiere a la delimitación del mar continental. En ma-
teria territorial, la expresión “territorio insular” se utiliza en con-
traposición a “territorio continental”. Ambas expresiones son parte
del vocabulario técnico del derecho internacional del Mar y se con-
sideran opuestas, pues tienen una relación de exclusión. Es decir, lo
que es territorio insular no puede ser territorio continental.

El artículo IV se refiere así, única y exclusivamente, al caso sin-


gular de la existencia de islas, con la finalidad de establecer dos
disposiciones que tienen la particularidad de generar derechos y
obligaciones y que, en ese sentido, se diferencian de la estructu-
ra declarativa del resto de la Declaración. Esas dos disposiciones,
aplicables únicamente como excepción a la existencia de islas, son:

a. La zona de 200 millas se aplicará a todo el contorno de las


islas.
b. Si las islas pertenecientes a una parte estuvieran a una
distancia menor de la zona de 200 millas de otra parte,
la zona marítima de estas islas quedará delimitada por el
paralelo del punto en que llega al mar la frontera terrestre.

La norma es clara y de fácil comprensión. La cláusula del pa-


ralelo se establece, excepcionalmente, como norma delimitadora
del territorio insular (“la zona marítima de esta isla o grupo de is-
las quedará limitada”), para evitar que las islas pertenecientes a un
país pasen a la soberanía del otro por encontrarse dentro del área
de 200 millas de este último (“Si una isla o grupo de islas pertene-
cientes a uno de los países estuviere a menos de 200 millas de la
zona marítima general que corresponde a otro de ellos”).

La norma se introdujo, como se prueba en las actas respecti-


vas, por iniciativa del delegado ecuatoriano Jorge Fernández para
preservar la soberanía ecuatoriana sobre las islas de Puná, Santa
Clara y La Plata. En la primera sesión de la Comisión Jurídica de la

357
La Soberanía marítima deL Perú

Conferencia sobre explotación y conservación de las riquezas ma-


rítimas del Pacífico Sur, realizada el 11 de agosto de 1952, el dele-
gado ecuatoriano hizo una intervención para aclarar el artículo 3
del proyecto original presentado por la delegación de Chile, que se
refería a la aplicación de la Declaración en territorio insular.

La propuesta del delegado del Ecuador fue que, en ese caso,


es decir, cuando existiesen islas, la cláusula delimitadora debía ser
por el paralelo geográfico. El acta respectiva registra una síntesis
de esta intervención de la siguiente manera: “El señor Fernández
observó a continuación que convendría dar más claridad al artículo
3º, a fin de evitar cualquier error de interpretación de la zona de in-
terferencia en el caso de islas y sugirió que la declaración se redac-
tara sobre la base de que la línea limítrofe de la zona jurisdiccional
de cada país fuera el paralelo respectivo desde el punto en que la
frontera de los países toca o llega al mar”.357

El artículo 3 original, presentado por Chile, señalaba:

“La zona indicada comprende todas las aguas que quedan


dentro del perímetro formado por las costas de cada país y una pa-
ralela matemática proyectada en el mar a 200 millas marinas de dis-
tancia de territorio continental, siguiendo la orla de las costas. En
casos de territorio insular, la zona de 200 millas marinas se aplicará
en todo el contorno de la isla o grupo de islas. Si una isla o grupo
de islas pertenecientes a uno de los países declarantes estuviera
a menos de 200 millas marinas de la zona marítima general que
corresponda a otro de ellos, según lo establecido en el primer inci-
so de este artículo, la zona marítima de dicha isla o grupo de islas
quedará limitada, en la parte que corresponde, a la distancia que la
separa de la zona marítima del otro estado o país”.358

357 Cf. Conferencia sobre explotación y conservación de las riquezas marítimas del Pacífico Sur, 1952,
Comisión de Asuntos Jurídicos, Proyecto sobre Zócalo Continental y las Aguas que lo cubren, acta de
la primera sesión, verificada el 11 de agosto de 1952.

358 Ibíd.

305
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El texto sugerido por el delegado del Ecuador preservaba me-


jor sus intereses y facilitaba una fórmula inequívoca para definir el
área marítima de las islas ubicadas a menos de 200 millas de la zona
marítima general de otro estado.

Pero el proyecto original del artículo IV de la Declaración, artí-


culo 3 en el texto inicial, es significativo, adicionalmente, pues con-
tiene una referencia a un método para trazar la extensión de la zona
especial de 200 millas. La parte pertinente señala:

“La zona indicada comprende todas las aguas que quedan den-
tro del perímetro formado por las costas de cada país y una paralela
matemática proyectada en el mar a 200 millas marinas de distancia
de territorio continental, siguiendo la orla de las costas…”.359

La idea subyacente en esta redacción era que la zona maríti-


ma, objeto de la Declaración, comprendía el espacio marítimo que
va desde las costas de cada país hasta una paralela matemática en
el mar, y que existía entre una y otra 200 millas constantes, en la
dirección de la orla de las costas. Esta proyección de la zona ma-
rítima excluye toda posibilidad de un límite lateral por el paralelo
geográfico.

Esta parte del artículo 3 original muestra la racionalidad que


explica por qué se introdujo como excepción la cláusula delimita-
dora para el caso peruano-ecuatoriano, dada la existencia de islas
en su zona marítima fronteriza. Si la proyección general de la zona
debía seguir la orla de las costas, era evidente que había que darle
un tratamiento singular a la zona donde existan islas de una parte
a menos de 200 millas de la proyección marítima de la otra parte.
Y así se hizo.

En los debates de la primera sesión de la Comisión Jurídica de


la Conferencia, presidida por el delegado peruano Alberto Ulloa,

359 Ibíd.

359
La Soberanía marítima deL Perú

se acogió sin mayor discusión la propuesta del Ecuador para modi-


ficar el texto. La modificación sugerida fue aceptada y se encargó
a los delegados del Perú y de Chile, Alberto Ulloa y Luis David Cruz
Ocampo, respectivamente, la redacción definitiva del artículo 3.

En la segunda reunión de la Comisión Jurídica, el delegado del


Perú presentó la nueva redacción del artículo 3 del proyecto, que
pasaba a ser artículo IV en la versión final de la Declaración. El texto
que recogía la iniciativa ecuatoriana fue redactado por Ulloa con la
colaboración de su colega de Chile, Cruz Ocampo. El nuevo artículo
fue el siguiente:

“IV) En el caso de territorio insular, la zona de 200 millas mari-


nas se aplicará en todo el contorno de la isla o grupo de islas. Si una
isla o grupo de islas pertenecientes a uno de los países declarantes
estuviere a menos de 200 millas marinas de la zona marítima ge-
neral que corresponde a otro de ellos, la zona marítima de esta isla
o grupo de islas quedará limitada por el paralelo del punto en que
llega al mar la frontera terrestre de los estados respectivos”.360

En la redacción final se eliminó la mención a la proyección de


las 200 millas siguiendo la orla de las costas, probablemente por-
que se consideraba redundante. Pero este criterio quedó implícito
porque de otra manera no se podría asegurar que los tres países
poseyeran zonas marítimas de 200 millas. La excepción del artículo
IV no se puede entender sino en relación con este criterio de pro-
yección de la zona siguiendo la orla de las costas.

De esta manera el artículo IV de la Declaración de Santiago


establece una cláusula delimitadora de excepción para los casos en
los que en la zona fronteriza marítima de los países existan islas. Se
trata de una circunstancia especial de naturaleza geográfica cuya
consideración motivó la inclusión, a título excepcional, de una regla
singular aplicable solo a dos países: Perú y Ecuador.

360 Ibíd.

307
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

En el área marítima peruano-chilena no existen islas. Y esta


es una realidad no solo de la geografía, es también una realidad
jurídica, pues así figura en las cartas marinas publicadas por Chile
y registradas internacionalmente. Por consiguiente, la excepción
contenida en el artículo IV en ningún caso puede aplicarse al límite
marítimo peruano-chileno. Bajo ninguna consideración razonable
jurídicamente, puede deducirse que esta cláusula delimitadora ex-
cepcional se aplica a una situación distinta a la circunstancia espe-
cial de la presencia de las islas ecuatorianas en el área fronteriza
marítima con el Perú.

Sostener, contradictoriamente al sentido corriente del lengua-


je, al contexto, al objeto y finalidad de la Declaración de Santiago,
que el artículo IV de la Declaración establece el método del paralelo
para trazar los límites marítimos continentales entre el Perú y Chi-
le es un exceso que no tiene ningún asidero en disposición alguna
de la Declaración de Santiago, ni aun por vía de una interpretación
extensiva.

Teniendo en cuenta –como ya ha sido señalado– que el objeto


y fin de la Declaración de Santiago estriba en que cada país tenga
una proyección constante de 200 millas, no podría en ningún caso
establecerse el método del paralelo para la delimitación del mar
continental, pues dada la morfología de las costas del Perú y Chile,
una delimitación a través de esa línea produciría un resultado in-
equitativo en extremo, en contra de la propias reglas del Derecho
internacional que prevalecían en la época y que, como se ha visto,
se orientaban a delimitar el mar territorial a través de una línea
equidistante.

La Asesoría Jurídica del Ministerio de Relaciones Exteriores de


Chile, en un informe requerido por la Dirección de Fronteras de esa
misma dependencia en 1964, reconoce que la Declaración de San-
tiago “no constituye un pacto expreso para determinar el deslinde
lateral de sus respectivos mares territoriales”. El informe señala li-
teralmente:

361
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

“En la Declaración sobre Zona Marítima que Chile, Perú y Ecua-


dor suscribieron el 18 de agosto de 1952 hay una estipulación que,
aunque no constituye un pacto expreso para determinar el deslinde
lateral de los respectivos mares territoriales, parte del entendido
que ese deslinde coincide con el paralelo que pasa por el punto en
que la frontera terrestre toca el mar (…)”.361

La asesoría jurídica admite que la Declaración de Santiago no


establece ni límite ni cláusula delimitadora entre los dos países,
pero argumenta que supone tácitamente que la frontera marítima
corresponde al paralelo que pasa por el punto de convergencia de
la frontera terrestre con el mar. No hay nada en la Declaración de
Santiago que permita con legitimidad sacar esta conclusión. No
existe ninguna frase o mención en ese sentido. La Declaración de
Santiago, como se ha visto, no presupone ninguna referencia al
punto en el que la frontera terrestre llega al mar en relación con los
límites marítimos continentales.

La Asesoría, consciente de que en la Declaración de Santiago


no existe pie para ninguna interpretación en ese sentido, intentó
sustentar esa afirmación con un razonamiento sui géneris: la su-
puesta e inverosímil existencia de un pacto previo a la Declaración
de Santiago que habría establecido el límite marítimo entre ambos
países a través del paralelo geográfico que pasa por el términus de
la frontera terrestre:

“Ya se observó que estos tres países no convinieron allí (en la


Declaración de Santiago) que en adelante el paralelo geográfico se-
ría el deslinde entre sus mares territoriales, sino que reconocieron
que ésa era la situación ya existente (…) Cuándo y cómo se pactó tal
acuerdo, no ha logrado establecerlo esta Asesoría con los antece-
dentes disponibles. Cabe, sí, presumir que él precede y condiciona

361 Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Asesoría Jurídica Informe N° 138 “El deslinde marítimo
entre Perú y Chile”, en: Hugo Llanos Mansilla, Teoría y práctica del Derecho Internacional Público, t.
II, Santiago, 1977, pp. 125-167.

309
La Soberanía marítima deL Perú

la firma de la Declaración sobre Zona Marítima del 18 de agosto de


1952”.362

La tesis de un pacto anterior a la declaración de Santiago, en


que se habría establecido el límite marítimo por el paralelo cae por
sí sola, pues nunca se ha identificado ese instrumento. Y no podría
ser de otra manera, ya que la evidencia documental y la memoria
institucional de la propia Cancillería de Chile prueban su inexisten-
cia. La propia asesoría lo reconoce al señalar que no ha podido ubi-
car en sus registros ese supuesto pacto previo a la Declaración de
Santiago.

Otro argumento que la Asesoría Jurídica presenta a favor de la


tesis del paralelo es sostener que el Gobierno de Chile nunca podría
haber suscrito la Declaración de Santiago sin antes asegurarse el
límite por el paralelo, pues de haberlo hecho, el solapamiento con
la zona peruana habría significado una mutilación de su propia pro-
yección, algo inaceptable para el Gobierno chileno:

“Chile no podía concurrir al establecimiento de la franja de


200 millas marinas sin que previamente se hubiere concordado en
que ella estaría delimitada entre los países pactantes por el para-
lelo del lugar en que la frontera terrestre toca el mar, ya que, de
aplicarse cualquier otra solución, nuestra franja de 200 millas ha-
bría quedado truncada tal vez desde Iquique o desde Pisagua hasta
Arica, y la franja peruana que habría avanzado hacia el sur de este
puerto, se habría interpuesto entre las aguas sometidas a nuestra
soberanía y la alta mar”.363

Este argumento no tiene base jurídica; es más bien una peti-


ción de principio de naturaleza diplomática que señala, no sin ra-
zón, que ningún país suscribiría un acuerdo que mutile ab initio su

362 Ibíd. p.128.

363 Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Informe Jurídico Nº 138, 1964, pp. 468-492, citado en:
Hugo Llanos Mansilla, Teoría y práctica del Derecho Internacional Público, t. II, Santiago 1977.

310
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

soberanía marítima. Pero ese argumento es válido también para los


otros países que firmaron la Declaración de Santiago y obviamente
para el Perú. Así como Chile no podía aceptar un acuerdo que lle-
vara a que se recortase su zona de 200 millas desde Iquique hasta
Arica, el Perú tampoco podía aceptar una línea por el paralelo, pues
ello mutilaba su zona de 200 millas desde Arequipa hasta Tacna.

Es interesante notar, en el razonamiento de la Asesoría Jurídi-


ca, una falta de comprensión del solapamiento de las áreas maríti-
mas de los dos países. Aquella parece entender que el solapamien-
to es algo singular o extraño desde el punto de vista geográfico o
jurídico, algo inaceptable para Chile; cuando a decir verdad se trata
de una realidad material y jurídica objetiva que se deriva de la zona
de 200 millas que crea la Declaración de Santiago. El solapamien-
to es el prerrequisito geográfico de la delimitación marítima. Si no
existiera, no sería necesario delimitar, pues cada país definiría uni-
lateralmente sus límites.

Sin embargo, lo significativo de este raciocinio de la Aseso-


ría Jurídica es que demuestra que ninguno de los dos países podía
pactar, en la Declaración de Santiago, una norma delimitadora que
mutilara sus respectivas áreas marítimas, razón por la cual, eviden-
temente, no se incluyó en el texto ninguna disposición al respecto.
No era además ni preocupación ni prioridad de los dos países en la
época, ya que ellas se concentraban en obtener el límite exterior
hasta las 200 millas.

El jurista y diplomático chileno Ignacio Llanos Mardones, en la


obra El Derecho de la Delimitación Marítima en el Pacífico Sudeste,
reconoce también que el texto del artículo IV de la Declaración de
Santiago no establece cláusula delimitadora para los mares conti-
nentales laterales (límite marítimo entre el Perú y Chile), pero al
mismo tiempo intenta fundamentar la posición de su país en una
interpretación extensiva del artículo IV y en la supuesta existencia
de un derecho consuetudinario regional en la relación bilateral que,

311
La Soberanía marítima deL Perú

con anterioridad a 1952, habría reconocido el paralelo como cláu-


sula delimitadora de manera tácita.

Este es un intento de suplir la debilidad de la tesis de la Ase-


soría Jurídica del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, en
el sentido de que el supuesto límite por el paralelo se habría esta-
blecido en un pacto anterior a la Declaración de Santiago. Al cons-
tatar que ese pacto no existe, Llanos Mardones busca encontrar
“el acuerdo anterior”, ya no en un pacto convencional sino en la
hipotética existencia de un derecho consuetudinario regional. Al
respecto, señala:

“Una interrogante que surge de una primera lectura de la cláu-


sula de delimitación de la Declaración de 1952 es si esta se aplica
únicamente a las áreas marítimas de las islas, con exclusión de las
áreas marítimas del territorio continental. Una interpretación pura-
mente textual sugeriría que la delimitación de las áreas marítimas
del territorio continental no habría sido contemplada”.364

Llanos reconoce que el texto del artículo IV establece la cláu-


sula delimitadora por el paralelo geográfico solo para la delimita-
ción en el caso de existencia de islas (Perú-Ecuador), pero sugiere
una interpretación extensiva para incluir en esa cláusula los límites
marítimos continentales. Esta interpretación no tiene fundamento
ni validez. En primer lugar, porque conforme a la redacción del ar-
tículo IV no hay duda de que se trata de una excepción en atención
a la existencia de una circunstancia pertinente, es decir, una ca-
racterística especial de la geografía. Y por vía de interpretación no
se puede aplicar una norma a una situación que es excluida por la
propia norma. En segundo lugar, porque si la voluntad del texto hu-
biese sido la aplicación de la cláusula de delimitación de excepción
(el paralelo geográfico) a la delimitación insular y continental, el
artículo IV hubiese tenido otra redacción y las partes habrían seña-
lado directamente que la frontera marítima continental e insular se

364 Ignacio Llanos Mardones, ob. cit., p. 69.

312
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

trazaba a través del paralelo geográfico. Y eso no es lo que prescri-


be el artículo IV. Este establece una excepción para contemplar una
situación especial, conforme a las reglas del Derecho internacional
de la época. La excepción no se puede asimilar a la regla.

La interpretación de los tratados está dirigida a establecer la


voluntad de las partes que se refleja en su texto, no una voluntad
subjetiva contraria a la redacción de dicho texto. Se trata de iden-
tificar la voluntad derivada y contenida en el texto del tratado. En
ese sentido es independiente de todo factor subjetivo. Y la voluntad
de las partes, expresada de manera inequívoca, clara y precisa en el
artículo IV, es que para el caso excepcional de la existencia de islas
que con la extensión del área marítima de cada país hasta las 200
millas, que por su ubicación pudieran quedar bajo la soberanía del
país vecino, o cuya zona marítima se superponga a la zona marítima
continental de la otra parte, se establece el método delimitador del
paralelo para asegurar que dichas islas permanezcan bajo la sobe-
ranía del país concernido o para evitar la amputación excesiva de la
zona marítima continental del otro estado.

Conforme a las reglas de la interpretación de los tratados, no


es necesario recurrir a medios complementarios de interpretación
para el caso del artículo IV, pues su redacción no es oscura ni pre-
senta ambigüedad alguna. Cuando un texto es suficientemente
claro –conforme lo establecido por la Corte Internacional de Jus-
ticia–, no cabe recurrir a los medios complementarios, como los
trabajos preparatorios u otros. Así, en la opinión consultiva sobre
las condiciones de la admisión de un estado miembro de las Na-
ciones Unidas, la Corte señaló que cuando el texto de un tratado,
en su sentido literal, es suficientemente claro “…no hay lugar para
apartarse de la jurisprudencia constante de la Corte Permanente
de Justicia Internacional, conforme a la cual no cabe recurrir a los
trabajos preparatorios”.365

365 Cf. CIJ, Opinión consultiva del 3 de marzo de 1950, sobre la Competencia de la Asamblea General
para admitir a un Estado miembro de las Naciones Unidas.

313
La Soberanía marítima deL Perú

En el caso que nos ocupa, como ya se ha visto, el texto literal


del artículo IV es claro en el uso corriente del lenguaje y su estruc-
tura gramatical. No deja dudas, ni da lugar a la existencia de más
de una interpretación. Consecuentemente, la excepción contenida
en el artículo IV para el territorio insular no puede aplicarse por
“extensión” al territorio continental como lo sugiere Llanos Mardo-
nes, ya que, justamente, la norma delimitadora del paralelo para
las islas es la excepción de la norma general (las disposiciones del
Derecho internacional vigente) que se aplica a los límites marítimos
continentales.

Sin embargo, si se recurriese a los medios complementarios


de interpretación, estos confirmarían el tenor del artículo IV en su
interpretación auténtica conforme al uso normal y corriente del
lenguaje y su concordancia con el objeto y fin del tratado. Los tra-
bajos preparatorios de la elaboración de la Declaración de Santiago
así lo ratifican, a partir del registro de la intervención del delegado
del Ecuador en la Conferencia de 1952. Como ya se ha indicado, el
representante del Ecuador, el señor Fernández, solicitó la modifica-
ción del artículo III original que establecía la excepción para esta-
blecer una cláusula delimitadora en el caso de islas pertenecientes
a un Estado (Ecuador) que por su cercanía a la proyección de 200
millas del estado vecino (Perú) debía tener un método delimitador
que las preservara bajo la soberanía del Ecuador o que no mutilara
en exceso la zona marítima de las islas. Ese es el origen de la redac-
ción final del artículo IV.

En lo que concierne a la argumentación de la hipotética exis-


tencia de un derecho consuetudinario regional que haya estable-
cido la línea del paralelo como método de delimitación antes de
1952, no existen elementos objetivos que la sustenten.

En aquella época no existía –como se ha visto– ni siquiera un


Derecho consuetudinario general. No obstante, la tendencia en la
práctica de los estados y en la opinio juris prevalecientes se incli-

314
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

naban por una línea equidistante. Así, por ejemplo, las disposicio-
nes contenidas en materia de delimitación del mar territorial entre
estados adyacentes en la Resolución III del Segundo Congreso del
Instituto Hispano-Luso-Americano-Filipino, de 1953, así como las
disposiciones contenidas en los Principios de México sobre el Ré-
gimen Jurídico del Mar de 1956, propiciaron, como ya se ha visto,
una línea equidistante para la delimitación del mar territorial en la
época.

Tan evidente es la inexistencia de esa supuesta norma consue-


tudinaria, que el propio Decreto del 23 de junio de 1947, por el cual
Chile reivindicó su soberanía hasta las 200 millas, no establece nor-
ma delimitadora alguna. Por el contrario, la frase que señala que
la extensión de la zona marítima abarca un perímetro compren-
dido por las costas y una paralela matemática en el mar supone
necesariamente la superposición de las áreas marítimas del Perú
y Chile.366 Al respecto, Agüero sostiene con acierto que el sistema
que estableció la Declaración oficial del 23 de junio de 1947 para
definir el contorno de la zona reivindicada por Chile “(…) resulta en
una superposición en su extremo norte, con el área marítima que
corresponde al Perú en aplicación del mismo criterio del trazado a
partir de sus costas de una paralela matemática de 200 millas sobre
el mar”.367

La hipotética delimitación por el paralelo, conforme a la pre-


tensión de Chile y contrariamente a lo dispuesto por el Derecho

366 La parte correspondiente de la Declaración del 23 de junio de 1947 es la siguiente: “La demarcación
de las zonas de protección de caza y pescas marítimas en los mares continentales e insulares que
quedan bajo el control del Gobierno de Chile será hecha, en virtud de esta declaración de soberanía
(…) sobre todo el mar comprendido dentro del perímetro formado por la costa, con una paralela
matemática proyectada en el mar a doscientas millas marinas de distancia de las costas continentales
chilenas. Esta demarcación se medirá respecto de las islas chilenas, señalándose una zona de mar
contigua a las costas de las mismas, proyectadas paralelamente a estas, a doscientas millas marinas
por todo su contorno”. Cf. Declaración oficial del Presidente de la República de Chile, 23 de junio de
1947.

367 Marisol Agüero, Consideraciones para la delimitación marítima del Perú, Fondo Editorial del Congre-
so del Perú, Lima, 2001, p. 316.

315
La Soberanía marítima deL Perú

internacional de la época y el actualmente vigente, produciría un


resultado de extrema ausencia de equidad.

Las características morfológicas de la costa peruana y la costa


chilena traen como consecuencia que configuren juntas un ángulo
de aproximadamente 120°. En la hipótesis de una delimitación por
el paralelo, este forma con la costa chilena un ángulo de 90°, mien-
tras que con la costa peruana solo un ángulo de treinta grados.
Ello produce que la aplicación hipotética del paralelo como método
delimitador tenga como consecuencia una mutilación de la zona
marítima del Perú de 67,139.4 km2, aproximadamente. Significaría
que el Perú no tendría 200 millas en cerca de 370 km de su costa,
con una proyección de mar territorial, zona contigua, plataforma
continental y zona económica exclusiva mutiladas. La proyección
del mar peruano en ese extenso litoral tendría 120 millas en Ca-
maná (Arequipa), 92 millas en Punta Islay (Arequipa), 46 millas en
Punta Coles (Moquegua), 27 millas en Punta Sama (Tacna) millas,
19 millas en Vila Vila (Tacna), 1.2 millas en Santa Rosa (Tacna), y en
el punto en el que la frontera terrestre común llega al mar, 0 millas.
Privaría además al pueblo peruano de una importante área marina
que es parte de su economía y de sus posibilidades de obtener la
seguridad alimentaria.

Esta hipótesis negada imposibilitaría la ejecución de la Decla-


ración de Santiago, pues se llegaría al absurdo de que dicho instru-
mento internacional contendría una norma que impediría la reali-
zación de su propio objeto y fin.

La extrema pretensión chilena dejaría al Perú con un punto


seco en su frontera frente al mar, donde no tendrían ni siquiera mar
territorial, lo cual contradice el principio esencial de que la tierra
domina al mar y que bajo ese título todo estado costero posee so-
beranía y jurisdicción sobre el mar adyacente a sus costas.

La aplicación del principio de buena fe (bona fides) indica que


no solo se trata de cumplir las disposiciones de un tratado con una

316
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

sana intención, sino de hacerlo con la finalidad de asegurar su fin


útil, es decir, la realización de su objeto y finalidad. Adicionalmente,
la buena fe prohíbe, contrario sensu, que una de las partes pueda
efectuar actos encaminados a frustrar o impedir la realización u ob-
tención de los fines u objetivos del tratado. La obligación que tie-
nen los estados de abstenerse de estos actos ha sido señalada por
la jurisprudencia internacional y está regulada por el artículo 18 de
la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados. La CIJ por
su parte, en el asunto de las actividades militares y paramilitares
en Nicaragua, sentencia del 27 de junio de 1986, dictaminó en el
mismo sentido.368

En síntesis, la Declaración de Santiago no establece, ni por vía


de una interpretación extensiva, límite marítimo ni cláusula deli-
mitadora alguna entre el Perú y Chile. Las áreas marítimas de los
dos países se superponen en su respectiva área fronteriza. Este
solapamiento debía resolverse conforme al Derecho internacional
consuetudinario, a través de un acuerdo equitativo basado en la
reciprocidad. El propio Gobierno de Chile lo proclamó en la Decla-
ración de 1947 ya citada:

“La presente Declaración de soberanía no desconoce legítimos


derechos similares de otros países sobre la base de la reciprocidad,
ni afecta a los derechos de libre navegación”.369

Sin embargo, dadas las urgentes prioridades de la acción di-


plomática conjunta para lograr el reconocimiento de la tesis de las
200 millas, ambos países no iniciaron negociaciones sobre sus lí-
mites laterales ni surgió una controversia, pues ninguno de ellos
afirmó pretensiones unilaterales hasta el 2000, año en el que Chile
planteó por primera vez, en el ámbito internacional, su pretensión
de establecer el limite por el paralelo.

368 Cf. ICJ, Yearbook, 1984-1985, pp. 135-147.

369 Gobierno de Chile, Declaración oficial presidencial, del 23 de junio de 1947.

317
La Soberanía marítima deL Perú

2.3 El Convenio sobre la Zona Especial Fronteriza Marítima del 4


de diciembre de 1954

La naturaleza jurídica de este Convenio suscrito por el Perú,


Chile y Ecuador el 4 de diciembre de 1954370 es la de un instrumento
internacional de exención de sanciones a las pequeñas embarcacio-
nes artesanales que ingresaban a la zona marítima de uno u otro
país de manera accidental.

Se trata de un acuerdo que establece una zona de tolerancia


para las actividades de las embarcaciones pesqueras artesanales
en el área marítima fronteriza entre los dos países. Esta área de to-
lerancia, en la que las pequeñas embarcaciones pueden realizar sus
faenas de pesca sin recibir multas, apresamientos o sanciones de
un país u otro siempre y cuando su presencia sea accidental, tiene
la naturaleza jurídica de un arreglo práctico y provisional para evitar
la imposición de multas y sanciones a las pequeñas embarcaciones
artesanales en un área de la zona fronteriza común.

La zona de tolerancia o permisión empieza a partir de las 12


millas marinas de la zona marítima de cada país y tiene por límites
10 millas al norte y al sur del paralelo que cruza la frontera terres-
tre. Excluye el mar territorial y se acordó que la zona de tolerancia
o zona neutral empezara a partir de las 12 millas. La pesca en esta
área de 12 millas adyacentes a la costa, que no forma parte de la
zona de tolerancia o neutral, se reserva exclusivamente para la acti-
vidad de las embarcaciones pesqueras de cada país.

El texto no dice nada respecto al límite exterior de la zona,


pero al estar referido a las pequeñas embarcaciones artesanales,
tenía que estar necesariamente constreñido al área marítima en
que las embarcaciones pesqueras artesanales podían realizar sus
faenas, o al límite de visibilidad de las pequeñas embarcaciones.
Hay algunos elementos de juicio que permiten pensar que la zona

370 Cf. Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima, de 4 de diciembre de 1954.

318
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

se extendería 3 millas más allá de las 12 reservadas exclusivamente


a los pescadores nacionales de cada país; especialmente, la refe-
rencia que hace un informe técnico sobre la visibilidad que tendrían
las pequeñas embarcaciones respecto de las señales proyectadas
por los faros que ambos gobiernos decidieron instalar en 1968. Este
informe señala que la visibilidad llegaba a 15 millas a partir de la
costa:

“c) Los fanales para la identificación nocturna serían del tipo


eléctrico, de destellos, con una fuente de energía propia,
cuyas características de visibilidad y alcance aproximado
sea de 15 millas, con luminosidad para todo el horizonte y
de color verde claro”.371

Este, evidentemente, es solo un indicador de que la zona de


tolerancia tenía necesariamente un límite exterior no precisado
que debía corresponder con la capacidad de navegación de las
embarcaciones artesanales de la época. Una idea de lo que signi-
ficaban estas embarcaciones en 1954 en el Perú, cuyo desarrollo
pesquero era mayor que el de Chile, se encuentra en la siguiente
cita sobre la flota pesquera a fines de los años cuarenta: “Por esos
años en el mar peruano navegaban alrededor de 3,600 embarcacio-
nes artesanales, de las cuales sólo 180 contaban con motores. Pero
ya se habían instalado empresas que ofrecían maquinaria marina y
útiles de pesca como la Wilbur-Ellis”.372

Como se señala en el párrafo preambular uno del Convenio, su


origen se encuentra en la constatación de que “(…) la experiencia
ha demostrado que debido a las dificultades que encuentran las
embarcaciones de poco porte, tripuladas por gente de mar con es-
casos conocimientos de náutica o que carecen de los instrumentos
necesarios para determinar con exactitud su posición en alta mar,

371 Informe de las delegaciones técnicas de Perú y Chile, 27 de abril de 1968.

372 Pedro Trillo, Luis E. Tord, “El nacimiento de una industria”, en: El libro de oro de la pesquería peruana,
Sociedad Nacional de Pesquería, Lima, 2003. p. 94.

319
La Soberanía marítima deL Perú

se produce con frecuencia de modo inocente y accidental, violacio-


nes de la frontera marítima entre los Estados vecinos”.373

El párrafo preambular dos establece otra de las razones para


su firma, al recordar que “(…) la aplicación de sanciones en estos
casos produce siempre resentimiento entre los pescadores y fric-
ciones entre los países, que pueden afectar al espíritu de colabo-
ración y de unidad que en todo momento debe animar a los países
signatarios de los acuerdos de Santiago”.374

El párrafo preambular tres expresa la voluntad de las partes de


liberar a los pequeños pescadores de estas sanciones y, así, elimi-
nar los elementos de fricción que esa situación suponía de manera
constante: “Que es conveniente evitar la posibilidad de estas invo-
luntarias infracciones, cuyas consecuencias sufren principalmente
los pescadores”.375

En su parte resolutiva, el Convenio establece, como ya se ha


indicado, un área de exención de sanciones o área neutral a partir
de las 12 millas del mar adyacente a las costas en la cual las peque-
ñas embarcaciones desprovistas de instrumentos náuticos que se
desplacen accidentalmente en la zona marítima de otro país son
liberadas de las sanciones correspondientes:

“PRIMERO.- Establecer una Zona Especial, a partir de las 12 mi-


llas marinas de la costa, de 10 millas marinas de ancho a cada lado
del paralelo que constituye el límite marítimo entre los dos países”.376

La redacción de este artículo ha llevado a diversas interpre-


taciones por la inclusión de la frase “[…] que constituye el límite
marítimo entre los dos países”.

373 Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima, 4 de diciembre de 1954, primer párrafo pream-
bular.

374 Ibíd., segundo párrafo preambular.

375 Ibíd., tercer párrafo preambular.

376 Ibíd., art. 1.

320
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Para el Gobierno de Chile esta frase habría establecido el lí-


mite marítimo de los dos países por el paralelo 21°18’00”. La frase
literalmente no establece límite alguno, presupone uno y, como se
verá, esta referencia está vinculada únicamente a la frontera marí-
tima entre el Perú y el Ecuador.

La interpretación de esa frase, conforme a las reglas del dere-


cho internacional, indica claramente que el texto no establece un
límite marítimo. No dice “establecer entre Chile y el Perú el límite
marítimo de sus mares continentales” o una redacción similar, en
presente indicativo u otro modo verbal que denote la adopción de
una decisión o el establecimiento de un acuerdo. Tampoco estable-
ce una cláusula delimitadora, ni el punto de partida del supuesto
límite ni su trazo. La frase está redactada en el tiempo verbal cono-
cido como presente histórico, que denota la preexistencia de algo.
Alude a un límite de existencia previa, pero el convenio en sí mismo
no establece límite alguno.

Como se ha visto, esa existencia previa nunca se convino en


relación con la frontera marítima con Chile. Consecuentemente,
como el convenio no puede remitir a un límite que no existe, pues
se estaría frente al absurdo, es evidente que se trata de una re-
dacción imperfecta y defectuosa cuyo sentido y alcance hay que
encontrarlo, en una interpretación no literal de la frase sino en el
contexto del objeto y la finalidad del convenio, así como en la docu-
mentación que se utilizó en su elaboración.

El objeto del convenio, cuyas disposiciones están integradas


en tan solo cuatro artículos dispositivos, es de manera indubitable
establecer una zona especial de exención de sanciones a las peque-
ñas embarcaciones artesanales de uno y otro país, tripuladas por
pescadores con pocos conocimientos de náutica y que no contaban
con instrumentos de navegación. Esta disposición está contenida
en el ya citado artículo primero.

321
La Soberanía marítima deL Perú

Su finalidad fue evitar tipificar como infracciones la presen-


cia de las pequeñas embarcaciones que faenaran dentro de la zona
neutral de manera accidental, liberar a sus tripulantes de multas y
sanciones y reservar la pesca dentro de las 12 millas exclusivamen-
te a los pescadores de la nacionalidad de cada país. Esto está esta-
blecido de manera muy precisa en los artículos segundo y tercero
del Convenio:

“SEGUNDO.- La presencia accidental en la referida zona de las


embarcaciones de cualquiera de los países limítrofes, aludidas en
el primer considerando, no será considerada como violación de las
aguas de la zona marítima, sin que esto signifique reconocimiento
de derecho alguno para ejercer faenas de pesca o caza con propósi-
to preconcebido en dicha zona especial.

TERCERO.- La pesca o caza dentro de las 12 millas marinas a


partir de la costa, está reservada exclusivamente a los nacionales
de cada país”.377

El último artículo del convenio es muy relevante en relación


con la vinculación de este instrumento con la Declaración de San-
tiago, debido a que contiene una decisión y compromiso expreso
de las partes a través del cual se obligan a no interpretar ninguna
de las disposiciones del convenio como susceptibles de modificar
o derogar las incluidas en la Declaración de Santiago. Esto es de-
cisivo, pues en la hipótesis negada de que el convenio contuviera
una norma delimitadora, esta sería írrita por mandato del propio
artículo cuarto, pues estaría modificando las disposiciones de la De-
claración de Santiago, y ello está prohibido por el propio Convenio
del 54.

La redacción literal del artículo cuarto es la siguiente:

“Todo lo establecido en el presente Convenio se entenderá ser


parte integrante, complementaria y que no deroga las resoluciones

377 Ibíd., arts. 2 y 3.

322
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

y acuerdos adoptados en la Conferencia sobre Explotación y Con-


servación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur, celebrada en
Santiago de Chile, en Agosto de 1952”.378

Una primera conclusión es que el convenio no establece un


límite marítimo entre el Perú y Chile. Esta realidad es reconocida
por el jurista chileno Ignacio Llanos, quien señala:

“En estricto sentido, el Convenio sobre Zona Especial Fron-


teriza Marítima no puede ser caracterizado como un acuerdo de
frontera. Dado que su propósito principal fue el de establecer una
zona especial para pequeñas embarcaciones pesqueras de los tres
Estados partes, puede considerarse que éste es uno de esos acuer-
dos que no pueden existir sin referencia a un acuerdo de frontera,
normalmente previo”.379

A partir de la constatación de que el convenio del 54 no esta-


blece el límite marítimo entre los dos países, el autor se pregunta
si ese acuerdo previo es la Declaración de Santiago, y al reconocer
dudas sobre su alcance, prefiere encontrar el hipotético acuerdo
previo en la preexistencia de una costumbre regional que habría
consagrado al paralelo como línea de delimitación marítima que
a la época –antes de 1952–, como también se ha visto, no existía.

El informe 138 de la Asesoría Jurídica del Gobierno de Chile de


septiembre de 1960 tiene la misma opinión, en el sentido de que la
Declaración de Santiago no fija un límite marítimo.

“Esta declaración tampoco importa un pacto por el cual las


partes hayan fijado sus deslindes marítimos. Ella se limita a reafir-
mar en forma enfática y positiva un hecho preexistente (…)”.380

378 Ibíd., art. 4.

379 Ignacio Llanos Mardones, El derecho de la delimitación marítima en el Pacífico Sudeste, Ril Editores,
Santiago, 1999, p.170.

380 Dictamen número 138, septiembre de 1960, Asesoría Jurídica del Ministerio de Relaciones Exteriores
de Chile, p. 127.

323
La Soberanía marítima deL Perú

Una segunda conclusión es que el convenio de 1954 mide la


zona de exención de sanciones de 20 millas de ancho, 10 millas a
cada lado, a partir del paralelo que cruza sobre el Hito Nº 1 la fron-
tera terrestre. Este paralelo es tomado de manera convencional
como un referente para el establecimiento de la zona especial, pero
se pudo haber utilizado cualquier otro referente. La intención era
precisa: emplear el paralelo de la frontera terrestre como referente
para establecer las 10 millas de parte y parte en la configuración de
la zona especial de exención de sanciones. Y ello no tiene relación
con el límite marítimo jurisdiccional, sino con la definición del pe-
rímetro de la zona especial. El convenio en ningún caso establece
el límite marítimo de las jurisdicciones nacionales de cada estado.

Una tercera conclusión es que, ciertamente, en la redacción


del artículo 1 hay una imperfección y una ambigüedad cuando se
habla del “[…] paralelo que constituye el límite marítimo entre los
dos países [el resaltado es del autor]”. Por ello, es necesario recurrir
a la interpretación sistemática de esa norma, teniendo en cuenta el
objeto, fin y contexto del convenio, como lo prescribe la Conven-
ción de Viena sobre el Derecho de los Tratados.

Se ha observado que el objeto del convenio es claro y defini-


do: establecer una zona de exención de sanciones. Su fin es, asi-
mismo, preciso: no considerar como trasgresión de las aguas de las
respectivas zonas marítimas la presencia accidental de pequeñas
embarcaciones de uno u otro país en la zona especial, así como
evitar las sanciones o multas a los pescadores artesanales.

El contexto en el que se elaboró y negoció el convenio fue du-


rante la Segunda Reunión de la Comisión Permanente de la Con-
ferencia de Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas
del Pacífico Sur, reunida en la ciudad de Santiago de Chile, el 8 de
octubre de 1954. El reglamento de esta conferencia fue el mismo
que el de la conferencia de 1952, que aprobó la Declaración de
Santiago, en cuyo articulado no existe ninguna referencia al esta-

324
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

blecimiento de límites marítimos. El objeto de ambas conferencias,


según el artículo 1 del reglamento, fue “[…] estudiar y resolver los
problemas que dicen relación con la explotación y conservación de
las riquezas marítimas del Pacífico Sur”.381 Como lógica derivación,
la agenda contuvo exclusivamente materias relativas a aspectos de
cooperación pesquera y defensa de los principios contenidos en la
Declaración de Santiago de 1952.

Las siguientes resoluciones, proposiciones y recomendaciones


aprobadas por la conferencia de 1954 tienen ese mismo carácter:
recomendación complementaria para la declaración de soberanía
sobre la zona de 200 millas, resolución sobre reunión ordinaria
anual de la comisión permanente; Recomendación para el Estable-
cimiento de Zona Neutral de Pesca y Caza en la Frontera Marina de
los Países Vecinos y Recomendación para el Otorgamiento de Facili-
dades Tributarias, Cambiarias y Crediticias a favor de las actividades
industriales de pesca y caza marítima. No existe ninguna referencia
a la determinación de límites marítimos, como no la hubo en la pri-
mera conferencia de 1952.

En el transcurso de la segunda sesión, se aprobaron once reco-


mendaciones relativas a la cooperación y coordinación de políticas
de defensa de las 200 millas. La recomendación VII, que es el origen
del Convenio, propuso el establecimiento de una zona neutral de
pesca y caza en la frontera marítima de los países vecinos. El texto
de esta recomendación es muy significativo e importante para la
interpretación del artículo 1 del convenio, por constituir la primera
redacción de su texto y porque da luces del porqué de la utilización
de la expresión “(…) del paralelo que constituye el límite marítimo
entre los dos países”.

La recomendación contiene tres párrafos preambulares y tres


resolutivos. Los dos primeros párrafos preambulares describen el

381 Reglamento interno de la Conferencia de Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del
Pacífico Sur, Santiago de Chile, 1952, art. 1.

325
La Soberanía marítima deL Perú

problema o situación que Perú, Chile y Ecuador habían identificado


como inconveniente, respecto del cual deseaban concertar solucio-
nes:

En primer lugar, el hecho de que “[…] la experiencia ha demos-


trado que debido a las dificultades que encuentran las embarcacio-
nes de corto porte tripuladas por gente de mar con escasos cono-
cimientos de náutica o que carecen de los instrumentos necesarios
para determinar con exactitud su posición en alta mar, se producen
con frecuencia, de modo inocente y accidental, violaciones de la
frontera marítima entre los estados vecinos”. 382

En segundo lugar, “la aplicación de sanciones en estos casos


produce siempre resentimientos entre los pescadores y fricciones
entre los países que pueden afectar al espíritu de colaboración y de
unidad que en todo momento debe animar a los países signatarios
de los acuerdos de Santiago”.383

Estas dos disposiciones son claras en relación con el objeto y


la voluntad de las partes respecto de la naturaleza y del alcance de
la zona neutral. La referencia a la frontera marina, como lo fue en
toda la documentación de la época, supone el concepto de frontera
zona y no de frontera línea. El texto no hace referencia a supuestos
e inexistentes límites o fronteras marítimas.

El primer párrafo resolutivo de la recomendación VII, antece-


dente directo del artículo 1 del Convenio, es de enorme importan-
cia para la interpretación: A través de él se recomienda de manera
específica:

“Crear una zona neutral a partir de las doce millas marinas


de la costa, de 10 millas marinas de ancho a cada lado del paralelo

382 Acta final de la Segunda Reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia de Explotación y


Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur, Recomendación para el Establecimiento de
Zona Neutral de Pesca y Caza en la Frontera Marina de los Países Vecinos. Santiago, 1954.

383 Ibíd.

326
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

que pasa por el punto de la costas que señala el límite entre los dos
países”.384

Queda la voluntad de establecer como referente de las 10 mi-


llas de ancho de lado y lado […] “el paralelo que pasa por el punto de
las costas que señala el límite de los dos países”. No hay referencia
alguna al límite marítimo o a la frontera marítima. En la expresión
“[…] del paralelo que pasa por el punto de las costas que señala el
límite entre los dos países”, la palabra “límite” hace referencia de
manera inequívoca al límite terrestre. La redacción original no era
ambigua ni imperfecta y no aludía al límite marítimo. La redacción
en esos términos pasó a consideración de la Comisión I, encargada
de negociar el texto, junto con otros acuerdos, entre ellos el pro-
yecto de Convenio Complementario a la Declaración de Soberanía
sobre la Zona Marina de 200 Millas.

Al discutirse este último proyecto, el delegado del Ecuador,


siempre preocupado por la situación de las islas ecuatorianas en la
zona fronteriza marítima con el Perú, insistió en que la disposición
del artículo IV de la Declaración de Santiago se reiterase en el texto
del convenio complementario. Las actas de esta sesión recogen la
preocupación ecuatoriana de la siguiente manera:

“El señor Salvador Lara, Delegado del Ecuador propone que


debe incluirse en este Convenio un artículo complementario que
aclare el concepto de la línea divisoria del mar jurisdiccional que
ya ha sido expuesto en la Conferencia de Santiago, pero que no
está de más repetir aquí. Los señores LLOSA (Perú) y CRUZ OCAM-
PO (Chile) creen que el artículo 4 de la Declaración de Santiago es
ya bastante claro y que no cabe una nueva exposición [el resaltado
es del autor]. Como el señor delegado del Ecuador insiste en su
creencia de que debe incluirse en este Convenio una declaración en
ese sentido, ya que el artículo 4 de la Declaración de Santiago está

384 Ibíd.

327
La Soberanía marítima deL Perú

destinado a establecer el principio de la delimitación de aguas en


lo que se refiere a las islas [el resaltado es del autor], el señor PRE-
SIDENTE, propone al señor Delegado del Ecuador si aceptaría que
en vez de un nuevo artículo se dejara constancia expresa de sus
palabras en el Acta”. 385

Así se decidió. Resulta evidente que la preocupación del dele-


gado del Ecuador era la misma que expuso dos años antes durante
la negociación de la Declaración de Santiago sobre de la situación
de las islas de su país en relación con la proyección de 200 millas
de la zona marítima peruana. El acta es unívoca al reiterar que “el
artículo 4 de la declaración de Santiago está destinado a establecer
el principio de la delimitación de aguas en lo que se refiere a las
islas”.386 El señor Cruz Ocampo, delegado de Chile, convino en ello.

Cuando se sometió a consideración de la Comisión I el Proyec-


to de Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima, el señor
Salvador Lara, delegado del Ecuador, volvió a hacer la misma pro-
posición que había formulado al debatirse el proyecto de Convenio
Complementario a la Declaración de Soberanía sobre la Zona Ma-
rina de 200 Millas. Pidió que se incorporara el concepto ya acorda-
do en la Declaración de Santiago. Esta propuesta fue aceptada y se
decidió recoger ese concepto en la nueva redacción del artículo 1
del convenio. Se incorporó, así, la referencia a la regla de excepción
de la Declaración de Santiago, que estableció una cláusula delimi-
tadora por el paralelo entre el Perú y el Ecuador. Pero esto se hizo,
evidentemente, en una redacción impropia e imperfecta. Ello ex-
plica por qué la redacción del artículo 1 hace referencia a “los dos
países”. ¿Por qué otra razón en un convenio entre tres países, un
concepto de especial importancia, en este caso la preexistencia de
un límite marítimo, se referiría nominalmente a “los dos países”? Si
esa frase se aplicase a los tres países signatarios, el artículo 1 habría

385 Ibíd.

386 Ibíd.

328
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

sido redactado de otra manera. Se habría utilizado las expresiones


“de los países signatarios”, “de los tres países” u otra equivalente.

La redacción, como se ha dicho, es imperfecta ciertamente,


pero a partir de su análisis en función del contexto, el objeto y el
fin del convenio, así como tomando en cuenta el proceso de elabo-
ración de la norma, parece claro que la expresión imperfecta que
refiere al paralelo solo reitera lo expresado en el artículo IV de la
Declaración de Santiago; es decir, la excepción relativa a una cláu-
sula delimitadora por el paralelo en el caso de la existencia de islas
que tiene lugar, exclusivamente en el caso peruano-ecuatoriano.
Ello explica asimismo que la redacción imperfecta del artículo 1 del
convenio aluda al límite marítimo entre “los dos países”, es decir,
Perú y Ecuador.

El renombrado jurista peruano Alberto Ulloa, que presidió la


delegación del Perú a la primera conferencia, ejerció el cargo de
presidente de la Comisión Jurídica en la primera Conferencia en
1952 y fue uno de los redactores del artículo IV de la Declaración
de Santiago, confirma esta interpretación en su obra Derecho Inter-
nacional Público, editada en Madrid, en 1957, a solo tres años de
la negociación y aprobación del Convenio de 1954 y a cinco de la
propia Declaración de Santiago, que la referencia al paralelo está
vinculada al caso del Perú y Ecuador:

“Otro Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima, es-


tablece una Zona Especial, a partir de las 12 millas marinas de la
costa, con diez millas marinas de ancho a cada lado del paralelo que
constituye el límite marítimo entre dos de los países signatarios [el
resaltado es del autor]”.387

De esta manera una cuarta conclusión es que la voluntad de


las partes era sólo reiterar la salvaguardia para considerar la cir-
cunstancia especial de la existencia de islas ecuatorianas a menos

387 Ulloa, ob. cit., p. 555.

329
La Soberanía marítima deL Perú

de 200 millas de la proyección de la zona marítima del Perú en el


área fronteriza con el Ecuador.

Esta interpretación es, además, coherente con el propio artí-


culo cuarto del convenio de 1954 que, como se ha visto, dictamina
que ninguna de sus disposiciones puede modificar o suprimir las
regulaciones establecidas en la Declaración de Santiago, entre ellas,
obviamente, el artículo IV relativo a la cláusula delimitadora de ex-
cepción, para el caso peruano-ecuatoriano. Sin embargo, aun en
la hipótesis negada de que el convenio hubiese hecho referencia
a una delimitación inexistente, ello no podría reputarse como acto
constitutivo de un límite que no existe. Como bien apunta Agüero:
“(…) debe precisarse que el hecho de que un tratado haga referen-
cia a una situación irreal no significa en modo alguno que por virtud
de ese convenio las partes le otorguen existencia. Así como un tra-
tado que hipotéticamente versara sobre el régimen de condominio
de dos Estados sobre una isla cuya presencia se asume equivocada-
mente no otorgaría existencia a la isla, del mismo modo un tratado
que mencionara como supuesto un determinado límite convenido
entre dos Estados, no crearía dicho límite”.388

El Convenio de 1954 no entró en vigor sino trece años después


de su suscripción, en 1967, cuando Chile depositó el instrumento
de ratificación. En este no se hace ninguna referencia al límite ma-
rítimo ni se tipifica el convenio como tratado relativo a los límites
marítimos, sino en concordancia con su objeto y finalidad como un
convenio que establece un sistema de exención de sanciones a las
pequeñas embarcaciones artesanales.389 En el lapso de esos trece
años, entre 1952 y 1967, la pesca fronteriza artesanal no se rigió
por ningún convenio bilateral.

388 Marisol Agüero, ob. cit., p. 272.

389 Nota número 20664, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile a la Secretaría General de la
Comisión Permanente del Pacífico Sur, 11 de octubre de 1977.

330
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Como ya se explicó, el sistema se creó y organizó durante la


Primera Conferencia sobre Explotación y Conservación de las Ri-
quezas Marítimas del Pacífico Sur, que tuvo lugar en Santiago de
Chile entre el 11 y 19 de agosto de 1952. En esa oportunidad se
aprobó la Declaración de Santiago y se creó la Comisión Permanen-
te de la Conferencia, como decisiones principales. Los instrumentos
que se aprobaron durante la primera conferencia, denominados
Acuerdos de Santiago, pasaron a ser referentes constitutivos del
sistema, razón por la cual las partes resolvieron que todo tratado,
acuerdo o declaración posterior debería guardar estricta concor-
dancia y no modificar, ni por vías de interpretación, lo dispuesto en
los convenios constitutivos del sistema. Estos son:

a. La Declaración de Santiago.
b. La Resolución sobre Organización de la Comisión Perma-
nente de la Conferencia sobre Explotación y Conservación
de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur.
c. La Declaración Conjunta Relativa a los Problemas de la
Pesquería en el Pacífico Sur.
d. El Reglamento para las Faenas de Caza Marítima en las
Aguas del Pacífico Sur.

La cláusula pétrea de protección e intangibilidad de las dispo-


siciones de estos instrumentos jurídicos fue introducida en todos
los convenios y acuerdos suscritos en la Segunda Conferencia sobre
Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico
Sur, realizada en Lima, en diciembre de 1954. El compromiso de las
partes fue que ningún convenio o instrumento jurídico posterior a
los Acuerdos de Santiago debía oponerse o modificar las disposicio-
nes contenidas en los citados acuerdos. La cláusula de intangibili-
dad se redactó de la siguiente manera:

“Todo lo establecido en el presente Convenio se entenderá ser


parte integrante complementaria y que no deroga las resoluciones

331
La Soberanía marítima deL Perú

y acuerdos adoptados en la Conferencia sobre Explotación y Con-


servación de las riquezas Marítimas del Pacífico Sur, celebrada en
Santiago de Chile, en agosto de 1952”.

Esta cláusula pétrea fue introducida con la misma redacción


en todos los convenios aprobados durante la Segunda Conferen-
cia sobre Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del
Pacífico Sur. Está contenida en el artículo 5 del Convenio Comple-
mentario a la Declaración de Santiago390, el artículo 9 del Convenio
sobre Sistema de Sanciones391 , el artículo séptimo del Convenio
sobre Medidas de Vigilancia y Control de las Zonas Marítimas de los
Países Signatarios392, el artículo 8 del Convenio sobre Otorgamiento
de Permisos para la Explotación de las Riquezas del Pacífico Sur393 y
el artículo 3 de la Convención sobre la Reunión Ordinaria Anual de
la Comisión Permanente del Pacífico Sur394 y en el artículo cuarto
del propio Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima395.

La Declaración de Santiago de 1952 y el Convenio sobre Zona


Especial Fronteriza Marítima de 1954, como se ha señalado, no son
tratados de límites porque no contienen una cláusula delimitado-
ra ni han trazado los límites marítimos entre los dos países. Ello re-
fuerza el criterio de que ambos instrumentos jurídicos son denun-
ciables en toda su extensión y sin excepción alguna en relación con
todas y cada de sus cláusulas. Los tratados de límites, por el contra-
rio, por su naturaleza, son perpetuos y no pueden ser denunciados.

390 Cf. Convenio complementario a la Declaración de Santiago, art. 5, en: Ministerio de Relaciones Exte-
riores del Perú, Instrumentos internacionales sobre derecho del mar, Lima, 1971, p.156.

391 Cf. Convenio sobre Sistema de Sanciones, art. 9, ibíd., p. 158.

392 Cf. Convenio sobre Medidas de Vigilancia y Control de las Zonas Marítimas de los Países Signatarios,
art. 7, ibíd., pp. 160-161.

393 Cf. Convenio sobre Otorgamiento de Permisos para la Explotación de las Riquezas del Pacífico Sur, art.
8, ibíd., pp. 162-163.

394 Cf. Convención sobre la reunión ordinaria anual de la Comisión Permanente del Pacífico Sur, art. 3,
ibíd., p.164.

395 Cf. Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima, art. 4, ibíd., pp.165-166.

332
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Los tratados normalmente contienen cláusulas de extinción


de sus obligaciones y de su denuncia. Cuando no existe esta dis-
posición, el Derecho internacional reputa que el tratado tiene una
vigencia ilimitada, salvo que la intención de las partes hubiese sido
manifestada en sentido contrario o que de su propia naturaleza se
derivara la posibilidad de denunciar el tratado. Así, la Convención
de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969, en su artículo 56,
establece como regla:

“Un tratado que no contenga disposiciones sobre su termina-


ción ni prevea la denuncia o el retiro del mismo, no podrá ser obje-
to de denuncia o de retiro a menos que:

a) que conste que fue intención de las partes admitir la posi-


bilidad de denuncia o de retiro: o
b) Que el derecho de denuncia o de retiro pueda inferirse de
la naturaleza del tratado396”.

Esta norma no se aplica, evidentemente, a los tratados de lí-


mites, pues por su propia naturaleza son perpetuos y no denun-
ciables. Consecuentemente, el Derecho internacional reputa que
todo tratado de límites, por efecto del principio de intangibilidad y
estabilidad de las fronteras, no puede ser objeto de denuncia y que
la voluntad de las partes siempre ab initio e ipso jure se expresa en
ese sentido.

Tanto la Declaración de Santiago de 1952 como el Convenio


sobre Zona especial Fronteriza Marítima de 1954 son susceptibles
de denuncia conforme a la voluntad de las partes. Ello refuerza el
criterio de que no constituyen tratados de límites. Pero dada su na-
turaleza provisional, en un caso de reivindicación de una zona de
200 millas y en el otro de establecimiento de una zona marítima
fronteriza especial en la que se exime de sanciones a las pequeñas

396 Cf. Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, U.N. Doc A/CONF.39/27 (1969), 1155 U.N.T.S.
331, 23 de mayo de 1969, art. 56.

333
La Soberanía marítima deL Perú

embarcaciones artesanales también por su naturaleza temporal,


son denunciables conforme al artículo 56, inciso b de la Convención
de Viena. Más aun, lo son también de conformidad con el inciso
a), el cual establece como condición “que conste que fue intención
de las partes admitir la posibilidad de denuncia o de retiro”.397 Las
partes, en este caso, el Perú, Chile y Ecuador, dejaron constancia
inequívoca de que su intención era celebrar tratados denunciables,
en el proceso de elaboración de las normas del Sistema del Pacífico
Sur, durante la realización de la Segunda Conferencia sobre Explo-
tación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur.
En la segunda sesión de la Comisión I, de la Segunda Confe-
rencia sobre Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas
del Pacífico Sur, el secretario de la comisión permanente, señor
Ruiz Bourgeois, quien había sido delegado de Chile en la primera
conferencia (Santiago de Chile, 1952), hizo uso de la palabra en
circunstancias en que se debatía el Convenio complementario a la
Declaración de soberanía sobre la zona marina de 200 millas. Ruiz
Bourgeois recordó a todos los delegados y al presidente, el señor
Alfonso Bulnes de Chile, que el artículo 5 de dicho convenio, el re-
ferido a la cláusula pétrea, estaba relacionado con el artículo 6 del
convenio sobre la organización de la comisión permanente, el cual
forma parte de los Acuerdos de Santiago de 1952. Este artículo 6 es-
tablecía que “cualquiera de las Partes puede desahuciar este Con-
venio dando un aviso a las otras partes con anticipación de un año
calendario completo”.398

El señor Ruiz Bourgeois señaló que esta cláusula de denuncia


(desahucio), contenida en el artículo 6 del convenio sobre la comi-
sión permanente, se aplicaba a todos los convenios que se suscri-
bieron en Santiago, como la Declaración de Santiago, y por ende,
su validez se extendía a todos los acuerdos a firmarse en Lima du-

397 Ibíd.

398 Cf. Segunda Conferencia sobre Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur,
Comisión I, acta de la primera sesión, 2 de diciembre de 1952.

334
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

rante la segunda conferencia, incluido evidentemente el convenio


sobre zona especial fronteriza marítima. El acta respectiva recogió
de la siguiente manera la intervención del Sr. Ruiz Bourgeois:

“El señor Ruiz, Secretario de la Comisión Permanente aclara


que el artículo 5 del Convenio en discusión está vinculado al artícu-
lo 6 de la resolución sobre organización de la Comisión permanente
que forma parte de los Acuerdos de Santiago de 1952. Este artículo
autoriza a las partes a desahuciar el Convenio con un año de aviso
y debe entenderse que se extiende a los otros tres Acuerdos de
Santiago, y en virtud del artículo 5 del Convenio Complementario,
y de los artículos similares que figuran en los demás Convenios, se
extenderá a todos los Acuerdos que se firmen en Lima”.399

Terminada la intervención del Señor Ruiz Bourgois, ninguno de


los delegados presentes objetó la interpretación en el sentido de
que, por efecto de la cláusula pétrea, todos los convenios aproba-
dos en la Segunda Conferencia sobre Explotación y Conservación de
las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur, incluido el Convenio sobre
zona especial fronteriza marítima, al igual que los aprobados dos
años antes en Santiago de Chile, se regían por el procedimiento de
desahucio (denuncia) contenido en el artículo 6 del Convenio sobre
la organización de la Comisión Permanente del Pacífico Sur. El acta
correspondiente se aprobó en esos términos.

De esta manera, quedó establecido que la voluntad de las par-


tes fue aplicar a todos los convenios aprobados durante la primera
y segunda conferencia, incluidos la Declaración de Santiago de 1952
y el Convenio de Zona Especial, la cláusula de denuncia contenida
en el artículo 6 del Convenio sobre la organización de la Comisión
Permanente del Pacífico Sur.

Si en la intención o en la comprensión de los delegados a la


segunda conferencia del Pacífico Sur hubiese estado considerar

399 Ibíd.

335
La Soberanía marítima deL Perú

al Convenio de 1954 y, antes, a la Declaración de Santiago como


convenios de límites marítimos, se habría rechazado la cláusula de
denuncia o por lo menos se le habría excluido de los artículos per-
tinentes.

2.4. El acuerdo de 1968 para construir torres o señales dirigidas a


orientar a las pequeñas embarcaciones pesqueras en la zona
especial y sus documentos complementarios

El Gobierno de Chile hace referencia y toma en cuenta, en su


argumentación a favor de la supuesta existencia de un límite marí-
timo, como complementaria a la Declaración de Santiago de 1952
y al Convenio de Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954, una
documentación que denomina “las Actas de 1968 y 1969”.

Esta denominación es errónea. No es exacta. En realidad se


trata de un informe400 técnico, de un nivel subalterno, y de un acta
de levantamiento de las incidencias del trabajo de campo de una
delegación mixta de carácter técnico.

En el primer caso, se hace referencia al informe que presen-


taron los técnicos del Perú y Chile el 26 de abril de 1968 con las
recomendaciones para el establecimiento de las torres o señales de
orientación, que permitieran guiar a las pequeñas embarcaciones
pesqueras en la zona especial fronteriza. Nada de lo que contiene
este informe constituye una obligación jurídica entre los estados.
Este documento no es un acta ni en su contenido ni en su forma.
Es simplemente un informe o memorando que recoge una opinión
que los técnicos presentan a sus respectivos gobiernos, estricta-
mente sobre las características técnicas que tendrían las señales o
los faros.

El otro documento sí es un acta, también de naturaleza técni-


ca, elaborada el 22 de agosto de 1969 por la comisión mixta perua-

400 Informe de los representantes de Perú y Chile, Ing. Alejandro Forcé Petit y Jorge Velando Ugarteche,
26 de abril de 1968.

336
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

no-chilena, designada con la misión de verificar la posición geográ-


fica primigenia del Hito Nº1 de la frontera común, así como ubicar
el posicionamiento de las marcas o señales de orientación que los
gobiernos decidieron establecer. Esta acta tampoco establece obli-
gaciones jurídicas para los estados.

Se ha dado mucha difusión a estos documentos, al tiempo que


no se ha hecho público el acuerdo diplomático que les dio origen,
del cual constituyen solo elementos técnicos derivados. Este acuer-
do diplomático, concertado a través de un intercambio de notas del
6 de febrero y el 8 de marzo de 1968, estableció la decisión con-
junta del Perú y Chile para la fijación de torres, faros o señales que
orientasen las faenas de las pequeñas embarcaciones pesqueras en
la zona especial fronteriza marítima.

Todos estos entendimientos se originan en hechos y decisio-


nes ajenos a una inexistente voluntad de las partes para “materiali-
zar la frontera marítima”. El análisis de la documentación que inter-
cambiaron Perú y Chile es categórico al respecto.

A. El acuerdo establecido por el intercambio de notas del 6 de


febrero y 8 de marzo de 1968

Este acuerdo fue establecido por un intercambio de notas en-


tre el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú y la Embajada de
Chile.

El Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú el 6 de febrero


de 1968, remitió al Encargado de Negocios de Chile, José Oyarzun
González, la nota Nº 6-4-9, en la que le informaba que, luego de
conversaciones sostenidas con el Embajador Fabio Pío Valdivieso y
el Coronel Alejandro García, Director de Fronteras del Estado y Jefe
del Departamento de Límites de la cancillería chilena, respectiva-
mente, el gobierno peruano consideraba:

“(…) conveniente que se proceda a construir por ambos paí-


ses, postes o señales de apreciables proporciones y visibles a gran

337
La Soberanía marítima deL Perú

distancia, en el punto en el que la frontera común llega al mar, cerca


del Hito número Uno”.401

El texto de la nota es preciso y no presenta ambigüedad algu-


na. La cancillería peruana propuso construir postes o señales en el
punto en el que la frontera llega al mar, cerca del Hito Nº 1 con la
finalidad de orientar a las pequeñas embarcaciones y evitar los in-
cidentes pesqueros. No hay ninguna referencia a la supuesta insta-
lación de hitos que demarquen o materialicen la frontera marítima,
lo que además es un imposible técnico. De la misma manera, en la
nota peruana hay una comprensión y una referencia explícita a la
diferenciación existente entre el punto final de la frontera terrestre
(“en el punto en el que la frontera común llega al mar”) y el punto
en el que por convención ambas partes erigirían las señales para los
pescadores (“cerca del hito número uno de la frontera”).

El Gobierno de Chile respondió afirmativamente, aceptando la


propuesta peruana y reiterando así su naturaleza y fin. La respuesta
se hizo llegar al Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú a través
de la nota (J) 6-4/19, del 8 de marzo de 1968, dirigida al Ministro
de Relaciones Exteriores del Perú, suscrita por el Encargado de Ne-
gocios de Chile, Francisco José Oyarzun González, quien transmite
la conformidad y acuerdo del Gobierno de Chile con la propuesta
de erigir las señales para orientar a los pescadores en los siguientes
términos:

“Tengo el honor de dar respuesta a la atenta nota de Vuestra


Excelencia (…) de fecha 6 de febrero pasado, por medio de la cual me
comunica que, a raíz de las conversaciones celebradas en Lima por
las autoridades peruanas y chilenas de fronteras y límites, se llegó a
establecer la conveniencia de que se proceda a construir por ambos
países, postes o señales de apreciables proporciones y visibles a gran
distancia, en el ’punto en el que la frontera común llega al mar, cer-
ca del Hito número Uno’ [el resaltado es del autor].

401 Nota Nº 6-4-9 del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú a la Embajada de Chile en Lima, 6 de
febrero de 1968.

338
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Sobre este particular, puedo informar a Vuestra Excelencia


que mi gobierno estima aceptable vuestra proposición, para que
dicha reunión de técnicos peruanos y chilenos se lleve a efecto en
el Hito número Uno, en la fecha y hora que disponga Vuestra Exce-
lencia (…)”.402

En su comunicación, la Embajada de Chile acepta en todos sus


términos y con la misma redacción la propuesta peruana que pasa
a constituirse en el objeto del acuerdo establecido a través del in-
tercambio de notas, es decir:

“(…) que se proceda a construir por ambos países, postes o


señales de apreciables proporciones y visibles a gran distancia, en
el punto en el que la frontera común llega al mar, cerca del Hito
número Uno”.403

En ninguna de las notas cursadas por los dos países, en las que
acuerdan el objeto y la naturaleza jurídica de las torres o los faros
de enfilamiento, se hace referencia a la delimitación marítima, a
la materialización del límite marítimo o a la colocación de señales
que delimiten las respectivas soberanías en relación con sus mares
adyacentes.

La naturaleza jurídica del acuerdo que emana del intercam-


bio de las notas citadas corresponde a una iniciativa para construir
señales, marcas o faros que guiaran u orientasen a los pescadores
artesanales a fin de evitar los continuos incidentes de una y otra
parte. El objeto del acuerdo es erigir las ya citadas señales cerca del
punto en el que la frontera terrestre llega al mar, específicamente
en las proximidades del Hito Nº 1.

402 Nota del 8 de marzo de 1968, dirigida por la Embajada de Chile en Lima al Ministerio de Relaciones
Exteriores del Perú.

403 Nota J) 6-4/19, del 8 de marzo de 1968, dirigida por la Embajada de Chile en Lima al Ministerio de
Relaciones Exteriores del Perú, párrafo 1; nota número 6-4-9 del Ministerio de Relaciones Exteriores
del Perú a la Embajada de Chile, 6 de febrero de 1968.

339
La Soberanía marítima deL Perú

Del intercambio de notas se deriva también que ambas par-


tes tenían una clara certidumbre del punto de inicio de la frontera
marítima (“el punto en el que la frontera marítima llega al mar”,
registrado con la misma redacción tanto en la nota peruana como
en la chilena), así como el punto en el que se deberían emplazar las
torres de orientación (“cerca del hito número uno”).

La intención y decisión manifiesta del Perú era erigir faros que


ayudasen a la orientación de las embarcaciones artesanales. Esta
determinación está claramente referida en las comunicaciones que
dirige al Gobierno de Chile. En ellas se diferencia claramente el lími-
te terrestre del punto en el que se construirían los faros de enfila-
miento para guiar a los pescadores: “(…) que se proceda a construir
por ambos países, postes o señales de apreciables proporciones y
visibles a gran distancia, en el punto en el que la frontera común
llega al mar, cerca del Hito número Uno”.

Los términos del acuerdo guardan estricta coherencia con los


antecedentes que le dieron origen. El 22 de diciembre de 1964 el
Embajador del Perú en Santiago entregó al Director General del
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile una relación detallada
de las lanchas pesqueras chilenas que realizaban faenas de pesca
irregulares en la costa peruana. Anunció también que en el futuro
las autoridades peruanas detendrían y sancionarían a los infracto-
res.404

El 26 de mayo de 1965 la Embajada del Perú volvió a presentar


un memorando que expresaba “la viva preocupación del Gobierno
del Perú por las continuas incursiones a su litoral de lanchas pes-
queras chilenas”405. Denunció, asimismo, nuevos actos de violación
de aguas territoriales peruanas cometidos el 27 de abril de ese año

404 Embajada del Perú en Santiago de Chile, memorando dirigido al Ministerio de Relaciones Exteriores
de Chile del 22 de diciembre de 1964.

405 Embajada del Perú en Santiago de Chile, memorando dirigido al Ministerio de Relaciones Exteriores
de Chile del 26 de mayo de 1965.

340
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

por cinco embarcaciones chilenas, las cuales fueron identificadas


en el momento en que realizaban faenas ilegales frente a la playa
de La Yarada.

En esa misma comunicación diplomática, el Gobierno del


Perú, a través de su Embajador en Santiago, propuso al Gobierno
de Chile:

“(…) como medio para prevenir la repetición de estos hechos,


la conveniencia de que ambos países construyan, en la zona ribere-
ña que les corresponde, un faro cada uno, a no más de cinco kiló-
metros de la zona fronteriza”.

Y añadió que:

“(…) en caso de que esta propuesta fuese aceptada por el


gobierno chileno, se iniciarían conversaciones de carácter técnico
para concretarla a la mayor brevedad posible”.406

El 3 de diciembre de 1965 el embajador peruano realizó una


vez más una gestión similar; expresó que la preocupación reiterada
de su gobierno “por estos actos cometidos por naves procedentes
de un país que comparte la misma posición de defensa de la zona
marítima”.407

En esta nota aparece por primera vez, en 1965, la idea perua-


na de colocar alrededor de cinco kilómetros de la línea de fronte-
ra (se trata de la frontera terrestre) dos faros de enfilamiento que
ayudasen a solucionar la enojosa situación de la continua presencia
ilegal de embarcaciones pesqueras chilenas en el litoral peruano.

Una vez establecido el acuerdo para instalar las torres o los


faros que orientasen a las pequeñas embarcaciones, ambas can-

406 Ibíd.

407 Embajada del Perú en Santiago de Chile, memorando dirigido al Ministerio de Relaciones Exteriores
de Chile del 3 de diciembre de 1965.

341
La Soberanía marítima deL Perú

cillerías iniciaron consultas informales para proceder a ejecutarlo.


Con esa finalidad, decidieron enviar una misión técnica al terreno
para que se hiciera una inspección in loco.

En consultas informales entre las cancillerías se decidió que


las marcas, señales o faros se construirían en ambos territorios, en
puntos alineados en la dirección del paralelo que cruza el Hito Nº
1 de la frontera terrestre. La referencia al hito Nº 1 es meramente
convencional. Se pudo haber ubicado otro punto, pero el Hito Nº1
era la solución más práctica, pues constituía el mojón más cercano
al término de la frontera terrestre en el arco que confluye con la
orilla del mar. Otro argumento era que ese hito, al ser el más cer-
cano al punto en que la frontera llega al mar, tenía ya una localiza-
ción establecida por la Comisión Mixta Demarcadora de Límites en
1930. Ello facilitaba el trabajo, pues restaba simplemente confirmar
la ubicación del hito, contrastándola con las coordenadas estableci-
das en las actas de la comisión demarcadora. Ello era indispensable,
pues se tenía la información de que los restos del hito, que había
sido destruido, podrían estar situados en un punto distinto de su
emplazamiento original.

Para certificar el posicionamiento del Hito Nº 1, ambos go-


biernos designaron al personal técnico correspondiente para que
confirmaran su ubicación en el terreno, de conformidad con las
coordenadas de latitud y longitud establecidas en el acta de 1930
de la Comisión Demarcadora de los Límites Terrestres. Los equipos
técnicos fueron designados bajo la jefatura del ingeniero Alejandro
Forch Petit en el caso de Chile y del ministro Jorge Velando Ugarte-
che en el caso del Perú.

342
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

B. Las instrucciones a los técnicos encargados de ubicar la posi-


ción del Hito Nº 1 de la frontera terrestre y estudiar la factibi-
lidad de erigir faros que orientasen a las pequeñas embarca-
ciones pesqueras

Ambos gobiernos elaboraron y entregaron a sus técnicos ins-


trucciones idénticas para ubicar la posición del Hito Nº 1 y estudiar
la factibilidad de instalar las torres de señalamiento en el terreno.

El pliego de instrucciones a los técnicos peruanos, fechado el


15 de abril de 1968, señala de manera inequívoca que el objeto de
su misión era:

“estudiar la instalación de marcas de enfilación que señalen la


ubicación del Hito número Uno de dicha frontera”.408

El objeto de la misión de ambas comisiones técnicas no era


trazar una supuesta frontera marítima. Se trató única y exclusiva-
mente de establecer la ubicación del Hito Nº1 de la frontera terres-
tre, con la finalidad posterior de construir en sus inmediaciones las
torres o señales dirigidas a orientar a las pequeñas embarcaciones
pesqueras, señalando su ubicación. No existe ninguna referencia
a trazar una frontera marítima, aspecto este totalmente ajeno a la
naturaleza y finalidad de la decisión adoptada por los gobiernos.

Las instrucciones específicas ratifican plenamente este enten-


dimiento, y no dejan dudas para la interpretación:

“1. Estudiar sobre el terreno, conjuntamente con la delegación


chilena, los lugares más adecuados para construir postes de
enfilación, visibles desde el mar, destinados a señalar la ubi-
cación del Hito Nº1, denominado “orilla del mar”.

408 Instrucciones para la delegación del Perú que se reunirá en la frontera peruano-chilena con la dele-
gación de ese país para estudiar la instalación de marcas de enfilación que señalen la ubicación del
Hito Nº 1 de dicha frontera. Lima, 15 de abril de 1968.

343
La Soberanía marítima deL Perú

2. Acordar el sistema de señales con que contarán los pos-


tes, que consistirán en estructuras que puedan ser torres,
armazones o columnas.

3. Acordar el sistema de mantenimiento y conservación de


los postes y señales.

4. La delegación peruana propondría lo siguiente:

a. Colocación de postes o marcas de enfilación, en un nú-


mero de dos, sobre la línea imaginaria que materializa
el paralelo que atraviesa el Hito número Uno denomi-
nado `orilla del mar´.
b. Que dichas estructuras contengan, además de las mar-
cas para la identificación diurna, luces cuya visibilidad
no sea menor de cinco millas, para la identificación
nocturna; y reflectores de radar convenientemen-
te dispuestos para la localización en todo el tiempo
(…)”.409

Es importante precisar que en el ítem 4a. de las instrucciones


se indica que la ubicación de las marcas o los postes de señales se
hará en la línea imaginaria en el terreno, lo cual materializa el pa-
ralelo que atraviesa el Hito Nº 1. Todo paralelo está materializado
por una línea imaginaria. En este caso, para que los postes estén
enfilados debían ubicarse ambos sobre esa línea imaginaria en el
terreno. Este concepto es absolutamente ajeno y distinto de la ma-
terialización de un límite marítimo y más aun a la materialización
del límite marítimo jurisdiccional entre los dos estados. Se trataba
simplemente de ubicar los postes en la línea imaginaria que corres-
ponde al paralelo del Hito Nº 1 para que las señales proyectadas en
esa dirección se alinearan y orientaran a las embarcaciones artesa-
nales respecto de su ubicación.

409 Ibíd.

344
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

C. El informe del 26 de abril de 1968 elaborado por las comisio-


nes técnicas que estudiaron en el terreno la factibilidad de la
instalación de las torres o faros de señalización

El 26 de abril de 1968 se reunieron las delegaciones técnicas


en el terreno para estudiar la instalación de las señales que orien-
tasen las actividades pesqueras. Luego del trabajo de campo, los
jefes de las delegaciones técnicas firmaron un informe o memoran-
do conjunto. A este informe, el Gobierno de Chile denomina inde-
bidamente “Acta de 1968”. Esta denominación es incorrecta, pues
solo se trata de un relatorio sucinto con recomendaciones dirigidas
a los gobiernos. En el texto de este informe se consignó el siguiente
párrafo:
“(…) acordaron elaborar el presente documento que se rela-
ciona con la misión que les ha sido encomendada por sus respec-
tivos gobiernos en orden a estudiar en el terreno mismo la instala-
ción de marcas de enfilación visibles desde el mar, que materialicen
el paralelo de la frontera marítima que se origina en el Hito número
Uno”.410

Por primera vez aparece la expresión “que materialicen el


paralelo de la frontera marítima que se origina en el Hito número
Uno”. Se trata de una redacción errónea y ambigua de los técnicos
que “(…) acordaron elaborar el presente documento que se relacio-
na con la misión que les ha sido encomendada por sus respectivos
gobiernos”. Como se ha visto, el acuerdo de 1968, que establece la
misión de los técnicos y las instrucciones que recibieron, no hace
ninguna referencia a la “materialización del límite marítimo”. Dicho
acuerdo se refiere a la “colocación de postes o marcas de enfilación,
en un número de dos, sobre la línea imaginaria que materializa el
paralelo que atraviesa el Hito número Uno denominado ‘orilla del
mar’”.

410 Informe de las delegaciones técnicas de Perú y Chile que estudiaron la factibilidad de emplazar to-
rres o señales que orienten a las pequeñas embarcaciones pesqueras, 26 de abril de 1968.

345
La Soberanía marítima deL Perú

En el contexto y fin del acuerdo de 1968 y de las instrucciones


recibidas por los técnicos, resulta claro que esa expresión alude a la
colocación de los postes o las marcas de enfilación “sobre la línea
imaginaria que materializa el paralelo que atraviesa el Hito núme-
ro Uno”. Los técnicos se refieren a esta finalidad de su misión con
una redacción manifiestamente impropia y ambigua. El objeto de
su tarea técnica fue la colocación de postes en una ubicación de-
terminada; esa ubicación es la línea imaginaria que materializa el
paralelo que pasa por el Hito Nº 1, de tal manera que los postes,
uno ubicado en territorio peruano y el otro en territorio chileno,
estuvieran enfilados con la línea imaginaria que materializa el para-
lelo que pasa por el Hito Nº 1.

Darle otra interpretación a esta expresión sería contrario al


objeto y fin de la misión de los técnicos. Más aun, ellos no tenían
capacidad ni potestad para expresar siquiera opiniones sobre la
frontera marítima a nombre de sus gobiernos.

Finalmente, como se ha indicado, se trata de un documento


técnico que no genera derecho ni obligaciones y que contiene el
relatorio de los técnicos, en este caso con un párrafo redactado de
manera ambigua y equívoca, pero que no deja dudas cuando se
le contrasta con la misión que se les encomendó y con el acuerdo
suscrito por los dos gobiernos que establecía el objeto de la citada
misión.

La frase “que materialicen el paralelo de la frontera marítima


que se origina en el hito número uno” indica que lo que se va a
materializar es el paralelo que se origina en el Hito Nº 1. No que
la frontera se inicia en el Hito Nº 1. Esta interpretación gramatical,
literal y unívoca, es concordante con el objeto y fin del acuerdo. La
interpretación inversa en el sentido de que la frontera marítima se
origina en el Hito Nº 1, no corresponde a la expresión gramatical y
es contraria al objeto y finalidad del acuerdo. Como ya se ha seña-
lado, las reglas de interpretación de los tratados indican que frente

346
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

a dos interpretaciones de un mismo texto se debe adoptar aquella


que es congruente con el objeto y el fin del acuerdo. Esto ha sido
ratificado por la Corte Internacional de Justicia.

La intención de las partes fue materializar el paralelo que se


origina en el Hito Nº 1 de manera congruente y concordante con
las notas que dieron origen al acuerdo y con las propias instruc-
ciones de la delegación del Perú (“Colocación de postes o marcas
de enfilación, en un número de dos, sobre la línea imaginaria que
materializa el paralelo que atraviesa el Hito número Uno denomi-
nado ‘Orilla del mar’”). La expresión “frontera marítima”, además,
no está utilizada como línea de delimitación de soberanías, materia
ajena al entendimiento de instalar los faros para evitar los inciden-
tes pesqueros, sino como zona de frontera, o área de frontera, en
el sentido del área especial fronteriza marítima acordada en el Con-
venio de 1954. Y ello es congruente si se considera que los técnicos
debían, necesariamente, tener en mente la zona de permisión de
las actividades de las pequeñas embarcaciones pesqueras.

De la interpretación sistemática de las notas intercambiadas


por ambos países, las instrucciones de la delegación del Perú y la
propia materia u objeto del informe que se comenta, es eviden-
te que la tarea encomendada a las delegaciones, como se señala
en las instrucciones y en las notas, era materializar el paralelo que
pasa por el Hito Nº 1 como un elemento referencial para instalar y
enfilar las señales o marcas a construir en cada uno de los territo-
rios en las proximidades del mar.

D. El acta que recoge el resultado de los trabajos técnicos sobre


el terreno

Esta interpretación se corrobora con el propio texto del acta


que da cuenta de la finalización de los trabajos: el acta del 22 de
agosto de 1969.

347
La Soberanía marítima deL Perú

En ella se señala nuevamente el cometido de las delegaciones


técnicas, es decir, verificar el posicionamiento del Hito Nº 1 de la
frontera común (terrestre), un punto convencional de esa frontera,
el más cercano al mar, para a partir de ese referente, determinar los
puntos de ubicación de las señales a construirse para orientar, provi-
sionalmente, las actividades de las pequeñas embarcaciones pes-
queras. Sin embargo, se mantiene la expresión en el texto “para
señalar el límite marítimo”, que en este caso no puede sino refe-
rirse al correspondiente a la zona marítima especial de exención
de sanciones a favor de las pequeñas embarcaciones pesqueras.
Es decir, a la línea de referencia que se utilizó para proyectar 10
millas al sur y 10 millas al norte y así configurar el perímetro de la
zona especial de exención.

“Los Representantes del Perú y Chile, que suscriben desig-


nados por sus respectivos gobiernos con el fin de verificar la posi-
ción geográfica primigenia del Hito de concreto número Uno (N°
1) de la frontera común, y de fijar los puntos de enfilación que han
acordado instalar ambos países para señalar el límite marítimo y
materializar el paralelo que pasa por el citado Hito número Uno,
situado en la orilla del mar (…)”.411

El análisis literal del texto confirma que el acto de “materia-


lizar” está referido al paralelo que pasa por el Hito Nº 1, con la
finalidad de ubicar en esa posición las señales o marcas de enfi-
lamiento, y no a “demarcar” una supuesta línea de delimitación
marítima. La necesidad de ubicar el paralelo del Hito Nº 1 era una
consecuencia del acto material de la verificación de su posición
geográfica primigenia, conforme a las actas de la Comisión De-
marcadora de 1930, así como de la decisión de ambos gobiernos
de ubicar las dos señales para los pescadores en una línea enfilada
a través de la línea imaginaria de ese paralelo. No tenía relación
alguna con la supuesta delimitación marítima jurisdiccional a tra-

411 Acta del 22 de agosto de 1969.

348
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

vés del paralelo que cruza el Hito Nº 1, que por lo demás no po-
dría ser establecida por personal técnico en una labor de campo.
Asimismo, es importante destacar que el objeto de su misión, re-
ferida por los técnicos en la redacción imperfecta del acta, difiere
del que le asignaron los gobiernos a través del acuerdo de 1968 y,
entre ambos, evidentemente prima el acuerdo formal de los go-
biernos. Esto queda demostrado en la documentación pertinente:

“Como un medio de prevenir estos hechos [la violación de


aguas territoriales del Perú por embarcaciones chilenas], el Em-
bajador del Perú, en nombre de su gobierno, ha propuesto al de
Chile la conveniencia que ambos países construyan, en la zona
ribereña que les corresponde, un faro cada uno, a no más de cinco
kilómetros de la zona fronteriza”.412

“El Ministerio de Relaciones Exteriores ha tomado nota con


interés de la sugestión del gobierno del Perú, en el sentido de
instalar faros en la cercanía de la línea limítrofe internacional. Sin
embargo, una resolución de tal naturaleza sólo podría ser adop-
tada después de conocerse el criterio técnico pertinente (…)”.413

“(…) este Despacho estima, considerando lo tratado en la en-


trevista, que es conveniente que se proceda a construir por am-
bos países, postes o señales de apreciables proporciones y visi-
bles a gran distancia, en el punto en el que la frontera común llega
al mar, cerca del Hito número Uno”.414

“(…) a raíz de las conversaciones celebradas en Lima por las


autoridades peruanas y chilenas de fronteras y límites, se llegó a
establecer la conveniencia que se proceda a construir por ambos

412 Memorando peruano dirigido al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile del 26 de mayo de 1965.

413 Memorando del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile a la Embajada del Perú en Santiago, 4
de junio de 1965.

414 Nota del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú al Encargado de Negocios a.i. de Chile, 6 de
febrero de 1968.

349
La Soberanía marítima deL Perú

países, postes o señales de apreciables proporciones y visibles a


gran distancia, en el punto en el que la frontera común llega al
mar, cerca del Hito número Uno”.415

“(…) a) Colocación de postes o marcas de enfilación, en un nú-


mero de dos, sobre la línea imaginaria que materializa el paralelo
que atraviesa el Hito número Uno, denominado ‘orilla del mar’”.416

“Finalmente, en vista de que el paralelo Hito de concreto nú-


mero Uno que se proyecta materializar es el correspondiente a
la situación geográfica que para el Hito de concreto número Uno
señala el Acta suscrita en Lima el primero de agosto de 1930, los
Representantes sugieren se verifique por una Comisión Mixta la po-
sición de esta pirámide antes de la realización de los trabajos que
recomiendan”.417

“En la misma Estación Hito número Uno y con origen en X.3.


se midió con el Teodolito Wild T-2 número 24667 el ángulo de
54°11’30” (…) para determinar topográficamente el paralelo que
pasa por el Hito número Uno. Determinado el paralelo, se materia-
lizaron sobre esta línea los dos puntos donde se erigirán las torres
anterior y posterior de la enfilación: torre anterior, a 6.0 metros al
Oeste del Hito número Uno, en territorio peruano; torre posterior,
a 1843.8 metros (distancia medida con Geodímetro) al este del Hito
número Uno, en territorio chileno”.418

De la documentación sustantiva sobre la instalación de se-


ñales, faros o torres de enfilamiento que orientasen las faenas de
pesca de las pequeñas embarcaciones; el Acuerdo establecido por

415 Nota de la Embajada de Chile, del 8 de marzo de 1968, en que acepta la propuesta peruana para
instalar señales que orienten a las pequeñas embarcaciones en sus faenas de pesca.

416 Instrucciones para la delegación del Perú para los trabajos de campo, 15 de abril de 1968.

417 Informe de las delegaciones del Perú y Chile reunidas en el terreno para estudiar la factibilidad de la
instalación de las señales de orientación a las embarcaciones pesqueras, 26 de abril de 1968.

418 Acta del 22 de agosto de 1969.

350
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

el intercambio de notas de 1968, las instrucciones de 1968, el infor-


me de 1968 y el acta de 1969, así como de la interpretación de sus
disposiciones conforme al Derecho internacional, que obliga a in-
terpretar todo texto jurídico, no de manera aislada, sino como una
unidad, teniendo en cuenta su objeto y fin, derivan las siguientes
constataciones:

1. El informe de 1968 contiene las conclusiones y recomen-


daciones de un estudio técnico preliminar y el acta de
1969, un relatorio de los trabajos prácticos realizados en el
terreno con la finalidad de ejecutar el acuerdo concertado
por los gobiernos del Perú y Chile a través del intercambio
de notas del 6 de febrero y 8 de marzo de 1968. A través
de este acuerdo, los gobiernos del Perú y Chile decidieron
“construir por ambos países, postes o señales de aprecia-
bles proporciones y visibles a gran distancia, en el punto
en el que la frontera común llega al mar, cerca del hito
número Uno”. Es significativo que esta redacción haya sido
negociada y aprobada previamente por los dos países, ya
que está incluida como texto idéntico en la nota peruana y
en la chilena.
2. El objeto de la construcción de dichos postes o señales era
“lograr un aviso preventivo a las goletas pesqueras que
normalmente navegan en la zona fronteriza marítima”.419
3. El paralelo a materializar no fue el que supuestamente
correspondería a la delimitación marítima jurisdiccional
entre ambos países, sino aquel que ambas partes decidie-
ron utilizar como punto de referencia para la ubicación e
instalación de los postes o señales de enfilación, es decir,
“determinar topográficamente el paralelo que pasa por el
Hito número Uno”.

419 Nota de Chile del 29 de agosto de 1968.

351
La Soberanía marítima deL Perú

4. La utilización de las expresiones “frontera común”, “línea


de frontera” se refieren a la frontera terrestre, como se
deriva de la expresión literal de los textos.
5. Del mismo modo, el empleo de la expresión “límite marí-
timo”, en el contexto interpretativo de la unidad concep-
tual y gramatical de los textos y de la vinculación de esas
frases con el objeto y finalidad de los acuerdos, no pue-
de referirse sino al área fronteriza de la zona de exención
de sanciones y a la ubicación de los dos postes o señales
que, con carácter preventivo y provisional, debían orientar
a las pequeñas embarcaciones pesqueras en uno y otro
lado. Se trata de un referente espacial para configurar el
perímetro de la zona especial de exención de sanciones,
en función de dos puntos convencionales de la frontera
terrestre, constituidos por la ubicación de las dos señales
o postes de enfilación, uno en territorio peruano y otro
en territorio chileno. Es impropio y contrario a las reglas
de interpretación establecidas en la Convención de Viena
sostener que las señales físicas o eléctricas o el emplaza-
miento de estas, alineadas en función del paralelo del Hito
Nº 1, marcan o demarcan el límite marítimo jurisdiccional
entre los dos países.

La naturaleza jurídica de la torre de enfilación ubicada en te-


rritorio peruano, 6 metros al oeste del Hito Nº 1, es decir, con di-
rección a la orilla del mar, denominada “señal anterior” en las ac-
tas correspondientes, es exactamente la misma que la de la “señal
posterior”, ubicada en territorio chileno aproximadamente a 1,800
metros de la primera. Para establecer los postes o señales se pudo
ubicar cualquier punto de referencia en el territorio entre ambos
países, independientemente de los hitos de la frontera terrestre.
De hecho la intención inicial fue esa, por ello las notas ya aludi-
das de ambos países hacían referencia a su voluntad de colocar las
señales en las inmediaciones del hito número uno, “cerca del hito

352
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

número uno”. Lo que sucedió y era normal y usual desde el punto


de vista técnico y desde la perspectiva de la facilitación de los tra-
bajos de campo, fue que las consultas técnicas comprobaron que
el punto de referencia físico más fácil de utilizar para enfilar las se-
ñales, las torres o los faros en uno y otro territorio era el paralelo
que pasa por el hito N° 1, que es el mojón más próximo al límite
terrestre (la orilla del mar). Y como el tiempo había destruido su
base monumental, las comisiones técnicas decidieron primero que
era conveniente determinar la ubicación original del hito, así como
sus coordenadas, es decir, el paralelo en el que se encontraba, de
conformidad con las actas de la Comisión Demarcadora de 1930.
Ubicado el paralelo del hito, se enfilaron las marcas que lo tomaron
como referencia.

Los documentos aludidos, el informe de 1968 y el acta de


1969, por lo demás, no tienen la naturaleza jurídica de tratados
internacionales que generan derechos y obligaciones, sino de ins-
trumentos jurídicos que registran las ocurrencias de un trabajo de
campo específico.

2.5. La naturaleza antijurídica e inequitativa de la pretensión chile-


na de establecer la frontera a través del paralelo 18°21´03”

De lo expuesto se deriva con claridad que la pretensión chilena


de trazar el límite a través de un paralelo geográfico colisiona con
las normas y reglas del derecho internacional positivo y consuetudi-
nario, los que establecen que al no existir circunstancias especiales
o pertinentes el trazo del límite marítimo debe realizarse a través
de una línea equidistante, que en la materia de la controversia tie-
ne la virtud de producir-de manera sencilla y unívoca- la equidad de
resultados. Tullio Scovazzi ha argumentado de manera impecable
porqué en el caso de Perú y Chile la conformación de las costas
-criterio esencial y determinante en la fijación de los límites maríti-
mos- impone una línea equidistante y excluye toda posibilidad de
un límite por el paralelo:

353
La Soberanía marítima deL Perú

“(…) En el caso de delimitaciones laterales, la situación ideal


en la que de la aplicación del método de la equidistancia resulta
una delimitación equitativa ocurre cuando la frontera terrestre lle-
ga al mar a través de una costa lineal o en el vértice de un ángulo
(también podría ser en el medio de un arco) formado por las costas
de dos países vecinos.

De hecho, la frontera terrestre entre Chile y Perú llega al mar


en el vértice de un ángulo obtuso formado por las costas de dos paí-
ses vecinos. La costa peruana sigue una dirección noroeste-sureste,
en contraposición de la dirección norte-sur de la costa chilena. Las
costas que determinan el solapamiento de las zonas jurisdiccionales
respectivas son de similar extensión y no presentan irregularidades
sustanciales. Ambas costas están relativamente libres de marcadas
protuberancias u otras formaciones irregulares. No hay islas involu-
cradas en la delimitación. El lecho marino se hunde rápidamente a
profundidades más allá de 6,000 metros en la zanja Perú-Chile que
corre paralela a la costa oeste de América del Sur. En una situación
geográfica tan simple y clara el método de delimitación sólo puede
ser uno: la línea equidistante. El recurso a una delimitación marí-
tima entre Chile y Perú diferente de aquella resultante de la línea
equidistante conduciría inevitablemente a la generación de una so-
lución inequitativa.

Los paralelos de latitud, así como los meridianos de longitud,


son redes artificiales imaginadas por hombres para ubicar con pre-
cisión la posición de un punto en la superficie de la tierra. Si bien
son muy útiles para lograr dicho objetivo, ellos no han sido conce-
bidos para delimitaciones marítimas. La red artificial de paralelos
y meridianos no tiene relación alguna con la configuración natural
de las costas que es la base de las delimitaciones marítimas. No
sólo los paralelos y las fronteras marítimas tienen muy poco en
común, sino que lo poco que tienen en común lo tienen de pura
suerte.

354
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Los únicos casos donde una delimitación marítima sobre la


base de un paralelo determina una solución equitativa ocurre cuan-
do las respectivas costas se desarrollan precisamente en una direc-
ción norte- sur o donde forman un ángulo cuya bisectriz coincide
con un paralelo. En otras palabras, si bien una línea de frontera rec-
ta podría algunas veces lograr un resultado equitativo, sólo en muy
pocos casos esta línea recta coincide casualmente con un paralelo
de latitud 63.

En el caso específico de Chile y Perú, existe un cambio bien


marcado de la dirección general de la costa del Pacífico sudameri-
cano casi en el punto en el que la frontera marítima entre los dos
países llega al mar; y la bisectriz del ángulo de las costas respectivas
está lejos de coincidir con el paralelo. En tal caso, una delimitación
acorde con el paralelo producirá un resultado de inequidad que
amputa las extensiones marítimas de uno de los Estados involucra-
dos (el Perú). Aquí, la única manera de hacer que una delimitación
basada en el paralelo sea equitativa sería rotando en sentido norte-
este la dirección del atlas del mundo, junto con su red de paralelos
y meridianos

La naturaleza irracional de una delimitación basada en un pa-


ralelo es confirmada por los efectos que inevitablemente produce.
En el caso específico, un área vasta de mar (11,090 n.m.2 or 38.038
km2), más cercana al Perú que a Chile, es atribuida a Chile. 420

3. El dESAcuErdo rElAtIVo Al Punto dE InIcIo dE lA Fron-


tErA MArÍtIMA

A raíz del denominado “incidente de la caseta”, en el 2001, se


suscitó una situación de tensión diplomática entre el Perú y Chile
que puso de manifiesto, como en otras oportunidades, la contro-
versia marítima existente entre los dos países. En esa oportunidad

420 Tullio Scovazzi, La importancia de la configuración de las costas en la delimitación marítima, en:
Gobernanza Global, Revista del Instituto Latinoamericano de Derecho Internacional y Relaciones In-
ternacionales, Año 1, Número 1, p. 31, Lima, enero-marzo, 2009.

355
La Soberanía marítima deL Perú

la Armada de Chile ubicó una caseta de vigilancia dentro de terri-


torio peruano. El 4 de abril el Ministerio de Relaciones Exteriores
del Perú emitió un comunicado oficial,421 en el que expresó su pre-
ocupación y extrañeza y anunció que se había encomendado a las
autoridades militares competentes la identificación precisa de la
ubicación de la caseta.

El 8 de abril se envió una comisión técnica a la zona de fronte-


ra. Efectuados el trabajo topográfico y el levantamiento geodésico
respectivos se corroboró que la caseta chilena se encontraba en
territorio peruano, a 52 metros al norte de la línea de la frontera
terrestre peruano-chilena demarcada en 1930. Se comprobó, asi-
mismo, que la caseta se ubicaba a 35 metros al sur del paralelo
que enfila las señales o torres instaladas para orientar las faenas
de pesca de pequeñas embarcaciones en la zona de exención de
sanciones marítima fronteriza.422

El Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Javier Pérez de


Cuéllar, basado en el dictamen técnico señalado, envió el 10 de abril
del 2001 una nota a la Ministra de Relaciones Exteriores de Chile,
Soledad Alvear, en la que expresó la protesta formal del gobierno
peruano por esta situación:

“(…) una comisión técnica peruana ha viajado a la zona el 8


del presente mes y ha realizado una verificación de la ubicación de
la caseta, teniendo en cuenta que la línea de frontera entre el Hito
número Uno y la orilla del mar –que sigue la prolongación del arco
de la línea de frontera– fue establecida mediante los acuerdos bila-
terales de delimitación de la frontera común en 1930. Esta comisión
técnica ha constatado que la mencionada caseta de vigilancia se
encuentra ubicada dentro del territorio peruano. En consecuencia,
el gobierno del Perú presenta su protesta al Gobierno de Chile por

421 Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, comunicado oficial del 4 de abril de 2001.

422 Informe de la comisión técnica encargada de establecer la ubicación de la caseta instalada por el
Gobierno de Chile en las inmediaciones de la frontera, abril de 2001.

356
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

la instalación de la mencionada caseta, la que bajo ninguna circuns-


tancia deberá permanecer en territorio peruano, debiendo asimis-
mo cesar toda incursión de patrullas militares o policiales chilenas
en el área anteriormente señalada”.423
En su respuesta del 11 de abril de 2001, la Canciller de Chile,
Soledad Alvear, asumió, por primera vez en la historia de las rela-
ciones bilaterales, la tesis de que el Tratado de 1929 sobre la deli-
mitación terrestre habría sido modificado por el informe y el acta
técnica de 1968 y 1969, respectivamente:

“En relación con la ubicación de la caseta de vigilancia aludida


por Vuestra Excelencia en la Nota que contesto, debo reiterar que
esta fue situada en territorio chileno al Sur del límite demarcado
por ambos países, entre otros instrumentos, por Actas válidamente
celebradas y plenamente vigentes, de fechas 26 de abril de 1968
y 19 de agosto de 1969. Dichos acuerdos fueron seguidos por la
materialización del paralelo de la frontera que se origina en el Hito
número Uno, llamado Orilla del Mar”.424

El incidente se superó, finalmente, el 12 de abril, con la deci-


sión del Gobierno de Chile de retirar la caseta de su emplazamien-
to, en razón del “exclusivo y elevado propósito de contribuir a la ar-
monía en el área de frontera”; precisando, sin embargo: “El citado
traslado no tiene en consecuencia vinculación alguna con aspectos
de límites inobjetablemente definidos entre ambos países”.425

Más allá de la motivación del incidente, lo cierto es que como


consecuencia del mismo, el Gobierno de Chile, por primera vez en
la historia de las relaciones bilaterales, planteó la tesis de que el
Tratado de 1929, que delimitó la frontera terrestre entre ambos
países, resolviendo así un asunto pendiente desde la guerra de

423 Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Nota del 10 de abril de 2001.

424 Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Nota del 11 de abril de 2001.

425 Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Nota Nº 407, 4 de abril de 2001.

357
La Soberanía marítima deL Perú

1879, habría sido modificado por el informe de 1968 y el acta de


1969. Según el Gobierno de Chile, el punto Concordia, ubicado en
la orilla del mar, habría sido sustituido por efecto del informe y del
acta técnica de 1968 por el punto correspondiente al Hito Nº 1,
modificando el Tratado de 1929.

La motivación de esta tesis parecería ser la necesidad de otor-


gar un mínimo de coherencia a la posición chilena sobre la delimi-
tación de la frontera marítima, en relación con lo dispuesto en el
informe de 1968 y el acta de 1969. En ellos, según esta interpre-
tación, se habría establecido que la frontera marítima se inicia en
el Hito Nº 1. Es decir, no en el extremo donde la tierra toca el mar,
como lo establece el Tratado de 1929, sino en un punto seco den-
tro del territorio. Esta tesis presenta elementos que confrontan el
pacta sunt servanda.

Un axioma del Derecho internacional es que las fronteras ma-


rítimas empiezan en el punto en que la frontera terrestre toca el
mar, salvo situaciones excepcionales como la existencia de fronte-
ras archipielágicas. Es parte del principio “la tierra domina el mar”.
¿Cómo sostener la existencia de una frontera marítima que se ha-
bría establecido no a partir del punto en que la línea fronteriza te-
rrestre llega al mar, sino a partir de un punto dentro de la superficie
terrestre de los estados?

El recurso utilizado por Chile es sostener que el informe de


1968 y el acta de 1969 habrían modificado por vía convencional el
Tratado de 1929. Y que, consiguientemente, el punto terminal de la
frontera terrestre sería el Hito Nº 1. El corolario de la tesis supone,
en consecuencia, que el informe de 1968 y el acta de 1969 estable-
cieron el límite marítimo a partir del Hito Nº 1, con lo que se resguar-
daría una coherencia jurídica básica en relación con la pretensión de
la existencia de un límite marítimo. La debilidad de esta argumenta-
ción, además del hecho ya demostrado de que el informe y el acta de
1968 no modifican el Tratado de 1929, no tienen ninguna disposición

358
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

en ese sentido, adicionalmente no son tratados internacionales ni


contienen obligaciones jurídicas de ninguna naturaleza.

La realidad material y jurídica es muy distinta y contraria a esta


argumentación. Para determinar cuál es el punto de inicio de la
frontera marítima, si el punto Concordia o el Hito Nº 1, es preciso
identificar cuál es el punto de la frontera terrestre que confluye con
el mar. Para ello, es necesario establecer cuál es la delimitación y
la demarcación que se estableció en el Tratado de Límites de 1929,
el cual definió la frontera terrestre entre ambos países, así como el
punto preciso de confluencia de esa frontera con el mar. En segun-
do lugar, será preciso determinar si esos límites demarcados fueron
o no modificados por el informe de 1968 y el acta de 1969.

El límite establecido por el Tratado de 1929 es el punto en que


la frontera terrestre alcanza el mar. El Tratado de 1929 es claro y
sencillo en sus disposiciones y en su ejecución material. El artículo
2 de dicho Tratado estipula:

“El territorio de Tacna y Arica será dividido en dos partes. Tac-


na para el Perú y Arica para Chile. La línea divisoria entre dichas
partes, y en consecuencia la frontera entre los territorios de Chile
y Perú, partirá de un punto de la costa que se denominará ‘Concor-
dia’, distante diez kilómetros al norte del puente del río Lluta, para
seguir hacia el oriente paralela a la vía de la sección chilena del fe-
rrocarril de Arica a La Paz y distante diez kilómetros de ella, con las
inflexiones necesarias para utilizar en la demarcación los accidentes
geográficos cercanos que permitan dejar en territorio chileno las
azufreras de Tacora […]”.426

Conforme a esta disposición ambas partes acordaron que la


frontera terrestre se inicia frente al mar en un “punto de la costa
que se denominará ‘Concordia’, distante diez kilómetros al norte

426 Cf. Tratado y Protocolo Complementario para Resolver la Cuestión de Tacna y Arica del 3 de junio de
1929.

359
La Soberanía marítima deL Perú

del puente del río Lluta”. Se identifica así un punto de la costa que
llega al mar, cuya ubicación exacta se deja al proceso demarcatorio,
previéndose para ello un método preciso: la medición de los diez
kilómetros que deben existir entre el norte del puente del río Lluta
y el punto de referencia en la costa en la orilla del mar.
Gráfico 11. Cartografía del punto terminal de la frontera terrestre en la orilla del mar, punto
Concordia, suscrita por el Presidente de la Comisión Demarcadora Chilena, Enrique Brieba,
en la que se registra el términus de la frontera conforme al Tratado de 1929. Se observa
claramente que el hito número 1 no es el términus de la frontera terrestre. Fuente: Enrique
Brieba: ob. cit. Lámina XI

Basándose en esta determinación inequívoca, la Comisión


Demarcadora de Límites inició y culminó sus trabajos en 1930. La
comisión llevó al terreno el límite establecido a través del proce-
so demarcatorio correspondiente. Si la delimitación es un proceso
formal para establecer en términos ideales o abstractos las líneas
de la frontera entre dos estados, como es el caso del artículo 2 del
Tratado de 1929, la demarcación constituye el proceso material a
través del cual la línea ideal definida en la delimitación se concreta
en el terreno. Se trata de un conjunto de acciones materiales que
comportan una actividad técnica compleja. Es usual, aunque no

360
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

necesariamente imperativo, que la demarcación se señale con la


instalación de marcas, hitos o mojones, que permiten referir la
línea fronteriza establecida en el acuerdo de límites.

Los hitos o mojones son bienes jurídicos que marcan o refie-


ren la línea divisoria, pero no establecen por sí mismos la posición
de los límites, ya que esta se encuentra determinada por las medi-
ciones astronómicas, geodésicas o satelitales que se registran en
las respectivas actas. Si por alguna razón propia de la naturaleza,
de la realidad topográfica o hidrográfica no es posible instalar un
hito en el lugar exacto de la línea de frontera, hipotético caso que
corresponde, por ejemplo, a la vaguada de los ríos o a la orilla del
mar que puede inundarse con la corriente marina, se procede a
instalarlos en un lugar distinto, cercano y seguro.

Antes de iniciar los trabajos en el terreno, la Comisión De-


marcadora de Límites estableció, de común acuerdo, los criterios
técnicos para materializar la línea de frontera sobre el terreno y
los consignó en pliegos de instrucciones idénticos para cada co-
misión nacional. En esas instrucciones están registrados todos los
detalles técnicos y geográficos que ambos países acordaron para
ejecutar los límites sobre el terreno. Las instrucciones chilenas –
idénticas a las peruanas– fueron libradas el 28 de abril de 1930,
firmadas por el Ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Barros
C., registradas con el numeral 5697/79 y dirigidas al presidente
de la delegación de Chile en la comisión mixta, el señor Enrique
Brieba.

En dichas instrucciones se ordena:

“Para trazar la línea divisoria y colocar los hitos respectivos


en los puntos que no alcanzaron a determinarse al suspender en
febrero último los trabajos de la Comisión Mixta Demarcadora Chi-
leno Peruana, se ha llegado a un acuerdo con el gobierno de ese
país, al cual deberá ajustarse esa Comisión en el trazado de la línea.

361
La Soberanía marítima deL Perú

Como delegado de Chile en la Comisión Mixta de Límites con el


Perú, se servirá Ud. dar cumplimiento a lo convenido y, de acuer-
do con el delegado del Perú, dispondrá que se proceda a la mayor
brevedad a colocar los hitos divisorios en la línea que se determina,
como sigue:

HITO CONCORDIA.- Punto inicial en la costa de la línea fronteri-


za. Para fijar este punto: Se medirán 10 km desde el primer puente
del ferrocarril de Arica a La Paz sobre el río Lluta, en dirección hacia
el Norte, en la Pampa de Escritos, y se trazará hacia el poniente un
arco de diez km de radio, cuyo centro estará en el indicado puente
y que vaya a interceptar la orilla del mar, de modo que, cualquier
punto del arco, diste 10 Km del referido puente del ferrocarril de
Arica a La Paz sobre el río Lluta.

Este punto de intersección del arco trazado con la orilla del


mar será el inicial de la línea divisoria entre Chile y el Perú [el re-
saltado es del autor].

Se colocará un hito en cualquier punto del arco, lo más próxi-


mo al mar posible, donde quede cubierto, de ser destruido por las
aguas del océano”.427

Conforme a estas instrucciones, la Comisión Demarcadora de


Límites fijó en el terreno la línea de frontera, que se inicia en “el
punto de intersección del arco trazado con la orilla del mar”. Asimis-
mo, colocó el primer hito en el punto más cercano al lugar donde
la frontera confluye con el mar con la finalidad de que quedara a
salvo de ser destruido por las aguas del océano. El resultado de los
trabajos demarcatorios se recogió en el acta final de la Comisión
Demarcadora de Límites, en la que se asentó el registro formal de
la línea fronteriza en los siguientes términos:

427 Memoria sobre los límites entre Chile y Perú, de acuerdo al tratado del 3 de junio de 1929, presen-
tada al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile por Enrique Brieba, Miembro Representante
de Chile en la Comisión Mixta de Límites entre Chile y Perú, tomo I, Estudio técnico y Documentos,
Instituto Geográfico Militar, Santiago de Chile,1929, p. 39.

362
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

“La línea de frontera demarcada parte del Océano Pacífico en


un punto en la orilla del mar situado a diez kilómetros hacia el no-
roeste del primer puente sobre el río Lluta de la vía férrea de Arica
a La Paz y termina en la cordillera andina en el hito quinto de la
antigua línea divisoria entre Chile y Bolivia”.428

El entendimiento de las partes no da lugar a interpretaciones


distintas. El punto en la orilla del mar situado a diez kilómetros ha-
cia el noroeste del primer puente sobre el río Lluta es el términus de
la frontera terrestre en la confluencia del territorio con el Océano
Pacífico. Por ende, es el punto de inicio de la frontera marítima. Se
encuentra ubicado en las coordenadas 18°21’08” S y 70°22’39” O.

El Hito Nº 1 es solo una de las ochenta marcas referenciales


que se pusieron para amojonar la línea de frontera, conforme al
acta de demarcación aprobada por ambos países el 5 de agosto de
1930.429 Es el hito más cercano al inicio de línea de frontera, aproxi-
madamente a 182.3 metros del punto de intersección del arco tra-
zado con la orilla del mar. El Gobierno de Chile, en sus comunica-
ciones, denomina equivocadamente este hito con el nombre “orilla
del mar”. Su denominación oficial es “Hito N° 1”.430

El informe de 1968 y el acta de 1969, que el Gobierno de Chile,


paradójicamente, refiere como modificatorias del Tratado de 1929,
si se leen detenidamente, en realidad, lejos de tener disposicio-
nes que podrían interpretarse como modificatorias del Tratado de
1929, en realidad ratifican que el punto de inicio no es el hito N° 1,
sino el punto de intersección del arco con la orilla del mar.

Así, en el informe del 26 de abril de 1968, se señala como ob-


jetivo de la comisión mixta encargada de colocar las señales o faros
que guíen a las pequeñas embarcaciones pesqueras:

428 Cf. Acta final de la Comisión Demarcadora de Límites entre el Perú y Chile, 5 de agosto de 1930.

429 Ibíd.

430 Ibíd.

363
La Soberanía marítima deL Perú

“1.- Instalar dos marcas de enfilación con señalización diurna


y nocturna. La marca anterior estaría situada en las inmediaciones
del Hito número Uno, en territorio peruano (…)”.431

La redacción asume que el Hito Nº 1 no es el términus de la


frontera terrestre. De otra manera, no señalaría que la marca se
debía ubicar en “las inmediaciones del Hito N° 1, en territorio pe-
ruano”. Aquí se presupone que el Hito Nº 1 no es el punto final de
la frontera terrestre; si lo fuera, no tendría “inmediaciones”. Ello
queda aun más claro en el acta del 22 de agosto de 1969, que da
cuenta de los trabajos realizados. En ella se indica:

“Determinado el paralelo, se materializaron los dos puntos


donde se erigirán las torres anterior y posterior de la enfilación:
torre anterior a 6.0 metros al oeste del Hito número Uno, en te-
rritorio peruano; torre posterior a 1,843.8 metros (distancia me-
dida con geodímetro) al este del Hito número Uno, en territorio
chileno”.432

Se indica con claridad no solo que la torre está en territorio


peruano, sino que este territorio está al oeste del hito –es decir ha-
cia el mar–, es decir, que entre el hito y el mar se ubica una porción
de territorio peruano. Esto se reafirma en otra parte del Acta de
1969, la relativa a la ejecución de los trabajos en el terreno, donde
se registra que:

“(…) se midió el ángulo de 180° hacia el mar, en la ubicación


original del Hito número Uno, materializándose esta dirección
con una señal (jalón) colocada en la orilla del mar [el resaltado
es del autor] y que se le denominó punto auxiliar del Hito número
Uno”.433

431 Informe de los técnicos de ambos países que realizaron el trabajo de campo para ubicar la posición
del Hito Nº 1 e instalar dos marcas con señalización diurna y nocturna, 26 de abril de 1968.

432 Acta del 22 de agosto de 1969.

433 Ibíd.

364
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Aquí la referencia a la orilla del mar, diferenciada del Hito Nº


1, es demostrativa de que el acta del 69 da cuenta de los trabajos
prácticos de la construcción de las torres de señalización en el en-
tendido claro e inequívoco de que el punto de inicio de la frontera
terrestre es el punto del arco que intercepta la orilla del mar.

En ningún acápite de las actas se señala que el Hito Nº 1 sea el


términus de la frontera terrestre y, por ende, el inicio de la frontera
marítima. Como se ha visto, el informe y el Acta de 1968 suponen
el conocimiento preciso de que el términus de la frontera está en
la intersección del arco con la orilla del mar, supuesto que es im-
prescindible para afirmar, como aseveran estos documentos, que
una de la torres de enfilación se encuentra en territorio peruano al
oeste del Hito Nº 1, es decir hacia el mar.

El internacionalista chileno Ignacio Llanos así lo comprende


también. Al plantearse la interrogante de si el documento de 1968
y el acta de 1969 modificaron el Tratado de 1929, responde nega-
tivamente:

“Ni el documento de 1968 ni el Acta de 1969 aluden a la fron-


tera terrestre en el segmento entre la torre cercana al mar y la
línea de más baja marea, ¿significa esto que la frontera terrestre
fue modificada implícitamente en su sector más occidental y que,
desde ese momento el último segmento de la frontera terrestre
es el paralelo del Hito número Uno? La respuesta debería ser ne-
gativa, ya que el términus de la frontera terrestre corresponde al
punto terminal del arco, ‘Concordia’”.434

Sin embargo, Llanos añade una conclusión contradictoria:


“como resultado el términus de la frontera terrestre no coincidiría
con el punto de partida de la frontera marítima”.435 Esto conduciría
al absurdo de que la frontera marítima empiece a 245.41 metros

434 Ignacio Llanos, ob. cit. p. 154.

435 Ibíd., p.154.

365
La Soberanía marítima deL Perú

en el interior del territorio peruano, que es la distancia que existe


entre el hito Nº 1 y la orilla del mar siguiendo el paralelo436.

La interpretación de Llanos conduce ciertamente al absurdo.


Tesis del absurdo que implicaría, además, que la frontera marítima
no se iniciaría en la adyacencia con el mar, sino dentro del espacio
terrestre. Bajo esta hipótesis, el punto costero más austral del li-
toral de Tacna, justamente en la intersección del arco con el mar,
estaría bañado por aguas bajo la soberanía y jurisdicción de Chile.

Esta hipótesis viola y contraviene el principio y norma funda-


mental del Derecho de la Delimitación Marítima, según el cual la
tierra domina el mar que, como se ha visto, es el que otorga el tí-
tulo de soberanía del mar territorial adyacente al estado ribereño.
Contradice también el principio equitativo que prohíbe a un Estado
proyectar su zona marítima hasta amputar la zona marítima de otro
Estado.

No existe ningún instrumento jurídico o diplomático que sus-


tente la tesis sostenida por el Gobierno de Chile, ni siquiera los tex-
tos del informe de 1968 y el acta de 1969, en el sentido de que el
punto inicial de la frontera marítima es el Hito N° 1 y no el punto
de intersección del arco con la orilla del mar, como lo establece el
Tratado de 1929.

4. El diferendo originado por el desconocimiento de Chile de la


soberanía y jurisdicción del Perú en un espacio del dominio
marítimo (28,471.86 km2) distinto del área de la disputa ma-
rítima limítrofe

El Gobierno de Chile disputa de manera sui géneris, adicional-


mente al área de 67,139.4 m2 –objeto de la controversia sobre el
límite marítimo–, otro extenso espacio del dominio marítimo del
Perú, de 28,471.86 km2, aproximadamente. Esta es, como la cues-

436 Cf. Acta de verificación in situ de la ubicación de la caseta chilena en la línea de frontera terrestre
común, Tacna, 8 de abril de 2000.

366
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

tión sobre el punto de inicio de la frontera marítima, otra situación


de pretensión extrema de Chile.
Gráfico 12. Proyección de la tesis del mar presencial de Chile, nótese el efecto de amputación
del dominio marítimo del Perú.

El título jurídico peruano sobre esta área, conforme al Dere-


cho internacional, deriva del principio de adyacencia. Es el mismo
título de toda la proyección del Perú hasta las 200 millas. El mis-
mo título en el que Chile y todos los estados costeros sustentan
sus derechos de soberanía y jurisdicción. El acto jurídico interno,
unilateral, conforme al Derecho internacional, por el cual el Perú
perfeccionó su título de soberanía y jurisdicción en esta área, está
constituido formalmente por las disposiciones de la Ley 28621, que
establece las líneas de base del dominio marítimo peruano.

367
La Soberanía marítima deL Perú

El Gobierno de Chile aduce que se trataría de un área que for-


ma parte de la alta mar, en la que unilateralmente reivindica una
suerte de derechos económicos preferenciales y prerrogativas juris-
diccionales, pues considera que el área marítima referida es parte
de su “mar presencial”.437 Ello significa desconocer la soberanía y
jurisdicción del Perú en un área de su dominio marítimo.
Gráfico 13. Espacio del dominio marítimo del Perú, fuera del área del diferendo marítimo, que
Chile considera alta mar sujeta a su tesis del mar presencial

Punto de inicio
de la frontera
marítima
18º 21´08” S
70º 22´39” W

El concepto de “mar presencial” no es reconocido por el Dere-


cho internacional. Ha sido definido como “el espacio de la alta mar
adyacente a la zona económica exclusiva en donde Chile debe estar
observando y participando en las mismas actividades que en ellas
desarrollan otros Estados, y que actuando dentro del status jurídi-
co de la alta mar establecido por la Convención sobre el Derecho
del Mar de las Naciones Unidas, constituyan para el Estado de Chi-

437 La institución del “mar presencial”, no reconocida por el Derecho internacional, está introducida en el
ordenamiento jurídico interno de Chile. La tesis se originó en los planteamientos del Almirante Jorge
Martínez Busch, ex Comandante en jefe de la Armada Chilena, quien la concibió como una respuesta
de Chile a los desafíos de la Oceanopolítica. Cf. Jorge Martínez Busch, “Ocupación efectiva de nuestro
mar la gran tarea de esta generación”, en: Revista de Marina Nº 3, Santiago, 1990.

368
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

le una forma de cautelar los intereses nacionales y de contrarrestar


amenazas directas o indirectas a su desarrollo y, por lo tanto, a su
seguridad”.438 La base conceptual de la noción de mar presencial
tiene que ver con la conservación de la biomasa y la protección de
la contaminación que pueda tener consecuencias negativas en la
sustentabilidad de los recursos marinos que se encuentran en el
espacio de la alta mar tipificada como mar presencial. Sus funda-
mentos están vinculados a la oceanopolítica entendida como “la
consideración de la existencia del Océano en el entorno geográfi-
co y de la influencia que posee esta existencia sobre las decisiones
políticas”.439

El profesor Tullio Scovazzi se ha referido a este componente


de la controversia afirmando categóricamente la inexistencia de
fundamento jurídico alguno que sustente esta extrema pretensión
de Chile: “Más aún, el Perú es privado de otra área de mar (8,308
n.m.2 or 28,496 km2) que, si bien ubicada al otro lado del paralelo
podría ser reclamada por el Perú como su propia zona económica
exclusiva, toda vez que todos los puntos en esa área están ubicados
a menos de 200 millas marinas desde sus costas. Pero esa misma
área, aun cuando está localizada en un lado del paralelo, no puede
ser reclamada por Chile puesto que todos los puntos en ella están
ubicados más allá de las 200 millas desde sus costas. Esta extraña
situación que implica un regalo al alta mar contradice, en perjuicio
del Perú y sin producir beneficio alguno a Chile, la norma según
la cual la zona económica exclusiva se extiende hasta 200 millas
marinas desde las líneas de base del mar territorial (Art. 57 de la
Convemar)”440.

438 Cf. Jorge Martínez Busch, “La pesca en el mar presencial” en: Seminario sobre la pesca en el mar pre-
sencial y los derechos del Estado rector del puerto. Semnario Universidad Gabriela Mistral, Santiago
de Chile, 28 de marzo de 2000.

439 Ibíd., Jorge Martínez Busch. ob. cit., pp. 1-2.

440 Tullio Scovazzi, ob.cit., p. 6.

369
La Soberanía marítima deL Perú

La extrema tesis que propicia Chile sostiene que en esa zona


de “mar presencial” el estado chileno pueda desarrollar regulacio-
nes y actividades económicas y de seguridad. El concepto tiene una
doble vertiente de significación económica y militar:
“En otras palabras, el concepto de Mar Presencial en Chile
implica estar y permanecer en la alta mar existente entre la Z.E.E.
[zona económica exclusiva] del continente y la del borde exterior
de la plataforma continental de la Isla de Pascua e Islas Salas y Gó-
mez, con el propósito de cautelar los intereses nacionales y, a su
vez, realizar actividades económicas que contribuyan al desarro-
llo de la nación (…). Esta relación de uso, que conlleva la idea de
una explotación racional de los recursos, es decir, evitar su depre-
dación y ruptura del equilibrio natural del ámbito que se explota,
está asociada no solo con el desarrollo de flotas pesqueras, sino
también con las investigaciones científicas acerca del comporta-
miento y ciclos de los recursos por explotar, de su localización y de
los volúmenes explotables. Además, será necesario establecer los
mecanismos de control y de fiscalización de las actividades pesque-
ras mediante acuerdos internacionales, regionales o subregionales,
que establezcan un régimen de administración de los recursos y, de
esta forma, lograr la conservación de las especies y la protección
del medio ambiente de cualquier clase de contaminación”.441

La tesis en sí misma sería irrelevante para la cuestión de la


controversia marítima con el Perú, si no fuese porque las leyes chi-
lenas y los actos internacionales de dicho país incluyen dentro del
mar presencial esa importante área del dominio marítimo del Perú.

Según la Ley General de Pesca y Agricultura de 1991442, el mar


presencial está delimitado al Sur por el Polo Sur (Zona Antártica), al

441 Ibíd. Jorge Martínez Busch, ob. cit., p. 2-3. Ver también del mismo autor: Oceanopolítica: Una alter-
nativa para el Desarrollo, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1993; y “Política Oceánica Nacio-
nal: Sugerencias para una formulación”, Clase Magistral 1994, en: Compendio de Clases Magistrales
1990-1997, Imprenta de La Armada, Santiago de Chile, 1997. pp.

442 Ley Nº 19.080, 28 de agosto de 1991, Modificatoria de la Ley General de Pesca Nº 18 892.

370
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Norte por el paralelo 18º21’00”, al Oeste por una línea que parte
de la línea de costa hasta la Isla de Pascua, cerrando de esta mane-
ra una elipse. Al ubicar el paralelo 18°21’00” como límite del mar
presencial en el Norte, que es el que pretende Chile para la frontera
marítima con el Perú, la proyección del mar presencial incluye esa
extensa área del dominio marítimo peruano.

Esta pretensión no tiene asidero en el Derecho internacional


convencional ni consuetudinario. Es un desconocimiento unilateral
del dominio marítimo peruano sin fundamento, ya que en esa área
las proyecciones hasta las 200 millas de ambos países no se sola-
pan.

El Gobierno de Chile ha introducido en su legislación interna


la figura del mar presencial, incluyendo la cartografía respectiva.
Las principales leyes que desconocen la soberanía del Perú en esta
zona son:

1. Ley 18.892 de 1989 y sus modificaciones, Ley General de


Pesca y Acuicultura (Decreto Nº 430/91) y Ley 19.080 de 1992. El
artículo 2 de esta, incorpora al ordenamiento jurídico de Chile la
definición y el ámbito espacial del mar presencial en los siguientes
términos: “(…) aquella parte de la alta mar, existente para la co-
munidad internacional entre el límite de nuestra zona económica
exclusiva continental y el meridiano que, pasando por el borde occi-
dental de la plataforma continental de la Isla de Pascua, se prolonga
desde el paralelo del hito Nº 1 de la línea fronteriza internacional
que separa Chile del Perú, hasta el Polo Sur”.443

El artículo 172 de la Ley 19.080 faculta a la Subsecretaría de


Pesca y a la armada chilena para que realicen actividades pesqueras
y de seguridad en el área definida como mar presencial; es decir, en
la zona que incluye el espacio marítimo de soberanía peruana. El ar-
tículo 43 de la misma ley dispone que las embarcaciones pesqueras

443 Ley 19.080, art. 2.

371
La Soberanía marítima deL Perú

chilenas cuya tripulación sea de nacionalidad chilena en 85% están


exentas del pago de patente única pesquera.

2. La Ley 19.300 de 1994, Ley sobre Bases Generales de Medio


Ambiente. En su artículo 33 establece que “(…) los organismos com-
petentes del Estado desarrollarán programas de medición y control
de la calidad ambiental del aire, agua y suelo para los efectos de
velar por el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contami-
nación. Estos programas serán regionalizados. Respecto de la Z.E.E.
y del Mar Presencial de Chile se compilarán los antecedentes sobre
esta materia”.444

Estas disposiciones se aplican al dominio marítimo peruano


de la zona en controversia, lo que constituye un acto ilícito desde el
punto de vista del Derecho internacional.

3. La Ley 19.624, en su artículo 124, somete a la jurisdicción


de los juzgados civiles de Chile las infracciones que se cometan, en-
tre otras áreas, en el llamado mar presencial: “si la infracción se
cometiere o tuviere principio de ejecución en el mar territorial, en
la Z.E.E. o en el mar presencial o en la alta mar del caso de la letra h)
del artículo 110, será competente el juez civil de las ciudades de Ari-
ca, Iquique, Tocopilla, Antofagasta, Chañaral, Caldera, Coquimbo,
Valparaíso, San Antonio, Constitución, Talcahuano, Valdivia, Puerto
Aysén, Punta Arenas o el de la Isla de Pascua”.445

Otras normas internas que regulan la presencia del estado


chileno y sus capacidades regulatorias en alta mar, están vincula-
das también a disposiciones de preservación y ordenamiento de las
pesquerías en el denominado mar presencial:

a. D.S. Nº 360 de 2005: Reglamento para Aplicar el Acuerdo


para Promover el Cumplimiento de las Medidas Interna-

444 Ley 19.300 de 1994, Ley sobre Bases Generales de Medio Ambiente.

445 Ley 19.624, art. 124.

372
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

cionales de Conservación y Ordenación por los Buques


Pesqueros que Pescan en Alta Mar.
b. D.S. Nº 123 de 2004: Política de uso de Puertos Nacionales
por Naves Pesqueras de Bandera Extranjera que pescan en
Alta Mar Adyacente.
c. D.S. 267-05: Plan de Acción Nacional para Prevenir, Des-
alentar y Eliminar la Pesca Ilegal, no Declarada y no Regla-
mentada.
d. D.S. Nº 598-99: Aplica el artículo 165 de la Ley General de
Pesca y Acuicultura a la especie Pez Espada.
e. D.S. Nº 361-99: Aplica el artículo 165 de la Ley General de
Pesca y Acuicultura a la especie Jurel.446

En todas estas leyes, el Gobierno de Chile introduce de mane-


ra contraria al Derecho internacional facultades administrativas o
jurisdiccionales en un espacio que es parte del dominio marítimo
del Perú. El Gobierno peruano, en cada caso, ha efectuado las re-
servas y protestas respectivas.

La controversia se ha sustanciado con motivo del proceso de


ratificación del Acuerdo de Galápagos o Acuerdo Marco para la
Conservación de los Recursos Vivos Marinos en la Alta Mar del Pací-
fico del Sudeste. El Gobierno del Perú ha expresado que no proce-
derá a la ratificación de este acuerdo mientras el Gobierno de Chile
persista en incluir dentro del concepto de “alta mar” un espacio co-
rrespondiente al dominio marítimo del Perú.447 Igual señalamiento
y reserva ha efectuado el Perú en relación con la creación de un or-
ganismo regional de pesca de alta mar, en el que participarían Chile,

446 Para una visión específica del contenido de estas normas en relación al área que Chile denomina
mar presencial, cf. Gabriela Burdiles Perucci, El Régimen Jurídico Internacional Aplicable a la Pes-
ca Marítima, Centro de Estudios Fiscalía del Medio Ambiente: http://www.fima.cl/wp-content/
uploads/2009/08/regimen-juridico-pesca-maritima-Gabriela-Burdiles-2007.pdf

447 Las posiciones de ambos países están reflejadas en sendos memorandos intercambiados el 22 de
febrero de 2005 y el 9 de marzo de 2005.

373
La Soberanía marítima deL Perú

Australia, Nueva Zelanda y el Perú, por señalar la documentación


preparada por el Gobierno de Chile el límite del paralelo 18º21’00’’
como uno de los límites del ámbito de aplicación de la proyectada
organización.448

El Derecho internacional no reconoce a ningún estado dere-


chos de naturaleza alguna sobre los espacios que forman parte del
área de 200 millas de otros estados, especialmente en áreas donde
no existe solapamiento. La posición del Perú en este segundo com-
ponente de la controversia marítima, tiene la fortaleza jurídica que
se deriva no solo de sus propios títulos y derechos, sino de la inexis-
tencia de fundamento jurídico de cualquier naturaleza que ampare
la pretensión chilena.

El diferendo en este caso consiste en la ilicitud de la facultad


que se irroga el Gobierno de Chile de legislar, reservarse intereses
de preservación, regulación, pesca preferencial, seguridad y atribu-
tos jurisdiccionales en el dominio marítimo del Perú, contravinien-
do los principios y normas esenciales del Derecho internacional.

5. LAS EFECTIVIDADES Y LA CONDUCTA DE LOS ESTADOS EN EL


dErEcHo dE lA dElIMItAcIón MArÍtIMA Y En lA contro-
VErSIA PEruAno-cHIlEnA

5.1. Las efectividades

Como se ha visto, no es posible colegir de los textos de la De-


claración de Santiago ni del Convenio de Zona Especial Fronteriza
Marítima la existencia de una línea de delimitación a través del
paralelo geográfico y menos aun del paralelo 18º21’00’’. Tampoco
se puede llegar a la conclusión de que exista un compromiso que
obligue a las partes, en la pretendida línea del paralelo, a partir de
los contenidos del informe de 1968 y del acta de 1969.

448 Cf. Nota 5-4-M/ 276 de la Embajada del Perú en Chile al Ministerio de Relaciones Exteriores.

374
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Asimismo, no existe instrumento jurídico alguno de naturale-


za bilateral, ni costumbre alguna que genere obligaciones jurídicas
entre los dos estados, a favor de la pretensión chilena de conferir
a una importante área del dominio marítimo del Perú la condición
jurídica de alta mar, o que fundamente el inexistente derecho de
Chile de legislar, establecer jurisdicciones o aplicar su tesis del mar
presencial sobre ese sector.

Corresponde, de esta manera, siguiendo la hermenéutica ju-


rídica propia de la solución de las controversias marítimas, analizar
la cuestión de las efectividades y la conducta de los estados para
determinar si a partir de ellas el Perú y Chile habrían aceptado tra-
zar el límite por el paralelo geográfico de manera tácita, como lo
sostiene una de las partes.

En el área de superposición, el Gobierno de Chile ejerce de


manera ilegítima y siempre provisional determinadas jurisdiccio-
nes. Es una política de fuerza que el Perú ha señalado no reconocer
sino en ese carácter, con la finalidad de no entorpecer la solución
definitiva de la controversia y con el propósito de no alterar la rela-
ción pacífica existente. Ello bajo el amparo de las normas del Dere-
cho internacional vigente.

El Gobierno de Chile, en reiteradas oportunidades, ha hecho


referencia a las efectividades (ejercicio de jurisdicciones) que eje-
cuta sobre la zona de superposición, otorgando a este hecho la ca-
lidad de fundamento adicional para sus pretensiones. Hay en esta
presunción un equívoco manifiesto. Ciertamente la posesión u ocu-
pación constituye una modalidad de adquisición originaria del título
de soberanía sobre el territorio. Y en ese contexto, en la discusión
de controversias de delimitación territorial, las efectividades tienen
un papel importante, reconocido por los tribunales internacionales.
Pero ello se refiere esencialmente a la delimitación territorial, mas
no a la delimitación marítima, que posee sus especificidades.

375
La Soberanía marítima deL Perú

Teniendo elementos comunes la atribución de derechos de


soberanía y jurisdicción sobre un espacio, existen diferencias sus-
tantivas entre la delimitación territorial y la delimitación marítima,
que otorgan a las efectividades una significación y un valor distintos
en cada caso. Mientras que en la delimitación terrestre no pueden
existir dos títulos válidos sobre un mismo espacio, es decir, siempre
el título de una parte se impone sobre el que esgrime la otra; en
el derecho de la delimitación marítima siempre habrá dos títulos
igualmente válidos, pues estos se derivan de los principios de la
adyacencia y la distancia. Precisamente por la existencia de dos tí-
tulos jurídicamente válidos es que se produce el fenómeno del so-
lapamiento o superposición de las respectivas áreas de soberanía
y jurisdicción, que es el fundamento de la delimitación marítima.

Única y exclusivamente cuando hay solapamiento existe la ne-


cesidad de delimitar. Por esa razón, mientras que en la delimitación
territorial sobre un espacio en disputa el fallo arbitral o la delimita-
ción atribuirán el espacio al estado que tenga el mejor título, en el
caso de la delimitación marítima nunca se puede adjudicar todo el
espacio en disputa a una de las partes, sino que siempre se divide
en función de los principios equitativos.

Esto tiene una consecuencia teórica y práctica de la mayor


importancia en el distinto rol que juegan las efectividades en los
casos de delimitación terrestre y en los referidos a la delimitación
marítima. La ocupación y el ejercicio de las jurisdicciones estatales,
así como los actos de soberanía, suelen ser determinantes en el
caso de las fronteras terrestres. No así en las fronteras marítimas.
En el caso de la soberanía territorial, la ocupación es una modalidad
originaria de adquisición del territorio, pero no lo es en relación con
los espacios marítimos, sobre los cuales los estados ejercen sobe-
ranía y jurisdicción.449

449 Sobre las especificidades de las fronteras marítimas en relación con las terrestres, cf. Bardonnet,
Frontières terrestres et frontières maritimes, AFDI 35, Paris, pp. 1-64.

376
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

El Derecho internacional no reconoce atribución de soberanía


y jurisdicción de espacios marítimos en mérito a la ocupación, la
posesión o el ejercicio de efectividades. En la delimitación maríti-
ma, la ocupación no genera derechos de atribución de la sobera-
nía sobre el espacio marítimo adyacente a las costas del estado.
Así lo ha determinado la Corte Internacional de Justicia, que, en la
sentencia sobre la Plataforma Continental en el Mar del Norte, ha
señalado que “el derecho sobre la plataforma continental es inde-
pendiente de su ejercicio efectivo”.450

Prosper Weil, al explicar el diferente papel que juegan las efec-


tividades en las delimitaciones terrestres y marítimas, recuerda que
en las primeras la ocupación y el ejercicio efectivo de la soberanía,
en tanto elementos que contribuyen a establecer un título legítimo,
son decisivos; mientras que en el caso de la delimitación marítima
no tienen ese carácter.451 Weil anota que la ocupación, el ejercicio
efectivo de la soberanía y las jurisdicciones estatales en tanto que
contribuyen a establecer el fundamento del título, son esenciales
en la delimitación terrestre, pero que no tienen la misma perti-
nencia en la delimitación marítima: “L’occupation, l’exercice effec-
tif des souverainetés étatiques, les actes de souveraineté : autant
d’éléments qui contribuent à établir le titre le meilleur, donc le seul
juridiquement à retenir dans les problèmes de délimitation terres-
tre, mais qui sont sans pertinence dans la délimitation maritime”.452
Weil reconoce que la Corte ha hecho referencia a las efectividades
pero en un contexto distinto de aquel en el que se les aplica como
fuente del título de soberanía territorial: “Sans doute la Cour s’est-
elle intéressée dans Tunisie/Libye au comportement des parties et
à la présence de puits de pétrole dans la zone à délimiter, mais elle
l’a fait moins sous l’angle de l’effectivité que pour ‘tenir compte de

450 Recueil, 1969, párr. 23.

451 Prosper Weil, Perspectives du droit de la délimitation maritime, París, Pedone, 1988, pp. 117-118.

452 Ibíd., p. 100.

377
La Soberanía marítima deL Perú

tous les indices existants au sujet de la ligne ou des lignes que les
parties elles-mêmes ont pu considérer ou traiter en pratique com-
me équitables’”.453 [Sin duda la Corte se interesó en Túnez/Libia en
la conducta de las partes y en la presencia de pozos de petróleo en
la zona por delimitar, pero lo hizo antes que desde la perspectiva de
las efectividades para tomar en cuenta todos los indicios existentes
con relación a la línea o a las líneas que las partes directamente ha-
yan podido en la práctica considerar o negociar como equitativas.]

Weil alerta sobre el riesgo y los efectos negativos que tendría


la posibilidad de que el derecho de la delimitación marítima pudie-
ra orientarse a la consideración de títulos fundamentados en las
efectividades: “Il n’y en avait pas moins là un risque de voir le droit
de la délimitation s’orienter vers la mise en balance de titres faisant
appel, entre autres, à l’effectivité, ce qui aurait non seulement inci-
té les Etats à des actes d’ occupation tels des forages intempestifs,
mains conduit à un profond bouleversement du droit de la mer;
aussi comprend-on les réticences exprimées par certains juges”.454
[Había por lo menos el riesgo de ver el derecho de la delimitación
orientarse hacia la consideración de títulos que recurriesen, entre
otras cosas, a la efectividad, lo que no solamente hubiera incita-
do a los estados a actos de ocupación tales como exploraciones in-
tempestivas, sino que hubiera conducido a un cambio profundo del
derecho del mar; se comprenden así los reparos expresados por
ciertos jueces.]

5.2 La conducta de los estados

La conducta de los estados como forma de expresión tácita o


expresa de consentimiento o aquiescencia por parte de los estados,
constituye una forma de establecer o crear obligaciones internacio-
nales exigibles en todos los ámbitos del derecho internacional.

453 Ibíd.

454 Ibíd., p. 100.

378
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

La regla general que orienta las consecuencias de la conducta


de los estados en el derecho internacional se encuentra en el enun-
ciado del principio “non venire contra factum propium” (nadie pue-
de ir lícitamente contra sus propios actos).455 La teoría de los actos
propios, vinculada con las instituciones del estoppel anglosajón y la
verwirkung alemana se aplica tanto a relaciones jurídicas de Dere-
cho interno como de Derecho internacional, y, dentro de este últi-
mo, especialmente a la conducta de las partes en diferendos terri-
toriales, de límites o de demarcación. Como se verá en el caso de
la delimitación marítima, los requisitos para su aplicación tienden a
ser más rigurosos. Luis María Vives la concibe como “(…) un princi-
pio general del derecho […] que torna imponible la conducta de un
sujeto de derecho cuando es contradictoria con otra anterior, jurídi-
camente válida y eficaz, emanada del mismo sujeto”.456

Conforme al principio de los actos propios, no es lícito que una


persona jurídica o física vaya contra sus propios actos cuando estos
últimos han sido expresión de su propio consentimiento y han sido
motivados por conductas dirigidas a crear, modificar o extinguir re-
laciones jurídicas.

Alejandro Borda señala, acertadamente, que se trata de una


derivación del principio general de la buena fe del cumplimiento de
las obligaciones jurídicas y añade que para su aplicación deben dar-
se tres requisitos o condiciones: a) una conducta anterior relevante
y eficaz; b) el ejercicio de una facultad por la misma persona jurídica
que crea la situación litigiosa y que contradice su conducta anterior;
y c) la identidad de sujetos que se vinculan en ambas conductas.457

El Derecho internacional ha introducido la figura del estoppel


anglosajón, que en el Derecho interno tiene un eminente carácter

455 Chaim Perelman, La lógica jurídica y la nueva retórica, Editorial Civitas, Madrid, 1988, p. 123.

456 Luis María, Vives, La doctrina de los actos propios L.L. t.1987 –B, p. 946, nro. II– A.

457 Alejandro, Borda, La Teoría de los Actos Propios, Abeledo-Perrot, Buenos Aires. 1993, p. 67.

379
La Soberanía marítima deL Perú

procesal de defensa, y que presenta en el derecho inglés dos mo-


dalidades principales: el estoppel by res judicata, que se aplica en
las decisiones judiciales; y el estoppel by representation, que opera
en el campo de las expresiones de voluntad. Este último ha sido
asimilado por el Derecho internacional, con una concepción amplia
en determinados casos y con un criterio restrictivo en otros.458

La recurrencia al estoppel, en el Derecho internacional, dentro


de la concepción general de su modalidad by representation, es cre-
ciente. Martin cita dieciocho casos en los que el principio ha sido
alegado por las partes, razonado y utilizado por los jueces o árbitros
o referido in extenso por opiniones disidentes de determinados
jueces.459 Este autor propone una definición bastante aceptada del
estoppel en Derecho internacional, elaborada a partir de las carac-
terísticas que la figura presenta de manera explícita o implícita en
los fallos arbitrales o sentencias jurisdiccionales: “(…) cuando una
parte, por sus declaraciones, sus actos o sus comportamientos, ha
llevado a otra parte a creer en la existencia de un cierto estado de
cosas, en base a cuya creencia le ha incitado a actuar o a abstenerse
de actuar, de tal modo que de ello ha resultado una modificación de
sus posiciones relativas (en perjuicio de la segunda o en beneficio
de la primera, o ambas cosas a la vez), la primera no podrá, por es-
toppel, establecer frente a la segunda un estado de cosas diferente
del que ha presentado anteriormente como existente”.460

El consenso mayoritario de la doctrina considera que el esto-


ppel en Derecho internacional corresponde por analogía a la con-
cepción restrictiva del estoppel by representation del derecho in-

458 Cf. Antoine Martin, L’estoppel en Droit Internationale Public (Thèse présentée a l’Université de Ge-
nève), Editions Pedone, París, 1979. Asimismo cf. Bowett, D.W., Estoppel before International Tribu-
nals and its Relation to Acquiescence, B.Y.B.I.L., 1957. 176-202; I. MacGibbon, Estoppel in Internation-
al Law, I.C.L.Q., 1958, pp. 468-513; Enrique y Pecourt García, “El principio del ‘estoppel’ en Derecho
Internacional Público”, en: Revista Española de Derecho Internacional, 1962, pp. 98-139.

459 Ibíd., pp. 68-69.

460 Ibíd., p. 260, la traducción al español ha sido tomada de Manuel Diez de Velasco, Instituciones de
Derecho Internacional Público, Editorial Tecnos, Madrid, 1973, p. 268.

380
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

glés y que, por ende, para que se configure la parte que lo invoca
deberá:

a) Establecer la existencia de una declaración, de un acto o


de un comportamiento inicial que, emanando de un órga-
no habilitado para comprometer al estado, exprese de ma-
nera libre e inequívoca un determinado estado de cosas.
b) Probar que ha sido incitada a actuar o a abstenerse de ac-
tuar a partir de la fe en esa declaración, acto o comporta-
miento.
c) Establecer que la otra parte, a la cual la declaración, el
comportamiento o el acto inicial es imputable, ha cambia-
do su posición o actitud, desdiciéndose y contradiciéndose
sobre un punto esencial de sus primeros actos, declaracio-
nes o conductas.
d) Demostrar que esa modificación ha creado una situación
perjudicial para sí o ventajosa para la otra parte, o ambos.

En materia de diferendos territoriales, la Corte ha omitido uti-


lizar directamente la expresión estoppel, independientemente de
que, según algunos tratadistas, haya utilizado el principio. En todo
caso, el principio de los actos propios, originado en el derecho his-
pano, presenta elementos comunes con la figura del estoppel, al ex-
tremo de que algunos autores los asimilan. Sin embargo se diferen-
cia en que el principio de los actos propios no se limita a una acción
eminentemente procesal o de defensa, sino que además posee una
naturaleza sustantiva para establecer la existencia de derechos u
obligaciones. Por esa razón, las sentencias de la Corte en materia
territorial están más cercanas a la figura de los actos propios o de
la conducta de los estados que del estoppel.

En todo caso, en cualquiera de las interpretaciones o denomi-


naciones que se den al principio, las sentencias y los laudos arbitra-
les han establecido la ilicitud de la conducta de un estado cuando
incurre en el venire contra factum propium.

381
La Soberanía marítima deL Perú

Como ha señalado el juez Alfaro en su opinión individual en


el caso del Templo de Préah Vihéar, “cualquiera sea el término o
términos empleados para designar este principio tal como ha sido
aplicado en el ámbito internacional, su esencia es siempre la mis-
ma: la contradicción entre las reclamaciones o alegaciones presen-
tadas por un Estado y su conducta previa al respecto no es admisi-
ble, allegans contraria non audiendus est. Su propósito siempre es
el mismo: un estado no debe ser autorizado a beneficiarse de sus
propias contradicciones en perjuicio de otro estado, nemo potest
mutare consilium suum in alterius injurian.461

Los estados han alegado ante la Corte Internacional de Jus-


ticia, en un número importante de casos, la conducta previa de
las partes como una expresión de consentimiento, tácita o expresa,
respecto de determinadas obligaciones internacionales. La manera
como han sido procesadas estas alegaciones por la Corte ha sido
heterogénea, con una tendencia evolutiva a favor de aplicar están-
dares cada vez más estrictos para poder demostrar la aquiescencia
derivada de la conducta de una de las partes, especialmente en los
casos de delimitación marítima.

En la sentencia sobre las pesquerías (Gran Bretaña / Noruega)


de diciembre de 1951, la Corte señaló que las autoridades de No-
ruega aplicaron su sistema de delimitación de una manera continua
y persistente desde 1869 hasta el inicio del diferendo. El Reino Uni-
do argumentó que dicho sistema no había sido de su pleno conoci-
miento, que no había consentido en él y que consecuentemente no
podía ser exigible. La Corte resolvió: “La Norvège a pu avancer, sans
être contredite, que la promulgation de ses décrets de délimitation
de 1869 sont, ainsi, qu’il a été démontre plus haut, l’application
d’un système bien défini et unifie, c’est en définitive ce système
lui-même qui aurait bénéficie d’une tolérance général, fondement
d’une consolidation historique qui le rendrait opposable a touts les

461 Cf. Recueil, 1962.

382
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Etats» [Noruega ha podido adelantar, sin ser contradicha, que la


promulgación de sus decretos de delimitación de 1869 es,de esta
manera, tal como ha sido demostrado líneas arriba, producto de
la aplicación de un sistema bien definido y unificado; en definitiva
este mismo sistema es el que habría sido beneficiado de una tole-
rancia general, fundamento de una consolidación histórica que lo
haría oponible a todos los Estados]. 462

Otro caso en el que la conducta de los estados ha sido deter-


minante en el establecimiento de obligaciones exigibles es el del
asunto de Grisbadarna463 sobre la determinación de las aguas terri-
toriales entre Suecia y Noruega. La Corte Permanente de Arbitraje,
en su sentencia de 1909, fundamentó en la conducta ulterior de
ambos estados la vigencia de la Convención entre Suecia y Dina-
marca (Noruega) del 26 de octubre de 1661. El fallo en el caso del
Templo de Préah Vihéar (1962)464 y la sentencia arbitral del Rey de
España, del 2 de diciembre de 1906465, son asimismo fallos en los
que se ha tenido en consideración de manera determinante la con-
ducta de las partes.

Como la propia Corte lo ha señalado, sin embargo, estos fallos


se han referido esencialmente a las aguas territoriales (mar territo-
rial) y no a los vastos espacios oceánicos que actualmente reconoce
el Derecho internacional como áreas de soberanía y jurisdicción de
los estados.

En el otro lado de la jurisprudencia, están los casos más re-


cientes en los que la Corte ha rechazado los alegatos basados en la
conducta de las partes, no los ha tomado en cuenta o lo ha hecho

462 Affaire des pêcheries (Norvège/Royaume Uni), Arrêt, Recueil, 1951, p. 138.

463 Grisbadarna Arbitration, 4 American Journal of International Law, 1910, pp. 226-227.

464 ICJ Temple of Preah Vihear Case (Cambodia v. Thailand), Reports 1962, pp. 6-146.

465 Cf. Arbitral Award Made by the King of Spain on 23 December 1906 Case (Honduras v. Nicaragua),
Judgement, ICJ, Reports 1960,192.

383
La Soberanía marítima deL Perú

de manera no determinante, especialmente en relación con la de-


limitación de la plataforma continental y la zona económica exclu-
siva.

En el caso sobre la plataforma continental en el Mar del Norte


(República Federal de Alemania/Dinamarca, República Federal de
Alemania/Países Bajos)466 , tanto Dinamarca como los Países Bajos
alegaron que la República Federal de Alemania, por su comporta-
miento, sus declaraciones públicas, proclamas, otro tipo de docu-
mentación y los actos propios, había actuado asumiendo las obliga-
ciones que se derivan de la Convención de 1958 sobre la Plataforma
Continental, cuyas disposiciones por esta vía le eran enteramente
exigibles.

La Sala, luego de analizar y evaluar los argumentos de las par-


tes, particularmente los actos propios y la conducta de la Repúbli-
ca Federal de Alemania, resolvió que “era claro que ella no podría
aceptar este tipo de tesis más que en el caso en que el comporta-
miento de la República Federal hubiera sido absolutamente defini-
do y constante e incluso en esta hipótesis, es decir, si dicho esta-
do hubiere tenido verdaderamente la intención de manifestar que
aceptaba el régimen convencional o que reconocía la aplicabilidad,
uno debería preguntarse por qué la República Federal no tomó la
medida que lógicamente se imponía, a saber: expresar su voluntad
ratificando pura y simplemente la Convención”.467

En la sentencia la Sala reflexiona sobre los requisitos que la


conducta de los estados deben cumplir para deducir de esa con-
ducta una regla de derecho: 1) los actos o conductas de los estados
deben constituir una práctica constante; 2) deben expresar, testi-
moniar, por su naturaleza o por la manera en que son llevados a
cabo, la convicción de que esta práctica se ha convertido en obli-

466 Cf. Recueil, 1969.

467 Cf. Alonso Gómez-Robledo Verduzco, ob. cit. p. 43-44.

384
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

gatoria por la existencia de una regla de derecho.468 Esto significa


que los actos considerados no deben representar solo una práctica
sistemática, sino ser realizados en el conocimiento y en la convic-
ción de que se efectúan como una obligación derivada de una regla
de derecho. Como bien señala Gómez-Robledo: “La necesidad de
una convicción tal, es decir, la existencia de un elemento subjetivo,
está implícita en la noción misma de ‘opinio juris sirve necessitatis’.
Los estados interesados deben pues tener el sentimiento de estarse
conformando a lo que equivale una obligación jurídica”.469

En el caso de la sentencia sobre el Golfo del Maine470, luego


de que la Corte determinase que entre las partes (Estados Unidos y
Canadá) no existía una obligación convencional que trazase el límite
único entre sus respectivas zonas marítimas, consideró que debía
examinar si entre ellas se habría establecido una obligación jurídi-
ca de esa naturaleza como resultado de otros factores. Es decir, la
“cuestión de saber que las partes han debatido ampliamente, si la
conducta o comportamiento que hayan seguido durante un deter-
minado periodo de tiempo en sus relaciones recíprocas, no habría
acarreado para una de ellas un consentimiento o aquiescencia en
la aplicación de un método de delimitación específico invocado por
la otra parte, o una forma de prescripción en cuanto a la posibili-
dad de oponerse, o, incluso, si esa conducta no habría tenido por
efecto instaurar alrededor de esa línea de aplicación un ‘modus
vivendi’”.471

La Sala, al considerar este asunto, pasó a revisar los conceptos


de estoppel y aquiescencia, indicando que cualquiera que fuera el
estatus de ambos en el Derecho internacional, constituían deriva-

468 Cf. Recueil, 1969, p.44, párr. 77.

469 Alonso Gómez-Robledo Verduzco, ob. cit. p. 44.

470 Cf. Recueil, 1988.

471 Cf. Recueil, 1988, p. 303. 126.

385
La Soberanía marítima deL Perú

ciones de los principios de la buena fe y la equidad. Señaló que am-


bas instituciones procedían de razonamientos jurídicos diferentes,
la aquiescencia equivale a un reconocimiento tácito manifestado
por un comportamiento unilateral que la otra parte puede inter-
pretar como un consentimiento472; mientras que el estoppel, por
el contrario, está ligado a la idea de la prescripción. Salvo por el
elemento del perjuicio o daño que conlleve necesariamente el es-
toppel, la Corte consideró que representaban aspectos distintos de
una sola institución.

La Sala recordó que el estoppel es una figura que aún se en-


cuentra en evolución y que requiere condiciones o requisitos más
severos que la aquiescencia en el sentido de que la parte que lo in-
voca debe fundar su demanda en el hecho de que las declaraciones
o la conducta de la otra parte sean en su detrimento o en ventaja
de la otra. El perjuicio y la ventaja son de esta forma elementos
indispensables que deben concurrir para que se configure el esto-
ppel.473

El caso es ilustrativo. Canadá empezó a otorgar, en 1964, licen-


cias de exploración y explotación de hidrocarburos en el banco de
Georges, sobre la base de una línea media que dividía su jurisdic-
ción con la de Estados Unidos en esta zona. Estados Unidos, por su
parte, consideraba que el otorgamiento de licencias offshore por
parte del Canadá se basaba solo en actos administrativos internos
canadienses que no podían constituir una aquiescencia o configu-
rar un estoppel en el plano internacional. Entre las argumentacio-
nes de Canadá respecto de los actos propios de Estados Unidos,
que habrían consentido la delimitación marítima por la línea me-

472 En el proceso, el Gobierno del Canadá definió la aquiescencia en los siguientes términos: “Desde
el momento que un gobierno, parte en una controversia, tiene conocimiento, directamente o por
deducción, de la conducta de la otra parte o de una afirmación de derechos que ésta realiza y se
abstiene de protestar frente a esa conducta o afirmación de derechos, acepta tácitamente la posición
jurídica que expresa la conducta de la otra parte o la afirmación de derechos que ella realiza”. En:
Recueil, 1984, p. 304, párr. 129.

473 Ibíd., pp.308, 141-148.

386
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

dia, figuraban comunicaciones en las que incluso las autoridades


del Bureau of Land Management del Ministerio del Interior de los
Estados Unidos habían preguntado al Gobierno canadiense sobre la
vinculación que existía entre el área de las licencias concedidas y la
línea media de delimitación establecida en la Convención de Gine-
bra de 1958, así como una comunicación formal del 14 de mayo de
1965, la Carta Hoffman, en la que según Canadá, había una acepta-
ción de la línea media como límite marítimo. Esta comunicación fue
contestada por el Ministerio competente de Canadá el 16 de junio
de 1965, el cual confirmó que la línea media utilizada había sido
la establecida conforme a lo dispuesto en el artículo 6 de la Con-
vención de Ginebra de 1958 sobre la Plataforma Continental. En
el curso del proceso se presentaron, asimismo, documentos diplo-
máticos que según Canadá establecían la aquiescencia de Estados
Unidos y en todo caso fundamentaban el estoppel.

En general, en sus presentaciones, el Gobierno de Canadá se-


ñaló que los actos propios y la conducta de Estados Unidos debían
considerarse relevantes como:

a. Prueba de la existencia de una verdadera aquiescencia de


su parte, en relación con la aceptación de una línea media
como límite entre las jurisdicciones marinas respectivas,
así como de un estoppel que impedía a Estados Unidos
oponerse a la línea media.
b. La existencia, aunque sea como indicio, del establecimien-
to de un modus vivendi o de un límite de facto que los dos
estados habían reconocido y consolidado con su conducta
recíproca.
c. Un criterio determinante del tipo de delimitación que tan-
to Canadá como Estados Unidos juzgaban como equitati-
va.474

474 Alonso Gómez-Robledo Verduzco, ob. cit., p. 140.

387
La Soberanía marítima deL Perú

Luego de analizar los argumentos de cada una de las partes, la


Sala concluyó en su fallo que de la conducta de los estados que ha-
bían sido objeto de las argumentaciones en uno u otro sentido, no
podía concluirse que Estados Unidos hubiera expresado su aquies-
cencia en la delimitación de la zona del banco de Georges a través
de una línea media. Al mismo tiempo, la Sala señaló que “es proba-
blemente cierto que la actitud de los Estados Unidos en materia de
límites marítimos con su vecino canadiense se haya caracterizado
hasta fines de los años sesenta por incertidumbres y por una cierta
falta de coherencia. Este señalamiento no impide, de todas mane-
ras, constatar que los hechos alegados por el Canadá no permiten
concluir que el gobierno de los Estados Unidos haya reconocido de
una vez por todas la línea media como límite de sus jurisdicciones
en la plataforma continental; ellos no permiten asimismo concluir
que la simple ausencia de reacción al otorgamiento de las licencias
de explotación canadienses de 1964 hasta la ayuda memoria del 5
de noviembre de 1969, hayan tenido como consecuencia jurídica
que los Estados Unidos no puedan en el futuro reivindicar un límite
que siga el canal noreste”.475

La Sala, asimismo, luego de analizar los hechos, señaló que


no era legítimo considerar que Estados Unidos hubiera aceptado
tácitamente las tesis canadienses o que pudiera haber perdido sus
derechos. Una conclusión contraria sería algo que va más allá de
las condiciones que el Derecho internacional establece para que se
pueda hablar de aquiescencia o estoppel476.

Al fundamentar su fallo, la Sala quiso explicitar que su decisión


de no considerar la conducta de los Estados Unidos como expresión
de aquiescencia la adoptó con pleno conocimiento de los antece-
dentes jurisprudenciales que en otros casos tomaron en cuenta la
conducta de las partes. En ese sentido, señaló que los antecedentes

475 Recueil, 1984, p. 307, párr. 137.

476 Ibíd., p. 308, párr. 142.

388
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

de las sentencias sobre el asunto de las pesquerías entre Gran Bre-


taña y Noruega, el asunto Grisbadarna sobre la delimitación de las
zonas de pesca entre Noruega y Suecia, la cuestión del templo de
Préah Vihéar y la sentencia arbitral del Rey de España no se aplica-
ban al caso del Golfo del Maine. Ello porque la duración o el tiempo
de las conductas estatales era diferente en el caso de las pesque-
rías; la pertinencia de aplicar el diferendo Grisbadarne a los casos
actuales es discutible, pues los derechos sobre los espacios maríti-
mos existentes en esa época son sustancialmente diferentes de los
que se presentan en la actualidad; porque el caso de Préah Vihéar
es de una naturaleza muy diferente y porque la sentencia del Rey
de España se fundó en declaraciones expresas de Nicaragua y en
comportamientos de muy larga data.477

En la sentencia sobre el caso Túnez/Libia, la Corte se pronun-


ció también sobre la conducta de los estados. La Corte señaló que
debía “‘tenir compte de tous les indices existants au sujet de la
ligne ou des lignes que les parties elles-mêmes ont pu considérer
ou traiter en pratique comme équitables’ (…) et elle a retenu en
conséquence comme pertinent le fait qu’il s’était établi entre les
parties une ‘ligne de facto’”.478 [tener en cuenta todos los indicios
existentes sobre la línea o las líneas que las propias partes hayan
podido considerar o negociar en la práctica como equitativas (…) y
en consecuencia, la Corte ha considerado como pertinente el hecho
de que se había establecido entre las partes una ‘línea de facto’”.]
Bajo este temperamento, la Corte reconoció como una condición
pertinente la línea de facto que habían establecido Túnez y Libia a
partir de los permisos de pesca que otorgaron respectivamente479.

Weil con acierto señala que en esta decisión la Corte tomó en


cuenta la conducta de las partes no tanto como una obligación vin-

477 Cf. Recueil, 1984, pp.309-310, párr. 146, 147.

478 Recueil, 1982, párr.118.

479 Ibíd., párr.133 B2.

389
La Soberanía marítima deL Perú

culante por sí misma, sino solo como una circunstancia pertinente


en los términos del derecho de la delimitación marítima480. Pero
aun en este caso, el autor expresa una razonable prevención a la
utilización de la conducta de las partes en la delimitación marítima:
“Comme on eu l’occasion de l’observer, ériger le comportement
des parties en circonstance pertinente susceptible d’établir l’équité
ou l’inéquité d’une ligne d’équidistance risque de faire glisser le
droit de la délimitation maritime vers la prise en considération de
l’effectivité. Il est peut-être significatif que, mis à part le recours
discret à ce concept dans la sentence de 1985, la jurisprudence n’ait
pas confirmé l’approche de Tunisie/Libye: non seulement Golfe du
Maine a-t-il rejeté l’argumentation des parties fondée sur leur com-
portement antérieur, mais il a pris soin de préciser que l’équité ne
requiert pas le maintien dans l’avenir des pratiques d’exploitation
actuelles. On peut penser que désormais cette circonstance perti-
nente très discutable n’interviendra plus qu’exceptionnellement”.481
[Como hemos podido observar, instituir el comportamiento de las
partes en circunstancia pertinente, susceptible de establecer la
equidad o la inequidad de una línea equidistante, tiene el riesgo
de deslizar el derecho de la delimitación hacia la toma en conside-
ración de las efectividades. Es tal vez significativo que, más allá de
recurrir discretamente a este concepto en la sentencia de 1985, la
jurisprudencia no haya confirmado el enfoque del asunto Túnez/
Libia: la sentencia en el caso del Golfo de Maine no solo rechazó la
argumentación de las partes basada en su conducta anterior, sino
que tuvo el cuidado de precisar que la equidad no requiere en el
futuro el mantenimiento de las prácticas de explotación actuales.
Se puede pensar que de aquí en adelante esta circunstancia per-
tinente, muy discutible, solo intervendrá de manera excepcional].

Por otro lado, en el mismo asunto de la Plataforma Conti-


nental entre Túnez y Libia (sentencia del 24 de febrero de 1982), la

480 Prosper Weil, ob. cit., p.273.

481 Ibíd., pp. 273-274.

390
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Corte analizó determinadas líneas que habían sido presumiblemen-


te establecidas de manera unilateral, tanto por Túnez como Libia,
a través de actos propios482. La Corte observó que estas líneas no
habían sido convenidas, sino establecidas unilateralmente. Sobre
el particular, la Corte resolvió que estos trazos de delimitación no
podían tomarse en cuenta, ya que “intentar establecer unilateral-
mente los límites marítimos sin tener en cuenta la posición jurídica
de los otros estados es contrario a los principios reconocidos por el
Derecho internacional”.483

La Corte en apoyo de esta consideración, cita en la sentencia


lo ya resuelto en su fallo en el asunto de las pesquerías (Reino Uni-
do/Noruega):

“La delimitación de los espacios marítimos tiene siempre un


aspecto internacional; no podría depender solo de la voluntad del
estado ribereño, tal cual ella se expresa en el derecho interno. Si
es cierto que el acto de la delimitación es necesariamente un acto
unilateral, porque el estado ribereño es el único que tiene el título
para llevarla a cabo, en cambio la validez de la delimitación frente a
terceros estados depende del Derecho internacional”.484

Más recientemente, en el fallo sobre el diferendo territorial y


marítimo entre Nicaragua y Honduras, sentencia del 8 de octubre
de 2007, la Corte se ha referido con amplitud a la conducta de los
estados en el contexto de la delimitación marítima y ha reiterado el
estándar restrictivo de su jurisprudencia:

“L’établissement d’une frontière maritime permanente est


une question de grande importance, et un accord ne doit pas être
présumé facilement. Une ligne de facto pourrait dans certaines

482 Túnez reivindicaba la línea ZV (zénith vertical) 45º noreste, mientras que Libia proclamaba una línea
en dirección norte que prolongaba en el mar el último segmento de la frontera terrestre basada en
su ley de petróleo Nº 25, de 1955.

391
La Soberanía marítima deL Perú

483 Recueil, 1984, p. 66, párr. 87 (traducción del autor).

484 Ibíd., p.67, parr. 87 (traducción del autor).

480 Prosper Weil, ob. cit., p.273.

481 Ibíd., pp. 273-274.

390
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

circonstances correspondre à l’existence d’une frontière convenue


en droit ou revêtir davantage le caractère d’une ligne provisoire
ou d’une ligne à vocation spécifique, limitée, telle que le partage
d’une ressource rare. Même s’il y avait eu une ligne provisoire ju-
gée utile pour un certain temps, cela n’en ferait pas une frontière
internationale”.485

[El establecimiento de una frontera marítima permanente es


un asunto de la mayor importancia, y un acuerdo no debe presumir-
se fácilmente. Una línea de facto podría bajo ciertas circunstancias
corresponder a la existencia de una frontera acordada conforme a
derecho o poseer más bien el carácter de una línea provisoria o de
una línea con un objeto específico, limitado, tal como la repartición
de un recurso raro. Aunque hubiese habido una línea provisoria
considerada útil por un cierto tiempo, eso no la convierte en una
frontera internacional.]486

La sentencia es significativa, pues dada la naturaleza del caso


–en su componente marítimo–, la Corte tuvo que resolver, nueva-
mente, sobre una frontera única que comprendía el mar territorial,
la zona económica exclusiva y la plataforma continental. Adicional-
mente, teniendo en cuenta que Honduras sustentaba sus preten-
siones de considerar delimitada la frontera a través del paralelo
14°59’’8’ de latitud norte (paralelo Nº 15), tanto en el principio del
uti possidetis, que habría sido recogido en el tratado Gámez-Bonilla
y la sentencia del Rey de España de 1906, como en el reconocimien-
to tácito que de esa frontera habría hecho Nicaragua, la sentencia
efectúa un importante análisis de las conductas de las partes que
permite comprender mejor el alcance del fallo.

La Corte desestimó la argumentación de Honduras sobre la


existencia de un límite histórico por el paralelo 14°59’’8’, resolvien-

485 CIJ, Affaire du différend territorial et maritime entre le Nicaragua et le Honduras dans la Mer des
Caraïbes, Arrêt, 8 oct.2007.

393
La Soberanía marítima deL Perú

do que dicho límite no podía derivarse del principio del uti posside-
tis ni de las disposiciones del tratado Gámez-Bonilla, tampoco por
la vía de un reconocimiento tácito fundado en la conducta de las
partes.

El Tribunal reconoció que el paralelo 14°59’’8’, habría jugado


un cierto rol en la conducta de las partes, particularmente a partir
de 1961, lapso en el que tanto Nicaragua como Honduras otorgaron
numerosas concesiones petroleras que indicaban que sus límites
marítimos septentrional y meridional se encontraban en la línea del
paralelo citado487. Asimismo, admitió que los reglamentos de pesca
en la zona habrían aceptado el paralelo como línea divisoria.488 No
obstante ello, la Corte consideró que la conducta de las partes refe-
rida al paralelo 14°59’’8’ como línea de frontera marítima o como
divisoria de la zona de pesca no eran suficientes, ni por sus caracte-
rísticas ni por el corto tiempo en que sucedieron, como para derivar
de ello la existencia de una delimitación por dicho paralelo.

La Corte declaró, en consecuencia, que no existía delimita-


ción tácita por el paralelo 14°59’’8’. Al trazar la nueva línea limítro-
fe, analizó la posibilidad de utilizar el método de la equidistancia y
concluyó que dada la existencia de circunstancias especiales, en el
sentido de lo dispuesto por el artículo15 de la Convención del Mar,
no correspondía aplicar ese método. La Corte, siempre propiciando
la equidad de los resultados se pronunció por una línea bisectriz
como el método predominante de la delimitación.489

La jurisprudencia de la Corte sobre la conducta de las partes


como fuente de obligaciones vinculantes en la delimitación maríti-
ma ciertamente es plural y heterogénea, dependiendo su acepta-
ción de las circunstancias concretas, del objeto de la controversia,

487 Ibíd., p. 69, párr. 256.

488 Ibíd.

489
486 Ibíd., p. 90, del
Traducción párr.autor.
320.

392
La Soberanía marítima deL Perú

de la naturaleza de los actos propios490 y especialmente de la con-


currencia de los diversos elementos que el derecho internacional
exige para que la conducta de las partes genere derechos y obliga-
ciones exigibles, es decir, para que la aquiescencia se haya consa-
grado. Estos requisitos son:

1) Las conductas de aquiescencia deben probarse a través de


un razonamiento inductivo que tome en cuenta prácticas
suficientemente consolidadas y convincentes “y no solo
partir de interpretaciones deductivas originadas en ideas
preconcebidas a priori”.491
2) Las prácticas deben ser constantes, sistemáticas y durade-
ras, haberse reiterado durante un tiempo considerable.
3) Deben expresar una intencionalidad de obrar conforme a
una obligación jurídica que se asume motiva la conducta.
Ello debe reflejarse en la manera como se realizan las prác-
ticas, así como en su contenido. Este elemento subjetivo
debe manifestarse en una convicción de actuar conforme
a una obligación jurídica.492

El caso específico de la controversia peruano-chilena muestra


la complejidad de toda disputa marítima sobre espacios reciente-
mente incorporados al Derecho internacional y que no se constriñe
exclusivamente al mar territorial. Esta situación es aún más hete-
rogénea en la conducta de los estados si se tiene en cuenta que,
entre 1947 y 1982, año en que se aprueba la Convención del Mar,

490 El relator especial de la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas sobre actos unila-
terales del Estado, Victor Rodríguez Cedeño, ha definido el acto unilateral, en el curso de los trabajos
de codificación de la comisión, como “una manifestación de voluntad no equívoca del Estado, formu-
lada con la intención de producir los efectos jurídicos en sus relaciones con uno o más Estados, o una
o más organizaciones internacionales, respecto de la cual el o los Estados o la o las organizaciones
internacional tengan conocimiento ”, en: Julio Gonzales Campos, Materiales de Prácticas de Derecho
Internacional Público, Madrid, Tecnos, 2002, p.45

491 Cf. Recueil, 1984, p. 299.

492 Alonso Gómez-Robledo Verduzco, ob. cit. p. 44.

394
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

las conductas del Perú y Chile, así como las de los demás países
latinoamericanos que integran el Sistema del Pacífico Sur, han esta-
do decididamente orientadas hacia acciones, estrategias políticas y
diplomáticas dirigidas a que la comunidad internacional reconozca
sus reivindicaciones unilaterales a favor de una zona de 200 millas
de soberanía y jurisdicción.

Recién a partir de los años ochenta, cuando ya era una eviden-


cia negociadora que los elementos esenciales de la tesis de las 200
millas serían reconocidas por el Derecho internacional a través de
la Convención del Mar, las preocupaciones por los límites laterales
se hicieron más definidas y recurrentes.

De las conductas del Perú y Chile, reflejadas en actos adminis-


trativos internos, declaraciones oficiales, comunicados de prensa,
reclamaciones, protestas, documentación diplomática de origen
unilateral y un solo caso de documentación diplomática conjunta,
no es posible concluir que se hayan establecido obligaciones jurídi-
cas entre ambos países en materia de un trazo de la frontera ma-
rítima o de una cláusula delimitadora específica. Menos aun por el
paralelo 18º21’00’’.

Los actos administrativos y las reclamaciones por presencia de


embarcaciones de uno u otro país en sus respectivas aguas juris-
diccionales están referidos mayoritariamente al espacio marítimo
de la zona especial fronteriza marítima de exención de sanciones a
las embarcaciones pesqueras artesanales. Esta zona no se corres-
ponde ni se puede asimilar a la zona marítima establecida por la
Declaración de Santiago ni a los espacios marítimos que el actual
Derecho internacional reconoce a los estados.

Independientemente de ciertas incoherencias en la conducta


de cada parte, la utilización aislada de denominaciones equívocas
en determinada documentación o trámites administrativos de simi-
lar naturaleza, no existe una densidad de actos propios o conducta
de los estados que por su persistencia, su naturaleza y su intencio-

395
La Soberanía marítima deL Perú

nalidad, configuren la existencia de aquiescencia o estoppel en re-


lación a la utilización de cualquier método de delimitación. Y menos
aun de una delimitación por el paralelo geográfico, que en esencia
es contraria a los principios y normas del Derecho internacional por
conducir a resultados extremadamente inequitativos.

No es posible establecer en ese sentido la concurrencia de los


elementos objetivos y subjetivos que deben darse para que la con-
ducta sistemática y persistente de los estados genere obligaciones
internacionales. Especialmente, la ausencia de un comportamiento
consciente de obrar en base a una obligación jurídica de aceptar
y respetar un límite por el paralelo geográfico es clara, notoria y
demostrable. Sin la presencia de este elemento subjetivo no es pro-
cedente afirmar la existencia de conductas que hayan consentido
por aquiescencia con una delimitación determinada. Estas razones
son aplicables asimismo para la figura del estoppel, en la que, adi-
cionalmente, no es posible encontrar evidencia en la conducta de
las partes que permitan sostener la existencia de un daño o de una
ventaja manifiesta en favor de alguna de las partes.

Por el contrario, desde el momento en que surge la contro-


versia, a partir de la pretensión del Gobierno de Chile de trazar la
frontera marítima por la línea del paralelo geográfico que se ex-
presa por primera vez el año 2000, lo que denota la conducta de
las partes es una sistemática, persistente y coherente oposición de
intereses, que han sustanciado jurídicamente el diferendo maríti-
mo limítrofe.

5.3 La valoración de los mapas como elemento de prueba

Algunos autores chilenos presentan como una supuesta prue-


ba de la existencia de un límite por el paralelo la existencia de
mapas incluidos en algunas publicaciones, en los que se observa
una indicación sobre la línea del paralelo en la zona de la frontera
marítima peruano-chilena. Es el caso de Jaime Lagos Erazo, quien

396
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

publica algunos mapas peruanos contenidos en libros de textos de


historia y geografía donde se grafica la extensión del mar perua-
no hasta las doscientas millas, medida esta extensión a partir de la
proyección de los paralelos geográficos. Estos textos no oficiales y
ajenos a los procesos formales en los que supuestamente se habría
establecido un límite por el paralelo 18 21´03, no grafican el límite
con Chile sino la proyección del límite exterior del mar peruano si-
guiendo las indicaciones del Decreto 781 de 1947. No tienen ningu-
na validez como prueba en el proceso judicial”493

No se trata de cartas elaboradas en relación a procesos nacio-


nales o internacionales relacionados con la determinación de los
límites, sino más bien de mapas incluidos en publicaciones de res-
ponsabilidad de sus autores o de materiales de difusión oficial no
vinculados a la delimitación marítima propiamente dicha. Estos ma-
pas no tienen ningún atributo como elemento de prueba en rela-
ción al supuesto reconocimiento por parte del Perú de un límite por
el paralelo o de la existencia de una conducta que haya producido
aquiescencia en torno a dicho límite. Los mapas sólo tienen algún
valor – valor relativo aun en estos casos – cuando son expresión
formal, neutral y oficial de procesos relativos a entendimientos o
acuerdos entre las partes vinculados a la determinación o recono-
cimiento de los límites o a la expresión inequívoca de su voluntad
La Corte Internacional de Justicia ha sido coherente y sistemática
en el lugar marginal que otorga a los mapas en la determinación
de obligaciones internacionales en materia de delimitación. En el
asunto sobre el diferendo fronterizo entre Burkina-Faso/República
de Mali, sentencia del 22 de diciembre de 1986, la Corte ha enun-
ciado un principio general en relación a los mapas como elementos
de prueba:

“(...) La Sala puede limitarse en el estado actual de su razo-


namiento a formular un principio. En materia de delimitación de

493 Jaime Lagos Erazo, ob.cit., pp. 133-137.

397
La Soberanía marítima deL Perú

fronteras o de conflicto territorial internacional, los mapas son sólo


simples indicaciones, más o menos exactas según el caso; por sí
mismos y por el solo hecho de su existencia, no constituyen nunca
un título territorial, es decir un documento al que el derecho inter-
nacional confiere un valor jurídico intrínseco con el propósito de es-
tablecer derechos territoriales. Ciertamente, en algunos casos, los
mapas pueden adquirir tal valor jurídico, pero este valor no resulta
de sus solas cualidades intrínsecas; se deriva de que los mapas han
sido integrados entre los elementos que constituyen la expresión
de la voluntad del Estado o de los Estados concernidos. Lo mismo
ocurre, por ejemplo, cuando los mapas son el anexo de un texto
oficial del que forman parte integrante. Fuera de esta hipótesis cla-
ramente definida, los mapas son sólo elementos de prueba extrín-
secos, más o menos fiables o sospechosos, que pueden ser usados,
entre otros elementos de prueba de naturaleza circunstancial, para
establecer o reconstruir los hechos reales”.

La oposición de mapas como fuente de un título territorial


solo tiene, de esta manera, bajo ciertas condiciones, un valor com-
plementario a una expresión de voluntad cuyo alcance se refleje
en ellos, pero no constituyen en sí mismos pruebas de esa expre-
sión de voluntad. Esto tratándose de controversias territoriales, en
el caso de controversias de delimitación marítima su valor como
prueba es aún más relativo, por la propia naturaleza de esta. En
todo caso la Corte ha sido inequívoca en considerar que aun cuan-
do los mapas cumplan con los requisitos de un origen y formalidad
aceptable vinculados a la expresión de voluntad de los Estados no
constituyen pruebas:

“(...) Pero incluso cuando las garantías...están reunidas, el valor


jurídico de los mapas queda limitado a ser una prueba concordante
que corrobora una conclusión a la que el tribunal ha llegado por
otros medios, independientemente de los mapas. En consecuen-
cia, fuera de la hipótesis en la que se integran entre los elementos
que constituyen la expresión de voluntad del Estado los mapas no

398
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

pueden ser considerados en sí mismos como prueba de la frontera


pues, en ese caso, constituirían una presunción irrefutable, equiva-
lente a un título jurídico. Solo tienen valor como pruebas de carác-
ter auxiliar o confortativo, lo que excluye igualmente la posibilidad
de otorgarles la cualidad de presunciones juris tantum, que tengan
por efecto invertir la carga de la prueba494”.

Al no existir una lex specialis sobre los límites marítimos entre


ambos países, corresponde establecerla a través de las normas fun-
damentales del Derecho internacional de la delimitación marítima,
que obliga a dividir la zona de solapamiento aplicando la fórmula
equidistancia - circunstancias especiales para el mar territorial y
principios equitativos – circunstancias pertinentes para la platafor-
ma continental y la zona económica exclusiva. Como no se presen-
tan circunstancias especiales en el área materia de la controversia
y prácticamente no existen circunstancias pertinentes, la línea que
corresponde trazar, en principio, es la de la equidistancia, que en
este caso específico asegura conforme al Derecho internacional la
equidad de los resultados.

494 CIJ, Recueil, Differend frontalier Burkina-Faso/Mali, 1986,

399
La Soberanía marítima deL Perú

VII. docuMEntAcIón

1. dEMAndA dE lA rEPÚBlIcA dEl PErÚ contrA lA rEPÚBlI-


cA dE cHIlE SoBrE dElIMItAcIón MArÍtIMA

Al Señor Secretario
Corte Internacional de Justicia

El suscrito, debidamente autorizado por el Gobierno de la Re-


pública del Perú como su Agente, tiene el honor de someter a la
Corte Internacional de Justicia, de conformidad con los artículos 36
(1) y 40 (1) de su Estatuto y el Artículo 38 de su Reglamento, una de-
manda dando inicio al proceso instituido por la República del Perú
contra la República de Chile por el siguiente caso:

I. Materia de la Controversia

1. La controversia entre el Perú y Chile está referida a la de-


limitación del límite entre las zonas marítimas de los dos
Estados en el Océano Pacífico, que comienza en un punto
en la costa denominado “Concordia” conforme al Tratado
del 3 de junio de 1929. La controversia entre el Perú y Chile
también comprende el reconocimiento, a favor del Perú,
de una vasta zona marítima que se sitúa dentro de las 200
millas marinas adyacentes a la costa peruana, y que por
tanto pertenece al Perú, pero que Chile considera como
parte del alta mar.

400
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

II. Los Hechos

2. Las zonas marítimas entre el Perú y Chile nunca han sido


delimitadas ni por acuerdo ni de alguna otra forma. El Perú,
consiguientemente, sostiene que la delimitación deberá
ser determinada por la Corte conforme al derecho interna-
cional.

3. Sin embargo, Chile sostiene que ambos Estados han acor-


dado una delimitación marítima que comienza en la costa
y continúa a lo largo de un paralelo de latitud. Aún más,
Chile ha rehusado reconocer los derechos soberanos del
Perú sobre un área marítima situada dentro del límite de
200 millas marinas desde sus costas (y que se encuentra
fuera de la zona económica exclusiva y de la plataforma
continental de Chile)

4. Desde los años ochenta, el Perú ha intentado consistente-


mente negociar las diversas cuestiones incluidas en esta
controversia, pero ha encontrado la constante negativa chi-
lena a entrar en negociaciones (ver por ejemplo el Anexo
1). Mediante Nota de su Ministro de Relaciones Exteriores
del 10 de septiembre del 2004 (Anexo 2) Chile cerró firme-
mente la puerta a cualquier negociación.

III. La Jurisdicción de la Corte

5. La jurisdicción de la Corte en este caso se basa en el Ar-


tículo XXXI del Tratado Americano sobre Solución Pacífica
de Controversias (Pacto de Bogotá) del 30 de abril de 1948
(Anexo 3) Esta disposición reza:

ARTICULO XXXI. De conformidad con el inciso 2º del


artículo 36 del Estatuto de la Corte Internacional de Justi-
cia, las Altas Partes Contratantes declaran que reconocen
respecto a cualquier otro Estado Americano como obliga-

401
La Soberanía marítima deL Perú

toria ipso facto, sin necesidad de ningún convenio especial


mientras esté vigente el presente Tratado, la jurisdicción
de la expresada Corte en todas las controversias de orden
jurídico que surjan entre ellas y que versen sobre:

a) La interpretación de un Tratado;

b) Cualquier cuestión de derecho internacional;

c) La existencia de todo hecho que, si fuere establecido,


constituiría la violación de una obligación internacional;

d) La naturaleza o extensión de la reparación que ha de


hacerse por el quebrantamiento de una obligación in-
ternacional.

6. Tanto el Perú como Chile son partes en el Pacto de Bogotá.


Ninguna de las dos partes mantiene a la fecha reserva algu-
na al referido Pacto.

IV. El Fundamento Legal de la Reclamación Peruana

7. Los principios y normas del derecho internacional con-


suetudinario sobre delimitación marítima, tal como se en-
cuentran reflejados en las disposiciones relevantes de la
Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del
Mar de 1982 (“CONVEMAR”) y desarrollados por la juris-
prudencia de la Corte Internacional de Justicia y de otros
tribunales, constituyen las principales fuentes de derecho
aplicables a la presente controversia.

8. El principio rector principal sobre delimitación de la zona


económica exclusiva y de la plataforma continental entre
Estados con costas adyacentes, recogido en los Artículos 74
y 83 de la Convención, es que la delimitación “se efectuará
por acuerdo entre ellos sobre la base del derecho interna-
cional, a que hace referencia el Artículo 38 del Estatuto de

402
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

la Corte Internacional de Justicia, a fin de llegar a una solu-


ción equitativa”. Según ha sido interpretado por la reciente
jurisprudencia de la Corte, este principio es básicamente
similar al que rige la delimitación de los mares territoriales
de los Estados con costas adyacentes conforme al Artículo
15 de la Convención, consistente en aplicar la equidistan-
cia, teniendo en cuenta circunstancias especiales cuando
las hubiere.

9. De conformidad con el derecho internacional, tanto el Perú


como Chile tienen derecho a un dominio marítimo adya-
cente como prolongación de sus respectivos territorios te-
rrestres hasta una distancia de 200 millas marinas desde
sus líneas de base. A consecuencia de ello y dada la confi-
guración geográfica de la costa, sus derechos se superpo-
nen. Como quiera que ningún acuerdo ha sido alcanzado
por las Partes respecto a la delimitación de sus respectivas
zonas marítimas y en ausencia de circunstancias especia-
les que cuestionen la aplicación de la línea equidistante, es
la línea equidistante la que permite arribar a un resultado
equitativo. El límite marítimo entre las Partes deberá ser
determinado en tal sentido.

10. En contraste, una línea divisoria a lo largo de un paralelo


que comience en la costa, conforme a la pretensión chi-
lena, no cumple el requisito fundamental de arribar a un
resultado equitativo y tampoco surge de acuerdo alguno
entre las Partes.

11. La delimitación debe empezar en un punto en la costa


denominado Concordia, punto terminal de la frontera te-
rrestre establecido conforme al Tratado y Protocolo Com-
plementario para resolver la cuestión de Tacna y Arica
-Tratado de Lima- del 3 de junio de 1929 (Anexo 4), cuyas
coordenadas son 18º 21’ 08” S y 70º 22’ 39” O (ver Anexo

403
La Soberanía marítima deL Perú

5), y debe extenderse hasta una distancia de 200 millas ma-


rinas desde las líneas de base establecidas por las Partes.
Esto es en conformidad con el Artículo 54, párrafo 2 de la
Constitución del Perú de 1993 (Anexo 6), la Ley No. 28621
sobre Líneas de Base del Dominio Marítimo del Perú del 3
de noviembre de 2005 (Anexo 5), el Decreto Supremo pe-
ruano No. 047-2007-RE del 11 de agosto de 2007 (Anexo 7)
y el artículo 596 del Código Civil chileno modificado por la
Ley No. 18.565 del 23 de octubre de 1986 (Anexo 8), todas
ellas normas concurrentes en la fijación del límite exterior
de sus respectivos dominios marítimos hasta una distancia
de 200 millas marinas medidas desde las líneas de base.

12. Conforme a normas y principios bien establecidos de de-


recho internacional, el Perú también tiene derecho a los
espacios marítimos que se encuentran dentro de las 200
millas marinas medidas desde sus líneas de base y que, a la
vez, se encuentran fuera de las 200 millas marinas medidas
desde las líneas de base chilenas. Los argumentos contra-
rios esgrimidos por Chile carecen de mérito alguno.

V. Decisión Requerida

13. El Perú solicita a la Corte que determine el curso del lími-


te marítimo entre los dos Estados conforme al derecho
internacional, según lo indicado en la Sección IV supra, e
igualmente solicita a la Corte que reconozca y declare que
el Perú posee derechos soberanos exclusivos en el área
marítima situada dentro del límite de 200 millas marinas
de su costa y fuera de la zona económica exclusiva y de la
plataforma continental de Chile.

14. El Gobierno del Perú se reserva el derecho de ampliar, en-


mendar o modificar la presente demanda a lo largo del pro-
ceso.

404
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

15. Para los propósitos del Artículo 31 (3) del Estatuto y del
Artículo 35 (1) del Reglamento de la Corte Internacional de
Justicia, el Gobierno del Perú declara su intención de ejer-
cer su derecho a designar un Juez ad hoc.

Todas las comunicaciones relativas a este caso debe-


rán ser enviadas a la Embajada de la República del Perú
en el Reino de los Países Bajos, Nassauplein 4, 2585 EA, La
Haya, Países Bajos.

Respetuosamente,
Allan Wagner
Agente del Gobierno de la República del Perú

405
La Soberanía marítima deL Perú

AnEXoS dE lA dEMAndA

1.1. Anexo 1. Nota dirigida por el Ministro de Relaciones Exte-


riores del Perú, Embajador Manuel Rodríguez Cuadros, a la
Ministra de Relaciones Exteriores de Chile, María Soledad Al-
vear, 19 de julio de 2004.

Nota (GAB) Nº 6/43


Lima, 19 JUL. 2004

Excelentísima señora Ministra:

Tengo a honra dirigirme a Vuestra Excelencia con el objeto


de referirme a la controversia jurídica sobre delimitación marítima
existente entre el Perú y Chile.

Antes de pasar a esta materia, permítame Vuestra Excelencia,


recordar la unidad de criterios y colaboración entre el Perú y Chile
en el desarrollo del nuevo Derecho del Mar. En la etapa formativa
del denominado con acierto nuevo Derecho del Mar, el Perú y Chile
desempeñaron papeles muy importantes en el desarrollo progresi-
vo y codificación de este orden jurídico. Ambos países efectuaron
acciones que tuvieron gran trascendencia en el reconocimiento in-
ternacional de la soberanía y jurisdicción del Estado ribereño en el
mar adyacente hasta las 200 millas marinas, extensión muy supe-
rior a las tradicionalmente existentes. En esta fase inicial del nuevo
Derecho del Mar, nuestros países concentraron sus esfuerzos en el
interés principal de extender y defender la soberanía y jurisdicción
en el mar adyacente hasta medidas no tradicionales pero justas y
equitativas. Dichos esfuerzos estuvieron orientados a la protección
de estas nuevas zonas y sus recursos.

En la evolución del Derecho, muchos Estados se opusieron a


esta innovadora y audaz extensión de la soberanía y jurisdicción del
Estado ribereño. No obstante, nuestros países, de manera coordi-
nada, decidida y efectiva, no sólo resistieron esta oposición –que se

406
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

fundaba, en parte, en el Derecho Internacional formado en siglos


pasados- sino que, además, convencieron a la comunidad interna-
cional de la justicia y equidad de su causa. Desde la década de 1950
hasta las difíciles negociaciones en la Tercera Conferencia de las Na-
ciones Unidas sobre el Derecho del Mar esta labor solidaria, coordi-
nada y eficiente – a la que se sumaron otros países de la región- dio
resultados muy positivos en la consolidación de los nuevos princi-
pios e instituciones del Derecho del Mar.

A la Excelentísima señora doctora


María Soledad Alvear
Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile
Santiago de Chile.-

Sin embargo, y a pesar de esta amplia y estrecha colaboración


en el Desarrollo del Derecho del Mar, el Perú y Chile tienen aún
pendiente la delimitación marítima de sus respectivas zonas adya-
centes, debido a que no han celebrado un tratado específico sobre
esta importante materia.

Con relación a la delimitación marítima entre nuestros países,


el Perú dirigió a la Secretaría General de las Naciones Unidas una
nota que contiene una Declaración difundida por dicho organismo
internacional por medio de la Circular No. 13 de Derecho del Mar,
de marzo del 2001, publicada por su División de Asuntos Oceánicos
y Derecho del Mar; en la misma se expresa, entre otros, que “hasta
la fecha el Perú y Chile no han celebrado, de conformidad con las
reglas pertinentes del Derecho Internacional, un tratado específi-
co de delimitación marítima”, que “el gobierno del Perú, en nota
número 5-4-M/147, de 23 de mayo de 1986, comunicó al gobier-
no de Chile su posición oficial sobre la necesidad de proceder a la
delimitación formal y definitiva de los espacios marítimos entre los
dos países, comunicación que ha sido recientemente reiterada me-
diante nota RE (GAB) número 6-14/113, de 20 de octubre de 2000,
por tratarse de un asunto pendiente” y que “en consecuencia, el

407
La Soberanía marítima deL Perú

gobierno del Perú no reconoce la indicación de la línea del paralelo


como límite marítimo entre el Perú y Chile”.

Asimismo, se han cursado otras notas entre el Perú y Chile que


revelan posiciones jurídicas totalmente discrepantes y opuestas so-
bre la delimitación marítima; todo ello, de conformidad con el De-
recho Internacional, configura una controversia jurídica.

El Perú estima que la estabilidad de las relaciones bilaterales,


de amistad y cooperación con Chile, así como la promoción de in-
tereses compartidos en todos los ámbitos de la relación bilateral
encontrarán un mayor dinamismo en la medida en que se pueda
obtener un acuerdo sobre esta controversia jurídica cuya solución
está aún pendiente.

Estas consideraciones, de la mayor importancia en la relación


bilateral, me llevan a proponer formalmente a Vuestra Excelencia
el inicio, a la brevedad posible, de negociaciones bilaterales para
resolver esta controversia. Propongo, asimismo, que estas nego-
ciaciones comiencen dentro de los próximos sesenta días. Las mis-
mas podrían llevarse a cabo en la ciudad de Lima, en la ciudad de
Santiago de Chile o en la ciudad que se escoja de común acuerdo.
La finalidad de estas negociaciones deberá ser el establecimiento
del límite marítimo entre el Perú y Chile de conformidad con las
normas del Derecho Internacional, mediante un tratado específico
sobre esta materia.

La posición peruana sobre delimitación marítima entre Esta-


dos con costas adyacentes fue presentada oficialmente por el Pre-
sidente de la Delegación del Perú en la Tercera Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, en su intervención del
27 de agosto de 1980. En el párrafo séptimo de esta se afirma:

“Con respecto a los criterios de delimitación


del mar territorial, la zona económica exclusiva y la
plataforma continental entre Estados cuyas costas

408
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

son adyacentes, el Perú considera que, a falta de un


convenio específico de delimitación concertado de
manera expresa para fijar definitivamente los límites
de tales zonas, y donde no prevalezcan circunstancias
especiales ni existan derechos históricos reconocidos
por las partes, debe aplicarse como regla general la
línea media o de equidistancia, por tratarse del método
más idóneo para llegar a una solución equitativa y
que este criterio está bien reflejado en los actuales
artículos del texto integrado.”

Me valgo de esta oportunidad para reiterar a Vuestra Excelen-


cia las seguridades de mi más alta y distinguida consideración.

Manuel Rodríguez Cuadros


Ministro de Relaciones Exteriores del Perú.

409
La Soberanía marítima deL Perú

1.2. Anexo 2. Nota de la Ministra de Relaciones Exteriores de Chi-


le, María Soledad Alvear, al Ministro de Relaciones Exterio-
res del Perú, Embajador Manuel Rodríguez Cuadros, de 10 de
septiembre de 2004.
N° 16723

Excelentísimo Sr. Ministro:

Tengo el agrado de dirigirme a Vuestra Excelencia en relación


a la Nota GAB N°6/43 de 19 de julio del presente año, entregada al
Sr. Embajador de Chile en el Perú.

Al respecto es grato coincidir con Vuestra Excelencia en cuanto


a recordar el común esfuerzo en el logro de una estrecha coopera-
ción en asuntos marítimos y particularmente en el establecimiento
de la zona marítima de 200 millas, así como los acuerdos funda-
mentales que dieron lugar al Sistema del Pacífico Sur.

En este mismo espíritu y con igual convicción en cuanto a la


importancia de la cooperación desarrollada, es oportuno expresar
a Vuestra Excelencia que no resulta procedente referirse a nego-
ciaciones sobre convenios vigentes, que han establecido el límite
marítimo entre Chile y el Perú en el paralelo 18°21’03”.

Asimismo, debo expresar a Vuestra Excelencia que tampoco


resulta aceptable la proposición de plazos en relación con materias
ya acordadas por nuestros países.

Me valgo de esta oportunidad para reiterar a Vuestra Excelen-


cia las seguridades de la más alta y distinguida consideración.

María Soledad Alvear


Ministra de Relaciones Exteriores
Al Excelentísimo Señor
Manuel Rodríguez Cuadros
Ministro de Relaciones Exteriores de
la República del Perú

410
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

1.3. Anexo 3. Tratado y Protocolo Complementario para


resolver la cuestión de Tacna y Arica

(Lima, 3 de Junio de 1929)

Los Gobiernos de las Repúblicas del Perú y de Chile, deseosos


de remover toda dificultad entre ambos países y de asegurar así
su amistad y buena inteligencia, han resuelto celebrar un Tratado
conforme a las bases que el Presidente de los Estados Unidos de
América, en ejercicio de buenos oficios solicitados por las Partes,
y guiándose por los arreglos directos concertados entre ellas, ha
propuesto como bases finales para resolver el problema de Tacna
y Arica, y al efecto han nombrado Plenipotenciarios , a saber: Su
Excelencia el Presidente del Perú al Excelentísimo Señor Doctor don
Pedro José Rada y Gamio, su Ministro de Relaciones Exteriores, y Su
Excelencia el Presidente de la República de Chile, al Excelentísimo
señor don Emiliano Figueroa Larraín, su Embajador Extraordinario
y Plenipotenciario en el Perú; quienes después de canjear sus Ple-
nos Poderes y encontrándolos en debida forma, han convenido los
artículos siguientes:

Artículo Primero
Queda definitivamente resuelta la controversia originada por
el Artículo Tercero del Tratado de Paz y Amistad del veinte de oc-
tubre de mil ochocientos ochenta y tres, que era la única dificultad
pendiente entre los Gobiernos signatarios.

Artículo Segundo
El territorio de Tacna y Arica será dividido en dos partes. Tacna
para el Perú y Arica para Chile. La línea divisoria entre dichas partes
y, en consecuencia, la frontera entre los territorios del Perú y de
Chile, partirá de un punto de la costa que se denominará «Con-
cordia», distante diez kilómetros al norte del puente del Río Lluta,
para seguir hacia el oriente paralela a la vía de la sección chilena
del Ferrocarril de Arica a La Paz y distante diez kilómetros de ella ,

411
La Soberanía marítima deL Perú

con las inflexiones necesarias para utilizar, en la demarcación, los


accidentes geográficos cercanos que permitan dejar en territorio
chileno las azufreras del Tacora y sus dependencias, pasando luego
por el centro de la Laguna Blanca, en forma que una de sus partes
quede en el Perú y la otra en Chile. Chile cede a perpetuidad a fa-
vor del Perú, todos sus derechos sobre los canales de Uchusuma y
del Mauri, llamado también Azucarero, sin perjuicio de la soberanía
que le corresponderá ejercer sobre la parte de dichos acueductos
que queden en territorio chileno después de trazada la línea diviso-
ria a que se refiere el presente artículo. Respecto de ambos Cana-
les, Chile constituye en la parte que atraviesan su territorio, el más
amplio derecho de servidumbre a perpetuidad a favor del Perú. Tal
servidumbre comprende el derecho de ampliar los Canales actua-
les, modificar el curso de ellos y recoger todas las aguas captables
en su trayecto por territorio chileno, salvo las aguas que actualmen-
te caen al Río Lluta y las que sirven a las azufreras del Tacora.

Artículo Tercero
La línea fronteriza a que se refiere el inciso primero del artí-
culo segundo, será fijada y señalada en el territorio con hitos, por
una comisión mixta compuesta de un miembro designado por cada
uno de los Gobiernos signatarios, los que costearán, por mitad, los
gastos comunes que esta operación requiera. Si se produjera algún
desacuerdo en la comisión, será resuelto con el voto dirimente de
un tercer miembro designado por el Presidente de los Estados Uni-
dos de América, cuyo fallo será inapelable.

Artículo Cuarto
El Gobierno de Chile entregará al Gobierno del Perú treinta
días después del canje de ratificaciones del presente tratado, los
territorios que, según él, deben quedar en poder del Perú. Se fir-
mará por Plenipotenciarios de las citadas Partes Contratantes, una
acta de entrega que contendrá la relación detallada de la ubicación
y características definitivas de los hitos fronterizos.

412
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Artículo Quinto
Para el servicio del Perú el Gobierno de Chile construirá a su
costo, dentro de los mil quinientos setenta y cinco metros de la ba-
hía de Arica, un malecón de atraque para vapores de calado, un
edificio para la agencia aduanera peruana y una estación terminal
para el Ferrocarril a Tacna, establecimientos y zonas donde el co-
mercio de tránsito del Perú gozará de la independencia propia del
más amplio puerto libre.

Artículo Sexto
El Gobierno de Chile entregará al del Perú, simultáneamente
al canje de las ratificaciones, seis millones de dólares, y además, sin
costo alguno para éste último Gobierno, todas las obras públicas
ya ejecutadas o en construcción y bienes raíces de propiedad fiscal
ubicados en los territorios que, conforme al presente Tratado, que-
darán bajo la soberanía peruana.

Artículo Sétimo
Los Gobiernos del Perú y de Chile respetarán los derechos pri-
vados legalmente adquiridos en los territorios que quedan bajo sus
respectivas soberanías entre los que figura la concesión otorgada
por el Gobierno del Perú a la empresa del Ferrocarril de Arica a
Tacna en mil ochocientos cincuenta y dos, conforme a la cual, dicho
ferrocarril, al término del contrato, pasará a ser propiedad del Perú.
Sin perjuicio de la soberanía que le corresponde ejercer, Chile cons-
tituye a perpetuidad en la parte que la línea atraviesa su territorio
el derecho más amplio de servidumbre a favor del Perú.

Artículo Octavo
Los Gobiernos del Perú y de Chile condonarán recíprocamente
toda obligación pecuniaria pendiente entre ellos ya sea que derive
o no del Tratado de Ancón.

413
La Soberanía marítima deL Perú

Artículo Noveno
Las Altas Partes Contratantes celebrarán un convenio de po-
licía fronteriza para la seguridad pública de los respectivos territo-
rios adyacentes a la línea divisoria. Este convenio deberá entrar en
vigencia tan pronto como la Provincia de Tacna pase a la soberanía
del Perú.

Artículo Décimo
Los hijos de los peruanos nacidos en Arica, se considerarán
peruanos hasta los veintiún años de edad, edad en que podrán op-
tar por su nacionalidad definitiva; y los hijos de chilenos nacidos en
Tacna, tendrán el mismo derecho.

Artículo Undécimo
Los Gobiernos de Perú y de Chile, para conmemorar la conso-
lidación de sus relaciones de amistad, resuelven erigir en el Morro
de Arica un monumento simbólico sobre cuyo proyecto se pondrán
de acuerdo.

Artículo Duodécimo
Para el caso en que los Gobiernos del Perú y de Chile, no es-
tuvieren de acuerdo en la interpretación que den a cada una de las
diferentes disposiciones de este Tratado, y en que, a pesar de su
buena voluntad, no pudiesen ponerse de acuerdo, decidirá el Presi-
dente de los Estados Unidos de América la controversia

Artículo Decimotercero
El presente Tratado será ratificado y sus ratificaciones serán
canjeadas en Santiago tan pronto sea posible.

En fe de lo cual, los infrascritos Plenipotenciarios firman y se-


llan el presente Tratado en doble ejemplar, en Lima, a los tres días
del mes de junio de mil novecientos veintinueve.

414
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

(L.S.) Pedro José Rada y Gamio


(L.S.) E. Figueroa.
Lima, 03 de junio de 1929.

Pásese al Congreso Nacional para los efectos de la atribución


del artículo 83 de la Constitución de la República. Regístrese.

Protocolo Complementario
Los Gobiernos del Perú y de Chile han acordado suscribir un
Protocolo Complementario del Tratado que se firma con esta mis-
ma fecha, y sus respectivos Plenipotenciarios, debidamente autori-
zados, han convenido al efecto en lo siguiente:

Artículo Primero
Los Gobiernos del Perú y de Chile no podrán, sin previo acuer-
do entre ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de
los territorios que, en conformidad al Tratado de esta misma fecha,
quedan bajo sus respectivas soberanías, ni podrán, sin ese requisito,
construir, a través de ellos, nuevas líneas férreas internacionales.

Artículo Segundo
Las facilidades de puerto que el Tratado, en su Artículo Quin-
to acuerda al Perú, consistirán en el más absoluto libre tránsito de
personas, mercaderías y armamentos al territorio peruano y desde
éste a través del territorio chileno. Las operaciones de embarque
y desembarque se efectuarán, mientras se construyen y terminan
las obras indicadas en el artículo Quinto del Tratado, por el recinto
del muelle del ferrocarril de Arica a La Paz, reservado al servicio del
ferrocarril de Arica a Tacna.

Artículo Tercero
El Morro de Arica será desartillado, y el Gobierno de Chile
construirá a su costo el monumento convenido por el Artículo Un-
décimo del Tratado.

415
La Soberanía marítima deL Perú

El presente Protocolo forma parte integral del Tratado de esta


misma fecha y, en consecuencia, será ratificado y sus ratificaciones
se canjearán en Santiago de Chile tan pronto como sea posible.

En fe de lo cual los infrascritos Plenipotenciarios firman y sellan


el presente Protocolo complementario en doble ejemplar, en Lima, a
los tres días del mes de junio de mil novecientos veintinueve.

(L.S.) Pedro José Rada y Gamio


(L.S.) E. Figueroa
Lima, 3 de junio de 1929.

416
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

1.4. Anexo 4. Ley No. 28621, Ley de Líneas de Base del Dominio
Marítimo del Perú, 3 de noviembre 2005

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
POR CUANTO:

El Congreso de la República ha dado la Ley siguiente:

EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA;

Ha dado la Ley siguiente:

LEY DE LÍNEAS DE BASE DEL DOMINIO MARÍTIMO DEL PERÚ

Artículo 1º.- Objeto de la Ley


La presente Ley establece, en cumplimiento del artículo 54º
de la Constitución Política del Perú y de conformidad con el dere-
cho internacional, las líneas de base a partir de las cuales se mide
la anchura del dominio marítimo del Estado hasta la distancia de
doscientas millas marinas, en las que el Estado peruano ejerce so-
beranía y jurisdicción.

Artículo 2°.- Determinación de las líneas de base


Las líneas de base están determinadas por las coordenadas
geográficas que constan en el anexo 1, que se inician en el Nor-
te en las coordenadas astronómicas Lat. 03º23’33.96’’S, Long.
80º19’16.31’’W (WGS84 Lat. 03º23’31.10’’S, Long. 80º18’49.29’’W),
y finalizan en el Sur en las coordenadas WGS84 Lat. 18º21’08’’S,
Long. 70º22’39’’W, incluidas en las seis cartas del anexo 2 de la pre-
sente Ley.

Artículo 3º.- Consideración como aguas interiores


De conformidad con el derecho internacional, las aguas com-
prendidas dentro de las líneas de base establecidas en el artículo 1º
de la presente Ley, forman parte de las aguas interiores del Estado.

417
La Soberanía marítima deL Perú

Artículo 4º.- Límite exterior


De conformidad con la Constitución Política del Estado el lí-
mite exterior del dominio marítimo del Perú es trazado de modo
que cada punto del citado límite exterior se encuentre a doscientas
millas marinas del punto más próximo de las líneas de base en apli-
cación de los criterios de delimitación establecidos por el derecho
internacional.

Artículo 5º.- Levantamiento de la cartografía del límite exterior


El Poder Ejecutivo queda encargado de levantar la cartografía
correspondiente al límite exterior del dominio marítimo de confor-
midad con lo dispuesto en el artículo 4º de la presente Ley.

Artículo 6º.- Anexos 1 y 2 integran la Ley


Los anexos 1 y 2 son parte integrante de la presente Ley.

Artículo 7º.- Vigencia


La presente Ley entra en vigencia al día siguiente de su publi-
cación en el Diario Oficial El Peruano, quedando derogada, o sin
efecto, o modificada, según corresponda, cualquier disposición le-
gal anterior contraria a las normas contenidas en la presente Ley.
Comuníquese al señor Presidente de la República para su promul-
gación.

En Lima, a los tres días del mes de noviembre de dos mil


cinco.
MARCIAL AYAIPOMA ALVARADO
Presidente del Congreso de la República

FAUSTO ALVARADO DODERO


Primer Vicepresidente del Congreso de la República

AL SEÑOR PRESIDENTE
CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA
POR TANTO:

418
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Mando se publique y cumpla.

Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los tres días del mes


de noviembre del año dos mil cinco.

ALEJANDRO TOLEDO
Presidente Constitucional de la República

Óscar Maúrtua de Romaña


Ministro de Relaciones Exteriores

419
La Soberanía marítima deL Perú

AnEXo 1

Lista de las coordenadas de los puntos contribuyentes del


sistema de líneas de base del litoral peruano, en el sistema
WGS84, propuesta por la Comisión Técnica de Líneas de Base.
longItud cArActErÍStIcAS N° CARTA
N° lugAr
oEStE dEl Punto rutA
Punto de frontera
03º 23’ 80º 18’ Terminus norte
01 en la Boca 01 de PC-LB 01
31.10”S 49.29”W Punto de LB normal
Capones
02 Punta Cherres 03º 29’ 10.6” S 80º 26’ 54.8” W Punto de LB normal PC-LB 01
03 Punta Malpelo 03º 30’ 13.6” S 80º 30’ 20.7” W Punto de LB normal PC-LB 01
04 Playa Hermosa 03º 33’ 48.1” S 80º 32’ 00.0” W Punto de LB normal PC-LB 01
05 Caleta La Cruz 03º 38’ 07.7” S 80º 36’ 14.2” W Punto de LB normal PC-LB 01
06 Playa Santa Rosa 03º 39’ 58.5” S 80º 39’ 26.1” W Punto de LB normal PC-LB 01
07 Playa Los Pinos 03º 40’ 42.9” S 80º 40’ 57.1” W Punto de LB normal PC-LB 01
08 Playa Bocapán 03º 42’ 24.6” S 80º 44’ 00.2” W Punto de LB normal PC-LB 01
09 Punta Cardo Grande 03º 43’ 03.8” S 80º 45’ 16.2” W Punto de LB normal PC-LB 01
10 Puntas Picos 03º 44’ 57.1” S 80º 47’ 18.1” W Punto de LB normal PC-LB 01
11 Quebrada Sandías 03º 46’ 29.2” S 80º 48’ 06.2” W Punto de LB normal PC-LB 01
12 Playa Palo Santo 03º 48’ 13.0” S 80º 48’ 56.4” W Punto de LB normal PC-LB 01
13 Quebrada Lavejal 03º 50’ 13.6” S 80º 49’ 46.2” W Punto de LB normal PC-LB 01
14 Punta Mero 03º 54’ 22.2” S 80º 52’ 55.5” W Punto de LB normal PC-LB 01
15 Quebrada Curo 03º 55’ 41.4” S 80º 54’ 48.2” W Punto de LB normal PC-LB 01
16 Muelle Cancas 03º 56’ 38.3” S 80º 56’ 25.2” W Punto de LB normal PC-LB 01
17 Punta Sal Chico 03º 57’ 31.2” S 80º 57’ 51.1” W Punto de LB normal PC-LB 01
18 Punta Sal 03º 59’ 03.4” S 80º 59’ 12.4” W Punto de LB normal PC-LB 01
19 Playa El Bravo 04º 00’ 18.1” S 80º 59’ 45.0” W Punto de LB normal PC-LB 01
20 Punta Mancora 04º 06’ 38.1” S 81º 04’ 29.5” W Punto de LB normal PC-LB 01
21 Punta Peña Mala 04º 07’ 44.9” S 81º 06’ 04.9” W Punto de LB normal PC-LB 01
22 Punta Los Organos 04º 10’ 42.4” S 81º 08’ 45.7” W Punto de LB normal PC-LB 01
23 Muelle Las Animas 04º 13’ 29.9” S 81º 12’ 11.2” W Punto de LB normal PC-LB 01
24 Punta Cabo Blanco 04º 15’ 00.6” S 81º 14’ 21.2” W Punto de LB normal PC-LB 01
Punto de LB normal
25 Punta Peña Negra 04º 16’ 39.0” S 81º 15’ 17.5” W PC-LB 01
contribuyente 200 mn
Punto de LB normal
26 Punta Restín 04º 18’ 31.6” S 81º 15’ 39.9” W PC-LB 01
contribuyente 200 mn

420
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Punto de LB normal
27 Punta Lobos 04º 27’ 33.3” S 81º 18’ 03.4” W PC-LB 01
contribuyente 200 mn
Punto de LB normal
28 Punta Yapato 04º 28’ 48.7” S 81º 18’ 18.8” W PC-LB 01
contribuyente 200 mn
Punto de LB normal
29 Punta Pariñas 04º 40’ 07.0” S 81º 19’ 42.1” W PC-LB 01
contribuyente 200 mn
Punto de giro inicial
30 Punta Balcones 04º 41’ 00.0” S 81º 19’ 43.4” W Sistema LB recta 1 PC-LB 01
contribuyente 200 mn.
Punto de giro Sistema
Isla Foca, extremo
31 05º 12’ 14.4” S 81º 12’ 48.5” W LB recta 1 PC-LB 01,02
norte
contribuyente 200 mn.
Punto de giro final
32 Punta Falsa 05º 53’ 22.4” S 81º 09’ 06.4” W PC-LB 02
Sistema LB recta 1
Roca fren te a punta Punto de LB normal
33 05º 56’ 57.2” S 81º 09’ 10.1” W PC-LB 02
Nac contribuyente 200 mn.
Punto de LB normal
34 Punta Tur 05º 58’ 43.0” S 81º 09’ 03.6” W PC-LB 02
contribuyente 200 mn.
Playa al sur de punta
35 06º 00’ 38.2” S 81º 08’ 25.2” W Punto de LB normal PC-LB 02
Tur 1
Playa al sur de punta
36 06º 01’ 20.1” S 81º 07’ 58.0” W Punto de LB normal PC-LB 02
Tur 2
37 Punta La Negra 06º 03’ 14.0” S 81º 06’ 56.1” W Punto de LB normal PC-LB 02
Punto de giro inicial
Punta La Negra,
38 06º 03’ 41.7” S 81º 06’ 44.8” W Sistema LB recta 2 PC-LB 02
extremo sur
contribuyente 200 mn.
Islote León
Punto de giro Sistema
39 (integrante de la isla 06º 26’ 07.5” S 80º 52’ 55.7” W PC-LB 02
LB recta 2
Lobos de Tierra)
Isla Santo Domingo
Punto de giro Sistema
(integrante de
40 06° 55’ 27.1” S 80° 44’ 28.8” W LB recta 2 PC-LB 02
las islas Lobos de
contribuyente 200 mn.
Afuera)
Punto de giro Sistema
41 Islas Lobos de Afuera 06° 56’ 51.2” S 80° 43’ 47.2” W LB recta 2 PC-LB 02
contribuyente 200 mn.
Isla Chichal de
Punto de giro Sistema
Afuera (integrante
42 06° 57’ 29.7” S 80° 42’ 59.6”W LB recta 2 PC-LB 02
de las islas Lobos de
contribuyente 200 mn.
Afuera)
279° 51’ Punto de giro final
43 Punta Eten 06° 56’ 57.9” S PC-LB 02
58.4”W Sistema LB recta
Punta Eten, extremo
44 06° 57’ 20.4” S 79° 51’ 26.3” W Punto de LB normal PC-LB 02
sur
45 Playa de Lobos 1 06° 58’ 51.7” S 79° 49’ 29.6” W Punto de LB normal PC-LB 02
46 Playa de Lobos 2 07° 00’ 29.9” S 79° 47’ 36.6” W Punto de LB normal PC-LB 02

421
La Soberanía marítima deL Perú

47 Playa de Lobos 3 07° 02’ 10.8” S 79° 45’ 48.3” W Punto de LB normal PC-LB 02
48 Punta Calanloche 07° 04’ 04.4” S 79° 44’ 10.6” W Punto de LB normal PC-LB 02
49 Punta Cherrepe 07° 10’ 34.7” S 79° 41’ 34.2” W Punto de LB normal PC-LB 02
Playa al sur del Río
50 07° 12’ 13.0” S 79° 40’ 00.6” W Punto de LB normal PC-LB 02
Seco 1
Playa al sur del Río
51 07° 13’ 27.7” S 79° 38’ 45.8” W Punto de LB normal PC-LB 02
Seco 2
Al sur de Boca del
52 07° 20’ 36.0” S 79° 35’ 25.3” W Punto de LB normal PC-LB 02
Río
53 Al oeste de El Cerro 07° 21’ 04.4” S 79° 35’ 21.8” W Punto de LB normal PC-LB 02
54 Punta Pacasmayo 07° 24’ 53.9” S 79° 35’ 20.5” W Punto de LB normal PC-LB 02
55 Playa El Gráfico 1 07° 25’ 11.8” S 79° 35’ 21.3” W Punto de LB normal PC-LB 02
56 Playa El Gráfico 2 07° 26’ 04.2” S 79° 35’ 04.5” W Punto de LB normal PC-LB 02
57 Playa El Milagro 07° 27’ 47.8” S 79° 34’ 34.2” W Punto de LB normal PC-LB 02
58 Punta Puémape 07° 31’ 24.8” S 79° 32’ 23.9” W Punto de LB normal PC-LB 02
59 Playa Puémape 07° 33’ 14.8” S 79° 30’ 45.3” W Punto de LB normal PC-LB 02
60 Punta Urricape 07° 34’ 42.9” S 79° 29’ 45.0” W Punto de LB normal PC-LB 02
61 Punta Malabrigo 07° 42’ 40.7” S 79° 28’ 07.5” W Punto de LB normal PC-LB 02
Punto de LB normal
62 Islas Macabí 07° 48’ 54.4” S 79° 30’ 02.2” W PC-LB 02
contribuyente 200 mn.
63 Playa La Ahogada 07° 52’ 57.6” S 79° 20’ 33.6” W Punto de LB normal PC-LB 02
64 Punta Prieta 07° 55’ 31.6” S 79° 18’ 27.6” W Punto de LB normal PC-LB 02
65 Playa La Bocana 07° 57’ 07.8” S 79° 16’ 26.2” W Punto de LB normal PC-LB 02
66 El Charco 07° 58’ 33.9” S 79° 14’ 25.2” W Punto de LB normal PC-LB 02
67 Playa El Charco 08° 00’ 08.8” S 79° 12’ 21.4” W Punto de LB normal PC-LB 02
68 Playa Los Tres Palos 08° 01’ 38.8” S 79° 10’ 19.5” W Punto de LB normal PC-LB 02
69 Playa Huanchaquito 1 08° 05’ 47.5” S 79° 07’ 01.3” W Punto de LB normal PC-LB 02
70 Playa Huanchaquito 2 08° 07’ 32.9” S 79° 04’ 50.7” W Punto de LB normal PC-LB 02
71 Playa Buenos Aires 08° 09’ 19.3” S 79° 02’ 41.1” W Punto de LB normal PC-LB 02
Molo retenedor sur
72 del Puerto Punto de 08° 14’ 03’.6” S 78° 59’ 30.8” W Sistema LB recta 3 PC-LB 02,03
giro Inicial Salaverry
Punto de giro Sistema
73 Rocas Leones 08° 31’ 26.1” S 78° 58’ 32.6” W PC-LB 03
LB recta 3
Punto de giro Sistema
Isla Guañape Sur
74 08° 33’ 57.7” S 78° 58’ 12.3” W LB recta 3 PC-LB 03
punto 1
contribuyente 200 mn.
Isla Guañape Sur Punto de giro Sistema
75 08° 34’ 01.4” S 78° 58’ 11.3” W PC-LB 03
punto 2 LB recta 3

422
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Punto de giro
76 Islas Chao 08° 45’ 37.1” S 78° 47’ 45.3” W PC-LB 03
Sistema LB recta 3
Punto de giro Sistema
77 Islote Corcovado 08° 56’ 27.9” S 78° 41’ 51.1” W PC-LB 03
LB recta 3
Punto de giro Sistema
78 Islotes Mesías 09° 02’ 36.4” S 78° 41’ 17.1” W LB recta 3 PC-LB 03
contribuyente 200 mn.
Punto de giro Sistema
79 Isla Ferrol del Medio 09° 09’ 03.5” S 78° 37’ 17.1” W LB recta 3 PC-LB 03
contribuyente 200 mn.
Punto de giro Sistema
80 Punta Gorda 09° 10’ 36.1” S 78° 36’ 35.8” W LB recta 3 PC-LB 03
contribuyente 200 mn.
Punto de giro Sistema
81 Isla Redonda 09° 14’ 28.5” S 78° 33’ 38.4” W PC-LB 03
LB recta 3
Punto de giro Sistema
82 Isla Los Chimús 09° 20’ 57.9” S 78° 28’ 18.9” W PC-LB 03
LB recta 3
Punto de giro Sistema
83 Islote Roca Negra 09° 26’ 15.0” S 78° 25’ 44.5” W PC-LB 03
LB recta 3
Punto de giro Sistema
84 Punta Salitre 09° 30’ 09.3” S 78° 23’ 46.7” W PC-LB 03
LB recta 3
85 Punta El Frío 09° 31’ 53.4” S 78° 23’ 35.0” W Sistema LB recta 3 PC-LB 03
86 Islotes El Mongoncillo 09° 36’ 12.9” S 78° 22’ 29.4” W Punto de LB normal PC-LB 03
Punto de LB normal
87 Punta Huaro 09° 37’ 39.8” S 78° 22’ 09.3” W PC-LB 03
contribuyente 200 mn.
Islotes frente a punta
88 09° 43’ 30.7” S 78° 18’ 02.6” W Punto de LB normal PC-LB 03
La Gramita
89 Islotes Cornejo 09° 52’ 13.5’’ S 78° 15’ 20.6” W Punto de LB normal PC-LB 03
90 Punta Culebras 09° 52’ 13.5’’ S 78° 15’ 20.6” W Punto de LB normal PC-LB 03
91 Punta Tuquillo 10° 01’ 06.9” S 78° 11’ 51.0” W Punto de LB normal PC-LB 03
Punta Cabeza de Punto de LB normal
92 10° 06’ 34.0” S 78° 11’ 08.4” W PC-LB 03
Lagarto contribuyente 200 mn
93 Punta Los Callejones 10° 08’ 44.6” S 78° 09’ 52.7” W Punto de LB normal PC-LB 03
94 Punta Tres Viudas 10° 09’ 49.6” S 78° 08’ 53.7” W Punto de LB normal PC-LB 03
95 Punta Las Mesas 10° 10’ 01.0” S 78° 08’ 34.3” W Punto de LB normal PC-LB 03
96 Punta Las Zorras 10° 16’ 29.8” S 78° 05’ 15.1” W Punto de LB normal PC-LB 03
Punta al suroeste del
97 10° 20’ 42.8” S 78° 03’ 20.4” W Punto de LB normal PC-LB 03
Cerro Los Médanos
98 Punta Tiro Alto 10° 24’ 33.2” S 78° 00’ 53.4” W Punto de LB normal PC-LB 03
Punta Colorado
99 10° 29’ 31.6” S 77° 57’ 59.4” W Punto de LB normal PC-LB 03
Grande
100 Punta Bermejo 10° 34’ 05.1” S 77° 54’ 34.3” W Punto de LB normal PC-LB 03

423
La Soberanía marítima deL Perú

101 Islote Litera 10° 37’ 02.0” S 77° 53’ 31.2” W Punto de LB normal PC-LB 03
102 Punta Paramonguilla 10° 38’ 53.7” S 77° 51’ 41.4” W Punto de LB normal PC-LB 03
103 Playa Totoral 1 10° 39’ 50.7” S 77° 50’ 53.2” W Punto de LB normal PC-LB 03
104 Playa Totoral 2 10° 40’ 07.6” S 77° 50’ 37.9” W Punto de LB normal PC-LB 03
105 Punta Guamayo 10° 43’ 30.4” S 77° 48’ 19.4” W Punto de LB normal PC-LB 03
Roca frente a punta
106 10º 49’ 17.2” S 77º 45’ 05.2” W Punto de LB normal PC-LB 03
El Aspero
Punto de giro Sistema
107 Punta Viños Grande 10º 53’ 09.6” S 77º 42’ 13.0” W PC-LB 03,04
LB recta 4
Punto de giro Sistema
108 Islote Don Martín 11º 01’ 09.9” S 77º 40’ 27.3” W PC-LB 03,04
LB recta 4
Punto de giro Sistema
109 Islote Pelado 11º 26’ 34.6” S 77º50’ 43.8” W LB recta 4 PC-LB 04
contribuyente 200 mn.
Punto de giro Sistema
Isla Hormigas de
110 11º 57’ 26.1” S 77º44’ 01.0” W LB recta 4 PC-LB 04
Afuera, norte
contribuyente 200 mn.
Punto de giro Sistema
Isla Hormigas de
111 11º 57’ 29.5” S 77º43’ 57.7” W LB recta 4 PC-LB 04
Afuera, sur
contribuyente 200 mn.
Punto de giro
112 Islotes Palominos 12º 08’ 06.4 S 77º 14’ 06.6” W PC-LB 04
Sistema LB recta 4
Farallones El Punto de giro final
113 12º 19’ 24.4” S 76º 53’ 25.7” W PC-LB 04
Corcovado Sistema LB recta 4
Punto de giro final
114 Punta Chilca 12º 30’ 32.6” S 76º 48’ 14.3” W PC-LB 04
Sistema LB recta 4
115 Punta Ñave 12º 31’ 14.1” S 76º 47’ 04.1” W Punto de LB normal PC-LB 04
116 Islote Cerro Blanco 12º 35’ 34.7” S 76º 42’ 32.0” W Punto de LB normal PC-LB 04
Roca frente a punta
117 12º 39’ 49.7” S 76º 40’ 22.8” W Punto de LB normal PC-LB 04
El Quemado
Roca al sur de islote
118 12º 42’ 06.3” S 76º 39’ 23.9” W Punto de LB normal PC-LB 04
Las Animas
119 Isla Asia, norte 12º 47’ 31.6 S 76º 37’ 41.0” W Punto de LB normal PC-LB 04
120 Isla Asia, sur 12º 47’ 47.3” S 76º 37’ 32.5” W Punto de LB normal PC-LB 04
Roca frente a punta
121 12º 57’ 14.0” S 76º 31’ 15.6” W Punto de LB normal PC-LB 04
Lobería
122 Islote Lobos 12º 59’ 16.9” S 76º 30’ 24.4” W Punto de LB normal PC-LB 04
123 Punta Centinela 13º 01’ 48.9” S 76º 29’ 25.4” W Punto de LB normal PC-LB 04
124 Playa Hermosa 1 13º 03’ 29.4” S 76º 27’ 56.8” W Punto de LB normal PC-LB 04
125 Playa Hermosa 2 13º 04’ 41.4” S 76º 26’ 49.2” W Punto de LB normal PC-LB 04
126 Playa Hermosa 3 13º 05’ 25.8” S 76º 26’ 11.3” W Punto de LB normal PC-LB 04

424
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

127 Playa Hermosa 4 13º 06’ 57.3” S 76º 24’ 48.8” W Punto de LB normal PC-LB 04
128 Punta Iguana 13° 08’ 47.2” S 76° 23’ 27.7” W Punto de LB normal PC-LB 04
129 Playa Mulata 1 13º 11’ 30.9” S 76º 21’ 19.6” W Punto de LB normal PC-LB 04
130 Playa Mulata 2 13º 13’ 11.4” S 76º 19’ 53.4” W Punto de LB normal PC-LB 04
131 Playa Melchorita 1 13º 14’ 40.6” S 76º 18’ 37.3” W Punto de LB normal PC-LB 04
132 Playa Melchorita 2 13º 15’ 41.0” S 76º 17’ 43.6” W Punto de LB normal PC-LB 04
133 Playa del Zorro 13º 17’ 12.2” S 76º 16’ 27.0” W Punto de LB normal PC-LB 04
Punto de giro Sistema
134 Playa Jaguay 13º 19’ 27.3” S 76º 14’ 45.0” W PC-LB 04
LB recta 5
Isla Chincha del Punto de giro inicial
135 13º 37’ 24.9” S 76º 24’ 04.7” W PC-LB 04
Norte Sistema LB recta 5
Punto de giro Sistema
136 Islote Goleta 13º 39’ 38.0” S 76º 24’ 54.7” W PC-LB 04
LB recta 5
Punto de giro Sistema
137 Islote Dos Hermanas 13º 50’ 29.5” S 76º 28’ 06.6” W LB recta 5 PC-LB 04
contribuyente 200 mn
Punta Quebraleña en Punto de giro Sistema
138 13º 51’ 05.8” S 76º 28’ 02.1” W PC-LB 04
Isla San Gallan LB recta 5
Punto de giro Sistema
139 Punta Sacasemita 14° 09’ 46.0” S 76° 17’ 37.2” W PC-LB 04
LB recta 5
Punto de giro Sistema
Roca al sur de punta
140 14° 12’ 20.4” S 76° 16’ 26.7” W LB recta 5 PC-LB 04
Carretas
contribuyente 200 mn.
Punto de giro Sistema
141 Isla Independencia 14° 17’ 02.4” S 76° 12’ 32.2” W LB recta 5 PC-LB 04
contribuyente 200 mn.
Roca al oeste de Punto de giro final
142 14° 20’ 55.8” S 76° 08’ 15.7” W PC-LB 04
morro Quemado Sistema LB recta 5
Roca frente a punta
143 14° 25’ 39.9” S 76° 02’ 42.4” W Punto de LB normal PC-LB 04
Caimán
144 Punta Azúa 14° 31’ 32.6” S 75° 58’ 31.8” W Punto de LB normal PC-LB 04
Punta Doña María Punto de LB normal
145 14° 39’ 35.0” S 75° 55’ 00.2” W PC-LB 04
Francisca contribuyente 200 mn.
146 Islotes Infiernillos 14° 39’ 36.0” S 75° 55’ 32.8” W Punto de LB normal PC-LB 04
Punto de LB normal
147 Punta Lomitas 14° 43’ 01.5” S 75° 51’ 25.5” W PC-LB 04,05
contribuyente 200 mn.
148 Playa Lomitas 1 14° 43’ 50.7” S 75° 49’ 27.2” W Punto de LB normal PC-LB 05
149 Playa Lomitas 2 14° 44’ 21.4” S 75° 48’ 15. 8” W Punto de LB normal PC-LB 05
150 Punta Olleros 14° 47’ 01.4” S 75° 44’ 23.2” W Punto de LB normal PC-LB 05
Roca frente a La
151 14° 49’ 11.7” S 75° 41’ 08.8” W Punto de LB normal PC-LB 05
Rinconada
152 Playa La Rinconada 1 14° 50’ 40.2” S 75° 37’ 33.0” W Punto de LB normal PC-LB 05

425
La Soberanía marítima deL Perú

153 Playa La Rinconada 2 14° 51’ 14.9” S 75° 36’ 21.4” W Punto de LB normal PC-LB 05
Roca frente a Cabo
154 14° 58’ 05.2” S 75° 30’ 17.1” W Punto de LB normal PC-LB 05
Nazca
Punta Cerro San
155 15° 04’ 05.5” S 75° 24’ 35.5” W Punto de LB normal PC-LB 05
Fernando
156 Punta Santa Ana 15° 08’ 57.0” S 75° 22’ 26.0” W Punto de LB normal PC-LB 05
Punto de cierre de
157 Punta San Fernando 15° 09’ 30.3” S 75° 20’ 57.2” W PC-LB 05
bahía
Punto de cierre de
158 Punta San Nicolás 15° 14’ 56.4” S 75° 15’ 48.2” W PC-LB 05
bahía
Punto de cierre de
159 Punta La Salina 15° 17’ 38.4” S 75° 12’ 56.5” W PC-LB 05
bahía
Punto de cierre de
160 Punta San Juan 15° 22’ 04.3” S 75° 11’ 36.6” W bahía contribuyente PC-LB 05
200 mn.
Punto de LB normal
161 Punta Chiquerío 15° 24’ 28.8” S 75° 08’ 30.9” W PC-LB 05
contribuyente 200 mn.
162 Punta Penotes 15° 26’ 35.3” S 75° 04’ 20.7” W Punto de LB normal PC-LB 05
163 Punta Cachucho 15° 29’ 33.4” S 74° 58’ 25.2” W Punto de LB normal PC-LB 05
Punto de LB normal
164 Punta Lomas 15° 34’ 25.6” S 74° 51’ 19.0” W PC-LB 05
contribuyente 200 mn.
Playa Brava de
165 15° 35’ 40.4” S 74° 46’ 01.1” W Punto de LB normal PC-LB 05
Lomas 1
Playa Brava de
166 15° 36’ 10.0” S 74° 45’ 01.8” W Punto de LB normal PC-LB 05
Lomas 2
167 Punta Chaviña 15° 38’ 35.6” S 74° 41’ 12.3” W Punto de LB normal PC-LB 05
168 Playa Yauca 1 15° 39’ 37.8” S 74° 38’ 47.1” W Punto de LB normal PC-LB 05
169 Playa Yauca 2 15° 40’ 20.9” S 74° 36’ 34.6” W Punto de LB normal PC-LB 05
170 Playa Yauca 3 15° 41’ 17.3” S 74° 34’ 12.1” W Punto de LB normal PC-LB 05
Norte de quebrada
171 15° 47’ 36.1” S 74° 26’ 24.8” W Punto de LB normal PC-LB 05
Agua Salada
Sur de quebrada
172 15° 48’ 40.7” S 74° 25’ 22.0” W Punto de LB normal PC-LB 05
Agua Salada
Punto de LB normal
173 Punta Chala 15° 49’ 49.7” S 74° 23’ 44.9” W PC-LB 05
contribuyente 200 mn.
174 Punta Quiguay 15° 50’ 08.8” S 74° 22’ 32.3” W Punto de LB normal PC-LB 05
Norte de la quebrada
175 15° 50’ 38.5” S 74° 21’ 01.4” W Punto de LB normal PC-LB 05
Huambo
Suroeste de la
176 15° 50’ 57.4” S 74° 19’ 39.7” W Punto de LB normal PC-LB 05
quebrada de La Vaca
177 Punta Cerro El Faro 15° 52’ 40.3” S 74° 14’ 28.2” W Punto de LB normal PC-LB 05
178 Quebrada Tarrillo 15° 53’ 16.8” S 74° 12’ 42.1” W Punto de LB normal PC-LB 05

426
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

179 Playa Millo 15° 54’ 43.6” S 74° 08’ 31.8” W Punto de LB normal PC-LB 05
180 Playa Pedregoza 15° 55’ 20.4” S 74° 07’ 23.1” W Punto de LB normal PC-LB 05
181 Punta Pascana Brava 16° 00’ 57.5” S 74° 02’ 00.6” W Punto de LB normal PC-LB 05
182 Punta Guanera 16° 02’ 04.7”S 74° 01’ 09.3” W Punto de LB normal PC-LB 05
183 Punta Gato 16° 04’ 30.6” S 73° 57’ 13.0” W Punto de LB normal PC-LB 05
184 Punta Lobos 16° 06’ 23.0” S 73° 54’ 10.0” W Punto de LB normal PC-LB 05
Punto de LB normal
185 Playa Los Troncos 16° 08’ 13.5” S 73° 52’ 09.4” W PC-LB 05
contribuyente 200 mn
186 Punta Piedra Blanca 16° 09’ 37.4” S 73° 49’ 43.2” W Punto de LB normal PC-LB 05
187 Playa Bandurrias 16° 10’ 07.0” S 73° 48’ 05.2” W Punto de LB normal PC-LB 05
Punto de LB normal
188 Punta Atico 16° 14’ 43.4” S 73° 42’ 03.7” W PC-LB 05
contribuyente 200 mn
189 Punta del Morrillo 16° 14’ 58.3” S 73° 34’ 06.4” W Punto de LB normal PC-LB 05
190 Punta Oscuyo 16° 17’ 06.0” S 73° 28’ 55.0” W Punto de LB normal PC-LB 05
191 Punta Los Angelitos 16° 18’ 29.4” S 73° 23’ 30.3” W Punto de LB normal PC-LB 05
Punto de LB normal
192 Punta Pescadores 16° 24’ 20.3” S 73° 17’ 31.9” W PC-LB 05
contribuyente 200 mn
193 Punta El Arco 16° 25’ 05.9” S 73° 14’ 05.9” W Punto de LB normal PC-LB 05
Callejón de
194 16° 26’ 57.5” S 73° 07’ 54.6” W Punto de LB normal PC-LB 05
Chinchipaico
195 Punta Leandas 16° 29’ 49.1” S 73° 03’ 08.2” W Punto de LB normal PC-LB 05,06
Punto LB normal
196 Punta El Aragón 16° 29’ 56.6” S 73° 02’ 52.3” W PC-LB 06
contribuyente 200 mn.
197 Punta Pochoca 16° 30’ 36.4” S 73° 00’ 44.7” W Punto de LB normal PC-LB 06
198 Punta Loro 16° 30’ 56.1” S 72° 59’ 05.5” W Punto de LB normal PC-LB 06
199 Punta Santa Elena 16° 31’ 02.3” S 72° 58’ 13.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
200 Playa Jahuay 1 16° 33’ 30.8” S 72° 51’ 32.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
201 Playa Jahuay 2 16° 34’ 31.9” S 72° 50’ 11.3” W Punto de LB normal PC-LB 06
202 Playa de Pucchún 1 16° 35’ 56.4” S 72° 48’ 35.9” W Punto de LB normal PC-LB 06
203 Playa de Pucchún 2 16° 37’ 00.1” S 72° 47’ 16.6” W Punto de LB normal PC-LB 06
Punto LB normal
204 Playa de Pucchún 3 16° 37’ 40.8” S 72° 46’ 18.4” W PC-LB 06
contribuyente 200 mn.
Sureste de la
205 desembocadura del 16° 38’ 08.1” S 72° 45’ 27.5” W Punto de LB normal PC-LB 06
Río Camaná
Noroeste de La
206 16° 38’ 31.2” S 72° 44’ 24.9” W Punto de LB normal PC-LB 06
Laguna
207 La Laguna 16° 38’ 53.1” S 72° 43’ 24.4” W Punto de LB normal PC-LB 06
208 Playa El Chorro 16° 39’ 14.9” S 72° 41’ 44.3” W Punto de LB normal PC-LB 06

427
La Soberanía marítima deL Perú

209 Playa La Punta 16° 39’ 29.2” S 72° 40’ 05.8” W Punto de LB normal PC-LB 06
210 Playa Los Cerrillos 16° 39’ 37.8” S 72° 38’ 34.8” W Punto de LB normal PC-LB 06
211 Playa Las Cuevas 1 16° 39’ 46.8” S 72° 37’ 27.8” W Punto de LB normal PC-LB 06
212 Playa Las Cuevas 2 16° 39’ 58.6” S 72° 36’ 13.9” W Punto de LB normal PC-LB 06
213 Punta Pano 16° 40’ 24.5” S 72° 34’ 21.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
214 Playa Quilca 1 16° 40’ 51.6” S 72° 32’ 11.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
215 Playa Quilca 2 16° 41’ 19.1” S 72° 30’ 25.5” W Punto de LB normal PC-LB 06
216 Punta Huagín 16° 45’ 09.0” S 72° 23’ 55.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
217 Punta Hornillos 16° 52’ 31.4” S 72° 17’ 23.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
Punta Quebrada
218 16° 55’ 35.6” S 72° 11’ 54.3” W Punto de LB normal PC-LB 06
Honda
219 Punta La Condenada 16° 56’ 10.2” S 72° 11’ 09.3” W Punto de LB normal PC-LB 06
Punto LB normal
220 Punta Islay 17° 00’ 56.8” S 72° 06’ 44.2” W PC-LB 06
contribuyente 200 mn.
221 Playa Las Rocas 1 17° 02’ 52.6” S 71° 59’ 02.1” W Punto de LB normal PC-LB 06
222 Playa Las Rocas 2 17° 03’ 28.6” S 71° 57’ 58.5” W Punto de LB normal PC-LB 06
223 Playa La Punta 2 17° 07’ 22.4” S 71° 53’ 42.1” W Punto de LB normal PC-LB 06
224 Playa La Punta 3 17° 08’ 17.0” S 71° 52’ 51.1” W Punto de LB normal PC-LB 06
225 Playa La Punta 4 17° 09’ 33.2” S 71° 51’ 27.9” W Punto de LB normal PC-LB 06
226 Playa La Punta 5 17° 10’ 17.4” S 71° 50’ 23.2” W Punto de LB normal PC-LB 06
227 Playa La Punta 6 17° 10’ 58.3” S 71° 49’ 02.4” W Punto de LB normal PC-LB 06
228 Playa La Punta 7 17° 11’ 15.8” S 71° 48’ 16.8” W Punto de LB normal PC-LB 06
229 Playa La Punta 8 17° 11’ 31.3” S 71° 47’ 23.6” W Punto de LB normal PC-LB 06
230 Playa La Punta 9 17° 11’ 39.9” S 71° 46’ 44.6” W Punto de LB normal PC-LB 06
231 Playa La Punta 10 17° 11’ 57.2” S 71° 45’ 10.6” W Punto de LB normal PC-LB 06
232 Playa La Punta 11 17° 12’ 19.3” S 71° 43’ 04.7” W Punto de LB normal PC-LB 06
233 Playa La Punta 12 17° 12’ 54.0” S 71° 40’ 53.1” W Punto de LB normal PC-LB 06
234 Playa La Punta 13 17° 13’ 36.7” S 71° 38’ 51.2” W Punto de LB normal PC-LB 06
235 Playa La Punta 14 17° 14’ 06.9” S 71° 37’ 32.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
236 Punta Corio 17° 14’ 56.1” S 71° 35’ 42.6” W Punto de LB normal PC-LB 06
237 Punta Playuelas 17° 15’ 39.0” S 71° 33’ 51.4” W Punto de LB normal PC-LB 06
238 Punta Yerba Buena 17° 19’ 21.7” S 71° 28’ 33.4” W Punto de LB normal PC-LB 06
239 Punta La Apacheta 17° 22’ 05.9” S 71° 25’ 54.9” W Punto de LB normal PC-LB 06
240 Playa Lastaya 1 17° 26’ 35.7” S 71° 22’ 56.4” W Punto de LB normal PC-LB 06
241 Playa Lastaya 2 17° 26’ 58.1” S 71° 22’ 52.7” W Punto de LB normal PC-LB 06
242 Punta Sopladera 17° 31’ 10.5” S 71° 22’ 09.5” W Punto de LB normal PC-LB 06

428
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

243 Playa Las Enfermeras 17° 32’ 47.9” S 71° 21’59.3” W Punto de LB normal PC-LB 06
Punto de LB normal
244 Punta Coles 17° 42’ 28.2” S 71° 22’ 56.8” W PC-LB 06
contribuyente 200 mn.
245 Playa del Palo 1 17° 42’ 11.5” S 71° 19’ 47.9” W Punto de LB normal PC-LB 06
246 Playa del Palo 2 17° 43’ 40.3” S 71° 17’ 03.1” W Punto de LB normal PC-LB 06
247 Playa del Palo 3 17° 45’ 07.7” S 71° 14’ 17.3” W Punto de LB normal PC-LB 06
248 Muelle Enersur 17° 47’ 13.4” S 71° 11’ 57.3” W Punto de LB normal PC-LB 06
249 Punta Chambali 17° 48’ 37.1” S 71° 10’ 09.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
250 Punta Chorrillos 17° 48’ 57.5” S 71° 09’ 49.4” W Punto de LB normal PC-LB 06
251 Punta Picata 17° 52’ 06.0” S 71° 05’ 53.5” W Punto de LB normal PC-LB 06
252 Punta Camajuata 18° 00’ 36.7” S 70° 53’ 16.3” W Punto de LB normal PC-LB 06
253 Punta Gallinazos 18° 01’ 59.4” S 70° 50’38.5” W Punto de LB normal PC-LB 06
254 Punta Mesa 18° 02’ 56.9” S 70° 48’ 47.2” W Punto de LB normal PC-LB 06
255 Punta Gentilar 18° 05’ 32.4” S 70° 45’ 17.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
256 Vila Vila 18° 07’ 06.4” S 70° 43’ 45.5” W Punto de LB normal PC-LB 06
257 Playa Los Hornos 18° 08’ 16.7” S 70° 42’ 30.1” W Punto de LB normal PC-LB 06
258 El Planchón 18° 09’ 04.2” S 70° 41’ 36.6” W Punto de LB normal PC-LB 06
259 Boca del Río 18° 09’ 49.4” S 70° 40’ 33.8” W Punto de LB normal PC-LB 06
260 Playa Llostay 18° 10’ 49.7” S 70° 38’ 46.3” W Punto de LB normal PC-LB 06
261 Playa La Morena 18° 12’ 14.1” S 70° 35’ 57.5” W Punto de LB normal PC-LB 06
262 Playa La Yarada 1 18° 13’ 47.2” S 70° 33’ 15.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
263 Playa La Yarada 2 18° 15’ 24.4” S 70° 30’ 35.0” W Punto de LB normal PC-LB 06
264 Playa Los Palos 1 18° 17’ 06.5” S 70° 27’ 58.6” W Punto de LB normal PC-LB 06
Punto de LB normal
265 Playa Los Palos 2 18° 18’ 53.7” S 70° 25’ 26.7” W PC-LB 06
Terminus Sur
Punto en la costa
Límite internacional (Punto Concordia)
266 18° 21’ 08” S 70° 22’ 39” W PC-LB 06
Terrestre Punto de LB normal
Perú – Chile

429
La Soberanía marítima deL Perú

AnEXo 2
Croquis de la carta sector Golfo de Guayaquil a Punta Paita, PERÚ RUTA PC-LB-01

430
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Croquis de la carta sector Punta Paita a Puerto Salaverry,


PErÚ rutA Pc-lB-02

431
La Soberanía marítima deL Perú

Croquis de la carta sector Puerto Salaverry a Puerto Supe,


PErÚ rutA Pc-lB-03

432
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Croquis de la carta sector Puerto Supe a Punta Infiernillos,


PErÚ rutA Pc-lB-04

433
La Soberanía marítima deL Perú

Croquis de la carta sector Punta Infiernillos a Punta Pescadores,


PERÚ RUTA PC-LB-05

434
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Croquis de la carta sector Punta Pescadores a Pisagua,


PERÚ RUTA PC-LB-06

435
La Soberanía marítima deL Perú

1.5. Anexo 5. Artículo 54, párrafo 2 de la Constitución Política del


Perú.
Artículo 54°. El territorio del Estado es inalienable e inviolable.
Comprende el suelo, el subsuelo, el dominio marítimo, y el espacio
aéreo que los cubre.

El dominio marítimo del Estado comprende el mar adyacente


a sus costas, así como su lecho y subsuelo, hasta la distancia de
doscientas millas marinas medidas desde las líneas de base que es-
tablece la ley.

En su dominio marítimo, el Estado ejerce soberanía y jurisdic-


ción, sin perjuicio de las libertades de comunicación internacional,
de acuerdo con la ley y con los tratados ratificados por el Estado.

El Estado ejerce soberanía y jurisdicción sobre el espacio aé-


reo que cubre su territorio y el mar adyacente hasta el límite de las
doscientas millas, sin perjuicio de las libertades de comunicación
internacional, de conformidad con la ley y con los tratados ratifica-
dos por el Estado.

436
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

1.6. Anexo 6. Decreto Supremo peruano No. 047-2007-RE, 11 de


agosto de 2007
Decreto Supremo Nº 047-2007-RE del 11 de agosto de 2007
Aprueban Carta del Límite Exterior Sector Sur – del Dominio Ma-
rítimo del Perú

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
CONSIDERANDO:

Que, el artículo 54º de la Constitución Política del Perú esta-


blece que el dominio marítimo del Estado comprende el mar adya-
cente a sus costas, así como su lecho y subsuelo, hasta la distancia
de doscientas millas marinas medidas desde las líneas de base que
establece la ley;

Que, en cumplimiento del citado dispositivo constitucional y


de conformidad con el derecho internacional, se expidió la Ley Nº
28621 – Ley de Líneas de Base del Dominio Marítimo del Perú- el 3
de noviembre de 2005, a partir de las cuales se mide la anchura del
dominio marítimo del Estado hasta la distancia de doscientas millas
marinas;

Que, el artículo 4º de la citada ley dispone que el límite exte-


rior del dominio marítimo del Perú es trazado de modo que cada
punto del citado límite exterior se encuentre a doscientas millas
marinas del punto más próximo de las líneas de base, en aplicación
de los criterios de delimitación establecidos por el derecho inter-
nacional;

Que, el artículo 5º de la referida ley señala que el Poder Eje-


cutivo queda encargado de levantar la cartografía correspondiente
al límite exterior del dominio marítimo de conformidad con lo dis-
puesto en el artículo 4º de dicha ley;

Que, la labor cartográfica empleada se ha basado en el cálculo


de arcos de círculo cuyos radios tienen una longitud de doscientas

437
La Soberanía marítima deL Perú

millas marinas medidas a partir de las líneas de base, de modo que


cada punto del límite exterior se encuentre a doscientas millas ma-
rinas del punto más próximo de la línea de base;

Que, se ha visto la conveniencia de levantar la cartografía del


límite exterior del dominio marítimo del Perú en tres sectores: sec-
tor sur, del punto contribuyente Nº 146 al Nº 266 de las líneas de
base; sector centro, del punto contribuyente Nº 74 al Nº 146 de las
líneas de base; y sector norte, del punto contribuyente Nº 1 al Nº
74 de las líneas de base, en el orden que se indica;

De conformidad con el inciso 8) del artículo 118º de la Cons-


titución Política del Perú y el Decreto Legislativo Nº 560- – Ley del
Poder Ejecutivo;

DECRETA:
Artículo 1o.- Apruébase la carta anexa, que grafica el límite ex-
terior – sector sur- del dominio marítimo del Perú trazado de acuer-
do con lo dispuesto en los artículos 4º y 5º de la Ley Nº 28621 y el
derecho internacional.

Artículo 2o.- La presente norma rige desde el día siguiente de


su publicación en el Diario Oficial El Peruano.

Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los once días del mes


de agosto del año dos mil siete.

ALAN GARCÍA PÉREZ


Presidente Constitucional de la República

JOSÉ ANTONIO GARCÍA BELAUNDE


Ministro de Relaciones Exteriores

438
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Punto Limítrofe
Internacional Sur
Ø 18º 21´08”
70º 22´39”

18º 21´08”S 18º 21´08”S


76º 46´04”W 73º 52´55”W

áREA EN
CONTROVERSIA

20º 11´57”S
73º 43´50”W

21º 02´52,4”S
72º 28´14,3”W

439
La Soberanía marítima deL Perú

1.7. Anexo 7. Artículo 596 del Código Civil de Chile, según modi-
ficación de la Ley 18.565 del 23 de octubre de 1986.

Art. 596. El mar adyacente que se extiende hasta las doscien-


tas millas marinas contadas desde las líneas de base a partir de las
cuales se mide la anchura del mar territorial, y más allá de este
último, se denomina zona económica exclusiva. En ella el Estado
ejerce derechos de soberanía para explorar, explotar, conservar y
administrar los recursos naturales vivos y no vivos de las aguas su-
prayacentes al lecho, del lecho y el subsuelo del mar, y para desa-
rrollar cualesquiera otras actividades con miras a la exploración y
explotación económica de esa zona.

El Estado ejerce derechos de soberanía exclusivos sobre la pla-


taforma continental para los fines de la conservación, exploración
y explotación de sus recursos naturales. Además, al Estado le co-
rresponde toda otra jurisdicción y derechos previstos en el derecho
internacional respecto de la zona económica exclusiva y de la plata-
forma continental.

(Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilena, Código


Civil y Leyes complementarias, Editorial Jurídica de Chile, 1996, p.
56.)

440
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

2. DECLARACIÓN DE SANTIAGO, 18 DE AGOSTO DE 1952

Declaración sobre Zona Marítima

1. Los Gobiernos tienen la obligación de asegurar a sus pue-


blos las necesarias condiciones de subsistencia y de procurarles los
medios para su desarrollo económico.

2. En consecuencia, es su deber cuidar de la conservación y


protección de sus recursos naturales y reglamentar el aprovecha-
miento de ellos, a fin de obtener las mejores ventajas para sus res-
pectivos países.

3. Por lo tanto, es también su deber impedir que una explota-


ción de dichos bienes, fuera del alcance de su jurisdicción, ponga
en peligro la existencia, integridad y conservación de esas riquezas
en perjuicio de los pueblos que, por su posición geográfica, poseen
en sus mares fuentes insustituibles de subsistencia y de recursos
económicos que les son vitales.

Por las consideraciones expuestas, los Gobiernos de Chile,


Ecuador y Perú, decididos a conservar y asegurar para sus pueblos
respectivos las riquezas naturales de las zonas del mar que baña sus
costas, formulan la siguiente:

DECLARACIÓN:
I. Los factores geológicos y biológicos que condicionan la exis-
tencia, conservación y desarrollo de la fauna y flora marítimas en
las aguas que bañan las costas de los países declarantes, hacen que

441
La Soberanía marítima deL Perú

la antigua extensión del mar territorial y de la zona contigua sean


insuficientes para la conservación, desarrollo y aprovechamiento
de esas riquezas a que tienen derecho los países costeros.

II. Como consecuencia de estos hechos, los Gobiernos de Chi-


le, Ecuador y Perú proclaman como norma de su política interna-
cional marítima, la soberanía y jurisdicción exclusivas que a cada
uno de ellos corresponde sobre el mar que baña las costas de sus
respectivos países, hasta una distancia mínima de 200 millas mari-
nas desde las referidas costas.

III. La jurisdicción y soberanía exclusivas sobre la zona maríti-


ma indicada, incluye también la soberanía y jurisdicción exclusivas
sobre el suelo y subsuelo que a ella corresponde.

IV. En el caso de territorio insular, la zona de 200 millas mari-


nas se aplicará en todo el contorno de la isla o grupo de islas.

Si una isla o grupo de islas pertenecientes a uno de los países


declarantes estuviere a menos de 200 millas marinas de la zona ma-
rítima general que corresponde a otro de ellos, la zona marítima de
esta isla o grupo de islas quedará limitada por el paralelo del punto
en que llega al mar la frontera terrestre de los Estados respectivos.

V. La presente Declaración no significa desconocimiento de las


necesarias limitaciones al ejercicio de la soberanía y jurisdicción es-
tablecidas por el Derecho Internacional en favor del paso inocente
e inofensivo, a través de la zona señalada para las naves de todas
las naciones.

VI. Los Gobiernos de Chile, Ecuador y Perú expresan su pro-


pósito de suscribir acuerdos o convenciones para la aplicación de
los principios indicados en esta Declaración, en los cuales se esta-
blecerán normas generales destinadas a reglamentar y proteger la
caza y la pesca dentro de la zona marítima que les corresponden y a
regular y coordinar la explotación y aprovechamiento de cualquier

442
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

otro género de productos o riquezas naturales existentes en dichas


aguas y que sean de interés común.

Julio Ruiz Bourgeois, Delegado de Chile


Jorge Fernández Salazar, Delegado del Ecuador
Alberto Ulloa, Delegado del Perú

443
La Soberanía marítima deL Perú

3. conVEnIo SoBrE ZonA ESPEcIAl FrontErIZA MArÍtIMA,


4 DE DICIEMBRE DE 1954

Los Gobiernos de las Repúblicas de Chile, Ecuador y Perú, de


conformidad con lo acordado en la Resolución No. X, de 8 de Oc-
tubre de 1954, suscrita en Santiago de Chile por la Comisión Per-
manente de la Conferencia sobre Explotación y Conservación de
las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur, después de conocer las
proposiciones y recomendaciones aprobadas en Octubre del año
en curso por dicha Comisión Permanente, Han nombrado a los si-
guientes Plenipotenciarios: Su Excelencia el señor Presidente de
la República de Chile, al Excmo. Señor don Alfonso Bulnes Calvo,
Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Chile en el Perú;
Su Excelencia el señor Presidente de la República del Ecuador, al
Excmo. Señor don Jorge Salvador Lara, Encargado de Negocios a.i.
del Ecuador en el Perú; y, Su Excelencia el señor Presidente de la
República del Perú, al Excmo. Señor don David Aguilar Cornejo, Mi-
nistro de Relaciones Exteriores del Perú, Quienes; CONSIDERANDO:

Que la experiencia ha demostrado que debido a las dificultades que


encuentran las embarcaciones de poco porte tripuladas por gente
de mar con escasos conocimientos de náutica o que carecen de los
instrumentos necesarios para determinar con exactitud su posición
en alta mar, se producen con frecuencia, de modo inocente y acci-
dental, violaciones de la frontera marítima entre los Estados veci-
nos; Que la aplicación de sanciones en estos casos produce siempre
resentimientos entre los pescadores y fricciones entre los países
que pueden afectar al espíritu de colaboración y de unidad que en

444
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

todo momento debe animar a los países signatarios de los acuerdos


de Santiago; y, Que es conveniente evitar la posibilidad de estas in-
voluntarias infracciones cuyas consecuencias sufren principalmen-
te los pescadores;
CONVIENEN:

PRIMERO: Establécese una Zona Especial, a partir de las 12 mi-


llas marinas de la costa, de 10 millas marinas de ancho a cada lado
del paralelo que constituye el límite marítimo entre los dos países.

SEGUNDO: La presencia accidental en la referida zona


de las embarcaciones de cualquiera de los países limítrofes, alu-
didas en el primer considerando, no será considerada como vio-
lación de las aguas de la zona marítima, sin que esto signifique
reconocimiento de derecho alguno para ejercer faenas de pes-
ca o caza con propósito preconcebido en dicha Zona Especial.

TERCERO: La pesca o caza dentro de la zona de 12 millas ma-


rinas a partir de la costa está reservada exclusivamente a los nacio-
nales de cada país.

CUARTO: Todo lo establecido en el presente Convenio se en-


tenderá ser parte integrante, complementaria y que no deroga las
resoluciones y acuerdos adoptados en la Conferencia sobre Explo-
tación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur,
celebrada en Santiago de Chile, en Agosto de 1952.

En FE dE lo cuAl, los respectivos Representantes Plenipo-


tenciarios de los Gobiernos de Chile, Ecuador y Perú, firman este
documento en tres ejemplares, en Lima, a los cuatro días del mes
de Diciembre de mil novecientos cincuenta y cuatro.
Por el Gobierno de Chile: (Firmado) Alfonso Bulnes C.
Por el Gobierno del Ecuador: (Firmado) J. Salvador Lara.
Por el Gobierno del Perú: (Firmado) David Aguilar C.

445
La Soberanía marítima deL Perú

4. InStruccIonES Al dElEgAdo dE cHIlE En lA coMISIón


MIXtA dE lÍMItES con El PErÚ, Sr. EnrIQuE BrIEBA, PArA
FInAlIZAr loS trABAJoS dEMArcAtorIoS dE lA FrontE-
rA tErrEStrE, 28 dE ABrIl dE 1930

Instrucciones del Supremo Gobierno con el Acuerdo de las


cancillerías

Santiago, 28 de abril de 1930

Nº 5697/79

Al Señor Don Enrique Brieba, Delegado de Chile en la Comi-


sión Mixta de Límites con el Perú

Para trazar la línea divisoria y colocar los hitos respectivos en


los puntos que no alcanzaron a determinarse al suspender, en fe-
brero último, los trabajos de la comisión Mixta Demarcadora Chi-
leno peruana, se ha llegado a un acuerdo con el Gobierno de ese
país, al cual deberá ajustarse esa Comisión en el trazado de la línea.

En esta virtud, en el desempeño de la misión que ha confiado


a Ud. el Gobierno, como Delegado de Chile en la Comisión Mixta de
Límites con el Perú, se servirá Ud. dar cumplimiento a lo convenido,
y, de acuerdo con el Delegado del Perú, dispondrá que se proceda
a la mayor brevedad a colocar los hitos divisorios en la línea que se
determina, como sigue:

HITO CONCORDIA.- Punto inicial, en la costa de la línea fron-


teriza.

446
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

Para fijar este punto:


Se medirán 10 Km desde el primer puente del Ferrocarril de
Arica a La paz sobre el río Lluta, en dirección hacia el Norte, en la
Pampa de Escritos, y se trazará hacia el Poniente un arco de 10 ki-
lómetros de radio, cuyo centro estará en el indicado puente y que
vaya a interceptar la orilla del mar, de modo que, cualquier punto
del arco diste 10 kilómetros del referido puente del ferrocarril de
Arica a La Paz sobre el río Lluta.

Este punto de intersección del arco trazado, con la orilla del


mar, será el inicial de la línea divisoria entre Chile y el Perú.

Se colocará un hito en cualquier punto del arco, lo más próxi-


mo al mar posible donde quede cubierto de ser destruido por las
aguas del océano.

LÍNEA DIVISORIA EN LA REGIÓN DE LAS AZUFRERAS (LÁMINA


XXX)

La línea divisoria en la región de las azufreras comenzará a


apartarse de la paralela a 10 kilómetros de la vida férrea de Ari-
ca a la paz, desde la intersección de esa paralela con el río Azufre,
tal como lo propuso el Delegado peruano en la Comisión Mixta de
Límites, siguiendo después hacia el Noroeste según la línea pro-
puesta por aquel Delegado, hasta el vértice de inflexión situado a
cien metros de la vía férrea las azufreras en la cabecera de la que-
brada que baja hacia el Calina desde las faldas del Chupiquiña. En
esa parte, por tanto, la divisoria seguirá la línea quebrada A-B-C-D-E
propuesta por el Delegado peruano en el plano respectivo. Desde
el extremo E. aludido seguirá hasta la cumbre del cerro El Fraile,
de modo de dejar íntegramente las azufreras del Chuquipiña y sus
dependencias en territorio chileno. De esa cumbre continuará en
línea recta hasta el hito del extremo suroeste de Laguna Blanca,
pasando por la cumbre central de la cadena de cerros cuyos extre-
mos son los cerros Quiñuta al N.O. y Calzón Chiatta al S.E. de modo

447
La Soberanía marítima deL Perú

que la primera de dichas cumbres quede en territorio peruano y


la segunda en territorio chileno. Queda entendido que esta línea
divisoria debe dejar íntegramente en territorio peruano los pasos
de Huaylas y Huaylillas.

LÍNEA DIVISORIA EN LA LAGUNA

La divisoria de Laguna Blanca la dividirá en dos partes de su-


perficie igual, aceptándose para tal efecto como línea de aguas
máximas de la laguna, la propuesta por el Delegado peruano en el
plano levantado por los ingenieros de la Comisión Mixta de Límites.
La línea divisoria será del extremo S.O. al N.E.

LÍNEA DIVISORIA ENTRE LAGUNA BLANCA Y LA FRONTERA BO-


LIVIANA

Desde el punto de salida en la extremidad N.E. de Laguna


Blanca, la línea divisoria se trazará directamente hasta el hito V de
la frontera entre Chile y Bolivia, pero si fuera preciso, tendrá las
inflexiones necesarias para que el caserío de Ancomarca quede en
territorio peruano.

Dios guarde a Uds.


Manuel Barros C.
Ministro de Relaciones Exteriores

448
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

5. ActA FInAl dE lA coMISIón dE lÍMItES con lA dEScrIPcIón


dE loS HItoS colocAdoS, 21 dE JulIo dE 1930

Julio 21 de 1930.

Comisión Mixta de Límites entre Perú y Chile

En Arica a veintiuno de julio de mil novecientos treinta, reuni-


dos los delegados representantes del Perú y Chile en la Comisión
Mixta de Límites entre ambos países, acordaron firmar la presente
acta que da término a las labores de aquella Comisión, por cuan-
to se han colocado de mutuo acuerdo y en conformidad con las
instrucciones recibidas por ambos delegados, todos los hitos ne-
cesarios para demarcar la línea de frontera entre el Perú y Chile
establecida por el Tratado de Lima de fecha de tres de junio de mil
novecientos veintinueve.

La línea de frontera demarcadora parte del Océano Pacifico


en un punto en la orilla del mar situado a diez kilómetros hacia el
noroeste del primer puente sobre el río Lluta de la vía férrea de
Arica a la Paz, y termina en la cordillera andina en el hito quinto de
la antigua línea divisoria entre Chile y Bolivia.

Para fijar definitivamente la aludida línea de frontera entre


Perú y Chile sobre el terreno, se han colocado o establecido hitos
en la forma y posición que a continuación se indican. La posición
geográfica de ellos se han referido por triangulación geodésica
o por poligonales subsidiarias, a un pilar de concreto construido
en la falda noreste del morro de Arica, del cual se ha calculado la

449
La Soberanía marítima deL Perú

posición siguiente: 18º - 28’ - 54,9” de latitud sur, y 70º - 19’ - 39,7”
de longitud oeste de Greenwich.

Los hitos de fierro se han construido con piezas angulares y


planas remachadas entre sí, formando pirámides cuadrangulares
de cinco metros de altura, llevando en la parte superior una plan-
cha de fierro fundido con los nombres de Perú y Chile. Los hitos de
concreto son bloques cuadrangulares de un metro veinte de altura.
Los hitos de piedra son mojones formados por piedras superpues-
tas y tienen aproximadamente un metro de diámetro por metro y
medio de altura. El hito Concordia es un monumento de concreto
reforzado de siete metros de altura. En dos sitios no se han coloca-
do hitos, quedando ellos fijados por cumbres prominentes difícil-
mente accesibles.

La descripción de los hitos es la siguiente partiendo ordenada-


mente del Océano Pacifico:…

Arica, 21 de julio de 1930

Federico Basadre Enrique Brieba


Delegado del Perú Delegado de Chile

450
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

6. ACUERDO PARA CONSTRUIR SEÑALES O TORRES QUE ORIEN-


TEN A LAS PEQUEÑAS EMBARCACIONES PESQUERAS ARTE-
SAnAlES En lA ZonA MArÍtIMA FrontErIZA, EStABlEcIdo
POR INTERCAMBIO DE NOTAS DE 6 DE FEBRERO Y 8 DE MAR-
ZO DE 1968.

6.1. Nota peruana


Lima, 6 de febrero de 1968.
Nota Nº 1 (J) 6-4/9
Señor Encargado de Negocios.-

Tengo a honra dirigirme a su señoría para comunicarle que, a


raíz de la entrevista realizada en Lima por el señor Embajador don
Fabio Pío Valdivieso, Director de Fronteras del Estado, y el señor
Coronel don Alejandro Forch, jefe del Departamento de Límites de
Chile, y el Embajador don Bolívar Ulloa, Asesor Técnico, y el Ministro
don Jorge Velando Ugarteche, Jefe del Departamento de Fronteras
de esta Cancillería, este Despacho estima, considerando lo tratado
en la entrevista, que es conveniente que se proceda a construir por
ambos países, postes o señales de apreciables proporciones y visi-
bles a gran distancia, en el punto en que la frontera común llega al
mar, cerca del hito número uno.

Si el ilustrado Gobierno de Chile está de acuerdo con esta


proposición, mucho le agradeceré dármelo a conocer, así como el
nombre del técnico que tenga a bien designar para reunirse en el
terreno con el que comisione el Gobierno del Perú a fin de llevar a
efecto la construcción de la mencionada señal.

451
La Soberanía marítima deL Perú

Aprovecho esta oportunidad para reiterar a su señoría las se-


guridades de mi más distinguida consideración.

JAVIER PÉREZ DE CUÉLLAR


Secretario General de Relaciones Exteriores
Al honorable Señor
Don José Oyarzun González
Encargado de Negocios a. i. de Chile
Ciudad.-

452
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

6.2. Nota chilena

Embajada de Chile
Nº 81
Lima, 8 de marzo de 1968
SEÑOR MINISTRO:
Tengo el honor de dar respuesta a la atenta nota de Vuestra
Excelencia Nº (J): 6-4/9, de fecha 6 de febrero pasado, por medio
de la cual me comunica que, a raíz de las conversaciones celebra-
das en Lima por las autoridades peruanas y chilenas de fronteras y
límites, se llegó a establecer la conveniencia de que se procederá
a construir por ambos países, postes o señales de apreciables pro-
porciones y visibles a gran distancia, en el punto en que la frontera
común llega al mar, cerca del hito número uno.

Sobre este particular, puedo informar a Vuestra Excelencia que


mi Gobierno estima aceptable vuestra proposición, para que dicha
reunión de técnicos peruanos y chilenos se lleve a efecto en el hito
número uno, en la fecha y hora que disponga Vuestra Excelencia.

La delegación de Chile estaría compuesta por el jefe del De-


partamento de Límites Internacionales, Ingeniero Geógrafo don
Alejandro Forch y el Consultor Marítimo de esa repartición, Capitán
de Navío en retiro especialista en hidrografía, don Alberto Andrade.

Al Excelentísimo Señor
Presidente del Consejo de
Ministros y Ministro de Hacienda y Comercio
Encargado de la Cartera

453
La Soberanía marítima deL Perú

6.3. Nota peruana avisando recibo de la conformidad de


Chile

Lima, 28 de marzo de 1968


Número (J) 6-4/19
Señor Encargado de Negocios:

Tengo el honor de avisar recibo de la atenta nota de Vuestra


Señoría Nº 81, de 8 del mes en curso, manifestando que el Gobier-
no de Chile acepta la proposición peruana de estudiar la instalación
de marcas de enfilación visibles a gran distancia, en el punto en que
la frontera común llega al mar, cerca del hito número.

La delegación peruana estará compuesta por el Ministro en el


Servicio Diplomático de la República don Jorge Velando Ugarteche,
Jefe del Departamento de Fronteras de esta Cancillería y el Capitán
de Navío AP don Jorge Parra del Riego Endara, Sub Director de Hi-
drografía y Faros del Ministerio de Marina, quienes, de acuerdo con
las conversaciones sostenidas en días recientes con Vuestra Seño-
ría, se encontrarán en el Hotel “El Paso” de la ciudad de Arica, el día
25 de abril, a las once horas.

Me valgo de esta oportunidad para reiterar a Vuestra Señoría


las seguridades de mi más distinguidas consideración.

JAVIER PÉREZ DE CUÉLLAR


Secretario General de
Relaciones Exteriores

Señor don
Francisco José Oyarzun González
Encargado de Negocios a. i. de Chile
Ciudad.

454
LA CONTROVERSIA ENTRE EL PERÚ Y CHILE

7. coMunIcAdo conJunto dE loS MInIStroS dE rElAcIo-


nES EXtErIorES dEl PErÚ Y cHIlE. 4 dE noVIEMBrE dE
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