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1.

LA IMPORTANCIA DE LA EUCARISTÍA
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«
El Señor Jesús, la noche en que fue entregado
», (1 Co 11, 23), instituyó el Sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre. Las palabras del
apóstol Pablo nos llevan a las circunstancias dramáticas en que nació la Eucaristía. En ella está
inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor. No sólo lo evoca sino
que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos.
La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor,
no sólo
como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el
don por excelencia
, porque es don de Sí mismo, de su Persona en su santa humanidad y, además, de su obra de
salvación. Ésta no queda relegada al pasado, pues todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció
por los hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos.
CONTEXTUALICEMOS:
¿QUÉ ES LA EUCARISTÍA?
Del misterio pascual nace la Iglesia.
Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en
el centro de la vida eclesial
. Se puede observar esto ya desde las primeras imágenes de la Iglesia que nos ofrecen los Hechos de
los Apóstoles (2, 42):
«Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las
oraciones»
. La «fracción del pan» evoca la Eucaristía. Después de dos mil años seguimos reproduciendo
aquella imagen primigenia de la Iglesia.
¿Qué relación tiene con la Iglesia?
¿Recibimos este sacramento de manos de Cristo?
Misterio grande, Misterio de misericordia. ¿Qué más podía hacer Jesús por nosotros?
Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor que llega «hasta el extremo», (Jn 13, 1), un
amor que no conoce medida.
¿Es un sacramento de amor?
Con razón ha proclamado el Concilio Vaticano II que el Sacrificio eucarístico es «
fuente y cima de toda la vida cristiana
». «La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir,
Cristo mismo
, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo». Por
tanto
la mirada de la Iglesia se dirige continuamente a su Señor
, presente en el Sacramento del altar, en el cual descubre la plena manifestación de su inmenso
amor.
¿Por qué es importante la Eucaristía?
¿Cómo llega hasta nuestros días?
El acontecimiento pascual y la Eucaristía que lo actualiza a lo largo de los siglos tienen una «
capacidad
» verdaderamente enorme, en la que entra toda la historia como destinataria de la gracia de la
redención. Este asombro ha de inundar siempre a la Iglesia, reunida en la celebración eucarística.
La Misa es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa el sacrificio de la
cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor.

¿Está realmente Cristo presente en este sacramento?


Recordemos la doctrina siempre válida del Concilio de Trento: «Por la
consagración del pan y del vino se realiza la conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia
del cuerpo de Cristo Señor nuestro, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su sangre.
Esta conversión, propia y convenientemente, fue llamada transubstanciación por la Iglesia
Católica».

Verdaderamente la Eucaristía es un misterio que supera nuestro pensamiento y puede ser acogido
sólo en la fe.
¿Y qué pasa cuando comulgamos?
De por sí, el sacrificio eucarístico se orienta a la íntima unión de nosotros, los fieles, con Cristo
mediante la comunión: le recibimos a Él mismo, que se ha ofrecido por nosotros; su cuerpo, que Él
ha entregado por nosotros en la Cruz; su sangre,
«derramada por muchos para perdón de los pecados», (Mt 26, 28)
. La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual Cristo se ofrece como alimento.
CONCLUIMOS QUE:
¿Cómo nos ayuda en nuestra vida cristiana?
Una consecuencia significativa propia de la Eucaristía es que da impulso a nuestro camino...
poniendo una semilla de viva esperanza en la dedicación cotidiana de cada uno a sus propias tareas
(y así) contribuir con la luz del Evangelio a la edificación de un mundo plenamente conforme al
designio de Dios.

2. Se puede decir que en la


eucaristia esta dios encarnado
“La Eucaristía y tú”: un cortometraje para todos los tiempos
El Papa Benedicto XVI en la Exhortación Apostólica Post
Sinodal Sacramentum Caritatis nos dice sobre la
Eucaristía: «La Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo
hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por
cada hombre. En este admirable Sacramento se manifiesta
el amor « más grande », aquel que impulsa a « dar la vida
por los propios amigos » (…) del mismo modo, en el
Sacramento eucarístico Jesús sigue amándonos «hasta el
extremo», hasta el don de su cuerpo y de su sangre. ¡Qué
emoción debió embargar el corazón de los Apóstoles ante
los gestos y palabras del Señor durante aquella Cena! ¡Qué
admiración ha de suscitar también en nuestro corazón el
Misterio eucarístico!».

El video que les presentamos hoy está producido por Outside


da Box, un portal de recuersos para la catequesis. De modo
un tanto chistoso nos da algunos criterios fundamentales
sobre la importancia de la Eucaristía en nuestra vida
cristiana.

Cuando yo hice la primera comunión hace ya 29 años, la


emoción que sentí fue tal que no pude contener las lágrimas.
A los 8 años no tenía duda alguna que la Santa Eucaristía
era el cuerpo de Dios y yo lo estaba tocando, Él me estaba
tocando!

Los años pasaron y la fe de ese momento, lamentablemente


se fue diluyendo. Muchos años pasé alejada de Dios y de la
fe católica. Fue un sacerdote quién me ayudó a
reencontrarme con Dios y con esa fe de niña. Luego de un
largo proceso de reencuentro y constantes visitas al
Sacramento de la Reconciliación es que volví a estar en
gracia para poder acercarme a recibir nueva y dignamente la
Santa Eucaristía. Cuál sería mi sorpresa al encontrarme
envuelta en un torbellino de emociones y lágrimas
completamente incompresibles. Así como sucedió el día de
mi Primera Comunión. Me pongo a pensar en la emoción de
los apóstoles que el Papa Benedicto XVI intuye. Qué grande
debe haber sido realmente.

Hoy, en las circunstancias en que vivimos, el mundo nos


adormece con su rapidez y relativismo y empezamos a
olvidarnos el porqué del sacrificio de Jesucristo.
Olvidamos nuestra ruptura con Dios, olvidamos el pecado y
él peso del mismo. Es como que el no existiera una diferencia
entre lo que está bien y lo que está mal. Y es esta actitud la
que no nos permite ver la necesidad que tenemos de estar
en contacto íntimo con Dios mismo y acercarnos en gracia a
recibir Su cuerpo y Su sangre.

La Eucaristía es el regalo más grande que nos hace


Jesucristo, y cumple por encima de toda medida la promesa
que nos hizo: «(…) y he aquí que yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
Es un don gratuito que expresa ese amor infinito y
extraordinario que tiene por cada uno de nosotros y que nos
da la fuerza para caminar en nuestra vida cotidiana hacia su
encuentro. En la Eucaristía Jesús se ofrece a sí mismo,
no nos deja un simple recuerdo como algunos pueden
creer. Él se queda con nosotros. Es realmente un misterio
que supera toda compresión humana, pero que por la fe lo
podemos vivir.
«Para nosotros los cristianos, ya no es necesario repetir
aquella cena. Como dicen con precisión los Padres, figura
transit in veritatem: lo que anunciaba realidades futuras,
ahora ha dado paso a la verdad misma. El antiguo rito ya se
ha cumplido y ha sido superado definitivamente por el don de
amor del Hijo de Dios encarnado. El alimento de la verdad,
Cristo inmolado por nosotros, dat… figuris terminum. Con el
mandato: “Haced esto en conmemoración mía”
(cf. Lc 22,19; 1 Co 11,25), nos pide corresponder a su don y
representarlo sacramentalmente».

Dios nos ama primero y nos deja este don tan grande que
nos va transformado uno a uno y así llegar a transformar el
mundo entero. El Papa Bendicto XVI explica este misterio
comparándolo con la fisión nuclear, que es una reacción que
se da en el núcleo de un átomo. Es decir en el centro mismo
y da como resultado el cambio de una realidad hacia algo
completamente extraordinario. Esto sucede con nosotros al
recibir la Santa Comunión. ¡Cómo perdernos el estar en
gracia y en continuo contacto con nuestro Creador, con
el Espíritu, con Jesucristo que nos da el don de
transformarnos y transformar al mundo!

Los invito a reflexionar lo siguiente:

1. ¿Recibo frecuentemente el Sacramento de la Eucaristía


correctamente preparado?
2. ¿Cada cuando frecuento el Sacramento de la
Reconciliación?

3. ¿Reflexiono que es el mismo Dios al quién recibo cuando


recibo la Eucaristía?

4. ¿Soy consciente que a través del Sacramento de la


Eucaristía me voy conformando con Jesucristo?

LA EUCARISTÍA Y LA IGLESIA, MISTERIO DE LA ALIANZA

Cardenal José Mario Bergoglio s.j.


Arzpbispo de Buenos Aires y Primado de Argentina

“La Eucaristía: don de Dios para la vida del mundo". El tema elegido por el Papa
para este 49º Congreso Eucarístico Internacional proviene del Evangelio de Juan,
del pasaje en que Jesús nuestro Señor proclama: “Yo soy el pan vivo bajado del
cielo (…). El pan que yo les voy a dar es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6,
51).

La Eucaristía, don de Dios que quiere dar vida a todos, es un tema central de la
Exortación Apostólica “Sacramentum Caritatis” del Santo Padre Benedicto XVI.
En la primera parte –“Eucaristía, misterio que se ha de creer”, el Papa nos
exhorta a la adoración de la Eucaristía como “Don gratuito de la Santísima
Trinidad para la vida del mundo” (1). Y, al final, en la tercera parte –“Eucaristía,
misterio que se ha de vivir”-, nos exhorta a ofrecernos eucarísticamente a todos,
junto con el Señor, ya que “la vocación de cada uno de nosotros consiste en ser,
junto con Jesús, pan partido para la vida del mundo” (2).

La Eucaristía, pues, don y tarea, don de vida que se recibe y don de vida que se
da a todos. Esta vida en Jesucristo, “para que nuestros pueblos en Él tengan
vida”, es también lo que late en el corazón del Documento de Aparecida, con
tono de alabanza agradecida y con fervor misionero, ya que: “La vida es regalo
de Dios, don y tarea…” (3). “La Eucaristía es el centro vital del universo, capaz
de saciar el hambre de vida y felicidad: “El que me coma vivirá por mí” (Jn 6,
57). En ese banquete feliz participamos de la vida eterna y, así, nuestra existencia
cotidiana se convierte en una Misa prolongada” (4) (como decía San Alberto
Hurtado).

En el medio, entre el don y la misión, la Iglesia es el motivo central de esta


catequesis de hoy: La Eucaristía y la Iglesia, misterio de la alianza. De manera
sencilla, les propongo tres pasos para hacer esta catequesis como una “lectio
divina”. El primer paso es una breve meditación sobre la Alianza. El segundo
paso deseo que sea una síntesis contemplativa en la que nos quedemos mirando y
gustando con los ojos del corazón algunas imágenes de la Virgen, nuestra Señora,
“mujer eucarística”. Y el tercer paso consistirá en sacar algunas conclusiones
pastorales que nos ayuden en nuestra vida personal y en nuestra vida eclesial.

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