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Aristóteles

Nació en el año 384 a.C. Fue discípulo de Platón y maestro de Alejandro Magno. Si
bien al principio Aristóteles sigue la teoría platónica de las Ideas, poco a poco va
distanciándose de las enseñanzas de su maestro.

Críticas de Aristóteles a Platón:


1. Tener que postular un mundo suprasensible para explicar el mundo que nos
rodea es innecesario e inútil. La duplicación de los mundos que lleva a cabo Platón
es innecesaria, porque no soluciona el problema del fundamento del mundo, sino que
lo duplica (en lugar de tener que explicar cómo funciona el mundo que nos rodea,
tenemos que explicar también cómo funciona el mundo de las Ideas).
2. La idea de “participación” es una mera metáfora, que en realidad no explica
nada. Cuando Platón dicen que las cosas sensibles “participan” de las ideas, nunca
explica en qué consiste esta participación, por lo que el término resulta oscuro.
3. La doctrina de las Ideas de Platón no sirve para explicar de qué manera se produce
el cambio o movimiento en el mundo sensible.
4. Argumento del tercer hombre

En definitiva, según Aristóteles el mundo de las ideas propuesto por Platón es


totalmente inútil, ya que cuando queremos explicar a través de él la realidad en que
vivimos, sólo logramos expresar frases vacías y carentes de sentido. Por este motivo,
Aristóteles propone desechar la teoría platónica de las ideas y forjar una nueva teoría
de la realidad, de lo que significa ser un ente (algo que existe).

Grados del saber según Aristóteles, del más inferior al más superior:
1. Experiencia: proviene de la memoria; muchos recuerdos de la misma cosa llegan a
constituir una experiencia. Es conocimiento de lo individual.
2. Téchne (arte o técnica): tiene que ver con el poder producir ciertas cosas, y con el
saber cómo hacerlo. Es conocimiento de lo general y es conocimiento de causas.
3. Episteme (ciencia): No sólo conoce las causas de las cosas, sino que conoce la
conexión lógica y necesaria que hay entre una cosa y sus causas. Es conocimiento
de lo universal y necesario. El método de la episteme consiste en partir de la
observación de casos particulares (ya que para Aristóteles éstos constituyen la única
realidad). Este es el momento de la inducción. Pero como es necesario llegar al

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universal, al concepto, a la esencia de eso particular que se ha observado, luego de la
inducción llega el momento de la demostración. La demostración es un razonamiento
lógico que utiliza el silogismo para alcanzar conclusiones verdaderas a partir de
ciertas premisas dadas. Ej. De silogismo:
Todos los hombres son mortales (Premisa)
Sócrates es hombre (Premisa)
----------------------------------------
Sócrates es mortal (Conclusión)

4. Filosofía: es el grado máximo del saber. Ella también es ciencia, pero se


caracteriza porque no procede a través de razonamientos deductivos, de silogismos,
sino que el conocimiento se le presenta de manera inmediata, intuitiva. Esto sucede
porque los principios que la filosofía conoce son los más universales, los primeros, los
que dan origen a todo otro razonamiento. Estos principios no se pueden deducir de
ninguna otra premisa, sino que es a partir de ellos que elaboramos todos nuestros
demás conocimientos. La filosofía hace suyo el estudio de los primeros principios que
al ser comunes a todas las ciencias no son el objeto de ninguna de ellas en particular,
y como estos primeros principios extienden su vigencia a la totalidad de las cosas, la
filosofía tiene como propio el estudio de esa totalidad. La filosofía se ocupa de la
realidad en su totalidad, de todas las cosas en aquello que ellas tienen en común.
Las cosas son muy diferentes entre sí, pero todas ellas tienen en común el hecho de
que existen, de que son. Por este motivo, el objeto propio de la filosofía es el Ser,
o, como también dice Aristóteles, el “ente en tanto que ente”, el ente no visto en sus
cualidades particulares (un árbol, una mesa, un hombre, etc.), sino el ente en tanto
algo que existe, que participa del Ser.
De todo lo dicho podemos obtener la definición de la filosofía que da
Aristóteles: la filosofía es 1) una ciencia, o sea, conocimiento riguroso; 2) una
ciencia teórica que es motivada por el puro deseo de saber, sin buscar ninguna
utilidad o aplicación del conocimiento; 3) esta ciencia versa sobre los primeros
principios y las primeras causas del ente en cuanto ente.

La filosofía de Aristóteles

Como vimos anteriormente, Aristóteles considera que la única realidad es este mundo
de cosas concretas en el que vivimos. A estas cosas Aristóteles las denomina “entes”,
y su tarea, como filósofo, será investigar aquello que las constituye no como tal o cual

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ente particular (libro, mesa, gato) sino que se ocupará del “ente en tanto que ente”,
el ente en su grado más general, es decir, en su carácter de algo que existe.

Aristóteles afirma que la palabra ente tiene diversos significados, que están
relacionados entre sí. No es lo mismo decir: “esto es una silla”, que decir “esta silla es
blanca”, “esta silla es grande”, etc. En el primer caso, nos referimos a la existencia de
la silla; en los otros, predicamos de la silla ciertas cualidades. En definitiva, los
significados de ente (es decir, las maneras de ser ente) se reducen a dos: el modo de
ser “en sí”, el sujeto de la predicación; y el modo de ser “en otro”, es decir,
aquellas cualidades que se predican de un sujeto. Al modo de ser en sí Aristóteles
lo llama ousía, esencia o “sustancia”; es el individuo concreto, aquello que sólo
puede ser sujeto y nunca predicado.

El modo de ser en otro, lo que se predica, es lo que Aristóteles denomina


accidentes, y son de nueve tipos: cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo,
posición, posesión, acción y pasión. La sustancia, junto con las nueve formas de
accidentes, constituyen las categorías, término que utiliza Aristóteles para referirse a
las formas fundamentales del ser. Todas las cosas que existen pueden
encuadrarse en estas categorías.

El modo de ser fundamental es la sustancia, porque todos los demás modos de ser,
los accidentes, se refieren a ella. La sustancia es el ente individual y concreto, la
cosa sensible (por oposición a las ideas platónicas, universales y abstractas).
En la sustancia (individuo concreto) se manifiesta la esencia, aquello que
constituye a la cosa como tal. La esencia es el aspecto universal presente en el
ente particular.

Tal sería la constitución de todas las cosas que existen. Ahora bien, en la naturaleza
las sustancias están sometidas al devenir, al cambio; se encuentran en un proceso de
permanente generación y corrupción. A Aristóteles le interesa explicar de qué
manera es posible que la sustancia cambie, sin que este cambio afecte a la
esencia, que es universal y necesaria. Para explicar el cambio, Aristóteles introduce
los conceptos de materia y forma.

Todas las sustancias están conformadas por una materia, algo de lo cual están
hechas. Pero esta materia es indeterminada, pasiva, puro contenido informe. Por ej.,
la materia de una estatua de bronce es ese metal. Lo que hace que la cosa sea lo que

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es -en este caso, una estatua- es la forma. La forma informa la materia y la hace ser
una sustancia determinada; mientras que la materia es pasiva e indeterminada, la
forma es activa y determinante. La forma es la esencia propiamente dicha, es el
qué de la cosa. La forma imprime una forma a la materia, que de por sí es
informe, indeterminada, y de este modo la hace ser lo que en cada caso es.
Ahora bien, en la realidad nunca encontramos aisladas la materia, por un lado, y la
forma, por otro; la distinción de ambos principios es un recurso de Aristóteles para
explicar la naturaleza de los entes. La materia y la forma siempre se dan juntas, y
la unión de ambas es, precisamente, la sustancia.

La relación materia-forma nos conduce a otra relación fundamental que Aristóteles


plantea: la de potencia-acto. La pareja materia-forma está orientada a mostrar cómo
es la estructura inmanente de las sustancias, y ofrece, por lo tanto, una visión
estática. En cambio, la relación potencia-acto muestra cómo las sustancias
cambian y están en permanente dinamismo. La potencia es la materia
considerada dinámicamente. En este sentido, la materia es pensada desde el punto
de vista de sus posibilidades: el árbol está en potencia de ser una mesa, porque en
algún momento se lo puede talar para construir ese mueble; pero también está en
potencia de ser leña o papel, por ej. El acto, en cambio, es la forma dinámicamente
considerada, la forma realizada, consumada, perfecta. El árbol que ahora vemos es
árbol en acto, la mesa ya construida es una mesa en acto. Otro ejemplo: la semilla es
un árbol en potencia, el árbol es la actualización de la semilla.

A través de la pareja potencia-acto, Aristóteles es capaz de explicar el cambio o


movimiento: el movimiento es el pasaje de la potencia al acto, es el proceso de
actualización en el cual todas las cosas están, permanentemente. El movimiento es
un cambio del ser al no ser: de ser aquí, en esta habitación, a no ser aquí, cuando
estoy en la universidad. Pero Aristóteles observa que este paso del ser al no-ser es
relativo, y no absoluto; cuando nos movemos no dejamos de ser, de existir, sino que
pasamos del no-ser en acto (ser en potencia) al ser en acto.

Según Aristóteles hay cuatro tipos de cambio: el cambio en la sustancia, que


consiste en la generación y la corrupción; y tres tipos de cambios accidentales:
cuantitativo (aumento y disminución), cualitativo (alteración) y de traslación
(movimiento).

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Aristóteles dice que para que una cosa que está en potencia pase al acto (es decir,
cambie o se mueva) es necesaria una causa que la ponga en movimiento. Hay cuatro
tipos de causas: material, formal, eficiente y final. La causa material es la
materia, aquello de lo cual una cosa está hecha. La causa formal es la forma, la que
modela la materia para que sea una sustancia determinada. Tanto la causa material
como la formal son inmanentes, están contenidas en la sustancia. La causa
eficiente es aquella que da origen al movimiento para que la cosa llegue a ser lo que
es, es el motor o estímulo que desencadena el cambio. Por último, la causa final es
la meta, el objetivo o ideal, la perfección a la que la cosa tiende. La causa eficiente y
la causa final no están en la sustancia, no son inmanentes, sino trascendentes.

ESCALA DE LA NATURALEZA
Como hemos visto, para Aristóteles la realidad está constituida por las cosas
individuales y concretas. A su vez, lo que hace que estas cosas sean lo que son es la
forma, el acto. El acto es el momento predominante. La relación entre materia y forma
no constituye un estado de equilibrio, sino el predominio de uno de estos dos
principios. Esto hace que Aristóteles piense el universo como una jerarquía de entes,
que va desde los que “menos son” (aquellos entes en los que predomina la materia, la
potencia) hasta aquellos que son de manera más plena (los entes en los que
predomina la forma, el acto). En consecuencia, Aristóteles concibe un universo
ordenado según una serie de grados, que van desde la pura materia (grado
inferior) al acto/forma puro (grado superior).

En primera instancia nos encontraríamos con la materia pura o materia prima, una
materia sin nada de forma, pura potencia. Sin embargo, una materia carente de acto,
que no fuera más que potencia, no sería nada real, no tendría existencia, ya que la
materia no tiene ser por sí misma, sino que sólo alcanza el ser, la existencia, a través
de la forma y el acto. Por este motivo, la materia prima es tan sólo un postulado
lógico de la serie gradual de los entes, y no constituye nada efectivamente real.

El primer grado de realidad contiene, por lo tanto, no materia pura sino materia
informada por un cierto grado de actualidad. En este escalón encontramos,
entonces, los cuatro elementos sublunares: tierra, agua, aire y fuego. Lo
característico de estos elementos es que si los divido, aunque fuera infinitas veces,
sigo obteniendo el mismo elemento. Materia: materia pura. Forma: característica
propia de cada elemento (fuego caliente y seco, aire caliente y húmedo, agua
frío y húmedo, tierra, frío y seco).

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El segundo grado está constituido por las sustancias homeoméricas, es decir,
aquellas cuyas partes son homogéneas, como los minerales o los tejidos. Si los
divido un número finito de veces, sigo teniendo esa misma sustancia. Pero después
de cierta cantidad de divisiones aparecen los elementos del escalón anterior. Materia:
cuatro elementos. Forma: proporción de esos cuatro elementos.

El tercer grado corresponde a las sustancias anhomeoméricas, como por


ejemplo los órganos del cuerpo humano. Si los divido, aunque sea una vez, ya
dejo de tener esa sustancia y paso a tener sustancias del escalón anterior. Se trata
entonces de sustancias más complejas que las del escalón anterior. Materia: tejidos.
Forma: función que el órgano cumple.

En el cuarto escalón encontramos el Reino vegetal, las plantas. Su materia son


las sustancias del 3ª escalón, y su forma es el ALMA VEGETATIVA, que consiste
en la triple función de Nutrición, Crecimiento y Reproducción.

En el quinto grado está constituido por el Reino Animal. La materia es la vida


vegetativa, y la forma es el alma o vida sensitiva, cuyas funciones son la
capacidad de tener percepciones, sentir placer y dolor y desear.

En el sexto escalón encontramos al hombre. Su materia es la vida sensitiva, y


su forma es el alma racional, la razón. La razón es la capacidad de conocer las
formas; las formas están en las cosas percibidas, por lo que conocer la forma pura
implica llevar a cabo un proceso de abstracción, es necesario separarlas en el
pensamiento de la cosa individual.

En el séptimo escalón encontramos los astros, que poseen un elemento


diferente al del resto de las escalas: el éter, un material incorruptible que sólo
experimenta el movimiento local de rotación, y ninguna de las otras formas de cambio.

El primer motor

Aristóteles dice que el mundo, la realidad, está sometida a un proceso infinito de


cambio, movimiento; el movimiento es eterno, no se detiene nunca. Como hemos
visto, todo movimiento tiene que tener una causa que logre que el ente pase de la
potencia al acto. Pero para que esto suceda, la causa tiene que estar también en acto,

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pues sólo lo que está en acto puede actualizar la potencia. Y eso que está en acto
tendrá, a su vez, otra causa en acto que lo mueva. Sin embargo, la cadena de las
causas no puede remontarse al infinito. Es necesario que exista una causa primera
del movimiento, un primer motor que se mueva sin ser él mismo movido, y que sea,
por tanto, un motor inmóvil. Este primer motor tiene que ser acto puro, pura forma,
ya que si tuviera el más mínimo rasgo de materia y potencialidad, necesitaría él
también una causa anterior que lo pusiera en movimiento.
Lo que está en acto siempre y perfectamente es acto puro, es un ente sin residuo
alguno de materia o potencialidad: a él no le falta nada para ser, es siempre
plenamente, es lo máximamente real y existente..
Esta sustancia perfecta, eterna, infinita, cuya esencia consiste en ser acto puro, es lo
que Aristóteles llama Dios. Dios es el primer motor inmóvil, es inmutable,
autosuficiente y lo máximamente real. Y la actividad de Dios es la más eterna y
perfecta: el pensamiento. Pero puesto que Dios es autosuficiente, no puede pensar
algo diferente de sí mismo, ya que en ese caso dependería del objeto pensado. Dios,
entonces, es pensamiento que se piensa a sí mismo. Toda su vida y su felicidad
consisten en esta contemplación perpetua de sí mismo;
Dios no actúa en modo alguno sobre el mundo (vs. Dios cristiano, es impersonal, no
creador), ya que en ese caso se ocuparía de algo menos digno que él, y perdería su
perfección. Sin embargo, Dios es primer motor, es causa del movimiento, pero sin ser
él mismo movido: esto sólo puede ocurrir porque Dios mueve de la misma manera en
que el objeto de amor mueve a quien ama. Todo el universo tiende hacia Dios como
su último fin.

DOBLE OBJETO DE LA METAFÍSICA: POR UN LADO SE OCUPA DEL ENTE EN


TANTO QUE ENTE, PERO LA EXISTENCIA DEL CAMBIO EN EL MUNDO REMITE
NECESARIAMENTE AL PRIMER MOTOR INMÓVIL, POR O TANTO LA METAFÍSICA
ES AL MISMO TIEMPO ESTUDIO DEL ENTE SUPREMO.

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