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Obviamente, Rawls no fue un filósofo sofía, puede ser interesante probar la «resi-
ambiental. Ni siquiera se interesó por la liencia» de la propuesta rawlsiana desde
justicia ambiental o por el llamado libera~ esa perspectiva. La segunda razón es que
lismo verde. No obstante, hay al menos la obra de Rawls, y en particular sus prin-
dos buenas razones para preguntarse qué cipios de justicia, es omnipresente -tam-
puede aportarnos su obra al respecto. La bién- en los trabajos que desde la econo-
primera tiene que ver con el peso que ha mía, la geografía, el derecho o la ciencia
ganado como un marco general desde el política tocan la cuestión ambiental.
cual evaluar y discutir no sólo sobre la jus- Han sido y son numerosas las vías por
ticia y el liberalismo, sino sobre filosofía las cuales se ha probado el cruce entre
política contemporánea en general. Dado medio ambiente y filosofía rawlsiana. Pue-
que la cuestión ambiental es sin duda un den ordenarse siguiendo el itinerario gene-
problema contemporáneo -incluso cla- ral descrito por Rawls y sus grandes hitos,
ve- en el cual cristalizan algunos de los en el sentido de que algunas son intentos
retos más importantes actuales para la filo- específicos de reivindicar O al menos ajus-
tar el marco que supuso Una Teoría de la teen. Los bienes cubiertos por el primer
Justicia, mientras que otras más recientes principio deberían ser distribuidos de
apuntan a El liberalismo político l. En manera equitativa y en el mayor grado
general, en todas ellas suele asumirse posible. Rawls, que piensa en bienes
--con cierta ligereza~ más continuidades intangibles del tipo de las libertades políti-
que rupturas. cas, consideró, pues, que los recursos
naturales no tenían por qué ser distribui-
1. Principios de justicia y bienes dos en régimen de igualdad. De hecho, los
ambientales intentos de incluirlos en la lista han con"
cluido que ésta se hacía muy poco operati-
Como es sabido, Rawls se propuso definir va, y han invitado a pensar en vías indirec-
la forma ideal de la estructura básica de la tas para asegurar un entorno ambiental
sociedad. Gracias a un acuerdo o contrato igual que cumpla con ciertos mínimos de
hipotético -una «posición original» de calidad. Una estrategia más sólida, pues,
imparcialidad~, partes ignorantes de sus debe partir de otro principio.
propias creencias y circunstancias particu- Es evidente que la salud guarda una
lares~tras el «velo de ignorancia»~ relación directa con poder disfrutar de un
llegarían a ciertos principios básicos de medio ambiente sano, y que no disponer
justicia, producto racional del descono- del mismo disminuye la igualdad de opor-
cimiento de los planes de vida y caracte- tunidades. Dado que la salud es de un lado
rísticas de cada uno. Las estrategias a que condición necesaria de la igualdad de opor-
nos vamos a referir han incidido sobre tunidades, y que a su vez es función de un
todo en los requisitos de la posición origi- conjunto de variables entre las cuales la
nal y el llamado problema del extensionis- calidad ambiental se encuentra, ésta debe-
mo, aunque antes hay que establecer qué ría quedar asegurada para todo ciudadano 2.
principio debiera cubrir los bienes am- Habría que proteger, en este caso, el «capi-
bientales. tal natural crítico» para el ser humano, el
La primera formulación de los princi- imprescindible para su sano mantenimiento
pios rawlsianos habla de dos principios, y reproducción. Sabemos que los efectos
ordenados lexicográficamente. El primero del cambio ambiental sobre la salud pue"
postula libertades iguales básicas e irre- den ser dispersos ysu aparición retardarse
nunciables. El segundo, que las desigual- por generaciones, por lo que aplicar estric-
dades sociales y económicas cumplan dos tamente este criterio supondría sancionar el
requisitos: a) que beneficien a todos, y principio de precaución. Otra ventaja que
b) que sean fruto de posiciones sociales posee esta vía es que no precisa suponer la
abiertas. Las sucesivas formulaciones del apropiabilidad de bienes y servicios am-
propio Rawls han tendido a separar el bientales comunes --como el clima o la
segundo principio en dos distintos, de ma- calidad del aire o las aguas~.
nera que al final tendríamos tres: 1) liber- Aquellos bienes que no sean impres-
tades iguales; 2) igualdad real de oportuni- cindibles para el goce de la salud caerían
dades, y 3) principio de diferencia. bajo el principio de diferencia. Aunque los
Los bienes primarios afectados por el comentaristas tienden a señalar que la dis-
primer principio son derechos y libertades tribución socioeconómica desigual sólo se
fundamentales y los otros dos afectan a justifica si produce beneficios «para
poderes, prerrogativas sobre autoridad, todos», de acuerdo a la primera formula-
ingreso, riqueza y autoestima. Todos ellos ción de Teoría, Rawls restringió progresi-
son definidos como medios para cualquier vamente su condicionalídad a «la mayor
plan de vida que los ciudadanos se plan- expectativa de beneficio para los menos
aventajados». Afortunadamente, hay for- das para lo que nos ocupa: 1) a denostar la
mas realmente ilustrativas de calcular existencia de límites físicos al crecimiento
cómo se distribuyen entre una población económico; 2) a minimizar la responsabili-
dada los bienes naturales, en cierto modo, dad para con el futuro y los pobres en
consumibles. Es decir, los «recursos natu- general, y 3) a reducir la agenda política a
rales». La «huella ecológica», por ejem- mejorar la calidad de la justicia y la liber-
plo,traduce todos los impactos derivados tad hoy y no «el número de especies de
del consumo de productos y servicios escarabajos o las reservas de cobre», como
ambientales en que se sostienen todas señala irónicamente Beckerman 4.
nuestras actividades diarias ~mercantili Cuanto más amplia sea la noción de
zadas O no~ a una única unidad, hectá- naturaleza crítica y más restringida la de
reas 3. Aunque suele utilizarse más para recurso natural, más nos alejaríamos de la
medir las huellas de economías naciona- posición productivista. Así, el abanico de
les, de ciudades, e incluso de generacio- bienes socioeconómicos con «huella ecoló-
nes, esta metodología permite comparar gica», las actividades materialmente den-
también el consumo que un individuo o sas, debería ser restringido y accesible de
grupo realiza a lo largo del tiempo. Como acuerdo a la igualdad de oportunidades. En
es previsible, demuestra que los estilos de caso contrario, tanto más sería el principio
vida más consumistas se soportan en hue- de diferencia una coartada ideológica al
llas ecológicas mayores. De acuerdo al crecimiento ilimitado, dado que de él
principio de diferencia, el peor situado en depende la mejora absoluta de los que
este caso, el que tenga menor huella, debe- están peor, como denuncia Ted Benton 5.
ría ser compensando, bien aumentando su No obstante, no es fácil acusar a Rawls de
huella, bien aumentando el consumo de productivista, a pesar de ciertacontradic-
otros bienes socioeconómicos. ción en sus planteamientos. De un lado,
Aquí se multiplican los problemas. insistió en que ni el principio de diferencia
Muchas de las propiedades de los bienes ni su ideal de sociedad requieren la maxi-
naturales son irreproducibles. Incluso los mización del producto social. Cabría pen-
no renovables son técnicamente irreempla" sar, por tanto, que la mejora del peor situa-
zables, y por lo tanto su sustitución por do pasaría por transferencias netas de
otros como el dinero es necesariamente bienes; en nuestro caso, ambientales. Sin
arbitraria. Reducir los bienes primarios embargo, considerando qué políticas po-
socioeconómicos a renta implica de alguna drían aliviar a los peor situados, Rawls
manera asumir la sustituibilidad, en nues- señaló que bastaba con «ajustar las desgra-
tro caso, entre capital natural y otras fOI" vaciones fiscales» sin considerar otras deci-
mas de capital, como el financiero o el siones políticas 6. Como hemos visto, este
manufacturado. El hacerlo presupone, qui- paso sólo sería lícito si fuese acompañado
zás inconscientemente, no sólo un optimis- de un principio de igualdad de oportunida-
mo tecnológico injustificado, sino también des ambicioso y constricciones revolucio"
que los intereses de las generaciones veni- narias en los recursos naturales que pueden
deras pesan en función de la riqueza que ser mercantilizados y monetarizados.
les presupone el presente, y a la parte de su
patrimonio natural que por tanto puede 2. El extensionismo
descontárseles. Esta asunción «prometei-
ca» y productivista, ejemplarmente repre- Una vez entre los principios de justicia,
sentada por Wilfred Beckerman o por el queda por ver aún sobre quién tendría
famoso «ecologista escéptico» Bj¡¡;m Lom- validez la justicia en su dimensión am-
borg, lleva a posiciones muy controverti- bientaL Sabemos que el velo de ignorancia
bución tremendamente desigual de los bie- con la indefinición. Las huellas ecológicas
nes primarios, especialmente los económi- son eso, huellas, rastros distinguibles que
cos, entre individuos y pueblos, y que por dejan los individuos, grupos y sociedades
tanto cabe exigir lo mismo que se exige al resultado de su forma de consumir y pro-
nivel intergeneracional o intrasocietal. ducir.
Hay que recordar que si las instituciones Así, por ejemplo, puede decirse que la
de fondo no son justas, los acuerdos tam- huella ecológica de un norteamericano o
poco lo serán. un holandés medio, tipo, multiplica por
Con la mirada puesta en lo económico, diez la huella media de un habitante de un
el cosmopolitismo subraya además la país pobre. La huella ecológica absoluta
superación de dos prejuicios propios de la de Estados Unidos es una cuarta parte de
concepción tipo Westfalia a la que se la de toda la humanidad, teniendo apenas
adhiere Rawls. Beitz, por ejemplo, señala un 5 por 100 de la población mundial. Las
que en lo económico -incluyendo los huellas son necesariamente transnaciona-
recursos naturales- no hay manera de les. No sólo por la dispersión global de las
distinguir entre influencias domésticas e formas de contaminación o por el consu-
internacionales en la condición económica mo de bienes comunes globales, como el
de una sociedad. Wenar, por su parte, aña- clima, sino también porque los recursos
de que dada la inmensa expansión del fluyen hacia los colectivos que los contro-
producto mundial, el razonamiento tipo lan recorriendo el planeta. Pero éstos, los
«suma cero» es «obviamente inapropia- sobreconsumidores, pueden ser identifica-
do»: ya no es el caso que si unos avanzan, dos. Considerar a la vez la dimensión intra
otros retroceden; que si unos tienen más, e intergeneracional de la distribución de
otros menos. Descartar ambas asunciones los bienes ambientales arrojaría un juicio
-el encadenamiento de la sociedad a lo condenatorio desde la concepción de la
nacional, la economía internacional como justicia para pueblos como los Estados
un juego de saldo cer0-'- haría posible Unidos, beneficiarios de un orden global a
reconocer la responsabilidad de los ricos todas luces injusto. Quienes utilizan los
en la situación de los pobres, así como principios de justicia en las ciencias socia-
establecer acuerdos para transferencias no les tienden de hecho a interpretarlos así,
excesivamente gravosas de unos a otros. como principios virtualmente universales.
Ecológicamente, no obstante, no ha- La respuesta al por qué Rawls no lo
bría que descartar esas ideas. Como mues- hace hay que buscarla en el énfasis de la
tra la huella ecológica, el patrimonio natu- segunda parte de su propuesta, en su con"
ral es más o menos fijo. De hecho, el cepción política, en la concreción de las
consumo ambiental de los ricos es causa partes contratantes, y la definición de la
directa del infraconsumo de los pobres o libertad y la igualdad como productos de
de los que están por nacer. La ecología la cultura política dominante.
global es un juego de suma cero. Si, ade-
más, echamos las cuentas entre generacio- 4. Antropocentrismo comprehensivo
nes, veremos que la generación actual está y concepción política
en números rojos, puesto que está dilapi"
dando el patrimonio futuro -e incum- Durante los años noventa Rawls desplazó
pliendo el principio de ahorro-o En sus preocupaciones desde la problemática
segundo lugar, y aunque la ambiental es la de la distribución hacia la de la estabilidad
cuestión ~~cosmopolita» ~global~ por en sociedades plurales. El problema ahora
definición, el desencadenamiento entre es cómo preservar el desencanto postmeta-
sociedad y nación no debería confundirse físico de la modernidad compleja y a la
utilidad como recurso para el ser humano, den, y a sus leyes como intentan ser capta-
incluso una parte ~menor, sin duda~ das por la ciencia natural. Por supuesto
puede no ser imprescindible para el mante- ésta es una perspectiva controvertida, y de
nimiento de los ciclos de materiales y hecho ha sido negada por pensadores
energía que hacen posible la vida humana. como Ulrich Beck, Anthony Giddens o
En este caso, las constricciones de la razón Bruno Latour, pero Hailwood insiste: no
pública tampoco incluirían, por ejemplo, la es parte de ninguna visión comprehensiva,
protección de espacios naturales o paisa~ no determina una forma de vida particular
jes, en contra de la idea de Bell. Probable- ni resulta de aplicar los criterios de razo-
mente Rawls, en su ejemplo, no se ciñe a nabilidad ~las cargas del juicio~. Es
los propios requisitos de la razón pública. precisamente lo contrario: excluir esta
Este estrechamiento de la razón tiene, posibilidad de los temas de la razónpúbli-
no obstante, dos salidas posibles. La de ca supone asumir una visión puramente
más peso entre los liberales recuerda que instrumental de la naturaleza, derivada de
es preciso preservar aquellos bienes nece- una doctrina comprehensiva: el antropo-
sarios para ciertas formas de vida que los centrismo. Habíamos quedado que la arena
futuros ciudadanos podrían querer perse- política no debe identificarse con ninguna
guir. No es justo limitarse a la posibilidad doctrina comprehensiva O con preferencias
de mirar la naturaleza simplemente como o intereses no-públicos.
un bien a explotar de forma utilitarista por La visión de lo otro no lleva necesaria-
los seres humanos. Desde una posición mente a un reencantamiento de la natura-
antropocéntrica ~pero no utilitarista~ leza, ni siquiera la extensión de la comuni-
puede concebirse una perspectiva de res~ dad moral, pero invita a suspender la
peto para el medio ambiente independien- identificación de la naturaleza con un pai-
temente de la concepción que se tenga del saje, del tipo que sea, o con un depositario
mismo. Es decir, que la ambiental es una de recursos. Continúa centrada en lo
cuestión sobre la que puede existir contro~ humano, no implica imposibles retornos a
versia puesto que la concepción dominan- la naturaleza prístina, pero denuncia el
te ~y mayormente liberal~ del medio prejuicio comprehensivo antropocéntrico
ambiente como recurso susceptible de ser que sostiene la identificación de la natu-
apropiado es controvertida en sí misma. raleza con su construcción y uso socio~
Las partes en la posición original, como económicos. La exclusión de este «im~
defienden Brian Barry o Andrew Dobson, perialismo comprehensivo» reforzaría la
no tendrían por qué reducir a «recurso» neutralidad liberal, pero la lleva un paso
cualquier entidad excluida de la posición más lejos: neutral no sólo respecto a la
17 concepción del medio ambiente, sino
Simon Hailwood abre una interesante incluso respecto a la de naturaleza. Así, no
y sorprendente vía alternativa 18. Hay mo- coincide con la propuesta anterior de res-
tivos de peso ~sostiene~ para pensar peto a los planes de vida posible, pero la
que existe una naturaleza no humana inde- complementa.
pendiente, una historia natural que no es El gran problema es cómo se traduce
reductible a la naturaleza humana ni a los esta propuesta en la práctica política y si
híbridos naturaleza-cultura, como son el forma parte de la cultura política democrá-
medio ambiente o el paisaje en general. tica. La respuesta a lo segundo es eviden-
Esta «visión de la otredad» (the otherness temente negativa. Por lo tanto, las convic-
view) refiere a procesos naturales autóno- ciones que alimentan el equilibrio
mos que subyacen tras las formas concre- reflexivo tienen ciertos fundamentos onto-
tas en que lo cultural y lo natural se fun- lógicos ~antropocéntricos~, y entran en
hecho distintivo nacional de partida, que la arena política. A pesar de ello, aunque
se supone neutral en el corazón del con- la regla de la mayoría pueda beneficiar a
senso. Al pensar el pluralismo en estos tér- una concepción comprehensiva dada ~
minos, Rawls no le ve más amenaza que el sea la de los defensores de la caza del
uso opresivo del poder estatal hacia den- zorro o la de los defensores del bienestar
tro, y del de los Estados con déficits animal~, el límite externo lo da la razón
democráticos hacia fuera. En los tiempos pública y su ámbito debe quedar a salvo
de las guerras preventivas esto obliga a ser de las doctrinas.
receloso de la idea rawlsiana de sociedad Hay que señalar que «público» se
«bien ordenada». refiere a escenarios y funciones guberna-
mentales-estatales o casi: actos adminis-
5. Pluralismo ambiental trativos, debates parlamentarios, toda acti-
vidad electoral y de partido, incluido el
Hay, no obstante, una segunda razón para voto. Lo «no-público», por el contrario,
ajustar el esquema rawlsiano. Lagenerali- refiere a lo no gubernamental-estatal, lo
dad y universalidad de un .requisito políti- que tiene que ver con iglesias, universida-
co externo ---como propone Hailwood~ des, clubes, etc. Esto es lo que en general
invita a pensar en un reconocimiento del se considera la sociedad civil, aunque
mismo al nivel de esencias constituciona- Rawls evita el término. En este ámbito el
les. La mayoría de las constituciones apro- ciudadano puede promover acuerdos jus-
badas en los últimos treinta años en socie- tos que no sean excesivamente costosos
dades democráticas, como la Constitución para él y además llevar a cabo acciones
española en el arto 45, o convenios interna- privadas como reciclar o reducir el uso del
cionalescomo el de Aarhus sancionan el transporte privado, que, en cualquier caso,
derecho al medio ambiente sano. Aunque podrían justificarse desde argumentos
no lo hace la Constitución norteamericana, comprehensivos y no estarían sujetas a la
ni siquiera el Tratado constitucional coacción del Estado aunque podrían ser
europeo, una concepción política stricto formalizadas en el proceso político.
sensu debería incluirlo, de acuerdo al Lo público, como ya se ha dicho, está
segundo principio. restringido al consenso entrecruzado en su
Rawls podría aducir que Estados Uni- contenido ~concepción política de la
dos es su sociedad liberal de referencia, y justicia y valores políticos~ y en su méto-
que aunque en ella el derecho a un medio do ~lo razonable~. Esto es objeto de
ambiente saludable no es un derecho fun" denuncia, por ejemplo, para Thomas
damental, tiene una segunda oportunidad McCarthy, para quien lo «no-público», el
en la fase legislativa, en el proceso de- sistema nervioso de la esfera pública polí-
mocrático. Rawls incluso se refiere de sos- tica y termómetro de la democracia, no
layo a la posibilidad de que políticas am- puede desafiar la interpretación dominante
bientales amplias puedan, como otras de los temas fundamentales según el con-
propuestas sostenidas en ideales compre- senso de salida. Los fundamentos de la
hensivos, ser apoyados por una mayoría justicia y la política en una sociedad bien
de votantes y por tanto sea la que debe ordenada excluyen así ~según McCar-
perseguir el Estado 21. Es decir, la preser- thy~ razones corno las que han sostenido
vación de un espacio natural antes que la los movimientos sociales emancipado-
del imaginario Manhattan global que el res 23. A saber, cuando los ciudadanos
liberal Wissemburg propone 22 no se sigue apoyan agendas políticas no pueden apelar
de la razón pública, es una opción más a a las mismas razones que usan en el foro
defender sobre bases comprehensivas en de la opinión pública. Así, el suelo común
NOTAS
I Seguimos las siguientes obras y ediciones: John núm. 3, 1981; Y desarrollada con mayor detalle por
Rawls, A Theory of Justice, Oxford, Oxford Univer- Norman Daniels, Just Health Care, Cambridge, Cam-
sity Press, 1973; El liberalismo político, Barcelona, bridge University Press, 1994.
Crítica, 1996; El derecho de gentes, Barcelona, Pai- 3 Mathis Wackemagel et al., «Tracking the ecologi-
d6s, 2001; La justicia como equidad. Una reformula" cal overshoot of the human economy», Proceedings of
ción, Barcelona, Paid6s, 2002. the NationalAcademyofSciences, vol. 99, núm. 4, 2002.
2 Russ Manning, «Environmental Ethics and John 4 Wilfred Beckerman, «Debate: Intergenerational
Rawls' Theory of Justice», Environmental Ethics, Equity and the Environment», The Journal of Politi-
cal Economy, voL 5, núm. 4, 1997; Bj¡jrn Lomborg, 16 El liberalismo político, op. cit., pp. 280-281.
El ecologista escéptico, Madrid, Espasa, 2003. 17 Véase Andrew Dobson, Citizenship and the
5 Ted Benton, «Ecology, community and justice», Environment, Oxford, Oxford University Press, 2003,
en T. Hayward y J. O'Neill, Justice, Property and the cap 4.
Environment, Aldershot, 1999.. lB Simon Hailwood, «Environmental Citizenship
6 Derek BelI, «How Can Polítical Liberals be
as Reasonable Citizenship», en A. Dobson y A. Va-
Environmentalists?», Political Studies, vol. 59,
lencia (eds.), Citizenship, Economy and Environment,
núm. 4, 2002, p. 713.
7 Peter Singer, «An Extension of Rawls' Theory of
Londres, Routledge, 2005.
19 El antropocentrismo epistemológico es por
Justice to Environmental Ethics», Environmental
Ethics, vol. 10, 1998. supuesto inevitable para el filósofo. No obstante, en
8 Brian Barry, «Sustainability and Intergeneratio- otros sentidos, como el que toca Hailwood, la concep-
nal Justice», en A. Dobson (ed.), Fairness and Futu- ción de lo natural como «otro» podría ser parte de una
rity: Essays on Sustainability and Justice, Oxford, ontología realmente «neutra!».
Oxford University Press, 1999, p. 95. 20 Derecho de gentes, op. cit., p. 136.
9 Alberto Saoner, Historia y conceptos de ética y 21 Lajusticia como equidad, op. cit., p. 205, n. 26.
filosofía política, Palma, UIB, 2004, p. 473. Esta vía es defendida por Derek BelI en «Liberal
10 Robert Garner,«Animals, Polítics and Justice:
EnvironmentaICitizenship», en A. Dobson y A. Va-
Rawlsian Liberalism and the Plight ofNon-Humans»,
lencia (eds.), Citizenship, Economy and Environment,
Environmental Politics, voL 12, núm. 2, 2003.
Londres, Routledge, 2005.
II Tratado por el que se establece una Constitución
22 Marcel Wissemburg, Green Liberalism. The
para Europa, Bruselas, 2004.
12 Brian Barry, Teorías de la justicia, Barcelona, Free and the Green Society, Londres, UCL, 1998, p. l.
Gedisa, 1995. 23 Thomas McCarthy, «Kantian Constructivism