Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Que mi mente esté en paz y que todos mis pensamientos se aquieten.
1. Padre, hoy vengo a Ti en busca de la paz que sólo Tú puedes dar. Vengo en
silencio. Y en la quietud de mi corazón — en lo más recóndito de mi mente —,
espero y estoy a la escucha de Tu Voz. Padre mío, háblame hoy. Vengo a oír Tu
Voz en silencio, con certeza y con amor, seguro que oirás mi llamada y de que me
responderás.
2. Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos.
Venimos a Dios a través de nuestra relación con Jesús, quien representa la parte de
nuestra mente que ha aceptado la verdad de la Expiación: no hemos abandonado
nuestra Fuente. Unirnos a él unirnos con la Filiación, porque la mente del Hijo de
Dios es una:
4
Nuestra función es colaborar juntos porque separados el uno del otro no podemos funcionar
en absoluto. 5 El poder del Hijo de Dios reside en todos nosotros, pero no en ninguno de
nosotros por separado (T-8.VI.8:4-5).
Ya hemos visto muchas veces, y también en el texto, que somos como Jesús y él es
como nosotros. La única diferencia es que no conocemos esta igualdad, que él nos
enseñará:
Mi mente será siempre como la tuya porque fuimos creados iguales. 2 Fue sólo la decisión
que tomé lo que me dio plena potestad tanto en el Cielo como en la tierra. 3 El único regalo
que te puedo hacer es ayudarte a tomar la misma decisión (T-5.II.9:1-3).
Por lo tanto, necesitamos a Jesús como hermano mayor, para que podamos
aprender de él que la impecabilidad que percibimos en él se hace eco de la
impecabilidad en nosotros mismos.
Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra
llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para
oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo.
Ahora tenemos un solo objetivo, un propósito, un intento: regresar a casa con Jesús,
cuya paciencia con nosotros será recompensada:
8
Nunca te abandonaré tal como Dios tampoco te abandonará, pero tengo que esperar,
mientras tú continúes eligiendo abandonarte a ti mismo. 9 Debido a que espero con amor y no
con impaciencia, es indudable que me pedirás con sinceridad que lo transponga. 10 Vendré en
respuesta a toda llamada inequívoca (T- 4.III.7:8-10).