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En una ciudad muy lejana vivía una princesa niña muy bonita llamada Dolce.

Esta niña siempre


estaba enfadada ya que casi nunca salía del palacio, porque sus padres, los reyes estaban muy
ocupados con asuntos reales y le prestaban muy poca atención y continua mente les decía a
sus padres, ¡Me aburro mucho!, (triángulo tocando)

Pero un día de repente, escuchó la voz en la lejanía de un payaso que decía repetidamente: ¡El

circo, ha llegado! (tambor tocando muy suave)

La niña después de mucho tiempo decidió salir de su habitación e ir hacía donde se encontraba
el payaso, escuchando cada vez más cerca la voz del payaso (tambor creciendo
progresivamente a fuerte el ritmo anterior). De repente un chico chilló ¡Cuidado! (bombo en

fuerte) , era Grave un niño pobre, con una voz muy bajita, seguidamente la princesa

escucho otra voz, pero esta vez un poquito más chillona ¡Te van a pillar!, (xilófono)

, era Águdo, el hijo del payaso, que avisaba a la princesa de que venían elefantes junto a
su padre. La princesa asustada por los elefantes y las voces, decidió dar marcha atrás y volver
al palacio corriendo, para encerrarse otra vez en su habitación y no salir nunca más, pero tanto
el Payaso, como Grave, y como Águdo se dieron cuenta de que habían asustado a la princesa
por lo que decidieron seguirla hasta su palacio para regalarle una entrada al circo, para la
tarde. La princesa no sabía muy bien lo que pasaba ni porque la seguían por lo que seguía
corriendo escuchando cada vez más cerca al payaso que seguía diciendo ¡El circo, ha llegado!
cada vez más fuerte (tocando con el tambor progresivamente).

Grave al igual que el payaso gritaba también ¡Para, para! (tocando con el bombo creciendo

progresivamente)

Águdo era el más rápido de todos y alcanzó a la princesa antes de que Dolce llegara a las
puertas de palacio. Este le explicó que solo la avisaban de que los elefantes tenían mucha
hambre y querían llegar al circo rápido para comer y que si no la hubieran avisado entre todos,
le podrían haber hecho daño, porque los elefantes no paraban, y que ahora la seguían para
invitarla por la tarde a ver el espectáculo del circo, como recompensa al susto que se había
llevado. Dolce le agradeció a Águdo que le ayudará a que no la pisarán los elefantes y les pidió
a todos que si podían pasar el día junto a ella, ya que nunca había salido de palacio y no tenía
amigos, todos aceptaron su petición y le dijeron que serían sus amigos siempre, pero a cambio
tendría que ir al circo por la tarde. La princesa aceptó y les enseñó sus grandes jardines donde
tenían todo el espacio que quisieran para correr y jugar juntos. Los cuatro pasaron un gran día
jugando en el jardín gritando todos a la vez, ¡Seremos amigos para siempre! (tocan todos los
instrumentos fuerte a la vez este ritmo)

La princesa pasó un gran día y por primera vez en mucho tiempo conoció a nuevos amigos. A
partir de entonces, decidió salir más fuera de palacio pero siempre con cuidado, para conocer
y jugar con nuevos amigos sin la necesidad de que la sacarán sus padres.

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