La sociedad aplaude los valores, el amor, el respeto, la sinceridad, la seriedad, la constancia, la
perseverancia, la dedicación, la honestidad… pero, aunque todos estos valores son buenos, y promueven una sociedad humana mejor, son vanos, efímeros, sin sentido, todos y cada uno de ellos, cuando se carece del valor, si es que se le pudiera dar esa categoría, al conocimiento de la Palabra de Dios.