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LOS VERDUGOS

Quien era no es lo que más importaba aunque quedaria grabado sobre esos folios
amarillentos que guardan los psiquiatras en sus estanterias como si fueran enciclopedias de
mentes humanas, creyendo así encontrar solución al por qué de muchos actos homicidas...

Mes de Diciembre, en una de las extrañas y desoladas noches que cubrian una antigua
casa aparentemente desavitada, pero que aún tenia la elegancia de las familias enriquecidas
que habian pasado por ella, ahora, con un nuevo propietario llamado Antonio. Un joven
que no llegaba a los treinta años de edad, de raza blanca y con un puesto de trabajo
honorable que le habia dejado su padre, fallecido en un incendio un par de años atrás junto
con su mujer y su otro hijo.
En el desiertico alrededor de la vivienda se podian escuchar los aullidos de los ambrientos
lobos que dejaban insinuar su propiedad de aquel abismo condenado, acompañados de
gloriosas nubes que traian dentro de sí los más relucientes rayos y los mas espantosos
truenos. Aquella noche tan sumamente descriptiva Antonio suspiro antes de dejar que su
joven vida durmiera, cerrando los ojos obligatoriamente ya que ellos mismos se negaban a
hacerlo por sí solos.
Pasadas las tres y media de la madrugada se comenzo a oir el leve sonido del viento que
pasaba entre las rendijas de las ventanas como un silbido de alguien amenazador que esta
avisando de que algo pasa, el joven cerró en aquel instante nuevamente los ojos, deseando
dormir para poder soñar, quizás para no vivir la noche en aquel sitio aparentemente
terrenal.
La habitación era totalmente sombria y la oscuridad invadia cada rincon, con una gran
ventana enfrente de la cama de dormitorio donde Antonio se encontraba y con una puerta de
madera que daba a un estrecho pasillo de casi tres cinco metros de largo, igual de oscuro e
igual de sombrio. A medida que pasaban los segundos, el silencio se rompia en mayor
medida por aquel silbido y por los tadidos del único corazón con vida que se encontraba en
la habitación.
El cuerpo de Antonio incomodo, comenzó a retorcese en temblores, temblorosas tiriteras de
frio que no podian calentarse ni con el mayor fuego encendido, tumbado de costado y de
espaldas a la puerta, Antonio sufria por su destino, las alas de los buitres volaban en su
direción para alimentarse...caos del miedo intento por todos los medios mantenerse quieto,
inmovil antes aquella incomoda situación, manteniendo los dientes apretados, sujetanto con
fuerza las sabanas que tapaban su delgado cuerpo.
Era la cadena de muchas noches con aquel presentimiento que invadia su alma...seguian
transcurriendo los segundos cuando detrás de sí la puerta comenzó a abrirse lentamente, a
camara lenta, con el viento y con la presencia de alguien, de algo...de un frio espantoso, de
una helada inhumana.
Aquello estaba esperandole, tras de sí, aguardando al ras de la puerta ya abierta como
puertas del infierno abiertas por el mismo hombre.
Esclavo de su propio miedo, de su terror, Antonio no pudo moverse aún sabiendo que algo
se estaba revelando contra su propia muerte, esperando pacientemente a que se diese la
vuelta, a sorprenderle friamente con una sonrisa helada...
-...¡Basta! por favor...basta...-Antonio susurraba tembloroso mientras unas lagrimas
comenzaron a resbalarse por su rostro hasta llegar a la almohada.
Su locura crecia a cada segundo que pasaba, los silbidos, aquellos silbidos que traia el
viento ahora eran gemidos que fluian sin cesar de cada poro de la pared, gemidos de
angustia y dolor que llamaban a aquel cuerpo aterrado.
Era indescriptible el miedo que sentia, tan profundamente arraigado dentro de su cuerpo, de
su mente, sin dejar que sus ojos se abriesen Antonio siguio susurrando aquellas palabras de
horror, pero la presencia se mantenia ahi, tan cerca que apenas un aliento podia tocarla,
toda su joven vida pasó ante él en instantes, en los cuales abrio los ojos en un momento de
incertidumbre cuando su gesto en la oscuridad se ilumino de manera sorprendente por
aquellos tres rostros que estaban pegados a él, a su cara, mirandole fijamente de manera
homicida, con mirada odiosa y transparente...
Sin pronunciar palabra alguna y con la cara humeda por sus lagrimas Antonio se levanto de
la cama de un salto y corrio por aquel pasillo estrecho y eternamente largo mientras era
perseguido por aquellas almas abulantes de gritaban a tal locura,tan deprisa, tan cerca de
él...los pies descalzos de Antonio llegaron hasta la gran puerta de la entrada de la casa que
abria a una tierra de heridas sin cicatrizar, en un terreno donde los lobos aún aullaban. Con
la debilidad del pánico que tenia, y consiguiendo salir de alli, Antonio corrio por el
desiertico campo perseguido por su propia sombra mortal hasta tropezar y caer al suelo de
un golpe seco, llenando su boca de una arena maldita que dejaba entrever con la luz de la
luna tres cuerpos desenterrados, que le miraban con sus blancos ojos.
En aquel momento, en ese preciso instante Antonio murió aterrado por aquella visión, los
cuerpos de sus padres y su hermano que él mismo habia asesinado años atrás y a los cuales
habia enterrado en el mismo terreno de su casa, a aquellos verdugos que habian ido a
buscarle para conseguir ganarse su eternidad, esclavos de un crimen que sufrieron.

CLARICCE.

.......................................................THE . END.................................................

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