El sueo de Escipin

RAFAEL DAZ RIERA | 2 SEPTIEMBRE 1998

Autor: JAVIER GARCA SNCHEZ

Javier Garca Snchez

Acento Editorial. Madrid (1998). 428 pgs. 1.850 ptas.

Amlcar y Mario son dos adolescentes enemistados desde que llegaron a la escuela. Una maana, el profesor de
historia les invita a participar en una obra de teatro que est escribiendo y que se representar a final de curso. En ella,
Amlcar dar cuerpo al personaje de Anbal y Mario a Publio Cornelio Scipio, Africanus. Durante lo que queda de curso,
ellos y sus respectivas pandillas debern preparar la representacin, en la que un grupo vestir las capas azules de los
oficiales cartagineses y otro los penachos rojos de la infantera republicana.

Al aceptar el reto, Mario experimentar cmo los reveses y victorias de aquella contienda se repiten en su vida
personal, incluso en el terreno amoroso, con la disputa por Melisa, el amor imposible de ambos rivales (a la hora de
referirse a estos amores, el autor describe minuciosamente un apasionado magreo entre Melisa y Mario, tan
innecesario como premeditado). Superponiendo planos temporales y ancdotas escolares, Javier Garca Snchez
consigue que los desastres de Trasimeno o Cannas, y las reacciones de Cartago Nova o Metauro se reproduzcan
microscpicamente en las relaciones de poder dentro del aula y en la propia existencia personal de los muchachos. En
vsperas del estreno, los actores principales ya han comprendido que el reiterado enfrentamiento entre Oriente y
Occidente, entre Asia y Europa, entre Roma y Cartago, es una historia que se repite siempre, aunque sea reducida a
las exiguas dimensiones del choque entre dos caracteres.

Con mano firme, Javier Garca Snchez, el autor de Alpe d'Huez y La dama del viento Sur, conduce el relato hacia un
desenlace poco previsible, con doble o triple final.

Garca Snchez acierta tambin a la hora de contrarrestar el habla malsonante de los matones escolares con la
magnfica retrica de Cicern y con fragmentos inolvidables de Tito Livio y Macrobio; sabe, tambin, transmitir al lector
la tensin de algunos enfrentamientos. Sin embargo, y como es habitual en su narrativa de adultos, abusa de una
morosidad que se traduce en un abultado nmero de pginas, obstculo que puede desanimar a los potenciales
juveniles lectores.

Rafael Daz Riera

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