Beatriz Braniff
Arqueologia y libertad
Marina Saravia
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eatriz Braniff, arquedloga, pionera en el
Be de las culturas precolombinas del
norte de México, autora de los principales
libros que sobre el tema se han publicado en
nuestro pais y quien actualmente coordina el Cen-
tro de Investigaciones Antropol6gicas, depen-
diente del INAH y de la Universidad de Colima, es
no s6lo una investigadora destacada y brillante,
sino una mujer plena, satisfecha de los caminos
que ha escogido para ser. Alguien que ha sabido
labrar cada una de las aristas de su propia liber-
tad, condicién que ama por sobre cualquier otra.
Tita, como la Haman sus amigos, es un ser li-
bre y a pesar de lo que le ha costado, no cambia
esta conquista por ninguna otra. “La libertad no
se me ha dado gratuitamente, he tenido que tra-
bajarla y muchas veces sufrir por ella; la sociedad
no te deja hacer y decidir asf nada més, te cobran
por ello, la familia, la gente, las instituciones... a
cambio he acumulado una herencia absoluta y au-
ténticamente mia: mi libertad. Libertad para tra-
bajar, para vivir, para ser y enfrentarme a otros
mundos, eso no tiene precio.”
La libertad legé a Tita por la puerta de la ar-
queologfa. “Me abrié un mundo insospechado de
ideas, de gente, de sitios, de formas de vivir. Este
cambio, ademas de muchas horas de trabajo goz0-
sO, tengo que agradecérselo a la arqueologia, por
0 le he entregado mi vida y estoy convencida de
haber acertad.
Tita se encontré con la arqueologia en El Ta-
Visitaba el sitio admirando 1a magnificencia
de la pirdmide pero sin ir mAs alla de la mera con-
templacién.
“De pronto —cuenta Tita— escuché una voz
de hombre, muy bonita, que describia el sitio a un
grupo de muchachos. Me enamoré del sefior y de
lo que estaba diciendo, lo escuché pasmada du-
rante cinco horas. Era Pedro Armillas. Casi pue-
do asegurar que ese dia cambié mi vida, porque
aunque yo ya estaba casada, no era ni pacifica ni
domesticada y me aburria a muerte en el papel de
Ia sefiora de casa, Decidi, en contra de la voluntad
de todos, entrar a la escuela de antropologia y me
maravillé cada vez més del mundo que s¢ me
abria, nuevos enfoques, luces distintas para inter-
pretar la realidad.
"En mi vida ya habia ciertos contrastes que de
alguna manera me enfrentaban con la sociedad,
Mi padre se habfa divorciado de su primera mujer
para casarse con mi madre, lo que en aquella €po-
ca era un escdndalo, asf que yo heredé esta vida
un tanto contradictoria. Aunque pertenecia a la
clase burguesa muchos de mis amigos eran de
condicién humilde y las diferencias me cuestiona-
ban. éPor qué en mi casa se comia con vajilla y cu-
biertos de plata mientras que en las de muchos de
mis compafieros habia hasta agujeros en el piso,
por donde salian las ratas? Fui aprendiendo que
existfa un mundo diferente al mfo y que en éste
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prevalecia el engafio, la falsedad, la hipocresia.
Yo no lo toleraba.
"Mi vida se fue haciendo complicada porque
no pertenecia a ninguna parte, ni a la burguesta ni
ala clase popular. Una situacién nada facil. En la
Escuela de Antropologia, por ejemplo, era muy
rechazada. Para todos era ‘la nifia Braniff’, qué
cursi, y como ademas me interesaba realmente la
carrera y me entregaba con al trabajo, obtenfa
buenas calificaciones, ante la rabia de todos.
éCémo esta burguesa advenediza nos aventaja?, y
velada o abiertamente me demostraban su hostili
dad. Pero fuimos avanzando, y sin proponérmelo
les demostré que era mas comunista que los co-
munistas, porque muchos de los que pregonaban
sin cesar sus ideas y hasta sofiaban con irse a
Cuba, en su casa eran més que burgueses, apa-
churraban a la mujer, de los hijos no se ocupaban
para nada, la tipica historia. Yo era responsable,
liberal y asf me he mantenido, en mis decisiones y
‘