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LA MISIN CONJUNTA DEL HIJO Y DEL ESPRITU SANTO

Una misin divina es el envo de una Persona divina por Otra para hacerse presente de
modo nuevo entre los hombres.

Las misiones divinas pueden ser visibles o invisibles. Revelan la irrupcin de la Trinidad en
la historia, para hacernos partcipes de la salvacin realizada por Cristo y elevarnos a la
vida divina.

La Persona enviada procede de la Persona que enva. As el Padre no es enviado porque no


procede de ninguna Persona: es principio sin principio. Se da a nuestra alma pero no es
enviado. l enva al Hijo y con el Hijo enva al Espritu Santo.

Jess ha revelado que las misiones del Hijo y del Espritu Santo alos hombres tienen como
fin producir en nosotros una nueva comunin entre Dios y nosotros y, en consecuencia,
una nueva comunin de los hombres entre s.

Las misiones divinas originan una nueva relacin personal entre Dios y los hombres, que
transforma al hombre, le capacita sobrenaturalmente por la filiacin divina, para entrar en
comunin amorosa con el Padre, el Hijo y el Espritu Santo.

Vaticano II (Ad gentes, 2): La Iglesia peregrina es, por su propia naturaleza, misionera,
puesto que tiene su origen en la misin del Hijo y la misin del Espritu Santo segn el plan
de Dios Padre.

Jn 3, 17: Dios no envi a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo
se salve por l; Gal 4, 4: Al llegar la plenitud de los tiempos, envi Dios a su Hijo, nacido
de mujer.

La misin visible del Hijo se realiza en la Encarnacin. Como toda operacin ad extra, la
Encarnacin es obra de la Trinidad; pero considerada como misin en sentido propio, la
Encarnacin procede exclusivamente del Padre: slo l enva al Hijo. La misin comporta
la manifestacin de la Persona enviada: nos da un conocimiento de Ella misma y de la
Persona de la cual procede.

Las misiones visibles del Espritu Santo:

Paloma en el Bautismo de Jess (Mt 3, 16);


Nube en la Transfiguracin (Mt 17, 5);
Soplo cuando Jess resucitado dio a los Apstoles el poder de perdonar los
pecados (Jn 20, 22); Lenguas de fuego el da de Pentecosts (Hch 2, 3-4).

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