MIRTA YANEZ
(1947)
igen la Habana. Es graduada en Licenciatura de Lenguas y Ute
Nyversidad de La Habana. Se ha destacado como poetisay cuentista Haan
facutad de Artes y Letras en la universidad habanera, Preparé la Vale anne
[anovela romantica lattnoamericana (1978), a
Obra (selecci6n): Todos los negros tomamos café. La Habana: Fdic;
serafin y su aventura en los caballitos, Ed. Gente Nueva, 1978 te aa far nas bt
[a Habana: Ed. Letras cubanas, 1983, mameyes.
ispanicas en ta
Profesora de la
Maltipte sobre
TODOS LOS NEGROS TOMAMOS CAFE
Eua DICE que yo no sé ni lavar la ropa y ya me quiero ir. Que qué vaa
hacer una hija de su mam por esos lugares. Las cosas que diria mi
abuela si lo supiera, si se levantara de la tumba y viera donde quiere
meterse la nifia de sus ojos. Por suerte esta bien muerta, que si no.
Muchos cuentos se oyen por ahi, de madres itresponsables. Pero ella.
Y asi sigue renegando desde el fondo del pasillo adonde ha ido a
Tefugiarse mi madre para que la voz se le pierda, se escurra entre los
muebles, y los vecinos no oigan ni una palabra mas alta que la otra,
qué pensarian de esta familia, de esta hija que con quince ajios se
{uiere ir a recoger café. Sus tiempos eran otros. Qué tenia que ira
hacer una muchacha de su casa en medio del monte. A quién se le
Podia ocurrir. Ir donde hay tantos peligros. Los libros lo dicen, por lo
menos. En el justo coraz6n de una selva titanica, una nifia de buena
familia. Suerte que en este pais no hay animales salvajes. Para mi
Madre €l Unico sitio a salvo es mi habitacion de cuatro paredes, on
ane Un pavimento del tipo mas corriente. Y ni asi €s completame!
digno de confianza. 4_-Y cierra las ventanas
vecinos qué me importan, pero a ella si. ioe mazon de mi
a due la discusién no salga de este castillo que es la an momo celda
ida en familia. Y cuando Ia habitacion es para su od del pasillo,
Mlonja clausurada, se abalanza desde el otro la ‘ice una nifa
a. Grita cuidadosamente. Yo soy lo que %€
157criada con todo lo que quiso. Si pajarito volando Pedia
volando. Una malagradecida ahora. : dia, Paty
Dice que no pienso en nadie mas que en mi sista
pienso en nadie, dice. Una abuela esta en la tumba. y si insig, %
marchar, estoy poniendo a la otra abuela al borde. De un Patan
o
Qué catastrofes pudieran ocurrir por lo cabecidura Que soy. Todo g
forma parte de mi responsabilidad como primogénita criadg bajo
faldas de Ja familia. La presiOn arterial de abuelas y tias puede bajar
fondo de un abismo por un brigadista recogedor de café mi. i
menos.
Hay tantos peligros en el campo. Mi madre no tiene una lista,
mano. Un papel que esgrimiria desde su pecho como un estandarte,
retahila de palabras conocidas donde la primera seria enfermedades,
Y después quién te cuida. Cuando te enfermes de los pulmones yo
soy, ella, la que va a cargar conmigo. Una hija moribunda para el resto
de sus dias, guardada en una habitacién con las ventanas cerradas
para que no entre el sereno de la madrugada, ni salgan Ios reproches,
una hija sin movimiento vital, sin decisiones propias, qué maravilla.
Languideciendo como una flor, arrepentida en sus iiltimas Dboqueadas
del disparate de su adolescencia, una escapada al cafetal, y después la
heroina amarrada a Ja caridad de una madre abnegada, siempre firme
€n su puesto con un cargamento de frases como ocurrié lo que te
adverti, el que no oye consejo no ilega a viejo, eso te pasa por
desobedecer a tu madre que quiere lo mejor para ti, por toda a
eternidad. Qué mas quisiera ella.
Las montarias donde se recoge el café, eso es lo que ella ha oido
decir, nunca la ha visto con esos ojos que se los va a comer pronto la
tierra de tantos disgustos, las montafias son resbalosas y traicioneras.
Se escapan de abajo de los pies y dejan a los brigadistas pendientes
del cielo, de una rama. Las matas de café rojo y verde, oleadas que se
enciman sobre una nifia de quince afios que no sabe nada de la vida
Y si después Ja regla, la mestruacién, se retrasa un mes, 40S
meses, qué va a pensar la familia de esta hija que ha corrido la
amenaza de perder la honra por ir a un trabajo voluntario. Porque
aunque no se diga, la honra ni se toca, ni se ve, solo se pierde: ¥
dénde buscarla, dénde ir, donde reclamar. No sens ke primera Ue
muy modosita ha salido de su casa y ha regresado. en e| cacjor de 10
casos, con una barriga. Entonces, qué espanto. La aan i a completa F
aan dado gust ndo,
se ha convertido en la comidilla del barrie
2A esto que arguimento poner? .C¢
agosto si ? eCom c en
0 si la regla vendra puntual en octubre, en Uiicgtee cn io
158meses sucesivos? {Qué contratos puedo darle
fos a buen recaudo la honrilla de la familia?
p50 firmar para ir solamente a la recogida de
ot trabajando cuarenta y cinco dias y todavia asegurarme de tener
odas las funciones en su sitio, con todas las glandulas que respond;
eempo- Ninguna deficiencia en el organismo que provoque | ea lan
Se una familia decentisima como la mia. Combatir las miradas ere
caces de los temibles vecinos de mi madre. Qué manera de joderle la
yida a uno, me digo.
Y quién quita, me dice ella en el colmo de Ia impotencia, que el
cafetal te trastorne hasta el punto que te enamores de un negro,
Sabes lo que significaba ser una nifia blanquita. Tan blanca como
la margarita de papel que mi madre estrujaba nerviosa entre sus
manos en la foto de mi cumpleajios, con el coraz6n amarillo rebosan-
te de inocencia. Porque una nifia blanca debia ser cuidada al maximo
con todas las ordenanzas de salud e higiene. A la calle no puede salir
sola. Al cine con papa. A Ia escuela va de la mano de su madre. A jugar
con otros no debe. A mataperrear no. Como cambian los tiempos.
Ta eres, yo soy, dice, Ja que salgo perdiendo. Si mi madre me
dejara explicarle. Si hubiera alguna manera de quitarle de la cabeza
esas imagenes que bombardea desde todos los angulos de la habita-
cion, por donde se mueve en un tono cada vez mas alto, mis feroz. En
esta habitacion de blancos que viven en familia. Donde los antepasa-
dos han sido, seguramente, blancos. Donde le digo yo que quién sabe
la sangre que tenga cada cual. Que en la metr6poli, los moros de piel
cetrina estuvieron siglos, que no hay quien se libre. Que el que no
tiene de congo. 7
Y mi madre que se lleva las manos a los senos para no oirme, nO
dejar entrar ni una frase mas. Alejarme de su respiracion. No escu-
charme decir que no soy €sa margarita blanca de papel que conserva
entre pafiuelos perfumados. Quién convence a quién. Y sime enamo-
fo de un negro. Qué importa eso y lo aprendo en ese preciso
Momento. Los colores, los matices, los tonos de voz para conocer a
alguien que soy yo, en estas cuatro paredes, €0 el monte acon me
voy, o en la esquina, aquella nifia blanquisima que oO oe
atencién a un hombre que Ilevaba la portanuela abierta, desverg'
zadamente. 3
Todavia agazapada mi madre, se retira por ¢l pasillo,
que te dé la gana.
a mi madre
Que acuerdo tan
café. Romperse el
dice haz lo
Todos los negros tomamos café. La Habana: Ediciones FAR, 1976
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