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1.- Este escrito recoge la ponencia presentada en el congreso “Respuesta a la pregunta ¿qué es la ilustración? (1784-2010)” organizado
por la asociación La caverna-Red Usem y por la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid durante los días 27-
30 de abril de 2010. Agradezco a los organizadores su invitación, y en especial a Raúl Parra que estuvo a cargo de la sesión en la que
yo participé. Aprovecho igualmente para dar las gracias a Juan Pedro García del Campo que leyó una versión previa de la ponencia
y de cuyos comentarios se ha beneficiado sin duda el texto final.
2.- “El Tratado político de Spinoza es la obra que funda teóricamente el pensamiento político democrático moderno en Europa”
(Antonio Negri, “El Tratado político o la fundación de la democracia moderna”, en Spinoza subversivo, trad. Raúl Sánchez Cedillo,
Akal, Tres Cantos, 2000, pág. 37). Emilia Giancotti matiza esta afirmación de Negri en la Introducción a esta misma colección de ar-
tículos. Para Giancotti, el texto que fundaría la democracia moderna no sería el Tratado político, sino el conjunto de la obra de
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ciedad en tanto que existe y tiene, por ello, un cierto un ser humano o para una sociedad6. Y para un indi-
grado de potencia, es igualmente autónomo en cier- viduo o sociedad lo mejor viene determinado por la
ta medida. En el segundo caso, el derecho propio potencia o esfuerzo por el que obran o intentan
consiste en no estar bajo el poder de otro4 y, enton- obrar7. Esa potencia (o derecho) aumenta en la me-
ces, ese derecho se puede tener o no tener depen- dida en que el individuo o la sociedad son causa ade-
diendo de la relación de poder en la que uno esté im- cuada del mayor número posible de sus acciones. En
plicado. Provisionalmente y con el solo propósito de este aspecto, la razón no es una actividad distinta de
hacer más clara mi exposición, llamaré “autonomía” las demás. La razón consiste en ser causa adecuada
únicamente al derecho o potencia de un individuo o de las propias ideas, esto es, en dar cuenta de la arti-
sociedad considerados aisladamente; y para la idea culación de ideas de la que se deriva una idea concre-
de no estar sometido al poder de otro utilizaré el tér- ta: razonar es, para Spinoza, conocer. Cuando el in-
mino “independencia”5. dividuo o la sociedad se conducen según la razón es
La segunda cuestión que debemos considerar es porque conocen lo mejor para sí mismos, conocen el
el modo en que cabe entender, desde el pensamiento modo en que aumenta su potencia y ese conocimien-
spinoziano, los conceptos de “lo mejor” y de razón to se impone sobre otras ideas que le son contrarias.
que hemos visto enlazados con la idea de derecho Si ocurre así, si el conocimiento logra imponerse, en-
propio. Lo mejor significa, en efecto, lo mejor para tonces, es por sí mismo decisión (decretum): es o
bien un decreto de la mente o un decreto común8,
esto es, una institución o norma social. Y la decisión
de la mente o de la multitud que actúa como si fuera
una sola mente es “una y la misma cosa” que la deter-
minación del cuerpo9, sea del cuerpo individual o del
cuerpo político (lo que Spinoza llama civitas10 y no-
sotros traducimos aquí por “sociedad”).
El tercer punto que hay que tener en cuenta es la
relación existente entre la autonomía del ser humano
individual y la de la sociedad. En este punto, la origi-
nalidad de Spinoza reside en que defiende una de-
pendencia mutua entre ambas autonomías. Los indi-
viduos no pueden ser autónomos al margen de su vi-
da en sociedad, como ocurriría por ejemplo en Locke.
Ni es posible una sociedad autónoma habitada por
meros súbditos, como por ejemplo propone Hobbes.
6.- “La realidad, sin embargo, es que aquello que la razón dictamina que es malo, no es tal respecto al orden y a las leyes de toda la na-
turaleza, sino tan sólo de la nuestra” (TP, II, 8).
7.- Ética, parte III, propósición 7, demostración; en adelante las llamadas al texto de la Ética se harán según el siguiente modelo: E,
III, prop. 7, dem.; las traducciones consultadas son las de Vidal Peña, en Editora Nacional, Madrid, 1980 y la de Atilano Domínguez
en Trotta, Madrid, 2005.
8.- “communi decreto” (TP, II, 19).
9.- “Todas estas cosas muestran sin duda con claridad que la decisión (y el apetito) de la mente y la determinación del cuerpo son si-
multáneas por naturaleza o más bien una y la misma cosa, a la que llamamos ‘decisión’, cuando es considerada bajo el atributo del
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pensamiento y explicada por él, y que llamamos ‘determinación’, cuando es considerada bajo el atributo de la extensión y deducida
de las leyes del movimiento y el reposo”. (E, III, prop. 2, esc.)
10.- TP, III, 1.
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Los individuos no pueden ser autónomos en el esta- las decisiones comunes no pueden hacerse efectivas
do natural, porque en soledad la potencia del ser hu- o cuando los súbditos están sometidos políticamente.
mano es muy reducida: apenas si posee seguridad de En estos casos, en efecto, no se puede hablar verda-
lograr nada, está continuamente temeroso de perder deramente de sociedad; o al menos no se puede ha-
lo poco logrado y no cuenta con la ayuda mutua para blar de una sociedad capaz de asumir el proyecto de
“sustentar su vida y cultivar su mente”11. La potencia la racionalidad y la autonomía. La soledad es, por
del ser humano individualmente concebido, y con ello, el límite tanto del individuo (del individuo social
ella su derecho, sólo es real, sólo puede aspirar a la o ciudadano15) como de la sociedad16. Y tanto res-
autonomía efectiva, dentro de la vida en sociedad. Es pecto al ciudadano como para la sociedad ese límite
la potencia que se logra colectivamente con la unión significa la condición de efectividad de su capacidad
de las fuerzas individuales la que revierte a su vez en de actuar. Es decir, de la misma manera que no pue-
estas fuerzas haciendo posible la autonomía indivi- de haber individuo efectivamente autónomo excepto
dual12. Por ello, el individuo nunca puede ser inde- en sociedad, tampoco puede haber sociedad efectiva-
pendiente de la sociedad. Es autónomo gracias a ella. mente autónoma excepto aquella cuya potencia es la
No puede considerarse al individuo como un ser in- de una multitud compuesta de individuos ya autóno-
dependiente de la sociedad, pero, al mismo tiempo, mos en cierto grado. La sociedad que es condición de
hay que saber que si su autonomía puede desarro- la potencia de sus ciudadanos es ya una sociedad con
llarse, es gracias a su vida en sociedad. un cierto grado de autonomía, es la sociedad de una
En Spinoza, no cabe pensar la sociedad, entonces, multitud libre, dice Spinoza, una multitud que se
como algo enteramente externo al individuo. Más mueve más por la esperanza que por el miedo, más
bien ha de ser entendida como la condición de su po- por pasiones alegres que por pasiones tristes, que
tencia, esto es, de su derecho. Así, alcance esta poten- procura cultivar la vida y no simplemente evitar la
cia del individuo social el grado que alcance, siempre
será una potencia inconmensurable con la que logra-
ría ejercer el individuo en solitario. De ahí, entonces,
que para el ser humano considerado aisladamente
siempre sea mejor la vida en sociedad que la vida en
soledad y que para él o ella seguir los decretos comu-
nes sea una conducta guiada por la razón. La soledad,
en efecto, no es aquí tanto un estado de naturaleza
original, que apenas si tiene cabida en la problemáti-
ca de Spinoza13, como la desobediencia individual a
los preceptos sociales cuando ésta coloca al infractor
frente a la potencia común de la multitud14.
Ahora bien, la categoría de soledad no conviene,
según Spinoza, únicamente al individuo trasgresor,
sino igualmente a las sociedades humanas cuando
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por medio de promesas y amenazas, como en III, 8, a las sociedades en los que muchos conspiran, como en III, 9, o a las que no han
eliminado las causas de la sedición, en las que la guerra es una amenaza continua y las leyes son infringidas con frecuencia como en
V, 2, o también a aquellas agrupaciones sociales cuyos individuos se comportan como ganado o actúan como esclavos, como en V, 4
y 6 y en VI, 4
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20.- “Pues el derecho de la sociedad se determina por la potencia de la multitud que actúa como si conformara una sola mente. Ahora
bien, ninguna otra cosa puede explicar esta unión de los ánimos excepto que la sociedad pone todo su empeño en lograr aquello que
la sana razón enseña que es útil a todos los hombres (Nam civitatis ius potentia multitudinis, quae una veluti mente ducitur, deter-
minatur. At haec animorum unio concipi nulla ratione posset, nisi civitas id ipsum maxime intendat, quod sana ratio omnibus ho-
minibus utile esse docet)” (TP, III, 7).
21.- “nada pueden desear los hombres que sea mejor para la conservación de su ser que el concordar todos en todas las cosas, de suer-
te que las mentes y los cuerpos de todos compongan algo así como una mente y un cuerpo, esforzándose todos a la vez, cuanto pue-
dan, en conservar su ser, y buscando todos a una [o para sí] la común utilidad” (E, IV, prop. 18, esc.). De nuevo, véase TP, V, 2 y 3.
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22.- “Cuando decimos, pues, que el mejor estado es aquel en el que los hombres llevan una vida en concordia (ubi homines concordi-
ter vitam transigunt), entiendo por vida humana aquella que se define no sólo por la circulación de la sangre y otras funciones co-
munes a todos los animales, sino la que se define, ante todo, por la razón, verdadera virtud y vida de la mente” (TP, V, 5).
23.- Véase Emilia Giancotti, “Introducción” en Antonio Negri, Spinoza subversivo, op. cit., págs. 22-23.
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nalmente instituyendo una separación estructural
entre gobernantes y gobernados? O, por su aspecto
ideológico, ¿qué ocurre cuando la sociedad en lugar
de entender que el derecho de las máximas autorida-
des viene determinado por la potencia de la multitud
justifica su práctica política según el principio de que
el derecho se sostiene en Dios, la Razón, el Pueblo, o
cualquier otro fundamento trascendente, de cuyos
designios unos pocos se autoproclaman los intérpre-
tes? En ese caso, la potencia de la multitud, en lugar
de revertir en la potencia de los ciudadanos, está sir-
viendo para promover la ambición y el miedo de los
gobernantes y el sometimiento de los gobernados. Es
decir, y permítaseme que utilice este concepto, se
produce una explotación de la potencia de la multi-
dad humana, incluido el régimen más tiránico, se es-
tud en beneficio del poder despótico de los gobernan-
fuerza por perseverar en el ser. Ahora bien, la poten-
tes25. En este caso, pues, no son los ciudadanos ni los
cia de ese esfuerzo no es igual en todas las formas po-
gobernantes los que aumentan su potencia, sino esas
líticas, sino que será mayor cuanto más se aproxime
extrañas cosas singulares que para abreviar Spinoza
a la forma democrática, ya que con esa forma la mul-
llama en la Ética “fortuna”, que producen en ellos los
titud consigue en mayor grado ser causa adecuada de
efectos denominados “ambición” y “miedo” y bajo
sus acciones. El deseo racional de la multitud es, por
cuyo poder todos se encuentran sometidos26.
ello, siempre democrático. Ahora bien, el deseo de la
Quisiera, para terminar está rápida lectura del
multitud no es siempre racional. La multitud atravie-
Tratado político de Spinoza, destacar tres cuestiones
sa por innumerables encuentros. Unos hacen que su
fundamentales.
potencia aumente y otros, que disminuya. Pero sólo
La primera es que Spinoza ofrece la oportunidad
será causa adecuada de sus acciones en la medida en
de una ampliación del concepto de explotación, que
que, a pesar de esos encuentros o gracias a ellos, lo-
nos permite hablar de explotación política. Esa am-
gre perseverar en su ser, esto es, en tanto que conser-
pliación, por supuesto, exige que pongamos en co-
ve en algún grado la interdependencia entre la poten-
municación a Spinoza con Karl Marx. Ese será nues-
cia de la multitud y las de los ciudadanos. Si hay so-
tro siguiente paso. Adelantándonos un poco, pode-
ciedad, esa interdependencia se da en cierto grado; si
mos intentar formular una redefinición de un con-
no se diera, no habría sociedad. Por eso, la democra-
cepto cuya validez se circunscribía hasta ahora a la
cia es el conatus de la multitud o de la sociedad. Y el
economía. Así, entiendo que las relaciones de servi-
esfuerzo por construir y extender la democracia es el
dumbre o de subordinación27, sean éstas de carácter
esfuerzo por aumentar indefinidamente la potencia
económico, político o ideológico, se explican por una
de la multitud24.
forma u otra de explotación. Esa forma determinada
¿Qué ocurre, entonces, cuando la sociedad en lu-
de explotación es el modo concreto en que las relacio-
gar de articularse racionalmente según el principio
nes sociales de subordinación se reproducen28.
de la interdependencia de potencias, lo hace pasio- página 111
24.- La interdependencia entre las potencias de los ciudadanos y la de la multitud es, entonces, el equivalente a nivel de la sociedad de
la proporción de movimiento y reposo entre las partes del cuerpo humano, proporción que Spinoza llama “la forma del cuerpo hu-
mano”. Lo que hace que se conserve esta forma, dice Spinoza, hace también que aumente la capacidad del cuerpo para afectar y ser
afectado. De la forma del cuerpo depende, por tanto, su potencia (véase E, IV, prop. 39, dem.). Así, la forma de la sociedad de la que
habla Spinoza en TP, VI, 2, y con ella su potencia, consistirá principalmente en la forma de la interdependencia.
25.- Sobre esta aproximación de Spinoza al concepto de explotación, véase Antonio Negri, Spinoza subversivo, op. cit., 70.
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La segunda es que en la teoría de Spinoza, el despotis- mente, una forma de explotación ideológica. Hoy,
mo o explotación política aparece como lo opuesto a la empero, no cabe sostener centralidad ninguna.
concordia o a lo que, con un término más moderno, Para ir con Spinoza más allá de Spinoza, propon-
propongo, como he dicho, llamar “solidaridad”. De es- go recurrir a la teoría de Marx y a la lectura de la mis-
te modo, desde Spinoza hay que entender que la lucha ma realizada por Louis Althusser. El concepto clave
contra la explotación, sea política, económica o ideoló- para avanzar en esta línea es, a mí parecer, el concep-
gica, no es sino la vertiente insumisa de una lucha afir- to marxista de reproducción. Al comienzo del capitu-
mativa por la solidaridad que es ampliable a todos los lo XXI de El capital, titulado “Reproducción simple”,
ámbitos de la realidad social. El rechazo de la explota- afirma Marx:
ción es consecuencia del deseo de solidaridad29. Y el
aumento de potencia individual y colectiva proviene Cualquiera que sea la forma social del proceso de pro-
de la solidaridad instituida como relación social. ducción es necesario que éste sea continuo, que recorra
periódicamente, siempre de nuevo, las mismas fases.
Del mismo modo que una sociedad no puede dejar de
consumir, tampoco le es posible cesar de producir. Por
tanto, considerado desde el punto de vista de una inter-
dependencia continua y del flujo constante de su reno-
vación, todo proceso social de producción es al propio
tiempo proceso de reproducción30.
gobernante interviene como una fuerza más. Cuanto más alejada se encuentre una formación política de la democracia entendida
en sentido spinoziano, en mayor medida la potencia de la multitud revertirá en la ambición y el miedo de los gobernantes (pasiones
a las que los gobernantes mismos están sometidos) y en menor medida en el aumento de la potencia de los ciudadanos. El gober-
nante antidemocrático se presentará, entonces, como origen -o a sí mismo como representante o intérprete autorizado del origen-
de la sociedad cuando en realidad su poder social no es sino efecto de la correlación de fuerzas de la multitud.
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29.- “Con el deseo que surge de la razón perseguimos directamente el bien y huimos indirectamente del mal” (EIV, prop. 63, cor.).
30.- Kart Marx, El capital, I, Vol. 2, trad. Pedro Scaron, Siglo XXI, México D. F., 1994, pág. 695.
31.- Ibíd., pág. 706.
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donde recobrar la posibilidad y la legitimidad de una ción capitalista como “producción y reproducción de
rebelión contra las leyes de su funcionamiento. la relación capitalista misma: por un lado el capita-
Esta sobrerreacción, sin embargo, no es justifica- lista, por el otro el proletariado”32. A diferencia de
ble. Si la reproducción constitutiva es, efectivamen- Georg Lukács, que en Historia y conciencia de clases
te, el índice de consistencia del modo de producción interpreta inmediatamente la reproducción econó-
capitalista, si es aquel concepto que permite pensar mica de la división de clases como reproducción de
su especificidad, su estructuración, su modo de fun- una totalidad social33, Althusser considerará que la
cionar y su efectividad, es igualmente el índice de su reproducción económica de la relación capitalista re-
finitud, de su limitación, de su impotencia; la repro- quiere de unas condiciones políticas e ideológicas y
ducción constitutiva es también el concepto desde el que estas condiciones poseen una especificidad pro-
que pensar que el capitalismo no es un sistema total. pia, esto es, su mecanismo de funcionamiento es irre-
Si no hay proceso de producción capitalista sino a ductible a la dinámica económica34.
condición de que haya un proceso de reproducción, Entre las críticas que recibió el artículo “Ideología
es precisamente porque el ciclo del capital, como y aparatos ideológicos de estado” de Althusser, dos
cualquier otro, tiene que superar continuamente las de las más importantes van dirigidas expresamente
resistencias, los obstáculos, los envites que amena- contra la reactivación que ese texto efectúa del con-
zan con detenerlo en cada una de sus fases. Si no hay cepto de reproducción. De forma breve, se acusa al
proceso de producción capitalista sino a condición punto de vista de la reproducción de impedir pensar
de que haya un proceso de reproducción, es porque el antagonismo de clase35 y de reducir los aparatos
una infinidad de otras fuerzas se resisten continua- ideológicos a meros apoyos de la estructura económi-
mente a ese proceso. El carácter constitutivo de la ca, carentes por tanto de significación propia36. La
reproducción es también el índice de la diversidad primera crítica procede, como hemos defendido, de
de antagonismos que erosionan al modo de produc- una lectura del concepto de reproducción que es in-
ción capitalista (y a cualquier otra estructuración so- capaz de considerarlo en tanto que índice de finitud.
cial, no nos engañemos) y sin los cuales la produc- La segunda tiene otro tipo de fundamento. Depende
ción capitalista no necesitaría ser al mismo tiempo
reproducción, sino que se desenvolvería en un espa-
cio de rozamiento cero, de pura presencia, entonces
sí, de sistema total.
En efecto, según la teoría marxista de la repro-
ducción, ninguna producción o, más en general, nin-
guna acción, es origen primero, sino que toda pro-
ducción tiene al mismo tiempo que ser producida, es-
to es, tiene que ser reproducida. Y en esa dependen-
cia respecto de la reproducción reside tanto su con-
sistencia como su finitud.
En “Ideología y aparatos ideológicos de estado”
(1971), Althusser desarrolla de manera significativa
el concepto marxista de reproducción. En el capitulo
XXI de El capital, Marx había explicado la reproduc- página 113
se realiza, según Althusser, en los aparatos políticos e ideológicos del estado. A los que habría, sin duda, que añadir los aparatos ide-
ológicos del capital que son el espectáculo o la propia “firma”.
35.- Véase Gregory Elliot, Althusser: The Detour of Theory, Brill, Leiden, 2006, págs.160-1
36.- Véase Terry Eagleton, Ideology, Verso, Londres, 1991, pág.147.
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del modo en que entendamos la explicación que gicos para reproducirse. Ocurre, también, lo mismo
Althusser realiza de la relación entre los diferentes en la dirección opuesta: los aparatos ideológicos real-
niveles de una formación social37. mente existentes necesitan de las relaciones de pro-
Si pensamos el uso del punto de vista de la repro- ducción capitalistas para reproducirse. Entre ellos
ducción que Althusser hace en ese texto desde los hay lo que Althusser llama un “mutuo condiciona-
conceptos de sobredeterminación y causalidad es- miento de existencia”38. Y es este mutuo condicio-
tructural que había elaborado en sus obras anterio- namiento el que hace imposible la simple reducción
res, ¿qué relación cabe establecer entonces entre los de una instancia a un mero fenómeno, “derivación” o
aparatos ideológicos y las relaciones de producción? accesorio de la otra.
Respondiendo de forma sencilla: los aparatos ideoló- El mutuo condicionamiento de existencia no sig-
gicos de estado se entenderán, en efecto, como una nifica, sin embargo, una eficacia de condicionamien-
condición de la reproducción de las relaciones econó- to igual para todas las prácticas sociales. Todas las
micas, pero las relaciones económicas tendrán igual- instancias sociales se condicionan entre sí y llevan en
mente que pensarse como una condición de la repro- sí mismas la huella de ese condicionamiento recípro-
ducción de las relaciones ideológicas. No es sólo que co. Ahora bien, no todas poseen el mismo índice de
la relación capitalista necesite de los aparatos ideoló- eficacia, no todas tienen la misma capacidad de de-
terminar la estructura de la reciprocidad. La tesis
marxista es que las relaciones de producción son la
instancia que con mayor efectividad determina la ar-
ticulación entre todas ellas. Por esa razón, se puede
decir que son las principales responsables de la for-
ma de unidad del conjunto. Esa forma de unidad, sin
embargo, no elimina la especificidad heterogénea de
lo unido; tampoco impide que los elementos formen,
al mismo tiempo, parte de otras articulaciones; ni es-
tá cerrada sobre sí misma de ninguna manera, sino
que se relaciona con otras realidades generando nue-
vas combinaciones. Diremos, entonces, que la forma
de unidad en la que piensa Althusser no es simple, si-
no compleja y que no es un principio trascendente,
sino inmanente39. En un texto posterior, Althusser
se refiere, remitiendo expresamente a Spinoza, a “un
37.- En el rápido planteamiento del problema del índice de eficacia de las distintas instancias que hace Althusser en “Ideología…”,
habla de la eficacia de la superestructura como “eficacia ‘derivada’ propia de la superestructura (efficacité ‘dérivée’ propre à la su-
perstructure)”, y explica: “si [los pisos de la superestructura] son determinantes a su manera… lo son en tanto que determinados por
la base (s’ils [les étages de la superstructure] sont déterminants à leur manière… ils le sont en tant que déterminés par la base)”
(Louis Althusser, Sur la reproduction, P.U.F., París, 1995, pág. 276). Este planteamiento de la eficacia de la superestructura como
eficacia “derivada” es exactamente el mismo en el texto más largo, publicado póstumamente, de donde Althusser extrajo
“Ideología…” (Ibíd., págs. 81-82). Aquí cabe plantear que Althusser hace estas afirmaciones refiriéndose a la metáfora del edificio
que es precisamente la concepción que pretende dejar atrás con el punto de vista de la reproducción. De cualquier manera, incluso
si aceptamos que el carácter “derivado” (adviértanse las comillas) de la eficacia de la superestructura es algo que se traslada “inmo-
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dificado” desde una concepción a otra, el problema de “Ideología…” no sería propiamente el carácter unívocamente funcionalista de
su planteamiento, como dicen sus críticos; su problema se reduciría a una mera y simple contradicción. La eficacia de la base no
puede ser ni más ni menos “derivada” que la de la superestructura (de lo contrario la base se convierte en un Origen) y la eficacia de
la superestructura no puede ser sólo “derivada”, porque si así fuera, ¿qué sentido tendría hablar de la especificidad de lo ideológico?
38.- “conditionnement d’existence des ‘contradictions’ les unes par les autres” (Louis Althusser, Pour Marx, La Découverte, París,
1996, pág. 211.)
39.- Nos encontramos aquí con otra de las propiedades del carácter constitutivo de la reproducción en el sentido marxista. La repro-
ducción no sólo indica la consistencia y la finitud de una práctica social, sino también su efectividad. La reproducción remite a la
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efectividad ejercida por una práctica en su concordancia o contrariedad con otras prácticas y a las modalidades de tales concordan-
cias o contrariedades, esto es, al grado en que favorecen o entorpecen la reproducción de otras prácticas y la manera en que lo ha-
cen. El concepto de reproducción se muestra así como el concepto marxista equivalente al conatus spinoziano. Reproducción y co-
natus son ambos principios de consistencia y de efectividad o potencia y, al mismo tiempo, de finitud y de diversidad antagonista.
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todo sin ‘clausuras’ que no sea sino la relación activa autonomía. Pero, dado que la teoría de la sobredeter-
de sus partes”40. minación impide pensar una forma económica, polí-
Si aceptamos, entonces, que las prácticas econó- tica o ideológica en estado puro, la misma coexisten-
mica, política e ideológica se relacionan entre sí según cia desajustada de las luchas, sin que tengamos que
un mutuo condicionamiento de existencia, de ahí se recurrir a otros factores ni concretar históricamente
seguirá que el desarrollo histórico de una forma de de qué formas hablamos, introduce la posibilidad de
dominación cualquiera, no será el desarrollo de una múltiples combinaciones, de una multiplicidad de
forma aislada, ya sea esta económica, política o ideo- antagonismos, de innumerables focos de disenso, de
lógica, sino del desarrollo de esa forma en mutuo con- resistencia, de contestación o de transformación. Por
dicionamiento con los desarrollos de otras formas. La las razones ya aducidas, esta multiplicidad de anta-
teoría de la sobredeterminación exige, por tanto, con- gonismos no puede pensarse como indiferenciada,
siderar cada forma de dominación desde dos perspec- sino a su vez como desnivelada, es decir, que las dife-
tivas. Por un lado, habrá que considerarla desde su es- rentes luchas en los diferentes momentos tienen ín-
pecificidad propia o, lo que es lo mismo, desde el me- dices de efectividad diferente, por las que unas deter-
canismo de reproducción de sus relaciones de domi- minan la articulación de la multiplicidad con una
nación: desde su modo de explotación. Por el otro, mayor efectividad que las otras. Hay luchas o proyec-
tendrá que ser abordada desde su necesaria articula- tos o estrategias que se imponen como más urgentes,
ción con las otras prácticas sociales. más esenciales o más importantes. Y hay una pugna
Esta segunda perspectiva requiere, por su parte, interna por determinar qué conflictos son priorita-
que atendamos a la desigual efectividad de las instan- rios y cuáles secundarios, por establecer qué tenden-
cias, es decir, al hecho de que el mutuo condiciona- cias deben dirigir hegemónicamente las múltiples
miento de existencia implica un desequilibrio nece- propuestas.
sario entre todas ellas, cada una de las cuales se en- En contra de lo que a veces se suele plantear, el
cuentra con resistencias distintas y se despliega con carácter necesariamente múltiple de las luchas con-
temporalidades dislocadas. tra la explotación no es por sí mismo un aspecto po-
Pues bien, los tres mecanismos generales de ex- sitivo o negativo de las mismas. Las luchas son múl-
plotación social (político, económico e ideológico) ex- tiples porque son finitas. En buen spinozismo, la uni-
puestos por las teorías de Spinoza, Marx y Althus- dad sustancial sólo corresponde a lo absolutamente
ser41 adoptan formas históricas que han de ser pen-
sadas al mismo tiempo juntas y diferenciadas.
Formas de explotación de los tres tipos coexistirán en
cualquier formación social, pero su coexistencia esta-
rá desajustada.
He definido anteriormente la explotación como el
proceso de reproducción de las relaciones de subor-
dinación; y he subrayado, después, que toda repro-
ducción es el índice de una finitud y, por tanto, está
sometida a un cúmulo de resistencias y contestacio-
nes. Si esto es efectivamente así, entonces, la coexis-
tencia desajustada de las formas de explotación ha de
implicar necesariamente una coexistencia desajusta-
da de las formas de contestación. Las luchas política,
ideológica y económica contra las respectivas formas
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40.- Louis Althusser, Elementos de autocrítica, trad. Miguel Barroso, Laia, Barcelona, 1975, pág. 55.
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41.- Así, la explotación política supone la reversión de la potencia de la multitud en beneficio del poder social de los gobernantes. La
explotación económica es la acumulación por parte de una clase social del plusproducto del trabajo de otra. La explotación ideoló-
gica consiste en la institución de una Autoridad desgajada, por medio de un tabú de conocimiento, de los procesos colectivos y ma-
teriales de interpelación de los individuos como sujetos.
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