LONDRES:
Vagando voy por todas las ealles de la ciudad,
Gerea del lugar donde el Tamesis privilegiade corre,
yy deseubro en cada cara que encuentro
indicios mortales de flaqueza y de dolor.
En el grito de cada hombre,
En cada grito del terror infantil,
En cada voz, en cada anatema,
igo chirriar las cadenas forjadas por nuestro espiritu.
Es el grito del deshollinador
Consternando a las Iglesias ensombrecedorass
el lamento del infortunado soldado
Dejando un reguero de sangre desde los muros palatinos.
Pero sobre todo cigo en las calles a medianoche
La Maldicién do la ticra Prostituta
Secar las Iigrimas del reeién nacido,
Y contagiar pestifera cl carro fiinebre del matrimonio.
40EL TIGRE
‘Tigre, tigre, quo flameas
En las selvas de la noche
qué mano, qué ojo inmortal
se atrevié a plasmar tu aterradora simetvia?
4En qué lejano abismo, en qué distantes cielos
ardié el fuego de tus ojos?
aSobre qué alas se atrevié a ascender?
4Qué mano tuvo la osadia de apresarlo?
2Qué espada, qué arte fue capaz de urdir
Is fibras de tu corazén?
Y cuando tu corazén empeas a latir,
Zqué mano, qué espantosos pies
pudieron scearte de la honda fragua,
para acd traerte?
Zqué martillo te forjé? {qué cadena?
2Qué yunque te batié? ;Qué robusta mordaza
atrevidse a contener tus terzores pavorosos?
Cuando los astros Ianzaron sus dardos
y el ciclo regaron con légrimas,
Geonrié El al ver su obra?
quien dio vida al cordero te ered a ti?
Tigre, tigre, que flameas
‘en las selvas de Ia noche
qué mano, qué ojo inmortal
fe atrevié a plasmar tu aterradora simetria?
alTIRIEL
(Alrededor de 1789)
“Vag6 dia y noche: para él el dia y Ia noche eran
sombrios.
Sentia el sol, pero Ia brillante Iuna era ahora un globo
imitil.
En Jas montafias y a través de los valles del infortunio, el
cciego anciano
Vagé, hasta que aquél que gobierna todas las cosas lo
condujo a los valles de Har.
Y Har y Heva, como dos nis, se hallabon sentados
bajo el Robe:
Mnetha, ya una anciana, los cuidaba y les levaba alimene
tos y vestidos;
pero semejeban la sombra de Har y los olvidados afios.
Gonsumian los dias jugando con flores y persiguiendo
ee Ja noche dormian como nitios, distraidos con
‘sues infantiles.
Cuando el errante ciego entré on los deliciosos jardines
de Har
ellos huyeron como nifios asustados y se refugiaron en
los brazos de Mnetha.
El anciano ciego tanteé el camino y grité: “Sea Ia paz
para estas puertas abiertas!
“Nada temais, porque el pobre ciego Tiriel sélo se causa
dafio a si mismo.
Decidme, amigos, dénde me eneentro ahora y en qué
placentero lugar”.
4“ste os el valle de Har, dijo Mnetha, y ésta la tienda
de Har.
AQuién eres pobre ciego, que adoptas el nombre de
Tiviel?”
“Titel es el rey de todo el Occidente. :Quiém eres 42"
“Yo soy Mnetha,
y étos que tiemblan como nifios a mi lado son Har y
Hera”.
“36 que Tiriel es el rey de Occidente y que vive alli
xregaladamente
“Poco importa quién soy yo. {Oh Mnetha, si tienes co-
mida, sirveme una colacidn, porque no puedo detener-
‘me; el término de mi viaje se halla lejos de aqui”.
Entonces Har dijo: “Oh Mnetha, madre mia no te aven-
tures tan corea do él,
porque es el rey del bosque podrido y de las mesos de Ia
muerte;
Vaga sin ojos y atraviesa los espesos muros y puertas.
{No golpearas # mi madre Mnetha, oh hombre sin ojos!”
“Soy un vagabundo que mendiga su comida:
bien advertis que no puedo Hora
Abandono mi bastén, buen compaiiero de viaje,
y me arrodillo para demostraros que soy un hombre
inofensivo”
Cayé de rodillas y Mnetha
levantaos!
Se trata de un inocente viejo a quien el camino ba
abicrto el apetito y hambrea”.
Entonces Har se levant6 y puso su mano sobre Ia cabeza
del anciano Tiriel.
;Que Dios hendiga tu pobre testa calval ;Que Dios
bendiga tus ojos vacfos y cerrados!
ijo: j*Venid, Har y Heva,
65,
Ponmas prottcos y pros, 3Dios hendiga tu ensortijadn barba! {Que Dios
bendiga tu arrugada frente!
No tienes dientes, anciano, y he ahi que beso tu lisa y
calya cabeza.
Heva, ven a besar su eabeza calva. Ven, Heva, que no
hha de hacerte ningein dafio”
Entonees Heva se acereé y condujo al anciano Tiriel
hhasta los brazos de su madre.
“;Benditos sean tus desvalidos ojos, anciano, y bendito
sea el viejo padre do Tiriel!
Ta eres el viejo padre de mi Tiricl; te reconozee por
‘tus arragas,
¥ porque hucles como Ja higuera, hucles como higos
‘maduros.
1Cémo perdiste tus ojos, viejo Tiriel? ;Bendito sea tu
arrugado rostro!”
Mnetha dijo: “;Ven, anciano viajero! Dinos ta nombre.
gor qué te ocultas de Tos que son de ta propia sangre?”
“No soy de esta regién —dijo Tiriel, disimulando—.
Soy un errante anciano, en otro tiempo padre de una
raza que vivia en el Iejano norte; pero eran inicuos y
fueron aniquilados,
y yo, su padre, fui proscrito. Os Io he contado todo.
No me preguntéis nada més, os Io ruego, porque Ia
desgracia ha sellado mi preciosa vista”
“Oh Sofior, dijo Mnetha, e6mo tiemblo jes que hey
fentonces més gente, més eriaturas humanas en esta tierra,
ademés de los hijos do Har?”
“Nadie més, excepto yo —dijo Tiricl— queda en todo
el mundo
66Y soy un proserito, {Tienes algo pera beber?”
Entonees Mnetha Je dio Teche y fruta, y se scntaron
juntos.
Se sentaron y eomieron, y Har y Heva sonrieron a Ti.
nel,
“Eres un hombre muy, muy viejo, pero yo soy més
viejo que ti.
4Gémo so ha quedado calva tu cabeza? ;Cémo se ha
puesto tan atezado tu rostro?
Mis cabellos son muy argos, mi barba me cubre todo
el pecho.
iQue Dios bendiga tu Tastimoso rostro! Mnetha se em
Ibrollaria si tuviese que contar
las arrugas de tu cara, ;Bendito sea tu rostro, porque
eres Tiriel!”
“Sélo vis Tiriel una vez: mo senté con él y comimos.
Era tan jovial como un principe y me agnsejé:
‘Mas permaneci poco tiempo en su palacio, porque estoy
obligado a andar errante”
“;Cémo! ,Nos dejards también —dijo Heve—. No nos
dejes
porque hemos de ensefiarte algunos juegos y cantarte
‘muchos eantos,
y después de comer iremos hasta la jaula de Har, y nos
ayudarés a atrapar pajaros y a coger cerezas maduras.
Asi, pues, deja que tu nombre sea Tiriel y no nos aban-
dones munca”.
“$i decides partir —dijo Har—, deseo que tus ojos vean
tu locura,
orMis hijos me han sbandonado. ;Los tuyos también?
Oh, eso seria muy cruel!”
“No, hombro venerable —dijo Tiriel—, no me preguntes
tales cosas,
porque haces sengrar mi corazén, Mis hijos no eran como
Jos tuyos,
sino peores. {Oh, no preguntes més, o tendré que mar-
‘charme!”
“No partirés —dijo Heve— sin antes habe: visto nues-
tros grrulos péjaros,
Jhaber ofdo cantar a Har en Ia gran jeula y haber dormido
sobre nuestros vellones.
No te vayas, porque te pareces tanto a Tiriel que emo
tu cabeza,
aunque esté arrugada como Ia tierra abrasada por el
calor del verano”
Entonces Tiriel se levanté de su asiento y dij
Dios bendiga estas tiendas!
Mi viaje so efectia a través de las rocas y de las mon-
tafias, no en los plaventeros valles.
No debo dormir ni descansar, a causa de la locura y del
‘espanto.”
“(Que
Y Mnetha
nebrecido;
quédate con nosotros, deja que seamos tus 0}
yo te tracré comida, anciano, hasta que la muerte te
lame fuera de aqui
ijo: “No te marches para errar solo, ente-
Entonces Tixiel fruneié el cefio y contesté: “No os he
dado mis érdenes al decir
68que la locura y el espanto se han apoderado del eorazén
del anciano elego,
del errante viejero que recorre los bosques apoyedo en
su bastén?”
Entonces Mnetha, temblando ante el enojo del anciano,
Jo condujo hasta Ia puerta de Ia tienda y Te dio su bastén
yy lo bendijo. Tiriel prosiguié su camino.
Pero Har y Heva quedaron vigilindole hasta que entré
cen el bosque
y Inego regresaron al lado de Mnetha, Worando; mas
‘pronto olvidaron sus légrimas,
EL anciano prosiguié su solitario camino por las exte-
nuantes colinas.
Para él, el dia y la noche cran iguelmente sombrios y
desoladoss
Muy poco era lo andado cuando Ijim, que bajebe de sus
bosques,
Jo hall6-a Ja entrada de Ia floresta, en un desierto y
oscuro sendero,
“,Quién eres, ciega criatura, que obstruyes el sendero
del leén?
‘jim desgarrard tus débiles miembros, joh tentador del
sombrio Tjim!
‘Traza tienes de Tiviel, pero te conozco bien.
jAléjate de mi camino, vil demonio! ;EI vltimo de tus
engaiios
69consisto en ser hipécrita y presentarte como un mendigo
ciego?”
EL anciano ciego oyé 1a voz de su hermano y se prot
terné en el suelo.
“Oh Ijim, hermano mio, si es tu vor la que me habla,
ao malrses ats hermano Tie, anogu Io poe segue
Mis hijos me han deseargado golpes ya, y si ti me
Ja maldicién que pende sobre sus cabezss caer sobre Ia
tuya.
Hace siete aiios que vi tu rostro en mi palacio,”
“jAcéreate, sombrio demonio, puodo orrostrar tus ar-
terias! Ijim desdefia
golpearte bajo tu aspecto de desvalido y ciego anciano,
jLevantatel ‘Te reconozco y no temo desafiar tu elocuente
Ven! ‘To guiaré hasta tu camino y seris objeto de mis
burlas”.
{Oh hermano Tjim, tienes ante tus ojos al infortunado
Titiel!
[Bésame, hermano, y luego déjame seguir mi desolado
vagar!”
Tiriel! {Bésame, hermano, y luego déjame seguir mi
desolado vegar!”
“IN, astuto demonio, que he de guisrte ;Deseas mar-
charte?
[No contestes, si no quieres que te ate con los verdes
juneos del riachuelo.
iAy! Como te he revonocide, voy « emplearte como es
lave.”
Cuando Tiriel oyé las palabras de Tjim, no traté de con-
testar:
10sabia que hubiese sido intl, porque las palabras de Tjim
‘eran como la vor del Destino.
Y anduvieron juntos a través de las colinas y de los bos-
cosos valles,
ciegos a los placeres de la vista y sordos a los gorjeos
de los péjaros
Caminaron durante todo el dia y toda la noche bajo Ta
agradable luna,
viajando hacia el oeste, hasta que Tiriel se sintié can-
sado.
“Oh Tjim, soy viotima de In debilidad y del cansancio
¥ mis piernas se niegan
a sostenerme. No me apremies, no sea que muers por
el camino,
Te suplico un poco de descanso, un poco de agua de un
viachuelo,
pues de lo contrario pronto descubriré que soy un hom-
bre mortal
y ti perderds a Tiiel, a quien amaste en otro tiempo.
iy, las fuerzas me abandonan!”
“{Insolente demonio —dijo Tjim— ataja tu facundia!
Tiziel es un rey, y ti eros el tentador del sombrio Tjim.
Bebe de las répidas aguas de este riachuelo y Tuego te
Movaré sobre mis hombros
EI anciano bebié, y después Ijim levantindolo se lo
‘eargé sobre sus hombros,
‘Lo Ievé todo el dia, y cuando la noche corrié su solemne
cortina
‘raspuso Tas puertas del palacio de Tiriel, se detavo y
grité:
“;Heuxos, sal! Traigo al demonio que hostiga a Ijim.
a