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NUEVA BIBLIOTECA FILOSOFICA VOLUMENES PUBLICADOS .-EMERSON (Ralph Waldo). Diez ensayos. Hal V, FOUIMLEE (A) Misoria dea ono VE~ EMERSON (Ralph Waldo), La lou Vii“ SCHOPENFIAGER (A): Aloririos de toni ‘Viti “DOUMER (Pablo). €1 perfecto cludadeno, PASCAL (Blas), Pensamientos EMERSON (Ralph Waldo). Hombras slmpélieos, IL ON, Obras, Bidlogos socratleos, Sify Aly. PLATON, ots: Dslogos polemic XV #XVL_—PLATON. Obras: Dislogos dopmatcns EMERSON (ft. W 9. Diez nuevos ensauo Vial XX REINACH (Salomén). Carta XXI-PLATON. Obras completa, La Repablice, x ras, Lag Leyes. {SY SPLATON.O Dialogos apéeri- SLY EMERSON (R. W), Doce onan XXViy NAVI “EMERSON (8. W2)Vi Axvil “POLITZER (Le Psicolog FESS GIMALM (Juan). Estusio sobre ol (Cera a Brasoe, sob 68 sObrean, vena) {Qué hay que interrogar para conocer la nacio- nalidad de un homibre, Ja sangre o la tierra? Vie~ ja querella esta entre el jus sanguinis y el jus soli. No habrh que hacer la pregunta sobre el Inger de la concepeién, evando muy lejos las indisereciones fisiolégicas? Este género de eurio- sidad no hubiera ciertamente chocado a Desear- tes, que tuvo el euidado de anotar en Ta hoja de un libro la fecha exacta de la concepcién de st hija Franeina, en Amsterdam. Nacié Descartes en La Haya, el 31 de marzo de 1596. Se eree que su madre era de La Haya también, Actualmente Ismen ongullosamente a ‘La Haya «La Haye-Descartesy Se le bautiz6 el 3 de abril, en la iglesia de San Jorge, existente todavia, en presencia de sus pa- aoe Grinos, el hermano de su abuelo paterno, Miguel Ferrand, consejero del rey y teniente general de Chatellerault, y su tfo matcrno Renato Brochard, ‘conscjero del rey, ujuez magistrado de Poitiersn ‘Como madrina, tnvo una sola: Juana Proust, ¢s- posa del Sr. Sain, inspector de tributos de Cha- tellecault; era hermana de su abuela Se conserva el acta de su autisino: unas lineas en Ia pligina de un registro que se guarda pia- dosamente en Ia Haya. Hin ellas puede Jeerse la Sectia; parece ser Ia auténtica; Jas actas que la si- ‘guen correctamente, apretadas unas tras otras, no dejan interlinegs propicias a enmiendas ni corree- iAparente regularidad, supercherfa ! Segtin se hha dicho, Deseartes no es de Turena, Un ant ‘suo autor, que Hama Poitiers a la ciudad de Des- ‘artes, loafirma diciendo: «EI ilustre Renato Des- ‘artes naci6, si no en la ciudad de Chatellerault, al menos en su territorio, digan cuanto quieran {os seflores de ‘Turena que Jo han adoptado por haber nacido, segén dicen ellos, en Le Haya, en ‘Turena» (28) ‘Todo <0 no pasa de vagos propésitos del si elo XVITT; ha sido preciso esperar hasta media- os del XIX para que se precisasen, Ei erndito Barbier fué cl que se ocups de ellos. Parece que ‘al flésofo nacié en un campo, llamado el Prado- Falot, en el que su madre sintiése presa de los otores del parto repentinamente, dando a luz en tee -squel lugar; iba de camino y se dirigfa a una propiedad denominada la Sybilliére y pertenecien- te a su familia, posesién situada en las afueras de Ja ciudad. El Prado-Falot no se encuentra en la ‘Turena, sino que forma parte del Ayuntamiento de Ingrade, en la orilla izquierda del rio Creuse, ‘que divide el Poitou. Un gran cartelén colocado ‘en la carretera, a izquierda del Creuse saliendo de La Haya, pretende imponer a Jos transeuntes sta tradicion como verdad histérica. ‘A decir verdad, nada bay que Ja justifique: ni Jos recuerdos de Descartes, que decfa haber na~ ido en los ajardines de Turena», ni los de sit fax ‘milia, coleccionados por el bidgrafo del fl6sofo, Adriano Baillet, a fines del siglo XVIL, ni el ra- mor vulgar de Ta 6poca. Los eruditos de ‘urens, Descartes aacié en La Haya, lo mismo que 0 hermano mayor y su hernana, También vieron la tr en lla doe hermanitos mis, mariendo muy pronto, Estos heces permiten pensar, de acter lo con Ta, Grancmaison, que Descartes no nacié por easalided en esta ciudad (51). Podemos ira endir trbuto de admiracin a Tas Haya sin preocuparnos de ser vitimas de piado- 0 fred; ls auténticnsreiguias de gran recur do reposan allt precisamente, en la can turenese que el tiempo ha reapctado, Los jOvenes del I sar a adornaron el ao 11 con coronas de roble, ¥ ro than eqnivocindose. Fata casa data de siglo XV; exballete queda al alley caperuza puntiae sada; su puerta principal da atm jerdin estrecho, ‘ave se ditize en suave pendiente hacia el valle are Dos o tres drboles, algunas flores, pooas legum+ bres. En un rinoin se ve un nistico pabellin, pera guardar los fitiles del jardinero. Su aspecto es agradable, aunque no de riqueza; no obstante, Ja ventana del primer piso presenta bonita linea renacimiento, con algtin esculpido. Su construc- ign es de piedra ennegrecida por los afios; ¢s lu- ‘gar modesto, silencioso, que inelina a la medita- ‘iia. Vamos a visitar ahora esta vieja copilla, aja de techo, a orillas de las tranquilas aguas. del Creuse, esos verjeles que la adornan, el puen- te de machos triangulares, soportes de arcadas ojivales: todo eso fué contemplado por el joven. Renato, AMI or6, allf cortié y jug6 el pequefo cidadano; en aquellos Tugares se baftaba, allf so- 86, La emocién no nos engaita; la vetuster de los alrededores ¢s cosa evidente. Nos sentimos potti- ccamente emocionados por Ja severidad apacible de aquellos campos monétonos, al abrigo de las ruidosas urbes modernas, Hoy son lo que fueron hhace tres siglos. No ¢s La Haya ciudad peque- fa; la Fabrica papelera instalada en uno de sus arrabales no ka logrado despertarla, pudiendo. decir que es tin pueblo grande en el que todo es ‘campestre, silencioso, sano. Tawgar de calma, riistico, sin apariencias de ciudad: en €1 nacié un campesino, en 61 creci6 - se desatrollb; esté formado por Uanuras fértiles y alegres, entrecorladas per vificlos; no hay en é grandes qruchriduras pintorescas, valles sombrios, Sa “© rocas altivas, A medida que caminamos se en- sancha el horizonte en agradable abanico, hasta clos jardines» caya remembranza perfuinada. y cntibiada por sus recuerdos infatiles hizo dadat 1 Descartes durante largo tiempo si irfa a estable- corse en Sueta, upats de osos, ene r0eas yhie- osm. Baillet nos ha trazado el siguiente bosqiejo de Le Havas Ws una pegueke ciudad situada entre Turcha 4» Poitou: a oriltas det Creuse, @ distancia casi igual entre ta ciudad de Tours y la de Poitiers, 4 sur de ta primera y al oriente de la iltima, No hay comarca en Francia que pueda preferirse 0 sla parte meridional de la Turena, ya. por la temperatura de su aire, ya por la suavidad de su a representacién, por el sueto, de un conficto interior. Fl lado iequierdo representa el mal y el pecado y el viento el del genio maléfico (ani- mus)oo ‘das diferentes personas representadas en el, sueflo no pueden ser naturalmente identifieadas yor nuestra parte, aunque Descartes, de aber sido interrogado, no Inubiese dejado de identif- carlas. En cxanto 2 1os elementos extraiios, poco umerosos desde Iuego, y casi absurdos, por ejemplo el melén de wn pals extranjero, y los pe- iquefios tetratos, son cosas que quedan por ex- piicar» din enanto al melén, el softador ba recurride 4 la idea (original) de Sgurirselo representando los encanlos de ta soledad, pero presentados for soliclaciones gurariente humaxas, ‘Tal ver no a exacto, pero bien pudiera ser asociacién de fdeas que Mevase al camino de la explicacién ‘exacta, Corrclativamente a su estado de pecado, ‘sta asociacin pudiera figurar representacién se- xval, que ocupara la imaginacién del joven so- Titariow» Kn cuanto a los retratos, Descartes no pro- ‘cura uelaracién alguna.» Ell profesor Freud ha examinado estos stefios detalladamente, pero no ha podido explicarlos, uesto que su sistema requiere siempre interro- atorio del paciente. No hay duda que Desear- tes intent6 dar, al despertar y- hasta antes de hhaber despertado por completo, alguna explica- ei6n; pero esa explicacida, que tal vex fuese abreviada 0 dispuesta tendenciosamente por Bai Net; sea demasiado fragmentaria para proporcio- Par todas as aclaraciones ‘tiles, No obstante, hha parecido posible al ilustre pstquiatra descu- brir esta explicacidn general, que mo deja de tener valor: que Descartes, en el momento de sui suefios, pasaba por erisis de consciencia do- minada, por una parte que desgraciadamente ig- Roramios, por representaciones sexules. El pro fesor Freud nos ha puesto, desde Iuego, con sus observaciones discretas, en condiciones de com prender la confesién simbéliea hecha por Des- cartes mismo sobre tan delicado punto. Sablamos, por la aufobiografia del «Discurson, ‘que «1 viajero se hallaba jresa de crisis intelec- ‘tual; interesente era indicar que a ella se una eri- ag sis moral, 1.as observaciones del profesor Freud Jegitiman las nuestras, concediéadoles la justif- cacién fatima de lo inconsciente, certidumbre que apoya ya la hipétesis que hablamos sugerido. Descartes busca en este momento fijar un fin mo- ral a su vida, a su penstmiento, crisis moral que su voto de ir en peregrinacién a Nuestra Sefio- za de Loreto, hecho en este momento, y su ct» sfosidad en cuanto a las doctrinas ros-crucenses, parecen actsar con fuerza. ‘Todo revela ast que las oCogitaiiones. privataes, tan singularmente apasionadas, entusiastas, quiméricas, expresin es- tado profundo, el estado sentimental de un ser que ha disimulado esta pasi6n en su confesiin may Jnteleetualizada del «Discurso», pero que no la disimulé probablemente sino porque enton- ces habia cambiado, si no de objeto, al menos de carlicter. {No hubré que reconocer en estos suefios de Suavia algunas particularidades ros-erucenses? En ellos se trata, noteriamente, de un diecions. rio; ahora bien, al decir de Baillet, un dieciona- rio hallado en el sepulero del fundador de ta sec- ta, desempess importante papel entre os sece- sorios de la leyenda ros-erucense. En dicho se prilero, se encontré también esparcidas férmulas fn latin: también observamos formulas en latin ‘en el suefio: formulas de Pitégoras en este Ail- timo, {Urmulas de Paracelso en aquél. No po ‘drfamos dejar de tomar en consideracion el he- x00 . m4 — ‘eho que Descartes, al despertar, peasé en Piti- ‘goras, en batir ta herejfa, a lo que contests el Cardenal «que el establecimiento de ese ginero no bastaba 157 = ‘en aquellas circunstancias y que no conducirfa, ‘ficazmente al fin que se queria aleanzar; que no. ‘era posible acabar con una herejfa que habfa te- ‘ido su origen en las divisiones del Estado a no ser por medio de un golpe decisive adecuado que Ja destruyese en su mismo centro» (104). {No queria decir esto empleo de suplicios y ‘exageracién de la intolerancia? Puede ser que ast fuese; pero desde Iuego signifieaba: nada de iscasiones, sino violencias, Este era el estado: de alma del prelado, Era hombre de Tucha, pero: niosotros sabemos hastante sobre Descartes para poder afirmar no era é el hombre adecuado pa- 7a aquel combate. ‘Tal vex podamos ahora comprender mejor, 1 través del relato bastante vago de Baillet, la Sndole de la conversacién entre Bérulle y Des- ‘artes, discerir con mayor probabilidad de cer~ tidumbre 1 sentido de los propésitos del céle- ‘re oratoriano: éste, mucho més comprometido: ‘en las cosas temporales de lo que parece a tra ‘vés de su piadosa leyenda, comprendié perfec tamente las intenciones uilitarias de Descartes, ¥ To que tal vez quiso (porque la hipétesis se nos impoue por tratarse de un propagandista ca- tequista creador de sociedades), fué atraer at joven apasionado y sabio hacia las obras de con- tra-reforma de las que era uno de los mis ac- tivos promotores, No es de creer quisiera apo- derarse de G1? Sabemos que le impuso eberes: isis de conciencia, segtin manifesta et relate de Bai- Uet, Bérulle volvia del asedio de La Rochelle, no hay que olvidarlo; su celo apostélico habia sido reforzado por el éxito de Richelieu, sobre todo por el temor que sentia su camarilla de ‘que el vencedor fuese tolerante en demasfa; Bé- rrulle poseia voluntad de Tiguero, Naturalmente, no podemos imaginar lo que dijese exactameente a Descartes, puesto que no isponemos de documentos; todo lo que pode. ‘mos suponer e¢ que al despedirse de] oratoriano, Descartes pensd en salir de Francia, {Salié huyendo de algo? {Respondi6 a los vo- 40 del mistico? Lo finico que nos es dado ba- ‘cer es reproducir algunas Iineas de Baillet que dicen: La impresién que las exhorlaciones det pia- oso cardenal produjeron en él, unidas a lo que su maturalesa y razéa lo dictaban desde hacla mucho tiempo, azabaron por determinante, Has- a ontonces no habia abrazado adm partido algu- no en Filosofia, no arrimdndose a secta algun: como él mismo nos dice. Se conforms en su re- -solucién a conservar su libertad, trabajar sobre Ja naturaless sin detenerse a considerar en qué e aproximaba 0 alejaba de los que trataron de filosofia antes que él, Las solicitaciones que re- ‘dodlaron sus amiges para que se apresurase a comunicar sus luces al priblico, no Te permitieron relroceder més. Unicamente deliberd sobre los ‘medios para ejecular su deseo con mayor como- didad: y habiendo obsereado dos obstaculos prin- ipales que pudieren impedisle el buen éxito, a saber, el calor del clima y la frecuentacién del gran mundo, rosolvid relsrarse para siempre det lugar do sus costumbres y procurarse perfecta soledad on pats mediocremente frio y en el que Juese desconocidon (105). Estas Tineas, que produeen impresiin de con- fesién hecha por el mismo Descartes, fueron re- actadas por Baillot a la vista de notas de Cler- selicr, intimisimo confidente de Descartes, Por eso yom tan preciosas. Por desgtacia se perdic- yon para nosotres, y por lo tanto mo nos serf posible comprobar, materialmente, el directo re- ‘lio de Descartes que haya podido conservar el texto de Baillet, Nos hallamos dispuestos a creet- Jo Jo suficientemente vivo, porque esis Ineas presentan tono liberal que no va de acuerdo ‘con cl estilo religioso de los eseritos de Clerse- lier, del muy devoto Clerselier. Que no habla adoptado sectan. 2Qué quiere decir esto? 2Querra decir que Descartes no per- tenccla @ partido o camarilla alguna? «Quiere consersdr se liborlads. {Habria sido invitado a ‘entrar en alguna sécta, en un partido, camarilla ‘que Te obligase a perder algo de su libertad? En ‘el relato del bidsrafo se observa. un poquillo de nerviosidad: gseria por parte de Descartes? Des- cartes quiere marcharse; aparin asus amigos; ieee de pronto se siente impaciente; Baillet nos dice ‘que Descartes s¢ va, que quiere itse répidamen- te, pronto, con espiritu libre, usin detenerse a ‘considerar en qué se aproxima 0 aleja de los que trataron de filosofia antes que lv, Lo que evidentomente hace <¢ excapar. {Podemos asegurar, uma vex. consideradas esas ‘condiciones, que Descartes marcha para obede- cer @ Bérulle? {Dbnde estd la palabra o «1 gesto que demues- tre, que confiese la fe de Descartes ante el mis ilustre mistico de su tiempo? {Se arrodillé el joven filsofo ante el santo pidiéndole su bendi- in? £Quiso dar a Ia conversacién giro. priicti- co,.sin contenido alguno religioso? gNo fué, co- ‘mo verdadero ros-crucense coino probé, como ‘quiso probar que la medicina y la fisiea deben servir para prolongar la vida y facilitar el tra- ajo? Nada hay en esto de humildad cristiana, puesto que indica rebeldia contra el sufrimiento yy trabajo demasiado duro. Si en esto no se mrues- tra Descartes sabio puro, tampoco se nos pre- senta como cristiano puro. $i hubiese animado. sus proptsites Ia emocién piadosa, ¢mo encon- trarfamos ‘algtin rasgo de ello en su biogralfa? ‘Seco es el relato de Baillet; més seco es toda- via el recuerdo que de invocari el Bésofo en una carta dirigida a su amigo el alquimista de ‘Villebressicux. En ella solamente le habla dle st igtodo: sii ale “AllS fué donde obligué a confesar a todos to ‘que €l arte de razonar bien puede hacer sobre el espftitm de aquellos cuya sabiduria no pasa de lo mediocre y que mis principios stim me- jor establecidos, son més verdaderos y naturales ‘que ninguno de Tos demés admitidos ya entre la gente de estudio, Usted esth convencide de ello ‘como todos los que se tomaron el trabajo de ro- ‘garme encarecidamfate los escribiese y diese al piblico.» : Y, nada mis; ni una sola palabra para avivar el recuerdo del piadoso cardenal, que, seatin Ballet, como hemos dicho ya, ejereié después de Dies, la més grande influencia sobre cl es pfritn de Descartes (106). $i lo pasa en silen- io en le ocasién en que hubiese sido convenien- te nos hablase de 1, :no estamos facultados ps a inducir que la veneracién de Descartes fue say tibia? Descartes est en yisperas de salir para les Provincias Unidas, a las que se dirigié algunas semanas mis tarde. Si hubiese partido con pie- dad screcentada, miis deferente, después de st conversacién con el mistico, zhubiera tomado la resolucién de refugiarse en la herética Folan- da para cumplir su yobligacién de conctencian’? nx " 162 — Mal se comprenderi esta‘marcha si se quiere explicar como conseeuencia més © menos reli- siosa de dicha conversacién, tanto que 10s ve- ‘mos Tlevados a preguntarnos si el propésito de Descartes ante el eardenal de Bérulle, admitiendo que lo hiciese patente, fué coartada magnifica Con dicho propésito podemos preguntarnos tam- ign ‘si Descartes quiso hacer pasar, sin gran- des obstéculos, alguna decisién cuya gravedad ¥ extrafieza no pudo disimularse el antiguo alumno de los jesuftas, en el duro momento de restauracién mondrquica y catdlica. {Qué valor tiene nuestra hipétesis? Hubiése mos sentido escriipulos de formularla en tan claros términos, si E. Brémond, el admirador ‘comprensivo del devoto cardenal,, no hubiese decidide la dificultad en contra de Bérulle, De- Demos reproducir su texto, pues tal eatieién a toriza a descartar cuantos obsticulos se inter- ‘pongan en esta materia, en la que habla que ‘emer falta de discrecion y respeto: sCierto es que Bérallé animé mucho al joven Descartes; 1o dudoso es le entendiese bien, Por ‘mi parte no veo la manera como pueda compa- arse la metaffsica implfcita de Bérulle, que era ‘completamente cristiana y mistica, con la meta- ffsica independiente y racionalista de Descartes» (107). He ahi el juicio equitativo, inspirado por el sentimiento de las formidables diferencias que pipe separan a esos dos hombres, Hi recuerdo de los ‘trabajos de Descartes en Holanda no puede har ‘cer mis que fortalecerlo. {Qué ocupé la atencibn de Descartes tan pron- to Intbo vuelto al lado de su amigo Beckman ‘en Holanda? De su correspondencia resulta que ‘emplet Jos primeros mueve meses de su éstancia elaborando un stratadito de metafisica.... cuyos principales puntos son probar la existencia de Dios y Ja de nucstras almas» (108). 4Se trataba de ejercicio de piedad, de efusio nes apologéticas? Como hace observar muy acer- tndamente Gustavo Cohen, Descartes «buscabay la prueba de Dios y las de Ia inmortalidad del alma winicamente, por las elas de la razdnn. Lejos de salir de la presencia del mistico Bé- rrulle como extasiado, ef resultado de estas me- Gitaciones (sigue diciendo el mismo historia- or) fué un Dios que uno tiene casi nada det Dios de la religién» (109): ‘No se condujo Descartes en Holanda como hi- jo espiritual de Bérulle, sogtin dice Enrique Gou- hier, 0 como discipulo de Bérulle, sein escribe ‘Eapinas. Tan poco lo parece que 0 Hevo més le- {jos su teodicea, frfa desde Iucgo: continué sus trabajos, que haba abandonado hacfa tanto tiempo, en fisica y anatomia. «El vinje a Ho- Janda en nada alteré el orden de sus trabajos, ‘observa justamente Goubier, que resuelve de es: ta manera en pocas palabras el problema en con: = 164 — tra de Baillet, en el mismo momento en que pensaba acentuar los rasgos berulianos en la. figura del filésofo, tan finamente grabada por <1 autor de la «Vida det Sefor Descartesy a ma- snera de piadosa alegoria, Lisron. EL DISCURSO SOBRE EL METODO CAPITULO I La huida a Holanda Era a iltimos del ano 1628. Descartes salis de Parfs a fines de noviembre, al comienzo del Adviento, para buscar retiro misteriovo y de es- tudio en un rinon de la provineia, muy cerea de Balzac, que vivia en el Angoumois, All{ es- ccribié probablemente sus admirables «Regulae ad directionem ingentiv. Queria babitwarse al frfo, a la soledad, a ln vida ristica, antes de ir 8 establecerse en Holanda; tal ver quisiera tam- idx habituarse a vivir en ambiente protestante. Gustarfames de saber dénde maduré Descar- tes s1 proyecto de salir de sw pafs, abandonan- doa su rey, a su familia, para dirigirse a la protestante Holanda. a una carta que Balzac cescribi6 al filésofo por aquel tiempo (110) se hhace alusién a un pantano; de no tratarse det de Aunis o del de Poitou, pudiera muy bien ore aludirse al nombre de la casa en que se aloja- ba, a una granja denominada le Petit Maraisy (EL Pantanito), que la familia de Descartes posefa en los alrededores de Chatellerault, en territorio del Ayuntamiento de Ingrande (111). Esta hipétesis cusdraria con las costumbres de Descartes, que gustaba de los pucblos ¥ de las ‘casas aisladas en medio del campo, con tal de que cestuviesen ent las cercanfas de las ciudades para focilitarle Ja vida, En esta carta, Balzac da gracias a Descartes por la manteca que le ha enviado, ¢ ingeniosa- ‘mente le pregunta si sus vaeas se alimentan con Ja mejorana que crece en los pantanos. Alude @ una granja, a una explotacién rural, tal ver 4a la alquerfa que hemos meneionado; le hipéte- sis no falta de verosimilitud. Cul fué Ia fecha exacta del establecimien- to definitive de Descartes en Holanda? Sabe- mos de dos fechas ciertas, pero que no atest quan el hecho de su estancia allt entre ambas, Fl diario de Isaac Beeckman sefiala su presen- cia en Dordrecht <1 8 de octubre de 1628 y el 1. de febrero de 1629. Sabemos de otra fecha cierta: el 26 de abril de aquel mismo aio, en que se matrictl6 en Ja Universidad protestante de Franccker, en Frisia, una de las tres pro- vincias més celosas, 2Vivi6 de manera continua en las Provincias- ‘Unidas a partir del $ de octubre? Cosa es est teges ‘que ignoramos, Lo que sf sabemos, por el con- trario, e que este incorregible dromémano He- v6 vida némada viviendo en Leyden, en Eg- mont, en donde estuvo siete aflos, en Deven- ter, on Samport, en donde estuvo tres alos, en “Alkmaar, Amsterdam, Utrech y algunos otros Iugares, incapar de fijar su residencia, curio- iscursive, como en tiempos de su juventud. Lo mismo viajaba ahora por la Provincias-Uni- das que en otro tiempo por. las Alemanias. Een aquellos momentos Descartes sintié la an- gustia de alain peligro, pero ade qué peligro? ‘Ain se esté diseutiendo sobre su nombre, ex- tension y naturaleza, {Por qué abandoné Paris? {Bue huyendo de la Contra-reforma yendo a instalarse en la grave y protestante Holanda? {Seria que su coaversacién cin Bérulle le ma- nifestaria tal peligro, como acabamos de suze- ir? Al problenia de: zpor qué salié de Franc podemos aiadir este otro: {Por qué escogié Ho- Tanda? Parece que en general estén de acuerdo los historiadores en pensar que la cuestién de re- Tigién no desempené papel decisive en su de- terminacién; de seguir las explicaciones dadas ven sa «Discurso», nos vemos levados a creet ‘que tinicamente eesti’ de comodidad fué la que guié su eleccién; que fué a buscar en Ho- festada de bandidos y ma-

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