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CAPITULO III HABLAR, NO ES VER UISIERA SABER lo que busca. —Yo también quisiera saberlo. —¢Esa ignorancia no es demasiado desenvuelta? —Temo que sea presuntuosa. Siempre estamos dispuestos a cre- ernos destinados a lo que buscamos, por una relacién més intima, ms importante que el saber. El saber borra a quien sabe. La pa- sién desinteresada, la modestia, la invi bilidad, he aqui todo lo que corremos el riesgo de perder sin siquiera saberlo. Pero también perderemos la certidumbre, seguridad orgullosa. Tras la cara impersonal y como borrada del sabio, est la lama terrible del saber absoluto. . —Quizd. Sin embargo, esa llama no deja de brillar, alli donde hay ojos. Incluso la veo en los ojos sin mirada de las estatuas. La incertidumbre no basta para hacer modestos los intentos de los hombres. Admito que la ignorancia que se encarna aqui sea de indole particular. Estén los que buscan con la frivolidad de encon- at, incluso tie mei; ca Gut To que buscan. Estén aquellos cuya bisqueda, precisamente carece de objeto. = Recuerdo que la palabra encontrar, en un comienzo, no sig- nifica en absoluto encontrar, en el sentido del resultado practico © cientffico. Encontrar, es contornear, dar la vuelta, ir en torno a. Encontrar un canto, es contornear' el movimiento melddico, hacer que dé vueltas, que ande. Aqui ninguna idea de meta, y menos todavia de detencién. Encontrar es casi exactamente la misma pa- Jabra que buscar, lo que quiete decir: “dar la vuelta a”. —Encontrar, buscar, ir en torno a: si, son palabras que indican movimientos, pero siempre circulares. Como si la bisqueda tuviese el sentido de flexionarse necesariamente al dar vueltas. Encontrar 61 se inscribe en esta gran “hivede” modelos de lo movedino inmds con el centro, que esp celeste que nos dio los primeros fe encontrar y dat vuelta, = pero el centro no te encuentra. La brisqueda tal ver serta este biisqueda temerarie Que siempre quisiera alcanzar el centro, fetus respondicndo su elerenany 7 TS Smeets con oe 4 pesar de todo, apresurada vimiento envolvente de la busqueda se par cuando la presa est inmévil y amengaante ie Sutra sunque sélo se mantiene bajo la fascinacién del centro que lo atrae Soe centro, siempre esté a salvo, _ . el centro seria de la misma indole que el er Errar, es dar vucltas y més vueltas, sbandonarse a [a magie del desvfo. El extraviado, aquel que salié de la custodia del centro, aes alrededor de sf, entregado al centro, y ya no custodiade —Mis exactamente, da vueltas en torno a. .., verbo sin comple- mento. No gira alrededor de algo, ni siquiera de nada; el centro ya no es el aguijén inmévil, esa punta de abertura que libera, se- cretamente, al espacio del andar. El extraviado va hacia adelante y est en el mismo punto, se agota en desandar, sin andar, sin permanecer —Y no esté en el mismo punto, aungué ésté en él, por el re- tomo, Algo que debemos considerar. El retosno borra Je pastida, el error es sin camino, es esa fuerza drida que desarraiga al paisaie, devasta al desierto, abisma al lugar. —Un andar en las regiones fronterizas y en la frontera del ander. —Sobre todo un andar que no abre ningiin camino y no res- ponde a ninguna sbertura: el error designa un espacio extrafio. ten que el movimiento esconderse-mostrarse de las cosas ha perdido su fuerza rectora. All{ donde estoy por error, no impera It bene volencia de Ia acogida ni el rigor, también tranquilizador, de la exclusién —Pienso en el viejo Empédocles: expulsedo por el éter hacia el mar, escupido del mar hacia le tierra, escupido de nuevo hacia el tol, y por el sol arrojado de mucvo al étet; “proscrite del dios y Es verdad que el m 62 en el error, por ftarme del delirio de la irrtacién” Pero hay que set un daimon para meditse con semejante pruc ba, pequeno damon que es promesa de hombre. All, sin embargo, 1 destictto sigue siendo exclusin, Ia exclusién tiene lugar en el interior de un mundo cerrado donde, por el juego de cuatro éngulos que lo parte sin tregua, el ser del destierro sin embargo vive como afuera. Fl destierro btblico es, exencialmente, esta salida y este reconocimiento del fuera, en donde se origita la alianza. El error, 4 mi parecer, no cierra, ni abre: nada esti cerrado, y, sin embargo, no hay ningin horizonte; no esté limitado, y no esti a cielo abierto. El espacio de nieve evoca el espacio del error, asi como lo presintieron Tolstoi, Kafka —Por el error, usted dice que las cosas no se muestran ni se esconden, dado que todavia no pertenecen a la “regién”” en donde cabe develarse y velarse. —Lo dije? Mas bien diria: el error es esta obstinacién sin per severancia que, lejos de ser afirmacién severamente continuada, se persigue desviindola hacia lo que no tiene nada firme. El error esencial no tiene relacién con lo verdadero, que carece de poder sobre él. La verdad disiparfa el error, en caso de encontrarlo, Pero hay una especie de error que arruina de antemano todo poder de —Confieso no entender muy bien su error: serta dos clases: uno, la sombra de lo verdadero; otto, .., pero de ese otro, me pregunto cémo puede usted hablar. : —Quied sea lo mis fécil, EL hablar v el crror estén ep fami { liaridad

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