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PENSAMIENTO CONTEMPORANEO | Coleccién dirigida por Manuel Cruz L, Witigenstein, Conftrencia cbr ética J. Derrida, La desconstruccidn en las fronteras de la filosofia PK. Feyerabend, Limite dela ctencia JE. Lyotard, «Por qué flosofar> AC. Danto, Historia y nerracién ‘TS. Kuhn, eQué eon las revaluclones cientficas? M. Fowcavlt, Toonologias del yo N.Luhmann, Sociedad y sistdmas la ambicion de la teoréa J. Rawle, Sobre las libertadee G. Vattimo, La sociedad transparente R. Rory, giro lingiiticn G.Golly Bt ibro de muestra crisis KO. Apol, Teoria de la verdad y étca del discurse J Elster, Domar la tverte HG. Gadamer, La actualided de lo bello GEM. Anscombe, Intencion J. Habermas, Htcritos sobre moralidad y eicidad TW. dome, Actualidad de la losis T. Negri, Fin de siglo D. Davidson, Mente, mundo y acctin E. Husserl, Jnitaciin a la jonomenologia L, Witgensteln, Lecciones y comversaciones sobre esttica, psicologe i Yyereeneia rigiosa RGamap, sutobiografia intelectual N. Bobbio, fgualdad y lbertad GE. Moore, Ensayar éticas . E_ Levinas, El tipo y of Otro W. Benjamin, La motafisea de la juventud E. Tanger / M, Heidegger, desrea del nilismo R. Dworkin, Bice priveda ¢igualitariemo polltco C. Taylor, La étiea dela autenticidad HE Putnam, Las mil caras del realiemo i M, Blanchot, £1 paso (mo) mds alld P. Wines, Comprender una sociedad primitiva A Koysé, Pensar la ciencia I. Derrida, £1 lenguajey las instituciones floss 5. Well, Relesiones sobre las causes dela liberiad y de la opresin socal PL F. Suawson, Libertad y resontimisnta Hi Arendt, Dela historia la accion Hannah Arendt De la historia a la accion Introduccién de Manuel Cruz Ediciones Paidés LC.E. de la Universidad Auténoma de Barcelona Barcelona ~ Buenos Aires - México Titulos originales a) Understanding and politics (Partisan Review, 1955); b) History and immortality» (Partisan Review, 1957); 6) , 24, Detal manera que alo que una vez ha comenzado nos arebata dl control dela accién, y los hechos consumados que aguel comienzo fori se convierten acumlativa: mente en la ley de su continuaciéns, H. Jonas, ep. pig, 73. mrropucciOn 2 bate aludiendo a un modo de plantear estos temas muy caracteristico dela década anterior. Incluso se podria sostener que ésta fue una de sus ensefianzas: la categoria de sujeto resulta indispensable, tras tan- tas revisiones criticas, para acceder a alguna forma de inteligibilidad acerca de lo que nos pasa, especialmente acerca de esa parte de lo que nos pasa que solemos lamar historia.” Pero nos compete hacer cre- cer las ensefianzas recibidas. Me atreveria a defender que, hoy, es no sélo el conocimiento sino también, y sobre todo, la postbihidad misma de la accién bumana en el seno del mundo lo que se halla comprome- tido en esa especifica reivindicacién del sujeto que viene indisoluble- mente ligada al concepto de responsabilidad, Acaso sea éste el resu- men més veraz de todo lo que he intentado exponer. Recuerdo haberle oido decir hace unos afos al fallecido Manuel Sacristin, comentando la necesidad de revisar las categorias politicas convencionales, que el término «conservador» se habia convertido en un término profundamente inadecuado: los conservadores de nues- tros dias lo Ginico que conservan es el registto de la propiedad, seiie- Jaba con ironia, Eca una forma de afirmar que la compulsién por transformar habia dejado de ser progresista, de advertir que estaba- mos entrando en una época en la que el tinico horizonte que tal vez les iba a quedar a Jos que antafio luchaban por la emancipacién seri Ja mera defensa de la supervivencia del género humano. Ligando esto con Jas cuestiones que he intentado desarrollar, se me ocutte una re formulacién —quiero pensar que respetuosa— de la vieja tess: hasta ahora los hombres se han dedicado a transformar el mundo, delo que se trata a partir de ahora es de que se hagan cazgo de el. Manet. Cruz Universidad de Barcelona 25, Habia defendido de modo expreso esta tesis en mi Nibro Nerratvidad: le mus 13 vintesis (Barcelona, Peninsula, 1986) y posteciormentemente voli cobre ella en Filosofia de la Histora Bateelone, Paidée, 1991). He recogido mejores argurmentos en lo ves sbsoe que componenelvlunen coesvo Tempo de mbjeided Bar «elona, Peidés, en prense) ex COMPRENSION Y POL{TICA' Es ist scbwer, die Wabrbeit zu sagen denn es gibt ‘Boar nur eine; aber sie ist lebendig und hat daber ein le- bending welebselndes Gesicht, Franz Kafica Es frecuente decir que no se puede luchar contra el totalitarismo sin comprenderlo, Afortunadamente esto no es cierto y, silo fuera, la nuestra seria una situacién desesperada, La comprensién) en tanto que distinta de la correcta informacién y del condcimiento cien es.un complicado proceso que nunca produce resultados inequive- cos. Es una actividad sin fin, siempre diversa y mutable, por la que aceptamos la realidad, nos reconciliamos con ella, es decir, tratamos fe sentimnos en armonfa con el muiid6.. ~~ ~~ 7 El hecho de que la reconciliaciGn sea inherente a la comprensién hha dado lugar al equivoco popular segin el cual tout comprendre est tout pardoniner. A pesar de ello, al perdén tiene tan poco que vet con la comprensién que no es ni su condicién ni su consecuencia. El ap (ciertamente una de las més grandes capacidedes humanas y ‘quits la mas audaz de las acciones en la medida en que intenta lo aparentemente imposible, deshacer lo que ha sido hecho, y logra dar lugar a un nuevo comienzo alli donde todo parecia haber 1, Tiong, «Understanding and Poliies», Partita Review, XX, TV (ulio-agosto) 1953, pigs. 377-392, Traducimos aque texto tal como apareci en exta revista Revie temente Jerome Kohn lo ha reeditado (en Hannah Arendt, Essays in Underitanding: 19301934, Harcourt Brace & Co., Nuews York, 1994), tomando en considers di ‘ersos manuscritos depostados en la Library of Congress. De ellos des estén cosidos juntos —uno titulado «Acerca de la natucaleza del totlitarisma: un ensayo sobre la com: Prensién» y el otro sin tulo— y parecen nota y materiales pata conferencias, sibien vi. ‘tualmente cada frase de «Comprensisn y politce» est include, aangae no en el mismo ‘orden, en el primero de ellos. Un tercer manuscrit, el orginal de «Comprensin y po. litica leva el eulo de «Las cficultades de la comprensiéins. Dos secciones de este ma ‘nuscrito no aparécen en la versén publicada por la Partisan Review. En opinicn de Koha exto se debe probablemente al cariter pelémica de una y ala oseunded de ls ‘otra, Parece también que el trulo fue cambiado por la revista, (N. delat) date ate. 30 HANNAH ARENDT es una accién Ginica que culmina en un acto tinico. La comprensin no tiene fin y.por lo tanto no puede producir resultados definitivos; _ss.elmodo especificamente humano de vivir, ya que cada persona ne- “cesita reconcilatse Coit el mundo en qué ba nacido como extranjero Fen cuyo s jece Seitipre exktrafio a causa dé sit Hrrediicible ‘unicidad. La comprensién comienza con el nacimiento y finaliza con la muerte. En la medida en que el surgimiento de los gobiernos tota- litarios es el acontecimiento central de nuestro mundo, entender el li rismo no significa perdonar nada, sino reconciliarnos con un Ef qué Cosas como éstas son simplemente posibles. pienintencionada quiere acortar este proceso de com- prensin para educat y alertar ala opinién péblica, Consideran que los libros pueden ser armas y que es posible luchar con las palabras. Pero. las armas y la lucha pertenecen al dominio de la violencia y Ia_ ia del po la co i donde acaba dl discurso. Las palabras usadas para combatir pierden su cualidad de discurso; se convierten en clichés. El sleance que los clichés han adquirido en nuestro lenguaje y en nuestros debates cotidianos pue- de muy bien indicar hasta qué punto no sélo hemos perdido auestra facultad de discurso, sino también hasta qué purito estamos dispues- tos a usar medios violentos, mucho més eficaces por otra parte que los malos libros (y sélo los malos libros pueden ser buenas armas), para resolver nuestras diferencias. E El resultado de estas tentativas es el adoctinami t0, el cual, como intento por comprender, trasciende el comiparativamente silido Ambito de los hechos y de las cifras, de cuya infinitud trata de escapar; pero, como atajo en el mismo proceso de trascender, arbitrariamente interceptado por enunciados apodicticos que pretenden tener la Gabi. lidad de los hechos y las cifras, destruye también la actividad de com- prender. El adoctrinamiento es peligroso porque tienc su origen en tna pension na Gel conodirleate ing le ls OMpRONGH ETE sultado de la comprensién es el sentido, el sentido que nosotros mis- mos originamos €7 29 Fratamos de / padecemos., aan orecer la lucha totalitaria con- tra la comprensidn y, en cualquier caso, introduce el elemento de la violencia en el conjunto de la esfera de la politica, Un pats libre hard tun uso bien pobre de ella comparado con al que llevan a cabo la pro- ABOCTR. > VlOL PEL ‘COMPRENSION ¥ POLITICA BL paganda y la educaci6n totalitarias. Un pais libre, al utilizar y entre- nar a sus propios «expertos», que pretenden «comprender» ia infor- mucin factica, afiadiendo a los resultados de sus investigaciones una - escape a ella. La tinica diferencia es que, entre la gente inculta, ls estupidez permanece beatamente muda y se convierte en insoporta. blemente ofensiva entze las personas «inteligentesm, Incluso se podtia decir que, dentro de a intelligentsia, cuanto més inteligente es un in viduo, mis iritante es la estupidez. que comparte con todos los dems. Parece casi un signo de justicia histérica que Paul Valéry, el espiri, i ico pueblo del bow sens—, fuera el primero en detectar la bancazrota del sentido comiin en el COMPRENSION ¥ POLITICA 37 mundo modermno, en el que las ideas mas comiinmente aceptadas se ban visto «atacadas, refutadas, sorprendidas y disueltes por las hecho» y donde, por consiguiente, somos testigos de un «tipo de insolvencia de la imaginacién y bancarrota de la comprensisn».* Mucho mis sor- prendente es que, ya en el sigloxcvm, Montesquieu estuviera convenci- do de que s6lo las costumbres —las cuales, por el mismo hecho de set ‘mores, constitayen la moralidad de toda civlizacién—han sido el obs- téculo para una espectacular crisis moral y espiritual de la cultura oc- cidental. No se lo pucde alinear ciertamente entre los profetas del apo calipsis, pero su coraje fio y sobrio dificilmente ha sido igualado por ninguno de los grandes pesimistas histéricos del siglo xxx. Para Montesquieu, la vida de los pueblos esta regida pot leyes y costumbres, que se distinguen entre si por el hecho de que «les leyes regulan los actos del ciudadano mientras que las costumbres regulan Jos actos del hombie».* Las leyes establecen la esfera de la vida poli. tica, ylas costumbres, la de la sociedad. La decadencia de las nacio- nes empieza con cl socavamiento de la legalidad, ya sea cuando el go biemo en el poder abusa de las leyes, ya sea cuando la autoridad de sus fuentes se convierte en dudosa o cuestionsble, En ambos casos las leyes pierden su validez, con Jo que la nacién, conjuntamente con su «credo» en las propias leyes, pierde su capacidad de accién politica responsable; el pueblo cesa de ser ciudadano, en el pleno sentido de la palabra; sélo quedan entonces las costumbtes y las tradiciones de Ja sociedad (Jo cual explica, dicho sea de paso, la frecuente longevi dad de cuerpos politicos cuya sangze vital esté agotada). Mientras és. tas se conservan intactas, los hombres como individuos particulares siguen comportandose segiin ciertos principios de moralidad, pero esta moralidad ha perdido su fundamento y no podemos fiaenos ii- sitadamente de la tradici6n para prevenir lo peor. El més minimo in- cidente puede destruir unas costumbres y una moralidad que ya no tienen fundamento en la legalidad; cualquier contingencia puede amenazar una sociedad que ye no esté sostenida por sus ciudadanos, Montesquieu eseribia acerca de su propio tiempo y de sus inme- diatos fines: «La mayor parte de los pueblos de Europa estén ain go- 4. Vautme, Pao, «Regatds suc le monde actuel>, Oawwres complttes. I, pig, 942, Ed, Pleiade,(N. dela) 3. De Pesprit des lois, XIX, 16, (N. delat.) 38 HANNAH ARENDT bernados por las costumbres. Pero si, por un largo abuso de poder, 0 mediante una gran conquista, el despotisino se estableciese en un hu. gar determinado, no habria costumbces ai clima que resistieram, En esta bella pare del mundo la naturaleza humana suftiria, al menos or un tiempo, los insulios que tienen que sufrit las tres restantes» En este pasaje Montesquieu saca a la luz los peligros de un eucrpo Politico que se mantenga unido sdlo por las costumbres y las tradi. ciones, esto es, por la sola fuerza unificadora dela moralidad. Los pe- ligros pueden ser internos, como el mal uso del poder, o externos, como la agresién. Montesquieu no podia fe factor gue final mente ocasion6, a principios del siglo x88 derrumbe de las cos. tumbres y que result6 de aquel cambio radical del mundo que deno minamos «revolucién industrial, ciertamente la mayor tevolucion a Ja que la humanidad ha asistido en un lapso de tiempo tan breve. en pocas décadas cambié todo nuestro globo de una forma més radical de lo que lo habian hecho los tres mil azios de historia prec Je, Re pensando los remores de Montesquieu, expresados casi cift’ hos an tes de que esta revolucidn desarrollara toda su fuerza, nos sentimos tentados a reflexionar acerca del curso que hubiera podido tenet le civilizacién europea sin el impacto de este factor determinante dnico Una conclusién parece imponerse: la mutacin tuvo higar dentro de lun marco politico con fundamentos inestables y, por lo tanto, sor prendié a una sociedad que, a pesar de que todavia era capas de com. render y de juzgar, ya no era capaz de dar cuenta de sus categorias de comprensién y de sus criterios de juicio cuando eran seriamente desafiados. En otras palabras, los temores de Montesquieu, que pa- zecen fuera de lugar en el siglo xvut y un lugar comiin en el xx, poe. den darnos, al menos, un elemento de explicacién, no del totalitaris- smo o de cualquier otro fenémeno éspecificamente modemo, sino del hecho perturbador de que nuestra gran tradicién haya permanecido tan particularmente silenciosa, tan incapaz de respuestas product!, vas, frente al desafio de las cuestiones «morales» y politicas de nues. {to tiempo. Las mismas fuentes de las que podian haber surgido tales respucstas se habfan secado, Lo que se ha perdido es el propio mar. co en que la comprensién y el juicio podian emerger. Sin embargo, los temores de Montesquieu van todavia més lejos, y 6. De Fesprit des los, Libeo VIII, Cap. IX. (N. de at.) COMPRENSION ¥ POLITICA 39, por ello se aproximan mucho mas a nuestra actual perplejidad de lo que permite pensar el pasaje citado més arciba. Su principal preocu- pacidn, que encabeza todo su trabajo, tiene que ver, més que con el bienestar de las naciones europeas y con la conservacién dela libertad politica, con la propia naturaleza humana: «El hombre, ser flexible uc en la sociedad se amolda a los pensamientos y las impresiones de Jos dems, es capaz de conocer su propia naturaleza cuando alguien se Ja muestra, pero también es capaz incluso de perder el sentimiento (d'en perdre jusqu’au sentiment) de ella caando se la ocultan».” En- frentados, como estamos, con el muy realista intento totalitario de ocultar al hombre su naturaleza con el prerexto de cambiatla, el cora- je de estas palabras es como la audacia de la juventud que puede arriesgarse a todo en el Ambito de la imaginacién porque nada grave hha ocurrido todavia que contfiera a los peligros imaginados su conere- arti- cular de la accién politica, es engendrar un nuevo inicio, extecees la comprensién es la otra cara de la accién, esto es, de aquella forma de cognicién, distinta de muchas otras, por la que los hombres que ac- tian (y no los hombres que estén emperiados en contempar aigin curso progresivo 0 apocaliptico de la historia) pueden finalmente aceptar lo que irrevocablemente ha ocusrido y reconciliarse con lo que inevitablemente existe. La comprensién, como tal, ¢s una extraiia tarea; afin de cuentas, ‘n0 puede hacer més que articular y confirmat Jo que la comprension preliminar—que siempre est, consciente o inconscientemente, com- rometida directamente con la accién— haba presentido al inicio. No sélo no huiré cspantada de este circulo; por el contrario, sd cons. ciente de que cualquier otro resultado estaria tan alejado de a accion, de la que es solamente Ia otra cara, que no podria ser verdadero. En este proceso, tampoco evitard el circulo que los légicos denominan scvicioso» y que, a este respecto, puede incluso ser algo similar ala fi losofia cuyos grandes pensamientos siempre giran en circulo, ocupan- do alespiritu humano en un incesante didlogo entre si mismo y la esea cia de todo lo que es, COMPRENSION ¥ poLfrica 45 En este sentido podemos todavia aceptar le antigua plegaria a Dios del rey Salomén —aquien ciertamente algo sabfa de la accién politica— para que le fuera concedido un acorazén comprensivo», como el mejor de los dones que el hombre puede recibir y desear, Lejos de todo sentimentalismo y de toda rutina, sélo el corazén hu. ‘mano puede asumir la carga que el don divino de la accién —al ser un cotmienzo, y, por ello, capaz de iniciar— ha colocado sobre nosotros. Salomén pedia este don particular porque, siendo rey, sabia que ni J pura reflexién, ni el simple sentimiento, sino solo «un corazén comprensivo» nos hace soportable el vivir en un mundo comiin, con ‘otros que siempre son extrafios, y nos hace asimismo soportables para ellos. Si queremos traducir el lengusje biblicos a términos més farilia- zes (pero dificilmente més precisos), podsfamos denominnr al den de « humana, incluso en las condiciones de inmortalidad HISTORIA E INMORTALIDAD, 7 individual, y no se hallaba entre las caracteristicas que tal «naturale- 22 habia adquirido después de la caida de Adan y que convertia la politica, en el sentido meramente secular, en una necesidad dela vida Pecadora en la tierra. La conviccién de Agustin de que tiene que exis- tir alguna suerte de vida politica aun en condiciones de ausencia de pecado y de santidad le resumié en una frase: Socialis ext vita sancto. ram, incluso la vida de los santos es una vida junto a otros hombres (De Cis, Dei, XIX 5), Si el pensamiento cristiano no concedié gran importancia a la formacién de la idea de caducidad de todas las creaciones humanas ¥ pudo inchiso estargs acuerdo, en su mayor pensador, con una concepcién de la polliSh mais allé del reino secular, ésta se volvio muy problemética en la Edad Modema, cuando la esfera secular de la vida humana se habia emancipado de la veligién. La separacién de religién y politica significé que, independientemente de lo que un individuo pudiera creer como miembro de una iglesia, como clude, ano actuaba y se comportaba sobre la base de la suposicién de ln tmortalidad humana, El temor de Hobbes al fitego del infierno no in. fluy6 en lo mas minimo en su construccién del Leviatd, como un dios mortal que intimidaba 2 todos los hombres. Politicamente ha. blando, en la propia esfern secular, la secularizacién sipnificaba ni as ni menos que los hombres habian devenido otra ver mottales, Si esto los condujo a un redescubrimiento de la antigiiedad, al que de. nominamos humanismo, y en cuyo seno las fuentes griegas y roma. nas vuelven a hablar un lenguaje mucho més familiar gue se cores onde con experiencias muy similares a las suyas, de hecho en la Prictica no les permitié moldear su conducta de acuerdo ni con el clemplo griego ni con el romano. No retomé la antigua confianza en ¢l mundo con un carécter mas permanente que el de los hombres in dividuales ni en las estructuras politicas como garantia de una vt. ervivencia temsaga después dela muerte; de este modo, dejé de fun. cionar la antig( Mposicion entre una vida mortal y un mundo més 0 ‘menos inmortal. Ambos se habfan tornado perecederos, mortals y files: la vida y el mundo. Hoy en dia nos es dificil hacernos una idea de lo intolerable que esta situacién de absoluta mortalidad pudo resultar para los hom. bres. Sin embargo, mirando hacia atvas, desde el desarrollo de la Edad Modema hasta el inicio de nuestra época, el Mundo Moder. 38 MANNAH ARENDT nno,' vemos que transcurrieron siglos antes de habituarnos a la idea de la absoluta mortalidad, antes de que esta idea cesara de incomo- da:os y de que la vieja alternativa entre una vida individual inmor- tal en un mundo mortal y una vida mortal en un mundo inmortal dejara de ser significativa. Sin embargo, a este respecto, como en muchos otros, nos diferenciamos de todas las épocas previas. Nues- tro concepto de historia, aunque es esencialmente un concepto de la Edad Moderna, debe su existencia a aquel periodo de transicién en el que la confianza religiosa en la vida inmortal habia perdido su in- uencia sobre la secular y Ia nueva indiferencia hacia la cuestién de la inmortalidad no habia nacido todavia, Si dejamos aparte la nueva indiferencia y nos mantenemos en los limites de la alternativa tradicional, que otorga etemidad o ala vida 0 al mundo, entonces es obvio que la athanatidzein, el inmortalizar como actividad propia de los hombres mortales, tinicamente puede tener sentido si no hay garantia de una vida futura en el més alla. En ese momento, sin embargo, se convieste casi en una necesidad, en la medida en que maa preocupacién por la inmortalidad, sea la que fuere. Por consigl{ te, fue en el curso de esta biisqueda de una cesfera estrictamente st@tlar con una permanente durabilidad cuando la Edad Moderna descubrié la potencial inmortalidad de la humani dad, Esto queda expresamente manifiesto en nuestro calendario; se trata del verdadero contenido de nuestro concepto de historia, La historia, al extenderse en la doble infinitud de pasado y futuro, pue- de garantizar la inmortelidad en la tierra de una manera muy similar a como la polis griega o la repiiblica romana habian garantizado que Ja vida y las gestas humanas, en la medida en que revelaban algo esen- cial y grande, recibirian una permanencia estrictamente humana y te- renal en este. “Oe ‘La gran ventaja de este concepto ha sido que la doble infinitud' det proceso histérico convierte la noci6n de un fin en virtualmente inconcebible, mientras que su gran desventaja, en con paraci6n con la antigua teorfa politica, parece ser que la permanencia ha encontrado un espacio, es sélo que fue el Ginico en darse cuenta de que, si tomamos la historia como objeto de fabricacién o de construccién, llegard un momento en que este «ob- jeto> estar acabado, y que, siimaginamos que podemos «constrairla historian, no podemos evitar que, en,consecuencia, se dé un final de Ja hia. Cuando quiera que oimos hablar de «grandes objetivos en pol#G, tales como el estblecimiento de una nueva sociedad, en la que la justicia quedara garantizada para siempre, o el de librar una guerra que acabaré con todas las guerras, o el de crear un mundo se ‘guro para la democracia, nos estamos moviendo en la esfera de este tipo de pensamiento. En este contexto es importante darse cuenta de que, aqui, el pro- Q.: ‘dela historia, tal como se muestra en nuestro calendario, que se cextiende hacia la infinitud del pasado y del futuro, ha sido abando- nado en favor de un tipo de proceso totalmente distinto, el de fabri- HISTORIA E INMORTALIDAD. 68 car algo, que tiene tanto un principio como un fin, Sin embargo, F 9) proceso no es capaz de garantizar ninguna suerte de inmortalida, los hombres, porque su fin anula y hace ierelevante lo ocurtido con anterioridad: en la sociedad sin clases lo mejor que puede hacer la hu. tanidad con la historia es olvidar todo ese desgraciado asunto, cuyo nico propésito era abolirse a si mismo, Este proceso tampoce pus, de otorgar sentido a los sucesos particulares, dado que ha disuelto todo lo particular en medios cuyo significado acaba en el momento en ue el producto final esti terminado: los acontecimiento pasticulares, las acciones y los suftimientos no tienen aqui més significado que el ue tienen el martillo y los clavos con respecio a la mesa terminada, Conocemos Ja cutiosa carencia de sentido [meaning] titimo que nace de todas las filosofias estricramente utiltarias, tan comunes y ca. tactetistcas de la primera etapa industrial de la Edad Moderna, cuan- do los hombres, fascinados por las nuevas posibilidades de la manu factura, lo pensaron todo en términos de medios y fines, es decis, de categorias cuya validez halla su fuente y justificacién en la experiencia de producir objetos ff }ho. El problema radica en que la naturaleza de Jared categorial de fines y medios transforma inmediatamente cada fin conseguido en el medio para un nuevo fin, y, de este modo, donde icra que es aplicada, desteuye el sentido, incluso en el seno del ana: rentemente inacabable interrogar utlitarista: ¢Cuél es el uso de. cl seno de un aparentemente inacabable progreso, en el que el finde hoy se convierte en el medio de un futuro mejor, la tinica pregunta que surge y que ningtin pensamiento utilitarista puede jams contestar es 4 cuales cl uso del us0?», como lo express Lessing. La earencia de sentido de todas las filosoffas verdaderamente uti- litaristas pudo escapar al conocimiento de Marx porque penso que, dlespués de que, en su dialéctica, Hegel hubiera descubierto la ley de todos los movimientos, naturales e histéricos, él mismo habfa encon- trado la fuente y el contenido de esta ley en el ambito histético y, pot Jo tanto, el significado concreto del relato [story] que la historia ie ‘ory] tiene que contar: la lucha de clases, Para Marx, esta f6rmula pa recia abrir todos los secretos de la historia, del mismo modo que el principio de gravitacién parecié haber desvelado todos los de la naturaleza. Hoy en dia, después de haber sido invitados a una tras ota construccién histdrica de este tipo, a una formula semejante tras otra, Ia cuestién ya no es para nosotros si esta 0 aquella fSrmula 64 HANNAH ARENDT determinada es correcta.-En todos los intentos de este tipo lo que se considera un significado (meaning], de hecho, no es mas que un pa- tron. Y, dentro de los limites del pensamiento utiliarista, nada sino los patrones pueden producir significados; sélo los-aearones pueden ser «construidos» mientras que los significados no, (ral que la ver- dad, solamente se desvelarin o revelayiea si mismos. Marx fue sim- plemente el primero —y el mis grand Mure los histriadores< confundir un pattén con un significado, y ciertamente era dificil es- perar de él que se dicra cuenta de que no habia casi ningun patrén en que los acontecimientos del pasado no se hubieran ajustado tan neta y consistentemente como lo hicieron por solos, El modelo de Marx, al menos, estaba basado en una importante intuicién historica; desde entonces hemos visto a los historiadores imponer libremente sobre la masa de hechos pasados casi cualauier modelo que se les haya anto- jado, con el resultado de que la ruina de lo factual y particular, por medio de la aparente mayor validez de los «significados» gencrales, ha socavado incluso la estructura factual bisica de todo proceso his. t6rico: la cronologia Mis atin, Marx construyé su patrén como lo hizo debido a st in- texés pot la accién y a su impaciencia con la historia. Es el iltimo de los pensadores que estan cn la linea fronteriza entre el primer interés por la politica de la Edad Moderna y su preocupacién posterior por la conciencia hist6rica. Se deberfa prestar atenciéa al punto en que la Edad Modema abandons sus primeros intentos de establecer una nueva filosofia politica para el redescubrimiento de lo secular, y tract 4 Ja memoria el momento en que el calendario de la Revohucién fran- cesa fue abandonado, después de una década, y la Revolucion fue reintegrada, por asf decitlo, al proceso histérico con su doble exten sién hacia lo infinito, Fue como si se confesara que ni siquiera la Re- volucién —que todavia es, junto a la promulgacién de la Constitu- , de ser «un “actor intrigante y receloso de la propi _pudo afrontar «ir des: nudo».” En esta desnudez, despojados de toda méscara —t ‘agjellaS que la sociedad asigna a sus miembros como de las que el in- dividuo se fabrica por sf mismo en sus reacciones psicolégicas conta la sociedad— fueron visitados por primera vez en su vida por una aparicién de la Tbemad-y, por supuesio, no_por haber acuuada en ‘conéra deTa tirania y de cosas peores que la titanja —esto era cierto de cualquier soldado de las fuerzas aliadas—, sino porque habjan de- ‘enido « P&ppiblite voted 9 fool LA BRECHA ENTRE EL PASADO ¥ EL FUTURO 7 Los hombres de la Resistencia europea no fueron los primeros ni tos tlkimos en perder su tesoro. La historia de las revoluciones —des. de el verano de 1776 en Filadelfia y el de 1789 en Paris al otofio de 1956 en Budapest, que politicamente explica con detalle la historia secreta de la Edad Moderna, podria ser contada, en forma de paré- bola, como la leyenda de un viejo tesoro que, en las més diversas circunstancias, aparece stibita e inesperadamente y desaparece de nuevo, en condiciones misteriosas diversas, como si se tratara de una fatamorgana, Hay efectivamente muy buerias razones pata creer que cl tesoro nunca fue real sino un espejismo y que no tenemos que li- dias, pues, con nada substancial sino con una apariciéa, y a mejor de estas razones es que hasta ahora este tesoro ha permanecido sin nom- bre. (Hay algo, no en el espacio exterior sino en el mundo y en los asuntes de Tos hombres sobee la tierea, que no tenga nombre? Los “unicomios y las hadas parecen poser més realidad que el tesoro per- ido de las revoluciones. Pero, con todo, si velvemos la mieada hacia ‘que el siglo dieciocho, anti, posela un nombre para este tesoro, un smpo olvidado y perdido —esta wtados_de decir— incluso antes de que el mismo tesoro despareciers. Sy nom. bre ew Anidvica fue < idad publica», que, con sus notas de «vit ‘tudh y «gloria», diffcilmente entendemos mejor que su contrapartida ‘Francesa «libertad publica»: nuestra SOrDresa, MOMimato del tesoro perdido cuando dice que nuestra herencia nos fue legada sin testamento. El tes- tamento, al decir al heredero su legitima voluntad, lega las posesiones pasadas a un futuro. Sin testamento o, para resolver la metéfora, sin tradicién —Ja cual selecciona y nombra, transmite y preserva e indica donde estén los tesoros y cul es su valor— parece angi ‘continuidad legada en el tiempo y por tanto, humanamente hablando, ningiin pasado ni presente, s6lo un sempiterno cambio del mundo y-

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