La aficin a las carias es un rasgo caracterslico ele nuestro tiempo
F.nlmdmienlo y pasin son las propiedades del alma que intervienen ah. El entendimiento escoge las reglas y a cada paso las est apli cando como discernimiento (Urtcilskrafl]. De ah que gente de pro- liiiido talento y brillante imaginacin sea con frecuencia mal jugador no slo pirque no se pueda interesar por el juego, sino pirque, com! pasa muchas veces, su juicio no est tan acostumbrado a aplicar constantemente reglas en la vida diaria. La pasin es lo que ms interesante hace el juego. Para el jugador fro que a la vez no juega por codicia, las cartas tienen inters sobre todo como ejercicio del entendimiento y del discernimiento. Pero fuera de este caso y del juego p ir dinero, es la oscilacin de la pasin entre el miedo y la esperanza lo que ha generalizado el juego de las cartas: espritu in compatible con esa |iaz de nimo, que tiene en s algo noble y rezuma de todas las obras griegas inclu.so en llena pasin (mientras el hom bre sigue siendo hombre y no es flagelado por una divinidad). Este estado de espritu apasionado, inquieto es caracterstico de nuestro tiempo y tambin el juego de canas le debe su expansin. Lo mismo que en el nteres de la pasin, tatnpoco en la actividad concomitante del entendimiento o incluso ciando el jugador .slo usa de este__ hay ni un granito de razn. ^ As cjue nada llama tanto la atencin en un juego, por lo dems inocente, como el que en l se nombre tanto a Dios. Ciertamente atrtbuimos en general a la Providencia incluso las cosas ms peque- Tias, sobre todo las que nos parecen casuales (y adems en juegos de azar pasa mucho que la suerte de un hombre no malo, quiz slo seducido, y la de su familia dependa de unas cartas). Y sin embargo nos asombramos de que nos set recordado.