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UUGAR A LAS CARTAS]

( 1798) '

La aficin a las carias es un rasgo caracterslico ele nuestro tiempo


F.nlmdmienlo y pasin son las propiedades del alma que intervienen
ah. El entendimiento escoge las reglas y a cada paso las est apli
cando como discernimiento (Urtcilskrafl]. De ah que gente de pro-
liiiido talento y brillante imaginacin sea con frecuencia mal jugador
no slo pirque no se pueda interesar por el juego, sino pirque, com!
pasa muchas veces, su juicio no est tan acostumbrado a aplicar
constantemente reglas en la vida diaria. La pasin es lo que ms
interesante hace el juego. Para el jugador fro que a la vez no juega
por codicia, las cartas tienen inters sobre todo como ejercicio del
entendimiento y del discernimiento. Pero fuera de este caso y del
juego p ir dinero, es la oscilacin de la pasin entre el miedo y la
esperanza lo que ha generalizado el juego de las cartas: espritu in
compatible con esa |iaz de nimo, que tiene en s algo noble y rezuma
de todas las obras griegas inclu.so en llena pasin (mientras el hom
bre sigue siendo hombre y no es flagelado por una divinidad). Este
estado de espritu apasionado, inquieto es caracterstico de nuestro
tiempo y tambin el juego de canas le debe su expansin. Lo mismo
que en el nteres de la pasin, tatnpoco en la actividad concomitante
del entendimiento o incluso ciando el jugador .slo usa de este__
hay ni un granito de razn. ^
As cjue nada llama tanto la atencin en un juego, por lo dems
inocente, como el que en l se nombre tanto a Dios. Ciertamente
atrtbuimos en general a la Providencia incluso las cosas ms peque-
Tias, sobre todo las que nos parecen casuales (y adems en juegos de
azar pasa mucho que la suerte de un hombre no malo, quiz slo
seducido, y la de su familia dependa de unas cartas). Y sin embargo
nos asombramos de que nos set recordado.

Roscnkran/ 23 s.

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