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“MAG ee . é N® 262. Abril 3 de 1988 rt os i | Dario Morales AZIN © Se eR A 40 afios del 9 de abril La literatura de Osorio Lizarazo siempre ha sido considerada como una crénica de Bogota. Uno de los acontecimientos que m4s determinaron la historia no sélo de la ciudad, sino también del pais, tuvo en el escritor a uno de sus narradores. Por CARLOS SANCHEZ LOZANO ‘Alu memoria de Carlos Stnchex Castro, mi padre. ‘La ‘zoocracia’ politica colombiana 131 de diciembre de 1946, EL iempo, conel evidente dnimo de hacerle propaganda pre- sidencial reeleccionista a su duefio y antiguo director, Eduardo Santos, y de provocar atin més ias iras del movi- miento gaitanista enfatizindole una supuesta inminente divisin en que se ha- aban, publicabacn supaginaeditorial un articulo de un reconocido y fiel seguidor del “caudillo del pueblo”. Aunque el articulo iba precedido de una nota aclara- toria de la redaccién segdin la cual se publicabaa “titulo informativo” locualno implicaba la “aceptacién de sus concep- tos”, el dnimo malintencionado se adivi naba fécilmente. Efectivamente,Laaven- tura de un gaitanista -asi se titulaba el articulo- (1) firmado por José Antonio Osorio Lizarazo no sélo era el esbozo de la desercién politica de uno de los pocos intelectuales que habia apoyado a Gaitén, sino el andlisis, ciertamente somero, de la {grave situacién politica en que se hallaba el pais, E17 de agosto anterior habia llegado ala Presidencia de la Repdblica el conserva- dor Mariano Ospina Pérez, productode la divisién interna del Partido Liberal que finalmente result6 derrotado al apoyar a Gabriel Turbay pasando por encima del avasallador poder electoral de Gaitén. Los ‘esentimientos de lado y lado se agudiza- ban cada dfa peora la vista de la cafda de Ja “Repiblica liberal” iniciada veintiséis afios atrés por Enrique Olaya Herrera, El brutal y sectario enfrentamiento verbal ruzaba los titulares de los grandes periddicos y revistasliberales oconserva- ‘doras fueran estos santistas (El Tiempo), Jaureanistas (El Siglo), lopistas (Semana), alzatistas (Eco Nacional), gaitanistas Gomada, Sabado) o simplemente libe- rales (El! Espectador, La Raz6n). El solo hecho de que en marzo de 1947 se hariala ‘convencién liberal que deberia clegirasu Fotgratias archivo Eapecader. JA. Osorio Lizarazo, candidato paralas cleccionespresidencia- les de 1950, acerbaban las ironias y las contestaciones violentas enfrentando in- ternamente al candidato oficial, Eduardo Santos, y a su opositor heterodoxo Jorge Eliécer Gaitin EI mismo J. A. Osorio Lizarazo en el MAGAZIN DOMINICAL -3 articulo mencionado, participaba 1a ex- traordinaria confusién proveniente de todos lados, pero su decepcidn frente a Gaitin clarificaba, al menos, uno de los aspectos determinantes de esa confusiGn: Gaitén era un liberal moderado, no iba a hacer la revolucién anunciada y se re- signaba a obedecer los mandatos de 1a “oligarqufa” que tanto decia odiar y querer destruir. “De esta manera de ser y de pensar, decia Osorio, resulta que el ‘movimiento gaitanista no tiene bandera, ni programa, niraz6n de ser, fuerade la fe cada dia més vaga ¢ indefinida cn la capacidad del jefe y‘ de la periddi agitacién verbal, contra la oligarquia y or unarestauracién moral quenadie sabe en qué consiste"(2). Osorio acentuaba irénicamente mds su desengafio. con relacién a las ambiguas intenciones politicas de su Ider: “Pero si se le preguntara al doctor Gaitdn: Qué es to que vamos a hacer cuando tumbemos la oligarquia? Qué dejaremos y qué cambiaremos? 2Cémo enaltecemosy ponemos ensusitioal Obrero, al intelectual, al ingeniero, al tra MAGAZIN DOMINICAL Jorge Ellécor Galtén. bajador, ete.? {Como vamos a restaurar ‘moralmente ala Repiiblica para que todono vayaaresultarnos unafarsa, ounamentira, ‘0 un recurso electoral, y a implantar un régimen de pureza politica? ¢Cudles son nuestros instrumenios, nuestros objetivos concretos, nuestra raz6n de ser? El doctor Gaitdn responderta: ~"Pero es que ustedes ignoran (Todos los secretos de 1a alta politica. Es que estas ‘cosas no se pueden decir ast, sino que hay que seguir con método. Es que para alld vamos... Eso serd motivo de otro discurso que pronunciaré oporiunamente”. Lacrisisnacional y susefectos en a vida politica no se debia exclusivamente a Gaitén como lo sefialaban sus feroces detractores. Sus inicios estaban clara- ‘mente delimitadosenel desmonteprogre- sivo al que habian sido sometidas las conquistas resultado del reformismo li- eral impulsado por Alfonso Lopez Pu- marejodurante suprimeraadministracién (1934-1938). L6pez. mismo lo reconoci6 on aires de incertidumbre en 1945 en el discurso de renuncia a su segunda pre~ sidencia al suponer como causas de la cerisis“una situaciGn politicacada vez: més confusa, mantenida por un permanente clima de conspiraciones contra el orden piiblico, que no producen ni la debida alarma ni la reaccién necesaria entre un pueblo de trabajadores al cual s6lo des- concierto y miseria pueden traerle esas torpes maquinaciones”). El programa liberal renovador que fue concebido den- tro de los limites de Ia llamada democra- cia burguesa, habfa dado origenen 1936a la “Revolucién en marcha” que se vio solidificada, parcialmente, en la reforma constitucional de.ese fo particularmente ensu titulo II, “De los derechos civiles y Jas garantfas sociales”, donde entre otras ‘medidas constitucionales se establecfan la proteccién del Estado al trabajo, el derecho de huelga y la sindicalizaci6n obrera (arts. 17, 18, 44); la intervencién ‘statal en el manejo de la economia (art. 32); la funcién social de la propiedad y la expropiacién por motivos de utilidad piiblica -cuiya realizacién no se cumplié en la Ley 200 o Ley de tierras- (art. 30), pero donde mds se hizo hincapié fue en lo referente a la organizacién, participacién estatal y laicizacién de la educacién paiblica (art.41) tal como L6pez Pumarejo Johabfa expresado en 1934 en su discurso de posesién: “El préximo gobierno debe Hlenar principalmente una funcién de educacién nacional”, pues la necesaria correspondencia Educacién-Sociedad atin no se habfa establecido hasta el punto de que “nuestras. universidades, ase- ‘guraba L6pez, son escuelas académicas, desconectadas de los problemas y hechos colombianos” (4). Dentro del progresivo caosen el que fue ingresando el pais nada, ni siquiera una denominacién politico-tedrica, era expli- cada, menos aii, profundizada. Inm tamente L6pez. Pumarejo fue calificado de “comunista” “ateo” y “aniquilador de Ia civilizacién colombiana” como lo lamara un politico ultraconservador (5). Efectivamente, un continuo boicoteo a sus proyectos reformistas, dejaba aLépez ‘como victima de una conspiracién de los dos partidos cuyos “enemigos eco- némicos” (asf los denominé el econo- istae ingenicro Alejandro Lépez.en sus ‘Problemas colombianos”) eran loca- lizables pero a quienes el propio Alfonso L6pez, culpablemente, prefirié no sefialar. En estas circunstancias de desorden social y politico, la aparicién de Eduardo ‘Santos fue bienvenida por los sectores terratenientes ¢ industriales més retarda- tarios del pais. si en Lépez el conflicto social era definible (capital-trabajo) con Santos tales supuestos desaparecieron para ser remplazados por los do su ieee. ante ret6rica afeminada. El conflicto “colombiano, entonces,nopodia reducirse Jamas a esa “querella egotsta” obreros Gontra patronos y, por el contrario, del “alma colombiana” deberfa surgir una cruzada nacional por la democracia de “todos con todos” que restableciera el orden civil y la justicia dentro de los fueros del liberalismo mds alejado del ‘comunismo (6). El caricatural retrato que de Santos hiciera Juan Lozano y Lozano en sus fascistoides y acriticos Ensayos ceriticos (1933),no s6lo resulta aproxima- tivo sino précticamente insuperable al decir que “pésimo mandatario serfa 0 seré Eduardo Santos. No por falta de luces, no por falta de rectas intenciones de servir a Ja patria, no por falta de interés por los asuntos publicos; sino a causa de un de- fecto incorregible y gravisimo, que es consustancial con su naturaleza ¢ incom- patible con las funcionesde director de un pueblo. Eduardo Santos es demasiado ‘generoso y bueno” (7). Y bien generoso y ‘bueno que fue con las multinacionales norteamericanas y europeas, con los gran- des latifundistas y con las bondadosas clases medias de pequefios industriales y ‘empresarios a los que Santos aliment6 y defendis espiritualmente en compafia de Germén Arciniegas, Tomas Rueda Var- ‘gas y el sabio Luis L6pez de Mesa. Anite estas perspectivas, la presencia de Jorge Eliécer Gaitén en la vida politica dos. por Lépez Pumarejo durante su primer perfodo de gobiemo, sinoquepeor, desbocdal pafs hacia lamas tremendaconfusidn historia del presente siglo. ConfusiOn envuelta dentro de la demagogia, la charlataneria y la retdrica ‘més insulsas. Los conceptos politicos en manos de Gaitén, entonces, se desviaban hacia un oculto anochecer terminol6gico donde las ideas y Ia realizacién de esas ideas sobre lapraxisde a sociedad colom- biana adquirfan formas equivocas y peli- ‘grosamente delirantes (8). Sus salidas discursivas como “el socia- lismo no es enemigo del capital” 0 “la ‘ligarquia es 1a concentracién del poder total en un pequefto grupo que labora para sus propios intereses, a espaldas del resto de la humanidad”’o “No somos enemigos delariquezasinoenemigosdelapobreza” © “Yo no soy un hombre. Yo soy un pucblo”, no s6lo vulgarizaban y volvian trivial la politica y la identificaban en la egotomania del propio Gaitén, sino que irresponsablemente dentro del popu- fismo més agresivo- conducfan a esa politica a la llamada Violencia (1946- 1953) cuya responsabilidad comparte Gaitin con tos principales Ideres de los partidos Liberal y Conservador llémense éstos Eduardo Santos o Laureano Gomez. Para el gaitanismo como doctrina ppolftica, cabe el concepto que diera José ‘Luis Romero de tos populismos de dere~ cha latinoamericanos, esto es, que son antimarxistas, —antirrevolucionarios, nacionalistas, es decir liberales retropro- gresistas, E19 de abril de 1948 tenfa que ser, pues, cl fin de tna época agobiada, de un largo pperfodo histérico donde la relacién Es- tado-Sociedad civil se haba dirigido, definitivamente, hacia cauces violentos patrocinados por los sectores dirigentes del pais. Era l fin de una época donde la estupidez habia adquirido categoria politica y filoséfica. Ese sospechoso “i }histérico” lo habfactari- ficado Robert Musil para Europa all as- ‘censo del nacional-socialismo: “No hay ningin pensamiento importante ‘que la estupidez no sepa usar; es comple- tamente movil y puede ponerse todos los trajes de a verdad. La verdad en cambio no ene sino un traje y un camino y se halla siempre en desventaja, Esa estupide2 no es una enfermedad del esprit ¥ sinembargo es la mds peligrosa, la enfermedad del espiritu que amenaza la vida misma” (10). Esaestupidez delespfritu,finalmente,se ‘concretarfa de forma conservadora a par- tirdel Frente Nacional, Perocsoesasunto de otro ensayo. El Rey Miseria En una grosera y discriminadora resefia Publicada a mediados de 1935 en la Re- vista de Indias, propésito dela paricién de Ta tercera novela de J. A. Osorio Lizarazo, La cosecha, el comentador observaba que en lla encontraba “pdginas bellfsimas” a excepci6n de cier- tas escenas que, seguramente, causarfan al lector néuseas. "Es de lamentar esto ‘ltimo,agregaba, porque Osorio Lizarazo tiene cualidades de estilo, dotes de observaci6n, fuerza de inventiva y cono- ‘cimientos de psicologia que pueden hacer de 61, cuando no salpique los diamantes con lodo (el subrayado es mio, CSL), el més notable de nuestros actuales novelis- tas" (11), Para la solapada sociedad santaferefia, ppara sus castas sociales verticalmente Jerarquizadas, para sus monseflores ‘opfparos y enriquecidos, para la érida Bogotd afios 40's \colombiana de osafios 30's y 40's Osorio Lizarazo no podia sermés que eso: elque salpicaba de lodola felicidad otoral y nostilgica que una década atrés hubiera inacionalizado Porfirio Barba-lacob en su Cancién de la vida profunda: "Y hay dias en que somos tan placidos, tan placidos. ‘que un verso, un trino, un monte, pdjaro que cruza, _y hasta las propias penas nos hacen son- reir. Efectivamente, la desfachatada y anacrénica placidez que tanto hacia sonrefr a los exquisitos cachacos, a sus palcras familias y a la sociedad sefioral, cultural y econémicamente, inerte y MAGAZIN DOMINICAL 5 . ‘mediocre que les habfa dado origen vie- ‘on, primero con indiferencia, luego con franca antipatia y finalmente con una soberbia demasiado parecida al miedo, la presencia de los personajes de las novelas de Osorio transitando las calles de Bogoté: pobres, lumpen, inquilinos, pa- rias, rateros, putas, desempleados, 1o- en fin, los favoritos del Rey Miseria (12), La descalificacién “estética” tenfa que ser inmediata. Bien lo sintetiz6 uno de os gacetilleros literarios de El Tiempo para quien Osorio “desgraciadamente se dej6 llevar por su pesimismo mal calcu- Jado que no le permitié ver sino una sola cara de la realidad, la mas triste, 1a més miserable, la ms decepcionante” (13), Esa sola cara de la realidad le fue sufi- cientea Osorio Lizarazo paraabastecer de material vivo sus novelas y crénicas periodisticas, Porque fue precisamente en ‘te oficio donde planed y desarrollé sus ocetos de la vida de los miserables en Bogoti, los cuales retocarfa finalmenteal momento de elaborar apresuradamente sus novelas. Basta leer sus crénicas de 1926, Lacarade la miseria, para compro- bar el patético retrato de Ia sociedad bogotana. Al visitar el manicomio del barrio San Bernardo a su encuentro sale tuno de los locos quien asumiendo la per- sonalidad del Regenerador Rafael Nuitez, le confiesa en el tono més convincente posible: “Una ver me encerraron ene! manicomio. 4Y sabe cual fue mi falta? Casi nada, Pub- ligué varias hojas suelias, en que cambiaba algunos articulos de ta Constitucién. Me (6 -MAGAZIN DOMINICAL eae. Los pobladores de la cluded. declararon loco, Cuando mefuerona poner un traje infamante, me insurreccioné. Golpeé rudamente al enfermero en el ros- tro. Dijeron entonces que no estaba loco, ‘pero que las autoridades habfan ordenado que me encerraran ante el temor de que Siguiera cambiando articulos de la Constitucién. Al fin me salt. Me dediqué entonces a escribir todas las tristezas de mi vida, Tengo un drama encinco actos que se ama "Costumbres bogotanas” 0 “Un amante de la créme”. ¢Quiere que se lo recite?..” (14). Durante la década del 30 Osorio tra- bajard ininterrumpidamente.en scisnove- las: La casa de vecindad (1930), Barran- quilla2.132 (1932),Lacosecha (1935), El criminal (1935), Hombres sin presen= te,ovela de empleados piblicos (1938), y Garabato (1939). Aunque con infor- macign de segunda y tercera mano Osorio siguid de cerca la controversia sobre real- ismo socialista que en Europa habfa pro- ‘vocado durante los afios 20 Georg Lukdcs en el libro que lleva el mismo titulo y Ccuyos concepts estéticos sobre la novela habfan deformado en América Latina los indigenistas Jorge Icaza y Ciro Alegria, Osorio prefirié mantenerse al margen de la discusidn. Si bien era cierto que su culturaintelectual era precaria, casi mera- ‘mente informativa y obtenida a través de los libros de Stephan Zweig que periddicamente reproducfa en Colombia ‘su epfgono German Arciniegas, resolvi6 firmemente acudit de nuevo a las no- cones novelfsticas que le habfan decidido acscribir literatura desde muy joven: las pate 2 a de Maximo Gorki, Sw interés polémico sobre el asunto era mifnimo pero de cualquier forma necesi- taba defender los _principios que antecedfan asusobras, La definicién desu campo creativo y los objetivos que se Proponia a través de sus novelas, los aludié claramente en sendos artfculos: La ‘esencia social de la novela (1938) y Un ‘nuevo aniversario de Mézimo Gorki (1946). En el primero era radical: “No puede existir un legftimo concepto contempordneo de la novela sino desde el punto de vista social estoes, como instru mento adecuado para despertar una sensi- bilidad y para formar un ambiente propi- cio a obtener la afirmacién de un equili- brio y de una justicia social” (15), El cardcter de denuncia y la obligacién de despertar conciencia a través de la litera tura sobre la miseria y la degradacién de Jasmasas explotadasias ratificaba Osorio en su segundo articulo. Gorki repre- sentaba paraél, entonces, la sintesisdesus anhelos revolucionarios (que en Gorki se habfancumplido conlarevoluciénrusade 1917 y en Osorio se conservaban a 1a expectativa de una insurreccién gaita- nista)y la figura de su modelo intelectual fa seguir, “Nunca su novela -decfa sobre Gotki- ostents ta pretensién de ser una obra intelectual. No se prepars para ello ¢n las fuentes clisicas ni en ninguna otra fuente, Si se proponta escribir era para denunciarla infamia que se paseabatriun- fante por entre las encrucijadas de 1a humanidad.,.” (16) En Casa de vecindad (1930), quizd 1a més hermosa de sus novelas y la més equilibrada estructuralmente, las conse- ‘cuencias de sus supuestos politicos ¢ in- telectuales se asumfan con plenitud. Siguiendo los dtimos dfas de un tipégrafo desempleado victima de la introduccién al pais de los linotipos que acabarian empujéndolo a una miseria progresiva- mente degradante en un inquilinato det barrio Los Mantes, Osorio Lizarazo puede vincular directamente a través del monélogo objetivo del personae, el ais- lamiento obligado al que se ve sometido tun individuo y el exterior social que lo va encerrando hasta hundirlo en el terror de a soledad y el hambre y hacerle fi- nalmente decir: “Cada dia estoy mds vencido y humillado, Cada dia soy mds nadie en el mundo. Lo peor es que no solamente la miseria mate~ rial me ha invadido. También he perdido otras cosas: la fe, la esperanza... No, no uedo creer en nada: ni en los hombres, ni en nada... Me entregard a la ciudad inco- +herente y fatal, que devoré mis esperanzas, mi vida, mis estipidas ilusiones..." (17). BI timo perfodo de la novelistica de Osorio comprendido entre la aparicién de una de sus mds reimprimidas obras, El hombre bajo la tierra (1944) y el premior tardio que le otorgé 1a multinacional -—gtinga Esso en 1964 por una novela menor, El camino en la sombra, apenas si fue seguido por la critica que lo habla desconocido descaradamente. S6lo El dla det odio (1952) provocé las respuestas del caso. Hernando Téliez equivocada y fa- cilongamente la presents como un “clasico de la novela picaresca” (18); ___ Emesto Volkening en un ensayo comple- tamente inexacto -aunque era el primero que hacia un “andlisis critico”sobre la Novelistica de Osorio- compart la Bogotd de Osorio, sin mediacién alguna, con la _Parfs del Segundo Imperio de Baizac, el Dublin de Joyce, la Viena de Musil y mas cercanamente con la Buenos Aires de Marechal y Arit (19). Posteriormente en 1977, Cobo Borda ubicé la obra de Osorio Lizarazo dentro de la que 61 llam6, muy a Io Octavio Paz, la “tradicién de’la po- breza” nacional (de laqueel mismoCobo, -_porsupuesto, debe hacer parte) Santiago ‘Mutis le dedicé un pobre prologo que al menos tenfala buena intencién de recoger Jos pocos y pequefios comentarios que habfa suscitado el trabajo de Osorio du- rante cuarenta afios (20). La frustrante expeciativaen que se con- virtié la revolucién desplomada de Gaitén no fue causa para que Osorio Lizarazo se aislara de su labor intelectual de describir cruda y apasionadamente los bajos fon- dos, los de los humillados y ofendidos en Jos que siempre creyé de manera reden- tora. En adelante conservaria luminosa- ‘mente las imagenes que a 61 lo habfan —escindido, las del bogotazo, pues ain mantendrfa la esperanza en su pueblo, porque: “El dia en que ese odio contenido, palpi- tante, inpreciso,al contacto de un episodio cualquiera, los proscritas, tos humillados, _ los vencidos, se convierten en viboras de | fuego, y su violencia desenfrenada confiere ‘contornos épicos al disturbio. Porque esos ‘eres doblegados por la ley y el vicio, estos ‘eres humillados y sombrios, son la fuerza latente, el poder catacltsmico que ha realt- ado las mds trascendentales transforma clones de la historia y que esid perenne- ‘mente sediento de una justicia que no sabe ‘expresar en palabras y que no le inspira la ‘organizacién de un sistema de ideas 0 de un plan de accién’ (21). Notas: 1 Jost Antonio Osorio Lizarazo,Lanventurade a ee, ae ee Se eee lun gaitanista, Et Tiempo, dic. $1 de 1946, p.4. 2.lbid 3. Alfonso Lépes Pumarejo, Obras seletas, vol 1, Cimara de Representantes, Bogoid, 1980, p. 636. 4. Ibid, p. 114. 5. Rafael Azula Barrera, De ta rovolueién al orden nuevo, Ed. Kelly, Bogota, 1956, p. 84 6. Eduardo Santos, Obras selectas, Camara de Representantes, Bogotd, 1981, ps, 366.572. 7. Juan Lozano y Lozano, Eniayos erticon-Mis contemporineos, Instituto Colombiana de Cul- ‘ura, 1978, p. 152 8. Estos supuestoshst6ricos son desarrollados dde manera eguivoca por Herbert Braun en Ma taron a Gaitin, Universidad Nacional, Bogoté, 1987. La contraposicién Gaitan ve. Convivialis: tas, esto ex segin sus términos, vida publica ve. vida privada dentro de ta poltica nacional lo Conducen a sinsalidas hisibricas de éste tipo “Los convivialstas (se refiere al. conjunto de personajes pablicos que aparecieron con la Replica Liberal, destacdndose enire otro Lépex Pumarejo, Santas, Silvio Villegas, Laure ‘no Gémer, etc, CSL) tenlan razones abundant ‘paratemarle a Gaitan, no porque fuera un soci {ista 0 un revolucionario, sino porque repre sentaba la catda del pals polltico™. (p. 384), 9, José Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y las ideas, Siglo XXV ed, Mjico, 1984, 7.378 y's, 10. Robert Musil, Sobre In est 91, nov. de 1967, Bogotd, ps. 27-28, 11..N. Bayona Posada, ‘La cosecha’ do J. A. Osorio Lizarazo, Revista de Indias 11, N® 14, ‘mayo de 1935, p. 314, 12, Refael“Gisiérrez Girardot, Literatura idez, ECO Nt ‘Jorge Eliécer Gaitén y Alfonso Lépez Pumerejo, ‘colombianacnelsiglo XX, Manualde Historiade Colombia, Procultura, Bogota, 1982. Quiles Girardot concluye: “El retroprogreso. de la RepiiblicaLiberal,laqparienciacortesana delat alias clases sociales, el lwioso poder de lat Jerarquias eclesidsticas,lamoderadarevolucién verbal de la legislacidn, excondian con brillo ilusorio ta estructura seRoriat y sobre todo la ‘xistencia de toda una mata social mayoriaria ‘que pagaba con la mds sul explotacién de que era’ objeto, los privilegios de que. tegulan ‘orando los descendientes de los encomenderot coloniales. Con sus novelas, Osorio Lizarato Tevanté el velo”. (p, $18). 15. Uriel Ospina, Sesenta minutos de novelaen Colombia, Breviarios Colombianoe, Banco dela Repiblica, Bogotd, 1977, p. 103. 14. J. A. Osorio La, La cara de Ia miseria, en Novelas y crénicas, Institulo Colombiano de Cultura, Bogotd, 1978, ps, 307-308, 15. 1bid. Osorio, La esencia social de lanovela, p22. 16. ibid. Osorio, Un nuevo aniversazio de Maximo Gorki, ps. 546,548. 17.[bid. Osorio, Casudevecindad ps. 118,132. 18. Ibid. Hernando Teles, El ofa de odio, p. 604 19. Brnesio Volkening Literaturay gran ciudad, ECO, Nos. 143-4 de 1972, Bogotd, ps. 323 y 88 20. Juan Gustavo Cobo B., 1. A. Osorio Lizarazo, en Colombia hoy, ‘Siglo XXI ed., Bogoid, 1982, p.394; Santiago MutisDurdnenla Introduceién a Novelas y Crénicas de Osorio, Coleultura, Bogotd, 1978, p. XI as. 21.J..OrorioLizarazo, Fl diadelodio, Carlos Valencia Ed., Bogotd, 1979, p.107. yx MAGAZIN DOMINICAL «7

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