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HOMBRE Y CULTURA la obra de bronislaw malinowski r. firthy e.r. leach /|. mair /s.f. nadel / t. parsons y otros INTRODUCCION: MALINOWSKI COMO CIENTIFICO Y COMO HOMBRE Raymonp FirTH Hemos escrito este libro porque algunos de nosotros llevamos largo tiempo pensando que la obra de Bronislaw Malinowski no ha recibido toda la atencién que merece. La suya ha sido una de las influencias més sobresalientes en la conformacién de la antropolo- gia social britdnica de hoy. Ya han pasado més de diez afios desde su muerte y ha Ilegado el momento para una nueva evaluacién de su contribucién. Indudablemente, sus logros han sufrido los efec- tos de su temprana muerte. Si hubiera vivido una década més, su habilidad dialéctica, por no mencionar siquiera la riqueza de su mente creadora, habria sabido encontrar respuestas pata sus criticos » habria podido aprovechar los comentarios de éstos. Pero aunque muchos de tales comentarios hayan estado justificados, eso no sig- nifica en absoluto que todos lo estén, ni disculpa el que algunas veces se silencie su obra donde serfa de justicia mencionarla. Responsables de todo ello parecen ser especialmente tres factores. El primero, que el clima de opinién, especialmente en la antropolo- gia social briténica, cambié radicalmente en los quince afios trans- cutridos después de marchar Malinowski de Inglaterra. En parte esto se debid a la influencia de Radcliffe-Brown y en parte a la crecien- te consciencia de la necesidad de una perspectiva mds claramente es- tructural que diera mayor precisién a muchas generalizaciones an- tropolégicas. Malinowski no fue un estructuralista en sentido estric- to, y la estima que su obra inspiraba se resintié de la comparacién. En segundo lugar, las contribuciones analiticas de Malinowski a la antropologia fueron mucho més s6lidas que sus contribuciones sis- temticas. Su concepto de funcién no Iegé a desarrollarlo plena- mente. Y en sus intentos de crear un sistema que tomara cumpli- damente en cuenta su propio concepto de cultura se lastré a si mis- mo con una construccién tedrica dificil, poco manejable y en cierta manera improductiva. La tercera razén esté en que las cualidades personales de Malinowski Je crearon tantos enemigos como amigos. Su intolerancia con lo que él consideraba impostura o falta de sin- tl] 2 RAYMOND FIRTH ceridad, su impaciencia con las criticas que no le parecian leales, su hipersensibilidad a los desaires personales y su relativa insensi- bilidad para los efectos que su exuberancia producia en los demés, tado propendia a granjearle hostilidades. Por eso es dificil creer que muchas de las criticas a la obra de Malinowski, aunque en si mismas justificadas, hayan sido escritas con entera ecuanimidad. Un resultado de todo ello ha sido que Malinowski se ha con- vertido en una especie de leyenda para quienes no lo conocieron. Su nombre sigue siendo grande en la historia de la antropologia. Pero asi como su reputacién como soberbio etnégrafo de campo se ha mantenido, se ha dejado en el olvido su fama como un maes- tro realmente grande en la tradicién socrdtica y no se han estimado en todo su valor sus logros al crear una perspectiva nueva y du- rable para la antropologia. Indudablemente, la aridez de la Kul- turkreislebre y las fantasias del panegipcianismo se habrian corregido y superado a su debido tiempo, incluso sin él. Pero para la gene- racién mas joven de antropélogos, al menos en Europa, fue él quien al final de los afios veinte luché y gané esa batalla. Y aunque todo ello sea ahora historia sin interés, quienes entonces éramos estu- diantes sabemos qué formidables adversarios eran Elliot Smith y el padre Schmidt y sus prosélitos. Y éste fue meramente un inci- dente adjetivo en la tarea principal que Malinowski se habia pro- puesto —una interpretacién dindmica de la conducta humana en el ambito més amplio de las circunstancias culturales, hecha en tér- minos que eran a un tiempo més sofisticados tedricamente y més realistas que los entonces en uso. En aquel momento era tradicién que un antropdlogo fuera primariamente o un teérico o un etnd- grafo y que la teorfa se mantuviera, y debiera mantenerse, separada de los hechos. Parte de la contribucién de Malinowski fue no sdlo combinarlos, sino ademds mostrar cémo los hechos carecian de sen- tido sin teorfa y cémo cada uno de ellos —teorfa y hechos— no po- dia sino ganar en significacién, poniéndolos conscientemente en mu- tua relacién'. El fuerte andamiaje tedrico que Malinowski cons- truyé a lo largo de quince afios se ha mostrado al cabo incapaz de soportar el peso sistematico que él deseaba que sostuviera. Pero mucho de ello es todavia util, y ha sugerido abundantes ideas a otros que con frecuencia no reconocen su fuente de inspiracién. La leyenda de Malinowski toma a veces una forma extrafia, tal y como se expresa en esta respuesta de un estudiante en un exa- men: «Dadas sus ideas, Malinowski no hizo abstracciones y fue + La separacién de la inferencia y la observacién, que él decia deber a Haddon, Rivers y Seligman (19222, p. 3 n.), se apoyaba en su caso en su com Prensin tesrica del sentido de los hechos (1916, pp. 418 y ss.). INTRODUCCION 3 en el mejor de los casos un tedrico desorientado.» Semejantes dis- torsiones de su posicién tedrica ignoran su aguda preocupacién por cuestiones de metodologia y més atin su interés general por los te- mas filosdficos. Pero lo peor es que se les escapa un punto impor- tante. Pues la gran cuestidn, naturalmente, es: gpor qué, si sus teo- rfas eran tan inadecuadas, su influencia sobre sus discipulos fue tan profunda? Los articulos de este libro ayudarén a mostrar dénde se encuentran las respuestas a esta pregunta. Bronislaw Kaspar Malinowski nacié el 7 de abril de 1884 en Cracovia y murié el 16 de mayo de 1942 en New Haven. Sélo bre- vemente mencionaremos aqui los principales episodios de su vida, que han sido relatados ya en varios articulos (véase Bibliografia II al final de este volumen). Malinowski se educé en Cracovia, ptimeto en la escuela publica Rey Jan Sobieski, y después en «la més antigua Universidad de Eu- ropa oriental», donde obtuvo su doctorado (con summa cum laude) en 1908. El grado le fue otorgado en fisica y matemiticas, pero una enfermedad Je impidié continuar sus estudios en esas especia- lidades. Durante ella se le permitié que leyera Golden Bough, La Rama Dorada, Absorto y sujeto para siempre en aquel su primer in- tento de leer una obra maestra inglesa (entonces sdlo en tres voli- menes), en su lengua original, Malinowski se consagré a la antropo- logia. Al mismo tiempo adquirié una admiracién por Frazer, que, a pesar de la fundamental diferencia de sus puntos de vista, perdurdé a lo largo de toda su carrera y se expresa en un inteligente ensayo publicado péstumamente (1944, pp. 179-221). Tras un periodo en Leipzig, donde trabajé con Karl Biicher y Wilhelm Wundt, Mali- nowski Iegé a Inglaterra en 1910. En la London School of Eco- nomics comenzé sus estudios de posgraduado y en ella obtuvo su doctorado en Ciencias en 1916, con dos obras impresas sobre los aborigenes australianos y sobre los mailu (19134 y 19152). En 1913- 14 fue uno de los «conferenciantes sobre temas especiales» de la Es- cuela de Economia de Londres. Ensefié en el Departamento de So- ciologia, dando breves cursos sobre «Religién primitiva y diferen- ciacién social» y sobre «Psicologia social». En 1914, en gran medi- da gracias a la ayuda de C. G. Seligman, le fue concedida una beca de viaje Robert Mond (Universidad de Londres) y una beca Cons- tance Hutchinson de la Escuela de Economia de Londres, y partié para emprender trabajo de campo en Nueva Guinea. Hizo su viaje via Australia, en compafifa de otros antropdélogos que se dirigian a la reunién de la Asociacién Britdnica que habia de tenerse en Melbourne. Fue en esa ocasién cuando por primera vez coincidid con Radcliffe-Brown (que entonces se Ilamaba todavia A. R. Brown), recibiendo de él indicaciones sobre el trabajo de campo que més 4 RAYMOND FIRTH tarde calificé de «valiosas». Al llegar a Nueva Guinea en septiem- bre de 1914 pasé unas cuatro semanas en Port Moresby, en espera de un barco que se dirigiera hacia el Este, y aproveché ese periodo para trabajar con Ahuia Ova, antiguo informante de Seligman. Tras varios meses con los mailu, Malinowski volvié a Australia en fe- brero de 1915, haciendo una visita de paso a la isla Woodlark. Con ayuda de Seligman superé ciertos apuros econdémicos, y en mayo de 1915 volvié a Nueva Guinea con el apoyo del Departamento de Melbourne de Asuntos Extranjeros de la Commonwealth, Su inten- cién era ir a Mambare y a Dobu, asi como a la isla Rossel, que Se- ligman deseaba que investigara. Pero se detuvo en las Trobriand, dado que, al parecer, las gentes con quienes habia contado en aque- llos otros lugares habian cambiado de residencia. Su experiencias de campo en las Trobriand, en sus dos expediciones, se examinan en otro lugar de este mismo volumen (pp. 92-96). Después de su retorno definitivo a Australia, en octubre de 1918, Malinowski vivid por algin tiempo en Melbourne, donde se cas6 con Elsie Masson, la hija de Sir David Orme Masson, en- tonces profesor de Quimica en la Universidad de Melbourne. A su vuelta a Europa, amenazado de tuberculosis, Malinowski vivid con su mujer durante cerca de un afio en las Canarias, en Tenerife, y alli esta fechado el prefacio a sus Argonautas del Pacifico Occidental, en abril de 1921. Nuevamente acepté un puesto como conferencian- te ocasional en Ja Escuela de Econom{a de Londres en 1921-22, esta vez en etnologia, dando dieciocho conferencias sobre «La sociologia y la economfa de algunas comunidades islefias» (los trobriand), to- das en el semestre de verano, es decir, a mediados de 1922 —aun- que parece haber dado un curso similar en el verano de 1920. En 1922-23 fue nombrado conferenciante de antropologfa social y dio breves cursos en el semestre de verano sobre «Creencias primitivas y diferenciacién social», «Organizacién social de los aborigenes aus- tralianos» y «Economfa de los pueblos primitivos». Asimismo, en colaboracién con Morris Gingsberg, dirigié un seminario sobre «Men- talidad primitivas. A partir de 1922 y por cerca de veinte afios, Londres fue su hogar académico, aunque viajé mucho, especialmente durante los meses de verano. En el continente dio conferencias en Ginebra, Viena, Roma y Oslo; visité otras capitales curopeas; por algiin tiempo, durante el permiso sabatico de 1931-32, vivid en Te- maris, en el sur de Francia. Durante muchos afios, hasta su muerte, tuvo una villa en Oberbozen (Soprabolzano), en el Tirol meridional, de cara a las Dolomitas, en las montafias de Rosengarten, Latemar y Schlern, en lo que en su opinidn era el mas bello paisaje de Europa. En 1924, Malinowski fue nombrado profesor de antropologia en la Universidad de Londres (para explicar en la Escuela de Econo- INTRODUCCION 5 mia de Londres), y en 1927 ocupé la primera c4tedra de antropolo- gia en la Universidad (Seligman tenfa la cdtedra de Etnologia). En mayo de 1934 Malinowski partié para Africa del Sur para parti- cipat en la New Education Fellowship Conference, y desde julio has- ta octubre viajé por el sur y este de Africa, visitando a sus dis- cipulos que hactan trabajo de campo y haciendo él mismo trabajo antropolégico de prospeccién entre los swazi, bemba, chagga, masai, kikuyu y maragoli. En 1926 habia visitado los Estados Unidos por primera vez, invitado por el Laura Spelman Rockefeller Memorial. Aproveché aquella oportunidad para visitar a algunos de los indios pueblo, regresando con la confesién de que por fin habfa encontrado idio- mas que eran realmente diffciles de aprender, incluso para él. Vol- vid a los Estados Unidos en 1933 para pronunciar las conferencias Messenger en la Universidad de Cornell, y de nuevo en 1936, como representante de la Universidad de Londres en el tercer centenario de la Universidad de Harvard, que le concedié en aquella ocasién el titulo de Doctor honoris causa. Nuevamente tegresé a los Estados Unidos en 1938, durante un permiso sabdtico. Esta vez permanecidé en Norteamérica durante tres afios y medio, hasta su muerte. Du- rante la primera parte de esta su ultima estancia vivid en Tucson (Arizona), para fortalecer su salud, que llevaba muchos afios siendo bastante delicada. Para el curso 1939-40 fue nombrado profesor vi- sitante en Yale, y posteriormente, a partir de septiembre de 1940, profesor visitante del museo Bishop en Yale, un nombramiento he- cho en virtud de un acuerdo entre la Universidad de Yale y el mu- seo Bernice P. Bishop, de Honolulti. Un compajiero de estudios de su hija menor pregunté en aquella ocasién, para regocijo de Mali- nowski, si era cierto que éste eta un profesor de Yale que visitaba al obispo de Honoluli. Este nombramiento le fue renovado para el curso siguiente. En las vacaciones de 1940 y 1941, durante ocho meses en total, llevé a cabo trabajos de campo entre los zapoteca de Oaxaca, en Méjico, estudiando su sistema de mercados campesi- nos. A comienzos de 1942 fue nombrado profesor numerario de Yale con efectos de primero de octubre de 1942. Murid antes de tomar posesién. En este volumen debe hacerse mencién especifica del lugar de Malinowski dentro de la antropologia briténica, en la que durante yeinticinco afios fue una figura destacada. Cuando Ilegé a Londres aquel pélido estudiante con sus gafas, su alta frente y su diffcil nom- bre eslavo, inicialmente se le miré como una figura extrafia. Pero su inglés era bueno, y como era capaz de expresar sus ideas con facilidad, fue pronto reconocido como un antropélogo muy prome- tedor, de grandes dotes intelectuales. En un principio trabajé sobre 6 RAYMOND FIRTH todo con C. G. Seligman y con Westermarck. A Seligman en par- ticular Malinowski le debfa mucho, tanto por sus ensefianzas antro- poldgicas como por su amistoso apoyo y ayuda en el campo aca- démico y fuera de él. En los tltimos afios se separaron, en gran patte a causa de sus divergentes concepciones del fin y la meta de la antropologia. Pero sus primeras relaciones fueron muy profun- das. En 1914, cuando Malinowski estaba en Nueva Guinea, se re- feria a Seligman en sus cartas llamd4ndole, sdlo a medias en broma, kakagu, que en Motu significa «mi hermano mayor» en el sentido clasificatorio, y en 1941, después de la muerte de Seligman, escribié de los muy cdlidos recuerdos que guardaba de él en aquel primer perfodo y de cémo Seligman era un hombre extraordinariamente amable y una mente y una personalidad estimulante de muchas ma- neras. La deuda de Malinowski para con Seligman por el apoyo que éste le presté durante sus trabajos de campo la reconocié él publi- camente en varias ocasiones (e. g. 19152, p. 496; 1916, p. 354; 19222, p. XIX). En una de sus cartas, en un momento en que Ile- vaba ya un mes en Nueva Guinea trabajando con Ahuia Ova y prevefa que habia de tropezar con dificultades financieras, le escri- bid, y es significativo que lo hiciera: «Espero que este idilio no encuentre un final prematuro por falta de dinero y que la Escuela de Economia no resulte una roca estéril 0, por lo menos, que Vd. muestre ser el Moisés capaz de golpear esa roca... Quiero decir que el trabajo se ha apoderado ya de mi y que me disgustarfa no poder Ilevarlo a feliz término...» Con Westermarck, en particular, Malinowski se sentia ligado por un lazo intelectual. Aunque a veces se excedia en sus recono- cimientos, cuando un cuarto de siglo mds tarde recordaba a «Ed- ward Westermarck, a cuyas ensefianzas personales y a cuyas obras debo més que a ninguna otra influencia cientifica» (19372), no eran las suyas palabras vacfas. El primer ensayo de importancia que Ma- linowski escribié en inglés (1912a), una contribucién al estudio de la economfa de los primitivos australianos, aparecié en el volu- men conmemorativo dedicado a Westermarck al cumplir éste los cincuenta afios, y Westermarck escribié una recensién del libro de Malinowski sobre The Family among the Australian Aborigines, con entusiasmo, diciendo de él que desde un punto de vista metodold- gico era «un modelo que debe ser imitado en todas las investiga- ciones futuras del mismo tipo». Pocos afios después de su Ilegada a Londres, Malinowski ha- bia extendido grandemente sus relaciones con los antropdlogos bri- tdnicos. Llegé a tener amistad con C. G. y B. Z. Seligman, Frazer, Haddon, Rivers y Marett. Intercambié ideas con G. C. Wheeler (colaborador como él del Festskrift, de Westermarck, que ademés. INTRODUCCION 7 Te ayudé en Ia redaccién del libro sobre la familia entre los abo- rigenes australianos), con Marfa Czaplicka (1a licida compatriota suya, autora de un libro sobre Jos aborigenes de Siberia, muerta en cir- Cunstancias trdgicas) y con Barbara Freire-Marreco (Mrs. B. W. Ait- ken, de Oxford, que habia hecho ya trabajo de campo entre los in- dios pueblo). En aquel tiempo, la antropologia era todavia prima- tiamente una disciplina general, enciclopédica. Malinowski no hacia a la comprensién de las telaciones sociales. Prueba de ello Ja dan sus obras sobre los mailu y los trobriand, las mediciones de vivien- das que hizo para Audrey Richards entre los bemba en 1934 (Ri- chards, 19504, p. 88) y el articulo sobre titiles de piedra en el vo- lumen conmemorativo dedicado a Seligman (19345), si bien éste tuvo més bien el cardcter de un alarde. Pero sus intereses volvian siempre a la antropologfa social. Por eso la obra de W. H.R. Rt vers habia de ejercer sobre él una influencia considerable, aunque la mirara con reservas criticas, En la introduccién a Kinship and Social Organization, fechada en noviembre de 1913, Rivers reconoce y agtadece las sugerencias que le hizo Malinowski. Al volver Ma- linowski de su trabajo de campo, después de haber estudiado de pri- mera mano las realidades de los sistemas de Parentesco, comenzé a teaccionar cada vez con mayor fuerza contra las opiniones de Ri- vers y a compararse y a contraponerse a él. En aquella época las obras de otro gran polaco expatriado, Joseph Conrad, estaban muy de moda. Mrs, B. Z. Seligman me ha contado que Malinowski dijo una vez orgullosamente: «Rivers es el Rider Haggard de la antro- pologia; yo seré el Conrad.» Pero poco después de la muerte de Rivers, Malinowski, que antes habfa elogiado su introduccién del método genealégico y su estudio sistematico de las funciones del parentesco, todavia le citaba (1922, p. 218) como uno de los me- jores autores modernos, el que més consecuente y explicitamente que ningtin otro habia contribuido a desplazar el foco de la aten- Gién cientifica de los detalles cutiosos y aislados a grupos compren. sivos de ideas fundamentales. Durante largo tiempo, en el campo de la antropologia social bri- ténica, Malinowski fue uno de los hombres que mejor conocian la produccién cientifica europea continental, Sus primeras, tempranas y extensas lecturas de fuentes etnogrdficas, sus conocimientos. lin- gilisticos, tanto de Ja palabra hablada como de Ia escrita y sus mu- chos viajes, combinados con su penetracién tedrica, le proporcio- haron un gran niimero de conocimientos. Aunque en sus Ultimos afios él personalmente lefa Poco, era costumbre suya distribuir li- 8 RAYMOND FIRTH bros para lectura y posterior discusién con él, con lo que mantuvo al dia su antigua erudicién. Sus referencias a Cunow, Schurtz, E. Grosse, Graebner, Hahn, Van Gennep, Ehrenreich, Nieboer, K. T. Preuss y otros escritores hoy casi olvidados dan prueba de su do- minio tedrico del contenido de sus obras y no son una mera exhibicién de erudicién. En varios pasajes (e. g. 19134, pp. VII-IX; 19132, p. 531; 1916, p. 423m; 19252, p. 23; 1933, p. 154; 1944, pp. 19, 25, 26) Mali- nowski reconocié su deuda respecto de Durkheim y Steinmetz, jun- to con Westermarck, como fundadores y lideres de la sociologia, es- pecialmente en tanto que concebian a ésta como una ciencia «em- pirica, es decir, real». La impresién que le causaron Karl Biicher y Wilhelm Wundt y posteriormente Marcel Mauss y Richard Thurn- wald es muy bien conocida, como también lo es su adversa reac- cién ante la obra de Wilhelm Schmidt y otros autores de la Kul- turhistorische Schule, asi como a la de Lévy-Bruhl. También leyd a Max Weber (por ejemplo, 1925b, p. 930), aunque hizo poco uso de su obra. Entre otros elementos que condicionaron su pensamien- to hay que contar las influencias de L. T. Hobhouse, James B. Wat- son y W. McDougall y, muy especialmente, Ja de A. F. Shand. En el tiempo en que yo conoci a Malinowski, el libro de Shand Founda- tions of Character, en el que se presenta la teorfa de los tres érde- nes de sistemas —impulsos, emociones y sentimientos— era uno de sus libros de cabecera y contribuyé mucho a la formacién de sus opiniones sobre la familia y el parentesco, asi como sobre la naturaleza de las instituciones. Con el paso del tiempo llegé a cono- cer personalmente a numerosos estudiosos de diversas especialidades en el mundo entero, ayudado en esto por su habilidad para con- versar con la mayor patte de ellos en sus propias lenguas. Por no hablar sino de Inglaterra, Malinowski cooperd con, influyé en y suftié la influencia de un extenso ntimero de autores cuya lista in- cluye a Richard Gregory, Havelock Ellis, A. H. Gardiner, Julian Huxley, C. K. Ogden, Cyril Burt, C. S. Myers, J. C. Flugel, W. Po- wys Mathers, G. H. L-F, Pitt-Rivers, J. H. Oldham, todos los cua- les estaban interesados desde diferentes dngulos en las amplias im- plicaciones bumanas de la ciencia que Malinowski cultivaba. Duran- te bastante tiempo estuvo en intimo contacto con Ja obra del Bri- tish Social Hygiene Council, dio prudentes consejos a los funda- dores del Mass Observation y fue responsable del primer programa de entrenamiento para el trabajo antropoldgico de campo del In- ternational African Institute. El consideraba la suya como una cien- cia cuyo papel era el de ser «primera doncella de una teoria de la sociedad humana»; pero comprendfa también Ja trascendencia que podfa tener en los asuntos humanos «una teoria que intentaba INTRODUCCION 9 Jograr uita comprensién més profunda de la naturaleza humana y de Ja historia humana» y que quiz4 pudiera ser usada para influir en los politicos, pero sobre todo quizd pudiera ser «itil para crear una actitud:ms sana, ideales més puros, més inteligentes y mds amplios en las mentes de los hombres» (1922, pp. 218-219). Estos ensayos en su conjunto se ocupan de la obra cientifica de Malinowski, por lo que yo no debo entrar aqu{ en el mismo terreno. Perovla influencia que Malinowski llegé a ejercer en su ciencia se debié también al impacto de su personalidad. En esta Introduccién parece en consecuencia apropiado completar el comentario diciendo algo’de: Malinowski el hombre. Malinowski era una personalidad compleja, sumamente inteli- gente, culta y dotada en muchas cosas con una sensibilidad muy fina: En el campo académico, aparte de su obra escrita, lo més importante fue su contribucién como maestro. Creo que no puedo hacer nada mejor que citar en lo que sigue pasajes de algunas de Jas*cartas que me escribié, asi como de un tributo que yo le rendi poco después de su muerte”, Muy probablemente estos pasajes da- tin’ una impresién més fresca de la personalidad, del hombre, que la que pudiera dar una evaluacién retrospectiva muy distanciada en el tiempo. En 1942 escribia yo: «... Casi mds que cualquier otra ¢osa, Malinowski fue un gran maestro. Atrafa a él a estudiantes del mundo entero y de una gran variedad de ramas del conoci- miento. eCudl fue el secreto de esta atraccién suya? Naturalmente no es facil describirlo. En primer lugar, creo que el secreto estaba en el verdadero amor que tenia a la ensefianza, en la vitalidad que in- troducia en sus clases y en el trabajo que se tomaba con sus estu- diantes. No es que diera muchas conferencias o clases en el sen- tido usual; podfa ocupar el podio con brillantez en ocasiones so- Jemnes, pero lo que realmente le gustaba era el seminario, el grupo de discusién informal, en el que cualquier otro daba la conferencia. Inclinado sobre su manojo de notas en la cabecera de la mesa o hun- dido en su sillén, nada se le escapaba —ni una frase incompleta, ni un solo pensamiento poco riguroso, ni un solo punto sutil de énfasis, Con una pregunta suave, con una palabra cdustica, con el relmpago de un chiste, sacaba a la luz una falacia, exigia ulteriores Esto esta tomado de una semblanza publicada tras una sesién conmemo- rativa convocada por la Asociacién de Profesores Polacos de Universidad en Gran Bretafia y celebrada bajo los auspicios de la London School of Economics, el Royal Anthropological Institute, el Institute of Sociology, el International Institute of African Languages and Cultures, la School of Slavonic and East European Studies y la Association of Polish Professors and Lecturers in Great Britain, Los oradores fueron E. R. Maret, M. Ginsberg, H. J. Braunholtz, Ray- mond Firth y A. Jurasz. Presidié Sir William H. Beveridge. 10 RAYMOND FIRTH explicaciones 0 presentaba bajo una nueva luz algo ya dicho. Al | final, después de invitar a opinar a todas las partes, recogia los hilos de forma magistral, elevando toda Ia discusién a un nivel teérico més alto y colocéndola en la perspectiva de problemas de mayor trascendencia. Siempre era constructivo. Uno de sus dones era el de transfor- mar lo que se habia dicho de tal modo que resaltara su valor como contribucién a Ja discusién. Hacia que cada miembro de un semina- rio sintiera que por ineptas que sus palabras hubieran sido, Mali- nowski habia percibido las ideas y les habia dado toda la importan- cia que merecian, Inspiraba también por el modo en que hablaba. Rara vez pontificaba; hablaba como alguien que buscaba él mismo conocimiento, un ttabajador del mismo rango que pedia la coope- raci6n de sus alumnos para una tarea comin. Ademés, siempre | insistia en sacar a la luz las rafces de la cuestién. Su pregunta cons- | tante era: ”¢Dénde esta el verdadero problema?” Y la respuesta | la daba siempre no en términos de teorfas académicas finamente construidas, sino del comportamiento de los seres humanos ordina- tios. Daba igual que el asunto en discusién fueran los ritos inicid- ticos de los kikuyu, la magia de la agricultura de los trobriand o las bases de la fe y la moral en Europa. Escribié mucho sobre los ”salvajes” —muchos de sus libros Ilevan esta palabra en su titulo—, pero en el salvaje vefa siempre al hombre, cuyos impulsos y emo. ciones son comunes al salvaje y al civilizado por igual. Por eso sus ensefianzas nunca estaban lejos de la realidad. En cualquier parte del mundo que pudiera comenzar la discusién y con cualquier ex- trafia costumbre que pudiera tratar, la importancia de sus proble- mas para situaciones humanas fundamentales nos resultaba gracias a él clara. La antropologfa para Malinowski no era simplemente el estudio del salvaje, sino el estudio a través del cual, compren- diendo al salvaje, podfamos nosotros Ilegar a comprendernos mejor a nosotros mismos. Este ”coeficiente de realidad”, como él una vez, bromeando, lo Iamé, fue una de Jas razones de la excelencia de su trabajo de campo». Pero fue también una de las razones por las que fue tan grande la influencia de Malinowski en la transformacién de la antropolo- gia en un campo de estudio més accesible para los no especialistas interesados en cuestiones sociales de orden tanto teérico como préc- tico. Como los colaboradores de este volumen demostrar4n, su pers- pectiva generalizadora fue un punto flaco en su intento de desarro- llat proposiciones més rigurosas sobre fenémenos sociales. Con de- masiada facilidad propendia a buscar comparaciones universales, no especificas. Pero eso mismo le ayudé a hacer sentir a especialistas de otras disciplinas que la antropologia compartia con ellos un pro- INTRODUCCION 1t pésito comin, un campo comin, el de Ja conducta humana, un mis- mo tipo de generalizaciones: que podian coincidir en suma en un gran ntimero de puntos de un modo dindmico y cargado de signi- ficacién. Pero volvamos a sus relaciones con sus alumnos, a quienes sobre todo supo abrirles las puertas de la mente. «Lo que hizo tan estimulante Ja influencia que Malinowski ejer- cid sobre sus alumnos fue que en ella se combinaban un gran nv- mero de cualidades: la sutileza y fuerza de su andlisis, su sinceridad al encarar los problemas, su sentido de Ja realidad, su dominio de Ja bibliografia, su capacidad para integrar los detalles aislados en ideas generales, la brillantez y gracia con que sabia dirigir la dis- cusién. Pero se debiéd también a algo més, a su liberal concepcién del papel que ha de desempefiar un maestro. Uno de nosotros, un estudiante chino, me dijo una vez: Malinowski es como un maes- tro oriental, es un padre para sus alumnos. Nos invita a su casa, nos encarga que transmitamos recados y a veces hasta que cocine- mos pata él. Y a nosotros nos gusta hacer estas cosas para él.” Ma- linowski tomaba un interés personal por cada uno de sus alumnos; hablaba con ellos no sélo de sus problemas académicos, sino tam- bién de sus propios problemas humanos. Como con cualquier pa- dre, sus alumnos no estaban siempre de acuerdo con él. Pero uno no podia dejar de sentir que Malinowski almacenaba una gran pro- visién de prudentes consejos que sab{a expresar de modo inimitable y sagaz. Los diera seria o impertinentemente, uno comprendia que Malinowski compartia su preocupacién, que sentia su disgusto como propio. Y cuando se producfa una crisis —porque a veces se llega- ba a discutir con él encarnizadamente—, Malinowski tenia una ma- nera enteramente propia de dejar a un lado, de golpe, todas las emo- ciones y poner el asunto sobre la mesa pata analizar sus propios mo- tivos con la misma imparcialidad que los de la otra persona. Esa ca- pacidad suya de amistad y simpatia que iba bastante més all4 de las telaciones maestro-discipulo contribuia a reforzar su atraccién.» Parte del éxito de Malinowski como maestro estaba en la for- ma en que sabia introducir a sus discipulos en la érbita de su propia obra, bien en calidad de asistente de investigacién, bien como ayudantes informales. Tenfa una gran fe en la preparacién concienzuda de guiones para sus libros e incluso para sus articulos. Y esos esquemas resultaban de gran valor tedrico para explorar y definir relaciones y conceptos. Malinowski no escribié casi nin- guno de sus propios manuscritos (no sabia escribir a méquina), sino que los dictaba valiéndose de Ja orientacién de esos esquemas. En torno a ellos se desarrollaban vivas y concienzudas discusiones que a veces Je indujeron a darles una nueva forma. En cierto modo, este celo suyo por la argumentacién ordenada fue el causante de que 2 RAYMOND FIRTH. Malinowski no Iegara a hacer una descripcién sindptica de la cul- tuta trobriand, omisién que le ha valido frecuentes criticas. Aunque naturalmente no fue esa la tinica causa. En una carta que me es- ctibié poco después de regresar yo de mi trabajo de campo me daba algunos consejos sobre la elaboracién de mis materiales: «Yo empezaria preparando los documentos tales como las férmulas mé- gicas, las genealogias, los mapas y las cartas, los datos estadisticos, etcétera. Sin duda a estas alturas Vd. ya tiene un plan general de su trabajo futuro. Me pregunto si pensaré Vd. dar ya de entrada una descripcién completa y directa de Ja cultura tikopia, o si hard lo que hice yo, ir dandola a conocer por partes. Espero que haga lo primero: yo lo haria si pudiera retroceder diez afios. Aunque desde luego tuve mis buenas razones para hacer lo que hice. Una de ellas ya la sabe Vd., la poca salud con la que en aquel enton- ces tenia que luchar y que me impedfa entregarme realmente a la dificil tarea de manejar todos mis materiales. La otra razén era que en el tiempo en que yo empecé mi obra era bastante urgente presentar el punto de vista teérico que hoy Ilamamos ”funcional”, y la mejor manera de hacerlo era dar algunos fragmentos de mi ma- terial bien encajados en un marco teérico extenso.» Otra cita de su correspondencia conmigo durante mi estancia en Tikopia es reveladora de su interés estético por el trabajo de cam- po. «He sentido mi pizca de ”Sehnsucht” al leer lo del ruido de las rompientes en la playa y el zumbido de los mosquitos y de las moscas alrededor de la l4mpara. Desearfa haber estado en esa isla de Vd. y no en aquel feo caldero coralino de Boyowa. Siempre me gust6 la proximidad directa del mar, y en las Trobriand no lo vefa més que de vez en cuando. Me tenfa que contentar con la desagra- dable laguna. Por otra parte, supongo que estar4 Vd. agotado por el ejercicio ffsico.» El ejercicio era una de las manfas de Malinows- ki. Més de un discipulo suyo se acordard de aquellas largas cami- natas entre los bosques de pinos cercanos a su chalet del Tirol me- ridional, y de la campana que avisaba pata la cena y de las ca- rreras colina abajo pata Iegar a tiempo. Una de las cosas que en Malinowski les resultaban més dificiles de aceptar a aquellos que no estaban predispuestos a entregarse a 1 era su peculiar sentido del humor. Le encantaba jugar con las palabras. Desperté las iras de sus colegas con aquellas manifesta- ciones que hace en el prélogo de The Sexual Life of Savages y que tantas veces se cita contra él: «El magnifico titulo de la Escuela Funcionalista de Antropologia ha sido otorgado por mi mismo en cierto modo a m{ mismo y en gran medida por mi propio sentido de la irresponsabilidad.» Esta era su idea de una broma, como lo era el Jlamarse a sf mismo «el archifuncionalista» (1938, p. XXXVI). INTRODUCCION 3 ‘Asi revelaba e incluso alardeaba de su propio egocentrismo, de su propia fe en sus logros intelectuales. Pero a la vez revelaba lo que nunca vacilé en mostrar, la comicidad y el patetismo de la figura humana en a escena del destino. Siempre le fue simpdtica a Ma- linowski la imagen de Arlequin. En abril de 1935 recibi una postal desde Chicago con este men- saje de Malinowski: «Saludos de la Escuela Funcionalista Clésica (A. RB. & B. M.) —véase foto en la parte inferior del reverso— al Funcionalista de Londres (R. F. —véase parte superior—». El mensaje lleva Ja firma de B. M. Es una postal en color del z00 del Lincoln Park. En la parte superior del reverso se ve un orangutan de aspecto solemne sentado en una silla contemplando fijamente el es- pacio; en la foto de abajo, dos orangutanes sentados el uno junto al otro sobre un montdén de paja, sujetando y bebiéndose sendas botellas de leche que parecen idénticas. Completa la postal una sen- sata postdata: «Recuerdos de Rex» (0 sea, de Radcliffe-Brow). Como respuesta a una invitacién para que asistiera a una recep- . cién, envié Ia siguiente nota: «El profesor B. Malinowski (funcionalista in partibus infidelium) se atreve a presentar su reverente saludo a la Sefiora hiper- epi- funcionalista polftica. meta- y la avisa de Ja inminente contingencia de una posible incursién del attiba citado a su recepcién (30-VI-38). Para contribuir a la persistencia del sistema social de esa reunién aumentando (contribuyendo) su eunomia — o disnomia? a su euforia — 0 disforia? a su eulalia — o dislalia? 4 osu ‘eubolia — o disbolia? a su eukrecia — o diskrecia? etc., etc.» 14 RAYMOND FIRTH En mensajes como éste, en que se mofaba de si mismo y de los dems, normalmente se las arreglaba para burlarse de alguna ten- dencia en boga, o de alguna jerga nueva, particularmente cuando era_pomposa. Hablando en publico Malinowski sabia ser a su eleccién inge- nioso y cortés 0 ptovocativo. Mas no siempre acertaba, y a veces resultaba pesado y poco divertido. A diferencia de Radcliffe-Brown, que siempre necesitaba rodearse de una armadura protectora, Ma- linowski no tenfa miedo de mostrarse como era. Mas cada uno a su modo, los dos tenfan una gran necesidad de afecto. Vuelvo a citar de la semblanza que escribf en 1942: «Donde- quiera que fuese, dejaba el impacto de su poderosa personalidad. Lo mismo en una reunién académica que en una fiesta social —le gustaban las fiestas— sobresalia por su apariencia, por su trato, ¢ su clara inteligencia, por la brillantez de su conversacién. Como todos los hombres de acusada personalidad, tenia sus puntos fla- cos, evidentemente, pero no servian mds que para acentuar su dis- tincién... Ademés, tras esos puntos débiles se escondia otro aspecto de su personalidad. Quizé como teflejo de su aguda penetracién cientifi- ca tenfa una gran sensibilidad emotiva. A veces ésta tomaba una forma casi melancélica. Desde su adolescencia mantuvo una lucha continua contra la enfermedad, una lucha durante la cual se las arre- glé para hacer mds y dejar més hecho que la mayoria de los hom- bres. Y ademas estaba la tragedia de las enfermedades de su fami- lia. Esto contribuy6 a desarrollar en él el sentimiento de estar lu- chando contra un destino que le habia ofrecido la copa del éxito, pero la habfa Menado con una amarga pocién. A veces necesitaba te- rriblemente la amistad y todo el consuelo que sus amigos le pudie- ran dar.» La enfermedad concreta que ensombrecié casi diez afios de su vida fue la de su mujer, que contrajo una afeccién incurable de co- lumna. Hasta su muerte, en 1935, supo conservar con gran valor toda su entereza y su inteligencia. Mas él sufria, y en algunas oca- siones escribfa casi desesperado. En una carta de marzo de 1929 dice: «Por esto podrd usted ver que por lo que a mi se refiere las cosas han cambiado notablemente. Aquella época de mis primeras ensefianzas, Ilena de esperanzas y de promesas, pasé hace siglos. Ahora vivo en un mundo diferente, gris, en los momentos mejores sin esperanza ni sentido, y en los peores una pesadilla imposible de soportar. Cierto, trabajo, y hasta me divierto y sigo luchando por mis ambiciones y por mis odios. Pero todo eso es una delgada su- perficie, gastada y de ingrato tacto y bajo ella no hay més que up horrible vacio.» _INTRODUCCION 15 = En cualquier otro se podria pensar que esto era teatro; pero - Malinowski siempre era consciente de la posibilidad de engafiarse _ asf mismo y vefa en la honestidad intelectual el supremo valor. En um ensayo poco conocido sobre la religién y la ciencia primitiva (19315) hay pasajes sobre su agnosticismo y sobre sus sentimientos en relacién con la religién que expresan su profundo sentimiento _ de la tragedia del mundo en que vivia: «¢Acaso el mundo moder- - MO, con sus guerras devastadoras, con sus odios raciales, nacionales, de clases, con sus rapacidades y con su explotacién, acaso este mun- do nuestro est gobernado en realidad por esa revelacién de la ver- _ dad y la armonfa igual para todos los hombres? Yo no veo ni ras- ‘tro de ese control. Y me siento mucho més cerca de las confesiones _ establecidas, tradicionales, que me atraen estética y moralmente y pot Jas que siento profunda reverencia. @Hay alguna esperanza de _ salvar el profundo abismo que separa de la fe a la tragedia del ag- “ asticismo? No lo sé. ¢Hay algin remedio? Tampoco esto lo sé. _ Quizé lo que pueda ayudarnos sea més honestidad, més sinceridad.» + Mas las circunstancias familiares de Malinowski cambiaron. En 938 tuvo su afio sabatico y partié para los Estados Unidos, donde dba a permanecer hasta su muerte. Por temperamento no podia ser ‘una persona enteramente feliz. Pero fue olvidando sus penas pasa- idas, y en los cinco ultimos afios de su vida volvié a encontrar la "felicidad familiar, con sus hijas ya mayores y con su segunda mujer, - Iaartista Valetta Swann. Lo que entonces le preocupaba era la guerra. Malinowski no fue ‘nunca una persona realmente patridtica en el sentido convencional - del término. La guerra, al menos en el mundo civilizado, le parecia _ una negacién de Ja cultura, destructora de los més preciados frutos de las artes creadoras. La primera guerra mundial fue un duro golpe para él, tanto por sus consecuencias personales como las in- temnacionales. Temia las consecuencias que pudiera tener para su ‘madre, que entonces vivia en Cracovia; desaprobaba el espiritu de _ ctuzada que animaba a ambos bandos y tuvo sus propias dificulta- des personales por su situacién politica. En 1914 Seligman estaba spreocupado por el futuro inmediato de Malinowski (que entonces estaba en Australia), porque se habfa enterado de que Malinowski eta stibdito austriaco y por consiguiente técnicamente un enemigo. {Afortunadamente en aquel entonces la aplicacién de las normas no eta demasiado rigurosa y las autoridades permitieron a Malinowski - que continuara con sus trabajos antropoldgicos.) Seligman escribié _ a Malinowski que las opiniones que le habia ofdo expresar sobre s alemanes en general, Je habia hecho creer que procedia de la Polonia dominada por Rusia. Malinowski contest: «Se asombra usted de que yo sea stibdito austriaco por el lenguaje despectivo que 16 RAYMOND FIRTH me oy6 usar ya antes de la guerra para referirme a los alemanes. Pero debe usted saber que los polacos, que son stibditos alemanes, son ruséfilos notorios, y que los polacos rusos son mucho més pro- pensos a no darse cuenta de la intensidad del peligro teuténico. En cuanto a esa cosa gallarda que se llama un “austrfaco”’, no existe, es una pura ficcién. En Austria nosotros tenfamos el mejor de los tratos, y como confederacién de pueblos verdaderamente auténomos, Austria era uno de los estados m4s soportables. Pero en cuanto lu- cha a favor de Alemania, Austria se hace estiipida y torpemente odio- sa, Esta es mi confession de foi.» Como consecuencia de todo ello, cuando Malinowski recibfa en Nueva Guinea inquietantes noticias de la guerra que le distrafan de su trabajo y se lo hacfan dificil, por decirlo con sus propias palabras, «se refugiaba en un estoicismo égois- ta y brutal». Pero mucho antes de la segunda guerra mundial Malinowski ha- bfa adquirido la nacionalidad britdnica y su actitud ante el segundo conflicto fue muy diferente. Aunque segufa pensando que la guerra destrufa los valores fundamentales sobre los que se apoya la civili- zacién, el totalitarismo le parecia un peligro todavia mds mortal y més inmediato. Desde el primer momento fue un enemigo decidido y abierto del nacionalsocialismo y sus libros habian sido prohibi- dos en Alemania. Una carta que me dirigid en 1941 expresa en parte cudl era su actitud: «Aqui, en mi refugio seguro y lejano, sien- to que darfa cualquier cosa por poder estar en lo més refiido del combate. Es probable que sea una ilusién... Si por milagro Adolf perdiera pronto sus pantalones y hubiera ahi alguna probabilidad para la Antropologia, preferiria infinitamente regresar... A pesar de mi pose y de toda mi afectacién, aw fond aqui me siento bastante desdichado, exiliado y sin posibilidad de hacer nada. Estoy intentan- do hacer toda la propaganda posible. Probablemente todo ayuda, por poco que sea...» En el momento de su muerte, Malinowski era presidente del Ins- tituto Polaco de Artes y Ciencias en los Estados Unidos. Siempre guard6é un afecto sentimental a Polonia y siempre tuvo un benévolo interés por las cosas de Polonia; pero no parece que se considerara nunca polaco en un sentido politico nacionalista. Sin embargo, las consecuencias brutales de la segunda guerra mundial parecieron des- pertar en él un nuevo interés, probablemente estimulado por la aparente identidad de la causa polaca con la causa del mundo. Su mujer comentaba que la invasién de Polonia le impresioné profun- damente y parecié despertar sus adormecidos sentimientos de nacio- > Véase el prefacio de su mujer, Mme. Valetta Malinowska, a su libro pés- tumo (1947). Véase también el capitulo de H. Ian Hogbin en este mismo libro. INTRODUCCION 7 nalidad y de solidaridad con los polacos. Tomé parte activa en la organizacién preliminar del Instituto Polaco y en la asistencia a los estudiosos polacos exiliados. Era una manera de apoyar la causa que lal eiparecta de la libertad y de la civilizacién. _ Esta introduccién puede terminar muy adecuadamente citando una evaluacién de uno de nuestros colegas americanos: «Porque res- peto a Malinowski y a su obra lo he ctiticado con tigor. Predicd con locuencia una fe intelectual. Pocos de los que hoy vivimos pueden levarse hasta la apasionada sinceridad de sus mejores momentos» 4. * Kluckhohn, 1943, p. 219. | 4. ELCONCEPTO DE CULTURA EN LA OBRA DE MALINOWSKI Auprey I. RIcHARDS El concepto de cultura de Malinowski en Ja forma en que lo desarrollé inicialmente fue una de sus contribuciones més estimu- lantes al pensamiento antropoldégico de su tiempo. E] término «cul- tuta» se reficre a todo un conjunto de ideas a las que Malinowski concedia la mayor importancia y que le permitieron construir algu- nas de sus hipétesis mds originales. Sus esquemas para el andlisis de fg cultura en sus diferentes aspectos constituyeron la base de los métodos de trabajo de campo que ensefid a sus alumnos. Esta contribucién de Malinowski a la teorfa antropolégica me parece que ha sido claramente infravalorada desde su muerte, quizé ‘como consecuencia de las reacciones emocionales e¢ intelectuales mds bien extremas que entonces suscité su obra’. Por eso es importante seguit la formacién de estas ideas en su obra, y més importante atin dado que las Ultimas formulaciones de sus opiniones, tal como se presentan en un libro publicado péstumamente (Malinowski, 1944), son mds confusas y més difusas que las formulaciones iniciales y dan poca idea del impacto que su obra tuvo sobre sus alumnos. Aqui trataré primero de examinar las opiniones de Malinowski obre la cultura en su relacién con las teorfas antropolégicas y psi- colégicas de los mismos afios veinte en que él las desarrollé; en se- guida plantearé Ja cuestién de en qué medida estos conceptos pro- porcionaron realmente una base para sus propias hipétesis o esti- tularon la obra tedrica de otros autores; finalmente trataré de dar tuenta de las reacciones que desde la muerte de Malinowski ha suscitado su obra y aun aventuraré algunas profecfas acerca de los 1 Por ejemplo, un reciente libro americano sobre el uso del término cultura (Kroeber y Kluckhohn, 1952) da someras referencias de sus hipétesis generales y ninguna en absoluto de sus trabajos mds importantes sobre cultura y lenguaje ¥ sobre cultura y tecnologia. Y sin embargo, en 1931, Malinowski fue el esco- o para escribir el articulo sobre «culture» en la Encyclopedia of Social Scien- es, americana, lo que quiere decir que entonces se le consideraba como una primera autoridad en la materia. [19] 20 AUDREY I. RICHARDS: futuros desarrollos que creo probable que se produzcan siguiendo las rutas que él marcdé, Términos como «cultura» o «estructura», usados en una obra sociolégica, son inevitablemente expedientes heurfsticos, meras for- mas de contemplar los hechos, y por eso como mejor puede captar- se su sentido es estudiando el uso que de ellos se hace en el anélisis de los datos. La mera definicién en si misma puede significar muy poca cosa, como muestra el sumario de definiciones recopiladas en el libro de Kroeber y Kluckhohn citado en Ja nota anterior. Tan facil o tan justo como intentar entender sélo por una comparacién de definiciones la revolucién que se produjo en Ja antropologia so- cial en el segundo cuarto de este siglo con la introduccién del con- cepto de cultura seria juzgar Ja contribucién de Darwin a la ciencia sobre la sola base de su definicién del término «evolucién». La definicién que el propio Malinowski dio en 1931 afirma que «la cultura comprende los attefactos heredados, los bienes, los procesos técnicos, las ideas, los habitos y los valores». También que- da incluida la organizacién social, puesto que Malinowski declara que «no puede ser entendida realmente, excepto como una parte de la cultura» (Malinowski, 19312). Como se ve, difiere muy poco de la famosa definicién de Tylor de 1871, en la que se afirma que la cultura es «ese todo complejo que incluye conocimientos, creen- cias, arte, ley, moral, costumbres y todas las otras capacidades vi habitos adquiridas por el hombre como miembro de la sociedad» *, Para analizar mds detenidamente el uso que Malinowski hace del término es necesario distinguir entre una variedad de preocupa- ciones intelectuales diferentes que para él se subsumfan todas bajo esta sola palabra. En primer término, la cultura es para él el micro- cosmos tribal concebido como un todo indiviso que funciona, idea que, como Fortes (1953) ha apuntado, resultaba nueva y estimu- Jante cuando fue expuesta por primera vez por Malinowski y Radclif- fe-Brown al principio de los afios veinte >, Inseparable de esta idea es el énfasis que Malinowski puso en la necesidad de estudiar el «uso» o la «funcién» de las costumbres, las instituciones y las creencias que formaban parte de cada cultura, con La diferencia entre la definicién de Malinowski y la de la mayorfa de los antropélogos britinicos de hoy es que él siempre incluyd en sus anilisis de la cultura la organizacién social o la estructura social, mientras que Evans-Prit- chard y sus secuaces la excluyeron. Mas la descripcién que éste hace del «sis- tema social general» es muy similar al uso que Malinowski hace de Ia «cultur ecologia, economia, instituciones legales y polfticas, organizacién de la familia y el parentesco, religién, tecnologia, arte (Evans-Pritchard 19514, p. 11). » “Tylor hablaba de’la cultura ‘como un «todo complejo»; pero el énfasis. lo ponia en la complejidad mds que en Ia idea de totalidad. EL CONCEPTO DE CULTURA EN LA OBRA DE MALINOWSKI 21 todos 165*diferentes matices de sentido que Malinowski daba a la palabra “som. En tercer lugar, Malinowski compartia con otros socidlogos - psicdlogos de su tiempo la preocupacién por la diferen- ia entre’ la herencia biolégica y social del hombre y desde un prin- cipio identifics esta ultima con el término cultura. También desde un principio intenté analizar la cultura en cierto mtimero de aspec- tos distintos que pudieran ser usados como esquema para la inves- tigacidn’ empirica. El Concepto de cultura como un sistema bien equilibrado de par- tes separadas se encuentra en las dos famosas monograffas publica- das en 1922 —The Andaman Islanders, de Radcliffe-Brown, y Ar- gonauts of the Western Pacific, de Malinowski—. Por entonces Radcliffe-Brow usaba la palabra cultura casi del mismo modo que To hacia Malinowski y sus posteriores definiciones de la estructura social incluyeron mucho de lo que Malinowski inclufa bajo el tér- mino «cultura». Slo hacfan excepcién la cultura material, el lengua- je ¥ los sistemas de conocimiento y educacién; los dos ultimos no parecen haber interesado nunca particularmente a Radcliffe-Brown. Tanto Malinowski como Radcliffe-Brown trabajaron en islas peque- fias, donde 1a concepcién holista de la cultura habia de parecer mds ‘Obvia que en 4reas continentales con abundantes movimientos de pueblos y mezclas tribales. Los dos sufrieron la influencia de Durk- heim, influencia que en Radcliffe-Brown fue permanente y en Ma- linowski transitoria. En la obra de ambos se supone tdcitamente que €s esencial para la existencia de las culturas su supervivencia con- tinuada, asi como que deben mantenerse, como Fortes (19534, p. 4) dice, en un estado de equilibrio *. Werdad es, y es mérito que hay que reconocerle, que Malinows- Kise dio cuenta bastante pronto (1929e) de la existencia de conflic- tosven el interior de las culturas. En la sociedad trobriand él dis- tinguié la presencia de roles conflictivos, de rivalidades expresadas ‘en obligaciones reciprocas, de egofsmos y luchas por el poder, mien- tas que los islefios de Andaman fueron descritos por Radcliffe-Brown iGimo un grupo unido y dedicado seriamente a expresat su cohesién social. Pero como Radcliffe-Brow, Malinowski parece haber crefdo que la cultura ha de mantenerse como un todo, y una de sus defi- Tiiciones de Ja funcidén de una costumbre o de una institucién la pre- sefita como el papel que desempefia en telacién con Ja cultura como un todo. En 1926, por ejemplo, escribfa que los hechos antropolé- ‘ V. g. Malinowski, 19314. «La necesidad cultural es el conjunto de con- diciones que deben satisfacerse si la comunidad tiene que sobrevivir y su cul- tira tiene que continuar.» 22 AUDREY I. RICHARDS gicos habfan de ser explicados «por su funcién, esto es, por el papel que desempefian en el sistema integral de la cultura» (1926a, p. 132)>. Numerosos criticos han sefialado que Malinowski no Iegé nun- ca a describir una cultura como un todo, sino que se limité a pre- sentar la mayor parte de su obra en la forma de descripciones muy detalladas de aspectos particulares. El «holismo» en la exposicién se limitaba al estudio de una institucién sobre el trasfondo de Ia cul- tura total. Pero seria igualmente justo decir que Radcliffe-Brown nos ha invitado frecuentemente a estudiar y comparar «estructuras sociales totales» sin Iegar él mismo realmente a describir nunca nin- guna. Tanto la cultura como la estructura social total fueron usadas como expedientes,para el andlisis de datos y las dos fueron congep- tos nuevos y estimulantes cuando fueron introducidos en la antro- pologia britaénica y todavia conservan su valor para la ensefianza de la antropologia. Debemos recordar aqui que Malinowski tenia razones tanto emo- cionales como filoséficas para presentar el orden del cosmos tribal. Como sus dotes de etnégrafo de campo eran grandes llegé a lograz en gran medida una identificacién personal con las gentes con Jas que vivia. Como la mayor parte de los antropélogos que se han esforzado por comprender el sentido de las actividades tribales para las gen- tes que toman parte en ellas, Malinowski vio la sociedad trobriand como un sistema admirablemente equilibrado. Los intentos de cam- biar las costumbres primitivas por la fuerza le afectaban profunda- mente, y como muchos de nosotros, sentia el deseo casi apasionado de proteger a las gentes con quienes habfa vivido en tan intima unién prdcticamente durante cuatro afios. En su interés por la an- tropologia prdctica, expresado ya en fecha tan temprana como 1926, en su primer articulo de la Enciclopedia Briténica, previno a los ad- ministradores contra la stibita alteracién de las costumbres primi- tivas por razones sin duda intelectuales, pero en mi opinién tam- bién emocionales (p. 133). Resulta dificil decir si la concepcién holista de la cultura prece- dié en Malinowski a su interés por las relaciones entre los diferen- tes aspectos de la cultura o fue un resultado de este ultimo. En sus afirmaciones de 1926, repetidas en 1929, aparecen ambas preocupa- ® Por una u otra razdn, hoy rara vez se le atribuye a Malinowski esta opi- nin. De hecho, varios autores recientes han afirmado categéricamente que Rad- cliffe Brown concebfa la funcién de una institucién como el papel que esa ins- titucién desempefia en el mantenimiento de la estructura tribal, mientras que Malinowski no examinaba sus funciones més que en relacién con las necesidades, principalmente con las necesidades biol6gicas. De hecho, las afirmaciones de Malinowski (1923e) y de RadciffeBrown (1935) sobre las funciones son cas idénticas.

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